Вы находитесь на странице: 1из 15

Epistemología y gnoseología de la deriva continental,

Fundamentos
Conceptuales y
Didácticos sobre su aceptación y de su rechazo

Epistemology and gnoseology of continental drift, on


their acceptance and rejection

Evaristo Álvarez Muñoz


E.T.S.I. de Minas, Universidad de Oviedo, C/ Independencia, 13. 33004 Oviedo. E-MAIL: ealvarez@uniovi.es

Resumen Se estudia la aceptación de la teoría de Wegener, y las causas por las que en su momento
fue rechazada, a la luz de los conocimientos actuales en ciencias de la Tierra y empleando
la teoría gnoseológica materialista del cierre categorial del filósofo Gustavo Bueno. Se
repasan las distintas interpretaciones epistemológicas del mencionado rechazo a la
deriva continental y se discute la continuidad entre esta teoría y la tectónica de placas.
Por último, se aporta una interpretación “gnoseológica” de las razones del “triunfo” de la
teoría tectónica de placas sobre la hipótesis de deriva de los continentes.

Palabras clave: Deriva continental, epistemología, gnoseología, teoría del cierre categorial.

Abstract A study of the acceptance of Wegener’s theory is presented with the aim of explaining why
at the time it was rejected. The paper is based upon the current state of knowledge in the
Earth sciences and uses Gustavo Bueno’s philosophical “theory of categorical closure”.
The different epistemological interpretations of that rejection of continental drift are
reviewed and the continuity between this theory and plate tectonics is discussed. Finally, a
“gnoseological” interpretation of the reasons for “success” of the theory of plate tectonics
over the hypothesis of continental drift is provided.

Keywords: continental drift, epistemology, gnoseology, theory of categorical closure.

FLUJO y deriva en la Historia de la ciencia río, son más inusuales y paradójicos los casos en los
que la investigación se estanca, retrocede, o parece
La historia de la ciencia podría compararse al no progresar. La historia de la geología y, más con-
curso de algunos ríos en los que existen tramos rá- cretamente, la historia de la deriva continental, ofre-
pidos por los que el agua se precipita irrefrenable; ce uno de esos momentos en los que, tras avanzar
otros más acompasados y precisos; e, incluso, mo- muy deprisa, el progreso debió esperar hasta que
mentos en los que el agua se remansa y remolonea, “el nivel de las aguas” ascendiera lo suficiente para
olvidando sus prisas, como si hubiera ido demasia- superar los impedimentos y proseguir su carrera ha-
do lejos y necesitara replantearse por dónde seguir cia el mar. Mas como el progreso es un aspecto con-
avanzando. El desnivel y la gravedad imprimen al sustancial a la ciencia, la historia menos comprome-
río un sentido general inexorable; pero el fondo del tida tiende a olvidar esos momentos de impaciente
lecho y las fluctuaciones de su caudal ocasionan incertidumbre y de crisis que, sin embargo, no son
desviaciones y retenciones en el curso del mismo. inauditos y, por tanto, deben ser estudiados por la
Los tramos más espectaculares y llamativos del río filosofía de la ciencia.
suelen ser los del curso alto donde el agua brota El medio siglo largo que media entre las prime-
de manantiales, salta en cascadas y discurre entre ras publicaciones relativas a la deriva continental
peñascos. Más tarde, el río maduro fluye, sinuoso (1912) y la aceptación de la tectónica de placas (c.a.
pero constante. En ambos casos, el río es bastante 1968) es un buen ejemplo de esas situaciones en el
previsible y fiel a sí mismo. curso de la ciencia. Las diversas interpretaciones
La historia científica cuenta también momentos del protagonismo desempeñado por la teoría de la
espectaculares en los que en poco tiempo la ciencia deriva continental en el desarrollo de las ciencias de
profundiza enormemente y situaciones de avance la tierra constituyen un interesante capítulo de la fi-
continuado aunque rara vez rectilíneo. Como en el losofía de la ciencia del último siglo sobre el que se

64 – Enseñanza de las Ciencias de la Tierra, 2012 (20.1)


ISSN: 1132-9157 – Pags. 64-78
ha reflexionado abundantemente. Por resumir el es- terrestre y había propuesto un deslizamiento de la
tado de la cuestión —aunque luego entraremos en corteza desde el norte. Tampoco fue Taylor el único
el detalle—, las dos tendencias más usuales consis- científico que orientó sus investigaciones en esa di-
ten o bien en minusvalorar y soslayar el papel de la rección antes que Wegener. En El origen de los con-
deriva continental aludiendo a su precaria condición tinentes y océanos Wegener (2009: 853) alude a “un
de hipótesis cuyos mecanismos estaban insuficien- trabajo de síntesis” —presumiblemente debido a E.
temente justificados o bien, desde una perspectiva Krenkel— en el que, a partir de datos paleontológi-
descaradamente pragmática, en aludir a su escaso cos, se postulaban primitivas conexiones terrestres
éxito social y exaltar a la tectónica de placas a la entre Brasil y África.
categoría de revolución científica. No obstante, la A pesar de los precedentes mencionados y de al-
cuestión dista de estar satisfactoriamente resuel- gunos otros más, la teoría de la deriva continental se
ta. En este trabajo se pretenden discutir, desde una asocia indefectiblemente a la obra de Wegener por
perspectiva filosófica, algunas ideas clásicas del de- haber sido la suya la primera síntesis en la que se
bate epistemológico para presentar a continuación razonan y se exponen sistemáticamente argumen-
un análisis gnoseológico de la deriva, confiando en tos muy variados que apoyan la hipótesis. Wegener
poder aportar así algún planteamiento novedoso. criticó la idea —a la sazón dominante en los círculos
Como es sabido, la hipótesis de la deriva con- geológicos— que explicaba las similitudes faunísti-
tinental fue expuesta por Alfred Wegener (1880- cas merced a antiguos continentes intermedios, pre-
1930) en Die Entstehung der Kontinente und Ozeane suntamente hundidos hoy en día. La hipótesis de los
(Berlín, 1915), obra que conoció en vida de su autor continentes hundidos —mito platónico aparte— se
cuatro ediciones alemanas y otras dos tras su fa- basaba en la teoría de la contracción de la Tierra por
llecimiento1. El propio Wegener había adelantado enfriamiento, esbozada en su día por R. Descartes
la idea de la deriva en una conferencias de 1912 en (1644) y desarrollada por Élie de Beaumont (1852).
Frankfurt y Marburgo y en dos artículos publicados Dicha idea había sido asumida y afinada por pres-
ese mismo año2. tigiosos geólogos como J.D. Dana (1862), A. Heim
Sin embargo, la especulación de que los con- (1878), E. Haug (1900) o E. Suess (1885-1901), que
tinentes hubieran sufrido algún tipo de desplaza- había ilustrado la contracción terrestre mediante la
miento no era novedosa cuando la obra de Wegener imagen de una manzana secándose, y reconocido
vio la luz. La apertura del océano Atlántico —sugeri- cuatro zonas deprimidas o paleocontinentes: Lau-
da por la similitud y el encaje aparente de las costas rencia, Angara, Gondwana y Antártida.
sudamericanas en las africanas—había sido pro- En virtud del principio de la isostasia, Wegener
puesta en fecha tan lejana como 1596 por Abraham se vio impelido a rechazar formalmente el supuesto
Ortelius en Thesaurus Geographicus. Desde plan- hundimiento de grandes masas continentales en un
teamientos ya científicos, algunos geólogos alpinos, substrato más denso que los propios continentes.
como Jules Marcou en Lettres sur les roches du Jura De hecho, la idea estaba ya tan madura que el con-
(1860) y paleontólogos, como Melchior Neimayr en senso de los paleontólogos en torno a una antigua
Erdeschichte (1887) y otros, ya habían observado expansión de fauna y flora, había comenzado a re-
que las distribuciones paleogeográficas no se co- conducir sus pretensiones desde los enormes ma-
rrespondían con los continentes actuales y habían crocontinentes intermedios hundidos hacia unos
propuesto la existencia de antiguos macrocontinen- estrechos corredores o puentes que, atravesando,
tes supuestamente desaparecidos a comienzos del los océanos hubieran permitido la distribución geo-
Terciario. gráfica de los organismos. La existencia de aquellos
Más recientemente, F.B. Taylor (1910) había ma- puentes intercontinentales había sido defendida
nifestado su opinión de que los cinturones monta- por el zoólogo H. von Ihering (1850-1930), por el pa-
ñosos terciarios plegados de Europa y de Asia ha- leontólogo Charles Schuchert (1858-1942) o por el
bían cabalgado bajo el efecto de una compresión geólogo Bailey Willis (1857-1949). Este último creía
tangencial no atribuible a la simple contracción reconocer la pasada existencia de “istmos” que co-
nectarían entre sí islas volcánicas. Aún en el siglo
1  La tercera edición alemana fue traducida al español por XX seguían defendiendo la existencia de antiguos
Vicente Inglada Ors para la Revista de Occidente (1924) puentes continentales los paleontólogos Léonce Jo-
con el título de “La génesis de los continentes y océanos”.
En lo que sigue nos referiremos, sin embargo, a la más re-
leaud (1880-1938) en Atlas de Paléobiogéographie
ciente de F. Anguita Virella y J. C. Herguera García, El origen (1939) o Georges Gaylord Simpson (1902-1984).
de los continentes y océanos, Barcelona, Crítica, 2009. La propuesta de continentes hundidos consi-
2  Wegener, Alfred (1912), “Die Entstehung der Kontinen- guiente a la hipótesis del enfriamiento y de la con-
te”, Petermanns Geographische Mitteilungen, 58(4, 5 y 6), tracción no convencía a Wegener, pues era incom-
pp.185-195, 253-256 y 305-309; resumido en: Wegener, Al- patible con las leyes isostáticas, máxime cuando se
fred (1912), “Die Entstehung der Kontinente”, Geologische
acababa de descubrir la radioactividad como fuen-
Rundschau 3(4), pp. 276-292. Una traducción del primero
a cargo de C. M. García Cruz se presenta en este mismo te alternativa de calor que impugnaba las teorías
número de Enseñanza de las Ciencias de la Tierra. enfriacionistas. Sostenía además que los puentes

Enseñanza de las Ciencias de la Tierra, 2012 (20.1) – 65


continentales antiguos que argumentaban ad hoc Es muy probable que aún tengamos que espe-
los paleontólogos solo eran imaginables en mares rar mucho tiempo para resolver el problema de las
someros, pero que nunca podrían explicar las anti- fuerzas causales del desplazamiento, ya que esto
guas conexiones atlánticas. Argumentar la perma- significa desvelar toda una serie de fenómenos in-
nencia de continentes y cuencas marinas tal como terdependientes, en los que a veces es difícil distin-
hacían Willis y la mayoría de los geólogos ameri- guir cuál es la causa y cuál es el efecto (Wegener,
canos contradecía las evidencias de la difusión de 2009: 283)
los seres vivientes. Y puesto que los continentes Es notable cómo los argumentos de Wegener se
se componían de materiales menos densos que ajustan a lo preconizado para las ciencias inductivas
los niveles inferiores de la tierra y que los fondos por W. Whewell (1840). Wegener es consciente de
oceánicos, solo cabía pensar en desplazamientos que la comprobación de la verdad de su hipótesis
horizontales. habría de darse por la “concurrencia de induccio-
La argumentación científica de la teoría de We- nes” en la que confluirían básicamente las opera-
gener contemplaba pruebas biológicas y paleon- ciones propias de los geofísicos con las de los pa-
tológicas, como las presentadas por Carl Diener leontólogos en una sola teoría, y de ahí la batería de
(1925), pero rechazaba razonamientos ad hoc (im- argumentos —geodésicos, geofísicos, geológicos,
probables puentes intercontinentales ya desapare- paleontológicos, biológicos y paleoclimáticos—
cidos que habrían salvado profundidades de cuatro aportados por Wegener y expuestos para que otros
mil metros). Aunque muchos de sus contemporá- científicos los completaran, pues
neos europeos no hubieran tenido inconveniente La paleontología, la zoogeografía y la fitogeo-
en aceptar la exposición de Wegener, quedaba por grafía proporcionan también una contribución signi-
averiguar la naturaleza de las fuerzas causantes de ficativa para desvelar las condiciones en que se en-
los desplazamientos continentales. contraba la Tierra en tiempos pasados; y el geofísico
se puede encontrar en el camino equivocado si no
tiene permanentemente en cuenta los resultados
Estrategia Y autoconcepción filosófi- aportados por estas ramas de la ciencia como con-
ca de Wegener trol de la suya propia (Wegener, 2009: 199).
Sólo manteniendo este tipo de comunicación
Wegener —que no tenía formación geológica entre ciencias afines se podrá lograr que el estudio
sino de meteorólogo— se veía a sí mismo como un de la distribución actual y pasada de los organismos
filósofo natural a la espera de otro Newton: sobre la Tierra arroje todo el peso de su riqueza fac-
Aún no ha aparecido el Newton de la teoría de tual en la balanza, permitiéndonos desvelar la ver-
los desplazamientos (Wegener, 2009: 283) dad (Wegener, 2009: 199-200).
Aseguraba que los continentes habían estado Wegener intentaba desvelar una realidad oscura
antes en contacto y que posteriormente se habían por medio de la organización de las descripciones
fragmentado, aunque reconocía no tener soluciona- y de la posterior coligación de los hechos tal como
do el problema del mecanismo de la deriva continen- había previsto —setenta años atrás— el filósofo y
tal. Las causas materiales de la deriva continental geólogo William Whewell. Para este último, en el
permanecían efectivamente bastante oscurecidas proceso de conocimiento, siempre había un ele-
por más que Wegener se esforzase en especular: mento objetivo, proveniente de las sensaciones que
La única fuerza de desplazamiento que actual- aportaban la “materia” y otro elemento subjetivo,
mente se conoce con precisión es la fuga polar, que las concepciones mentales o ideas que aportaban la
actúa moviendo a los continentes sobre el sustrato “forma” (W. Whewell, 1840: 32-34), ambos, materia
hacia el Ecuador (Wegener, 2009: 284) y forma, daban lugar a lo que llamamos comúnmen-
Sin embargo estaba firmemente convencido de te hechos. Si bien, para Whewell hechos y teorías no
que eran esencialmente distintos.
Las fuerzas que desplazan los continentes son La concurrencia de inducciones se produce
las mismas que producen las grandes cadenas cuando una inducción obtenida a partir de una
de montañas plegadas. Desplazamientos conti- determinada clase de hechos coincide con otra
nentales, fracturas y compresiones, terremotos, obtenida a partir de una clase distinta. Esta con-
vulcanismo, ciclos transgresivos y deriva polar se currencia es una comprobación de la verdad de la
encuentran indudablemente conectados causal- teoría en cuyo contexto se produce (W. Whewell,
mente a gran escala (...) Pero qué es causa y qué 1840: xxxix).
es efecto es algo que sólo el futuro desvelará (We- La tradición epistemológica acostumbra a dis-
gener, 2009: 297) tinguir dos grandes grupos de metodologías cien-
El verbo “desvelar” es empleado repetidamente tíficas: la empirista e inductiva —ensayada por
en El origen de los continentes y océanos, y nos da F. Bacon, W. Whewell o J.S. Mill— y la hipotético-
la clave de su concepción de la ciencia y de su pro- deductiva —de raigambre cartesiana, practicada
ceder descripcionista. por Newton y por Huygens, y, según la cual, los

66 – Enseñanza de las Ciencias de la Tierra, 2012 (20.1)


principios científicos son inicialmente concebidos y de los mantos de corrimiento alpinos —que ha-
como conjeturas cuyas conclusiones se confirma- bían descrito muy recientemente Kossmat (1921),
rán o refutarán mediante la observación y la expe- Argand (1922) y Staub (1924)— para cuestionar
rimentación—. Hablar de pensamiento inductivo o la contracción de la Tierra y demostrar, con Daly
deductivo es indagar en las formas de obtener el (1926), la importancia de los movimientos tangen-
conocimiento por parte del sujeto, lo que implica ciales. La cuarta edición confiere una importancia
adoptar un planteamiento epistemológico. Los central a la continuidad y similitud de las estruc-
autores que han reflexionado sobre la teoría de la turas plegadas entre la región de Buenos Aires y la
deriva continental, como A. Hallam (1973, 1983) o de Ciudad de El Cabo o entre el Cabo de San Roque
C.M. García Cruz (1996) han calificado sin ambages y el Camerún publicadas solo dos años antes por
a las tesis movilistas de Wegener de pensamiento Du Toit (1927). El conjunto de no menos de quince
hipotético-deductivo, en contraposición al pensa- “coincidencias” (plegamientos, rocas eruptivas y
miento positivista empírico e inductivo del sistema sedimentarias, lineaciones, etc.) a uno y otro lado
imperante en Norteamérica durante los años en del océano reforzaba la teoría que consideraba al
que vio la luz la obra de Wegener y representado Atlántico como una gran fractura ensanchada. Este
en el importante simposio de la AAPG de 1926 —al punto fue magistralmente ilustrado:
que nos referiremos más adelante— por geólogos Es como si compusiéramos los trozos de un pe-
como Schuchert, Chamberlin o Willis. riódico roto atendiendo sólo a su forma y luego in-
Cierto que si reducimos la deriva continental a tentásemos leer los renglones a través de la rotura.
su contexto de descubrimiento (H. Reichenbach, Si esto se cumpliese, evidentemente no quedaría
1938) encontraremos en Wegener al clásico repre- más remedio que aceptar que, efectivamente, esos
sentante de la metodología hipotético-deductiva. trozos estuvieron alguna vez en contacto. (Wegener,
Esto concuerda con la génesis de su idea de la deri- 2009: 175).
va tal como Wegener la refirió a Köppen en una carta La estrategia de la araña ofrece excelentes resul-
recogida en la biografía de Wegener escrita por su tados, Wegener ensambló los fragmentos grandes y
viuda Else Wegener: otros leerían no menos de quince líneas entre ellos.
La idea me vino del encaje de las costas, pero Al efecto resulta ejemplar el siguiente apéndice de
las pruebas deben proceder de las observaciones la cuarta edición en el que Wegener, sin duda emo-
geológicas. Estas nos llevan a suponer que exis- cionado, informa de una nueva prueba —se non è
tió una conexión por tierra entre América del Sur y vero è ben trobato— que corroboraba su teoría:
África. Este hecho puede explicarse por dos vías: Mientras este libro se encontraba en prensa, se
el hundimiento de un continente que estaba en ha producido una confirmación del incremento de la
conexión con ambos o la separación. Hasta ahora distancia entre Europa y Norteamérica, ya comenta-
se había aceptado solamente la primera vía y se do en el capítulo 3, dato este del que no queremos
ha ignorado la segunda posibilidad; pero lo que privar el lector… (Wegener, 2009: 341)
nos enseña modernamente la isostasia y, en ge- Un año antes de su muerte en los hielos de
neral, las ideas geofísicas actuales, se opone al Groenlandia, Wegener seguía sumando datos que
hundimiento de un continente que sea más ligero corroborasen su hipótesis. La teoría de la deriva,
que el material sobre el que reposa Apud. A. Ha- con sus redes desplegadas, seguía recogiendo los
llam (1985: 127). frutos. De hecho, más que plantear una tesis, casi
Pero más que enfatizar el eurekaismo en la gé- se podría decir que, con sus grandes bloques argu-
nesis de una idea, la deriva continental propuesta mentales, Wegener diseñó una serie de programas
por Wegener —independientemente de la verdad o de investigación científica (no todos igual de férti-
falsedad de sus premisas, del rigor de sus pruebas les) como los que décadas después describiría Imre
y de la exactitud de las conclusiones geológicas que Lakatos (1978).
de ella se desprenden— se nos presenta como una Las grandes síntesis científicas —y El origen
construcción intelectual consistente y bien traba- de los continentes y océanos es una de ellas— se
da que tiene de la hormiga y de la araña de Bacon. acompañan de todo un cortejo de la filosofía es-
De la hormiga porque acumula experiencias muy pontánea en la que se mueve su autor. Wegener
diversas para demostrar la hipótesis. De la araña tenía una filosofía de la ciencia descripcionista y
porque, consciente de su limitada solvencia geoló- se veía a sí mismo como científico comprometido
gica, Wegener tejió una amplia red pluridisciplinar en desvelar el misterioso comportamiento de los
y la desplegó para que en ella fueran encontrando continentes. Felizmente, su descripcionismo —la
acomodo datos aportados por otros autores. De práctica de la hormiga: acumular hechos que pos-
este modo, en cada edición corregida de El origen teriormente desvelasen las causas— estaba con-
de los continentes y océanos, nuevas investigacio- trolado por el teoreticismo —la tela de araña— que
nes de distintos científicos robustecían la síntesis cerraba el círculo constructivo. El planteamiento
de Wegener. De forma que la cuarta edición de 1929 científico-filosófico wegeneriano así entendido era
ya se hizo eco de las estructuras de cabalgamiento impecable.

Enseñanza de las Ciencias de la Tierra, 2012 (20.1) – 67


La recepción de la obra de Wegener, se- tras que otros —caso de B. Wilis— planteaban
guidores Y críticos. las dificultades estructurales de aquel encaje. El
supuesto inicio de la separación de Pangea fue
La aparición de la obra de Wegener fue justa- rebatido por D. White y también por Schuchert. Di-
mente celebrada en Europa en la década de 1920. ficultades para conciliar la deriva continental con
Algunos de los más prestigiosos geólogos de la la geofísica (incluso con la isostasia) fueron adu-
época la aceptaron inmediatamente. Las investi- cidas por W. Bowie y por J. Singewald. E. W. Berry
gaciones sobre cordilleras montañosas que por cuestionó la cientificidad del método pues su bús-
entonces se estaban realizando en distintas par- queda era selectiva para corroborar sus pruebas
tes del mundo se acomodaban mejor a los despla- e ignoraba los hechos desfavorables. Tal vez el
zamientos horizontales de Wegener que a la ante- ataque más virulento fuera el de R. T. Chamber-
rior teoría fijista. La deriva continental propiciaba lin4 que discutió (con razón) las correspondencias
una explicación de las cadenas montañosas que glaciares y sostuvo (sin ella) que la estructura de
inmediatamente hicieron suya la mayoría de los los continentes se había mantenido desde tiem-
más importantes geólogos alpinos, como Émile pos anteriores al Cámbrico. Pero, como veremos,
Argand (1916), Franz Kossmat (1921), E. Gagnebin entre las razones de Chamberlin para oponerse a
(1922) o Rudolf Staub (1924). Los mantos alpinos la deriva, había algunas que más tenían que ver
fueron interpretados como un frente desplazado con la conservación de su estatus profesional que
desde el Adriático y la península italiana hacia el con las consecuencias derivadas del movimiento
Norte. En 1922 Argand desarrolló la teoría de man- de los continentes.
tos de corrimiento en los Alpes, mostrándose fa- A pesar de la presencia en el simposio de Frank
vorable al movilismo tectónico, a los continentes B. Taylor y del propio A. Wegener, así como de otros
flotantes y a la plasticidad de los materiales roco- autores que no se oponían a la deriva, la conclusión
sos sometidos a esfuerzo continuado y atribuyó destacada del Continental Drift Symposium fue que
también las grandes estructuras tectónicas asiá- “la deriva era físicamente imposible” (Carey, 1988:
ticas a enormes desplazamientos horizontales. 97). La comunidad científica no estaba dispuesta a
Puede que el terreno estuviera ya abonado para dar por buena una hipótesis que parecía contravenir
que floreciera la hipótesis wegeneriana: pioneros los intereses profesionales de los geólogos, al me-
como Albert Heim (1878), Marcel Bertrand (1884) nos de los norteamericanos. Tal vez fuera el dogma
o Pierre Termier (1904) habían descrito los man- de la permanencia continental, o quizás la cercanía
tos de los Alpes glaronenses y bearneses como del istmo de Panamá o de las islas Aleutianas, geo-
grandes estructuras alóctonas que habían sufrido grafías que invitan a pensar en puentes de tierra, el
movimientos horizontales muy considerables, y caso es que la deriva fue descartada como una fabu-
habían comprendido que los Alpes suponían un lación, cuando no como una actividad anti-america-
acortamiento horizontal de centenares de kilóme- na (Oreskes, 1999).
tros. Tal vez la existencia de estos precedentes Aunque el simposio de Nueva York de 1926 no
facilitara la introducción de la teoría movilista en zanjó completamente la polémica, hay que reco-
Europa, donde la deriva continental fue positiva- nocer que consiguió aplacarla bastante. La des-
mente acogida durante los años veinte. aparición en 1930 de Wegener en el curso de una
Sin embargo, esta primera aceptación no fue exploración científica a Groenlandia contribuyó a
suficiente para que la deriva acabara imponién- arrinconar el tema. Pese a todo, en 1929, A. Hol-
dose a la concepción fijista. En 1926 la American mes aún haría algunas de las aportaciones más
Association of Petroleum Geologists organizó en interesantes a la teoría, incorporando los concep-
Nueva York una reunión monográfica dedicada tos de corrientes de convección del manto5 como
a discutir acerca de la deriva continental, lo que causantes de la deriva continental por expansión
nos da una idea de la repercusión mundial de las oceánica e intracontinental (que hoy reconoce-
ideas de Wegener y de Taylor. Los pesos pesados mos como muy cercanos a los de la tectónica de
de la geología norteamericana participaron en esa placas). Sin embargo sus ideas tuvieron entonces
trascendental reunión científica3. Entre las voces una moderada repercusión y, una década después
críticas que allí se dejaron oír, algunos geólogos del fallecimiento de Wegener, a comienzos de los
—como C. Schuchert— discutían que las costas años cuarenta, puede constatarse que solo algún
africana occidental y brasileña se acoplaran tan
perfectamente como sostenía Wegener; mien- 4  El geólogo Rolling T. Chamberlin era hijo del famosísi-
mo Thomas C. Chamberlin (1843-1928), reputado geólogo
3  Las actas de la reunión fueron publicadas en Theory of glaciarista que se había enfrentado a Lord Kelvin a propó-
Continental Drift: a Symposium on the Origen and move- sito de la edad de la Tierra y autor del influyente artículo
ment of land masses (ed. W.A.J.M. van Waterschoot van metodológico, “The method of multiple working hypothe-
der Gracht), Tulsa, AAPG & London, Thomas Murby, 1928. ses” (1890).
Análisis de lo allí discutido pueden encontrarse en A. Hal- 5  Ideas, por cierto, presentes en los artículos de 1912 de
lam (1973), Oreskes (1988 y 1999) y C.M. García Cruz (1996). Wegener, que las descartaría posteriormente.

68 – Enseñanza de las Ciencias de la Tierra, 2012 (20.1)


geólogo alpino y algún otro del área de Gondwana la incompatibilidad de la deriva continental con el
continuaban hablando de deriva continental. Entre método de hipótesis múltiples de T.C. Chamberlin
ellos el sudafricano A. du Toit (1937) que estudió (1890) que aún disfrutaba de un enorme prestigio.
las coherencias pre-jurásicas de los continentes El método científico, empírico e inductivo, exigía
del hemisferio sur. Se diría que los geólogos eu- evidencias observacionales y explicaciones alter-
ropeos se hubieran asustado de su propia osadía nativas, mientras que Wegener exponía primero
interpretando la cadena alpina y recularon recor- su teoría y luego buscaba los datos que la confir-
tando sus pretensiones y hasta la magnitud de la maran. En segundo lugar, la deriva continental no
cadena montañosa (R. Trümpy, 2001). En general, se ajustaba al modelo isostático de Pratt pues las
se tendió a minimizar el acortamiento cortical que fuerzas compresivas habrían generado diferen-
reflejaban los Alpes, se resucitaron las viejas es- cias de espesor en la corteza. Sin embargo We-
tructuras con forma de hongo anteriores al recono- gener invocaba la isostasia para argumentar que
cimiento de las estructuras de despegue y también si la viscosidad bajo los bloques continentales
se exageró la importancia del deslizamiento gravi- permitía movimientos en sentido vertical también
tacional para explicar los grandes desplazamientos admitiría desplazamientos horizontales. En tercer
de los mantos alpinos. lugar algunos quisieron ver en la deriva continen-
Sin embargo, pese a que el malestar estaba pre- tal una agresión al uniformismo geológico y se la
sente por la gran cantidad de problemas geofísicos llegó a tildar de catastrofista. Además, como vere-
que la teoría fijista tradicional dejaba por resolver mos, entre las posibles causas que explicarían las
(Álvarez Muñoz, 2004: 168, 209), hasta mediados reticencias hacia la deriva continental se barajan
los años cincuenta y, especialmente, en los sesen- también numerosas razones de corte sociológico
ta —con la publicación de ciertas investigaciones (gremiales, generacionales, ideológicas, etc.)
relativas a nuevos campos de estudio oceanográfi-
cos y paleomagnéticos— las teorías movilistas no
volvieron a ser tomadas en consideración. Esta vez El necesario enfoQue retrospectivo
tendrían mejor fortuna de la mano de la teoría tectó-
nica de placas. Si la historia de la ciencia fuera el río al que ha-
Entre los escasos estudios estadísticos sobre cíamos alusión en el primer apartado, habríamos
la aceptación de las teorías movilistas (Menard, de convenir que, tras la muerte de Wegener, a la
1971; Nitecki et al., 1978) se pueden rastrear algu- teoría movilista —que, con pocas excepciones, ha-
nos datos muy interesantes. A modo simplemente bía ido desapareciendo de la vida científica— se la
orientativo subrayamos el aportado por Nitecki et había tragado la tierra, habría sido una especie de
al. (1978) que —tras encuestar a más de doscien- cuenca endorreica en la que un río surgido entre
tos geólogos profesionales miembros de la Geolo- las montañas, tras un curso impetuoso, se sume en
gical Society of America y de la American Associa- el desierto dejando por únicos restos en superficie
tion of Petroleum Geologists, las dos sociedades unos palmerales o algún oasis, pero que nunca lle-
profesionales más influyentes de los Estados Uni- garía al mar. No fue este el caso de la deriva conti-
dos— llegaron a la conclusión de que el 87% de nental; cierto que la idea quedó en suspenso, que
ellos aceptaba (en 1977) la teoría tectónica de pla- durante décadas la comunidad científica se quiso
cas, mientras que en 1961 sólo el 22% de ellos era olvidar de las teorías movilistas y tuvo un compor-
partidario de las teorías movilistas y apenas un tamiento acomodaticio e institucionalizado como
7% lo había sido en 1940. Cierto que la opinión en ha sido señalado por sociólogos e historiadores de
América siempre había sido menos favorable ha- la ciencia. No fue ese el caso de la deriva porque,
cia las teorías movilistas que en Europa, pero, aún treinta años después, una nueva teoría —¿una in-
así, el dato es altamente significativo. Los geólo- esperada surgencia del viejo río o un manantial de
gos americanos fueron, en términos generales, nuevas aguas?— vino a reverdecer los viejos laure-
reacios a aceptar la deriva continental6, a la que les movilistas.
calificaron de “mala ciencia”. Bailey Willis (1943: Hace ahora un siglo del “descubrimiento” de la
509) afirmó que se trataba de un cuento de hadas. deriva continental, de las observaciones sobre la co-
Charles Schuchert, paleontólogo y presidente de rrespondencia entre las estructuras geológicas a un
la G.S.A. la consideraba un producto satánico. lado y otro del océano Atlántico que fue interpretada
H. Jeffreys (1924) la calificó de “explicación que por Wegener como la prueba de que antiguamente
no explica nada que sea necesario explicar”. N. los continentes habían estado unidos; pero, mien-
Oreskes (1999) aduce tres razones metodológi- tras celebramos este centenario, seguimos pregun-
cas para justificar este rechazo: En primer lugar tándonos si cabe llamar “descubrimiento” a unas
meras observaciones interpretadas con audacia y
sostenidas con la ayuda de argumentos desiguales
6  La oposición de los soviéticos a las ideas movilistas no
fue menor que la de los americanos (R.M. Wood, 1985) y, (algunos de los cuales se demostraron falsos). En la
además, se mantuvo durante más tiempo. actualidad, solamente desde una perspectiva glo-

Enseñanza de las Ciencias de la Tierra, 2012 (20.1) – 69


bal y retrospectiva, la historia de la ciencia puede ¿Por QuÉ triunfó la tectónica de placas
analizar convenientemente lo que supuso la deriva y no la deriva continental? las distin-
continental. tas interpretaciones epistemológicas
El concepto de revolución científica de T. S.
Kuhn ha sido repetidamente ensayado a propósi- A estas alturas de la exposición ya podemos
to de la obra de Wegener. La hipótesis de la de- extraer dos conclusiones preliminares: la prime-
riva continental fue —en palabras de I. B. Cohen ra es que, por alguna razón, la teoría de la deriva
(1989: 386)— una “revolución en los papeles”. continental fue bienvenida en un primer momen-
Según este autor, hasta que, mediada la década to, pero, inmediatamente después, fue descarta-
de 1950, aparecieron nuevas pruebas en favor da taxativamente; y, la segunda, que las razones
del movimiento de los continentes, la teoría ori- de ese fracaso temporal de la teoría es preciso es-
ginal de Wegener no había conseguido producir tudiarlas retrospectivamente, desde el presente,
una revolución en la ciencia; pero cuando ésta se disponiendo de todos los datos proporcionados
produjo, incorporó a su concepto central la movi- por el curso posterior de la ciencia. A partir de
lidad de los continentes y la idea de los dos tipos estas premisas no resulta difícil comprender por
de dominios (continentes y lechos oceánicos) de qué la comparación entre la deriva continental y
Wegener. La teoría de la deriva continental fue la tectónica de placas se ha convertido en un tema
recuperada para la ciencia hasta tal punto que J. recurrente en la historia y en la filosofía de la cien-
Tuzo Wilson (1968: 309, 317), considerado como cia. Es natural que en las últimas décadas se haya
uno de los artífices de la tectónica de placas, la desarrollado una rica bibliografía que aborda
equiparó con la revolución copernicana y mani- cuestiones interconectadas como las siguientes:
festó que “la gran revolución científica de nuestro ¿Por qué la hipótesis de Wegener provocó tanto
tiempo debería llamarse revolución wegeneriana rechazo? ¿Era la deriva continental una teoría ver-
en honor a su principal propulsor”. Las genero- dadera? ¿Es la tectónica de placas hija de la deriva
sas palabras de J.T. Wilson redoblan el interés continental? y si lo fuera… ¿Cuándo comenzó la re-
histórico y filosófico del asunto, y autores como volución en las ciencias de la tierra, con la deriva
A. Hallam (1976: 149, 155) se preguntan cuándo continental o con la tectónica de placas? Todas
comenzó la revolución geológica, si con la deriva estas preguntas encierran la clave para contestar
continental, rechazada en su momento, o con la a la mayor: ¿Por qué triunfó la tectónica de pla-
tectónica de placas, que con tanta facilidad logró cas y no la deriva continental? En este apartado
el consenso científico. Esa pregunta conduce a intentaremos ordenar algunas de las respuestas
otras que abordaremos en el apartado siguiente: dadas a esas pertinentes preguntas que traslucen
¿por qué Wegener no logró el consenso? ¿Hubo diferentes opciones epistemológicas sostenidas
realmente continuidad entre ambos paradigmas por los estudiosos de la ciencia geológica.
científicos?
Desde el materialismo gnoseológico la dis- ¿Por qué la hipótesis de Wegener provocó tanto
tinción entre contextos de descubrimiento y con- rechazo?
textos de justificación de H. Reichenbach resulta Entre las respuestas dadas a esta primera pre-
sumamente ambigua ya que un contexto de des- gunta hay que señalar la de Arthur Holmes (1929),
cubrimiento puede entenderse tanto desde coor- quien recuerda que el propio Wegener había admiti-
denadas gnoseológicas internas como desde coor- do desconocer el tipo de fuerza capaz de mover los
denadas psicológicas externas a la ciencia (Bueno, enormes continentes. Por consiguiente “la renuen-
1993). Además, solo si el descubrimiento ha sido cia de muchos geólogos a aceptar las pruebas pé-
ya justificado puede llamarse con propiedad des- treas de la deriva continental se debe a desconocer
cubrimiento, no antes, lo que invierte el orden qué tipo de fuerza sería capaz de mover los bloques
cronológico y demuestra que el descubrimiento de continentales, sea gravitacional o de otro tipo”. Esta
la deriva continental solo adquiere sentido retros- crítica realista exigía una respuesta científica. A este
pectivamente, esto es, una vez que se considera (o respecto, Holmes avanzó la hipótesis auxiliar de las
no) justificada tras la formulación de la teoría tec- corrientes de convección térmica y la hipótesis de
tónica de placas. No es posible hacer una historia la creación de corteza oceánica como motor del mo-
gnoseológica de la ciencia más que desde la cien- vimiento de las placas, ideas que serían desempol-
cia ya constituida o justificada. Por ello, la historia vadas por H. Hess en 1962. Otro autor coetáneo y
de la deriva continental habrá de hacerse desde la seguidor de Wegener —y, por lo tanto, también con-
perspectiva alcanzada por la ciencia en sus últimos cernido por el rechazo a sus ideas—, Alexander du
estadios de desarrollo. Esto explica la proliferación Toit, atribuyó los ataques sufridos por la hipótesis a
de historias y vindicaciones de la teoría de Wege- dos factores de corte muy diferente: en primer lugar
ner desde finales de los años sesenta, coincidiendo a la repetida carencia de un mecanismo que pudiera
con la aceptación del teorema de la tectónica de producir el desplazamiento de los continentes y, en
placas. segundo lugar, al conservadurismo profundo que,

70 – Enseñanza de las Ciencias de la Tierra, 2012 (20.1)


según él, caracterizaba toda la historia de la geolo- de las revoluciones científicas (1962). Convertidas,
gía (Cohen, 1989: 392). la tectónica de placas en un magnífico ejemplo de lo
Tras el advenimiento de la nueva teoría tec- que habría de ser un “paradigma científico”, y la rá-
tónica de placas, el reconocimiento retrospectivo pida aceptación de la teoría de placas en un caso es-
de la figura de Wegener exigía una respuesta a pectacular de “revolución científica”, la consiguien-
la cuestión del rechazo previo de su hipótesis. En te aplicación del modelo kuhniano relegaría a toda
este sentido, A. Hallam (1985: 149-150) ya no está la ciencia anterior al papel de “paradigma en crisis”.
en el frágil bando de Wegener —como Holmes o Sin embargo, J. T. Wilson (1968), como ya se ha
Du Toit—, y ya no analiza el rechazo para contraar- mencionado, propuso para la misma el título de re-
gumentar y defenderlo, sino que es un geólogo de volución wegeneriana, reconociendo de este modo
la nueva era, sorprendido por la vehemencia con al autor de El origen de los continentes y océanos
la que algunos se habían ensañado con la no tan como precursor de la nueva tectónica, tal como Co-
descarriada deriva. Cierto que las pruebas no eran pérnico lo había sido del sistema heliocéntrico.
decisivas, que Wegener desconocía la geología La inmediata toma de postura de Wilson encabe-
oceánica, que el encaje de los continentes estaba zó, desde el propio seno de la ciencia geológica, la
inmaduro y que la paleontología y la estratigrafía primera versión continuista de la relación existente
paleozoicas referidas por Wegener dejaban bas- entre la teoría deriva continental y la teoría tectónica
tante que desear. Pero ¿por qué eso sirvió de aci- de placas. Las primeras opiniones las manifestaron,
cate para los críticos? Por descontado que las fuer- como era de esperar, los científicos, y encajarían
zas propuestas para mover los continentes eran en lo que en otra parte hemos denominado “filo-
inadecuadas —como había admitido el propio We- sofía espontánea de los geólogos” (Álvarez Muñoz,
gener— y que (ahora se sabía) los continentes no 2004: 12-16). Después de J.T. Wilson, otros geólogos
se habían desplazado sobre el sima. Pero, recuerda conscientes del “carácter revolucionario” de lo que
Hallam, la historia de la ciencia es rica en casos de estaban haciendo expresaron sus reflexiones en la
aceptación de una hipótesis antes de que las cau- terminología de Kuhn. Este podría ser el caso de A.
sas pudieran ser correctamente explicadas (electri- Cox, U.B. Marvin o A. Hallam.
cidad, magnetismo, calor, luz, sonido, glaciarismo, Si la década de 1960 fue la de la implantación
etc.) La clave parecía residir más bien en razones de la tectónica de placas, la de 1970 fue la del in-
humanas, concluye Hallam, en argumentos ad ho- terés filosófico despertado por la teoría tectónica.
minem extraordinariamente conservadores, como Prueba de ello fue la discusión de las “Philosophical
los aducidos por R.T. Chamberlin en el simposio de consecuences of the recent revolution in Geology”
Nueva York: “Si hemos de creer en la hipótesis de en el seno de la reunión bianual de la Philosophy of
Wegener, habremos de olvidar todo lo que hemos Science Association de 1978. Las actas de esta re-
aprendido en los últimos setenta años y volver a unión7 recogen cuatro contribuciones importantes a
empezar desde el comienzo”. cargo de H. Frankel, D.B. Kitts, R. Laudan y M. Ruse.
Efectivamente, el modelo de Wegener no expli- De estos y otros documentos se desprende que no
caba la causa del movimiento de los continentes. todos los estudiosos de la ciencia consintieron en
Esta laguna en la explicación fue una de las razones, reconocer en la deriva continental las raíces gnoseo-
aunque no la única, por la que los geólogos ameri- lógicas ni ontológicas de la tectónica de placas, por
canos la tildaron como “mala ciencia”. La tesis de lo que las respuestas a la pregunta que encabeza
Oreskes (1999) afirma que el rechazo de los científi- este epígrafe podríamos clasificarlas en dos tipos:
cos americanos se debió a que la teoría de Wegener las continuistas, como la de J.T. Wilson mencionada
violaba profundamente las creencias metodológicas más arriba, y las discontinuistas.
sostenidas y las formas de la práctica científica.
Aceptar aquellas ideas en los años veinte y treinta Respuestas continuistas
del pasado siglo hubiera supuesto abandonar mu- En este epígrafe debemos dar cuenta de todos
chos aspectos fundamentales de la manera de hacer aquellos argumentos que sostienen la existencia de
ciencia de entonces, y eso no estaban dispuestos a continuidad entre la teoría de Wegener y la tectónica
consentirlo. de placas. Sin embargo —pese a las manifestacio-
nes “ingenuas” de Wilson, comoquiera que la teoría
¿Es la tectónica de placas hija de la deriva conti- de las revoluciones científicas niega que la ciencia
nental? crezca por agregación o incremento continuado del
Y si lo fuera… “¿cuándo comenzó la revolución conocimiento sino que son bruscas revoluciones o
en las ciencias de la tierra, con la deriva continental cambios en el paradigma los causantes— los más
o con la tectónica de placas?” (Hallam, 1973). Estas
cuestiones tienen mucho que ver con la filosofía de
7  PSA 1978, Proceeding of the 1978 Biennial Meeting of
la ciencia surgida —casi simultáneamente a la difu-
the Philosophy of Science Association (ed. by Peter D. As-
sión de la teoría tectónica de placas— a partir de la quith & Ian Hacking), East Lansing, Michigan, Philosophy
publicación de la obra de T.S. Kuhn La estructura of Science Association (vol. 2)

Enseñanza de las Ciencias de la Tierra, 2012 (20.1) – 71


estrictos kuhnianos sienten una incomodidad al tos dialécticos. Por el contrario, la tectónica de
aceptar la continuidad entre la deriva y la tectóni- placas sería una teoría científica consistente. Ni
ca de placas. Dicho a la inversa, entre las respues- siquiera concede a la deriva el estatus de antece-
tas continuistas se encontrarán —dejada aparte la sora de la tectónica de placas, sino que entre las
filosofía ingenua de aquellos científicos que creen antecesoras nombra a la geometría de superficies
ver en la estructura de las revoluciones científicas esféricas, a la sismología y a la teoría fluidista del
de Kuhn una descripción atinada de sus propias ex- XIX (Wood, 1985: 193-200).
periencias— las de aquellas voces críticas con los La teoría de la deriva no consiguió persuadir a
postulados de Kuhn. los geólogos mientras que la tectónica de placas sí
Ese sería el caso de M. Ruse (1981: 249), para lo hizo. Wood no es anti-kuhniano sino que distin-
quien existe una metodología general —la consi- gue dos paradigmas: uno viejo, la geología y otro
lience de inducciones de Whewell— permanente nuevo, la ciencia de la tierra que estudiaría a la tierra
antes y después de la revolución de la tectónica de en su conjunto (la geología no). Wood contrasta la
placas. La tectónica sigue obedeciendo a las normas subjetividad fundamental de la geología con el enfo-
del actualismo y uniformitarismo. Sostiene además que científico de la ciencia de la tierra. La teoría de
que los geólogos comparten gran parte de la ontolo- la deriva y sus rivales pertenecerían al paradigma de
gía anterior a la revolución. la geología y la teoría de la tectónica de placas al de
También D.B. Kitts (1974) había defendido la la ciencia de la tierra que desprecia “al experto cuyo
continuidad del método geológico antes y después conocimiento consiste en nombrar muchos minera-
de la revolución de la tectónica de placas, distin- les y fósiles y en determinar la edad de los estratos”
guiendo entre paradigmas teóricos e históricos. El (Wood, 1985: 223).
paradigma teórico o superparadigma de la geolo- La interpretación de Wood presenta algún pro-
gía procede de fuera de la geología, sobre todo de blema pues para establecer que la teoría de la de-
la física (Kitts, 1974: 118), mientras que la deriva riva y la de la tectónica de placas son paradigmas
continental era un paradigma histórico relativo a radicalmente diferentes debería explicar, entre otras
fenómenos específicos, pero no habían sido los cosas, por qué los fundadores de esta última (como
cambios históricos los que habían modificado la Hess o Wilson) utilizaron el esquema conceptual de
disciplina en los últimos años. Concluye Kitts que la deriva continental.
la deriva y la tectónica de placas, pese a que en
muchos aspectos supusieron un cambio revolucio- ¿Era la deriva continental una teoría verdadera?
nario, pueden ser consideradas el último paso de Evidentemente esta es otra pregunta que solo
una tendencia progresiva desde una visión cíclica a puede ser respondida retrospectivamente. La atribu-
una historia de la tierra de unidireccional, un cam- ción de verdad a una teoría es siempre retrospectiva
bio irreversible dentro de un orden natural inmu- porque una predicción o un propósito no pueden lla-
table cuya expresión explícita reside en una teoría marse verdaderos antes de ser satisfechos (Bueno,
física. El cambio geológico había sido continuo, en 1995). Sin embargo, responder a la pregunta no es
absoluto discontinuo como postulaba Kuhn para sencillo. N. Oreskes comienza su libro The Rejection
sus revoluciones. of Continental Drift considerando lo que denomina
“inestabilidad de la verdad científica”: La historia
Respuestas discontinuistas de la ciencia muestra cómo las verdades científicas
El continuismo metodológico y ontológico que del pasado eran frecuentemente falsas y que ideas
señala Ruse entre la geología previa y posterior al rechazadas en el pasado son ahora consideradas
triunfo académico de la tectónica de placas es un verdaderas. Si las verdades de hoy pueden ser fal-
tema controvertido sobre el que los filósofos no sadas mañana, ¿cómo podremos afirmar la verdad
se ponen de acuerdo. El primero en criticar el con- científica? Critica esta autora la opinión de quienes,
tinuismo de Ruse fue Henry Frankel (1981: 208-9), desde posturas sociologistas y pragmáticas, sostie-
quien considera que sí existen discontinuidades nen la idea de que el éxito de la ciencia es su mejor
tanto epistemológicas como ontológicas en la re- defensa puesto que la tecnología actual, de la que
volución de la tectónica, en opinión de Frankel la todos nos beneficiamos, procede de la ciencia. Si las
hipótesis de las fallas transformantes, por ejem- cosas fueran así —recuerda— también la ciencia y
plo, cambiaría el estatuto ontológico de los terre- la tecnología nos están acercando al abismo medio-
motos. ambiental (N. Oreskes, 1999: 3-6).
R. Muir Wood (1985) es un discontinuista aún Como se ha visto, la teoría de la deriva no fue
más radical que Frankel pues llega a cuestionar rechazada porque desconociera el mecanismo del
que la deriva continental y la tectónica de placas movimiento continental ni porque la hipótesis de
pertenezcan al mismo paradigma. En su opinión, Wegener estuviera mal argumentada. Desde la pers-
la deriva fue una hipótesis pseudo-científica en la pectiva presente, la hipótesis de Wegener, comple-
que, en vez de mediciones rigurosas, sus partida- mentada con la de Holmes, estaba —a falta de un
rios utilizaban analogías, impresiones y argumen- mejor conocimiento del fondo oceánico— en condi-

72 – Enseñanza de las Ciencias de la Tierra, 2012 (20.1)


ciones de ser testada y aplicada con éxito, al menos el seno de la comunidad científica y aún fuera de él y
con las mismas garantías con las que H. Hess lo in- las respuestas del realismo científico aludiendo a la
tentó en 1962. madurez de las teorías, a la distinta composición de
Es injusto seguir aludiendo a la cuestión de las la litosfera continental y oceánica o a la demostración
causas del movimiento cuando, aún hoy en día, los del Eltanin-17 son las respuestas de un estudiante
mecanismos que rigen el desplazamiento de las pla- aplicado que no escuchó bien la formulación de la
cas siguen sin estar absolutamente esclarecidos, pregunta. Lo mismo se podría aplicar a tantos hueros
los modelos geodinámicos son puestos en cuestión debates entre realistas ingenuos y construccionistas
por evidencias tomográficas y de la coexistencia de sociales.
la geofísica con la geoquímica surgen multitud de Como se ha visto, no se puede hablar de descu-
paradojas (D.L. Anderson, 2007: IX). Si esa es la si- brimiento al margen de su justificación. Sólo si el
tuación actual —en la que se llega a discutir si es el descubrimiento ha sido justificado puede llamarse
calor del manto o el frío de la litosfera el causante descubrimiento. De la misma forma, no será posible
del movimiento de las placas—, resulta notorio que hacer una historia gnoseológica de la geología más
la centenaria deriva de los continentes no pudo ha- que internamente y desde la ciencia ya constituida y
ber sido rechazada por ser una teoría falsa, por ser justificada. Esta será la labor que abordaremos en el
“mala ciencia” o por no disponer de una explicación último apartado de este ensayo.
satisfactoria al mecanismo causante de los despla-
zamientos continentales.
gnoseología de la deriva continental Y
Éxito y verdad de la tectónica de placas
Volviendo a la pregunta inicial que encabeza
el epígrafe ¿Por qué triunfó la tectónica de placas Hasta ahora hemos pasado revista a algunas de
cuando lo hizo y no la deriva continental medio siglo las muchas interpretaciones epistemológicas, his-
antes? constatamos cómo se le han dado dos tipos tóricas o sociológicas que se han dado de la deriva
de respuestas: las realistas que aluden a la verdad continental. Ha llegado el momento de presentar
científica y las sociologistas que remiten al éxito so- nuestra reconstrucción gnoseológico-materialista,
cial de la teoría, al consenso que Wegener no pudo basada en la teoría del cierre categorial de G. Bueno
concitar. Entre las realistas de corte cientifista sue- (1992- ). Desde este enfoque, gnoseología es sinó-
len repetirse la supuesta falta de madurez de la teo- nimo de filosofía de la ciencia, entendiendo la cien-
ría de la de deriva, la carencia de mecanismos o el cia como una construcción compleja de materiales
desconocimiento de la petrología (McKenzie, 1977). y de teorías y no exclusivamente como un tipo de
Aunque tal pregunta sea legítima, convendría conocimiento más o menos verdadero. Se desmar-
analizarla. ¿Qué tipo de pregunta es? ¿No es más ca así de la epistemología, que estudiaría la ciencia
bien una afirmación en forma de pregunta? Una afir- en tanto que conocimiento, como relación entre el
mación que se podría expresar así: la tectónica de sujeto cognoscente (el científico) y el objeto del co-
placas triunfó, mientras que la deriva continental, nocimiento.
medio siglo antes, no. La comparación entre la tec- El análisis materialista, sin embargo, critica que
tónica de placas y la deriva continental se hace girar la ciencia pueda ser reducida a un tipo de conoci-
en torno al verbo triunfar. Triunfar es tener éxito, una miento e insiste en su carácter plural y heterogéneo.
teoría puede tener éxito en la medida en que su apli- Cierto que ciencia son las teorías y las hipótesis,
cación proporcione resultados felices o en tanto que pero también lo serán los estratos, los mapas o los
tenga una buena aceptación. Triunfar procede del la- estereoscopios. La filosofía de la ciencia materialis-
tín triumphare, que en la Roma antigua —y dicho del ta no se reservará para el pensamiento puro sino
vencedor de los enemigos de la República— signifi- que deberá dar también cuenta de la naturaleza y de
caba entrar con gran pompa y acompañamiento. Así los aparatos que emplea el científico. La ciencia así
pues, en la pregunta ¿Por qué triunfó la tectónica de concebida es una construcción lógico-material en la
placas cuando lo hizo y no la deriva continental me- que sus componentes son, a un tiempo, materiales
dio siglo antes? no se está preguntando por la verdad y formales. La construcción científica es compleja
científica, ya que en ningún caso se dice ¿Por qué la pues consta de múltiples elementos: unos subjeti-
tectónica de placas es verdadera y la deriva continen- vos, desde luego, pero otros objetivos y materiales,
tal falsa? Esta pregunta volvería a ser una afirmación independientes del observador, en los que residirán
encubierta que exigiría ser discutida. La respuesta a los distintos grados de la verdad científica. Este es el
esa nueva pregunta habría que pedírsela a los cientí- presupuesto teórico en que situamos este ensayo.
ficos. Sin embargo la pregunta que estamos analizan- En este último apartado analizaremos los ele-
do es, como hemos adelantado, perfectamente legíti- mentos gnoseológicos implicados en la deriva
ma. La tectónica de placas triunfó porque tuvo éxito continental con respecto al marco retrospectivo de
social y entró con gran pompa y acompañamiento en la teoría tectónica de placas al que, como se ha de-
el circo de la ciencia. Es una pregunta por el éxito en mostrado, debemos referirlos. Confiamos en que

Enseñanza de las Ciencias de la Tierra, 2012 (20.1) – 73


una vez determinados dichos elementos estaremos nos, sial/sima…), los modelos (puzle, bloque hielo,
en condiciones de responder a la pregunta del capí- chimenea, cinta transportadora…), las definiciones
tulo precedente y de comprender el significado de la (continente, océano, grupos faunísticos y vegeta-
deriva en su contexto científico, así como las razo- les…) y las demostraciones (equivalencias geoes-
nes por la que fue rechazada, rechazo que contrasta tructurales, similitudes faunísticas, argumentos
con el éxito arrollador de la tectónica de placas. geodésicos, etc.)
Aunque no podremos detenernos en los deta- A continuación aplicaremos sucintamente el
lles (V. Bueno 1992-93; Álvarez Muñoz, 2004), la análisis propuesto por la teoría del cierre categorial
teoría del cierre categorial analiza los elementos (cuyos rudimentos hemos esbozado) a la hipótesis
gnoseológicos de una ciencia empleando un sis- de la deriva continental y a la teoría tectónica de
tema triaxial de coordenadas (los ejes sintáctico, placas. Una aplicación más pormenorizada puede
semántico y pragmático) que abarca el espacio encontrarse en Álvarez Muñoz 2010.
gnoseológico de las ciencias. Las figuras propias
del eje sintáctico son los términos científicos (for- La deriva continental
maciones, fósiles, fallas, placas…), las operaciones Los Fenómenos
que se realizan con ellos (cartografía, magneto- Según sus propias palabras: “la idea me vino del
metría…) y las relaciones reconocidas entre esos encaje de las costas”, Wegener habría partido de una
términos (orden sedimentario, columnas estrati- simple intuición tras observar la similitud fenoménica
gráficas, historia tectónica…). En el eje semántico de las líneas costeras de Sudamérica y de África, tal
encontramos en primer lugar los fenómenos (aflo- como ya había observado Ortelius trescientos y pico
ramientos, terremotos…), en un segundo sector es- años antes. Sin embargo, la intuición de Wegener era
tán los referenciales, es el sector corporeísta y refe- una conclusión interiorizada de tres premisas que
renciable de la ciencia (susceptible de ser medido) hasta entonces se habían considerado mutuamente
y, por último, las esencias (las nociones de deriva excluyentes: una paleontológica, la difusión de fau-
continental o de tectónica de placas, por ejemplo). nas y floras similares en los continentes del sur; otra
En el eje pragmático se delimitan otras tres figuras: geofísica, la imposibilidad isostática de hundirse un
los autologismos propios de cada sujeto (memoria continente ligero en un sustrato más denso; y una
episódica, formación científica…), los dialogismos tercera oceanográfica, las enormes profundidades
establecidos entre dos o más sujetos (controver- oceánicas que descartaban la existencia de puentes
sias, publicaciones científicas, conferencias…) y las intercontinentales. La intuición de Wegener salvaba
normas de aplicación general. Los tres ejes, cada estas tres dificultades a condición de admitir un des-
uno con sus tres sectores respectivos, definen las plazamiento horizontal de los continentes.
nueve figuras gnoseológicas básicas, mas por tra- Por fortuna para Wegener ni África occidental
tarse de un espacio tridimensional, los tres tipos ni Sudamérica están bordeadas por plataformas
de figuras se intersectan en una especie de cubo continentales, por lo que sus costas encajan como
de Rubik en el que se discutirá (dialogismos) sobre un guante, lo que no ocurre entre otras masas con-
términos fenoménicos (una discordancia angular) tinentales. Sobre un mapamundi se pueden juntar
o sobre relaciones esenciales (el debate sobre la como en un puzle —el puzle es el primer modelo
deriva de los continentes) o se establecerán nor- de la deriva— los continentes africano y americano
mativas sobre operaciones referenciales, sin que en el antiguo macrocontinente de Gondwanaland
sea posible privilegiar las figuras de uno de los ejes (Suess). El siguiente paso es inverso al anterior:
sin desatender los otros dos. cómo pasar de un único continente a los actuales.
La gnoseología analítica arriba esbozada co- También en este caso Wegener nos pone en la pista:
rrespondería a un espacio gnoseológico estático la imagen de un bloque de hielo fragmentándose en
(anatómico). Pero la realidad científica es dinámi- el mar y la asociación de aquellos fragmentos con la
ca, por lo que las coordenadas y figuras anteriores forma encajante de los continentes habrían produ-
deberán ser reinterpretadas desde la gnoseología cido en su mente la chispa de la deriva continental.
sintética (fisiológica), bien entendido que tanto la Los dos modelos gnoseológicos: el del puzle y el del
gnoseología analítica como la sintética se refieren hielo fragmentándose ofrecen dos imágenes nítidas
a una misma realidad inseparable. La distinción en- y complementarias del curso operatorio fenoménico
tre ambas se presenta a efectos expositivos, sería y circular regressus/progressus sobre el que Wege-
algo así como la distinción entre anatomía y fisio- ner elaboró su hipótesis.
logía en el cuerpo de la medicina. La gnoseología
sintética estudia los procesos de los que brotan las Los Términos científicos de referencia
distintas figuras gnoseológicas de cada ciencia y Wegener observó la distribución bimodal de las
distingue dos grandes grupos: los principios pro- cotas terrestres en torno a dos valores: el de los con-
pios de cada ciencia y los modos comunes a todas tinentes (con alturas entre 0 y 1 km. sobre el nivel
ellas. Se reconocen cuatro modos científicos gene- del mar) y el de las llanuras abisales (entre 3 y km.
rales: las clasificaciones (p.e.: continentes/océa- bajo el nivel del mar), reforzando así la dualidad con-

74 – Enseñanza de las Ciencias de la Tierra, 2012 (20.1)


tinentes/océanos y retocando el perfil de los conti- la corteza que permitirá no solo desplazamientos
nentes al agregarles sus plataformas costeras. Pero verticales, sino también horizontales de existir las
la teoría de la deriva no podría sustentarse sobre un oportunas fuerzas”, H. Jeffreys (1924) le replicaba
solo tipo de términos. Las operaciones ejercitadas que “si el sima es tan débil que permite a los con-
sobre los términos /Continentes/ * /Océanos/, ni tinentes navegar sobre él, entonces sus proas no
siquiera con los términos /Continente Africano/ * / se arrugarían”, lo que ponía en cuestión la génesis
Continente Sudamericano/ nunca podrían rebasar tradicional de la deformación de la corteza y del
el nivel fenoménico. También aquí la fortuna sonrió origen de las montañas.
a Wegener. El parecido entre faunas, floras y fósiles Otro importante grupo de términos científicos
de uno y otro continente ya había sido señalado. La puestos a disposición de la hipótesis wegeneriana
bibliografía mencionaba la existencia de un reptil fueron las “coincidencias” geológicas encontra-
pérmico, el Mesosaurus, solo encontrado al sur de das en las dos orillas del Atlántico. Un conjunto de
Brasil y en Sudáfrica, o del Glossopteris, un arbusto correspondencias estratigráficas, petrológicas y
pérmico exclusivo de los continentes del sur —con estructurales a ambos lados del océano que como
el que Suess había argumentado Gondwanaland—; afirmaba Wegener “refuerza la teoría que conside-
por no mencionar otros pequeños seres vivientes ra el Atlántico como una gran fractura ensanchada
(lombrices, caracoles, etc.) cuya distribución solo más que el ensamblaje de los contornos continen-
era explicable mediante la conexión terrestre entre tales”.
continentes. Así pues, el regressus a un continente Esta vez sí, las patas del taburete estaban cien-
pretérito —Gondwana— desde el que se habrían di- tíficamente asentadas y parecían suficientes para
fundido distintas especies estaba ya en la mente de sostener la hipótesis: estaban primero las pruebas
paleontólogos y biólogos. La paleo-reconstrucción paleontológicas de una antigua difusión de las es-
de la fauna y flora de Gondwana admitía tres expli- pecies; utilizaba además un esquema petrológico
caciones alternativas: la del continente intermedio sial/sima que permitía argüir razones geofísicas en
hundido, la de los puentes continentales (ambas fi- defensa del desplazamiento horizontal; y, por últi-
jistas) o la suya del macrocontinente fragmentado mo, contaba con una quincena de correspondencias
(movilista). comprobadas entre las formaciones geológicas afri-
Tal como un taburete requiere al menos de tres canas y sudamericanas, términos físicos de refe-
pies para sostenerse, una teoría precisa de diferen- rencia, reconocibles, mensurables y confrontables,
tes argumentos confluyentes. La deriva continental separados por el océano.
contaba con la observación fenoménica del encaje
costero afro-americano y con las evidencias paleon- El plano esencial de la deriva de los continentes
tológicas de la difusión de la fauna y de la flora a Como queda señalado, la construcción wegene-
partir de un macrocontinente anterior. La necesidad riana, a partir de unos términos fenoménicos (los
de encontrar otros apoyos para la deriva justifica continentes encajantes), había logrado definir unos
la batería de argumentos paleontológicos, geodé- términos científicos objetivos mediante operaciones
sicos, geofísicos, geológicos, etc. presentada por de regressus/progressus basadas principalmente en
Wegener en El origen de los continentes y océanos. modelos. Esos términos referenciables resultan co-
Para demostrar la verdad de la hipótesis urgía de- herentes entre sí y confluyen en una teoría esencial
finir, desde diferentes campos, nuevos términos que los dotará de sentido y contenido por medio de
científicos cuyos cursos operatorios confluyeran. la formulación que le es propia: la deriva de los con-
La demostración más rotunda podría haberla pro- tinentes. Esto es: establece entre los continentes
porcionado el argumento geodésico si se hubiera siálicos y flotantes unas relaciones de separación
conseguido “medir” la velocidad de separación en- mutua (por unos mecanismos que Wegener confiesa
tre los continentes como (erróneamente) pretendió desconocer al detalle, ¿huída de los polos? ¿atrac-
Wegener en Groenlandia. ción lunar?) que le permitirían interpretar la difusión
La velocidad de propagación de las ondas sís- de las especies biológicas desde tiempos mesozoi-
micas sugería discontinuidades bajo los bloques cos y la continuidad de las estructuras a uno y otro
continentales. Los datos de los fondos oceánicos lado del Atlántico. Esa sería grosso modo la aproxi-
se asemejaban a los de las capas más profundas, mación gnoseológica a la teoría de la deriva de los
con mayor contenido en hierro y que correspon- continentes tal como se recoge de El origen de los
derían a lo que Suess había denominado “sima” continentes y océanos (1915) y siguiendo el eje se-
(basalto, rocas básicas) frente a las más ligeras ro- mántico (fenómenos-referenciales-esencias) me-
cas “siálicas” continentales. La clasificación sial y diante la figura de los términos como hilo conductor.
sima, junto con las pruebas paleontológias, fueron Pero no hay que olvidar que el espacio gnoseo-
nuevos términos adaptados a la teoría de Wegener. lógico es tridimensional, por lo que el eje semán-
A este respecto, la relación isostática era objeto de tico se intersecta con el eje sintáctico que hemos
una doble interpretación: mientras Wegener afir- focalizado en los términos, dando por descontado
maba que “la isostasia implicaba una fluidez bajo que la ciencia opera sobre estos para conseguir

Enseñanza de las Ciencias de la Tierra, 2012 (20.1) – 75


nuevos términos y nuevas configuraciones de los la divulgación de las ideas, en las controversias o
mismos. Así pues, operaciones y relaciones son fi- sobre el carácter normativo de los conocimientos (V.
guras que, junto con los términos, completan el eje Álvarez Muñoz 2010).
sintáctico. Aunque convendría extender nuestro análisis
Tampoco debemos obviar el tercer eje, el eje gnoseológico a esa tercera dimensión pragmática,
pragmático, que se cruzaría con los dos anteriores hemos resumido, por motivos de claridad expositiva
y que estaría especialmente implicado en cualquier y de su representación gráfica, el análisis anterior de
consideración que se haga sobre la historia y el de- la deriva de los continentes en el siguiente cuadro
sarrollo de la ciencia, sobre las actuaciones perso- bidimensional que representa los ejes sintáctico y
nales y las actividades sociales de los científicos, en semántico de la misma:

EJE SINTÁCTICO
Deriva continental
Términos Operaciones Relaciones

Continentes/océanos Encaje y separación de De similitud y paralelis-


Fenómenos continentes mo entre las costas

[Reconstrucción de puen-
Mesosaurus, Glossop- Similitud o identidad
tes continentales]
teris faunística y vegetal.
[Reconstrucción de macro-
SEMÁNTICO

continentes]
Sial/ sima, Continuidad estructural
Desplazamientos horizon-
Velocidad ondas S/P entre África y América.
tales y verticales
Referenciales Estructuras geológicas Isostasia
Reconstrucción de las
estructuras geológicas.
Cordilleras montañosas De superposición y
Acortamiento horizontal
EJE

(Alpes, Himalaya) cabalgamiento

Deriva continental [des-


plazamiento horizontal
Reconstrucción paleogeo-
de los continentes]
[Continentes flotantes] gráfica y paleofaunística
Esencias Difusión fauna-flora.
[Océanos pasivos] de Gondwana, Laurasia,
[Atracción lunar]
etc.
[Huída de los polos]

El marco de la tectónica de placas para poder emitir un juicio sobre el alcance de la


teoría de Wegener deberíamos poder comparar sus
Pero como —según se ha demostrado en los términos con los de la tectónica de placas, para lo
apartados cuarto y quinto—la interpretación de una cual habrá que analizar gnoseológicamente esta se-
teoría habrá de ser siempre retrospectiva, solo re- gunda teoría, análogamente a como hemos hecho
trospectivamente podremos juzgar las razones del con la deriva, en otro cuadro bidimensional como el
éxito o del fracaso de la deriva continental. Así pues, que sigue:

EJE SINTÁCTICO
Tectónica de placas
Términos Operaciones Relaciones

Simetría meso-oceánica
Cordilleras meso-oceá- Topografía
Cinturones volcánicos
Fenómenos nicas Batimetría
circumpacíficos.
Volcanes, terremotos Cartografía oceánica
Zonas sísmicas
SEMÁNTICO

Bandas cebra (polaridad


Medición geomagnética,
+/-) Bipolaridad geomagné-
Datación isotópica, Sismo-
Referenciales Rocas alcalinas (superf.) tica: alternancia +/-
grafías, Tomografías, Aná-
y Rocas básicas (profun- Edad del subsuelo
lisis petrológico
das)
EJE

Placas, Dorsales oceáni- Bordes de placa (defini-


Expansión del suelo
cas, Fallas transforman- ción)
oceánico,
Esencias tes. Reconstrucción sísmica y to-
Colisión de placas, Sub-
Litosfera, Astenosfera, mográfica de la corteza y del
ducción
Manto manto (cortes y perfiles)

76 – Enseñanza de las Ciencias de la Tierra, 2012 (20.1)


Por descontado que la tectónica de placas inclui- marco retrospectivo propiciado por la tectónica de
rá entre sus figuras gnoseológicas a las que pueda placas. Gnoseológicamente hablando, la debilidad
rescatar de la deriva continental, tales como los de la deriva continental no debería atribuirse a la
términos y relaciones paleontológicos convenien- ausencia de un mecanismo causante del movimien-
temente demostrados o los mismos continentes to —que, por cierto, aún hoy día se debate para la
y océanos en tanto que términos fenoménicos no tectónica de placas—, ni a la falta de consenso en
esenciales. torno a la teoría —pues los consensos admiten ma-
tizaciones locales y coyunturales—, sino, como se
ha intentado demostrar, a la carencia de auténticos
A modo de conclusión términos esenciales aptos para el cierre categorial.

Tras el análisis gnoseológico de la deriva y ha-


biéndolo cotejado con el cuadro-marco de la teoría BibliografíA
dominante actual, estaremos en condiciones de
señalar los principales impedimentos que la deriva Álvarez Muñoz, E. (2004). Filosofía de las ciencias de la
continental encontró para su cierre categorial y que tierra. Pentalfa, Oviedo.
hemos resumido en cuatro: Álvarez Muñoz, E. (2010). Cierre categorial e historia
Los continentes de Wegener no eran los verda- interna de la ciencia: a propósito de la gnoseología espe-
deros términos del desplazamiento, como sí lo son cial de la tectónica de placas. El Basilisco, 2ª época, 42,
1-18.
las placas (sean estas continentales, oceánicas o
Anderson, D. L. (2007). New Theory of the Earth. Cam-
mixtas). Por lo tanto la deriva continental no cerra-
bridge University Press.
ba al carecer de verdaderos términos esenciales. La
Argand, E. (1916). Sur l’arc des Alps Occidentales. Eclo-
revolución tectónica de la década de los sesenta del
gae geologicae Helveticae 14, 145-192.
pasado siglo supo ver en las placas (que no en los
Argand, E. (1924). La tectonique de l’Asie. Comptes
continentes) sus términos gnoseológicos. Tanto los
Rendues du XIII Congrès Géologique International. Lieja,
continentes como los océanos de la hipótesis wege- 1922, 171-372.
neriana eran términos fenoménicos incorrectamente Bueno, G. (1992- ). Teoría del cierre categorial. Pental-
articulados en una teoría. fa, Oviedo.
La implicatura lógica de la deriva de los conti- Bueno, G. (1995). ¿Que es la ciencia? Pentalfa, Oviedo.
nentes es la pasividad de los océanos. Los conti-
Carey, S. W. (1988). Theories of the Earth and Universe:
nentes se desplazaban, según Wegener, sobre unos a History of Dogma in Earth Sciences. Standford University
océanos pasivos. Nada más falso, como demostró la Press.
tectónica de placas. De hecho, es la superficie de los Chamberlin, T. C. (1890). The method of multiple wor-
océanos la que sufre mayores transformaciones en king hypotheses. Science 15(92). Reimp. 1965: Science
el transcurso de la historia geológica: dorsales oceá- 148, 754–759.
nicas con creación de nueva placa oceánica, bordes Cohen, I. B. (1989). Revolución en la ciencia. Gedisa,
destructivos donde subduce la placa oceánica, etc. Barcelona.
En realidad, solo la historia geológica que cuentan Cox, A. (1973). Plate tectonics and geomagnetic rever-
los bloques continentales es realmente antigua, sals. Freeman, San Francisco.
mientras que la de los oceánicos no sobrepasa los Daly, R. A. (1926). Our mobile earth. Scribner, New
York.
200 m.a.
La deriva continental era una teoría sobre el ori- Dana, J. D. (1862). Manual of geology, treating the
principles of the science, with special reference to Ameri-
gen del océano Atlántico, pero no una teoría global
can geological history. T. Bliss, Philadelphia.
para todo el planeta. En los mapas y esquemas de
Descartes, R. (1644). Principia philosophiae. Elzevier.
Wegener el Pacífico es un contenedor de retales, es Amsterdam. Trad. esp. (1995): Los principios de la filoso-
el patio trasero de la deriva. Por el contrario, la tec- fía. Alianza, Madrid.
tónica de placas es una tectónica global. Diener, C. (1925). Grundzüge der Biostratigraphie.
La confluencia operatoria que se verifica en la Deuticke, Leipzig & Vienna.
tectónica de placas es mucho más amplia que la ma- Du Toit, A., Reed, F. R. C. (1927). A geological compa-
nifestada en la deriva, incluyendo una explicación rison of South America with South Africa. Carnegie Institu-
coherente para los volcanes y para los terremotos tion, Washington.
y una justificación de las diferencias petrológicas de Du Toit, A. (1937). Our wandering continents. Oliver
la litosfera. A más términos implicados en el cierre, and Boyd, Edinburgh.
mayor es el grado de confluencia operatoria. Conse- Élie de Beaumont, L. (1852). Notice sur les systèmes
cuentemente, la franja de verdad de la tectónica de des montagnes. P. Bertrand, Paris. 3 vol.
placas es muy superior a la de la deriva continental. Frankel, H. (1981). The Non-Kuhnian Nature of the Re-
Estas serían algunas de las más importantes cent Revolution in the Earth Sciences. PSA 1978, Procee-
dings of the 1978 Biennial Meeting of the Philosophy of
conclusiones que podríamos extraer del análi- Science Association. The Philosophy of Science Associa-
sis gnoseológico de la deriva continental desde el tion. East Lansing, Michigan. 2, 197-214.

Enseñanza de las Ciencias de la Tierra, 2012 (20.1) – 77


Gagnebin, E. (1922). La dérive des continents: selon Oreskes, N. (1988). The Rejection of Continental Drift.
la théorie d’Alfred Wegener. Revue générale des Sciences Historical Studies in the Physical and Biological Sciences, 18,
pures et appliquées 33, 293-304. 311-348.
García Cruz, C. M. (1996). El Simposio de la Asociación Oreskes, N. (1999). The Rejection of Continental Drift:
Americana de Geólogos del Petróleo (Nueva York, 1926) y Theory and Method in American Earth Science. Oxford Uni-
la deriva continental. Llull 19, 91-109. versity Press.
García Cruz, C. M. (2003). La filosofía geológica en Ortelius, A. (1596). Thesaurus Geographicus. Amberes,
los inicios del siglo XX: marco epistemológico de la deriva Plantino.
continental. Enseñanza de las Ciencias de la Tierra, 11 (1),
PSA 1978, Proceedings of the 1978 Biennial Meeting
28-37.
of the Philosophy of Science Association (ed. by Peter D.
Hallam, A. (1973). A revolution in the Earth sciences: Asquith & Ian Hacking). Philosophy of Science Association.
from continental drift to plate tectonics. Clarendon Press. East Lansing, Michigan. Vol. 2.
Oxford. Trad. esp. (1989): De la deriva de los continentes a
Reichenbach, H. (1938). Experience and prediction: an
la tectónica de placas. Labor, Barcelona.
analysis of the foundations and the structure of knowled-
Hallam, A. (1983). Great Geological Controversies. ge. University of Chicago Press.
Oxford University Press. Trad. esp. (1985): Grandes contro-
Romm, J. (1994). A new forerunner for continental
versias geológicas. Labor, Barcelona.
drift : Abraham Ortelius.... Nature, 367, 407-408.
Haug, E. (1900). Les géosynclinaux et les aires conti-
Ruse, M. (1981). What Kind of Revolution Occurred in
nentales: contribution à l’étude des transgressions et des
Geology? PSA 1978. Proceedings of the 1978 Biennial Mee-
régressions marines. Bull. Soc. géol. France, 3ème série,
ting of the Philosophy of Science Association. The Philo-
XXVIII, 617-711.
sophy of Science Association. East Lansing, Michigan. 2,
Heim, A. (1878). Untersuchungen über den Mechanis- 240-273.
mus der Gebirgsbildung. B. Schwabe, Basel.
Simpson, G. G. (1943). Mammals and the nature of
Hess, H. (1962). History of Ocean Basins. Petrologic continents. American Journal of Science, 241, 1-31.
Studies: A Volume in Honor of A. F. Buddington (A. E. J. En-
Staub, R. (1924). Der Bau der Alpen. Beitrage zur Geo-
gel, H. L. James y B. F. Leonard, eds). Geological Society of
logischen Karte der Schweiz, nF 52, Bern.
America, Colorado. 599-620.
Suess, E. (1885-1901). Das Antlitz der Erde. Trad. esp.
Holmes, A. (1929). A review of the continental drift
(1923-30): La faz de la Tierra, ed. de P. de Novo y F. Chicha-
hypothesis. Mining Magazine, 40, 340-347.
rro. Ramona Velasco, Madrid.
Jeffreys, H (1924). The Earth, its origin, history and
Taylor, F. B. (1910). Bearing of the Tertiary mountain
physical constitution. Cambridge University Press.
belt on the origin of the Earth’s plan. Bull. Geol. Soc. Am.
Kitts, D. B. (1974). Continental Drift and Scientific Re- 21, 179-226.
volution. The American Association of Petroleum Geolo-
Wegener, Alfred (1912). Die Entstehung der Kontinen-
gists Bulletin, 58 (12), 2490-2496.
te. Petermanns Geographische Mitteilungen, 58(4, 5 y 6),
Kitts, D. B. (1981). Retrodiction in geology. PSA 1978, pp.185-195, 253-256 y 305-309
Proceedings of the 1978 Biennial Meeting of the Philoso-
Wegener, Alfred (1912). Die Entstehung der Kontinen-
phy of Science Association. The Philosophy of Science As-
te. Geologische Rundschau 3(4), pp. 276-292.
sociation. East Lansing, Michigan. 2, 215-226.
Wegener, Alfred (2009). El origen de los continentes
Kossmat, F. (1921). Die mediterranen Kettengebirge in
y océanos, ed. de F. Anguita Virella y J. C. Herguera García.
ihrer Beziehung zum Gleichgewichtszustande der Erdrinde.
Barcelona, Crítica.
Akademie der Wissenschaften, Leipzig.
Whewell, W. (1840). The philosophy of the inductive
Krenkel, E. (1911). Die Entwickelung der Kreidefor-
sciences. Routledge/Thoemmes. London, 1996. Facsim.
mation auf dem afrikanischen Kontinente. Geologische
ed. John W. Parker, London
Rundschau 2, 330–366.
Willis, B. (1943). Continental Drift: Ein Märchen. Ame-
Lakatos, I. (1978). The Methodology of Scientific Re-
rican Journal of Science, 242, 509-513.
search Programmes. Cambridge University Press.
Wilson, J. T. (1968). Static or mobile Earth: the current
Laudan, R. (1981). The Recent Revolution in Geology
scientific revolution. Proceedings of the American Philoso-
and Kuhn’s Theory of Scientific Change. PSA 1978. Pro-
phical Society, 112, 309-320.
ceedings of the 1978 Biennial Meeting of the Philosophy
of Science Association. The Philosophy of Science Associa- Wood, R. M. (1985). The Dark Side of the Earth. George
tion. East Lansing, Michigan. 2, 227-239. Allen and Unwin, London. n
Marvin, U. B. (1973). Continental drift: the evolution of
a concept. Smithsonian Institution Press, Washington.
Menard, H. W. (1971). Science: Growth and Change.
Harvard University Press.
Nitecki, M.; Lemke, J. L.; Pullman, H. W. & Johnson, M. Artículo solicitado desde E.C.T. el 5 de septiembre de 2010
E. (1978). Acceptance of plate tectonic theory by geolo- y recibido el 14 de abril de 2011; aceptado definitivamente
gists. Geology, 6 (11), 661-664. para su publicación el 20 de agosto de 2011.

78 – Enseñanza de las Ciencias de la Tierra, 2012 (20.1)

Вам также может понравиться