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PLACAS TECTÓNICAS DE GUATEMALA

Las Placas Tectónicas de Guatemala es un término que se refiere a las capas sólidas de piedra y de
otros metales que pasan por debajo del territorio guatemalteco, cuyo grosor es de
aproximadamente 100 kilómetros de ancho y que se movilizan a una velocidad de varios
centímetros por año, de forma independiente (Piedra Santa, 2011).

En los puntos donde se unen dos o más placas existe gran actividad volcánica sísmica. En el planeta
hay siete placas principales y 12 secundarias (Piedra Santa, 2011). Una falla es una rotura o fractura
de la corteza terrestre, a lo largo de los cuales los terrenos experimentan un desplazamiento vertical
u horizontal. Este desplazamiento se denomina rechazo de falla. Hay cuatro tipos principales de
fallas: vertical, paralela, directa e inversa (Quillet, 1968).

En Guatemala, las cuatro fallas más importantes son: falla del Motagua, falla de Jalpatagua, falla de
Chixoy-Polochic y falla de Jocotán-Chamelecón (Piedra Santa, 2011).

Guatemala es considerado como un país "altamente sísmico" por la Coordinadora Nacional para la
Reducción de Desastres -Conred-, pero su último terremoto de relevancia fue en 1976.

Los volcanes, al igual que los terremotos y la formación de montañas entre otras manifestaciones,
tienen su origen en los cambios que ocurren al interior del planeta Tierra, debido a la forma en la
cual esta libera calor. Para entender este proceso se debe conocer un poco sobre la estructura
interna de La Tierra (Instituto Nacional de Sismología, Vulcanología, Meteorología e Hidrología, s.
f.).

Por sus propiedades físicas, densidad y comportamiento elástico, La Tierra se divide en: corteza,
manto y núcleo. Las propiedades físicas del material -densidad y constantes elásticas- a diferentes
profundidades es posible medirlas, indirectamente, por medio del estudio de la propagación de las
ondas sísmicas producidas por los terremotos (Instituto Nacional de Sismología, Vulcanología,
Meteorología e Hidrología, s. f.).

La corteza es la parte exterior de roca. Su espesor varía de 20 a 80 kilómetros en los continentes, y


unos seis kilómetros en los océanos. La zona que separa a la corteza del manto se conoce como
discontinuidad de Mohorovic (Instituto Nacional de Sismología, Vulcanología, Meteorología e
Hidrología, s. f.).

El manto tiene un espesor de aproximadamente 2900 kilómetros el 45 por ciento del radio terrestre.
Su composición química es muy parecida a la de la corteza, pero por las condiciones de presión y
temperatura, el material es más denso y tiene un comportamiento plástico. El manto se divide en
manto superior e inferior. Una segunda discontinuidad denominada de Gutenberg separa el manto
del núcleo (Instituto Nacional de Sismología, Vulcanología, Meteorología e Hidrología, s. f.).

El núcleo tiene un radio de 3400 kilómetros aproximadamente, un poco más del 50 por ciento del
radio terrestre. Su composición química es de níquel y hierro. La temperatura a esta profundidad se
estima entre 3000°C a 4000° C. Por su estado físico el núcleo se divide en: núcleo externo, líquido,
responsable del campo magnético terrestre, y núcleo interno en estado sólido (Instituto Nacional
de Sismología, Vulcanología, Meteorología e Hidrología, s. f.).
El calor interno de La Tierra es el motor de los cambios que observamos en la corteza, en la escala
de tiempo geológico. Este calor tiene su origen en los mecanismos que formaron el planeta y en el
decaimiento natural de isótopos radiactivos (de uranio -U-, torio -Th- y potasio -K-). La forma por la
cual se transmite el calor dentro de las diferentes partes del planeta Tierra es por convección. Es
decir, existen flujos o corrientes de material caliente que al ser menos denso sube para luego
descender al enfriarse. Esto es similar a lo que ocurre en la atmósfera con el movimiento de masas
de aire caliente y frío, o lo que observamos cuando calentamos un líquido (Instituto Nacional de
Sismología, Vulcanología, Meteorología e Hidrología, s. f.).

El modelo que explica el intercambio de calor entre el manto y la corteza se denomina Tectónica de
Placas. Este propone que los primeros 100 kilómetros de la superficie terrestre se comportan como
un material rígido, quebradizo y poco denso denominado litósfera, que incluye a la corteza y una
pequeña parte del manto superior. La litósfera descansa sobre una capa de material más denso y
fluido denominado astenósfera (Instituto Nacional de Sismología, Vulcanología, Meteorología e
Hidrología, s. f.).

La litósfera no es una capa continua. Está fragmentada en varios bloques o placas que se mueven
con velocidades del orden de varios cm por año. El movimiento relativo entre placas produce roces,
choques y deformaciones en los bordes o límites de las placas. Es principalmente allí en donde se
producen los terremotos y se forman los volcanes y las montañas (Instituto Nacional de Sismología,
Vulcanología, Meteorología e Hidrología, s. f.).

La dirección del movimiento relativo y la composición de las placas, oceánicas o continentales


dependiendo del tipo de corteza, determinan las características del límite o contacto entre las
mismas, que son de tres tipos fundamentales: divergentes o generación de corteza, convergente o
destrucción de corteza y transcurrente o conservación de corteza. La situación tectónica para
Centroamérica está definida por la interacción de tres placas: Norteamérica, Caribe y Cocos. El tipo
de contacto o límite entre ellas es de tipo convergente entre las placas de Cocos y Caribe, y tipo
transcurrente entre las placas de Norteamérica y Caribe (Instituto Nacional de Sismología,
Vulcanología, Meteorología e Hidrología, s. f.)

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