Psiquis

Orígenes de la psicoterapia

D. Padró
Psiquis, 2000; 21 (5): 221-231

Resumen
Partiendo del chamán como iniciador de las prácticas que hoy conocemos como psicoterapia, el
autor analiza la figura de éste, como sabio poeta y vidente en el contexto de la Grecia clásica de la
antigüedad, época donde las concepciones míticas inician su viraje al mundo del logos, base de
nuestra cultura occidental, y cuna del logos, como terapia. En dicha transición, el conjuro (epode)
propio de las prácticas chamánicas desembocara, por un lado, en el logos filosófico y por ende en
la palabra curativa, y por el otro, en la medicina. Dicha escisión, presenta un claro paralelismo con
la dicotomía actual entre la physis, y el logos inmerso en las técnicas psicoterapéuticas de hoy en
día. Se propone como nuevo paradigma, la Nueva Hermenéutica, que integra la phisis y la palabra
a su unidad de origen.

Abstract

Origins of psycotherapy
Beginning with the shaman as the first practitioner of techniques which we cal1 today psychothe-
rapy, the author studies this figure as a wise man; in the context of ancient classical Greece, the
time when mythical conceptions embarked on theirjourney towards the world of logos. In this tran-
sition, the enchantment (epode) of shamanic practise gave rise on the one hand to philosophical
logos and hence the word as a curative instrument and, on the other hand, to medicine. This divi-
sion, presents a clear parallelism with the current dichotomy between the physis and the logos
involved in the psychotherapeutic techniques used today. A new paradigm, of New Hermeneutics
is proposed which combines the physis and the word at their point of origin.

Psiquiatra.
Hospital Civil de Basurto (Bilbao).
D. Padró
Orígenes de la psicoterapia
En este artículo se pretende demostrar como de
forma previa al saber filosófico, existía la sabiduría
encarnada por el chamán. Platón, el ultimo chamán,
representará el espacio mediador mithos/logos de
un mudo en transición, del mundo mítico mágico reli-
gioso al logos tal como hoy le entendemos, el logos
de la ciencia, de la razón. En la obra de Aristóteles,
será ya difícil, vislumbrar el mundo mítico preceden-
te. Se habrá consumado el cambio paradigmático
del mithos al logos. De manos de estos dos grandes
de la historia, veremos los efectos curativos de la
palabra, de los que paradójicamente la medicina no
se pudo aprovechar. Freud redescubre el efecto
curativo de la palabra iniciando el camino de las
denominadas técnica psicoterapéuticas. En este
camino del chamán al psicoterapeuta, tal vez nos
hayamos dejado en el camino la posibilidad de reen-
contrar en la palabra, su unidad de origen, aquella
que representa la intersección mithos/logos, y que a
su vez, nos puede permitir el reencuentro de la pala-
bra con la phisis, oportunidad perdida en el mundo
griego. Para ello, propondremos a la Nueva Herme-
néutica como paradigma de dicho quehacer.
La psicoterapia tal como actualmente se entiende
dicho término, tiene escaso tiempo de desarrollo. La
curación a través de la palabra, se remonta escasa-
mente a nuestro siglo actual. Ahora bien, la palabra
con efectos curativos, está ligado indisolublemente
a la historia de la humanidad, y el chamán o medici-
ne-man, será el encargado de llevarla a la practica.
Por ello, tendremos que introducirnos en el mundo
del así llamado "hombre primitivo", para poder
entender en su contexto, la palabra y su función.
El chamán y lo mítico
Como todo lector sabe, la visión que actualmente
tenemos del llamado hombre primitivo, o mítico ha
sufrido grandes cambios en este último siglo. Se ha
pasado de considerar a este hombre, de pretendida
mentalidad infantil, inmerso en un mundo denomi-
nado animista, en el cual se atribuían intenciones
humanas a la naturaleza, a la que había que atem-
perar mediante todo tipo de rituales mágicos, a una
nueva comprensión del mismo, que nos revela, una
riqueza y complejidad, hasta hace poco insospe-
chadas.
El mundo de nuestros antepasados, no comparte
como veremos, ninguno de nuestros paradigmas,
empezando por la concepción de nuestros propios
orígenes. El hombre primitivo, a pesar que sabe que
su realidad es la tierra, se siente indisolublemente
ligado al Cosmos, al mundo de lo sagrado. El, no
está solo en la tierra, mediante los rituales, estará en
continuo contacto con los dioses. "El Mundo [habla]
al hombre y, para comprender este lenguaje, basta
conocer los mitos y descifrar los símbolos ...el
mundo se revela como lenguaje" ( 1 ) . A su vez, el
hombre arcaíco no acepta la irreversibilidad del tiem-
po, a diferencia de nuestros paradigmas occidenta-
les, que consideran que nuestro ciclo vital se acaba
con la muerte. En palabras de M. Eliade, "el hombre
(primitivo) se hace contemporáneo de las hazañas
que los dioses llevaron a cabo, In illo tempore". La
rebelión contra la irreversibilidad del Tiempo ayuda
al hombre a [construir la realidad] y, por otra parte, le
libera del peso del Tiempo muerto, le da la seguri-
dad de que es capaz de abolir el pasado, de reco-
menzar su vida y de recrear su mundo" (2). El tiem-
po sagrado, es por consiguiente, indefinidamente
irrecuperable, indefinidamente repetible (3). Todos
estos rasgos los veremos repetidos de una u otra
manera en los inicios de la filosofía griega.
El chamán un miembro muy especial de la comu-
nidad, se caracteriza por una especial habilidad
para atraer comunicar con el mundo de los dioses,
de tal manera, que puede conjurar maleficios o
males contraídos por la supuesta víctima. Muchos
de sus rituales de curación tienen como fundamen-
to, la reactualización del Tiempo mítico, del [origen],
tanto del origen del mundo, como del origen de la
enfermedad y de su tratamiento (4).
De ahí que se defina al chamán como el hombre
frontera entre la vida cotidiana y el mundo sobrena-
tura (5). Para su formación, el chamán pasaba por
un período de aprendizaje, ritos iniciáticos, que en
ocasiones le llevaban a alejarse de la comunidad,
tras lo cual, el hombre podía asumir las funciones
que la comunidad le otorgaba, entre ellas, la activi-
dad curativa.
Dado nuestro total alejamiento de dicha manera
'de ser y estar en el mundo, nos resultaría difícil-
mente comprensible dicha actividad terapéutica tan
dispar a nuestras prácticas habituales. Por ello,
vamos a estudiar el mundo mítico más cercano a
nosotros y del que más referencias poseemos,
como es el mundo clásico de la Grecia antigua. En
el, encontraremos todos los elementos del pensa-
miento mítico, mágico-religioso propio del mundo
chamánico, y a su vez veremos como dichas con-
cepciones míticas, inician su viraje al mundo del
logos, base de nuestra cultura occidental, y por
ende, cuna del logos como terapia.
Iniciaremos pues, este estudio, con las tesis de
varios autores, que en contra de la opinión común-

mente aceptada, que considera a la filosofía como
el inicio de la sabiduría, afirman la existencia de una
sabiduría previa, la representada por el chamán:
poeta, vidente, sabio.
Mito y locura
Acostumbrados a pensar que la filosofía [amor la
sabiduría] es el tronco de donde surgen progresiva-
mente las demás ciencias, nos sorprenderá la afir-
mación de Colli, cuando concluye, la locura es la
matriz de la sabiduría (6). Este autor nos refiere
cómo para Platón, el amor a la sabiduría, no signifi-
caba una aspiración a algo nunca alcanzado, sino
la tendencia a recuperar lo que ya se había realiza-
do y vivido. Esto es, existió realmente la sabiduría, y
como tal, el sabio tenía la posibilidad de conocer el
conocimiento del futuro. Platón en el Fedro, al
hablar de la manía, de la locura, nos muestra como
"Los bienes mas grandes nos llegan a nosotros a
través de la locura, concedida por un don
divino....en efecto, la profetisa de Delfos y las sacer-
dotisa~de Dodona, en cuanto poseídas por la locu-
ra han proporcionado a Grecia muchas y bellas
cosas tanto al individuo como a la comunidad." (7).
La locura, esa capacidad de adivinar los aconteci-
mientos, manía profética, era la que en épocas
anteriores a la consagración de la filosofía, se con-
sideraba como sabiduría, la cual estaba asociada a
la mántica, capacidad de predecir. La [manía], testi-
monio profético de naturaleza divina, constituye el
fundamento délfico. En la palabra, se manifiesta al
hombre la sabiduría del dios. El conocimiento y la
sabiduría se manifiesta mediante la palabra, en Del-
fos se pronuncia la palabra divina, es Apolo quien
habla a través de la sacerdotisa.
Laín Entralgo (8), nos recuerda a su vez, como la
mántica estaba asociada a la capacidad curativa,
cuando nos refiere como el adivino (mantis), es a su
'
vez médico (iatros) iatromante, siendo el Dios
Apolo, el iatromante por excelencia, y al que se le
atribuyen los oráculos sanadores de Delfos. Pitágo-
ras, nos comentará Laín entralgo, será ese chamán
que realiza una serie de actividades como son la de
vidente ensalmador curandero, maestro de la vida,
en definitiva, son estos precursores de la filosofía,
los auténticos videntes, sabios por definición, los
capaces de hablar por boca santificada, como refe- '
ría Empedocles.
María Zambrano refiere como "el domino de la
psiquiatría coincide con el dominio de lo sagrado, lo
divino no revelado aún..., la relación del hombre con
lo divino no se da en la razón sino en el delirio" (9).
Psiquis, 2000; 21 (5): 221-231
El hombre alcanzará la libertad estando poseído de
ese delirio de persecución, inicialmente focalizado
en los dioses, siendo el culto a Dionisios, la base de
esa [curación milagrosa] que es la conversión del
delirio en libertad, a causa de la expresión que ha
sido capaz de desatar, saca al alma de si, la hace
danzar en una metaforsis liberadora..."Será ésta la
virtud medicinal de Dionysos, y la raíz sagrada de la
medicina más humana, de la que hoy cae bajo los
dominios de la psiquiatría" (10).
Vemos pues, como de manera insospechada, la
locura y la sabiduría ligada a esos poderes especia-
les,conforman la matriz tanto de la filosofía como
del origen de la palabra curativa. Si hasta entonces,
los sabios eran los encargados de la curación,
¿quien se hará cargo de ésta, si los sabios dejan de
serlo, convirtiendose en filósofos, amantes del
saber? ¿Cómo fue el paso de sabio a filósofo? Por-
qué, en definitiva, en esa evolución del saber, vere-
mos también la evolución de la palabra mágica, que
a su vez es curativa, a la palabra humanizada, colo-
nizada por el afán del saber, al logos legado por la
filosofía. Pero el logos legado por la filosofía, no
tendrá como misión, la palabra curativa. La palabra,
sufrirá una transformación radical.
En efecto, ya los sabios refiere Colli (1l ) , señalan
la fractura entre nuestro mundo y el mundo oculto
en el que viven los dioses. La palabra, será el con-
ducto que permitirá el contacto entre ambos mun-
dos. El oráculo remitido por los dioses se convierte
en enigma a descifrar. Ya los Upanishad indios lo
decían, [A los dioses les gusta el enigma y les
repugna lo manifiesto]. Enigma en ocasiones mor-
tal, que motiva la lucha de los hombres para su adi-
vinación y conquistar así, el titulo de sabio. En este
contexto de lucha y agon, nacerá la dialéctica. La
dialéctica, arte de la discusión tendrá pues como
matriz, el enigma.
Platón en un pasaje del Carmides, nos refiere
como el enigma presupone una experiencia mítica
que en cierta manera resulta inexpresable: el enig-
ma es la manifestación de la palabra de lo divino, lo
oculto, una interioridad inefable, siendo esas carac-
terísticas las que revelan su procedencia de un
mundo desconocido El oráculo ambiguo se convier-
te en enigma. El enigma será esa señal de paso de
la esfera divina a la humana, punto en que aparece
la palabra.
María Zambrano (M. 2.) (12) reafirma la tesis de
Colli, respecto a la pérdida del saber total pre-filosó-
fico [el saber desinteresado], el más noble [hijo del
ocio y de lo maravilloso], y también el más [divino],
la filosofía, vino a desplazar los saberes todos -sabi-
duría, inspiración, misterios- del Mundo mediterrá-
D. Padró
neo (Cursiva nuestra). También hace hincapié en
esa fractura o hiato que anticiparon los sabios, y lo
hace, señalando la animadversión de Aristóteles por
la filosofía pitagórica. Lo ofensivo del trato de Aristó-
teles con esta escuela, le lleva a M. Z, a sospechar
que la diferencia entre ambas formas de pensar son
más profundas de lo que podría parecer a primera
vista. Esta diferencia, no será otra, que la diferencia
en el trato con lo sagrado. Lo sagrado, esa especie
de placenta, donde se alimenta y nutre el alma, aun
sin saberlo, y que marcará nuestra futura actitud
vital. Los pitagóricos se negaron a hacer el sacrificio
que exige el Dios del pensamiento, el sacrificio de su
historia y de la historia irrenunciable del alma. La
memoria sobrehumana de Pitágoras, se ha converti-
do en [reminiscencia], memoria que rescata el alma
del padecer de su historia, para hacerla recoger en
su origen. (Recuérdese lo ya comentado, acerca del
paradigma del mundo mítico, y como los rituales de
curación, tienen como fundamento la reactualización
del tiempo mítico, del origen). Pitágoras reconoció
pronto, sí bien a su manera, que por mucho que
reconstruyamos nuestra historia siempre quedará en
el fondo de nosotros eso que M. Z., denomina [sentir
originario]. Desde la perspectiva de los pitagóricos
nos señala M. Z., la filosofía aparece como el primer
pragmatismo, la filosofía aristotélica sería más, una
acción que un pensamiento.
El mundo de Pitágoras y el mundo de Aristóteles,
muestran claramente la fractura entre ambos mun-
dos. Nietzsche como es sabido, atribuye a Sócrates
el inicio de la decadencia del logos, en cuanto que
con su discurso intelectual y moralizante, este
queda atrapado en un raciocinio, cosificador de la
vida. Pero contrariamente a lo que pensaba Nietzs-
che, la transición del mitos al logos, no fue un movi-
miento brusco, sino que fue decantándose progresi-
vamente, estando ya de manera incipiente en
Homero (13, 14). La racionalización progresiva de la
mítica griega fue, según E.R. Dodds (15), un movi-
miento de las clases superiores descreídas, que
tardó en llegar a las clases bajas. Platón, intenta
sintetizar los dos ámbitos de la época en la que
vivía, ciencia y religión, racionalismo y cientismo
con la mitología mágico-religiosa.
F. M. Conford (16) refiere en definitiva, como la
teoría de la anamnesis, de base orfíco pitagórica,
forma parte de una figura universal, del profeta
sabio y poeta como es el chamán.
El último chamán
En Platón, tenemos el último chamán, el primer
filósofo poeta, que combina la estricta racionalidad,
con el pensamiento mítico de la época, ayudandose
del mito, para poder hablar de ese mas allá, de lo
imperceptible. Veremos con claridad la superposi-
ción de estos dos mundos, en apariencia antitéti-
c o ~ logrando
, conjugar lo mítico y lo racional, en
una síntesis inigualable. Con Aristóteles, se habrá
consumado la transición del mitos al logos.
Como nos recuerda P. Friendlander (17), Platón
siguiendo el ojo escultórico de los griegos, y com-
pletando el pensamiento de Sócrates, construyó por
primera vez la metáfora [ojos del alma], los cuales
se alzarían a través del método dialéctico a lo inin-
teligible, lo más elevado, igualando el mundo de lo
sensible con la más excelsa contemplación de la
divina belleza. Platón habría recibido con la vista, el
[eidos] (la idea) y la tarea de convertir la contempla-
ción en algo fijo por medio del [logos]. Para llegar a
tales cimas a través de la dialéctica, o mejor de la
tensión dialéctica, en esa lucha consigo mismo, ten-
dremos en el diálogo su principal valedor. Esta
conexión de lo humano con lo divino en ese intento
de llegar al [mas allá del ser], precisará de la ayuda
del demon, de la [metaxy] (mediador) del alma, sin
la cual, se romperá esa unión entre cielo y tierra. Un
buen ejemplo de todo ello, lo tendremos en la con-
cepción de la naturaleza, que Platón nos plasma a
través del mito, en el Timeo (18). En él, el Demiur-
go, artesano divino, fabrica las cosas, teniendo
como modelo el mundo de las ideas, de las que no
es creador. Su principal virtud, no es el principio de
vida, sino el principio del movimiento, periódico,
regular, que es propio de los astros, cuya esencia
se puede expresar con los números y las proporcio-
nes. Será a través del Demiurgo como se realizará
el paso de lo indeterminado, el principio, a lo deter-
minado, el ente natural, la physis. El Demiurgo,
espacio de mediación, es donde Platón sitúa el
mito(*).
Platón culmina así, la tarea iniciada por Sócrates
'con la mayeutica. Al igual que las comadronas ayu-
dan a traer a la luz al infante, así mediante el discur-
so, se alumbra renace el ser, el alma que llevamos
dentro. Pero estas explicaciones, imágenes e ideas
metafóricas acerca de la naturaleza, no son del
(*) Como sabemos el lenguage metafórico del mito (19), actúa
sobre dos tipos de semánticas: la de sus paradigmas lingüís-
ticos que dan sentido a sus significados, y la del impreciso
paradigma de las cosas mencionadas, que no se delimita tér-
mino a término, sino a través de un determinado salto a otro
dominio, que nos remite a las eternas preguntas abiertas
que, aunque sin respuesta, dan sentido y contenido a la exis-
tencia.

agrado de Aristóteles, que transforma este mito pla-
tónico en conceptos, la physis, primera manifesta-
ción del ser. Así Aristóteles, encontrará en la physis,
la base de su filosofía, con su teoría de las cuatro
causas (formal material eficiente teológica), funda-
mentando en conceptos, lo que Platón hizo con la
ayuda de los mitos. Como no podía ser para
menos, el vaticinio de los sabios va a cumplirse-ine-
xorablemente, veremos a partir de este momento,
como la dialéctica olvida sus orígenes, cuales son
las propuestas enigmáticas de los dioses.
Con Platón se cierra indefectiblemente el ciclo
chamánico, y con ello, las entrañas de lo sagrado
se nos volverán herméticas. Platón, el último cha-
mán, limes entre mithos/logos, nos habla pues de
ese tiempo eterno del hombre mítico con su teoría
de la anamnesis (mithos) y como el mundo se nos
revela a través del mundo de las ideas, remitiéndo-
nos al logos, y por ende a la palabra curativa.
La palabra curativa
Si bien el ensalmo o conjuro (epode) con fines
terapéuticos -fórmulas verbales de carácter mágico
recitadas o cantadas ante el enfermo para conse-
guir su curación- nace a la historia en la Odisea, se
puede afirmar, que son formas comunes a toda la
llamada cultura primitiva. Pero ciertamente, estas
formas irán depurandose conforme se desarrolle el
pensamiento griego. Laín Entralgo (20) (LE) descri-
be magistralmente los pasos dados, desde la epode
homérica, hasta la racionalización de dicha epode
por parte de Platón y Aristóteles, sentando las
bases antropológicas de la palabra como acción
terapéutica.
Así, del ensalmo o conjuro se pasará progresiva-
mente al uso de la palabra sugestiva, eclosionando
multitud de sectas, el ortismo, las curas de Epidau-
ro, los pitagóricos... profesionalizandose los ritos de
purificación. Como fundamento psicológico de esa
capacidad sugestiva de la palabra, la persuasión
(peitho). Peito, diosa de la seducción erótica, y a su
vez, diosa de la eficacia persuasiva de la palabra.
Eros y Logos se unen de esta manera en la diosa
Peito.
Los sofistas, esos caballeros tan injustamente
denostados, descubren que en ocasiones, el nomos
puede vencer a la physis, esto es, las cosas por
naturaleza pueden en ocasiones ser cambiadas por
la acción del logos. Gorgias, creador de la Retórica,
nos recuerda a su vez, como la fe o confianza (pis-
tis) en el logos es fundamental para la acción de la
palabra, comparando a esta con la acción de los
Psiquis, 2000; 21 (5): 221-231
medicamentos. Platón denominará a la Retórica,
psykhagogia, arte de conducir a las almas mediante
el discurso, relacionando a la retórica con la medici-
na, en cuanto que la primera actuaría perturbando
el alma y la segunda el cuerpo.
La epode terapéutica, en manos de Platón, se
convertirá en logos kalos, discurso bello, que produ-
ce en el oyente sophrosyne (L.E. nos advierte de su
dificultad de traducción, estado de relajación sereni-
dad conformidad consigo mismo y los dioses).
De esta manera la epode, pertenecerá a lo demó-
nico (recuérdese el particular demon socrático) que
será lo que permitirá la relación del hombre con los
dioses, y por ende,la eficacia terapéutica de la pala-
bra, en cuanto produce una purificación del alma,
una katarsis. Será ésta catarsis, purificación del
cuerpo y del alma, la que nos facilitará la vida teoré-
tica que propugna Platón en el Fedon, un estado de
armonía que nos permitirá la contemplación de las
ideas, de la physis cósmica. Por lo tanto la epode
es un katarmós verbal, un recurso para la purifica-
ción del alma mediante la palabra.
El concepto de katarsis en Platón, conserva
pues, parte de los elementos mágicos religiosos de
la época, la purificación del alma; su evocación por
parte del orador causa encantamiento o hechizo,
por eso es un arte divino, pero a su vez, nos explica
como el ensalmo actúa a través de la palabra, el
[psicagogo], maestro y médico, es capaz de reorde-
nar las almas afectas de ametría, y reintegrarlas a
su verdadero ser. La medicina del cuerpo y del
alma, lo sagrado y lo profano en una conjunción en
la que la palabra se eleva a lo divino sin perder lo
humano. La palabra inicia su acción curativa sin
desligarse ni del mas allá ni del mas acá. Ese espa-
cio o mediación, límite que diría E.Trías, se perderá
definitivamente con su transición al logos, al mas
aquí, que Aristóteles instaura finalmente.
Aristóteles, con su genial estudio de la tragedia
griega y sus efectos catárticos sienta las bases
antropológicas de la acción curativa de la palabra.
Así la catarsis trágica sería la consecuencia de
1) efecto religioso-moral: el desenlace final, reor-
dena la existencia en su relación con la divinidad.
2) efecto dianoético o lógico: sería la anagnorisis,
el paso de la ignorancia al conocimiento, de la con-
tusión indecible al saber decible.
3) efecto patético o afectivo: que refiere el paso
del estado trágico del ánimo a su catarsis resoluto-
ria.
4) efecto somático o medicinal: las palabras del
poema llegan al alma y operan sobre los humores,
en definitiva en el soma.
Finalmente Aristóteles rescata el hedone, el pla-
D. Padró
cer que produce la tragedia, que como refiere, con-
viene a la naturaleza del hombre, el cual. "no llega a
vivir como hombre, sino en cuanto tiene en si
mismo algo divino".
A su vez, Aristóteles, nos refiere las dos formas
en que el logos lleva a cabo la curación. Describien-
do así, el logos dialéctico, ejemplificado en el [silo-
gismo Iógico], cuyo fin, es el convencimiento del
paciente mediante el discurso racional, lógico; y por
el otro lado, el [logos retórico], que se orienta hacia
los afectos, a lo "irracional" de lo humano, con su
consiguiente [silogismo retórico] el entimema (en y
thymos, en el ánimo). En definitiva, tanto el Orga-
non, como la Retórica de Aristóteles, suponen el pri-
mer gran tratado de la palabra curativa. En ellos, se
pierden ya, de forma definitiva, los restos de la
epode mítico mágica, que sobrevivan en Platón. Los
daimones socráticos, tan necesarios para una katar-
sis auténticamente purificadora, apenas tendrán
sentido, la representación dramática de las tragedias
no precisará de los dioses para su comprensión.
Aristóteles nos dirá además, como se debe ejerci-
tar el uso de la palabra. Será mediante la phronesis,
el arte de elegir lo más adecuado en cada momento.
Phronesis, significa pues, esa valoración ajustada
entre medios y fines, esa subsunción de lo general
en lo individual, a la manera de un juez, que tendrá
que aplicar una ley general a un hecho particular. A
esa virtud de la proporción, de la prudencia, a esa
racionalidad práctica, la denominará phronesis.
Hemos visto pues la evolución del mito y su paso
al logos, y como esa fractura fue progresiva, siendo
Platón el lugar donde mejor se puede ver la inter-
sección de ambos mundos, y como se inician las
bases del logos como palabra curativa. Vemos
como ésta se inició con la mayeutica, ese arte de
traer al mundo al ser, esto es el renacimiento del
ser a través del diálogo, tan bien ejemplificado por
Platón, y como Aristóteles, analiza el porqué de la
acción de la palabra y su influencia, tanto en la psi-
que como en el soma. La Grecia clásica deja senta-
da las bases de la acción curativa de la palabra,
paradójicamente, la medicina hipocrática, inmersa
en una de las épocas mas efervescentes del logos,
no fue capaz de desarrollar el arte curativo de la
palabra.
La medicina y la palabra
Al igual que del sabio vidente, del chamán, emer-
gió la filosofía, tendencia a la sabiduría, la medicina
se desgajará a su vez, y de forma progresiva, de la
filosofía y los rituales mágico curativos.
Alcmeón de Crotona, médico, enuncia la primera
teoría empírica del conocimiento, encabezando la
lista de médicos que hacen hincapié en la observa-
ción y experimentación. Si bien Cornford (21) nos
sugiere que la medicina con su teoría empírica nace
como reacción frente a los filósofos, L. E. (22)
muestra claramente como el sustrato que hace
posible el desarrollo de la praxis médica, es la filó-
sofa de los físicos presocráticos. Solamente cuando
la filosofía va derivando su actividad hacia el mundo
del ser y del ente, la medicina se irá definitivamente
secularizando.
La medicina, arte práctico desde la antigüedad,
tendrá en el Corpus Hipocrático su máxima expre-
sión. No prestar atención a la teoría sino a la expe-
riencia combinada con la reflexión, será una de las
máximas de Hipócrates para desarrollar adecuada-
mente la praxis médica. La medicina pues se trans-
formará en uva techne, un saber hacer, que consiste
en saber qué es lo que se hace y saber porqué se
hace. El hombre que posee esas capacidades, será
el artista, el teckhnites que actúa, según arte. La
praxis hipocrática, la podríamos definir en palabras
de L.E. como "el arte tekhne basado en el conoci-
miento científico (episteme) y un conocimiento cien-
tífico ordenado a l arte." (23). En definitiva el arte
desplazará para siempre a la magia. La [epode], ese
ensalmo mágico que impetra a las potencias divinas,
será visto como una surpertechería, siendo sustitui-
do, por un conocimiento científicamente fundado en
la observación y experimentación e implementado,
en la praxis, de manera artística.
Nace pues con la medicina la teoría empírica del
conocimiento iniciada por Alcmeon, sustentada en
la experiencia sensible y menos en los [postulados
teóricos] de la filosofía. Los materialistas entende-
rán el conocimiento como una tabla de cera (24)
que está vacía al nacer, y los idealistas abandera-
dos por Platón (ejemplificado en el Menon) nos
dirán que el conocimiento está en nosotros, con el
nacemos y a nosotros toca descubrirlo. Fue la medi-
cina la primera ciencia en ser empirista, basada en
los hechos, postura que se reafirmará en Aristóte-
les, hijo de médico, en contra de PLatón matemáti-
co y geometra. El movimiento de llenar esa tabulam
rasa, de experimentar con la materia, con la natura-
leza, para sacar de ella, a lo otro, al objeto, para
descifrar su contenido, parte de este hecho básico
de las ciencias empiristas.
El geometra pitagórico Platón en su búsqueda de
lo universal, excluye por completo el problema de la
contingencia, porque en las matemáticas no existe
lo particular, éste, es sólo un problema de uso prác-
tico, mientras que para la medicina, para Aristóteles

físico-biólogo, la particularidad significa el reconoci-
miento de la individualidad, del ente vivo. Platón, la
idea, el diálogo, el mas allá, lo genérico y abstracto,
Aristóteles, la individualidad, la particularidad, más
cerca de la observación de la empiria. Se nota la
ascendencia médica del estagirita, dado que, la
medicina Hipocrática (25) tiene como lema la indivi-
dualidad, cada paciente tiene su singularidad, que
requiere un tratamiento específico y adecuado al
momento y situación del paciente.
Podríamos decir que las diferencias Platónico-
Aristotélicas tienen en este hecho, una especial rai-
gambre, dado que se considera todo conocimiento
transmisible y por ende capaz de ser aprendido,
gracias al conocimiento técnico de las cosas. Se
olvida que el conocimiento y más aun, el conoci-
miento de lo humano, se puede compartir, se puede
mostrar, pero de ninguna manera enseñar, no hay
un saber terminado y transmisible, sino solo un filo-
sofar, el saber como camino al mundo de las ideas,
en un intransferible agon personal. Ciertamente
esta imagen la plasmó bien Platón, a través del
referido pasaje del Menon, en la cual el conocimien-
to está en nosotros y a cada uno de nosotros, com-
pete el desarrollarlo.
La medicina, phisis por excelencia, no verá en la
palabra, más que un preámbulo para la acción de la
physis y del pharmacon. Si bien el paciente era con-
templado como un todo, ese todo, devenirá en la
práctica, como physis. Desarrollará así la phisiolo-
gía y la fisiopatología, el origen de la enfermedad se
encontrará en la phisis.
La causa eficiente materialista, la que fundamen-
ta el cambio, será la base determinante del desarro-
llo de la medicina. De esta manera no es de extra-
ñar que la acción de la palabra no fuera valorada
por la medicina hipocrática. Deslumbrados con la
physis, no pudieron entreveer lo que tan cerca
tuvieron, la acción de la palabra. La palabra y sus
efectos, tuvieron que dormitar centurias y centurias
hasta que el genio de Freud, desempolvara la
acción mágica de la palabra y sus consecuencias.
Pero ciertamente, tampoco Freud pudo desembara-
zarse de la teoría empírica del conocimiento, inicia-
da en la medicina hipocrática, continuada por los
empiristas británicos y que desembocó en la era
positivista de finales del siglo diecinueve, época en
la que Freud inicia la teoría psicoanalítica.
Del chamán al psicoterapeuta
Platón pues, nos enseña como el camino para
llegar a ser, está en nosotros, nos recuerda sus difi-
Psiauis. 2000: 21 (5): 221-231
cultades, alentándonos para perseverar en nuestro
camino. Aristóteles nos explica el porqué de la pala-
bra curativa. La medicina hipocrática nos transmite
la idea de una medicina, que mas allá de la pericia
técnica, se realiza según arte. La palabra sanadora,
quedó oculta para la medicina.
La medicina perdió la palabra, como hemos visto,
en beneficio de la physis, quedando en manos de
los filósofos el arte de la palabra. Los caminos de la
medicina y la filosofía se separaron. Es en esta
frontera, linde entre la filosofía y la medicina, donde
podemos situar la palabra curativa, lo que actual-
mente denominamos psicoterapia. Es en este límite
o frontera, donde podremos ver la fractura de la
palabra entre su origen divino,enigma del dios que
precisa del chamán para su interpretación, y la pala-
bra propia del hombre en su búsqueda del ser, o en
palabras de M. Zambrano, en busca del sentir origi-
nario. El hiato entre la phisis y el Ser ese limes
abortado, entre la medicina y la filosofía ejemplari-
zado con Hipócrates, marcará indefectiblemente el
desarrollo de la palabra como lugar de curación.
La sabiduría del chamán le permitió entender el
valor del rito y de la palabra, la epode mágica, se
transformó en logos kalos, capaz de sophrosine,
que por medio de la phronesis, situaba a la palabra
en el camino de la curación. La palabra, legado de
los dioses para la liberación del hombre, en su rela-
ción con ellos, vislumbra su acción curativa a través
de la filosofía. La palabra hipocrática subyugada por
la physis, reencontrará su camino, paradójicamente,
con Freud. El aparato psíquico diseñado por Freud
estará gobernado por leyes inexorables, que en
caso de desarreglos, contarán con las técnicas
oportunas para su ajuste. Desde entonces, la pala-
bra curativa ha ido labrándose un espacio dentro de
la medicina en concreto de la psiquiatría. La medici-
na descubre la palabra y va desgranando las bases
del quehacer psicoterapéutico, de la palabra curati-
va,más allá de las referencias freudianas. Dado el
elevado número de escuelas psicoterapéuticas,
Karasu (26) ha llegado a contabilizar hasta cuatro-
cientas, se ha abierto paso últimamente la hipóte-
sis, de que son los factores comunes a todas las
psicoterapias, (los denominados factores inespecífi-
cos), los que dan lugar a la curación del paciente.
Jerome J. Frank (27) uno de sus principales defen-
sores, apunta como la "desmoralización" de los
pacientes y la esperanza de encontrar un alivio a
sus problemas, son los ejes de toda psicoterapia.
Este refiere como, en las fases iniciales de la psico-
terapia, pueden identificarse varias fases, comunes
en todo tratamiento: Todas ofrecen 1 ) un tipo espe-
cial de relación 2 ) un lugar especial, el santuario
D. Padró
donde el paciente se puede sentir seguro, 3) un
esquema conceptual de tratamiento cuyas explica-
ciones sean convincentes para el paciente. La
aceptación del paciente de los razonamientos del
terapeuta se ven favorecidas por el halo científico
que rodea al terapeuta. 4) La terapia prescribe una
serie de procedimientos basados en el esquema
conceptual ofrecido al paciente. Estas fases comu-
nes en los inicios de las psicoterapias según las
hipótesis de J. Frank, se implementarían en una
fase posterior, por otro tipo de estrategias, que no
dependerían tanto de la "sugestión". Estas serían:
1) estrategias de confrontación con la realidad, el
paciente puede ensayar nuevas formas de enfren-
tarse a las diversas situaciones que le crean stress;
2) nuevas oportunidades de aprendizaje tanto expe-
riencia/ como cognitivo, el paciente en su interrela-
ción con el terapeuta aprende nuevas maneras de
formular los problemas, interpretaciones alternativas
y sus posibles consecuencias; 3) se promueve e l
desarrollo de la autoestima.
De esta manera, no sería de extrañar, que el
éxito o fracaso de una terapia, dependería más del
terapeuta que la realiza, que del marco teórico o
escuela de dicho terapeuta, como de hecho se ha
demostrado experimentalmente, Luborsky (28).
Entre los factores de éxito del terapeuta destaca-
ban la habilidad para realizar una alianza terapéuti-
ca y la pureza en la técnica utilizada. Sabido es,
que las técnicas utilizadas por los terapeutas, tiene
como una de sus misiones, ofrecer un espacio de
identidad y profesionalidad al terapeuta, lo cual le
otorga una mayor confianza en el trabajo que reali-
za (29). En cualquier caso, como bien señalan Par-
loff (30) J. y Strupp (31) H. la discusión, factores
inespecíficos versus factores específicos en psico-
terapia, puede ser de alguna manera estéril, P.e.
una intervención en crisis con objetivos limitados
bien pudiera hacerlo mucha gente incluidos los
paraprofesionales pero, pacientes con un déficit de
personalidad, presentarán mayores dificultades en
su tratamiento. Parloff siguiendo las sugerencias
de Frank nos dirá: La psicoterapia mientras está
caracterizada por su tecnología, no depende para
que sea efectiva, simplemente en su tecnología. En
definitiva, el éxito terapéutico tiene como una de
sus premisas, la relación interpersonal entre
paciente y terapeuta (es interesante comprobar
como hasta el psicoanálisis empieza a valorar la
importancia de las interrelaciones reales entre tera-
peuta y paciente, mas allá de las distorsiones
transferenciales (32, 33), y' las tecnologías, tienen
como misión, ayudarnos a comprender el significa-
do de las dificultades del paciente.
¿Pero en qué consiste la comprensión del signifi-
cado, que las tecnologías nos ofrecen? Si el cha-
mán era uncido por los dioses para realizar su
labor, el psicoterapeuta actual, requiere de los dio-
ses de la tecnología para su labor. El talento, tra-
sunto actual del daimon socrático, será marginado
en aras a salvar la ratio científico-técnica actual. La
actividad artístico creativa que ineludiblemente con-
lleva este oficio,(la comprensión del otro, o si se
prefiere, el significado de sus acciones) quedará
excluida, en beneficio de tecnologías, que como
bien ha demostrado Aple (34) ..., lo que hacen es
amparar decisiones tomadas aparentemente por
razones técnicas, cuando en realidad son tomadas
bajo el designio de la propia escala de valores del
terapeuta, esto es, bajo supuestos personales y
subjetivos. El sabio chamán, descubre el logos y se
prepara para ser. Los terapeutas actuales suplanta-
rán al ser por el saber, pero no el saber acerca del
ser, sino de técnicas que propician el ser. ¿Pero
puede haber alguna técnica que propicie el ser? El
trato con lo humano se ha convertido en técnicas
más o menos afortunadas que tratarán de lo menos
humano que hay en lo humano ¿acaso el logos del
hombre puede ser reducido a cuatro leyes, a cuatro
técnicas del discurrir científico actual? 'Acaso lo
más netamente humano del hombre, entrañas que
nos preceden y nos asientan en lo perecedero, pue-
den ser así descifradas?
La acción de la palabra con fines terapéuticos, la
denominada psicoterapia, está hoy englobada en
multitud de técnicas muchas de ellas dispares que
tienen que ver con aspectos absolutamente parcia-
les del ser humano. El ser de la palabra tan ligada
al ser del que la dice, aparece hoy en día ligada
más a una técnica o escuela que al ser que la pro-
fiere. Por otro lado, la palabra técnica o el pensa-
miento implícito en ella, proceden en multitud de
ocasiones, de cosmovisiones totalmente ajenas a
aquel, que supuestamente va a ser su beneficiario.
La pérdida del sentido del ser en su sentido más
primigenio, ha desembocado en la pérdida de la
palabra en su sentido mas evocador. La palabra,
esa morada del ser que se manifiesta a través del
lenguaje, y que ha servido para acompañarnos en
este viaje de la vida al mas allá, ha perdido su senti-
do más radical, de morada y recepción del otro, de
casa del ser, que invita al otro a compartirla y disfru-
tarla. La palabra, morada de los dioses, con la cual,
el hombre podía acceder a lo divino, sólo sirve
actualmente para resolver conflictos "inconscien-
tes", dejando a la palabra sin ser y por ende sin len-
guaje.
Por lo tanto la praxis actual tanto psiquiátrica

como psicoterapeuta, precisa de un ejercicio de
anamnesis, recuperar el sentido de la palabra, en el
sentido lato del término. Esto es, tendremos que
pasar a situar al ser en su auténtica dimensión,
para la cual la iniciación a dicha praxis debería de
ser, radicalmente transformada. ¿Se puede conec-
tar con el ser sin saber de la filosofía, utillaje del
ser? ¿Se puede saber del hombre sin el saber de
su totalidad, esto es de la configuración de dicho
ser? ¿Se puede tener el saber terapéutico sin saber
ser ? Como hemos visto uno de los ejes de la psico-
terapia pasa por la relación interpersonal real entre
paciente y terapeuta, por lo tanto ¿no pasará por el
ser del terapeuta?, pero ¿la pregunta por el ser, no
será unívoca e intransferible para cada ser? ¿puede
haber alguna tecnología que de cuenta del significa-
do de cada ser? ¿No es lo que pretenden, al fin y a
la postre, las tecnologías psicoterapéuticas actua-
les? Cuando la denominada ciencia positivista inau-
gurada con Comte pretendió sustituir la metafísica
por leyes y datos empíricos, Lacaso respondió a las
preguntas que la metafísica planteaba? Si bien es
cierto que la metafísica pudo desembocar en un
lenguaje estéril y técnico como el que estamos
denunciando, de ninguna manera las leyes ni nin-
gún otro tipo de ciencia han podido responder a las
preguntas que la metafísica o mejor nuestra propia
existencia nos aboca. Por ello nuestra praxis debe
recordar el origen del logos, de sus misterios y enig-
mas, de las dificultades del ser y llegar a ser.
La palabra sigue teniendo en la medicina esa his-
toria que arrastra desde su nacimiento, la phisis la
ciencia, siendo la palabra, el accesorio la presenta-
ción, pero qué pasaría si la palabra fuera algo más
que un accesorio, que el envoltorio del pharmaco
¿y si fuera el fármaco mismo? Ciertamente hace
falta un referente teórico que permita a la palabra
pasar a recuperar ese lugar sagrado de los dioses
pharmaco divino ungüento mágico, lugar de
encuentro donde la palabra retoma su origen fárma-
co que no pertenecerá al cuerpo ni al alma sino al
ser del que habla, la palabra manifestación del Ser,
comunidad con el otro ser. De esta manera el rito
del encuentro terapéutico se llenará de contenido,
la palabra cobrará vida insospechada, seremos los
mediadores de la luz y la esperanza, lugar donde
nos sitúan por un lado nuestros ancestros y por otro
el paciente, luz que a veces, por razones que en
ocasiones se nos escapan, no acaban de llegar
nuestros pacientes envueltos en tinieblas, cavernas
sin luz sin esperanza... Así, el terapeuta dejará de
ser un triste burócrata en busca de elixires despro-
vistos de todo efecto mágico, ya sea con el nombre
de fármacos, o de razones explicativas, leyes psico-
Psiauis. 2000: 21 (5): 221-231
lógicas, harto dudosas por otra parte, para retomar
la palabra, renovada e investida con la magia del
ser y del saber, que no es más qué, al fin y a la pos-
tre, una pequeña lumbre que pide a los dioses un
poco de claridad, para iluminar las oscuridades de
nuestros pacientes(*). Por todo ello creemos nece-
sario un retomo a nuestros orígenes, a ese lugar
chamánico, donde la palabra accede tanto, al
mithos como al logos, magia y ciencia, espacio pre-
vio a la escisión de la palabra, en logos y phisis. En
esta disyuntiva, la palabra "obligada" a estar en uno
de los bandos, no pudo extender sus redes en la
medicina, espacio de la curación. Será pues intere-
sante, disponer de un nuevo paradigma, que reto-
me el logos y la phisis a su unidad de origen. Cree-
mos que este nuevo paradigma, podría ser, la
denominada Nueva Hermenéutica, fundada por
Gadamer H.G. (35),paradigma integrador de un
saber y un ser, que nos facilitarán la comprensión y
por ende la recuperación de la palabra curativa.
La ciencia hermenéutica
Ciertamente, no es muy ortodoxo encabezar este
apartado con el epígrafe de ciencia,dado la acep-
ción que normalmente acompaña a este vocablo.
Gadamer, el filósofo .que encabeza esta corriente
de pensamiento, denomina frecuentemente a la
hermenéutica, como la ciencia que trata del arte de
la comprensión. Como saben, la hemmenéutica,
nace como disciplina, con la interpretación de los
textos sagrados, y tras diversos avatares, reaparece
ante nosotros con todo el saber clásico, dado que
está fundamentada en las reflexiones del gran Pla-
tón, filósofo predilecto de Gadamer, como de Aristó-
teles. De esta manera, nos encontraremos con el
espíritu de la Grecia clásica, actualizada con las
reflexiones de la filosofía hasta recién, introducien-
do cambios cuasi-paradigmáticos en el arte de la
comprensión. Así, y en radical contraposición con el
espíritu de la ilustración, recuperará el prejuicio, en
detrimento del juicio riguroso, exacto y objetivo con
el que los ilustrados pretendían liberarse definitiva-
mente de las supersticiones y surpretecherías ideo-
lógicas del pasado. Todo conocer, parte de un pre-
juicio (conformado por toda nuestra historia previa)
que en contacto con otro prejuicio (el del otro, que
también tendrá su historia) conformará un nuevo
saber:La ciencia con su método científico y objeti-
@
(*) Con ello no se pretende cuestionar la indudable eficacia tera-
péutica de la farmacopea psiquiátrica.
D. Padró
vante, lo que hace es convertir los prejuicios, en jui-
cios asentados firmes no sujetos a contingencias.
Así, la verdad, se convierte en una verdad objeti-
vante cosificadora del sujeto, independiente del
sujeto. La Nueva hermenéutica nos propone por el
contrario, un comprender, no limitado a un mero
aserto intelectivo, abstracto, a la manera de un
conocimiento matemático, sino como experiencia,
en la cual y a través del encuentro con el otro, uno
se transforma, se convierte se encuentra con su
verdadero ser. En toda experiencia auténtica el
encuentro con el otro, supone una transformación
donde ya no se sigue siendo el que se era, en pala-
bras de Gadamer "Reconocer en lo extraño lo pro-
pio, y hacerlo familiar, es el movimiento fundamen-
tal del espíritu, cuyo ser no es sino retorno a sí
mismo desde el ser otro" (36). En ese diálogo con el
otro nos comunicamos con nuestra historia previa,
prejuicios (concepciones previas con las que inter-
pretamos la realidad) que en contacto con el otro y
su prejuicios en un proceso en el que el Ser se des-
vela en un continuo Proyectar y Reproyectar. Este
ocultamiento -desocultamiento del Ser- en este
proceso de ida y vuelta constituye la esencia del
proceso dialéctico que Gadamer fundamenta, en el
denominado circulo hermenéutico. En el compren-
der entra en juego todo nuestro ser, que en su con-
tinua elevación sobre sí mismo, en su transcenden-
cia, nos ayudará en el encuentro de nuestro ser, o
mejor, en el continuo renacimiento de nuestro ser,
de nuestra mismidad, de ahí la autenticidad de la
experiencia hermenéutica.
Como verán, todo ello está muy alejado del méto-
do científico, en busca de la verdad objetiva, dado
que, salvando la dicotomía sujeto/objeto, retorna el
sujeto a la comunidad con el otro. El Otro, no es
alguien a quien descifrar en busca de leyes o enig-
mas escondidos, sino alguien que co-participa en
nuestra aventura del ser y existir. De esta manera
se evita la visión cientista, que hace del ser un obje-
to a estudio, instrumentalizado por las técnicas al
uso, desvinculando al Otro del ser, y al sujeto, de la
necesidad del Otro para llegar a Ser, a ser sujeto.
Correspondencia:
Dr. D. Padro
Servicio de Psiquiatría. Escuza
Hospital Civil de Basurto
Avda. de Montevideo, 18
E-480 13 Bilbao (Vizcaya)
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