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Pío IX o Pío Nono (nacido Giovanni Maria Battista Pellegrino Isidoro Mastai Ferretti; Senigallia, 13

de mayo de 1792-Roma, 7 de febrero de 1878) fue el ducentésimo quincuagésimo quinto papa


de la Iglesia católica y el último soberano de los Estados Pontificios. Su pontificado de 31 años y
8 meses, del 16 de junio de 1846 al 7 de febrero de 1878, ha sido el segundo más largo de la
historia de la Iglesia, o el más largo si se descarta el de san Pedro, cuya duración es difícil de
determinar. Fue beatificado por Juan Pablo II.

Índice

1 Biografía

1.1 Orígenes

1.2 Estudios y actividades previas

1.3 Episcopado y cardenalato

1.4 Elección papal

1.5 Pontificado

1.5.1 Inicios del catolicismo social

1.5.2 Vida sacramental y espiritual del pontificado de Pío IX

1.5.3 La renovación de la Teología moral

1.6 Últimos años y muerte

1.7 Beatificación

2 Documentos

2.1 Encíclicas

2.2 Constituciones apostólicas

2.3 Cartas apostólicas

2.4 Centros Educativos

3 Referencias

4 Bibliografía
5 Enlaces externos

Biografía

Orígenes

Nació el 13 de mayo de 1792 en Senigallia, una localidad del territorio de la Marca de Ancona,
perteneciente a los Estados Pontificios (actualmente, Italia), con el nombre de Giovanni Maria
Battista Pellegrino Isidoro Mastai Ferretti. Fue el noveno hijo de Girolamo (miembro de la noble
familia del conde Mastai Ferretti) y de su esposa Caterina Solazzi. Fue bautizado el mismo día de
nacer en el Duomo de la ciudad.

Recibió la confirmación el 9 de junio 1799 del cardenal Bernardino Honorati, obispo de


Senigallia, y la primera comunión el 2 de febrero de 1803. Cursó sus estudios clásicos en el
famoso Colegio de nobles de Volterra, dirigido por los padres escolapios, del 1803 al 1808; sus
estudios fueron interrumpidos de improviso por un repentino ataque epiléptico, como
consecuencia de un traumatismo en el cráneo causado por un grave accidente, al caer al cauce
de un torrente en octubre de 1797.

Estudios y actividades previas

De joven, para dar gusto a los deseos de su padre, intentó hacer carrera en la Guardia noble de
la Santa Sede; sin embargo, al no conseguir ser admitido a causa de su epilepsia, decidió seguir
sus propias inclinaciones y secundar los deseos de su madre, por lo que comenzó a estudiar
teología en el seminario de Roma. Mientras tanto, su enfermedad cesó y pudo ser ordenado
sacerdote el 10 de abril de 1819.1

En un principio, trabajó como rector del Instituto Tata Giovanni de Roma, hasta que fue enviado
a Chile,23 donde permaneció entre julio de 1823 y junio de 1825, como parte de la
representación apostólica del nuncio monseñor Giovanni Muzi,4 la primera misión en la América
del Sur postrevolucionaria. Allí fue auditor asesor del secretario de Estado, el cardenal Ercole
Consalvi.

Regresó a Roma para dirigir el hospital de San Michele (1825-1827) y para ocupar el oficio de
canónigo de Santa Maria in Via Lata.

Episcopado y cardenalato
El 21 de mayo de 1827 fue nombrado arzobispo de Spoleto a los 35 años de edad y consagrado
el 3 de junio siguiente por el cardenal Francesco Saverio Castiglioni, después papa Pío VIII. De
esta etapa destaca la amnistía que logró para los que participaron en una fallida revolución que,
en 1831, se había extendido a aquella ciudad. Este hecho y sus simpatías por la causa italiana le
hicieron ganar fama de liberal. Al año siguiente de ese suceso, fue trasladado al prestigioso
obispado de Imola manteniendo el cargo de arzobispo ad personam. Fue nombrado cardenal in
pectore el 23 de diciembre de 1839 y hecho público el 14 de diciembre del año siguiente con el
título de cardenal presbítero de los Santos Pedro y Marcelino.

Elección papal

El cónclave que siguió a la muerte de Gregorio XVI en 1846 tuvo lugar en un momento de
ambiente político inestable en Italia. Esto motivó que varios cardenales extranjeros decidieran
no asistir a él. A su comienzo, solo estaban presentes 46 de los 62 cardenales.

Este cónclave se celebró en el palacio del Quirinal de Roma, que entonces era la residencia
pontificia, y fue escenario de una división entre conservadores y liberales. Los conservadores
apoyaban a Luigi Lambruschini, cardenal obispo de Sabina y secretario de Estado del papa
Gregorio XVI. Los liberales, en cambio, apoyaban alternativamente a dos candidatos: a Tommaso
Pasquale Gizzi, cardenal del título de Santa Pudenziana y antiguo nuncio apostólico en el reino
de Cerdeña, y al cardenal Mastai Ferretti. En la primera votación, Mastai Ferretti obtuvo quince
votos y los demás votos fueron para Lambruschini y Gizzi. Muchos pensaban que si Lambruschini
no resultaba elegido, lo sería Gizzi con toda probabilidad.

Obelisco en honor al papa Pío IX. Jamay, Jalisco, México.

Llegado el cónclave a un punto muerto a causa del desacuerdo, los liberales y moderados
decidieron votar por Mastai Ferretti, una decisión que fue contraria al sentir de buena parte de
los gobiernos de Europa. El segundo día del cónclave, el 16 de junio de 1846, Mastai Ferretti fue
elegido papa con una mayoría de 36 votos, mientras que Lambruschini solo obtuvo diez; Gizzi no
recibió ningún voto. Dado que era de noche, no se realizó ningún anuncio formal, exceptuando
la fumata blanca. Muchos católicos asumieron que Gizzi había sido escogido como sucesor de
san Pedro. De hecho, empezó a haber celebraciones en su ciudad natal, Ceccano, y sus
ayudantes, de acuerdo con una antigua tradición, quemaron sus vestiduras cardenalicias.
Moneda de 20 baiocchi con la efigie del Santo Padre Pio IX.

A la mañana siguiente, se anunció la elección del cardenal Mastai Ferretti ante lo que debió ser
una sorprendida multitud de católicos. Cuando el nuevo papa apareció en el balcón, el clima fue
de júbilo. Mastai Ferretti escogió el nombre de Pío IX en honor de Pío VII. A las pocas horas de su
elección llegó a Roma Carlo Gaetano von Gaisruck, cardenal del título de San Marco y arzobispo
de Milán, que llevaba el veto del emperador Fernando I de Austria-Hungría a la elección de
Mastai Ferretti, pero los hechos ya se habían consumado.

Pío IX fue entronizado el 21 de junio por el cardenal Ludovico Gazzoli, protodiácono de San
Eustachio. Inmediatamente nombró a Gizzi secretario de Estado. Los liberales europeos
aplaudieron su elección como Sumo Pontífice.

Pontificado

Papa Pío IX.

Tiara palatina.

Pío IX tenía fama de ser un hombre culto, al ser elegido proclamó una amnistía para los presos
con delitos políticos e instituyó La Consulta, una cámara deliberante de representación popular
(pero elegida no por sufragio universal, sino censitario) que propició una mayor participación
ciudadana en el gobierno de los Estados pontificios. También abolió el antiguo gueto judío de
Roma. Para sus propósitos liberalizadores tuvo que pugnar arduamente con la propia curia
romana, hasta el punto que en dos años tuvo no menos de siete secretarios de Estado.

Durante las revoluciones de 1848, se proclamó la república en Roma y el papa tuvo que huir a
Gaeta, en el reino de las Dos Sicilias, disfrazado de monje. Desde allí pidió ayuda a las principales
potencias católicas: España, Austria, Francia y las Dos Sicilias, que acudieron en su ayuda.
Cuando sus territorios le fueron restituidos por los franceses, volvió animado por propósitos
menos liberales, ejemplo de ello, la restauración del gueto judío.

En 1853 se reconcilió con las monarquías protestantes de los Países Bajos e Inglaterra, las cuales
permitieron el restablecimiento en sus países de la jerarquía católica.

Los siguientes actos que llevó a cabo, tanto políticos como religiosos, fueron encaminados a la
defensa doctrinal y a la preservación de los Estados Pontificios, amenazados por la unificación de
los territorios italianos que estaba llevando a cabo el reino de Piamonte. Hacia 1860 el rey Víctor
Manuel II había conquistado casi todos los dominios papales.

En 1864 Pío IX promulgó la encíclica Quanta cura que lleva como apéndice el celebérrimo
Syllabus erroroum, compendio de ochenta proposiciones condenatorias de las doctrinas del
momento. Específicamente anatematizó el panteísmo, el naturalismo, el racionalismo, el
indiferentismo, el latitudinarismo, el socialismo, el comunismo, el liberalismo, las sociedades
secretas, el biblismo, y la autonomía de la sociedad civil. Reafirmaba la invalidez del matrimonio
celebrado entre católicos no separados de la Iglesia, que se celebrase ante una autoridad civil,
por un defecto de forma canónica.

Otras acciones a destacar de este papa son la proclamación del dogma de la Inmaculada
Concepción (encíclica Ineffabilis Deus del 8 de diciembre de 1854) y la convocatoria del Concilio
Vaticano I (1869-1870), donde se definió la infalibilidad papal para sus pronunciamientos ex
cathedra -circunstancia ésta que se produce en contadísimas ocasiones- y el fortalecimiento del
primado romano (constitución apostólica Pastor Aeternus de 18 de julio de 1870). El Concilio
también recogió las tesis del Syllabus y mediante la constitución Dei Filius (De fide catholica)
reconocía a los romanos pontífices el primado de jurisdicción sobre todos los obispos, tanto
individual, como colectivamente considerados.

Los esfuerzos de Pío IX para conservar los Estados de la Iglesia fueron en vano ya que el 20 de
septiembre de 1870 el ejército piamontés entró en Roma y puso fin a la soberanía de los papas
que había durado más de mil años.

Pío IX se negó a reconocer el reino de Italia, a establecer relaciones diplomáticas con él y rechazó
las garantías personales que se ofrecían y excomulgó al rey Víctor Manuel II de Saboya.
Mediante la bula Non Expedit prohibió a los católicos, bajo severas penas canónicas, toda
participación activa en la política italiana, incluido el sufragio.

Los últimos años de su pontificado los vivió en condiciones de aislamiento en los palacios del
Vaticano, viendo como las propiedades de la Iglesia en Italia eran confiscadas, mientras que en
Alemania, Bismarck comenzaba su Kulturkampf contra el catolicismo. Su pontificado había sido
uno de los más largos de la historia y, a su vez, uno de los que tuvo que afrontar problemas más
graves.

El 23 de julio de 1858, las autoridades civiles de los Estados Pontificios retiraron la patria
potestad a los padres de Edgardo Mortara, que eran judíos, dado que había sido bautizado como
cristiano. Fue acogido en una institución de educación católica; con todo, sus padres intentaron
recuperar la patria potestad durante doce años, empeño que nunca consiguieron. Cuando,
finalmente, a raíz del declive del poder de los Estados Pontificios, le fue posible reencontrase con
sus padres judíos, rechazó tal posibilidad. Poco tiempo después, fue ordenado sacerdote. El
llamado Caso Mortara conmovió a la opinión pública de la época y, más recientemente, ha sido
causa de las críticas que recibió la beatificación de Pío IX.

Inicios del catolicismo social

Durante el pontificado de Pío IX se inicia en la Iglesia el denominado catolicismo social, para


defender los derechos de los trabajadores tras la revolución industrial.

Los católicos tomaron pronto conciencia de los problemas político-religiosos que se derivaban de
la Revolución francesa, sin embargo muy lentamente, como el resto de la sociedad, fueron
conscientes de una segunda revolución de otra naturaleza que estaba modificando en
profundidad la sociedad tradicional, la denominada revolución industrial.

Desde 1830 los teóricos y activistas, como Robert Owen (cartistas) en Inglaterra y Saint-Simon,
Fourier y Proudhon en Francia, habían denunciado las injusticias del capitalismo y del
liberalismo, promoviendo la resistencia obrera. En 1847 Marx y Engels había elaborado el
“manifiesto comunista”, la carta magna del socialismo científico.

Mientras el movimiento obrero se organizaba de este modo, amplios sectores de la sociedad,


hasta el fin del siglo, rechazaban tomar en consideración la necesidad de lo que hoy se llama
“reforma de las estructuras” sea por incomprensión de los nuevos problemas, sea por la
absoluta novedad de los mismos.
Lo penoso de la situación fue reconocido por un número cada vez mayor de personas, sin
embargo éstos no veían otra solución que la caridad privada y las obras de beneficencia, que
más bien eran remedios sintomáticos para paliar algunas de las consecuencias de la nueva
estructura socioeconómica de Europa, pero no para atacar las raíces del problema.

No obstante, una minoría muy pronto hizo propias estas preocupaciones sociales, dándose
cuenta de que la cuestión obrera constituía un grave problema de justicia. Sobre todo en
Alemania, la toma de conciencia de esta situación se adelantó al resto de países, de modo que,
en justicia, debe ser colocado en este país el origen del movimiento social católico que en 1891
tendrá su primera expresión oficial en la encíclica Rerum Novarum de León XIII.

Con todo, no es exacto que con esta encíclica se iniciara la doctrina social de la Iglesia. Pío IX, si
bien más preocupado por las repercusiones del liberalismo en el campo político y doctrinal, no
ignoraba la faceta social de esta doctrina. A menudo se olvida que Pío IX, en la encíclica Quanta
Cura, (1864) condenó el socialismo y el liberalismo económico, por lo que hizo un primer esbozo
de las enseñanzas que León XIII desarrollará: denunciaba conjuntamente, por una parte, la
pretensión del socialismo del siglo XIX de sustituir la Providencia divina por el Estado y, por otra,
el carácter materialista del liberalismo económico que excluye el aspecto moral de las relaciones
entre capital y trabajo.

El caso alemán: Mons. Ketteler

Pio IX en 1863.

Alemania estuvo a la vanguardia del movimiento social católico, y en este país se inicia el primer
partido político católico. Se puede afirmar que, en gran parte, el caso alemán se debe a la obra y
la actividad de obispo de Maguncia G.U. von Ketteler.

Su importancia es de orden doctrinal, sintetizado en su obra "La cuestión obrera y el


cristianismo" (1864), escrito tras 15 años de reflexión. Su novedad radicaba más en el
diagnóstico de la problemática, que en la concreta solución que proponía: no se conformaba con
sugerir algunas reformas concretas, sino que señalaba que el problema obrero era de tal
magnitud que no se podía concebir sino mediante una nueva concepción del estado opuesta al
individualismo liberal y al totalitarismo estatalista.
Con independencia de la solución apuntada por mons. Ketteler (postulaba la organización de la
sociedad en un modo corporativista) su análisis de la situación señalaba que no era suficiente
limitarse a paliar determinadas carencias sociales, sino que había que cambiar el mismo sistema
de las cosas.

Ketteler, del cual León XIII dirá que fue su “ gran precursor”, murió en 1877, pero su espíritu no
desapareció con él, y se le puede atribuir en buena parte las primeras leyes sociales, muy
progresistas para la época, que fueron votadas en el Reichstag con el apoyo del Partido de
Centro, cuya doctrina social se inspiró en Ketteler.

Es justo señalar, además, que junto con importante aportación doctrinal, mons. Ketteler
desarrolló toda una gran actividad en su diócesis y en toda Alemania, empeñando todo su
prestigio como prelado para fomentar la creación de entidades asociativas católicas de obreros
que defendiesen por medios pacíficos sus derechos:

- Aumento de salarios.

- Disminución de horas de trabajo.

- Descanso dominical.

- Prohibición del trabajo a los menores.

Vida sacramental y espiritual del pontificado de Pío IX

Pío IX con el rey de las Dos Sicilias, Francisco II (a su derecha), durante la visita de este último al
Quirinale en 1859.

Una de las características del pontificado de Pío IX fue la superación del jansenismo en la Iglesia
católica.
El jansenismo es un movimiento del siglo XVI en cuya base está una doctrina sobre la gracia, que
dio por resultado una especie de catolicismo “calvinizado”.

En síntesis, la posición dogmática del jansenismo era que el pecado original había provocado una
corrupción radical de la naturaleza humana. La voluntad humana desde la caída de Adán es
impotente ante el asalto de la concupiscencia. No puede evitarse el pecado en tanto al hombre
no le sea concedida la gracia divina. La gracia es omnipotente e irresistible. Si Dios concede la
gracia, el hombre evita el pecado; sin la gracia no se puede hacer otra cosa que pecar. Sin
embargo, la gracia solo se concede a unos pocos, a quien Dios desea salvar; por lo tanto Cristo
no murió por todos los hombres, sino por unos pocos.

Esta doctrina fue reprobada repetidas veces por los Romanos Pontífices; sin embargo este
movimiento seguía ejerciendo influencia en el catolicismo, especialmente en Francia y en los
Países Bajos.

En particular, la práctica jansenista del uso de los sacramentos en general, y de la penitencia y la


eucaristía en particular era contraria al espíritu de la Iglesia post-tridentina.

Para el movimiento jansenista la comunión eucarística solo era una recompensa para el que
triunfaba en la virtud; es más, rechazar la recompensa era, incluso, más meritorio que aceptarla.
Por ello, en los territorios de influencia jansenista, era frecuente que los fieles católicos
recibieran raramente la comunión.

Dadas estas premisas, podemos señalar, por contraposición, que una de características de la vida
sacramental promovida durante el pontificado de Pío IX como superación del jansenismo, es la
mayor frecuencia en la recepción de los sacramentos, en especial de la eucaristía y la penitencia,
así como un aumento de las devociones de los fieles católicos. En síntesis, y sin afán de
exhaustividad, podemos enumerar:

- Aumento de la piedad eucarística y de la adoración al Santísimo Sacramento fuera de la


celebración eucarística. Y así, en efecto, en 1851 Pío IX recomienda oficialmente la Adoración
Perpetua.
- Otro rasgo de la superación del jansenismo es la extensión a toda la Iglesia de la devoción al
Sagrado Corazón de Jesús. Pío IX proclama venerable a Margarita María Alacoque y extiende la
fiesta del Sagrado Corazón de Jesús a la Iglesia Universal. En este sentido, es destacable la
iniciativa para consagrar al Sagrado Corazón individuos, familias, congregaciones religiosas,
incluso Estados. Hubo una petición presentada a Pío IX al acabar el Concilio Vaticano I suscrita
por casi todos los obispos y superiores de Órdenes religiosas y más de 1 000 000 de fieles laicos
para consagrar el mundo entero al Sagrado Corazón de Jesús.

- Redescubrimiento de Cristo: El jansenismo daba más importancia a la majestad abstracta de


Dios que a Cristo “Perfectus Deus, Perfectus Homo”. Ahora la piedad se hace más cristocéntrica;
de modo que, con propiedad, algunos autores señalan la espiritualidad de esta época como la
del “redescubrimiento de Cristo”. En este sentido, y con carácter anecdótico, se puede señalar la
gran popularidad y difusión que tuvieron algunas obras de espiritualidad centrada en la vida de
Cristo, como por ejemplo “la Dolorosa Pasión de Nuestro Señor Jesucristo” de Catalina de
Emmerik.5

La renovación de la Teología moral

También en este campo, el jansenismo había dejado su huella, generando una teología moral
que se caracterizaba por un rigorismo muy acentuado; se puede sintetizar señalando que
entendían que las obras de los no cristianos no tenían absolutamente ningún valor; además
rechazaban el dolor de atrición (en contradicción con el Concilio de Trento) por considerarlo
sumamente imperfecto.

Frente a esta postura moral, surgió ya en el siglo XVIII la figura de san Alfonso María de Ligorio,
cuya renovación en este campo es recomendada por Roma en numerosas ocasiones; Pío IX, en
este sentido, en un gesto muy significativo, proclamó a san Alfonso María de Ligorio doctor de la
Iglesia en 1871, a petición de un número muy elevado del episcopado mundial (unos 600
obispos). Esta nueva perspectiva moral fue acogida con entusiasmo por los clérigos.

Últimos años y muerte

Máscara mortuoria de Pío IX.


Funeral del papa Pío IX.

Pío IX logró vivir lo suficiente para presenciar la muerte de su antiguo adversario, Víctor Manuel
II de Italia en enero de 1878. Tan pronto como se enteró de la gravedad de la situación del rey,
Pío IX lo absolvió de todas las excomuniones y otras penas eclesiásticas. El propio Pío IX murió
un mes después, el 7 de febrero de 1878 a las 5:40 de la tarde, de una epilepsia que dio lugar a
un ataque y un repentino ataque al corazón, mientras rezaba el rosario con sus colaboradores.6

Desde 1868, el papa sufría erisipelas faciales y luego, llagas abiertas en las piernas.7 Sin
embargo, insistió en la celebración de la misa todos los días. El calor sofocante del verano de
1877 empeoró las llagas, llegando incluso a tener que ser transportado para poder moverse. Se
sometió a varios procedimientos médicos dolorosos, que llevó a cabo con notable paciencia.
Pasó la mayor parte de sus últimas semanas en su biblioteca, donde recibió a sus cardenales y
realizó sus audiencias.8 El 8 de diciembre, en la fiesta de la Inmaculada Concepción, su situación
mejoró notablemente hasta el punto de que pudo volver a caminar. En febrero podía decir la
misa de nuevo por su cuenta, de pie, disfrutando de la fiesta popular del 75º aniversario de su
primera comunión.

Bronquitis, una caída al suelo y un aumento de la temperaturas empeoraron su situación


después del 4 de febrero de 1878. Siguió bromeando sobre sí mismo, cuando el cardenal vicario
de Roma ordenó tocar las campanas y decir oraciones durante su recuperación. «¿Por qué
quieres impedirme ir al cielo?», le preguntó con una sonrisa. Pero le dijo a su médico que había
llegado su hora.9 Pío IX murió el 7 de febrero de 1878, con 85 años, concluyendo el pontificado
más largo en la historia papal, después del de san Pedro, que la tradición sostiene había reinado
durante 37 años. Sus últimas palabras fueron: «Guarda la Iglesia a la que tanto amé y
sagradamente», según lo registrado por los cardenales de rodillas al lado de su cama. [cita
requerida]

Su cuerpo fue enterrado en la gruta de la Basílica de San Pedro, pero se trasladó en procesión la
noche el 13 de julio de 1881 a la Basílica de San Lorenzo Extramuros, tal y como él mismo había
señalado en su testamento. Cuando el cortejo se acercaba al río Tíber, un grupo de romanos
anticlericales amenazó con lanzar el ataúd al río. Solo la llegada de un contingente de la milicia
libró al cuerpo de Pío IX de semejante acto.10

Su lápida sepulcral ostenta la frase «Ossa et cineres Pii IX papae. Orate pro eo» («Huesos y
cenizas del papa Pío IX. Rogad por él»).

Beatificación

Tomba papa pio IX.JPG

El proceso para la beatificación de Pío IX —que en sus primeras etapas (desde 1878) tuvo la
firme oposición del gobierno italiano— se inició el 11 de febrero de 1907 y se reanudó en tres
ocasiones.11 Sin ningún tipo de oposición italiana, el papa Juan Pablo II lo declaró venerable el 6
de julio de 1985 y lo beatificó el 3 de septiembre de 2000 —cuando también se incluyó la
beatificación del papa Juan XXIII (1958-1963)—. Se le conmemora litúrgicamente el 7 de febrero,
aniversario de su muerte.

La beatificación de Pío IX fue controvertida y criticada tanto por judíos como por cristianos
debido a la percepción de su política como autoritaria y reaccionaria, la acusación de abuso del
poder episcopal y el antisemitismo (en concreto, el caso de Edgardo Mortara).12 Los críticos
sostienen que su beatificación coloca «una carga insoportable sobre las relaciones entre los
judíos y católicos», especialmente teniendo en cuenta los gestos conciliadores del papa Juan
Pablo II hacia el judaísmo.13 El proceso coincidió con la canonización de Edith Stein, también
polémica.14

Documentos

Encíclicas

Qui pluribus, programa de pontificado (9 de noviembre de 1846)

Praedecessores Nostros, sobre la situación de la Iglesia católica en Irlanda (25 de marzo de 1847)

Ubi primum I, creando la Congregación de Órdenes Religiosas (17 de junio de 1847)

Romani e quanti, instando a sus súbditos a mantener el orden público y a respetar las
instituciones (14 de marzo de 1848)

Non semel, contra los intentos de proclamar la República Romana (23 de junio de 1848)

Da questa pacífica, mensaje a sus súbditos desde el exilio de Gaeta (1 de enero de 1849)

Ubi primum II, autorización al clero que pueda sustituir determinados rezos del Breviario por las
horas canónicas especiales en honor de la Inmaculada Concepción (2 de febrero de 1849)

La serie, al Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede sobre la situación de exilio (14 de
febrero de 1849)

Quibus, quantisque, por la que se muestra dispuesto a ofrecer su vida por el restablecimiento de
la Santa Sede en Roma (12 de agosto de 1849)

Noscitis et Nobiscum, sobre la formación para el sacerdocio (8 de diciembre de 1849)

Si semper antea, agradecimiento a los monarcas europeos que le han ayudado en su reposición
en la sede romana (14 de agosto de 1850)

Exultavit cor nostrum, convocando un jubileo extraordinario (21 de noviembre de 1851)

Nemo certe ignorat, sobre la formación de los jóvenes destinados al sacerdocio (25 de marzo de
1852)

Probe noscitis, a los obispos de España para que cuiden los intereses de la Iglesia católica (17 de
mayo de 1852)

Inter multiplices, con la que insta a replicar la propaganda contra la Santa Sede (21 de marzo de
1853)

Neminem vestrum, sobre la situación de la Iglesia católica en Armenia (2 de febrero de 1854)

Optime noscitis I, sobre la situación de la Iglesia católica en Irlanda (20 de marzo de 1854)

Apostolicae nostrae, por la que insta a rogar por la pacificación de los pueblos y ofrece
indulgencias al respecto (1 de agosto de 1854)

Inter graves, por la que se fija el 8 de diciembre para sea conmemorada la Inmaculada
Concepción (1 de noviembre de 1854)

Ineffabilis Deus, proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción (8 de diciembre de 1854)

Singulari quadam, sobre la prevalencia de la fe sobre la razón y la imposibilidad de salvación


fuera de la Iglesia católica (23 de diciembre de 1854)

Optime noscitis II, imponiendo a la jerarquía católica del Imperio de Austria la obligación de
someter sus escritos al gobierno del emperador Francisco José I (5 de noviembre de 1855)

Cum saepe, condena de las leyes anticatólicas promulgadas por el rey Víctor Manuel II (26 de
julio de 1855)

Singulari quidem, mensaje a la conferencia de obispos del Imperio de Austria reunida en Viena
(17 de marzo de 1856)

Cum nuper, (mensaje a los obispos del reino de las Dos Sicilias (20 de enero de 1858)

Amantissimi Redemptoris, reafirmando la obligación de que los sacerdotes apliquen la Eucaristía


para el pueblo que tienen confiado (3 de mayo de 1858)

Cum Sancta Mater, solicitando oraciones para la paz entre los pueblos (27 de abril de 1859)

Qui nuper, manifestando la voluntad de perseverar en su misión apostólica ante los problemas
políticos (18 de junio de 1859)

Ad gravissimum, sobre la necesidad de que la Santa Sede disponga también de poder temporal
(20 de junio de 1859)

Maximo animi, protestando por la ocupación de la Emilia por parte de las tropas de Víctor
Manuel II (26 de septiembre de 1859)

Nullis certe, oponiéndose a la petición de Napoleón III, emperador de los franceses para que el
papa renuncie a las provincias de Emilia y Romaña - 1860

Cum catholica Ecclesia, excomunión de todos cuantos participan o alientan la rebelión en los
Estados de la Iglesia (26 de marzo de 1860)

Novos et ante, protesta por la inhibición de muchos países europeos ante las pretensiones de
Víctor Manuel (26 de marzo de 1860)

Multis gravibusque, denunciando la no ratificación por parte del Gran Ducado de Baden del
concordato que firmó con la Santa Sede (24 de abril de 1860)

Iamdum cernimus, condenando las presiones a las que el papa se ve sometido, de ceder los
territorios ocupados por el rey del Piamonte, (18 de marzo de 1861)

Amantissimus humani, sobre las Iglesias orientales y su unidad con la Iglesia latina ( 8 de abril de
1862)

Maxima quidem, condenando los excesos del libertinaje en asuntos de fe y costumbres (9 de


junio de 1862)

Quanto conficiamur, contra el indeferentismo religioso (10 de agosto de 1863)

Incredibili afflictamur, sobre la situación de la Iglesia católica en la república de Nueva Granada


(Colombia) - (17 de septiembre de 1863)

Multis gravissimis, normas canónicas a seguir en las diócesis de Sicilia (28 de enero de 1864)

Ubi Urbaniano, sobre las condiciones de la Iglesia católica en Polonia impuestas por las
autoridades rusas (30 de julio de 1864)

Maximae quidem, a la conferencia de obispos católicos alemanes reunida en Bamberg (18 de


agosto de 1864)

Quanta cura, condena de los errores de los tiempos modernos (Syllabus) – (8 de diciembre de
1864)

Multiplices inter I, contra la masonería (25 de septiembre de 1865)

Meridionali Americae, sobre el clero indígena en Sudamérica (30 de septiembre de 1865)

Levate, contra la actuación de las autoridades rusas en Polonia (27 de octubre de 1867)

Ex quo infensissimi, concesión de condecoraciones a las Milicias Papales y a las tropas auxiliares
francesas por su actuación en la batalla de Mentana (14 de noviembre de 1867)

Aeterni Patris, convocatoria del Concilio Vaticano I (29 de junio de 1868)

Arcano divinae, a todos los obispos del mundo, exhortándolos a asistir al Concilio (8 de
septiembre de 1868)

Iam vos omnes, a los cristianos separados de la Iglesia católica invitándolos a recuperar la unidad
(13 de septiembre de 1868)

Non sine gravísimo, al patriarca de Constantinopla sobre la situación de la Iglesia católica armena
(24 de febrero de 1870)

Multiplices inter II, reorganizando la jerarquía eclesiástica en Ecuador (23 de marzo de 1870)

Apostolici ministerio, nombrando un co-visitador aspostíloco para la Orden Antoniana de


Armenia (5 de abril de 1870)

Quo impensiore, amenaza de excomunión a la Orden Antoniana de Armenia caso de que no se


reintegre a la disciplina romana (20 de mayo de 1870)

Respicientes ea, excomunión de cuantos hayan invadido, usurpado o ocupado territorios de los
Estados de la Iglesia (1 de noviembre de 1870)

Ubi nos, notificando a la Iglesia universal el rechazo de las Guarentigie (garantías) ofrecidas al
papa por Víctor Manuel II (15 de mayo de 1871)

Beneficia Dei, anunciando indulgencia plenaria con motivo del XXV aniversario de su ascensión al
solio pontificio (4 de junio de 1871)

Saepe, Venerabilis, agradeciendo las muestras de apoyo y afecto de los católicos (5 de agosto de
1871)

Ordinem vestrum, lamentando que en algunos lugares se afirme que las decisiones del Concilio
Vaticano I se contraponen al orden tradicional de la Iglesia (27 de octubre de 1871)

Quartus supre, exhortando a las Iglesias orientales a permanecer unidas y fieles a la sede
romana (6 de enero de 1873)
Etsi multa, sobre la situación de la Iglesia en la Confederación Helvética (21 de noviembre de
1873)

In magnis illis, sobre la consagración irregular de Kaspar I. Rinkel como obispo de Harlem (Países
Bajos) (27 de diciembre de 1873)

Vix dum a nobis, sobre la situación de la Iglesia en la monarquía austrohúngara (7 de marzo de


1874)

Omnem sollicitudinem, a los católicos de rito greco-ruteno (13 de mayo de 1874)

Gravibus Ecclesiae, proclamando el jubileo del año 1875 (24 de diciembre de 1874)

Quod nunquam, sobre la situación de la Iglesia en Alemania (5 de febrero de 1875)

Graves ac diuturnae, sobre poemas teológicos suscitados en la universidad de Berna (Suiza) - (23
de marzo de 1875)

Quae Patriarchatu, sobre problemas entre los catícos de rito caldeo (1 de septiembre de 1876)

Dives in misericordia, conmemoración del II centenario de la muerte de san Francisco de Sales


(16 de noviembre de 1877)

Constituciones apostólicas

Nei giorni, proclamando un indulto para los condenados por delitos políticos en los Estados de la
Iglesia (9 de noviembre de 1846)

Nelle istituzioni, proclamación del Estatuto Fundamental para el Gobierno Temporal de los
Estados de la Iglesia, (14 de marzo de 1848)

Ex aliis nostris, condiciones para obtener indulgencias en el jubileo extraordinario proclamado


(21 de noviembre de 1851)

Reversurus, sobre la correcta elección de obispos (12 de julio de 1867)

Dei Filius, promulgando la constitución del Concilio Vaticano I que condena el “racionalismo” o
“naturalismo” (24 de abril de 1870)

Pastor Aeternus, constitución del Concilio Vaticano I que reafirma el Primado Romano y
proclama la infalibilidad del papa cuando habla ex cathedra (18 de julio de 1870)

Cartas apostólicas

Tuas libenter, al nuncio en Baviera, sobre la reciente reunión de teólogos celebrada en Múnich
sin el consenso de la Santa Sede (21 de diciembre de 1863)

Religiosas regularium, al obispo de Tiane, sobre la Orden Antoniana y la situación de la Iglesia


católica en Armenia (23 de febrero de 1870)

Ecclesia Dei, al cardenal Costantino Patrizi, obispo de Ostia, decano del Sacro Colegio y vicario
para la ciudad de Roma, manifestando el rechazo de las Guarentigie ofrecidas al papa por el rey
Víctor Manuel II (2 de marzo de 1871)

Costretti nelle attuali, al cardenal Costantino Patrizi, sobre las intenciones del Reino de Italia de
suprimir las órdenes religiosas (16 de junio de 1872)

Centros Educativos

Asociación Católica de Señoras de Madrid.

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