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Introducción
Suspensión de la ejecución de la pena
Que es la pena
El término pena deriva del término en latín “poena” y posee una connotación de
dolor causado por un castigo.
La ejecución penal nos coloca dentro del sistema de judicialización de las penas.
Esto indica que el condenado, recluso o individuo privado de su libertad siempre
tendrá o estará bajo la vigilancia de la autoridad judicial a través del denominado
juez de la ejecución de la pena o simplemente juez ejecutor. Entonces
entendemos como ejecución en el proceso penal el conjunto de actos atribuidos a
los órganos del Estado, facultados legalmente para ello, que tienden a dar
cumplimiento dentro de los límites establecidos por la ley y los reglamentos, a los
pronunciamientos contenidos en el fallo o parte dispositiva de las resoluciones
judiciales ejecutables recaídas en un proceso penal. Cuando se trate de la
ejecución de penas privativas de libertad se deberá tener en cuenta que éstas
están orientadas hacia la reeducación y reinserción social de los condenados o el
régimen penitenciario tiene por objetivo la reeducación, reincorporación y
rehabilitación del penado a la sociedad como lo señala la constitución art. 139,
incisos: 21 y 22
En la ejecución penal confluyen elementos diversos que nos ponen a pensar sobre
la verdadera naturaleza del juez de la ejecución de la pena. Por un lado se
perfilan aquellos elementos ligados a la administración penitenciaria y, por el otro
lado los elementos asociados al componente jurisdiccional. Las múltiples
actividades del juez ejecutor lo llevan a convertirse en un vigilante de los procesos
e instancias de la administración carcelaria y en un garante de los derechos
fundamentales del condenado.
Las razones que se han aducido tradicionalmente para operar con otras fórmulas
que no sea el ingreso en prisión de tales infractores pueden caer en la conocida
contaminación carcelaria que se produce en delincuentes primarios a causa de su
convivencia en un centro penitenciario con avezados (acostumbrados) internos
que generarán más efectos negativos y perjudiciales en su personalidad, que los
de resocialización e integración social, que constituyen uno de los fines principales
de la pena.
Pero hoy se propugna también que en los delitos de gran impacto social y en los
que la práctica nos dice que se producen pocas posibilidades de reincidencia
(delitos económicos, blanqueo de capitales, delitos fiscales, afectantes a los
funcionarios públicos, y en general, los que podemos denominar como de
corrupción), en suma, en aquellos que la sociedad percibe con menos
comprensión la suspensión condicional de la pena, que se ejecute la misma, bajo
el fundamento de que este tipo de delincuencia es altamente perjudicial para el
cuerpo social, por el mal ejemplo que genera.
A pesar de ello, el Consejo Fiscal destaca que ello no implica que sea dable
neutralizar la vigencia del principio de prevención general, que en determinadas
ocasiones podría justificar la denegación del beneficio pese a la existencia de una
prognosis favorable, bajo la defensa del orden jurídico como causa de la
denegación de la suspensión, al modo como se opera en el derecho alemán.
Antes de dar a conocer sus contornos jurídicos, hemos de preguntarnos por dos
cuestiones: una, si en efecto, ha desaparecido el instituto de la suspensión de las
penas, que tan buenos resultados estaba dando en el tratamiento de delincuentes,
que si no primarios, no eran reos habituales, y todavía podían tomarse en
consideración otro tipo de medidas como evitar el ingreso en prisión mediante la
imposición de otras sanciones, como la imposición de una multa, la realización de
trabajos en beneficio de la sociedad o una localización permanente, menos
aflictivas en cualquier caso que él pudo ingreso en prisión.
Desde nuestro punto de vista, contamos con dos razones para considerar que no
existe ya propiamente un sistema de sustitución de penas, al modo en cómo se
diseñó por el Código Penal de 1991; primeramente, porque no ocupan ya un
espacio para delincuentes no primarios y a su vez que no sean reos habituales,
sino que se pueden imponer tales «medidas», conforme al nuevo art.80.3, en
cualquier supuesto de suspensión condicional de la pena y consecuentemente su
integración en el régimen común de la suspensión se construye con una fórmula
de alcance general: el Juez o Tribunal también podrá condicionar la suspensión de
la ejecución de la pena al cumplimiento de alguna o algunas de las siguientes
prestaciones o medidas.
Hemos dicho que la norma actualmente vigente se refiere a los casos en que sea
razonable esperar que la mera imposición de la pena que se suspende resulte
suficiente para evitar la comisión futura por el penado de nuevos delitos, lo cual no
es exactamente lo mismo que una prognosis individualizada de peligrosidad
criminal. Ahora bien, además de tratarse de un concepto muy próximo, es lo cierto
que el nuevo art. 58, matiza que podrán imponerse reglas de conducta cuando ello
resulte necesario para evitar el peligro de comisión de nuevos delitos. Lo cual
hace que nos inclinemos por una contestación positiva al problema planteado.
En primer lugar, las penas privativas de libertad son (art.29) la prisión permanente
revisable, la prisión, la localización permanente y la responsabilidad personal
subsidiaria por impago de multa. Su cumplimiento, así como los beneficios
penitenciarios que supongan acortamiento de la condena, se ajustarán a lo
dispuesto en las leyes y en el Código Penal.
Cuando hablamos de una pena corta privativa de libertad no siempre nos estamos
refiriendo a una pena que es consecuencia de la levedad del delito cometido, sino
también a los casos en donde concurran circunstancias semi-eximentes,
atenuantes cualificadas o grados de desarrollo imperfecto en la ejecución del
delito, o participación criminal accesoria.
Las diversas posibilidades que se nos ofrecen, se han de traducir en uno de los
parámetros que se han valorar judicialmente para activar este mecanismo, pues
no será lo mismo la prognosis sobre esa esperanza razonable de que no se vuelva
a reincidir en el delito en unos casos que en otros. Pero todos ellos cumplen, eso
sí, el requisito de tratarse de una pena corta privativa de libertad, y en
consecuencia, el órgano judicial debe pronunciarse al respecto.
De todos modos, debe tratarse de una pena privativa de libertad, no otra clase de
pena. Y por ello, por no tratarse de penas privativas de libertad, no pueden ser
suspendidas, ni las privativas de derechos ni la pena de multa; y por no tratarse de
penas, tampoco pueden ser suspendidas las consecuencias accesorias y la
responsabilidad civil derivada del delito.
De ello, se desprende:
Por ello, se introduce un sistema inverso al derogado, en tanto que en este, era
necesario el pago de la responsabilidad civil (y también que se hubiera hecho
efectivo, en su caso, el decomiso acordado por los jueces o tribunales), pero con
el nuevo régimen jurídico basta con efectuar un compromiso de pago de la
responsabilidad civil, y es la ocultación de bienes o el hecho de no aportar
información sobre los disponibles o de no facilitar el decomiso acordado lo que
determina la revocación de la suspensión ya acordada.
Nos parece, empero, criticable la mención que se hace, sin fundamento a nuestro
juicio, a ese «impacto social del delito», como uno de los criterios para solicitar las
oportunas garantías. Algunos autores (Roig Torres, por ejemplo), ven la «alarma
social» como elemento decisor para asegurar el pago.
El artículo 57° del Código Penal (CP), vigente, prescribe que el juez puede
suspender la ejecución de la pena siempre que se reúnan, de forma copulativa, los
siguientes requisitos: (i) que la condena se refiera a una Pena Privativa de
Libertad (PPL) no mayor a cuatro años; (ii) que la naturaleza, modalidad del hecho
punible, comportamiento procesal y la personalidad del agente, permitan inferir al
juez que aquel no volverá a cometer un nuevo delito; y que, (iii) el agente no tenga
la condición de reincidente o habitual. (Edward Calmet Ibañez)
Otro
Son las reglas establecidas en el Código Penal Peruano (Art. 58) para que haya
una posibilidad de suspender la ejecución de la pena impuesta por el Juez, es
decir cuando el juez haya suspendido la ejecución de la pena este impone ciertos
parámetros.
En el código penal Peruano, los artículos que se encargan del tema son los que
van del 57 al 61, sin embargo para tratar específicamente lo que son las reglas de
conducta cabe revisar el artículo 58, que a la letra dice lo siguiente:
2. Prohibición de ausentarse del lugar donde reside sin autorización del Juez;
4. Reparar los daños ocasionados por el delito, salvo cuando demuestre que está
en imposibilidad de hacerlo;
5. Que el agente no tenga en su poder objetos susceptibles de facilitar la
realización de otro delito; y,
En primer lugar, cabe mencionar que las reglas de conducta no son una condición
solo para la aplicación de la suspensión de la pena privativa de libertad, ya que
también encontramos la aplicación de las reglas de conducta en los casos de
reserva del fallo condenatorio o en la libertad condicional; entonces se deduce que
las reglas de conducta no son aplicables únicamente a esta medida alternativa de
pena privativa de libertad.
Sin embargo tenemos otras legislaciones, como la española que especifican los
supuestos de aplicación de la suspensión de la pena y en otros casos se
especifica también las reglas de conducta a aplicar.
Bien, cabe mencionar que para las reglas de conducta quedan algunas
incertidumbres, por ejemplo en el inciso primero del artículo, tenemos la
prohibición de frecuentar determinados lugares; entendemos que el legislador
quiso decir aquí, que los lugares que el sujeto no debe frecuentar son
precisamente aquellos que de una u otra forma influyan para que el actuar
delictivo del sujeto se vuelva a manifestar.
Sin embargo los términos no quedan claros, y será el juez en cada caso concreto
quien decidirá qué lugares no debe frecuentar, aunque, en realidad al dictar las
sentencias los jueces no especifican este punto, quedando así al libre albedrío del
sujeto saber diferenciar estos "determinados lugares" a los que no debe acudir.
Así mismo este punto ha sido precisado por un pleno jurisdiccional penal en el año
1997, en el acuerdo plenario n° 1/97 REGLAS DE CONDUCTA EN LA
SUSPENSION DE EJECUCION DE PENAS PRIVATIVAS DE LIBERTAD, en
donde se tiene que:
Además tenemos también, dentro de las reglas de conducta, lo que son las
obligaciones y las instrucciones.
"Las obligaciones son las cargas que sirven para reparar el ilícito cometido, tienen
una finalidad reparadora (aquí cita a otro autor). Jescheck indica que «las
obligaciones van dirigidas a fortalecer la función retributiva de la pena, ya que
esta, al suspenderse su ejecución, se limita al pronunciamiento de la culpabilidad y
de la pena y debe buscarse, por razones de equidad y de justicia, otra manera de
hacer sentir al condenado los efectos de la condena»"
Otro
CAPITULO III
1. Amonestar al infractor;
2. Prorrogar el periodo de suspensión hasta la mitad del plazo inicialmente
fijado. En ningún caso la prorroga acumulada excedería de tres años; o,
Nuestro Código Penal de 1991, en su artículo 59°; trata sobre los efectos del
incumplimiento de las reglas de conducta y establece las sanciones que el
operador jurídico o el juez, podrá aplicar según los casos, dentro del plazo o
período de prueba, a aquel sentenciado que ha sido condenado a pena privativa
de libertad suspendida, y que no cumpla con las reglas de conducta que se le han
impuesto en la sentencia o que haya sido condenado por otro delito. Sanciones
como la amonestación, la prórroga y la revocatoria de la suspensión de la pena,
sanción está última, que deberá estar sujeta conforme lo estipula el texto del
artículo 60° del citado código; a que si durante el plazo de prueba, el agente es
condenado por haber cometido nuevo delito doloso, cuya pena privativa de
libertad sea superior a tres años, se ejecutará la pena suspendida
condicionalmente y la que corresponda por el segundo hecho punible.
De las sanciones que establece el Art 59 del C.P. Obviamente la más grave, la
más solicitada y menos deseada por los condenados, en ejecución de sentencia,
es la Revocatoria de la suspensión de la ejecución de la pena por efectiva, esto es
el cambio legal de su libertad condicional por efectiva.
El juzgador, haciendo uso del IUS PUNIENDI (es una expresión latina utilizada
para referirse a la facultad sancionadora del Estado, se traduce literalmente como
derecho a penal o derecho a sancionar. La expresión se utiliza siempre en
referencia al Estado frente a los ciudadanos) estatal a nombre de la nación, debe
precisar e indicar en su sentencia, un apercibimiento o apremio, que será la base
legal o jurídica, para la aplicación del artículo 59 y 60 del Código Penal.
El apercibimiento debe ser claro, se debe aplicar las sanciones del artículo 59 del
Código Penal, conforme se haya precisado en él, si se dice que se aplicarán las
sanciones en caso de incumplimiento de una sola regla de conducta o en caso de
incumplimiento de todas ellas en forma general, habrá que hacerlo efectivo en ese
orden, y no tratar de forzar la ley, ni desnaturalizar lo que se ha sentenciado y que
ha quedado firme.
Por tanto, es facultad legal del juzgador el adoptar cualquiera de estas medidas
ante un eventual incumplimiento de las normas de conducta fijadas.
A) CODIGO PENAL
Este Código diseña un nuevo Sistema Penitenciario que, teniendo como premisa
el reconocimiento jurídico y el respeto a la persona del interno, persigue como
objetivo, fundamental la resocialización del penado a través de un tratamiento
científico. Recoge las reglas mínimas para el tratamiento de los reclusos
aprobadas por el I Congreso de las Naciones Unidas sobre Prevención del Delito y
Tratamiento del Delincuente y sus modificatorias, así como las Reglas Mínimas
adoptadas por el Consejo de Europa el 19 de Enero de 1973. Junto al precedente
nacional Decreto Ley Nº17581-, ha tenido principalmente como fuentes legislativas
a la Ley Orgánica Penitenciaria de España de 1979, la Ley Penitenciaria Alemana
del 16 de Marzo de 1976 y la Ley Penitenciaria Sueca de 1974. También ha
considerado los avances de las investigaciones criminológicas y la Ciencia
Penitenciaria.
ANTES:
AHORA
ANTES:
ART. 56°. - REVOCACIÓN DE LA LIBERACIÓN CONDICIONAL
AHORA:
1.5 JURISPRUDENCIA
EL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
Juez puede revocar pena suspendida sin necesidad de amonestar primero al
condenado
El Colegiado recordó que el artículo 59 del Código Penal establece que si, durante
el período de suspensión de la pena, el condenado no cumpliera las reglas de
conducta impuestas o fuera condenado por otro delito, el juez podrá amonestarlo,
prorrogar el período de suspensión hasta la mitad del plazo inicialmente fijado, o
revocar la suspensión de la pena. Al respecto, el Tribunal recordó que dicha
norma no obliga al juez a aplicar tales alternativas en forma sucesiva, sino que,
ante el incumplimiento de las reglas de conducta impuestas, la suspensión de la
ejecución de la pena pueda ser revocada sin necesidad de que previamente sean
aplicadas las dos primeras alternativas (SSTC Exps. Nºs 02517-2005-PHC/TC,
03165-2006-PHC/TC y 03883-2007-PHC/TC).
Por facilitar información sobre los bienes que hayan sido objeto de comisión o
sobre los bienes de su patrimonio.
CONSECUENCIAS DE LA REVOCACIÓN
Para la revocación no puede bastar con una denuncia por la comisión de un delito
contra el liberado, ni con la apertura de un atestado, sino que es necesario que se
dicte sentencia firme, porque solo entonces se destruirá totalmente la presunción
de inocencia que le asiste a aquél.
Varios autores señalan que la revocación de la suspensión se dará cuando la
persona cometa un nuevo delito; dejando puerta abierta así para interpretar si se
trata de un comportamiento que se presume que es un delito y este delito puede
ser doloso o culposo y para constatarlo se encuentra en proceso judicial, o
hablamos de una simple denuncia.
El sentenciado deberá cumplir con aquella pena privativa de libertad que fue
suspendida y también con la pena privativa de libertad impuesta en la nueva
sentencia por la comisión de un delito doloso.
Uno de los temas novedosos de la reforma del Código penal es, sin duda, el
relativo a la modificación del régimen de suspensión de la ejecución de la pena y
su posible revocación.
Pese a la condición impuesta por el Juzgado, el sujeto comete otro delito en ese
plazo de 2 años y es sentenciado antes de que transcurra el plazo de suspensión.
BIBLIOGRAFIA
Bramont Arias Torres. Manual de derecho penal. Parte general. Cuarta edición
Perú. Ed. Y distribuidora de libros EDDILI. 2008