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HISTORIA

DE

ROMA
FUNDACIÓN DE ROMA

La fundación de Roma es referida por varias leyendas, las cuales en tiempos


recientes han empezado a ser suplidas por reconstrucciones más científicas.

La Eneida de Virgilio, es una importante fuente de información sobre las versiones


"oficiales" de algunos sucesos históricos de aquel tiempo.

LACIO E ITALIA CENTRAL

Se supone (con cierta probabilidad) que entre los siglos X y VII a.C., Italia central
estaba poblada por los dos grupos principales en que se dividían los itálicos: los
osco-umbros y los latinos. Latium Vetus (el antiguo territorio del Lacio) estaba
poblado por etruscos, volscos, sabinos, ecuos, rútulos y ausonios. Vinieron de
diferentes áreas de Italia central, incluyendo la Toscana, Marcas y Liguria.

Entre ellos, los latinos desarrollaron una sociedad organizada, la cual fue la
principal fuente de la población romana. Los latinos originalmente se quedaron en
Colli Albani (los montes Albanos, en la moderna Castelli), de unos 30 a 80 km al
sudeste del monte Capitolino). Luego bajaron hacia los valles, los cuales ofrecían
mejores tierras para la agricultura y la ganadería.

Las zonas inmediatas al río eran muy favorables y además ofrecían recursos
estratégicos notables, ya que el río formaba una frontera natural por un lado,
mientras que los montes daban un resguardo defensivo del otro. Esta posición
también daba a los latinos control sobre el río (y su posible tráfico comercial y
militar), desde el natural punto de observación en la isla Tiberina (la isla situada
frente al actual Trastevere). También se podía controlar el tráfico terrestre, ya que
Roma se situaba en la intersección de los principales caminos al mar desde
Sabinia (al noreste) y Etruria (al noroeste).

Se supone que el desarrollo del asentamiento comenzó con diferentes


poblaciones separadas (borgate), situadas en los montes, las cuales se unieron
para formar Roma. Estudios recientes sugieren que el monte Quirinal fue muy
importante en los tiempos antiguos. El primer monte en ser habitado parece haber
sido el Palatino (lo que confirma la leyenda), que está en el centro de la Roma
antigua. Sus 3 crestas, los montes menores Palatium, Cermalo o Germalo, y Velia)
se unieron con las 3 crestas del Esquilino (Opio, Cispio y Fagutal), y luego los
pueblos sobre el monte Celio y la Subura (entre los montes de Rione Moderna,
Monti y Opio).

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Estos montes tenían nombres expresivos: Querquetulanus, debido a los robles
(quercus), mientras el Fagutal estaba poblado por bosques de hayas.
Descubrimientos recientes revelan que el Germalus, sobre la parte norte del
Palatium, era el sitio de un pueblo del (siglo IX a.C.) con viviendas circulares o
elípticas. Estaba protegido por una cerca de tapial (quizá reforzada con madera), y
es probable que este sitio fuera donde verdaderamente se fundó Roma.

El territorio de esta federación llamada pomerium, encerraba a la llamada Roma


Quadrata (cuadrada). Ésta sería extendida con la inclusión del monte Capitolino y
la isla Tiberina ya cuando Roma se convertía en un oppidum, un pueblo fortificado.
El Esquilino todavía era una población satélite. Sería incluido con las expansiones
servias.

Las celebraciones del septimontium ("de los siete montes"), el 11 de diciembre, en


aquel entonces eran consideradas en relación a la fundación de la ciudad. Sin
embargo, como el 21 de abril es la única fecha en cual todas las leyendas se
ponen de acuerdo, recientemente se ha argumentado que probablemente el
septimontium celebraba más bien las primeras federaciones entre los poblados de
los montes romanos; de hecho, una federación similar era celebrada por los
latinos en Cave (un pueblito al sudeste romano) o en el Monte Cavo en Castelli.

La leyenda sobre la fundación romana tiende a relacionar al naciente pueblo con


las entidades más eminentes de su época, para poder "demostrar" que su gran
éxito depende también de su origen especial, o para completar su reputación con
referencias de primera clase. Sin embargo, esta historia es una historia completa,
y la tradición romana entera está basada en ella.

LA FECHA DE LA FUNDACIÓN DE ROMA

Durante la República Romana, varias fechas fueron dadas para la fundación de la


ciudad, todas en el intervalo entre 758 aC y 728 aC. Finalmente, bajo el Imperio
Romano la fecha sugerida por Atticus y Varro, (753 adC) fue acordada, pero en
fasti capitolini el año dado fue 752. Mientras que los años variaban, todas las
versiones estaban de acuerdo en que la ciudad fue fundada el 21 de abril, un día
santo dedicado al sagrado culto de Pales, diosa de los pastores; en su honor,
Roma celebraba el parritta (o palilia).

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EL NOMBRE DE ROMA

El nombre del pueblo se considera generalmente que se refiere a Rómulo, pero


hay otras hipótesis. Una de ellas se refiere a Roma, que sería la hija de Eneas o
Evandrus. También puede rastrearse un origen etrusco, que apuntaría a la gens
etrusca Ruma, o a Rumon, nombre etrusco del río Tíber. Estudios recientes
parecen darle preferencia a una raíz de origen indoeuropeo con significado de
"río"; Roma en ese caso significaría "el pueblo sobre el río".

Roma es también llamada "las urbes", y este nombre (que después en latín
significaría genéricamente cualquier otro pueblo) viene de "urvus", la ranura
cortada por un arado, aquí, por la de Rómulo.

Sobre el monte Capitolino, a mediodía, el 21 de abril de cada año, una campana


especial llamada la patarina suena del Campidoglio para conmemorar la fundación
de Roma. En esa ocasión, el famoso cañón de Gianicolo permanece silencioso, el
único día del año en que no suena.

MONARQUÍA ROMANA

La monarquía romana (en latín, Regnum Romanum) fue la primera forma política
de gobierno de la ciudad-estado de Roma, desde el momento legendario de su
fundación el 21 de abril del 753 aC, hasta el final de la monarquía en el 510 aC,
cuando el último rey, Tarquinio el Soberbio, fue expulsado, instaurándose la
república romana.

Los orígenes de la monarquía son imprecisos, si bien parece claro que fue la
primera forma de gobierno de la ciudad, un dato que parecen confirmar la
arqueología y la lingüística. La mitología romana vincula el origen de Roma y de la
institución monárquica al héroe troyano Eneas, quien, huyendo de la destrucción
de su ciudad, navegó hacia el Mediterráneo occidental hasta llegar a Italia. Allí
fundó la ciudad de Lavinium, y posteriormente su hijo Iulo fundaría Alba Longa, de
cuya familia real descenderían los gemelos Rómulo y Remo, los fundadores de
Roma.

NACIMIENTO DE ROMA

El origen de la ciudad de Roma puede situarse espacialmente cerca del monte


Palatino, junto al río Tíber, en un punto en el cual existía un vado natural que
permitía su cruce, siendo además navegable desde el mar (ubicado a 25 km río
abajo) únicamente hasta esa posición. En ese punto el río discurría entre varias

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colinas excavadas por su cauce, aisladas entre sí por valles que el Tíber inundaba
en sus crecidas, lo que convertía la zona en pantanosa, y por lo cual su población
de agricultores y ganaderos fue en su origen muy reducida.

Este punto estratégico presentaba una ubicación fácil de defender respecto a la


amplia llanura fértil que rodeaba el lugar, protegido como estaba por el Palatino y
las otras colinas que lo rodeaban, siendo además un cruce destacado en las rutas
comerciales del Lacio central, y entre Etruria y Campania. Todos estos factores
fueron los que a la larga contribuyeron al éxito y a la fortaleza de la ciudad.

El origen étnico de la ciudad hay que remontarlo a la fusión de las tribus latinas de
la aldea del Germal (Roma quadrata) con los sabinos del Viminal y el Quirinal,
creando así la Liga del Septimontium o Septimoncial (Liga de los siete montes),
una confederación religiosa pre-urbana de clara influencia etrusca, el poder
hegemónico de Italia en esta época. El nombre de la ciudad podría remontarse
hasta la gens etrusca Ruma, si bien existen otras teorías al respecto.

PROBLEMÁTICA HISTÓRICA DE LA MONARQUÍA ROMANA

Las crónicas tradicionales de la historia romana, que han llegado hasta la


actualidad a través de autores clásicos como Tito Livio, Plutarco, Dionisio de
Halicarnaso y otros, cuentan que en los primeros siglos de la vida de Roma hubo
una sucesión de siete reyes. La cronología tradicional, narrada por Varrón, arroja
la cifra de 243 años de duración total para estos reinados, es decir, un promedio
de 35 años por reinado (mucho mayor que el de cualquier dinastía documentada),
aunque ha sido desestimada actualmente, desde el trabajo de Barthold Georg
Niebuhr. Las crónicas tradicionales también se ven inconsistentes al analizarse las
evidencias arqueológicas de los inicios de Roma.

En algún momento desconocido de la etapa monárquica de su historia, Roma


cayó bajo el control de los reyes etruscos. Los reinados de los primeros monarcas
son bastante sospechosos, debido a la larga duración media de los mismos y al
hecho añadido de que algunos parecen estar redondeados en torno a los 40 años
de duración. Este curioso dato, que incluso destaca más comparado con los
reinados de la actualidad en que la esperanza de vida es mayor, quedaba
explicado en las tradiciones romanas debido a que la mayoría de los reyes habían
sido cuñados de su predecesor. No obstante, es más probable que tan sólo los
últimos reyes de esta etapa pudieran haber existido realmente, mientras que no
quedan evidencias históricas referentes a los primeros reyes de Roma.

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CARACTERÍSTICAS DE LA MONARQUÍA ROMANA

Antes de la etapa republicana e imperial, Roma fue una monarquía gobernada por
reyes (en latín, rex, pl. reges). Todos los reyes, excepto Rómulo por haber sido el
fundador de la ciudad, fueron elegidos por las gentes de Roma para gobernar de
forma vitalicia, y ninguno de ellos usó la fuerza militar para acceder al trono.
Aunque no hay referencias sobre la línea hereditaria de los primeros cuatro reyes,
a partir del quinto rey, Tarquino Prisco, la línea de sucesión fluía a través de las
mujeres de la realeza. En consecuencia, los historiadores antiguos afirman que el
rey era elegido por sus virtudes y no por su descendencia.

Los historiadores clásicos de Roma hacen difícil la determinación de los poderes


del rey, ya que refieren que el monarca posee los mismos poderes de los
cónsules. Algunos escritores modernos creen que el poder supremo de Roma
residía en las manos del pueblo, y el rey sólo era la cabeza ejecutiva del Senado
romano, aunque otros creen que el rey poseía los poderes de soberanía y el
Senado tenía correcciones menores sobre sus poderes.

Lo que se conoce con certeza es que sólo el rey poseía el derecho de auspicium,
la capacidad para interpretar los designios de los dioses en nombre de Roma
como el jefe de augures, de forma que ningún negocio público podía realizarse sin
la voluntad de los dioses, dada a conocer mediante los auspicios. El rey era por
tanto reconocido por el pueblo como la cabeza de la religión nacional, el jefe
ejecutivo religioso y el mediador ante los dioses, por lo cual era reverenciado con
temor religioso. Tenía el poder de controlar el calendario romano, dirigir las
ceremonias y designar a los cargos religiosos menores. Fue Rómulo quien
instituyó el cuerpo de augures, siendo él mismo reconocido como el más
destacado entre todos ellos, de la misma forma que Numa Pompilio instituyó los
pontífices, atribuyéndosele la creación del dogma religioso de Roma.

Más allá de su autoridad religiosa, el rey era investido con la autoridad militar y
judicial suprema mediante el uso del imperium. El imperium del rey era vitalicio y
siempre lo protegía de ser llevado a juicio por sus acciones. Al ser el único dueño
del imperium de Roma en esta época, el rey poseía autoridad militar indiscutible
como comandante en jefe de todas las legiones romanas. De la misma forma, las
leyes que salvaguardaban a los ciudadanos de los abusos cometidos por los
magistrados con imperium aún no existían durante la etapa monárquica.

El imperium del rey le otorgaba tanto poderes militares como la capacidad de


emitir juicios legales en todos los casos, al ser el jefe judicial de Roma. Aunque

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podía designar pontífices para que actuasen como jueces menores en algunos
casos, sólo él tenía la autoridad suprema en todos los casos expuestos ante él,
tanto civiles como criminales, tanto en tiempo de guerra como de paz. Un consejo
asistía al rey durante todos los juicios, aunque sin poder efectivo para controlar las
decisiones del monarca. Mientras algunos autores sostenían que no había
apelación posible a las decisiones del rey, otros opinaban que cualquier propuesta
de apelación podía ser llevada ante el rey por un patricio, mediante la reunión de
la Asamblea de la Curia.

Otro de los poderes del rey era la capacidad para designar o nombrar cargos u
oficios, entre ellos el de tribunus celerum que ejercía tanto de tribuno de los
Ramnes (romanos), como de comandante de la guardia personal del rey, un cargo
equiparable al de prefecto del pretorio existente durante el Imperio romano. Este
cargo era el segundo al mando tras el propio monarca, y poseía la potestad de
convocar la Asamblea de la Curia y dictar leyes sobre ella. El tribunus celerum
debía abandonar su mandato a la muerte del monarca.

Otro cargo designado por el rey era el prefecto urbano, que actuaba como el
guardián de la ciudad. Cuando el rey se hallaba ausente de Roma, este cargo
recibía todos los poderes y capacidades del rey, hasta el punto de acaparar el
imperium mientras se hallase dentro de la ciudad. Otro privilegio exclusivo del rey
era el de designar a los patricios para que actuasen como senadores en el
Senado.

Bajo el gobierno de los reyes, el Senado y la Asamblea de la Curia tenían en


verdad poco poder y autoridad. No eran instituciones independientes, en el sentido
de que sólo podían reunirse, y de forma conjunta, por orden del rey, y sólo podían
discutir los asuntos de estado que el rey había expuesto previamente. Mientras
que la Asamblea curiada tenía al menos el poder de aprobar leyes cuando el rey
así lo concedía, el Senado era tan sólo un consejo de honor del rey. Podía
aconsejar al rey sobre sus actos, pero no imponerle sus opiniones. La única
ocasión en que el rey debía contar expresamente con la aprobación del Senado
era en caso de declarar la guerra a una nación extranjera.

Las insignias y honores de los reyes de Roma consistían en 12 lictores portando


las fasces que contenían hachas, el derecho a sentarse sobre la silla curul, la
púrpura Toga Picta, calzado rojo, y diadema plateada sobre la cabeza. De todos
estos distintivos, el más destacado era la toga púrpura.

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LA ELECCIÓN DEL REY

Una vez que el rey fallecía, Roma entraba en un periodo de interregno


(interregnum). El Senado podía congregar y designar un interrex durante un corto
periodo (cinco días) para poder mantener los auspicia sagrados mientras el trono
estuviera vacante. El Senado podía nombrar varios interrex que se sucedían en el
tiempo hasta que se nombraba a un nuevo monarca. Cuando el interrex designaba
a un candidato para ostentar la diadema real, presentaba al mismo ante el
Senado, el cual examinaba al candidato y, si aprobaba su candidatura, el
interregno debía congregar a la Asamblea curiada y servir como su presidente
durante la elección del rey. Esta institución pasó a la primera etapa de la
República, cuando la monarquía fue abolida con la expulsión de Tarquinio el
Soberbio, y entraba en acción cuando los cónsules morían durante el ejercicio de
su cargo antes de poder celebrar las elecciones consulares.

Una vez propuesto a la Asamblea curiada, el pueblo romano podía aceptar o


rechazar al candidato. Si aceptaba, el rey electo aún no podía asumir el trono de
forma inmediata, sino que debían sucederse otros dos pasos más antes de ser
investido con la autoridad y el poder reales. En primer lugar, debía obtener la
aquiescencia divina, siendo convocados los dioses mediante los auspicios, ya que
el rey había de ser el sumo sacerdote de Roma. Esta ceremonia era dirigida por
un augur, quien conducía al rey electo hasta la ciudadela, donde el augur sentaba
al rey en un sitial de piedra, mientras el pueblo esperaba a sus pies. Si era
encontrado digno para el reinado, el augur anunciaba que los dioses habían
mostrado señales favorables, confirmando de esta forma el carácter sagrado del
rey.

El segundo paso que debía llevarse a cabo era la concesión del imperium al nuevo
rey. El anterior voto de la Asamblea curiada sólo había determinado quién podía
ser rey, y no era válido para otorgar los poderes precisos del rey sobre el
candidato electo. Por tanto, el mismo rey proponía a la Asamblea curiada una ley
(lex curiata de imperio) por la cual obtenía el imperium, que era concedido al
monarca mediante el voto favorable de la misma. La razón para este doble voto de
la Asamblea curiada no está muy clara. El imperium sólo podía ser conferido a la
persona que los dioses habían hallado favorable, siendo por tanto necesario
determinar primero quién había de ser la persona que era capaz de obtener el
imperium, y cuando los dioses se mostrasen favorables al candidato, habría de
concedérsele el imperium mediante un voto especial.

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En teoría, el pueblo romano era quien elegía a su líder, si bien el Senado tenía
casi todo el control sobre el proceso electoral.

LOS REYES DE ROMA

REINADO DE RÓMULO

Rómulo no sólo fue el primer rey de Roma, sino también su fundador, junto a su
gemelo Remo. En el año 753 aC, ambos comenzaron a construir la ciudad junto al
Monte Palatino, cuando, según la leyenda, Rómulo mató a Remo por haber
atravesado sacrílegamente el pomerium. Tras la fundación de la urbe, Rómulo
invitó a criminales, esclavos huidos y exiliados para darles asilo en la nueva
ciudad, llegando así a poblar cinco de las siete colinas de Roma. Para conseguir
esposas a sus ciudadanos, Rómulo invitó a los sabinos a un festival, donde raptó
a las mujeres sabinas y las llevó a Roma. Luego de la consiguiente guerra con los
sabinos, Rómulo unió a los sabinos y a los romanos bajo el gobierno de una
diarquía junto con el líder sabino Tito Tacio.

Rómulo dividió a la población de Roma entre hombres fuertes y aquellos no aptos


para combatir. Los combatientes constituyeron las primeras legiones romanas,
mientras que el resto se convirtieron en los plebeyos de Roma, y de todos ellos,
Rómulo seleccionó a 100 de los hombres de más alto linaje como senadores.
Estos hombres fueron llamados patricios, y sus descendientes serían
considerados como la casta nobiliaria romana. Tras la unión entre romanos y
sabinos, Rómulo agregó otros 100 hombres al Senado.

También, bajo el reinado de Rómulo, se estableció la institución de los augures


como parte de la religión romana, así como la Comitia Curiata. Rómulo dividió a la
gente de Roma en tres tribus: romanos (ramnes), sabinos (titios) y el resto
(luceres). Cada tribu elegía a diez coviriae (curias, comunidad de varones),
aportando además 100 caballeros y 10 centurias de infantes cada una,
conformando así la primera legión de 300 jinetes y 3.000 infantes. Ocasionalmente
podía convocarse una segunda legión en caso de urgencia.

Después de 38 años de reinado, Rómulo había librado numerosas guerras,


extendiendo la influencia de Roma por todo el Lacio y otras áreas circundantes.
Pronto sería recordado como el primer gran conquistador, así como uno de los
hombres más devotos, de la historia de Roma. Tras su muerte a los 54 años de
edad, fue divinizado como el dios de la guerra Quirino, honrado no sólo como uno

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de los tres dioses principales de Roma, sino también como la propia ciudad de
Roma divinizada.

REINADO DE NUMA POMPILIO

Tras la muerte de Rómulo, el reinado de la ciudad recayó sobre el sabino Numa


Pompilio. Si bien en un principio no deseaba aceptar la dignidad real, su padre le
convenció para que aceptara el cargo, para servir así a los dioses. Recordado por
su sabiduría, su reinado estuvo marcado por la paz y la prosperidad.

Numa reformó el calendario romano, ajustándolo para el año solar y lunar,


añadiendo además los meses de enero y febrero hasta completar los doce meses
del nuevo calendario. Instituyó numerosos rituales religiosos romanos, como el de
los salii, designando además un flamen maioris como sacerdote supremo de
Quirino, el flamen Quirinalis. Organizó el territorio circundante de Roma en
distritos, para una mejor administración, y repartió las tierras conquistadas por
Rómulo entre los ciudadanos, a la vez que se le atribuye la primera organización
de la ciudad en gremios.

Numa fue recordado como el más religioso de todos los reyes, por encima incluso
del propio Rómulo. Bajo su reinado se erigieron templos a Vesta y Jano, se
consagró un altar en el Capitolio al dios de las fronteras Terminus, y se
organizaron los flamen, las vírgenes vestales de Roma y los pontífices, así como
el Collegium Pontificum. La tradición cuenta que durante el gobierno de Numa un
escudo de Júpiter cayó desde el cielo, con el destino de Roma escrito en él. El rey
ordenó hacer once copias del mismo, que fueron reverenciadas como sagradas
por los romanos.

Como hombre bondadoso y amante de la paz, Numa sembró ideas de piedad y de


justicia en la mentalidad romana. Durante su reinado, las puertas del templo de
Jano estuvieron siempre cerradas, como muestra de que no había emprendido
ninguna guerra a lo largo de su mandato. Tras 41 años de reinado, la muerte de
Numa ocurrió de forma pacífica y natural.

REINADO DE TULIO HOSTILIO

De origen latino, Tulio Hostilio fue muy parecido a Rómulo en cuanto a su carácter
guerrero, y completamente opuesto a Numa debido a su falta de atención hacia
los dioses. Tulio fomentó varias guerras contra Alba Longa, Fidenas y Veyes, de
forma que Roma obtuvo así nuevos territorios y mayor poder. Fue durante el

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reinado de Tulio cuando Alba Longa fue completamente destruida, siendo toda su
población esclavizada y enviada a Roma. De esta forma, Roma se impuso a su
ciudad materna como el poder hegemónico del Lacio.

Tanto deseaba Tulio nuevas guerras que incluso fomentó otro conflicto contra los
sabinos, de forma que puede decirse que fue durante su reinado cuando el pueblo
romano adquirió los deseos de nuevas conquistas a costa de la paz. El rey
sostuvo tantas guerras que descuidó la atención a las divinidades, por lo cual,
según sostiene la leyenda, una plaga se abatió sobre Roma, hallándose el propio
rey entre los afectados. Cuando Tulio solicitó la ayuda de Júpiter, el dios respondió
con un rayo que redujo a cenizas tanto al monarca como a su residencia.

A pesar de su naturaleza beligerante, Tulio Hostilio seleccionó a un tercer grupo


de individuos que llegaron a pertenecer a la clase patricial de Roma, elegidos de
entre todos aquellos que habían llegado a Roma buscando asilo y una nueva vida.
También erigió un nuevo edificio para albergar al Senado, la Curia, que existió
durante cinco siglos tras la muerte del rey, cuyo reinado llegó a su fin tras 31 años
de duración.

REINADO DE ANCO MARCIO

Tras la misteriosa muerte de Tulio, los romanos eligieron al sabino Anco Marcio,
un personaje pacífico y religioso, para que los gobernase como nuevo rey. Era
nieto de Numa Pompilio y, como su abuelo, apenas extendió los límites de Roma,
luchando tan sólo en defensa de los territorios romanos cuando fue preciso. Fue
quien construyó la primera prisión romana en la colina del Capitolio.

Durante su reinado se fortificó la colina Janícula, en la ribera occidental del Tíber,


para así brindar mayor protección a la ciudad por ese flanco, construyéndose
asimismo el primer puente sobre el río. Otras de las obras del rey fue la
construcción del puerto romano de Ostia en la costa del Tirreno, así como las
primeras factorías de salazón, aprovechando la ruta fluvial tradicional del comercio
de sal (via salaria) que abastecía a los ganaderos sabinos. El tamaño de la ciudad
se incrementó gracias a la diplomacia ejercida por Anco, que permitió la unión
pacífica de varias aldeas menores en alianza con Roma. Gracias a este método,
consiguió el control de los latinos, realojándolos en el Aventino, y consolidando así
la clase plebeya de Roma.

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Tras 25 años de reinado murió posiblemente de muerte natural, como su abuelo
antes que él, siendo recordado como uno de los grandes pontífices de Roma. Fue
el último de los reyes latino-sabinos de Roma.

REINADO DE TARQUINIO PRISCO

Tarquinio Prisco fue el quinto rey de Roma, y el primero de origen etrusco,


presumiblemente de ascendencia corintia. Tras emigrar a Roma, obtuvo el favor
de Anco, quien lo adoptó como su hijo. Al ascender al trono, libró varias guerras
contra sabinos y etruscos, doblando así el tamaño de Roma y obteniendo grandes
tesoros para la ciudad.

Una de sus primeras reformas fue añadir 100 nuevos miembros al Senado
procedentes de las tribus etruscas conquistadas, por lo que el número de
senadores ascendió a un total de 300. Utilizó el gran botín obtenido en sus
campañas militares para construir grandes monumentos en Roma. Entre estas
obras destaca el gran sistema de alcantarillado de la ciudad, la Cloaca Maxima,
cuyo fin fue drenar las aguas de un pequeño arroyo del Tíber que solían
estancarse en los valles situados entre las colinas de Roma. En el lugar de las
antiguas marismas, Prisco inició la construcción del Foro Romano. Otra de las
innovaciones del rey fue la creación de los Juegos Romanos.

El más célebre de sus proyectos de construcción fue el Circo Máximo, un gran


estadio que albergaba carreras de caballos, que es hasta la fecha el mayor de
todos los erigidos en el mundo. Prisco continuó el Circo Máximo con la
construcción de un templo-fortaleza sobre la colina del Capitolio, consagrado al
dios Júpiter. Desgraciadamente, fue asesinado tras 38 años de reinado por los
hijos de su predecesor, Anco Marcio, antes incluso de que el templo estuviera
acabado. Su reinado es recordado además por haber introducido los símbolos
militares romanos y los cargos civiles, así como por la celebración del primer
triunfo.

REINADO DE SERVIO TULIO

Tras la muerte de Prisco, su yerno Servio Tulio le sucedió en el trono, siendo el


segundo rey de origen etrusco que gobernaba Roma. Como su suegro
anteriormente, Servio libró varias guerras victoriosas contra los etruscos. Utilizó el
botín obtenido en sus campañas para erigir las primeras murallas que cercaran las
siete colinas romanas sobre el pomerium, los llamados muros servianos. También
realizó cambios en la organización del ejército romano.

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Alcanzó renombre por desarrollar una nueva constitución para los romanos, con
mayor atención a las clases ciudadanas. Instituyó el primer censo de la historia,
dividiendo a las gentes de Roma en cinco clases económicas, creando además la
Asamblea centuriada. Utilizó asimismo el censo para dividir la ciudad en cuatro
tribus urbanas, basadas en su ubicación espacial dentro de la ciudad,
estableciendo la Asamblea tribal. Su reinado también destacó por la edificación del
templo de Diana en la colina del Aventino.

Las reformas de Servio supusieron un gran cambio en la vida romana: el derecho


a voto fue establecido con base en la riqueza económica, por lo cual gran parte del
poder político quedó reservado a las élites romanas. Sin embargo, con el tiempo
Servio favoreció gradualmente a las clases más desfavorecidas, para obtener de
esta forma un mayor apoyo de entre los plebeyos, por lo cual su legislación puede
definirse como insatisfactoria para la clase patricial. El largo reinado de 44 años de
Servio Tulio finalizó con su asesinato en una conspiración urdida por su propia hija
Tulia y su marido Tarquinio, su sucesor en el trono.

REINADO DE TARQUINIO EL SOBERBIO

El séptimo y último rey de Roma fue Tarquinio el Soberbio. Hijo de Prisco y yerno
de Servio, Tarquinio también era de origen etrusco. Fue durante su reinado
cuando los etruscos alcanzaron la cúspide de su poder. Tarquinio usó la violencia,
el asesinato y el terror para mantener el control sobre Roma como ningún rey
anterior los había utilizado, derogando incluso muchas reformas constitucionales
que habían establecido sus predecesores. Su mejor obra para Roma fue la
finalización del templo a Júpiter, iniciado por su padre Prisco.

Tarquinio abolió y destruyó todos los santuarios y altares sabinos de la Roca


Tarpeya, enfureciendo de esta forma al pueblo romano. El punto crucial de su
tiránico reinado sucedió cuando permitió la violación de Lucrecia, una patricia
romana, por parte de su propio hijo Sexto. Un pariente de Lucrecia, Lucio Junio
Bruto (antepasado de Marco Junio Bruto), convocó al Senado, que decidió la
expulsión de Tarquinio en el año 510 aC.

Tras la expulsión de Tarquinio, el Senado decidió abolir la monarquía, convirtiendo


a Roma en una república en el año 509 aC. Lucio Junio Bruto y Lucio Tarquinio
Colatino, sobrino de Tarquinio y viudo de Lucrecia, se convirtieron en los primeros
cónsules del nuevo gobierno de Roma. Este nuevo gobierno permitiría a la larga la
conquista por los romanos de casi todo el mundo mediterráneo, una forma de

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gobierno que sobrevivió durante casi quinientos años hasta la ascensión de Julio
César y César Augusto.

CARGOS PÚBLICOS TRAS LA MONARQUÍA

Para sustituir el liderazgo de los reyes, se creó expresamente un nuevo cargo con
el título de cónsul. Inicialmente, el cónsul poseía todos los poderes que antaño
pertenecían al rey, compartidos con otro colega consular. Sus mandatos eran
anuales, y cada cónsul podía vetar las actuaciones o decisiones de su colega.

Posteriormente, los poderes de los cónsules fueron divididos, añadiendo nuevas


magistraturas que acapararon distintos poderes menores de los originales del rey.
Las primeras de ellas fueron las de pretor, que reunía las potestades judiciales de
los cónsules, y la de censor, que poseía el poder de controlar el censo.

Nueve años después de la expulsión de Tarquinio el Soberbio, los romanos


crearon la magistratura de dictador, al cual se le otorgaba la autoridad completa
sobre todos los asuntos romanos, tanto civiles como militares, no existiendo
apelación alguna ante sus decisiones. Este poder era tan absoluto que los
romanos sólo se atrevían a designar un dictador en tiempos de extrema urgencia,
y siendo su mandato de tan sólo seis meses de duración.

Los poderes religiosos del rey fueron transferidos a dos nuevos cargos, el rex
sacrorum y el pontifex maximus. El primero era el más alto cargo religioso de jure
de la República, siendo su única tarea la de oficiar el sacrificio anual a Júpiter, un
privilegio anteriormente reservado a la figura del monarca. Sin embargo, el
pontifex maximus era el cargo religioso más importante de facto, y quien poseía la
mayor parte de la autoridad religiosa del rey. Tenía el poder de convocar a todas
las vírgenes vestales, flamines, pontífices e incluso al rex sacrorum. Este último
cargo desaparecería finalmente a principios del siglo I aC, recayendo sus escasas
competencias en la figura del pontifex maximus.

LA VUELTA AL SISTEMA MONÁRQUICO

Con la ascensión al poder de Julio César y su hijo adoptivo César Augusto se


asiste a la paulatina restauración del poder real. Julio César fue elegido pontifex
maximus y dictador vitalicio, lo que en la práctica le confería mayores poderes que
los antiguos reyes. También usaba calzado rojo, y Marco Antonio llegó a ofrecerle
una diadema públicamente, aunque la rechazó con vehemencia.

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Julio César fue asesinado en los idus de marzo del 44 aC. Durante el periodo
entre el 28 y el 12 aC, Augusto obtuvo los poderes tribunicios, junto a los cargos
de pontifex maximus y princeps senatus, convirtiéndose en un monarca de facto.
Éste fue el inicio del Principado, aunque las instituciones de la República
continuaron existiendo como tales hasta el Dominado. Incluso en la era bizantina,
el Emperador compartía el título de cónsul con otro cónsul.

ANTIGUA REPÚBLICA ROMANA

La República (509 aC - 27 aC) fue una etapa de la antigua Roma en la cual la


ciudad de Roma y sus territorios mantenían un sistema republicano de gobierno.

En circunstancias históricas poco claras, la monarquía romana fue abolida el 509


aC, y sustituida por la República. Una característica del cambio fue que la
administración de la ciudad y sus distritos rurales quedó regulada en el derecho de
apelar al pueblo contra cualquier decisión de un magistrado concerniente a la vida
o al estatuto jurídico.

La administración ejecutiva quedó dotada de Imperium o poder omnímodo el cual


tenía un origen religioso que arrancaba del propio dios Júpiter. Los magistrados
dotados de imperium eran los cónsules, pretores y, eventualmente, los dictadores.
Sin embargo, el imperium sólo se ejercía extra pomoerium, es decir, fuera de las
murallas de Roma. En consecuencia, tenía un carácter esencialmente militar. En
la ciudad en sus funciones civiles, los magistrados estaban sometidos a
limitaciones legales y controles mutuos.

REFORMAS POLÍTICAS

Tras la caída de la monarquía se estableció en Roma un régimen aristocrático


dirigido por unos cuarenta gentes, posiblemente antiguos auxiliares y afectos al
rex etrusco.

El grupo oligárquico que arrebató el poder al rex lo organizó en beneficio propio,


abundando en esta época las luchas entre los propios patricios por el poder
personal. Este confuso período dio origen a la implantación de la Dictadura, y los
jefes militares trataron de alcanzar el poder apoyándose unas veces en la plebe y
otras en la fuerza de las armas y la invasión de Roma por pueblos enemigos.
Otras veces, la pugna por el poder se efectuaría mediante la prórroga de los
cargos políticos excepcionales (decemviri), encargados de redactar la Ley de las
XII Tablas, Lex duodecim tabularum.

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El nuevo sistema político que se instaura se llamará Respublica de Res populica,
«la ley del populus» (no de la plebe que eran tan sólo una clase social).

La Respublica se opone a la res privata y al Regnum, propiedad del rex.

Dentro de la historia de la constitución de la República cabe distinguir tres etapas:

SIGLO VI aC

En esta etapa, el poder era detentado por los patricios, siendo conocido como el
Estado Gentilicio. Bajo este tipo de gobierno, la plebe quedaba excluida del
gobierno y carecía de derechos políticos. Así, el Estado Gentilicio, que es la
primera etapa de la República romana, no fue un Estado Ciudadano ya que no
todos los cives tenían igualdad de derechos y deberes. Este tipo de gobierno fue
la causa de una lucha dramática de los plebeyos para conseguir derechos
políticos. Esta lucha duró has finales del siglo IV adC.

SIGLO III aC

La república alcanzó su equilibrio en el siglo III aC. En este siglo tiene su origen el
Estado Patricio-Plebeyo, esto es, aquel en que patricios y plebeyos gozarán por
igual, de derechos políticos y ciudadanos.

LAS DICTADURAS

La última etapa de la República se corresponde con las dictaduras de Mario, Sila y


los triunviratos, que direon paso al Principado, primera etapa imperial de Roma.

Los órganos políticos del nuevo régimen son las magistraturas, el Senado y las
Asambleas Comiciales.

La Magistratura es un cargo original de la República. La jefatura que ostentaba el


rex fue sustituida por magistrados colegiados y temporales llamados Cónsules (en
número de dos), a los que se le podía exigir responsabilidad por su tarea de
gobierno. Otra característica de la magistratura es la intercessio o poder de veto
que tenía un magistrado con respecto al otro.

El Senado es el segundo pilar de la constitución de la República, tenía una gran


importancia en razón de que era el órgano político que exigía responsabilidades a
los cónsules. Originariamente el Senado estaba formado sólo por patricios, pero a
partir de la Lex Ovinia del año 312 adC se admitió a los primeros senadores
plebeyos. La auctoritas del Senado daba validez a los acuerdos tomados en las

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asambleas populares. También el Senado resolvía los casos de interregnum,
situación que acontecía cuando moría uno de los cónsules. Fue tan importante en
esta época que se comparaba al Senado con una «asamblea de reyes».

Las nuevas asambleas populares llamadas Comitia Centuriata, nacieron como


órgano típico de la República, por necesidades militares, en íntima conexión con la
expansión de la civitas y con la llegada a Roma de un nuevo concepto de táctica
militar. En la época Monárquica el ejército se integraba, sólo por miembros de las
antiguas gentes. Desde época republicana el sistema de reclutamiento y de táctica
será un sistema plutocrático; esto es, según la riqueza de cada habitante de la
ciudad; en una primera época sólo se estimaría la riqueza inmobiliaria y la
mobiliaria en la época más tardía. El armamento de cada ciudadano dependerá de
la riqueza de cada uno. Los romanos se van a distribuir en una escala de grupos o
clases como base para el reclutamiento. Dentro de cada clase se agrupan un
determinado número de centurias de seniores y otro número igual de iuniores.

EL SISTEMA ASAMBLEARIO

LOS PLEBEYOS EN LAS CURIAS

Una vez abolida la monarquía, las curias, formadas por patricios y plebeyos (es
decir aquellos que tenían ciudadanía romana y aquellos que no la tenían, con
exclusión de los esclavos y los extranjeros) mantuvieron sus atribuciones
legislativas. Desde el 493 adC. la plebe, reunida en Asamblea, pudo emitir un voto
regular, perdiendo importancia las Asambleas de Curia donde los patricios y
plebeyos se reunían conjuntamente.

No obstante, inicialmente, los Comicios Curiales conservaron la importancia que


tenían con la monarquía.

COMICIOS CURIALES Y COMICIOS CENTURIADOS

Pero los Comicios Curiales perdieron atribuciones en favor de la nueva división


por ciudadanos sujetos al servicio militar o Centurias. Así hubo un fraccionamiento
de las funciones de los Comicios o Asambleas Curiales en favor de los
Centuriados.

Los Comicios o Asambleas Curiales conservaron las siguientes funciones:

 Actos formales o que interesan solo a particulares.


 Recibir juramentos de fidelidad de cónsules y dictadores.

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 Autorizaciones para testar (Adrogación).

A las Asambleas o Comicios Centuriados correspondió:

 La elección de cónsules y senadores y después también otros magistrados


(si bien, algún tiempo después, la elección de cuestores, ediles y otros
magistrados inferiores paso a los comicios por tribus)
 La declaración de guerra y aprobación de acuerdos de paz.
 La admisión o rechazo de leyes.
 Las apelaciones en causas criminales.

Las votaciones en los Comicios Curiales eran igualitarias. Cada padre de familia
un voto. La admisión de los plebeyos había dado la mayoría a las capas humildes.
Por esto las reformas tendieron a quitar poderes a estas Asambleas en favor de
los Comicios Centuriados, donde no era preponderante la influencia de la nobleza
o patriciado, pero si de los ricos, y donde se votaba por centurias (cada centuria
un voto); al votar las seis centurias de caballeros (de familias distinguidas) las
primeras, decidían casi siempre la votación. Las centurias de caballeros y las de
primera clase reunían la mayoría. Además todas las votaciones de los Comicios
Centuriados debían ser refrendadas por la Asamblea de Patricios.

La entrada de los plebeyos (o sea no ciudadanos) en las Curias, les concedía


algunos derechos de ciudadanía, pero no eran elegibles para funciones civiles o
sacerdotales, ni tenían derecho a las tierras comunales de pastos. Se permitió a
los plebeyos asumir los cargos militares, y, como luego veremos, se les reservaron
puestos en el Senado, además de permitir su voto en los Comicios Curiales (voto
que perdió su importancia, al perder atribuciones dichos comicios). Pero existía
aun una gran diferencia entre ciudadanos patricios y no ciudadanos plebeyos y la
prohibición de matrimonios entre ambas clases se mantuvo.

LA NUEVA DIVISIÓN POR TRIBUS

Las cuatro primeras tribus o distritos representaban a las antiguas


circunscripciones de la ciudad y alrededores. Otras dieciséis comprendían los
campos o Pagos (Pagi) ocupados desde hacía tiempo por familias romanas. Y el
último correspondía al distrito de Crustumerium, lugar elegido por los plebeyos
para fundar una nueva ciudad.

Los votantes en las Asambleas de Tribu y los de las Asambleas por Centurias
eran básicamente los mismos: todos los domiciliados en cada tribu, patricios o

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plebeyos, votaban por tribus, y de ellos los aptos para el servicio militar en las
Centurias. Pero en las votaciones por tribus desaparecía la distinción entre
grandes y pequeños propietarios, y los ricos no votaban los primeros. Además los
Tribunos dirigían la Asamblea y las votaciones.

Estas Asambleas por Tribus fueron reconocidas formalmente como validas por la
Ley Icilia (492 adC) aunque sus votaciones (Plebiscita = lo que agrada al pueblo)
no tuvieron fuerza de Ley. Con el tiempo, sin embargo, las votaciones tribunicias
acabaron adquiriendo rango de ley.

El 486 adC el cónsul patricio Espurio Casio intento un reparto de tierras, poner fin
al sistema de ocupaciones, y retener una parte de las tierras con un censo en
favor del Tesoro. Pero la nobleza patricia se opuso tenazmente y Casio murió,
abandonándose la Ley, pero haciendo crecer la oposición de los plebeyos que
desde entonces aprovecharon cualquier ocasión para incrementar el poder de los
tribunos, mientras la nobleza intentaba destruir la institución.

Hacia el 481 adC se privó a uno de los cónsules (al menos) del derecho de
designar sucesor para que el pueblo lo eligiera en los Comicios Centuriados. El
mismo año un Tribuno llamado fue asesinado el mismo día que iba a lanzar la
acusación contra los dos cónsules. Hacia el 471 adC. lo más tarde, el número de
Tribunos pasó de dos a cinco, quizás en ocasión de la aprobación de la Ley
Publilia que concedió la elección de los Tribunos a los Comicios Tribunados
(Comitia Tributa) quitándosela a los Comicios Curiales. El 457 adC. El número de
Tribunos paso de cinco a diez.

LOS PLEBISCITOS

El plebiscito fue en su origen, una decisión adoptada por la plebe en exclusiva, sin
intervención de los patricios. La Asamblea estaba presidida por un plebeyo, un
tribuno popular o un edil popular. Todos los votantes eran plebeyos, y la norma
votada era solo para los plebeyos no obligando a nadie más. El acuerdo adoptado
es solo un acuerdo (scitum) y la Asamblea no tiene el carácter de comicios sino de
consejo (concilium). A diferencia de las leyes, no precisa de los auspicios previos,
ni tampoco de refrendo del Senado.

LA LEY DE LAS XII TABLAS

La ley de las XII Tablas (lex duodecim tabularum o duodecim tabularum leges) fue
un texto legal que contenía normas para regular la convivencia del pueblo romano.

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También recibió el nombre de ley decenviral. Por su contenido se dice que
pertenece más al derecho privado que al derecho público.

La ley se publicó al principio en doce tablas de madera y, posteriormente, en doce


planchas de bronce que se expusieron en el foro. Debido a que no queda vestigio
alguno de su existencia, algún autor ha llegado a sugerir que no existieron.

Su desaparición puede explicarse por el saqueo que sufrió Roma hacia el año 400
a. de C. por parte de los galos. Se cree que se destruyeron y, por algún motivo, no
se reprodujeron con posterioridad. Esta última teoría parece estar apoyada por las
abundantes referencias que de ellas hacen los autores antiguos.

El historiador Tito Livio dijo de ellas que eran la fuente de todo el derecho romano,
tanto público como privado. Por su parte, el orador y abogado Cicerón afirmó que
los niños aprendían su contenido de memoria.

ELECCIONES

Desde mediados del Siglo V. a.C. la nobleza empezó a practicar acciones


fraudulentas: para asegurar el triunfo de un patricio en una votación presentaban a
varios candidatos plebeyos (dividiendo entre ellos el voto plebeyo); se impedía con
coacciones u otros medios, la presentación de candidatos plebeyos populares que
pudieran hacer sombra a un candidato patricio; y si todo fracasaba se anulaban
los comicios por los sacerdotes, alegándose alguna infracción religiosa.

Por tanto, aunque desde el 445 adC. los plebeyos podían ser elegidos Tribunos
Militares con potestad consular, y desde el 421 adC. podían ser elegidos
Cuestores Militares, ningún plebeyo resulto elegido hasta pasados muchos años.
El primer cuestor militar plebeyo fue elegido el 409 adC. y el primer Tribuno Militar
con potestad consular fue elegido el 400 a.C.

LAS ASAMBLEAS

Las Asambleas ciudadanas conservan el poder pero desde el 449 adC la ley
estableció idéntico valor para los Comicios Centuriados y los Tribunados, salvo en
la elección de cónsules y censores, que correspondería exclusivamente a las
Centurias, donde no se votaba por individuos como en las Tribus, sino según la
riqueza (para votar en ambos comicios era necesario ser propietario). Las
modificaciones legales de Quinto Fabio Ruliano aseguraron la preeminencia de los
propietarios en las tribus (que habían pasado a ser 31 el año 241 adC), y

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estableció el servicio militar para los hombres libres no propietarios, a los que se
permitió entrar en las centurias.

Los cargos electivos aumentaron. El 362 adC el pueblo designaba a los tribunos
de una de las legiones. El 301 adC ya designaba a los de cuatro legiones.

LAS NUEVAS MAGISTRATURAS

El régimen republicano trajo consigo cambios esenciales en el ámbito político. El


poder antes concentrado en la figura del rey (rex) pasó a ser ejercido por una serie
de cargos llamados magistrados. Estos funcionarios eran elegidos por las
asambleas en los Comicios, celebrados anualmente.

Desde el 342 adC. se prohibió la reunión en una misma persona de varios cargos
curules, y el desempeño de la misma magistratura antes de diez años de haberla
desempeñado por primera vez. La censura, que de hecho había pasado a ser la
magistratura más importante, aunque no lo era de derecho, no podía ocuparse dos
veces. Aunque estas disposiciones fueron infringidas en alguna ocasión, en
general se respetaron.

EL CONSULADO

Las funciones del antiguo monarca fueron ocupadas por dos magistrados anuales,
llamados Colegas (cónsules) con iguales plenos poderes cada uno. De todas las
magistraturas de la República ésta era la más importante.

Su fecha de entrada en funciones era variable, no siendo habitual la fecha de 1 de


marzo (inicio del año), pues en general al concluir su mandato justo al año de su
nombramiento, sus funciones se prolongaban unos días hasta la ceremonia de
renuncia, formal, oficial y solemne. El cónsul, al terminar su función, estaba
sometido a la ley.

Los reyes disponían del derecho de hacer cultivar sus tierras mediante
prestaciones impuestas a los ciudadanos, y los no ciudadanos eran de hecho
clientes de los monarcas. Estos dos derechos desaparecieron, y ya no fueron
poseídos por los cónsules.

En materia judicial, en los delitos que comportaban multas fuertes o penas


corporales, el rey debía juzgar al acusado, y decidía si tendría derecho a apelación
y al indulto. La Ley Valeria (509 adC) obligaba a los cónsules a conceder la
apelación a todo condenado con penas corporales o con la pena capital, salvo que

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la sentencia hubiera sido dictada por tribunales militares. Más tarde (hacia el 451
adC) la obligación se extendió a las multas fuertes.

LA DICTADURA

Eventualmente, siempre en casos graves, las funciones de los dos cónsules


podían ser asumidas por un único magistrado, con el título de Dictador, funciones
que se ejercían por un período de seis meses o hasta que cumpliera la misión
extraordinaria para la que había sido nombrado, si la cumplía antes de los seis
meses. Sin embargo, estos seis meses eran prorrogables una única vez durante
otros seis. Un dictador ostentaba el poder de cualquiera de los cónsules, pues
estos disponían de todo el poder individualmente, y aunque podían repartirse las
funciones, también podían ejercerlas en su totalidad cada uno de ellos. El dictador
se diferenciaba en que no tenía el contrapoder que representa un magistrado con
idénticas funciones. Sin embargo, estaba habitualmente asistido por un magister
equitum, o jefe de la caballería, al que no podía revocar el dictador.

Los Cónsules eran patricios. Si algún cónsul se enfrentaba a su clase, los


sacerdotes (también patricios) podían crearle muchas dificultades, además de que
su magistratura podía ser suspendida nombrándose a un dictador. Por otra parte,
su corto periodo de magistratura, al final de la cual volvía a ser un simple
ciudadano que debía obedecer a los nuevos magistrados, le impedían de hecho
cualquier decisión contraria a su clase. Pero para más seguridad se estableció la
costumbre de que las decisiones de los Cónsules debían ser refrendadas por el
Senado, permitiendo a este controlar todos los tratados políticos, la
administración, la división de tierras públicas y en general todos los actos que
trascendían más de un año; incluso el Tesoro Público no puede ser tocado por el
cónsul, o en su caso por el dictador, sin permiso del Senado. La administración de
las arcas del Estado fue confiada a dos funcionarios permanentes (Cuestores),
nombrados por los cónsules pero sujetos a las órdenes del Senado.

El consulado fue perdiendo atribuciones en favor de otras magistraturas menores,


cuyos titulares eran elegidos en las Asambleas (incluso el nombramiento de
Dictador paso al Senado). Las tres funciones principales del Estado se dividieron:
un cónsul tenía el poder ejecutivo, otro el militar, y el pretor el poder judicial.
Además los cónsules se dividían la autoridad en los territorios sometidos o
provincias (de común acuerdo o por suertes).

La multiplicación de magistraturas dividía el Imperium, o sea el poder uno e


indivisible que otrora tuvieron los reyes y que al principio de la República

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conservaron los cónsules. Cuando en casos excepcionales era designado un
Dictador, solamente lo era para solventar una dificultad específica (conflictos
religiosos, legales, militares, etc... pero no todos a la vez).

LOS CENSORES

Cada cuatro años correspondía a los cónsules fijar los presupuestos, hacer las
listas de los ciudadanos y la distribución de los Impuestos.

El años 435 adC (319 ab urbe condita) los Comicios Centuriados, a propuesta de
la nobleza patricia de su seno, eligió unos nuevos magistrados, llamados
censores, que ejercían su cargo por un máximo de dieciocho meses. Ello derivaba
de la Ley Ovinia que, además reconocía el derecho a ser senador a los que
habían desempañado una magistratura curul (Cónsules, dictadores, censores,
pretores y ediles curules, es decir todos los que podían sentarse en una silla curul,
silla que acompañaba al magistrado).

La Censura se convirtió pronto en una magistratura apetecible. A sus funciones


presupuestarias, de listas y distribución de impuestos se agregó el derecho de
proveer las plazas vacantes en el Senado y en el orden ecuestre, equites o
revocar los senadores existentes (precisando para cualquiera de estos actos el
acuerdo de ambos censores). Como la modificación de la composición del Senado
se establecía cada cinco años, con motivo del censo, la duración mínima del cargo
era de un lustro. De hecho, la gran cantidad de magistraturas curules hacía que
buena parte de los Senadores ocuparan su cargo por haber ejercido tales
funciones, o ejerciendo magistraturas no curules (Ediles del Pueblo, Tribunos del
Pueblo y Cuestores).

Las facultades de los censores fueron extendiéndose. A sus responsabilidades


iniciales sobre el censo (listas de ciudadanos) y presupuesto, se añadió el
nombramiento de las vacantes del Senado. Más tarde adquirieron aun nuevas
atribuciones: los impuestos sobre el lujo, los castigos por hechos censurables o
escandalosos (privación de derechos u honores políticos) y hasta la sanción del
descuido en el cultivo de un campo.

La Censura duraba en esta época cinco años, pero los sucesores de cada censor
podían renovar o aceptar sus normas (o bien anularlas). Ello colocó la
magistratura en la escala más alta de consideración social.

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LOS CUESTORES

En el año 421 adC existían cuatro Cuestores, todos ellos patricios: dos de ellos
(Quaestores) ejercían por delegación de los Cónsules la administración del Tesoro
Público; otros dos (Quaestores Militum) eran encargados de la caja militar, siendo
nombrados por los Comicios Tribunados a propuesta de los tribunos de la plebe
(pero de entre los patricios). La nobleza intento transferir el nombramiento de los
Cuestores encargados del Tesoro Público, de los Cónsules a los Comicios
Centuriados, pero fracaso y su nombramiento recayó en los Comicios por Tribus,
que designaban también a los Cuestores Militares. A su vez éstos dejaron de
corresponder en exclusiva a los patricios, y desde entonces para el cargo de
Cuestor del Ejército pudo ser elegido un plebeyo.

LOS TRIBUNOS DE LA PLEBE

Los tribunos de la plebe, que en principio no eran magistrados, alcanzaron la


consideración de tales ya desde poco después de su creación. Más tarde
obtuvieron el derecho de asistir a las reuniones del Senado sin voto, y
posteriormente el derecho de convocarlo y presentar mociones y hacer votar
Senadoconsultos. Con ello adquirió una posición entre la aristocracia gobernante
que le alejaba de sus primitivas funciones de auxilio a la plebe, que nominalmente
conservaba pero que de hecho no ejercía. Llegado a este punto el tribunado no
tenía sentido ni misión pero no fue abolido para no herir la sensibilidad de las
capas humildes.

MAGISTRATURAS DELEGADAS

En los casos de guerra los cónsules podían delegar el mando del ejército en un
lugarteniente que ostentaba sus funciones como Legado (Legatus).

En la administración de la ciudad los cónsules tenían prohibido delegar ciertas


funciones, mientras que para otras estaban obligados a designarlos. Así los
cónsules debían delegar los juicios civiles, los asuntos criminales, la
administración del Tesoro (confiada a dos Cuestores) y la administración de los
archivos públicos.

En cambio en el ejército era frecuente la designación de delegados: Procónsules


(Pro-consule), Propretores (Pro-praetore) y Procuestores (Pro-quaestore).

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Los cónsules “aconsejaban” en la elección del sucesor, suponiéndose que de
hecho imponían a su candidato. No obstante la elección formal correspondía a las
Asambleas Curiales.

EL SENADO REFORMADO

El Senado varió su composición. Inicialmente estaba formado por trescientos


miembros de la nobleza (todos los senadores, salvo caso excepcional eran
patricios), pero ahora se reservaron ciento sesenta y cuatro plazas a los plebeyos
o nuevos admitidos (Conscripti). Esta distinción se mantuvo al menos en los
formalismos, de tal forma que la alocución para dirigirse a la Cámara era Patres et
conscripti aun mucho después de que tales diferencias dejaran de ser importantes.

Los senadores eran consuetudinariamente vitalicios, pero la costumbre derivó en


ley para los patricios. Como el Senado representaba a la nobleza patricia y había
en él miembros plebeyos, se relegó a estos dentro del Senado a un papel
secundario. Si alguno se oponía, en las revisiones cuadrienales de senadores que
efectuaban los cónsules, eran o podían ser eliminados; además los plebeyos que
entraban en el Senado, no era en general por méritos, sino por riqueza, y sus
intereses de clase eran coincidentes con los de la nobleza patricia. Se distinguían
entre los Senadores dos grupos: los provenientes del ejercicio de magistraturas; y
los que no las habían desempeñado (Pedarii).

El nombramiento de los Senadores correspondía desde el inicio de la República, a


los cónsules o dictadores. Más tarde, ésta fue una atribución específica de los
censores.

Al Senado correspondía el refrendar todas las propuestas importantes políticas o


administrativas de los cónsules y otros magistrados que hubieran obtenido el voto
afirmativo de los Comicios Asamblearios correspondientes. Cuando el acto debía
ser ejecutado como parte de los deberes del magistrado no precisaba refrendo
senatorial. Aunque al principio las decisiones del Senado fueron llamadas Consulis
senatusque sententia, más tarde los dictámenes del Senado dejaron de ser
consultivos y adquirieron fuerza, siendo llamados Senatus consultum y Senatus
sententia. El cónsul debía obedecer al Senado, pues en caso contrario podía ser
privado de fondos, se podía nombrar un dictador, y otras medidas que daban
preeminencia al Senado sobre los altos magistrados.

Correspondía al Senado decidir sobre los siguientes asuntos:

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 Religiosos.
 Elección de magistrados extraordinarios.
 Resolución de conflictos entre magistrados.
 Cuestiones de policía.
 Algunos casos criminales que comportaban pena capital, cuando el
acusado era perdonado, o era conmutada su sentencia, o bien era liberado.
 Cuestiones militares.
 Cuestiones financieras.
 Negociaciones con Estados extranjeros y firma de tratados después de la
paz. El Senado debía aprobar los cambios territoriales pactados por los cónsules u
otros magistrados con el enemigo.

El Senado era convocado por cualquiera de los magistrados que podían


consultarle (principalmente Dictadores, Cónsules, Prefectos de la ciudad, Pretores,
Tribunos de la plebe y después Tribunos con potestad consular). El convocante
presidía la reunión.

La convocatoria se hacía bien públicamente por pregones (praecones) o por


edictos, o bien por un aviso a cada senador (era obligatorio que tuvieran
residencia en Roma). A veces en una reunión se convocaba la siguiente. Los que
no asistían sin justa causa (la asistencia era obligatoria) podían ser sancionados
con multa. Las reuniones se celebraban en edificios públi-cos, generalmente en el
Capitolio (Curia Calabra), el Comitium (Curia Hostilia luego Curia Julia) o el
Templo de Júpiter Capitolino. Los Senadores permanecían sentados y el
presidente ocupaba un lugar central sobre una silla elevada.

Las reuniones no podían coincidir con la celebración de comicios y duraban de sol


a sol. Las votaciones debían celebrarse antes del ocaso.

La sesión se abría con unos sacrificios religiosos consultando los auspicios. Los
asuntos a tratar eran determinados por la presidencia, pero los religiosos tenían
preferencia.

SACERDOTES Y PONTÍFICES

El nombramiento de los sacerdotes, antigua función de la monarquía,


correspondió desde el inicio de la República al Colegio de los Pontífices (que tuvo
también la jurisdicción sobre las sacerdotisas de Vesta). El Colegio también
designaba al Pontifex Maximus, un Pontífice Supremo que tomaba ciertas
medidas domésticas y disciplinarias que convenía fueran adoptadas por una sola

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persona. Roma era considerada tierra entre rios porque estaba bañada por los ríos
Tigris y Eufrates.

LAS REFORMAS LEGALES

EL ORDEN SENATORIAL

La designación de las vacantes del Senado, designadas primero por los cónsules,
pasó a los censores. Su funcionamiento fue regulado por la Ley Ovinia.

Las promociones al Orden Senatorial (Ordo Senatorius) quedaron abiertas a todos


los ciudadanos que hubieran sido antes Edil Curul, Pretor o Cónsul (los cónsules
ya tenían derecho a ser Senadores con voto). El censor estaba obligado a incluir
en la lista de nuevos senadores a los cónsules que habían dejado el cargo, salvo
que por precepto legal pudieran proclamar su exclusión motivada. Pero como los
ciudadanos que podían ocupar un puesto en el Senado no eran suficientes para
cubrir las bajas que se producían por fallecimiento o exclusión, y el número de
senadores no podía bajar de trescientos, los censores podían elegir libremente
entre aquellos que no habían ejercido una magistratura de las citadas, si bien los
designados debían haberse distinguido por su valor, haber matado a un jefe
enemigo o salvar a un ciudadano romano; a estos senadores se les llamaba
Subalternos (Senatores Pedarii), y tenían derecho a voto pero no participaban en
la discusión.

El Senado era el que dominaba en materia de legislación, de elección y de


gobierno.

Los proyectos de ley eran sometidos previamente al Senado. El Senado, al


disponer del poder ejecutivo, podía poner o no en ejecución un plebiscito votado.
Incluso pudo legislar sin que las leyes fueran ratificadas por la Asamblea en “los
casos urgentes”, sin perjuicio de ulterior ratificación, que a menudo ya no era
solicitada.

El Senado se adjudico la designación de Dictador (cuyo nombramiento


correspondía antes a los Cónsules), y asumió también la prorroga de cargos (el
cónsul cesante que no se encontraba en Roma en el momento del cese, seguía en
funciones como procónsul; lo mismo ocurría con los pretores que continuaban
como propretores) lo que llevó en la práctica a una reelección encubierta (desde el
307 adC., un Senadoconsulto bastaba para prorrogar una magistratura). Además,
en las elecciones, la aristocracia apoyaba a los candidatos del Senado. El Senado

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decidía sobre la guerra, la paz, las alianzas, la fundación de colonias, las
asignaciones de tierras públicas, los trabajos públicos, el sistema de rentas, la
asignación de departamentos a los magistrados, el contingente del ejército, el
presupuesto de los departamentos, etc. Los cuestores no podían hacer pago
alguno sin un senadoconsulto (con algunas excepciones para los cónsules).

POLICÍA. VÍAS PÚBLICAS

El control de policía se acrecienta: alcantarillado, empedrado, limpieza pública,


edificios ruinosos, animales dañinos, circulación de carros (solo permitida de
noche), comunicaciones, abastecimiento de los mercados, control de calidad de
mercancías, control de monedas y pesos, baños públicos, tabernas y casas
“sospechosas”, son sus ámbitos de actuación. La red de vías públicas (caminos),
acueductos y fortalezas se desarrolla.

LA SOCIEDAD REPUBLICANA

LA ARISTOCRACIA

De la alianza entre la antigua aristocracia patricia (los ricos entre los antiguos
ciudadanos) y la aristocracia plebeya (los ricos entre los ciudadanos nuevos)
surgió un nuevo gobierno aristocrático de la nobleza romana, frente al cual se
situaban la mayoría de los plebeyos (de pequeña fortuna o pobres) y algunos
patricios empobrecidos.

ECONOMÍA EN EL PERIODO REPUBLICANO

LOS PUBLICANI

El Estado empezó pronto a ceder los impuestos indirectos, gastos y operaciones


complicadas a los llamados Publicani (Capitalistas o Negociantes), que por una
suma liquida prefijada, realizaban la administración por su propia cuenta. A este
sistema accedían los ricos y los enriquecidos, sin distinción de origen patricio o
plebeyo, que ofrecen seguridad al Estado. Los Publicani constituyeron una clase
que con el tiempo fue incrementándose.

LOS CAMPESINOS Y LA TIERRA. EL TRIBUTUM

Como los repartos de tierra se hicieron por motivos políticos, controlaron el


descontento y evitaron el estallido social, pero no impidieron el empobrecimiento
progresivo de los campesinos medios o pequeños.

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La guerra con Veyes (406-396 adC.) y el incendio de Roma por los Galos (390
adC.) aceleraron el empobrecimiento durante medio siglo.

Desde el 406 adC ya no basto con movilizar a los soldados en verano sino que
hubieron de permanecer en armas también en invierno. Las Asambleas
Centuriadas parecían decididas a rechazar nuevas guerras. Para solventar los
problemas derivados de esta situación, el Senado decidió el pago de una cantidad
(sueldo, derivado de solidus) a los soldados, con cargo a las rentas públicas
indirectas y al producto de los dominios estatales, cesando de costear al ejército
las tribus, las cuales solo pagaban la tasa (Tributum) cuando existía insuficiencia
de fondos en el Erario, considerándose como un empréstito forzoso reembolsable
después. Pero como los dominios estatales eran poco rentables y el Tesoro no
disponía de fondos para el pago del sueldo, la recaudación del Tributo se
generalizó, y golpeó las débiles economías de los campesinos medios y
pequeños, que, junto a la carga de entregar brazos al Ejército, debía pagar unas
cantidades o prestaciones que, aun siendo recuperables, de momento lo dejaban
sumido en la miseria.

EXPANSIÓN DE ROMA REPUBLICANA

Una vez liberada del dominio etrusco, Roma se encontró en una difícil situación:
con conflictos internos, y rodeada de enemigos, debió ceder y perder las
conquistas obtenidas bajo la monarquía. Para empeorarlo, por esa época, una
invasión gala procedente del norte de Italia asoló la región. Tras recuperarse, los
romanos iniciaron campañas de expansión que los llevaron a guerras contra
latinos, sabinos, etruscos y umbros. Tras aceptar el ofrecimiento de los campanos
de Capua, se instalaron en Campania. Las numerosas confederaciones de los
pueblos itálicos fueron derrotadas una y otra vez hasta que sólo la Magna Grecia
resistía a los romanos. Finalmente, y a pesar de la intervención de Pirro, Tarento y
el resto de las ciudades griegas fueron conquistadas.

La expansión romana los llevó a enfrentarse a los cartagineses por Sicilia, que
conquistaron tras la Primera Guerra Púnica. La debilidad cartaginesa tras esta
permitió a los romanos tomar también Córcega y Cerdeña; a partir de ese
momento Roma se conviertió en una potencia del Mediterráneo, que llegaría a
dominar durante siglos.

29
IMPERIO ROMANO

El Imperio Romano fue una etapa de la civilización romana en la Antigüedad


clásica caracterizada por una forma de gobierno autocrática. El nacimiento del
imperio viene precedido por la expansión de su capital, Roma, que extendió su
control en torno al Mar Mediterráneo. Bajo la etapa imperial los dominios de Roma
siguieron aumentando, llegando a su máxima extensión durante el reinado de
Trajano, abarcando desde el Océano Atlántico al oeste hasta las orillas del Mar
Negro, el Mar Rojo y el Golfo Pérsico al este, y desde el desierto del Sahara al sur
hasta las tierras boscosas a orillas de los ríos Rin y Danubio y la frontera con
Caledonia al norte. Su superficie máxima estimada sería de unos 6´14 millones de
km².

El término es la traducción de la expresión latina Imperium Romanum, que no


significa otra cosa que el dominio de Roma sobre dicho territorio. Polibio fue uno
de los primeros cronistas en documentar la expansión de Roma aún como
República. Durante casi tres siglos antes de César Augusto, Roma había adquirido
numerosos dominios en forma de provincias directamente bajo administración
senatorial o bajo gestión consular, y también mediante pactos de adhesión como
protectorados de estados aliados. Su principal competidora en aquella época fue
la ciudad púnica de Cartago cuya expansión rivalizaba con la de Roma y por ello
fue la primera gran víctima de la República. Las Guerras Púnicas obligaron a
Roma a salir de sus fronteras naturales, la península Itálica, y poco a poco
adquirió nuevos dominios que debía administrar, como Sicilia, Cerdeña, Córcega,
Hispania, Iliria, etc.

Los dominios de Roma se hicieron tan extensos que pronto fueron difícilmente
gobernables por un Senado incapaz de moverse de la capital ni de tomar
decisiones con rapidez. Asimismo, un ejército creciente reveló la importancia que
tenía poseer la autoridad sobre las tropas, de cara a obtener réditos políticos. Así
fue como surgieron personajes ambiciosos cuyo objetivo principal fue el poder.
Este fue el caso de Julio César, quien no sólo amplió los dominios de Roma
conquistando la Galia, sino que desafió por vez primera la autoridad del Senado
romano.

El Imperio Romano como sistema político surgió tras las guerras civiles que
siguieron a la muerte de Julio César, en los momentos finales de la República
romana. Él fue, de hecho, el primer hombre que se alzó como mandatario absoluto
en Roma, haciéndose nombrar Dictator (dictador). Tal osadía no agradó a los

30
miembros del Senado romano, que conspiraron contra él asesinándole durante los
Idus de marzo en las mismas escalinatas del Senado, restableciendo así la
república, pero su retorno sería efímero. El precedente no pasó desapercibido
para el joven hijo adoptivo de César, Octavio Augusto, quien sería enviado años
más tarde a combatir contra la ambiciosa alianza de Marco Antonio y Cleopatra.

A su regreso victorioso, la implantación del sistema político imperial sobre un


imperio territorial que de hecho ya existía, resulta inevitable, aun manteniendo las
formas republicanas. Augusto aseguró el poder imperial con importantes reformas
y una unidad política y cultural (civilización grecorromana) centrada en los países
mediterráneos, que mantendrían su vigencia hasta la llegada de Diocleciano,
quien trató de salvar un imperio que caía hacia el abismo. Fue éste último quien,
por primera vez, dividió el imperio para facilitar su gestión. El imperio se volvió a
unir y a separar en diversas ocasiones siguiendo el ritmo de guerras civiles,
usurpadores y repartos entre herederos al trono hasta que, a la muerte de
Teodosio I el Grande, quedó definitivamente dividido.

Finalmente en 476 el hérulo Odoacro depuso al último emperador de Occidente,


Rómulo Augústulo. El senado envía las insignias a Constantinopla, la capital de
Oriente, formalizándose así la capitulación del imperio de Occidente. El imperio
oriental proseguiría varios siglos más bajo el nombre de Imperio Bizantino, hasta
que en 1453 Constantinopla cayó bajo el poder otomano.

El legado de Roma fue inmenso, tanto es así que varios fueron los intentos de
restauración del imperio, al menos en su denominación. Destaca el intento de
Justiniano I, por medio de sus generales Narsés y Belisario, el de Carlomagno así
como el del propio Sacro Imperio Romano Germánico, pero ninguno llegó jamás a
reunificar todos los territorios del Mediterráneo como una vez lograra la Roma de
tiempos clásicos.

Con el colapso del Imperio de Occidente finaliza oficialmente la Edad Antigua


dando inicio la Edad Media.

EL IMPERIO DE AUGUSTO (31 ADC-14 DC)

Con la victoria de Octavio sobre Marco Antonio, la República se anexionó de facto


las ricas tierras de Egipto, aunque la nueva posesión no fue incluida dentro del
sistema regular de gobierno de las provincias, ya que fue convertida en una
propiedad personal del emperador, y como tal, legable a sus sucesores. A su

31
regreso a Roma el poder de Octavio es enorme, tanto como lo es la influencia
sobre sus legiones.

En el año 27 adC se estableció una ficción de normalidad política en Roma,


otorgándosele a Augusto, por parte del Senado, el título de Imperator Caesar
Augustus (emperador César Augusto). El título de emperador, que significa
«vencedor en la batalla» le convertía en comandante de todos los ejércitos.
Aseguró su poder manteniendo un frágil equilibrio entre la apariencia republicana y
la realidad de una monarquía dinástica con aspecto constitucional (Principado), en
cuanto compartía sus funciones con el Senado, pero de hecho el poder del
princeps era completo. Por ello, formalmente nunca aceptó el poder absoluto
aunque de hecho lo ejerció, asegurando su poder con varios puestos importantes
de la república y manteniendo el comando sobre varias legiones. Tras su muerte
Octaviano fue consagrado como hijo del Divus (divino) Julio César, lo cual le
convertiría, a su muerte, en dios.

En el plano militar Augusto estabilizó las fronteras del Imperio Romano en lo que
el consideraba debían ser sus límites máximos de extensión en el norte. El limes
Elba-Danubio. Así mismo, finalizó la conquista de Hispania doblegando las últimas
tribus celtibéras y particularmente a los cántabras que aun se mantenían rebeldes.
Esta sangrienta lucha final sería conocida como las Guerras Cántabras. Tan difícil
fue la tarea que Augusto se trasladó personalmente con toda su corte a la
península ibérica estableciendo Tarraco como capital provisional imperial periodo
este en el cual la urbe experimentó un gran crecimiento urbanístico. Hacia el 17
adC Hispania al completo pasa a dominio romano quedando el territorio
organizado en tres provincias: Lusitania, Tarraconensis y Baetica.

En el norte Augusto también obtuvo grandes victorias adquiriendo para el Imperio


Germania Magna cuyos limes se extendían a lo largo del Río Elba. Pero esta
situación no duraría mucho. Augusto confió la dirección de la provincia a un
inexperto gobernador Publio Quintilio Varo. Su ineptitud y su poco entendimiento
de las culturas locales, nada acostumbradas a plegarse frente a un conquistador
incrementaron los recelos de los lugareños. Así fue como el 9 adC una rebelión
protagonizada por Arminio aniquiló las tres legiones de Varo en una brutal
emboscada conocida como la batalla del bosque de Teutoburgo. La reacción
romana permitió evacuar no sin problemas el resto cuerpos militares acantonados
en Germania. Augusto escandalizado ante el desastre militar exclamaría ¡Quintilio
Varo devuélveme mis legiones!. Finalmente y, a pesar de los deseos iniciales de
Augusto, las legiones se retiraron a defender el frente del Rin. Así el sistema de

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limes nórdico se mantendría estable hasta el colapso del Imperio en la menos
firme frontera Rin-Danubio. Augusto recomendó a su sucesor Tiberio que no
tratara de extender más allá sus fronteras.

DINASTÍA JULIO-CLAUDIA: LOS SUCESORES DE AUGUSTO (14-69 DC)

Los sucesores de Augusto no demostraron ser especialmente dotados,


evidenciando las debilidades de un sistema dinástico hereditario. Tiberio, Calígula
y Nerón fueron especialmente despóticos, dejándose llevar incluso por excesos de
locura que pusieron a prueba la fortaleza del sistema consolidado bajo la sabia
administración de Octavio.

Tan solo Claudio, emperador después de Calígula, fue la excepción. A pesar de su


apariencia torpe, puesto que cojeaba, tenía un tic y era tartamudo, fue uno de los
emperadores más competentes que tuvo Roma. Pero a Claudio le pudieron los
amores, y todo hace pensar que murió envenenado a manos de su tercera
esposa, Agripina quien puso a su hijo Nerón como sucesor. Nerón acabó
rebelándose contra la ambición de su propia madre, mandándola matar. Sus
locuras terminaron por ser su perdición, por lo que no resulta extraño que en el 68
perdiera el control de varias legiones, y ya sin apoyo alguno y con un Senado
deseoso de nombrar a un sustituto, el emperador tuviera que acabar suicidándose.

DINASTÍA FLAVIA (69-96 DC)

El imperio entró en una breve anarquía, en la que en un mismo año (69) hubo
cuatro emperadores romanos, conociéndose como el año de los cuatro
emperadores. Tuvo que ser un general, Vespasiano, quien pusiera fin al caos. Su
mandato se reveló positivo para el Imperio y salvo las rebeliones de Judea y
Germania, que aplastó sin miramientos, pocos problemas graves tuvieron que
afrontar. La sucesión al trono así mismo parecía asegurada dado que tenía dos
hijos Tito y Domiciano. Y es que la idea de un sistema imperial dinástico había
calado fuerte en la sociedad romana con los Julio-Claudios, aunque hubiera
proporcionado emperadores tan nefastos como Calígula o Nerón.

Sin embargo, la nueva línea dinástica no tardó en mostrar sus debilidades. Tito,
con una brillante carrera militar en la guerra judía, y convertido en Prefecto del
Pretorio por su padre, se enamoró de una princesa judía, que como esposa de
emperador era absolutamente inaceptable para Roma y los romanos, y además
empezó a manifestar caprichos que conducían a la tiranía. Por su parte,
Domiciano, durante la guerra civl del 69, pese a su juventud, había intentado

33
realizar su propia política personal al margen de su padre. Al inicio del reinado de
Tito este hubo de enfrentarse a su escasa popularidad hasta la inauguración del
Anfiteatro Flavio, el Coliseo. Tito apenas si tuvo tiempo de dejar impronta en el
Imperio pues murió poco después dejando como único recuerdo la fastuosa
inauguración de los mayores juegos conocidos hasta la fecha en el mayor
anfiteatro construido por Roma. A su muerte le sucedió Domiciano quien resultó
ser igual o peor que los déspotas que le habían precedido. Sus actucaciones en
política exterior fueron desiguales; aplastó a los germanos, pero compró la paz
con los dacios; en política interior, acosó al senado, a los cristianos, a su propia
familia y acabó comportándose como un tirano paranoico temiendo conspiraciones
por todas partes. Incluso se hizo llamar en palacio dominus et deus. De nuevo, el
sistema se impuso por encima del tirano que fue asesinado en un complot contra
él, en el que la Guardia Pretoriana, nuevamente tuvo un papel principal.

LOS EMPERADORES ADOPTIVOS

Con la muerte de Domiciano empieza la era más grande del imperio, el mayor
periodo de estabilidad política y buena administración como nunca tuvo ni volvería
a tener. Por primera vez al Senado Romano se le da la potestad de elegir sucesor
y elige a Nerva el año 96.

LOS CINCO EMPERADORES BUENOS (96-180 DC)

Se inicia así el periodo de los Emperadores Antoninos conocidos como los cinco
emperadores buenos ya que se suceden cinco emperadores consecutivos que
resultan muy positivos en el gobierno de las extensas posesiones imperiales, así
como en todas las campañas militares en las que participa Roma, resultando
siempre triunfante en aplastantes victorias que llevan al Imperio al cenit de su
extensión bajo el mandato de Trajano en el 117, el segundo de los cinco
emperadores.

Nerva era un anciano perteneciente a la nobleza senatorial italiana y sería el


último emperador italiano de familia y de nacimiento. Su mayor mérito fue elegir al
mejor sucesor posible, Marco Ulpio Trajano. Trajano era un patricio afincado en la
Bética y ascendió al trono en el 98 por recomendación de Nerva. Con él, el
Imperio Romano consiguió su mayor extensión con las nuevas adquisiciones de la
Dacia, Arabia, Mesopotamia, Asiria y Armenia. El imperio llegó a abarcar desde
Gran Bretaña al Desierto del Sahara y desde la Península Ibérica al río Éufrates.

34
Con los llamados emperadores antoninos se instauró, por vez primera, la tradición
de nombrar al sucesor más dotado sin priorizar la razón hereditaria. Adriano fue el
afortunado sucesor de Trajano, quien se encargó de consolidar las conquistas de
éste renunciando a los ambiciosos planes de conquista de su predecesor.
Devolvió Mesopotamia a los partos y afianzó la Dacia y la Britania romanas, en
esta última con la construcción del famoso muro de Adriano al que da nombre.
Durante el reinado de los antoninos se volvió a tener en cuenta la voz del Senado
como en tiempos de Augusto, obedeciendo sus recomendaciones en la mayoría
de ocasiones sin que por ello mermase el poder de los emperadores en el
desempeño de sus funciones. Bajo los sucesores de Adriano, Antonino Pío y
Marco Aurelio, se produjeron ya los primeros ataques importantes sobre las
fronteras romanas sobre todo por parte de los germanos, especialmente los
cuados y marcomanos y los partos. Antonino avanzó varias guarniciones britanas
a un nuevo frente en el que edificó el llamado Muro de Antonino esperando que
los caledonios y pictos atrapados entre los dos muros aceptaran, poco a poco,
romanizarse. Pero los pictos no dejaron de acosar a las guarniciones romanas, por
lo que a la llegada de Marco Aurelio al trono se procedió al repliegue de todas las
guarniciones hasta la más estable y segura frontera del muro de Adriano.

Durante esta época se producen también los primeros y únicos contactos directos
entre Roma y China con el envío de una embajada romana a oriente a la que
hacen referencia las crónicas chinas de la dinastía Han. El creciente contacto
entre el lejano oriente y occidente, ya sea a través de la ruta de la seda o de las
tribus de las estepas, facilita también el transporte de nuevas enfermedades que
pronto empezarán a suponer un problema para Roma. Entre el 168 y el 180 la
peste antonina azotará el Imperio con virulencia llegando a provocar en Roma
picos de mortalidad de hasta 2.000 defunciones diarias. El propio Marco Aurelio
perecerá finalmente víctima de la propia peste en medio de su campaña del
Danubio contra los Marcomanos.

LA SUCESIÓN: ¿POR QUÉ CÓMODO?

Por alguna razón que se desconoce, el emperador filósofo Marco Aurelio rompió la
sabia tradición instaurada con Nerva y dio la sucesión a su propio hijo, Cómodo,
esperando que este concluyera su ambiciosa operación de castigo con la que
pretendía incorporar dos nuevas provincias al imperio, Marcomania y Sarmatia.
Pero Cómodo, muy al contrario, ofreció rápidamente la paz a los germanos,
quienes la aceptaron enseguida. Las fuerzas bárbaras estaban prácticamente
agotadas por la presión romana, que los estaba llevando hasta el límite. Este fue

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un balón de oxígeno que años más tarde se revelaría como un grave error
estratégico, habiéndose echado a perder una nueva oportunidad para acabar
totalmente con la amenaza germana. Las Guerras Marcomanas finalizan pues
abruptamente con la muerte de Marco Aurelio, no sin mostrar ante los bárbaros el
mayor despliegue bélico y el mayor contingente militar listo para el combate desde
tiempos de Augusto. Los germanos tardarían mucho tiempo en recuperarse y en
volverse a desafiar a Roma.

Los emperadores antoninos que le precedieron no tuvieron nunca un sucesor


directo disponible por lo que siempre se vieron obligados a adoptar a alguien para
asegurar la estabilidad imperial tras su muerte. A pesar de todo siempre trataron
de guardar el poder entre miembros de su familia o cercanos a ella siempre que
fue posible.

Cómodo (180-192 dC), de quien los historiadores dan un imagen de tirano y poco
competente, se revela como nefasto y despreocupado de los problemas del
pueblo y de las fronteras, ocupándose más por divertirse con los juegos, orgías y
todo tipo de pasatiempos bélicos y obscenos. La situación de dejadez imperial
agrava el malestar en la corte hasta que el emperador es finalmente asesinado.

DINASTÍA DE LOS SEVEROS (193-235 DC)

Tras un breve periodo anárquico Septimio Severo, militar no perteneciente a la


aristocracia romana, consigue establecer una nueva dinastía el año 193. Alejandro
Severo es el último emperador de esta línea hereditaria, dando paso a la tercera
anarquía (la primera fue el año de los cuatro emperadores y la segunda la que
precedió a los Severos). A partir de ahora se suceden en el trono varios
emperadores que llegan al poder gracias a haber subido en el escalafón militar por
méritos sin ser necesariamente de procedencia noble. El primer emperador de
esta nueva era es Maximino el Tracio, hijo de campesinos y procedente de una
zona de la actual Bulgaria.

LA DECADENCIA

La Decadencia del Imperio Romano, también llamado la Caída del Imperio


Romano, es un término histórico que describe el colapso del Imperio Romano de
Occidente

Durante este periodo se produjeron grandes crisis como la del siglo II donde se
produjo una gran inflación y devaluación; y periodos donde se intentó restablecer

36
el orden como el Dominado. Hubo cambios políticos muy importantes como la
división del imperio y la instauración de la tetrarquía pero lo más fatal en este
período de inestabilidad fue que varios pueblos germánicos cruzaron las fronteras
del imperio que finalmente desapareció como entidad política el 4 de septiembre
del 476, cuando Rómulo Augusto, el Emperador del Imperio romano de occidente,
fue depuesto por Odoacro.

Muchos historiadores cuestionan esta fecha, haciendo notar que el Imperio


romano de oriente ha continuado hasta la caída de Constantinopla el 29 de mayo
del 1453.

TRASFONDO

Tras los siglos dorados del Imperio Romano (periodo denominado Paz romana,
siglos I-II), comenzó un deterioro en las instituciones del imperio, particularmente
la del propio Emperador. Fue así como tras las malas administraciones de la
Dinastía de los Severos, en particular la de Heliogábalo, y tras la muerte del último
de ellos, Alejandro Severo, el imperio cayó en un estado de ingobernabilidad al
cual se le denomina Anarquía del siglo III. Entre 238-285 pasaron 19
emperadores, los cuales fueron incapaces de tomar las riendas del gobierno y
actuar de forma concorde con el Senado, terminaron por situar a Roma en una
verdadera crisis institucional. Durante este mismo periodo comenzó la llamada
"invasión pacífica", en la cual varias tribus bárbaras se situaron, en un principio, en
los limes del imperio debido a la falta de disciplina por parte del ejército, además
de la ingobernabilidad producida en el poder central, incapaz de actuar en contra
de esta situación.

Por otro lado, las guerras civiles arruinaron al imperio, el desorden interno no sólo
acabó con la industria y el comercio, sino que debilitó a tal punto las defensas de
las fronteras imperiales, que privadas de la vigilancia de antaño, se convirtieron en
puertas francas por donde penetraron impunemente las tribus bárbaras. Las más
audaces fueron los pueblos germánicos, Francos y Godos, que arremetieron
contra el imperio, atravesando la frontera de los Ríos Rin y Danubio.

LA CRISIS DEL SIGLO III

ASPECTOS SOCIALES

En el siglo III, la gran extensión del Imperio había vuelto muy lentas y difícil las
comunicaciones. Además, como los ejércitos de las provincias fronterizas

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incorporaban gente del lugar y se establecían fuertes vínculos de lealtad entre
tropas y sus comandantes, que, contando con esa fuente de poder, aspiraban a
ser emperador del Imperio.

Tras el asesinato de Alejandro Severo, por sus tropas en el año 235, se inició una
etapa de crisis.

Tanto en Italia como en las provincias irán surgiendo poderes efímeros sin
fundamento legal, mientras que la vida económica se verá marcada por la
incertidumbre de la producción, la dificultad de los transportes, la ruina de la
moneda, etc.

De este período se han diferenciado dos subperíodos. El primero es el de la


Anarquía militar (235-268). Los ejércitos provinciales y la guardia pretoriana se
rebelaron con frecuencia, ya para deponer a los emperadores o para elevar a sus
comandantes a la dignidad imperial.

Así las fronteras del imperio estuvieron desprotegidas provocando invasiones de


pueblos bárbaros. El hambre, las epidemias y la inseguridad se apoderaron del
imperio, que poco a poco se fue ruralizando.

El descontrol es tal que varias provincias de occidente y oriente se escinden para


formar el Imperio Galo y el Reino de Palmira respectivamente, en un intento de
hacer frente con sus propios medios a los peligros exteriores que amenazan el
Imperio.

El segundo periodo es conocido como el de los emperadores ilirios (268-284).


Tras los años anteriores de anarquía militar, en que la seguridad y la unidad del
imperio se había visto gravemente comprometida, diferentes emperadores de
origen ilírico y danubiano lograron reunificar el Imperio y sentar las bases para
restablecer la situación.

ASPECTOS ECONÓMICOS

La situación económica del Imperio a finales del siglo III era crítica. Se produjo un
abandono de los campos por los campesinos en busca de ocupaciones más
prometedoras como el bandidaje.

Así mismo, se produjo un debilitamiento del sistema monetario. El funcionamiento


de la acuñación antigua estaba basado en que el valor de la moneda era del metal
que contenía. Pero en tiempos de crisis, se solía rebajar la calidad de la moneda

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con la adición de un metal inferior, sin reducir su valor nominal. En tiempos de
Nerón, se emitieron denarios de plata con una pureza del 90%. Marco Aurelio
emitió moneda de plata con un 75% de metal noble y Septimio Severo con un
50%.

En el siglo III El imperio había cesado su expansión y el Estado ya no pudo contar


con las riquezas obtenidas por las conquistas militares. Por eso, se produjo una
reducción alarmante del abastecimiento de metales preciosos, combinada con
unos altísimos gastos gubernamentales. Estos aspectos, obligaron a los
emperadores a emitir monedas de plata rebajadas para satisfacer sus
necesidades. El pueblo reconoció que las monedas estaban fuertemente
sobrevaloradas con respecto a su contenido en metal. El valor de la moneda cayó
mientras que los precios subían, el resultado fue una espiral inflacionaria con
monedas fuertemente devaluadas que provocaron precios todavía más altos.
Además, Roma compraba artículos de lujo al oriente y solo vendía granos y otros
alimentos, así el imperio occidental tuvo una balanza comercial negativa.

En tiempos de Galieno, el porcentaje de pureza de las monedas de plata había


descendido a un 5%. No pasaron muchos años para que el gobierno emitiera
monedas de cobre plateado.

La víctima principal de la inflación fue el propio Estado, ya que el cobro de los


impuestos creció en su valor real mientras que con lo recaudado no alcanzaba a
pagar a los funcionarios y a los soldados; por lo que decidió pagarles con
alimentos, sistema que se convirtió en el normal sistema impositivo de finales del
imperio.

DIOCLECIANO Y LA TETRARQUÍA

Diocleciano fue proclamado emperador en el 284 en Nicomedia que más tarde fue
capital del imperio. En el 286 promovió como César a Maximiano, a quien año
después convirtió en Augusto dándole la parte occidental del imperio. Así se
dividió el imperio en occidente y en oriente.

El 1 de marzo del 293 se nombró como césares a dos oficiales de Iliria, Galerio y
Constancio I. Así se creó una nueva forma de govierno la Tetrarquía, los dos
Augustos gobernaban durante 20 años, después del plazo, lops césares
ascendían al trono como Augustos y designaban a otros dos césares.

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El reparto del poder produjo resultados muy satifactorios. Galerio rechazó en el
bajo Danubio a los godos y entre el 297 y el 298 consiguió una espectacular
victoria contra los persas en las Guerras Romano-Sasánidas y logró una nueva
frontera romana en el Tigris suprerior hasta el Kurdistán y Sinagra. Mientras tanto,
Diocleciano sofocó una revuelta en Egipto y Constancio I recuperó Britania de
manos del usurpador Alecto y obtuvo varias victorias en las fronteras del Rin;
Maximiano aplastó una insurrección nativa en Mauritania.

REFORMAS MILITARES

Durante el reinadode Diocleciano y sus sucesores se llevaron acabo una sserie de


reformas militares para garantizar el control y la eficacia de los ejércitos. Algunas
de ellas eran:

 Creación de una fuerza de campaña móvil: así se complementó la


función de las guarinciones estáticas de las fronteras.
 Separación de los limitanei: los limitanei, u hombres de las fronteras, en
ocaciones formaban una milicia local que ocupaban tierras lejanas a Roma
propiciando la desgregación del imperio. Por eso Diocleciano realizó una distinción
entre el ejército de campaña completamente movil y la defensa estática fronteriza.
 Aumento numérico del ejército: en los tiempos de Diocleciano el ejército
aumentó más que el doble. Pero esto produjo un aumento en lo referente a los
problemas financieros y de abastecimiento

Reformas económicas

Al principio, los tetrarcas no lograron detener la inflación; pero con la combimación


de una serie de medidas lograron contenerla y dejaron un sistema monetario
parcialmente estable a sus sucesores. Esto se consiguió con una serie de
reformas monetarias. La más importante fue la creación de una nueva moneda de
oro, acuñada con un alto nivel de pureza, con devaluación de 1/5 de su valor.
También se hicieron monedas de plata que mantuvo su valor y ortas de cobre que
no se mantuvieron.

El resultado fue una inflación continuada en los precios, expresada en la moneda


de cobre que era de uso corriete. Las quejas del ejército obligaron a Diocleciano a
emitir el Edicto de Precios, que era un intento de establecer precios máximos a
una gran cantidad de productos y servicios. Un contemporáneo de la época,
Lactancio decía que el edicto fracasaría porque los productos no podrían llegar al
mercado.

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Sin embargo, la principal contribución del gobierno fue más psicológica que
económica, mostrando la voluntad de un gobierno romano, después de la crisis del
siglo III, ejercer la autoridad a gran escala y establecer el orden.

LOS SUCESORES DE DIOCLECIANO

En el 305, abdicaron los augustos Diocleciano y Maximiano y ocuparon su lugar


Galerio en Oriente y Constancio I en Occidente. Al mismo tiempo, Maximino y
Severo, poco conocidos hasta el momento, se convirtieron en césares. Esta epuso
en peligro la fidelidad y coherencia de la política de Diocleciano, pues excluía de la
posibilidad de acceder al poder imperial a Majencio, hijo del retirado augusto
Maximiano, y a constantino hijo del ascendido Constancio I.

EL AUGE DEL CRISTIANISMO

Durante los siglos II y III, se produjeron grandes cambios religiosos en el imperio.


Se adoptaron nuevas formas de culto de la cultura greco-oriental. En Egipto se
veneraron únicamente a Isis y a Osiris, en Judea comenzó el Cristianismo, en Siria
y la mesopotamia se adoptaron varias formas del gnosticismo y más tarde el
mirtaísmo y el maniqueísmo.

La prevalencias de estos cultos, se han vinculado con la Crisis del siglo III. El
desorden e inseguridad había provocado la retirada hacia una vida interior.
Además el fracaso de la religión oficial para solucionar los problemas de la gente,
provocó que muchas personas decidieran cambiar a religiones que prometieran
una buena vida ultraterrena.

Los siglos II y III fueron muy importantes para la iglesia católica. Esta fue
importante en las provincias orientales del imperio, en África y en algunas zonas
occidentales costeras del Mediterráneo.

LAS PERSECUCIONES DEL CRISTIANISMO

Como en muchas épocas de crisis, se acusaba a un grupo minoritario de todas las


desgracias, en este caso eran los cristianos. Se creía que ellos eran los que
arruinaban las relaciones ente los humanos y las divinidades y que perturbaban la
paz de los dioses y provocaban la retirada de su protección.

La persecución de los cristianos fue iniciada por Decio, en ese entonces, el


cristianismo era una religión lo bastante prominente como para ser considerada la
causa de todos los males. Pero durante el reinado de Decio se vivía una seria

41
crisis militar, especialmente tras las primeras invasiones godas; por eso era
nescesario reafirmar la tradicional lealtad del imperio romano hacia sus dioses. Al
morir Decio, las persecuciones cesaron, pero nuevamante se renaudó en un breve
período con Valeriano hasta que fue capturado por los persas en el 260.

Pero la persecución tomó mucha importancia durante el reinado de Diocleciano.


Aunque durante su reinado la situación político-militar no era crítica; la causa se
debe a Galerio, que odiaba al cristianismo y que logró imponer su actitud al
anciano y debilitado Diocleciano. La persecución general, fue motivada por el
fracaso de un sacrificio en Nicomedia, cuando un funcionario imperial allí presente
fue visto santiguarse para no ser contaminado por los ritos.

El primer edicto de persecución, se dictó el 23 de febrero del 303. Ordenaba la


clausura de las iglesias y la entrega de las escrituras; seguía con una orden al
clero para que se sacrificase. Hasta el momento solo se veían afectadas las
autoridades eclesiásticas, pero otro edicto extendió la obligación a realizar
sacrificios a todos los miembros de la comunidad cristiana.

Al abdicar Diocleciano, la persecución continuó con Galerio, pero cedió en las


regiones dominadas por Constantino (Galia y Britania, donde habían pocos
cristianos) y las nominadas por el usurpador Majencio (Italia y África).

Pero a finales de su reinado frenó la persecución. Lo que había querido correjir a


los cristianos al buen camino; pero descubrió que al prohibir el rezo de su dios,
tampoco rezaban a los dioses paganos. Por eso restableció la libertad de culto e
invitó a los cristianos a rezar a su Dios por la salvación de su alma y el imperio.

Al morir Galerio, lo sucedió su hijo Maximino que reanudo la persecución, este


recibió delegaciones de las ciudades que pedían la continuación de las
persecuciones de los cristianos. Pero al morir, lo sucedió Licinio que revirtió la
política referente al cristianismo. En el 313 Constantino y Licinio emitieron el
Edicto de Milán, una declaración de libertad de culto que restituyo todos los bienes
confiscados a la Iglesia, en ese período 7 millones de habitantes de los 50 que
componían al imperio profesaban el cristianismo. Este fue el primer paso de la paz
con la iglesia y la conversión del imperio romano al cristianismo.

CONSTANTINO EL GRANDE

En el 305 Constantino, que residía todavía en oriente, obtuvo de Galerio permiso


para unirse a su padre Constancio en Britania, el cual, el año siguiente, murió en

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York. Constantino fue proclamado augusto por el ejército, aunque inicialmente solo
reclamó de Galerio el título de César. Constantino se encargó inmediatamente de
las violentas guerras civiles que en el 324 lo convirtieron en el único gobernante
del Imperio romano de occidente.

En oriente, mientas tanto, Galerio había muerto y su sucesor, Licinio, compartía el


trono con Maximino. Constantino y Licinio se entrevistaron en Milán, y además de
promulgar el Edicto de Milán, acordaron la paz entre el oriente y occidente. Licinio
derrotó a Maximino y se convirtió en emperador del oriente. La paz duró hasta el
316 cuando Constantino se apoderó de los Balcanes, territorio perteneciente a
Licinio. En el 324 Constantino se dirigió contra Licinio venciéndolo en Adrianópolis
y en Cisópolis, desde entonces fue el único dueño del Imperio romano y nombró
como césares a sus hijos Constanino, Constancio y Constante.

CONSTANTINO Y EL CRISTIANISMO

El ascenso de Constantino estuvo muy ligado a la transformación religiosa hacia el


cristianismo. La conversión al cristianismo por parte de Constantino se puede
explicar en cuatro fases:

 Tras el suicidio de Maximiano en el 310, un peregrino galo anunció que el


emperador había tenido una visión de Apolo en un santuario de la Galia. Al
aparecer esta noticia en el mismo discurso inventando que Constantino tenía un
parentesco con el rey gótico Claudio II, la visión pudo considerarse una doble
pretensión: la de apoyo divino y de la legitimación de su poder, cosa que
necesitaba.
 La segunda fase se explica cuando Constantino recordaba como había
presenciado la visión de una cruz cristiana encima del sol con la frase Con esta
vencerás y la noche siguiente, dicen que había tenido un sueño en el cual Cristo le
explicaba la visión.
 La tercera fase se explica con otro sueño que tuvo Constantino la tarde
antes de la batalla del puente Milivo. Se ordenó pintar los escudos de sus tropas
con el monograma cristiano y entrar en batalla armado con ese signo. Asía lo hizo
y venció al usurpador Majencio.
 La cuarta fase de la conversión está compuesta por varias cartas y en
inscripciones en monumentos en las cueles demuestra que había obtenido sus
victorias gracias a la voluntad del único Dios verdadero.

El cambio religioso se profundizó en la parte oriental del imperio, sobretodo en la


ciudad de Constantinopla fundada por Constantino. El emperador visitó Roma en

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el 315 y en el 326; en esta última ocasión Constantino ofendió al senado y a la
población romana al negarse a asistir a un sacrificio en el Capitolio. La ruptura con
la antigua ciudad fue seguida por la deliberada promoción de la nueva
Constantinopla.

Durante la época de Constantino y durante todo el Siglo IV la corte imperial dio un


impulso decisivo al proceso de cristianización del imperio. La conversión, aunque
en sí fuese un hecho personal e imperceptible, no ejerció su influencia en el vacío,
sino dentro de un entorno en el que el cristianismo se convertiría en la religión
principal del imperio.

LOS SUCESORES DE CONSTANTINO

Constantino murió el 337, su cuerpo fue llevado a Constantinopla y enterrado en la


Iglesia de los Santos Apóstoles. Constantino tenía numerosos hermanastros y
sobrinos que fueron asesinados por políticos poderosos y generales deseosos de
defender una sucesión dinástica ordenada, libre de disputas entre las diferentes
ramas de la familia. Así los hijos de Constantino se convirtieron en Augustos:
Constantino II de la Galia, Hispania y Britania; Constancio II del oriente; y
Constante de Italia.

Constantino II fue asesinado por Constante, a su vez Constante fue derrocado en


el 350 por un usurpador militar, Magensio. Este último fue derrotado por
Constancio en las batallas de Mursa y de Mons Selecus, convirtiéndose en el
único soberano del imperio.

EL REINADO DE CONSTANCIO II

En los comienzos de su reinado, Constancio II, se vio ante las nuevas hostilidades
de los germanos, que las provincias del occidente requerían la autoridad de un
gobernante por separado con autoridad local. El emperador nombró a Juliano
césar de la Galia, pretendía que el nuevo césar ejerciera un control nominal de las
guerras gerrmanas. Juliano en un principio aceptó y consiguió una gran victoria
sobre los alamanes cerca de Estrasburgo en el 357; pero a medida que pasaba el
tiempo, hizo valer su personalidad con mayor energía.

Constancio, después de visitar Roma en el 357, volvió al oriente para detener un


ejército persa que había invadido la Mesopotamia. En necesidad de reforzar su
ejército, pidió ayuda a Juliano; este se negó y se autoproclamó Augusto de

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occidente. Juliano marchó a oriente en el 361 contra Constancio. La guerra civil se
evitó porque el emperador murió a los 43 años.

El reinado de Juliano

El reinado de Juliano fue corto pero uno de los más frenéticos y desequilibrados.
Algunos de sus actos fueron:

 Redujo drásticamente el personal del palacio y de la burocracia.


 Restauró el culto a los dioses antiguos.
 Promulgó un edicto que prohibía a los cristianos trabajar como maestros de
literatura y retórica.
 Escribió confusos tratados alegóricos en su defensa y duros trabajos contra
los cristianos, el más famoso es: Contra los Galileos[5]
 Realizó numerosos sacrificios a los dioses con desenfrenado entusiasmo y
por eso fue criticado por sus seguidores.
 Luchó contra los persas muriendo en el 363.

JOVIANO, VALENTINIANO Y VALENTE

Es sucesor de Juliano fue Joviano que fue proclamado por el ejército en


Mesopotamia en el 363 durante la crisis que siguió después de la muerte de
Juliano en combate. Para asegurar la salida del ejército de los territorios de Persia,
Joviano les cedió territorios del norte de la Mesopotamia; esta acción recibió las
críticas que merecía su predecesor. En constraste de Juliano, Joviano fue un
cristiano aparentemente moderado; pero antes de que pudiera demostrar su
política murió en el 364.

A Joviano le sucedió otro oficial, Valentiniano I que fue nombrado por una cámara
política de altos militares y funcionarios y fue aceptado por el ejército. Valentiniano
se percató de la necesidad de dividir el imperio y escogió como gobernador del
occidente a su hermano Valente. Entre el 364 y 365, los emperadores se
dividieron las provincias, el ejército y la administración.[6] El reinado de
Valentiniano estuvo centrado en la defensa militar de la frontera del Rin y del
Danubio de la invasión bárbara. El emperador realizó un programa sistemático de
construcciones defensivas, tanto a lo largo de los ríos, como en las rutas de
penetración en las provincias romanas. Su administración general se caracterizó
por el rigor, la meticulosidad y la brutalidad. Debido a este estilo de gobierno,
sufrió rebeliones en Iliria y en África las cuales fueron sofocadas por el general
Flavio Teodosio. Valentiniano murió en el 375 por una apoplejía.

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A Valentiniano lo sucedió su hermano Valente. Su reinado se vio afectado por
guerras en el exterior contra los godos a los que atacó con éxito entre el 367 y el
369;y contra el Imperio Persa en Armenia. La crisis del reinado de Valente se
produjo en el 376, cuando el emperador fue convencido de la admisión al imperio
de los visigodos, empujados hacia las fronteras romanas por la invasión de los
hunos. Pero los godos entraron violentamente, lo que llevó al ejército romano a
combatir contra ellos. En el 378 Valente tuvo un encuentro bélico con ellos en
Adrianópolis. Perdió la batalla, murió y dos tercios de su ejército quedaron
destrozados.

CONSTANTINOPLA

La ciudad de Constantinopla fue construida por Constantino entre el 330 y el 336


en el lugar de Bizancio. Fue apodada Nueva Roma por ser muy parecida a la
capital imperial. Al igual que esta, fue construida sobre siete colinas, se dividió en
catorce distritos urbanos, con un foro, capitolio y un senado.

Desde sus primeros días, Constantinopla creció con asombrosa rapidez y su gran
cantidad de recursos atrajeron a un gran número de artesanos y materiales de
todas las regiones del oriente. En el contexto general del bajo imperio la ciudad
fue un nexo entre oriente y occidente. Esta ciudad se caracterizó por ser
sumamente cristiana, no existía ningún templo pagano con una gran cantidad de
iglesias Cristianas. Constantinopla fue adornada con plazas monumentales y
bellos edificios públicos. La ciudad constaba de 14 iglesias, 11 palacios, 5
mercados, 8 baños públicos, 153 baños privados, 20 panaderías públicas, 120
panaderías privadas, 52 pórticos, 322 calles y 4.388 casas.

LA ROMA DEL BAJO IMPERIO

Tras la conversión de Constantino, Roma emergió como un gran centro de la


cultura cristiana. El vigor de la ciudad en el bajo imperio fue en parte consecuencia
de la partida de los emperadores hacia las nuevas capitales como Constantinopla.
En su ausencia, el senado y el pueblo romano [8] se afianzaron sin ningún tipo de
inhibición como no sucedía desde fines de la República romana.

Simultáneamente a su transformación como ciudad cristiana, en Roma se produjo


un florecimiento de la cultura clásica, en la literatura, en la pintura, escultura y la
arquitectura construyéndose numerosas iglesias.

TEODOSIO I EL GRANDE

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En la crisis, Teodosio, hijo del general de Valentiniano, Flavio Teodosio, fue
requerido para que abandonase sus posiciones en Hispania y fue nombrado
emperador de oriente en enero del 379. Sus primeros años de gobierno estuvieron
dedicados al problema de los Godos. En el año 382, firmó un tratado de alianza
por el cual los godos podrían entrar al territorio de Moesia pero debían integrar el
ejército romano como federados. Teodosio también estableció un tratado con los
persas en el 386.

En occidente a Valentiniano le sucedieron sus hijos Graciano y Valentiniano II, que


entonces constaban con 16 y 4 años respectivamente. Ambos fueron controlados
por sus consejeros y Valentiano por su madre. Estos gobiernos no fueron lo
suficiente fuertes y el usurpador Magno Clemente Máximo asesinó a Graciano en
Lyon, instaló su corte en Tréveris esperando el reconocimiento de su poder por
parte de Teodosio I. En el 387 invadió Italia y destronó a Valentiniano II que huyó
a refugiarse con Teodosio. En respuesta, el emperador de oriente marchó contra
máximo en el 388, le dio muerte y le devolvió el poder a Valentiniano.

De regreso a Constantinopla, Teodosio dejó a Valentiniano en Tréveris bajo la


supervisión de un general franco, Arbogasto. Al año siguiente Valentiniano
apareció ahorcado, supuestamente por suicidio y Arbogasto elevó a Flavio
Eugenio, como emperador. Eugenio quiso restaurar el culto pagano en Roma.
Teodosio respondió y venció sus tropas en la Batalla del río Frigidus, al este de
Aquilea. Teodosio volvió a Milán y asentó su corte allí.

TEODOSIO Y EL CRISTIANISMO

Varios emperadores anteriores, como Constantino, eran cristianos pero la religión


oficial era el paganismo. Desde el 313 con el Edicto de Milán había libertad de
culto. Pero el 28 de febrero del año 380, Teodosio promulgó un edicto que
declaraba el cristianismo como religión oficial del Imperio romano y prohibía el
paganismo. Desde entonces se clausuraron los templos paganos y se
suspendieron los juegos consagrados a los antiguos dioses como los Juegos
Olímpicos.

LA CAÍDA DEL IMPERIO ROMANO

PROBLEMAS INTERNOS

Teodosio I Murió en Milán en enero del 395 de una enfermedad del corazón. Fue
el último emperador que durante de más de medio siglo con su habilidad personal

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y su fuerza de carácter ejerció un sostenido control sobre el Imperio romano. A su
muerte dejó el poder en manos de sus hijos Arcadio, que gobernó en
Constantinopla y a Honorio, emperador con sede en Milán. En el momento de
ascensión, Arcadio tenía 18 años siendo unos pocos años mayor que su hermano.
Ninguno de los dos tuvo demasiada personalidad; pero la sucesión se llevó a cabo
sin resistencia alguna.

Arcadio murió en el 408 y lo sucedió su hijo Teodosio II que había sido


proclamado coaugusto en el 402 con solo un año. En el 423 murió Honorio
después de un reinado de nula actividad. Entre el 423 y el 425 el usurpador Juan
entró en la política del imperio y proclamó como emperador de oriente a
Valentiniano III de solo 4 años de edad y de occidente al general Flavio
Constancio.

La estabilidad dinástica del cargo imperial en este período se vio asegurada a


costa de presentar al imperio emperadores muy jóvenes gobernados por ministros
y generales. Esta continuidad dinástica creada por el legado de Teodosio I no
impidió las usuales rivalidades políticas entre los partidarios de los emperadores,
pero fue importante en estos tiempos extremadamente difíciles para el Imperio
romano.

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