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ASESORIA PSICOLOGICA

Cómo hacer que el "tiempo de castigo" (time-out) funcione en niños de 12 a 24 meses

Cuando tu niño se porta mal, la mejor manera de cortar de raíz su mal comportamiento es
apartándolo de esa situación o actividad durante un periodo de tiempo. Esta técnica,
conocida como tiempo de descanso o de castigo (time-out en inglés) es un método eficaz
para cambiar la conducta del niño sin violencia. Siguiendo estos consejos lograrás usarlo con
éxito:

Aprende qué es (y qué no es) el tiempo de descanso o castigo


El "tiempo de castigo" o "tiempo de descanso" no es un castigo propiamente dicho, sino una
oportunidad para que el niño aprenda a tolerar su frustración y a cambiar su conducta. Es
un periodo durante el cual tu niño está a solas consigo mismo, o sea que procura que esté
solo y tranquilo por un momento. Cualquier forma de atención que le brindes, positiva o
negativa, solo servirá para reforzar su mal comportamiento.

La Academia Estadounidense de Pediatría (AAP por sus siglas en inglés) señala que está
bien aplicar el tiempo de descanso en niñitos de tan solo 1 año. Sin embargo, es mejor que
recurras a esta técnica de disciplina solo como último recurso. Tu niño aún no tiene el
autocontrol y las habilidades cognitivas necesarias para que el tiempo de castigo sea
efectivo. Eso pasará cuando sea un poco más grandecito.

Considera el tiempo de castigo como un rato de completa tranquilidad a solas, que le


ayudará a tu niño a calmarse.

Para que el "tiempo de castigo" sea efectivo en niños de 1 a 2 años de edad, sugiere la AAP,
es importante que actúes de inmediato (mientras tu niño se esté portando mal) y le digas a
tu hijo calmadamente, en no más de 10 palabras, por qué tiene que sentarse apartado.
Luego, bríndale atención positiva tan pronto como se calme, en lugar de esperar a que se
quede sentado y quieto por cierto periodo de tiempo.

Si recurres al tiempo de castigo, asegúrate que sea por razones válidas como cuando tu
niño pega o no obedece después de haberle llamado la atención varias veces. Y cada vez que
tu niño no obedezca tus reglas, trata de ser consistente con tus métodos de disciplina.

No necesitas castigar a tu hijito si está llorando, quejándose o del malhumor, ya que


probablemente está frustrado. En ese caso, lo mejor es sentarte con él para averiguar qué
le sucede. Ten presente que los niños a esta edad son curiosos por naturaleza y les gusta
explorar y tocar. Así que si tienes cosas que se pueden quebrar al alcance de sus niños, que
no te sorprenda que algunas veces caigan al piso.

En algunas ocasiones, todo lo que tu niño necesita para calmarse es pasar un tiempo solito.
También es recomendable que te alejes tú misma de la escena y respires profundamente. El
tiempo de castigo es un método muy útil porque ayuda a apaciguar y reorientar una
situación que se está saliendo de control, logrando que las emociones queden de lado. Esta
técnica les ayuda a los niños a calmarse sin que los padres recurran a comportamientos
negativos como gritar.

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Dos errores comunes que comenten los padres al aplicar el tiempo de castigo es hablar
mucho o enojarse. Procura que tu explicación sea breve, inmediata y calmada. Ve a tu niño a
los ojos y sé firme.

Cuando el tiempo de castigo termine, dale un abrazo a tu niño. Una muestra de afecto le
demuestra tu amor aunque su comportamiento sea inaceptable.

Asegúrate de que tu hijo tiene edad suficiente para entender y aceptar el "tiempo de
castigo" formal

Como a los niños pequeños les cuesta permanecer sentados, tratar de forzarlos a estar
quietecitos en una silla puede transformarse en una batalla frustrante. Esto es lo que suele
pasar: tu pequeño se escapa del lugar que has elegido para que pase un rato solo. Corres
detrás de él, lo agarras y luchas para lograr que se quede en su lugar. Él te mira y se ríe
porque lo ve como un juego divertido. O bien, puede ser que se eche a llorar, frustrado con
tu exigencia. Lo agarras y sale disparado de nuevo.

Como su capacidad de atención es muy corta, pronto se le olvida el motivo del castigo. Así,
en lugar de ayudar a tu niño a recuperar su autocontrol, lo único que logras es entablar una
batalla. Es por esto que los tiempos de descanso tradicionales (en que se espera que el niño
permanezca sentado tranquilamente) no suelen funcionar hasta que los niños tienen entre 2
y 3 años de edad.

Para determinar si tu niño está listo para esta forma de disciplina, busca señales de que
entiende lo que es aceptable y lo que no lo es. Una clave es que tu hijo te señale a ti que
acabas de desobedecer una norma. Por ejemplo, si te ve haciendo algo que a él no le
permites hacer, como comer un helado en el sofá, puede que diga: "Mami, no puedes comer
en el sofá".

Hasta que tu niñito no demuestre que entiende que hay ciertas normas que se tienen que
obedecer, no podrás empezar a utilizar los tiempos de descanso o castigo. Si lo haces antes
de tiempo, tu hijito no comprenderá la razón de esta forma de corregirle, y puede que tú te
desanimes y abandones prematuramente esta técnica.

Empieza con un tiempo de descanso en tu compañía

Antes de que tu niñito esté listo para aceptar un rato de castigo solitario, puedes empezar
a prepararlo con lo que algunos expertos llaman "castigo positivo" en tu compañía. Cuando tu
pequeño empiece a tener una rabieta o perder el control, dile: "Vamos a parar un rato y leer
juntos un cuento hasta que nos sintamos mejor". Cualquier actividad tranquila, como oír
música, leer, acostarse un ratito, o montar un rompecabezas sencillo funcionará.

Este tiempo de tranquilidad a tu lado pondrá fin a la cadena de comportamientos negativos


que podría darse si no lo interrumpieras, a la vez que te ahorras la batalla de tratar de
hacer que permanezca quieto en un castigo formal. Otro punto positivo es que empiezas a
enseñarle a tu hijito la noción de sentarse un rato para tranquilizarse.

La AAP también indica que es importante que no se asocie a la disciplina solo con los
tiempos de castigo y las consecuencias negativas. Asegúrate de elogiar a tu niño por su
buen comportamiento. Alabar a tu niño cuando se porta bien, y enseñarle comportamientos

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alternativos cuando empiece a portarse mal, funciona mucho mejor que simplemente
castigarlo, opina la AAP.

Explícalo y demuéstralo

Una vez que tu niñito demuestre que puede seguir instrucciones sencillas y tiene periodos
de atención más prolongados (es capaz de concentrarse en una actividad durante más
tiempo), estará listo para el tiempo de descanso o castigo más tradicional. Probablemente
te darás cuenta que entre los 2 y 3 años, tu niño entiende mejor la relación entre causa y
efecto, o acción y reacción.

Pero no te apresures demasiado en aplicar este método de disciplina en un momento de


frustración o enojo, ya que funcionará mejor si has tenido la oportunidad de explicárselo
anticipadamente a tu hijito. O sea que explícaselo, en términos sencillos: "cuando te estés
portando de una forma que no le guste a mamá y a papá, te llamaremos para un tiempo de
descanso. Eso significa que te sentarás en esta sillita hasta que te calmes".

Además de explicarlo, algunos padres también lo demuestran sentándose en la silla ellos


mismos, o sentando a un muñequito para "su tiempo de descanso".

Sé flexible en los detalles

Con los niñitos pequeños, el objetivo es introducir la idea de una interrupción obligatoria en
su conducta. Esta interrupción no les suele hacer ninguna gracia, puesto que de los 2 a los 3
años atraviesan una fase muy energética y egocéntrica por naturaleza. Exigir que se siente
en un determinado lugar, de una determinada manera y durante un tiempo determinado
puede ser demasiado para ellos.

Por eso puedes ser flexible en las normas y, por ejemplo, en lugar de hacerlo marchar hacia
su sillita de castigo, puedes exigirle simplemente que se siente quietecito donde se
encuentre. Asimismo, ve despacito en la cantidad de tiempo que le impongas (la regla que
normalmente se recomienda, de un minuto por cada año de edad, no debe de empezar a
aplicarse hasta que tu niño tenga por lo menos 2 años). Por lo general es apropiado, sentar a
un niño de 1 a 2 años, hasta que se calme.

Es posible que tengas que cambiar un poco las reglas cuando hay cambios en la rutina normal
de tu niño, ya que su comportamiento puede alterarse cuando, por ejemplo, hay un invitado
en casa, están de viaje o se encuentra en un ambiente poco familiar para él.

No esperes milagros

Te habrás dado cuenta ya de que un niño de 2 a 3 años es increíblemente activo, testarudo


e impredecible. Y es que su manera de conocer a fondo el mundo que lo rodea, y entender
tanto las leyes de la naturaleza como las tuyas, incluye poner a prueba sus límites una y
otra vez, así como tus reacciones de mamá.

Por ejemplo, tirará la comida al suelo varias veces para comprobar si la ley de la gravedad
se cumple siempre (y no para enojarte). Y puede que repita una mala conducta solo para
asegurarse de que todavía la desapruebas. Es por eso que es muy importante que tengas
paciencia y, más que nada, seas constante en tu forma de reaccionar.

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Ten presente que ningún método de disciplina, incluyendo el tiempo de descanso, tendrá el
poder mágico de transformar a tu niño en un angelito obediente. Lo cierto es que tendrás
que probar distintas formas de corregirlo a lo largo de su niñez para descubrir qué es lo
que mejor funciona para tu familia.

De la misma forma, si tu niño suele ser obediente, puede que jamás tengas que castigarlo y
que respete tus órdenes con solo pedírselo o reorientar su atención. O puede que cambiar
de actividad y hacer algo más tranquilo contigo, funcione bien durante toda su infancia.

Lo importante es recordar que, sea cual sea la edad de tu niño, habrá comportamientos tan
normales como inevitables en cada etapa de su desarrollo. Así lograrás que tus
expectativas con relación a su conducta sean realistas.

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