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Guión adaptado del cuento “La siesta del martes” del libro “Funerales de la mamá grande” de Gabriel García

Márquez
La madrugada del muerto
 Obra de tres actos
 Personajes:
Señora Rebeca: Un mujer viuda que vive en una casa sola llena de cachivaches.
Vecina: Una mujer de amiga y vive justo al lado de la señora rebeca.
Policía: Un hombre tranquilo, el único oficial en el pueblo.
Hombres 1, 2, 3 y 4: Los que llegan a la madrugada al frente de la casa de la viuda
Mujer que vende flores: Un joven que vende flores al pie del cementerio
Sacerdote: Un hombre entrado en años, sin cabello y con mucho vello. Dirige la parroquia del pueblo.
Hermana del sacerdote: Mujer joven y devota, quien ayuda a su hermano en la parroquia.
Carlos Centeno: Alguien que nadie conoce, delgado y de apariencia desgarbada, su nombre es mencionado en el cuento.
Madre de Carlos Centeno: señora ya entrada en años, delgada y de piel pálida.
La niña: Hija también de la madre de Carlos Centeno, tiene doce años.
Cuadro: Decoración física de acuerdo a lo que se describe en cada escena. Teniendo en cuenta que la historia se desarrolla en
pueblo, en una casa y en una parroquia.
 Las escenas transcurren en un pequeño pueblo un lunes en horas de la madrugada en la casa de la viuda. Van
cambiando a medida que salen o entran personajes del pueblo.
Primer Acto
Un lunes a las tres de la madrugada, en un pueblo pequeño, que puede ser Macondo, se escucha un disparo de un revólver,
proviene exactamente de la casa de la señora Rebeca, viuda solitaria que vivía en una casa llena de cachivaches. La escena
transcurre en una madrugada lluviosa.
Escena I:
Señora Rebeca: ¿Quién anda ahí? (pregunta con voz temblorosa, cuando escuchó que manipulaban la cerradura)
Se escucha la lluvia que cae sobre el techo de zinc de la casa.
Carlos Centeno: (No habla se asoma un momento por la ventana, mientras intenta con un alambre abrir la cerradura de la
casa).
Señora Rebeca: (se mueve a tientas tratando de buscar en el ropero un revólver que guardaba hace muchos años). – ¡Dios
dónde está ese revolver! (Con voz agitada y muy asustada)
Carlos Centeno: -jem jem, jem (Todo mojado solo gimotea)
Señora Rebeca: ¡Si no se quita de la puerta disparo! Con voz alterada ¡estoy armada!
De repente se escucha un ruido ensordecedor. La señora rebeca, había tomado el revólver con las dos manos y casi sin mirar
disparo hacia la puerta, entre la cerradura y la parte alta de la puerta. Luego escuchó un golpecito en el pavimento y una voz
muy baja y apacible.
Señora Rebeca: ¡Ay Dios qué hice! Con voz temblorosa, todo el cuerpo le temblaba.
Carlos Centeno: ¡Ay!, ¡Ay! (Gimotea tirado en el piso con la nariz destrozada).
Señora Rebeca: - ¡ay Dios! ¡Ay Dios ayúdame! (aún muy asustada, con voz agitada y murmurando).
Corre hacia la ventana para poder cerciorarse mejor de lo que había pasado. Y ve el cuerpo tendido de “Carlos Centeno”* en
el pavimento frente a su puerta. Se desmaya
Carlos Centeno: ¡Ay! ¡Ay mi madre! (Tratando de agarrar su nariz de la que brotaba mucha sangre y mirando hacia el cielo,
queda inmóvil).
Escena II
Una vecina que había presenciado todo, desde el momento del disparo, salió de su casa en pijama y envuelta en una manta y
se dirige hacia la casa de la viuda y ve horrorizada el cuerpo tendido, pero no se acerca a él.
Vecina: ¡Rebeca! ¡Rebeca! Qué pasó ábrame por favor, (tocando fuertemente la puerta) ¡Rebeca! ¡Policía, policía! Llamen a
la policía. (Gritando y golpeando la puerta de la señora Rebeca, nadie abre. Sale corriendo asustada. A dos cuadras del lugar
de los hechos había una pequeña comandancia de policía).
Escena III
En la comandancia de policía un lugar muy pequeño, de paredes despintadas y un techo que parecía a punto de caer, se
encontraba un hombre vestido de verde, recostado en una silla que había dispuesto como mecedora, se encontraba
completamente dormido. Escucha el grito de una señora cada vez más cerca de allí.
Policía: (Se levanta rápidamente de su silla, como puede se reincorpora, abre la puerta y ve a una señora que viene hacia a él)
- ¡qué pasa, por qué grita, cálmese señora!
Vecina: La viuda…un muer…por fav… (Agitada y sin poder hilar un frasea completa)
El policía la hace entrar y cómo puede la sienta, se dirige hacia una mesa que está dispuesta como una pequeña cocineta, toma
un vaso y lo llena de agua y le da de beber a la señora quien se ve muy asustada y agitada y casi a punto del desmayo. .
El policía: Tenga señora, cálmese, trate de relajarse y cuénteme qué pasó. (Con voz pausada y amable)
Vecina: En la casa…-(Aun con voz temblorosa)- de la señora Rebeca, la viuda, hay un muerto tendido en el piso. Vamos por
favor, vamos. (Se levanta de la silla, toma del brazo al policía, con manos temblorosas).
El policía se suelta, aparta a la señora con delicadeza, tomó su revólver y unas municiones, salió apresuradamente dejando a
la señora muy asustada detrás de él, tratando de seguirle el trote.
Escena IV
El policía en su carrera había dejado atrás a quien le había avisado del muerto. Al llegar a la casa de la viuda, encontró a
cuatro hombres alrededor del cuerpo y trato de apartarlos
Policía: A ver… a ver… apártense por favor. Con voz jadeante-
Al ver el cuerpo tendido del muerto, trató de voltearlo para hacerle un reconocimiento. Descubre qué es un hombre joven, de
no más de 25 años, enjuto, que vestía una franela a rayas, ahora toda manchada de sangre y un pantalón ordinario y una soga
como correa, no tenía zapatos. Su rostro no le era familiar y era más difícil de reconocer con su nariz toda destrozada.
Policía: ¿Alguien lo conoce? (Dirigiéndose a los cuatro hombres que se encontraban allí).
Hombre 1: Yo no lo he visto nunca. (Levantando los hombros)
Hombre 2: Yo tampoco. (Con voz apacible)
Policía: ¿Alguien sabe qué pasó? (Nuevamente dirigiéndose a los cuatro hombres).
Hombre 3: A mí me despertó los gritos de una señora, salí y vi el cuerpo ya tendido.
Hombre 4: ¡hum! Solo vine a curiosear. (Con voz indiferente)
Al momento va llegando la vecina de la viuda, se ve muy cansada, pero más calmada, se dirige hacia el policía. Ya son casi
las cuatro de la mañana.
Escena V
El policía ve llegar a la señora y se dirige a ella.
Policía: tomando el hombro de la señora. ¿Sabe usted qué pasó? ¿Quién es él? (Con voz tranquila)
Vecina: (aun jadeando) – Yo escuche un disparo y cuando logré levantarme de la cama- (trataba hablar pausadamente,
aunque se ahogaba por momentos). Ya sabe a mi edad – (tose)- es algo difícil, cuando logre poner los pies en el suelo, como
pude me volví en una manta y me asome por la ventana. – (Toma un respiro) - y vi a ese hombre ahí tirado. En ese momento
no supe qué hacer, me escondí y luego me armé de valor al acordarme de la viuda, muy amiga mía y salí como pude a tientas
y toque desesperadamente pero nadie abrió. –(Hizo una pausa)- Salí en busca de ayuda y lo fui a buscar a usted.
Policía: Le quita la mano del hombro – ¡hum ya!- (se dirige a la puerta de la viuda y toca varias veces. Nadie abre.) - Alguien
sabe si la viuda se encuentra en su casa. (Mirando a los cuatro hombres y a la señora).
Vecina: Sí, claro, anoche antes de acostarme ella me regaló unas naranjas para que le preparara un jugo a mi esposo, que hoy
llega del pueblo vecino.
Policía: pues esto si es un misterio, habrá que insistir o tratar de tirar la puerta.
Hombre 2: Yo le ayudo a tirarla. – (Con voz de emocionado)-
Tocan entre los dos y nadie responde, deciden empezar a dar golpes para tratar de abrir la puerta.
Vecina: Pueden subirse por la tapia de mi casa, va a dar al patio de mi vecina, por ahí siempre en la mañana conversamos, yo
viéndola desde arriba, aunque ella trata de mirarme…
Policía: (la interrumpe)… Gracias señora, guíeme y me subo por donde dice
Vecina: claro oficial, camine conmigo, -(le dice muy apresurada)-
La vecina y el oficial se dirigen hacia la casa y la tapia de la señora, uno de los hombres los sigue, llegan a la parte de atrás
de la casa, el hombre ayuda al oficial tratando de poner algunos objetos que hagan de escalera para que pueda pasar. Mientras
la señora carraspea y les muestra la escalera artesanal, que hizo su esposo, para que ella pudiera subir a hablar con la viuda en
las mañanas. El oficial sube, al saltar, cae al patio de la viuda.
Escena VI
El oficial a tientas trata de ver cómo ingresa a la casa desde el patio, por fortuna la viuda suele dejar una ventana entreabierta
para que entre la brisa de la noche.
Policía: ¿Hay alguien aquí? Señora Rebeca, -Buenas- (con voz prudente).
Nadie responde, el policía continuó buscando y llega a lo que parece la sala. Logra ver como un bulto en el suelo.
Policía: (Se acerca y lo toca, se percata que es la Viuda). ¡Señora Rebeca!, ¡señora Rebeca con voz apremiante!
Señora Rebeca: (se trata de incorporar, sobándose la cabeza y gimiendo) -ay, ay, ay- (al ver al policía se exalta). -¿Quién es
usted? ¿No me haga daño, por favor?
Policía: Tranquila señora Rebeca, soy yo el oficial del pueblo, tranquila, (-la ayuda a pararse)- con cuidado, no se vaya a
tropezar – ¿de dónde se enciende la luz?
Señora Rebeca: Gracias, -(aun quejándose un poco)- ¡ay!, ¡ay!
Policía: ¿Qué sabe del muchacho que está muerto al frente de su puerta? Su vecina escuchó como un disparo.
Señora Rebeca: (manda las manos a su cara y empieza a llorar). ¡Ay, Dios! Por la bendita providencia-
Policía: Cálmese señora Rebeca, (consolandola) -tranquila, cuéntame que sucedió.
Señora Rebeca: (tratando de hablar entre sollozos) – Escuche en la madrugada un ruido en la puerta y me asusté mucho,
empecé a buscar el revólver que mi finado esposo tenía- (hace una pausa) – él siempre quiso que aprendiera a usarlo, peros
siempre me negué.
Policía: continúe.
Señora Rebeca: Cuando lo encontré traté de hacerme paso entre las cosas y los muebles para llegar hasta la sala – (se va
alterando)- y de repente vi una sombra, y escuche que alguien manipulaba la cerradura de la puerta, (hace una pausa, tratando
de contenerse) me asusté mucho, me devolví al cuarto a buscar el revólver de mi difunto marido, (se va agitando) cuando lo
encontré, me dirigí a la sala, la sombra no se había ido, como pude tomé el revólver con las dos manos y disparé. (Comienza
a llorar otra vez)
Policía: (Se levanta, a tientas se abre paso entre los muebles y cosas en la casa, busca la cocina y consigue un vaso y lo llena
de agua de la llave, se dirige nuevamente a la sala y le entrega el vaso a la viuda). -Tome un poco le hará bien.
Señora Rebeca: (Lo recibe agradecida, temblorosa, toma un sorbo y trata de continuar su relato) – yo…yo… (Casi sin aire y
entre sollozos)- arrojé el arma cuando escuche como un ruido, algo que pegaba en el pavimento que se confundía con la lluvia
y me asome por un lado de la ventana, cuando vi un cuerpo tirado que se quejó, no supe qué hacer, sentí un escalofrío que
me recorrió el cuerpo- (hizo una pausa)- y sentí un mareo, no supe nada más. (Nuevamente comenzó a llorar)
Policía: (Quien escuchaba sorprendido, solo atinó a decir) ¡Bueno! Se podría decir que fue en defensa propia. (Le pide lápiz y
papel y un lugar donde pudiera escribir, prefería no salir hacia la comisaría con la romería de gente que empezaba a llegar, ya
eran casi las seis)
Escena VII
Ya el sol despuntaba y por las rendijas de la puerta comenzaba a verse algo de luz, mientras la gente empezaba a llegar y se
fue formando una romería, empiezan a acercarse al cuerpo que yacía pálido con la nariz destrozada en el piso y el rostro casi
cubierto de una sangre ya seca.
Hombre 1: Está aquí desde la madrugada… (Contando al que iba llegando, lo interrumpen)
Vecina: Yo escuché como el sonido de un disparo y cuando me asomé ahí estaba tirado ese hombre, aunque ahora se ve
realmente desagradable, no le favorece la luz del día. Y huele muy mal. (Tapándose la nariz con su manta).
Hombre 3: Pues claro no ve que lleva mucho tiempo ahí tirado, el problema es que si nadie viene a recogerlo a medio día con
este sol inclemente va a ser peor. (Moviendo la cabeza en signo de desaprobación)
Mujer que vende flores (MVF): Pues habrá que llamar al sacerdote para que le dé santa sepultura.
Vecina: pero no sabemos quién es
MVF: pero igual es un cristiano y hay que enterrarlo, porque aquí no se puede quedar.
Hombre 1: pero a lo mejor era un ladrón. (Dice como oponiéndose al hecho de que pueda recibir santa sepultura).
Muchas personas del pueblo dialogan entre ellos, hacen comentarios y se riega la noticia por todo el pueblo, todos
expectantes y esperando a que salga el policía.
Escena VIII
La mujer que vende flores va corriendo donde el sacerdote del pueblo para comentarle lo sucedido.
MVF: ¡Señor párroco! ¡Señor párrafo! (Con voz apremiante y tocando fuerte la puerta de la iglesia)
Hermana del sacerdote: (Muy molesta abre la puerta) Cuál es el escándalo, mi hermano se encuentra en oración, porque nadie
ha venido a la iglesia hoy, está preocupado por la falta de fe cada día. (Moviendo la cabeza y echándose la bendición)
MVF: (Se echa también la bendición) Es que hay un muerto al frente de la casa de la viuda, nadie sabe quién es y hay que
darle sepultura a esa pobre alma pecadora.
Hermana del sacerdote: (sorprendida) Un momento ya vengo – entré y esperé aquí (la dejó en el recibo)
Escena IX
El sacerdote sale algo apresurado, pues su hermana lo alteró un poco. Se acerca a la señora que vende flores.
MVF: Su bendición padre (haciendo una reverencia)
Sacerdote: Dios te bendiga hija mía (dándole la bendición)-cuénteme que ha sucedido, ahora entiendo porque casi nadie vino
a la misa de gallo. Ya empezaba a preocuparme por la cristiandad de este pueblo.
MVF: ¡Ay, padre! Es terrible, hay un muerto al frente de la casa de la viuda, la señora Rebeca, yo vine a contarle, el oficial
del pueblo aún está dentro de la casa de la viuda, (toma un respiro), pero hasta cuando vine para acá, no había salido, se
rumora que era un ladrón y que alguien le disparó en el rostro, tal vez la señora Rebeca… aunque esa pobre viuda que va a ser
capaz de algo así, (mueve la cabeza en señal de negación), quien se imagina a ella disparando o que tenga un revólver,
aunque con tanto cachivache que tiene nada de raro tendría…
Sacerdote: (la interrumpió en señal de reprobación) Hija mía recuerda que no se juzga al prójimo y no debemos sacar
conclusiones apresuradas, las cosas de Dios no se pueden explicar a veces, esperemos que las autoridades del pueblo vecino
venga a hacer el levantamiento y así poder establecer qué pasó- (hizo una pausa) – ¿quién es el occiso?
MVF: sí padre, perdóneme usted, (haciendo una reverencia) es que nadie sabe, padre… nadie lo ha visto, se ve muy mal el
pobre y con eso que tiene la nariz destrozada está irreconocible… se veía algo andrajoso. Pero nadie sabe de dónde viene.
Sacerdote: bueno hija mía habrá que esperar y poder darle santa sepultura. Puedes ir en paz (Se retira apesadumbrado y en
oración)
Escena X
El policía había salido de la casa de la viuda y la romería trató de interrogarlo, pero el solo apuró el paso y atinó a hacer un
comentario.
Hombre 3: ¡Oficial! ¡Oficial! Díganos qué sucedió con este hombre, ¿quién es? Queremos saber…
Hombre 2: ¿era un ladrón?...
Policía: (interrumpió) Dejen estos en manos de la autoridades, voy a dar aviso y veremos que hacer, por ahora váyanse a su
casa.
Muchedumbre: (comenzaron a murmurar entre ellos, a quejarse, a dialogar, otros se marchan)
Vecina: (salió con una sábana blanca y algo raída la puso encima del cuerpo y lo tapó, se echó la bendición) -Dios lo perdone.
Segundo Acto
El tren va atravesando plantaciones de banano, pasó por diferentes pueblos cada uno con ambientes distintos, cada uno lleno
de contrastes. Hacía calor y el ambiente era húmedo. En el tren van dos pasajeras en tercera clase, una señora con piel pálida
y aspecto enjuto y una niña de doce años. Ambas guardaban un luto riguroso y pobre
Escena I
Mientras el tren estaba en movimiento, la ventana donde estaban sentadas iba abierta y el humo del tren entraba por la
ventanilla.
Madre: Es mejor que subas el vidrio (con voz tranquila, pero firme). El pelo se te va a llenar de carbón.
La niña hizo un intento por cerrar la ventana, pero estaba atascada debido al óxido.
Niña: (Se cambió de asiento y se puso enfrente de su madre dejando una bolsa con cosas de comer y un ramo de flores
envuelto en papel periódico)
Eran las doce y hacía más calor, el pueblo paro en un pueblo y luego en otros dos más. Mientras tanto madre e hija comían lo
que había en la bolsa de plástico y luego dejan de hacerlo.
Madre: Ponte los zapatos
Niña: (se los puso rápidamente)
Madre: (le pasó una peineta). -Péinate (ordenándole con voz firme)
Mientras el tren seguía su marcha y luego comenzó a pitar.
Madre: Si tienes ganas de hacer algo, hazlo ahora, (con voz firme), -después si te da sed no tomes agua en ninguna parte.
Sobre todo, no vayas a llorar (lo decía mientras se secaba el sudor y limpiaba su rostro).
Niña: (aprobó con la cabeza y luego envolvió las flores en un periódico empapado).
Madre: (por sus parte, enrolló la bolsa con el resto de los alimentos y la metió en la cartera)
Escena II
El tren finalmente disminuye la velocidad, se detuvo en un pueblo, más triste que los anteriores. Eran alrededor de las dos de
la tarde, hora de más intenso calor. La madre y la niña descendieron del tren, luego caminaron atravesando el pueblo, los
habitantes debido el intenso calor paraban sus labores, hacían la siesta desde las once hasta antes de las cuatro de la tarde y
luego retomaban sus labores. Ellas caminaron casi a hurtadillas sin ánimo de molestar a nadie. Se dirigieron directo a la casa
cural.
Madre: (llegó a la iglesia con su hija, se paró en frente de la reja, la raspa con la uña y al instante parece una mujer) Necesito
al padre (con voz firme)
Hermana del padre: Ahora está durmiendo.
Madre: (insistiendo) Es urgente.
Hermana del padre: Sigan (las deja pasar)
La mujer de la casa las condujo hasta un escaño de madera y les hizo señas de que se sentaran y desapareció.
Escena III
La puerta del fondo se abrió y esta vez apareció el sacerdote limpiando los lentes con un pañuelo.
Sacerdote: ¿Que se les ofrece? (De manera firme, pero con curiosidad)
Madre: Las llaves del cementerio. (Con voz firme y tranquila)
Sacerdote: ¿Con este calor? (extrañado). -Han podido esperar a que bajara el sol. (Meneando la cabeza en señal de
reprobación).
La mujer movió la cabeza en silencio. El sacerdote se dirigió hasta un armario, sacó un cuaderno, un plumero y un tintero. Se
sentó en la mesa.
Sacerdote: ¿Qué tumba van a visitar? (con voz tranquila y apacible)
Madre: la de Carlos Centeno. (Con firmeza, sin mirar al sacerdote)
Sacerdote: ¿Quién? (un poco aturdido y confundido)
Madre: (levantando un poco la voz) -Carlos Centeno
El padre parecía confundido aún más
Madre: Es el ladrón que mataron aquí la semana pasada (con un tono firme) - Yo soy su madre.
Sacerdote: De manera que se llamaba Carlos Centeno (lo dijo a manera de murmuró, mientras acababa de escribir).
Madre: Centeno Ayala (replicó la mujer)- Era el único barón.
Sacerdote: (tratando de mantener la compostura) -Firme aquí.
La mujer firmó con la cartera bajo la axila. La niña recogió las flores, se dirigió a la baranda arrastrando los zapatos y observó
atentamente a su madre. El párroco suspiró.
Sacerdote: ¿Nunca trató de hacerlo entrar por el buen camino?
Madre: (termina de firmar) -Era un hombre muy bueno. (Lo dice con orgullo de madre y sin vacilar)
El sacerdote las miró y advirtió que no mostraban ganas de llorar.
Madre: (inalterable) - Yo le decía que nunca robara nada que le hiciera falta a alguien para comer, y él me hacía caso. En
cambio, antes, cuando boxeaba, pasaba tres días en la cama postrado por los golpes.
Niña: Se tuvo que sacar todos los dientes (interrumpió)
Madre: Así es (asintió la mujer). Cada bocado que comía en ese tiempo me sabía a los porrazos que le daban a mi hijo los
sábados a la noche. (Agachando levemente la cabeza)
Sacerdote: La voluntad de Dios es inescrutable. (Con voz firme)
Tercer acto
El sacerdote antes de abrir la puerta se dio cuenta que alguien estaba mirando hacia adentro con las narices aplastadas contra
la red metálica. Era un grupo de niños. Cuando la puerta se abrió por completo los niños se dispersaron. Suavemente volvió a
cerrar la puerta.
Sacerdote: Esperen un minuto (sin mirarlas)
Hermana del padre: (apareció en la sala, con una chaqueta negra sobre la camisa de dormir y el cabello suelto en los hombros.
Mira al sacerdote en silencio).
Sacerdote: ¿Qué fue? (expectante)
Hermana del padre: La gente se ha dado cuenta (murmuró)
Sacerdote: Es mejor que salgan por la puerta del patio. (Un poco preocupado)
Hermana del sacerdote: Es lo mismo (con ansiedad) - Todo el mundo está en las ventanas. (Con voz apremiante)
La madre de Centeno parecía no comprender. Trató de ver la calle a través de la red metálica. Luego le quitó el ramo de
flores a la niña y empezó a moverse hacia la puerta. La niña la siguió.
Sacerdote: Esperen a que baje el sol (las exhorto)
Hermana del sacerdote: Se van a derretir (aún ansiosa y sin moverse) Espérense y les presto una sombrilla. (Hizo un leve
movimiento)
Madre: Gracias (con voz firme y sin mostrar emoción alguna) -Así vamos bien.
Tomó a la niña de la mano y salió a la calle…
Fin
"BARBARISMOS" dese tal extranjerismo.
Quero con estas habladas
y en una jorma Nuestro querido lenguaje
jocosa comenzar por explicarles se golvió una mescolanza
las vainas que son graciosas. reguelven extranjerismos
y con gran nacionalismo, en toitico lo que se habla
quero hablar sin pendejadas con términos agringaos
y sin saber lo que es
golvimos a nuestro idioma
del derecho y pal revés

Ora las carnes azadas


les decimos bistek
y a las papas machucadas
hay que decirles puré.

Pues que el si ahora es yes


y el adios un simple chau
que si algo resulta bien
debemos decir okey.

Hoy el armario es un closer


la lampara un quinqué,
el corredor es un holl,
la despensa es un biffet,
que un saco corto, chaqueta,
la alacena es un seibó,
que a pasiar es la turné,
y la cama es un somier.

La comida es un menú,
un guarda ropa, vestier,
un recuerdo es un suvenir,
la loteria es un bingo.

El domingo es un wiken
y así con acento gringo
y uno que otro barbarismo
golvimos mierda Cervantes
con el tal extranjerismo.

A.A.A. INDIO ROMULO

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