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cermi.es REPORTAJE
JUNIO
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La discapacidad como elemento iconográfico en la Historia del Arte

La belleza
imperfecta
Bello y hermoso son dos adjetivos que artísticamente han ido
parejos a otros como perfecto y armónico. Pero, ¿es hermoso y
bello lo ‘imperfecto’? ¿Podemos encontrar la variable de la dis-
capacidad en el Arte? ¿Qué artistas han abordado el tema?

‘El tonto del pueblo’, de Juan Andrés Merklein

¿Qué prejuicios y estereotipos maniqueos la han acompañado? ‘Doña Juana la Loca’, de Francisco Pradilla Ortiz

Esther Peñas

lo largo de los si- Álvaro de Luna’emplea a un pa-

A glos, la discapaci-
dad en la Historia
del Arte ha sido re-
presentada como
alegoría religiosa, heroica, per-
turbadora,objeto de chanzas,de
piedad, de respeto. En cualquier
ralítico para tal fin. “La identifi-
cación del paralítico con algo re-
pugnante forma parte de una
tradición cultural que el siglo XIX
empieza a cuestionar”, observa
el catedrático.

caso, manifestaciones que poco DE LO PINTORESCO

tenían que ver con una normali-
zación de esa variable en la ma-
teria artística. Pero, entrados en
la modernidad,la aceptación so-
cial de lo distinto ya no es una
quimera y, aunque todavía que-
dan muchos fuertes por con-
quistar, se empieza a percibir
como algo inevitable.
Carlos Reyero (Santander,1957)
es catedrático de Historia del Arte
en la Universidad Autónoma de
Madrid.Acaba de publicar La be-
lleza imperfecta (Siruela), un en-
sayo en el que analiza el motivo
iconográfico de la discapacidad,
fundamentalmente desde la
Ilustración hasta la eclosión de
las vanguardias.Y,aunque pueda
resultar sorprendente, este fac-
tor se revela como elemento ex-
presivo de primer orden, hacién-
dose hueco y combatiendo al ex-
tendido tópico de la belleza ideal.
DE LA CARIDAD A LO SÓRDIDO
PASANDO POR EL MILAGRO
La aparición de la discapacidad
en las representaciones artísti-
cas más comunes está asociada
a la pobreza y la degradación fí-
sica general del cuerpo. ‘Triste
herencia’,de Sorolla,muestra un
grupo de jóvenes muchachos
cuya discapacidad ha sido pro-
vocada por la sífilis a partir de la
cual han sido concebidos.
‘Doña Juana la loca’, de Francisco Pradilla Ortiz
Castigo, pues, de un comporta-
miento moral indecoroso.
Pero, sin duda, uno de los pin-
tores que con mayor dramatismo
se refiere a la discapacidad como
encarnación del mal atávico y os-
curo del que es imposible esca-
par es José Gutiérrez Solana.‘Los
desechados’recoge un grupo de
adolescentes lisiados atendidos
por dos frailes que constituye
una especie de siniestra alegoría
de la España negra.
Milagrosas curaciones de dis-
capacidades incurables,fruto del
testimonio evangélico, también
son frecuentes de encontrar en la
iconografía:‘La curación del pa-
ralítico en la piscina probatoria’,
de Murillo, o ‘La piscina de Siloé’, en Roma entre sus amigos los
de Marco Ricci,son buena mues- pobres’, o de la escultura ‘Santa
tra de ello.En su defecto,también Isabel de Hungría’, de Venancio
observamos con asiduidad cua- Vallmitjana. En estos ejemplos
dros en los que, encontramos discapacitados en
en primer tér-
Gutiérrez Solana espera de caridad ajena.‘Discapa-
mino, aparecen es uno de los cidad física, pobreza y margina-
discapacitados ción son utilizados como sinó-
(físicos, sobre pintores que con nimos de humildad religiosa y re-
todo) acercán- signación ante las contrariedades
dose a santos o
mayor dramatis- de la vida’,afirma Reyero.Y obvia-
beatos claman- mo se refiere a la mente,concebida con fines com-
do por su cura. pasivos,su indigencia se ve acre-
Es el caso de discapacidad como centada por su desgraciada con-
‘Muerte del dición física.
beato Gaspar
encarnación de En algunos casos –y no
Bono’, de un mal ancestral pocos– la discapacidad acentúa
Salvador Maella, la sordidez del cuadro. ‘Colecta
‘San Francisco y oscuro para sepultar el cadáver de don
A LO HEROICO
En la pintura costumbrista, tal y
como destaca Reyero en su libro,
donde la caracterización de tipos
humanos resulta el principal ele-
mento en la definición del géne-
ro,la presencia de la discapacidad
responde al establecimiento de
categorías humanas, más que a
personalidades individuales.
‘Tipos madrileños en la puerta
del Sol antes del derribo’, de
Ramón Cortés,en el que vemos a
un cerillero sin piernas,apostado
en una especie de bandeja con
ruedas, respalda esta tesis.
Sin embargo, la carencia de
algún miembro oficiosamente
ha sido recibida siempre como
muestra de honor y dignidad
–acordémonos de Valle-Inclán,
verbigracia–. En especial cuando
esa mutilación es causa de una
guerra en la que el sujeto ha ‘in-
molado’ parte de sí mismo por
los demás. Pero este estereotipo
no siempre se ha traslado al ám-
bito público, al arte. El caso más
emblemático y paradójico es el
de Cervantes.Contrasta el hecho
de que el autor complutense, El
manco de Lepanto, hiciese gala
en numerosos escritos de su dis-
capacidad y, sin embargo, cada
vez que se le ha representado,
bien en pintura, bien en escultu-
ra, se ha obviado esta faceta. Es

‘Loca’, de José Jiménez Aranda
‘Triste herencia’, de Joaquín Sorolla
‘El hidrocefálico’, de Alfred Kubin
extraño encontrar algún ejemplo
en el que aparezca manco. Se
oculta siempre este aspecto.
Antonio Solá, autor de la escul-
tura del escritor ubicada frente al
Congreso de los Diputados,tam-
poco escapó de esta tendencia,y
nos talló a un Cervantes que
oculta con una capa lo que per-
dió en Lepanto.
Por el contrario, ‘Visita de
Garibaldi a Víctor Manuel II’, de
Girolamo Indujo, representa al
revolucionario acercándose al
monarca con ayuda de dos mu-
letas. ‘Monumento al general
Pacheco’, del escultor Manuel
‘Los desheredados’, de Gutiérrez Solana
‘Retrato de un académico’, de Esquivel
Guerra,se encuadra en el mismo
enfoque: el militar se mantiene
en pie gracias a la ayuda de una
muleta que queda perfectamen-
te visible.
Y de la tímida manifestación
de la discapacidad como emble-
ma de orgullo, a la befa y escar-
nio más descarnados.‘Los inváli-
dos de la I República’, de Aranda,
refleja a un grupo de ex comba-
tientes en Versalles que trasladan
una aureola de lástima y de sin-
razón, o ‘Sueño de una tarde do-
minical en la Alameda Central’, de
Diego Ribera, que recoge un mi-
litar mutilado tan excesivamen-
te condecorado que apenas
puede compaginar discapacidad
con heroicidad.
LA LOCURA, POÉTICA
DE LA FRAGILIDAD
Si bien es cierto que la locura ha
sido el reflejo de cuadros com-
pletamente desasosegantes (‘El
tonto del pueblo’, de Merklein,
‘Corral de locos’,de Goya),pertur-
badores (los bufones de
Velázquez), sobrecogedores
(‘¡Loca!’,de Jiménez Aranda,o ‘La
sala de las histéricas’, de
Signorini) o en los que la locura
estaba codificada como peligro-
sa (‘El doctor Pinel liberando de
las cadenas a los alienados’, de
Robert-Fleury, o ‘El niño loco’, de
‘Santa Isabel de Hungría’,
de Juli Vallmitjana ‘Sueño de una tarde dominical’, de Ribera
‘Tipos madrileños en la Puerta del Sol’, de Cortés
una realidad,una ‘tentación’bajo
cuyo influjo, en mayor o menor
medida, todos nos hemos rendi-
do en alguna ocasión.
El ideal de ‘Don Quijote’,como
ser que abrazado a la locura era
un visionario,está presente en los
más ilustres pintores: Delacroix,
Goya, Bonington, Daumier,
Smirke...
Y el recuerdo de figuras histó-
ricas teñidas por la locura tam-
bién se ha reflejado en la pintura
con el vaho de la complicidad:
‘Doña Juana la loca’, de Pradilla,
‘Demencia de Isabel de Portugal’,
de Clavé, ‘Mal de amores’, de
‘La dicha de un sordo’, de Ferrándiz Romero de Torres...
Vaya por delante la observa-
ción de que en cuanto a mani-
Manero),la cultura romántica di- festaciones artísticas de la disca-
fundió la concepción de locura no pacidad,la de la locura ha sido la
como discapacidad sino “como más ‘machista’. “Ha habido
una especie de mucho más interés en represen-
privilegio lúdi- “Ha habido mucho tar mujeres locas que hombres
co para llevar a –asegura Reyero–. Quizá porque
cabo un com- más interés en es más impactante y sobrecoge-
portamiento dor la visión de una mujer loca
que responde a
representar que la de un hombre”.
los verdaderos mujeres locas que
sentimientos LA DISCAPACIDAD SENSORIAL,
del ser huma- hombres. Quizá DEL RESPETO A LA DIFICULTAD
no”, confirma Hay ciertas discapacidades que
Reyero.
porque es más nunca han sido retratadas artís-
No es nue- impactante”, ase- ticamente (como el síndrome de
vo. La locura es Down). Hay otras, que aunque
un concepto, gura Carlos Reyero hay testimonio de ellas, éste es
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Figuras históricas
teñidas por la
locura también
se han reflejado
en la pintura
con el vaho
de la complicidad
escaso.‘La dicha de un sordo’, de
Bernardo Ferrándiz,es uno de los
pocos cuadros que trata de refle-
jar plásticamente la sordera.
Aparece un hombre con la oreja
reposada en una campana. Es
una de las excepciones: “La sor-
dera es una discapacidad muy di-
fícil de representar.Además,cuan-
do vemos cuadros de sordos ilus-
tres, como Goya o Beethoven, no
pensamos en que son sordos, sa-
bemos, por las biografías, que lo
eran,pero no se trasluce en el lien-
zo”, explica el catedrático.
En cambio, la ceguera sí ha
sido una invitada habitual en el
arte. La justicia. Cupido.Tiresias.
La fe. Incluso, las gafas en la cul-
tura conceptista poseían un halo
mágico capaz de desvelar el sen-
tido del mundo. O aportaban un
prurito de intelectualidad, como
el ‘Retrato de un académico’, de
Esquivel.
Miradas perdidas hacia el in-
finito,bastones,gafas,muletas,
instrumentos musicales, mila-
gros, redenciones, inquietud,
caridad, orgullo, dignidad, va-
lentía, desafío, duda, resigna-
ción, distinción, sabiduría, cas-
tigo, condena, perplejidad, co-
raje. La discapacidad, esa
belleza imperfecta, ha bailado
con éstos y con otros muchos
más conceptos y símbolos. La
belleza perfecta, ésa de la que
habla Umberto Eco en su últi-
mo libro, no deja de ser “un
misterio humano que no desci-
fra ni la psicología ni la retóri-
ca”, como apuntó el maestro
Borges.