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1) los hepatocitos, las principales células funcionales metabólicas, secretan la porción inicial, que
contiene grandes cantidades de acidos biliares, colesterol y otros componentes orgánicos. Esta
bilis pasa a los diminutos canalículos biliares situados entre los hepatocitos que forman las
trabéculas hepáticas.
2) a continuación la bilis fluye por los canalículos hacia los tabiques interlobulillares, donde los
canalículos desembocan en los conductos biliares terminales, estos se unen en conductos
progresivamente mayores hasta que acaban en el conducto hepático y el colédoco. Desde este se
vierte directamente la bilis al duodeno o deriva hacia la vesícula biliar a través del conducto
cístico. A lo largo de los conductos biliares se va añadiendo a la bilis inicial una segunda porción
de secreción, constituida por una solución acuosa de iones sodio y bicarbonato segregados por las
células epiteliales que revisten los conductillos y conductos. Esta segunda secreción duplica a
veces la cantidad total de bilis y esta estimulada por la secretina que determina la liberación de
menos iones bicarbonato que se añaden a los de las secreciones pancreáticas primarias para
neutralizar el ácido que llega al duodeno procedente del estomago
Los hepatocitos secretan continuamente bilis, pero la mayor parte se almacena en la vesícula biliar
hasta que el duodeno la necesita. La capacidad máxima de la vesícula biliar es solo de 30 a 60
mililitros. No obstante, la cantidad de bilis que puede almacenarse en ella equivale a la producida
en 12 horas (alrededor de 450 ml) porque la mucosa vesicular absorbe continuamente agua, sodio,
cloruro y casi todos los demás electrolitos e incrementa la concentración de otros componentes,
como las sales biliares, el colesterol, la lecitina o la bilirrubina. En gran parte, esta absorción
de la vesícula depende del transporte activo de sodio a través del epitelio vesicular, al que
sigue la absorción secundaria de iones cloruro, agua y casi todos los demas componentes
difusibles. De este modo, la bilis se concentra casi 5 veces, aunque en ocasiones se alcance
un máxima de 20.
COMPOSICION DE LA BILIS.
El hígado es un gran depósito de células, con capacidad de reacción química, que dispone
de un metabolismo intenso, puesto que los sistemas metabólicos comparten sustratos y
energía y, además, en este órgano se procesan y se sintetizan numerosas sustancias
transportadas a otras regiones del organismo que cumplen miles de funciones metab6licas
diferentes. Por todo ello, gran parte de la disciplina de la bioquímica se ocupa de las
reacciones metabólicas del hígado. A continuación, se resumen las funciones metabólicas
de mayor interés para la comprensión de la fisiología integrada del organismo.
Dentro del metabolismo de los hidratos de carbono, el hígado realiza estas funciones:
3. Gluconeogénesis.
Casi todas las células del organismo metabolizan grasas, pero algunos aspectos de este
metabolismo tienen lugar, sobre todo, en el hígado. Las funciones concretas del hígado en
el metabolismo de las grasas, son:
1. Oxidación de los ácidos grasos para proveer energía destinada a otras funciones
corporales.
Para extraer energía de las grasas neutras, primer escinde la grasa en glicerol y ácidos
grasos y luego rompen los ácidos grasos mediante β-oxidación en radicales acetilo de dos
carbonos que forman la acetil-coenzima A (acetil-CoA). Esta, a su vez, ingresa en el ciclo
ácido cítrico para oxidarse y liberar cantidades ingentes de energía. La β -oxidación puede
realizarse en todas células del organismo, pero sobre todo y de manera rápida en las del
hígado. El hígado, por sí mismo, no puede utilizar toda la acetil-CoA formada; en su
lugar, la acetil-CoA se transforma en ácido acetoacetico, un ácido muy soluble, por la
condensación de dos moléculas de acetil-CoA. El ácido acetoacetico de las células hepáticas
pasa al líquido extracelular y luego es transportado por el organismo y absorbido por los
demos tejidos. Estos tejidos reconvierten, por su lado, al ácido acetoacetico en acetil-CoA
y luego, la oxidan de la manera acostumbrada. A través de estos mecanismos, el hígado
se responsabiliza de una porción esencial del metabolismo de las grasas.
Cerca del 80 % del colesterol que se sintetiza en el hígado se convierte en sales biliares
que se segregan a la bilis; el resto se transporta con las lipoproteínas por la sangre hacia
las células de los tejidos. Los fosfolípidos también se sintetizan en el hígado y se
transportan sobre todo con las lipoproteínas. Las células utilizan el colesterol y los
fosfolípidos para formar las membranas, las estructuras intracelulares y numerosas sustancias
químicas esenciales para el funcionamiento celular.
Casi toda la síntesis de lípidos del organismo a partir de los hidratos de carbono y de las
proteínas tiene lugar, asimismo, en el hígado. Una vez que se sintetiza la grasa en el
hígado, es transportada con las lipoproteínas hacia el tejido adiposo para su almacenamiento.
El organismo no puede dispensar al hígado del metabolismo de las proteínas más allá de
unos días, sin consecuencias mortales. Las funciones principales del hígado en el
metabolismo de las proteínas son:
En principio, casi todas las proteínas del plasma, con excepción de algunas
gammaglobulinas, se forman en las células del hígado, es decir, alrededor del 90% de
todas las proteínas plasmáticas. Las demas gammaglobulinas son los anticuerpos sintetizados,
en principio, por las células plasmáticas de los tejidos linfáticos. El hígado
puede formar las proteínas del plasma con un ritmo máximo de 15 a 50 g/día. Por eso,
cuando se eliminan hasta la mitad de las proteínas plasmáticas del organismo, se necesita
de 1 a 2 semanas para su reposición. La reducción de las proteínas del plasma acelera,
curiosamente, la mitosis de las células hepáticas y el crecimiento del hígado;
estos efectos se unen a una rápida salida de proteínas del plasma, hasta que la concentración
plasmática se normaliza. Cuando ocurre una enfermedad crónica del hígado (p. ej., cirrosis),
las proteínas del plasma, del tipo de la albumina descienden hasta valores muy bajos y
determinan edema generalizado y ascitis,
Una de las funciones capitales del hígado consiste en sintetizar algunos aminoácidos y
otros compuestos químicos importantes a partir de estos. Por ejemplo, los denominados
aminoácidos no esenciales se pueden sintetizar, todos ellos, en el hígado. Para este fin,
primero se sintetiza un cetoacido, cuya composición química (salvo la del oxígeno ceto) es
la misma que la del aminoácido formado. Luego, se transfiere un radical amino, a través
de varios
pasos de trasnominación desde el aminoácido disponible hasta el cetoacido, que ocupa el
lugar del oxfgeno ceto. (Hall, Tratado de FISIOLOGIA MEDICA, 2001)
BIBLIOGRAFIA: