Agradecimiento: consiste en saber corresponder a un beneficio, favor, servicio,

delicadeza, amabilidad y atenciones que hemos recibido de alguien. Es muy

importante saber agradecer porque une la voluntad de dar y recibir y, además,
distingue a las personas como nobles.

Solidaridad: este valor implica generosidad, desprendimiento, espíritu de

cooperación y participación. El sujeto al ser solidario se realiza como persona con
ideales. Es solidario el que se preocupa por que todos a su alrededor se sientan
bien. También el que trabaja no sólo para su propio bien, sino por el bien de su
familia y de la comunidad y del país donde vive.

Justicia: es la voluntad de ser firme en conceder a cada uno los derechos que tiene.
Es indispensable para vivir en sociedad porque si no hay justicia no hay paz ni
solidaridad. La persona justa concede a cada uno lo suyo aunque la ley no lo ordene.
La justicia es desinteresada y generosa. Para ser un sujeto justo se debe dejar a
un lado el egocentrismo y reconocer que cada persona que lo rodea es igual en
dignidad. Las actitudes justas contribuyen a la paz y la seguridad de la vida. La
persona justa concede a cada uno de sus semejantes la misma dignidad
independientemente de lo que saben o de lo que tienen.

Paz: este valor se entiende como una situación de concordia con los demás. La
persona pacífica es aquella que se siente responsable y protagonista de un futuro
mejor. Sabe que la paz no es solamente no tener guerras, sino que entiende que
debe buscarla en la vida cotidiana: en la justicia, en el estudio, en la tolerancia de
aceptar a los demás como son, respetando sus puntos de vista, anteponiendo la
amistad en toda relación humana. La persona que busca la paz tiene que ser
inquieta, promover por todos los medios a su alcance el logro de la justicia y la
verdad.

Autenticidad: ser auténtico significa lo contrario de ser falso o mentiroso. Las

personas auténticas son sinceras, fieles a sus principios. Eso significa que actúan
de modo coherente con sus ideas y palabras, sus promesas e ideales. Esa
coherencia aleja al ser humano de la falsedad, le confiere una gran personalidad
que lo identifica como persona cabal, plena e integra.