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María Gudín
Nuróloga
Nos situamos ante la incógnita del hombre, que es la incógnita de un ser que con su
inteligencia es capaz de transformar el medio en el que vive, modificándolo, de un ser
hábil para la creación artística, y que penetra en la naturaleza descubriendo sus leyes.
El porqué del hombre es el objeto de la filosofía. Durante años se ha intentado dar una
explicación al ser humano, esa explicación es objeto de la filosofía, que estudia los
porqués de lo real. La ciencia en cambio se pregunta por el cómo de ese mismo ser
humano. Sin embargo, el cómo ha resultado ser tan complejo y apasionante, que nos ha
alejado del porqué. Ha llegado un momento en el que la gran cantidad de árboles (datos
científicos) no nos ha dejado contemplar el bosque (la propia realidad humana). Así, los
descubrimientos del último siglo han llevado a científicos como Cajal ha expresar
asertos como el siguiente:
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"La época de la filosofía dogmática ha pasado. O mucho me equivoco o
la filosofía del porvenir se reducirá a una síntesis luminosa de las
magnas teorías científicas..."
La visión cientifista del hombre, y del mundo reduce todo a la materia, sin embargo
cuanto más estudiamos la anatomía y la fisiología del cuerpo humano, llegamos a
puntos dónde comienza lo inexplicable, el problema que plantea un ser capaz de regir
su propio destino, un ser que es capaz de conocerse a sí mismo, es, en definitiva, el
problema de la conciencia humana.
Poseidonius que vivió en Bizancio en el siglo IV antes deJC, tuvo algunas ideas
sobre la función del cerebro. Creyó que la imaginación se localizaba en su zona
anterior, la razón en la zona media y la memoria en su parte posterior. Alcmeón
considera que el cerebro es el asiento de los sentidos y el centro de la inteligencia.
Para Hipócrates (460-377 a.C), el cerebro es el órgano más perfecto del cuerpo,
asiento de placeres y penas, mensajero del conocimiento y del movimiento.
Describe los síntomas contralaterales en los traumatismos y recomienda la
trepanación en diversas situaciones: traumatismo craneal, epilepsia, cefaleas...
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describe el cerebro como un órgano bañado en este líquido y encerrado en la
cavidad craneana.
Sin embargo, otros médicos, entre los que se incluye Sigmund Freud en sus años
iniciales como neurólogo, observaron que lesiones en distintas áreas cerebrales,
totalmente distintas del área de Broca, podían producir trastornos del lenguaje. Se
produce un retroceso contra la localización, y se llega a concluir que había poca
organización intrínseca cerebral y que distintas áreas encefálicas eran equipotentes e
intercambiables entre sí en términos de las funciones cognitivas que desempeñaban.
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Durante los años 60 el desarrollo de métodos de trazado de las vías nerviosas
permitió a los neurocientíficos estudiar las intrincadas conexiones entre las
diferentes áreas del cerebro en animales. Igualmente importantes fueron las
observaciones clínicas realizadas por neurólogos conductuales como Norman
Geschwind en Boston. A raíz de diversas observaciones clínicas en pacientes con
lesiones en diversas áreas cerebrales, se postuló que lesiones en áreas concretas del
encéfalo podían dar lugar a déficits neuropsicológicos específicos, ya que las
lesiones desconectaban áreas interactivas del encéfalo.
Una lesión cerebral, que se correlacionaba con una alteración conductual, había sido
previamente interpretada como identificadora del centro responsable para esa
conducta. Ahora, una lesión era reconocida sólo como un registro en la hipotética red
de regiones anatómicas designadas para cooperar en una función específica.
3. CONCEPTOS ANATÓMICOS
El sistema nervioso central es aquella parte del sistema nervioso situada dentro de la
cavidad craneal, y la columna espinal. Se compone de cerebro, tronco cerebral, y
médula espinal.
Células nerviosas
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transporta los impulsos desde el cuerpo celular a otras partes del cerebro o médula
espinal.
Los impulsos eléctricos son transportados desde el axón terminal a dendritas de otras
neuronas en zonas diana apropiadas del encéfalo. El punto en el que el axón terminal
de una neurona se confronta con las dendritas de otra neurona se denomina sinapsis.
Las células nerviosas forman con sus conexiones una malla reticular, que sin embargo,
no constituye ninguna trama continua de fibras nerviosas (teoría de la continuidad, de
Golgi) sino que consta de innumerables elementos únicos (teoría neuronal, de Cajal).
La neurona como elemento fundamental del sistema nervioso constituye una unidad
anatómica, genética, trófica, y funcional.
En la red nerviosa, las neuronas están de cierto modo enlazadas entre sí (conexión
neuronal). Además de las conexiones para la excitación, las conexiones inhibidoras son
tan importantes como las de la transmisión, pues por mediación de ellas tiene lugar
una selección y delimitación constante de del aflujo de estímulos: las señales
importantes son transmitidas, las no importantes son reprimidas.
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Distinguimos la superficie cerebral o neocórtex, que constituye la parte más
desarrollada y plegada del cerebro. El arqui o paleo córtex, que es la parte más antigua
y profunda del cerebro y constituye lo que llamamos el sistema límbico, de limbus, que
quiere decir, borde en latín y es la superficie interna cerebral. Los núcleos subcorticales
o ganglios basales y el tronco del encéfalo con el cerebelo.
Corteza cerebral
Es en la corteza cerebral donde se sitúan las funciones más finas sensitivas, motoras, y
psicológicas. Según su arquitectura, es decir del número de capas en que se disponen
las neuronas, en la corteza cerebral, se pueden diferenciar, claramente dos zonas: por
un lado el paleo y arquicórtex, formada por tres capas de neuronas y por otro, el
neocórtex.
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Cada campo de Brodman es un sector especializado en distintas funciones, por ejemplo
en la corteza motora están más desarrolladas unas células denominadas piramidales,
que son neuronas con un cuerpo celular muy desarrollado para poder nutrir a los
grandes axones motores que recorren todo el SNC hasta llegar a la médula espinal. Hay
más de cuarenta campos de Brodman, pero para no alargar la exposición, vamos a
resumir brevemente la función de los lóbulos cerebrales.
El lóbulo frontal está situado en la porción anterior del cerebro, separado por la
cisura de Rolando del lóbulo parietal, y por la de Silvio del temporal. La porción
postrolándica es como, ya hemos visto la que lleva en sí el homúnculo de Penfield y
el córtex motor. La porción anterior que se denomina región prefrontal tiene una
gran importancia en el hombre y constituye una de las principales áreas asociativas.
Durante años se conoció como el cerebro mudo pero más adelante veremos su
enorme importancia.
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lóbulo parietal son las agnosias, que constituyen la incapacidad para reconocer
determinados aspectos de la visión, la audición o la percepción corporal.
El lóbulo temporal se separa del frontal por la gran cisura de Silvio. En él se sitúa
el lenguaje auditivo, la memoria, y por sus grandes conexiones con el sistema
límbico alteraciones emocionales.
Cuando uno experimento un objeto del entorno- por ejemplo, la imagen de un café de
noche. Existe una imagen con visual con el color, forma de las mesas y yuxtaposición de
las figuras, se capta el movimiento de las personas y el ruido de los coches. El complejo
de olores de las cervezas en las mesas, y la sensación de frío o calor ambiental. No sólo
hay estas percepciones inmediatas sin un surtido de asociaciones de recuerdos que esta
imagen suscita.
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Cada aspecto del entorno excita distintas poblaciones de neuronas en diferentes áreas
geográficas del encéfalo, de este modo el cerebro organizístas en una experiencia
mental única y controla la ejecución de la acción apropiada.
Para comprender cómo tiene lugar la integración se debe tener una apreciación de las
vías neuroanatómicas a través de las cuáles se procesa la información.
En las cortezas de asociación visuales más primarias (área 18 y 19) se aprecian el color
básico, la forma, la profundidad y la textura. A medida que los impulsos excitan otras
áreas de asociación de orden superior más anteriores, en las vías de conexión hacia el
lóbulo temporal y la región hipocampal (áreas 37, 20 y 21), se empieza a atribuir
significado a la percepción visual.
Las lesiones en la región occipito temporal pueden causar una agnosia visual, en la que
el individuo puede ser capaz de ver un objeto pero no reconocerlo. Por ejemplo, uno
puede no ser capaz de distinguir visualmente un cerdo de un perro, o a menudo ser
incapaz de reconocer visualmente la identidad específica de su propia cara en el espejo.
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entremezcladas con neuronas que responden a estímulos auditivos, y con neuronas
que responden a estímulos sensitivos múltiples.
1. El sistema límbico.
2. El área temporoparietal que incluye el lóbulo témporoparietal inferior y las zonas
laterales del surco temporal superior.
3. El área prefrontal que incluye vastas expansiones del córtex por delante de las
cortezas motoras del lóbulo frontal.
Aunque el uso de tales valores, tiene sus pasos en falso y sus limitaciones, la magnitud
más grande de estas zonas ha hecho presuponer desde hace tiempo que esta corteza es
el sustrato de la actividad neural de orden más alto.
La historia del estudio clínico del lóbulo frontal es larga y rica. Un caso citado
frecuentemente en la literatura médica es el de Phineas Gage, un obrero de la
construcción de ferrocarriles, quien a mediados del siglo XIX fue herido
accidentalmente por una barra de hiero puntiaguda que penetró en su frente de manera
oblicua y desde abajo, atravesando la base del cráneo, e infligiéndole un daño masivo
en el lóbulo frontal izquierdo (Harlow 1848). Aparte del aspecto curioso de la herida y
de la increíble supervivencia de la víctima, lo interesante
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del caso es la notable descripción clínica que Harlow realizó describiendo los cambios
de personalidad que el paciente presentaba a consecuencia de la herida. Estos cambios
eran tan importantes que, tras el accidente y a los ojos de sus amigos, Gage "ya no era
Gage". De modo diferente a su conducta previa, Gage mostraba una conducta
caprichosa, con pobre capacidad de planear acciones y una impulsividad incontrolada.
Veinte años después, en 1868, Harlow escribió:
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Así, las estructuras de comportamiento para las cuales la corteza prefrontal es
necesaria, tienen dos características: su novedad y su complejidad.
La función del lóbulo frontal parece ser sintética, basada en su capacidad de hacer de
puente entre discontinuidades temporales de elementos de la misma estructura de
comportamiento. La lógica de la función de puente temporal del lóbulo frontal se
expresa en el pensamiento de esta manera:
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"Si ahora ocurre esto, después haré lo otro y si no lo de más allá".
Trastornos de atención
Las lesiones del lóbulo frontal en humanos se caracterizan por distinta semiología
clínica. Los trastornos de atención son una característica prominente de los síndromes
clínicos prefrontales. Tales desórdenes son responsables parcialmente de déficits
cognitivos, entre los que se incluye distorsión de percepciones. Las lesiones de la
corteza prefrontal dorsolateral pueden resultar en apatía y falta de movimiento
espontáneo. Las lesiones orbitarias pueden conducir a hipercinesia, euforia y
desinhibición.
El resultado más común y característico del daño frontal en el humano es el fallo para
organizar nuevos y deliberados esquemas de comportamiento secuencial.
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Relación del lóbulo frontal y la creatividad
El lóbulo frontal, al guardar una relación tan directa con la capacidad de creación y el
manejo de las novedades de conducta, puede decirse que está relacionado de una
manera indudable con la inteligencia, considerada como capacidad de creación.
Esto no quiere decir que la inteligencia sea una función del lóbulo frontal, quiere decir
únicamente que para poder realizar una actividad creativa, que en definitiva, es una
actividad propiamente humana se necesita de alguna manera el funcionamiento
adecuado de las estructuras frontales:
Así, los estudios de las conexiones del neocórtex del lóbulo temporal, realizados en
animales, nos han mostrado que esta zona del cerebro está ampliamente conectada con
el resto de estructuras cerebrales, pero fundamentalmente con el lóbulo temporal más
profundo y el sistema límbico, o cerebro emocional.
En el hombre, conocemos las funciones del lóbulo temporal humano, gracias al estudio
de los pacientes epilépticos. Así, dos tercios de las epilepsias focales - es decir, con un
inicio en un punto del cerebro -, tienen su origen en el lóbulo temporal. Se ha
comprobado que las crisis epilépticas del lóbulo temporal se relacionan con la personal
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identidad. Tras estimulación eléctrica del lóbulo temporal se induce la aparición de
experiencias previas que, en realidad, forman parte del pasado del paciente. Estos
fenómenos recrean en la mente del paciente experiencias del pasado personal que
tienen una similaridad con elementos del pasado, e incluso son más vívidos que los
fenómenos de la vida real.
Entre los fenómenos afectivos que se producen en las crisis del lóbulo temporal, la
sensación de miedo es la más frecuente. Suele asociarse a una sensación visceral,
generalmente a nivel del abdomen, que es muy típica.
Otros fenómenos afectivos, que pueden aparecer al estimular el lóbulo temporal son:
sensación de tristeza, soledad, vergüenza, culpa, enfado o ira, excitación anticipatoria,
placer, excitación sexual y sensación de contento o felicidad.
Formación de experiencias
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es la base neurológica de la memoria y el aprendizaje. Todo el sistema temporo-límbico
es un sistema tremendamente moldeable a los cambios plásticos sinápticos.
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10. EL SISTEMA LÍMBICO
Las sensaciones de tipo afectivo son comunes a hombre y animales, y en ambos están
situadas en la parte más interna del cerebro, a nivel de la amígdala, el hipocampo y los
circuitos límbicos centroencefálicos, es el "paleocórtex" o cerebro de mamífero
primitivo, que se denomina también el sistema límbico. En la amígdala se vivencian los
afectos, el sistema del hipocampo, inicia los procesos de consolidación de la memoria,
que como hemos ya visto guardan una relación muy importante con el neocórtex
temporal.
El sistema límbico es así una zona profunda situada entre ambos hemisferios
cerebrales, rodeando al cuerpo calloso que es un haz de conexión entre ambos
hemisferios. Es el área donde se sitúan sentimientos y emociones: el placer, el temor,
la tristeza, la alegría, el enfado, la ira, el deseo sexual, etc.
La respuesta emocional
Las respuestas emocionales, es decir las actuaciones mediadas por sentimientos, puede
producirse de dos maneras diferentes:
En primer lugar, en la vida animal muy simple, son fundamentales las respuestas
instintivas rápidas, donde las emocione juegan un papel crucial. El león que ve una
presa y decide atacar debe hacerlo de un modo rápido, y eficaz, y ha desarrollado un
sistema de ataque que está condicionado por instintos atávicos. El olfato juega un papel
crucial, y en los animales está mucho más desarrollado que en el humano. Las áreas
emocionales animales (y también las humanas) se han desarrollado alrededor del
sistema olfatorio animal. Las acciones de este tipo prácticamente no necesitan la
participación de la corteza, son respuestas emocionales puras. Analizando esta
respuesta emocional, hay únicamente 2 tiempos: la percepción y la actuación. Se
percibe la imagen sensorial, se produce un cortocircuito hacia los centros emocionales
subcorticales (el sistema límbico).
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Existe un segundo tipo de respuesta, que se demora en varios tiempos, en los que cabe
el pensamiento, es mucho más rica y es la que diferencia al hombre del animal. Es una
respuesta guiada por una meta, en este caso el estudio de una especie animal.
Las respuestas emocionales rápidas son importantes y nos protegen muchas veces en la
vida diaria. Por ejemplo, en la conducción de vehículos: un frenazo a tiempo puede
salvarnos la vida y es una repuesta emocional rápida desencadenada por el miedo a
tener un accidente. Pues bien, aunque este tipo de respuestas son importantes, sin
embargo, y como ya hemos visto antes, lo propiamente humano es la respuesta
elaborada y mediada por la corteza cerebral. Cuando el hombre no actúa a través de
una conducta mediada y meditada se animaliza, y desarrolla de forma independiente
sus instintos, y emociones que le dificultan grandemente la realización de una vida
racional.
Se han descubierto unas células capaces de descargar a una frecuencia muy alta y que
pueden ponerse al frente llevando el ritmo en estos circuitos de excito-inhibición, son
las chattering cells. Se denominan así porque estimuladas producen una descarga
constante rítmica y a frecuencia alta.
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neuronales, los que dan lugar a la actuación del ser humano. Cambios en el número,
tipo y función de las conexiones entre las neuronas son los que dan lugar a procesos tan
dispares como la memoria, el aprendizaje y la reparación de funciones tras una lesión.
Estos cambios son lo que se llama plasticidad neural.
El cerebro en su conjunto y, sobre todo, la corteza, no es más que una gran superficie de
asociación de distintas conexiones, una gran red neuronal en la que existen zonas más
específicas donde están representadas determinadas funciones; zonas para la
composición visioespacial, para el cálculo matemático, zonas donde se sitúa la
capacidad de abstracción, áreas para la armonía, áreas de visión, áreas de audición.
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podemos encontrar áreas en las que se encuentran distintas funciones por mucho que
estimulemos la corteza, no aparecerá nunca un pensamiento sublime, o una acción
inteligente propia, el hombre es mucho más que su cerebro.
Por otro lado, podemos crear muchas cosas a la vez, pensamientos que se suceden y que
son concomitantes en nuestro cerebro, esta es otra muestra más de la inmaterialidad
del pensamiento.
Por último, otro dato que muestra cómo el pensamiento desborda la materia, son todos
los hallazgos que vimos antes sobre plasticidad neural. La plasticidad neural, es decir,
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el hecho de que el cerebro puede modificarse a sí mismo nos da una idea de un sistema
capaz de actuar sobre sí mismo modificándose, un sistema que es libre.
14.- LA CONCIENCIA: SU PROBLEMA EPISTEMOLÓGICO Y SU
REPERCUSIÓN EN LA NEUROCIENCIA
La experiencia común nos dice que estamos conscientes. ¿Pero que es la conciencia?
Desde un punto de vista meramente neurológico:
Esto condujo a algunos filósofos como Berkeley (1713) a la extrema conclusión filosófica
que nada existe fuera de nuestra conciencia y por eso el mundo en sí mismo no existe
sino es como una función mental. Esta es una posición insostenible ya que, desde ese
punto de vista, implicaría que si yo miro a un objeto y me quedo dormido el objeto
dejaría de existir.
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Estar consciente es, por tanto, el requisito obligatorio para cualquier forma de
experiencia humana y conocimiento, y cualquier objeto de tal experiencia y cualquier
conocimiento se produce en el contexto de una experiencia externa consciente.
De todo lo que hemos visto, podemos deducir que el cerebro es el órgano que media
entre la función mental y la realidad, y que hay en él algo que se nos escapa.
Algunos científicos como Mc Kay (1978) definen la conciencia como alguna clase de
programa cerebral que controla el funcionamiento del cerebro; sin embargo, esta
explicación todavía deja algo sin responder: ¿Quien está haciendo la programación? La
dificultades en cruzar el puente entre la realidad externa e interna han conducido a
algunos científicos como Penfield (1975), Popper y Eccles (1977) a atribuir a la
conciencia una cualidad inmaterial de tipo espiritual, y a sostener que algunas partes de
la corteza y el tronco cerebrales representan un lugar de confrontación entre estos dos
mundos. Esta visión, retira el problema de la conciencia del mundo científico.
La función mental no puede reducirse al cerebro, hay algo más, que es lo divino del
hombre, lo espiritual. El cerebro no da explicación de sí mismo. Parte de los trabajos de
investigación de Penfield y la escuela de Montreal se dedicaron a la búsqueda de un
sustrato anatómico cerebral de la conciencia humana. Encontraron que presionando
partes profundas del cerebro, la zona del diencéfalo y el tronco cerebral, el sujeto perdía
la conciencia, y sostuvieron que ese era el lugar anatómico de origen de la conciencia.
Es curioso, que este grupo encuentra la localización de la consciencia muy cerca de la
glándula pineal, el lugar donde Descartes la había situado.
Hoy en día ya no se reconoce que la conciencia esté localizada en un punto del sistema
nervioso desde un punto de vista científico. Estar consciente es mucho más que estar
despierto, y, por otro lado, alteraciones amplias de toda la corteza cerebral también
conducen a estados de inconsciencia.
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La consciencia procede del funcionamiento adecuado de todo el sistema nervioso
central, y en definitiva, del cuerpo humano. Por otro lado, al estudiar pacientes
epilépticos, se ha podido estudiar estados de conciencia alterada, muchos aspectos de la
función mental (memoria, lenguaje, pensamiento abstracto, cálculo etc) pueden ir
desapareciendo y lo único que se produce es un obscurecimiento del nivel de
conciencia. Es decir, desde el punto de vista cerebral, la conciencia está formada por la
unión de funciones variadas, y al faltar parte o alguna de esas funciones lo que se
produce es una parcial degradación de la conciencia. Aquí podríamos poner el ejemplo
de la persona que padece un período de amnesia, que realmente no pierde la conciencia
sino la memoria, la que pierde la capacidad de hablar que no pierde la conciencia sino
el lenguaje, y tantas otras funciones que están englobadas dentro del más amplio de
conciencia.
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