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A finales del siglo XV, cuando los reinos europeos estaban estableciendo nuevas
rutas de comercio para aumentar su poderío económico, el navegante genovés
Cristóbal Colón propuso zarpar hacia el oeste para encontrarse con las Indias.
Su idea al principio fue rechazada por los portugueses. Posteriormente se
dirigió a España para presentar la idea a Isabela I de Castilla y Fernando II de
Aragón, quienes se habían casado para unificar España. El plan de Colón pasó
por un comité y originalmente fue rechazada de nuevo. Sin embargo, luego de
la conquista española de Granada (la última provincia dominada por los árabes
en la península ibérica), se le dieron los fondos necesarios a Colón para que
llevase a cabo su exploración. En la actualidad, es muy común escuchar frases
como: "se están perdiendo los valores", "existe una pérdida total de
valores", "en mis tiempos están cosas no pasaban". Por lo general, estos
comentarios corresponden a la pérdida de valores morales y sociales. Cada ser
humano tiene una concepción distinta de lo que son los valores morales, lo que,
para algunos es moral para otros puede ser inmoral. Los valores se conciben de
acuerdo con los parámetros y necesidades de cada sociedad, es decir que no
hay una definición objetiva al respecto sino que todo es relativo. Sin embargo,
siempre lo relacionamos con el lado bueno, perfecto y valioso. La moral y
la ética, son inherentes al ser humano. Los seres humanos vamos interiorizando
los valores morales desde el núcleo familiar, generalmente con el ejemplo. A
medida que maduramos y crecemos como personas nos vamos familiarizando
con otro tipo de valores, entonces comenzamos a interiorizar los valores
sociales. Sin embargo, a medida que avanzamos de generación en generación
vemos como los valores han perdido valor dentro de las sociedades. Vemos
como los jóvenes van perdiendo el respeto a sus mayores y como le dan valor
a temas tan superfluos como la moda, la vanidad, la superioridad. Perdiendo
así, el sentido de cooperación con sus semejantes. Todo esto juega un papel
protagónico en la crisis social por la que atraviesa el mundo entero y en especial
nuestro país. Debido a los altos índices de delincuencia, embarazos
precoces, niños en situación de calle, tráfico de drogas y prostitución, entre
otros tantos males que nos agobian.
En la aristocracia la familia estaba compuesta por una gran diversidad de parientes, no solo
se contaba a los progenitores y a los hijos, sino que abuelos, cuñados, suegros, primos,
ahijados, entre otros, aunque existen historiadores que plantean que en un comienzo las
familias eran más bien reducidas y su número se debía a la cantidad de sirvientes y esclavos.
De todos modos, en cada casta colonial la vida familiar se vivía con otros, ya sea por razones
económicas, demográficas o circunstanciales. Incluso a los primos hermanos se les llamaba
hermanos. Por otro lado, los esclavos, no solo servían para el trabajo pesado, pues también
existía entre estos y sus amos una relación de afecto. A partir del siglo XVIII ya se puede
observar un notable cambio, la familia reducida o conyugal, ya era más frecuente en los
sectores bajos: blancos pobres, mestizos, indígenas, mulatos, donde los hijos mayores
debido a la escasez eran expulsados del núcleo familiar para que pudieran buscar su
sustento.