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Un matrimonio sano es una relación hermosa, pero puede requerir de mucho trabajo duro.

Por suerte, si eres cristiano, tienes el beneficio de la Palabra de Dios que te ayudará a guiar tu
matrimonio. La Biblia está llena de pasajes profundos sobre el amor, entre ellos, varios versos
que hablan específicamente sobre cómo hay que tratar a la esposa. Para hacer realidad los
deseos que Dios tiene para tu matrimonio, valórala, trátala con respeto y lleva tu vida al
estándar más alto para que puedas ser un líder en tu hogar.

Demostrar el amor a su esposa

Valora a tu esposa más que a los demás. Aparte de Dios, tu esposa debe ser la persona más
importante en tu vida y tu relación con ella debe estar basada en un amor personal y
profundo. De hecho, en Efesios 5:25, la Biblia dice que tienes que amar a tu esposa al igual que
Cristo amó a la iglesia, y en Efesios 5:28, también dice que tienes que amarla en la manera en
que amas tu propio cuerpo. No podría ser más íntimo.[1]

Esto quiere decir que debes conocerla al derecho y al revés, así que, durante la vida
matrimonial, presta atención a lo que dice y hace para que puedas aprender lo más que
puedas de ella. Acepta todo lo que la hace única y especial.

La Biblia también dice que hay que amar a la esposa “así como Cristo amó a la iglesia y se
entregó por ella” (Efesios 5:25).

Trabaja con tu esposa como un equipo. Tú y tu esposa tendrán que trabajar hombro a hombro
para construir una vida juntos, así que trátala como tu compañera y ayuda. De hecho, en
Génesis 2:18, la Biblia dice que Dios creó a Eva, porque Adán necesitaba una “ayuda
adecuada”. Génesis 2:24 también dice: “Por eso el hombre deja a su padre y a su madre, se
une a su mujer y los dos se funden en un solo ser”.[2]

En un matrimonio sano, tú y tu pareja realzarán las mejores cualidades que tienen cada uno y
se ayudarán a compensar sus defectos. Así serán una unidad sólida para enfrentar el mundo.

Por ejemplo, si tiendes a ser impaciente, quizá descubras que tu esposa es más lenta para
airarse, así que quizá tengas que contar con ella en situaciones donde tengas que esperar.

En Eclesiastés 4:9 también se respalda esta idea: “Más valen dos que uno, porque obtienen
más fruto de su esfuerzo. Si caen, el uno levanta al otro. ¡Ay del que cae y no tiene quien lo
levante! Si dos se acuestan juntos, entrarán en calor; uno solo ¿cómo va a calentarse?”.

Muéstrale ternura, aunque cometa un error. Por más que ames a tu esposa, ocasionalmente
podría cometer un error juzgándote, siendo impaciente o descortés contigo, o alterándote de
alguna otra manera. Sin embargo, Colosenses 3:19 dice: “Esposos, amen a sus esposas y no
sean duros con ellas”. Sé lento para airarte y muéstrale perdón y amor. Esto le permitirá crecer
de sus errores en vez de sentirse angustiada por ellos.[3]
En 1 Corintios 13:4-5, también se describe este tipo de amor: “El amor es paciente, es
bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no
es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor”.

También tendrás que ser humilde y disculparte si cometes un error en la relación.

Protege a tu esposa del peligro. Si bien ella tiene la capacidad de cuidarse, la Biblia igual te
hace responsable por cuidarla. Por ejemplo, quizá tengas que ayudarla a evitar situaciones en
las que podría estar en peligro o defenderla si alguien es descortés con ella. En algunos casos,
quizá hasta tengas que protegerla tomando decisiones responsables, ya que ella podría verse
afectada si tomas malas decisiones que perjudiquen sus medios de subsistencia o salud
física.[4]

En una relación bíblica sana, tu esposa también te protegerá. Por ejemplo, podría proteger tu
salud recordándote ir a tu reconocimiento médico anual o proteger tu vida espiritual
animándote a pasar tiempo con amigos piadosos.

Anímala a ser la mejor versión de sí misma. Cuando se está en un matrimonio sano y feliz, uno
quiere ver a su cónyuge viviendo con su máximo potencial. Destaca las fortalezas que veas en
ella para ayudar a edificarla y siempre anímala a seguir sus sueños. Recuerda que todos tienen
talentos y aficiones únicas, y la Biblia dice que hay que usar estos dones para honrar a Dios.[5]

Hebreos 10:24 dice: “Preocupémonos los unos por los otros a fin de estimularnos al amor y a
las buenas obras”.

1 Corintios 12:5-6 nos anima a encontrar nuestras propias maneras de servir al Señor: “Hay
diversas maneras de servir, pero un mismo Señor. Hay diversas funciones, pero es un mismo
Dios el que hace todas las cosas en todos”.[6]

Demuéstrale tu amor siendo un hombre digno de confianza. Si bien es ciertamente importante


decirle que la amas, el ejemplo más duradero de tu amor provendrá de tu devoción por ella
con el tiempo. Esfuérzate por ser digno de confianza, fiel y sincero. Esto la ayudará a sentirse
segura en el amor que tienes por ella.[7]

La Biblia dice que las acciones hablan más que las palabras: “No amemos de palabra ni de
labios para afuera, sino con hechos y de verdad” (1 Juan 3:18).

Ten como prioridad tener una vida sexual íntima. Es importante tener una conexión a nivel
físico con la esposa. A veces, esto quizá quiera decir robarle espontáneamente unos minutos
antes de ir a trabajar; otras veces, quizá tengas que separar a propósito una noche especial
para el romance si ambos tienen horarios ajetreados. El tiempo de intimidad, además de
satisfacer las necesidades físicas de ambos, también fortalecerá su unión emocional y
espiritual.[8]
La Biblia dice en 1 Corintios 7:3: “El hombre debe cumplir su deber conyugal con su esposa e
igualmente la mujer con su esposo”.

En el mismo pasaje, la Biblia dice: “No se nieguen el uno al otro, a no ser de común acuerdo, y
solo por un tiempo, para dedicarse a la oración. No tarden en volver a unirse nuevamente, de
lo contrario, pueden caer en tentación de Satanás por falta de dominio propio” (1 Corintios
7:5).

Conságrate a tu esposa por el resto de tu vida. Para amar a tu esposa verdaderamente de


acuerdo a la Biblia, tienes que tener la mentalidad de que tu matrimonio es permanente. La
Biblia especifica que el divorcio solo debe darse en caso de infidelidad, así que prepárate para
soportar las tormentas que vendrán. Así como dice en Marcos 10:9: “Lo que Dios ha unido,
que no lo separe el hombre”.[9]

Recuerda que tu matrimonio es un regalo valioso y hónralo como tal: “Ni las muchas aguas
pueden apagarlo, ni los ríos pueden extinguirlo. Si alguien ofreciera todas sus riquezas a
cambio del amor, solo conseguiría el desprecio” (Cantar de los Cantares 8:7).

Ser un líder en tu hogar

Haz de tu relación con Dios una prioridad diaria. Si quieres que tu matrimonio y vida familiar
sean exitosos, es esencial que trates de dar lo mejor de ti. Como cristiano, esto significa en
parte consagrarte a Dios mediante la oración, la lectura de la Biblia y siempre tratar de seguir
el ejemplo de justicia de Jesús. Si bien los horarios de todos son diferentes, puedes leer un
devocional cada mañana, ir a los cultos semanales, orar durante el día y hacer una oración
familiar por la noche.[10]

Proverbios 3:33 dice: “La maldición del Señor cae sobre la casa del malvado; su bendición,
sobre el hogar de los justos”.

Ora para tener sabiduría en tu toma de decisiones. En Efesios 5:23, la Biblia dice que un esposo
debe tomar un rol de liderazgo en la familia: “El esposo es cabeza de su esposa, así como
Cristo es cabeza y Salvador de la iglesia, la cual es su cuerpo”. Sin embargo, no esperes que ella
te siga si tomas decisiones precipitadas y egoístas. Tómate el tiempo de pensar qué es lo mejor
para ti y tu esposa antes de tomar cualquier decisión que afecte tu familia.[11]

Recuerda también recurrir a su sabiduría. Conversa con ella para conocer su perspectiva de
diferentes decisiones que puedan afectarlos a ambos.
Sé honesto con los errores que cometas. Por suerte, no tienes que ser perfecto para ser un
buen esposo. Sin embargo, es importante que seas sincero y honesto con tu esposa, en
especial si cometes algún error. Ya sea que hayas gastado demasiado dinero en un nuevo
juego de video o que hayas perdido las casillas en el trabajo y te hayan disciplinado por ello, te
sentirás mejor si lo confiesas ante tu esposa. Verás que te respetará más por tu honestidad.

En Santiago 5:16, la Biblia dice: “Por eso, confiésense unos a otros sus pecados y oren unos por
otros para que sean sanados”.

Busca maneras de proveer para tu familia. Si bien hoy en día se suelen precisar de dos adultos
con trabajos para administrar un hogar, igual es importante que hagas todo lo que está a tu
alcance para asegurarte de satisfacer las necesidades de tu familia. Si pasan por necesidades
económicas, por ejemplo, podrías hacer trabajos esporádicos en tus días libres para ganar
dinero extra. Ser proveedor también significa sacrificar algo que quieres por algo que tu esposa
quiere o necesita, siempre que lo hagas con un espíritu amoroso y generoso.[12]

La Biblia te exhorta a hacer todo lo que puedas para cuidar a tu familia: “El que no provee para
los suyos, y sobre todo para los de su propia casa, ha negado la fe y es peor que un incrédulo”.

Evita la tentación de caer en inmoralidad sexual. Por desgracia, en el mundo de hoy es fácil
estar expuesto a imágenes diseñadas para incitar pensamientos lujuriosos e impuros. Quizá
hasta conozcas a alguien que trate de tentarte a serle infiel a tu esposa. Sin embargo, en 1
Corintios 7:14, la Biblia dice: “La mujer ya no tiene derecho sobre su propio cuerpo, sino su
esposo. Tampoco el hombre tiene derecho sobre su propio cuerpo, sino su esposa”. Eso quiere
decir que tienes que mantener tu cuerpo puro por tu esposa así como ella tiene que serte
fiel.[13]

Proverbios 5:20 dice: “¿Por qué, hijo mío, dejarte cautivar por una adúltera? ¿Por qué
abrazarte al pecho de la mujer ajena?”.[14]

Hebreos 13:4 tiene un mensaje incluso más fuerte: “Tengan todos en alta estima el
matrimonio y la fidelidad conyugal, porque Dios juzgará a los adúlteros y a todos los que
cometen inmoralidades sexuales”.[15]

La Biblia dice que tener pensamientos lujuriosos por otra persona es un pecado: “Pero yo les
digo que cualquiera que mira a una mujer y la codicia ya ha cometido adulterio con ella en el
corazón” (Mateo 5:28).

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