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Romanos 8:10-11

Lectura de la Carta de San Pablo a los Romanos


10Y Cristo vive en ustedes; entonces, aunque el cuerpo morirá por
causa del pecado, el Espíritu les da vida,[a] porque ustedes ya fueron
declarados justos a los ojos de Dios. 11 El Espíritu de Dios, quien
levantó a Jesús de los muertos, vive en ustedes; y así como Dios
levantó a Cristo Jesús de los muertos, él dará vida a sus cuerpos
mortales mediante el mismo Espíritu, quien vive en ustedes.

Palabla de Dios

Salmo 141

R/ A voz en grito clamo al Señor

A voz en grito clamo al Señor,


a voz en grito suplico al Señor;
desahogo ante él mis afanes,
expongo ante él mi angustia,
mientras me va faltando el aliento.
R/ A voz en grito clamo al Señor

Pero tú conoces mis senderos,


y que en el camino por donde avanzo
me han escondido una trampa.
Mira a la derecha, fíjate:
nadie me hace caso;
no tengo a dónde huir,
nadie mira por mi vida.
R/ A voz en grito clamo al Señor

A ti grito, Señor;
te digo: «Tú eres mi refugio
y mi lote en el país de la vida».
Atiende a mis clamores,
que estoy agotado;
líbrame de mis perseguidores,
que son más fuertes que yo.
R/ A voz en grito clamo al Señor

Sácame de la prisión,
y daré gracias a tu nombre:
me rodearán los justos
cuando me devuelvas tu favor.
R/ A voz en grito clamo al Señor

Evangélio de nuestro Señor Jesucristo según San Juan


13 Antes de la celebración de la Pascua, Jesús sabía que había llegado su
momento para dejar este mundo y regresar a su Padre. Había amado a sus
discípulos durante el ministerio que realizó en la tierra y ahora los amó hasta el
final.[a] 2 Era la hora de cenar, y el diablo ya había incitado a Judas, hijo de
Simón Iscariote, para que traicionara[b] a Jesús. 3 Jesús sabía que el Padre le
había dado autoridad sobre todas las cosas y que había venido de Dios y
regresaría a Dios. 4 Así que se levantó de la mesa, se quitó el manto, se ató
una toalla a la cintura 5 y echó agua en un recipiente. Luego comenzó a lavarles
los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla que tenía en la cintura.
6 Cuando se acercó a Simón Pedro, este le dijo:
—Señor, ¿tú me vas a lavar los pies a mí?
7 Jesús contestó:
—Ahora no entiendes lo que hago, pero algún día lo entenderás.
8 —¡No! —protestó Pedro—. ¡Jamás me lavarás los pies!
—Si no te lavo —respondió Jesús—, no vas a pertenecerme.
9 —¡Entonces, lávame también las manos y la cabeza, Señor, no solo los pies!
—exclamó Simón Pedro.
10 Jesús respondió:
—Una persona que se ha bañado bien no necesita lavarse más que los
pies[c] para estar completamente limpia. Y ustedes, discípulos, están limpios,
aunque no todos.
11 Pues Jesús sabía quién lo iba a traicionar. A eso se refería cuando dijo: «No
todos están limpios».
12 Después de lavarles los pies, se puso otra vez el manto, se sentó y preguntó:
—¿Entienden lo que acabo de hacer? 13 Ustedes me llaman “Maestro” y
“Señor” y tienen razón, porque es lo que soy. 14 Y, dado que yo, su Señor y
Maestro, les he lavado los pies, ustedes deben lavarse los pies unos a
otros. 15 Les di mi ejemplo para que lo sigan. Hagan lo mismo que yo he hecho
con ustedes. 16 Les digo la verdad, los esclavos no son superiores a su amo ni
el mensajero es más importante que quien envía el mensaje. 17 Ahora que
saben estas cosas, Dios los bendecirá por hacerlas.
Palabla del Señor

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