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VI. LA EUCARISTIA EN SAN PABLO! Después de haber estudiado las palabras institucionales de Cristo, abordamos ahora la interpretacién que Pablo nos '22 Hay otros textos en Hechos de los que se discute si son textos euca- risticos, como Hch 27, 75, que sugiere todo el rito cucaristico: «Dio gracias a Dios delante de todos y, partiendo el pan, comenz6 a comer», se dice de Pablo. M. Nicolau advierte que dificilmente se puede admitir que Pablo ce- lebrase la Eucaristfa ante los paganos allf presentes (0.c., 58). Espinel dice como conclusion que «probablemente lo que sf hemos de ver aqui es la uti- lizacién del lenguaje eucaristico, como se hace en las multiplicaciones de los panes» (o.c., 128). Efectivamente, hay narraciones que estan escritas bajo el influjo del lenguaje eucaristico, como las multiplicaciones de los panes (Me 6, 34, 8, 21, Jn 6, 4-14). Hay, también, apariciones de Jestis que evocan el lenguaje eucaristico como Mc 16, 14, y particularmente la aparicién a los de Ematis (Le 24, 30-31). En estos casos tenemos apariciones pascuales relatadas bajo el influjo del lenguaje eucaristico. \3'M, E. Boismarp, L'Eucharistie selon S. Paul.: Lum. Vie 31 (1957) 93-106; E. GALBIATI, 0.c., 169-178; P. ALLO, Premiére Epitre aux Corinthiens (Paris 1956); P. Nevenzeit, Das Herrenmahl. Studien zur paulinischen charisticauffassung (Miinchen 1960); J. L. EsPINEL, 0.c., 173 ss, 234 ss; H. Rony, LEucharistie chez 8. Paul (1 Cor 11, 17-34): Rev. Ecl. Lieg. 29 (1938) 161-174; M. Gources, Eucharistie et communauté chez S. Paul et les Synopti- ques: Eglise et Théologie 13 (1981) 57-78; F. Amor, Lenseignement de St Paul I (Paris 1938) 39-49. 120 El misterio eucaristico da de la Eucaristfa. Dos son los textos de mayor importancia, ambos en la primera carta a los Corintios: 1 Co 10, 14-18 «Por eso, hermanos, huid de la idolatria. Os hablo como a prudentes. Juzgad vosotros lo que digo. La copa de bendicién que bendecimos, éno es, acaso, comunién con la sangre de Cristo? Y el pan que partimos, no es, acaso, comunién con el cuerpo de Cristo? Puesto que no hay mAs que un pan, todos formamos un solo cuerpo, pues todos participamos de un mismo pan. Fijaos en el Israel de la carne. Los que comen las victimas, ¢no estan, acaso, en comunién con el altar? ¢Qué digo, pues? ¢Que lo inmolado a los {dolos es algo? jPero si lo que inmolan los gentiles, lo inmolan a los demonios y no a Dios! Y yo no quiero que entréis en comunién con los demo- nios. gO es que queremos provocar los celos de Dios? “Todo es licito”, mas no todo es conveniente. “Todo es lf- cito”, mas no todo edifica. Que nadie procure su propio inte- rés, sino el de los demas. Comed todo lo que se vende en el mercado, sin plantearos cuestiones de conciencia, pues del Sefior es la tierra y todo cuanto contiene. Si un infiel os invita y vosotros aceptdis, comed todo lo que os presente, sin plantearos cuestiones de conciencia. Mas si alguien os dice: “Esto ha sido ofrecido en sacrificio”, no lo comais, a causa del que os lo advirtié y por motivos de conciencia». Este es un texto en el que aparece resumida toda la doc- trina sobre la Eucaristfa: prefiguracién en el Antiguo Testa- mento, sacrificio, presencia real, fundamento de la Iglesia. La intervencién de Pablo en este tema est4 motivada por el comportamiento de los corintios respecto a las carnes in- moladas a los {dolos. Ya en el Concilio de Jerusalén se habia La Eucaristia en el Nuevo Testamento 121 prescrito a los gentiles abstenerse de las carnes inmoladas a los fdolos (eidoléthita) (Hch 15, 20. 29), lo cual se urgfa, de he- cho, en ambientes como Antioquia, en los cuales la presencia de judeocristianos hacfa dificil la convivencia'?4, En cambio, en ambientes como los de Corinto se comfa, de hecho, de las carnes sacrificadas, hasta el punto de que, usando el eslogan de la libertad cristiana «todo es licito» (1 Co 10, 23), se permi- tfa comer carnes sacrificadas en los sacrificios paganos (1 Co 8, 10). Es el mismo eslogan que exhibfan para darse a la forni- cacién (1 Co 6, 12-19). Pablo aborda el problema de las carnes inmoladas desde el punto de vista doctrinal y pastoral a la vez. En primer lugar, viene a decir que la Eucaristia no es un medio magico de salvacién, Para ello acude a la historia de Is- rael, con el fin de mostrar que todos comieron del mana y del agua que surgia de la roca (realidades proféticas de la Eucaris- tia, cosas que sucedieron «en figura»: / Co 10, 6), y cayeron en la idolatrfa y en otros vicios, de modo que la mayoria de ellos no fue del agrado de Dios (/ Co 10, 5). Todo esto era, pues, un aviso con el fin de que hoy no caigamos en la idolatria. Desde el punto de vista doctrinal, Pablo resume asf la cuesti6n. Sirviéndose de la comprensién israelita de los sacri- ficios, propia también de los paganos'!25, Pablo ensefia que la comunién con la victima sacrificada es comunién con el altar (zysiastérion). En el caso de los sacrificios paganos, a decir verdad, no hay comunion con los dioses, porque estos no exis- ten, pero sf con los demonios, a quienes se dirige de hecho el sacrificio; no por la intencién de los oferentes, sino porque, como dice Galbiati, «los demonios, enemigos de Dios, alejan a 14 E. GALBIATI, o.©., 176. 25 G. RUFFINO, 0.c., 35. { 122 El misterio eucaristico los hombres del verdadero Dios sirviéndose del culto pagano»!26, Desde el punto de vista practico, no hay inconveniente en comer de las carnes inmoladas a las fdolos, siempre y cuando no se dé con ello escandalo. Si un infiel os invita, no hagais problema de conciencia; pero, si el que os invita os advierte que ha sido sacrificada a los {dolos, entonces absteneos, para no dar escandalo. Con mayor razén hay que abstenerse de la mesa en los templos paganos (1 Co 8, 10). Es con esta ocasi6n como Pablo presenta el aspecto sacri- ficial de la Eucaristfa. No es que tenga como objeto desarro- lar este tema; lo que Pablo intenta es advertir de la incompa- tibilidad que existe entre la participacién en la Eucaristfa y la participacién en las carnes sacrificadas, pero para ello se sirve de la concepcién de sacrificio, presente en el Antiguo Testa- mento y en el mundo pagano. «Para Israel, dice Boismard, co- mer la victima ofrecida a Yahvé es entrar en comunién con Yahvé, es compartir la mesa de Yahvé, sentarse en la misma mesa que él, lo que indica una familiaridad insigne»!2’. Algo andlogo ocurre también en los sacrificios paganos, aunque en este caso no se entra en comunién con los fdolos que no existen, sino con los demonios, a quienes de hecho va dirigido el acto de culto. Pues bien, lo mismo ocurre con la Eucaristfa: la copa de bendicién es comunién (Koinonia) con la sangre de Cristo, el pan que partimos es también comunién con el cuerpo de Cristo. Por lo tanto, no se puede participar de la copa del Se- fior y de la copa de los demonios, de la mesa del Sefior y de la mesa de los demonios'?8, De este modo sittia Pablo a la Euca- . GALBIATE, 0.C., 177. 127M. E. Boismarn, 0.c., 101. 128 Ahora dice mesa (trdpeza). En los sacrificios paganos, las canes in- moladas en el Zisiasiérion (altar) eran comidas en una mesa adjunta, por lo | La Eucaristia en el Nuevo Testamento 123 ristfa en una perspectiva claramente sacrificial. Como dice Boismard, «todo el razonamiento de Pablo supone que, para él, el pan y el vino consagrados son el cuerpo y la sangre de Cristo inmolados en sacrificio a Dios»!9. Pero el texto ofrece también una doctrina sobre la pre- sencia real del cuerpo y de la sangre de Cristo: del mismo modo que en el sacrificio se come la carne ofrecida a los fdo- los, en la Eucaristfa se entra en comuni6n con el cuerpo y la sangre de Cristo. Es con ellos con los que se entra en comu- ni6n. En el v. 17, Pablo dice: «Puesto que no hay mds que un pan, no formamos mas que un solo cuerpo, pues todos parti- cipamos de ese mismo pan». Aqui habla Pablo de un nico pan, del que todos participamos. Es claro que no puede tra- tarse de un mismo pan ffsico en la comunion de todos los cristianos. Por tanto, ese inico pan no es sino el tinico cuerpo de Cristo!3, Este unico pan es paralelo al unico Espi- ritu de / Co 12, 13, fuente también de un solo cuerpo, «por- que en un solo Espiritu todos nosotros hemos sido bautiza- dos para formar un solo cuerpo»'3!, Es el tnico cuerpo de Cristo la causa de la unién de todos los cristianos y de la for- macion de la Iglesia'3?. He aqui el aspecto eclesial magnifi- camente presentado. Esta es la doctrina de Pablo sobre la Eucaristia como fuente de la Iglesia: mediante la comunién con el cuerpo per- que la mesa y el altar tienen el mismo significado sacrificial (cfr. G. RUF- FINO, 0.¢., 56). "2 M. E, BoIsMmaro, 0.c., 102. 130 Dice asf Allo: «Esta frase de Pablo esté completamente a favor de la presencia real. El “pan que es Gnico” y causa eficiente de la unidad de la Iglesia no puede ser mas que lo que se encuentra bajo la apariencia del pan material, es decir, el pan celeste, el cuerpo de Cristo, pneumaticamente uno y que obra entero en cada uno de los comulgantes» (cfr. 0.c., 241-242). ‘| Cf J. Kinmartin, La Céne du Seigneur (Paris 1976) 93-84. 1 Cf, E. GaLbiatt, 0.c., 178. 124 El misterio eucartstico sonal de Cristo nace la Iglesia como cuerpo’, Para Pablo, la comunién de la Iglesia tiene lugar mediante la comunién con el cuerpo y la sangre de Cristo!34, 1 Co 11, 20-34 «Cuando os reunfs, pues, en comin, eso ya no es comer la cena del Sefior porque cada uno come, primero, su propia cena y, mientras uno pasa hambre, otro se embriaga. ¢No te- néis casa para comer y beber? <0 es que desprecidis a la Igle- sia de Dios y avergonzais a los que no tienen? ¢Qué voy a deci- ros? ¢Alabaros? jEn esto no os alabo! Porque yo recibf del Sefior lo que os he transmitido: que el Sefior Jestis, la noche en que fue entregado, tomé pan y, des- pués de dar gracias, lo partié y dijo: “Esto es mi cuerpo, que se da por vosotros, haced esto en memoria mfa”. Asimismo, la copa después de cenar, diciendo: “Esta copa es la Nueva Alianza en mi sangre. Cuantas veces la bebiereis, hacedlo en memoria mia”. Pues cada vez que coméis este pan y bebéis esta copa anuncidis la muerte del Sefior hasta que venga. 133 El tema de la unidad de la Iglesia mediante el cuerpo de Cristo ha sido la causa de que Pablo invierta los términos, hablando de la bendicién de la copa en primer lugar y de la bendicién del pan después (I Co 10, 16). 134 Son varios los que han querido ver en el v. 16 (comunién con el cuerpo de Cristo) la comunién con el cuerpo eclesial, entre ellos citemos a A. SCHWEITZER (Die Mystik des Apostels Paulus (Tibingen 1930] 251 ss). El caso es que Lietzmann, Weiss y Goguel reconocieron ingenuamente aqui el sentido personal del cuerpo de Cristo al relacionar la doctrina de Pablo con los misterios helénicos y los elementos sacrificiales. Y lo que dice Pablo es precisamente que la comunién con el cuerpo personal de Cristo es el origen de la Iglesia. Como dice Allo (cfr. 0.c., 283. 294-302), el sentido personal del cuerpo de Cristo ha de vincularse siempre al sentido eclesial como fuente y fundamento de este. La Eucaristia en el Nuevo Testamento 125 Por tanto, quien coma el pan o beba la copa del Sefior in- dignamente, sea reo del cuerpo y de la sangre del Sefior. Examinese, pues, cada cual y coma asf el pan y beba la copa. Pues quien come y bebe sin discernir el cuerpo, come y bebe su propio castigo. Por eso hay entre vosotros muchos en- fermos y muchos débiles, y mueren no pocos. Si nos juzgdse- mos a nosotros mismos, no serfamos castigados. Mas, al ser castigados, somos corregidos por el Sefior, para que no sea- mos condenados con el mundo. Asf pues, hermanos mfos, cuando os reunais para la cena, esperaos los unos a los otros. Si alguno tiene hambre, que coma en su casa, a fin de que no os reundis para castigo vues- tro. Lo demds lo dispondré cuando vaya». Ya anteriormente estudiamos las palabras institucionales en Pablo; ahora examinamos, mis bien, el contexto por el que Pablo las trae a la memori: Nos encontramos ya en una situacién posterior a la de la institucién: el rito del pan no precede a la comida, sino que, unido directamente al rito del cdliz, forman la comida euca- ristica como tal, la cual en este tiempo tenfa lugar después de un agape fraterno. El gesto sobre el pan y el cdliz terminaron juntandose, porque, como Schiirmann recuerda, fueron con- siderados especialmente significativos y como parte de un mismo conjunto!35, Mas tarde, hacia mitad del siglo u, el Agape que precedfa a la celebracién de la Eucaristia desapare- cié, debido quiz4 a situaciones lamentables que se producfan, como la que contemplamos en / Co 11, 20-34136, De hecho, Pablo encuentra en Corinto una prictica de la Eucaristfa que no puede aprobar: en el 4gape fraterno que precedfa a la Eucaristfa, unos comfan abundantemente, BE. 136 Ibid., 75. MANN, ¢COmto entendié...? 81. 126 El misterio eucaristico mientras que otros quedaban con el estémago vacio. Esto es un desprecio a la Iglesia de Dios (/ Co 11, 22). Al ofender a los més necesitados, se ofende a la Iglesia entera!?7. Con el fin de hacer reflexionar a los comensales, es como Pablo aporta la tradicion recibida del Sefior sobre la Eucaristfa. En ella en- cuentra Pablo dos argumentos para corregir la conducta de los corintios: la entrega de Cristo en su generosidad'38 y la identi- dad del pan consagrado por Cristo y su propio cuerpo. San Pa- blo viene a decir que nosotros hacemos lo mismo que Cristo en Ja Eucaristia, por lo que este pan es el cuerpo del Sefior. La division es la causa de que se coma indignamente (ana- gios). San Pablo no alude a ningtin desprecio u olvido de la presencia del Sefior en la Eucaristfa, pero la division es la causa de la comida indigna, lo que les hace reos del cuerpo y de Ja sangre del Sefior. He aqui, pues, una afirmacién categé- rica de la presencia del cuerpo y de la sangre del Sefior. Se trata de su cuerpo y sangre personales, pues no cabe tomarlos en sentido mfstico, ya que no existe una sangre m{stica de Cristo'3*. San Pablo habla de reos (énojos), que es el mismo término que los judfos emplean en la pasién de Cristo cuando Jo juzgan reo de muerte (Mc 14, 64; Mt 26, 66), y que tiene un caracter jurfdico (cfr. Mt 5, 21; Mc 3, 29). Por ello comen y beben su propia condenacién, porque no disciernen (diakrindn) el cuerpo (del Sefior). A este respecto dice Allo que se puede prescindir de la expresién «del Sefior» (solo presente en los cédices D y E), porque no hay duda al- guna de que se trata de su cuerpo personal!#, El indigno, co- ~~ BY Cf, B. GaLbiatt, o.c., 170. 138 Los detalles cen la noche en que fue entregado», «mi cuerpo, entre- gado por vosotros», «anuncidis la muerte del Sefior hasta que vuelva» ha- blan de la muerte de Cristo como entrega de generosidad (cfr E. GALBIATI, oc. 70). 159 Cf P, NEVENZI 140 Cfir P, ALLO, 0.c., 80-83; M. E. BorsMarD, 0.c., 99. La Eucaristia en el Nuevo Testamento 127 miendo y bebiendo los dones consagrados, come y bebe su propia condenacion. Por haber descuidado hacer el juicio so- bre sf mismo, le seré hecho entonces. La causa de este juicio es que no han discernido el cuerpo, que no han apreciado su valor no porque lo hayan confundido con otros alimentos (pues todos los cristianos estaban instruidos sobre la Eucaris- tfa), sino porque no han sabido apreciar lo que es recibir el cuerpo del Sefior. «Nada mas fuerte, dice Allo, para la doc- trina de la presencia real, sobre todo por la relacién entre el v. 27 y 1 Co 10, 16-17. Comprender «el cuerpo» en el sentido del cuerpo de los fieles, cuyos derechos y cuya dignidad no sabria reconocer el fiel comulgante, es una exégesis tan roma (plate) como traida por los cabellos»!4!, Efectivamente, en este capitulo no se habla del cuerpo mifstico de los fieles, y cuando se habla de ofensa a la comuni- dad, se habla de «Iglesia» (1 Co 11, 22). El discernir el cuerpo viene, ademas, tras el v. 27, que habla del reato del cuerpo y la sangre en aquellos que comen y beben indignamente. Lo que viene a decir Pablo es algo realmente profundo: la falta de ca- ridad no es solo una falta a la Iglesia, sino una falta contra el cuerpo personal de Cristo. Si el Sefior, finalmente, manda castigos y enfermedades, es para que la comunidad se corrija y no merezca asf la con- denacién con e] mundo. Son castigos, segtin Pablo, medicina- les y correctivos!42, a a | |

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