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LOS CONTRATOS Y LOS NEGOCIOS JURIDICOS EN ROMA.

El contrato era para los romanos, toda convención destinada a producir una obligación. Hoy
en día, el concepto no ha cambiado y actualmente el contrato es una manifestación bilateral o
plurilateral de voluntad dirigida a la producción de efectos jurídicos lícitos de naturaleza
patrimonial. Son hechos jurídicos mediante los cuales dos o más partes manifiestan su
consentimiento para crear, regular, modificar, transferir o extinguir relaciones jurídicas
patrimoniales. El elemento patrimonial es importante, pues eso los diferencia de los negocios
jurídicos, que no necesariamente son patrimoniales, como la donación, el matrimonio o la
adopción. Tanto en los contratos, como en los negocios jurídicos, los elementos fundamentales
son los sujetos, la manifestación de voluntad, el objeto y la causa

Los contratos son muy parecidos a los negocios jurídicos, que también son una manifestación
de voluntad dirigida a la producción de efectos jurídicos lícitos de naturaleza privada, pero no
necesariamente son patrimoniales. En el negocio jurídico, igualmente se requiere una
manifestación de voluntad, la cual puede darse de manera unilateral, entrando en esta categoría
los testamentos, las declaraciones juradas, por ejemplo, y que no califican como contratos en
sentido estricto, por lo que se dice que el contrato es una especie y el género es el negocio
jurídico.

En Roma quien se había comprometido libremente, estaba obligado, porque todo convenio
lícito era legalmente obligatorio. Pero el Derecho Romano era muy formalista y aun en la época
de Justiniano, un simple pacto, no bastaba para crear la obligación civil. El derecho civil solo
reconocía la obligatoriedad si estaba acompañada de ciertas formalidades, que le dieran fuerza
y certidumbre al consentimiento de las partes, para así determinar los límites y alcances precisos
de las voluntades y evitar pleitos.

Estas formalidades consistían en: palabras solemnes, menciones escritas y la entrega de una
cosa por alguna de las partes a la otra. Aunque con el paso de los años, con el ensanchamiento
del imperio, el cual añadía muchos y diversos territorios, ampliando cada vez más sus
posibilidades comerciales, varias de estas reglas fueron siendo flexibilizadas y derogadas en
beneficio de los negocios, que ahora eran practicados, entre los ciudadanos romanos y los

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peregrinos. Así lograron negociar más fácilmente, sin tanta formalidad. Los romanos tenían una
admirable capacidad de adaptación a las nuevas realidades.

Para Gayo los contratos se clasifican en dos grandes áreas. Nominados e innominados.

I.CONTRATOS NOMINADOS:
Son aquellos que están reglamentados y descritos en las leyes. Además tienen la
característica que son obligaciones de dar o de entregar un bien. Entre ellas están, según las
formalidades de lo convenido, los siguientes:

1. Los contratos verbis o verbales, los cuales estaban acompañados de palabras solemnes.
Verbis es un contrato nominado, el cual se celebraba de manera verbal mediante la figura de la
estipulatio, que era considerada como el elemento puntual de las obligaciones y de los negocios.
Era un procedimiento, que se llevaba de manera verbal mediante una pregunta del acreedor y
una respuesta congruente del deudor. La estipulatio era una promesa que se daba de manera ya
estipulada, a manera de pregunta y respuesta. De acuerdo al Ius Civile el objetivo de la
estipulatio era otorgar fuerza obligatoria a toda clase de contratos y negocios.

Requisitos de la estipulatio.

-Oralidad. Consiste en pronunciar las palabras solemnes, que contenían algunas fórmulas. Por
esta razón no les era permitido a los sordomudos (porque no podían escuchar, ni pronunciar las
palabras) y tampoco a los infantes. Sin embargo, durante el derecho posclásico se permitió la
intervención de un tutor o representante para estas personas.

-Unitas acto. Significa que seguido a la pregunta, ha de venir la respuesta inmediatamente.

-Congruencia entre pregunta y respuesta. Pues ha de mediar correspondencia, porque no es


válida la estipulatio en la que se interroga un tema y se responde con otro.

-Presencia de las partes. Debido a la estructura formal de la estipulatio, se requiere siempre de


la presencia de las partes.

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2. Los contratos Litteris o literales, que exigían menciones escritas llamadas transcriptio, que se
funda en las anotaciones que hace el páter familias en su libreta de cuentas, llamada Codex
Accepti/Expensi (libro de ingresos y egresos). Es decir, el páter familias, parecido al comerciante
actual, anotaba en su Accepti las cantidades que sus deudores le pagaban y en su Expensi las
cantidades que él pagaba a sus acreedores. Ese apunte era la base escrita y literal del reclamo.

3. Los contratos En Re o Reales. Que son contratos donde se ha entregado un objeto, a quien
debe devolverlo. Estos son: el mutuo o préstamo de consumo, el comodato o préstamo de uso,
el depósito entregar la cosa para que lo custodien y la prenda entregar la cosa en garantía de
pago. Los contratos reales son aquéllos que, para su perfección, necesitan dos elementos: la
entrega de la cosa (datio rei) y el acuerdo de las partes (conventio). Va dirigido,
fundamentalmente, a crear una obligación de restitución de la cosa, a cargo del que la recibe. Si
alguno de estos dos elementos falla, el vínculo obligatorio no surge: si no hubo acuerdo no hay
contrato, y si falta la entrega de la cosa, el acuerdo era nulo.

El Derecho Romano conoció estos cuatro contratos reales, mencionados por Justiniano:
mutuo (mutuum), comodato (commodatum), depósito (depositum) y prenda (pignus). Como
hemos dicho, la característica común a todos estos contratos es que el vínculo obligatorio sólo
surge cuando tiene lugar la entrega de la cosa, pero tal entrega entraña un contenido y propósito
diverso, según cada uno: en el mutuo la entrega implica transmisión de la cosa fungible para
usarla, gastarla y devolver otra de igual valor y calidad. En la prenda la transmisión de la posesión
se hace teniendo la cosa como garantía y en el comodato y el depósito, se hace transmisión de
la tenencia, para usarla o custodiarla, y para devolverla cuando se le pida.

También la finalidad de la entrega es diferente en cada uno de ellos. Mientras en el mutuo se


entrega una determinada cantidad de cosas fungibles para que se consuman y se devuelva otro
tanto, en el comodato se entrega la cosa para que se use y se devuelva la misma cosa. En el
depósito se entrega para que se guarde, conserve y se devuelva. En la prenda se entrega la cosa
para garantizar una obligación previamente contraída. Una vez pagada la obligación, se devuelve
la cosa.

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4. Los contratos consensus o consensuales, en donde existe un acuerdo expresado entre las
partes. Estos son, por ejemplo, la venta, el mandato y el arrendamiento.

II. CONTRATOS INNOMINADOS:


Tienen como característica un hacer, una prestación de servicios y también se les conoce con
el nombre de contratos atípicos, porque carecen de alguna legislación que los regule y los
describa. No están descritos, pero son contratos válidos. Esa situación se mantiene hoy en día.
Algunos son:

1- Contratos de derecho estricto. El Juez se atenía estrictamente a la literalidad de la letra del


contrato, sin considerar ninguna equidad.

2- Contratos de buena fe. En este tipo de contrato, la controversia se debía arreglar de acuerdo
a la equidad. Las sanciones para el incumplimiento de este tipo de contrato eran distintas para
cada caso, sin seguir exactamente la letra de lo convenido.

3- Contratos unilaterales. Estos engendraban la obligación para una sola de las partes
contratantes (uni rex latere) Solo una parte asumía el compromiso. Por ejemplo una promesa de
venta.

4- Contratos sinalagmáticos. Son los que producen obligación de todas las partes contratantes.
Pueden ser; bilaterales o multilaterales.

IIII. ELEMENTOS GENERALES DE LOS CONTRATOS.


En el Derecho Romano los contratos contaban con 4 aspectos principales; a saber: el
consentimiento de las partes, su capacidad, objeto y causa. Eso se heredò de Roma y
actualmente los elementos generales de los contratos comprenden esos, como los aspectos
esenciales que deben reunir todos los contratos y negocios para que puedan considerarse
válidos en principio. En términos generales:

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1- El consentimiento: Significa la conformidad que sobre el contenido expresan las partes. Es el
acuerdo de dos o varias personas, que se entienden, para producir un efecto jurídico
determinado. El acuerdo es la base de todo contrato. Para que pueda haber un acuerdo valedero,
es necesario que la persona tenga voluntad, por eso en Roma, ni el loco ni el niño pueden
contratar. Dicha conformidad se entiende que debe ser libre, es decir, en donde no medien
conductas que vicien o alteren la voluntad. El querer interno debe haber sido formado libremente
para que produzca, con su exteriorización, los efectos jurídicos correspondientes. La voluntad
debe estar libre de vicios que son: error, violencia, dolo, miedo grave. Estos son vicios que anulan
el consentimiento.

a) El error. Entiéndase error como la falta de representación de la realidad. En referencia a los


contratos este sucede cuando, debido a ese error, el sujeto decide llevar a cabo determinado
contrato, que, en circunstancias normales, si se hubiera tenido ese conocimiento de la
realidad que rodea al contrato, muy posiblemente la persona no llegaría a formalizar el
acuerdo.

No hay acuerdo cuando una de las partes ha cometido un error, pues en realidad no estaba
de acuerdo con la obligación negociada. Los romanos consideraban como errores comunes
del consentimiento los siguientes:

-Cuando las partes se equivocaban sobre la persona o la naturaleza del contrato.

-Cuando las partes no entienden sobre el objeto del contrato. También puede ocurrir el error
de que una de las partes se engañe sobre la sustancia, es decir, sobre las calidades
especiales que constituían la naturaleza de una cosa (error in substancia) por ejemplo: vinagre
por vino; cobre por oro, etc. En estas hipótesis, el acuerdo falta absolutamente, pues el
consentimiento se vició y es un obstáculo para la validez del contrato.

b) El dolo. Consiste en las maquinaciones que se efectúan para provocar un error en una
persona que la llevará a firmar un contrato. Sólo será vicio del consentimiento cuando esas
maquinaciones las realiza uno de los contratantes. Si las hace un tercero ajeno al contrato,
no hay dolo. Son las maniobras fraudulentas empleadas para engañar a una persona y para

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determinarla a dar su consentimiento a un acto jurídico. Se vicia el consentimiento, pues la
persona fue engañada.

c) La violencia. Es el uso de la fuerza material o emocional, con que se obliga a una parte a
negociar. Es un vicio, pues una parte ha sido forzada a dar su consentimiento. Puede
presentarse en forma de intimidación, entiéndase esta como una presión suficiente en el
ámbito de decisión de una persona provocada por otra, mediante violencia física o emocional,
con la intención de llevar a cabo un contrato. Es claro que en estos casos no habría libre
consentimiento.

d) El miedo grave consiste en un estado de conmoción psíquica profunda, capaz de anular o


limitar casi totalmente, la capacidad de raciocinio, dejando a la persona obrando bajo el influjo
de los instintos, principalmente el de la propia conservación. Se asemeja mucho a la violencia,
pero, a diferencia de ésta no requiere que la intimidación sea producida por una amenaza,
bastando que por factores objetivos y subjetivos se produzca miedo en el sujeto y sea este
miedo la causa determinante de un contrato viciado. No está siendo amenazado, pero hay
elementos que le provocan miedo. Este vicio es utilizado por el Derecho, en particular para
ciertos actos donde la voluntad debe ser especialmente libre, como el matrimonio. Nadie me
obliga, ni me amenaza; pero tengo miedo por mi vida si no me caso.

2.- Sujetos y capacidad:


Para todo acto jurídico es estrictamente necesaria la intervención de las personas y como
consecuencia lógica, para los contratos igualmente se requiere la participación de dos o más
personas. No basta con la mera existencia, sino que requiere de ciertas aptitudes, lo que
conocemos como capacidad de actuar, que implica la capacidad de contratar. Es necesario
distinguir entre la capacidad jurídica y la capacidad de actuar, que ya los romanos la habían
establecido. La primera hace referencia a la posibilidad legal de ser sujeto de derecho. El artículo
36 del Código Civil de Costa Rica indica que la capacidad jurídica es inherente a las personas
durante su existencia, de un modo absoluto y general. Hay derechos aun para los que no han
nacido, pues pueden heredar, ser reconocidos y recibir donaciones. Mientras la capacidad de

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actuar, que es lo que nos interesa, es la aptitud según la ley, para poder realizar actos que surtan
efectos jurídicos, tal es el caso de firmar contratos y hacer negocios jurídicos.

Para que un contrato sea válido es preciso que se acuerde entre personas capaces. Por eso
la capacidad también se asocia a la posibilidad de consentir. En Roma los incapaces y los niños,
no podían contratar, porque no tenían voluntad y no podían consentir, pues no pueden manifestar
formalmente su voluntad; por eso se anula su consentimiento. Actualmente es igual.

En Roma algunas incapacidades alcanzaban a las personas libres y tenían su causa en la


protección del incapaz. Esas incapacidades son las que se derivan de la falta de edad, de la
prodigalidad y del sexo. Es bueno recordar que la mujer estaba casi siempre sometida a la manus
de su marido o de su padre y que no podía concertar nada sin el consentimiento de uno u otro.
En Roma, los esclavos tenían grandes limitaciones, dada su condición. En algunos casos podían
contratar, pero solo a nombre de su amo.

3.- el objeto del contrato.


El objeto de un contrato consiste en el compromiso de una o varias obligaciones. Es la
prestación o prestaciones que las partes resultan obligadas a rendirse en virtud del acuerdo. La
prestación recae sobre una conducta del sujeto obligado, la que puede referirse al destino de una
cosa. El contrato, formado por el acuerdo entre personas capaces, debía, para ser jurídicamente
válido, tener un objeto que reuniera ciertas características: debió ser lícito, posible, determinado,
pues es necesario que deba ser preciso para que haya más certeza y claridad. Eventualmente
podría ser determinable. Además, valorado patrimonialmente.

a- Licitud: Se refiere a que todo objeto contractual debe estar permitido por el ordenamiento
jurídico y que el mismo no contravenga la ley, la moral y las buenas costumbres.

b- Posibilidad: Significa la posibilidad tanto física como jurídica. Por ejemplo no es posible
que un contrato tenga por objeto la venta de un bien de dominio público, como un parque.
O que el mismo recaiga sobre objetos física y lógicamente imposibles, como la luna o las
estrellas. Es decir, el objeto debe estar dentro del comercio de las personas.

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c- Determinabilidad: Quiere decir que en el contrato debe fijarse el contenido de las
prestaciones expresamente, o bien, los métodos para que sean fijadas, de conformidad
con criterios objetivos. En Roma, cuando el objeto consista en la entrega de una cosa
(datio), esta datio debía recaer sobre una cosa con cuerpo cierto y preciso. Se llamaba
species sobre cosa (cuerpo cierto) Cuerpo cierto era una cosa determinada en su
individualidad; por ejemplo, el esclavo Stico o el caballo Tornado.

Pero también podía ser "in genere", el género, cuando el objetivo no era específico. El
interés de esta distinción, entre los cuerpos ciertos y las cosas en general, se manifiesta
cuando, por caso fortuito, el objeto genérico de obligación perece y hay que sustituirlo o
resarcirlo.

d- Valor patrimonial: Con base en la definición del término contrato, el mismo implica
consecuencias de naturaleza patrimonial, es decir, las prestaciones debes ser
susceptibles de un valor económico.

Conforme al Derecho Romano el objeto de un contrato puede ser: Certum o Incertum. Si el


objeto que consiste en un hecho, que no sea datio, es incertum; porque en caso de no la ejecución
del acto, el objeto se reduce a pagar daños e intereses, cuyo importe es necesariamente incierto.
Si el objeto consiste en una datio entonces es certum, cuando la datio recae sobre un bien cierto,
o si recae sobre cosas in genere, con tal de que el contrato determine la naturaleza, la calidad y
la cantidad.

Así el objeto es certum si se ha estipulado, por ejemplo; el esclavo Stico; cien ánforas del
mejor vino de Alsacia; mil setecientas medidas de trigo, etc. Pero es incertum si una de esas
condiciones precisas falta. Por ejemplo, si se ha estipulado un esclavo, pero sin decir cual, o cien
ánforas de buen vino, sin precisar cual, porque hay diversos grados de calidad y el contrato in
genere carece a este respecto de precisión.

4.- la causa.
La causa es el por qué, para qué, a cuenta de qué, de las obligaciones contraídas y de los
demás efectos económicos del contrato. La causa es un elemento esencial de las obligaciones

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contractuales y de los negocios jurídicos. Si una obligación carece de causa, entonces en nula,
como igualmente es nulo el contrato que debía producirla. En la legislación de Costa Rica,
específicamente en el artículo 627 del Código Civil, se establece que para la validez de las
obligaciones se requiere una causa justa, en cuanto al motivo que dio origen al nacimiento del
contrato. Por lo tanto, excluye causas injustas e ilegales.

Para los romanos; las causas son las fuentes de las obligaciones civiles; por eso tanto los
contratos como los delitos son causas civiles de obligaciones. También son causas las
formalidades que deben añadirse al convenio para la perfección de ciertos contratos; las palabras
solemnes en los contratos verbis, la escritura en el contrato litteris, la tradición de una cosa en
los contratos re. La palabra causa sirve para expresar el motivo jurídico del consentimiento de
aquel que se obliga.

IV. CLASIFICACIÓN:
Tanto en Roma como en la actualidad existen: contratos onerosos y gratuitos, contratos
bilaterales y unilaterales, contratos de intercambio y asociativos, contratos conmutativos y
aleatorios, contratos instantáneos y sucesivos, contratos consensuales, solemnes y reales,
contratos típicos y atípicos, contratos obligacionales y traslativos, contratos de disposición y de
administración, contratos de adhesión y de libre discusión, contratos causales y abstractos,
contratos registrables y no registrables, contratos civiles y mercantiles, contratos públicos y
privados, contratos verbales o escritos.

V. INVALIDEZ E INEFICACIA
Cuando hablamos de validez nos referimos a los defectos estructurales de un contrato.
Cuando no se da alguno de los requisitos del contrato será inválido y, por lo tanto, será un
contrato nulo o anulable. La invalidez se produce por la inexistencia de los elementos esenciales
del contrato, por situaciones que no resultan admisibles para el ordenamiento jurídico. Dentro de
lo que genera la invalidez, según la gravedad de las circunstancias, podemos distinguir los vicios
del consentimiento que ya se han indicado: error, violencia, dolo, miedo grave.

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La ineficacia hace referencia a los casos en los que el contrato no llega a desplegar sus
efectos, a los que estaba originalmente destinado. Los contratos se acuerdan para cumplirlos,
pero a veces no ocurre. En la ineficacia, el contrato no tiene defectos estructurales, pero por una
causa sobrevenida éste deja de producir efectos; convirtiéndose en ineficaz. Así, por ejemplo,
será ineficaz un contrato sometido a la condición de una parte que se compromete a obtener un
crédito bancario y no lo obtenga. Un negocio ineficaz puede ser un testamento que cumple con
todos los requisitos de validez, pero que no es eficaz, pues el testador traspasó los bienes antes
de morir.

VI. NULIDAD Y ANULABILIDAD


En relación a estos dos conceptos, la nulidad se genera en un vicio del contrato. Debe ser
declarada por un juez. Cuando un juez declara la nulidad, implica la eliminación retroactiva de
los efectos del contrato. Bajo este sentido amplio, la palabra nulidad comprende tanto la nulidad
absoluta como la nulidad relativa, llamada también anulabilidad.

Las diferencias entre estas dos figuras, tradicionalmente se han dispuesto de la siguiente
manera: la nulidad absoluta la puede solicitar cualquier persona que esté interesada y además
es declarable de oficio por el juez. La nulidad absoluta el paso del tiempo no la subsana y tiene
lugar cuando el contracto es contrario a las normas imperativas o prohibitivas o cuando carece
de algún requisito de consentimiento, objeto y causa. Eso hace que el contrato sea inexistente.

Mientras que en la nulidad relativa sólo están legitimados para accionar los intervinientes
en el contrato o los autorizados expresamente en la ley o en el mismo contrato. En la nulidad
relativa es posible la convalidación del contrato, subsanando los defectos que originaron el vicio
que, generalmente, no son graves. Caso contrario sucede con la nulidad absoluta, en la cual no
existen posibilidades de convalidación.

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