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Diario de María Graham

Paginas: 161, 163, 167, 168, 169, 173, 175, 192, 195, 207, 214, 216, 226, 254, 256, 260, 263,
268, 283, 293, 311, 325, 329, 330, 331, 332, 343, 349, 359, 374, 375,

Vestir – Vestirse

“Las únicas prendas de vestir que se venden públicamente en Chile son zapatos, ó más bien
zapatillas, y sombreros. Esto no quiere decir que no se puedan comprar tambien géneros de
Europa ó vestidos para las clases superiores, puesto que desde la apertura del puerto son tan
comunes en Valparai ́so las tiendas para la venta al detalle de toda clase de arti ́culos europeo;
como en cua!quier ciudad del mismo porte en Inglaterra. Es que las gentes del pai ́s conservan
todavi ́a la costumbre de hilar, tejer, teñ ir y hacerse todas las cosas para su uso en su misma
casa, excepto los zapatos y sombreros. La rueca y el huso, la devanadera, el telar,
especialmente este último, son de la más simple y grosera construcción; y el mismo telar,
construido con unos cuantos palos cruzados, sirve para tejer la camisa ó los calzones de lienzo,
la chaqueta de lana y la manta, lo mismo que la alfombra tapiz que se extiende en el estrado,
en la cama, en la silla, y se lleva á la iglesia como lleva el musulman su estera á la mezquita
para arrodillarse en ella á recitar sus oraciones” (página 167)

“Cuando el chileno monta á caballo, cosa que hace cada vez que la ocasión se le presenta, usa
como abrigo el poncho, que es una prenda de vestir exclusiva de la América del Sur: es un
pedazo de pañ o cuadrado con una abertura en el centro, lo bastante ancho para dejar que
pase la cabeza, y en particular es muy conveniente para andar á caballo, porque deja sus
brazos libres y proteje completamente el cuerpo. Un par de toscas polainas de pañ o, muy
sueltas, que llegan hasta más arriba de la rodilia, amarradas con tiras de colores, defienden las
piernas, y un enorme par de espuelas con rodajas de tres pulgadas de ancho completa el
equipo de un jinete. Estas espuelas son á veces de cobre, pero el mayor orgullo de un chileno
es tener de plata los estribos y los adornos de las riendas. Las riendas se hacen ordinariamente
de correas trenzadas, muy bien trabajadas, y terminan en un ramal de cuerdas, tambol de
correas trenzadas, que sirve de látigo”. (Página 168) La silla era un armazón de madera el cual
“sobre ocho o nueve pedazos de pañ o, de alfombra y de peilejos, y sobre esta armazón van
todavia unos cuantos cueros, peinados y teñ idos de azul, de castañ o ó de negro; sobre todo
esto, los más acomodados usan una especie de cubierta de silla de cuero muy suave y bien
armada; el todo va ajustado con una faja de cuero estampado amarrada con correas en lugar
de hebillas. Algunos hacen grandes gastos en los pagos, tapices y pellejos que requiere Ia silla,
pero el material es en casi todos el mismo de modo que un caballo ensillado parece que llevara
una carga de pisos y alfombras” (página 169)

“Con mayores datos he llegado á darme cuenta de que la escultura que se practica aqui
consiste en tallar la cabeza, las manos y los pies de los santos que hay que vestir” (página 226)
“Volvimos á casa á vestirnos para la visita á palacio, á la que fui acompañ ada por el juez
Prevost, la señora Cotapos y su hija segunda, Mariquita, joven más cultivada de lo que aqui se
acostumbra. Ambas me pidieron excusas de presentarse con medias de algodón y toscos
zapatos negros, manifestándome que, á causa de un voto que habi ́an hecho durante una grave
enfermedad del anciano don José Miguel Cotapos, estaban obligadas á usar esas medias y
zapatos durante un añ o, si sus oraciones alcanzaban la salud del paciente.
Aunque no pude menos de sonreirme al oir tal cosa, comprendi ́ que el afecto que les habi ́a
inspirado esta promesa era demasiado respetable para reirme de ella; ni se me ocultó el
extraordinario mérito de semejante voto, pues en nada es más delicada una dama chilena que
en la elección de su calzado. La señ ora Cotapos me hizo la confidencia de que los zapatos le
atormentaban de tal manera, que se habi ́a visto obligada á ponerles algodón para que la
mortificaran un poco menos los pies” (Página 260)

“Hoy, por ejemplo, casi me han abrumado de detalles acerca de los nuevos regIamentos de
comercio, los impuestos que van á crearse y los monopolios del ministro Rodri ́guez y su socio
Arcos. Además de Pos alcoholes y tabacos que compraron hace tiempo con el dinero del
gobierno, han monopolizado ahora las telas de algodón, los pañ os y otros arti ́culos de vestir, y
sólo sus agentes ó pulperos pueden suministrarlos á los parroquianos (…) pues hará que el
pueblo vuelva á su antiguo hábito de no usar más telas que las de sus propios telares y quitará,
por consiguiente, brazos y tiempo á la agricultura, producirá la disminución de los articulos de
consumo” (Página 343)

“Recibiéronnos Mr. Bennet, secretario de lord Cochrane para las comunicaciones en castellano
(…) Le gusta vestirse de una manera estrafalaria. Constituyen unas veces su indumentaria una
camisa suelta, pantalones anchos, chinelas de mahbn, un gorro negro de piel y un cinturón;
otras, anchos pantalones cosacos, chaqueta azul, botones de oro, pequeñ as charreteras, gorro
militar y cinturón bien ceñ ido á la cintura. Aunque se vista según las costumbres del pai ́s, rara
vez consiente en ponerse corbata. En traje de parada, su flacura y palidez y la extraña
expresión de sus ojos se armonizan muy bien con su ropa negra, sus brillantes calzones de
seda que parecen de cazamaco constitucional, sus enormes rosas de cintas en las rodillas y sus
zapatos con hebillas. Yo no podi ́a contener la risa cada vez que lo vei ́a en este traje que
formaba tan absoluto contraste con la descripción que él mismo hace del que llevó cuando fué
gobernador de Esmeralda (…)” (páginas 374-375)

“Andaba entonces con eI cuerpo pintarrajeado, con adornos de plumas en la cabeza y tan
ligeramente vestido como cualquier salvaje. Úsose ahora un traje término medio para hacer
los honores de Quintero, honores que hizo muy cortésmente á la señora Miers y á mi ́ y muy
afectuosamente á Glennie.” (página 375)
Traje

“El traje de los hombres de Chile se parece al de los campesinos del sur de Europa: camisas y
calzoncillos de lienzo, chaqueta, chaleco y calzones cortos de paño con franjas de color en las
costuras, abiertos y desabotonados en la rodilla para dejar ver los calzoncillos. En la vecindad
de Valparaiso, sin embargo, está prevaleciendo el uso de los pantalones largos. La clase
decente entre los hombres usa medias blancas de algodón y de lana y zapatos de cuero negro;
los hombres de condición inferior rara vez usan medias, y en vez de zapatos se ponen suecos
de palos ó bien ojotas, pedazos de cuero cuadrados y ajustados al pie, y á los cuales se les da
forma amarrándolos á una horma mientras están frescos todavia. El pelo se usa dispuesto en
una gruesa trenza que cuelga por detrás, con un pañ uelo de colores amarrado á la cabeza y
encima un sombrero de paja afianzado con un lazo negro. En algunos departamentos se usan
sombreros de fieltro negro; en otros, unos altos bonetes” (páginas 167-168)

“Junio 6.- Hoy di ́a se celebró la fiesta del Corpus y fui a la iglesia matriz con mi amiga la señ ora
Campbell á oir predicar á su hermano don Mariano de Escalada. Salimos á las nueve de la
mañ ana; ella se habi ́a quitado su traje á la francesa y adoptó el traje españ ol; yo tuve que
hacer lo mismo y hube de ponerme mantilla en lugar de sombrero, porque ese es el traje que
se usa para ir á la iglesia” (página 192)

“Tengo una carta de un oficial de la Doris, en la cuai se refiere que una respetable y anciana
señ ora de Lima que se permitió hablar con demasiada libertad de San Marti ́n fué condenada á
ser expuesta durante tres horas en la calle pública con un traje infamante (…)” (Página 195)

“Sentados en uno de los bancos hallábanse dos religiosos de la orden de la Merced, vestidos
de amplios y largos trajes blancos con cruces negras, y que llevaban puestos unos enormes
sombreros, fuhando y conversando de poli ́tica” (pagina 214)

“Vestida con un traje obscuro y adornada con joyas de valor, Nuestra Señ ora fué sacada en
una anda, conducida hasta cerca del mar en medio de un sendero de mirto y laurel” (pagina
216)

“En la noche asisti ́ á la tertulia de la familia Cotapos, en que hubo la música, baile y charla de
costumbre, y pude observar que en Chile la belleza y el traje de una joven son criticados por
las demás lo mismo que entre nosotros. Y ya que hablo de cosas femeninas, agregaré que
jamás habi ́a visto tantas mujeres hermosas en un solo di ́a como he visto hoy aqui ́.” (Página
256)

“En doñ a Rosa se reproducen en mayor escala los caracteres fi ́sicos del Director. Vesti ́a un
sobretodo de raso carmesi ́ y faldas blancas, traje muy usado aqui ́. A juzgar por lo que hasta
ahora he visto, en Chile el tipo masculino es más feo y tosco que el femenino, que, en general,
se distingue por su belleza y distinción.” (Página 263)
“Los caballeros sirvieron las señ oras, y después de una hora muy agradable anduvimos un rato
por entre la gente del pueblo, observando sus trajes y juegos” (pagina 283)

“Acá Mariquita, vestida de blanco y escarlata y con un gorro negro de castor que le sienta
admirablemente; allá Rosario, con sobretodo castalio, flotantes faldas blancas, sombrero de
paja y rosas, que no Iucen tanto corno sus mejillas; acullá Mercedes Godoy y otra Mercedes,
con plumas que ondean graciosamente al viento y trajes de seda que brillan á a los rayos del
sol, reprimen sus briosos caballos; ambos lados de ellas la alegre Herrera, con su casaca verde,
José Antonio, con su poncho azul turquesa, tachonado de flores, y De Roos, con su chaqueta
de seda gris y su aubicundo rostro britanlco; y por fin, acompañando los carretones, donde
iban las señ oras mayores en trajes de gala, don Domingo Reyes y otros graves caballeros”
(pagina 293)

“nos presentó al otro con el nombre de don Juan de Buenaventura. Este sujeto, que vesti ́a un
tosco traje de campesino, es hacendado propietario y un buen hombre, aunque
desgraciadamente tonto, esto es, un individuo falto de entendimiento y hazmerreir de los
demás.” (Pagina 311)

“Formaban una figura parecida á la de un juego de bolos, alrededor de un muchacho vestido


de una manera grotesca, que de cuando en cuando cambiaba de lugar con otros dos, uno de
los cuaies teni ́a una guitarra y el otro un rabel. Por su altura y conformación los danzantes
parecían hombres, mujeres por sus trajes y aderezos. Se me ocurrió que podi ́an ser mujeres
patagonas (…)Los danzantes, en vez de pintarse el cuerpo y adornarse la cabeza con plumas y
la tradicional cinta, que todavia consideran sagrada, se presentan ahora con trajes y atavi ́os
femeninos, los mejores que guedea procurarse” (páginas 330-331)
Vestidos.

“Me impresionó mucho la presencia de mi venerable vecina, que aunque encorvada por los
añ os no presenta otras señales de enfermedad; su paso es rápido y ligero, y en sus grises ojos
chispea la inteligencia. Siguiendo la costumbre del país, lleva descubiertos sus cabellos
plateados, que le cuelgan por la espalda en una gruesa trenza; usa una camisa de hilo, recogida
muy arriba del pecho y cuyas mangas le llegan hasta las muñecas; la enagua es de un genero
de lana blanca, y el vestido, de lana de color, es una especie de chaqueta cerrada, á la cual va
unida una pollera llena de plegados y adornada con una doble corrida de botones al frente.
Un rosario le cuelga sobre las faldas, y lleva siempre puesto el manto ó el pañ uelo, que las
demás se ponen solamente cuando tienen que salir á la calle o hace mal tiempo. El vestido de
la nieta no se diferencia mucho del de una francesa, sólo que el manto hace inútiles los
sombreros, cofias y capotas. Las jóvenes, sea que se arreglen el pelo con peinetas y que lo
dejen colgando en trenzas, son muy amigas de adornarse con flores naturales, y es muy común
verlas con una rosa ó un junquiilo prendido detrás de la oreja o en los aretes.” (Pagina 161)

“Con ellas se lavan todos los vestidos de lana,y tanto la seda como la lana adquieren con su
uso un tinte tan fresco como si fueran nuevos.” (Pagina 163)

“24, dia de San juan.-Parece que hubiera cai ́do aqui ́ la balsámica nucca, el roci ́o celestial que
cayó sobre el Egipto é hizo desaparecer las plagas: todo está alegre y risueñ o en ¡a ciudad y
parece que las gentes se hubiesen puesto sus vestidos domingueros.” (Pagina 207)

“Las señ oras pasaron á saludarme antes de irse á misa, y en esta ocasión habi ́an cambiado sus
vestidos de estilo francés por otros enteramente negros, con la mantilla” (pagina 254)

“Las señ oras montaban sillas inglesas. La generalidad de ellas vestia casacas de color, largos
vestidos blancos y sombreros adornados con flores; dos llevaban pequeñ os sombreros de
teatro con plumas y ricos vestidos de sedas solo mi criada y yo teniamos sencillas y serias
amazonas.” (Pagina 293)

“Me imagino que los melipillanos no habi ́an visto nunca una inglesa, pues el patio de la casa se
ilenó completamente de hombres, mujeres y niñ os, que al ver mi cofia y vestido negro me
tomaron por monja de alguna orden extranjera” (pagina 325)

“La casa en que nos hospedabarnos era una verdadera pulperi ́a, combinada con negocio de
abarrotes y cerveceri ́a. El dueñ o tiene sangre india y africana y es hombre hábil e ingenioso. Ha
instalado un telar para tejer ponchos, en que produce más en una semana que los tejedores de
Melipilla en un mes. Su mujer hila y tiñ e la lana, y con esta industria y las ganancias de la
pulperi ́a obtienen una no despreciable renta” (pagina 329)
“Durante las dos últimas generaciones se le ha despojado de las dos terceras partes del
pueblo, de manera que ahora el cacique no es más que una sombra. Habla de ir, acompañ ado
de una veintena de sus mejores mocetones, á la capital, á hablar con el Director, para librarse
de la intervencián de los comandantes de distritos, que lo vejan y hostilizan de mil maneras. El
lenguaje, hábitos y vestido de estos indios no se diferencian casi de los de los demás chilenos,
de que sólo unas pocas costumbres los distinguen; hasta tal punto se han asimilado á sus
conquistadores, quienes, por su parte, han adoptado también muchos de sus usos” (pagina
332)

“Y junto con el anuncio entró Zenteno, gobernador de Valparai ́so, acompañ ado de un hombre
muy alto y de buena figura, sencillamente vestido de negro, á quien me presentó como el
general San Marti ́n” (pagina 349)

“Por cuanto un hombre ha logrado hacer en Santiago un par de medias en un di ́a, no se


introducirán ya más medias extranjeras, y las senoras tendrán que aprender á tejer ó á andar
descalzas, pues no parece probable que á razón de un par de medias por di ́a se alcance á
proveer de ese arti ́culo ni siquiera la capital. Más valdri ́a traer algunas medias de Manchester
hasta que el industrial santiaguino pueda ocupar en su fábrica unos pocos obreros más. Como
no hay mueblista chilenas, la prohibición de introducir sillas y mesas extranjeras obligará á las
damas volver á la antigua costumbre de acuclillarse sobre el estrado; y como pasarán algunos
añ os, siglos quizás, antes que aqui ́ se produzca y teja la seda ó se manufacturen muselinas,
seguirán usando sus antiguas capas y vestidos de lana; y los futuros viajeros hablarán de las
chilenas como de lindas salvajes, en vez de deleitarse en la socidad de bien vestidas y bien
educadas señoritas.” (Pagina 359)
Camisas.

Sombrero.
“Fuera de estos arti ́culos de consumo ordinario, la gente del pueblo expone en venta ponchos,
sombreros, zapatos, tejidos groseros, útiles de greda y algunas veces jarros de greda fina de
Melipilla y de Penco y tacitas del mismo material para tomar mate” (pagina 175)

“Hay alli ́ valiosos arti ́culos de plata, y particularmente un rico frontal de altar (1). Para estas
visitas hube de ponerme manto, porque aqui ́ no se permite á las mujeres entrar á los templos
con sombrero.” (Pagina 268)

“Entrando á la sala con paso majestuoso, engrandecida más aún su elevada talla por un alto
sombrero negro, se. sentó al lado de la cama” (pagina 345)

“Preténdese proteger asi ́ las manufacturas nacionales, olvidando que, con excepción de las de
sombreros y cerveza, no hay en Chile manufactura alguna, pues no merecen tal nombre las
rudimentarias industrias de jabón y velas” (pagina 359)

Peines

“Los alemanes proporcionan la mayor parte de cristaleri ́a de uso corriente, que es de mala
calidad; pero lo mismo que los espejitos alemanes, que se compran principalmente como
ofrendas votivas en las capillas, responden suficientemente á las necesidades de1 consumo
chileno; los abalorios, peines, juguetes y perfumes” (pagina 173)

Abanicos

Aros.

Bolsos.

Guantes

Zapatos y botas.

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