Вы находитесь на странице: 1из 4

¿Quién era Genie?

Genie (cuyo nombre de pila, raramente usado, es Susan M. Wiley) es el nombre que las
autoridades del estado de California le dieron a una adolescente de tan solo 13 años descubierta
en el suburbio angelino de Arcadia de manera fortuita el 4 de noviembre de 1970 en estado
semisalvaje, una criatura incapaz de hablar después de haber pasado su vida encerrada en una
habitación a oscuras y en condiciones infrahumanas.

Fue maltratada, y literalmente abandonada en un cuarto de su casa, por parte de sus padres. Sus
progenitores, al creerla deficiente mental, se deshicieron de ella de la forma más terrible que
existe, aislándola totalmente del mundo exterior. En su confinamiento aprendió, a base de palizas,
que no debía hacer ruido, ni chillar ni jugar, debiendo guardar silencio total.

Cuando la policía descubrió el caso, la niña solo arañaba, olía y escupía, andaba de una forma muy
particular, con las rodillas flexionadas hacia delante y los hombros caídos, parecía que nunca la
hubieran enseñado a andar correctamente y hubiera tenido que aprender sola.

El entorno familiar de Genie.

Su madre, al casarse, dice «mi vida ha muerto». Al padre de Genie no le gustaban los niños, los
odiaba. Tras cinco años de matrimonio, su madre quedó embarazada y el padre intentó
estrangularla. Nació el bebé y el padre la encerró en el garaje para no sentirla llorar. A los dos
meses y medio el bebé moriría de neumonía. Al siguiente año, nacería otro niño, que murió tan
sólo dos días después. Se alegó que tragó sus propias mucosidades. Tres años después, otro hijo
nació también con los mismos problemas sanguíneos que el bebé anterior: un RH incompatible
que, en este caso, se mantuvo en un aparente buen estado de salud con el paso de los días. Más
adelante, el niño comenzó a manifestar problemas para aprender a andar, hablar o incluso ir al
baño. La abuela paterna se lo llevó a su casa para criarlo, para volver más adelante con sus padres.

Desencadenante del encierro

Genie vivía con sus padres y su único hermano John. La pareja, formada por Irene y Clark Wiley,
sufría de frecuentes desavenencias. Irene sufría de ceguera progresiva debido a las cataratas y a su
desprendimiento de retina. Clark, por su parte, quien era 20 años mayor que Irene, sufría un
cuadro depresivo agravado que se desencadenó a causa de un accidente de tráfico en el que
murió su madre, y era un hombre que le propinaba frecuentes palizas a su esposa.

Genie nació con un peso normal respecto a la media, pero debido a la dislocación congénita de
cadera que sufría la obligaba a llevar una tablilla en esa parte del cuerpo. Comenzó a hablar un
poco tarde, a los 20 meses. Un médico familiar sugirió que la niña presentaba problemas de
aprendizaje y que posiblemente también un retraso mental.

El Encierro

A partir de ese momento, Genie comenzó a experimentar los efectos del aislamiento. Hasta los 13
años de edad, Genie no tuvo contacto con el mundo, ni con persona alguna, salvo su padre (según
la reconstrucción de hechos). Se especula que pasaba los días encerrada en una habitación,
ataviada únicamente con un pañal y atada a una silla-orinal (potty chair, silla entrenadora en
inglés) con una especie de aparato doméstico para atar gente (Frank Linley, Sargento de Temple
City y una de las primeras personas en conocer a Genie). Cuando era de noche, su padre la
colocaba en una especie de bolsa de dormir, la ataba y la dejaba dentro de una jaula parecida a la
de los pollos, hecha de alambre y madera. A veces se le olvidaba desatarla y la niña pasaba la
noche en la silla, sin abrigo (de acuerdo al testimonio de su madre). Tenía prohibido emitir sonidos
o hacer ruido. Si llegaba a hacerlo, su padre la golpeaba o le ladraba como un perro feroz para
asustarla. Ni siquiera la enseñó a comer o a ir al baño por sí sola. Su alimentación, hasta los 13
años, consistió en comida de bebé, cereales y huevos cocidos, todos los cuales le eran
proporcionados de mano, sin entrenamiento.

Su habitación era un cuarto sellado sin ningún adorno en las paredes. No tenía acceso a radio,
televisión, ni a material didáctico. Lo único de lo que disponía (cuando no estaba atada) era de
algunos envases de queso cottage, un par de impermeables de plástico, estambre y revistas viejas
de TV Guide. Si acaso llegaba a oír palabras, éstas eran primitivas y agresivas. A la edad de 13 años,
la niña sólo entendía 20 palabras, la mayor parte de las cuales eran cortas y negativas, como “stop
it” (para ya), “no more” (ya no más) y “no”.

Descubrimiento

En algún punto a mediados de 1970, cansada de los abusos y las palizas, Irene Oglesby logró
escapar, llevándose a sus hijos y huyendo con su madre. Debido a que la situación económica era
precaria, por decir lo menos, no disponía de dinero para operarse y recuperar la vista. Por tal
motivo, el 4 de noviembre de 1970 acudió a una oficina de beneficencia en Temple City a buscar
apoyo del Estado de California. La trabajadora social que la atendió notó de inmediato que la niña
que iba con ella usaba pañales, miraba puntos indefinidos en el espacio y sostenía sus manos
como si estuviera apoyada en una barandilla imaginaria, mientras hacía ruidos infantiles. Pensó
que era autista, y que no tendría más de siete años de edad. Al descubrir que en realidad tenía
trece, llamó a su supervisor, quien dio aviso a la Policía. Inmediatamente la niña fue puesta en
custodia y los padres acusados de negligencia y maltrato infantil. Quedó claro, sin embargo, que
Irene tendría más posibilidades de defensa considerando además el hecho de que era una víctima
de violencia doméstica. Con esto en mente, poco antes de comenzar el juicio, Clark se suicidó,
dejando una nota que decía que “el mundo nunca lo entendería”.

Tratamiento

La niña fue llevada al Children’s Hospital de Los Ángeles. Se entrevistó a la madre, y lo que vieron y
oyeron hizo que llamasen a la policía. Los informes de las entrevistas no eran fiables, ya que se
descubrió que la madre a menudo contestaba en función de lo que ella pensaba que el
entrevistador quería oír. Además, se contradecía a menudo de una entrevista para otra. Sólo a
través de la observación del comportamiento de Genie podrían descubrir algunos detalles de su
terrible pasado, motivo por el cual tomaron a Genie bajo su custodia.
Genie sería admitida en el hospital por su extrema malnutrición. Genie daba pena. Como casi
nunca había llevado ropa, no reaccionaba a la temperatura, fuese frío o calor. Nunca había comido
nada sólido, por lo que no sabía masticar y le costaba mucho tragar. Por haber estado tanto
tiempo atada a la «silla-orinal», Genie no tenía fuerza en las piernas, por lo que no podía correr,
subir escaleras, agacharse…, de hecho, sólo podía andar y con mucha dificultad. Como nunca había
mirado a una distancia mayor de tres metros, tenía gran dificultad para enfocar a mayores
distancias. Como le pegaban por hacer ruido, había aprendido a suprimir cualquier tipo de
vocalización. Padecía enuresis y encopresis, tenía el pelo descuidado y estropeado, salivaba
copiosamente y escupía sobre cualquier cosa que tuviese a mano. Genie utilizaba su cuerpo y
objetos para hacer ruido y ayudarse a expresar su frenesí: arañaba el suelo con una silla, sus dedos
rascaban los globos, volcaba los muebles, lanzaba objetos y los golpeaba, arrastraba los pies. Casi
no emitía sonidos y se dedicaba a buscar objetos con los que intentaba masturbarse regularmente,
sin importar el lugar donde se hallase o las personas que estuviesen a su alrededor.

Los investigadores que trabajaron con Genie

Pero la pesadilla de la pequeña Genie aún no había terminado. Varios investigadores se


interesaron por su caso y creyeron ver en ella una oportunidad para avanzar en sus estudios sobre
el lenguaje y el cerebro humano.

Con esto en mente y dada la oportunidad de estudiar uno de los casos de niños salvajes más
susceptibles de ser documentados y medidos, el gobierno de los Estados Unidos asignó recursos
especiales a la investigación de Genie.

Durante largos meses Genie fue sometida a decenas de pruebas, con un valor más experimental
que terapéutico, mientras los investigadores se peleaban por ver quién se quedaba con su caso.

 La Dra. Jeanne Butler


 David Rigler y su esposa Marilyn
 Susan Curtiss
 James Kent
 Jay Shurley
 Jen Butle

Los años posteriores

Por si el desbarajuste era pequeño, un tribunal devolvió la custodia a la madre, que interpuso una
demanda contra todo el equipo de investigación y el hospital infantil de Los Ángeles por haberla
sometido a “excesivas e insoportables” pruebas. Finalmente, la madre después de unos meses se
dio cuenta de que hacerse cargo de Genie era una tarea muy complicada, no siendo capaz de
cuidar de Genie.

Genie en la actualidad

Debido a la orden judicial, se sabe poco de Genie en la actualidad de manera pública. Lo único que
se sabe es que su madre falleció alrededor del año 2002, que su hermano John asistió a la
preparatoria por lo menos un año, que sigue vivo y que ella, después de una vida miserable y sin
haber superado ninguno de sus problemas, está en una institución de cuidados para adultos
ubicada cerca de California llamada San Gabriel/Pomona Valleys Foundation, que se dedica al
cuidado de adultos con retraso mental, autismo, parálisis cerebral o epilepsia. Jamás se sabrá el
grado de desarrollo que hubiese podido alcanzar de haber seguido con su terapia cognitiva.

Procesos de aprendizaje de Genie

Genie constituye un claro ejemplo de los efectos del aislamiento severo en la fase de desarrollo.
Una vez creado el grupo de investigación, los científicos integrantes comenzaron a instruirla y a
aplicarle toda clase de pruebas relacionadas con el aprendizaje. Al tercer día de ser internada en el
Hospital Infantil de Los Ángeles comenzó a intentar vestirse sola y usar el servicio, y mostraba gran
interés en nombrar los objetos que captaban su atención, a los que señalaba hasta que alguien
pronunciaba su nombre.

Procesos Cognitivos

Dejando a un lado la imposibilidad de Genie para desarrollar una sintaxis, la evaluación de los tests
referentes a las demás habilidades eran muy satisfactorios. Cuando no era capaz de comunicar
algo verbalmente, expresaba sus pensamientos y emociones a base de trazos sobre el papel, de
una complejidad y expresividad notables.

También destacaba en tareas lógicas y discriminación de patrones a partir de muestras


aparentemente caóticas. Los ejercicios de memoria espacial, como reconstruir estructuras con
segmentos de diferentes colores de memoria, daban a Genie una puntuación normal en adultos.

Consideraciones Neurológicas.

Para aportar algo de luz a esta incógnita, se aplicaron pruebas neurológicas a Genie en las que era
posible apreciar la actividad en la corteza cerebral. Habitualmente las personas utilizamos ambos
hemisferios del cerebro al llevar a cabo una tarea, aunque más intensamente en un lado u otro
según el tipo de procesamiento implicado. Por ejemplo, el hemisferio derecho está especializado
en el procesamiento visuoespacial entre otros, y el izquierdo en el lenguaje, el análisis y la lógica.

Adquisición del lenguaje

Se conoce que los niños de apenas cuatro semanas de edad, diferencian unas cuarenta
consonantes. Esto se ha comprobado midiendo los cambios de ritmo de la succión y latidos de
corazón al escuchar las consonantes, lo que refleja que el cerebro las diferencias de manera
involuntaria. A los seis años de edad, la habilidad para diferenciar consonantes a las que no han
sido expuestos se ha reducido enormemente. Estos datos casan perfectamente con el hecho
indiscutible de que tras la pubertad no es posible aprender una segunda lengua de manera
natural. La lengua materna es aprendida sin esfuerzo y se domina perfectamente, mientras que
una segunda lengua requiere de mucho esfuerzo y no se pronuncia, ni siquiera con décadas de
uso, de forma enteramente natural.

Вам также может понравиться