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comercio internacional

El comercio exterior podría definirse como el intercambio de bienes y servicios entre dos o más
países o regiones económicas (como, por ejemplo, la Unión Europea).

El comercio internacional se define por su grado de apertura. El caso más limitado sería la
autarquía, situación en la que el país en cuestión se negaría a cualquier forma de comercio
exterior.

La apertura total sería el extremo opuesto. En este caso, la libertad al comercio exterior es total:
sin restricciones ni aranceles.

Y, por supuesto, entre ambos extremos hay puntos intermedios: países que deciden importar solo
aquellos bienes que no producen de modo eficiente, países agrupados por regiones económicas
con libertad de comercio entre sus fronteras pero con límites al comercio con otros países, etc.

Gracias al comercio internacional podemos adquirir bienes y servicios a otros países que los
desarrollan de un modo más eficiente que nosotros. Así, podremos especializarnos en la
producción de aquellos artículos en los que tenemos una ventaja competitiva, en otras palabras,
aquellos en los que en realidad aportamos valor frente al exterior.

Ello implica la especialización internacional. Como países, al centrarnos solo en aquellas tareas que
en verdad realizamos bien, nos especializaremos en la realización de las mismas. De ese modo,
aumentará aún más la eficiencia con la que realizamos tales funciones.

El comercio internacional permite a los países participantes aprovechar economías de escala


absorbiendo mejor los costes fijos. Al aumentar el volumen de producción de aquellos bienes y
servicios que en realidad realizamos bien podremos producir a menor coste por unidad.

Además, fomenta la competencia dado que los países tendrán incentivos para innovar y buscar la
reducción de costes para seguir manteniendo su ventaja competitiva respecto al exterior. En una
economía cerrada las empresas locales tendrán menos incentivos para innovar dado el menor
volumen de competencia.

Relacionado con lo anterior, las empresas también disponen de incentivos para diferenciar sus
productos y mejorar su calidad. De ese modo, los clientes dispondrán de productos de mayor
calidad.

El mercado internacional puede suponer una salida frente a la saturación del mercado nacional.
Por ejemplo, ante la cruda situación del mercado nacional de la economía española muchas
empresas han visto en el mercado mundial una salida a su actividad., orientando sus productos a
economías en crecimiento De ese modo, el país puede aprovechar su capacidad ociosa de
fabricación.
Por otro lado, la actividad internacional permite a los países diversificar riesgo. De ese modo, el
éxito (o fracaso) de la economía de un país no dependerá únicamente de lo buena (o mala) que
sea su situación interna.

El país podrá adquirir aquellas materias primas que no posee o aquellos productos que no puede
producir por no resultar rentable. Por ejemplo, España es un país importador de petróleo dado
que en su territorio presenta escasez de esta materia prima.

Respecto a los consumidores, el comercio internacional permite adquirir bienes y servicios a


aquellos países que los desarrollan de un modo más eficiente que nosotros, en otras palabras, a
un coste menor. De ese modo, los consumidores podrán adquirir productos a un precio inferior.

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