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Duelo y Memoria

El presente texto tiene como propósito reflejar el estado actual de mi proyecto investigativo.
Para este fin, ilustraré la formulación del problema, su justificación a nivel epistémico, académico
y social, así como la aproximación al saber acumulado en relación a él. Finalmente, buscaré
esclarecer la cuota de novedad que introduce nuestro problema.

Uno de los desafíos más complejos que Colombia, como sociedad, debe enfrentar con
urgencia en los años venideros, es la reconstrucción de su tejido social, profundamente desgarrado
tras décadas de estar soportando toda suerte de ataques y negligencias1. Hemos sido testigos de la
teatralización del exceso, de una carnicería sin precedentes. Nada que ilustre esto con mayor
precisión que las masacres: una de las formas de violencia privilegiadas en los repertorios de acción
en el conflicto armado, en donde se expresa con mayor fuerza la atrocidad y la barbarie.

En este contexto, cobra interés la recuperación y transformación de las comunidades más


golpeadas por el conflicto. Sin duda, esto dependerá de una renovación institucional que incluya
dos de las piedras angulares del posconflicto: la elaboración de las pérdidas de las víctimas, y la
puesta en juego de la memoria de las mismas.

En el transcurso de las últimas décadas, Colombia ha transitado a tientas por el terreno frágil
de la reconciliación y la construcción de paz. Fue en el año 2011 que el ordenamiento jurídico
incorporó la Ley de Víctimas y Restitución de Tierras; esta recogió y transformó varias de las
consideraciones que en materia de reparación inauguró la Ley Justicia y Paz de 2005. Ambas leyes,
orientadas por el enfoque de justicia transicional, se plantearon con el propósito de restablecer el
camino de la verdad, la justicia y la reparación.

Ulteriormente, sobre más de 300 páginas que recogen todos los acuerdos alcanzados en la
Habana (2012), se redactó el “Acuerdo final para la terminación del conflicto y la construcción de
una paz estable y duradera”, firmado en el año 2016, por el gobierno nacional, en representación
del estado colombiano, y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

1
Acevedo Arango, Óscar Fernando. 2017. Episteme de La Victimidad: Reposicionar Al Sobreviviente y Reparar a
La Víctima. Ediciones USTA.
En el marco de estos acontecimientos políticos encuentra sentido el propósito que durante
años constituyó un insondable anhelo para millones de colombianos: poner fin a la implacable
voracidad del conflicto. Asimismo, se vislumbra en ellos un apremiante esfuerzo por alentar el
deber de memoria. Cabe destacar que a partir de dichas leyes se consolidó, recientemente, la
Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad (CEV); esta se puso en marcha en el año 2018, y
tendrá hasta el 2021 para esclarecer la verdad humana e histórica del conflicto armado interno2. La
iniciativa de la CEV se funda a partir de un proyecto de memoria histórica, pues supone, como
afirma Gómez3 “trabajar con memorias individuales y colectivas como fuentes dinámicas para
documentar e interrogar el pasado”. La memoria, desde esta perspectiva, se piensa como el pivote
que posibilita el ajuste de cuentas de una comunidad con su pasado, es decir, en íntima relación
con la noción de historia.

Ahora bien, como se pregunta Korgi4 en su texto Imposible duelo “más allá de la
aproximación a la verdad de los crímenes, ¿no promete acaso la firma misma del acuerdo de paz
la transición a otro momento en el que el dolor dé paso al duelo?”. En efecto, entre memoria,
recuerdo e historia, se tienden los puentes más propicios para pensar el problema del duelo, pues
como memorioso, aquél a quien la guerra le arrebató lo más amado, no podrá más que construir su
historia bajo el influjo empedernido de la nostalgia de lo que fue y no será más. Al respecto, afirma
Braunstein, “la memoria es un panteón que guarda los restos fósiles de los momentos pasados, que
honra a los que han fenecido y, muy especialmente, a esos yoes que hemos sido y se esfumaron
con cada nueva experiencia que nos tocó vivir” 5.

Sabemos, a partir del psicoanálisis, que la memoria y el olvido no se limitan a la función


cognitiva, pues la determinación inconsciente interviene en tales procesos. Desde 1896, en la Carta
52 a Fliess, Freud objeta la equivalencia entre conciencia y memoria; demuestra que esta última
no se halla en una versión única sino múltiple. La consciencia, si bien se vincula con las
percepciones, no posee la capacidad de retener duraderamente lo percibido, pues no es un órgano

2
Comisión de la verdad. 2019: Plan de acción 2019, https://comisiondelaverdad.co/images/documentos/plan-accion-
2019.pdf
3
Gomez, Gonzalo Sanchez. 2009. Recordar y Narrar El Conflicto: Herramientas Para Construir La Memoria
Histórica. Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación (CNRR), 14.
4
Castro Korgi, Sylvia De. 2019. “Un imposible duelo” Affectio Societatis 16 (30), 210.
5
Braunstein. 2013. “La Memoria Del Uno y La Memoria Del Otro: Inconsciente e Historia”. Siglo Veintiuno
Editores, 19.
para la inscripción de las cualidades psíquicas a la manera de recuerdo. Cito a Freud, página 275,
“conciencia y memoria se excluyen entre sí” 6.

Años después, En Nota sobre la ‘pizarra mágica’ Freud se sirve de un modelo de escritura
como metáfora del aparato psíquico, para señalar que este último es “ilimitadamente receptivo para
percepciones siempre nuevas, y además [procura] huellas mnémicas duraderas —aunque no
inalterables” 7 (p. 244). Ello significa que el aparato psíquico debe guardar huellas y al mismo
tiempo permanecer virgen para las nuevas percepciones. Con esto, se consolida la relación de
oposición entre memoria y consciente.

A partir de lo mencionado se conquista la siguiente intelección: el olvido vendría a ser tan


solo una ocurrencia aparente. Que se olvide algo que se supone debe recordarse, o que un suceso
se mantenga para siempre sin posibilidad de olvido, son hechos que no se esclarecen, en su
totalidad, con el argumento de que se trata de una falla en la función cognitiva. En coherencia con
lo anterior, dice Lacan en el seminario XI, página 19:

¿A qué se llama olvido? Desde los primeros pasos, ustedes ven bien que aquello a lo cual
debe siempre prestarse atención es a la significación, pues seguramente, eso no es un olvido.
El olvido freudiano es una forma de la memoria, su forma misma, la más precisa. 8

Se entiende, entonces, que olvidar no corresponde a destruir y tampoco supone dejar de


saber sobre lo olvidado. Es gracias al recuerdo, según lo expresa Freud9 en Recordar, repetir y
reelaborar, que un ser humano establece contacto con los sucesos infantiles, las representaciones,
y las impresiones del pasado que se han hundido en el olvido.

Y bien, si el olvido es el reverso de la memoria, lo imposible de olvidar es lo traumático;


un impasse para el trabajo rememorativo. Piénsese este asunto en el marco de la subjetividad de
las víctimas del conflicto armado: en su caso, el proceso psíquico de la memoria y el olvido
aparecen, las más de las veces, desvirtuados en su función. En tanto sujetas al trauma, no recuerdan,

6
2004. “Publicaciones Prepsicoanalíticas y Manuscritos Inéditos En Vida de Freud (1886-1899).” Proyeto de
Psicología (1950 [1895]) 1: 384.
7
1992. “El Yo y El Ello y Otras Obras: En Obras Completas, Tomo XIX.” Buenos Aires, Amorrortu
Editores.(Originalmente Publicado En 1923-1925).
8
Lacan, Jacques. 1987. Seminario 11. Los Cuatro Conceptos Fundamentales Del Psicoanálisis.” Buenos Aires, Paidós
9: 174.
9
Freud, Sigmund. 1911. “Puntualizaciones Psicoanalíticas Sobre Un Caso de Paranoia (Dementia Paranoides)
Descrito Autobiográficamente.” Obras Completas 12: 1–73.
sino que repiten, reviven lo sucedido sin la posibilidad de historizar y rememorar el suceso nefasto:
imágenes, sensaciones y/o sueños de la desgracia se agolpan con la agudeza de un hecho actual.
Podemos apoyar esta idea con lo planteado por Lacan en su texto Respuesta al comentario de Jean
Hyppolite sobre la Verneinung. Allí, distingue el sentimiento de realidad y el sentimiento de
irrealidad, y opone los registros de la rememoración y de la reminiscencia. Cito a Lacan, página
376 de los Escritos: “lo que hace que el sentimiento de realidad sea sentido como tal es que se
produce en el interior del texto simbólico que constituye el registro de la rememoración”10. Es
decir, hay rememoración cuando un elemento de lo acontecido en su historia está en la articulación
simbólica. Por el contrario, lo que Lacan llama reminiscencia, página 372, “responde a las formas
inmemoriales que aparecen sobre el palimpsesto de lo imaginario”. Lo que da a entender que, en
la reminiscencia, estamos en un registro distinto del de la memoria. El sostén de la reminiscencia
supone, para la víctima del conflicto armado, encontrarse con un impedimento para elaborar una
verdad a partir de su experiencia.

Sin duda, dicha imposibilidad se halla en estrecha relación con el fenómeno del duelo.
Recordemos, en este punto, las palabras de Freud consignadas en Duelo y Melancolía, página 242:
“el examen de realidad ha mostrado que el objeto amado ya no existe más, y de él emana ahora la
exhortación de quitar toda libido de sus enlaces con ese objeto”11. Es decir que, la elaboración de
la pérdida, enfrenta a las víctimas del conflicto armado con la encrucijada del desasimiento de la
libido que rodea al objeto amado, ya sea este un hijo, un padre, un hermano, el hogar, etc. Tal
aflojamiento de los lazos exige un esfuerzo o, si se quiere, un trabajo de memoria, allí donde a
primera vista pareciera de olvido.
Por su parte, Lacan, en el Seminario VI, página 131, se refiere al duelo como una operatoria
lógica necesaria que permite la subjetivación de la pérdida en relación al objeto, y que marca:

[…] El agujero de la pérdida en lo real, de algo que es la dimensión, propiamente hablando,


intolerable, ofrecida a la experiencia humana, y que no es la experiencia de la propia muerte,
que nadie tiene, sino aquella de la muerte de otro que es, para nosotros, un ser esencial […]
Los ritos por los cuales nosotros satisfacemos eso que se llama la memoria del muerto, ¿qué

10
Lacan, Jacques. 2009. Escritos I. Vol. 1. Siglo xxi.
11
Freud, Sigmund. 1917. “Duelo y Melancolía.” Obras Completas 14: 35–55.
es sino la intervención total, masiva, desde el infierno hasta el cielo, de todo el juego
simbólico?.

Con estos elementos en juego, se reconoce la importancia de situar el análisis de nociones


como memoria y duelo en el campo del psicoanálisis; conceptos solidarios que reaparecen
asiduamente en su horizonte investigativo.

En razón de lo expuesto, surge, en un primer momento, la pregunta por la forma en que la


articulación de procesos como memoria y duelo, entendidos tanto a nivel individual como
colectivo, pueden aportar al proceso de construcción de paz que tiene lugar en Colombia. He aquí
la interpelación que orientaría las pesquisas iniciales al interior de la línea de investigación
Problemas de la civilización contemporánea. Empero, prontamente emergerían una serie de
cuestionamientos: duelo y memoria, ¿de qué? ¿de quién, o quiénes?, ¿desde dónde se puede, si es
que se desea, fundar la articulación entre duelo y memoria?, ¿la construcción de paz, es acaso una
categoría diáfana y concisa? Lo que se recorta con estas incógnitas es el viraje que supuso apartarse
de lo presupuestado para cernir lo que se escapa. Así, arribamos a la pregunta actual: ¿Cómo se
articulan los procesos de duelo y memoria en el marco de la subjetividad de las víctimas del
conflicto armado colombiano, especialmente, de aquellas involucradas en las masacres?
A partir de este interrogante se realizó una aproximación al saber acumulado. Los
resultados condujeron a agrupar el material de acuerdo a cuatro bloques significativos: las
concepciones de la fenomenología de la memoria y del proceso de duelo dentro del marco de los
estudios culturales; las perspectivas cognitivo conductuales; los planteamientos en el campo de las
artes; y finalmente, un apartado relativo a los fundamentos teóricos planteados desde el
psicoanálisis.
La memoria: entre lo individual y lo colectivo
En el campo de los estudios culturales el binomio individual–colectivo ha sido una
constante al momento de investigar el fenómeno de la memoria. Si bien la noción de memoria
colectiva se sumió en los resquicios del olvido durante varias décadas, según Laville12 , reconquistó
cierto aliento a partir de los años setenta, cuando los estudios centrados en la memoria signaron el
horizonte de la historiografía. De allí en adelante, para encontrar alternativas a la concepción

12 Laville, Christian. 2004. “Historical Consciousness and Historical Education: What to Expect from the First for
the Second.” Theorizing Historical Consciousness, 165–82.
sociológicamente "ocupada" de la memoria colectiva, académicos como Fentress13, Gedi14,
Rosenzweig15 y Winter16, han acuñado términos como "memoria social", "memoria cultural", e
"historia popular".

Por su parte, investigadores culturales como Shafir, Droguett, Rueda17 y Brescó18,


reconocen que el recuerdo humano es tanto personal como sociocultural y, por otro lado, que los
mediadores de la memoria, como los memoriales, proporcionan un vínculo crucial que conecta a
individuos y colectivos. Según los autores, el memorial contribuye a conmemorar una pérdida
colectiva en primera persona, y también permite una variedad de procesos de creación de
significado a nivel individual y formas personales de recordar y conectarse con el pasado colectivo.

Memoria y duelo: una aproximación cognitivo-conductual


Boelen19, Maccallum20, Brittlebank21 Golden22, Xiu23 , son algunos de los teóricos de la
terapia cognitivo-conductual que se han empeñado en dilucidar la función de la memoria
autobiográfica en lo que se ha denominado “duelo complicado”, o también “trastorno persistente
de duelo prolongado”.

En sus trabajos se discierne un esfuerzo por establecer una distinción entre el proceso de la
memoria autobiográfica en relación al duelo complicado y no complicado. El interés principal

13
Fentress, James, and Chris Wickham. 1992. Social Memory. Blackwell Oxford.
14
Gedi, Noa, and Yigal Elam. 1996. “Collective Memory - What Is It?” History and Memory 8 (1): 30–50.
15
Rosenzweig, Roy, and David Thelen. 1998. “The Presence of the Past.” Popular Uses Of.
16
Winter, Jay, and Emmanuel Sivan. 1999. “Setting the Framework.” In War and Remembrance in the Twentieth
Century, edited by Emmanuel Sivan and Jay Winter, 6–39. Studies in the Social and Cultural History of Modern
Warfare. Cambridge: Cambridge University Press.
17
Piper-Shafir, I, R Fernández-Droguett, and L Íñiguez-Rueda. 2013. “Social Psychology of Memory: Places and
Policies of Memory.” Psykhe 22 (2): 19–31
18
Brescó, I, and B Wagoner. 2019. La Psicología de Los Monumentos Modernos: La Implicación Afectiva de Los
Recuerdos Personales y Colectivos.” Estudios de Psicologia.
19
Boelen, Paul A, Rafaele J C Huntjens, Denise S van Deursen, and Marcel A van den Hout. 2010. “Autobiographical
Memory Specificity and Symptoms of Complicated Grief, Depression, and Posttraumatic Stress Disorder Following
Loss.” Journal of Behavior Therapy and Experimental Psychiatry 41 (4): 331–37.
20
Maccallum, Fiona, and Richard A Bryant. 2008. “Self-Defining Memories in Complicated Grief.” Behaviour
Research and Therapy 46 (12): 1311–15.
21
Brittlebank, A D, Jan Scott, J Mark, G Williams, and I N Ferrier. 1993. “Autobiographical Memory in Depression:
State or Trait Marker?” The British Journal of Psychiatry 162 (1): 118–21.
22
Golden, Ann-Marie, Tim, Dalgleish, and Bundy, Mackintosh. 2007. “Levels of Specificity of Autobiographical
Memories and of Biographical Memories of the Deceased in Bereaved Individuals with and without Complicated
Grief.” Journal of Abnormal Psychology 116 (4): 786.
23
Xiu, Daiming, Andreas Maercker, Yuting Yang, and Xiaoming Jia. 2017. “Prolonged Grief, Autobiographical
Memory, and Its Interaction With Value Orientations in China and Switzerland.” Journal of Cross-Cultural
Psychology 48 (9): 1369–88.
dentro de esta línea de trabajo es determinar la cantidad de recuerdos que ha de tener alguien en
relación a las vivencias relacionadas con el difunto, situando el proceso de la memoria como
exclusivo de la consciencia.
Arte, duelo y memoria
Como reconoce Domínguez24, desde finales del siglo pasado, algunas de las obras más
categóricas del arte colombiano han configurado poéticas de la memoria que metaforizan la
naturaleza del dolor, el recuerdo y el olvido. Artistas nacionales como Doris Salcedo, Óscar Muñoz,
Juan Manuel Echavarría, Beatriz González, Jesús Abad Colorado, alientan con aplomo, a través de
su trabajo artístico, los procesos de duelo en las comunidades afectadas, consolidando una retórica
que explora las relaciones sociales y culturales que subyacen al complejo entramado del conflicto
armado.

Pinilla25 uno de los autores que más ha enfatizado en la relación entre duelo, arte y memoria,
analiza a lo largo de sus investigaciones la función de lo estético como posibilidad para tomar
distancia del dolor, por lo menos en el sentido de permitir la atenuación de la fuerza de lo siniestro,
en aras de hacer gobernable su recuerdo y así trocar la desventura de la pérdida en esperanza. Por
su parte, el español López-Cao26 subraya la importancia del arte como instrumento para evocar
recuerdos antes los cuales pueda el sujeto tomar una nueva posición, partiendo de la idea de que
toda puesta en juego de la memoria del dolor a través de los recursos artísticos resulta benéfica.

Aproximaciones psicoanalíticas al problema de la memoria y el duelo


Braunstein27 ha señalado que “el psicoanálisis se construyó alrededor de la idea de
traumatismo psíquico y de sus destinos. Eso llevó a olvidar otro polo de la memoria: el de la
nostalgia, el goce de la memoria aferrada a lo perdido y ausente”. Estas palabras son
contemporáneas al interés de la empresa que aquí se propone ejecutar: indican un vacío epistémico

24
Domínguez, J, C Fernández, D Tobón, and C Vanegas. 2014. “El Arte y La Fragilidad de La Memoria.” Medellín:
Sílaba.
25
Pinilla, Elkin. 2017. “Memoria, Arte y Duelo: El Caso Del Salón Del Nunca Más de Granada (Antioquia,
Colombia).” HiSTOReLo. Revista de Historia Regional y Local 9 (18): 313–43.
26
Cao, Marián López Fdz. 2018. “Aletheia: Contra El Olvido. Estrategias a Través Del Arte Para Elaborar La
Memoria Emocional ¿Qué Hacer Con El Patrimonio Inmaterial Del Recuerdo Traumático?” Estudios Pedagógicos
43 (4): 147–60.
27
Braunstein, Néstor. 2011. “Diálogo Sobre La Nostalgia En Psicoanálisis.” Desde El Jardín de Freud: Revista de
Psicoanálisis, no. 11: 51.
al momento de pensar la dimensión de la memoria como memoria del dolor, es decir, en su relación
con lo real de la pérdida.

Asimismo, el trabajo de Korgi28 acerca del problema del duelo en casos de desaparición
forzada, revela una breve aproximación al problema que nos convoca. La autora plantea el ritual,
en el caso del conflicto armado colombiano, “como una tentativa por parte de las víctimas de
inscribir lo innombrable, a falta de lo cual no habría memoria posible”.

Por otro lado, a partir de los trabajos de Elmiger29, Moreno30, y Figueroa31, se puede extraer
una idea central y transversal: los recuerdos vueltos inconscientes han de persistir a su vez como
la memoria más mudable, y en esa vía la memoria atormentadora, traumática, librada a los artificios
del inconsciente, producirá en el síntoma otra presentación de sí, deformada lo bastante como para
que su portador no la reconozca.

Llegados a este punto, podemos discernir los vacíos que yacen en los aportes referenciados,
y así, darle un lugar al problema a investigar. Los investigadores de los estudios culturales no
explicitan los mecanismos que operan a nivel subjetivo en relación a la tramitación simbólica.
Aunque se trate de memoriales que figuran estéticamente una vivencia colectiva de carácter
traumático, la inscripción a nivel psíquico comporta las más singulares modalidades de respuesta
ante lo insoportable.

Los autores referenciados de la perspectiva cognitivo-conductual, piensan el duelo como


una categoría nosológica, y la memoria como un proceso de evocación de vivencia específicas. En
ese sentido, no se interesan por ninguna discusión acerca de los modos en que se inscribe la
experiencia de la pérdida en lo subjetivo. Desdeñan, asimismo, la pregunta por la función de la
fantasía, del sueño, del síntoma, etc., en la construcción del recuerdo. Los mecanismos de
construcción de esas ficciones de la memoria serán pieza fundamental en nuestra investigación.

28
Castro Korgi, Sylvia De. 2019. “Un imposible duelo” Affectio Societatis 16 (30).
29
Elmiger, María Elena. 2010. “Lo Público, Lo Privado, Lo Íntimo En Los Duelos.” Perspectivas En Psicología 7
(1): 66–71.
30
Moreno, Belen Rocio. 2004. “Huellas En Las Artes El Objetivo de La Memoria y El Olvido.” Desde El Jardín de
Freud, no. 4: 16–33.
31
Figueroa, Mario B. 2004. “El Duelo En El Duelo. La Persecución y La Venganza.” Desde El Jardín de Freud, no.
4: 34–55.
Por su parte, los investigadores del campo de las artes se inclinan, en gran medida, a
enfatizar un único polo creador y benéfico de la memoria. Será tarea nuestra esclarecer otro de sus
extremos, esto es, la dimensión vergonzante de la memoria de los humanos: el goce del recuerdo
doloroso32.

Finalmente, las investigaciones en el psicoanálisis evidencian un modo inédito de abordar


el tema de la memoria. No obstante, aunque la referencia a la memoria de lo traumático resulta
transversal en la mayoría de investigaciones, se vislumbra que dentro de dicha conceptualización
se aglutinan, sin discriminación, los más variados fenómenos que suponen una discontinuidad en
la vida. Atender a la especificidad de la experiencia de la pérdida ―como una de las modalidades
de lo traumático― en su relación con los procesos psíquicos de la memoria, acaso permita ampliar,
en un fragmento considerable, el armazón teórico-conceptual que le subyace.

Se constata, a partir de la pesquisa realizada hasta el momento, la ausencia de algún trabajo


que se concentre en explorar y formalizar la articulación entre los procesos de duelo y memoria en
el marco de la subjetividad de las víctimas del conflicto armado. Dicho esto, reconocemos el valor
inédito del problema que aquí se propone, y su relevancia en el marco de una maestría en
investigación psicoanalítica. Ahora bien, aunque se quisiera, el desafío de pensar la memoria y el
duelo en relación a cada una de las particularidades del conflicto armado en Colombia y las
masacres que han acontecido, supone toda una serie de bifurcaciones que superan los límites
consustanciales a nuestro propósito. Planteamos, entonces, tomar como referencia un hito, es decir,
un acontecimiento puntual y significativo; para nuestro caso, se propone tentativamente tomar
como eje de referencia el hito de la masacre del salado, cometida en la población colombiana de
Villa del Rosario entre el 16 y el 22 de febrero del 2000. De esta manera, se circunscribe el
problema y se abre un camino que queda pendiente por ser explorado.

32
Se trata de una de las hipótesis exploradas por Braunstein en su texto La memoria del uno y la memoria del
otro.

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