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HISTORIA Y POLITICA DE LA EDUCACION ARGENTINA

“El Estado y el problema del poder”

El Estado-moderno: Actor central de la vida política

El Estado, es una de las fuentes de poder más importantes que ha creado y construido la especie
humana, ha sido también concebido desde distintas interpretaciones. Pero antes de avanzar en esta línea
resulta necesario volver sobre las definiciones más simples de lo que entendemos por Estado. Retomando
alguno de los planteos seguramente más difundidos, podemos entender al Estado como al conjunto de
organizaciones de carácter jurídico-político que regulan la vida colectiva de un pueblo. Generalmente
cuando nos referimos al Estado se nos aparece la imagen de aquellas instituciones vinculadas directamente
con las funciones de gobierno. Y es que todo Estado se halla conformado esencialmente por este tipo de
instituciones, a las que se agregan aquellas relacionadas con las tareas propias de la administración pública
que son el terreno específico de la burocracia. Un Estado existe donde hay un aparato político, instituciones
de gobierno, más funcionarios públicos civiles, gobernando sobre un territorio dado, cuya autoridad se
respalda por un sistema legal y por la capacidad de emplear la fuerza para implantar sus políticas.
En definitiva el Estado Moderno esta compuesto fundamentalmente por tres elementos. El primero
de ellos, y el más relevante, es el Poder. Todo Estado ejerce poder, es decir tiene la facultad de imponer
normas (leyes) al conjunto de la sociedad y asume de esta manera la autoridad suprema frente a otro tipo de
instituciones que representan intereses particulares. Esta es la facultad que corrientemente se expresa bajo el
concepto de soberanía. Además la presencia del Estado presupone la existencia de otros dos elementos
constitutivos: la Población y el Territorio. Siempre el Estado desarrolla su soberanía sobre un ámbito
espacial claramente delimitado (el propio territorio), y sobre un conjunto de habitantes que reconocen
legítimamente la autoridad de ese Estado (la propia población).
Actualmente, podemos sostener que la mayor parte de los Estados modernos son o se presentan
como “Estados Nacionales”. Los Estados Nacionales son aquellos en los cuales la soberanía estatal se ejerce
sobre una comunidad política que se siente integrada por símbolos y creencias compartidas. Es decir, se trata
de Estados que gobiernan naciones, que ejercen su poder desde la legitimación que les confiere el representar
los intereses de una población aglutinada por una identidad nacional. Las naciones representan comunidades
políticas y culturales que según algunos planteos teóricos cumplen con algunos requisitos básicos. En
principio, se trata de “comunidades imaginadas” porque devienen de una creencia compartida en la idea de
formar parte de un colectivo en el cual resulta imposible la interacción cara a cara o el conocimiento personal
de cada uno de sus miembros. Además, se imagina limitada, porque incluso la mayor de ellas, que alberga tal
vez a mil millones de seres humanos vivos, tiene fronteras finitas y soberana, porque el concepto nació en
una época en que la Ilustración y la revolución estaban destruyendo la legitimidad del reino dinástico
jerárquico divinamente ordenado. Finalmente, se imagina como comunidad porque, independientemente de
la desigualdad y la explotación que en efecto puedan prevalecer en cada caso, la nación se concibe siempre
como un compañerismo profundo y con una impronta horizontal. 1
A lo largo de la historia muchas han sido las perspectivas teóricas que han tratado de entender y
explicar lo que el Estado representa. Sin embargo, desde la modernidad el debate en torno a la esencia y a la
legitimidad del Estado y del poder estatal se hizo más importante y significativo. Desde los planteos de
Nicolás Maquiavelo (1469-1527), la discusión en relación con estos aspectos apareció como despegada de
las consideraciones morales y religiosas y avanzó por un terreno fructífero y a la vez controvertido.
Algunos pensadores del siglo XVI-XVII, como el inglés Thomas Hobbes (1588-1679) creían que
originalmente la vida social previa a la organización política (“estado de naturaleza”) era una lucha

1
Benedict Anderson. Comunidades imaginadas. Reflexiones sobre el origen y la difusión del nacionalismo, F.C.E.,
México, 1993, pág. 24.
1
permanente de los hombres entre sí para imponer sus intereses particulares a cualquier costo ("el hombre
lobo del hombre") y que el Estado, bajo la forma de la Monarquía Absolutista, había surgido
necesariamente como “garante del orden y la convivencia”‚ para controlar y evitar dicha destrucción. En su
obra, El Leviatán, (1651), y para demostrar la necesidad del poder absoluto del rey, sostiene que por medio
de un “pacto social” los hombres se comprometen a entregar sus derechos a un soberano, el cual no es parte
del pacto pero recibe todo el poder a cambio del compromiso de resguardar la existencia de los pactantes.
Hobbes intenta demostrar la existencia racional del poder real, al separa la política del dogma religioso y
proponer que el soberano no obtiene su autoridad de lo divino, sino que son los hombres quienes por el uso
de sus plenas facultades constituyen la organización social y política adecuada a su naturaleza.
Hacia el siglo XVII, en la Europa Occidental, y fundamentalmente en Inglaterra comienza a
desarrollarse la tradición liberal, que fue un movimiento ideológico cuestionador del poder absoluto y de sus
pretensiones divinas, que pretendió restringir los poderes del Estado, defender los valores de la tolerancia, el
respeto por la vida privada, el constitucionalismo, la propiedad privada y la economía de mercado. Uno de
los primeros pensadores que puede enmarcarse dentro de esta tradición es el inglés John Loche2 (1632-
1704), quien durante el siglo XVII se constituyó en un defensor del parlamentarismo y de los derechos
individuales frente a las arbitrariedades que –por entonces- se asociaban con el absolutismo monárquico. En
su visión el parlamento (como órgano asociado a la producción de las leyes) constituía el más importante de
los órganos de gobierno del Estado dada su representatividad social y su vigilancia sobre la figura y las
atribuciones de la monarquía. En el marco del pensamiento contractualista, Locke, plantea que los hombres
en la constitución de sus sociedades han pasado por dos momentos: el “estado de naturaleza” y la “ sociedad
civil” donde surgen las relaciones políticas. Desde su punto de vista, la sociedad política aparece como
conformada por individuos libres que consienten en formar esa sociedad a través de un pacto (“pacto de
asociación”) y se sujetan a un gobierno (“pacto de sujeción”) definido por ellos mismos para organizarse y
establecer la convivencia a través de la ley.
Otro de los referentes de la orientación contractualista fue el filósofo de origen ginebrino Jean J.
Rousseau3 (1712-1778) que, junto a pensadores como el Barón de Montesquieu (1689-1755), forman parte
de la intelectualidad que nutrió los postulados de la Ilustración en la Europa del siglo XVIII. En la visión de
estos filósofos, y a diferencia del planteo de Hobbes, el hombre resultaba ser un ser esencialmente bueno
desde su origen (“Estado de naturaleza”) y eran las propias contradicciones sociales las que lo convertían
en un ser egoísta y volcado sobre sus propios intereses. En palabras de Rousseau, el hombre entraba
libremente en relación con otros hombres (“contrato social”) para constituir una comunidad que poseía -a
través de la “voluntad general”- la potestad de elegir su gobierno a partir de la manifestación de la
soberanía popular. La voluntad general es la decisión de todos los hombres de expresar el bien, la justicia, y
la felicidad y es la base de la soberanía popular porque esa voluntad general es la que constituye el poder del
Estado. En palabras de Rousseau, la soberanía popular es inalienable porque puede trasmitirse pero no
delegarse, es indivisible porque no puede fracturarse, infalible porque el pueblo no se equivoca y absoluta y
perpetua porque no existe nada por sobre ella y nunca se acaba.
Por su parte los aportes del Barón de Montesquieu se sostuvieron en la idea de la necesaria división
de los tres poderes de gobierno (ejecutivo, legislativo y judicial) y su permanente equilibrio y control
recíproco como forma de asegurar la plena vigencia del derecho y las libertades públicas evitando la
unilateralidad y el abuso. La contribución de Montesquieu, condensada en “El espíritu de las Leyes” (1748)
fue trascendental para la conformación de los Estados Modernos que implementaron la división de poderes.
Además entre sus contribuciones se destaca el estudio de cómo influyen en el “espíritu general de un pueblo”

2
Entre sus obras se destacan: “Cartas sobre la Tolerancia”, “Tratados sobre el gobierno civil” y “Ensayo sobre el
entendimiento humano”.
3
Sus textos principales son “El Contrato Social” y “Emilio” publicadas ambas en 1762. Con anterioridad publicó
“Discursos sobre las artes y las ciencias” (1750) y “Discurso sobre el origen y fundamento de la desigualdad entre los
hombres” (1758).
2
las condiciones materiales, tales como el clima, la geografía, la propia historia y la religión, que condicionan
la idiosincrasia, las instituciones y el nivel organizativo de la legislación de cada estado en particular.
Finalmente del lado del marxismo fueron desarrollándose a lo largo de los siglos XIX y XX otros
enfoques sobre la naturaleza del Estado. Desde la propuesta teórica de Karl Marx (1818-1883) se
introdujeron en el análisis de los procesos políticos conceptos tales como “modo de producción”, “relaciones
sociales de producción”, “estructura”, “Superestructura”, “lucha de clases”, entre otros. De hecho en la
visión de Marx, el Estado era un fenómeno superestructural, dado que su existencia, su organización, o el
tipo de legislación vigente, entre otras cosas, estaba determinado por el funcionamiento de las relaciones
sociales de producción en la infraestructura, es decir por el modo en que se establecían las formas de
dominación de una clase social por sobre otra en función de la apropiación del excedente económico. En esta
cosmovisión, para cambiar al Estado o a sus instituciones, debían modificarse necesariamente las relaciones
sociales de producción en la infraestructura, y particularmente el sentido de la propiedad privada de los
medios de producción que era el factor central que establecía las diferencias de clase en la sociedad
capitalista entre los poseedores de esos medios (Burguesía) y los no poseedores (Proletariado).
Algunas posturas dentro de la corriente marxista definieron al Estado bajo una concepción
meramente instrumentalista. Según esta orientación, el Estado Capitalista, sería sólo el instrumento de
dominación de la clase burguesa sobre las clases proletarias. Como tal su acción sólo respondería a atender a
los intereses de dicha clase en forma directa, acentuando la explotación económica del resto de la sociedad.
Algunos intelectuales enrolados en esta corriente como Louis Althusser plantearon la existencia de una serie
de aparatos represivos (el ejército) e ideológicos (la escuela) en el Estado Capitalista que funcionaban de
acuerdo a la lógica de esa dominación. Una segunda concepción, enrolada en una perspectiva mucho más
amplia, concibe al Estado como una instancia mediadora entre los intereses de las clases dominantes y los
intereses inmediatos de las clases populares. Dicho estado responde estratégicamente a los intereses de la
clase dominante, en cuanto determina el mantenimiento del status-quo y el crecimiento del capital, pero
puede y debe responder a ciertas demandas populares para mantener la impresión de que responde ala
voluntad general. Esta orientación ha sido conocida en el ámbito académico como concepción dialéctica y
aún mantiene su vigencia en muchos foros de discusión socio-política.
Más allá de los pensadores liberales o marxistas, otros autores, muchos de ellos vinculados al
desarrollo del pensamiento sociológico en los siglos XIX y XX, tales como Augusto Comte (1789-1857),
Emile Durkheim (1858-1917) o Max Weber (1864-.1920), contribuyeron muy significativamente a la
comprensión del problema del poder, las relaciones sociales, el consenso, el conflicto y la estructura del
Estado en el mundo contemporáneo.

El Estado en la perspectiva weberiana

Según el sociólogo alemán Max Weber, el Estado, se define en como la comunidad humana que se
atribuye (con éxito) el monopolio de la fuerza física dentro de un territorio dado. 4 Esto significa que el
Estado es una relación de hombres que dominan a otros hombres, una relación mantenida por medio de la
violencia legítima. Para que exista Estado, los dominados deben obedecer (y reconocer) a la supuesta
autoridad de los poderes existentes por medio del consenso. Una dominación es legítima cuando tiende a ser
aceptada y mantenida por el conjunto y esa legitimidad puede ir o no ir acompañada por la legalidad. La
legalidad se basa en la aceptación de las normas y leyes establecidas y la legitimidad está asentada en el
consenso de los actores sociales.
De acuerdo con este autor, existen tres justificaciones internas al proceso de dominación desde el que
se constituye la autoridad estatal (legitimaciones):

4
Max Weber: Ciencia y política. Centro Editor de América Latina. Buenos Aires. 1993.
3
 Dominación Tradicional: sostenida por el uso de la tradición y la conformidad de las
costumbres. El tipo más puro es el dominio patriarcal en donde se obedece a la persona en virtud
de su dignidad afianzada por la fidelidad santificada en relación con la tradición.
 Dominación Carismática: sostenida en el don, la gracia y el carisma del líder. Se obedece al
caudillo a causa de sus cualidades excepcionales y la relación de dominio posee un componente
afectivo.
 Dominación Racional-Legal: está construida en torno a la legalidad, en función de la existencia
de normas y leyes. Su tipo más puro es la dominación burocrática ya que se acata la autoridad
más allá de las personas que ocupan los cargos. La subordinación resulta ser impersonal porque
se realiza ante las normas y las leyes.

Generalmente estos modelos teóricos nunca se presentan puros, sino que se cruzan permanentemente
al querer leer con ellos la realidad inmediata. Vamos a detenernos con cierto detalle en el último de los
modelos presentados. Esta variante exige una administración organizada de los recursos e instrumentos de la
dominación. Al sector de funcionarios elegidos de acuerdo a normas establecidas (legalidad) y con
competencia para cumplir funciones específicas se lo denomina Burocracia. Es precisamente esta la
organización racional-legal básica en las instituciones estatales, que a veces anula incluso a la capacidad de
gestión de los propios líderes políticos. La burocracia moderna se caracteriza por:

 su organización en jurisdicciones y el establecimiento de funciones como deberes oficiales,


 la distribución de la autoridad en forma estable y racional de acuerdo a normas,
 la adopción de medidas metódicas para cumplir los deberes mencionados por personas calificadas
para dichas funciones.

En el seno del Estado la autoridad burocrática está contenida dentro de la estructura de la autoridad
política a laque a su vez sostiene. El burócrata es el funcionario que hace carrera dentro de la administración
y que permanece aún al cambiar el elenco representado por los gobiernos de turno. La hipertrofia y la
degeneración del sistema por corrupción, cohecho, o ineficiencia llevan a la burocratización (“la jaula de
hierro”) que oprime a los sistemas políticos y coarta el cambio institucional por la presión que ejercen
dichos funcionarios para mantener cuotas específicas de poder.

El Estado-Nacional en América Latina y Argentina

Tomando distintos conceptos, provenientes de las diversas corrientes del pensamiento científico-
político, el sociólogo argentino Oscar Oszlak 5 construyó una serie de relaciones y una definición bastante
inclusiva del Estado. Básicamente planteó que el Estado es una construcción social en el sentido que es un
ente que se genera y se desarrolla en relación con los movimientos de la sociedad civil y a las cambiantes
situaciones por las que atraviesa el desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones sociales de
producción. De hecho cualquier interpretación del Estado sólo adquiere relevancia en virtud del análisis de
las relaciones y los procesos sociales, económicos, políticos y culturales que conforman la sociedad en su
totalidad.
Siempre el Estado es la imagen de la sociedad en el sentido en que es construido por ella, o mejor
dicho por aquellos sectores de la sociedad que dada su articulación con los procesos productivos
hegemónicos para el momento, cuentan con la fuerza necesaria y suficiente para orientar el proceso de

5
Oscar Oszlack,: La formación del Estado Argentino, Orden, progreso y organización nacional. Planeta. Buenos Aires.
1999.

4
organización estatal. El Estado no surge jamás por generación espontánea, ni tampoco es creado en el sentido
de que alguien formalice su existencia mediante un acto ritual. La existencia del Estado deviene de un
proceso formativo a través del cual va adquiriendo un complejo de atributos que en cada momento histórico
alcanzan diferentes niveles de desarrollo. Estos atributos se conjugan generalmente detrás de la noción de
estatidad, que vendría a ser algo así como la capacidad que posee el Estado para articular un sistema de
dominación sobre el conjunto de la sociedad. La estatidad esta compuesta por una serie de rasgos entre los
que se destacan:

a- la posibilidad de externalizar su poder soberano sobre un territorio frente a otros estados. Esto
supone que el Estado para existir en la comunidad internacional debe ser reconocido como tal por
otros entes similares que aceptan su capacidad de ejercer soberanía sobre un territorio y una
población determinada.
b- la fuerza para institucionalizar su autoridad imponiendo relaciones de poder y ejerciendo el
monopolio sobre los medios organizados de coerción. Esto implica que todo Estado debe ejercer
poder hacia dentro de su territorio constituyéndose en el supremo órgano de autoridad sobre la
sociedad civil.
c- la facultad de diferenciar su control a través de un entramado de instituciones públicas con
legitimidad reconocida. El Estado ejerce su poder a través de instituciones diversas y todas ellas
poseen la prerrogativa de pautar y organizar la vida social a través del cumplimiento de las leyes y
normas jurídicas.
d- la capacidad de internalizar una identidad colectiva sobre los ciudadanos a través de la emisión
de símbolos y mensajes que refuercen los sentimientos de pertenencia y solidaridad social.

Según el modelo clásico para el análisis del Estado, se define que el Estado (como Estado moderno)
surge necesariamente como acompañando el proceso de consolidación del sistema capitalista (siglos XV,
XVI y XVII). La existencia misma del Estado presupone la existencia de condiciones materiales que
posibiliten la expansión y la integración de un espacio económico (mercado interno). Esto significa que la
formación de una economía capitalista y de un Estado Nacional son aspectos de un proceso único. En el caso
europeo (Europa Occidental), el Estado surge básicamente sobre la base de un alto grado de maduración y
cohesión de la sociedad civil, y también sobre el presupuesto de una nación con clara conciencia de sí misma
en el concierto de otras realidades nacionales. En este sentido es la sociedad y la nación la que construyen al
Estado como forma de organización colectiva.
El caso latinoamericano presenta -siguiendo el razonamiento del autor- otras particularidades que lo
hacen diferente al europeo, dado que aquí el Estado va construyéndose a sí mismo y construyendo al mismo
tiempo a la nación. Desde el Estado va articulándose la sociedad civil, se la va encuadrando dentro de un
sistema de dominación. En este caso decimos que se establece una relación dialéctica entre el estado y la
sociedad civil. Además es fundamentalmente a partir del Estado desde donde se potencian y se desarrollan
las relaciones capitalistas de producción, al influjo de condicionantes externos caracterizados en el momento
de la conformación del Estado Nacional en América Latina (1860-1900 aprox.) por la expansión mundial del
capitalismo y la estructuración definitiva de la división internacional del trabajo. El Estado como sistema de
dominación fue a la vez determinante y consecuencia del proceso de expansión del capitalismo iniciado con
la internacionalización de las economías de la región. Determinante, en tanto creó las condiciones, facilitó
los recursos, y hasta promovió la constitución de los agentes sociales que favorecerían el proceso de
acumulación. Consecuencia, en tanto a través de estas múltiples formas de intervención fue diferenciando su
control, afirmando su autoridad y, en última instancia, conformando sus atributos esenciales.

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