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Premio Nobel de Economía,

Joseph Stiglitz, expone la


mentira de la “meritocracia” y la
teoría del “esfuerzo personal”
Por Redacción IdearioSur -17 Mayo, 2018

“El 90% de los que nacen pobres


mueren pobres por más esfuerzo que
hagan, el 90% de los que nacen ricos
mueren ricos independientemente de
que hagan o no mérito para ello”
El Premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, en su libro “El Precio de la
Desigualdad“, expone la mentira de la “meritocracia” y la teoría del
“esfuerzo personal”, señalando que el 90% de los que nacen pobres
mueren pobres por más esfuerzo o mérito que hagan, mientras que el
90% de los que nacen ricos mueren ricos, independientemente de que
hagan o no mérito para ello. En entrevista para CTXT señaló:

La desigualdad constituye el principal foco de atención de su


trabajo. Sus tres últimos libros y su tesis doctoral hablan de ella.
¿Por qué debería preocuparnos?

Hay muchas y poderosas razones morales. En los últimos diez años la


investigación ha empezado a poner de manifiesto lo negativa que resulta
la desigualdad para la sociedad. Resulta mala incluso para los de arriba,
que se convierten en personas diferentes -más endiosadas- gracias a ella.
Como economista, me centro en estudiar por qué la desigualdad es mala
para el rendimiento económico.
¿A qué se refiere cuando dice que la economía en su conjunto paga
un alto precio por la desigualdad?

Crece más despacio y de manera menos sostenible. Incluso al 1% más


pudiente debería preocuparle la desigualdad, por su propio interés. El
periodo posterior a la segunda Guerra Mundial fue el de más rápido
crecimiento económico y el de crecimiento más igualitario. Existe un un
amplio consenso en torno a que ambos hechos estaban relacionados. Es
decir, que fue el periodo de crecimiento económico más rápido
precisamente porque las ganancias se compartieron.

Eso parece desacreditar la teoría del derroche económico…

Exacto. El ‘Trickle-down economics,’ o la economía del derroche,


claramente no funciona. Nadie en su sano juicio defiende ya esos
postulados. La pregunta es: ¿Cómo de mala es la desigualdad para la
economía? Obviamente depende de su magnitud y de cómo se genera.
Esto incluye la desigualdad creada por el poder monopolístico, o la
desigualdad generada cuando los de abajo no tienen acceso a la
educación, y por tanto la sociedad no utiliza todo el potencial de sus
recursos humanos. Este tipo de desigualdades, características de Estados
Unidos y, cada vez más, de Europa, constituyen un lastre para la
economía.

En la introducción a The Great Divide escribe que, incluso desde


niño, sentía que Estados Unidos no era la tierra de oportunidades
que prometía ser. Explica también que el sueño americano se ha
convertido en un mito, y que los motivos de la desigualdad son
políticos. ¿Qué tipo de políticas han conducido al aumento y a la
expansión de la desigualdad a lo largo su vida?

En primer lugar, el país nunca fue lo que nos han vendido. Me di cuenta
de eso con mucha intensidad a medida que iba creciendo: nunca fue una
tierra de igualdad, de oportunidades para los afroamericanos. La
esclavitud acabó en la Guerra Civil, pero hoy seguimos mirando hacia otro
lado ante la opresión y la falta de oportunidades, presentes todavía, como
recuerda, con tanta fiereza, el movimiento Black Lives Matter. Ha sucedido
algo más: nos hemos vuelto un país segregado económicamente. En otras
palabras, los ricos blancos viven con ricos blancos, los pobres viven con
otros pobres. Tenemos un sistema educativo ‘localista’, financiado por
impuestos locales a la propiedad, de modo que si vives en una comunidad
pobre te tocan colegios pobres, lo que da lugar a lo que yo llamo la
transmisión intergeneracional de las ventajas y desventajas.

Usted describe cómo la desigualdad se perpetúa desde la


guardería hasta la universidad. ¿Puede explicarlo?

Es fácil entenderlo pensado en un sitio como Columbia, una de las


universidades de élite de este país. Como la mayoría de las universidades
de élite, en el proceso de admisión no nos fijamos en la situación
financiera del candidato. Se admite a estudiantes independientemente de
su situación económica, y tenemos un fondo de dotación lo
suficientemente grande como para compensar la diferencia entre el coste,
que es de 70.000 dólares, y lo que la familia puede pagar. Muy generoso,
en teoría. Pero cuando uno analiza las universidades de élite, donde el
dinero no debería suponer una barrera, resulta que el porcentaje de la
mitad más pobre de la población es de un 8% o 9%. ¿Cómo es posible?
Estas universidades son una ganga. Si perteneces a la mitad más pobre,
pueden darte 70.000 dólares al año. ¿Por qué la gente no acude en masa?
La respuesta es que no han ido a los institutos que les preparan para
entrar en estas universidades, y no han ido porque antes no fueron a los
colegios adecuados. Y no fueron a esos colegios porque antes no fueron a
preescolar y tampoco a las guarderías necesarias. Todo esto está
relacionado con la segregación geográfica, y lo irónico de la llamada
meritocracia es que se basa en que la gente adquiera las competencias
necesarias para tener éxito en esa meritocracia, y los padres ricos pueden
dar grandes ventajas a sus hijos.

También habla de las prácticas rentistas y la “financiarización”


como motores de la desigualdad. ¿Por qué señala estas dos?
La rama de la teoría económica inspirada en los mercados competitivos –
que lo explica todo a través de factores de oferta y demanda– no es un
buen marco de referencia. En nuestra sociedad, hay mucha explotación,
de diversos tipos –racial, de género, del poder monopolístico, en forma
explotación de los trabajadores, los problemas de la gobernanza
corporativa… Esto pone de relieve todos los fracasos del mercado. Una
estadística que ilustra este hecho es que la productividad laboral ha
seguido creciendo de forma bastante continua, pero hasta 1973 los
sueldos y la productividad se movían en paralelo. Esto es lo que cabría
esperar. Sin embargo, desde mediados de los años setenta la
productividad sigue creciendo al mismo ritmo, pero los salarios se han
estancado. ¿Por qué?

¿Cuál es su respuesta?

El poder de los monopolios aumenta los precios y por tanto baja los
sueldos reales, y el eliminar la negociación colectiva los reduce aún más,
lo que asfixia a los trabajadores. Así es cómo se debilita a los sindicatos.
Dirigimos la globalización para que los trabajadores compitan con los
trabajadores en China. Hay un sinfín de maneras en las que las reglas de
juego han cambiado en perjuicio de los trabajadores, y el rentismo es uno
de esos componentes.

¿La “financiarización” es otro?

El sector financiero ha crecido de un 2,5% a un 8% del PIB, y no hay


ninguna prueba de que esto haya mejorado el rendimiento de la
economía. Estos tipos son los maestros de la extracción de rentas, y han
perfeccionado sus habilidades para quitar el dinero a la gente sin
contribuir al progreso social. Crean riqueza arriba, pero también crean
miseria abajo.

¿Cómo lo hacen?
Mediante préstamos abusivos, discriminando a las minorías, con las
prácticas abusivas de las tarjetas de crédito, la usura… Cambian las leyes
en su propio beneficio. En Estados Unidos, si pides un crédito de
estudiante, no puedes cancelar la deuda aún estando en bancarrota casi
en ningún caso. ¿Quién sería capaz de diseñar una estructura legal así?
Los bancos. Eso es oprimir a los de abajo, y el dinero está yendo de abajo
arriba. Además, han cometido innumerables fraudes. No terminaría nunca
con la letanía de las cosas que han hecho. Jugaron un papel crucial al
cambiar el marco económico entero para impulsar el cortoplacismo y la
extracción de rentas rápidas en vez de invertir en la gente.

Usted ha analizado el modo en que funciona el sistema fiscal


contra la reducción de la desigualdad. ¿Qué propone para combatir
la evasión?

Los paraísos fiscales no son un acto de la naturaleza. De hecho, los crea


el Congreso. Hemos creado un marco legal para que los ricos y las
empresas, dentro de la ley, no paguen impuestos. Pero esto se puede
cambiar. Se podría decidir que a aquellos que tienen el dinero en un
territorio que huele mal se les impongan unos impuestos disuasorios. Por
ejemplo, puedes decirle a cada americano que tiene que declarar toda su
riqueza a nivel global, también la que tenga en las Islas Caimán. Ya que
estas no están sujetas a los principios de transparencia, vais a pagar un
sobreimpuesto del 80%. Así acabaríamos con los paraísos fiscales en una
noche.

Usted defiende que la desigualdad de ingresos está relacionada


con la desigualdad de oportunidades. ¿Cuál es la prueba? Le
pregunto esto porque algunos afirman que la desigualdad no
supone un problema, siempre que haya igualdad de
oportunidades.

Cuando uno compara los datos de diversos países, aquellos que tienen un
nivel alto de desigualdad tienen un bajo nivel de igualdad de
oportunidades, medido de cualquier manera estándar. Eso es un hallazgo
empírico.

¿Con igualdad de oportunidades, quiere decir…?

Movilidad social. La medida estándar es la correlación entre los ingresos y


la educación de los padres y los hijos. Hay otras maneras de hacerlo, por
ejemplo, ¿cuál es la proporción de aquellos que están en el cuartil de abajo
que consiguen llegar al cuartil de arriba? Ahí tenemos un patrón
sistemático.

¿Por qué pasa eso?

Los padres que tienen dinero pueden dar a sus hijos más oportunidades
educativas. Las sociedades que reducen la desigualdad de oportunidades
han hecho más esfuerzos para convertir la educación pública en una
herramienta igualitaria, empezando por la educación preescolar.

Ha mencionado el movimiento Black Lives Matter. Hay mucho


debate sobre las injusticias del sistema judicial en EEUU. Usted
opina que también están conectadas a la desigualdad…

Sí, de muchas formas. Si eres rico en este país, tienes un sistema de


justicia. Si eres pobre, tienes otro sistema de justicia bien diferente. Si
tienes una onza de marihuana –te caen cinco años de cárcel. Si robas
dinero de manera deshonesta en el sistema bancario, lo que es un robo,
un fraude masivo –nadie ha sido condenado. Tenemos un sistema legal
que protege a los ricos y manda a la cárcel a los pobres.

Fuente: http://gcm-mx.com

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