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INTRODUCCIÓN

En el siguiente ensayo se muestra un resumen de la novela ¨Prisión


Verde¨ de Ramón Amaya Amador, con el que tratamos de mostrar parte
de lo que es esta gran historia sucedida aquí en Honduras, así también
poder conocer todos sus puntos más importantes y reflejarlos de la
manera mejor posible, para comprender la trama y todo lo que conlleva
esta novela.

Siendo una de las obras literarias más codiciadas de Honduras, y que


en su tiempo sirvió como prueba para usar en los juzgados porque relata
todos los sufrimientos y las injusticias que ocurrieron en esa época,
también muestra la corrupción que había, tanto en las clases
dominantes de la economía, así también en el gobierno, quien estaba
sumido por la dictadura de Tiburcio Carias Andino.

Pero lo más importante, el proceso que lleva a la formación de a


conciencia de clase entre los trabajadores, desde la resignación ante el
poder, pasando por el estallido de corto alcance, hasta llegar a la
propuesta de un cambio radical en la sociedad haciendo de la clase
obrera la clase gobernante, Desde Prisión Verde Amaya Amador le
habla a la Resistencia de nuestros días a través de Máximo Lujan: ¨En
política necesitamos algo distinto al caudillismo tradicional, al
compadrazgo, al paternalismo de los ¨gorgueras¨. Necesitamos que los
anhelos de las masas trabajadoras se plasmen en un ideal político, y
este ideal, en un verdadero partido de trabajadores, partido
revolucionario de verdad. Ya no debemos creer en hombres-ídolos: de
sus promesas está llena nuestra historia política
OBJETIVOS

 Analizar la problemática originada entre la Estándar Fruit


Company y el pueblo, durante la época mencionada por
el autor de “Prisión Verde”.

 Identificar los problemas que tenían los trabajadores en


esa época.
ENSAYO SOBRE LA NOVELA “PRISIÓN VERDE”

Todo empieza con la compra y venta de parcelas de tierra,


desembocando con partes accesibles a la venta y con otra parte
resistiéndose a la misma. Esto provocado por la mega compañía del
cultivo del banano incrustada en la costa norte de Honduras.
Esta compañía no se presentó con transparencia beneficiando a pocos
y perjudicando a la gran mayoría, como en todo en lo que está
relacionado con grandes cantidades de personas la administración se
torna compleja y este caso no fue la excepción.
En este negocio se involucró personajes trabajadores del estado, los
que se prestaron para dañar a los que más de cerca trabajaban o a los
que se relacionaban con la ejecución de los trabajos del campo.

En el campo había distintas jerarquías entre los mismos trabajadores,


los cuales eran tratados con la menor delicadeza e incluso eran
castigados físicamente si no cumplían con sus tareas a esto sumarle las
enfermedades a las que eran prisioneros provocados por el ambiente
en el que vivían.

Los representantes del gobierno, deben preocuparse por el bienestar


de cada individuo, asegurándose que no se violen sus derechos (salud,
educación, alimentación, etc.), independientemente de con quien estén
negociando y lo que esto implique ya sea para crecimiento personal o
del mismo estado, ya que no se debe ganar lo poco perdiendo lo mucho
y este caso en particular la salud e incluso la vida de los trabajadores.
Se permitió que grandes masas de personas se movilizaran bajo una
ilusión que los terminó atrapando, y no permitiéndoles poder desistir de
dicho embrujo, motivados con la idea de una vida mejor, apantallados y
más temprano que tarde se dieron cuenta que incluso con sus escases
en sus lugares de origen vivían mejor.

En este punto, y desde el inicio y/o ingreso de estas compañías se debe


plantear y/o analizar los beneficios y los contras de dichos acuerdos,
donde ninguna de las partes salga menos beneficiada que la otra.
Lo mejor es socializar la idea o negociación o por lo menos asignar un
representante de cada una de las partes (representante compañía
extranjera, representante del estado y representante de los
campesinos) estos deben estar de acuerdo para poder tomar una
decisión de que hacer y cómo hacer, de lo contrario no alterar la
actividad de la gran mayoría, bajo ningún argumento que no plantee
claramente la razón de dicha acción.

Ramón Amaya Amador relata su experiencia en los campos bananeros


para elaborar su novela. El propósito del autor más que hacer un aporte
literario es crear una conciencia política que produzca un cambio social
que mejore las condiciones y la calidad de vida de los trabajadores
hondureños.
Los campos bananeros son descritos en la novela como una “prisión
verde”, por la misteriosa atracción que ejercen sobre los trabajadores a
pesar de ser explotados sienten el impulso a quedarse trabajando ahí a
pesar de todas las dificultades. Amaya Amador empieza su relato en el
ambiente de una de las oficinas de las compañías, en la que un “jefe
gringo” —Míster Still— intenta convencer al terrateniente Luncho López
para que le venda sus tierras a la compañía bananera.

Después de la reunión con los terratenientes, aparece en mala facha el


señor Martín Samayoa, quien después de haber derrochado el dinero
que le dio la compañía por su terreno, buscaba la ayuda de Míster Still
para que le diera un trabajo de capataz, pero éste lo despreció y lo
mandó a buscar trabajo de peón. Desalentado por el desaire y sin
dinero, Samayoa tuvo la suerte de conocer al campeño Máximo Luján,
quien lo llevó a vivir a su casa, un lugar miserable en el que vivía con
otros trabajadores de la bananera y le consiguió trabajo como regador
de veneno.

En cada episodio del libro siempre hay alguna injusticia de parte de la


Compañía que provoca la indignación de los trabajadores. Pero el grupo
de Máximo Luján va adquiriendo cada vez más conciencia social.

Sobre los partidos políticos tradicionales: el Partido Nacional y el Partido


Liberal, Luján opina que “tienen la misma esencia: oligarquía; y sirven
al mismo patrón: las Compañías Bananeras”. “En política necesitamos
algo distinto”. Necesitamos que los anhelos de las masas trabajadoras
se plasmen en un ideal político, y este ideal, en un verdadero partido de
los trabajadores, partido revolucionario de verdad. Ya no debemos creer
en los hombres-ídolos: de sus promesas está llena nuestra historia
política”.
La situación de los trabajadores empeora cuando suben de precio los
productos de los comisariatos, que eran propiedad de la misma
compañía. A los trabajadores el gobierno les cobra impuestos para crear
escuelas y hospitales, y sin embargo no reciben ninguno de esos
servicios. Cuando muere un conductor de una grúa en un accidente, un
jefe gringo se enoja con el difunto por echar a perder la máquina con
valor de miles de dólares y grita encolerizado: “¡Mejor se hubieran
matado cien desgraciados!”. Esto provoca una gran indignación de los
trabajadores que no soportan tantos maltratos y humillaciones, por lo
que deciden ir a la huelga. Y deciden nombrar a Máximo Luján como
director de la misma.

El libro se cierra con los amigos recordando a Máximo Luján y su legado:


“La prisión verde no es solo oscuridad. Máximo encendió en ella el
primer hachón revolucionario. Otros cientos de hermanos se
encargarán de mantenerlo enhiesto”.
CONCLUSIÓN

El autor quiso dar a conocer todo lo que sucedía en los campos


bananeros y todo lo que sufrían por la presencia de la empresa Standar
Fruit Company. El señor Martin Samayoa quien después de haber
derrochado el dinero que le dio la compañía por el terreno él les había
vendido, busco la ayuda de Míster Still para que le diera un trabajo de
capataz, pero Míster Still lo menosprecio y lo mando a buscar trabajo
de peón.

El señor Samayoa, desalentado por el desaire y sin dinero tuvo la suerte


de conocer a un campesino, Máximo Lujan quien lo llevo a vivir a su
casa, un lugar miserable que vivía hacinando con otros trabajadores de
la bananera y le consiguió trabajo como regador de veneno, por lo cual
ellos eran llamados veneneros. Las mujeres también eran víctimas de
la opresión capitalista de las bananeras. Por la miseria, muchas
campesinas se vieron obligadas a dedicarse a la prostitución. Estanio
Parraga era el abogado que había engañado a Lucho López. Sierra y
Cantillano se vieron obligados a pedir trabajo de peones en la
compañía, como a Martin Samayoa le había tocado.

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