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Universidad de San Buenaventura

Licenciatura en Filosofía
Julián Cortés

El acto de decir la verdad


En la actualidad es muy común observar personas que se deleitan hablando de diversos
temas sin realmente preocuparse por la verdad. Periodistas, políticos, docentes, académicos hacen
uso de la palabra convirtiéndose en el centro de atracción de las masas, pero ¿es verdadero lo que
dicen? ¿engañar es su objetivo? Posiblemente no habría una única respuesta a estas preguntas, pero
autores como Linda Zagzebski y Harry Frankfurt nos iluminarán con sus posturas sobre la virtud
y la preocupación por la verdad. Así pues, ¿es una virtud decir la verdad? ¿si decir la verdad es
una virtud, qué implicación ética hay detrás de ella? Partiendo de estas preguntas nos centraremos
en tres aspectos fundamentales: 1) el ser virtuoso; 2) la preocupación por la verdad como método
para evitar el bullshit; 3) el acto de decir la verdad como virtud ética e intelectual.

Linda Zagzebski, en su texto La naturaleza y los componentes de las virtudes intelectuales,


nos ilustra afirmando que no hay diferencia alguna entre las virtudes morales y las virtudes
intelectuales, puesto que lo epistémico y lo moral van unidas por una motivación general por el
bien (Zagzebski, 2011, p. 252). No obstante, para la autora es necesario identificar las cinco
características de la virtud, que aunque tiene aires de la propuesta aristotélica, ella nos vislumbra
con una nueva postura centrada en el carácter profundo de la persona que es la motivación. Estas
son: 1) “una virtud es una excelencia adquirida del alma”; es decir, que esta excelencia se
desarrolla a través del tiempo y tiene un sentido profundo y duradero. 2) “Una virtud se adquiere
por un proceso que supone cierta cantidad de tiempo y trabajo por parte del agente;” en otras
palabras, la virtud no es innata, sino que siempre hay un proceso en la que desarrollamos las
virtudes y esto implica un esfuerzo por adquirirlas. 3) “Una virtud no es simplemente una
habilidad,” puesto que las virtudes van acompañadas de valores intrínseco. 4) “Una virtud tiene
una motivación como componente,” la cual juega un papel importante entre las virtudes
intelectuales y morales, ya que cada persona guarda un motivo que dirige sus acciones. Por último,
5) “la virtud es un término de éxito”, pues este nos lleva a un fin (Zagzebski, 2011, p. 248-249).

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Con lo anterior, la autora se centra en las dos últimas características que son la motivación
y el éxito dirigido a un fin. Como primero, la motivación juega el papel más importante dentro de
las virtudes del ser humano, pues esta es la que nos ayuda a diferenciar lo epistémico de lo moral
y la virtud del vicio. Además, esta motivación contribuye para el desarrollo de las virtudes
intelectuales y hacen posible que lo epistémico sea coherente con la realidad; por tanto, “la
motivación de conocer lleva a seguir reglas y procesos de formación de creencias que la comunidad
epistémica sabe que son conducentes a la verdad” (Zagzebski, 2011, p. 252). Así pues, como
preámbulo, podríamos indicar que decir la verdad es el proceso de mis motivaciones que me llevan
a desarrollar una virtud intelectual. Por último, el éxito va muy ligado a la motivación, pues aquella
persona que es virtuosa por lo general es considerada personas exitosas y fiables. En conclusión,
para Zagzebski la virtud intelectual es de gran importancia no sólo por la motivación y el éxito que
esta con lleva, sino porque la virtud intelectual no puede ser separada de la moralidad y nos ayuda
a diferenciarla de las habilidades y los vicios.

Por otro lado, Frankfurt, en el texto Sobre el concepto de bullshit, nos muestra lo delicado
que éste es para nuestra sociedad no sólo por la credibilidad del emisor, sino por el engaño que
planta en las creencias de quién lo escucha. Hay que tener en cuenta que el bullshit o tergiversación
engañosa cumple ciertas características como: 1) una actitud deliberadora que depende del estado
de ánimo del emisor y de su intensión; 2) una diferencia total con la mentira, que de alguna manera
es más grave que la mentira misma; 3) una categoría del lenguaje pretencioso como lo son los
hechos y las palabras; y 4) una acción manifestadas en los pensamientos, sentimientos y actitudes,
que en cierta medida abarca casi todo lo que es el ser humano (Frankfurt, 2006, p. 173-175). Sin
embargo, aunque el oyente es afectado del engaño que causa el emisor, el emisor es quien se
engaña así mismo por su falta de preocupación por la verdad.

Desafortunadamente, como diría el autor, tendemos a tolerar más el bullshit que la mentira
y no notamos la gravedad que ésta realmente hace en nuestra sociedad, pues el lenguaje se
convierte en un discurso vacío, sin contenido ni sustancia (Frankfurt, 2006, p. 185-188). Y
partiendo de ello, los valores de verdad se pierden totalmente, pues no hay interés alguno por decir
la verdad y para que otros adquieran esa verdad. Por tanto, esta pérdida de interés es un alejamiento
de la disciplina, de una motivación muy contraria a la preocupación por la verdad.

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Como una forma de unión entre Zagzebski y Frankfurt, en este último aspecto, quisiera
defender el presupuesto de que decir la verdad es un acto virtuoso basados en la ética y el
intelecto. Según lo visto anteriormente con Frankfurt, estaría de acuerdo con su postura, puesto
que nuestra sociedad está impregnada de bullshit, casi cada palabra que escuchamos está
corrompida por una falsedad, ya sea sólo para mostrarse o quedar bien ante las masas. Por ejemplo,
últimamente en las candidaturas para la alcaldía de Bogotá, vemos cómo cantidad de políticos
maneja excelentemente la retórica, pero de allí me surge la pregunta ¿Qué tan verdadero es lo que
ellos dicen? ¿Hay una preocupación por la verdad en sus propuestas? Posiblemente, no podríamos
llegar a descubrir su motivación tanto moral como intelectual de su propuesta hasta que no esté
ejerciendo; sin embargo, tomando como referencia alcaldes anteriores, nos fijamos que nunca hay
un cierto interés por la verdad de lo que dicen. Por tanto, en muchos de ellos su motivación es
totalmente contraria a la verdad y a lo dicho inicialmente en sus candidaturas. Así mismo, lo
podemos evidenciar en la tergiversación de las noticias donde cada compañía tiene una versión
diferente de la verdad, en los programas creados para niños, entre otros.

En conclusión, con lo dicho anteriormente, vemos la necesidad de buscar un interés por la


verdad, no sólo porque la verdad crea credibilidad o fiabilidad, sino porque decir la verdad es un
acto ético de honestidad de lo que se conoce. Así pues, interpretando a Zagzebski, se podría
entender que decir la verdad es una motivación a una virtud intelectual, que obviamente va
implicada la ética; y así mismo, interpretando a Frankfurt, decir la verdad nos aleja del bullshit.
No obstante, esta virtud de decir la verdad toma tiempo para adquirirse y depende de las
motivaciones personales del emisor; desafortunadamente, es tan reducido y egoísta las
motivaciones, que se pierde el sentido por la verdad y la enseñanza de la verdad. Por ende, es
mucho lo que se puede decir, pero poco lo que se puede creer.

Bibliografía
Frankfurt, Harry G. (2006). La importancia de lo que nos preocupa: ensayos filosóficos. Buenos
Aires, Argentina: Katz. 171-194

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Valdés, Margarita M., Fernández Miguel, A. (2011). Normas, virtudes y valores epistémicos:
ensayos de epistemología contemporánea. México: Universidad Nacional Autónoma de
México. 247-277

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