Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
Le pude explicar a mi hijo que el problema nunca fue el nombre del árbol sino la
desobediencia del hombre, aun llamando al árbol como mi hijo sugería satanás
se las hubiese ingeniado para tentarle a Eva diciendo, que no era peligroso o
que no era veneno de verdad e igualmente Adán y Eva hubiesen desobedecido.
Cada vez más somos una cultura que no asume responsabilidades; nuestras
desgracias son siempre culpa de alguien. ‘Soy así por culpa de ellos; ellos me
hicieron así’. Esta tendencia a buscar culpables en otros la inventaron Adán y
Eva. Adán culpó a Eva y a Dios, Eva culpó a la serpiente (e intrínsecamente a
su creador). Desde el edén nos hemos profesionalizado y hemos perfeccionado
el arte de culpar a Dios, a otros o al diablo. El culpable de nuestra situación
financiera es Dios por habernos hecho nacer pobres, no nuestras propias
negligencias; nuestro matrimonio fracasa por culpa del cónyuge no por nuestras
acciones; nuestros hijos son rebeldes por lo que ven en la tele o por las malas
influencias no por lo que nosotros como padres les permitimos; caemos en
pecado por culpa de las tentaciones del diablo; nuestra vida espiritual está mal
por culpa de la iglesia, de nuestro pastor o de nuestro líder.
Tienes que saber que eres responsable ante Dios de tus decisiones y de tus
actos: “Él juzgará a cada uno según lo que haya hecho” (Romanos 2:6 NTV). Si
tomas decisiones equivocadas o actúas de manera incorrecta, Él te considerará
culpable. “No se dejen engañar: nadie puede burlarse de la justicia de Dios.
Siempre se cosecha lo que se siembra.” (Gálatas 6:7 NTV). Si otros son
culpables de haberte ofendido, eso será lo que recojan. Pero tu cosecha
depende de tu actitud y de tus actos. Para aliviar tu sentimiento de culpabilidad,
tu desánimo y tu tensión no hay nada mejor que aceptar tu parte de
responsabilidad delante de Dios.
Buenos motivos para dejar esa actitud:
1) Te convierte en víctima. Cuando haces que otros sean responsables de tus
circunstancias, la capacidad de cambiar las cosas reside en sus manos y no en
las tuyas, lo que significa que nada va a cambiar a menos que ellos decidan
hacerlo. Haces de ellos los dueños de tu destino. La única manera de retener la
capacidad de cambiar tus circunstancias es responsabilizándote de tus acciones.