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América, aislada del resto del mundo durante miles de años, tuvo una historia diferenciada,
libre de influencias externas. Era, por lo tanto, una compleja interacción de factores internos
que tuvo lugar a principios del siglo XVI, y confirió a las variadas sociedades indígenas formas
muy diferentes: estados sumamente estructurados, jefaturas más o menos estables, grupos y
tribus nómadas yseminómadas. Y, hasta ese momento era un mundo completamente
autocontenido, el cual de repente experimentó un golpe brutal y sin precedentes: la invasión
de hombres blancos de Europa, el choque con un mundo completamente diferente. La
reacción de los nativos de América ante la invasión de los españoles fue considerablemente
variada: desde el ofrecimiento de alianzas hasta la colaboración más o menos forzada, desde la
resistencia pasiva hasta una hostilidad constante.
El capítulo examinará los efectos dela invasión española sobre los imperios azteca e inca,
durante la primera etapa de la dominación colonial (en la década de 1570), con particular
intensidad en el caso de los Andes; y también considerará brevemente las áreas periféricas, a
fin de presentar un cuadro más amplio de la «visión de los vencidos».
El trauma de la conquista
Inmediatamente, tanto en México como en Perú los documentos indígenas exhalan una
atmósfera de terror religioso ante la llegada de los españoles. Aunque éstas eran
interpretaciones retrospectivas, tales descripciones testimonian el trauma experimentado por
los nativos americanos. Disperso en toda América estaba el mito del dios civilizador que,
después de su reinado benevolente, desaparece misteriosamente, prometiendo a los hombres
que un día volverá. Por lo tanto, la conmoción tomó para los indios una forma específica: ellos
percibieron los acontecimientos a través de la estructura del mito y, al menos en ciertas
circunstancias, concibieron la llegada de los españoles como el retorno de los dioses.
Enfrentados con la llegada de lo desconocido, la visión que los indios tenían del mundo
comportaba al menos la posibilidad de que los hombres blancos fueran dioses. Pero la
respuesta a esta cuestión sería positiva o negativa, según el lugar y las circunstancias.
¿Cómo es posible que imperios tan fuertes como el azteca y el inca, fueran destruidos tan
rápidamente por unos centenares de españoles? Sin duda los invasores se beneficiaron de la
superioridad de las armas. Pero esta superioridad técnica parece que fue de una importancia
relativa: los españoles poseían pocas armas de fuego en el momento de la conquista, y eran de
disparo lento; su impacto desde el principio fue, como en el caso de los caballos,
principalmente psicológico. La victoria española fue ciertamente facilitada por las divisiones
políticas y étnicas del mundo indígena: los imperios azteca e inca habían sido construidos por
sucesivas conquistas. Algunos grupos veían en la llegada de los invasores una oportunidad para
librarse de la dominación opresiva. El resultado del conflicto no dependió sólo del poder de las
fuerzas en oposición: desde la perspectiva de los vencidos, la invasión europea también
contenía una dimensión religiosa, incluso cósmica. Pillajes, masacres, incendios: los indios
vivían verdaderamente el final del mundo; la derrota significaba que los dioses tradicionales
habían perdido su poder sobrenatural.
Desestructuración
Resistencia y revuelta
Los españoles establecieron sus 2 principales centros de colonización en México y Perú, donde
ya existían estados poderosos; pero en las extensas «fronteras» situadas en las periferias de
estos estados pronto surgió una feroz resistencia, que en algunos casos perduró hasta los
primeros años del siglo XX. ¿Qué causó este contraste? Fue el resultado de la auténtica
naturaleza de las diferentes sociedades nativas de América. Tanto en México como en Perú,
los invasores europeos entraron en contacto con una amplia y densa población que estaba
bajo el dominio de instituciones centralizadas y durante mucho tiempo acostumbrada a
producir un excedente económico en beneficio del grupo dominante. Pero en el norte de
México, al sur y sureste de Charcas, o en Chile, la colonización española fracasó cuando se
enfrentó principalmente con indios nómadas que no producían un excedente accesible y que,
debido a su movilidad, eludían los controles. Incluso en México y Perú la facilidad relativa de la
conquista no significó que las hostilidades cesaran inmediatamente después de la invasión. La
resistencia más tenaz se mostró en los Andes, donde la fuerza motriz tras la primera revuelta
importante no fue otro que Manco Inca, uno de los hijos de Huayna Cápac. Cerca del corazón
de los Andes, la «cordillera» de los chiriguanos formaba una frontera que resistió la
colonización española durante tressiglos. En la segunda mitad del siglo XVII, incluso Potosí y La
Plata, centros neurálgicos del virreinato, fueron amenazados en varias ocasiones. Por
consiguiente los españoles heredaron «una frontera plagada por la invasión guaraní», y su
posición empeoró durante la década de 1560 por una extraordinaria reversión de alianzas.
Aunque hasta ahora fieros enemigos, los indios andinos ylos chiriguanos de Paraguay parecía
que habían enterrado sus diferencias para defenderse de los invasores blancos. Parecía que el
mundo indio, aturdido por la invasión europea, era capaz de superar sus rivalidades
tradicionales para construir una alianza uniendo áreas tan diferentes como los Andes y las
llanuras de la cuenca atlántica. En Chile, en el extremo sur del continente americano, los indios
araucanos resistieron a los españoles tan ferozmente como los chiriguanos. Un rasgo destaca
durante el transcurso de estasguerras: la permanencia de la frontera señalada por el río Bío-
Bío. Los indios nómadas y seminómadas al sur del Bío-Bío habían escapado a la influencia inca
y sólo estaban familiarizados con técnicas agrícolas rudimentarias, complementadas con la
caza y la recolección; su organización política no iba más allá de los lazos tradicionales de
parentesco. Por eso no es coincidencia que los españoles fueran capaces de mantener su
dominio al norte del Bío-Bío, mientras que fracasaron al hacerlo en el sur: los límites
meridionales del Chile central coincidían finalmente con los del imperio inca. Sin embargo, la
resistencia de los indios rebeldes se apoyó en una forma diferente de aculturación. Los
araucanos cambiaron sus métodos de lucha adaptándolos al combate contra los españoles. La
aculturación de los araucanos no se limitó a las técnicas de guerra. Espontáneamente
reemplazaron (y esto fue un fenómeno excepcional) el cultivo de maíz por los que maduraban
más rápidamente, trigo y cebada, con objeto de proteger las cosechas de las expediciones que
los españoles lanzaban durante el verano. Políticamente, las tribus llegaron a aceptar poco a
pocoque debían de abandonar su modo de vida disperso y agruparse en formaciones más
amplias durante las operaciones militares.En el norte de México, como en el sur de Perú, la
guerra continuó y la conquista perdió su impulso. En la zona fronteriza de los chichimecas la
expansión española se encontró con una resistencia tan fuerte como la de los chiriguanos o los
araucanos. Si esta área había tenido alguna extensión bajo control español a fines del siglo XVI,
más al norte la guerra aún continuó contra los pueblos y los apaches. La guerra se produjo por
un proceso de aculturación como el que sufrieron los indios chilenos. Imitando a los españoles,
los chichimecas aumentaron mucho su movilidad usando caballos. Para conseguirlos
empezaron por atacar los asentamientos y caravanas españoles, pero pronto los animales se
multiplicaron en tal medida que las manadas recorrían libremente todas las partes del país. El
ejemplo de los indios de las fronteras (los chiriguanos, los araucanos, los chichimecas)
confirma, aunque en sentido negativo, la importancia de las estructuras preexistentes en los
estados azteca e inca, así como la base de la colonización española. En Mesoamérica y en los
Andes, el sistema colonial logró imponerse haciendo un uso nuevo de las instituciones ya
existentes; éstas sobrevivieron sólo de forma fragmentaria, aisladas de su contexto anterior
que había sido definitivamente destruido.
Tenemos que aceptar que, tras el choque inicial de la conquista, la historia de la sociedad
colonial, tanto en Nueva España como en Perú, fue un largo proceso de reintegración a todos
los niveles: económico, social, político, ideológico. Según la herencia precolombina y la fuerza
de las partes contrarias, el proceso tomó formas muy diferentes: sincretismo, resistencia,
hibridación, hispanización. Pero entre la cultura dominante española, que intentó imponer sus
valores y costumbres, y la dominada cultura nativa, que insistió en preservar sus propios
valores y costumbres, el conflicto llega a nuestros días