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(editores)
Fortificaciones y Guerra de
Asedio en el Mundo Antiguo
Libros Pórtico
© 2012 Jordi Vidal / Borja Antela
ISBN: 978-84-7956-107-9
D. L.: Z 1656-2012
1. La isla de Pericles
* Proyecto RYC2010-05622.
1
Recientemente hemos señalado que las figuras de Leónidas y Temístocles en Heródoto,
responden a los modelos homéricos de Aquiles y Odiseo, respectivamente, encarnando las
superiores virtudes del pueblo heleno frente al mundo oriental (Sierra 2011, 85-87).
2
Strauss 2000, 316. Sobre la diferencia de carácter entre Atenas y Esparta véanse Connor
1984, 39-42 y Finley 1985, 150-151.
3
Blösel 2007 ha trabajado estas construcciones anacrónicas en Heródoto. En esta línea,
recordamos que las Historias de Heródoto se presentaron en el tercer cuarto del siglo V a.C.,
como sugieren Finley 1977, 21; Rösler 2002, 80 y Blösel 2007, 186. Sobre la novedad del
poder naval ateniense en el relato de Heródoto véase Luppino 2000, 26-28.
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4
Suceso que derivó en la formación de la Liga de Delos que, tradicionalmente, se asocia al
inicio del imperialismo ateniense. Véanse Grote 2009, 390-391; Meiggs 1972, 47-48; Powell
1988, 2; Plácido 1997, 11 y Foster 2009, 108. Recientemente hemos revisado el cariz
teleológico de este razonamiento debido a la dependencia de Tucídides como fuente,
interpretando que Atenas precisó varias décadas hasta adoptar una postura agresiva en política
exterior (Sierra, 2012a).
5
Fecha muy debatida y que se apoya en el testimonio de Tucídides (I. 93. 3). Véase
Constantakopoulou 2007, 139 n. 2.
6
Es la famosa ley naval de Temístocles que hizo de Atenas una potencia marítima a inicios
del V a. C. (Labarbe 1957, 21-51 y Meiggs 1972, 262-263).
7
Estudios recientes señalan que la estrategia constituye una exaltación del coraje y el
pundonor del pueblo ateniense durante la lucha contra Persia. Véanse Goušchin 1999, 170;
Blösel 2007, 195 y Sierra 2011, 80. También da cuenta de ello el famoso texto del s. IV a.C.,
referente al pséfisma de Temístocles de Trezén (ML 23, SEG XXX, 69), ordenando la
evacuación del Ática y que imita el decreto original del V a. C. Véase la traducción al
castellano y el comentario en Schrader 2006.
8
Sobre el estado de ánimo de la Atenas posterior a Salamina véase Goušchin 1999.
9
Que se convirtió en un municipio independiente (Raaflaub 2006, 406).
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Asedio e insularidad en la estrategia de Pericles
10
El punto de vista tucidídeo prevalece en autores recientes como Harrison 2006, 517;
Constantakopoulou 2007, 139; Rhodes 2007, 32-33, que atribuye la responsabilidad a
Pericles, y Taylor 2009, 34. Lo mismo se aprecia en la entrada “Themistokles” del Neue
Pauly (Kinzl 2002, 307).
11
Dichos sectores sociales se identifican especialmente en Busolt 1903, 51ss. Cornford 2009,
10 señala a Temístocles como artífice de la política pero indica que, detrás del mismo, había
una serie de intereses políticos y económicos. Beloch 1914, 149 habla incluso de un “partido
popular” liderado por Temístocles. Véanse también Grundy 1948, 179; de Romilly 1963, 232-
233 y Meiggs 1972, 265-266.
12
Este argumento tiene su apoyo literario en Andócides, Sobre la Paz 5 y Tucídides (I. 108).
Una discusión sobre las fases constructivas de los “muros largos”, con abundantes referencias
a los resultados arqueológicos, la tenemos en Goušchin 1999, 174-178. Por su parte, Gomme
1945, 261-266; Podlecki 1975, 179-183 y Lenardon 1978, 96-97 han comentado las diferentes
fuentes literarias que tratan la construcción de los “muros largos”. Sobre la rivalidad entre
Temístocles y Cimón véase Podlecki 1998, 35-45.
13
Véase, por ejemplo, Ste. Croix 1972, 169.
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14
Texto griego en Thucydides. Historiae in two volumes, Oxford 1942. Traducción de Torres
Esbarranch 2000, 181.
15
Strauss 2000, 317 califica las tácticas navales atenienses de “democráticas” por el
protagonismo de ciertos grupos sociales en las mismas.
16
Meiggs 1972, 89.
17
No está claro el contenido y alcance de las reformas de Efialtes pero su impacto en la
sociedad ateniense puede seguirse en Esquilo, Eumenides 682-706, obra estrenada en 458 a.C.
Véase Podlecki 1966, 83-91; Wallace 1989, 93; Giuliani 2001, 84 y Sierra 2012a, 98.
18
A la batallas decisivas que decidían una guerra, no a una sucesión de asedios y escaramuzas
(Antela 2011, 142).
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Asedio e insularidad en la estrategia de Pericles
μέγα γὰρ τὸ τῆς θαλάσσης κράτος. σκέψασθε δέ: εἰ γὰρ ἦμεν νησιῶται, τίνες
ἂν ἀληπτότεροι ἦσαν; καὶ νῦν χρὴ ὅτι ἐγγύτατα τούτου διανοηθέντας τὴν μὲν
γῆν καὶ οἰκίας ἀφεῖναι, τῆς δὲ θαλάσσης καὶ πόλεως φυλακὴν ἔχειν,
Este pasaje refleja los instantes previos al 431 a. C., mostrando la madurez
de un proceso que se inició en los primeros compases de la Liga de Delos
(477 a. C.). En sí misma, la estrategia de Pericles era congruente con los
precedentes militares inmediatos de Atenas aunque planteaba serios
conflictos de intereses entre sectores sociales ligados al mar, mencionados
anteriormente, y otros relacionados con la riqueza agrícola (la clase
hoplita).20
19
Constantakopoulou 2007, 138.
20
A la vista de la trayectoria ateniense no creemos extraña la propuesta de Pericles con líderes
conservadores como Tólmides y Cimón fuera de la escena política y esperando quizás una
victoria rápida (Ste. Croix 1972, 208) y un alcance menor de las invasiones lacedemonias del
Ática (Hornblower 1991, 230 contra Hanson 1998, 152, quién sostiene que el alcance de las
invasiones del Ática no fue excesivo). Sobre el conflicto de intereses véanse, por ejemplo,
Kagan 1969, 136-137; Westlake 1968, 32-33; Plácido 1997, 30 y Lee 2006, 498-499.
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21
Garlan 1972, 119; 1985, 251 y 1991, 66-70. Sage 1996, 107 advierte de la incongruencia
entre mentalidad hoplítica y asedio. Véanse también Hanson 1998, xiii; Lee 2006, 497 y
Wheeler-Strauss 2007, 223-224. Sobre los cambios que sobrevinieron a dicha mentalidad
durante la Guerra del Peloponeso véase Wheeler-Strauss 2007, 202.
22
Garlan 1985, 245-246. El autor destaca la escasez de fuentes literarias en materia
poliorcética para los periodos anteriores a la época helenística.
23
Esta situación no siempre implicaba un correcto abastecimiento de las fuerzas sitiadoras,
que normalmente se hacía por vía marítima (Lee 2006, 494). Sobre los detalles técnicos del
asedio marítimo ateniense véase Wheeler-Strauss 2007, 239.
24
Gomme 1945, 281 destaca que Tucídides no menciona un fallido intento de fundar Enea
Hodoi, el precedente de Amfípolis. Sobre la fecha del suceso véanse Smart 1967; Hornblower
1991, 149 y Rhodes 1992, 42, quien relaciona esta campaña y la de Esciros con el interés
común de la Liga de Delos.
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Asedio e insularidad en la estrategia de Pericles
ἐσέβαλε ἐς τὸ πῦρ. οὕτω μὲν οὗτος δικαίως αἰνέεται ἔτι καὶ ἐς τόδε ὑπὸ
Περσέων.
Y, una vez que en la plaza ya no quedaba nada que llevarse a la boca, mandó
erigir una gran pira y degolló a sus hijos, a su esposa, a sus concubinas y a sus
servidores, arrojándolos acto seguido al fuego. Posteriormente, desde lo alto de
la muralla, esparció por el Estrimón todo el oro y toda la plata que había en la
ciudad; hecho lo cual, se arrojó al fuego. De ahí que, todavía en la actualidad,
Boges sea alabado con toda justicia por los persas.
Hdt. VII. 107. 225
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29
El episodio naxio constituye toda una dislocación en la historia de la “Pentecontecia”. Su
cronología es problemática debido a los diferencias en los relatos de Tucídides y Diodoro
(véanse Milton 1979; Unz 1986 y Badian 1993, 76-77). Tampoco están claros los motivos que
impulsaron a los naxios a tomar esta decisión, véanse algunas hipótesis en Finley 1984, 63;
Rhodes 1992, 43, y nuestra opinión en Sierra 2012a, 96 y 2012b, 185. A la sazón, Tucídides
comenta que, tras el ostracismo de Temístocles, éste recaló en Naxos mientras huía de sus
perseguidores (Th. I. 137), lo cual nos parece un recurso literario que refleja una metáfora
sobre la realidad política, como hemos defendido recientemente (Sierra 2012b, 187-188).
30
Véanse los detalles de la operación en Busolt 1897, 145-151 y Beloch 1914, 147. La
pérdida de influencia del imperio persa en el Egeo puede consultarse en Kagan 1969, 46-47;
Ste. Croix 1972, 175; Rhodes 1992, 43 y, recientemente, Tritle 2010, 7.
31
Sobre la influencia económica de Tasos en la desembocadura del Estrimón véase
Loukopoulou 2004, 854. La similitud entre los episodios de Naxos y Tasos ha sido abordada
por Musti 1989, 337.
32
Esparta estaba ocupada en sus asuntos internos, lo que nos devuelve a la diferencia de
carácter entre ambas poleis, protagonistas de la Guerra del Peloponeso. Mientras Atenas podía
hacer frente a varios conflictos (Eurimedonte y Tasos, y más adelante, Mégara, Egina y
Egipto), Esparta se centraba en uno solo (Connor 1984, 46). En esta situación cruzada, Tasos
e Itome, debemos situar el comienzo del deterioro en las relaciones diplomáticas entre Atenas
y Esparta (Powel 1988, 35-36).
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Asedio e insularidad en la estrategia de Pericles
El final de la campaña de Tasos exige una reflexión por nuestra parte sobre
los sucesos que se han descrito hasta ahora. Según nuestra impresión, las
primeras campañas de Cimón muestran la consolidación de la confianza
ateniense en su poder naval. Precisamente, el choque contra Tasos advirtió a
los atenienses de los riesgos de tratar con aliados activos en este campo y por
esto resultaba importante la entrega de naves y la destrucción de
fortificaciones. En otras palabras, Atenas desarmó a los tasios y los
incorporó a la Liga de Delos como un estado sin poder real, como debió
suceder con Esciros, Caristo y Naxos.33 Por tanto, ante el motivo aparente
del desencuentro económico entre Tasos y Atenas, el resultado del conflicto
fue el control marítimo del Egeo septentrional. En esta progresión: Eyón,
Esciros, Caristo, Naxos, Eurimedonte y Tasos, apreciamos el avance y
maduración del concepto con el que abríamos la presente discusión, es decir,
“la isla de Pericles”. Paradójicamente, este concepto no fue desarrollado ni
por Pericles ni por Temístocles sino por el conservador Cimón, dejando
patente que el proyecto abarcaba mucho más que los tres o cuatro nombres
propios que hemos mencionado.34 En cierto modo, los asedios a los que
hemos aludido, muestran también dicho proceso, pues éstos consistían en
bloquear al enemigo, en aislarlo como si de una isla se tratara. Por el
contrario, ni en Tucídides ni en Diodoro, advertimos el despliegue en dichos
asedios de maquinaria poliorcética, de tácticas de asedio complejas o de
algún otro ingenio sino que, simplemente, se encomendaban a la paciencia y
prueba de ello lo tenemos en los tres años que duró el asedio de Tasos. En
síntesis, la política exterior ateniense, tendía paulatinamente hacia la
consecución de un objetivo, ser la primera de las isla griegas.
33
Cuya contribución económica contribuirá al engrandecimiento de la flota ateniense. Sobre
qué estados contribuían a la Liga de Delos con naves (estados militarmente activos) y cuáles
lo hacían mediante un impuesto (phoros) véase Meiggs 1972, 58-59.
34
El buen funcionamiento de la política marítima se percibe en la trierarquía, contribución
económica de la clase dominante ateniense para el flete de una nave de guerra, que da cuenta
de la relación entre las elites y el imperio. La idea se encuentra magníficamente trabajada en
Plácido 1997, 32-33 frente a Gabrielsen 2007, 255, que interpreta las acciones bélicas
atenienses durante la “Pentecontecia” como algo exclusivamente público, malinterpretando el
evergetismo, que unía lo público y lo privado.
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35
Los aliados comenzaban a ver cada vez más lejos al enemigo persa y más cerca al “amigo”
ateniense. En general, sobre la impopularidad del imperio ateniense véase el clásico de Quinn
1964. Por otro lado, Atenas tenía hambre de conquistas, que eran la salida a su tormentosa
política interna. Según sabemos por Plutarco, Cimón, tras el asedio de Tasos, fue acusado por
el joven Pericles de haber aceptado un soborno de los macedonios para no invadir su territorio
(Plut. Cim. 11. 2). Véanse Cawkwell 1997, 61 y Tritle 2010, 7.
36
Freitag 1996, 78.
37
Sobre esta revuelta véanse Gomme 1945, 305-307; Meiggs 1972, 92 y Hornblower 1991,
163ss.
38
Recordemos la importancia de anular las fuerzas navales del enemigo, como el caso tasio y
naxio.
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καὶ Περδίκκας πείθει Χαλκιδέας τὰς ἐπὶ θαλάσσῃ πόλεις ἐκλιπόντας καὶ
καταβαλόντας ἀνοικίσασθαι ἐς Ὄλυνθον μίαν τε πόλιν ταύτην ἰσχυρὰν
ποιήσασθαι: τοῖς τ᾽ ἐκλιποῦσι τούτοις τῆς ἑαυτοῦ γῆς τῆς Μυγδονίας περὶ τὴν
Βόλβην λίμνην ἔδωκε νέμεσθαι, ἕως ἂν ὁ πρὸς Ἀθηναίους πόλεμος ᾖ. καὶ οἱ
μὲν ἀνῳκίζοντό τε καθαιροῦντες τὰς πόλεις καὶ ἐς πόλεμον παρεσκευάζοντο:
39
Nuevamente en Tucídides (I. 107. 4-5), vemos que este proceso no contentaba a todos los
atenienses pues algunos conspiraban para que los espartanos pusieran fin a la política
marítima. Como señalábamos anteriormente, tras la “la isla de Pericles” estaban una serie de
sectores sociales con intereses marítimos.
40
Potidea era una polis tributaria de la Liga de Delos, situada en el estrecho de Palene, en la
península Calcídica. Véase Flensted-Jensen 2004, 813.
41
Según Diodoro (XII. 34) los corintios instigaron a su antigua colonia a la sublevación
contra Atenas. De Romilly 1963, 21 y Meiggs 1972, 202 destacan el escaso interés que
muestra Tucídides por un suceso muy relevante para la época.
42
Gomme 1945, 200 señala la importancia estratégica de la península Calcídica para el
control de la costa de Tracia. Por otro lado, sobre la operación preventiva de Atenas y su
relación con los sucesos previos acaecidos en Corcira véase Hornblower 1991, 97-99.
43
Todo ello pese a que Cimón, de vuelta de su ostracismo alrededor del 451 a.C., había
firmado una tregua de cinco años con Esparta, según indican un gran número de fuentes
literarias (Th. I. 112; D. S. XI. 86; Andócides, Sobre la paz con los espartanos [3], 3-5;
Aristófanes Acar. 187-190; Plut. Cim. 18. 1).
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Bajo nuestro punto de vista, los preparativos para la guerra que indica
Tucídides se asemejan más bien a disposiciones para vivir asediados. Dicho
de otra forma, los potideatas renunciaron a la confrontación con Atenas y
buscaron la seguridad tierra adentro, como si se protegieran de un ataque
pirata. No se hizo esperar el ataque ateniense contra la Macedonia de
Perdicas y los sublevados de Potidea, con tres mil hoplitas al mando de
Calias que pusieron sitio a Pidna. Tras un pacto de mutua conveniencia con
Perdicas, los tres mil hoplitas, setenta naves y varios centenares de aliados
de la zona se dirigieron hacia Potidea, que había sido reforzada con
voluntarios corintios al mando de Aristeo. Tras diversas maniobras se
entabló batalla entre atenienses y aliados frente a potideatas y aliados con
victoria de los primeros.44 Los derrotados se refugiaron en Potidea y los
atenienses se dedicaron a construir murallas, envolviendo la ciudad y
transformándola en una isla. Nuevamente, el bloqueo no resultó efectivo y
gran parte de los habitantes lograron escapar por mar, dejando únicamente
los efectivos imprescindibles para la defensa de Potidea. El anterior suceso
nos acerca a la gran problemática de los asedios en esta época y de la
estrategia de insularidad promovida por Pericles, esto es, la masificación de
seres humanos en un espacio reducido y los consiguientes problemas
higiénicos que de ello derivan.
44
En esta batalla destacaron Alcibíades y Sócrates (Platón Cármides 153 a-c, Banquete 220d-
e).
45
Plácido 2009, 113 señala que el denominado sinecismo de Teseo es una simplificación de
un proceso complejo de unificación del Ática. Sobre el simbolismo de Teseo en época de
Pericles véase Walker 1995, 64-66.
46
La dinámica militar durante la Guerra Arquidámica pasó por una invasión anual espartana
del Ática, mientras los atenienses se refugiaban en los “muros largos”, contestada por razzias
navales atenienses por el Peloponeso, coincidiendo con las previsiones de Pericles (Garlan
1991, 63 y Lewis 1992, 381).
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La situación tras los “muros largos” era alarmante y parecía que la estrategia
de Pericles había naufragado al segundo año de aplicarse.49 Los atenienses
no estaban acostumbrados a vivir asediados, como obligaba la estrategia de
47
Plácido 1997, 27-45 analiza magistralmente las contradicciones internas que la estrategia de
Pericles sacó a la luz. También puede seguirse en Garlan 1991, 62 y Müller 1999, 18-22.
48
La producción literaria alrededor de la descripción tucidídea de la peste en Atenas es,
francamente, inabarcable. Desde el siglo XIX los estudiosos de Tucídides y los historiadores
de la medicina han puesto su atención en este asunto, destacando colaboraciones como la del
médico Wilhem Ebstein y el historiador Georg Busolt (Ebstein 1899, 7). En el mismo siglo
son destacables las aproximaciones de Grote 2009, 207-220 y Ullrich 1846, 7 y 26.
Recientemente cabe destacar los trabajos de Weidauer 1954; Gomme 1956, 145ss.;
Lichtenthaeler 1965; Hornblower 1991, 316ss.; Jouanna 1999, 207-209; Longrigg 2000;
Nutton 2004, 24-26 y Thomas 2006. Por nuestra parte, nos limitaremos a tratar el terrible
impacto psicológico que tuvo en la población.
49
De hecho, la mala experiencia adquirida a raíz de la epidemia hizo reflexionar
posteriormente a los intelectuales atenienses, como Platón (Leyes VI 778 d), que razonaron
sobre el amurallamiento de ciudades y la salubridad (Garlan 1985, 258-259).
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Según Garlan 1985, 248 la frecuencia con la que se producían los asedios debió mejorar
como mínimo las técnicas constructivas de las fortificaciones, algo apreciable a partir del IV
a.C.
51
En el asedio espartano de Platea y los tebanos en Delio (Wheeler-Strauss 2007, 239).
52
Pues la enfermedad se había llevado a casi un tercio de la población (Tritle 2010, 48). En
los asedios que se plantearon en la “Pentecontecia”, tan importante era minar la moral del
enemigo sitiado como mantener alta la de los sitiadores.
53
Sobre el liderazgo de Pericles y el vacío de poder que produjo su desaparición véase
Connor 1984, 75-76. La continuidad de su política ha sido abordada por Plácido 1997, 40 y
Taylor 2010, 83.
54
Razones no les faltaban a los atenienses pues los impuestos de la Liga Delos redundaban en
beneficio ateniense y, por supuesto, la idea de conseguir riqueza gracias al pillaje y el botín
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sobre otras poleis era la base del gobierno democrático en Atenas y las
tácticas atenienses siguieron esta tónica durante la Guerra Arquidámica
aunque incrementando el nivel de violencia.55
5. Conclusión
era indisoluble del concepto de guerra en esta época (Garlan 1991, 61 y Gabrielsen 2007,
250). En cierto sentido, la guerra era una preocupación constante para el ciudadano griego
(Garlan 1991, 56).
55
Sobre la relación entre imperio y democracia véase, por ejemplo, Baslez 1999, 13 que sigue
en este aspecto la línea marcada por J. de Romilly. El impulso ateniense en la guerra (su
dynamis) les conducía a dominar y no a ser dominados, lo cual se resume a la perfección en el
famoso diálogo de Melos (Th. V. 84-116). Sobre esta cuestión véanse Woodhead 1970, 103-
126 y Mazzarino 1983, 262-263. Para el aumento de violencia en los asedios de años
posteriores véase Wheeler-Strauss 2007, 241.
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Bibliografía
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