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la demandada sólo alegó la prescripción extintiva o liberatoria, no la adquisitiva, que debe ser
expresamente invocada
el Tribunal dedujo la prescripción extintiva del derecho de dominio invocado por la demandante
sobre el fundo objeto de la pretensión reivindicatoria, con la consecuente pérdida de la facultad de
perseguirlo, en cabeza de quien se encuentre, por ser ella emanación de tal derecho, como secuela
de constatar que dicho fundo fue poseído por la demandada desde el deceso de su padre, a quien
sucedió en la posesión del mismo, por un período de tiempo, que sumado al de su antecesor, totalizan
veintiún años hasta la fecha de presentación de la demanda, condiciones en las cuales estimó
pertinente dar aplicación a los arts. 2535 y 2536 del C. Civil, erigidos en pilares de tal resolución.
De conformidad con lo establecido en el art. 2521 del C. Civil, cuando un bien ha sido poseído
sucesiva e ininterrumpidamente por dos o más personas, el tiempo de posesión del antecesor puede
agregarse al del sucesor, en los términos previstos por el art. 778 ejúsdem, con el fin de completar el
tiempo requerido por la ley para adquirir el derecho de dominio sobre él por el modo de la
prescripción, hipótesis en la cual es menester, entre otras circunstancias, que quien pretenda
aprovecharse de tal prerrogativa suceda a la persona que designa como antecesora en la posesión,
bien a título universal, ora a título singular, es decir, que su posesión y la de aquel estén ligadas por
un “...título idóneo que sirva de puente o vínculo sustancial entre antecesor y sucesor”
las actas de registro civil de nacimiento de Elvira Bonilla Guzmán y de defunción de Jesús Enrique
Bonilla Angarita el fallador dedujo que la demandada es hija legítima de Bonilla Angarita y que por
razón de su deceso es sucesora de éste, a título universal, dada su vocación hereditaria frente a él.
si las actas de estado civil mencionadas acreditan que por la muerte de Jesús Enrique Bonilla
Angarita, padre de la demandada, ésta sucede aquel a quien designó como antecesor en la posesión
del predio mencionado, es evidente que el ad quem no incurrió en el desacierto que se le endilga,
pues ellas demuestran el vínculo por el cual el causante transmitió a la demandada, al título indicado,
los derechos derivados de la posesión ejercida sobre el bien perseguido, habilitándola para agregar
al tiempo de su posesión personal, el período durante el cual lo poseyó aquel.
el Tribunal tuvo por acreditado el “...hecho de la posesión en cabeza de la demandada desde la misma
época del deceso de su padre y la del mismo Bonilla desde octubre 1º de 1968”, períodos que
sumados totalizan veintiún años hasta la fecha de presentación de la demanda, es evidente, como se
anticipó, que el ataque del recurrente se desentiende de dicha conclusión, pues ella precisamente
toma en consideración el momento a partir del cual se inició la posesión de la demandada, fijado en
el acto procesal mencionado, en el año de 1982, así como el tiempo de posesión transcurrido hasta
la fecha de incoarse la presente acción, aunado al tiempo de posesión de su antecesor, pues aquella
no adujo su posesión aislada sino que de manera expresa la incorporó a la de su causante para invocar
la posesión material del mismo, por un período de tiempo superior a los veinte años, como sustento
basilar de la excepción opuesta a la pretensión deducida en su contra.
Del contexto de tal exposición no emerge, como pregona el recurrente, la violencia que se atribuye
a la demandada en la adquisición de la posesión del fundo premencionado, pues no la señala como
autora de los actos intimidatorios narrados, bien de manera directa, o por conducto de agentes, ni
menos aún pone de manifiesto que tales actos tuviesen por destinatario al declarante, o que su
propósito fuese despojarlo de la tenencia del inmueble.
atinado el recurrente cuando sindica al sentenciador de incurrir en yerro de facto por no valorar en
conjunto algunas de las pruebas cuya pretermisión denuncia, y apreciar la providencia calendada el
5 de febrero de 1975, sin reparar en que “...las providencias judiciales no son medios de prueba”,
pues tales desaciertos, en el evento de existir, tipificarían yerros de derecho, no de hecho, porque se
relacionan con la contemplación jurídica de los elementos integrantes del haz probatorio, a la luz de
las normas regulativas de su admisibilidad y valoración, no con su presencia objetiva en los autos.
DECISIÓN
Mediante la sentencia proferida el 30 de agosto de 2010, la Corte Constitucional declara la
Exequibilidad del Artículo 7° de la Ley 84 de 1989, al no contravenir los artículos 1, 4, 8, 12, 58, 79,
95 numeral 8º y 313 de la Constitución Política de Colombia; sin embargo, se declaran algunas
excepciones que regulan lo referente a sus competencias y procedimiento.
En primer lugar, la excepción planteada en el nombrado artículo permite hasta determinación
legislativa la práctica de actividades de entretenimiento y expresión culturales con animales citados
en la norma, en la medida que, se brinde la protección especial contra el sufrimiento y el dolor
durante el transcurso de actividades. En segundo lugar, estas actividades únicamente podrán
desarrollarse en municipios o distritos en los que las mismas sean manifestaciones de tradición
periódica, regular e ininterrumpidas. En tercer lugar, estas actividades solo podrán desarrollarse en
aquellas ocasiones en las que usualmente se han realizado en los respectivos municipios o distritos
autorizados. En cuarto lugar, que serán estas las únicas actividades que pueden ser exentas del
cumplimiento del deber constitucional de protección a los animales. Y finalmente, las autoridades
municipales no podrán destinar dinero público a la construcción de instalaciones para la realización
exclusiva de estas actividades.
REGLA JURÍDICA
La Corte Constitucional deja en evidencia que las excepciones expuestas en el artículo 7° de la Ley
84 de 1989 no contravendra la Constitución Política de Colombia si y sólo si se desarrollan bajo las
actividades de corridas de toros, actos de rejoneo, corralejas, becerradas, novilladas, tientas y riñas
de gallos y se tienen en cuenta las condiciones que regulan sus competencias y procedimiento.