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DE
HECHA POR
EN 1883 Y 1884
DIARIO DE LA EXPEDICION
Y ANEXOS
LIMA – PERU
1980
(c) Consuelo Samanez Ocampo de Samanez e hijas
1000 ejemplares
lmpreso en el Perú
Tipografía Offset SESATOR, Av. Sucre 1200, Pueblo Libre, Lima - Perú.
P R E S E N T A C I 0 N
3
Porras Barrenechea el año de 1943, siendo inaugurada el 2 de junio del
mismo año; en ella aparece el Sr. Samanez Ocampo entre los exploradores
serios e intrépidos.
Anteriormente fue citado en todo el curso de su Obra “Montañas de
Ayacucho” por el Coronel Pedro Portillo, quien, siendo Prefecto de
Ayacucho, hizo su Exploración siguiendo los pasos del Sr. Samanez
Ocampo.
En la primera página de dicho libro dice asi:
"Al estudiar la Historia y Geografía del Dpto. de mi mando leí
detenidamente el Folleto que contiene la Exploración de los Ríos Apurimac,
Ene, Tambo, Ucayali y Urubamba, hecha por el abnegado Patriota don José
Benigno Samanez, en los años 1883 y 1884. Por este estudio tuve
conocimiento:
1. De que los rios Apurímac y Ene eran navegables a vapor, desde la Boca
del Simáriba, que divide la Provincia de Huanta y La Mar;
2. Que las montañas de esas 2 provincias eran extensas y ricas;
3. Que los pocos habitantes de estas montañas, salvo muy honrosas
excepciones, eran egoístas y enemigos de su explotación y adelanto, de
índole más salvaje que la de los mismos infieles; y
4. Que desde el punto navegable del Río, hasta Ayacucho capital del Dpto.,
la distancia era solo de 25 leguas.
Desde entonces me decidí:
a) A ratificar personalmente la Exploración del Sr. Samanez y otros, para
disipar las dudas de algunos escépticos.
En otro párrafo (pag. 23) siguiendo siempre al Sr. Samanez Ocampo,
Portillo hace mención de la correntada del Cachingari, aseverando que estos
trechos no son tan terribles, cual nos refiere el Sr. Samanez en su Folleto.
Respecto a este dato hay una aclaración hecha de puño y letra de su hijo
David Samanez Ocampo, quien tambien viajó a la Selva, que dice:
4
"Es necesario tener en consideración que el Sr. Samanez a quien se
alude, navegó en la fuerza de la creciente de los ríos, en que duplican por lo
menos su velocidad".
En otra parte del libro de Portillo (pág. 103) se lee lo siguiente:
"Para probar lo contrario de lo que dicen esos hombres sin conciencia ni
patrimonio, sobre la innavegabilidad de los ríos Apurimac y Ene, me
permito incertar algunos párrafos de la Memoria del Valiente y malogrado
Explorador Sr. Samanez y Ocampo, viajero atrevido e infatigable, a quien
todavía la Patria no ha reconocido como debe sus importantes trabajos".
Finalmente, escribe:
"Por lo que yo he observado en esta excursión, puedo asegurar que
toda la relación que hace el Sr. Samanez en su importante Memoria es
verídica y exacta".
Los Misioneros de Ocopa han hecho referencia al Diario del Sr.
Samanez Ocampo en sus Obras una y otra vez, siendo el Padre Gabriel
Sala, Prefecto Apostólico en ese entonces del Departamento de Loreto,
quien le guardó mayor deferencia y aprecio, como consta en la carta que le
escribe felicitándole y que se guarda como reliquia en el Archivo que
conservamos con cariño.
Tambien hoy en día es tomada en cuenta por el CAEM (Centro de
Altos Estudios Militares) su investigacón de la zona de Apurimac frente a
Ayacucho, hoy magnífica Colonización llamada Pichari, faja que
recomendó como inmejorable para la agricultura.
Además muchos otros personajes, como Don Nicolás de Piérola,
peruanos unos y extranjeros otros, de valía y estudiosos se interesaron
vivamente por estas Exploraciones, que fueron realizadas sin que ninguna
entidad oficial o particular la auspiciara en fornia alguna. Atenida solo a
sus propios esfuerzos y sacrificios.
5
Llama también, profundamente la atención la claridad y amenidad de sus
relatos, su veracidad tan honda, el espíritu de observación tan inteligente y
la versatilidad de los temas que toca, como es, la descripción que hace de
las distintas tribus salvajes, por entre las cuales pasa sin que en ella haya
un átomo de exageración y sin embargo tan pegada a la realidad, que casi
parece un estudio hecho por un Etnólogo; siendo al mismo tiempo sus
cualidades más saltantes su gran sencillez, modestia y espíritu de justicia,
dando a cada uno de los que figuran en sus páginas, el mérito que le
corresponde, poniendo siempre por sobre todo su amor a la Pairia,
ofreciéndole sus conocimientos de la Amazonía como un medio, para salir
adelante de la situación caótica en que quedó el Perú a raíz de la Guerra
con Chile.
6
PR0L0G0
1
El lugar de nacimiento fue la hacienda Huambo ("El Pasaje") en el distrito
de Huancarama, provincia de Andahuaylas, departamento de Ayacucho
(posteriormente departamento de Apurímac).
Así lo manifestó en diversos pasajes de su Diario de expedición de los años
1883-84 y en sus escritos menores con legítima unción patriótica:
"Previendo -decia en aquél documento- el estado de cabal ruina y
postración en que el país quedaría después de la guerra, sin otro
medio eficaz de levantarse que el de abrirse paso a la región
amazónica y por ella al Atlántico, hallando así fuentes inagotables de
riqueza y comercio, me propuse llevar a cabo, a costa de cualquier
sacrificio y sin otro auxiliar que esta fe, la expedición que hacía años
proyectaba".
En otro documento fechado el 28 de abril de 1884 (carta a su amigo
Tomás Polo) manifestaba emocionadamente:
"En este inmenso emporio de riqueza y de hermosura, puede fundarse
un nuevo Perú: grande, rico y floreciente; y ahora más que nunca,
cuando la desgracia ha sido tan constante en perseguirnos en la
funesta querra que la injusta y criminal Chile nos ha hecho y nos
hace".
De espíritu inquieto y de gran inclinación por los estudios cientificos
(llegando a ellos a través de una formación enteramente autodidáctica),
Samanez Ocampo solía llevar consigo en todas sus expediciones, al lado de
las provisiones indispensables, algunos libros de consulta, a los cuales
muchas veces rectificaba o ampliaba en sus apreciaciones descriptivas. En
un ejemplar de El Perú de Raimondi -que la familia conserva con legitimo
orgullo y que Samanez Ocampo leia "de descanso en descanso y bajo la
protección de un toldo" - encontramos varias anotaciones de su puño y letra
sobre aspectos que el sabio italiano dejó de mencionar. Son frecuentes
también, sus citas a los escritos y planos del ingeniero Arturo Wertheman,
del Almirante Juan R. Tucker, del Conde Francisco de Castelnau y del
Capitán de Fragata Francisco Carrasco (Jefes de la Comisión peruano-
francesa que recorrió esos parajes a mediados del siglo pasado). Su juicio
sobre Juan Gastelú -que había presumido de haber navegado todo el Ene- es
duro y severo, censurándole por haber falseado burdamente la verdad.
8
La inquietud de Samanez Ocampo por explorar la Selva -según propia
versión- se remonta a sus años de juventud cuando la idea de hallar una "vía
de comunicación entre los departamentos del interior y el Ucayali por
medio del Apurímac" representaba una de las alternativas más serias para
conseguir "la prosperidad del Perú". El afán de hacer realidad este
pensamiento, lo llevó a organizar una "exploración parcial" en el Apurimac
por el mes de diciembre de 1878. El punto de partida fue la hacienda "El
Pasaje", llegando hasta la desembocadura del río Pampaconas.
Lamentablemente, la exploración tuvo poco éxito. Meses después, en junio
de 1879, hizo otro intento; esta vez llegó hasta el río Anchihuay, donde
encontró que los campas navegaban en canoas y balsas. No estando
preparado para ir tan lejos, regresó de dicho punto con el "propósito de
volver el año siguiente hasta el Tambo o hasta el Ucayali". Aspiración que
no se cumplió, pues fue llamado al servicio de la Patria: "primero como
subprefecto de la provincia de Andahuaylas y, en seguida, como prefecto del
departamento de Ayacucho durante los años 1880, 81 y parte del 82".
Estando de Prefecto en Ayacucho, Samanez Ocampo consiguió que el
Gobierno de Piérola ordenara una expedición a partir del embarcadero de
Quimpitiriqui en el Apurímac, la que al mando del Mayor Pedro Fernández
Prada, llegó a Chivoquirohuato más abajo de la desembocadura del Mantaro.
Con motivo de los sucesos políticos internos que tuvieron lugar poco
después, Samanez Ocampo renunció a la mencionada Prefectura, volviendo
a la vida privada. Una vez en casa, retornó la idea de efectivizar el proyecto
de toda su vida: "explorar el Apurimac, Eni y Tambo hasta el Ucayali y
regresar por el Urubamba", tratando de determinar desde dónde era
navegable "el primero y saber si era posible abrir un camino de herradura
desde el último punto navegable de dichos ríos a los Departamentos de
Ayacucho, Apurímac y Cuzco". Con esa intención y con su propio peculio,
formó en 1883 una verdadera empresa bajo la razón social "Expedición José
Benigno Samanez Ocampo y Compañía". Se asoció, nominalmente,
9
con los señores Santiago S. Olizábal, Dionisio Truyenque, Antonio
Almanza, Federico Pietrosanti, Isaac Velarde, Adriel y Abel Montes, Daniel
Truyenque, Ildefonso Arellano, Pedro Valle y Luis A. Salas2. Contrató los
peones necesarios y se apertrechó de lo indispensable para la buena marcha
de la expedición. Por el testmionio de su nieta la señora Consuelo Samanez
Ocampo de Samanez, sabemos que nuestro personaje acudió a los
pobladores de Andahuaylas para solicitarles dinero en calidad de préstamo e
iniciar asi su expedición; para ello, hipotecó sú úinica propiedad: la hacienda
"El Pasaje". Lo que descarta la versión aquella de la ayuda oficial recibida.
Además, en su Diario de expedición Samanez Ocampo consigna estas
palabras: "Todos los gastos de la expedición corren de cuenta y cargo solo
del suscrito". Inclusive -según é1 mismo confiesa- la idea de la expedición
no tuvo la acogida ni la feliz aceptación de sus propios paisanos: "El
departamento de Apurímac de donde parte mi camino -dice en otra parte del
documento- vio no solo con indiferencia, sino con desprecio mi expedición,
tratándome los más de visionario y loco". ¡Incomprensión que no consiguió
abatir su espíritu! Todo lo contrario.
Además del objeto señalado, la expedición se proponía, en la medida en la
medida de lo posible, explotar algunos productos de esos lugares como
caucho (que empezaba ya a despertar interés y que tiempo después
alcanzaría una explotación fabulosa), maderas finas, resinas, etc. y adquirir
"todos los datos posibles relativos a la región que baña el Ucayali y los
caudalosos ríos que lo forman".
La expedición (que parte se hizo por tierra y parte por agua) demoró algo
más de quince meses, del 8 de agosto de 1883 al 30 de noviembre de 1884.
Partió nuevamente de "El Pasaje" y concluyó, en su recorrido de ascenso y
después de muchas penalidades, el 2 de febrero de 1884 con el
establecimiento de los exploradores en Providencia lugar ubicado en la
"boca de los ríos Tambo y Urubamba". Escritas desde este sitio, hemos
hallado dos cartas de nuestro personaje dirigidas
10
2
También formó parte de la expedición (cuando apenas contaba con 17 años de edad) su
hijo David, más tarde Presidente de la República.
a unos amigos suyos y publicadas por El Comercio el 7 de octubre de 1884.
La primera, con fecha 19 de abril, dirigida a Martin Pio Concha, en la que le
manifiesta "Iiaber llegado por el temido Eni sin no?)edad" y encoiitra,rse
residiendo en un "interesante y hermoso sitio". Termina diciéndole: "El Eni
es todo navegable y sin ningún mal paso". La otra carta, fechada el 28 del
mismo mes, estaba dirigida a Tomás Polo. Entre otros asuntos de gran
interés le daba a conocer lo siguiente:
"Nuestra bajada por el Apurímac y Tambo ha sido feliz, pues dichos
ríos no ofrecen casi peligros, y sus habitantes no son tan malos como
se les pinta. Al llegar a esta región hemos encontrado magnificencia
y una riqueza incomparables e indescriptibles, superando en mucho
la realidad a cuanto podríamos haber imaginado, aun con la mayor
exageración, y cubiertas de una riquísima y soberbia vegetación, se
hallan cruzadas por caudalosos ríos de curso tan suave, que ni ruido
hacen y que en todo el año se puede viajar hasta el Atlántico, asi
como remontarlos fácilmente".
Después de una visita a la misión de Callaría en el Bajo Ucayali y de
permanecer por varios meses en la zona (reconociéndola y explorándola), la
expedición emprendió el viaje de retorno de Providencia por el Urubamba el
26 de setiembre de 1884, para Ilegar a Rosalina en noviembre del mismo
año, después del penoso paso del Pongo de Mainique. Asi culminaba la
empresa de estos arriesgados expedicionarios, dirigidos por el propio
Samanez Ocampo, descubridor del río Ene y explorador infatigable de los
ríos Apurimac, Tambo y Urubamba3.
11
3
Mérito suyo fue sin duda haber arribado a ese "interesante y hermoso sitio" que é1
bautizó -para perennizar su agradecimiento al Ser Supremo- Providencia. Precisamente
en la "Sala Raúl Porras" de nuestra Biblioteca Nacional (Sección Manuscritos) hemos
encontrado un interesante expediente fechado en Lima el 18 de agosto de 1886 (diez días
antes de viajar a Iquitos para hacerse cargo de la Prefectura) en el que Samanez Ocampo
solicita al Ministro de Gobierno, Policía y Obras Públicas se le expida el título de
propiedad de los terrenos comprendidos en aquel paraje. Que sepamos, fue la única vez
(y con legítimo derecho) que Samanez Ocampo reclamó al Estado una merced en
compensación a sus sacrificados servicios en beneficio de la casi olvidada región
selvática. La humildad y el desinterés, fueron la norma de su vida.
Evidentemente, en determinados momentos la expedición -como lo
atestigua el propio Samanez Ocampo- fue "penosa y cruel", atravesando
bosques impenetrables, ríos profundos y precipicios "cuya sola vista
horripila". Asimismo, los expedicionarios permanentemente corrieron el
riesgo de muerte, ya sea por efectos del clima malsano de ciertas partes de la
región (el mismo Samanez Ocampo estuvo en más de una ocasión al borde
de la muerte victima de la fiebre producida por la terciana; algunos de sus
compañeros fallecieiron en el trayecto); o por el ataque de los feroces indios
ayacuchanos celosos de su habitat (Chungui, Ancco e Iquicha). De todos
esos riesgos -confiesa humildemeiite Samanez Ocampo- "salvamos gracias
a la ayuda y protección de la Divina Providencia" 4
A medida que avanzaba la expedición, íbase poniendo nombre a los
lugares localizados con un doble propósito: 1º. Recordar alguna fecha
significativa del calendario nacional e internacional que coincidía con el
arribo al lugar y 2º. Perennizar aquellos sucesos, percances o simplemente
anécdotas ocurridas durante la marcha. De ahí que muchos de estos
nombres, sobre todo en el segundo caso, resultan curiosos -y porque no
decirlo también-incomprensibles para el lector de hoy. Es importante
subrayar -como síntesis de la peruanidad vivida por Samanez- que al lado de
sus infaltables libros, la expedición llevaba el bicolor patrio para ser
utilizado, precisamente, al momento de tomar posesión del lugar y asignarle
el nombre respectivo.
12
4
Resulta confortante e interesante el fervoroso catolicismo que Samanez Ocampo revela
en sus escritos; constantemente agradece a la Divina Providencia por la culminación
feliz de los parajes que recorre y por librarlos de las múltiples amenazas a que se
hallaban sujetos. En uno de sus documentos manifiesta: "En el dolor y en la pena,
en el abandono y cuando se ve la insuficiencia de la fuerza humana, cuando todo lo
que esperábamos o creíamos se desvanece y falla y se ve al hombre, perdido en
bosques solitarios y frente a frente, con la naturaleza agreste, gigante e
inhospitalaria, entonces, que consuelo es pensar en Dios que también está allí".
Como resultado de sus importantes observaciones a lo largo de esta
expedición -que costó finalmente a su autor mds de S/. 4,000.00- podemos
resumir el aporte de nuestro personaje en estas dos conclusiones: 1º. Que era
posible la navegación en lanchas a vapor por todo el Tambo, todo el Ene y
por parte del Apurímac hasta el punto denominado Omaya; y 2º. Que era
igualmente navegable, con lanchas a vapor, el Urubamba, desde su
desembocadura hasta la confluencia del Cananashi, 219 millas. A estas dos
consideraciones, habría que agregar una tercera que viene a sintetizar el
valioso legado de Samanez Ocampo y sus compañeros: corresponds a ellos
el mérito de haber navegado por primera vez todo el desconocido y
misterioso Ene, "tan importante como temido".
Paralelamente a todo lo manifestado hasta aquí, vale la pena consignar
algo que el propio Samanez Ocampo nos refiere: en 1886 tuvo que optar
eritre la Diputación por Andahuaylas y la Prefectura de Loreto; su decisión
final fue por esta última, pensando en la posibilidad de continuar a través de
ella la búsqueda de una vía de comunicación directa con la región del
Ucayali y, por medio de ella, con las zonas del Yurúa y Purús, advirtiendo
asi la enorrne importancia estratégica que para ello tenían los llamados
varaderos. Una vez más, pues, su firme y decidida vocación por la Selva lo
Ilevó a aceptar tal compromiso, deshechando la cómoda y tranquila posición
que le ofrecía la otra alternativa. Desafortunadamente, la muerte truncó su
propósito 5.
Ahora bien; los documentos que en esta oportunidad se publican en un
solo volumen (sin modificación alguna en su estructura original) y gracias a
la feliz iniciativa de sus descendientes en la persona de la señora Consuelo
Samanez Ocampo, han sido agrupados en dos secciones: la primera, incluye
el varias veces citado Diario de expedición de los años 1883-84; y la
segunda, bajo el título genérico de Anexos, consigna varios documentos de
fechas diferentes, que reafirman el per-
13
5
Ocurrida en Iquitos el 15 de noviembre de 1887 a las 4.44 a.m., la muerte sorprendió a
Samanez Ocampo casi en una total miseria, al punto que sus amigos íntimos tuvieron que
hacer una colecta pública para darle cristiana sepultura. Falleció a los 49 años de edad y
lejos de su familia.
manente interés de su autor por el estudio y exploración de nuestra Selva.
Ambas secciones, se complementan con dos Indices (onomástico y
toponímico) que han sido preparados para facilitar la idenitificación de
nombres y lugares entre la rica literatura que allí aparece.
De los seis documentos insertos, sin duda alguna el Diario de Expedición
de los años 1883-84 es el más significativo, tanto por su valioso contenido
antropológico, etnológico, geográfico e histórico, como por su relevante
mensaje de reafirmación nacional no sólo vigente para esa época, sino
también para los años venideros. Publicado inicialmente en 1885 en la
Imprenta de "El Pais", en un volumen de 70 páginas (más un croquis), la
edición fue costeada íntegramente por su autor; hoy, esa edición representa,
una verdadera rareza bibliográfica 6.
Consultado y citado por viajeros y estudiosos en general (nacionales y
extranjeros), el Diario contiene una pormenorizada relación de lo acontecido
durante el tiempo que duró la exploración, proporcionando datos utilísimos
sobre la zona y diversas sugerencias sobre caminos y colonización,
agregando además -como lo subraya Basadre- emocionadas consideraciones
de índole patriótica7. A lo largo de sus páginas se descubre a un autor de
estilo limpio, directo y ameno describiendo los pasajes que observa;
revelando, asimismo, un profundo conocimiento en los parajes que transita.
La precisión y certeza de los datos que consigna (correntadas, desfiladoros,
precipicios, sendas, pongos, vegetación, lugares, distancias, latitudes, curso
de los ríos, etc.) y la minuciosidad de la información, complementan
indudablemente la visión de la naturaleza que Samanez Ocampo nos quizo
transmitir en su bello relato.
14
6
En el tomo XI de su monumental Colección de leyes, decretos, resoluciones y otros
documentos oficiales referentes al Departamento de Loreto (Lima 1905-1909) Carlos
Larrabure y Correa reprodujo íntegramente el texto de dicho Diario, por contener
"mucbos datos de verdadero interés sobre todo tratándose del río Ucayali".
Posteriormente, no ha merecido otra reedición.
7
Desde un principio, el libro tuvo una excelente acogida tanto en nuestro medio como en
el exterior, circulando -acompañado de grandes elogios- en Estados Unidos de
Norteamérica y Europa. Se le tradujo al inglés, solicitándosele al autor autorización para
hacerlo también al francés.
relato. Además, la pormenorizada e interesantísima descripción que hace de
algunas tribus como los campas, piros, conivos, shipivos y amahuacas, lo
convierten en una fuente de consulta obligada para el conocimiento e
investigación del modo de vida, costumbres, religión, comercio, vestimenta,
alimentación y hábitos de aquellas gentes.
Por último cabe rescatar de este Diario de expedición dos enseñanzas -
ambas de enorme significado histórico y geopolítico- que como lecciones
permanentes su autor señaló con franqueza y realismo: 1º. La censura a las
luchas fratricidas que por esos años alcanzó signos de extrema gravedad y
2º. La clara advertencia de la amenaza (permanente y latente) que supone la
presencia del Brasil como país vecino en la región oriental. Basta leer las
últimas páginas de dicho documento, para tener una idea precisa de la honda
preocupación de Samanez Ocampo por estas dos situaciones.
Al finalizar estas lineas, deseo expresar mi profundo agradecimiento a la
familia Samanez Ocampo, en la persona de la señora Consuelo, por la
confianza que en todo momento me brindó en la cristalización de esta noble
tarea y por haberme permitido consultar el pequeño pero significativo
Archivo de su egregio antepasado. A mi esposa Gloria que leyó el original
del prólogo con la atención y la minuciosidad de anteriores oportunidades.
Al señor Julio Alva Flores, del Instituto de Estudios Histórico-Marítimos del
Perú, por la colaboración prestada.
15
EN BLANCO
Homenaje de profunda admiración y
cariño de sus nietos:
Carlos Benigno
Consuelo
David y
Alejandrina.
"En las peores condiciones de fortuna, escaso de
recursos y sin hallar nadie que quisiese ayudarme con
ellos, hé podido, en compañía de mis intrépidos y
abnegados compañeros, llevar a cabo mi empresa...
¿Cuál ha sido el resultado? Todos los días bendigo la
hora en que puse en práctica mi propósito: pues, dejando
un verdadero purgatorio, he ido a encontrar un paraíso
lleno de promesas que nada tienen de imaginarias
ciertamente".
18
DEL AUTOR
19
Desempeñando en Ayacucho este último cargo, comisioné, con acuerdo
del Supremo Gobierno, entónces existente en dicha ciudad (1881), al Mayor
Pedro Fernandez Prada, enviándolo á las montañas de Huanta, para que
hiciese un reconocimiento del camino desde Huanta hasta el punto llamado
Quimpitiríqui, situado á la orilla del <<Apurimac>>, hasta donde hay una
mala senda; y que navegase el rio aguas abajo tanto como le fuese posible.
Dicho oficial desempeñó satisfactoriamente su comisión, habiendo
adelantado hasta Chivóquirohuato, punto situado poco mas abajo de la
unión del <<Mantaro>> con el caudaloso <<Apurimac>>, é informó que era
fácil abrir un buen camino desde Huanta hasta el embarcadero de
Quimpitiriqui, y que, para la navegación, no presentaba obstáculos
considerables el rio, en toda la parte por é1 reconocida. Su informe iba
acompañado de un plano; y elevados ámbos por mí al Jefe del Estado, señor
Piérola, á fines de Noviembre del 81.
Con motivo de los sucesos políticos que tuvieron lugar poco después,
renuncié a la Prefectura de Ayacucho, volviendo á la vida privada.
De regreso á mi casa, pensé nuevamente en realizar el proyecto de toda
mi vida, que era, bajar por el <<Apurimac>>, <<Eni>> y <<Tambo>>, hasta
el <<Ucayali>> y regresar por el <<Huillcamayo>> ó <<Urubamba>>,
reconociendo así ambas hoyas y tener datos prácticos positivos sobre las
dos, que pueden ser mui útiles, mas que nunca ahora que la guerra ha puesto
en estado de completa ruina á nuestra infortunada pátria; ruina de la que solo
la hoya amazónica podrá levantarla.
Cierto es que la hoya del Eni, parece un territorio inexplorable, ó via
tenebrosa, erizada de escollos y de las agudas flechas de los feroces campas
que asesinaron al Padre Chimini y otros; pero el deseo de descubrir esta vía
que favorece á varios Departamentos y el interés de lo desconocido, me han
impulsado á llevar adelante mi proyecto.
Con aquel fin, he hecho preparativos necesarios. Hé contratado los
peones que deben acompañarme; y he organizado la "Expedición José
Benigno Samanez Ocampo y Compañía", asociándome con los señores:
Santiago S. Olazabal,--Dionisio Truyenque,--Antonio Almanza,---
Federico Pietrosanti,-- Isaac Velarde,- Adriel y Abel Montes,--Manuel
Truyenque,--Ildefonso Arellano,-- por quien va Luis Grippo,--Pedro
Valle, y Luis A. Salas,-- bajo la razon social de "José Benigno Samanez y
Cornpañía". Su objeto es explorar el curso de los rios Apurimac, Eni y
Tambo y, de vuelta, el Urubamba; ver desde dónde es
20
navegable el primero (el último yá fué explorado por el ingeniero Fórbes y
otros), y saber si es posible abrir un camino de herradura desde el último
punto navegable de dichos rios á los Departamentos de Ayacucho, Apurimac
y Cuzco. La Empresa se propone tambien explotar, si le es posible, algunos
productos de esa region, como caucho, maderas finas, resinas, etc. y adquirir
todos los datos posibles relativos á la region que bañan el Ucayali y los
caudalosos rios que lo forman.
Todos los gastos de la expedición corren de cuenta y cargo de sólo
Samanez.
El señor José Gregorio Prada con sus hijos, han querido tomar parte
tambien en esta empresa; pero, en momentos casi de marcha, se han
separado de ella por no haber sido posible ponernos de acuerdo acerca de su
participación y beneficios en la empresa.
Para facilitar la conducción de las cargas siquiera en parte, he hecho
componer y tambien abrir un camino desde el Pasaje hasta Chontabamba,
punto distante del primero 24 leguas.
Concluido este trabajo, emprendemos marcha, saliendo yo de mi hacienda
Pasaje, situada á la orilla izquierda del Apurimac y entre la confluencia de
los rios Pachachaca y Pampas con el primero, en la provincia de
Andahuaylas, en la fecha en que comienzo éste.
21
EN BLANCO
DIARIO DE LA EXPEDICION
AGOSTO DE 1883
23
y Luis Salas, sócio encargado de la continuación á mi costa del trabajo del
camino á Pampaconas y adelante.
SETIEMBRE DE 1883
24
Set. 7.- Salto-del-Sapo.- Embarcados otra vez, ahora en siete balsas en que
convertimos las cuatro anteriores, hemos adelantado solo una milla hasta
esta playa, de donde regresan las balsas mas ligeras por la carga sobrante.
No es posible hacer mayor número de balsas, por ser nuestro personal
insuficiente para manejarlas; ni es posible tampoco hacerlas mui grandes
porque no habría medio de gobernarlas en medio de tantas cascadas, piedras,
remolinos, etc. Por esta razón la misma balsa grande que traíamos la hemos
convertido en dos menores.
Set. 8.- Osambre-grande.- Continuamos viajando de la misma manera,
parte por agua y parte por tierra. Pasamos á la banda derecha, á una orilla
rocallosa y muy desigual, hasta la playa de Osambre, situada á la izquierda
del rio Pampaconas, sin que tampoco hayan podido llegar todas las cargas,
que han quedado diseminadas en el trayecto.
Hemos hecho 3 millas.
Set. 9.- Idem.- Se há traido el resto de las cargas por la mañana y
descansamos el resto del dia 9: es Domingo. El rio Pampaconas es bastante
caudaloso y desciende de los nevados de ldma grande, Vilcabamba y
Choqquesapra, tributando sus aguas al Apurimac por la derecha. Quede
consignado que este último recibe, desde El Pasaje hasta aquí, los rios
siguientes: Pintoce y Ranzapata, Mapillo y Huachas, Lucmabamba y
Chontabamba, chicos; y Pampaconas, grande; por la derecha; y por la
izquierda, el Pachachaca y el Pampas, grandes, y los chicos: Chaupimayo,
Chapi, Límonnive, Tincoc, Challhuamayo y Chinchibamba.
Un episodio curioso nos aconteció en la tarde de este dia en Chinete,
precioso Ilano situado frente á la boca del Pampaconas, y cultivado por tres
ó cuatro familias, lugar adonde fuí de paso y con el fin de visitar á un
hombre honrado y trabajador que reside allí, llamado Pablo Rivas, en cuya
casa me alojé yá dos veces en mis expediciones anteriores.
Poco rato después de llegar á su casa con algunos compañeros, llegaron
tambien cuatro indios de Chungui, quienes dijeron ser comisionados de las
autoridades y del pueblo, al que dejaban, segun ellos, en una alarma
extraordinaria. Mandábanlos á averiguar quienes éramos y lo que
pretendíamos, previniéndonos, además, de que el pueblo estaba decidido á
impedirnos continuar, y á atacarnos en gran número el dia siguiente, con
cuyo objeto se hallaba yá reunido en las alturas.
No me sorprendió tal mensaje; pues de antigua fecha sé que los
habitantes de los distritos de Chungui, Ancco é Iquicha tienen la costumbre
de asaltar en masa, para asesinar y robar, a todo viajero que tiene la
desgracia de cruzar por su
25
territorio y caer en manos de estos infames, mucho peores que los salvajes.
No hace un año que los de Ancco pusieron en estado de muerte al señor
José Gregorio Prada y sus dos hijos, acometiéndoles á pedradas y palos entre
más de doscientos de estos bandidos solo por que cruzaban su distrito. Es
muy conocida por todos la historia de este crímen, que ha quedado impune
sin embargo.
Reprendí ásperamente á los mensajeros; díjeles que de nada tenían que
pedirme cuenta, puesto que éramos conocidos, que viajábamos por el rio y
por tierras del Departamento del Cuzco, añadiéndoles que deseaba vinieran
los centenares de hombres, que me aseguraban estar reunidos en las alturas,
para hacer con ellos un buen escarmiento.
Dias antes supe tambien que los de Ancco se preparaban á asaltarnos
mas abajo de Sinquibeni. Informáronlo así tres espías suyos á mis peones,
aconsejándoles fugar y dejarnos solos, con cuyo motivo dí parte al
Subprefecto de Lamar, por un propio que mandé de Cotabamba, para que
tomase las medidas convenientes y se evitase los desórdenes que podían
ocasionar esos malvados, estando nosotros resueltos á defendernos á todo
trance y vender caras nuestras vidas.
Set. 10.- Playa-de-los-Libres.- Hoi hemos pasado todas las cargas á la
orilla izquierda, por donde han sido trasportadas por los peones hasta el fin
de una larga y peligrosa correntada, con cascada al centro, ocasionada por la
desembocadura del torrentoso Pampaconas, que acarrea muchas piedras.
Las balsas han pasado con solo sus remeros, no sin grave riesgo, habiéndose
volcado una, cuyos remeros, que eran tres, se fueron al agua en un
torbellino. Tuvieron la fortuna de asirse á la balsa y salvar felizmente,
auxiliados por las otras balsas, algunas cuadras mas abajo, habiendo sí
perdido los náufragos sus remos.
Una vez carga y balsas bajo la correntada en la playa de Chinete,
repasamos el rio, viniendo á esta orilla de la derecha, lugar que hemos
llamado Playa de los Libres; pues allí termina la jurisdicción de todos
aquellos miserables que acabo de mencionar. Mas abajo no se encuentran ya
sino algunos salvajes y se respira el aire de la libertad, la moralidad y la
independencia. Avanzamos solo una milla.
Set. 11.- Remolino.- Seguimos embarcados en todas las balsas hasta la
playa Ilamada del Remolino, en la que tenemos que abandonar
definitivamente nuestras balsas; pues aquí principia una série interminable
de cascadas, infranqueables y sin playa. Esto nos obliga á continuar la
marcha hasta Sinquibeni.
26
Recorreremos así una considerable distancia, cruzando todo el cerro de
Yunga por entre bosques casi impenetrables, cuestas pendientísimas,
desfiladeros y precipicios peligrosos, resignándonos á la lentitud de esta
marcha; lentitud inevitable, pues es forzoso hacerla abriendo senda a
machete, pico y lampa, para el acarreo de mas de ciento veinte cargas, y ya
con solo diez y seis peones. De veintiuno que salieron con nosotros, dos
quedaron enfermos ántes de Chontabamba, uno de los cuales había muerto, y
de los diez y nueve restantes, uno ha fugado y dos han caido enfermos con
tercianas.
Hecha la senda, se designará el sitio de parada y se trasladará allí las
cargas, en siete, ocho ó más viajes. Avanzamos á paso de tortuga, pero
yendo adelante.
Tambien se ha declarado terciana en los compañeros Almanza y
Velarde.
Hemos hecho dos millas.
Set. 12.- La Cueva.- Del anterior parage adelantamos hasta esta playa,
que en mi precedente viaje Ilamé La Cueva, por hallarse aqui una que sirve
de alojamiento. Atravesamos la hermosa pampa llamada Capiro.
Set. 13, 14 y 15.- ld.- Acarreo de cargas por los peones. Los sócios nos
hemos ocupado en exploraciones y en la apertura de senda.
En este sitio se han fugado dos peones. Con el anterior, son ya tres los
partidos.
De Remolino aquí hay tres millas.
Desde este lugar, abundan mucho los murciélagos.
Set. 16.- Domingo: há sido consagrado al descanso.
Set. 17.- Sapacani.- Continuamos a Sapacani por la misma playa del rio,
midiendo, desde esta fecha, las distancias por pasos, en la marcha por tierra.
El 18 se acabó de trasladar las cargas, habiendo avanzado 4,400 pasos.
Los pasos los calculamos de 2 piés y medio.
Set. 19.- Cedropata.- Avanzamos hasta esta alturita, teniendo que subir
una cuesta, tan pendiente que hai que andar á gatas. Aquí principia la cuesta
de Yunga, que tanto temíamos.
De Sapacani á aquí hai 1,600 pasos.
Set. 20, 21, 22.- ld.- Acarreo de cargas.
Set. 23.- Mercedes.- Hoi nos hemos trasladado de Cedropata á la parte
alta de la cuesta, habiendo avanzado 4,200 pasos. Parte del camino es de
cuesta pendientísima y el resto se compone de faldas y pequeñas subidas y
bajadas, hasta este punto en que termina la subida. Hemos Ilamado á este
punto Mercedes en memoria del día de mañana.
27
Set. 24.- ld.- Nos quedamos aquí, mientras los peones trasladan las
cargas á la jornada siguiente, que llamarémos las Dos-aguadas.
De Cedropata fueron en exploración los compañeros Truyenque y
Almanza hasta la playa de Yunga. Volvieron á los tres dias, guiados por los
salvajes Biviano y Luis, que viven en las alturas de Sapacani, de donde
vinieron á visitarnos. En su exploración determinaron la dirección que debía
Ilevar la senda y los sitios de jornada.
En uno de los viajes que hacían los peones con las cargas, marché con
ellos y algunos compañeros, en interés de divisar, desde una cuchilla
próxima, que en mi anterior viaje llamé Mirador, la hermosa pampa de
Sinquibeni.
Atravesábamos una falda pendientísima por la estrecha senda abierta
poco antes, cuando, al voltear una cuchilla, sentí la caida de álguien que se
desbarrancaba. Momentos después oí el estertor de la agonía de un hombre
que se ahoga. Apresuré la marcha y grité á D. Dionisio Truyenque (quien se
habia lanzado ya tras el despeñado para socorrerlo) que aquel infeliz, uno de
los peones, se ahogaba, y que se apresurase. Así lo hizo; y llegó tan
oportunamente, que pudo cortar á tiempo la cuerda de cuero con que el peón
llevaba a cuestas un cajón, el que, dando vueltas durante la caída, estaba
ahorcando al infeliz y solo le faltaban segundos para espirar. Hallábase,
además al borde de un barranco de inmensa altura y cortado á pico. Aquel
pobre hombre salvó mediante este oportuno auxilio.
Casi todas las marchas que tenemos que hacer son por parajes
semejantes á aquel y el mas pequeño descuido, ó una mala pisada, bastarían
para ocasionar una desgracia irreparable.
Tan penosa y cruel marcha nos vemos obligados á hacer por entre
bosques impenetrables y precipicios, cuya sola vista horripila, sin embargo
de haber camino de herradura por la banda opuesta en el territorio de Ancco
y Chungui, por la razón ya indicada de que sus habitantes, mas feroces y
malvados que los salvages cashivos ó siriniris, se oponen á todo transito por
sus tierras. Lástima nos dá ver á nuestros pobres peones escalar precipicios
casi verticales, ó deslizarse por desfiladeros, en una senda que no tiene una
cuarta de ancho, con sus cargas de tres á cuatro arrobas de peso. Nosotros
mismos, menos acostumbrados que ellos á llevar carga, tenemos a cuestas
nuestros rifles, municiones, remos y algunos chismes.
El 26 hicimos un viage a Dos-aguadas, llevando remos y otras cosas,
para aligerar la carga de los peones; y regresamos.
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Páginas manuscritas del original
del
Diario de Expedición 1883 y 1884
(FOTOCOPIA)
Set. 26.- Don-Adriel.- Levantamos el campo y marchamos con intención
de avanzar hasta la casa del salvage Valentin, antiguo amigo mio; pero,
habiendo perdido tiempo por esperar nuestro equipaje, pasamos la noche en
una estrecha cuchilla, que hemos llamado Don-Adriel, por haberse
enfermado aquí mi sobrino Adriel Montes.
Hemos andado 6,000 pasos.
Tuvimos tormenta; pero se disipó luego.
Set. 27.- Valentinoa.- Continuamos hasta la casa de Valentin, situada
en una hermosa falda del cerro de Yunga y como á dos millas del rio. Aqui
pararemos hasta que lleguen todas las cargas.
Hemos avanzado 3,600 pasos.
Valentin nos há recibido mui bien. Su casa es un grupo compuesto de
diez ranchos, de los que nos há cedido cuatro. Como es mui trabajador,
tiene grandes chacras de yuca, abundando, además, en ella caña dulce, piña
y mágona (una especie de papa) de todo lo que nos dá á discrecion para
nosotros y los peones. Yo le hago tambien buenos regalos. Su familia
consta de él, su cuñado, Cabrero, otro pariente llamado Santos y sus
mujeres, teniendo una sola cada uno, contra la costumbre general de los
salvages, que casi todos son polígamos.
Del Pampaconas hasta aquí hai tres grupos pequeños de salvages campas
el primero, en la falda del cerro Huaina-Osambre y playa derecha del
Pampaconas, y se compone de Valeriano y su hijo, Casimiro, con varias
mujeres, además de otra familia nueva, que parece ser oriunda del valle de
San Miguel; el segundo, en el cerro de Sapacani, compuesto del viejo
Basilio, padre de Valentin, su yerno Luis y su hijo Biviano, viviendo las tres
familias en una sola casa (estos son polígamos); el tercero, es el de Valentin
y compañeros, que también viven juntos, trabajando siempre asociados.
En el trayecto que hemos recorrido desde Sacapani, el rio hace una gran
vuelta, dirigiéndose desde dicho punto al O., para torcer después
bruscamente al E. y luego al N., en cuya dirección vá hasta Sinquibeni. En
todo este trayecto hai un pongo estrechísimo, completamente desconocido,
que tiene como cuatro millas de largo y, segun me aseguran los salvages,
tiene cascadas y remolinos temibles. Basilio me ha referido que dos de ellos
intentaron explorarlo años atrás y, perecieron sin duda, pues no volvieron á
ser vistos mas.
En el vértice del ángulo que forma el rio al torcer del O. al E., recibe, por
la izquierda, un rio de las montañas de Ancco; por la banda derecha solo
entran en él el pequeño Sapacani y varias aguadas, siendo de notar, si, que
las aguas de infil-
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tración fluyen en tanta cantidad que aumentan notablemente el caudal del
rio.
Desde la pampa de Capiro, que está a la derecha del rio y de la falda de
la cuchilla del cerro Huaina-Osambre, la vegetación es soberbia, notándose,
sobre todo, la grande abundancia de elegantes palmeras de varias especies,
entre las que se distingue la bellísima y elevada Camona ó Huacrapona,
tan útil para la construcción de casas.
Cuanto mas descendemos el rio, tanto mas sensible es el cámbio en todo.
El horizonte se extiende ya bastante. Las montañas terminan en lomadas y
colinas de suave declive, dando lugar á hermosas llanuras en las orillas del
rio.
En Valentinoa, nombre que hemos puesto á este sitio, en honor del buen
Valentin, nos hallamos casi frente á frente de las Yungas de Ancco. El rio
tiene todavia correntadas mui fuertes que hacen imposible la navegación.
Aprovechando la parada en este punto, nos ocuparemos en sacar
cascarilla para combatir las intermitentes, que principian á atacar á muchos
de nuestra comitiva: hasta ahora han caído yá diez con ellas. La mejor quina
que hai aquí es la que en Santa Ana llaman verde-morada.
OCTUBRE DE 1883
NOVIEMBRE DE 1883
33
De las quince balsas Ilevaremos once y quedarán cuatro con sus remos y
cuerdas, con el fin de que vengan en ellas á nuestro alcance los conductores
de una nueva provision de víveres que mi esposa remitirá de El Pasaje. Tres
salvajes, contratados al efecto, servirán de guías á dichos conductores,
siendo uno de ellos el intérprete Inocencio.
Se há contratado tambien varios salvajes para que nos guíen y
acompañen hasta Acon, y sobre todo, para que nos pongan en relacion
amistosa con los de mas abajo. Su presencia nos servirá de garantía. Esta
gente en general es mui buena y dócil. La pereza es el único vicio que la
domina, sin el cual seria verdaderamente muy útil.
Nov. 10.- Idem.- Concluidos todos nuestros aprestos, hechos con la
mayor actividad y sin perder tiempo, hemos resuelto salir hoi precisamente,
á la hora que se pueda.
La marcha há sido organizada como sigue: 1º.- Balsa-exploradora, muy
angosta y ligera, sin carga ninguna, en la que iré yo con mi sobrino, Adriel
Montes, y un muchacho listo, llevando solo dos armas, un anteojo y la
bandera peruana, con la que se hará señales necesarias á las demas balsas, ya
para que desvíen hácia una ú otra banda del rio, ó para que ataquen á la orilla
mas inmediata, en caso de peligro (las señales están convenidas); 2º.- Canoa,
en la que irán el intérprete Inocencio y un sobrino suyo, que van de
acompañantes por dos ó tres dias y tambien con el objeto de reconocer el rio,
en sus malos pasos, para ir despues con la remesa; 3º.- Balsa aviso, sin
carga tambien, y los guías Silverio, Atanasio y un muchacho, pagados para ir
hasta Acon; 4º.- Balsa capitana, con carga; irán en ella los señores Olazabal,
Pedro Valle y el sirviente Barbarán; 5º.- Las demas balsas, en las cuales irán
dos de los socios y uno o dos peones en cada una, y sólo peones en otras.
En el manejo de nuestras embarcaciones casi todos tenemos bastante
práctica. Don Dionisio Truyenque, su hijo Daniel, yo, y casi todos mis
peones, tenemos la ventaja de haber aprendido el manejo de las balsas y
botes en el balsadero de El Pasaje, sito en rio que es el Apurimac unido con
el Pachachaca, en el cual hemos hecho innumerables expediciones y
pruebas, aguas arriba, desafiando los mayores peligros: no menos que en el
paso del rio, estando crecido, por ser de tránsito constante á los valles de
Santa Ana. Pietrozanti ha aprendido á remar en el mar. Mis sobrinos, los
jóvenes Montes, se pusieron expeditos en mui pocos dias de este ejercicio,
que comenzaron en El Pasaje, adiestrándose en Puerto Osambre. En cuanto
á Valle, es casi anfibio y mui diestro en el manejo de toda clase de
embarcaciones. Los demas com-
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pañeros se adiestraron tambien en aquel puerto: de manera que no
necesitamos, para la navegacion, de los salvajes, pudiendo salvar de todo
peligro sin ageno auxilio.
En esta confianza y arreglado todo como se há dicho, salimos hoi del
puerto de Parotoncca, que convertimos en astillero. El número de
expedicionarios es 30: socios 11, sirvientes 3 y peones 16, además de los
salvajes cuyo número aumenta ó disminuye casi cada dia.
Urabiari.- Nos pusimos en marcha á las 5 p.m. y llegamos en media
hora á Urabiari, avanzando tres millas. Como á la mitad del trayecto hai un
<<rápido>> suave, que se pasa por el centro, y poco mas abajo desemboca,
por la izquierda, el pequeño rio Chiquintirca.
Inmediatamente se descargaron todas las balsas, llevando las cargas á la
playa. Allí se aseguran, bajo de toldos; operacion que se verificarcá
invariablemente en toda la marcha, para evitar los mil percances que han
tenido que sufrir muchos expedicionarios por dejar sus embarcaciones
cargadas á flote. Para mayor seguridad las balsas son tambien traídas á
tierra. Excesivas pareceráin nuestras precauciones; pero no lo son en
realidad; pues el rio crece ó baja á todas horas, inesperada y rápidamente,
poniéndonos en mil apuros.
Nov. 11.- Inacione.- La primera diligencia de hoi ha sido trasladar las
cargas por tierra hasta debajo de la mui fuerte correntada llamada Urabiari,
que tiene 400 varas de largo y es peligrosa por las muchas piedras que tiene
diseminadas en el centro.
¡Tarde de negro recuerdo! Nos embarcamos, despues de cargar las
balsas, y, á las pocas cuadras, pasamos sin novedad la correntada llamada
Machamporoni, que es mui larga. Despues de un pequeño remanso,
seguimos otra corriente corta, llamada Obore, en la que hai una roca oculta
casi en el centro del rio que ocasiona un fuerte salto, con remolino debajo.
Por unas señas que hice con la bandera, para que se cargasen todas las balsas
a la izquierda, fué imposible evitar el que dos de ellas se dejasen arrastrar
por la corriente, pasando por sobre el pedron. Estas balsas eran, la que
dirigian Almanza y Grippo, que pasó felizmente sin mas accidents que un
zabullon; y la conducida por los peones Pereira y Naveros, manejada á pala
y no á remo. Esta ú1tima se atravezó, cayendo de costado; y al remar
Naveros, que venia en la proa, un tumbo le cogió la pala, palanqueándolo y
lanzándolo á la vorágine, que lo sepultó en sus ondas. Los otros dos
compañeros escaparon felizmente, asiéndose á las chumaceras. Perdió las
palas y sólo se salvó la balsa con el resto de sus tripulantes, auxiliada por las
otras.
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Esta terrible escena fué tan rápida, que nos dejó estupefactos. Sin poder
yá remediar tamaño mal, del que solo podíamos sacar experiencia,
continuamos entrando luego en la fuerte corriente de Pancoareni, en la que
las balsas pasaron cerca á la orilla, contenidas por sus cuerdas. Pasamos
luego otra corriente, igualmente fuerte, llamada Tirimemene, con igual
precaución.
En todos estos malos pasos sale la gente de las balsas á contenerlas con
las cuerdas, quedando solo uno ó dos, para evitar con sus botadores el que se
baren sobre las piedras, ó se vuelquen en los pequeños saltos de las orillas.
Vino en seguida un remanso casi de dos millas. Termina éste en un
hermoso rapido de 7 á 8 cuadras y una corriente, fuerte al fin, llamada
Quientiroteni. Pasada esta, fuimos á desembarcar en una isla.
En ella nos visitó el salvaje Juanico, capitan de los infieles de la banda
izquierda. Es yá viejo y parece un buen hombre. Tiene numerosa familia y
allegados.
Haríamos cosa de 18 millas.
Nov. 12.- Sarviganis.- La noche ú1tima há sido pésima, pues ha llovido
toda ella. Nuestro alojamiento han sido las mismas balsas, colocando las
cargas en un pedregal.
Como siguen las correntadas Inacione lª . y 2ª ., que son peligrosas por
tener enormes piedras al centro, há hecho acarrear las cargas por la orilla
hasta debajo de la segunda. Ahí cargamos de nuevo las balsas.
Seguimos navegando por algunas cuadras hasta la correntada de
Chirote. Divídese ésta en varios brazos. Pasamos por uno chico, llevando
casi arrastradas las embarcaciones, trabajo en el que nos ayudaron con la
mayor actividad y entusiasmo gran número de salvajes que se reunieron allí.
Salidos de este mal-paso, entramos en un remanso de algunas cuadras,
que termina en un codo con un rápido violentísimo. No ofrece, sin embargo,
peligro cargándose un poco á la derecha.
Continúa el rio en remanso por poco trecho, al que sigue un rápido tan
igual, cómodo y anchuroso como largo. Tiene dos millas y termina en
remanso dando la vuelta á un morrito, hasta este punto, llamado Sarviganis,
en el cual hemos acampado. En el trayecto solo entra, por la derecha, un rio
pequeño, llamado Quintiareni.
Nuestra marcha solo ha sido de 4 millas, por la demora en el trasporte de
cargas y el mal-paso de Chirote, en el que tardamos mucho. De dicho punto
se regresó Inocencio.
Esta tarde nos visitaron varios salvajes, dos de los cuales eran conocidos
mios.
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Nov. 13.- Chirumpiari.- Salimos de Sarviganis á las 10 a.m. y navegamos
hasta este punto, pasando tres rápidos, largos y suaves, y tres correntadas,
bastante fuertes, pero sin piedras, llamadas: Mancoareni, Anchihuay y
Manirhuato. No ofrecen gran peligro; pero son mui violentas. Hai que
pasarlas por el centro.
Los rios que desembocan en el trayecto son: por la derecha,
Chantimenquiare, Manitinquiarl y Chirumpiari, pequeño el primero, y
regulares los otros dos; y, por la izquierda, el Anchihuay, bastante
considerable.
Casi al concluir la marcha de hoi, sufrimos un verdadero diluvio, que
nos hizo perder una hora, mojándonos además completamente.
Pasado éste, hemos avanzado hasta aquí 15 millas.
Nos há detenido, á las 3 y media p.m., la furiosa cascada de Chirumpiari,
que pasaremos mañana, haciendo trasladar las cargas por la playa y largando
las balsas vacias al capricho de la cascada; pues es tan fuerte y mala, que no
seria posible llevarlas ni haladas, segun nos lo há revelado la exploración
inmediata, que hemos hecho. Esta caída del rio es ocasonada por el
amontonamiento de piedras mui grandes y cascajo, que acarrea el rio
Chirumpiari, bastante considerable y mui torrentoso. Dicho rio recorre un
precioso y extenso valle.
Nos alojamos, como de costumbre, en la playa, cerca á la casa de los
campas llamados Marianos, uno de los cuales nos dice ser del rio Tambo, de
donde se vino mui joven. Poséen estos una buena canoa.
Nov. 14.- Id.- Todo este dia nos hemos ocupado en el acarreo de
nuestras cargas por la playa y en el paso de las balsas, largándolas como se
dijo ayer, operación que se ha concluido con el dia. Pasaremos la noche en el
punto en que debemos embarcarnos mañana.
Los citados Marianos me noticiaron que en este lugar, y á poca distancia
de aqui, residían muchos campas, y entre ellos, estaba radicado un huantino
llamado Mariano Soto, el cual, el año 1879, estuvo en Sinquibeni y me
sirvió de intérprete y compañero, junto con Inocencio, cuando vine hasta
Anchihuay. Le hice llamar esta mañana; pues lo necesitaba para intérprete:
habla regularmente el campa, ademas de la quichua, que es su idioma. Poco
después, se presentó éste, con una comitiva de cuarenta y tantas personas,
compuesta de hombres, mujeres y muchachos, á todos los que tuvimos que
contentar, regalándoles chancacas y agujas.
Dicho Soto me refirió que, el año anterior, vino hasta este punto un
religioso misionero, que se ocupaba en catequizarlos; pero que, cuando mas
ocupado estaba en su misión,
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fué sorprendido por un violento ataque de los Indios Anccos, que se dicen
cristianos, los cuales vinieron en persecución suya é intentaban victimarlo,
salvando felizmente de sus garras, gracias á estos buenos salvajes, que lo
sacaron del lugar por sendas extraviadas, á travez de los bosques.
Hé tenido que contratar aqui á los tres Marianos, para que vayan de
guías hasta Quimpitiriqui en sus canoas; pues los anteriores se han negado
á continuar, alegando mil pretextos, sin embargo de estar pagados hasta
dicho punto.
Un estraño incidente, nos sorprendió hoi, renovándo en la comitiva un
sentimiento bien doloroso: encontramos el cadáiver de Calixto Naveros
desaparecido en el Obore cuatro dias antes, como en su fecha queda
consignado. Estaba barado, casi á la orilla misma del rio y conservaba todos
sus vestidos, sin embargo de haber sido arrastrado por el agua 26 millas.
Diríase que el cadáver del infeliz Naveros nos há seguido demandando
sepultura. Inmediatamente lo hice levantar y enterrar debajo de un gran
árbol, en paraje al cual el rio, en su mayor creciente, no puede llegar.
Nov. 15.- Chirantata.- La noche há sido fatigosa. Lloviendo á cántaros
toda ella, el rio Chirumpiari entró de avenida, bramando espantosamente; y
aumentó de tal modo el rio grande, que casi ganan sus aguas nuestro
campamento. A las dos de la mañana nos vimos obligados á transportar
todas las cargas y halar las balsas sobre las que dormíamos; pues
comenzaban yá á flotar y corríamos riesgo de ser arrastrados por la corriente.
Amaneció sin otra novedad; y despues de nuestro desayuno, cargamos
las balsas y continuamos la marcha. Fué ésta bastante rápida, porque casi
todo el curso del rio, en esta parte, es una cadena de correntadas y rápidos
que se suceden unos á otros, de tal manera que no se há terminado el paso de
una correntada, cuando se oye ya el ruido de la siguiente.
Hoi hemos pasado las correntadas: Talancato, Chiroteplaya, Piriato,
Cabitiiguini, Malanquiato y Chirantata. Esta última, á la que llegamos á
las 2 y 1/2 p.m., nos há hecho perder el resto del día. Hemos tenido que
pasar las balsas una a una, arrastrándolas sobre un bajo de piedras y
descargándolas en esta parte, operación que há terminado á las 5 p.m.
Cuanto más se avanza aguas abajo, la playa del rio se ensancha mas y
mas, divisándose á espacios un horizonte inmenso. El álveo del rio se
extiende tánto, que, en los rápidos moderados, su profundidad no pasa de 4 á
5 piés, y es curioso de notar una especie de peine, en la correntada
Cabitiiguini, que no tendra mas de pié y medio de profundidad y de 5 á 6
cuadras de anchura.
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La vegetación es asombrosa, así como la riqueza del terreno que la
mantiene. Considerables llanuras se extienden en ambas bandas.
Los rios que hemos pasado son: por la derecha, Puquiare, Quintiroato y
Maniquiato; y por la izquierda, el Mantia y el Samogari, bastante
considerable. Los demás son pequeños. Calculamos haber avanzado 12
millas. La dirección general del rio es de S. á N.
Nov. 16.- Siviviriniqui.- Salimos de Chirantata á las 9 a.m., y
navegamos hasta las 4 y 1/2 p.m., hora en que hicimos alto en la bonita
playa llamada Siviviriniqui, en la orilla oriental del rio.
Segun cálculo prudente, hemos adelantado unas 24 millas.
Nuestra marcha ha sido mui rápida; pues, además de que la corriente del
rio es fuerte, por lo general, no hemos dejado de remar un momento en 4
horas de navegacion. El resto del tiempo lo hemos empleado en el paso de
las dos largas y peligrosas correntadas, Mapitonoare y
Careanonqueronique. En la primera, Valle con un compañero, y luego
otros mas, tuvieron que pasar las balsas, una á una, solo con media carga; y
en la segunda, hubo que llevarlas conteniéndolas con sus cuerdas desde la
orilla, por mas de 10 cuadras. La primera se pasa por la derecha, y la
segunda por la izquierda.
Al fin de esta última, se encuentra un remolino peligrosísimo, producido
por el choque del rio contra una peñia. Este remolino há hecho varias
víctimas, segun nos lo han referido.
Además de esta correntada, hemos pasado, entre rapidos y corrientes, los
de Maquití, Senquironchi, Comimpiare, Simáriva (mui larga)
Quipachiputinique, Pachputini, Cuviripango, Malanquiato 2º. y
Sivaiguiato de dos brazos, que se pasa por el izquierdo, asi como la de
Simáriva y Pasiniato. Felizmente no ha habido ningún incidente adverso, y
el día há terminado de una manera feliz.
Nos han llamado la atención hermosísimos llanos, en ambas bandas del
rio, cruzados casi todos los rios de bastante caudal; y sobre todo, el lindo y
extenso valle de Simáriva en la banda Occidental, regado por un rio
considerable y situado á ménos de 25 leguas de Ayacucho.
Los rios que hemos visto tributar sus aguas al Apurimac y que es útil
consignar son: Maquita y Mapitonoare, por la derecha; y el Simáriva,
bastante caudaloso, por la izquierda. Los demás son pequeños riachuelos
que no merecen mencionarse, y no pasan de 4 á 5.
Nov. 17.- Quimpitririqui, en el distrito de Acon.- Salimos de
Siviviriniqui, situado dos leguas mas abajo de la boca del Simáriva, á las 9
a.m., y navegamos rápidamente hasta la 1 h. 17 p.m., hora en la que
aterramos en esta playa, situa- 39
da á la izquierda, y perteneciente al distrito de Acon de la provincia de
Huanta, donde está la pequeña colonia de asiáticos establecidos aqui hace
algunos años.
Habiendo sido informado antes de emprender ésta expedición, que, en
esta parte de la hoya del Apurimac, se encontraba yá el jebe, determinamos
estacionar aqui con el objeto de acopiar éste artículo hasta reunir una
cantidad suficiente y llevarla al Ucayali. Creímos necesario un mes ó dos de
tiempo para llenar tal propósito. En virtud de éste prévio acuerdo, dejó
prevenido en casa que, pasados dos meses de nuestra salida, nos remitiesen
nueva provision de víveres, para la continuacion de nuestro viaje, no
queriendo contar con nada precario.
Hemos elegido este sitio por su inmediacion al vallecito de Acon,
cultivado por cristianos. Esperamos conseguir algunos recursos, caso de
faltarnos, y aun peones para el trabajo. Aguardaremos, pues, en este punto la
llegada de dicha remesa. Si prosiguiésemos desde luego nuestro viaje, los
conductores de aquella no nos encontrarían, ni sabrían que hacer. Haya ó no
caucho, hemos resuelto, pues, hacer alto aquí.
En las 4 h. 17, de navegación perdimos 35 minutos, que paramos en casa
de unos salvajes.
El camino andado sera de 30 millas, atenta la velocidad con que hemos
navegado. Ninguna dificultad en el rio nos há obligado á descargar ó
arrastrar las balsas, como sucede frecuentemente mas arriba.
La corriente del rio, en general, es fuerte; abundan mas los rápidos, que
los remansos; pero no son peligrosos, porque no hai correntadas. Es, sí,
indispensable tener un practico, por el riesgo que hai en las muchas
ramificaciones del rio de tomar algun brazo que tenga bajos, correntadas, ó
palizadas. Es frecuente que, en los lugares donde el rio se divide en brazos,
haya unos cómodos y seguros para navegar, y otros peligrosísimos.
Las Corrientes que hemos pasado son: Quiémpire, que debe ser hecha
por la izquierda; Sintoriniqui, brazo derecho; Sanita, centro; Quichariqui,
brazo izquierdo; Ivaritote, brazo derecho; Sampantoare, centro; Omaya,
tres brazos, centro; otra mas abajo sin nombre, centro; Pieni ó Poyeni,
centro; Pitzare, mui larga y de tres brazos, derecho; y Sivia ó Sevea, centro;
mas el largo rápido de Coloriato de dos brazos, que se pasa por el derecho.
Los rios que recibe el Eni en esta parte son: por la derecha, el
Quiempire, regular, Sampantoare, chico; Omaya, regular; Pitzare ó
Pichari, bastante grande; y por la izquierda, el Pieni ó Poyeni, frente al
Omaya, regular, y el Sivia ó Sevea, pequeño.
40
El valle lateral que recorre el rio Omaya es uno de los mas interesantes
que tiene esta hoya, tanto por su extensión, cuanto por la hermosura de sus
llanos, á una y otra orilla de dicho rio. Tambien el Pitzare recorre un
extenso valle.
Poco después de haber parado, fuimos, algunos de los compañeros, á la
colonia de los chinos, distante casi una legua del rio; y allí supimos que este
lugar es el que se llama Quimpitiriqui, como nos lo habían dicho yá los
practicos, y por otro nombre Miritopango, nombre mui citado en la relación
que de sus correrías hace el mentiroso y farsante Juan Gastelú.
Esta colonia está reducida á mui pocos individuos, habiendo tenido ántes
como 60. Se han ido retirando, poco á poco, por temor á los malvados
indios iquichanos, que los hostilizaban tenazmente y los amenazaban de
muerte. Así lo han hecho yá con algunos, que han cogido en el camino de
las alturas que lleva á Huanta. Una vez en sus manos, los han asesinado. No
quedan mas que 11 en la colonia, varios de los cuales tienen familia, y estan
mas amenazados que nunca.
Su ocupación es el cultivo del arroz, en el que son mui entendidos,
habiendo exportado muchos miles de quintales de este útil cereal á los
mercados de Huanta y Ayacucho. Tienen aparatos mui ingeniosos y
sencillos para pilar el arroz.
Tambien comercian activamente con los salvajes, comprándoles cacao,
vainilla, tejidos, loros, piémas, etc., trocados por herramientas, sal, espejos,
agujas, pañuelos y otros artículos de esa clase, á que son mui aficionados los
salvajes. Estos chinos son mui activos y trabajadores.
Por ellos hé sabido que, á una milla de su colonia, reside un intérprete,
Manuel Bellido, el cual habla mui bien el campa y esta mui relacionado con
los salvajes. Me prometen traerlo á nuestro campamento; pues queremos
contratario para el viaje. Este mismo sirvió de intérprete y práctico al Mayor
Fernandez Prada, cuando lo mandó en comision de Ayacucho, en 1881.
Nos han informado tambien que el vallecito de Acon dista de aquí tres
leguas; y que hai allí varias haciendas pequeñas, cuyos dueños cultivan coca,
café y tabaco, articulos que se exportan á Huanta y Ayacucho. Uno de los
propietarios en esa localidad es el Teniente-Gobernador, llamado Francisco
Rondinelli.
Adquiridos todos estos datos, regresamos á nuestro campamento, donde,
no tenemos aún otra casa que nuestras balsas, y toldos en la playa para
nuestras cargas.
Nov. 18.- Id.- Hoi han venido á visitarnos varios chinos, trayendo
consigo al intérprete Bellido, quien há convenido conmigo en servirnos de
intérprete y de práctico hasta el punto 41
llamado Cachingari, que calcula distará de aquí mas de 40 leguas, por el
pré de 20 soles.
Aprovechando del viaie á Acon, mañana, de uno de los chinos, hé
escrito al Teniente-Gobernador, noticiándole nuestro arribo á esta playa, de
paso al Ucayali; el objeto de nuestra expedicion, y haciéndole presente las
ventajas que reportará al país y sobre todo al Departamento de Ayacucho, si
descubrimos que el rio Eni es navegable y que los habitantes de su hoya son
tratables, y no tan feroces como los pintan.
Los datos que sobre este rio nos dán Bellido y los chinos, que aseguran
conocerlo hasta mas abajo de Cachingari, nos dejan en la mas grande duda
acerca de la navegabilidad de todo é1. Cuentan que los salvajes les han
dicho que, mas abajo, el rio tiene precipicios y ma!os pasos infranqueables,
y hasta una catarata en que se lanza de una gran altura.
Les hé preguntado si tienen noticia del rio Perené, y me contestan que no;
pero que mui abajo hai dos rios, llamados Pancá, el uno, y Pareni el otro,
bastante considerables, los cuales tributan sus aguas al Eni, á la vez, no
juntándose sino en la playa misma del rio grande y al mezclarse con éste.
Bellido asegura conocerlos; pero lo dudo, porque su relación respecto á
ellos tiene muchas contradicciones y fábulas de encantamiento, etc. Asegura
tambien que há oído decir á los salvajes que, mucho mas abajo del Pancá-
Pareni, entra el rio Chanchamayo, cuyas márgenes estan pobladas por
salvajes que usan vestidos de seda y paño, ó, en otros términos, que están
vestidos á la europea.
Lo cierto es que ninguno de estos conoce todo el Eni; y aun los salvajes
que frecuentemente viajan rio abajo no saben dar razon del citado Perené.
Con este motivo y, teniendo á la vista el relato de don Juan Gastelú,
inserto en la obra del señor Raymondi; relato en el cual dicho Gastelú
asegura haber navegado todo el Eni y aun algo del Tambo, y sabiendo, por
otra parte, por la misma relación citada y por datos aquí adquiridos de
Bellido, que éste habia sido intérprete y compañero de aquel en sus
excursiones, le pregunté de dónde y hasta qué punto habia navegado Gastelú
este rio. Contestóme que solo desde Samogari hasta poco mas abajo de la
confluencia del Mantaro (Chivoquirohuato) y que nunca há ido mas arriba
ni mas abajo de dichos puntos, permaneciendo casi todo el tiempo que
estuvo en estas montañas en la quebrada de Otare (Simarsitato, según
Gastelú).
En cuanto al viaje de este farsante por el Apurimac aguas arriba, desde
Miritopango hasta Choqquequirau, en su última expedición, y hasta
Osanguinari, en la primera, es una fábu-
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la tan absurda y tan grosera que se necesita verdadera temeridad para
referirla, sobre todo, debiendo publicarse en una obra tan importante y
respetable, como lo es la Geografía del señor Raymondi.
El viaje que refiere Gastelú sólo podrían hacerlo los cóndores y por agua ni
los peces, siendo preciso remontar mas de cien cascadas, casi verticales, que
tiene el rio en todo ese trayecto, en cuya mayor parte corre encerrado entre
pongos estrechísimos, formados por rocas verticales, y tan elevadas, que
solo su vista estremece.
Conozco el rio Apurimac desde poco mas abajo del puente de "La-Banca"
hasta este punto, palmo á palmo, habiéndolo recorrido todo, y venciendo los
mayores obstáculos, cuando hice parte de la expedicion á Choqquequirau,
y en otras que hé hecho después, particularmente, remontándolo desde mi
hacienda por algunas leguas y haciendo rodeos inmensos.
Como tengo dicho al principio de esta relación, la casa de mi hacienda está
situada á la orilla del Apurimac, rio en el que tengo un balsadero mui
traficado. Es imposible que nadie pase por allí sin conocimiento de los
balseros, que nunca faltan; á lo que puede añadirse que, 15 cuadras mas
abajo, y á la vista de la casa, hai una catarata encerrada entre dos peñascos,
no solo verticales, sino inclinados sobre el rio.
Hé sido sócio en la Expedicion á Choqquequirau, con cuyo motivo hé
permanecido 5 meses en esa parte de la hoya del Apurimac. Siendo director
del trabajo y habiendo conocido las ruinas de dicho pueblo, venciendo
inmensos obstáculos, adquirí la conviccion de ser imposible llegar á ese
punto remontando el rio. El señor Gastelú debió hacer parte de la precitada
expedicion, para lo que se encaminó al lugar del trabajo á ponerse bajo mis
órdenes, segun me lo ofició el otro director, señor Ramos; pero se quedó á
medio camino, en Abancay, no llegando nunca á su destino. No pudiendo
conocer entónces Choqquequirau, lo há conocido después
fantasmagóricamente.
Siendo uno de los objetos de nuestra demora aqui buscar y extraer jebe, hé
preguntado á Bellido si conoce dicho árbol y dónde abunda. Díceme que no
lo conoce; pero que sabe que lo hay en la próxima quebrada de Otare, y que
los salvajes nos lo mostraran.
Nov. 21.-Id.- Antier marché á Otare, situado en la banda derecha, á tres
leguas de aquí, con mis compañeros: Almanza, Velarde y Abel Montes, el
intérprete y cuatro peones.
En la misma tarde llegamos á las últimas casas de los salvajes, situadas en
esa quebrada; y al dia siguiente recorrimos las faldas del cerro inmediato,
guiados por un salvaje llama-
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do Echenique, conocedor del jebe, el cual, por un cuchillo que se le dió en
pago, ofreció mostrarnos dicho árbol. No encontramos mas que tres piés de
éste, que es muy escaso en estos parajes.
Hicimos diversas incisiones en dos de ellos y resultaron tener mui poca
leche. Difícil era extraer cantidad apreciable de jugo: daba apenas algunas
gotas y dejaba luego de fluir. El poquito de jebe que así hemos obtenido es,
sí, de mui buena calidad. Es de temer que no haga cuenta ocuparse de este
trabajo aquí. Recorreremos, sin embargo, otros bosques.
Nos restituimos hoi á este campamento. Mas, apenas llegamos á la orilla
opuesta del rio, encontramos á dos de los compañeros, que nos esperaban
con la extraña noticia de que 25 comisionados, armados de garrotes, habían
venido de Acon, mandados por el Teniente-Gobernador, á tomarnos presos y
conducirnos ante su autoridad.
Luego que pasamos el rio, hablé con estos; y me presentaron una órden del
citado funcionario, por la que se dispone que yo, con todos mis sócios y
peones, que en número total hacemos 29, seamos capturados y conducidos
ante su autoridad.
Leí la órden que me presentaron, y les dije:
-"La órden es terminante, vean UU. modo de cumplirla".
Risa daba ver á estos miserables que no hacian sino balbucear disculpas y
temblar; pues bien conocían la imposibilidad de cumplir su comision,
reducida á que 25 hombres, armados de palos, capturasen á 29, 16 de los
cuales teníamos armas de fuego, traídas, como les dije, para defendernos de
los feroces salvajes del Eni y del Tambo.
Uno de los comisionados me reconoció inmediatamente, como yo á é1,
recordando haberme visto en Ayacucho, cuando, como Prefecto de aquel
Departamento reabrí el colegio de San Ramon, al que el tal comisionado
pertenecía en esa fecha. Reconvíneles por su indigna y torpe conducta,
añadiendo que mas cuenta me haría retirarme á vivir con los salvajes y vestir
la cusma de estos, que pertenecer á esta sociedad, cuyos miembros se
ocupan solo de dañarse entre sí y perseguir á los que, haciendo toda clase de
sacrificios, quieren hacerles un bien incalculable con el descubrimiento de la
vía que dará vida y gloria á su Departamento.
Disculpáronse, asegurándome que la autoridad se había visto en la dura
necesidad de mandarlos con tan odioso encargo, cediendo á la presion de
una multitud de indios sublevados, que le obligaron á dar citada órden de
prision. Hoi mismo hé sabido, despues que partieron, que ellos mismos
habían sido los del empeño. Seis de estos son hacendados de Acon.
44
Conformándome con sus ruegos; pues, segun decian, necesitaban salvar su
responsabilidad, dirigí un memorial al Gobernador, haciéndoles ver en é1 la
injusticia, torpeza y arbitrariedad de aquella órden.
Para evitar molestias con estos miserables, dignos vecinos del distrito de
Iquicha, hemos resuelto trasladarnos á la banda opuesta, perteneciente á la
provincia de la Convención. En consecuencia, los peones levantarán
mañana un nuevo rancho, y dejaremos el que ya se había construido aquí.
Nov. 25.-Samaniato.- Nos hemos trasladado hoi á este sitio, llamado
Samaniato, hermosa llanura cubierta, como todas, de lujosa vegetacion.
El Teniente-Gobernador de Acon que correspondió á mi carta con su
célebre órden de prisión, me contesta solo ahora por escrito, dándome mil
excusas.
Nos ocupamos en diversas exploraciones, en busca de jebe, árbol mui
escaso, como lo he dicho antes; y hemos mandado hacer remos de tiro, de
madera de bálsamo, que es mui fuerte y elástica. Se prepara tambien
material para cubiertas de las balsas, capaces de resistir las flechas y
preservarnos de la intemperie. Muchos de los peones estan enfermos.
DICIEMBRE DE 1883
45
y expléndida, asi como tan inmediata á Ayacucho, se halle inculta y en
estado salvaje, desde que tiene cancerberos táles para perpetuarla así.
Por mi parte, me creería recompensado, con usura, de mis trabajos y
disgustos, si los ayauchanos, saliendo de su inexplicable, de su
incomprensible apatía, redujesen al órden á estos miserables; y viniesen á
gozar de este paraíso, que no es otra cosa su montaña.
No vemos la hora de que llegue el propio que esperamos, para poder
continuar.
Como no hai trabajo por falta de caucho, y los peones, además de no
tener qué hacer, principian á enfermar, despacho á 9 de éstos á El Pasaje,
los cuales marchan hoi por tierra, tomando la orilla derecha, por entre los
bosques, para evitar el ser asesinados por los índios de que hé hablado.
Estos mismos, segun he sabido aquí, fueron los que intentaron el año
1852 asesinar á los padres Chimini y Narvaes, procurando lograr que
volcase la canoa en que navegaban. Mas, si entónces no consiguieron su
inícuo intento, lograron realizarlo, en otra forma, el mismo año, al regreso de
dicho Padre, el cual, con sus compañeros, el P. Morentin y el H. Bertona,
fueron asesinados por los sa!vajes. Indujéronles á cometer este crimen,
asegurándoles que dichos padres llevaban el intento de matarlos para
apoderarse de sus mujeres é hijos.
Igual invencion han hecho circular respecto á nosotros; y sé que todos
los salvajes de abajo, ó queringas, como se llaman, están fabricando muchas
flechas para esperarnos. Varias veces han venido bajo el pretexto de ver á
los chinos; pero con el intento real de expiarnos. Así nos lo han confesado
algunos que nos han visitado; y como hemos logrado inspirarles confianza,
nos han declarado terminantemente que se preparan contra nosotros, por
creernos enemigos mortales, noticia que, dicen, la tienen de la parte de mas
arriba.
Entre estos, han venido tambien dos chinos, de quienes ya tuvimos noticia.
Estos se han radicado entre los salvajes, mas abajo del Mantaro, desde hace
cuatro años, el uno, y dos, el otro, adoptando su manera de vivir. Uno de
ellos, llamado Francisco, sabe el campa.
Los he contratado como intérprete y prácticos hasta el Tambo, y parece
que seguirán con nosotros hasta el Ucayali; pues no estan contentos aquí.
Tal acontece también con otros dos de Quimpitiríqui, que se van conmigo,
por temor á los iquichanos. Los demás de la colonia quieren hacer lo
mismo: los retiene solo el tener mui próxima su cosecha de arroz, que es
considerable. Aseguran que nos seguirán luego que recojan esta. A
instancias suyas, les dejo dos armas para su defensa
46
en el Tambo, cuyos salvajes son mui feroces y temibles, según el decir de
todos.
Dic. 24. -Id.- Llegó por fin la remesa de viveres conducida por mi
sobrino, don Gerardo Almanza, y cuatro peones, con el buen Inocencio
Mulaito por guia. Há sido esta llegada para nosotros una feliz víspera de
Páscua.
Nuestras familias quedan bien, gracias á la Divina Providencia; pero nos
aflije saber que el país civilizado está en un estado calamitoso, haciéndose
en é1 la anarquia general. Vemos mas necesaria cada día la continuación y
conclusión de nuestra empresa, para poder ofrecer, en estas vírgenes
regiones, asilo seguro á todos los hombres honrados y amantes del trabajo y
de la paz que quieran huir de ese caos infernal.
Dic, 26. -Id.- Hé despachado hoi á Inocencio, con uno de los peones
enviados por mi esposa, quedando tres que continuarán con nosotros.
Nuestras familias tendrán al menos, el consuelo de saber que estamos bien.
Hemos determinado salir el 29.
Dic. 29. -Mayapo.- Salimos de Samaniato hoi á la 1 h. 40 p.m., y llegamos
aquí á las 5 y 1/2 p.m., habiendo perdido en el camino hora y media, por
aguardar las balsas que se atrasaban en los remolinos, ó se baraban en los
bajos. Son estos muy frecuentes, pues el rio se divide en tres, cuatro y mas
brazos. En este trayecto los rápidos son muchos; pero no ofrecen peligro
alguno, por no haber correntadas.
Los rios que entran son: por la derecha, Otare, chico; Sanguatiari,
id.; y por la izquierda, Acon, regular; Lloqqehua, como de 30 varas de
ancho y muy rápido, y el Mayapo, en cuya desembocadura estamos y que
mas bien es un arroyo ó torrentera, que un rio.
Calculamos haber avanzado 18 millas.
Dic. 30.- Quimalopitare.- En Mayapo, pésimamente alojados en la
boca misma de esa peligrosa torrentera, que amenazaba enterrarnos ó
arrastrarnos al rio grande, sufrimos una lluvia incesante y sostenida desde las
3 a.m., hasta la 1 h. 50 m. p.m., hora en la que salimos, avanzando hasta este
punto18 millas.
A las 6 millas de marcha encontramos el caudaloso Mantaro.
El único rio notable que hemos encontrado hoi es éste, que entra por
la izquierda y por tres bocas diversas. Su caudal es algo mayor que el del
Apurimac en el puente de Curahuasi á La-Banca; pero no aquí, en donde
tiene triple caudal que el Mantaro. El volúmen total de agua de ambos rios,
ya unidos, aumenta tanto y es tán imponente, que, sin duda por esto, los
geógrafos han convenido en darle nombre diverso
47
desde este punto, sin embargo de que el Apurimac, como acaba de decirse,
tiene triple caudal que el otro, y tampoco varía su dirección, que sigue recta
de S. á N., en tanto que el Mantaro viene de 0. á E., perdiendo su dirección
en su confluencia con aquel.
Llegamos á esta á las 3 de la tarde en punto, dando principio á la
navegacion del Eni de los geógrafos, tan deseada y soñada por nosotros.
El carácter del rio varía completamente en el trayecto que hemos hecho
hoi. Su corriente es mucho mas moderada; los rápidos escasos; asi como su
division en brazos, sobre todo desde una legua ántes de su union con el
Mantaro.
De las 18 millas andadas hoi, 12 pertenecen yá al Eni.
La dirección del rio cámbia incesantemente de E. á O., describiendo
infinitas curvas. De Quimolopitare al O., y á gran distancia, se vé un
nevado, que me dicen ser de las montañas del Pangoa.
En este punto residen los chinos Francisco y Andrés, que se han resuelto
á marchar con nosotros hasta el Ucayali. El primero servirá de intérprete y
tambien de práctico, hasta donde alcancen sus conocimientos.
Dic. 31.- Manitipango.- Por la estrechez del sitio anterior, que no tiene
playa, para el arreglo de las balsas, y por consejo de Francisco, nos
trasladamos á Manitipango, que está una milla más abajo en la banda
izquierda, Departamento de Junin.
En dicho punto se fabricarán los pamacaris, ó cubiertas, para las balsas,
á cuyo fin hemos traido el material preparado de Samaniato. Añadiremos
dos palos á cada balsa, para que queden mas anchas y seguras. Aqui
tambien nos darán alcance los dos chinos de Quimpitiríqui, llamados
Fernando y Camilo, que quedaron arriba por hacer sus arreglos.
ENERO DE 1884
56
bastante caudal de agua. No teniendo práctico, no sabemos sus nombres. Y
además de esto, en la fuerte creciente del rio grande, no se puede ver la
desembocadura de los mas, que queda oculta entre los bosques inundados
por el rio principal: otros quedan desapercibidos, por la mucha distancia que
hai á las orillas desde el centro del rio, ó las muchas islas que los ocultan.
Desde 25 ó 30 millas mas arriba de este sitio, el rio sale de entre cerros y
recorre un terreno completamente llano, explayándose sin obstáculo alguno.
Su anchura es de 10 á 12 cuadras y, en partes, mucho mas.
A las 6 a.m. salimos de la Isla-anegada y á las 7 pasamos frente á una
casa de piros, que nos llamaban á gritos. Como pasamos por uno de los
brazos en que se divide el rio en esa parte, habiéndonos obligado la corriente
á tomar ese brazo, y la isla se interpusiese entre nosotros y la casa, los dichos
salvajes montaron en sus canoas y salieron á darnos alcance por el otro
brazo, que era el derecho.
Detuvimos nuestras balsas mas abajo, en el punto en que ambos brazos
se juntan, y les aguardamos. Luego que se reunieron con nosotros, entraron
en nuestras balsas con el mayor desembarazo y confianza, hablándonos en
piro, en campa, en mal quéchua y hasta en castellano.
Gente alegre y amistosa, entró luego en relaciones con nosotros. Por
ellos supimos que estábamos como á 2 millas del hermoso rio Villcamayo ó
Urubamba, y que en Santa Rosa no existe yá la mision que allí había; pero
que cerca esta establecido un italiano rescatador de caucho (jebe). Ellos
mismos se dirigían á aquel punto, llevando algunas planchas de dicho
caucho para é1, y nos acompañaron, sirviéndonos de guías, sin lo cual nunca
hubiéramos dado con éste sitio, por las innumerables ramificaciones del rio,
que forma tántas islas y tál laberinto de brazos, que no se sabe cuál seguir.
Llegados á éste punto, situado á la izquierda de un brazo del rio y á 5 ó 6
cuadras mas abajo del abandonado convento de Santa Rosa, nos recibió el
italiano don Fernando Franchini con generosa y cordial hospitalidad.
Hoi hemos navegado 21 millas, 9 de la Isla-anegada á la boca del
Villcamayo y 12 de allí a este punto, al que hemos llegado á las 10 a.m. No
hai peligro alguno, pues el rio es un inmenso lago que convida á la
navegacion.
No hay palabras para describir los sentimientos de gratitud á la divina
Providencia, de alegria, de triunfo y del mas loco entusiasmo, que se
apoderaron de nosotros desde el momento que hablamos con los alegres y
simpáticos piros; sentimientos que se avivaron aún, cuando de improviso nos
en-
57
contramos con el caudaloso Villcamayo, que une sus tranquilas aguas á las
del Tambo, en un sitio encantador. No haciamos mas que repetir sin cesar: -
Estamos por fin en el Ucayali!!
Indescriptible es la hermosura y esplendidéz de esta región y sobre todo
la del punto de confluencia de los dos hermosos rios cuya union forma el
Ucayali, el cual, en esta parte, tiene una anchura de 15 á 20 cuadras. La de
Tambo y el Villcamayo, antes de unirse, es de 10 á 12 cuadras para cada
uno. El Tambo marcha rectamente de S. á N. y el Villcamayo viene de E. á
O. cambiando de dirección al unirse con el otro, que es mayor.
Hémos resuelto descansar en este punto, Sapani, algunos dias, á fin de
que los enfermos podamos restablecernos algo siquiera. De 28 que es
nuestro total número, 17 estamos enfermos, algunos gravemente, y los 11
restantes en estado de dudosa sanidad. En seguida nos trasladarémos á la
boca del Tambo.
En. 23.- Id.- Ayer nos llevó don Fernando Franchini á una pequeña
eminencia, en la falda de Sapani, que domina la llanura y el rio hácia el N. y
el E. La atmósfera estaba felizmente algo despejada y gozamos del
panorama mas expléndido que se puede idear.
Teníamos delante, cubierta de bosques colosales, una llanura inmensa
que se confunde en el horizonte, produciendo el mismo efecto que el
Océano. En medio de este océano de bosques, el Ucayali serpentea dando
interminables vueltas y dividiéndose en muchos brazos, que forman
bellísimas islas, cubiertas de lujosa vegetación.
Por el O. corre paralela al rio una gran cadena de cerros, que, partiendo
desde la union del Perené con el Eni, vá á morir en la confluencia del
Pachitea con el Ucayali y forma el mas bello contraste con esa inmensa
superficie plana que nos rodea por todas partes. Lo que hemos visto
sobrepasa ciertamente en mucho á cuanto de mas exagerado habiamos
imaginado ántes, con relación á ésta preciosa parte del Perú.
Hémos tenido, pues, la felicidad de navegar todo el desconocido y
misterioso Eni, tan importante como temido; pues cuantos intentaron
explorarlo, ó han perecido en el, ó han tenido que abandonar su empresa sin
darle cima.
La Providencia nos há protegido tan visiblemente, que nos há sido dado
coronar con felíz éxito nuestro arriesgado empeño, cuyo mas importante
resultado es haber descubierto que todo el Eni es navegable, por lanchas á
vapor, hasta 60 millas mas arriba de la confluencia del Mantaro con el
Apurimac; es decir, hasta Simariva, y tenemos la gloria de ofrecer á nues-
58
tra desventurada patria el descubrimiento de una vía, corta y segura, para
comunicarse con el Amazonas y el Atlántico.
Si tanto hemos sufrido con las fiebres y con mil dificultades de nuestra
marcha, há sido por falta de camino en la primera seccion y en seguida por
nuestra demora de tanto tiempo en los lugares mas pantanosos é infestados,
y en la peor estacion. Nuestra marcha de cinco meses puede hacerse en 15 ó
20 dias hasta este punto, que, sin temor de equivocarme, es tal vez el mas
importante del Perú.
El rio Eni, que, como se ha dicho, nadie pudo reconocer y se creía
innavegable, tiene 150 millas de largo, mas ó ménos; y aun que su corriente
en partes es bastante fuerte, no es tal que pueda impedir la navegación de
vapores apropiados, siendo uno solo el mal-paso casi invencible por ahora,
la correntada que llaman Cachingare, de tres cuadras de largo.
Dicha correntada, no mui fuerte, tiene muchas piedras diseminadas en
todo el cauce del rio, que en esa parte es de mas de 200 métros de anchura.
Puede componerse este mal-paso haciendo volar algunas piedras, que están
descubiertas, cerca de la orilla izquierda; con solo lo cual se formaría un
canal cómodo y seguro.
En la actualidad, las canoas pasan ésta correntada, tanto de bajada como
de subida, sin descargar, bastandoles tener cuidado de arrimarse á la márgen
derecha. Nosotros la hemos pasado sin descargar nuestras balsas; pero por
la orilla opuesta, que tiene mas espacio y una estensa playa. Me aseguran
que en la vaciante del rio se descubren muchas mas piedras de las que hemos
visto. Seria esa la época mas oportuna para destruirlas.
Otro mal paso que se encuentra en el Eni está mui cerca de su orígen,
unas tres millas mas arriba de la boca del Mantaro, en el sitio llamado
Impoquirohuato. Consíste en un bajo de cascajo, en un lugar en que el rio
se ramifica en 5 ó 6 brazos. La profundidad de dicho bajo es cuando mas de
dos pies; pero en una estension que no pasa de 4 á 6 métros, formando como
un lomo que atraviesa el rio. Sería facilísimo canalizarlo.
El caudal total de agua es mui grande aun desde mucho mas arriba, y su
profundidad siempre mayor de 4 metros.
Las márgenes del Eni, generalmente mui abiertas y con hermosos y
estensos llanos, estan bastantes pobladas, pudiéndose calcular el número de
sus habitantes en dos ó tres mil.
El rio Quimbiri-grande, que desemboca en el Eni por la banda oriental,
50 millas mas abajo del Mantaro, forma un estenso valle bastante poblado
tambien. Corre paralelo al Apurimac y al Eni desde mucha distancia, y
parece tomar su orí-
59
gen en los nevados de Vilcabamba. Es de mui apacible corriente,
pudiéndosele remontar en canóas por 6 ú 8 dias. Los geógrafos no lo
conocen.
Algunas leguas mas abajo del Quimbiri-grande, llamado tambien
Masitalo, el Eni corre entre elevados cerros, que tampoco estrechan su
cauce, excepto solo en el lindo y admirable pongo de Pacchapango, que no
tiene mas de una milla de largo. En seguida vuelve á ensancharse su hoya, y
en su unión con el Perené es mui abierta, especialmente por la parte de este
último rio. Mas abajo el Tambo se encajona entre elevados cerros hasta las
dos tercias partes de su curso; esto es, como 60 millas. Las últimas 30 son
de terreno llano.
Para la mejor inteligencia de este diario, es de advertir que hasta
Maldito-fango, 12 millas abajo del Mantaro, hemos navegado estando el rio
de vaciante. Desde ese punto en adelante, lo hemos recorrido en fuerte
creciente ya, tanto que, cuando nos hallamos en el Tambo, éste estaba lleno,
lo que aumentaba mucho su corriente hasta duplicarla. Es mui natural que,
en la época de secas ó vaciante, sufra grandes variaciones.
SALVAJES CAMPAS
Los salvajes que habitan en las márgenes de este gran rio, desde donde
solo es Apurimac hasta donde se convierte en Tambo, pertenecen á la tríbu
de los campas, y están divididos en dos grandes secciones: los catongos ó
catongosates, que principian desde el rio Pampaconas y terminan antes del
Quimbiri-grande y los camáticas, llamados mas comunmente entre ellos
queringasates, de la voz queringa que quiere decir abajo, asi como la de
catongo significa arriba. Cada una de estas secciones tiene un dialecto
distinto, derivado de la misma lengua madre. Los catongos hablan casi con
voz natural, mientras los queringas parece que cantaran al hablar.
Todos estos salvajes son mui trabajadores y aficionados al comercio. Se
ocupan constantemente en extraer cacao y vainilla de sus montañas, así
como pájaros de diversas clases, y conducirlos hasta el distrito de Acon,
donde tienen sus negocios entablados con varios comerciantes y hacendados
de ese lugar. Los catongos, que estan mucho mas arriba de Acon, tienen
relaciones con los cristianos de Simáriva y de Ancco.
Las plantas que cultivan son la yuca, el maíz, el plátano, el camote, el
maní, un poco de coca, magona, uncucha (que son dos tuberculosas que
equivalen á nuestras papas), piñas, papayas, frejoles, algo de cañas, de las
tres variedades que conocemos, y, por último, tienen gran variedad de frutas
silvestres, cocos, palmitos, etc. 60
Una gran parte de la yuca y todo el maíz que cosechan lo destinan á
chicha, á la que son muy aficionados. Hacen gran consumo de coca, que
tienen abundante y expontánea en sus bosques, y la mascan mezclandola con
la corteza de una sarmentosa Ilamada chamairo, y con una pasta de ceniza
de plantas mui alcalinas. Añádenle tambien cal y nicotina, que extraen con
este objeto del tabaco abundante en sus montañas.
La pesca, abundantísima en el rio grande y sus tributarios, la hacen, en
su mayor parte, envenenando el agua con la raíz de una planta mui venenosa
llamada cubi, que cultivan al efecto. Pescan tambien con anzuelos, ó
desviando el curso de los brazos pequeños y los rios menores.
Son mui aficionados á la caza; y para ella emplean la flecha, en cuyo
manejo son mui diestros, y toda clase de trampas mui ingeniosas. La caza
consiste en: dantas, chanchos (pecari), venados, ronsocos, sihuairos, gran
variedad de monos y muchos cuadrúpedos menores. De aves, tienen varias
espécies de perdices y pavos. En el rio abundan mucho las aves de ribera.
Las costumbres de estos salvajes son mas ó menos parecidos á las de los
de otras tríbus. Tienen una idea mui confusa de la Divinidad, á la que
llaman Genoquenire, y creen en un ser malo, á quien temen mucho y que
designan con el nombre de Camagari. Creen ciegamente en la brujería.
Son polígamos siendo de notar que los jóvenes rara vez tienen mas de una
mujer, mientras que los hombres maduros tienen varias: y cuanto mas van
envejeciendo, van agregando mas mujeres, á las que tratan con el mayor
despotismo, despidiéndolas ó regalándolas á otros, cuando se fastidian de
ellas. Toman indistintamente por mujeres á parientes mui inmediatas suyas,
ó que lo son entre sí. Quieren mucho á sus hijos y los crian en una absoluta
libertad. Su vestido consiste en un saco largo, hasta los tobillos ó hasta el
suelo, hecho de una tela tejida por las mujeres.
Aunque el carácter en general de los campas es de una desconfianza
ilimitada, que los lleva á veces hasta la traicion, están lejos de ser malvados
como se les há creído. Sabiendo tratarlos con sagacidad, se les podrá
civilizar pronto. La mayor parte de los crímenes que han cometido algunas
veces han sido sugeridos por los llamados cristianos, ó civilizados, de Ancco
é Iquicha, y entristece ver que los que tienen trato con aquellos se han hecho
malos, mientras que los que ni siquiera los conocen, son buenos.
Revélanse mui diestros todos en el manejo de las pequeñas
embarcaciones que usan en el rio, que son balsas y canóas.
Sus habitaciones varían mucho en su construcción, siendo unas grandes
y espaciosas; otras, estrechas é incómodas.
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En mui pocas se vé paredes de caña tejida, siendo las mas compuestas de
solo techo sostenido por los pilares de chonta, y provistos de muchos
travesaños á altura proporcionada, que les sirven de armarios y de guarda-
chismes. En general tienen aseadas sus casas.
No usan mas cama que esteras de palma, que tienden en el suelo,
colocándolas al rededor de una fogata á la que dirigen los pies, arrimándolas
tanto al fuego, que están expuestos á quemarse. Cuidan mucho de mantener
encendida la fogata durante toda la noche.
Duermen dentro de las casas solo cuando llueve. En caso contrario, su
domitorio favorito es el patio.
Cuando mueren, son enterrados en la misma casa, que es abandonada en
seguida; ó se echa el cadáver al rio.
En medicina están mui atrasados; sin embargo de conocer algunas
plantas medicinales. La enfermedad que mas estragos hace entre ellos es el
catarro; tanto por la manera bárbara de curárselo, cuanto por la absoluta falta
de abrigo. Conocen tambien, entre sus plantas, algunos narcóticos, de que
gustan mucho, siendo digno de notarse el camalampi. Hacen de éste una
tintura, que beben para narcotizarse en las ocasiones en que tienen que
resolver algun grave asunto.
No hemos podido adquirir mas datos que los referidos; pues, ignorando
su lengua, solo obtuvimos los pocos que, por los intérpretes, nos daban.
TRASLACION
FEBRERO DE 1884
Feb. 2.- Providencia. Por fin, hoi hemos acabado de trasladarnos á este
lugar, al que hemos puesto por nombre Providencia.
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Nada hai comparable á la belleza de esta península, situada en medio de
los dos caudalosos ríos, cuya union forma el hermoso é imponente Ucayali.
Estamos, pues, en el centro de tres grandes rios navegables: al Oriente, el
Villcamayo, Urubamba ó Yami; al Poniente, el Tambo y al Norte, el
Ucayali (Paro de los conivos, Yami de los piros). Nos hallamos rodeados,
por decirlo así, de un gran lago de aguas de apacible corriente.
Toda la parte extrema de esta hermosa peninsula es llana y esta á tres ó
cuatro métros de altura sobre el nivel de ambos ríos, en su mayor creciente;
de manera que se halla á cubierto de inundaciones.
Su vegetación es inmejorable y su horizonte inmenso.
Parece ser mui sana, segun informes que hé tenido. Es, por fin, lugar
que bien merecia ser bautizado con el nombre de Providencia, para
manifestar siquiera de este modo nuestra gratitud al Ser Supremo, que,
salvádonos de todo peligro, nos há conducido como por la mano á este
paraíso.
Hé comprado la chacra y casitas viejas de los piros, de que hablé en la
relacion anterior. El frente dá sobre la margen izquierda del Villcamayo, á
orilla misma del rio y á 9 cuadras de la boca del Tambo, y forma un precioso
mirador con vista al Oriente. Delante corre el rio tán manso, que apenas se
mueve el agua, teniendo en esta parte como 12 cuadras de anchura, la misma
que el Tambo.
Todo es grande, magnífico y por demás espléndido aquí. Seríamos
felices, si no fuese por el pesar que incesantemente nos causa el recuerdo de
nuestras familias, que ignoran si estamos vivos y tal vez creen que hémos
perecido en medio de los grandes peligros que hémos tenido que afrontar.
Lo peor de todo es la imposibilidad en que, por la creciente de los rios, nos
hallamos de hacerles saber que hémos salido libres y salvos de esta gran
contienda con los elementos y con una naturaleza virgen, gigante y salvaje,
consiguiendo coronar nuestro propósito felizmente.
No menos vivo es nuestro pesar recordando la infortunada patria, que
dejamos agonizante, al sepultarnos en estas montañas con el objeto de
poderla ofrecer algo que la repare de sus desgracias ¡Ojalá que el resultado
de esta expedición sea medio de rehabilitacion para ella! Felices, si
podemos verla aprovechando de la senda abierta por nosotros!
MARZO DE 1884
ABRIL DE 1884
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retorno, lleva carga de caucho y salado, artículos que constituyen el negocio
universal de esta hoya.
Por el mismo señor Garcia y por Franchini, hé adquirido estensos
detalles respeto á la gran hoya del Ucayali y del Amazonas peruano. Por
esos datos veo que esta region se haIla en via de rápido Progreso, siendo el
civilizador el caucho, en cuya extracción y rescate se ocupan todos,
civilizados y salvajes, obteniendo éstos últimos, en cámbio, toda clase de
herramientas, mercaderías, escopetas y hasta conservas y licores. De manera
que, desde Cumária hácia adelante, se encuentran yá, á cortas distancias,
diversos establecimientos de comercio con idéntico objeto que el de los
señores Garcia.
PIROS
Tambien me han dado minuciosos detalles respecto á los piros, entre los
cuales nos hemos establecido. Segun ellos y lo que personalmente hemos
observado, ésta tribu es la mas adelantada del alto Ucayali.
Los piros, por lo general, son alegres, comunicativos y mui negociantes.
Son los mejores pescadores y cazadores del Ucayali, teniendo por estos
ejercicios una pasion decidida. Revelan gran habilidad para todo y actividad
en todo trabajo cuando quieren, sobre todo si se relaciona con la
navegación, en la que no tienen rival en estos rios.
Muéstranse tan amantes de su libertad é independencia, que jamás
toleran ser reducidos á esclavitud ó servicio prolongado, condicion á que se
someten los campas, amahuacas y otros, hasta los mismos feroces cashivos.
Es regla entre ellos que un Piro nunca puede ser <<muchacho>>, nombre
que dan á los sirvientes que se compran y venden, como acostumbran
hacerlo con los que apresan en sus correrías.
En general, son valientes y serenos en el combate. En sus correrías entre
los campas, los atacan con la mayor osadia, casi siempre en número mui
inferior, siendo cosa corriente el que 8 ó 10 piros, y aun menos, ataquen y
pongan en vergonzosa fuga á 30 ó 40 campas, y se apoderen de sus mujeres
é hijos para venderlos, ó servirse de ellos como esclavos. Tratan á éstos de
ordinario con cariño y llaneza: de manera que los campas reducidos á
servidumbre acompañan contentos á sus patrones durante toda su vida.
A cámbio del caucho obtienen herramientas y ropa, no solo para su uso,
sino para negociarlos, conservando ademas una reserva en sus cofres.
Visten pantalon y camisa, ó camiseta de punto; y usan sombrero de paja, ó
gorra, que les traen los comerciantes. Usan tambien el saco, su traje
primitivo, que
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les acomoda mas cuando trabajan como bogas, por la facilidad de
desnudarse, ya para halar las canóas en las corrientes ó para bañarse, lo que
hacen cuatro ó cinco veces al dia.
Las mujeres no tienen mas vestido que la pampanilla, especie de
tonelete que les cubre por delante, desde debajo del ombligo hasta media
pierna y por detrás de la cintura á las corbas. En lugar de la mantita que
acostumbraban ántes para cubrirse la espalda y los costados, llevan ahora un
saquito ó camisa, que apenas les Ilega á la cintura y encima del ombligo. Un
gran cinturon de innumerables hilos de chaquira blanca y collares de
granates, ó avalorios de diversos colores, combinados con gusto, completan
su sencillo vestido.
Tambien los hombres llevan por corbata, sayuelos de chaquira fina de
diversos colores, mui bien tejidos, trabajo que hacen las mujeres. La
costumbre de pintarse la cara, manos y piernas, es universal, desplegando en
ello rara habilidad: dibujan á pulso adornos del mejor gusto y admirable
simetría. El tinte de que se sirven es del fruto del huito, que dá un color
negro azulado. Solo en caso de guerra se pintan de rojo, usando para ello
achiote.
Desgraciadamente las buenas cualidades de los piros están contrariadas
por tres defectos capitales: 1°. son mui holgazanes; 2°. sumamente
inconstantes y versátiles, no residiendo nunca en ninguna parte de manera
estable, razon por la cual sus casas y chacras están hechas mui á la lijera; y
3°. mui informales en sus tratos; algo mas, de mala fé y amigos del engaño y
de la trampa; con no pocas y honrosas excepciones, sin embargo. Los piros
podrían ser llamados los gitanos del Ucayali.
La mujer es la que sobrelleva todo el peso del trabajo y de la vida.
Sirven de bogas; hacen leña para cocinar, siembran, tejen; se pintan á sí
mismas y pintan á los hombres; ayudan á estos en el trabajo del caucho;
extraen la cera, trabajo casi exclusivo suyo y aun andan rebuscando plátanos
en todas las islas y chacras abandonadas, ó purmas.
Los piros son polígamos, como casi todos los salvajes, teniendo cada
uno tantas mujeres cuantas pueda negociar y mantener. No obstante esta
pluralidad, viven en la mas perfecta armonia y se tratan de la manera mas
cordial. Piro hai que tienen tres, y aun mas: habiendo yo conocido en el
Caco, á uno, llamado Urbano, que contaba diez.
Cuando muere un piro, entiérranle dentro de su casa: y sobre su sepulcro
queman todos sus vestidos y objetos comestibles; rompen los frangibles;
arrojan al rio sus herramientas y armas, y matan sus animales de cría. Nada
de lo que perteneció al finado puede subsistir; y si este deja deudas, la viuda
y los hijos, ó los parientes, las pagan. 67
Practicada la ceremonia de destruccion, colocan sobre el sepulcro una
pequeña vasija llena de masato (chicha de yuca en pasta) y se retiran todos
los de la casa á algunas millas de distancia. De cuando en cuando vuelven á
observar el sepulcro. Si sobre é1 y al rededor del masato descubren huellas
de animales feroces, como tigres ú otros, creen que há visitado la tumba el
espiritu maligno y abandonan para siempre la casa; pero, si las huellas que
encuentran son de animales tímidos, como conejos, ratas ó aves que no sean
de rapiña, vuelven á habitarla; y entónces el fogón de la viuda principal, ó
mamá, (por que cada mujer tiene su fogón aparte) há de instalarse
precisamente sobre el sepulcro y en dirección de la cabeza del muerto,
viniendo el lecho en seguida.
Los piros creen en la existencia de un Ser Supremo, creador del
Universo y bueno, al que Ilaman Huyacali, y en un ser malo, llamado
Saminchi, á quien temen muchísimo, creyendo que interviene en sus
asuntos.
Son mui dados á la brujería, teniendo fama de hechiceros entre todas las
otras tríbus que, por tal causa, les temen y respetan, recibiéndolos en todas
partes con atencion y agasajo. Los doctores en este arte se llaman cajonchis,
y me han referido que los que quieren obtener aquel carácter en toda regla,
se someten ú un sin número de pruebas terribles, que consisten en retirarse á
las selvas mas temidas y sombrías, en las cuales se entregan á prolongados
ayunos y severas disciplinas, evocando sin cesar al formidable Saminchi,
quien, á fuerza de ruegos, lágrimas y ásperas penitencias del pretendiente, se
le presenta por fin y le inicia en los misterlos de la ciencia y en el arte de
curar. Los cajonchis, como es consiguiente, salen esqueletizados de la selva
á recibir los honores y el homenaje de todos, dedicándose luego á la
medicina, que para ellos consiste en extraer la chonta, chupándo el cuerpo al
enfermo por diversas partes con mil extravagantes ceremónias. Se hacen
pagar mui bien.
Cuando haga mi viaje hasta Callaria recogeré datos respecto á los
conivos, sipivos y otras tríbus, y los consignaré en el diario de dicho viaje.
_____oOo_____
Después de haber permanecido cuatro dias en casa del señor García, que
nos trató con suma amabilidad, emprendí mi marcha de regreso con don
Fernando Franchini, quien, como habilitado de la casa García y C°., fué á
proveerse de mercaderías.
Las personas que no conocen ésta clase de viaje difícilmente se
formarían cabal idea de cuán penoso y lleno de pe-
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ligros es remontar estos rios en frágiles canóas cargadas, estando el rio de
creciente. Menester es navegar mui pegado á la orilla, donde la corriente
tiene menos fuerza y á fin de poder apoyar los botadores en el piso, donde lo
hai, ó en las ramas de los árboles en las cuales los bogas apoyan sus palos de
orquesta con rara habilidad y destreza. Hai que cruzar por entre grandes
ramas de árboles barados, contra los que el agua choca y forma remolinos,
contra-corrientes, caldas, etc. A través de estos obstáculos la canóa tiene
que deslizarse como una culebra.
Pero el peligro mas grave y temible consiste en la caida de los árboles de
las orillas. Socavado por el agua el terreno en que estan arraigados y
cayendo casi siempre en gran número al mismo tiempo y con toda la fuerza
de su peso, producen gran estrépito y una espantosa revolucion en el rio.
Desgraciada la canóa á la que coja debajo, ó tan solo cerca, este ordinario
cataclismo: perecerá sin remedio. Varias veces nos hemos encontrado al
surcar el rio en los mayores apuros, viendo venirse abajo muchos árboles,
tan cerca que nos creíamos perdidos.
En estos y otros casos, la salvación depende de la incomparable destreza
y serenidad de los salvajes, que de un rápido golpe de vista, conocen de
antemano el peligro y se dan maña á evitarlo.
En la vaciante de los rios desaparecen la mayor parte de estas
dificultades; pues hai grandes playas y el agua pierde la mayor parte de su
fuerza y rapidéz.
Baste decir, en conclusion, que el viaje que hicimos en dos dias y medio,
nos demoró de subida 10 dias en incesante lucha con el rio.
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en la cual iba yo mismo ó uno de los compañeros, don Daniel Truyenque.
Los piros conductores de la remesa tenían tambien el encargo de cazar y
pescar para los trabajadores.
Séa por nuestra impericia en este trabajo, séa por el poco número de
peones, casi siempre enfermos, es lo cierto que sacamos mui poco caucho,
costándonos el duplo de su précio en los mercados del Ucayali.
El árbol del caucho que se explota aquí es el sifocánfilus caucha, mui
diverso del pao-siringa ó seringueira que encontramos en la quebrada de
Otare. La extracción de éste es mui diversa tambien de la del caucho, y
nunca habríamos podido sacar provecho de é1, necesitándose mucho tiempo
para obtener el jugo, mientras que el caucho rinde todo su producto en pocos
dias.
En cuanto á los compañeros que permanecemos aqui, estamos siempre
mui ocupados en la caza y la pesca, que felizmente son abundantísimas,
habiendo una vez cazado á fusil, desde la puerta misma de nuestra casa,
trece hermosos chanchos que pasaban el rio en tropa dirigiéndose á nuestra
huerta. Son tambien mui abundantes los pavos de varias especies, los loros
huacamayos é infinidad de cuadrúmanos, de todos los que sacábamos
provecho, siendo notable, entre estos últimos, el Maquisapa, ó Marimonda
(Ateles ater. Cuv.): tiene una carne exquisita.
La pesca abunda de manera extraordinaria; y es tan variada que satisface
á todos los gustos. Frecuentemente cogemos peces que apenas bastan dos
hombres para meterlos á la canóa, y casi todos los dias tenemos que
devolver al rio pesca sobrante.
Cuando se limpió la huerta, en Febrero, plantamos un cuartel de caña
dulce como de cien metros por lado, rebuscando planta en la misma huerta y
comprándola á los piros. Ya estamos aprovechando de nuestra caña,
chupándola: su crecimiento, lozanía y abundante jugo nada dejan que desear.
No necesita mas cultivo que el quitarle la maleza una sola vez.
Todas las plantas se reproducen aqui admirablemente y en mui poco
tiempo, bastando un poco de industria para tener abundantes frutos. El
plátano, por ejemplo, empieza á dar al año; la yuca desde los seis meses; en
tres, maduran el maíz y el maní; en dos, dá el frejol; la caña solo necesita de
seis á ocho meses; el cacao es expontáneo en todos los bosques. No acabaría
si tratase de especificar todas las producciones que aquí se puede tener.
Nunca se riegan las plantas, porque no lo necesitan, y todo el cultivo
consiste en limplarlas de yerba.
Los animales nocivos al hombre no son abundantes. En seis meses,
recorriendo casi todos los dias los bosques con
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motivo de caza, nunca hé visto un tigre. Sé que los hai; pero que casi nunca
atacan al hombre. Culebras he visto mui pocas, lo mismo que arañas.
Atribuyo la escases de insecto perniciosos á la gran abundancia de los útiles
policianos llamados chacos, hormigas que, en ejércitos de millones, recorren
los bosques, chacras y casas, dando fin á cuanto reptil é insecto cae bajo sus
garras y tijeras, sin escaparse de ellas las culebras ni los sapos. Solo la plaga
de los zancudos y la manta blanca molesta algo en ciertas épocas del año. El
número de éstos es, sin embargo, infinitamente menor que el que me dicen
hai en todo el bajo Ucayali.
Aunque el clima es mui ardiente y á veces el calor se hace casi
insoportable, tenemos el recurso del baño, que es mui agradable é inofensivo
por la temperatura del agua, casi tibia. Refrescan tambien mucho la
atmósfera las brisas del N. y del O., las últimas de las cuales descienden de
la cadena de cerros situada al poniente del Tambo.
Estamos, pues, tan entretenidos y contentos, que no pensariamos en salir
de aqui si no fuese por nuestras familias.
Tiene este punto la ventaja de que cuanto pasan aguas arriba ó aguas
abajo, por cualquiera de los dos rios, se alojan aquí, proporcionándonos
noticias y facilidad de hacer negocios.
AGOSTO DE 1884
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Para dormir es indispensable un tupido mosquitero, y durante el dia hai
que estarlos espantando sin cesar con un pañuelo, ó un abanico. Felizmente,
á medida que avanzamos agua arriba, vá disminuyendo esta odiosa plaga.
En Providencia ya los hai solo para no olvidar que estamos en la tierra.
Aqui me proveí de las mercaderías necesarias para el pago de los bogas
que deben conducirnos en nuestra larga y penosa jornada hasta el valle de
Santa Ana. Con este motivo la canóa vá excesivamente cargada y el viaje se
hace mas lento, no habiendo podido añadir tampoco sino un boga.
El señor Olazabal resolvió quedarse en este lugar, para irse en seguida á
Iquitos con intención de regresar á su casa al año entrante.
Contra lo que esperaba, no hé encontrado aquí á Velarde. No há bajado
aún, sin duda por falta de oportunidad. Está casi á las cabeceras del
Pachitea, á 12 días de subida de aquí.
Desde esta fecha hasta el 19 de Setiembre en que llegamos á
Providencia, continuamos nuestro viaje con menos padecimientos por haber
podido conseguir mas bogas; pero hemos sufrido retardos por los frecuentes
aguaceros, que nos mojaban completamente, así como nuestros equipajes y
carga.
CONIVOS Y SIPIVOS