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Revista Electrónica de Psicología Iztacala
Vol. 6 No. 1
enero de 2003
RESUMEN
Abstract
Los conflictos entre los niños constituyen ensayos que permiten el aprendizaje de
habilidades sociales para la vida adulta. En ellos, los educadores intervienen reforzando
unas formas de solución, castigando otras y facilitando indicadores sobre cómo actuar en
diferentes situaciones.
Así, los niños van aprendiendo valores y estilos de comportamiento agresivo, pasivo,
dependiente o independiente, en función de sus experiencias y de la influencia de padres
y profesores (Olivares, 1997).
Este proceso no lleva siempre al resultado deseado: que los niños aprendan un
repertorio de habilidades que les permitan afirmarse ante las presiones externas, a la vez
que respeten a los demás. La observación de sus interacciones sociales permite
constatar como la mayoría de los niños se comportan de una manera similar en distintos
tipos de conflictos: pegar, gritar, llorar, quejarse con el adulto... siendo muy pocos de ellos
capaces de adaptar su comportamiento (Olivares, op.cit.).
Los reforzadores positivos, son eventos que se presentan después de una respuesta
desempeñada y que incrementan su probabilidad de ocurrencia. Los reforzadores
negativos son eventos que se retiran después de realizada una conducta y que también
incrementan su probabilidad de ocurrencia.
Tipos de reforzadores positivos.- ( secundarios) Comprenden eventos como el elogio,
calificaciones o dinero, y adquieren su función reforzante mediante el aprendizaje.
Estos principios son básicos para la implantación de repertorios conductuales, ya que se
precisan entrenamientos aún cuando las conductas ya han sido adquiridas, y la
utilización de reforzadores asegura el incremento o decremento de las mismas, según
sea el interés del trabajo a realizar.
Cabe mencionar que la condición esencial para la aplicación efectiva de un reforzador es
que éste sea contingente a la conducta, lo cual significa que el reforzador se otorga sólo
si se efectúa la conducta deseada. La aplicación contingente de los reforzadores no es
necesariamente la aplicación del todo o nada, por lo que generalmente se inicia con un
programa de modelamiento (Kazdin, 1994).
La señora “E” y su hijo son remitidos por la profesora del maternal donde el niño asiste.
La señora reporta que su hijo, de tres años de edad, tiene problemas para interactuar
con todas las personas ajenas a su núcleo familiar. El cual está compuesto por ella, su
esposo y su hijo.
Cuando se le interroga acerca de la forma de crianza que sigue con el niño, explica que,
tanto ella como su esposo, “miman al niño”, por ser hijo único. Le permiten realizar las
actividades que él desea, son bastante serviciales con él, al grado de que siguen dándole
de comer en la boca, le permiten ver durante un período largo programas televisivos, y
casi no le llaman la atención, ni lo castigan, y en caso de que lleguen a hacerlo, es la
señora quien deja llorar al niño, lo deja que haga berrinche (patalea o grita), o a veces
lo encierra. Comenta que dichas medidas han sido insuficientes ya que el niño continua
con el mismo comportamiento.
También menciona que el niño es bastante apegado a ella, lo cual ha ocasionado que
sea muy difícil que éste permita que ella salga sola sin él, o que otra persona le dé de
comer, o lo atienda (incluso el padre), o que dentro de casa ella se aparte de él.
En cuanto a su trato con el niño reporta que él pasa poco tiempo con su hijo, debido a su
horario de trabajo, pero el tiempo que tiene libre lo aprovecha para jugar con él, salen al
parque o al supermercado junto con su esposa. Debido a que es poco el tiempo que
convive con él, le llama pocas veces la atención y prefiere en todo caso que sea su
esposa quien corrija al niño. Otro factor importante es que el niño convive con los
abuelos maternos, quienes son bastantes condescendientes con él, contrarrestando así
la autoridad de la madre.
ANÁLISIS FUNCIONAL
Del Hijo:
No se relaciona con los niños del maternal, evita jugar con ellos, se aparta, llora, golpea y
patea, pega cuando se le obliga a realizar alguna actividad grupal, difícilmente se separa
de su madre, no permite que otras personas lo atiendan, no saluda ni se despide, no
realiza actividades de autocuidado, ignora a las personas cuando le hablan.
De los Abuelos:
Complacen al niño, le permiten tocar objetos no adecuados. Autorizan lo que su madre
no autoriza, indican a la mamá que no obligue al niño a hacer lo que él no quiere.
Historia de la Microcontingencia:
-Circunstancia en que se inició la conducta:
La circunstancia que originó que la conducta se valorara como problemática fue el
reporte de la maestra de la guardería.
-Situación en que se inició la microcontingencia actual:
La interacción valorada como problema se presentó desde el nacimiento del niño.
-Historia mediadora de la conducta:
La señora, a través de comentarios, órdenes y comportamientos específicos ha mediado
su relación de pareja, desde el noviazgo. Actualmente media la relación familiar.
-Funciones disposicionales en el pasado de las personas significativas en la
microcontingencia presente:
Los abuelos maternos han probabilizado que su hija sea una madre complaciente e
igualmente que su nieto sea particularmente desobediente.
ANÁLISIS DE SOLUCIONES.
Este paso es de gran importancia en la metodología. Se considera que ningún problema
tiene una solución predeterminada, sino que ésta se debe decidir, junto con el usuario,
considerando varios elementos tales como los efectos esperados a corto, mediano y
largo plazo, el costo emocional, los recursos necesarios y disponibles, etcétera.
(Rodríguez, 2002). Se plantea que la solución puede darse considerando dos ejes: el
microcontingencial y el macrocontingencial, pensando en que ambos pueden cambiar, o
solamente uno de ellos. Para el caso que nos ocupa el eje de análisis de solución es el
microcontingencial y dentro de éste se decidió que se debía optar por generar cambios
en conducta propia y conducta de otras personas.
INTERVENCIÓN.
En el Análisis Contingencial se considera que los procedimientos de intervención deben
diseñarse o seleccionarse de manera individualizada a partir del análisis de las
dimensiones micro y macrocontingenciales, de la génesis de la interacción y de la o las
soluciones planteadas. Si se opta por emplear alguna técnica estandarizada, su elección
debe basarse en criterios funcionales. DíazGonzález, Ribes, Rodríguez y Landa (1989)
proponen tres grupos de criterios: a) la naturaleza de la interacción terapéutica, b) el tipo
de procedimiento en términos de sus efectos y c) las funciones del terapeuta. Dichos
grupos se pueden emplear para diseñar o seleccionar las técnicas a emplear en cada
caso. Adicionalmente clasifican algunas técnicas conductuales considerando las
dimensiones funcionales que afecta cada una, de manera tal que se pueden rescatar
procedimientos que han demostrado ser de gran utilidad, especialmente si se emplean
con base en los criterios señalados. En esta clasificación se ubican, tanto el
Entrenamiento asertivo como el Manejo de Contingencias, como procedimientos que
sirven para alterar la conducta del propio usuario, así como la de otras personas, en
términos de precisión, oportunidad y relación de efecto; esto es, sirven para generar
cambios en interacciones cuya naturaleza problemática se relaciona con la
discriminación de formas de conducta requeridas, de las circunstancias en que debe
emitirse o no, una respuesta particular y con la probabilidad de cierto tipo de
consecuencias.
Por esta razón se decidió emplear como parte de las estrategias de intervención para
este caso, ambos procedimientos.
A partir del análisis funcional del caso se diseñó, aplicó y evaluó un programa de
intervención, considerando como usuario principal a la madre del niño. El objetivo
general de este programa fue que la madre desplegara conductas sociales para facilitar
la interacción social del niño en diversos contextos, así como que aplicara
adecuadamente las contingencias pertinentes para lograr los cambios deseados en la
conducta de su hijo..
Objetivos Particulares:
-Que la madre fomentara y promoviera habilidades sociales en su hijo a través del
modelamiento.
-Que la madre promoviera y entrenara conductas de autocuidado, así como una mayor
independencia en el niño en los diversos contextos donde se desenvuelve.
-Que la madre manejara contingencias de manera adecuada.
Objetivos Específicos:
- Que la madre ejerciera habilidades sociales como saludar a vecinos, iniciar y mantener
conversaciones, recibir invitados en casa, frecuentar lugares con actividades sociales,
etcétera.
-Que la madre modelara al niño dichas habilidades.
- Que la madre entrenara e instigara habilidades de autocuidado en el niño.
-Que la madre entrenara e instigara el uso del lenguaje oral en el niño.
-Que la madre auspiciara y promoviera actividades independientes en el niño.
-Que la madre aplicara reforzamiento positivo o negativo en función de la conducta de su
hijo.
-Que la madre entrenara al padre en el manejo apropiado de las contingencias.
-Que la madre alterara el rol funcional de los abuelos del niño.
PROCEDIMIENTO:
Se emplearon técnicas de información, modelamiento moldeamiento y retroalimentación
para entrenar en la madre habilidades sociales como: saludar, despedirse, dar las
gracias, pedir por favor, iniciar y mantener una conversación. Los terapeutas auspiciaron
que ella se involucrara en actividades sociales. Sus tareas fuera del consultorio
consistieron en practicar las conductas entrenadas, así como llevar un registro de la
frecuencia y algunas características de las mismas.
Se le dejó también un registro de las conductas sociales de su hijo.
Como una segunda fase de intervención, se dio un entrenamiento general en manejo de
contingencias. Se explicaron conceptos básicos y se entrenó a la señora, a través del
modelamiento, el juego de roles y la retroalimentación en el uso de principios tales como
reforzamiento positivo, moldeamiento, reforzamiento negativo, castigo negativo y
extinción. Posteriormente se le pidió que listara aquellas conductas de su hijo que
deseaba moldear, aquellas que deseaba incrementar y las que deseaba decrementar. La
tarea consistió en ir aplicando adecuadamente las contingencias para lograr estos
cambios. Se le pidió un registro de su conducta en términos de aplicación de
contingencias.
El manejo de contingencias se fue precisando a través de los demás objetivos de
intervención. Así, para el objetivo de auspiciar y promover actividades independientes en
el niño, se empleó información acerca de algunas estrategias para que ella enseñara a
su hijo actividades que le permitan ser independiente. Se le modeló la forma de auspiciar
dichas actividades y se le entrenó para manejar adecuadamente las contingencias con el
fin de moldear e incrementar estas actividades particulares en el niño, así como para no
ceder ante sus exigencias de dependencia. Se le pidió que llevara un registro de estas
actividades.
También se le entrenó para que modelara e instigara el empleo de un mejor lenguaje oral
en el niño. Se le dejó como tarea un registro de la frecuencia, precisión y amplitud del
lenguaje oral del niño e igualmente se le instruyó para que estableciera con él diálogos
constantes sobre las actividades diarias, le leyera cuentos o que platicara con el niño
sobre los programas televisivos que éste ve.
Se le instruyó para que informara y entrenara a su marido y padres con respecto al
manejo adecuado de contingencias para su hijo. Se le pidió que registrara cambios en el
comportamiento de dichos familiares.
Por último, se le solicitó que fomentara actividades sociales en su hijo. Para ello se le
informó y entrenó para que probabilizara dichas actividades, involucrando al niño en
situaciones pertinentes, modelando la conducta social y reforzando positivamente toda
aproximación del niño a estas conductas.
Se puso énfasis en el manejo firme y continuo y adecuado de contingencias de
reforzamiento positivo para:
- Cuando el niño desplegara las habilidades adquiridas.
-llevara a cabo conductas de autocuidado.
-hiciera uso de un lenguaje apropiado.
-tomara parte en decisiones aún cuando fueran pequeñas.
-permaneciera solo, por tiempo breve y posteriormente por tiempos prolongados.
Y de extinción o castigo negativo para:
-Cuando el niño hiciera berrinche
-evitara realizar las conductas adquiridas.
RESULTADOS
La evaluación de los cambios se hizo a partir de los registros obtenidos, así como de la
observación del comportamiento dentro del consultorio. Se empleó la Guía de Evaluación
de Cambios (Rodríguez y Landa, 1993) para evaluar de manera cualitativa el tipo de
cambios generados. Se encontraron cambios en conducta propia desde las primeras
sesiones de la intervención, y cambios en la conducta de su hijo después de dos
sesiones de tratamiento. Se alcanzaron los objetivos propuestos. La madre adquirió y
modeló las diversas habilidades sociales planteadas y manejó adecuadamente las
contingencias entrenadas. El hijo empezó a desplegar conductas sociales, de
autocuidado, se involucró en actividades independientes y empleó el lenguaje oral con
mayor fluidez. La señora registró y reportó cambios, tanto en la conducta de su marido,
como en la de sus padres, al relacionarse con su hijo; esto es, sus padres dejaron de
fomentar conductas inadecuadas en el niño y su marido llegó a acuerdos con ella para el
manejo apropiado de las contingencias, así como para la promoción de habilidades
sociales.
Conclusiones
En este trabajo se pretendió ilustrar la aplicación del análisis contingencial en una
relación problemática. Dicha relación, justamente por ser simple, permite resaltar algunos
aspectos de esta metodología. En primer lugar, la manera de abordar el estudio del
comportamiento a través de criterios funcionales considerando los sistemas micro y
macrocontingenciales, tanto como la génesis del problema, a partir de la elección de un
usuario principal. Aún cuando en este caso no se encontraron problemas de orden
macrocontingencial, el sistema obliga a llevar a cabo una evaluación del contexto
valorativo de las diversas interacciones. En segundo lugar, el planteamiento de una fase
de análisis de soluciones lleva a una estrategia educativa, más que clínica, para la
determinación de la dirección del cambio e implica el conocimiento, por parte del usuario,
del papel que juega su propio comportamiento con respecto al de otras personas
involucradas en la interacción. Por último, es importante mencionar que la elección de
procedimientos descansa en criterios funcionales y no así en morfológicos. En este caso
se encontraron de utilidad, por la naturaleza de la interacción problemática, tanto el
manejo de contingencias como el entrenamiento asertivo; sin embargo hay casos para
los que no existen técnicas estandarizadas que cubran los propósitos de la intervención y
en donde es importante diseñar procedimientos a partir de la evaluación integral del
problema.
A partir de los resultados obtenidos, se puede concluir que la metodología de Análisis
Contingencial es útil en la modificación de los llamados casos clínicos, permitiendo una
visión integral de los mismos.
Finalmente, el objetivo de este trabajo fue el de ilustrar la aplicación del Análisis
Contingencial como metodología para el análisis y cambio del comportamiento individual.
Desafortunadamente, este caso estaba muy relacionado con la incapacidad de los
padres en el manejo de su hijo y no así con problemas de orden valorativo, por lo que no
se pudo ilustrar el análisis macrocontingencial; sin embargo, en lo general, pensamos
que los demás pasos quedaron ilustrados.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
DíazGonzález, E., Landa, P., Rodríguez, M. L., Ribes, E. Y Sánchez, S. (1989). Análisis
funcional de las terapias conductuales: una clasificación tentativa. Revista Española de
la Terapia del Comportamiento, 7, 3, 241-255
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