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Golpe de Estado en Perú de 1968

El golpe de Estado en el Perú el 3 de octubre de 1968 fue una acción militar llevada a cabo por un grupo de oficiales
del Ejército encabezados por el general del ejército peruano Juan Velasco Alvarado, para derrocar al
presidente constitucionalmente elegido Fernando Belaúnde Terry; paulatinamente los demás miembros de las Fuerzas
Armadas, las Fuerzas Armadas del Perú conformadas por la Armada y la Fuerza Aérea se fueron plegando, como
aceptando los hechos consumados.1

Complot contra el gobierno de Belaúnde

Desde el momento en que alcanzara la Comandancia General del Ejército y la presidencia del Comando Conjunto, el
general Juan Velasco empezó a complotar contra el gobierno democrático de Belaunde, junto con otros oficiales del
Ejército. Entre estos destacaban cuatro coroneles: Rafael Hoyos Rubio, Jorge Fernández-Maldonado, Leonidas Rodríguez
Figueroa y Enrique Gallegos Venero. Estos oficiales, formados en el CAEM, se dedicaron previamente a estudiar la
situación política, social y económica del Perú y concibieron un plan que, a su juicio, superaría la terrible crisis que
agobiaba a la nación.

El escándalo del Acta de Talara y la Página 11[editar]

La International Petroleum Company en la ciudad de Talara.

El argumento presentado para perpetrar el golpe fue el arreglo que el gobierno de Belaúnde dio al añejo problema de La
Brea y Pariñas. Este era el nombre de unos yacimientos petrolíferos situados en el norte y explotados entonces por una
compañía estadounidense, la International Petroleum Company (IPC). Durante décadas esta compañía (y su antecesora
británica), se habían negado a pagar al Estado peruano el monto real de los impuestos por explotación, usando
descaradamente a su favor un error inicial de parte del Estado peruano en la medición de las pertenencias que
explotaban. Este viejo litigio tuvo su término el 13 de agosto de 1968 con la suscripción del Acta de Talara, por la cual
todos los campos petrolíferos que explotaba la IPC retornaban al Estado peruano, mientras que dicha compañía solo
conservaba la vieja refinería de Talara. Pronto se habló de manejos ocultos en la operación, que supuestamente
beneficiaban a la IPC, y se acusó de “entreguismo” al gobierno de Belaunde. El escándalo estalló cuando se denunció
que faltaba una página en el contrato de precios de petróleo crudo entre la estatal Empresa Petrolera Fiscal (EPF) y la
IPC (10 de septiembre de 1968). Esa fue la famosa "Página Once", que sirvió de motivo para el golpe de Estado que
Velasco Alvarado encabezó en menos de un mes.

Se ha discutido sobre las verdaderas razones del golpe de Estado de 1968. Mientras que unos sostienen que a los
militares golpistas les inspiraba un sincero deseo de implantar la justicia social en el Perú, otros (como el mismo
Belaúnde) han hecho notar que los militares se adelantaron a impedir la realización de las elecciones generales de 1969,
en las que se presagiaba el triunfo de Víctor Raúl Haya de la Torre.2 Y es que los militares, desde la década de 1930,
habían hecho cuerpo único para impedir el ascenso al poder de Haya de la Torre y los apristas, animadversión que se
remontaba a la revolución de Trujillo de 1932, en donde fueron masacrados oficiales del Ejército a manos de apristas
exaltados, en respuesta de lo cual, un número indeterminado de apristas fueron fusilados pero bastante importante en
la historia peruana.

El Golpe de Estado

Fachada del Palacio de Gobierno que da a la Plaza Mayor de Lima.

El miércoles 2 de octubre de 1968, el Presidente de la República, Fernando Belaúnde Terry, cenó frugalmente en
compañía de su Secretaria, Violeta Correa Miller; del Diputado y ex Ministro Sandro Mariátegui Chiappe; de su
hija Carolina Belaúnde; y del Jefe de la Casa Militar, Capitán de Navío Miguel Rotalde. Abandonó la mesa, seguido por su
hija, sin deseos de continuar el diálogo:

Belaunde: Tengo una tonelada de cansancio... Los ojos se me cierran...

Se retiró a sus habitaciones privadas por el Jefe de la Casa Militar. A las 11 de la noche, en Palacio reinaba una calma
absoluta. El jefe de la Casa Militar, abandonó Palacio. El Gobierno había suspendido, hacía dos días, las Garantías
Constitucionales, lo que le obligaba a permanecer de guardia. Pero, después de la juramentación del Gabinete, en su
opinión, nada ocurriría. No podía equivocarse. El Capitán de Navío Rotalde durante más de un año había desempañado
el cargo de Ministro de Gobierno. No podía dudar de su olfato, de su experiencia. A dos kilómetros del Palacio de
Gobierno, en la sede de la División Blindada, el Coronel Alfredo Beláunde, Jefe de Estado Mayor de la División Blindada,
se aburría. Su parentesco con el Presidente, garantizaba, la lealtad de esta unidad.3

General Arrisueño: Alfredito, tengo unas entradas para el ballet del Teatro Municipal.

El General Arrisueño, Jefe de la División, despidió al Coronel Belaunde con un gran abrazo. La eliminación del Coronel
Belaúnde resultó fácil.

General Arrisueño: Del Teatro, vete a tu casa tranquilo. Yo me quedo a dormir aquí, mañana tú me reemplazas.

Tan pronto como salió el Coronel Belaúnde, el General Arrisueño llamó al Coronel Pedro Richter, quien ocupó el cargo
que dejara vacante el Coronel Belaúnde.

El General Juan Velasco Alvarado, Presidente del Comando Conjunto, ingresó, a las 12 de la noche, vestido de civil, al
edificio del Centro de Instrucción Militar del Perú, CIMP, en Chorrillos, a 15 kilómetros al Sur de Lima. Llegó en compañía
de los Generales Montagne y Carpio Becerra. Habían estado en la casa de este último, en Miraflores, dando cuenta de
una botella de whisky. Fue recibido por el General Mercado Jarrín, quien también vestía de civil. Rápidamente se
reunieron, en ropas de paisano, Coroneles y Generales, en la Sala desde la cual se preparaba el Golpe de Estado. Fue
redoblada la guardia en torno al edificio.

En el Club Nacional, en la Plaza San Martín, el Presidente del Consejo de Ministros, Miguel Mujica Gallo, rodeado de sus
Ministros civiles, brindaba, con vigor, por el éxito de la gestión política que deberían iniciar dentro de pocas horas. Solo
faltaba el Ministro de Trabajo, el periodista y financista Alfonso Grados Bertorini quien, en el Restaurante La Estancia, en
la Avenida Arenales, con una veintena de viejos colegas, festejaba su nombramiento. Con Grados los hombres de prensa
se sentían, por primera vez, representados en el Gobierno.

En todos los diarios de Lima se habían redoblado la guardia de fotógrafos y cronistas. Desde hace cuatro noches había
un estado de alerta. Ni la juramentación de los Ministros, ocurrida a medio día, modificaba la situación. A medida que
pasaban los minutos, fotógrafos y periodistas se miraban. Algo tenía que pasar... Todo el mundo sabía que el Golpe de
Estado era inminente. Los únicos que parecían ignorarlo eran el Presidente y sus Ministros.4

En su residencia de Higuereta, zona residencial de Lima, el Coronel Jorge Fernández Maldonado, cenó en compañía del
Arzobispo de Trujillo, Monseñor Jurgens; del Vicario General castrense, Monseñor Alcides Mendoza y de Monseñor
Baldo, su confesor. A media noche, después de despedir a sus invitados, el Coronel Fernández se retiró a rezar.

A la una de la mañana, el Presidente Belaúnde dormía profundamente, como si estuviese bajo los efectos de un
sedante.5 El Coronel Alfredo Belaúnde, también dormía profundamente en su residencia de Miraflores.

Carito Belaúnde, la hija del Presidente, en su dormitorio de Palacio, escribía una carta a México. Violeta Correa, la
Secretaria del Presidente, fumaba mientras observaba las fotografías de la juramentación de los nuevos Ministros. Vivía
un bello romance con el Presidente Belaúnde y, poco antes, había decidido casarse tan pronto como terminara el
mandato del Jefe de Estado, después del 28 de julio de 1969.

Francisco Belaúnde Terry, festejaba su cumpleaños, rodeado de sus amigos y amigas, en un restaurante limeño. No
sospechaba que, desde entonces, no volvería a repartir abrazos y besos el 3 de octubre...
A las 1.14 minutos de la mañana, sonó un teléfono en el CIMP. El General Juan Velasco Alvarado, Jefe del Comando
Conjunto, levantó el fono:

Al otro lado del teléfono, en la División Blindada, el General Alfredo Arrisueño, vestido en traje de campaña, dijo:

Arrisueño: Mi General, ¡nos ponemos en marcha!

Velasco: ¡En marcha!

El Coronel Rafael Hoyos Rubio, Jefe del Departamento de Fuerzas Especiales, comandaba treinta blindados que,
rugientes, se dirigieron a tomar el Palacio de Gobierno. Velasco pidió un whisky. El General Ernesto Montagne, también.
El Golpe de Estado había comenzado. En Palacio, mientras el Presidente dormía, las puertas habían sido abiertas a media
noche y más de 100 Investigadores ingresaron y permanecían discretamente ocultos, en espera de órdenes superiores.

1.15 de la madrugada: Llegó la hora O. Los Rangers salen a la calle y se desplazan hacia el centro de la ciudad. Treinta
tanques salen de la División Blindada.6

1.30. Los tanques avanzan lentamente por el Jirón Trujillo, del Rímac. Los rangers se han adelantado.

1.35. Elementos de la PIP y de la GC se ubican en la zona céntrica de la ciudad, en las cercanías de la Plaza de Armas.
Reina una calma completa en la ciudad. Los últimos noctámbulos toman sus colectivos en la Plaza San Martín.

2.00. El Palacio de Gobierno está totalmente rodeado por los Rangers.

2.15. La Guardia Civil y la PIP controlan los accesos a la Plaza de Armas e impiden el ingreso de civiles.

2.20. Se escucha una ráfaga de ametralladora.

2.30. El tanque 233 conmina a la Guardia de Palacio a que abra la reja que da al patio principal. La Guardia no ofrece
resistencia alguna Penetran inmediatamente dos tanques, seis carros blindados y un carro de comando.

2.40. Cincuenta rangers se deslizan por la parte posterior de Palacio de Gobierno.

2.45 Un grupo de Oficiales ingresa por la puerta que da a la Estación de Ferrocarril, en Desamparados. Sube las
escalinatas, las puertas de la residencia son abiertas de inmediato.

2.50. Salen los cinco oficiales que había ingresado. Al centro una persona de civil, con abrigo- Es el Presidente Belaúnde.
Dirigiéndose a un grupo de civiles dijo a viva voz:

Belaúnde: ¡Qué les parece! ¡Estos son los traidores a la Patria!.

El presidente es subido a una Land-Rover que parte velozmente con dirección a la Avenida Abancay.

3.10. Llega a la puerta posterior de Palacio el Ministro de Gobierno Velarde Aspíllaga, luego se retira.

3.20. En la Plaza de Armas se encuentra al ex Ministro Mongrut. Declina hacer declaraciones. También se ubica al
Senador Cabieses (belaundista). No formula declaraciones.

3.40. Llega a Palacio el Ministro Tamayo Vargas; trata de ingresar pero disuadido por la guardia. Luego se retira.

4.15. En la Plaza de Armas hay alrededor de un centenar de civiles. Todos preguntan por los nombres de los
revolucionarios, pero los oficiales guardan mutismo.7

4.30. El hermano del Presidente de la República, Dr. Francisco Belaúnde Terry, es detenido. Daba vivas al Gobierno
Constitucional y gritos contra los Revolucionarios.

4.40. El Premier y Ministro de Relaciones Exteriores, Mujica Gallo, se acerca a Palacio. Luego se retira: Diciendo, "vengo
a enterarme sobre lo que pasa...".
5.00. Los Ministros empiezan a reunirse en el Palacio de Torre Tagle. Los primeros en llegar son el Canciller y el Ministro
de Gobierno. Luego llega el General Gagliardi Schiaffino, Ministro de Aeronáutica.

5.55. Se entrega el Manifiesto Revolucionario.

6.30. Se da lectura al Comunicado No. 1 de la Junta Revolucionaria.8

A las dos de la madrugada, con precisión matemática, los tanques y las tropas escogidas, Rangers, rodeaban el Palacio
de Gobierno, el edificio del Congreso, la Prefectura de Lima, y los locales de los Partidos Aprista y Acciòn Popular. Los
Rangers también habían ocupado los edificios de Radio Nacional, las estaciones de TV y el Ministerio del Interior.
Catorce millones de peruanos dormían sin saber lo que ocurría. Los periodistas y los fotógrafos se desplazaban, a gran
velocidad, de un escenario a otro. El Presidente llamó al Ministro de Guerra, General Dianderas, quien le informó que su
casa también estaba rodeada por soldados. Llamó al Ministro de Marina, pero no se encontraba en su domicilio. Se
comunicó con el Ministro de Aviación, General Gagliardi, quien le prometió alertar a la Aviación y reunir de inmediato, al
Consejo de Ministros. El Presidente Belaúnde quiso hacer otra llamada pero fue cortada la comunicación. Los teléfonos
ya no funcionaban. El Presidente se encontraba solo, aislado e imponente en Palacio. Se vistió rápidamente. Su hija y su
Secretaria fumaban, en silencio. Transcurrieron, tensos, algunos minutos. Se oyeron pasos y murmullos en el corredor.
De pronto, violentamente, se abrieron las puertas. Rangers, con ametralladoras y varios investigadores, con las pistolas
en la mano, formaban un grupo compacto.

-Está usted detenido por orden del Comando Revolucionario, exclamó un Oficial, intensamente pálido, mientras le
apuntaban con su arma.9 El Presidente Belaúnde abanzó, con el índice de la mano derecha. acusador:

-Identifíquese, miserable, está usted hablando con el Presidente Constitucional de la República'...!

El grupo retrocedió. -Soy el Coronel Enrique Gallegos... Tengo orden de detenerlo.

-Son ustedes unos hijos... traidores...Indignos del uniforme que la Patria les ha confiando...Está usted destituído...! Tantos
tanques y pistolas para detener a un hombre desarmado...! ¡Disparen carajo...!

El Presidente Belaúnde continuó avanzando. Gallegos y los suyos retrocedieron aún más. Gallegos gritó:

-Agárrenlo...!

Cuatro Oficiales se arrojaron sobre el Presidente Belaúnde, tomándolo por los brazos, lo sujetaron hacia atrás. Los
investigadores ingresaron. El Presidente alcanzó a propinar algunas puntapies. Fue sacado en vilo, a la carrera.

El General Gagliardi se puso en acción. La Aviación, dijo, como un solo hombre respaldaba al Gobierno Constitucional. Se
habían iniciado los contactos con la Marina y el Ejército. Nadie tenía noticias del golpe. Gagliardi ubicó al Presidente del
Consejo de Ministros. Se reunirían en el diario "Expreso", donde disponían de información precisa sobre lo que estaba
ocurriendo.

Gagliardi pasó por la casa del Ministro de Guerra, General Dianderas; fue interceptado por un Oficial del Ejército.

-Soy el Ministro de Aviación y entraré a hablar con el Ministro, aunque tenga que abrirme paso a balazos, dijo Gagliardi.
El Oficial le dejó pasar.

El General Dianderas, vestido de civil, recibió a su colega.

-Vamos, Roberto, nadie va a detener a un General del Ejército. El Gabinete se está reuniendo en Expreso. Hay que
rescatar al Presidente.

-Mira, viejo yo no puedo oponerme a las decisiones del Comando... Gagliardi salió después de lanzar una andanada de
interjecciones.10
Elías Mendoza, de 35 años, líder máximo del movimiento Scout y llamente Ministro de Justicia, convenció al viejo
portero del Palacio de Torre Tagle, sede del Ministerio de Relaciones Exteriores, para que abriera las puertas del edificio.
Eran las 4 de la mañana del 3 de octubre de 1968.

A las cinco habían llegado todos los Ministros. Solo faltaban dos, el Ministro de Guerra, que se negó a concurrir a la
sesión; y el Ministro de Marina que no era habido.

El Presidente del Gabinete, Miguel Mujica Gallo, abrió la sesión. Informó que había hablado con los Presidentes de las
Cámaras Legislativas, Cox y Towsend, quienes se comprometieron a reunir al Parlamento tan pronto como fuere posible.
El Presidente de la Corte Suprema le aseguró el respaldo del Poder Judicial al Gobierno Constitucional. Los Comandantes
Generales de la Aviación y de la Marina, General López Causillas y Vice Almirante Castro de Mendoza, respectivamente,
habían sido terminantes en su rechazo al movimiento sedicioso. Mantenían su adhesión al Gobierno del Arquitecto
Belaúnde. Nadie sabía dónde podía encontrarse el Presidente Belaúnde que había sido conducido en un jeep, rodeado de
militares, por la Avenida Abancay. El General Gagliardi informó que las instrucciones del Presidente eran de destituir, de
inmediato, a todos los elementos comprometidos en la sedición aunque el Decreto Supremo respectivo no llevara la firma
del Jefe del Estado. Como el primer Vice Presidente, Edgardo Seone, se había unido a los revolucionarios, decidieron
llamar al Segundo Vice Presidente, Mario Polar. El doctor Mendoza se levantó en busca de un teléfono, cuando...

Varias decenas de PIPs (Policías de Investigaciones), ingresaron al Palacio de Torre Tagle subiendo, a la carrera, al
segundo piso donde echaron abajo la puerta que da al Despacho del Ministro. Tuvo lugar una corta, desigual lucha
cuerpo a cuerpo. Miguel Mujica Gallo, el Presidente del Consejo de Ministros y Ministro de Relaciones Exteriores,
deportista y cazador de leones, hizo rodar a varios de sus atacantes. El General Gagliardi fue rodeado por una veitena de
PIPs. Sacó su pistola. Hubo un momento de desconcierto. Varios PIPs también enseñaron sus armas. La lucha había
concluido. Los Ministros tenían los vestidos rotos, algunos sangraban profusamente. Comenzaron a cantar el Himno
Nacional y, entre una doble fila de policías, descendieron al primer piso y luego, en la calle, tomaron los vehículos
policiales que les aguardaban. A lo largo al Jiron Ucayali, se habían ubicado tanques, carros de combate y soldados con
ametralladoras. No se permitió el tránsito de peatones.11

El General Gagliardi salió en compañía del Ministro Mujica Gallo. -Este es el día más vergonzoso para el país, gritó.12-Mi
General, nosotros cumplimos órdenes. Si usted quiere puede conducir su automóvil, tengo órdenes de llevarlos al
Potao. Se pueden determinar ahora los diferentes capítulos de la primera etapa de la Revolución: la concepción ,
planeamiento y ejecución del Golpe de Estado; su institucionalización para convertirlo en el Gobierno Revolucionario de
la Fuerza Armada; su legitimación jurídica al adoptar medidas que merecieron el respaldo solidario de la opinión pública,
dentro y fuera del país; y la desviación de los objetivos revolucionarios y el personalismo que dieron paso a la segunda
etapa. La concepción, es decir la iniciativa para un Golpe de Estado no constituye una originalidad en el Perú ni en el
mundo de hoy. Son las circunstancias políticas las que determinan la posibilidad de una captura del poder. En el caso
peruano concurrieron muchos factores en cuyo génesis nada tuvieron que ver los Coroneles a los cuales se atribuye la
concepción del Golpe de Estado. Es posible, por otro lado, afirmar que fueron probablemente varios los grupos que
concibieron la posibilidad de un Golpe contra un régimen que se deterioraba rápidamente. Uno de los nombres más
mencionados a mediados de 1968 fue el del General José Rodríguez Razzetto, "El Machote", por ejemplo.

El planeamiento lleva el sello personal del General Juan Velasco Alvarado. La forma cómo actuó después en momentos
históricos de su gestión confirman esta hipótesis.

La ejecución fue sin duda de Velasco y los Coroneles que llevaron adelante, con extraordinaria facilidad y precisión, un
Golpe de Estado que tropezó con la resistencia inicial de la Fuerza Aérea, de la Marina y de gran parte de la opinión
pública.13

La prensa y los partidos políticos


El Golpe de Estado del 3 de octubre fue tan esperado como mal recibido. Solo El Comercio y la revista Oiga se
pronunciaron decididamente en favor del movimiento revolucionario.

El Partido Aprista calificó de repudiable la acción de los golpistas que en la hora inicial no se atrevieron a identificarse,
amparándose en un demagógico y contradictorio manifiesto anónimo. El Apra exigía la inmediata libertad de los
detenidos (alrededor de 300), el retorno de los exiliados y la convocatoria a elecciones. Haya de la Torre, el día del
Golpe, se encontraba en París.

El Partido Popular Cristiano, del Alcalde Luis Bedoya Reyes, dijo que ningún pretexto tiene validez ante la magnitud del
delito cometido.

El Movimiento Democrático Peruano14 protestó por el agravio del orden constitucional y exigimos el inmediato retorno a
la normalidad contitucional.

El Partido Demócrata Cristiano condenó el alzamiento de la Fuerza Armada y exigió la realización de las elecciones
dentro de los plazos previstos por la Constitución y la Ley.15

La Unión Nacional Odríista pidió el restablecimiento de las instituciones democráticas sobre la base de elecciones
generales.

El Partido Social Demócrata, GAPI, (Grupo de Acción Parlamentaria Independiente),16 también demandó el retorno
inmediato a la constitucionalidad y exigió a los revolucionarios que depusieran su actitud.

El Frente de Liberación Nacional, que agrupaba a elementos comunistas y pro comunistas, dijo que el Golpe era parte
del proceso de militarización de América Latina, dirigido por el Pentágono. Los antecedentes y la composición social y
política de todos y cada uno de los miembros de la llamada Junta Revolucionaria lo comprueban meridianamente. El
Ministro de Gobierno, General Armando Artola, declaró: No tenemos el respaldo de los partidos políticos ni de los grupos
civiles.17

En la mañana del 4 de octubre, las noticias fueron alarmantes. En Arequipa se habían producido serios desórdenes. En el
Cuzco, se produjo un choque de 2,000 estudiantes contra la Policía. El Gobierno Revolucionario dio a conocer, en la
noche, el texto de un Decreto Ley que declaraba la nulidad del Acta de Talara y del Convenio entre el Estado y la
International Petroleum Company.18 La Fuerza Armada, en todo el país, se encontraba en estado de alerta. Tensas,
transcurrían las horas en un clima de incertidumbre. Las puertas de Palacio permanecían cerradas. Había la impresión de
que el nuevo Gabinete pasaba por un momento de desconcierto. La impresión de inmadurez que había dejado el
Presidente Velasco, con su discurso en Palacio, generó una atmósfera de inseguridad.

La Federación de Periodistas del Perú y el Centro Federado de Periodistas de Lima emitieron un comunicado de protesta
y de rechazo por el golpe militar. La Confederación de Trabajadores del Perú y la Federación de Campesinos del Perú,
con influencia aprista, declararon que el golpe había paralizado la actividad laboral del país. Los campesinos anunciaron
un paro general a nivel nacional. El día 6 se abrieron las puertas de Palacio para recibir al General Manuel Odría, quien
concurrió a felicitar al Presidente Velasco y a los Ministros por el éxito del Golpe de Estado. No era, en tales
circunstancias, una visita como para sentirse feliz. La Confederación General de Trabajadores del Perú, comunista, sin
reconocimiento oficial, lanzó un violento documento rechazando el pronunciamiento militar que ha venido a quebrar el
orden contitucional. En este clima, en el que todo parecía volverse contra el nuevo Gobierno, el Arquitecto Fernando
Belaúnde Terry intentó, espectacularmente, regresar al Perú. Fue obligado a descender del avión, en Buenos Aires, por
las autoridades argentinas.19

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