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Cahiers du monde hispanique et

luso-brésilien

David Viñas, Indios, ejército y frontera


Julio Peñate

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Peñate Julio. David Viñas, Indios, ejército y frontera . In: Cahiers du monde hispanique et luso-brésilien, n°42, 1984. Littérature
et Société en Amérique latine. pp. 181-183;

https://www.persee.fr/doc/carav_0008-0152_1984_num_42_1_1676_t1_0181_0000_2

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COMPTES RENDUS

David VIÑAS. — Indios, ejército y frontera. — México, Siglo XXI


Editores, 1982. — 327 p.

La consolidación de los nuevos estados latinoamericanos durante


el siglo XIX se llevó a cabo mediante su incorporación, con
diferentes grados de intensidad, al circuito de economías dependientes y
complementarias de una determinada metrópoli, la cual condicionaba
el tipo de complementaridad al que debía dedicarse la economía del
país concernido en cada caso. En Argentina en especial se habían de
aprovechar las inmensas posibilidades de su extensión territorial.
Pero hacían falta capitales. Inglaterra estaba dispuesta a
suministrarlos previa existencia de garantías de pago y de adecuada explotación.
Esa garantía debía concretarse en una tierra extensa y libre de
impedimentos que obstaculizaban su utilización y el comercio
consiguiente. Los distintos pueblos indios, ocupantes de los terrenos
codiciados, eran obviamente el impedimento mayor. Se imponía su
eliminación, su alejamiento hacia espacios de interés secundario o su
incorporación forzada al Estado liberal. Los tres objetivos fueron
conseguidos en parte; la agresión al indio se convierte así en la
condición de posibilidad del nuevo estado.
En su estudio David Viñas se propone acercarnos, más que a los
hechos y las cifras concretas, al ambiente intelectual del momento,
a la generación de pensadores (a veces también con responsabilidades
políticas, como Sarmiento) que alrededor de 1880 como fecha central
impulsó, justificó y sostuvo el ejercicio del etnocidio como forma de
consolidar el Estado « moderno » argentino; un Estado que acaba
de conseguir su centralización en Buenos Aires en aras de mayor
eficacia administrativa, eficacia que supone la eliminación del indio
como forma de impedir revueltas posibles ante la « sed de orden y
182 C. DE CARAVELLE

progreso » (p. 259) que embargaba a su máximo representante, el


general Roca, al rendir balance de su gestión en 1881 (después de su
brillante campaña contra la población india). Las prácticas
genocidas y etnocidas tuvieron efectivamente lugar y fueron coronadas
por el éxito. El obstáculo que suponía el indio (« ese enemigo de todos
nosotros, de tirios y troyanos », según Eduardo Wilde) fue convertido
en un ingrediente orgánico del estado liberal a través de su ingreso
en el aparato de producción, cuando no se le había eliminado
físicamente.
¿ Cuál fue el aporte de los medios intelectuales, de la « generación
roquista », a este proceso ? El texto de David Viñas sugiere al lector
dos polos principales de atención : la visión del indio y el énfasis en
la venida de inmigración europea.
En lo que concierne al primer aspecto, recuerda Viñas la
manipulación de la imagen del indio según los intereses de cada momento :
durante la lucha por la independencia frente a España, el indígena,
del que se pretende el apoyo, es enaltecido frente al colonizador
europeo pero, al entrar la década de los cuarenta (Viñas cita incluso un
texto de 1837, La Cautiva, de Echeverría), cuando empiezan a alborear
los planteamientos de un orden social decididamente utilitarista, los
indígenas son obsequiados con los mismos apelativos que antes los
españoles. Más grave aún, se proyecta sobre el indio una visión
semejante a la del conquistador español del siglo XVI, cuando pretendía
justificar su presencia en Indias. En ambos casos el indio es un ser
degradado, harapiento, sumiso, incapaz de trabajo duro y seguido y,
por tanto, de progreso, alguien a quien es inútil tratar con excesivas
contemplaciones. Además esta élite intelectual franquea los
umbrales del darwinismo social dando por sentada la inferioridad de « las
razas americanas » y lo normal de su desaparición. Que Sarmiento, el
« teórico mayor de la burguesía argentina » y otros autores de la
misma tendencia como Zeballos, Olascoaga, Oroño, etc. sostuvieran
semejante punto de vista en base a «la unidad nacional argentina »
no es de extrañar. Pero esta mentalidad penetra hasta en pensadores
del reciente socialismo argentino, como Roberto J. Payró, quien
critica la actitud de los blancos pero acepta la dominación o el
sometimiento del indio como una fatalidad. Esta semejanza de puntos de
vista incluso entre sectores a priori divergentes permite a D. Viñas
apreciar una general homogeneización ideológica entre las élites
argentinas de aquellos años (con la carga de responsabilidad que ello
lleva consigo).
Por su parte, el emigrante europeo será considerado como el más
sano antídoto frente al indio. El europeo reunirá el cuadro de
virtudes de que carece el indígena, virtudes que se sintetizan en un
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valor decisivo, la productividad. Autores como Castro Boedo, llegan


a recomendar algunas « razas » europeas según la especialización
de su productividad : los vascos para el ganado, los irlandeses para
la agricultura, los italianos como arquitectos o albañiles (p. 311).
No sin ironía constata Viñas que esta inmigración, al constituirse
en lo más numeroso y organizado del proletariado argentino después
de 1880, verá sus huelgas y manifestaciones reprimidas por unos
soldados bien peculiares : los indios « civilizados » e incorporados al
ejército del Estado argentino... Los restos de la población india
habían sido en efecto incorporados al ejército además de al aparato
productivo. Todo ello, según se deduce de la lectura del libro, en
benefício de un progreso visto como natural, al que es posible
acercarse gradualmente y al cual todo se debe orientar. Por tanto,
la población india debía desaparecer o integrarse en el mercado como
productores y consumidores. La destrucción de las etnias se
convertía, por las necesidades del proyecto, en algo natural.
El libro, hecho con cierto carácter de urgencia (tal vez la que el
tema requiere) contiene, además de dos anejos sobre los conflictos
con Chile y el Paraguay (cuyo punto común es el indio como víctima),
una abundante serie de testimonios tanto de los ideólogos
oficiales como de caudillos indios, misioneros, militares e incluso
educadores, textos de gran interés que permiten al lector hacerse su propia
idea sobre sus autores, su discurso y las circunstancias que
rodeaban a ambos. David Viñas ha adoptado como método el dar la voz a
diversos actores de los acontecimientos, en especial al indio, el
protagonista menos escuchado. Nuestro autor respeta así un principio
fundamental en antropología socio-cultural, el respeto a la
expresión del otro, a la diversidad, a la diferencia, procedimiento inevitable
para comprendernos a nosotros mismos y explicarnos lo que
efectivamente sucedió en unos años decisivos para el porvenir de Argentina.
Tarea que no resulta fácil, en parte por la tradicional « conspiración
de silencio » en torno a un tema tan molesto para los responsables y
sus sucesores (tal vez el enorme grado de compromiso de la élite
intelectual de entonces y la incapacidad por parte de las generaciones
siguientes de romper seriamente con ella sean algunas de las claves
de tal silencio).
Tanto los testimonios como el resto del libro tienen el interés no
sólo de una información y reflexión apreciables sino el de provocar
en el lector sensible el deseo de avanzar por los terrenos
desbrozados en el texto : un « collage » (en expresión de su propio autor)
polémico, estimulante y necesario en las circunstancias actuales, no
exentas de paralelismos con la época descrita por David Viñas.
Julio Péñate.

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