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PARA ALABANZA

DEL SACERDOCIO
DE CRISTO
INTRODUCCION

L a preocu pación p o r con ocer y glorificar el S a ­


cerdocio a d o ra b le d e Jesús m e ha acom p a ñ a d o a
lo largo d e m i vida , y este em p eñ o me ha lie va ti o
a h acer d istin ta s p u b lic a cio n es so b re el tem a,
desde hace m uchos años.

P o r p etició n d e qu ien es d esea n con tinu ar p ro fu n ­


dizan do en e l con ocim ien to d e C risto S a cerd o te y
anhelan d e d ic a r su s vidas a su g lo ria y a su s e r ­
vicio he reu n ido en este volum en p a rte de esto s
escritos, algu n os d e los cu a les vieron la luz h ace
m ás de cuarenta años.

En todos e llo s se ha b u sca d o r e a liza r el id ea l y


lem a "En alaban za d el S a cerd o cio d e Cristo".

Q ue este Artífice divin o b en d ig a esta ob ra y nos


m uestre a to d o s las riqu ezas d e su a m o r s a c e r ­
dotal.
ORACION
Oh mi Jesús! Tú vas realizando con un amor que, por ser
Sacerdotal es el más delicado y tierno, todos los planes
que en tu infinita bondad tienes trazados desde la
eternidad. Tú quieres glorificar tu Sacerdocio adorable.
Tú quieres que las almas, especialmente las de tus Minis­
tros y tus esposas, descubran las riquezas infinitas de tu
santidad Sacerdotal para que se enriquezcan con ellas.

Has decidido descubrir al mundo la grandeza, santidad,


bondad y poder de tu Sacerdocio para que todos fijen
sus miradas en Ti y se salven y santifiquen con los te­
soros infinitos de tu sacrificio.

Pero lo más admirable y que obligará siempre nuestra gra­


titud es que quieres valerte de nuestra pequeñez y mise­
ria para colaborar en esa obra divina. No han sido obs­
táculo para tanta predilección ni nuestras faltas, ni nues­
tras miserias. Tu caridad Sacerdotal todo lo encubre y per­
dona.

Nadie es tan fiel a sus promesas como Tú, oh mi Pon­


tífice! Es que tu fidelidad es divina y tu misericordia infi­
nita.

Prosigue, pues, tu tarea celestial. Pon en nuestros cora­


zones afectos sacerdotales, en nuestras almas pen­
samientos elevados y en nuestros labios plegarias que
pidan siempre tu gloria. Emplea todo nuestro ser en tu
servicio. Que nada logre en contra de tus intereses el
demonio en nosotros.

Ilumínanos siempre con los resplandores de tu verdad.


Dirige todos nuestros pasos por sendas que busquen tu
reinado. Aumenta nuestras fuerzas y abrasa nuestro
celo.

Pon eficacia divina a cada una de nuestras palabras para


que tu mensaje sacerdotal llegue a todas las almas.

5
Multiplica los apóstoles de tu Sacerdocio adorable. Que
ninguna de las almas que reciba esa vocación divina la
rechace. Ni uno solo de tus obreros se fatigue.

Tú lo puedes todo y todo lo esperamos de tu poder y de


tu bondad. Nos damos totalmente a tu amor Sacerdotal y
en él confiaremos siempre en vida y muerte.

Tu amor nos dará un cielo que sea un himno eterno a la


eficacia de tu Sacerdocio. Mientras llega esa hora, concé­
danos la gracia de realizar a cada instante el lema que nos
has dado: "IN LAUDEM GLORIAE SACERDOTII CHRIS-
Tl". Así sea.

EL SACERDOCIO DE
NUESTRO SEÑOR

Publicado por primera vez en 1946.

6
CAPITULO I

PREDESTINACION SACERDOTAL
DE CRISTO, NUESTRO SEÑOR

"La apología del Sumo Sacerdote Jesús es la de nuestra


religión divina; sus glorias son nuestras glorias; su gran­
deza es la de nuestra religión, de nuestro sacerdocio, de
nuestro culto. De aquí la importancia que en la vida cris­
tiana tiene el verdadero concepto del Sacerdocio de Cris­
to". (1)

San Pablo en su Epístola a los Romanos, nos habla de la


predestinación de Cristo: "Qui praedestinatus est Filius
Dei in virtute". "El que fué predestinado Hijo de Dios con
poder". (2).
Santo Tomás dedica la cuestión 24 de la parte III de su Su­
ma Teológica al estudio de la predestinación de Nuestro
Señor.

En cuatro artículos expone cómo sí conviene a Cristo el


término "predestinado; cómo fue predestinado" en
cuanto hombre y cómo su predestinación es causa y
ejemplar de la nuestra.

La predestinación, según el Angélico,es "el orden esta­


blecido por Dios desde la eternidad de aquellas cosas
que han de suceder en el tiempo por la gracia". (3).

Pero en esa predestinación de Cristo, ocupa un puesto


capital su Sacerdocio.

Fue predestinado especialmente para ser Sacerdote eter­


no y realizar mediante su sacrificio Sacerdotal la Reden­
ción del mundo.
{3) III - q.XXIV- art I
(1)G om á: Jesucristo Redentor - pág. 168
(2)1,4

9
"Se hace hombre precisamente para ser Sacerdote, por­ Si Dios decreta ese orden maravilloso de lo sobrenatural
que el fin de la Encarnación es la Redención, y ésta de­ en el cual comunica sus dones, que nos hacen participar
bía lograrla Jesucristo por la gran función de su sacrificio, de su naturaleza y nos dan la filiación adoptiva y el
dice Gomá. (4). derecho a la herencia del cielo, es porque en el centro de
ese maravilloso universo estará el Sacerdocio de Jesús,
En el Salmo 109, nos habla David de esta predestinación para representar a todas las almas y dar a su padre "todo
eterna: "Dijo el Señor a mi Señor siéntate a mi diestra. honor y toda gloria". (10).
Juró Dios "Tú eres Sacerdote eterno según el orden de
Melquisedec". (5). Por lo demás, actualmente todos los bienes sobrenatu­
rales son fruto del sacerdocio de Nuestro Señor, así co­
El autor de la Carta a los Hebreos nos dirá lo mismo y se a- mo la gloria infinita que recibe el Padre de la humanidad,
poyará precisamente en este testimonio davídico: "Cristo la recibe por el sacrificio de ese Pontífice, que podrá de-
no se glorificó para ser Pontífice, sino aquel que le dijo: cir: "yo te he glorificado sobre la tierra". (11).
"Tú eres mi Hijo, hoy te he engendrado”. (6).
Cuando meditemos en esa filiación divina de Jesús, recor-
Como así mismo dice en otro lugar: "Tú eres Sacerdote demos que allí se encuentra la raíz suprema de su Sacer­
para siempre, según el orden de Melquisedec". (7). docio sustancial y que desde la eternidad fue amado este
Pontífice que es causa de nuestra salud y fuente de
Tanto David como el autor de la Carta a los Hebreos unen nuestra grandeza sacerdotal.
la generación eterna del Verbo y la Predestinación Sacer­
dotal de Cristo. Por qué? Porque desde la eternidad Nosotros tan pobres y miserables, nos reconfortamos
determinó el Padre que su Hijo al encarnarse ungiera su con el pensamiento de nuestra predestinación. El oír de
naturaleza humana con el óleo de la exaltación y fuese su labios divinos las palabras: "in charitate perpetua dilexi te,
Pontífice. "te amé con caridad eterna" (12) es para nuestra peque-
ñez motivo de la alegría y confianza más profundas.
El Sacerdocio de Cristo es eterno en su duración, ya que
perdura en el cielo y es "sempiterno", como dice el autor Escuchar de labios de San Pablo que el Señor "nos pre­
de la Carta a los Hebreos (8); y eterno en su predestina­ destinó antes de la creación del mundo para que fué­
ción singular. semos santos e inmaculados en su presencia por la cari­
Toda la economía sobrenatural decretada por el Padre dad" (13) es para nosotros un sublime ideal de perfec­
tiene, por tanto, su fundamento en esta predestinación ción.
Sacerdotal de Cristo.
La elevación del hombre al orden sobrenatural y su res­ Saber que por encima de la nuestra, está la predestina­
tauración fueron decretadas en función de este Pontí­ ción Sacerdotal de Jesús, nos llena de gratitud, de admi­
fice que es "cabeza del cuerpo místico y en quien tienen ración y de amor a nuestro Pontífice.
su apoyo y firmeza todas las cosas”. (9). Conviene añadir que la misión de Cristo y su vocación
son, ante todo, Sacerdotales.
(4) Op. c. pag. 170.
(5) Sal. 109, v. 5.
(6) Hebr. 5,5. (10) S. Misa.
(7) Hebr. 7,17. (11) S. Juan 17,4.
(8) Hebr. 7,24. (12)Jerem. 31,3.
(9) Coios. 1,18 (13)Etes. 1,4.

10
Con razón escribe el Padre Héris: "Podemos decir con CAPITULO II
derecho, que el verdadero motivo de la Encarnación fue
decretado por Dios para permitir se realizase esta misión
Sacerdotal". (14). CRISTO, SACERDOTE, EN
CUANTO HOMBRE
El gran fruto de la Encarnación es darnos el Sacerdocio
de Jesús con todas las gracias y dones que lo acompa­
ñan.
En algunos libros se lee, que la gloria que el Verbo da a
su Padre en la vida trinitaria, hay una cierta modalidad
sacerdotal. Pero esto no es cierto.

El Sacerdocio está orientado a la adoración y gloria de


Dios e implica la inmolación de un ser inferior que pueda
reconocer el dominio divino sobre él y sobre las otras cria­
turas.

Para que la predestinación Sacerdotal de Cristo tuviese


realización en el tiempo, era necesaria la Encarnación.

Santo Tomás nos dice que "Cristo no fue Sacerdote en


cuanto Dios, sino en cuanto hombre". (15).

Por eso pronuncia en el mismo instante de su entrada en


el mundo: "Me diste un cuerpo; he aquí que vengo a
hacer tu voluntad". (16) En estas palabras aparecen los
sentimientos Sacerdotales de Jesús en toda su belleza y
sublimidad.

El alma de Nuestro Señor contempla, en primer lugar, la


dignidad de su Padre que ha sido ofendida por tantos
pecados. Contempla, luego, las víctimas antiguas y vé
cuán indignas han sido de dar satisfacción debida a Dios.
Ve, enseguida, el cuerpo que ha recibido y que puede
convertirse en Hostia agradable a la divinidad, y es enton­
ces, cuando con una profunda alegría exclama: "Los
holocaustos por los pecados no te agradaron. Me diste
un cuerpo; he aquí que vengo a hacer tu voluntad". (17).

(15) III - q. 22, ad 1.


(14) "Elm isterio de Cristo", pag. 42 (16) Hebr. x-5
(17) Hebr. 10,5.

13
Además, como dice, con razón, el P. de la Teille: "Cristo
Además, como nos enseña el Angélico, "propiamente el como hombre, es Sacerdote de los hombres; porque no
oficio del Sacerdote es servir como mediador entre Dios y tomó la naturaleza de los Angeles, por esto no es
el pueblo". (18). De ahí el nombre de Pontífice, que vie­ Sacerdote, Pontífice o liturgo de los Angeles, aunque
ne de "puente": sea su iluminador y emperador". (22).

Entre el abismo que separa a los hombres de Dios, está Este pensamiento es para nosotros motivo de profundo
tendido este puente que une esos extremos y realiza la reconocimiento, al ver que hemos sido distinguidos no
comunicación a la humanidad de los dones divinos. Aho­ sólo con los bienes, sino también con la participación del
ra bien, el mediador tiene que estar entre los dos extre­ Sacerdocio de Jesús.
mos que une, y tiene por tanto, que distar de ambos. Por
eso Cristo no puede ser mediador en cuanto Dios, Al saber que podemos llamarlo nuestro Pontífice, se dila­
porque no dista del Padre ni del Espíritu Santo en su ta nuestra esperanza y se inflama nuestra caridad.
naturaleza o en la potestad de dominio. Lo es sí, en cuan­
to hombre, ya que como tal dista de Dios en naturaleza, y Con razón podemos decirle con Bossuet: "Oh, gran Pon­
de los hombres en dignidad por su unión hipostática con tífice, Jesús! Sed para siempre alabado. Vos tenéis
el Verbo. compasión de nuestros males, no como los dichosos se
compadecen de los desgraciados, sino como éstos se
Además, en cuanto hombre, une a la humanidad con compadecen unos a otros, por el sentimiento de su co­
Dios, al mostrarnos los preceptos y dones divinos y al sa­ mún miseria. Vos sentís todos nuestros males y los com­
tisfacer por nuestros pecados. Esta es la doctrina de padecéis como males que os han sido comunes con no­
Santo Tomás. (19). sotros". (23).

Debe, además, el Sacerdote ser hombre para que pueda Agradezcamos al Padre la gran bondad de darnos un
ser el ministro de Dios y el "mandatario" de la humanidad Pontífice que "debió ser en todo asemejado a sus herma­
que como "persona pública" la represente. "Todo Pontí­ nos, para ser compasivo y fiel en todas las cosas que
fice tomado de entre los hombres, es constituido en pro miran a Dios, a fin de expiar por los pecados del pueblo";
de los hombres, cuanto a las cosas que miran a Dios, para pues por cuanto El mismo fue probado con lo que
ofrecer dones y sacrificios por los pecados, capaz de ser padeció, puede socorrer a los que son probados". (24).
indulgente con los ignorantes y extraviados, dado que
también él está cercado de flaqueza". (20).

Aparece, entonces, muy claro por qué "en Jesucristo el


Sacerdocio pertenece propiamente a su santa huma­
nidad y no al Verbo. Este no es Pontífice, sino por su
Encarnación y su Sacerdocio es una prerrogativa propia
de su humanidad". (21).

(22) Myst. tidei p. 202.


(18) III-q . 22-1 (23) Meditaciones sobre el Evangelio. Sermón 95.
(19)111-26,2. (24) Hebr. 2, 17, 18.
(20) Hebr. 5. 1-5.
(21) Columba Marmión -"Cristo, ideal del Sacerdote", pag. 23.

14
CAPITULO III "Para penetrar más profundamente, nos dice Dom Co­
lumba, en su obra citada, en el misterio de esta maravillo­
sa consagración Sacerdotal, contemplemos la venida del
Angel a Nazareth.
CONSAGRACION SACERDOTAL
María, la llena de gracia, está sumida en altísima oración, y
DE CRISTO el Angel le transmite el mensaje de que es portador. Qué
dice este mensaje? Que el Verbo ha elegido su seno
como la cámara nupcial, donde El se desposará con la
humanidad: "El Espíritu Santo descenderá sobre ti.. A lo
Todo Sacerdote necesita ser consagrado.
que María responde: "Hágase en mí según tu palabra".
En este instante divino, es consagrado el primer Sacer­
No basta que una persona sea designada para el culto; es
dote, al tiempo que la voz del Padre resuena en el cielo:
preciso que sea ungida, para que pueda ejercer sus fun­
"Tú eres Sacerdote eterno según el orden de Melqui­
ciones.
sedec". (26).
La consagración puede ser externa, como la que se hace
"En las mismas entrañas virginales revistió los ornamen­
con actos litúrgicos ritos y sacramentales. Tal es la nues­
tos sacerdotales para ser nuestro Pontífice", nos dice
tra.
San Buenaventura. (27). Meditemos devotamente en
ese instante santísimo de la Consagración Sacerdotal de
Interna o constitutiva, es la que resulta de una forma
nuestro Pontífice eterno.
sacerdotizante que puede ser o sustancial, si la da la gra­
cia de unión, o accidental, si la da el carácter presbiterial.
Apenas pronuncia Nuestra Señora sus palabras de asenti­
La primera produce un Sacerdocio sustancial; la segun­
miento al mensaje del cielo, el Verbo se hace carne y habi­
da, un Sacerdocio derivado, cual es el que compete a los
ta entre nosotros como Sacerdote, para siempre. En esa
ministros de Cristo.
basílica purísima de María, se realiza esta consagración
sustancial. Cuerpo y alma asumidos por el Verbo reciben
Nuestro Señor no recibió una consagración Sacerdotal
el óleo de su divinidad y quedan santificados y dedicados
externa, porque como autor de los Sacramentos, no te­
plenamente a la gloria del Padre. No recibe esta alma san­
nía necesidad de ella. Su consagración fue interna y
tísima su sello sacramental, sino mucho más, la unión más
además, sustancial. Fue ungido con óleo de divinidad y
íntima que pueda darse con la divinidad, la unión hipos-
recibió oficialmente su consagración interna en el momen­
to mismo de la Encarnación. tática o personal.
Por eso, no podemos hablar de carácter sacramental en
La teología de la Encarnación hará distinciones más suti­
Cristo.
les al decir, por ejemplo, que el Sacerdocio de Cristo en­
cuentra su fundamento supremo, su raiz, en la unión
El autor de la Carta a los Hebreos nos sintetizó maravillo­
hipostática; pero que está constituido formalmente por la
samente esta profunda doctrina, cuando en el primer
gracia capital. Esto poco importa. Lo cierto es, al contac-
capítulo, escribe: "Te ungió Dios, tu Dios, con óleo de
exaltación". (25).

(26) "Jesucristo, ideaI del Sacerdote", pag. 25


(25) Hebr. 1,9. (27) T X - 672

16 17
to con la persona divina del Verbo y en el momento mis­
CAPITULO IV
mo de la Encarnación, recibe su óleo de exultación y
exaltación el alma de Jesús y queda éste constituido
Sacerdote eterno, según el orden de Melquisedec.

OFERTORIO SACERDOTAL
DE CRISTO

Nuestro ideal sacerdotal debe ser el pensar y obrar en


función de nuestro sacerdocio.

Nada puede alentarnos más en este empeño que estu­


diar la vida de nuestro divino Maestro y ver cómo toda ella
estuvo dedicada a la gloria del padre, y al bien de las
almas con unos sentimientos Sacerdotales que no cono­
cieron ninguna inconstancia ni limitación en la entrega.

Pudiéramos decir que toda la vida de Nuestro Señor fue


una solemne Misa Pontifical, cuyo ofertorio fue hecho
generosamente desde su primer instante.

En efecto, nada más conmovedor que constatar cuáles


fueron los primeros pensamientos y las primeras palabras
de Jesús. Fueron sentimientos y palabras estrictamente
Sacerdotales.

Para fortuna nuestra, este primer acto Sacerdotal de Je­


sús fue revelado al autor de la carta a los Hebreos: Sabo­
reemos el texto sagrado: "Por lo cual al entrar al mundo
dice: sacrificio y ofrenda no quisiste, pero me diste un
cuerpo a propósito; holocaustos y sacrificios por el peca­
do no te agradaron; entonces dije: Heme aquí presente;
quiero hacer tu voluntad. Diciendo más arriba: sacrificios
y ofrendas y holocaustos por el pecado no los quisiste ni
te agradaron, los que según la ley se ofrecen, entonces
ha dicho: Heme aquí vengo a hacer tu voluntad". (28).

(28) Hebr. 10,5-10.


18
19
Ojalá aprendamos y grabemos bien esta gran lección que CAPITULO V
nos da nuestro Pontífice en el primer instante de su vida,
"al entrar al mundo". No tiene una preocupación personal
y egoísta. La primera mirada es para su Padre, cuya san­
tidad ve ofendida. Comprende claramente cómo la santi­
ficación por esos pecados no puede darla sino el sacrifi­ CRISTO, SACERDOTE SANTO
cio Sacerdotal, pero encuentra tan imperfectas todas las
víctimas antiguas. A pesar del hermoso ceremonial que
acompañaba los sacrificios judíos; pese a su origen divino San Pablo multiplica los epítetos para ponderar la santi­
y a la hermosura del templo en donde se ofrecían. Nada
dad y perfección de nuestro Sacerdote eterno. "Porque
era capaz de agradar al Dios de santidad infinita. Pero, tal Pontífice nos convenía, sin duda a nosotros: santo,
para fortuna suya, y de la humanidad, Jesús ha recibido
inocente, incontaminado, separado de los pecadores y
un cuerpo que puede ser inmolado como víctima de valor encumbrado por encima de los cielos, que no tiene
infinito, y se apresura a ofrecerlo a su Padre para el sa­
necesidad de ofrecer víctimas, día tras día, como los
crificio.
pontífices, primero por los pecados propios, luego por
los del pueblo; porque esto hizo de una vez para siem­
Privilegio singular de este Pontífice es el ser El mismo
pre, ofreciéndose a sí mismo". (32). El autor de la Carta a
Sacerdote y víctima. El se ofrece voluntariamente y
los Hebreos quiere recalcar, ante todo, cuán perfecta fue
después se inmola también voluntariamente.
la pureza de Cristo Sacerdote.
"Se ofreció porque quiso", nos dirá Isaías. (29).
Esta propiedad del Sacerdocio de Jesús, le permitió dar
Es natural que al buscar en la economía presente con su
comienzo a su existencia con el sublime ofertorio sacrifi­
sacrificio, la satisfacción por los pecados humanos, tenía
cial que encierra su "ecce venio".
que ser nuestro Pontífice puro y ajeno a toda culpa. El
Desde este momento Nuestro Señor tendrá siempre una Redentor de la humanidad no podía haber pertenecido al
preocupación Sacerdotal, realizar su oblación; inmolarse
imperio del demonio. La santidad de su misión exigía la
en la Cruz.
santidad de su persona y de su vida. El cordero de Dios
que venía a quitar los pecados del mundo "tenía que
Con qué alegría debió escuchar el cielo esta oblación.
estar exento de toda mancha y aparecer desde el primer
Con qué complacencia debió aceptar el Padre esta entre­
momento lleno de gracia y de verdad". (33)
ga. También aquí debió exclamar: "Este es mi Hijo biena­
mado en quien tengo puestas mis complacencias, escu­
Nadie ha dudado de la santidad de Jesús.
chadle". (30).
Cuando El preguntó a sus enemigos: "quién de voso­
En cuanto a nosotros, bástenos para alimentar nuestra
tros me argüirá de pecado?", todos tuvieron que guardar
gratitud, recordar que: "En virtud de esta voluntad, so­
silencio. (34).
mos nosotros santificados por la oblación del cuerpo de
Jesucristo, hecha una sola vez". (31).
Da grima oir las diversas calumnias que urdieron durante
el proceso de Jerusalén para perderle.
(29) Isaías 53, 7. (32) Hebr. 7,26-28.
(30) Luc. 3, 22. (33) Juan I, 14.
(31) Hebr. 10, 10. (34) Juan 8,46.

20 21
Sus falsos testimonios eran contradictorios y de tan poco ca a perseguirte y torturarlo, porque en El nada podrá en­
peso que Pilatos no quiso prestarles ninguna atención. contrar.

El autor de la Carta a los Hebreos dice, con razón, que La santidad de Jesús triunfa siempre del demonio, lo mis­
nuestro Señor no tiene necesidad de ofrecer víctimas, mo en el desierto que en la pasión, y continúa reportan­
primero por sus culpas. do victorias en las almas de sus fieles que mediante su
gracia, llegan a la perfección y transformación en El.
San Pedro escribe también, que "Cristo no hizo pecado,
ni fue hallado doto en sus labios". (35). El efecto de la unión del alma con Cristo es la santifica­
ción.
Para nosotros que tenemos que purificarnos antes de as­
cender al altar y suplicar al Señor que purifique nuestros Los frutos del sacrificio de Cristo son de valor infinito y
labios y nuestro corazón a fin de que podamos anunciar son los que van purificando y hermoseando las almas.
dignamente su Evangelio, es motivo de profundo con­
suelo el acercarnos al Sacerdocio de Jesús que no tiene La esposa de Cristo, la Iglesia, tiene como una de sus
la menor mancha y que está rodeado de la aureola de una notas características, la santidad. Es santa en su origen,
santidad y pureza infinitas. tiene una doctrina santa y ve multiplicarse el número de
almas santas entre sus hijos de todos los tiempos y de to­
"Mira y obra según el ejemplar que se te ha mostrado" das las naciones.
(36) nos dice, con razón, el libro santo.
Todos los que se ponen en contacto con esta sangre di­
Si nos acostumbramos a meditar en la santidad del alma vina, se colocan en camino de perfección.
Sacerdotal de Jesús y a contemplar la blancura de su Sa­
cerdocio, sentiremos la necesidad de purificarnos cada
día más y más para hacernos menos indignos de tratar los
divinos misterios.

La sangre de Cristo, sacerdote y víctima, es no sólo inma­


culada sino que nos purifica de todo pecado. Con razón
exclama la Santa Iglesia en el oficio de la Vigilia de Navi­
dad: "Mañana se borrará la iniquidad de la tierra, y reinará
sobre nosotros el Salvador del mundo".

Cristo Sacerdote es ante todo el Salvador.


La redención del mundo es su obra principal. Es el fruto
de su Sacerdocio santísimo.

Un Salvador que triunfa del pecado y espera con perfecta


tranquilidad al "príncipe de este mundo", cuando se acer-
(35) I Pedro 2,22.
(36) Exodo 25,40.

22
CAPITULO VI principio, primogénito de entre los muertos; para que en
todas las cosas obtenga El la primacía; porque en El tuvo
a bien Dios que habitase toda la plenitud y por medio de
El reconciliar todas las cosas consigo, haciendo las paces
CRISTO, SACERDOTE PERFECTO mediante la sangre de su Cruz, así las que están sobre la
tierra, como las que hay en los cielos". (40).

En su epístola a los Efesios, escribe lo siguiente: "según


Cristo como Pontífice es el ideal de la perfección, ya que la energía de su fuerza que desplegó en Cristo, resu­
la posee en su persona, en su vida y en su sacrificio. citándole de entre los muertos y sentándole a su diestra
en los cielos por encima de todo principado y potestad y
Es el Verbo encarnado. Su naturaleza humana recibe la virtud y dominación y de todo título de honor reconocido
unción sustancial de la divinidad y queda enriquecida con no sólo en este siglo, sino también en el venidero. Y to­
el don inefable del Sacerdocio eterno y con todas las das las cosas rindió debajo de sus pies, y a El le consti­
gracias sobrenaturales. tuyó por encima de todo, cabeza de la Iglesia, la cual es el
cuerpo suyo, la plenitud del que recibe de ella su comple­
San Juan nos dirá con razón: "Lo vimos como a Unigé­ mento total y universal". (41).
nito del Padre, lleno de gracia y de verdad". (37).
Qué se podrá añadir a estas palabras inspiradas? De qué
La Sagrada Teología nos expone la triple ciencia que po­ mortal se ha hecho parecido elogio? Qué lánguidas apa­
see su entendimiento humano y la plenitud de gracias recen en comparación de ésta, las mayores glorias huma­
que recibe como cabeza del Cuerpo Místico. nas!

Los Santos Evangelios nos cuentan algunos de sus mila­ De Cristo y sólo de El se pudo escribir también: "Jesucris­
gros y las distintas manifestaciones de su admirable per­ to ayer, hoy y el mismo por los siglos". (42).
sonalidad. Las gentes dirán que nadie había hablado co­
mo El (38); y San Pablo que penetró tan profundamente Cómo palidecen delante de Jesús las grandes figuras de
en el conocimiento'de Cristo, nos dirá que en El habita la historia! A pesar de que muchos hombres fueron muy
corporalmente la divinidad (39); y en su admirable famosos en sus días, por los imperios que conquistaron
Epístola a los Colosenses hará el siguiente panegírico de o los discursos que pronunciaron, apenas sí se leen sus
Jesús: "El es imagen del Dios invisible, primogénito en­ nombres en los libros de historia. Ninguno vive en el co­
tre muchos hermanos, como que en El fueron creadas razón de la humanidad.
todas las cosas, en los cielos y sobre la tierra, tanto las visi­ Pero Nuestro Señor que fue manso y murió ajusticiado
bles como las invisibles, ya sean los tronos, ya las domina­ como un malhechor, vive en la mente y en el afecto de
ciones, ya los principados, ya las potestades; todas las los millones de fieles que lo invocan, lo siguen y lo aman.
cosas han sido creadas por medio de El y para El. Y El es
ante todas las cosas y todas tienen en El su consistencia. El autor de la Carta a los Hebreos al dar comienzo a su
El es la cabeza del cuerpo, de la Iglesia, como quien es el epístola sacerdotal, muestra la superioridad de Cristo

(37) Juan 1,4. (40) Coios. 11, 15-21.


(38) Juan 7,46. (41) Etes. 11,19-23
(39) Coios. 2,9. (42) Hebr. 13,8.

24 25
sobre las grandes figuras judías y sobre los mismos An­ dad y misión, debemos sentirnos santamente orgullosos
geles. "Dios que en los tiempos pasados, muy fragmen­ de nuestra grandeza y estimarla debidamente.
taria y variadamente, había hablado a los padres por me­
dio de profetas, al fin de los días nos habló en la persona Cómo duele ver a tantos ministros del Santuario preocu
de su Hijo, a quien constituyó heredero de todas las co­ pados por cosas terrenas o ambicionando glorias cadu­
sas, por quien hizo también los mundos; el cual siendo cas. Feliz el Sacerdote que vive penetrado de su gran­
destello esplendoroso de su gloria e impronta de su deza espiritual y no tiene otra ambición que la de vivir
sustancia, sustentando todas las cosas con la palabra de santamente su Sacerdocio. Desgraciado, en cambio, a-
su poder, después de obrar por sí mismo la purificación quel a quien no sacia su sublime misión y quiera colmar
de los pecados se sentó a la diestra de la grandeza en las su corazón con riquezas, honores o placeres; será como
alturas; hecho tanto más excelente que los Angeles, Judas y llegará a traicionar a su Maestro y a perder todo
cuanto en preferencia a ellos ha heredado un nombre halago en su ministerio.
más aventajado". (43).

La divinidad de Cristo lo coloca sobre todas las creaturas,


aún los Angeles. El padre lo llama: "su Hijo”, palabra que
no ha dirigido jamás al más alto de los espíritus. Todos
ellos al contrario recibieron la orden de adorarle, cuando
entró en el mundo, o sea en el momento de su consa­
gración Sacerdotal.

Todos los espíritus son ministros enviados para servicio


de los predestinados, mas Cristo ha escuchado de su Pa­
dre estas palabras: "Siéntate a mi diestra hasta que pon­
ga a tus enemigos como escabel de tus pies". (44).

La gloria inmensa de que goza Cristo es fruto de su sacrifi­


cio Sacerdotal: "Jesús por causa de la muerte padecida,
ha sido coronado de gloria y honor". (45).
La filiación divina de Cristo lo colocará también sobre Moi­
sés; "quien fue fiel en toda la casa de Dios, como criado
únicamente, mas Cristo, como Hijo, sobre su propia ca­
sa". (46).

Nosotros que participamos del Sacerdocio de Jesús y es­


tamos unidos a El tan estrechamente por nuestra digni­

(43) Hebr. 1,15.


(44) Hebr. 1,14.
(45) Hebr. 2,9.
(46) Hebr. 3.5 6.

26 27
CAPITULO VII El rito más solemne del culto judío era el que realizaba el
Sumo Sacerdote, una vez al año, cuando entraba en el
Sancta Sanctorum, con la sangre de la víctima con la cual
rociaba después al pueblo.
FRUTOS DEL SACERDOCIO
Pero los efectos de este sacrificio eran bien limitados, a
DE CRISTO pesar de su pompa y esplendor. Esto se debía a que el
Sacerdote era creatura y pecador y la víctima de bien
poco valor, e "impotente para dar la colmada perfección".
(50).
Debido a su santidad y perfección, nuestro Pontífice eter­
no consiguió frutos infinitos.
Más incapaces eran aún los actos sacrificiales de los
Sacerdotes judíos de dar a Dios la debida satisfacción.
El autor de la Carta a los Hebreos nos dice que el Padre
Pero Cristo Sacerdote da gloria infinita a Dios con una
escuchó sus ruegos por la gran dignidad que poseía: "El
sola oblación: "Y cierto, todo Sacerdote, está, día tras
cual en los días de su carne, habiendo ofrecido plegarias,
día, desempeñando sus funciones y ofreciendo muchas
y súplicas con poderoso clamor y lágrimas, al que podría
veces unos mismos sacrificios, que no pueden jamás
salvar de la muerte, habiendo sido escuhado por razón
hacer desaparecer los pecados, mas éste habiendo
de su reverencia". (47).
ofrecido por los pecados un solo sacrificio de eficacia eter­
na, se sentó a la diestra de Dios aguardando a que sus
La humildad y sumisión de Cristo al ofrecerse como vícti­
enemigos sean puestos por escabel de sus pies. Por­
ma, fueron decisivas delante del Padre, y de ahí que con
que con una sola oblación ha consumado para siempre a
su sacrificio, hubiese "llegado a ser causa de salud eter­
los que son santificados". (51).
na para todos los que le obedecen". (48).
Ya el mismo autor de la Carta a los Hebreos había hecho
La dignidad de Cristo Sacerdote es infinita por la unión
antes resaltar la eficacia de la sangre divina, sobre la de
personal con el Verbo. Por eso sus ruegos, su oblación y
los sacrificios legales: "Porque si la sangre de machos
su inmolación tenían un mérito infinito y no podían ser
cabríos y de toros y la ceniza de la becerra santifican con
despreciadas por el Padre.
su aspersión a los contaminados en orden a la purifica­
ción de la carne, cuánto más la sangre de Cristo que por
Nadie mejor que el autor de la Carta a los Hebreos podía
el Espíritu Eterno se ofreció a sí mismo inmaculado a
hablarnos de la eficacia de este sacrificio Sacerdotal de
Dios, purificará nuestra conciencia de obras muertas, para
Nuestro Señor: "Mas Cristo, habiéndose presentado co­
que rindáis culto al Dios viviente". (52).
mo Pontífice de los bienes realizados, penetrando en el
tabernáculo más amplio y más perfecto, no hecho de ma­
Imposible fijar con más precisión y mayor insistencia la
nos, y no mediante sangre de machos cabríos y de bece­
doctrina teológica del sacrificio de Cristo.
rros, sino mediante su propia sangre, entró de una vez pa­
Siendo el Pontífice infinitamente digno, su oblación
ra siempre en el Santuario, consiguiendo una redención
tenía que ser de valor infinito y no tuvo, por consiguien-
eterna". (49).
(47) hebr. 5,8. (50) Hebr. 9,9.
(48) Hebr. 5,9. (51) Hebr. 10,11-15.
(49) Hebr. 9,9. (52) Hebr. 9, 9-15.

28 29
te, que multiplicarla. La muerte sacrificial de Jesús fue la Cuándo nos penetraremos bien de las riquezas del Sacer­
señalada por el Padre para aceptar la santificación condig­ docio de Jesús?
na en nombre de la humanidad pecadora.
Cuándo nos daremos cabal cuenta de su papel central en
El sacrificio de la Cruz operó la redención del mundo y me­ la economía sobrenatural de que gozamos por la bondad
reció todas las gracias que recibimos quienes pertenece­ divina?
mos a la Iglesia y cuantas santificaron a quienes vivieron
antes de Cristo. Cuándo nos convenceremos de que este Sacerdocio
divino, que es fuente de nuestra justificación y santifica­
Toda la economía presente de la gracia dependen de es­ ción, debe ser objeto de nuestro culto especial y de
te sacrificio de la Cruz. nuestro amor generoso?
Qué profunda riqueza de doctrina encierra esta asevera­
ción. Saber que todo este orden sobrenatural tan ma­ Meditemos frecuentemente en las riquezas del Sacer­
ravilloso y tan rico, es fruto de un solo sacrificio. docio de Nuestro Señor y centremos en él nuestra vida
espiritual.
Pensemos en todas las gracias que han recibido los hom­
bres que después de la caída han alcanzado la justifica­
ción, inclusive las que realizaron la redención preventiva
de la Santísma Virgen y la colmaron de dones y virtudes;
todas han sido fruto de la inmolación de Nuestro Señor
en la Cruz.

Si suprimiéramos este sacrificio de valor infinito, acabaría­


mos con todo este orden sobrenatural. No tendríamos la
Iglesia que nació de ese costado abierto; ni existirían los
Sacramentos, porque estos han sido instituidos por
Nuestro Señor, para comunicar las gracias que El nos ha
merecido; ni existiría el sacrificio de la Santa Misa, que
renueva el de la Cruz y aplica sus méritos y por lo mismo
desaparecería todo el culto cristiano, que gira alrededor del
altar y de la Sagrada Eucaristía; ni podríamos invocar co­
mo Madre a la Santísima Virgen porque su maternidad es­
piritual promulgada junto a la Cruz, es también efecto de
la redención y de sus gracias, de las cuales es Ella Media­
nera universal; y desaparecerían esos maravillosos efec­
tos de la gracia santificante: la vida divina en el alma; la
filiación divina y el derecho a la herencia del cielo, porque
al quitarse la causa, desaparecen también los efectos.

En una palabra, quedaríamos sin nada sobrenatural y


nuestros ojos sólo podrían contemplar un cielo cerrado
por el pecado.

30
CAPITULO VIII Como Sacerdote pensaba siempre en su sacrificio, y
como éste se realizaría con su propia inmolación, debía
repetir constantemente el ofertorio de la Encarnación:
"He aquí que vengo a hacer tu voluntad".
JESUS, SACERDOTE Y VICTIMA:
La actitud íntima y continua de Jesús como víctima fue la
adoración.

La inmolación de la víctima tiene como primer fin el reco­


E! sacrificio de Jesús es de valor infinito por doble razón:
nocimiento del soberano dominio de Dios sobre todas las
porque su dignidad de Pontífice es infinita y porque El
criaturas. Por eso se destruye.
» mismo es la víctima de ese sacrificio.
Nadie como Jesús penetró en el conocimiento de la gran­
Sólo el Sacerdocio de Cristo goza de la prerrogativa de
deza divina y en la necesidad del sacrificio como acto de
unir en una misma persona el sacrificador y la víctima. En
adoración.
todo otro Sacerdocio la víctima y el Sacerdote son dis­
tintos.
Nadie tampoco como El, tuvo sentimientos más profun­
dos de alabanza. De ahí el que la Santa Iglesia haya sin­
Tanto en la Cruz como en la cena y en el altar, Cristo se
tetizado esta actitud de la víctima divina en esa hermosa
ofrece a sí mismo en una oblación de valor infinito que da
ceremonia que precede al Pater noster con estas
a la Trinidad Santísima todo honor y toda gloria.
palabras: "Con Cristo, en Cristo y por Cristo, se da a Tí Pa­
dre omnipotente, en unión del Espíritu Santo, todo ho­
El autor de la Carta a los Hebreos nos dice que "Cristo se
nor y toda gloria"!
ofreció a sí mismo a Dios”; y la Santa Iglesia en el prefacio
A la adoración perfecta unió esta víctima divina, la acción
de Cristo Rey nos repite la misma doctrina: "A tu unigé­
de gracias que es el segundo fin del sacrificio.
nito Hijo y Señor nuestro Jesucristo, Sacerdote eterno y
Rey de todos le ungiste con óleo de alegría para que ofre­
Con frecuencia, nos dicen los Evangelistas, que Jesús
ciéndose a sí mismo en el ara de la Cruz como hostia inma­
daba gracias a Dios; y al instituir la Sagrada Eucaristía y
culada y pacífica, obrase el misterio de la redención huma­
celebrar el sacrificio de la cena, dio primeramente, gracias
na".
a su Padre.
En Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote, se unen, por tanto,
La ciencia del alma de Jesús le daba a conocer claramen­
los sentimientos del sacrificador más santo y perfecto y
te la infinita caridad con que ha amado Dios a las crea-
los de la víctima racional que se sometió voluntaria y
turas, y como El sabía que era el Pontífice de esa humani­
amorosamente a la inmolación total que pedía el Padre.
dad y su víctima, multiplicaba sus manifestaciones de gra­
"Se ofreció a sí mismo porque quiso". (53).
titud y reconocimiento.
Esta unión es una misma persona del Pontífice y la vícti­
ma nos señala la perfección del espíritu Sacerdotal que
Además, Cristo se sentía cargado con todos los pecados
animó a Jesús desde el primer momento de su existen­
del mundo y sabía que era "el cordero de Dios que debía
cia.
borrar los pecados del mundo". (54.)
(53) Isaías 5, 3-7.
(54) Juan 3,16.

32 33
Si en el Huerto le oímos exclamar: "triste está mi alma has­ CAPITULO IX
ta la muerte", debemos pensar que también a lo largo de
su vida se vió dominado por estos sentimientos de dolor.

El no podía sentir la contrición de los pecadores, porque LA SANTISIMA VIRGEN Y EL


no había cometido taita alguna, pero si la angustia mortal SACERDOCIO DE JESUS
de una víctima que siente sobre ella el peso de todos los
pecados de la humanidad y que la lleva a pronunciar la
conmovedora súplica de Getsemaní: "Si es posible, apar­
ta de mi este cáliz. (55) El Cardenal Gomá en su hermosa conferencia teológica,
pronunciada en el Congreso Mariano de Sevilla, dice lo
"Cristo se anonadó a sí mismo tomando la torma de sier­ siguiente: "La Santísima Virgen no tuvo la dignidad sacer­
vo" (56), nos dice el apóstol; pero su anonadamiento fue dotal en su sentido formal, es decir, no tuvo la consa­
aún mayor al sacrificar esa humanidad. gración y el carácter sacerdotal que derive del único sacer­
La aniquilación de la víctima es la mayor humillación e in­ docio de su Hijo, Jesucristo; pero entroncó con el divino
cluye el desprendimiento total. Tal ha sido la actuación Sacerdote y ejerció funciones sacerdotales en un grado
de Jesús. eminente, que rebasa la medida de la dignidad y de las
Aquí está también la explicación de su gloria: "por lo cual funciones sacerdotales de cualquiera otro sacerdote; por
Dios le ha dado un nombre que está sobre todo otro nom­ ello no dudo en llamarla a boca llena: Virgen sacerdotal".
bre". (56).
Nadie ha tenido una vinculación más íntima con el Sacer­
Nos llena también de profunda alegría el saber que estos docio de Cristo que la Santísima Virgen.
labios sacerdotales de Jesús "están siempre suplicando
por nosotros", (57); y que su oración que es siempre es­ A María debe El su naturaleza humana y es ésta la que
cuchada por el Padre, como el mismo Jesucristo lo afirmó recibe la unción sustancial que le da la divinidad, que se le
(58), nos alcanza todas las gracias y todos los bienes. une hipostáticamente.

Cuánta gratitud y aprecio sentiríamos hacia el Sacerdocio Si nuestra Señora no hubiese dado su asentimiento a la
de Jesús, si nos convenciésemos que él es causa de Encarnación, no tendríamos al Pontífice de nuestras al­
nuestra salud y fuente de todos nuestros bienes. mas.

No olvidemos que esta víctima divina quiere inmolarse La predestinación de la Santísima Virgen para ser Madre
con nosotros y que Cristo quiere que con El se inmole su de Dios, incluye su vinculación maternal con Cristo Sacer­
Cuerpo Místico. No podemos ser meros espectadores dote.
del sacrificio de Cristo; nuestro deber es inmolarnos total­
mente con El. La Encarnación es simultánea con la consagración sacer­
dotal de Cristo. No hubo un instante de distancia entre es­
tas dos realidades sobrenaturales. Cristo Nuestro Señor
(55) Mt. 26,39. no vivió un momento antes de ser "Sacerdote eterno se­
(56) Filip. 2,7.
(57) Hebr. 7,25.
gún el orden de Melquisedec".
(58) Juan. 2,42

34 35
Penetremos con el más profundo respeto en esa esplén­ Comprenderemos ahora por qué cuando este Pontífice
dida Basílica que es el seno purísimo de María, y al escu­ eterno quiso realizar su sacrificio sangriento en la Cruz,
char sus palabras: "he aquí la esclava del Señor; hágase quiso tener a su lado a su Madre Santísima: "estaba junto
en mí según tu palabra", contemplemos cómo el Verbo se a la Cruz, María, su Madre”. (60).
hace carne y habita entre nosotros como Sacerdote.
Era natural que María, en cuyo seno había recibido Jesús
Adoremos a este divino Pontífice que en aquel momento su Sacerdocio y en donde había hecho su oblación al
recibe las adoraciones de su Madre Santísima y las de los Padre, estuviese también presente en el momento del
ángeles que reciben del Padre la orden de adorarle todos sacrificio y fuese Corredentora del humano linaje.
(59).
Dada esta vinculación tan estrecha, que une a María con el
María, iluminada por el divino Espíritu, comprendió mejor Sacerdocio de Jesús, debemos meditar con frecuencia en
que nadie la grandeza de este instante y se regocijó "en el gran espíritu sacerdotal que la animó siempre, y acudir a
Dios su Salvador" al ver que la sangre preciosa que Ella da­ su amor para pedirle nos dé sus sentimientos y virtudes
ba a Dios para la Encarnación contribuía al cumplimiento sacerdotales y nos enseñe a glorificar a Jesús Sacerdote
de las promesas divinas, a la unción sacerdotal de Jesús y con la santidad de nuestras vidas y la pureza de nuestro
al ofertorio de su vida. ministerio.

Y al saber que debemos al "fiat" de nuestra Señora la di­


cha de tener el Sacerdocio de Jesús y nuestro Sacerdo­
cio, bendigamos a esta "Virgen Sacerdotal" y demostré­
mosle nuestra gratitud con la entrega generosa y total a su
amor.

Pero si la Santísima Virgen fue el templo Santísimo donde


Cristo recibió su consagración pontifical, fue también el
altar donde este nuevo Sacerdote, dió comienzo a su obla­
ción.
En efecto, sabemos que las primeras palabras del Verbo
Encarnado fueron para consagrarse a su Padre: "vengo a
hacer tu voluntad".

Si el alma de Jesús agradeció a su Padre el que le hubiese


dado un cuerpo que pudiese ser inmolado como víctima,
lo mismo debió hacer al saber que también lo debía a Nues­
tra Señora.

A su alma debió decirle también: "me diste un cuerpo que


podré inmolar para la salvación del mundo".

(59) Hech. 1,6. (60) Juan 19,26

36 37
CAPITULO X Este sacrificio de la cena se diferencia del de la Santa Misa,
en que allí Cristo lo ofreció como Pontífice de la Nueva
Alianza, mientras en el altar, El se ofrece por el ministerio
de sus Sacerdotes.
EL SACRIFICIO DE LA CENA
El gesto sacerdotal con el cual nuestro Pontífice se nos
dió tan generosamente en el cenáculo, se perpetúa diaria­
mente en toda la tierra, mediante el Sacrificio de la Santa
Saboreemos las palabras que pronuncia Jesús cuando se Misa, que fue profetizado por Malaquías, cuando dijo:
sienta a la mesa para celebrar su última cena, durante la "porque desde oriente hasta occidente es grande mi
cual ejercerá su Sacerdocio al ofrecer su sacrificio incruen­ nombre entre las gentes; y en todo lugar se sacrifica y se
to, instituirá la Sagrada Eucaristía y el Sacramento del Or­ ofrece a mi nombre una oblación pura". (64).
den: "Con gran deseo he anhelado comer esta Pascua
con vosotros, antes de padecer". (61). El sacrificio de la Cena y el de la Misa son esencialmente el
mismo. En ambos, la hostia es la misma, el principal ofe­
A lo largo de toda su vida deseó Nuestro Señor la llegada rente es el mismo y también la manera de ofrecer el sacri­
de este momento eminentemente sacerdotal. ficio. Además, tanto el sacrificio de la Cena como el de la
Santa Misa, dicen relación al de la Cruz. Sin embargo, en­
Cuántos misterios en este sencillo relato evangélico: "to­ tre ambos sacrificios existen varias diferencias accidenta­
mando un pan, habiendo dado gracias, lo partió y se lo dió les. En la Cena Cristo Nuestro Señor ofreció El solo su
a ellos diciendo: tomad, comed, este es mi Cuerpo, que sacrificio; en la Santa Misa lo ofrece mediante el ministerio
por vosotros es entregado; haced esto en memoria mía". de los Sacerdotes. En la cena Nuestro Señor se ofreció
Y habiendo tomado un cáliz, y habiendo dado gracias, se como víctima, siendo aún mortal; en la Santa Misa se
los dió, diciendo: bebed de él todos, porque ésta es mi ofrece ya inmortal y glorioso. En la Santa Misa no merece
sangre de alianza, que por muchos es derramada para re­ ya Nuestro Señor; allí nos aplica los méritos infinitos de su
misión de los pecados (62). muerte. En la Cena, en cambio, Cristo mereció como con
los demás actos de su vida, pues aún no había muerto. Es­
Se trata de su última Cena en la cual hizo tantas maravillas y te sacrificio fue de valor infinito pero no consumó nuestra
nos manifestó la infinita ternura de su corazón sacerdotal. redención, porque estaba dispuesto que la salvación del
género humano fuese operada por la muerte de Cristo. La
Al instituir la Sagrada Eucaristía celebró Jesús un verda­ Cena representaba el sacrificio que había de celebrarse al
dero sacrificio sacramental, según lo enseña el Santo día siguiente en la Cruz. La Santa Misa, en cambio, lo con­
Concilio Tridentino: "En la última cena, declarándose a sí memora y lo renueva sacramentalmente.
mismo isacerdotei constituido por toda la eternidad según
el orden de Melquisedec, ofreció a su Padre su cuerpo y Bendigamos a nuestro Pontífice en el momento de reali­
su ¡sangre, bajo las especies de pan y vino (63). zar su primer sacrificio y unámonos a sus sentimientos sa­
cerdotales.

Démosle gracias por los dones infinitos de esa noche ben­


(61) Lucas 22,15
(62) Mt. 26,28 dita, cuando instituye el Sacrificio de la Misa, el Sacramen-
(63) Sesión XXIIC . I.
(64) Mol. 1, 10-11.
38
39
to de la Eucaristía y el Sacramento del Orden, para la con­ CAPITULO XI
sagración de sus ministros. Con cuánta razón exclama San
Juan: "Como hubiese amado a los suyos que estaban en
el mundo, los amó hasta el exceso". (65).

EL SACRIFICIO DE LA CRUZ

San Pablo en su epístola a los Efesios, escribe: "Cristo


nos amó y se entregó por nosotros en oblación y sacrificio
I
a Dios en olor de suavidad". (66).

Nuestro Señor vino a la tierra para ser el redentor de la hu­


manidad. Para tal fin fue investido de la dignidad sacer­
dotal, ya que la Redención debía efectuarse por un sacri­
ficio de valor infinito, el de la Cruz.

Aunque todas las acciones de Cristo eran de valor infinito,


sólo su sacrificio y muerte en la Cruz, estaban destinados a
obtener la redención de los hombres.

Esta voluntad divina de que el rescate del hombre solo tu­


viese efecto mediante el acto sacerdotal por excelencia,
cual es el sacrificio, nos demuestra la alta estima en que
Dios tiene al Sacerdocio. La gloria que recibe de la huma­
nidad, la recibe a través del Sacerdocio de Jesús, por
Quien, con Quien y en Quien se da al Padre, en unión del
Espíritu Santo, todo honor y toda gloria.

La inmolación que este Pontífice santísimo hace de su ser


perfectísimo, al Padre, es la mayor ofrenda que se ha he­
cho a la divinidad y el acto supremo de adoración, ya que
de ninguna manera más elocuente se ha podido proclamar
el absoluto dominio del Creador sobre sus creaturas.

Por eso el sacrificio de la Cruz es el acto supremo de ala­


banza a Dios y el más grato a sus divinos ojos. Entonces sí
que pudo exclamar el Padre: "Este es mi Hijo muy amado
en quien tengo puestas mis complacencias". (67).
(65) Juan 13,1 (66) Efes. 5,2.
(67) Mat. 10,45.
40
41
Además, este sacrificio de la Cruz es eminentemente pro­ con cuánta gratitud, debemos nosotros, pobres pecado­
piciatorio. El mismo Jesús insistió durante su vida en este res, acercarnos a este Sacerdote divino, que se inmola en
aspecto de su sacrificio: "El Hijo del hombre vino para dar la Cruz por nuestros pecados y bendecirle y amarle, ya
su vida en redención" (68); y en la institución de su Sagra­ que nos ha sacado de las tinieblas y de la muerte y nos ha
da Eucaristía, dice al consagrar el vino: "Esta es la sangre llevado al reino de la luz y de la vida.
del Nuevo testamento, que será derramada para remisión
de los pecados". (69). No correspondamos con nuevas ofensas al amor sacer­
dotal de Jesús. El sacrificio de la cruz es la mayor demos­
San Pablo abunda en pensamientos muy claros acerca de tración de la caridad de Cristo: "nadie tiene mayor caridad
esta gran verdad: "Cristo ha muerto por nuestros peca­ que aquel que da la vida por sus amigos", dijo El, (77) y la
dos”, dice a los Corintios. (70). "En Cristo tenemos la re­ dió por nosotros que no éramos sus amigos, sino sus ene­
dención por su sangre, la remisión de los pecados, según migos.
las riquezas de su gracia", dice a los Efesios. (71). "Como
fuésemos pecadores, Cristo murió por nosotros", escribe Por eso San Pablo, meditando en este amor infinito de Je­
a los Romanos (72), y a los Colosenses les dice: "Pacificó sús, exclama: "me amó y se entregó por mí". (78). No di­
por su sangre, loque hay en la tierra y en los cielos". (73). ce, "nos amó", sino: "me amó" para que cada uno de no­
sotros piense en el amor del Señor a su alma. Murió por
Los méritos del Sacrificio de Cristo son infinitos y por eso cada uno de nosotros, y, si solo uno hubiese pecado, ha­
su reparación infinita alcanza todos los pecados, hasta el bría hecho el Señor lo mismo, sacrificarse. "Quién no ama­
punto que San Pablo ha podido exclamar, lleno de alegría: rá a quien nos ama de tal manera"? exclama la Iglesia. La
"ha arrancado a la justicia del Padre, el decreto de nuestra meditación seria del sacrificio de Jesús es poderosísima
condenación, quitándolo de en medio y clavándolo en la para hacernos amar su Sacerdocio redentor y para deci­
Cruz". (74). Todos los bienaventurados exclaman, a su dirnos a no tener en la vida otro afán que su gloria y su ser­
vez, en el cielo, al postrarse delante del Cordero: "nos has vicio.
redimido con tu sangre". (75).
Nuestro Pontífice eterno nos da otra gran lección en su
Meditemos de nuevo en las palabras del autor de la Carta a sacrificio de la Cruz, y es la de su perfecta obediencia a la
los Hebreos cuando habla de la excelencia del sacrificio voluntad del Padre.
de Cristo: "Más Este, habiendo ofrecido por los pecados
un solo sacrificio de eficacia eterna, se sentó a la diestra En el huerto experimentó todo el horror y el tedio que le
del Padre. Porque con una oblación ha consumado para procuraron la visión anticipada y la cercanía de su pasión.
siempre a los que son santificados". (76). Con todo, se entregó y generosamente a los designios
divinos "no se haga mi voluntad, sino la tuya". (79).

(68) Marc. 10, 45. San Pablo nos describe admirablemente estos sentimien­
(69) Mat. 26, 3. tos de Jesús, con estas palabras: "se hizo obediente has­
(70) I Co. 15,3. ta la muerte y muerte de Cruz, por lo cual Dios lo exaltó, le
(71)E fes. 1,7.
dió un nombre que está sobre todo nombre". (80).
(72) Rom. 5,8.
(73) Col. 11,20. (77) Juan 15,13.
(74) Col. 2,14. (78) Gal. 2,20
(75) Apoc. 5,9. (79) Luc. 22,42.
(76) Hebr. 10, 12-16. (80) FU. 2, 8 9.

42 43
Aquí hallamos la gran lección que debe servirnos de nor­ CAPITULO XII
ma en nuestra entrega total a la gloria de Dios.

La eficacia del sacrificiode la Cruz,debe perfeccionar nues­


tra esperanza y arrancar a nuestras almas un himno cons­ CRISTO, SACERDOTE
tante de agradecimiento.
EN EL CIELO
Los méritos de la Cruz son infinitos. Todo cuanto recibi­
mos en el orden sobrenatural, lo debemos al Sacerdocio
de Jesús, que se inmoló por nosotros. La Iglesia, los sa­
cramentos, nuestra predestinación, los dones, virtudes y B autor de la Carta a los Hebreos nos muestra la entrada
gracias que santifican nuestras almas, y todo lo que nos sacerdotal de Jesús en el Cielo, "con su propia sangre,
alegra y perfecciona en el orden de la gracia, lo debemos a después de haber obtenido una redención eterna". (83).
esta inmolación Sacerdotal de Nuestro Señor.
De este texto concluyen erróneamente los Socinianos
San Pablo nos repite que somos "ricos en toda bendición que solamente entonces Cristo ofreció un verdadero sacri­
espiritual’' (81) y que las riquezas de Cristo son "incal­ ficio.
culables". (82).
Algunos teólogos han opinado que Nuestro Señor cele­
Hemos meditado en lo que debemos a este Sacrificio Sa­ bra actualmente en el cielo un verdadero sacrificio, bien
cerdotal de Jesús?. sea "porque renueva constantemente su entrega sumisa
a la voluntad de su Padre, o porque de una manera sen­
Nos hemos dado cuenta de que debemos, por tanto, hon­ sible se está ofreciendo constantemente a Dios". (84).
rar continuamente este sacerdocio divino "fuente de to­
dos nuestros bienes"?, y, que debemos dedicar nuestra Pero estas opiniones no las admite la Sagrada Teología.
vida a su glorificación y su servicio? Esta nos habla sí, de la consumación celestial del sacrificio
de la Cruz, que fue de valor infinito y aceptado por el
Padre de una vez por todas, como reparación condigna
del pecado.

En efecto, Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote, entró "sacer­


dotalmente" en la gloria y permanece siempre en una acti­
tud verdaderamente sacerdotal.

Su vida celestial es de constante adoración, ininterrum­


pida acción de gracias y además permanece continua­
mente en su ser de hostia universal aceptada por el Padre
y que Cristo ofrece alegremente por la salvación de los
hombres.

(81) Efes. 1,3.


(82) Efes. 3, 8. (83) Hebr. 9,12.
(84) Thalhofery P. Lepin - “La idea del Sacrificio de la M isa - pág. 698

44 45
Nada más consolador para nosotros que saber que i ntonces nos uniremos para siempre a esa alabanza
nuestro Pontífice está siempre renovando delante de su eterna que Jesús tributa a su Padre en unión de todas los
Padre su actitud sacerdotal y sus súplicas; "vive siempre in­ bienaventurados.
tercediendo por nosotros" (85).
Con esta adoración y loa eternas, consuma Cristo su Sa­
En el templo del cielo nuestro Pontífice divino está ofre­ cerdocio, y dá al Padre en unión del divino Espíritu, "todo
ciendo siempre a su Padre las llagas que quiso conservar honor y toda gloria".
en su cuerpo resucitado y le está suplicando que nos
aplique los frutos infinitos de su Pasión, para que también l a espléndida liturgia del cielo es la glorificación del Sacer­
nosotros podamos participar de ese cielo, cuyas puertas docio de Cristo, en la cual participaremos todos los redimi­
nos abrió con su muerte. dos y predestinados.

San Juan nos habla en el Apocalipsis, de la gratitud que Nuestro Señor será allí el "Rey inmortal de los siglos, en
sienten los bienaventurados para con el Cordero que los quien quedarán recapituladas todas las cosas", para rendir
redimió con su sangre: "Después de esto vi una gran con todos y en nombre de todos sus miembros el home­
multitud que nadie podía contar, de todas las naciones, y naje Sacerdotal por excelencia de su adoración: "y cuan­
tribus y pueblos y lenguas, que estaban ante el trono y do ya todas las cosas estuvieren sujetas a El, entonces el
delante del Cordero, revestidos de un ropaje blanco, con Hijo mismo quedará sujeto al que la sujetó todas, a fin de
palmas en sus manos, y exclamaban a grandes voces que en todas las cosas sea Dios". (87).
diciendo: "la salvación se debe a nuestro Dios, que está
sentado en el solio y al Cordero"... "En esto, hablándome
uno de los ancianos, me preguntó: esos que están cu­
biertos de blancas vestiduras, quiénes son? y de dónde
han venido? Yo le dije: mi Señor, tú lo sabes. Entonces
me dijo: estos son los que han venido de una tribulación
grande y lavaron sus vestiduras y las blanquearon en la
sangre del Cordero. Por esto están ante el solio de Dios y
le sirven día y noche en su templo; y aquel que está sen­
tado en el solio, habitará en medio de ellos; ya no tendrán
hambre ni sed, ni descargará sobre ellos el sol, ni el bo­
chorno, porque el Cordero que está en medio del solio,
será su Pastor y los llevará a fuentes de aguas vivas y Dios
enjugará todas las lágrimas de sus ojos". (86).

Con qué alegría y profundo reconocimiento nos postra­


remos, al llegar al cielo, delante de nuestro Pontífice eter­
no para darle gracias por el beneficio de nuestra salvación
y proclamar que todo lo debemos a su sacrificio sacerdotal,
fuente de todas las gracias y causa de nuestra redención.

(85) Hebr. 7,25.


(86) Apoc. 7,9-17 (87) I Cor. 15, 28.

46 47
CAPITULO XIII I tan grande e importante su Sacerdocio, que quiere
(|uo ninguno de sus discípulos esté desvinculado de él.

CRISTO NOS HA DADO A i a participación sacerdotal que nos comunica el carácter


bautismal, crece en el momento de la Confirmación, al reci­
PARTICIPAR SU SACERDOCIO bir el carácter de este Sacramento, y se perfecciona en el
alma que es enriquecida con el Sacramento del Orden.
Pero ya desde nuestro ingreso en la Iglesia quedamos
Una de las verdades que más consuelan al alma que ama el
vinculados íntimamente con Cristo como Sacerdote.
Sacerdocio de Jesús, es la que nos enseña la Sagrada
Teología respecto al carácter sacramental.
Esa participación , nos dice Santo Tomás, entraña la confi­
guración con el alma sacerdotal de Jesús. Al tener parcial­
Según Santo Tomás, todo carácter sacramental nos da
mente su sacerdocio, es natural que nos asemejemos a El
una cierta participación del Sacerdocio de Nuestro Señor y que nuestra alma, al recibir el carácter sacramental, osten­
y, por lo mismo, nos configura con su alma sacerdotal.
te algunos resgos del alma adorable de nuestro Pontífice
eterno.
Cristo, en efecto, vino a fundar una sociedad cultual que
glorificase a su Padre. Su Sacerdocio lo llevó no solamen­
A nadie se oculta la riqueza teológica de esta doctrina. En
te a glorificar a Dios individualmente, sino a procurarle una
efecto, si Cristo ha querido hacernos partícipes de su
alabanza universal. El es la cabeza de la Iglesia y el Me­ Sacerdocio adorable y si nos conserva esa participación
diador a través del cual llegan hasta la divinidad las adora­
aún cuando tenemos la desgracia de perder su gracia, es
ciones de todos los hombres.
porque quiere que dediquemos nuestra vida a glorificar su
Sacerdocio. V sin embargo, son muy pocas las almas que
Por eso quiso darnos a todos los miembros un poder cul­
se preocupan por esto. La mayor parte ni siquiera piensan
tual a través del carácter sacramental y con él una partici­
en la dignidad sacerdotal de Jesús y las pocas que
pación real de su divino Sacerdocio.
meditan en ella, no siempre penetran en su grandeza y en
el puesto de que debe ocupar en la Iglesia y en cada una
Cuando San Pedro escribía a los fieles de su tiempo: "vo­ de las almas. Afortunadamente parece que se acerca la
sotros sois el linaje escogido, el real sacerdocio y la nación
época de la glorificación del Sacerdocio de Cristo.
santa", no usaba de una mera alegoría. Manifestaba una
gran verdad, cuyo conocimiento llena de luz y de recono­
cimiento a las almas que lo reciben.
CONSAGREMONOS A LA GLORIA DEL
SACERDOCIO DE JESUS
En el mismo instante del bautismo, el alma recibe con el ca­
rácter de este Sacramento, la primera participación del Sa­ Cristo, S u m o y Eterno Sacerdote, nos ha enriquecido con
cerdocio de Cristo. A los grandes títulos que le da enton­ la entrega generosa de su Sacerdocio adorable. En El
ces la gracia santificante, se une este.
todo es amor y cuando se dice amor se dice entrega.

Es motivo de profundo reconocimiento y gratitud el pensa­ Nos dió su Sacerdocio desde su primer instante en la En­
miento de que nuestro Pontífice eterno quiso hacernos carnación, cuando se ofreció generosamente al Padre
partícipes de su Sacerdocio desde el mismo instante en para ser nuestro Redentor. Nos lo dió a través de sus
que entramos a formar parte de su Iglesia.

48 49
plegarias e inmolaciones a lo largo de su vida oculta. Nos
enriqueció con la abundancia celestial de sus enseñan­
zas, ya que es la luz verdadera que ilumina a todo hombre
que viene a este mundo. Nos redimió con su sacriticio de
valor infinito y nos colmó de toda la abundancia espiritual
como dice el Apóstol. Su sacerdocio nos mereció todas
las gracias y nos ha incorporado a él para que nuestro culto
y nuestra vida sean Cristianos y agradables al Padre.

Por medio del carácter sacramental nos ha regalado la parti­


cipación de su Sacerdocio y ha querido configurarnos con
su alma santísima. Qué más podemos anhelar?

A esta entrega total y amorosa de nuestro Pontífice debe­


mos corresponder con la nuestra, para glorificar su Sacer­
docio.

Al pensar en su donación total, debemos pensar en la


nuestra. Si El nos ha amado y se ha entregado sacerdo­
talmente por nosotros y nos ha enriquecido con su Sacer­
docio y con sus frutos infinitos, nosotros debemos consa­
grar nuestra vida a su culto y a su gloria. Así corresponde­
remos cristiana y sacerdotalmente a su amor y a su entre­
ga.

EL CARACTER
SACRAMENTAL Y EL
SACERDOCIO DE CRISTO

Tercera parte de la Tesis de Grado en la


Universidad Católica de Montreal
1945

50
EL CARACTER SACRAMENTAL Y
EL SACERDOCIO DE CRISTO

<>tro principio fundamental y nuevo en la exposición de


' ;anto Tomás sobre la doctrina del carácter es éste! Sacra­
mentales characteres nihil aliud sunt quam quaedam
participationes sacerdotii Christi, ab ipso Christo derivatae"
(1). Esta afirmación, cuya importancia y riqueza doctri­
nales aún no han sido suficientemente estudiadas por los
leólogos, es una conclusión lógica de su doctrina sobre la
naturaleza del carácter. Porque si el carácter es una poten­
cia cultual, debe entonces ser una participación del sacer­
docio de Cristo; ya que todo el culto presente se deriva de
este sacerdocio, según la enseñanza de Santo Tomás.

Esta es la razón por qué para tener un estudio completo


de la naturaleza del carácter según la mente del Angélico,
sea necesario ahora tratar en otro capítulo de este carácter
en cuanto que es una participación del sacerdocio de Cris­
to, y en cuanto que confiere, a la vez una configuración
con Cristo Sacerdote. Así aparecerá mejor el pensamien­
to de Santo Tomás en este punto sacramental, y se verá
con cuánta razón el eximio doctor es alabado por su expo­
sición doctrinal sobre el segundo efecto de los Sacramen­
tos.

Palabras de Santo Tomás que determinan


esta participación.

Es conveniente para mayor claridad, transcribir aquí las


palabras mismas del Angélico sobre esta participación en
el Sacerdocio de Cristo, conferida por el carácter sacramen­
tal.

Santo Tomás establece esa doctrina y luego la prueba en


el artículo tercero de la cuestión 63 de la Suma Teológica.
Desde aquí puede ya colegirse el progreso de su exposi­
ción, no sólo con relación a los teólogos que lo antece-

(1)S.T.P. III- q. 63, art. 3, in corp.

53
M eter y Cristo se verifica y completa finalmente en su Sa­
dieron, sino también respecto de sus mismas obras. Esta cerdocio.
doctrina la había apenas indicado en su Comentario al cuar
to libro de las Sentencias, especialmente cuando habla del i'nmero enuncia Santo Tomás su principio del doble fin de
carácter del orden. Mas ahora en la Suma trata y prueba ios sacramentos: santificación del alma y diputación para el
este punto en un artículo especial. c u lto de Dios. [Enseguida' enseña que la diputación para
i.i santificación, principalmente para la fruición de la gloria,
Pregunta el Angélico en su artículo "utrum character sacra- ■,e alcanza con el sello que imprime la gracia y para ilustrar
mentalis sit character Christi". A ésto responde afirmati­ e ste punto aduce las palabras del Apocalipsis: "Nolite no-
vamente en "sed contra", y toma su argumento de la defi­ ( ere terrae et mari ñeque arboribus, quoadusque signe-
nición (un poco modificada como ya dijimos), así: "Cha­ mus servos Dei nostri in frontibus eorum" (Apoc. 7, 3). La
racter est distinctio a charactere aeterno impressa animae diputación para el culto en la religión cristiana se obtiene
rationali, secundum imaginem consignans trinitatem crea- por el carácter sacramental. A continuación enuncia a
tam Trinitati creanti et recreanti, et distinguens a non manera de premisa menor, un principio que es el funda­
configuratis, secundum statum fidei". Puesta esta defini­ mento de su doctrina sobre este aspecto del carácter:
ción a modo de premisa mayor, pone enseguida, esta "lotus" autem ritus christianae religionis derivatur a Sacer-
menor: "Sed Character aeternus est ipse Christus, secun­ dotio Christi" (3). De aquí concluye: "manifestum est
dum illud Hebr. 1, 3: "Qui cum sit splendor gloriae ejus et quod character sacramentalis specialiter est character
figura", vel character "substantiae ejus". Entonces saca de Christi, cujus sacerdotio configurantur fideles secundum
aquí la conclusión: "Ergo videtur quod character sit sacramentales characteres, qui nihil aliud sunt quam
proprie attribuendus Christo”. (2). quaedam participationes sacerdotii Christi, ab ipso Christo
dérivatae" (4). En consecuencia, la conclusión de Santo
Hemos de reconocer que en esta afirmación de Santo Tomás contiene al mismo tiempo el aspecto configurativo
Tomás propiamente no hay novedad alguna, porque esto del carácter con Cristo Sacerdote, y la afirmación de su
ya lo había expresado en su Comentario al cuarto libro de derivación del mismo Sacerdocio de Nuestro Señor.
las Sentencias; aún más, esto había sido enunciado ya por
San Buenaventura y San Alberto Magno. Sin embargo, es Antes que estudiemos la importancia y valor del argumen­
necesario anotar que en la exposición sobre el carácter, el to de Santo Tomás, queremos ahora explicar la manera co­
Angélico en la Suma Teológica habla únicamente de la
mo el Angélico prueba en la Suma Teológica la indelebili-
configuración del carácter con Cristo, y guarda silencio
dad del carácter, basado en que es una participación del
sobre la conformación con la Santísima Trinidad, de la cual
sacerdocio de Cristo. Así podremos comprender la impor­
él mismo había hablado en el Comentario del libro de las
tancia que tiene en Santo Tomás este aspecto sacerdotal
Sentencias, como lo habían hecho también otros Maes­
del carácter, enunciado y sostenido primero que todos,
tros. Por tanto, en esta primera demostración de Santo
por el santo doctor.
Tomás, la participación y configuración conferidas por el
carácter, se limitan próximamente sólo a Cristo.
Para probar la indelebilidad del carácter Santo Tomás
emplea en la Suma otros argumentos, que los que usó en
Ahora veamos cómo el Santo Doctor afirma más claramen­
el Comentario al Cuarto libro de las Sentencias, argumen­
te que el carácter da una verdadera participación del Sacer­
tos comunes a sus predecesores; recurre como prueba a
docio de Cristo, ya que la relación que existe entre el ca-

(3) S.T.P. III, q. 63, art. 3, in Corp.


(2) S. T.P. til, q. 63, art. 3, ser contra. (4) S. T.P. III, q. 63, art. 3, in Corp.

55
54
I.i sola participación del sacerdocio de Cristo que el carác­ i ’ero como el carácter existe en el alma a la manera de una
ter confiere. forma incompleta, según lo dijimos, y es apenas una poten­
cia instrumental, "magis attenditur secundum conditionem
Este es el argumento del santo doctor: principalis agentis" (7). Luego el sacerdocio de Cristo da
al carácter una perfección especial con relación a la
Como premisa mayor pone su principio sacerdotal del ca­ perennidad; y de aquí nace el que el carácter permanezca
rácter de que ya hablamos: "Character sacramentalis est aún en el caso de que se pierda la gracia por el pecado
quaedam participatio sacerdotii Christi in fidelibus ejus, ut mortal. En verdad, la gracia es una forma completa y por
scilicet sicut Christus habet plenam spiritualis sacerdotii tanto, "est in subjecto secundum conditionem subjecti" y
potestatem, ita fideles ejus configurentur in hoc quod no según la condición de causa principal.
participant aliquam spiritualem potestatem respectu sacra-
mentorum et eorum quae pertinent ad divinum cultum" También debemos anotar que el Angélico recurre al mis­
(5). Como premisa menor pone la siguiente: "Sacerdo- mo argumento (la participación del sacerdocio de Cristo
tium autem Christi, est aeternum secundum ordinem Mel- dada por el carácter) cuando (quiere explicar por qué
chisedech". Y concluye de aquí que el carácter es inde­ apenas algunos sacramentos imprimen carácter. Porque,
leble con estas palabras: "Et inde est quod omnis sanctifi- según Santo Tomás, para que un sacramento imprima ca­
catio quae fit per sacerdotium ejus, est perpetua, re conse- rácter es necesario que por él "deputetur aliquis ad agen-
crata manente" (6). Este argumento de Santo Tomás, dum aliquid vel recipiendum quod pertineat ad cultum
supuesta la inmortalidad del alma, es excelente porque en sacerdotii Christi" (8). Y aunque todos los sacramentos se
sí aparece el doble motivo con el cual se prueba firme­ derivan de este sacerdocio en cuanto que confieren la
mente que el carácter es indeleble. Porque el carácter en gracia que proviene igualmente de Cristo sacerdote, sin
cuanto que es participación del sacerdocio de Cristo, embargo, sólo por algunos sacramentos el hombre es
confiere al alma una verdadera consagración para el culto; consagrado para ejercer o recibir aquel culto. Por tanto,
esta consagración debe ser perenne porque proviene del sólo aquellos sacramentos que confieren al alma la partici­
sacerdocio eterno de Cristo. Por otra parte, aquella consa­ pación sacerdotal de Cristo, en virtud de la vinculación
gración que por sí misma dice perennidad, a no ser que con las acciones cultuales establecidas por el sacerdocio
obste la naturaleza del sujeto que la recibe, siempre perma­ de Nuestro Señor, imprimen carácter, no los demás.
necerá en los hombres porque es recibida en el entendi­
miento que es incorruptible. Mas la causa propia de la inde- Por aquí se comprende cómo para Santo Tomás la natura­
lebilidad del carácter no es la incorruptibilidad del entendi­ leza cultual del carácter tomada en su totalidad, es el cen­
miento, sino la permanencia del sacerdocio de Cristo de tro de su tratado y la razón explicativa de todas las propie­
donde se deriva el carácter. La incorruptibilidad de la dades del carácter. Así también se entiende la especial
potencia receptiva del carácter es apenas una condición. unidad y conexión que muestra la doctrina del carácter en
O, con otras palabras, la causa de la permanencia del la exposición de Santo Tomás.
carácter en el alma es sólo la perfección del sacerdocio de
Cristo del cual se deriva el carácter, según la enseñanza de Valor del argumento del Angélico
Santo Tomás. Porque esta perennidad no puede explicar­
se por la sola naturaleza del carácter, ya que la gracia san­ Explicada ya la doctrina de Santo Tomás sobre el carácter,
tificante es más perfecta y sin embargo se puede perder. a saber, que confiere participación en el sacerdocio de

(5) S. T.P. III, q. 63, art. 5, in corp. (7) S. T.P. III, q. 63, art. 6 ,a d1.
(6) S. T.P. III, q. 63, art. 5, in corp. (8) S. T.P. III, q. 63, art. 6, ad 1.

56 57
Cristo, es necesario que estudiemos ahora el valor de su lo en cuanto hombre es verdadero Sacerdote. Se dice en
argumentación. Se trata de un complemento del sistema manto hombre, porque el Sacerdocio por su naturaleza y
del Maestro en el cual especialmente luce su ciencia. por los oficios que confiere, pertenece exclusiva y direc-
t.imente a la naturaleza creada, y sólo indirectamente se
Debemos reconocer que Santo Tomás no aduce prueba refiere a la naturaleza divina. Porque el Sacerdote es
alguna para su Tesis. Esto, sin embargo, se explica por­ "mediator Dei et hominum” por tanto, ocupa el puesto me­
que la Suma Teológica fue escrita a manera de "manual” , dio entre uno y otro término. Ahora bien, sea que se trate
donde no convenía tratarlo todo detalladamente. Y tam­ de la mediación en acto primero o en acto segundo, sólo la
bién porque los principios allí aducidos se contienen implí­ puede ejercer Cristo en cuanto hombre. Luego la digni­
citamente en sus exposiciones precedentes. dad sacerdotal del Verbo Encarnado sólo puede predicar­
se "in recto" de su humanidad.
Por lo que toca a la premisa mayor ya probamos en el ca­
pítulo anterior se basa en un fundamento sólido que implí­ I n la Epístola a los Hebreos hay innumerables textos con
citamente se encuentra en su doctrina sobre la signifi­ los cuales prueba el autor no sólo el hecho del sacerdocio
cación de los sacramentos, expuesta en la cuestión 60. de Cristo, sino que también demuestra con ellos que este
Sacerdocio está sobre el sacerdocio aarónico, y aún más,
Sólo resta entonces probar la premisa menor, a saber: sobre el sacerdocio de Melquisedec. Veamos apenas los
"Totum ritum chrístíanae religíonís derivari a sacerdotio siguientes textos: "Unde fratres sancti, vocatíonis coeles-
Christi". Porque, probado, esto, se puede afirmar lógica­ tis participes, considérate Apostolum et Pontificem confe-
mente con el Angélico que el carácter se deriva del sa­ ssionis nostrae Jesum" (Ad Hebr. 3, 1); "Habentes ergo
cerdocio de Cristo, si tal carácter confiere la potestad de pontificem magnum, qui penetravit coelos, Jesum filium
tributar el culto, y si todo culto se deriva del sacerdocio de Dei". (Ibid., 4, 14); "Sic et Christus non semetipsum
Cristo. clarificavit ut pontifex fieret: se qui locutus est ad eum: Tu
es sacerdos in aeternum secundum ordinem Melchise-
Para probar esta proposición debemos demostrar: A) Cris­ dech". (Ibid, 5, 6-7); "Talem habemus Pontificem, qui
to es sacerdote; B) Cristo Sacerdote tributó culto a Dios e consedit in dextera magnitudinis in coelis, SANCTORUM
instituyó un verdadero y nuevo culto. De esta manera po­ MINISTER, et tabernaculi veri, quod finxit Deus, et non ho­
dremos llegar ordenadamente a la proposición del santo mo". (Ib. 8, 1-2); "Christus autem assistens futurorum
doctor: "Omnis cultus praesens derivatur a sacerdotio bonorum.. .per proprium sanguinem introivit semel in
Christi". Saeta, aeterna redemptione inventa". (Ib. 9, 11-12). Bas­
ten estas palabras inspiradas para demostrar que Cristo es
Lo que aquí se dirá del sacerdocio de Cristo y de su oficio verdadero y perfectísimo Sacerdote de la nueva econo­
cultual, servirá también para determinar más adelante la es­ mía del Testamento de Dios, y cómo el valor de su Sacrifi­
pecie de participación conferida por cada uno de los carac­ cio tiene mérito infinito.
teres. Es conveniente, pues, que profundicemos en este
punto por doble motivo. En verdad, todas las dotes del verdadero Sacerdocio,
como aparecen enumeradas en la admirable definición del
CRISTO ES VERDADERO SACERDOTE autor de la Carta a los Hebreos, óptima y perfectamente
convienen a Cristo. Porque según sus palabras: Omnis
Es verdad de fe, claramente expuesta en la Sagrada Escri­ namque Pontifex ex hominibus assumptus, pro hominibus
tura, especialmente en la Epístola a los Hebreos, que Cris- constituitur in iis quae sunt ad Deum, ut offerat dona et

58 5()
sacrificia pro peccatis". (Ib. 5, 1). En consecuencia el i ) C risto tuvo verdadera vocación sacerdotal.
verdadero Sacerdote debe estar dotado de las siguientes i'a ra que el Sacerdote pueda ejercer rectamente su oficio
notas: a) ser hombre (Ex hominibus assumptus); b) tener iie mediador, debe recibir antes la verdadera vocación,
misión divina (pro hominibus constituitur); c) estar ador­ <orno lo enseña el autor de la Carta a los Hebreos: "Nec
nado de verdadera vocación; d) que reciba la consagración quisquam sumit sibi honorem, sed qui vocatur a Deo
divina por la cual pueda ofrecer el sacrificio; e) que sea lanquan aaron". (ad Hebr. 5, 4); ahora bien, Cristo recibió
constituido por Dios como mediador, para que así pueda esta vocación: "Sic et Christus non semetipsum clarificavit
ofrecer dones a la Divinidad por los pecados de los hom­ ut Pontifex fieret: sed qui locutus est ad eum... Tu es
bres. El Sacerdocio de Cristo posee todas estas cualida­ : acerdos in aeternum secundum ordinem Melchisedech".
des en sumo grado. Luego éste, en cuanto hombre, es (Ad Hebr. 5, 5-6). Luego de esta dote goza también el
verdadero y perfectísimo Sacerdote de la nueva ley. Sumo Sacerdote.

La menor se prueba porque C risto es:


[)) C risto recibió la Consagración Divina. Ya que el
A) Verdadero hombre, según las palabras de la primer oficio y el fin de todo Sacerdote es ofrecer sacri­
Sagrada Escritura: "Et Verbum caro factum est et ha- ficios ("ut offerat dona et sacrificia"), para ejercer estas fun­
bitavi in nobis”. (Jo. I, 14); "at ubi venit plenitudo temporis, ciones sagradas necesita la consagración divina por la cual
misit Deus Filium suum, factum ex muliere". (ad. Gál. 4,4). llegue a ser idóneo para tratar las cosas sagradas. La con­
Y así uno de sus discípulos pudo decir de El: ”quod sagración puede ser externa, como la que recibieron los
audivimus, quod vidimus oculis nostris, quod perpeximus, sacerdotes de la antigua ley, mediante el rito litúrgico
et manus nostrae contrectaverunt de Verbo vitae”. (I. impuesto por Dios; o interna como nos la confiere el carác­
Joan. I. 1); y la Iglesia pudo enseñar de Cristo con su ter sacerdotal, la cual es accidental. En Cristo Sacerdote
Símbolo: "Est ergo fides recta ut credamus et confiteamur encontramos la consagración interna, pero substancial,
quia Dominus noster Jesús Christus, Dei Filius, Deus et porque él no recibió por el carácter una unción accidental;
homo est. Perfectus Deus; perfectus homo: ex anima sino el "oleum exultationis", es decir, la gracia de la unión,
rationali et humana carne subsistens". En consecuencia, por la cual ha sido substancialmente ungido Sacerdote
si todo sacerdote debe ser ante todo hombre, según las eternamente. Todos los teólogos están de acuerdo en
palabras del Apóstol: "omnis Pontifex ex hominibus que Cristo no ha sido constituido Sacerdote por el carác­
assumptus...” , se sigue que Cristo está dotado de esta pri­ ter sacramental, porque tendría entonces un Sacerdocio
mera condición. limitado. En cuanto a la forma por la cual es constituido
Sacerdote, hay discusión. Los Salmaticenses dicen que
B) Cristo tiene verdadera m isión Divina. Otra con­ es: "gratiam habitualem connotando tamen gratiam unio-
dición exigida por el Apóstol en su definición sacerdotal es nis, et extrinsecam ordinationem sive deputationem Dei
la Misión divina que deben tener los sacerdotes, por la cual constituentis Christum in officio sacerdotis”. La razón
son constituidos legados de Dios. Cristo tuvo esta misión dada por ellos es esta: "per eamdem formam constituitur
según lo enseñan muchísimos textos de la Sagrada Christus in esse sacerdotis, per quam constituitur in esse
Escritura: "Nonsum missus nisi ad oves quae perierunt capitis Ecclesiae. Sed forma qua Christus in esse capitis
domus Israel" (Matth 15, 24), "meus cibus est ut faciam Ecclesiae constituitur, est gratia habitualis connotando
voluntatem ejus, qui misit Me" (Joan 4, 34), etc. Así el gratiam unionis, et extrinsecam ordinationem Dei desíg­
mismo Cristo pudo decir a sus discípulos: "sicut misit me nanos Christum Ecclesiae caput: ergo talis gratia, prae-
Pater, ego mittovos". (Joan. 20,21).

60 61
dicto modo sumpta est forma, per quam Christus constitui- .uitor de la Carta a los Hebreos, el Pontífice i debe estar
tur in esse Sacerdotis" (9). Hay muchos otros (10), que ( mistituído por Dios, y hacer las veces de los hombres
con razón afirman que la gracia de unión es la forma que que así pueda interceder por ellos. Por esto escribe
constituye a Cristo en el ser Sacerdote; de donde se sigue •,.mío Tomás: "Djcendum quod proprie officium sacer-
que la consagración sacerdotal de Cristo, debe llamarse iioiis est esse mediatorem inter Deum et populum, in quan­
substancial. Estos autores demuestran su tesis con un tum scilicet divina populo tradit; unde dicitur sacerdos qua-
argumento tomado de la causa de la santificación de la m sacra dans...; et iterum in quantum preces populi Deo
humanidad de Cristo, que es la misma causa de su iiitert, et pro eorum peccatis Deo aliqualitersatisfacit"(14).
consagración sacerdotal: pero "certum est, humanitatem
Christi ex unione hypostatica ad Verbum sactificatam et l l apóstol expresamente afirma que este mediador fue
deificatam esse" (11). Luego la gracia de unión es la for­ i nsto Sacerdote: "Unus et mediator Dei et hominum ho­
ma que consagra a Cristo Sacerdote. mo Christus Jesús" (I Tim. 2, 5). Santo Tomás demuestra
i|iie Cristo ejerció admirablemente esta mediación con
Esta sentencia es más concorde con las afirmaciones de ostas palabras: "Nam per Ipsum divina dona hominibus
los Padres que muy frecuentemente ponen esta distin­ •.unt collata, secundum illud II petr. 1, 4: "Per quem maxi
ción entre nuestra santificación y la de Cristo: la santifica­ ma et praetiosa nobis prommissa donavit, ut per haec effi-
ción de Cristo es causada por la misma divinidad; la nuestra ciamini divinae consortes naturae". Ipse etiam humanum
por la gracia santificante. El Concilio de Francfort dice así: <ionus Deo reconciliavit, secundum illud Coloss. I, 19: ”ln
"Quía Christus natura unctus; nos per gratiam, quia in ¡lio ipso complacuit omnem plenitudinem inhabitare, et per
plene fuit divinitas" (12). i;um reconciliare omnia". "Unde Christo máxime convenit
esse sacerdotem" (15).
La certeza de esta opinión la podemos colegir de las
palabras de Pío XI en la Carta ”Quas primas" donde afirma Ln consecuencia: Si Cristo ha sido consagrado por la
de la potestad real de Cristo: "ejus principatus illa nítitur unión hipostátíca, y su sacerdocio está colocado sobre to­
unione mirabili, quam hypostaticam appellant” (13); y de dos los demás de la antigua ley, como lo enseña San
las palabras del prefacio de la Misa de Cristo Rey: "Domi- Pablo; si los frutos sacerdotales de Cristo gozan de mérito
num nostrum Jesum Christum Sacerdotem aeternum... infinito, y así aplacan perfectamente a Dios y a la vez nos
oleo exultationis unxisti". redimen; si permanece eternamente según el juramento
del Padre de que habla el salmo 109, se sigue que Cristo
E) Cristo es Supremo Mediador entre Dios y los en cuanto hombre es sacerdote perfectísimo, de cuya
hombres. Finalmente, para que alguno pueda ser llama­ plenitud todos participamos el sacerdocio, según las
do verdaderamente Sacerdote, se requiere que haya sido palabras del Angélico: "Christus autem est fons totius sa­
constituido verdadero mediador entre Dios y los hombres, cerdotii" (16).
para que así Dios reciba de él las oblaciones que ofrece en
nombre de la humanidad. Porque según las palabras del Cristo Sacerdote tributa cu lto a Dios
e instituye un nuevo culto
(9) Salmatic, C. T. disp. 31, dub. I Cap. 4, pág. 338.
(10) Cfr. Gonet. C .T .d eInca r. disp. 22, a 3 ;H ugon;2 3 6 ;CarrigouL.
Si Cristo es el "unctus Dei”, y Sacerdote de Dios eterna­
Sauveur e l sont am ourpour nous, páf. 290, sq. Herís, O. C. pág. 65 sq.
Card Goma. Jesuctisto Redentor, pág. 126 s.s. etc. mente según el orden de Melquisedec, por esto mismo
(1 1 )J .a S . Thoma, O. C. v. 8 p. 192. (14) S. T.P. III, q. 22, art. 1, in corp.
(12) Verba citata a J. de S. Thoma. O. C. vol. 8 pág. 192. (15) S. T.P. III, q. 22, art. 1, in corp.
(13)A.A.S. v. 17, p. 598. (16) S.T.P. III, q. 22, art. 4, incorp.

62 63
está destinado para tributar a Dios el verdadero culto, y p.ii.ibras se comprende que Cristo ejecuta no sólo la ac-
para fundar la verdadera religión, por la cual los hombres i io n sacerdotal y cultual, sino también que El mismo supri­
por medio jlel mismo Cristo glorifiquen perfectamente a su m e los sacrificios antiguos y pone en su lugar su Inmola-
Creador. Y así mediante aquella unción sacerdotal recibida i ión como centro de toda la economía cultual.
por la unión hipostática, Cristo ha sido constituido cabeza
de toda la creación, para que pueda ya instaurar todas las i os Santos Evangelios y el Apóstol San Pablo nos ense­
cosas y ordenarlas a Dios "Instaurare omnia in Christo, ran muchas cosas admirables sobre el oficio cultual de
quae in coelis et quae in térra sunt, in ípso” (Ad Eph. 1, Cristo durante su vida como "Religiosus Patris Coelestis".
10). "Et ipse (Christus) est caput corporis Ecclesiae... ut sit i as Divinas Escrituras nos lo muestran: "Pernoctans in
in ómnibus ipse primatum tenens. Quia in ipso complacuit, oratione Dei"(Luc. 6, 12); orando prolijamente, ya entrado
omnem plenitudinem inhabitare; et per eum reconciliare en agonía; ofreciendo preces y elevando súplicas y oído
omnia in ipsum, pacificans per sanguinem crucis ejus, sive ' pro sua reverentia" (Cfr. Hebr. 5 - 7 ) ; siempre y en todas
quae in terris, sive quae in caelis sunt" (Ad Coloss. I, 18- partes cumpliendo la voluntad del Padre: "Qua placita
21). Luego, ya que Cristo fue adornado de la santidad sunt ei fació semper"; (lo. 8, 29); "Quia descendí de coelo
substancial desde el momento mismo de la Encarnación, y non ut faciam voluntatem meam, sed voluntatem ejus qui
tiene el principado sobre toda creatura, se sigue que ya misit me” (Jo. 6, 38); "Non mea voluntas, sed tua fíat"
desde el primer instante tributó un culto perfectísimo en (Luc. 22, 42); buscando la gloria de Dios en todas sus
nombre propio y en el de la humanidad. acciones: "Non quaero gloriam meam" (Jo. 8,50); "Sed
honorífico Patrem" (Jo. 8,49); arrojando del Templo a los
Ciertamente, desde el primer instante, el alma de Cristo en vendedores y compradores que habían convertido la casa
virtud de la visión beatífica de que gozaba, conoció de de su Padre en cueva de ladrones; en una palabra, bus­
manera perfectísima la excelencia divina, y por esto tributa cando de tal manera el honor y la gloria de Dios, y cum­
a Dios un culto perfectísimo, porque conoce su pleno y ab­ pliendo tan perfectamente su voluntad, que pudo decir en
soluto dominio. la cena: Ego te clarificavi syuper terram: opus consumavi,
quod dedisti mihi ut faciam" (Jo. 17, 4), y desde la Cruz,
Este acto cultual en cuanto a su perfección interna no es cuando consideró toda su vida y cómo había cumplido
susceptible de aumento y es imposible agregar algo a la de­ plenamente todos los decretos divinos que a El se refe­
voción y oración con que Cristo somete su entendimiento rían, pudo exclamar: "consummatum est" (Jo. 19, 30), para
y su voluntad al Padre Celestial. Mas en cuanto a la mani­ que después del tal introito pudiese ofrecer su Sacrificio.
festación exterior debía tomarla mayor de la diputación divi­
na en la misma Ara de la cruz. Así como la humanidad de De esta acción cultual de la cruz, por la cual Cristo se ofre­
Cristo recibió la unción sacerdotal substancial desde el pri­ ció a sí mismo en sacrificio a Dios por nosotros, provienen
mer instante y nunca la perdió, así su culto empezó desde infinita gloria divina y nuestra salud espiritual. Pero es
el primer instante y se expandió a toda su vida. De esta necesario anotar que el sacrificio de Cristo no debe tomar­
primera acción cultual nos habló el Apóstol en su Epístola se separadamente, sino colectivamente con los demás
a los Hebreos cuando nos enseña las palabras dichas por actos de su vida (todos adornados de mérito y dignidad
el Verbo Encarnado en el primer instante de su infinitos), porque, aunque cada una de las obras hechas
concepción: "Ingrediens in mundum dixit" Hostiam et obla- por Cristo antes de su muerte no obraron la redención, sin
tionem noluisti, corpus autem aptasti mihi; holocausto mata embargo, habían sido ofrecidas en oblación única hecha
pro peccato non tibi placuerunt; tune dixi, ecce venio ut desde el primer instante por la voluntad de Cristo, y for­
faciam Deus voluntatem tuam" (Hebr. 10, 5-7). Por estas maron así una sola cosa con el Sacrificio de la Cruz; por

64 65
tanto, por esta unificación fueron meritorias para nuestra i nsto es uno, y en él todos los fieles son unidos con
salvación, aún en acto segundo, así como tributaron tam­ unión íntima y no forman un simple colegio. De tal manera
bién infinita gloria a Dios (17). uno los fieles se unifican en la participación de la misma
vida espiritual de Cristo, hasta tal punto íntima, que cada
Cristo no sólo tributó a Dios un culto perfecto, como ya diji­ uistiano puede ¡exclamar con razón "vivo autenv jam non
mos, sino que, aún más, instituyó un nuevo culto con el rejo: vivit vero in me Christus" (Gál. 2, 20); y de la misma
cual su Iglesia debía glorificar a Dios. Porque Cristo es la manera participan del cutto ofrecido por Cristo, y así por El
Cabeza de la Iglesia, y está íntimamente unido con ella, de y con El cumplen todos los deberes de adoración y reve-
tal manera que, con relación al culto que ella debe tributar, mneia hacia Dios. La Iglesia puede decir con propiedad
es causa formal, ejemplar, eficiente y meritoria. Las pala­ oro ego, jam nom ego, orat vero in me Christus". Aún el
bras que El dijo: "nemo venit ad Patrem nisi per me” (Jo. mito privado tributado por cada uno de los fieles en su
14, 6) no se limitan a la sola gracia santificante por la cual inopio nombre, debe hacerse en nombre de Cristo, y
somos salvados, sino que se extienden a todas las relacio­ siempre lleva consigo alguna repercusión social ya que ca­
nes con las cuales nos unimos a Dios. Y así como el culto ita uno de los fieles es a la manera de una célula y miembro
individual y familiar de los patriarcas fue cambiado por do este Cuerpo. (18).
voluntad divina en un culto público legal; así también este
culto fue cambiado en el nuevo y santo culto cristiano, para I n una palabra, debemos decir que la Sociedad cultual
que en esta economía, todas las acciones necesariamente fundada por Cristo, "sanctorum minister" (Hbr. 8, 2), no es
se hagan, "per Christum" para ser aceptadas en el cielo. una agregación numérica, sino una Persona litúrgica que
Esta característica del culto nuevo, el ser cristiano y social, excede a la simple agregación numérica, cuyo oficio es
la explican maravillosamente las palabras del sacerdote erí tributar el verdadero culto público cristiano en nombre y
la Santa Misa: "Per Ipsum, et cum Ipso, et in Ipso est tibi Persona de su Esposo, para que de esta manera glorifi­
Deo Patri omnipotenti in unitate Spiritus Sancti omnis que al Padre y le dé todo honor y toda gloria (19).
honor et gloria".
Dados estos antecedentes, fácilmente podemos enten­
En consecuencia, Cristo instituyó la Iglesia bajo este der con cuánta razón el Angélico nos enseña la doctrina
aspecto, como una SOCIEDAD CULTUAL, en la cual El de la participación sacerdotal de Cristo conferida por el ca­
permanece y a la cual inspira y dirige en sus acciones cul­ rácter. Porque si la Iglesia es una Sociedad cultual que
tuales. participa del verdadero culto establecido por su Esposo,
es lógico que todos sus miembros, o todos los fieles, reci­
El culto con el cual la Iglesia glorifica y alaba a Dios es aquel ban alguna participación del sacerdocio de Cristo, para
que recibió de su Esposo, cuyo centro es el sacrificio del que así puedan ejecutar válida y cristianamente las accio­
altar, y en el que los demás sacramentos por El instituidos nes cultuales. Es por tanto cosa de admirar cuán profun­
ocupan especialísimo lugar. damente entendió Santo Tomás los textos de la Sagrada
Escritura: "Et ipsi tanquam lapides vivi superaedificamini,
No queremos negar la existencia del culto privado en los domus spiritualis, SACERDOTIUM SANCTUM, OFFERRE
individuos que pertenecen a la Iglesia, pero es necesario SPIRITUALES HOSTIAS, acceptabile Deo per Jesum
anteponerle el culto público. En verdad esta conclusión Christum” (I Petri. 2,5); "Vos autem genus electum REGA-
aparece espontáneamente de la doctrina del Cuerpo Mís­
tico, porque, lo sabemos muy bien, el Cuerpo Místico de (18) Cfr. Romano Guardlni, L. S prit de la Liturgie.
(17) Cfr. . Durs, O C. pág. 558. Traduction de RobertD. Hancourt, pág. 12.
(19) Cfr. Guardini, O.C. pág. 102.

66 67
LE sacerdotium, gens sancta, populus acquisitionis" (Ibi. icnder o recibir las cosas sagradas. De donde dicha con­
1, 9); y: "Fecisti nos Deo nostro regnum, et SACER­ clusión se puede sacar de los principios expuestos antes
DOTES" (Apoc. 5, 10), de tal manera que pudo afirmar, el y que sumariamente se pueden repetir así:
primero en la Escuela, que los caracteres sacramentales
nos confie(en la consagración por la cual somos elegidos <i) Cristo Sacerdote mientras vivió en la tierra y luego en el
para el culto cristiano, como participantes del Sacerdocio cielo tributa a Dios en su propio nombre un culto verda­
de Cristo en su Sociedad Cultual. dero, santo y perfectísimo.

Es necesario anotar con Billot: "Cultores Dei in Christiana b) Obrando como "sanctorum minister", como único me­
religione, hierarchiam quandam constituere sub Summo diador entre Dios y los hombres, como Sumo Pontífice
Principe Christo, summendo nunc hierarchiam, prout dicit consagrado substancialmente desde el mismo momento
multitudinem uno modo ordinatam sub Principis guberna- de la Encarnación instituyó una sociedad cultual.
tione" (20); es decir, los fieles no participan de las accio­
nes cultuales de cualesquiera manera, sino como miem­ c) Esta sociedad cultual, como que fue establecida sapien-
bros de aquella Sociedad por El establecida, que en su tísimamente, debe ser jerárquica en el ejercicio de su culto
nombre oficial y públicamente puede y debe obrar. Santo divino.
Tomás nos enseña que existe una jerarquía y que en ella el
orden no depende de la santidad o de la ciencia, porque d) Los diversos miembros de esta Sociedad cultual por
en ella "superiores ab inferioribus doceri possunt” (21); medio de Cristo, deben tributar un culto nuevo, y por tanto
por tanto, subentiende que la diversidad de órdenes que deben estar adornados del alguna consagración, porque
en ella se requiere, se deriva de los diversos actos y ofi­ este culto es santo y perfecto.
cios, es decir; de las diversas potestades cultuales, y de la
mayor o menor participación sacerdotal y cultual de Cristo e) Esta consagración la confieren los diversos caracteres,
Príncipe recibida por los fieles. Estas acciones cultuales en cuanto que por ellos se hacen y distinguen los diver­
gerárquicas con las cuales la Esposa de Cristo adora a Dios sos miembros.
mientras está en la tierra, las define sabiamente Billot con
estas palabras: "nihil aliud sunt quam functiones cultus
exterioris, ex officio pertinentes ad diversos ordines in Todo el Culto Presente se deriva del
quos distribuitur multitudo populi christiani, prout est Sacerdocio de Cristo
directa ad sacrum finem sub sacro Christi principatu" (22).
Pero, según lo anota el Angélico, todos los órdenes de la Dados los anteriores conceptos sobre el Sacerdocio y el
ciudad se pueden reducir a tres " secundum quod quaeli- culto instituidos por Cristo, se entiende perfectamente
bet multitudo perfecta habet principium, médium et finem" con cuánta razón enseñó Santo Tomás aquel principio:
(23), y así se ve cuán sabiamente Cristo dejó a la Iglesia 'totus ritus religionis christianae derivatur a Sacerdotio
tres caracteres con los cuales los diversos miembros son Christi".
consagrados para ejercer sus funciones cultuales respec­
tivas, en cuanto que deban respectivamente entregar, de- Esta proposición nace como secuela necesaria de la expo­
sición precedente. Porque a) si Cristo es "unicus media-
tor Dei et hominum", sanctorum minister, y Cabeza de
(20) De Sacramentis in genere, pág. 133
(21) I. Q. 106, a rt 3, ad 1. toda la Iglesia, se sigue que la Iglesia tributa a Dios sólo
(22) O. C. pág. 134. aquel culto fundado e inaugurado por su Esposo. Esto
(23) l.q. 108, art. 2, in corp.

68 69
mismo prueba el hecho de que ahora sólo tenemos el ■-Irma alabanza con que la Iglesia, entonces, triunfante y
ijioniicada, ensalzará a Dios perpetuamente, como lo vio
Sacrificio eucarístico, porque, por voluntad de Dios, todos
los sacrificios antiguos fueron abolidos. Las demás accio­ ..ni Juan: "Benedictio, et claritas, et sapientia, et gratia-
nes cultuales con que la Iglesia puede honrar a Dios dima­ mm actio, honor et virtus, et fortitudo Deo nostro in sae-
uil.isaeculorum. Amén". (Apoc. 7,12).
nan del ejercicio sacramental, por voluntad de Cristo.

Po tanto, los fieles sólo podemos honrar a Dios en el ejerci­


cio de nuestro culto, en cuanto lo hacemos por medio de QUE PARTICIPACION DEL SACERDOCIO DE
Cristo. Cuántas veces participamos de su culto, somos CRISTO CONFIERE EL CARACTER
recibidos por el Padre; y en la medida en que de Cristo nos
alejamos, en esa misma somos rechazados por el Padre
Celestial. No podemos decir que los teólogos hayan escudriñado
.iiiicientemente el carácter sacramental, como lo han he­
La Iglesia enseña esto expresamente en aquella admirable dió con la doctrina de la participación de la naturaleza di­
vin a que da la gracia. Ciertamente, con relación al primer
fórmula que recitan todos los días los sacerdotes en la
Santa Misa: "Per ipsum, et cum Ipso, et in Ipso, est tibi Deo electo de los sacramentos, encontramos ya desde el siglo
XVI una excelente y completa exposición sobre la partici­
Patri Omnipotenti, in unitate Spiritus Sacti, OMNIS HONOR
ET GLORIA". Con esta afirmación la Iglesia nos enseña lo pación de la naturaleza divina obtenida por la gracia
que aprendió de Cristo, y que es lo mismo que escribió santificante. Casi todos los elementos de esta exposición
San Pablo: "Ideo ingrediens mundum dicit: Hostiam et ios había explicado ya Santo Tomás en su Q. CX, Primae

oblationem noluisti: corpus autem aptasti mihi: holocaus- .'¡ecundae. Y así, por el estudio de los Salmanticenses,
tomata pro peccato non tibi placuerunt. tune dixi: Ecce de Juan de Santo Tomás, y de los demás teólogos tomis­
venio: in capite libri scriptum est de me: Ut faciam, Deus, tas, y también de los teólogos de las demás escuelas,
voluntatem tuam” (Ad Hebraeos, 10, 1-8). Inmediata­ tenemos un sistema completo sobre la naturaleza de la
mente después el Apóstol agrega estas palabras que <jracia. El P. Ferland expone magistralmente la participa­
muestran el valor y fruto infinitos de esta oblación cultual ción de la naturaleza divina conferida por la gracia en su
de Cristo: "In qua volúntate sanctificati sumus per oblatio­ obra "De Gratia" con estas palabras: "Gratia habitualis est
nem corporis Jesu semel" (Ad Heb. 10,10). participatio physica et formalis analógica naturae divinae
qua talis, sub conceptu scilicet radicis physicae visionis et
Como consecuencia, se sigue que Cristo es mediador úni­ amoris Dei in se ipso" (24). En la explicación y probación
co según las palabras del Apóstol, y que necesariamente de esta conclusión el autor citado expone una doctrina,
sólo por su culto podemos agradar a Dios, porque así co­ completa sobre esta participación. No podemos decir lo
mo nadie puede venir por medio de la gracia al Padre sino mismo sobre la exposición doctrinal sobre el carácter,
mediante Cristo: "nemo venit ad Patrem nisi per me" (Jo. porque fuera de la afirmación de su participación, física del
14-16), así ningún ejercicio del acto cultual será agradable sacerdocio de Cristo, no trata más el asunto. Es necesa­
a Dios si no se hace por medio de Cristo, Sumo Sacerdote, rio, en consecuencia, que digamos algo sobre la participa­
porque sólo de El dijo el Padre: Hic est filius meus dilectus, ción del sacerdocio de Cristo que se encuentra en el carác­
in quo mihi complacuit" (Matt. 3, 17). Todos estos actos ter sacramental.
que la Iglesia ofrece a Dios por la mediación de su Esposo,
y con los cuales agrada a la Divinidad porque sus ritos
fueron santificados por Cristo, son el preludio de aquella (24) A. Ferland, P.S.S. "De Gratia", pág. 125

70 11
No sé si pueda expresar con estas palabras la participación n.is tratamos, no debe tomarse igualmente en los diversos
que da el carácter: Es el carácter una participación física, i iracteres del bautismo, la confirmación y el orden. Por-
formal analógica del Sacerdocio de Cristo, en cuanto este (|iic los caracteres sacramentales, como más adelante lo
Sacerdocio es principio y fuente de todo culto tributado a diremos, específicamente difieren entre sí; por tanto, es
Dios en la religión cristiana. necesario tener siempre delante de los ojos esta dife-
tencia respectiva, para que las conclusiones sean entendi­
Trataré de explicar y probar este aserto. das en su propio y verdadero sentido.

A) El Carácter es participación física del sacerdo­ lí) El Carácter es una participación form al del Sa­
cio de Cristo cerdocio de Cristo.

Participar lo define así Santo Tomás: "Participare nihil aliud Como la participación física puede ser o virtual o formal, de­
est quam ab alio partialiter accipere". (25). bemos primero estudiar cuál de estas dos confiere el carác­
ter.
Por tanto, toda participación incluye dependencia del par­
ticipante y reproduce a la vez alguna de sus cualidades. Creemos que se puede afirmar que el carácter de partici­
Pero esta participación puede ser solamente moral cuando pación formal del Sacerdocio de Cristo, en cuanto que es­
la limitación no es causada mediante una forma física recibi­ te Sacerdocio es fuente y principio de todo el culto de la
da del ejemplar, sino que apenas indica una similitud co- verdadera religión cristiana.
existente independiente. Así por ejemplo, nosotros tene­
mos participación física de la ciencia de Dios, porque ésta Ciertamente, si se considera que el Sacerdocio de Cristo
es causada por El físicamente; y tenemos sólo participa­ tiene la plenitud de la potestad cultual, la posee en la
ción moral de la ciencia de otro hombre, porque ésta no es misma forma en que gozan de ella los que reciben el carác­
producida físicamente por él. ter. Porque el carácter sacramental esencialmente es po­
tencia con relación a los actos cultuales del rito establecido
Que el carácter es una participación física se prueba, como por Cristo. Por tanto, si mediante este carácter, podemos
antes dijimos, porque es una forma física mediante la cual ejercer físicamente los actos cultuales cristianos, se sigue
podemos ejecutar las acciones cultuales según el rito de la que el principio de estos actos, o sea el carácter sacramen­
religión instituida por Cristo. Por tanto, no se trata de cierta tal, es una participación formal del Sacerdocio de Cristo,
semejanza metafórica con el Sacerdocio de Cristo, sino de en el sentido antes anotado. Sin embargo, debemos ad­
una verdadera participación física de su potencia cultual. vertir que la participación dada por el carácter se puede
llamar formal, en cuanto que tomamos el Sacerdocio de
La presencia en el entendimiento práctico de aquella reali­ Cristo como principio y fuente de todo el culto presente.
dad física que es el carácter sacramental, confiere al bauti­ Porque si el Sacerdocio de Cristo se toma bajo la razón de
zado, al confirmado y al ordenado verdadera participación la santidad formal que confiere a la humanidad de Cristo,
física del Sacerdocio de Cristo. por la gracia de la unión de que está constituida, debe­
ríamos expresarnos de otra manera. Como antes dijimos,
Debemos advertir, sin embargo, que esta participación con­ el Sacerdocio de Cristo nace de la misma gracia de la
ferida por el carácter de que aquí y en las siguientes pági- unión, y santifica formalmente la humanidad de Cristo, pe­
ro como nuestro carácter no importa intrínsecamente la
santidad en quien lo recibe, porque por sí sólo confiere la
(25) In “cáelo etm undo"L. 2, lect. 18, n. 6.

72 73
consagración cultual, se sigue que bajo este aspecto el i impía De donde se sigue que entre la forma sacerdotal
carácter no da participación formal del carácter de Cristo, si­ de Cristo y la nuestra conferida por el carácter, hay una
no sólo virtual.
|iiD()orción admirable por la física unión de las dos con el
vruladero culto cristiano; y así, el concepto del sacerdocio
Pero ya que nuestro carácter es esencialmente una poten­ de Cristo y de sus fieles, adornados con el carácter
cia cultual, como ya lo demostramos, se sigue que su parti­ ’ .icerdotal, debe predicarse formal y analógicamente.
cipación del sacerdocio de Cristo, se debe determinar por I nionces podemos concluir en pocas palabras que si el
este aspecto cultual, y no por el aspecto significativo. De i'iücto primero de los sacramentos, o sea la gracia santifi-
aquí se deduce que la participación del sacerdocio de Cris­ i ante es "participatio physica et formalis analógica naturae
to que da el carácter, es una participación formal.
iiivinae qua talis, sub conceptu scilicet radicis physicae
visionis et amoris Dei in seipso"; así, a su vez, el segundo
El Carácter es una participación analógica del electo de los sacramentos, o sea el carácter, es participatio
Sacerdocio de Cristo
physica et formalis analógica Sacerdotii Christi quatenus
hoc sacerdotium est fons et principium omnis cultus in
Como la participación formal a su vez se divide en unívoca
actuali oeconomia reddendi.
y analógica, es necesario que veamos cuál de las dos con­
fiere el carácter.
Y así, de este doble efecto de los sacramentos aparece la
iioble participación del Verbo Encarnado que reciben los
El carácter no es realmente una participación unívoca, por­
hombres. Porque, mientras la gracia sacramental nos da la
que la forma no es simplemente la misma en Cristo y en
participación de la naturaleza divina, en el sentido antes
nosotros. Porque en Cristo la forma sacerdotal es algo
anotado, el carácter sacramental nos concede una admira-
substancial, que santifica por sí su humanidad, en el senti­
tile participación del sacerdocio de Cristo.
do antes explicado; mas en nosotros, la forma sacerdotal
Ianalmente debemos advertir que esta participación del
es algo accidental, que obra per se la sola consagración
sacerdocio de Cristo dada por el carácter, no contradice la
cultual.
doctrina de San Buenaventura, San Alberto Magno y del
mismo Santo Tomás en su Comentario cuarto del libro de
Portanto, se trata sólo de una participación analógica.
las Sentencias, según la cual, el carácter se muestra como
cierta participación de la Trinidad. En verdad, si el carácter
En verdad, los dos términos de la relación sacerdotal que
es una entidad sobrenatural, por ese mismo hecho tiene
rige entre Cristo y los hombres cristianos, son una misma
cierta participación de Dios bajo la razón de Divinidad:
cosa bajo el aspecto cultual, pero son simplemente diver­
"Deus est ens per essentiam suam; omne autem aliud ens
sos por el modo como están en uno y otro sujeto.
est ens per participationem" (26). Pero como el carácter
por su naturaleza es potencia cultual y ministerial derivada
Esta analogía de que están dotados los dos términos es la
del sacerdocio de Cristo, es conveniente atribuirlo por a-
que los tomistas llaman de proporcionalidad propia. Por­
propiación, a causa de esta cualidad especial, a Cristo
que la forma sacerdotal que es intrínseca en Cristo, convie­
Sacerdote, a quien pertenece plena y perfectamente el
ne con la forma del carácter en que ésta es inherente
oficio sacerdotal. Por esta razón, la doctrina del Angélico
intrínsecamente al alma, y por tanto, como uno y otro con­
explicada en la Suma, y que antes expusimos, debe ser
vienen en la razón común de la noción sacerdotal, se si­
preferida porque determina más perfectamente la natura­
gue que el Sacerdocio de Cristo y el sacerdocio dado por
leza del carácter, y especifica mejor sus deberes.
el carácter, son análogos con analogía de proporcionalidad
(26) Summa Contra Gentes, L 2, c. 15.
74
75
EL CARACTER NOS CONFIGURA n.ii c el que esta consideración sea una fuente ubérrima
CON CRISTO SACERDOTE ■ir .antificación. Porque todos los que conocen esta
M-mcjanza con Cristo, son movidos a su amor e imitación,
Como el carácter es una verdadera participación del Sacer­ fu i aquí se ve la conveniencia de la divulgación de la
docio de Cristo, como antes lo probamos, se deduce en­ iiiM.iiina del carácter, porque si los bautizados y confir-
tonces que da a las almas de los fieles una verdadera con­ ni.idos conocen siquiera un poco de su excelencia, cierta-
figuración con el alma sacerdotal de Jesús. n Hnte serán excitados eficazmente a practicar una vida
. ii',liana. Redunda decir cuán útil llega a ser para los sa-
Porque toda participación verdadera implica en el término i rulotes la meditación de la belleza y magnificencia de su
participante la reproducción de alguna cualidad del ente •..icerdocio.
de quien participa. Porque el que participa saca algo de
aquél de quien recibe la cualidad participada. i ’.irticipación y configuración en los diversos ca­
racteres
El Angélico expresamente afirma que el carácter es una
configuración de Cristo como sacerdote: "Et ideo manifes- Aunque es común a todos los caracteres el ser participa­
tum est quod character sacramentalis specialiter est ción y configuración sacerdotal de Cristo, porque en cada
character Christi, cujus sacerdocio configurantur fi- uno de ellos se recibe una potencia física cultual, sin em­
deles secundum sacramentales characteres" bargo esto se obtiene de distinta manera en los diversos
(27). caracteres.

De donde se sigue que el carácter bajo su doble aspecto, i n verdad, los caracteres sacramentales se distinguen en­
da al alma doble configuración con Cristo. En cuanto se da tre sí esencial y específicamente: A) por razón del origen,
al alma como una realidad espiritual que la consagra para el porque son conferidos por sacramentos específica y
culto, nos asimila a Cristo en ser Sacerdotal; en cuanto que especialmente distintos, como son el bautismo, la confir­
mediante el carácter ejercemos el culto verdadero, reci­ mación y el orden. B) se distinguen también por razón del
bimos la similitud con Cristo en sus operaciones sacerdo­ lin, porque cada uno de los caracteres se ordena a un acto
tales. cultual específica y esencialmente distinto. El carácter del
Bautismo se ordena al culto, que ha de ejercerse especial­
Esta semejanza ortológica con Cristo Sacerdote dada por mente en la válida recepción de los sacramentos; la
el carácter, es diversa y proporcionada a los diversos carac­ confirmación para ejercerlo principalmente en la válida ad­
teres, porque éstos se distinguen específicamente y go­ ministración oficial de los sacramentos. Y así, porque es­
zan de una prestancia proporcional. Pero en todos existe tos caracteres constituyen cierta jerarquía por sus respec­
alguna semejanza ontológica con el Sacerdocio de Cristo, tivos oficios, se deduce que confieren la respectiva partici­
por lo menos en cuanto al ser, porque todos los caracteres pación y configuración con el Sacerdocio de Cristo.
consisten esencialmente en la potencia cultual, y se orde­
nan intrínsecamente al culto, según el rito instituido por En el Carácter del bautismo
Cristo.
La participación y configuración que da el carácter del
En esta semejanza con Cristo Sacerdote se fundan la bautismo, es realmente mínima, pero de gran importancia.
excelencia y la belleza espiritual del carácter, y de aquí Es mínima porque los otros caracteres perfeccionan al fiel
en el estado cultual, ya que lo constituyen en soldado, o
(27) S. T.P. III, q. 63, art. 3, in corp.

76 77
también ministro del culto. Pero es de grande prestancia, i ti,indo se investigan tos fundamentos teológicos del
porque el carácter bautismal opera físicamente la incorpo­ ,i| kc.tolado de la "Acción Católica” .
ración del fiel a Cristo Sacerdote. De esta incorporación
física con Cristo sacerdote provienen los derechos para la I >i! tal manera el carácter de la confirmación perfecciona a
válida recepción de los sacramentos y de la gracia santi­ los lieles para la defensa y propagación de la fe, que los
ficante. i (infirmados han recibido del Romano Pontífice la misión
<ir prestar su concurso a la jerarquía en la defensa de los
Esta incorporación dada por el carácter del bautismo es principios cristianos, y en la restauración de la Sociedad
física, aunque es apenas incoativa. "Incorporatio perfecta moderna, que se precipita en un abismo de error y corrup-
et formalis in Christum fit per participationem vitae super- i lón Veamos las palabras de Pío XI: "Actio enim Catho-
naturalis capitis, scilicet per gratiam santificantem, quam hra, quae definitur laicorum hominun in apostolatum hierar-
character connaturaliter exigit et etiam inducit si non poni- i.hicum collaboratio, ut ad ejusdem structuram seu organi-
turobex” (28). /.iiionem aptatur et fingitur" (29). Ahora bien: por las
palabras del mismo Pontífice se {comprende, que el
En consecuencia, el carácter del bautismo nos une con i'iorcicio del carácter de la confirmación por medio de este
Cristo Sacerdote, y por esta unión física con El, en cuanto apostolado, da a los fieles una asimilación más perfecta
es sacerdote, da al alma derechos físicos a todos los frutos i on Cristo y una mayor participación de su sacerdocio:
del sacerdocio de Cristo, los cuales no son comunicados lllud porro in Christi fidelium mentes revocato, quod cum
especialmente por medio de los sacramentos. Así el carác­ ii, vobis cleroque vestro auctoribus, in provehenda Christi
ter del bautismo que nos constituye en el ser cultual, • ongnitione et amore publice privatim inculcando navant
confiere al alma una verdadera participación y configu­ nperam, tum demun máxime digni sun qui salutentur ge-
ración de Cristo Pontífice, y la prepara para una participa­ nus electum, regale sacerdotium, gens sancta, populus
ción más plena y una configuración más perfecta cuando acquisitionis; tum demum et ipsi Nobiscum et cum
reciba los otros caracteres. Christo arctissim e conjuncti, Christi regno sua indus­
tria et navitate propagando et instaurando, de comuni
En el Carácter de la Confirmación hominum ínter se pace optime merentur" (30).

Si mediante el carácter del bautismo el hombre es consti­ En el Carácter del Orden


tuido miembro de la Sociedad cultual que es la Iglesia; por
el carácter de la confirmación llega a ser soldado de esta Si de los caracteres del bautismo y de la confirmación se
sociedad. Por tanto, recibe mayor participación del Sacer­ puede afirmar con propiedad que son ciertas participa­
docio de Cristo, y es configurado más perfectamente con ciones del Sacerdocio de Cristo, y que configuran al alma
su alma sacerdotal. que los recibe con Cristo, con mucha mayor razón debe­
mos afirmarlo del carácter sacerdotal.
Ya que el confirmado, en virtud de su carácter sacramental,
puede y debe propagar y defender la fe, se sigue que En verdad, el sacerdote es "Minister Christi", y goza de la
imita en el ejercicio de su ministerio a Cristo Sacerdote suprema potestad cultual, por la cual puede celebrar el
cuando ejercía el oficio profético, mediante el cual anunció Sacrificio de la Misa y administrar los sacramentos. Por
al mundo el reino de Dios. Esta es la razón por qué el carác­
ter de la confirmación se estudia hoy con mayor cuidado,
(29) A.A.S.t. 26, pág. 586.
(28) P. Durst. O.C. pág. 567. (30) E. Ubi Arcano - A.A.S.t. 14, pág. 695.

78
tanto, el sacerdote ocupa el primer lugar en la Sociedad cul­ i sta potestad sobre el cuerpo místico de que está inves­
tual, y es configurado más íntimamente con el sacerdocio tido el sacerdote por razón del carácter del Orden, aparece
de Cristo, cuyas veces hace en la tierra, según las palabras ( specialmente en la administración del Sacramento de la
del Apóstol: "Pro Christo legatione fungimur tanquam Deo Penitencia, como bien lo anota el Papa Pío XI, en la
exhortante per nos" (2 Cor. S. 20). Entonces, con razón I ncíclica citada (35). Porque, si por virtud de la potestad
escribe el Papa Pío XI: "Minister Christi sacerdos: divini sacerdotal podemos hacer los sacerdotes lo que es propio
igitur Redemptoris quasi instrumentun est, ut mirabilem de Dios "quis potest dimitiere peccata, nisi solusDeus?
ejus operam, quae superna efficacitate hominun convic- (Marc. 2, 7); y nos identificamos con Cristo que recibió del
tum redintegrans, eum ad excellentiorem cultum Padre la potestad de perdonar los pecados, cuando
Trauxit, per témpora persequi valeat" (31). Pero como damos al pecador en nombre de Cristo estas palabras de
en la celebración del sacrificio de la Misa, el sacerdote obra consuelo: "Ego te absolvo a peccatis tuis": atqui homo
en persona de Cristo, y tiene verdadero derecho sobre el Deus que Christus, qui quidem potestatem in térra di-
Cuerpo del Señor, es claro que entre el Sumo Pontífice y mittendi peccata, obtinuerat et obtinet, eo consilio cum sa-
sus ministros existe la máxima unión, como se desprende cerdotibus eam communicare voluit, ut divinae misericor­
de las palabras del Tridentino: "Una enim eadem est hos­ dia largitate, expiationis necessitate succurreret, quae om-
tia, Ídem nunc offerens sacerdotum ministerio, qui seip- nium ánimos sollicitat" (36).
sum tune in cruce obtulit, sola offerendi ratione diversa"
(32). Esta admirable unión con Cristo Sacerdote median­ Todas las potestades de que estamos investidos por vir­
te el carácter sacerdotal, es fuente de aquella sublime dig­ tud del carácter, nos dan participación en el Sacerdocio de
nidad con que son honrados los ministros del altar: "Ex- Cristo, según estas palabras con que expresamente nos
quo inenarrabilis perspicuo apparet catholici sacerdotis lo enseña el romano Pontífice: "Istiusmodi potestatés,
excelsitas, qui in idem Christi corpus potestate praeditus, peculiari sacramento sacerdoti collatae, cum ex indelebile
in aris illud prodigialiter praesens facit ac, Divini Redemp­ forma oriantur ejus animo impressa, qua, illius instar, cujus
toris nomine, aeternae Dei Majestati gratissiman hostiam sacerdocium participat, "sacerdos in aetemum" factus
ottert (33). est, non caducae sunt ac fluxae, sed stabiles atque per-
petuae” (234).
La participación de la potestad sacerdotal de Cristo dada
por el carácter, no se limita sólo al verdadero Cuerpo de Por esta razón se entiende con cuánta propiedad los
Cristo, sino que la recibimos "In mysticum etiam ejus cor- Padres llaman al sacerdote "Alter Christus, et homo Dei",
pus, hoc est Ecclesia" (34). En verdad, el sacerdote por el en virtud de su carácter sacerdotal. Porque si somos
carácter del orden ejerce el culto de Cristo, como "dis- enviados por el Pontífice Eterno de la misma manera que
pensator misteriorum Dei" (Cfr. I, Cor. 4,1), ya que es el mi­ El lo fue por el Padre; si celebramos el Sacrificio de la Misa
nistro ordinario de casi todos los sacramentos, y a la vez en su nombre y persona; si perdonamos los pecados en
que entrega las gracias a los fieles, ofrece a Dios por medio su nombre y conferimos la gracia, sí comunicamos a los
de Cristo sus alabanzas y oraciones. hombres los frutos de su Pasión porque somos "dispen-
satores mysteriorum Dei"; si representamos a la Iglesia en
su oficio cultual; si, en una palabra, prolongamos en la
tierra la obra sacerdotal de Cristo... y se hacemos todas
(31) A d Catholici S.S. - A.A.S., t. 28, pág. 10. estas cosas en virtud del carácter del orden por el cual
(32) S.C. Trident, sess. XXII, cap. 2.
(33) Pius P. XI, O C A A.S., t. 28, pág. 12. (35) Cfr. A dC ath. S.F.A.A.S., t. 28, pág. 14.
(34) Pius P. XI, O.C. -A.A.S., t. 28, pág. 12. (36) Pius P. X I O.C.A.A.S., t. 28, pág. 15.

80 81
somos consagrados como ministros del verdadero culto, i.r, participaciones del Sacerdocio de Cristo, está apoyada
entonces podemos decir que este carácter sacerdotal nos en sólido fundamento.
hace otros Cristos, y nos da una íntima participación de su
sacerdocio, y a la vez, de manera admirable, nos configura i ) Cada vez se ve con mayor claridad que la afirmación del
con su alma sacerdotal. •iiKjélico sobre el aspecto sacerdotal del carácter, a la vez
(|ik; conviene admirablemente con la doctrina de la Sa-
tinda Escritura, es fuente ubérrima de doctrina; y su im­
portancia y valor para la renovación espiritual y teológica de
i" ,te siglo, se hace cada vez más patente.

i ) Por tanto, convenía y es necesario que la noción teo­


CONCLUSION lógica del carácter según la mente de Santo Tomás, se es­
tudie más profundamente para que se establezcan y esti­
Por el resumen histórico que presenté, y por la exposición men los fundamentos teológicos de la doctrina del cuerpo
que hice sobre el carácter sacramental, podemos llegar a Místico, de la Acción Católica, y la excelencia del Sacer-,
las siguientes conclusiones: docio Católico.

A) Santo Tomás tuvo una nueva y más profunda concep­


ción sobre el carácter sacramental, cuando enseñó que
este carácter es una potencia cultual instrumental, que da
al alma verdadera participación del Sacerdocio de Cristo.

B) Esta tesis de Santo Tomás que es casi común, la expla­


naron todos los teólogos, en cuanto a su aspecto sacer­
dotal, y sólo el P. Puech ha puesto ahora en duda su valor.
Por lo que toca al aspecto cultual los teólogos no están
concordes, pero cada día crece y prevalece el número de
los seguidores de Santo Tomás.

C) La doctrina de Santo Tomás, según la cual el carácter


sacramental es una potencia cultual instrumental, (la cual
se deduce de su principio sobre el doble fin de los sacra­
mentos: diputar para el culto y santificar el alma por la cola­
ción de la gracia), tiene un sólido fundamento en su expo­
sición de los sacramentos, en cuanto que son signos. Por
tanto, por las cosas que allí enseña el Angélico, se puede
demostrar su principio, según el cual, los caracteres sacra­
mentales son ciertas potencias cultuales.

D) Se puede demostrar que la otra conclusión del An­


gélico, según la cual, los caracteres sacramentales son cier-

82 83
IN LAUDEM GLORIAE
SACERDOTII CHRISTI

Publicado en 1947
IN LAUDEM GLORIAE
SACERDOTII CHRISTI
1er. DIA

TEMA I

i te un orden sobrenatural superior a este mundo na-


1im.iI que cautiva a casi toda la humanidad.

I i hombre moderno está extasiado ante las maravillas de la


naturaleza que descubre a diario. Lo está especialmente
pin la revelación de los misterios del átomo. Cree también
<iue la humanidad está a las puertas de un nuevo paraíso,
ni atómico (Opinheimer).

Mientras los sabios contemplan esas maravillas en sus labo-


latorios y los turistas recorren el mundo deleitándose en la
I I it itemplación de tantas bellezas como el Creador ha multi­

plicado por doquiera, las almas que tienen te y aman la


i.iación se entregan a la contemplación de la hermosura
imperecedera del orden sobrenatural y descubren nuevas
maravillas a la luz del Espíritu Santo.

I chemos un vistazo a ese mundo sobrenatural. Tendrá


<|iie ser muy rápida la mirada porque el espacio es in­
menso. Pero, al menos, quedará en nosotros el conven­
cimiento de que hay algo muy grande y hermoso que nos
pertenece y que vale muy bien la pena de buscar y po­
seer.

Dios creó al hombre y lo elevó. Además de los dones natu-


lales le otorgó los preternaturales y los sobrenaturales.
I nriqueció el alma con un organismo sobrenatural perfec-
lísimo que guarda una profunda analogía con el organis­
mo natural.

I n la vida natural del hombre podemos distinguir cuatro


elementos: el sujeto, el principio formal de su vida, sus
potencias y sus operaciones. En el organismo sobrena­
tural encontramos también estos cuatro elementos: el su-

87
jeto es el alma; el principio formal de la vida sobrenatural es División. Se dividen en Teologales y Morales.
la gracia santificante; las potencias son las virtudes infusas
y los dones del Espíritu Santo; las operaciones son los Vniudes Teologales, Nos ordenan directamente a Dios
actos de esas virtudes y dones. tumo fin último sobrenatural. Son fe, esperanza y cari­
dad
I - Sujeto, el alma. Es inmortal, espiritual. Forma sustan­
cial del cuerpo. No es inmediatamente operativa, necesita l .i le nos da a conocer y nos une con Dios como Verdad
de potencias o facultades. inlmita.

II - Principio formal de la vida sobrenatural, la gra­ I .i esperanza nos lo hace desear como Bien sumo para
cia santificante. nosotros.

Una cualidad (Hábito) sobrenatural inherente a la sustancia I a caridad nos lo hace amar como Bondad infinita.
del alma que nos da una participación física y formal de la
naturaleza misma de Dios y nos hace sus hijos, sus I a fe reside en el entendimiento. La esperanza y la cari­
herederos y su templo. "Somos hijos de Dios; y siendo hi­ dad en la voluntad.
jos somos también herederos; herederos de Dios y cohe­
rederos con Cristo". (Rom. 8,16-17). "No sabéis que sois Virtudes Morales. Dicen orden a los medios condúcen­
templos de Dios y que el Espíritu Santo mora en voso­ os al fin sobrenatural. Su objeto inmediato no es Dios,
tros?". (Cor. 1,16). sino el bien honesto. Se reducen a cuatro, llamadas car­
Otros efectos: nos da la vida sobrenatural; nos hace justos dinales: prudencia, justicia, fortaleza y templanza.
y agradables a Dios. Nos da la capacidad del mérito so­
brenatural. Nos une íntimamente a Dios. "Dios es caridad Prudencia. Una virtud infundida por Dios en el entendi­
y el que permanece en la caridad permanece en Dios y miento práctico para gobernar rectamente nuestras accio­
Dios en El". (Juan, 4,16). nes particulares en orden al fin sobrenatural.

III - Potencias sobrenaturales, (las virtudes infu­ Vicios opuestos: la imprudencia, la negligencia, la im­
sas y los dones). prudencia de la carne y la excesiva solicitud.

a) Virtudes. Los hábitos operativos infundidos por Dios Justicia. Un hábito sobrenatural que inclina constante­
en las potencias del alma para disponerlas a obrar según el mente a la voluntad a dar a cada uno lo que le corres­
dictamen de la razón iluminada por la fe. ponde. Se derivan de ella: la religión, obediencia, grati­
tud, veracidad, afabilidad, liberalidad y la equidad.
Propiedades de estas virtudes, se infunden con la gracia y
la acompañan siempre. Se distinguen realmente de la gra­ Vicios opuestos: superstición, sacrilegios, desobe­
cia. Las poseemos imperfectamente. Se distinguen de diencia, mentira, avaricia, prodigalidad, etc.
sus correspondientes adquiridas. Aumentan con la gracia.
Nos dan potencia intrínseca para los actos sobrenaturales, Fortaleza. Virtud que enardece el apetito irascible y la
pero no facilidad extrínseca. \ Desaparecen con el peca­ voluntad para que no desista de conseguir el bien arduo.
do mortal, excepto la fe y la esperanza que desaparecen Le pertenecen: la paciencia, magnanimidad, perseveran­
por actos contrarios. cia y constancia.

89
FRUTOS DEL ESPIRITU SANTO
Vicios opuestos: timidez, audacia, ambición, tacañería,
impaciencia, inconstancia.
( ii.indo el alma es fiel a la acción del Espíritu Santo produ-
i c actos exquisitos de virtud comparables a los frutos de
Templanza. Virtud que modera la inclinación a los place­
un árbol. La vulgata enumera doce: caridad, gozo, paz,
res sensibles, especialmente el tacto y el gusto, contenién­
paciencia, benignidad, bondad, longanimidad, mansedum-
dolos dentro de los límites de la razón iluminada por la fe
luí!, fe, modestia, continencia y castidad. El Apóstol no
(apetito concupiscible).
luvo intención de enumerarlos todos.
Le pertenecen: la honestidad, continencia, mansedum­
: .o distinguen de los dones como el fruto de la rama.
bre, clemencia, modestia y humildad.
Mas perfectas aún que los frutos son las bienaventu­
Vicios opuestos: gula, embriaguez, lujuria, incontinen­
ranzas. Señalan el coronamiento de la perfección aquí
cia, ira, crueldad, soberbia, lujo excesivo.
en la tierra. Son ya como un anticipo de las alegrías de la
l malaventuranza del cielo.
DONES DEL ESPIRITU SANTO
SINTESIS
Son necesarios para la perfección de las virtudes infusas.
Son necesarios para la salvación.

No son necesarios para todos y cada uno de los actos salu­


Virtudes Dones Bienaventuranzas
dables. Los dones son más perfectos que las virtudes mo­
rales.
caridad Sabiduría Los pacíficos
le Entendimiento Los puros de corazón
1 speranza Ciencia Los que lloran
(Las teologales son más perfectas que los dones). Nos
Prudencia Consejo Pobres de espíritu
permiten obrar más perfectamente y con mayor facilidad.
Justicia Piedad Los misericordiosos
1ortaleza Fortaleza Los mansos
l emplanza Temor Hambre y sed
Motor en lugar de remos.
Pobres de espíritu
Sabiduría perfecciona la caridad.
(secundariamente)
Entendimiento perfecciona la fe.
Consejo perfecciona la prudencia.
Ciencia perfecciona la esperanza.
Fortaleza perfecciona la fortaleza. GRACIAS ACTUALES
Piedad perfecciona la justicia.
Temor de Dios perfecciona la templanza. Más para poder obrar sobrenaturalmente se necesitan
también las gracias actuales. Iluminan el entendimiento y
mueven la voluntad. Son absolutamente necesarias en el
Otros dicen que a la esperanza corresponde el temor, y la orden sobrenatural dinámico. Se extienden a todos los
ciencia y el entendimiento a la fe. actos sobrenaturales.

()|
90
Disponen al alma para recibir los hábitos infusos (preve­ 1er. DIA
nientes). Actúan esos hábitos (cooperantes y concomitan­
tes). Evitan que esos hábitos desaparezcan por el peca­ TEMA 2r
do. Fortalecen, indican los peligros, amortiguan las pasio­
nes, inspiran buenos pensamientos. i ’cro todo ese orden sobrenatural lo debemos
al Sacerdocio de Cristo.
Son, pues, de un precio inestimable.
i El hombre perdió todos estos dones maravillosos del
Fuera de este organismo sobrenatural tan maravilloso exis­ orden sobrenatural por el pecado. Cayó entre Jerusalén y
ten en el orden sobrenatural realidades sublimes en las Jericó en manos de sus enemigos que lo despojaron de
cuales debemos meditar con frecuencia. lodas sus gracias. Pero fue rescatado y elevado de nuevo
al orden sobrenatural por este "Buen Samaritano" que es
Cristo instituyó los siete Sacramentos cuyo fin es darnos, nuestro Pontífice. El vino del cielo, nos redimió con su sa­
aumentarnos o restituirnos la gracia santificante. crificio sacerdotal, manifestación estupenda de su caridad
infinita, y nos entregó a la solicitud maternal de su Iglesia.
Estableció su Iglesia que es su Cuerpo Místico, para dar­ Su redención fue aún más maravillosa que la misma
nos allí su gracia, comunicarnos su doctrina y depararnos la creación, como dice el ofertorio de la Santa Misa.
manera de dar un culto verdadero y agradable a Dios.
listarnos, pues, en la economía de la "Gracia Christi". To­
Centro del culto cristiano es el Santo Sacrificio de la Misa das las gracias que santifican y perfeccionan actualmente a
por medio del cual se renueva el de la Cruz y se nos aplican las almas son fruto del sacrificio sacerdotal de Cristo, "de
sus méritos infinitos. cuya plenitud todos hemos recibido". (S. Juan 1,16).

El término de la vida divina que nos da la gracia es el cielo. De cristo nos dice también San Juan: "La gracia y la ver­
Camino para llegar a Cristo y medianera universal de la gra­ dad fue traída por Jesucristo". (1,17).
cia es la Santísima Virgen nuestra Madre Espiritual.
San Pablo escribe a los Colosenses: "Cristo es la cabeza
Agradezcamos a Dios el que haya creado este orden del cuerpo de la Iglesia... pues plugo al Padre reconciliar
sobrenatural y nos haya elevado a él. por El todas las cosas consigo, restableciendo la paz entre
el cielo y la tierra, por medio de la sangre que derramó en la
A Cristo Sacerdote agradezcámosle el que nos haya redi­ Cruz". (1,19: 20).
mido y nos haya devuelto con su sacrificio estos dones
que habíamos perdido por el pecado de nuestro primer En la Epístola a los Hebreos leemos: "Somos santificados
padre. por la oblación del cuerpo de Jesucristo hecha por una
sola vez" (10, 10), y más aún: "Porque con una sola ofren­
da hizo perfectos para siempre a los que ha santificado".
(Hebr. 10,14).

En su carta a :Tito dice: "se entregó por nosotros para redi­


mirnos de todo pecado". (2,13).

93
San Juan dice en su primera Epístola: "la sangre de Jesu­ '..mío Padre Pío XII en su maravillosa encíclica sobre el
cristo nos libra de todo pecado". (I, 7) El es propiciación < uerpo Místico: "El divino Redentor comenzó la edifi-
por nuestros pecados, y por los de todo el mundo" (2,2). i ación del místico templo de la Iglesia cuando con su pre­
"Dios envió a su Unigénito para que vivamos por El (4,9). dicación expuso sus enseñanzas; la consumó cuando
I»'lidió de la Cruz; y finalmente, la manifestó y promulgó
II. De todos estos textos aparece claramente que Cristo i uando de manera visible envió al Espíritu Paráclito sobre
es el Salvador de la humanidad y que posee la plenitud de m i s discípulos". Y continúa el Romano Pontífice: "Los
las gracias como es la cabeza del cuerpo místico al que ir .iimonios incesantes de los Santos Padres atestiguan
santifica aplicándole sus méritos. <111<,* en el patíbulo de la Cruz consumó su obra enseñan-
( li i que la Iglesia nació en la Cruz del costado del salvador",
III. Mas Cristo nos ha merecido todas las gracias con su i ii el madero de la Cruz adquirió para sí a su Iglesia, esto
sacrificio sacerdotal de la Cruz. "El Hijo de Dios consu­ r \ a todos los miembros de su Cuerpo Místico, puesto
mado (sacrificado en la Cruz) vino a ser causa de salvación <|ik; no se incorporarían a este Cuerpo Místico por el agua
para todos los que le obedecen, siendo nombrado por düi bautismo sino hubieran pasado antes al plenísimo do­
Dios Pontífice según el orden de Melquisedec" (Hbr. 5, minio de Cristo por la virtud salvadora de la Cruz".
9).
i slas palabras del Vicario de Cristo son muy claras y no
IV. Repasemos las grandes realidades sobrenaturales y i lejan la menor duda acerca de esa verdad tan consola­
veamos cómo se derivan del Sacerdocio de Cristo cuyo dora. La Santa Iglesia debe aparecer siempre a nuestros
sacrificio de valor infinito nos reconcilió con el Padre y nos oíos como la nueva Eva que nace del costado abierto de
mereció todas las gracias: nuestro Pontífice en la Cruz, y debemos contemplarla
siempre hermoseada con la sangre redentora de Jesús.
a) La filiación divina... Esta gracia tan grande mediante la (:on razón escribió San Pablo: "Cristo amó a su Iglesia y se
cual "nos llamamos y somos hijos de Dios" la debemos al sacrificó por ella, para santificarla, limpiándola en el bautis­
Sacerdocio de Cristo. Meditemos en estos textos: "A to­ mo de agua con la palabra de vida, a fin de hacerla compa­
dos los que le recibieron les dio el poder de llegar a ser recer delante de El llena gloria, sin mancha, ni arruga, ni
hijos de Dios" (S. Juan 1,12). cosa semejante, sino siendo santa e inmaculada". (Efes.
'>,25).
Mas cumplido que fue el tiempo, envió Dios a su Hijo...
para redimir a los que estaban bajo la ley, a fin de que reci­ Con razón nos dice el Vicario de Cristo: "sea esta la su­
biésemos la adopción de hijos" (Gál. 4,4). prema ley de nuestro amor: que amemos a la Esposa de
Cristo, cual El la quiso y con su sangre la adquirió". Ya an­
"Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo tes nos había dicho que esa Iglesia "está consagrada con
que nos ha colmado en Cristo de toda suerte de bendi­ sangre divina".
ciones espirituales del cielo... habiéndonos predestinado
a ser hijos suyos adoptivos por Jesucristo a gloria suya" Iluminada con la luz del sacerdocio de Jesús debe apa­
(Ef. 1,4). recer siempre adelante de nosotros esta Iglesia santa con
loda su ibelleza y esplendor. Así sabremos apreciarla y
b) La Iglesia con su depósito divino de verdad y con los amarla filialmente. Y al Saber que por bondad de nuestro
sacramentos y demás gracias que posee para santificarnos Sumo y Eterno Sacerdote pertenecemos a su Cuerpo
y salvarnos es la obra de Cristo Sacerdote. Oigamos al Místico desde el momento de nuestro bautismo, senti-

94 95
p

remos la más profunda gratitud y nos interesaremos por v Nuestro Sacerdocio. No solamente lo debemos al Sa-
todo lo que le pertenezca. Oigamos de nuevo al Vicario . i-n lucio de Cristo sino que hemos recibido una participa-
de Cristo: "conviene que tengamos gran afecto no sólo a i mi i de él.
los sacramentos con los que la Iglesia, piadosa Madre, nos
alimenta: no solo a las solemnidades con las que nos so­ i!» hay muchos sacerdocios; sólo hay uno: el de Cristo.
laza y alegra, y a los sagrados cantos y a los ritos litúrgicos 11111>r, han tenido del sacerdocio alguna participación. El lo
que elevan nuestras mentes a las cosas celestiales, sino lKi'.ee plenamente, o mejor, no lo tiene sino en tanto en
también a los diversos ejercicios de piedad, mediante los . nanto El es el Sacerdocio... Por lo mismo, no es un Sa-
cuales la misma Iglesia suavemente llena y consuela las • m ióte entre los Sacerdotes, más grande o más santo
almas de los fieles con el Espíritu de Cristo". "No basta t|ne los demás; es el Sacerdote único... Ha agotado en El
amar este Cuerpo Místico por el esplendor de su divina Ca­ io<lo el sacerdocio.
beza y de sus celestiales dotes; sino que debemos amarlo
con amor eficaz". Mas la Iglesia, siendo el Cuerpo Místico de Cristo, le conti­
Cómo consuela escuchar palabras tan sabias de labios de nua en todas las cosas. Ella participa, en todo su ser y en
quien ha sido elevado a la dignidad de Vicario de Cristo, Ca­ iodos sus miembros de la Mediación Sacerdotal de Cristo.
beza visible de su Iglesia y Padre espiritual de todos noso­ I ’or eso, concebir el Sacerdocio separado de esa media­
tros! c ió n Sacerdotal, es un absurdo". (Card. Suhard, o. c.).

El Papa nos da un consejo muy sabio para mantener y Iluminemos toda nuestra teología con la luz infinita del sa­
fomentar este amor a la Santa Iglesia, y es el contemplar cerdocio de Cristo.
siempre a Jesús en su Cuerpo Místico. Oigamos sus pa­
labras: "Mas para que este amor sólido e íntegro more en
nuestras almas y aumente de día en día, es necesario que
nos acostumbremos a ver en la Iglesia al mismo Cristo.
Porque Cristo es quien vive en su Iglesia, quien por medio
de ella enseña, gobierna y confiere la santidad. Cristo es
también quien de varios modos se manifiesta en sus
diversos miembros sociales. Cuando, según esto, los
fieles todos se esfuerzan realmente por vivir con este
espíritu de fe viva, entonces ciertamente, no sólo honra­
rán y rendirán el debido acatamiento a los miembros más
elevados de este Cuerpo Místico... sino que también ten­
drán en su corazón aquellos a quienes nuestro Salvador
mostró amor singularísimo: es decir, a los débiles, a los
heridos, a los enfermos que necesitan la medicina natural
o sobrenatural; a los niños... y finalmente a los pobres a
quienes debemos socorrerlos reconociendo en ellos con
suma piedad la misma persona de Jesucristo".

Qué nos quedaría del orden sobrenatural si suprimié­


semos el Sacerdocio de Cristo? nada. "Omnia in ipso cons-
tant" "Todo subsiste por El". (Coios. 1,17).

96 97
1er. DIA • hiiics La consagración puede ser externa, como la que
u> ii.ice con actos litúrgicos, ritos y sacramentales. Tal es la
TEMA 3® ni n ” .Ira.

Lo que es el Sacerdocio en Cristo iiiim ia o constitutiva, es la que resulta de una forma sacer-
«inti/ante que puede ser o sustancial, si la da la gracia de
"Tu es Sacerdos in aeternum secundum ordinem Melchise- u n ió n , o accidental, si la da el carácter presbiterial. La pri­
dech". (Salmo 109,5). m ó la produce un Sacerdocio sustancial; la segunda, un
.11 ordocio derivado, cual es el que compete a los minis-

En la economía actual el Verbo se hace hombre para ser el iio s d e Cristo.


Salvador. "Os anuncio un grande gozo que lo es para todo
el pueblo y es que hoy ha nacido vuestro salvador, que es Nuestro Señor no recibió una consagración Sacerdotal ex-
el Cristo Señor". (Luc.2,10 y 11). ii'ina, porque como autor de los Sacramentos, no tenía
necesidad de ella. Su consagración fue interna y además,
En el símbolo Nicenoconstantinopolitano decimos: "por sustancial. Fue ungido con óleo de divinidad y recibió ofi­
nosotros y por nuestra salvación desciende de los cielos". cialmente su consagración interna en el momento mismo
de la Encarnación.
Pero aunque todas las acciones del Verbo encarnado eran Cor eso, no podemos hablar de carácter sacramental en
de valor infinito sólo su sacrificio estaba deputado por el i : nsto.
Padre para realizar la redención de la humanidad. Debía
ser una redención sacerdotal mediante una inmolación I l autor de la Carta a los Hebreos nos sintetizó maravillo­
sacerdotal. "Con una oblación santificó para siempre a los samente esta profunda doctrina en la Epístola a los
predestinados". (Hebr. 10,14). i lebreos, cuando en el primer capítulo, escribe: "Te ungió
i )ios, con el óleo de exaltación” . (1,9).
Por tanto el Verbo se encarna para ser Sacerdote. "Se ha­
ce Sacerdote, porque el fin de la Encarnación es la Re­ "Para penetrar más profundamente, nos dice Dom Colum­
dención, y esta debía lograrla Jesucristo por la gran ba, en el misterio de esta maravillosa consagración Sacer­
función de su sacrificio", dice el Card. Gomá (Jesuc. Red. dotal, contemplemos la venida del Angel a Nazareth.
pág. 170). La misión de Cristo es una misión esencial­
mente sacerdotal. (Ene. del Sacerdo. pág. 452). María, la llena de gracia, está sumida en altísima oración, y
el Angel le transmite el mensaje de que es portador. Qué
"Podemos decir con todo derecho que el verdadero moti­ dice este mensaje? Que el Verbo ha elegido su seno
vo de la Encarnación fue decretado por Dios para permitir como la cámara nupcial, donde El se desposará con la
se realizase esta misión sacerdotal". (P. Heris. El Mist. de humanidad: "El Espíritu Santo descenderá sobre tí... A lo
Cristo, pág. 42). que María responde: "Hágase en mí según tu palabra".
En este instante divino, es consagrado el primer Sacer­
Cristo es Sacerdote desde el primer instante de su Encar­ dote, al tiempo que la voz del Padre resuena en el cielo" :
nación. La unión hipostática realiza su consagración sus­ "Tú eres Sacerdote eterno según el orden de Melqui-
tancial. "Todo Sacerdote necesita ser consagrado. No sedec". ("Jesucristo ideal del Sacerdote" pág. 25).
basta que una persona sea designada para el culto; es
preciso que sea ungida, para que pueda ejercer sus fun- "En las mismas entrañas virginales revistió los ornamentos
sacerdotales para ser nuestro Pontífice", nos dice San

98 99
Buenaventura. (T IX-672) Meditemos devotamente en | i uni jxjr esos pecadds no puede darla sino el sacrificio
ese instante santísimo de la Consagración Sacerdotal de \ '..m r ido tal, pero encuentra tan imperfectas todas las víc-
nuestro Pontífice eterno. ¡ iim.r, antiguas. A pesar del hermoso ceremonial que acom­
p a ñ a b a los sacrificios judíos; pese a su origen divino y a la
Apenas pronuncia Nuestra Señora sus palabras de asentí- j iinmosura del templo en donde se ofrecían. Nada era
miento al mensaje del cielo, el Verbo se hace carne y ha- i i apa/ de agradar al Dios de santidad infinita. Pero, para
bita entre nosotros como Sacerdote, para siempre. En esa > i<xilina suya, y de la humanidad, Jesús ha recibido un cuer­
basílica purísima de María, se realiza esta consagración j po que puede ser inmolado como víctima de valor infinito,
sustancial. Cuerpo y alma asumidos por el Verbo reciben y o apresura a ofrecerlo a su Padre para el sacrificio.
el óleo de su divinidad y quedan santificados y dedicados -
plenamente a la gloria del Padre. No recibe esta alma i 'nvilegio singular de este Pontífice es el ser El mismo Sa-
santísima su sello sacramental, sino mucho más, la unión ! i rulote y víctima. El se ofrece voluntariamente y después
más íntima que pueda darse con la divinidad, la unión hi- \ ■.o inmola también voluntariamente.
postática o personal. ]
;<: ofreció porque quiso", nos dirá Isaías. (53,7).
Desde ese mismo instante empieza a actuar sacerdotal- i
mente. Su primer pensamiento, su primer afecto y sus i I :.ta propiedad del sacerdocio de Jesús, le permitió dar co­
primeras palabras fueron sacerdotales. j mienzo a su existencia con el sublime ofertorio sacrificial
i|uo encierra su "eccevenio".
Nada más conmovedor que constatar cuáles fueron los i
primeros pensamientos y las primeras palabras de Jesús. I )t;sde este momento Nuestro Señor tendrá siempre una
Fueron sentimientos y palabras estrictamente Sacerdo- J preocupación Sacerdotal, realizar su oblación; inmolarse
tales. : e n la Cruz.

Para fortuna nuestra, este primer acto Sacerdotal de Jesús con qué alegría debió escuhar el cielo esta oblación. Con
fue revelado al autor de la Carta a los Hebreos y él nos lo qué complacencia debió aceptar el Padre esta entrega.
comunicó en su maravillosa Epístola; saboreemos el texto I ambién aquí debió exclamar: "Este es mi Hijo bienamado
sagrado: "por lo cual al entrar al mundo dice: sacrificio y en quien tengo puestas mis complacencias, escuchadle".
ofrenda no quisiste, pero me diste un cuerpo a propósito ; j (I uc.3,22).
holocaustos y sacrificios por el pecado no te agradaron; i
entonces dije: héme aquí presente; quiero hacer tu volun- i Cristo es el Sacerdote santísimo y perfectísimo. El autor
tad. Diciendo más arriba: sacrificios y ofrendas y holocaus- < de la Carta a los Hebreos multiplica los epítetos para pon­
tos por el pecado no los quisiste ni te agradaron, los que ¡ derar la santidad y perfección de nuestro sacerdote eter­
según la ley se ofrecen, entonces ha dicho: Heme aquí 1 no. "Porque tal Pontífice nos convenía, sin duda a noso­
vengo a hacer tu voluntad". (Hebr. 10,5-10). tros: santo, inocente, incontaminado, separado de los pe­
cadores y encumbrado por encima de los cielos, que no
Ojalá aprendamos y grabemos bien esta gran lección que tiene necesidad de ofrecer víctimas, día tras día, como los
nos dá nuestro Pontífice en el primer instante de su vida, . Pontífices, primero por los pecados propios, luego por los
"al entrar al mundo". No tiene una preocupación personal del pueblo; porque esto hizo de una vez para siempre,
y egoísta. La primera mirada es para su Padre, cuya santi­ ofreciéndose a sí mismo". (Hebr. 7, 26-28). El Apóstol
dad ve ofendida. Comprende claramente cómo la santifica- quiere recalcar, ante todo, cuán perfecta fue la pureza de
Cristo Sacerdote.

100 101
1 1 ..míos Evangelios nos cuentan algunos de sus mila-
Es natural que al buscar en la economía presente con su t j n y las distintas manifestaciones de su admirable per-
sacrificio, la satisfacción por los pecados humanos, tenía t.nii,ilutad. Las gentes dirán que nadie había hablado c o ­
que ser nuestro Pontífice puro y ajeno a toda culpa. El Re­ m í . >i i (Juan 7,46); y San Pablo que penetró tan profun­
dentor de la humanidad no podía haber pertenecido al d am ente en el conocimiento de Cristo, nos dirá que en El
imperio del demonio. La santidad de su misión exigía la h,iluta corporalmente la divinidad (Coios. 2,9); y en su ad-
santidad de su persona y de su vida. El Cordero de Dios m u a b ie Epístola a los Colosenses hará el siguiente pene-
que venía a quitar tos pecados del mundo 'tenía que estar ( jiiiiu de Jesús: "El es imagen del Dios invisible, primo-
exento de toda mancha y aparecer desde el primer mo­ ■ i uto entre muchos hermanos, como que en El fueron
mento lleno de gracia y de verdad". (Juan 1,14). . n adas todas las cosas, en los cielos y sobre la tierra,
tanto las visibles como las invisibles, ya sean los tronos, ya
Nadie ha dudado de la santidad de Jesús. i.r. dominaciones, ya tos principados, ya las potestades;
indar, tas cosas han sido creadas por medio de El y para El.
Cuando El preguntó a sus enemigos: quién de vosotros y t I es ante todas las cosas y todas tienen en El su con-
me argüirá de pecado?", todos tuvieron que guardar silen­ M '.tencia. El es la Cabeza del cuerpo, de la Iglesia, como
cio. (Juan 8,46). quien es el principio, primogénito de entre los muertos;
para que en todas las cosas obtenga el la primacía; porque
Da grima oír las diversas calumnias que urdieron durante el n i i i tuvo a bien; Dios que habitase toda la plenitud y por
proceso de Jerusalén para perderle. m edio de El reconciliar todas las cosas consigo, haciendo
las paces mediante la sangre de su Cruz, así las que están
Sus falsos testimonios eran contradictorios y de tan poco •.obre la tierra, como las que hay en los cielos". (Coios. 1,
peso que Pilatos no quiso prestarles ninguna atención. i'. 21).

El autor de la Carta a los Hebreos dice, con razón, que i n su Epístola a tos Efesios, escribe lo siguiente "según la
Nuestro Señor no tiene necesidad de ofrecer víctimas, pri­ energía de su fuerza que desplegó en Cristo, resuci­
mero por sus culpas. tándole de entre los muertos y sentándole a su diestra en
los cielos por encima de todo principado y potestad y
San Pedro escribe también, que "Cristo no hizo pecado, ni virtud y dominación y de todo título de honor reconocido
fue hallado dolo en sus labios". (I Pedro 2,22). no solo en este siglo, sino también en el venidero. Y
todas las cosas rindió debajo de sus pies, y a El le cons­
Cristo como Pontífice es el ideal de la perfección, ya que la tituyó por encima de todo, cabeza de la Iglesia, la cual es el
posee en su persona, en su vida y en su sacrificio. cuerpo suyo, la plenitud del que recibe de ella su com­
Es el Verbo encarnado. Su naturaleza humana recibe la plemento total y universal". (Efes. 1,19-23).
unción sustancial de la divinidad y queda enriquecida con
el don inefable del Sacerdocio eterno y con todas las gra­ Qué se podrá añadir a estas palabras inspiradas? De qué
cias sobrenaturales. mortal se ha hecho parecido elogio? Qué lánguidas apare­
cen en comparación de ésta, las mayores glorias humanas!
San Juan nos dirá con razón: "Lo vimos como a Unigénito
del Padre, lleno de gracia y de verdad". (Juan 1,14). Vivió siempre en función de su sacerdocio adorando, dan­
La Sagrada Teología nos expone la triple ciencia que po­ do gracias reparando, intercediendo por nosotros, siendo
see su entendimiento humano y la plenitud de gracias que la luz del mundo y el santificador.
recibe como Cabeza del Cuerpo Místico.

í 03
102
*

Establece su Iglesia para que comunique a los hombres '.ii viii.i celestial es de constante adoración, ininterrum-
los frutos de su sacerdocio. Termina con su sacrificio sacer­ I >i. i , i acción de gracias y además permanece continua­
dotal de valor infinito. mente en su ser de hostia universal aceptada por el Padre
v <|in! Cristo ofrece alegremente por la salvación de los
Cristo es también Sacerdote y víctima. Sólo el Sacerdocio I ii >i ubres.
de Cristo goza de la prerrogativa de unir en una misma per­
sona el sacrificador y la víctima. En todo otro sacerdocio la; 11.iii,i más consolador para nosotros que saber que nues-
víctima y el sacerdote son distintos. ini Pontífice está siempre renovando delante de su Padre
m i actitud sacerdotal y sus súplicas: "vive siempre in-
Tanto en la Cruz como en la Cena y en el Altar, Cristo se ii u ediendo por nosotros", como nos dice el Apóstol.
ofrece a sí mismo en una oblación de valor infinito que da (I lebr. 7,25).
la Trinidad Santísima todo honor y toda gloria.
I ii el templo del cielo nuestro Pontífice divino está ofre-
San Pablo nos dice que "Cristo se ofreció a sí mismo a i uíndo siempre a su Padre las llagas que quiso conservar
Dios"; y la Santa Iglesia en el prefacio de Cristo Rey nos en su cuerpo resucitado y le está suplicando que nos
repite la misma doctrina; "A tu Unigénito Hijo y Señor nues­ aplique los frutos infinitos» de su Pasión, para que también
tro Jesucristo, Sacerdote Eterno y Rey de todos le ungiste nosotros podamos participar de ese cielo, cuyas puertas
con óleo de alegría para que ofreciéndose a sí mismo en el i ios abrió con su muerte.
ara de la Cruz como hostia inmaculada y pacífica, obrase el
misterio de la redención humana". San Juan nos habla en el Apocalipsis, de la gratitud que
sienten los bienaventurados para con el Cordero que los
En Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote, se unen, por tanto, ledimió con su sangre: "después de esto vi una gran
los sentimientos del sacrificador más santo y perfecto y los multitud que nadie podía contar, de todas las naciones, y
de la víctima racional que se sometió voluntaria y amoro- ] tribus y pueblos y lenguas, que estaban ante el trono y
sámente a la inmolación total que pedía el Padre. i delante del Cordero, revestido de un ropaje blanco, con
Esta unión en una misma persona del Pontífice y la víctima ■ palmas en sus manos, y exclamaban a grandes voces
nos señala la perfección del espíritu sacerdotal que animó ] diciendo: "la salvación se debe a nuestro Dios, que está
a Jesús desde el primer momento de su existencia. ¡ sentado en el solio y al Cordero"... "En esto, hablándome
uno de los ancianos, me preguntó: esos que están
Como Sacerdote pensaba siempre en su sacrificio, y como j cubiertos de blancas vestiduras, quiénes son? y de
éste se realizaría con su propia inmolación, debía repetir 1 dónde han venido? Yo le dije: mi Señor, tú lo sabes.
constantemente el ofertorio de la Encarnación: "He aquí I Entonces me dijo: estos son los que han venido de una tri­
que vengo a hacer tu voluntad". 1 bulación grande y lavaron sus vestiduras y las blanquearon
i en la sangre del cordero. Por esto están ante el solio de
.j
En el cielo es también "Sacerdos in aetemum". j Dios y le sirven día y noche en el templo; y aquel que está
El autor de la Carta a los Hebreos nos describe la entrada 1 sentado en el solio, habitará en medio de ellos; ya no
sacerdotal de Cristo en el cielo: "con su propia sangre, i tendrán hambre ni sed, ni descargará sobre ellos el sol, ni
después de haber obtenido una redención eterna". el bochorno, porque el Cordero que está en medio del
(Hebr.9,12). solio, será su Pastor y los llevará a fuentes de aguas vivas
En efecto, Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote, entró "sacer- y Dios enjuga(á todas las lágrimas de sus ojos". (Apoc. 7,9-
dotalmente" en la gloria y permanece siempre en una acti­ 17).
tud verdaderamente sacerdotal.

104 105
Con qué alegría y profundo reconocimiento nos 1er. DIA
postraremos, al llegar al cielo, delante de nuestro Pontífice
eterno para darle gracias por el beneficio de nuestra 4e TEMA
salvación y proclamar que todo lo debemos a su sacrificio
sacerdotal, fuente de todas las gracias y causa de nuestra La Santísima Virgen y el Sacerdocio de Cristo
redención.
i >m.i espiritualidad que prescinda de María o no le dé la im-
Entonces nos uniremos para siempre a esa alabanza Im utancia debida es falsa. No podemos cambiar el plan di­
eterna que Jesús tributa a su Padre en unión de todos los v in o Dios ha querido dársenos a través de la Santísima
bienaventurados. Viiqen y quiere que nosotros recorramos el mismo camino
i».aa llegar hasta El.
Con esta adoración y loa eternas, consuma Cristo su Sacer­
docio, y da al Padre en unión del divino Espíritu, "todo l',na encontrar a Cristo hay que hacer lo que hicieron los
honor y toda gloria". 11,tí.lores, ir a María y recibirlo de sus brazos.

La espléndida liturgia del cielo es la glorificación del Sa­ Nuestra Señora ocupa por voluntad divina un puesto
cerdocio de Cristo, en la cual participaremos todos los iireemplazable en la economía sobrenatural. Ella que es la
redimidos y predestinados. Madre de Dios, es nuestra Madre espiritual.

Nuestro Señor será allí el "Rey inmortal de los siglos, en : >an Luis de Montfort nos dice con razón que "así como
quien quedarán recapituladas todas las cosas, para rendir María ha formado la cabeza de los predestinados, Je­
con todos y en nombre de todos sus miembros el sucristo, a Ella pertenece formar los miembros de esa
homenaje sacerdotal por excelencia de su adoración: "y cabeza, que somos los cristianos". "Quien quiera, pues,
cuando ya todas las cosas estuvieren sujetas a El, \e r miembro de Jesucristo, lleno de gracia y verdad, debe
entonces el Hijo mismo quedará sujeto al que las sujetó dejarse formar por María mediante la gracia de Jesucristo,
todas, a fin de que en todas las cosas sea Dios". (I Cor. 15, que en ella plenamente reside, para comunicarla de lleno a
28). los miembros verdaderos de Jesucristo y a los verdaderos
santos".
Imposible, por tanto, tener una idea exacta de Cristo si no
se le contempla como el gran Sacerdote y Pontífice eterno I a maternidad espiritual de Nuestra Señora que tuvo su
del Padre. verdadero comienzo en Nazaret en el instante de la Encar­
nación del Verbo fue promulgada por nuestro Pontífice en
Sigamos siempre el consejo que nos da San Pablo: "con­ la Cruz y tiene su constante desarrollo en las almas. Por
siderad al Apóstol y Pontífice de nuestra confesión, eso dice San Agustín que en este mundo los predes-
Jesús". (Hebr. 3,1). linados están en María y no salen a luz hasta que esta bue­
na Madre los conduce al cielo.

l a vida espiritual nos la comunica Dios por mediación de


María. Cristo quiso que su Madre fuese Corredentora y
después Medianera de todas las gracias.

107
106
San Bernardo ha escrito admirablemente: "Dios ha queri­ a M.iría debe El su naturaleza humana y es ésta la que
do no concedernos nada que no pase por las manos de fi <iI kí la unción sustancial que le da la divinidad, que se le
María”. (Serm. 3 in Virg. Nativ. Dómini). ni ir lupostáticamente.

Por eso mientras más estrecha sea nuestra unión con Ma­ '.i Nuestra Señora no hubiese dado su asentimiento a la
ría, mayores serán las gracias que recibiremos y mayor i ncarnación, no tendríamos al Pontífice de nuestras al-
nuestra santificación. in. r,

Entre las devociones mañanas, ocupa un puesto importan­ i .1 predestinación de la Santísima Virgen para ser Madre
tísimo la esclavitud mariana según el método de San Luis de Dios, incluye su vinculación maternal con Cristo Sacer­
Grignon de Montfort, porque ella nos consagra totalmente dote
a esta Reina Celestial y nos lleva a obrar siempre con María,
por María, para María y en María. l ,i I ncarnación es simultánea con la consagración sacer­
dotal de Cristo. No hubo un instante de distancia entre
Quienes practiquen esta "verdadera devoción" llegarán estas dos realidades sobrenaturales. Cristo Nuestro Se­
pronto a la perfección porque Nuestra Señora es el camino ñ o r no vivió un momento antes de ser "Sacerdote eterno
más fácil, más corto, más perfecto y más seguro para llegar • (icjún el orden de Melquisedec".
a Cristo.
Penetremos con el más profundo respeto en esa esplén­
Pero es precisamente a la luz del Sacerdocio adorable de dida Basílica que es el seno purísimo de María, y al escu­
Cristo como veremos la plena grandeza de María, y la char sus palabras: "he aquí la esclava del Señor; hágase
unión que Ella tiene con ese divino Sacerdocio nos hará en mí según tu palabra", contemplemos cómo el Verbo se
comprender mejor su papel irreemplazable en el mundo h.ice carne y habita entre nosotros como Sacerdote.
sobrenatural.
Adoremos a este divino Pontífice que en aquel momento
Estudiemos, pues, las relaciones que existen entre la San­ recibe las adoraciones de su Madre Santísima y las de los
tísima Virgen y el Sacerdocio de Cristo. Angeles, que, como dice San Pablo, reciben del padre la
orden de adorarle todos. (Hebr. 1,6).

El Cardenal Gomá en su hermosa conferencia teológica, María, iluminada por el divino Espíritu, comprendió mejor
pronunciada en el Congreso Mariano de Sevilla, dice lo íjue nadie la grandeza de este instante y se regocijó "en
siguiente: "La Santísima Virgen no tuvo la dignidad sacer­ Dios su Salvador" al ver que la sangre preciosa que ella
dotal en su sentido formal, es decir, no tuvo la consagra­ daba a Dios para la Encarnación contribuía al cumplimiento
ción y el carácter sacerdotal que deriva del único sacer­ de las promesas divinas, a la unción sacerdotal de Jesús y
docio de su Hijo, Jesucristo; pero entroncó con el divino al ofertorio de su vida.
Sacerdote y ejerció funciones sacerdotales en un grado
eminente, que rebasa la medida de la dignidad y de las Y al saber que debemos al "fiat" de Nuestra Señora la di­
funciones sacerdotales de cualquiera otro Sacerdote". cha de tener el Sacerdocio de Jesús y nuestro Sacer­
docio, bendigamos a esta "Virgen Sacerdotal" y demos­
Nadie ha obtenido una vinculación más íntima con el Sacer­ trémosle nuestra gratitud con la entrega generosa y total a
docio de Cristo que la de la Santísima Virgen. su amor.

108 109
Pero si la Santísima Virgen fue el templo santísimo donde i t.iiM. i ii,i debemos pronunciar nuestro "ecce ancilla Dó-
Cristo recibió su consagración pontifical, fue también el al­ Mtim y entregamos sin reservas a su gloria.
tar donde este nuevo Sacerdote, dio comienzo a su obla­
ción. M tii.i ,'\iá empeñada como Madre en que el Sacerdocio
(fu m1 1 ii|o divino sea glorificado. Si nos unimos a Ella segu-
En efecto, sabemos por el autor de la Carta a los Hebreos, i un h>nti; nos conducirá a Jesús.
que las primeras palabras del Verbo Encarnado fueron
para consagrarse a su Padre: "vengo a hacer tu volun­ Meditemos con frecuencia en el gran espíritu sacerdotal
tad". i|ne i .i .mimó siempre y pidámosle que nos comunique sus
viituite'; y nos enseñe a glorificar el Sacerdocio de nuestro
Si el alma de Jesús agradeció a su Padre que le hubiese tilllH l|
dado un cuerpo que pudiese ser inmolado como víctima,
lo mismo debió hacer al saber que también lo debía a
Nuestra Señora.
A su alma debió decirle también: "me diste un cuerpo que
podré inmolar para la salvación del mundo".

Comprendemos ahora porqué cuando este Pontífice eter­


no quiso realizar su sacrificio sangriento en la Cruz, quiso
tener a su lado a su Madre Santísima: "Esta junto a la Cruz,
María, su Madre". (Juan 19,26).

Era natural que María, en cuyo seno había recibido Jesu­


cristo su Sacerdocio y en donde había hecho su oblación
al Padre, estuviese también presente en el momento del
sacrificio y fuese Corredentora del humano linaje.

Estas relaciones tan íntimas que existieron desde el prin­


cipio entre María y el Sacerdocio de Cristo nos explican
claramente su oficio de Medianera universal de todas las
gracias. Su vinculación tan íntima con ese Pontífice divino
permite comprender por qué haya sido escogida para co­
municar a las almas los frutos infinitos de su sacrificio sacer­
dotal.
Vemos por lo mismo, cómo de la unión que tengamos con
la Madre de nuestro Pontífice dependerá nuestra partici­
pación de su vida divina, y nuestra santificación.

De María debemos también aprender a honrar y glorificar el


Sacerdocio de Cristo y a unimos íntimamente con este
Pontífice divino.
i.iiyn', .i fin de que seamos también Cristo. Así la unción
29 DIA
i|m> le constituye Rey y Sacerdote pertenece también a
in. i..-, los cristianos".
19 TEMA
'.,in l eón escribe: "El pueblo de la adopción divina cuyo
Nuestras relaciones con el Sacerdocio de Cristo
mui'mío es sacerdotal y real". Y añade: "Todos aquellos
i|uc han sido regenerados en Cristo son consagrados sa-
Cristo Sacerdote nos ha dado a participar de su
i ru lo te s por la unción del Espíritu Santo, de suerte que
Sacerdocio por el carácter sacramental.
un oí cuerpo entero de la Iglesia se celebra el misterio
muco del Sacerdocio que, después de la unción bendita
No debemos limitarnos a admirar las grandezas del Sacer­
*,i1 comunica más abundantemente a las partes superio-
docio de Cristo. Conviene meditar en la participación que
ii" , pero también desciende sobre el resto de su cuerpo"
nos ha dado de su Sacerdocio adorable este Pontífice divi­
('.(nnón 4-P. L. 54,148).
no.
No cabe participación en la Santidad de Cristo sin participación
19 Ya en el Antiguo Testamento se habla de un "pueblo il<> sus poderes sacerdotales". (Basilio de S. Pablo, Estudios
Sacerdotal". Leamos lo que dice el Señor: en el Sagrado M.manos, pág. 155).
libro del Exodo" "si guardáreis mi pacto seréis para mí una A Cabeza Sacerdotal corresponden miembros Sacerdotales".
porción escogida entre todos los pueblos porque mía es (I .ir, ejercitacionesdel M. Mayor, pág. 119).
toda la tierra. Y vosotros seréis para mí un reino sacerdotal
y una nación santa". (Exodo 19,5 - 6). i" Por qué todos los cristianos participamos del Sacer­
docio de Cristo? "La explicación es siempre la misma: el
Isaías nos dice: "Vosotros seréis llamados sacerdotes del Bautismo al hacernos miembros del cuerpo de Cristo, nos
Señor. Seréis llamados ministros de nuestro Dios". (61, incorpora también a su Sacerdocio" (Card. Suhard, El
5). San Pedro escribe: "Vosotros sóis un Sacerdocio san­ ' .acerdote en el mundo).
to, un Sacerdocio real, un pueblo que Dios se ha apro­
piado". (I Pe. 2, 5 y 9). Estas palabras se referían a todos ■r Pero es el carácter sacramental la entidad sobrenatural
los hijos de la Iglesia! que nos da esa participación sacerdotal y nos configura
con el alma Sacerdotal de Cristo. Oigamos lo que nos dice
En el Apocalipsis hallamos este hermoso texto: "con tu o.S. Pío XII en el Mediator Dei: "Con el lavado del bau-
sangre nos has rescatado para Dios de todas las tribus y hsmo los fieles se convierten, a título común, en
lenguas y pueblos y naciones... y nos hiciste reyes y sa­ miembros del Cuerpo Místico de Cristo Sacerdote, y
cerdotes". (5,10). por medio del carácter que se imprime en sus almas son
delegados al culto divino participando así, de acuer­
Este es un sincero reconocimiento de los bienaventura­ do con su estado, en el Sacerdocio de Cristo" (M. Dei
dos hacia ese Pontífice divino que los redimió con su san­ 108).
gre.
Ls muy importante para la vida cristiana el conocimiento y
2e San Agustín en su comentario al salmo 26 dice lo si­ convencimiento de ese efecto maravilloso del Bautismo,
guiente: "no es solamente la Cabeza la que ha recibido la de la Confirmación y del Orden. Estos sacramentos no so­
unción sino también el Cuerpo, y el cuerpo somos noso­ lamente nos dan o aumentan la vida divina a través de la
tros... Jesús nos incorpora a El, haciéndonos miembros gracia santificante, sino que nos dan también "una partici-

113
pación cada vez más real del Sacerdocio del Verbo Encar­ iIih i , , C r i s t o es eterno. Por tanto toda santificación que
nado" (Card. Suhard O. C.)
m , iii.-.i su Sacerdocio es perpetuo, siempre que perma-
iM. .i i.i cosa consagrada" (III, q. 63, art. 5). Ahora bien,
Santo Tomás expone admirablemente esta doctrina del ca­ imm- n.i alma que recibe el carácter es inmortal, luego
rácter sacramental como participación del sacerdocio de |i..iiiunoce eternamente consagrada. El Sacerdocio de
Cristo en la q. 63 de la III p. de su Suma Teológica. Suyos i ir.id (la al carácter una perfección especial con relación a
son estos textos: "Todo el rito de la religión cristiana deriva l,i |M-icnnidad, y así se explica cómo el carácter perma­
del Sacerdocio de Cristo. Por tanto es claro que el carácter n á ! a aún en el caso de que se pierda la gracia por el pe-
sacramental es especialmente el carácter de Cristo con
i ¡i*i(i iilortal.
cuyo Sacerdocio se configuran los fieles según los carac­
teres sacramentales que no son otra cosa que ciertas i i.iy (|ue estudiar bien la doctrina del carácter sacramental
i participaciones del Sacerdocio de Cristo, derivadas del |i,u.i encontrar la explicación de grandes verdades como
mismo Cristo" (III, q. 63, art. 3). tiii<",lfa función cultual y nuestra misión apostólica en la
lulr .ia No se podrá entender la misión que tienen los
"Mediante algunos sacramentos que imprimen el carácter lirii", de tomar parte en el apostolado jerárquico de la
el hombre queda santificado con una cierta consagra­ iuir:.ia mientras no se estudie el carácter como potencia
ción como queda depurado para el culto divino" (III, q. 63, i ulltial que nos da una participación del Sacerdocio de
art. 6, ad2).
( ir, lo y nos configura con su alma Sacerdotal.

El carácter sacramental es no solamente el sello que dis­


tingue siempre a los miembros de la Iglesia, sino la forma
que al consagrarlos los separa del mundo y les confiere
una misión sacerdotal cual es la de tomar parte en ese
culto infinitamente perfecto que Cristo, Sumo y Eterno Sa­
cerdote, estableció para dar gloria infinita a su Padre.

La Iglesia establecida por Cristo Sacerdote es una socie­


dad cultual cuya misión consiste principalmente en glori-
< ficar a Dios a través del culto establecido por su Cabeza y
cuyo centro es la Santa Misa. El carácter sacramental como
potencia cultual que es, nos capacita para tomar parte en
esas alabanzas de la tierra y en las eternas del cielo. Al
participar del Sacerdocio de Cristo participamos también
de sus acciones sacerdotales. Su adoración, su alabanza,
su acción de gracias y sus súplicas son entonces nuestras.
Es a la luz de esta verdad como se comprenden la unión
* verdadera que podemos y debemos tener con los senti­
mientos sacerdotales de Jesús que es nuestra Cabeza.

Esa participación del Sacerdocio de Cristo que nos da el


carácter es indeleble. Oigamos a Santo Tomás: "El Sacer-

114
29 DIA iM' i »«ndencia a sus gracias, se irá perfeccionando esa
con el Pontífice divino y estrechando nues-
29 TEMA im un ió n con El.

El carácter nos configura con el alma I n esta obra de la perfección y transformación en Cristo
Sacerdotal de Cristo ■,i upa un puesto central e insustituible la oración. Es ella
i,t <|iu¡ nos alcanza las gracias y nos une con Dios en la
Según Santo Tomás, el carácter sacramental, por lo mis* inri iida en que se desarrolle en nosjros.
mo que nos da una cierta participación del Sacerdocio
adorable de Cristo, nos configura con el alma Sacerdotal indos los autores de mística clasifican los estados de
de Nuestro Señor. Esto es muy lógico porque toda par­ l ><i lección del alma por los diversos grados de su oración,
ticipación verdadera implica en el término participante la i i'.mse por ejemplo "Las Moradas de Santa Teresa",
reproducción de alguna cualidad del ente del cual participa l i l ’adre Lombardi escribe: "Sólo por la oración puede
(carbón y fuego). perarse aquella maravillosa transformación en Jesús de
lo:, más generosos, de que hemos hablado repetidas
El carácter da una doble configuración con el Sacerdocio; veces como el secreto máximo para llegar a la nueva era"
de Cristo. En cuanto que es una realidad espiritual que <i '.ira un mundo nuevo, pág. 574).
nos consagra para el culto, nos asemeja a Cristo en su ser
Sacerdotal. En cuanto que mediante ese carácter ejer­ : .o empieza por la oración vocal. Así inició Jesús a sus
cemos el culto cristiano, nos asemejamos a Cristo en sus apóstoles. Para ellos compuso el Padre Nuestro. Ya el
operaciones sacerdotales. ciólo había compuesto el Ave María.

Viene luego la oración discursiva. Entra ya más la


Pero el Sacerdocio de Cristo es la causa y la fuente de la
vida sobrenatural que al crecer en nosotros nos va trans­ mente. Recorrer un misterio del Santo Rosario, por ejem­
formando cada vez más en Cristo. plo Anunciación. Este discurso se convierte en fuente de
santos afectos. Nace y crece así la oración afectiva. Se
formulan coloquios con el Señor y sus santos. El fruto de
Tenemos un programa de perfección infinito, "sed perfec­
esta oración es profundizar en Jesús, enamorarse de El y
tos como mi Padre celestial es perfecto".
aprender a imitarle cada día más. "Yo soy el camino" (Juan
14, 6). "Quien guarda mis mandamientos ese es el que
Nuestra unión con Cristo Sacerdote tiene que ser cada día
me ama" (Juan 14,21).
más íntima, hasta poder exclamar con San Pablo: "vivo,
más no soy yo quien vivo, sino que Cristo vive en mí". Es
Cada vez se va simplificando más el proceso interior de la
entonces cuando el alma "adquiere los sentimientos de
Cristo". adhesión a Dios. Los diversos afectos van perdiendo fuer­
za, mientras se acentúa en el alma el deseo de ser
plenamente poseída por Dios. Se llega a la oración de
Esta configuración y transformación en Cristo debe ser
sim plicidad. Cada vez siente el alma mayor necesidad
nuestra preocupación constante y a ella deben dirigirse to­
de unión con Jesús. Esta ansia de Dios y el conven­
dos nuestros esfuerzos.
cimiento mayor de su infinita perfección de la cual está tan
distante causa dolor en el alma. Vienen las purificaciones
A medida que el Sacerdocio de Cristo pueda realizar su
de la noche del espíritu que pueden durar años.
obra santificadora en nosotros por nuestra generosa co-

116 117
|rth vi.iiules son inseparables. Mientras más viva sea la fe,
Jesús va penetrando cada vez en el interior del alma y ella m,.|, „ mí conocerá a Dios. Mientras más tendamos a El por
no lo ve donde lo contemplaba antes. Por eso su oscu­
M n'.|ii'i.ir)za, más se acercará a nosotros.
ridad y tiniebla.
1 1 i!|i’icic¡o de la caridad nos unirá cada vez más íntima-
Cuando el alma ha sido purificada viene una posesión más HU'Uic con la Bondad infinita. La humildad es indispen-
íntima por parte del Señor. A ella debe corresponder el (tniiir p.ira alcanzar la gracia que sólo "la da Dios a los hu-
alma con una nueva actitud que se llama pasividad. ....... (Sant.4,6). Sólo los puros tienen la luz para ver a
Empieza la oración de quietud. Dios va tomando pose­
I Mi >•.
sión de la voluntad. Luego irá ligando el entendimiento y
la fantasía. Así puede llegar la oración de unión plena.
Pero quedan todavía los sentidos externos que tanto in­
terrumpen ese contacto divino. Si el Señor quiere apo­
derarse todavía más del alma, llegará a tomarlos y es
cuando viene el éxtasis. Pero aún falta lo principal la
unión transform ante cuando el Señor toma posesión
de la sustancia del alma. Desde entonces "su vivir es
Cristo" (Filp. 1, 21) y "será el hombre de Dios en el senti­
do pleno de la palabra" (Lombardi).

La misma visión beatífica será sólo un progreso de la


oración iniciada aquí abajo. Perfeccionará la unión con
Dios que empezó aquí con la gracia. "El paraíso no tendrá
una ocupación del todo nueva, completamente extraña a
la oración del destierro", dice el Padre Lombardi (O.C. pág.
590).

En la medida en que el alma se une con Dios por la ora­


ción, ésta va siendo fecunda. El Amado concede sus favo­
res al amante en la medida de su amor. Por eso consiguen
tanto los santos. Salvan ciudades como Abrahám.

Convenzámonos pues de esta gran verdad: ”el progreso


de la oración y de la vida espiritual se confunden".

Luego para conocer a Cristo Sacerdote y para unirnos ple­


namente con El necesitamos dar a la oración el puesto y la
importancia correspondientes.

La oración debe ir acompañada de la generosidad en la


entrega. "Tu medida será mi medida". Necesita ir acompa­
ñada de la práctica de las virtudes. Oración y ejercicio de

1 ll)
118
Mm uMiemos que El es Sacerdote y vícitma. Si nos hizo
28 DIA
| m iiii ipes de su sacerdocio, quiere también hacemos par-
TEMA 39 lii i|.<d»; su sacrificio.

I m .i participación la conseguiremos principalmente en la


Nuestra inmolación con Cristo
'¡iiiii.i Misa. Oigamos a S. S. Pío XII:
"La transformación en Jesús debe ser en Jesús Crucifi­
cado". (Bossuet). i cinviene que todos los fieles se den cuenta de que su
I ii im ipal deber y su mayor dignidad consiste en la partici-
Nuestra configuración con Cristo Sacerdote debe estar p.i< n'iii en el sacrificio eucarístico; y eso no con un espíritu
completada con la configuración con El como víctima. p.i-.ivo y negligente, sino de un modo tan intenso y tan acti­
vo, que estrechísimamente se unan con el Sumo Sacer­
Todo Sacerdocio existe para un sacrificio. El nuestro dote, según aquello del Apóstol: "Habéis de tener en
debe tener también su víctima, que no puede ser otra que vui" tros corazones los mismos sentimientos que tuvo Je-
nosotros mismos. i.im listo", y ofrezcan aquel sacrificio juntamente con El y
pin l l y en El se ofrezcan también a sí mismo”. "Mas para
Jesús nos invita a seguirlo pero con la cruz. "Si alguno •ii 11 • la oblación con la cual en este Sacrificio los fieles
quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su u iiivca n al Padre Celestial lavíctimai divina alcance su
cruz todos los días y sígame". (Mat. 16,24). pleno efecto, conviene añadir otra cosa: es preciso que se
inmolen a sí mismos como hostias. Y ciertamente esta
San Pablo dice: "los que son de Cristo crucifican su carne inmolación no se reduce sólo al acto litúrgico, pues el
con sus vicios y concupiscencias". Y por eso escribía a los Principe de los Apóstoles quiere que, puesto que somos
fieles de Roma: "Os ruego, pues, hermanos por la miseri­ edificados en Cristo como piedras vivas, podamos como
cordia de Dios que ofrezcáis vuestros cuerpos como hos­ "u n orden de Sacerdotes santos ofrecer víctimas espiritua­
tia viva, santa, grata a Dios, éste es vuestro culto racional". les que sean agradables a Dios por Jesucristo", y el Após-
(Rom. 12,1). lol San Pablo, sin hacer ninguna distinción de tiempo,
exhorta a los cristianos con estas palabras: "os ruego que
Esa inmolación empieza con el odio al pecado mediante la ofrezcáis vuestros cuerpos como hostia viva, santa y agra­
crucifixión de la triple concupiscencia y abarca toda la vida. dable a sus ojos que es el culto racional que debéis ofre­
San Pablo decía: "muero diariamente". (I Cor. 15,31). cerle". (Ene. Mediator Dei).

Continúa después con un desprendimiento cada vez ma­ I sta doctrina basta para iluminar toda nuestra vida y para
yor de nuestro yo y de las creaturas para poder pertenecer dar valor a todos nuestros constantes sacrificios. Las pe­
totalmente a Cristo. nas y dificultades del día forman la pequeña hostia que de­
bemos aportar a la hostia de Cristo. Nuestro ofertorio de­
Se perfecciona mediante la conformación total con la vo­ be abarcar todas nuestras penas. Oigamos lo que nos
luntad divina, a imitación de Cristo Sacerdote que en el dice S.S. Pío XII: "No se olviden los fieles cristianos de
huerto dijo: "no se haga mi voluntad, sino la tuya" y se ofrecer juntamente con su divina Cabeza clavada en la
entregó generosamente a todos los horrores de la pasión. Cruz, a sí mismos con sus preocupaciones, sus dolores,
sus angustias, miserias y necesidades". Qué doctrina más
Pero no sólo debemos inmolarnos, sino que debemos in­ consoladora para todas las épocas de la vida, ya que siem­
molarnos con Cristo. pre nos acompaña el dolor en este "valle de lágrimas”.

120 121
Esa es la respuesta cristiana a esa filosofía de la angustia I h'Mi.i <iue se da en comunión es la que ha sido consa-
que predica hoy el existencialismo. u m iI . i Nuestro Pontífice salvó al mundo p o r q u e su inmo-
i.'ii i iue total. Por eso "con una oblación santifico para
Recordemos además que no nos ofrecemos e inmolamos mIimii| »m; a los predestinados .
solos. Lo hacemos como miembros del Cuerpo Místico,
primero con Cristo nuestra Cabeza, y luego con todos (¡i mi»*, damos totalmente a Jesús mediante una inmolación
nuestros hermanos. Es la Iglesia la que ofrece a Cristo al (üribiremos la plenitud de su entrega y tendremos un
Padre y después se ofrece e inmola con El. (1) rt|H.-.iolado fecundo.
La vista del Altar donde se inmola Cristo Sacerdote debe
invitarnos constantemente a nuestra propia inmolación.
Meditemos en estas hermosas palabras del ceremonial
para la consagración de los altares: "ofrézcase en este
Altar el culto de la inocencia, inmólese la soberbia, sacrifi­
qúese la ira, mortifiqúese la lujuria y toda lascivia, ofréz­
case en vez de incienso el sacrificio de la castidad y en vez
de pichones el sacrificio de la inocencia”.

Así como la inmolación de nuestro Sumo Sacerdote fue


total, ¡a nuestra debe ser también total. "Cristo no se agra­
dó. Habiéndosele ofrecido el gozo, prefirió la Cruz". Se
convirtió en "Varón de dolores", y dió toda su sangre y su
vida por nosotros. No se reservó ni una sola gota en su
corazón abierto. Su don fué total. Nosotros debemos
corresponder también con un don total.

El P. Lebret ha escrito estas sabias palabras: "Nuestro re­


tardo no es de técnica, es de amor, nosotros, cada uno de
nosotros, no nos hemos dado suficientemente. Nuestra
vida no está entregada plenamente, no está impregnada
totalmente por la misericordia. No hacemos pasar el soplo
de la caridad porque nuestro corazón está aún encogido;
nos interesa nuestro éxito y tomamos en cuenta nuestras
comodidades. Tenemos miedo de darnos del todo y nos
tranquilizamos diciéndonos que hemos dado un poco. De­
masiado poco para suscitar millares y millares de vocacio­
nes al don total de sí mismos que son indispensables para
la transformación".

Meditemos en esta otra verdad: la fecundidad de nuestro


apostolado dependerá del grado de nuestra entrega. La

122
2a DIA i miHü, y no perder el tiempo obrando por miras terrenas.
Mn< i us vidas aún de apóstoles, quedan estériles y vacías
49 TEMA I mim|i 1 0 no las impulsa la gloria de Dios sino el egoísmo. El
Un erdocio existe siempre para la gloria de Dios. Una vida
Cómo debe influir el Sacerdocio de Cristo huí crdotal, para que sea tal, debe estar siempre animada
en toda nuestra vida ,u ,i la gloria del Señor. Al Sacerdocio se pueden aplicar
las palabras de San Juan de la Cruz: "en esta montaña no
El Sacerdocio de Jesús, fuente de todos nuestros bienes r,u inspira sino la solicitud por la gloria de Dios".
sobrenaturales, es no sólo objeto de contemplación y
amor. Debe también influir en cada uno de los momentos Nuestra vinculación con el Sacerdocio de Cristo debe im­
de la vida y vitalizar toda nuestra existencia. Cristo nos ha pulsarnos constantemente a practicar todas las virtudes de
hecho partícipes de su Sacerdocio para que participemos tai alma santísima.
de sus sentimientos sacerdotales y tengamos un criterio,
unas miras y unas disposiciones que sean, como los I i alma sacerdotal de Cristo debe ser nuestro sublime
suyos, Sacerdotales. Nuestra vinculación con él no debe ii hsil Cuán poco se piensa en Ella!
limitarse a la Santa Misa y Sagrada Comunión, debe tam­
bién saturar toda nuestra oración y llevarnos a la práctica I sla alma de nuestro Pontífice es la más santa. Estuvo
de todas las virtudes. ili>sde el primer momento "llena de gracia y de verdad".
I la sido el asiento de todas las virtudes. Su entendimiento
Nuestra oración será mejor si nos unimos a los senti­ (jn/ó desde el primer instante de la visión beatífica y po­
mientos sacerdotales de Cristo. Debemos estar convenci­ ra,7 0 toda la verdad.
dos de que si Cristo nos ha dado a participar en su Sacer­
docio, nos ha concedido el derecho a tomar parte en sus Su voluntad estuvo siempre unida a la Santísima del Padre
sentimientos sacerdotales. Al llegar pues a la oración celestial. Ha sido el más espléndido y amado templo de la
debemos tener conciencia de nuestra vinculación con i livinidad. Es también nuestro ejemplar.
Cristo y unirnos a su alabanza, a su gratitud, a su repara­
ción y a sus súplicas. Y esto nos servirá siempre especial­ Mas hay algo que debe consolarnos y animarnos mucho y
mente en las épocas de sequedad y cuando experimen­ os el saber que todas las virtudes están en el alma de
temos más el peso de nuestra nada. Nos bastará enton­ Cristo Sacerdote, no sólo para que nos sirvan de modelo,
ces unirnos a la oración sacerdotal que hace constante­ sino para que podamos participar de ellas a medida que
mente nuestro Pontífice y quedaremos tranquilos. Nuestra nos unamos con El. Nuestro Pontífice es además de
oración será así siempre buena y eficaz. eiemplar, causa de nuestra santificación.

No olvidemos que en el Sagrario está nuestro Sumo y Eter­ Nos damos cuenta entonces de la gran felicidad que de­
no Sacerdote. bemos experimentar al saber que esta alma santísima vie­
ne a nosotros en el momento de la Sagrada Comunión?
Nuestras acciones y ministerios serán santos si "permane­ Se puede pensar en una unión más íntima con el alma de
cemos en el amor de nuestro Pontífice. El buscó siempre nuestro Pontífice que ésta que se realiza en ese momen­
y en todo la gloria de su Padre. "Yo honro al Padre” fue su to celestial, cuando El mora en nosotros y nosotros mora­
lema constante. "No busco mi gloria", pudo decir siempre. mos en El?. Oh instante verdaderamente celestial éste
A su ejemplo procuraremos trabajar con las mismas disposi- cuando podemos disfrutar de la amorosa presencia y de
las riquezas infinitas de nuestro Sacerdote eterno!...

124 125
I ,t • ..Kji.ida Comunión nos dará a nuestro Sumo Sacerdo-
Para el alma que se penetra de estas verdades el tiempo
de la acción de gracias se vuelve muy provechoso y fe­ ln i mi todos sus tesoros.
cundo. Al saber que mora en ella verdadera y realmente el
I ti ■..Hitísima Virgen ocupa su papel irreemplazable junto a
alma Sacerdotal de Jesús saboreará, más que nunca, la
ithii Pontífice divino que la hace su Madre, la Corredentora
grandeza de su misión sacerdotal, y llena de confianza,
y M. Mhanera de todas las gracias.
exclamará: "alma Sacerdotal de Jesús, santifícame, enri­
quéceme, transfórmame...
N.ivi< i,id nos entusiasmará con los encantos del Salvador.
*..... . Santa nos mostrará las manifestaciones de su
Cada día pondrá más cuidado en el estudio de las virtudes
miioi sacerdotal que no se detiene delante de ningún sa-
que adornan esa alma santísima, especialmente en el de
aquellas que le hacen falta o en las cuales se siente más I lllll IC>
débil, y se afanará luego para adquirirlas y perfeccionarlas.
lo d o el año litúrgico girará en torno de ese sol del Sacer­
Delante de ella se dilatará el horizonte infinito de la santi­
docio de Cristo que todo lo abrasa e ilu mina.
dad de Cristo sacerdote y sentirá grandes deseos de pro­
gresar y unirse íntimamente con El.
N o so trata, pues, en el Sacerdocio de Cristo de una doctri-
ii.i meramente especulativa, sino del misterio del amor de
La doctrina del Sacerdocio de Cristo tiene una gran venta­
l nos que ha estado oculto para la mayor parte de las almas
ja para la vida espiritual y es que Ilumina todos los
v cuya manifestación en esta época es la mayor gracia que
dogmas y los unifica maravillosamente.
in iv, tía concedido el Padre.
Con frecuencia encontramos almas que están fluctuando
( entremos, por tanto, nuestra vida en el Sacerdocio adora-
entre diversas devociones. Hoy se entusiasman con una
y mañana con otra. Esto porque no tienen una visión clara lite de Cristo.
de la indestructible unidad que da la doctrina del Sacer­
docio de Cristo a toda la revelación y a la piedad.

Nuestra filiación divina y la devoción al Padre celestial apa­


recen en toda su hermosura si se las contempla como el
gran don del Sacerdocio del Señor.
La devoción al Sagrado corazón no será algo aislado y ob­
tendrá toda su fuerza si se considera en ella el amor infinito
de ese Corazón Sacerdotal que nos amó hasta el sacrificio
de la Cruz.

El cuerpo místico y nuestro amor a esa Santa Iglesia tendrá


su plena manifestación cuando se estudien a la luz de ese
Sacerdocio divino que estableció esa sociedad cultual y
santificadora.
La Santa Misa será para nosotros el verdadero sacrificio de
nuestro Pontífice en el cual debemos tomar parte muy acti­
va por nuestra inmolación.

127
126
3er. DIA ,ii< >mIic<) tu nombre". Al momento se oyó esta voz del cie-
!.. le he glorificado ya y le glorificaré todavía más".
1er. TEMA | lu á n 12 , 2 8 ).

El Sacerdocio de Jesús debe ser glorificado i -.i.r. solas palabras son suficientes para convencernos
iin ios designios que tiene el Padre respecto a Jesucristo,
Tenemos que confesar con gran dolor que ese Sacerdo­ ' .umo y Eterno Sacerdote. En verdad que ya en dos oca-
cio de Nuestro Señor que es la fuente de todos nuestros limos había glorificado públicamente a Jesús. Cuando
bienes sobrenaturales no es debidamente glorificado. i>'.ii: salió de las aguas del Jordán, y en el monte de la
ii.msfiguración. Entonces había dejado oir su voz con
Se da más importancia a revelaciones privadas que a este it .i.is palabras: "este es mi Hijo muy amado en quien ten-
gran misterio del Sacerdocio de Cristo. ii< muís complacencias, escuchadle". Pero la gran glorifica-
i iúii sería después de su muerte cuando resucitase de
Muchos oyen hablar de esta doctrina y se muestran recelo­ mitro los muertos. Entonces enviaría a su Espíritu Santo
sos; creen que se trata de otra novedad. Esto por ignoran­ 1 1 ni la misión de efectuar esa plena glorificación.

cia o por falta de meditación en una de las verdades más


claramente manifestadas en la revelación. Nadie mejor que Nuestro Pontífice estaba convencido de
que el Padre quería glorificarlo. Por eso cuando pronun­
El mundo mejor, el mundo nuevo, vendrá cuando el sol cia su oración Sacerdotal en la tarde del Jueves Santo da
del Sacerdocio de Cristo lo ilumine y lo anime todo. comienzo a ella con esta conmovedora súplica: "Padre, la
tiora es llegada, glorifica a tu Hijo para que tu Hijo te
Veamos dos puntos muy importantes: a) Cómo el Padre glorifique; pues que le has dado poder sobre todo linaje
Celestial quiere que Cristo Sacerdote sea glorificado y b) humano para que de la vida eterna a todos los que le has
cómo el Espíritu Santo es el glorificador de ese Sacerdo­ señalado, yo por mí te he glorificado en la tierra; tengo
cio divino. acabada la obra que me encomendaste. Ahora glorifíca­
me Tú, oh Padre en Tí mismo, con aquella gloria que tuve
1® El Padre lo quiere yo en Tí, antes que el mundo fuese”. (Juan 17,1 - 6).

En el capítulo octavo del Evangelio de San Juan encontra­ Contemplemos con el mayor respeto a Nuestro Sumo y
mos estas palabras de Nuestro Sumo y Eterno Sacerdote: Eterno Sacerdote cuando en aquella noche sacerdotal se
"Yo no busco mi gloria; otro hay que la promueve y El me dirige a su Padre con esta súplica. Repasemos llenos de
vindicará". (8,50). profunda reverencia cada una de las palabras que pronun­
cian sus labios divinos y unámonos a esa oración tan subli­
"Si yo me glorifico a mi mismo, mi gloria no vale nada; es mi me y filial.
Padre el que me glorifica" (8,54).
Poco antes de la oración sacerdotal, había manifestado
El mismo Padre Celestial se encargó de comunicar des­ Jesús que el Padre quería glorificarlo. San Juan nos dice
pués ésta su voluntad santísima. El mismo San Juan nos en el capítulo XIII lo siguiente: "Salido que hubo Judas,
dice que estando un día nuestro Señor en Jerusalén dijo dijo Jesús: ahora es glorificado el Hijo del Hombre, y Dios
a Felipe y Andrés estas palabras: "venida es la hora en es glorificado en El, Dios igualmente le glorificará a El
que debe ser glorificado el Hijo del Hombre". "Oh Padre, en sí mismo, y le glorificará muy presto". (13,31 -33).

128 129
Imposible encontrar palabras más claras para manifestar el y .i indas las creaturas, que hay en el cielo y sobre la tierra
querer del Padre. No sé por qué no nos habríamos dado y Hi'i ),i|o de ella y las que hay en el mar, a todas las oí decir:
cuenta cabal de que quien está más empeñado en que el ni i |ih ; está sentado en el trono y al Cordero, bendición
Sacerdocio de Cristo sea glorificado es el mismo Padre Imi ii. i y gloria y potestad por lo siglos". (Apoc. 5,11-14).
Eterno. Ahora sabemos con certeza que al dedicar nues­
tra vida a la glorificación de Cristo Sacerdote estamos cum­ r El Espíritu Santo es el gran glorificador de
pliendo un designio del Padre y estamos llenando una í unto Sacerdote
misión que le agrada especialmente.
Cuál es la razón que explica esta voluntad del Padre de glo­ i'.u.i convencernos de esta verdad oigamos a nuestro
rificar a nuestro Pontífice? Es la manera como este Padre i'oniífice: "cuando venga el Espíritu de verdad, él os en­
bondadosísimo corresponde a los sentimientos sacerdota­ tin a rá todas las verdades. El me glorificará porque reci-
les de Jesús.
liii.1!de lo mío y os lo anunciará. Todo lo que el Padre tiene
nr. mío por eso he dicho que recibirá de lo mío y os lo
Desde el primer instante sacerdotal Jesús pensó única­ (inundará". (San Juan 14,16).
mente en la gloria de su Padre. "Héme aquí para hacer tu
voluntad". Desde entonces pudo exclamar en cada ins­ I '.i.is palabras de Nuestro Señor nos enseñan que el Es­
tante de su vida: "Yo honro a mi Padre". (Juan 8, 49). píritu Santo tiene la misión de glorificar a Cristo, y como en
Con toda veracidad pudo decirle en la oración de la Cena- i i el Sacerdocio ocupa un puesto central, corresponde al
"Te he glorificado sobre la tierra”.
divino Espíritu ser el heraldo de esa doctrina y el glorifica­
do! de ese Sacerdocio bendito.
Cristo da a su Padre una gloria infinita con su Sacerdocio, y
en especial con su sacrificio. El Padre, a su vez, corres­ I l Espíritu Santo quiere sin duda alguna glorificar en esta
ponde a esta glorificación sacerdotal con la glorificación de época el Sacerdocio de Jesús. Por todas partes se siente
este Pontífice. Con razón nos dice San Pablo en su epís­ <>l soplo divino de este nuevo Pentecostés. Lo que suce­
tola a los Hebreos: "Vemos a aquel mismo Jesús, que por do en nuestras almas afortunadas, sucede en muchas
un poco fue hecho inferior a los ángeles, coronado de otras. Estamos en la aurora del gran día sacerdotal. El sol
gloria y honor, por la muerte que padeció". (Hebr. 2,9). del Sacerdocio de Jesús empieza ya a irradiar su luz y a
comunicar su calor.
El sacrificio de Nuestro Sumo y Eterno Sacerdote con el
cual redimió a la humanidad y reparó condignamente la Quién es el autor de esta maravillosa epifanía? El Espíritu
gloria divina, fue merecedor de esa glorificación suprema Santo que es el encargado de la glorificación de nuestro
por parte del Padre. Cristo se humilla hasta la muerte de Pontífice, anunciada públicamente por el Padre en aquella
cruz y el Padre "lo exalta y le da un nombre que está sobre voz que vino del cielo y que oyeron muchos: "Le glorifi­
todo nombre".
qué y de nuevo le glorificaré’’. (S. Juan 12,27).

Con razón San Juan escribió en el Apocalipsis la siguiente Pensemos, pues, que este divino Espíritu quiere realizar
visión: "Vi también y oí la voz de muchos ángeles al rede­ esta glorificación del Sacerdocio de Nuestro Señor en la
dor del solio y de los animales y de los ancianos los cuales Iglesia y en cada una de nuestras almas.
decían en alta voz: digno es el cordero que ha sido
sacrificado, de recibir el poder y la divinidad y la sabiduría El Espíritu Santo glorificará en nosotros el Sacerdocio de
y la fortaleza y el honor y la gloria y la bendición.
Cristo: a) Iluminando nuestras mentes con un conoci­

131
miento cada vez más profundo de ese misterio Sacerdotal* ili|n i l mismo: "Mi Padre y yo somos una misma cosa".
"Cuando venga el Espíritu de verdad, él os enseñará to­ I iii.m 10,30). Ycomo lo afirmó San Pablo cuando escribió
das las verdades". Pidámosle aumente en nosotros su «i h l ihpenses: "El cual (Jesucristo), teniendo la natura-
don de inteligencia, b) Abrasando nuestras voluntades lit.-.i di; Dios, no fue por usurpación, (sino por esencia), el
en el amor de este divino Pontífice. Pidámosle aumente un iguala Dios". (Fil. 2,6).
en nosotros el don de sabiduría, c) Santificando nuestras
almas comunicándonos los tesoros que nos mereció el sa­ I ii i,i ( pistola a los Hebreos leemos estas palabras: "te-
crificio sacerdotal de Cristo. iiinNlo, pues, por Sumo Pontífice a Jesús Hijo de Dios,
i |i ir penetró hasta lo más alto de los cielos, estemos fir-
Pidámosle que así como "da testimonio en nuestras almas iiir , en la fe que hemos profesado" (4 ,14 ). Por eso el
de que somos hijos de Dios”, lo dé también de que somos r .u iie le dijo: "Tú eres mi Hijo yo te he engendrado hoy.
Sacerdotes reyes y que debemos glorificar la fuente de i ii eres Sacerdote eternamente según el orden de Melqui-
nuestro Sacerdocio que es Cristo, SumoyEternoi Sacer­ ’.rdec". (Ene. M. Córporis).
dote.
'ciertamente, el Verbo encarnado es el Señor y Salvador
Para que el divino Espíritu pueda cumplir en nosotros su iic los hombres; pero continúa siendo el Verbo, el Dios
misión glorif icadora tenemos que ser dóciles a su gracia. II ii i rlito. La Humanidad de Cristo tiene también derecho al

i nlto de latría por razón de su unión hipostática con el Ver­


39 La Iglesia quiere la g lo rifica ció n de este Pon­ tió, pero su divinidad es la razón y fuente de este culto.
tífice eterno i Asi que la divinidad de Cristo no puede quedar en manera
i alguna en la periferia del pensamiento litúrgico. Es normal
El Papa ha insistido en que no debemos contemplar en que se vaya al Padre por Cristo, puesto que Cristo es el
Cristo solamente un Mediador, y que debemos meditar en i Mediador, entre Dios y los hombres. Pero no sólo es Me­
"su infinita Majestad". Meditemos en estos dos textos: diador, sino que está también en la Trinidad, en igualdad
con el Padre y el Espíritu Santo". (Al Congreso de Asís).
Ni faltan, quienes dicen que no hemos de dirigir nuestras 1
oraciones a la persona misma de Jesucristo, sino más bien ¡ I sta doctrina nos servirá mucho para estimar más a nues­
a Dios o al eterno Padre por medio de Cristo, ya que hay tro Pontífice y decidirnos a servirle fielmente. También
que tener a nuestro Salvador, en cuanto Cabeza de su . comprendemos así mejor lo expuesto acerca de la vo­
Cuerpo Místico, sólo en razón de Mediador entre Dios y ; luntad que tiene el Padre de glorificar a nuestro Pontífice y
los hombres. Sin embargo, ésto no sólo se opone a la ¡ del oficio que desempeña el Espíritu Santo en las almas
mente de la Iglesia sino que es contraria a la verdad. Por­ como glorificador de Cristo Sacerdote. Es que no se trata
que hablando con propiedad y exactitud, Cristo es a la j sólo de un hombre. Es el Verbo encarnado, "primogénito
vez, según su doble naturaleza, Cabeza de toda la Igle­ entre muchos hermanos y cabeza de la Iglesia". A la luz
sia..." de esta doctrina comprenderemos y saborearemos mejor
esa hermosa doxología de la Santa Misa cuyo texto repe­
Todos los cristianos deben conocer y entender claramen­ timos con tanta frecuencia: "Gloria a Dios en las alturas y
te que el hombre Cristo Jesús es el mismo Hijo de Dios, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad. Alabá­
el mismo Dios". En ésto precisamente estriba la trascen­ rnoste, Bendecírnoste, Adorárnoste, Glorficámoste. Gra­
dente grandeza de Nuestro Pontífice. No se trata de un c ia s te damos por tu grande gloria. Oh Señor Dios, Rey Ce­
hombre solamente. Es igual a su Padre por su divinidad lo lestial, Dios Padre Omnipotente. Oh Señor Hijo Unigéni­

132 133
to, Jesucristo, Señor Dios, Cordero de Dios que auitas io«s 3er. DIA
pecados del mundo, ten misericordia de nosotros Tú aue
quitas los pecados del mundo, recibe n u e s S s ú ^ a s 29 TEMA
m r rS fr i Sentado a la diestra cJel Padre, ten miseri-
í - n°®otros- Pofque Tú sólo eres Santo Tú sólo i >obemos, pues, glorificar a Cristo Sacerdote.
e n l a g k J i a d f ^ S e . ' 65^ ^ 0 ’ C° n Espír¡tU Sant0 I o voluntad que tiene el Padre de glorificar a su Hijo se
• m 11| iii; plenamente en el Cielo.

Allí hay una alabanza continua de todos los bienaventu-


hiiios, "al Cordero inmolado y al que vive por los siglos de
i«f. M()los". Todo el Apocalipsis está lleno de alusiones a
ti-..i sublime y eterna glorificación.

i ra m o s por ejemplo el capítulo VII, 9-17: "Después de


n'.iii miré y vi una muchedumbre grande que nadie podiá
1 1 -mar, de toda la nación, tribu, pueblo y lengua, estaban

ilHante del trono y del Cordero, vestidos de túnicas blan-


( a1, y con palmas en sus manos. Clamaban con grande
voz, diciendo: salud a nuestro Dios, al que está sentado
mi el trono, y al Cordero. Y todos los ángeles estaban en
pie alrededor del trono y de los ancianos y de los cuatro
vivientes, y cayeron sobre sus rostros delante del trono y
adoraron a Dios, diciendo: Amén. Bendición, gloria y
sabiduría, acción de gracias, honor, poder y fortaleza a
nuestro Dios por los siglos de los siglos, amén. Tomó la
palabra uno de los ancianos, y me dijo: estos vestidos de
túnicas blancas, quiénes son y de dónde vinieron? Le
mspondí: Señor mío, eso tú lo sabes. Y me replicó: es­
tos son los que vienen de la gran tribulación, y lavaron sus
túnicas y las blanquearon en la sangre del Cordero.
Por eso están delante del trono de Dios, y le sirven día y
noche en su templo, y el que está sentado en el trono
extiende sobre ellos su tabernáculo. Ya no tendrán ham­
bre, ni tendrán ya sed, ni caerá sobre ellos el sol, ni ardor
alguno, porque el Cordero, que está en medio del trono,
los apacentará y los guiará a las fuentes de aguas de vida,
y Dios enjugará toda lágrima de sus ojos".

Anhelemos ese momento feliz cuando llenos de gratitud


nos postremos delante de nuestro Pontífice en el cielo

134
135
para decirle, 'nos redimiste con tu sangre para Dios1! (.un. (jarnos sin reserva al amor de nuestro Pontífice y a
(Apoc. 5, 9), y podamos tomar parle en ese coro de a la i tH1 buscar sino los intereses de su gloria... El en cambio
banzas sin fin a nuestro Salvador "que está también en laj ..... nmpromete a velar por nosotros y lo nuestro. "Si guar-
Trinidad en igualdad con el Padre y el Espíritu Santo” (Pío¡ ii.ui'is mi pacto seréis míos" (Exodo 19, 5). Se requiere
XII Congreso de Asís). i i|u r nos consagremos seriamente a esa tarea celestial y
i|u<’ diariamente renovemos nuestra consagración.
Pero esta tarea glorificados del Sacerdocio de Cristo n oi
puede aplazarse para la eternidad, si no queremos expo- J i n esta ocupación celestial cual es la glorificación de Cris-
ner esta eternidad feliz. Tenemos que empezarla en I3 I i<> sacerdote tenemos un modelo perfectísimo en la San-
tierra y ahora mismo. Es un deber de gratitud que no per-1 ii'.nna Virgen. Ella se entregó totalmente a El. "Fiat mihi
mite dilación alguna. u •( undum Verbu m tuu m".

Si los ángeles recibieron la orden de adorar a este Pontí­ i oda su vida la dedicó a su servicio en Belén, Egipto, Naza-
fice eterno cuando entró al mundo, (Hebr. 1, 6), nosotros irl, etc.
tenemos la misma orden.
Si- ocultó para que apareciese El. "He aquí la esclava del
Cómo glorificaremos el Sacerdocio de Nuestro Señor? ■.(¡ñor, "Haced lo que El os diga”.

a) Conociéndolo y amándolo. I o acompañó hasta el sacrificio de la Cruz. Ocupó siempre


.¡i puesto que El le señaló y por el tiempo que El quiso.
La glorificación es "el conocimiento luminoso acompañado
de la alabanza". A medida que ahondemos en el estudio I leva las almas a El y las enriquece con sus tesoros.
del Sacerdocio de Jesús, crecerá nuestra admiración por
su santidad, grandeza y fecundidad, y lo amaremos. cj) Especialmente glorificaremos a Cristo Sacerdote con­
fiando en su amor sacerdotal.
b) Haciendo que otros lo conozcan, glorifiquen y amen.
Tenemos que convertirnos en apóstoles de este divino Todo en Cristo Sacerdote es sacerdotal. Su amor es por
Pontífice. La vida eterna consiste en que te conozcan a consiguiente, amor sacerdotal.
Ti oh Padre, y a tu enviado Jesucristo". (Juan 17, 3).
"Al nacer se nos da como compañero". Dios con noso­
c) Uniéndonos en nuestra oración y acción a los sentimien­ tros. "Apareció la benignidad de Dios Nuestro Salvador"
tos y disposiciones sacerdotales de Jesús. "Tened en (Col. 3,4).
vosotros los sentimientos de Cristo" (Filip. 2 ,5).
"Acerquémonos confiadamente al trono de la gracia a fin
d) Santificándonos para hacer fecundo en nosotros ese di­ de recibir misericordia y hallar gracia" (Hebr. 4,16).
vino Sacerdocio.
Toda la vida de Cristo Sacerdote estuvo animada por el
e) Inmolándonos con Cristo que se entregó a la muerte amor a nosotros. "Sus delicias consisten en vivir con noso­
por nosotros. tros". Cuánta ternura con los niños, con los pobres, los
enfermos, los pecadores.
f) Haciendo el pacto del don total con el Corazón Sacer­
dotal de Nuestro Señor. Ese pacto de amor nos obliga a "Como hubiese amado a los suyos"...
137
», üuo siempre acudamos a Et, "venid a mí todos los que
Por amor instituye la sagrada Eucaristía, "los amó hasta el inni'is trabajos y yo os aliviaré.
fin". Llega hasta la Cruz. "Me amó y se entregó por mí"
(Gál. 2,20). ü u e nunca dudem os d e Ef. "Por qué dudasteis hom-
bn",de poca te?".
Por amor va a preparar nuestro lugar.
-o üue seamos fieles a su amistad: "Permaneced en mi
Prepara almuerzo a sus Apóstoles en la orilla del lago de
iinior".
Tiberíades.
Meditemos frecuentemente en el amor sacerdotal de
Nos ama en su Iglesia, en su Eucaristía-
Nuestro Pontífice.
Nos ama tanto que nos ha llamado a glorificar su Sacerdo­ I 'locuremos corresponder a ese amor sacerdotal.
cio y nos ha dado su luz y su amor...
confiemos en su amor sacerdotal y veremos las maravillas
Cualidades del amor Sacerdotal (|ueobraen nosotros.

1) Es un amor constante, eterno como su sacerdocio, i odo a tu amor sacerdotal lo entrego y sólo en tu amor sa-
ama en vida y en muerte; en tiempo y eternidad.
t erdotal confío.
2) Un amor desinteresado. No busca sino nuestro bien".
No vine a ser servido sino a servir" (Mat. 20, 28).

3) Un amor generoso. Nos ha dado todo, absolutamente


todo. Encarnación, Redención, Eucaristía. Su Madre, su
doctrina, su cielo...

4) Un amor que no se apaga con nuestras ingratitudes.


Antes nos busca a los pecadores. "No he venido a buscar
a los justos sino a los pecadores.

5) Un amor heroico. Nos amó hasta la Cruz.

6) Un amor tierno. Estudiar la vida de Jesús y lo que ha si­


do con nosotros.

Qué nos exige ese amor Sacerdotal?

1) Que confiemos en El. "Confiad".

2) Que le demos nuestro miserable corazón, con sus


pecados, miserias y debilidades... Es el Cordero que quita
los pecados del mundo.

138
3er. DIA muy claras las metas, bien calculadas las fuerzas dispo­
nibles, y no se gasten los recursos desordenadamente o
3er. TEMA in actividades secundarias. Que se invite a las almas de
luiena voluntad; que ellas se ofrezcan espontáneamente.
Apostolado total para la glorificación total del • ea su ley la fidelidad incondicional a Jesucristo y a sus
Sacerdocio de Cristo... rnschanzas. Sea hum ilde y sum iso su ofrecimiento,
Cada uno en su medio... i )ue su trabajo se vierta como elemento activo en la gran­
diosa corriente que Dios moverá, y quizá por medio de sus
En su trascendental discurso del 10 de febrero de 1952 ministros".
trazó el Romano Pontífice el programa apostólico que
urge desarrollar en nuestros días: "Es todo un mundo lo Se pide a todos que se encuadren hábilmente, que se
que hay que rehacer desde sus cimientos; lo que es empleen con acierto, que su ritmo de trabajo corresponda
preciso transformar de selvático en humano, de humano .i la urgente necesidad de defensa, de conquista y de
en divino, es decir, según el corazón de Dios. Millones de positiva reconstrucción".
hombres claman por un cambio de ruta y miran a la Iglesia
de Cristo como a poderoso y único timonel que, respetan­ "Manos, pues, a la obra; muévaos Dios que quiere una
do la libertad humana, pueda ponerse a la cabeza de tan obra tan grande", dice al final de su importantísima exhor­
grande empresa". tación en la que dice que compara este día con el de su
elevación al supremo Pontificado.
La consigna que da el Vicario de Cristo para este m un­
do mejor es: "dar comienzo a un potente despertar que I st e apostolado to ta l al cual nos llama con tanto apre­
obligue a todos sin distinción de estado, al Clero y al mio corresponde a la voluntad del Padre respecto a Cristo
pueblo, autoridades, familias, grupos, a todas y cada una Sacerdote: "pues plugo al Padre poner en él la plenitud
de las personas, a una renovación total de la vida de todo ser y reconciliar por él todas las cosas con­
cristiana, en la línea de los valores morales, en la realiza­ sigo, restableciendo la paz entre cielo y tierra, por medio
ción de la justicia social, en la reconstrucción del orden de la sangre que derramó en la cruz" (Col. 1,19).
cristiano".
El fin del Sacerdocio de Cristo es dar gloria infinita a su Pa­
Es deber de todos "examinar con resolución qué es lo dre y reconciliar todas las cosas con ese Padre Celestial.
que puede y debe hacer como aportación suya a la obra Abarca al hombre total y a todos los hombres. Quienes
salvífica de Dios". estamos empeñados en glorificar el Sacerdocio de Jesús
tenemos que procurar que sea glorificado mediante nues­
Esta es la hora de actuar. "No es este el momento tros esfuerzos para que sea fecundo y santifique el mayor
de discutir, de buscar nuevos principios, de señalar nue­ número de almas. Mientras más cosas se reconcilien con
vas metas y objetivos". el Padre mediante el Sacerdocio de Cristo, más glorificado
"La acción a que hoy llamamos a pastores y fieles sea será este Sacerdocio.
reflejo de la de Dios, sea iluminadora, generosa y ama­
ble". No puede haber, por consiguiente, apostolado que sea
ajeno a quienes quieren glorificar y servir a Cristo Sacer­
La manera com o se debe obrar es la siguiente: dote. Claro que hay jerarquía en esos apostolados y cada
"Procurad definir muy bien sus necesidades: que estén uno debe elegir el que esté más a su alcance.

140 141
Los objetivos deben ser buscados en su debido orden:
que las almas vivan en gracia, que los hombres lleven vida
comunitaria, que sus conciencias estén bien formadas,
que la familia sea cristiana, impere la justicia y reine la
caridad. Cada cual puede trabajar en el campo que en­
cuentre más apto para sus fuerzas y capacidades.

No olvidar eso sí, que el apostolado no se improvisa. Exi­


ge la preparación del apóstol. "No es tiempo perdido el
que se emplea en la formación de los colaboradores", nos
diceS.S. Pío XII.

Consigna: Ver, obrar y juzgar.

algunas de las
CARTAS A LAS SIERVAS
DE CRISTO SACERDOTE

Publicadas entre 1957 y 1959

142
CARTA I

SOBRE LA PARTICIPACION Y CONFIGURACION


CON EL SACERDOCIO DE CRISTO QUE
PRODUCE EN EL ALMA EL CARACTER
SACRAMENTAL

utilero, hoy, trataros un punto que os va a proporcionar


mili profunda alegría y que puede producir muchos frutos
mi vuestras almas. Voy a exponeros con la gracia del Se­
ñor, la doctrina del carácter sacramental y lo que este don
do Oíos encierra de luz y fuerza para vosotras.

I l.ibéis sido llamadas a formar parte de una Congregación


t lestinacja a glorificar el Sacerdocio adorable del Señor. Es-
l.i idea, tan sublime, ilumina vuestras almas y llena vuestras
vidas de paz, de gratitud, de fuerza y de amor. Pero será
motivo de gran regocijo espiritual el reconocer los vínculos
que os han unido siempre con Cristo Sacerdote y la partici­
pación que habéis tenido siempre de su Sacerdocio. En
efecto, en el día de vuestro bautismo recibisteis en ese sa­
cramento admirable, fuera de la gracia santificante que os
hizo hijas de Dios, templos de la Santísima Trinidad y here­
deras del cielo, el carácter sacramental que, como enseña
Santo Tomás de Aquino, "es una cierta participación del
Sacerdocio de Cristo derivada de El y que configura al al­
ma con Cristo Sacerdote". No debemos olvidar que Nues­
tro Señor vino al mundo para salvarlo con su Sacrificio
Sacerdotal del Calvario y para fundar una sociedad cultual,
la Iglesia, en la cual pudiésemos honrar y glorificar al Padre
en el ejercicio del culto establecido por Cristo Sacerdote,
llamado porM. Olier, "el gran religioso de Dios".

Cristo, Nuestro Señor, no sólo tributó a su Padre celestial


un culto perfectísimo, sino que además, instituyó un culto
nuevo y santísimo con el cual su Iglesia debía glorificar a
Dios. Porque Nuestro Señor es la cabeza de la Iglesia y el
autor y la causa de los ritos cultuales con que Ella debe
honrar al Padre. Ahora bien, si la Iglesia a la cual tenemos
la dicha de pertenecer es una Sociedad cultual que rinde

145
el culto verdadero recibido de su Esposo divino, es lógico í i ,i '|u<: da el carácter del bautismo es la menor pero es de
que todos los fieles reciban alguna participación del j uí.iM importancia. Es la menor porque los otros caracteres
Sacerdocio de Cristo para que así puedan ejecutar válida y ; iT iirrd o n a n al fiel en el estado cultual, ya que lo constitu­
cristianamente las acciones cultuales. ' yen en defensor de la fe o en ministro del culto. Pero es
iln (|iande importancia porque nos une con Cristo Sacer-
Ya el Apóstol San Pedro decía a los primeros cristianos: i ti ite, y por esta unión con El como Pontífice, reciben
"Vosotros sois el Sacerdocio real". (I Pe. 2, 5). Y san Juan mu sirás almas el derecho de participar también de los
escribe en su Apocalipsis que los bienaventurados le lin io s de este divino Sacerdocio, los cuales se nos comu-
dicen al Cordero en la Patria: "nos hicisteis Sacerdotes •mi .tn especialmente a través de los sacramentos. Elcarác-
para nuestro Dios". (Apocalipsis 5,5). Estas dos frases de ii'i bautismal que constituye al alma en su ser cultual, le
la Sagrada escritura que hablan del Sacerdocio que po­ k infiere una verdadera participación y configuración con
seen todos los fieles, no son una simple metáfora, sino i.n:,to Sacerdote, y la prepara para una participación y
encierran una profunda verdad que desafortunadamente figuración más plenas cuando recibe el carácter de la
ha sido muy poco estudiada, a pesar de que Santo Tomás i ontirmaciónoeldelorden.
la explica y demuestra con tanta claridad y de que los
teólogos repiten las enseñanzas del Doctor Angélico. Cor tanto, si ya desde el momento de vuestro bautismo
p.nticípasteis en alguna manera del Sacerdocio adorable
Según esta doctrina, todo carácter sacramental da al alma ite Jesús, en el momento de vuestra confirmación recibis­
que lo recibe una cierta participación del Sacerdocio de te is una nueva y mayor participación de ese Sacerdocio
Jesús y además configura el alma con el alma Sacerdotal bendito. Mediante este sacramento, el alma llega a ser
de Nuestro Señor. s o ld a d o de Cristo y recibe la misión oficial de defender y
extender la fe. Esta tarea es una actuación cultual más ele­
Cristo tiene un Sacerdocio sustancial y eterno mediante el v a d a y el alma queda capacitada para ejercerla por el carác­

cual glorifica infinitamente a su Padre y nos ha redimido. ter sacramental que entonces recibe. Este le da una parti­
Pero El, cuya caridad es infinita, y que ha querido enri­ cipación mayor del Sacerdocio de Cristo y configura más
quecernos con sus tesoros sobrenaturales, ha querido perfectamente al alma con Nuestro Señor como Pontífice,
darnos también a todos los que formamos parte de su l ’ensad con frecuencia en las riquezas de estos dos sacra­
Iglesia una participación de su Sacerdocio adorable. mentos y agradeced todo los días al Señor el beneficio de
haberlos recibido.
Este don tan sublime lo recibimos por primera vez en el
momento de nuestro bautismo. Y por eso debemos gozar I )ebéis saber también que el carácter sacramental, no sólo
al saber que desde el mismo instante en que fuimos he­ os da una participación del Sacerdocio de Cristo, sino que
chos miembros de la Iglesia, recibimos la participación del también os configura con el alma Sacerdotal de Jesús. Es­
sacerdocio de Nuestro Señor y que nunca la hemos per­ to es muy claro porque toda participación verdadera impli­
dido, ya que el carácter perdura en el alma, aún en el caso ca en quien la recibe la reproducción de alguna cualidad
de que tenga la desgracia de perder la gracia santificante del ser de quien dimana. El carbón que es introducido en
por el pecado mortal. el fuego participa de sus ardores y va adquiriendo una
configuración creciente con ese fuego. Lo mismo le su­
Esta participación del Sacerdocio de Jesús que da el carác­ cede al alma que recibe el carácter. Esta adquiere una
ter sacramental es distinta en los tres sacramentos, pero doble configuración con Cristo: en cuanto se le da como
todos dan alguna. una realidad espiritual que la consagra para el culto, la asi-

146
mila a Cristo en su ser sacerdotal; en cuanto mediante ese CARTA II
carácter el alma ejerce el culto verdadero, recibe una seme­
janza con Cristo en sus operaciones sacerdotales. SOBRE EL SACERDOCIO DE
NUESTRO SEÑOR
Esta doctrina que acabo de exponeros sintéticamente os
muestra cómo vuestra vocación de "Siervas de Cristo Sa­ Amadísimas Religiosas:
cerdote" es algo muy grande y sublime, y como vuestra vin­
culación con el Sacerdote adorable de Jesús debe servi­ (jui(;ro trataros, hoy, con la gracia del Señor, el tema bási-
ros de constante fuerza en vuestra vida de inmolación y de io de vuestra vida religiosa: la dignidad Sacerdotal de Cris-
sacrificio. La doctrina del carácter sacramental ilumina todo in nuestro adorable Redentor. Por una gracia especialí-
el sublime ideal de la Sierva y encierra un llamamiento con­ '.ima, que nunca sabréis agadecer debidamente, habéis si­
tinuo a la unión con este Pontífice eterno de las almas. La do llamadas a formar parte de una Congregación que tie-
configuración que produce en quien recibe el carácter sa­ ik ; por fin especial "Glorificar el Sacerdocio de Jesús .
cramental con el alma Sacerdotal de Nuestro Señor debe Vuestra misión es nobilísima y sublime y cadía debéis apre­
incitaros continuamente a copiar ese ejemplar divino que ciarla más.
el Padre ha puesto delante de vosotras. Vuestra vocación
de "Siervas de Cristo Sacerdote" queda así más nítida y fe­ 1'ero para poder llenar vuestro cometido, es menester que
cunda en gracias y llamamiento a la perfección. estudiéis todos los días ese Sacerdocio adorable, para
que el conocimiento de la grandeza, perfección y santidad
Si vuestras almas se proponen copiar los sentimientos Sa­ de vuestro Pontífice, alimente vuestro amor y os decida a
cerdotales de Jesús hallarán gran facilidad para correr por dedicar íntegramente vuestra vida a su culto y a su gloria.
tos caminos de la perfección. Pedid esta gracia todos los días y no ceséis de decirle al
Señor: "Que yo vea". "Envíame tu luz y tu verdad".
He suplicado a Nuestro Señor os haga comprender esta
doctrina que tanto puede animaros en la difícil tarea de vivir El Verbo de Dios se encarnó, ante todo, para ser Pontí­
plenamente y sin interrupciones vuestra vocación. fice. El fin de la Encarnación era la gloria de Dios mediante
la redención de la humanidad. Pero ésta, no podía conse­
Agradeced a este Pontífice eterno el que os haya enrique­ guirse, según los designios divinos, sino mediante un
cido con la participación de su Sacerdocio adorable y os sacrificio Sacerdotal, el de la Cruz. Por eso, en el Verbo
haya destinado a glorificarlo. Hoy más que nunca debéis Encarnadoi debemos considerar ante todo, su Sacerdo­
exclamar, "mi alma glorifica al Señor; aquí está la esclava cio y contemplarlo bajo el aspecto Sacerdotal en todos los
del Señor, hágase en mí según tu palabta". momentos y misterios de su vida.

Rogad por vuestro S.S. No hubo un solo instante en el cual el Verbo Encarnado
no fuese Sacerdote. Su consagración sacerdotal coinci­
Padre Alfonso de con el instante de la Encarnación. La naturaleza hu­
mana al ser asumida por la persona del Verbo recibió una
unción Sacerdotal sustancial que habría de durar siempre.

El seno purísimo de María, "la esclava del Señor", fue la es­


pléndida basílica, adornada y santificada por el Espíritu

148 149
Santo, en donde recibió su consagración sacerdotal nues­ Imin en El nos habla de su santidad, de su limpieza, de su
tro Pontífice. Así aparece ligada íntimamente nuestra Se­ mu»>r y de su entrega, a fin de que fijemos en El nuestras
ñora al Sacerdocio de Cristo. las y nos propongamos la tarea constante de purificar-
i i i i m i

iii r, | i.ua podernos acercara su Sacerdocio Santísimo.


Desde ese mismo instante dio comienzo nuestro Pontífice
a su oficio Sacerdotal. San Pablo nos relata las palabras i juicio rogaros que os penetréis bien de la importancia su-
. (|ue tiene para vosotras la pureza de corazón si deseáis
que entonces pronunció Jesús y que son el ofertorio más i m i

generoso de su vida: "los sacrificios antiguos no te agra­ verdaderas "Siervas de Cristo Sacerdote" y no queréis
daron, oh Dios. Me diste un cuerpo. He aquí que vengo a ,»-i »oner al fracaso vuestra altísima vocación.
hacer tu voluntad".
i ,i meditación profunda de la santidad y pureza de este
Meditad con frecuencia en esta actitud de Cristo, y todas i'iiniifice eterno, a cuya gloria os habéis dedicado, debe
las mañanas decidle a vuestro Padre: "me diste una voca­ ■.el un llamamiento constante a la perfección de vuestras
ción sublime; aquí me tienes, dispuesta a hacer tu volun­ vidas. No sólo debéis odiar el pecado mortal "que ni siquie-
tad Santísima". Desde ese momento Cristo Nuestro Se­ i.i se debe mencionar entre vosotras", sino que debéis
ñor pensó y obró siempre con criterio Sacerdotal. Sabía •,cr solícitas en evitar las faltas leves y en no tener afecto a
que su misión era Sacerdotal y el gran anhelo de su vida ninguna debilidad. La pureza de vuestros cuerpos y de
fue la inmolación del Calvario. vuestros corazones es indispensable para el desempeño
de vuesta misión Sacerdotal. Si vuestros corazones no
Pero uno de los temas principales de vuestra meditación y ■.olí limpios y están manchados con afectos ilícitos no
contemplación debe ser la santidad y perfección de vues­ •.ervís para la Comunidad. La cercanía del Sacerdocio de
tro Pontífice. Jesús exige de vosotras una gran limpieza de alma y una
generosidad a toda prueba. Recordad siempre las pala­
El autor de la Carta a los Hebreos nos hace una maravillosa bras de Jesús: "Bienaventurados los limpios de corazón
descripción de la pureza de Nuestro Señor, con estas porque verán a Dios". Solamente si sois puras recibiréis el
palabras: "porque tal Pontífice nos convenía, sin duda, a privilegio de ahondar en el mar del Sacerdocio de Jesucris­
nosotros: santo, inocente, incontaminado, separado de to y de entregaros sin limitación alguna a su gloria y su ser­
los pecadores y encumbrado por encima de los cielos, que vicio.
no tiene necesidad de ofrecer víctimas por los pecados
propios". Ved cómo multiplica los epítetos el autor de la
A su pureza infinita une este Pontífice un gran amor a las
Carta a los Hebreos para grabar bien en nosotros la idea de
almas. Con frecuencia debéis pensar en lo mucho que os
la pureza y santidad de Cristo Sacerdote. En verdad, Nues­
ama vuestro Pontífice. Jesús os ama con un amor Sacer­
tro Señor no comete la menor falta durante su vida. Ni aún
dotal. Esto quiere decir que su amor es 'puro, sincero, sa­
sus enemigos pueden echarle en cara un solo pecado.
crificado y constante. Sólo en el cielo comprenderéis
Por la unión hipostática y la visión beatífica de que disfru­
cuán grande y ardiente es su caridad.
taba desde la Encarnación, no podía pecar, su misión era
la de borrar el pecado y destruir su imperio. Con razón el
Bautista lo señaló con estas palabras: "He aquí el Cordero Decid con frecuencia las palabras de San Pablo: "me amó
de Dios que quita los pecados del mundo". Habréis nota­ y se entregó a la muerte por mí". Vuestro amor a Cristo Sa­
do con cuánta frecuencia se da a nuestro Pontífice en las cerdote no debe conocer límites y debe ser el alma de
Sagradas Escrituras el nombre de Cordero. Este título nos vuestra vida religiosa. "Quién no amará a quien así nos ha
recuerda su pureza infinita y la de su sacrificio.
150 151
, así como este Cordero es la gran lám para del cielo,
amado?". Pero es además fundamental para que os em­
mm también la luz de la C ongregación q ue ilum ine vues-
papéis del espíritu Sacerdotal de la comunidad, estar con­
vencidas de que las riquezas del Sacerdocio de Jesús son d.,., almas, las atraiga y las santifique.
infinitas y que todo lo que poseéis en el orden sobrena­
( Hati Siempre por la santificación de vuestro Afmo. en el
tural se lo debéis a su sacrificio. Cuando a lo largo de vues­
tra vida meditéis en la dicha de ser hijas de Dios, templos ', 1 'i'ior.
de la Trinidad Santísima, hermanas de Jesús y herederas Padre Alfonso.
del cielo, pensad que esos títulos nobilísimos los debéis al
Sacerdocio de Cristo. Cuando os sintáis felices por perte­
necer a la Iglesia y os alimentéis con el pan de los ángeles
o encontréis un preludio del cielo al permanecer en la com­
pañía del Señor Sacramentado, recordad que estos teso­
ros son frutos del Sacerdocio de Jesús.

Cuando descanséis como pequeñitas en los brazos mater­


nales de María o cuando os sintáis dominadas por la grati­
tud al pensar en vuestra vocación tan sublime, no olvidéis
que estos beneficios tan grandes son fruto del Sacerdocio
infinitamente rico de Nuestro Señor. Cuando penséis en
ese cielo que os espera y anheléis la unión íntima con
Cristo, recordad que gracias y gloria y todo lo que nos dig­
nifica, nos lo ha merecido El con su Sacerdocio adorable y
con su sacrificio de valor infinito.

Sabed también que en el Cielo es donde es perfectamen­


te glorificado vuestro Pontífice y que nuestro primer
encuentro en la Patria va a ser con El. Qué felicidad para
nosotros cuando al penetrar en la casa de nuestro Padre,
podamos postrarnos llenos de gratitud a los pies de
nuestro Sacerdote Eterno y decirle "nos redimiste con tu
sangre".

Por eso, vuestra vida de "Siervas de Cristo Sacerdote" tie­


ne mucho de celestial y debe ser plena.

Amadísimas religiosas: Estudiad a Cristo Sacerdote. Me­


ditad en su amor, en su santidad, en su grandeza, en los
frutos de su sacrificio y en la riqueza de su Sacerdocio para
que El sea el centro de vuestra vida y el alma de vuestras
almas.

153
CARTA III
viik) Sacerdocio. Este pacto tan ventajoso hecho en el
, 11.1 ()e la profesión y renovado diariamente, simplifica la vi-
COMO GLORIFICAREIS EL SACERDOCIO
ii.i y la satura de amor.
DE JESUS
i n tercer lugar la Sierva de Cristo Sacerdote debe pensar
Amadísimas Religiosas:
iieajente y amorosamente en El. Jesús Pontífice debe
-.m para ella el único tesoro y el centro de sus pensamien­
Con la gracia del Señor voy a exponeros la manera como
to:, y afectos, por El ha dejado padres y hogar, placeres y
debéis honrar ese Sacerdocio adorable de Cristo a cuya
comodidades, independencia y dichas mundanas. Lo
gloria habéis dedicado vuestra vida.
importante es que ella no permita que esas pequeñeses
mundanas que supo despreciar un día, vuelvan a ocupar
Ya en otra carta os dije que ese era vuestro ideal y que de-
un puesto en su corazón y opaquen la imagen del Señor,
biáis apreciarlo, amarlo y vivirlo. Pero creo que con frecuen­
i ste es el desastre de muchas almas religiosas; que no
cia os habéis planteado esta pregunta: cómo puedo llenar
•;i:a el vuestro.
mi ideal de Sierva de Cristo Sacerdote? Sé que mi vida
debe dedicarse a su gloria, pero cómo puede convertirla
i ’rocurad que las ocupaciones no os absorban. Conser­
en verdadera alabanza de gloria de ese Sacerdocio ben­
dito? vad fija en Jesús la mirada pura del alma. Aprended a
escucharle en medio del bullicio y a hablarle a través de
todas las circunstancias y situaciones. Oid, como dichas
Las Constituciones sintetizan así vuestro deber "La Con­
para vosotras constantemente, las palabras del Santo
gregación se propone como fin especial la glorificación del
I vangelio: "El Maestro está presente y te llama” . El no
sacerdocio de Jesús por la consagración a su culto y el
quiere que nadie ni nada ocupe su puesto en vuestros
servicio a los Obispos y Sacerdotes". Este programa de
corazones. El es el Señor y por tanto el dueño absoluto.
vida, tan sencillo en apariencia, exige una generosidad a
No quiere compartir con creatura el derecho que tiene a
toda prueba y una entrega total.
vuestra pertenencia total. Sabe darse como Dios, es decir
infinitamente, pero a quien se entrega sin reservas ni
Requisito indispensable para poder llenar esta vida de
limitaciones. Si las esposas de la tierra piensan en los se­
glorificación es la visión clara de la sublimidad de este
res amados constantemente, qué deberá decirse de voso­
divino Sacerdocio de Jesús. Esta a su vez no se logra sin
tras que habéis recibido la gran vocación de pertenecer
oración humilde y sin un estudio serio. Que ese Sacer­
sólo a Cristo Sacerdote? Pensad en El en la oración y en
docio adorable sea, pues, el tema frecuente de vuestra
el trabajo; en los momentos alegres y en los tristes; cuan­
meditación y contemplación y que diariamente crezca en
do tengáis tranquilidad o estéis acosadas por las preocupa­
vosotras el deseo de amarlo y hacerlo amar. Recordad las
ciones; de día y de noche. Que su recuerdo os colme y
palabras del apóstol: "mirad, hermanas, vuestra vocación".
que el pensamiento de la amorosa presencia de este
Pontífice llegue a constituir una obsesión para vosotras.
Es necesario en segundo lugar una donación generosa y
total a este Pontífice eterno, mediante una consagración
Mas esta glorificación del Sacerdocio de Jesús la realiza­
alegre y exclusiva a su gloria. Jesús quiere hacer con cada
réis especialmente con vuestra vida de amor. San Pablo
una de sus Siervas un pacto mediante el cual El se com­
escribe a los Efesios unas palabras que debéis grabar pro­
promete a velar por los intereses de cada una de ellas, con
fundamente en vuestras mentes: "hermanos: sed imita­
tal de que se dediquen a velar por los intereses de su di-
dores de Dios como hijos muy amados; y vivid en el amor,

154
155
así como Cristo nos amó y se ofreció a S í mismo a Dios por Nuestro Señor es un Sacerdote que vive actuando siem-
nosotros en oblación y hostia de olor sua vísimo |in: Sacerdotalmente. Esto lo hace en el cielo, en la Santa
Misa y en la Sagrada Eucaristía. No hay un solo instante
Imposible hallar una síntesis más completa de lo que debe en el cual nuestro Pontífice no esté dando gloria infinita a
ser vuestra vida. Si este divino sacerdote se inmoló por i >ios y comunicando su gracia a las almas. Qué lección
vosotras y se entregó como hostia por cada una de vues­ 11 i.'is sublime para sus Siervas.

tras almas y os dió así la mayor prueba de amor, no es justo


que viváis continuamente en el amor? Amad ese Sacer­
docio adorable con todas vuestras fuerzas. Amadlo siem­ i sta conducta Sacerdotal de Jesús debe serviros para
pre como lo amó María. Amadlo con locura, sin negarle . emprender la unión que debéis tener con los sentimien­
nada. Amadlo con generosidad, sin deteneros delante de tos pontificiales que El tiene siempre. Este pensamiento,
las dificultades. Amadlo con pureza, sin permitir que se ,1 la vez que sirve para llenaros de alegría, hace muy fecun­

mezclen lo humano y terreno en vuestra caridad. Amadlo da vuestra vida y en especial vuestra oración. Al acercaros
constantemente, sin paréntesis ni altibajos. Poned un em­ a El debéis pensar que su Sacerdocio os pertenece y que
peño constante en lograr que cada día de vuestra vida l l quiere alabar y glorificar a su Padre también en nombre
religiosa realice mejor el programa del Apóstol: "vivid en el de la humanidad. No olvidéis que Cristo os ha dado a
amor". participar de su Sacerdocio con el carácter sacramental y
que por tanto quiere que participéis también de sus actua­
Esta vida de unión con Jesús Pontífice y de amor a su Sa­ ciones sacerdotales. Este punto debéis meditarlo muy
cerdocio adorable hará que "seáis luz en el Señor" como profundamente porque es suficiente para iluminar toda
quiere San Pablo, y que gocéis de los frutos de la luz que una vida religiosa. Así comprenderéis cómo toda vuestra
el mismo Apóstol enumera: "la bondad, la justicia y la existencia de Siervas de Cristo Sacerdote debe sintetizar­
verdad". Ya habéis experimentado la luz celestial y extraor­ se en el "per ipsum et cum Ipso et in Ipso" de la Santa
dinaria que comunica al alma el Sacerdocio de Cristo cuan­ Misa. Al uniros a Cristo/ y al vivir en El daréis por su medio
do es conocido y amado. Seguramente si comparáis vues­ todo honor y toda gloria a la Trinidad Santísima.
tra vida actual con la pasada la encontraréis más luminosa y
más digna de una donación total. El Sacerdocio de Nues­
tro Señor lo ilumina todo y su conocimiento y amor enruta Glorificad finalmente este Sacerdocio bendito de Jesús
definitivamente a un alma. Estoy seguro de que si vues­ confiando plenamente en El y acudiendo a su amor Sa­
tros ojos han descubierto ya ese mundo sobrenatural de cerdotal en todos los momentos y circunstancias de la
su Sacerdocio, no anheláis sino amarlo y glorificarlo cons­ vida. Todos los caminos deben llevaros a Cristo Sacer­
tantemente. dote. En ningún momento debéis sentiros alejados de El.

Además, debéis glorificar el Sacerdocio de Nuestro Señor


uniéndoos a lo largo del día a sus sentimientos Sacerdo­ Os he dicho que en el cielo es donde se ve glorificado per­
tales. Sabéis muy bien que nuestro Pontífice no cesa de fectamente el Sacerdocio de Jesús. Ya llegará para noso­
dar gloria infinita a su Padre y de derramar sobre nosotros tros, con su gracia, ese momento tan deseado. Mientras
sus beneficios divinos. Vive siempre adorando a su Padre tanto, dediquemos la vida a esta tarea celestial. Ninguna
y dándole gracias por sus bondades. Sin cesar se ofrece manera mejor de preparar el cielo que esta. Pedid todos
por la humanidad y muestra sus llagas para aplacar la cólera los días por medio de Nuestra Señora la gracia de realizar
divina. Y a la vez ruega siempre por nosotros. Y es que vuestra sublime misión y de no omitir nada para lograr este

156 157

i
!
ideal. Así nada os faltará ni nada ambicionaréis. Jamás os CAUTA IV
veréis con las manos vacías ni en tinieblas. El Sacerdocio
de Jesús vale muy bien la pena de que nos consagremos SOBRE EL ALMA SACERDOTAL DE NUESTRO
alegre y totalmente a su gloria.
SEÑOR
Orad siempre por vuestro Afmo.
Ai i i . idísimas religiosas:

Padre Alfonso. Aiui(|(ie había pensado suspender las cartas para dedicar
ni tiempo que el Señor determine a la redacción de las
ii H■(litaciones, he sentido la necesidad de exponeros algo
tino creo es muy importante; y es la doctrina referente al
nima sacerdotal de Jesús. Vosotras habéis recibido una
vocación sublime cual es la de glorificar a lo largo de
vuestra vida religiosa el Sacerdocio divino de Cristo
Nuestro Señor. Hasta ahora hemos hablado mucho de
i’ND Sacerdocio y hemos meditado en su santidad, sus
Metimientos, su perfección, sus frutos, etc. Conviene
que ahora meditemos con más atención en el alma de
nuestro Pontífice ya que ella es parte tan principal de ese
'..icerdocio, y estudiemos la manera de honrar esa alma
■■antísima.

Ya sabéis que Nuestro Señor es Sacerdote en cuanto


hombre y que la naturaleza humana del Verbo Encarnado
recibió, mediante la unión hipostática, la unción sustancial
desde el primer momento de su existencia. Pero en el
hombre la parte principal es el alma. Luego en el Sacerdo­
cio de Nuestro Señor su alma santísima ocupa un gran
lugar y merece, por consiguiente, un culto especial y los
homenajes, más fervientes de la Congregación. Debe­
mos, por tanto, estudiar detenidamente lo que significan
(¡stas palabras "alma sacerdotal de Jesús", y penetrarnos
bien del puesto que ocupa esta alma santísima en el Sacer­
docio de nuestro Pontífice.

rodos los pensamientos, los afectos, las alabanzas, las


súplicas, las reparaciones y demás actuaciones sacerdota­
les de Cristo Nuestro Señor salieron de su alma bendita.
Al ser creada en el instante mismo de la Encarnación
recibió la consagración pontifical y se ofreció total y genero­
samente al Padre con el "Ecce venio" de que nos habla el

158
159
J
Apóstol. Desde ese instante no ha cesado de pensar sa* l ’rio la preocupación de vuestras almas por imitar las virtu-
cerdotalmente, de amar y glorificar sacerdotalmente, de .ir', del alma Sacerdotal de Cristo Nuestro Señor debe ser
orar y de reparar sacerdotalmente. Pensemos frecuentQ- ! 0 1 isiante a lo largo de vuestra vida religiosa. El alma de
mente en esta gran verdad: los sentimientos que tuvo 0 I •i.'mis es el más perfecto ejemplar que pueda presentarse
alma sacerdotal de Jesús desde el primer momento, los <1 una religiosa. San Juan nos dice: "Lo vimos... lleno de
conservó siempre y los tiene ahora, tanto en el altar como di.icia y de verdad". En efecto, cuando en el instante de la
en el Sagrario y en el Cielo. Por tanto, vosotras debéis uni­ l ncarnación fue creada el alma adorable de nuestro
ros siempre a esos sentimientos y disposiciones sacerdota­ pontífice fue enriquecida por el divino Espíritu con la
les del alma de Jesús para agradar así al Padre. Ya no os plenitud de la gracia y adornada con todas las virtudes en
sentiréis pobres, ni ignorantes, ni incapaces. Al uniros a I el grado más perfecto. El alma sacerdotal de Jesús es la
las actuaciones del alma sacerdotal del Señor os sentiréis i obra maestra de Dios. No podemos concebir una creatura
ricas con sus tesoros y poderosas con la omnipotencia de más perfecta que esta. Pensad en las distintas virtudes y
sus ruegos. | i.is encontraréis en el alma santísima de nuestro Maestro
j
en el grado más sublime.
El alma que encuentra esta mina no necesita más para enri- ]
quecerse pronto. Alma sacerdotal de Jesús, bendita seas! j Mas hay algo que debe consolaros y animaros mucho y es
el saber que tales virtudes están en el alma de Cristo
En el alma sacerdotal de Cristo debéis considerar siempre ¡ Sacerdote, no sólo para que nos sirvan de modelo, sino
primero sus disposiciones y segundo sus virtudes. Las prí- ? para que podamos participar de ellas a medida que nos
meras para uniros a ellas, y las segundas para procurar i unamos con El. Nuestro Pontífice es además de ejem­
imitarlas a lo largo de vuestra vida en cuanto os sea posi- j plar, causa de nuestra santificación.
ble. Con frecuencia debéis meditar en las disposiciones y '<
sentimientos sacerdotales del alma de nuestro Pontífice. ] Os dais cuenta entonces de la gran felicidad que debéis
No ha cesado desde su creación de amar, alabar y glorificar j experimentar al saber que esta alma santísima viene a
a su Padre. 'Yo honro a mi Padre” dijo Jesús en cierta oca- ■ vosotras en el momento de la sagrada comunión? Se pue­
sión. Junto al Pozo de Jacob exclamó: "mi alimento es ‘ de pensar en una unión más íntima con el alma de nuestro
hacer la voluntad de mi Padre". En el discurso de la Cena i Pontífice que ésta que se realiza en ese momento celes­
pudo decir: "Padre, te he glorificado sobre la tierra". Feliz ' tial cuando El mora en nosotros y nosotros moramos en
la Sierva que pueda emplear parecidas palabras. Esto lo El? Oh instante verdaderamente celestial éste cuando
lograra cuando haya copiado alguna de esas disposiciones > podemos disfrutar de la amorosa presencia y de las rique­
santísimas del alma de Nuestro Señor y cuando de veras zas infinitas de nuestro Sacerdote eterno!...
se una a ellas. ‘
Para la Sierva que se penetra de estas verdades el tiempo
Hay un punto en el cual debéis ahondar mucho y es el de de la acción de gracias se vuelve muy provechoso y fecun­
la unión de vuestras voluntades con la dulcísima y amoro- do. Al saber que mora en ella verdadera y realmente el
rísíma de Dios, a imitación de la que tuvo siempre el alma alma sacerdotal de Jesús saboreará más que nunca la
de Jesús. Recordad las palabras que pronunció en el grandeza de su misión sacerdotal, y llena de confianza, ex­
Huerto: "no se haga mi voluntad sino la tuya". Este aco­ clamará: "alma sacerdotal de Jesús, santifícame, enriqué­
plamiento constituye la mayor perfección. Quien logra no ceme, transfórmame...
tener otro querer que el divino está en posesión de Dios y Cada día pondrá más cuidado en el estudio de las virtudes
de sus tesoros infinitos. que adornan esa alma santísima, especialmente en el de

160 161
aquellas que le hacen falta o en las cuales se siente más CARTA V
débil, y se afanará luego para adquirirlas y perfeccionarlas.
Delante de ellas se dilatará el horizonte infinito de la san­ EL SACERDOCIO DE NUESTRO SEÑOR Y
tidad de Cristo Sacerdote y sentirá grandes deseos de pro­ NUESTRA FILIACION DIVINA
gresar y unirse íntimamente con El.
Amadísimas religiosas:
No os parece que se abre aquí un gran campo para la Con­
gregación? No veis que se trata de una mina riquísima que uuiero trataros hoy, con la gracia del Señor, un punto doc-
debéis empezar a explotar inmediatamente? innario que iluminará más vuestro ideal sacerdotal y abrirá
un nuevo campo a vuestra vida religiosa que habéis
No os habrá elegido el Señor para que forméis la primera dedicado a la glorificación del Sacerdocio de Jesús. Se
Comunidad que se dedique a glorificar su alma sacerdotal? irata de lo que debe significar para vosotras el título de "hi­
las de Dios", y su relación con vuestra misión de "Siervas
Pedidle con fervor y humildad que os descubra y muestra de Cristo Sacerdote".
ese templo santísimo de la divinidad y os permita morar allí.
Os he dicho más de una vez que el "Sacerdocio de Nues­
Suplicad a María, vuestra Madre, os muestre algo siquiera tro Señor es un sol que ilumina todo el mundo de lo sobre­
de la belleza y santidad que se encuentran en esa alma sa­ natural"; debe, por tanto, iluminar en vosotras esta verdad
cerdotal y rogadle os alcance la gracia de glorificarla siem­ tan sublime y consoladora de vuestra filiación divina.
pre.
Quiero que meditéis, en primer lugar, cuán íntimamente
No ceséis de repetir: "Alma sacerdotal de mi Jesús, que te unidos aparecen siempre en Nuestro Señor estos títulos
conozca y que te ame! Alma sacerdotal de mi Jesús, que de "Hijo y Pontífice", y cuán inseparables aparecen sus
te glorifique siempre. Alma sacerdotal de mi Jesús, san­ sentimientos filiales y sacerdotales. El autor de la Carta a
tifícame y sálvame". los Hebreos une estos títulos y los pone simultáneamente
en labios del Padre cuando se dirige a Jesús: "Cristo no
Pedid también esta gracia para vuestro afmo. se arrogó la gloria de hacerse Pontífice; sino que se la dio
el que le dijo: "Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy".
Padre Alfonso. Al modo que también en otro lugar dice: "Tú eres Sacer­
dote eternamente según el orden de Melquisedec".
(Hebr. 5, 5 y 6). El mismo autor de la Carta a los Hebreos
nos narra un poco después, cómo en el momento de la
consagración Sacerdotal de Jesús en el instante de la
Encarnación, el alma Sacerdotal del Verbo humanado se
dirigió filialmente a su Padre con estas Palabras: "Padre,
tú no has querio sacrificio ni ofrenda, más a mí me has
apropiado un cuerpo. Entonces dije: Héme aquí que
vengo a hacer, oh Dios tu voluntad". (Hebr. 10, 6-7).

Y cuando llega el momento de realizar en la Cruz el sacri­


ficio de su vida con el cual ha de redimirnos y de glorificar

162 163
infinitamente a Dios se dirige a su Padre para entregarle su ( -liando, pues a lo largo de vuestra vida penséis en lo que
alma sacerdotal: "Padre, en tus manos encomiendo mi es­ significa ser "hijos de Dios" y os alegréis con el pensa­
píritu". miento de vuestra filiación adoptiva, recordad que esta gra­
cia la debéis a vuestro Pontífice que os ha redimido y que
Cuando leáis el Santo Evangelio, mirad con cuánta fre­ os dio en el momento de vuestro bautismo, junto con la
cuencia aparecen esos sentimientos filiales del alma sacer­ participación de su sacerdocio, el título de hijas de Dios,
dotal de Jesús. Cuando lo encuentran sus padres en el i os dos efectos del bautismo son la gracia santificante y el
Templo, junto al pozo de Jacob, en la última Cena y en la carácter sacramental. La gracia tiene como primer efecto la
mañana misma de la resurrección. Meditad en el signifi­ filiación divina y el carácter sacramental nos da cierta partici­
cado de estas frases: pación del Sacerdocio de Cristo. Ved cómo estas dos
grandes realidades sobrenaturales son fruto del Sacer­
"No sabíais que debo estar en las cosas que son de mi Pa­ docio de Nuestro Señor y están íntimamente lig a d a s por
dre?". su voluntad santísima. Cómo ilumina todo el S a c e rd o c io
de Jesús!
"Mi alimento es hacer la voluntad de mi Padre".
Quiero ahora, que después de haber visto iluminada por el
"Padre, te he glorificado sobre la tierra. He consumado la Sacerdocio de Cristo vuestra filiación divina, la estudiéis
obra que me encomendaste". diariamente para que la améis y os hagáis dignas de vt¡!es'
tro título de hijas de Dios. Dios no se contentó con haber­
"Voy a mi Padre y vuestro Padre". nos creado. Quiso en su bondad infinita e le v a r n o s al
orden sobrenatural y hacernos sus hijos por la gracia. No
"Cuando oréis decid. Padre nuestro que estás en los cie­ se contentó con ser nuestro Señor, sino que q uiso ser
los". también nuestro Padre. Por eso nos dice San J u a n en su
primera epístola: "en esto se demostró la caridad de Dios
Os he dicho también repetidas veces que todo cuanto te­ hacia nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al
nemos en el orden de la gracia lo debemos al Sacerdocio mundo para que tengamos la vida por El". (3 ,8 ). Y como
de Cristo, cuyas riquezas son llamadas "investigables" por el mismo Apóstol enseña no se trata de un me ro *ltul0’
San Pablo (Ef.3,8). sino de una profunda realidad sobrenatural: "Mirad qué
amor hacia nosotros ha tenido el Padre, q u e r i e n d o que
Pues bien, entre los grandes beneficios que nos ha mere­ nos llamemos hijos de Dios y lo seamos en efecto"- (3 ’ ')■
cido nuestro Pontífice con su sacrificio está el habernos da­
do la filiación adoptiva al comunicarnos la gracia santifi­ Por tanto cuando al dirigirnos al cielo con la o r a c i ó n que
cante. Oigamos lo que nos dice San Juan en el prólogo compuso nuestro Pontífice, digamos: "Padre nuestro ,
de su Evangelio: "A todos los que le recibieron dióles po­ pensemos en el infinito amor de nuestro Dios y agradez­
der de llegar a ser hijos de Dios". Y a San Pablo que en su cámosle el que nos haya hecho sus hijos al d a rn o s su vida
epístola a los Gálatas, escribe: "mas cumplido que fue el por la gracia.
tiempo, envió Dios a su Hijo, formado de una mujer, para
redimir a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibié­ Para la Sierva de Cristo Sacerdote debe ser m o tiv o de con­
semos la adopción de hijos". Y por cuanto sois hijos de tinua y profunda alegría el pensamiento de que e s hija de
Dios”... (Cap. 4,4). Dios y que debe acercarse a el con s e n tim ie n to s filiales.
Cristo Sacerdote la guía y lleva al Padre y ora y lo ama por
ella.
164 165
El pensamiento de vuestra filiación divina, además de rego­ l>or medio de la Santísima Virgen, os conceda abundan­
cijaros, debe serviros para llevar una vida santa como co­ temente el don de sabiduría que os permita saborear
rresponde a hijas de Dios. vuestro título de hijas de Dios, y el de piedad para que os
acerquéis siempre al Padre con sentimientos verdade­
San Juan escribe en su primera Epístola: "Todo aquel que ramente filiales.
nació de Dios, no hace pecado, porque la semilla de Dios
(la gracia santificante) mora en él, y no puede pecar porque liecordad las palabras de San Pablo que os comenté en
es hijo de Dios". (3,9). Debéis por eso, procurar alejar de otra ocasión "obrad, pues, como hijas de la luz". Si el
vuestras almas todo lo que sea pecado y observar siempre Sumo Sacerdote os revela estas verdades tan sublimes y
una conducta digna de vuestra filiación adoptiva. No deje­ consoladoras es para que obréis de acuerdo con ellas y os
mos de saborear y rumiar estas palabras de San Pablo: entreguéis plenamente a la realización de vuestro ideal
"Bendito sea el Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo, sacerdotal.
que nos ha colmado en Cristo de toda suerte de bendi­
ciones espirituales del cielo; así como por El mismo nos Pedid esta gracia para vuestro S.S.
escogió antes de la creación del mundo para ser santos y
sin mácula en su presencia por la caridad, habiéndonos Padre Alfonso.
predestinado a ser hijos suyos adoptivos por Jesucristo a
gloria suya, por un puro efecto de su voluntad". (Efes. I, 3-
5).

Fruto también del conocimiento de la filiación divina debe


ser la confianza ilimitada en el amor del Padre. Oigamos de
nuevo a San Pablo: "no habéis recibido el espíritu de ser­
vidumbre para obrar por temor, sino que habéis recibido el
espíritu de adopción de hijos, en virtud del cual clamamos:
Abba, Padre. Y el mismo espíritu está dando testimonio
en nosotros de que somos hijos de Dios. Y siendo hijos,
somos también herederos; herederos de Dios, y cohere­
deros con Cristo". (Rom. 8,14-18).

¿Podréis, entonces, dudar alguna vez del amor de vuestro


Padre? Podréis, algún día, añorar goces mundanos, des­
pués de saborear lo que significa ser hijas de Dios? Po­
dréis desear bienes terrenos, al saber que tenéis derecho,
como hijas de Dios, a poseerlo en herencia eterna?

Estoy seguro de que el mejor conocimiento y aprecio de


vuestra filiación divina, iluminada como está con la luz del
Sacerdocio de Cristo, os va a servir para comprender mejor
vuestro sublime ideal de "Siervas de Cristo Sacerdote" y va
a iluminar mejor vuestra misión. Pedidle al divino Espíritu,

166 167
CARTA VI l>onde al divino Espíritu ser el heraldo de esa doctrina y el
<jiorificador de ese Sacerdocio bendito. Habíais pensado
EL ESPIRITU SANTO COMO GLORIFICADOR DE rn algo más sublime? No os sentís ahora felices al ver que
CRISTO SACERDOTE vuestra misión en la Iglesia tiene nexos tan íntimos con
esta del divino Espíritu?
Quiero hoy, amadísimas religiosas, exponeros algunas
ideas referentes al papel que debe desempeñar la 11 Espíritu Santo quiere sin duda alguna glorificar en esta
devoción al Espíritu Santo en vuestra vida religiosa, Apoca el Sacerdocio de Jesús. Por todas partes se siente
dedicada como está a la glorificación del Sacerdocio de el soplo divino de este nuevo Pentecostés. Lo que su­
Jesús. cede en vuestras almas afortunadas, sucede en muchas
otras. Estamos en la aurora del gran día sacerdotal. El sol
Vuelvo a insistiros sobre la unidad que debe guardar vues­ del Sacerdocio de Jesús empieza ya a irradiar su luz y a co­
tra doctrina sobre el Sacerdocio de Nuestro Señor. Lo municar su calor.
que más consuela y alegra es el ver la luz que ella derrama
sobre todos los dogmas. No se trata de algo aislado en el Quien es el autor de esta maravillosa epifanía? El Espíritu
depósito de la revelación, sino del eje sobre el cual giran Santo que es el encargado de la glorificación de Nuestro
todas esas verdades que alimentan nuestra vida espiritual. Pontífice anunciada públicamente por el Padre en aquella
Es, por tanto, muy importante que meditéis en el puesto voz que vino del cielo y que oyeron muchos: "Le glo­
importantísimo que debe ocupar en vuestra espiritualidad rifiqué y de nuevo le glorificaré". (Jn. 12,27).
el amor al divino Espíritu y la generosidad con que debéis
seguir sus inspiraciones. Pensad, pues, que este divino Espíritu quiere realizar esta
glorificación del Sacerdocio de Nuestro Señor en la Co­
munidad y en cada una de nuestras almas. Si sois atentas
Lo primero que quiero que meditéis detenidamente es a su voz y sabéis escucharle, veréis cómo crece en vues­
que el Espíritu Santo es el glorificador de Jesús y por tan­ tras inteligencias la luz y cómo se inflaman vuestros cora­
to de su sacerdocio. Para vosotras que tenéis esa sublime zones en el amor al Pontífice divino.
misión de glorificar con vuestra vida religiosa ese sacerdo­
cio adorable, debe ser motivo de profunda alegría saber Cómo desempeñará en vosotras ese oficio de glorificador
que el divino Espíritu es quien realiza este ideal a la perfec­ de Cristo Sacerdote el espíritu Santo?
ción.
18 Enseñándoos a conocer, cada día mejor, las riquezas
Nuestro Pontífice dijo a sus Apóstoles, poco antes de mo­ inconmesurables de ese Sacerdocio adorable.
rir: "Cuando venga el Espíritu de verdad, él os enseñará
todas las verdades... El me glorificará, porque recibirá de lo Recordad lo que dice Jesús de ese divino Espíritu: "Cuan­
mío y os lo anunciará. Todo lo que tiene el Padre es mío; do venga el Espíritu de verdad, él os enseñará todas las
por eso he dicho que recibirá de lo mío, y os lo anunciará" verdades". El es gran Maestro del alma. Los Apóstoles, a
(Jn. 14,16). pesar de haber estado varios años en la escuela de Nues­
tro Señor, aprendieron muy poco. Fue necesario que vi­
Como veis, estas palabras de Nuestro Señor nos enseñan niese el divino Espíritu e iluminase sus almas en la mañana
que el Espíritu Santo tiene la misión de glorificar a Cristo, y de Pentecostés para que pudiesen apreciar y saborear las
como en El el sacerdocio ocupa un puesto central, corres- bellezas de la revelación.

168 169
Lo mismo sucederá con cada una de vosotras si llamáis No olvidéis que la santificación de un alma es un himno
con insistencia a este Espíritu de verdad para que os adoc­ (|ue glorifica eternamente el Sacerdocio de Jesús porque
trine y guíe. todas las gracias son fruto de su sacrificio. El no solamen­
te da la vida, sino que es la vida. Todos recibimos de su
Entre sus dones maravillosos con los cuales enriquece a plenitud y llegamos al Padre por El. Es la cabeza del cuer­
las almas está el de inteligencia que, perfecciona la fe y po místico y la luz que nos ilumina a todos. Pero todas es­
nos da un gran conocimiento de las verdades reveladas, tas actuaciones redentoras de Nuestro Señor son Sacer­
pensad en lo que verá una persona enriquecida con este dotales. Si no fuese por su sacrificio sacerdotal nada ten­
don. Todo el mundo del Sacerdocio adorable de Jesús dríamos.
aparecerá lleno de Claridad y de hermosura y con esa Pero es el Espíritu Santo quien realiza la perfección de las
unidad que todo lo fortalece y consolida. La que carezca almas. Viene a ellas con la gracia santificante y se convier­
de este don oirá hablar de estas verdades en un idioma te en el "dulce huésped". Mas allí no está ocioso. Trabaja
desconocido y jamás se sentirá subyugada por su luz y su constantemente.
hermosura. Pedidle constantemente a este divino Espí­
ritu que os envíe su luz y su verdad para que conozcáis, lo Cuando encuentra almas dóciles a su voz y generosas, las
mejor ¡posible, la doctrina del Sacerdocio de Nuestro lleva de claridad en claridad y las colma de dones y bendi­
Señor y os sintáis plenas interiormente. Sólo así podréis ciones . Las santifica a pesar de sus miserias y defectos.
entregaros totalmente al cumplimiento de vuestra misión San Pablo nos dice: "Además el Espíritu ayuda a nuestra
de "Siervas de Cristo Sacerdote". flaqueza: pues no sabiendo siquiera qué hemos de pedir
en nuestras oraciones, ni cómo conviene hacerlo, el mis­
29 Dando testimonio en vuestras almas de que sois hijas mo Espíritu hace nuestras peticiones con gemidos que
de Dios y Siervas de Cristo Sacerdote. son inenarrables". (Rom. 8, 26). Habíais ¡meditado alguna
vez en estas palabras tan consoladoras?
Es San Pablo quien nos dice que el Espíritu Santo es el he­ Os dais, ahora, cuenta de lo que quiere hacer el Espíritu
raldo de nuestra adopción divina. Oigamos lo que escribe Santo en sus Siervas? Podréis desconfiar de vuestra santi­
a los romanos: "porque el mismo Espíritu está dando tes­ ficación si sois generosas?
timonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios". Cómo deseo, amadísimas religiosas, que esta carta os sir­
(Cap. VII). En efecto, con su don de piedad nos hace sa­ va para conocer mejor al Espíritu Santo y os lo muestre
borear la delicia inefable de nuestra filiación adoptiva y como glorificador de Cristo Sacerdote!
pone en nosotros esos sentimientos filiales que producen
el convencimiento de que podemos llamar Padre a nues­ Espero que El sabrá haceros comprender lo que no alcan­
tro Dios. zó sino a balbucir y os hará penetrar en esa Sancta Sanc-
torum del sacerdocio de Nuestro Señor a cuya gloria ha­
Lo mismo hace y hará este divino Espíritu en relación con béis dedicado vuestras vidas.
vuestra participación del Sacerdocio de Jesús por el carác­ Rogad diariamente a este divino Espíritu que glorifique el
ter y con vuestra misión sacerdotal. El irá mostrando a Sacerdocio de Jesús en vuestras almas, en la Congre­
vuestras almas las riquezas inconmensurables de ese divi­
gación y en toda la Iglesia.
no sacerdocio y os hará saborear deliciosamente vuestra
sublime vocación.
Pedid también esta gracia para vuestro afmo.
3S Glorificará también este divino Espíritu a nuestro Pon­ Padre Alfonso.
tífice en vosotras santificando vuestras almas.

170 171
CARTA VII ( nsto". En efecto, mediante esta devoción, honramos el
i .orazón de carne de Nuestro Señor en cuanto que él sim­
SOBRE LA DEVOCION AL CORAZON boliza el amor ardentísimo con que nos ha amado, y glorifi-
SACERDOTAL DE JESUS i , unos esta caridad infinita”.

Amadísimas religiosas: Nuestro Señor quiso abrirnos este asilo seguro y amoroso
de su divino Corazón al permitir que la lanza del soldado
Con motivo de la festividad del Sagrado Corazón de Jesús msgase su pecho y atravesase su Corazón. Después de
que se aproxima, quiero escribiros esta carta para enfocar habernos dado todos los tesoros de su sangre quiso
esa gran devoción bajo el punto de vista sacerdotal. darnos el cofre en donde habían estado! Por eso voso­
tras debéis profesar una devoción verdadera al Sagrado
Va sabéis cuán grande es la importancia que da la Santa Corazón y debéis encontrar en ella uno de los medios más
Iglesia a la devoción al Sagrado Corazón y cómo los roma­ lecundos para vuestra santificación.
nos Pontífices en especial desde Pío IX, no cesan de re­
calcar a los fieles los grandes beneficios que produce la Mas no creáis que esta devoción os va a apartar de vuestro
entrega a este Corazón divino. Han puesto los Vicarios de ideal de Siervas de Cristo Sacerdote. Al contrario, ya a
Cristo la mayor confianza en esta devoción y han consa­ serviros para conocer y apreciar mejor a vuestro Pontífice,
grado el género humano al amor de este Corazón divino. al saber que se trata de honrar ese Corazón Sacerdotal
No cabe duda de que Nuestro Señor ha querido que sea que tanto os ama y a cuya gloria habéis dedicado vuestras
honrado su Sagrado Corazón y en distintas épocas ha vidas.
suscitado para ello almas generosas y llenas de celo.
Santa Margarita María, San Juan Eudes, el beato de la Co- En efecto, el Corazón divino a quien debéis honrar, servir
lombiere y muchos otros han dedicado sus vidas a exten­ y amar es el de Cristo Sacerdote.
der en las almas el reinado de este corazón divino.
Por eso vuestra devoción debe dirigirse al Corazón Sacer­
No cabe duda tampoco de que muchas almas han encon­ dotal de Jesús, y de esa manera, será riquísima en luces y
trado en esta devoción un camino seguro y rápido para gracias para vuestras almas.
llegar a la perfección y de que son tantas las gracias que
concede el Sagrado Corazón a quienes lo aman que con Pensad que el Corazón de Nuestro Señor recibió la un­
razón se ha dicho que vivimos ahora en una economía es­ ción sacerdotal en el momento de la Encarnación por la
pecial de gracias, la del divino Corazón. unión hipostática y que desde ese momento empezó a
amamos con amor sacerdotal. Ya os expuse en otra oca­
Por qué ha querido Nuestro Señor extender la devoción a sión lo que significan esas palabras "amor sacerdotal”.
su Corazón Santísimo? Porque esta práctica recuerda al
mundo su infinita caridad y es muy útil para encender los Jesús ha amado al Padre y nos ha amado a nosotros siem­
corazones de los hombres en el fuego de su amor. pre con amor sacerdotal. Recordad que el no ha cesado
de ser Pontífice. Que siempre actúa como tal, y como su
S.S. León XIII dice en su Encíclica "Annum Sacrum” por vida ha sido amar, su amor ha sido siempre sacerdotal.
medio de la cual consagró el género humano al Sagrado
Corazón en 1899, lo siguiente: "En el Sagrado Corazón Por tanto al honrar y glorificar la caridad de Cristo mediante
se encierra el símbolo y expresión de la infinita caridad de la devoción a su Sagrado Corazón, debemos glorificar su

173
amor sacerdotal mediante la devoción a su Corazón sacer­ sacerdote ofrece a Dios en nombre de la humanidad, y a la
dotal. Hilo tenemos derecho de vinculamos por la participación
(|! i, ■hemos recibido del Sacerdocio de Cristo.
Enfocada así esta gran devoción debéis empeñaros en vi­
virla de la manera más perfecta y explotarla para vuestra i *io XI nos enseña en su citada Encíclica que debemos
santificación. unirnos al sacrificio Eucarístico de nuestro Pontífice para
lino nuestra reparación sea eficaz. Grabad bien estas pala-
Debéis poner gran entusiasmo, primero, en consagraros hias en vuestra memoria: "Debe unirse con este augustí-
totalmente a este divino corazón según lo enseña S. S. .11110 sacrificio eucarístico la inmolación de los ministros y

Pío XI en su Encíclica "Miserentissimus" con estas pala­ de los fieles para que también se ofrezcan como "hostias
bras: "En todo cuanto atañe al culto del Sacratísimo Cora­ vivas, santas, agradables a Dios".
zón, descuella la piadosa y memorable consagración con
que nos ofrecemos al Corazón divino de Jesús con todas "Por ello nos amonesta San Pablo que "llevando en nues-
nuestras cosas, reconociéndolas como recibidas de la eter­ 11 o cuerpo la mortificación de Cristo", no solamente a

na bondad de Dios”. '.emejanza de su muerte crucifiquemos nuestra carne,


ino que "en nuestros cuerpos se manifieste la vida de Je­
Ya habéis hecho esta consagración a Cristo Sacerdote a sús”, y, hechos partícipes de su eterno Sacerdocio, "ofrez­
cuya gloria habéis dedicado vuestras vidas. Lo urgente es camos dones y sacrif icios por los pecados".
que la actualicéis y la viváis. Que todo lo vuestro perte­
nezca realmente al Corazón divino por una entrega amo­ "Ni solamente gozan de la participación de este misterioso
rosa y sin limitaciones. Si hacéis esto podéis estar seguras sacerdocio, de este deber de satisfacer y sacrificar aque­
de llegar a la perfección. llos de quienes Nuestro Señor Jesucristo se sirve para
De esta consagración se desprende espontáneamente el ofrecer a Dios la oblación inmaculada, sino que toda la grey
deber de la reparación como lo enseña Pío XI en su men­ cristiana, llamada con razón por el Príncipe de los Após­
cionada Encíclica. toles "linaje escogido, real sacerdocio" debe ofrecer por
sí por todo el género humano sacrificios por los pecados".
En efecto es imposible amar a este Corazón sacerdotal de
Cristo y permanecer insensibles frente a los innumerables No gozáis mucho al oír de labios del mismo romano Pontí­
pecados de la humanidad. Meditemos en estas palabras fice la doctrina de vuestra participación sacerdotal y de
del gran Pontífice: "Pecadores como somos todos, no he­ vuestra inmolación que os he comentado tantas veces?
mos de limitarnos a honrar a nuestro Dios con sólo aquel Bendito sea el Señor por tantos beneficios!
culto con que adoramos a su divina Majestad, o reconoce­
mos suplicantes su absoluto dominio, o alabamos su Creo que estas ideas podrán orientaros en vuestra devo­
largueza infinita; sino que, además de esto, es necesario ción al Corazón Sacerdotal de Nuestro Señor y os servirán
satisfacer a Dios, Juez justísimo, "por nuestros innume­ para uniros más íntimamente con vuestro Pontífice que os
rables pecados, ofensas y negligencias". A la consagra­ ama con caridad infinita y para avivar en vuestras almas los
ción, pues, con que nos ofrecemos a Dios, ha de añadirse sentimientos de reparación.
la expiación con que totalmente se extingan los pecados".
Recordad siempre que este Pontífice divino ha querido
Afortunadamente este deber de la reparación podemos abrirnos un asilo seguro en la llaga de su Corazón y que allí
cumplirlo muy bien uniéndonos a la expiación que Cristo podemos descansar y refugiarnos. Acudid siempre a este

174 175
Corazón Sacerdotal con confianza ilimitada y jamás dudéis CARTA VIII
del amor que El os profesa.
DE COMO EL PADRE CELESTIAL QUIERE
S h lT n,e conforme a 1 0 que nos dice San Pablo1 GLORIFICAR A CRISTO SACERDOTE
rnn t o l ra!CeS la Caridad para ^ ue P°dáis comprender
con todos los santos cuál sea la anchura, la largura la alte- Amadísimas religiosas:
amnrPH0J Ur dl(! ad de 8Ste mis,erio V conocer también aquel
n ,T e ? , que sobrePuja a todo conocimiento para Quiero expresaros, hoy, con la gracia del Señor un punto
que seáis plenamente colmadas de Dios". (Efes. 3 ).
que creo sea muy importante para cimentar nuestra espiri­
tualidad y para iluminar mejor vuestro ideal de "Siervas de
Y orad siempre por vuestro afmo. en el Señor.
Cristo Sacerdote". Se trata de mostraros cómo el Padre
Celestial quiere glorificar a nuestro Pontífice Divino.
Padre Alfonso.
En efecto, la lectura del Santo Evangelio nos descubre
esa verdad tan consoladora y tan importante. Leed con
atención los textos que voy a transcribiros.

En el capítulo octavo del Evangelio de San Juan encon­


tramos estas palabras de Nuestro Sumo y Eterno Sacer­
dote: "Yo no busco mi gloria; otro hay que la promueve y
El me vindicará" (8,50).

"Si yo me glorifico a mí mismo, mi gloria no vale nada; es mi


Padre el que me glorifica" (8,54).

El mismo Padre Celestial se encargó de comunicar des­


pués esta su voluntad santísima. El mismo San Juan nos
dice que estando un día Nuestro Señor en Jerusalén dijo
a Felipe y Andrés estas palabras: "Venida es la hora en
que debe ser glorificado el Hijo del Hombre". ”Oh Padre,
glorifica tu nombre”. Al momento se oyó esta voz del cie­
lo: "Le he glorificado ya y le glorificaré todavía más". (Juan
12,28).

Estas solas palabras son suficientes para convercernos de


los designios que tiene el Padre respecto a Jesucristo, Su­
mo y EternoSacerdote. En verdad que ya en dos ocasio­
nes había glorificado públicamente a Jesús. Cuando éste
salió de las aguas del Jordán y en el monte de la Transfi­
guración. Entonces había dejado oír su voz con estas pa­
labras: "Este es mi Hijo muy amado en quien tengo mis

176
177
complacencias. Escuchadle". Pero la gran glorificación se.
na después de su muerte cuando resucitase de entre los iinó que es la manera como este Padre bondadosísimo
1 orresponde a los sentimientos sacerdotales de Jesús.
muertos. Entonces enviaría a su Espíritu Santo í ? n ia
misión de efectuar esa plena glorificación.
Y,1 sabéis que desde el primer instante sacerdotal Jesús
Nadie mejor que Nuestro Pontífice estaba convencido da ponsó únicamente en la gloria de su Padre. "Heme aquí
que el Padre quería glorificarlo. Por eso c u a ^ p.ira hacer tu voluntad". Desde entonces pudo exclamar
ia su oración sacerdotal en la tarde del Jueves Santo da un cada instante de su vida: "yo honro a mi Padre" (Juan
11 .4 9 ). Con toda veracidad pudo decirle en la oración de la
comienzo a ella con esta conmovedora súplica• "Padre la
hora es llegada, glorifica a tu Hijo, para queíu Hijo te glo cena: "te he glorificado sobre la tierra".
nfique, pues que le has dado poder sobre todo linaie hu
mano para que dé la vida eterna a todos los q¡¡e°eslhas se­ Cristo da a su Padre una gloria infinita con su Sacerdocio, y
ñalado. Yo por mi te he glorificado en la tierra- tenao aca on especial con su sacrificio. El Padre, a su vez, corres­
ponde a esta glorificación sacerdotal con la glorificación de
Tú oh Padre M 'eflC0m6ndaste- este Pontífice. Con razón nos dice el autor de la Carta a
In t ¡ * ’ m,smo’ con acluella 9 foria que tuve Yo los Hebreos: "vemos a aquel mismo Jesús, que por un po­
en Ti, antes que el mundo fuese”. (Jn. 171-6)
co fue hecho inferior a los ángeles, coronado de gloria y
E te r ÍT s ^ r d o t^ r ^ r6Spe,° 3 NueS,ro Su™ Y de honor, por la muerte que padeció” (Hebr. 2-9).
d Ze a lT p ^ r ? e n a q u e "a "°che sacerdotal se
airige a su Padre con esta suplica. Repasemos llenos rte
prafunda reverencia cada una de las p a la b ra ^u e píonUn I I sacrificio de Nuestro Sumo y Eterno Sacerdote con el
cual redimió a la humanidad y reparó condignamente la
y fSíal dlV'n0S V Unámonos a esa oración tan subli- gloria divina, fue merecedor de esa glorificación suprema
por parte del Padre. Cristo se humilla hasta la muerte de
Cruz y el Padre "lo exalta y le da un nombre que está sobre
s S u T e l ^ d ^ n aCtónSacerdoíal- habíamanifestado Je- todo nombre".
eUaDíh.fn y qUena 9lor,f,carl0- San ^ a n nos dice en
el capitulo XIII lo siguiente: "salido que hubo Judas diin
Con razón San Juan escribió en el Apocalipsis la siguiente
n frfrir' h 6S g,ori,icado el Hijo del Hombre, y Dios es
visión: "vi también y oí la voz de muchos ángeles alre­
? 6 Í1 ' Dl0S i9ualmer>te le glorificará a él en sí
mismo, y le glorificará muy presto". (13,31 - 3 3 ) dedor del solio y de los animales y de los ancianos, los cua­
les decían en alta voz: digno es el Cordero que ha sido sa­
crificado, de recibir el poder y la divinidad y la sabiduría y la
¿ r e f c !:,^ r ar í rasmásc,ara$^ «i fortaleza y el honor y la gloria y la bendición.
m m * íh ,í P01 "O nos habíamos dado
cuenta cabal de que qu¡en está más empeñado en que el
"Y a todas las criaturas, que hay en el cielo y sobre la tierra
| e™ i h de ° Í . S,° Sea 9lor#icado e s * mfeTO Padre y debajo de ella y las que hay en el mar, a todas las oí decir:
t r a T d a a l^ í n r Sfbe m o s con certeza que al dedicar núes-
al que está sentado en el trono y al Cordero, bendición
™ a '^'o rific a c ió n de Cristo Sacerdote estamos cum-
honra y gloria y potestad por los siglos". (Apoc. 5,11-14).
sónnnp^ T ' ° del Padre y estamos llenando una mi­
sión que le agrada especialmente.
Estas palabras os recuerdan lo que os he dicho con fre­
cuencia, que es en el cielo donde Nuestro Pontífice es
ttad
a rdel
d TPadre
p S áHS
p Cglorificar
de U|á, r S 13 aíaZÓn qUG Padre
nuestro 6xplicaPontífice,
esta vo,un-
os plenamente glorificado. Es allí donde el Padre cumple ple­
namente la promesa que hizo a Cristo de glorificarlo. Cuán­

178
179
,i»ri nue sois "Siervas de Cristo Sacerdote" y que no
do llegará para nosotros ese momento feliz? Cuándo 1
,,'odéis hacer otra cosa que servirle y 9lo^ ,carl^ ^
formaremos parte de esos coros celestiales que glorifican J
..gradaréis al Padre y mereceréis p a r parte f f
sin cesar al Cordero?
hanzas que el cielo tributa s in cesar a Cnsto Sacerdot .
i ’edid esta gracia para vuestro Af mo. en el Seño ,
Pero no olvidemos que esta glorificación de Cristo Sacer­
dote debe ser tarea nuestra constante desde ahora. No Padre Alfonso
está reservada a los esplendores de la Patria. A ese empe­
ño debemos dedicarnos ya según nos lo ordena el Após- ¡
P s. No olvidemos jamás que es el Padre Celestial quien
tol San Pedro con estas palabras: "Id creciendo en la gra- \
cia y en el conocimiento de Nuestro Señor y Salvador \ quiere glorificar a Nuestro Pontífice.
Jesucristo.

A El sea dada la gloria desde ahora y por el día de la eter- ¡


nidad". (II Pedro 3,18).

Cómo alegra ver que nuestro programa de glorificación del ;


Sacerdocio de Cristo ha sido trazado maravillosamente por
el Espíritu Santo y que contamos a cada paso con la
claridad de la Revelación, sin necesidad de revelaciones
particulares.

Amadísimas religiosas: los pensamientos que acabo de


exponeros os van a ser muy útiles para convenceros mejor
de la grandeza de vuestra vocación de "Siervas de Cristo
Sacerdote". En adelante recordaréis a cada paso que es
el Padre Celestial quien ha querido que ese Sacerdocio
bendito sea honrado y amado en la tierra y en el cielo, y
con esa luz os iluminaréis a cada paso. Vuestra vocación
aparece así más sublime y celestial.

Resta entonces que le pidáis todos los días a ese Padre


amorosísimo que os conceda la gracia de llenar plena­
mente vuestro ideal y de cumplir siempre vuestra misión.
Al rogarle que sea santificado su nombre, pedidle también
que sea glorificado el Sacerdocio de Cristo.

Pedidle esa gracia para cada una de vuestras almas, para la


Congregación y para toda la Santa Iglesia.

Y no olvidéis que debéis dedicar a esa tarea sublime todos


los instantes de vuestra vida. Al despertar cada día recor-

181
CARTA IX i .las palabras del Vicario de Cristo son muy claras y no
,ii«ian la menor duda acerca de esa verdad tan conso-
ACERCA DEL AMOR QUE DEBEIS PROFESAR i uiora La Santa Iglesia debe aparecer siempre a nuestros
A LA IGLESIA, CUERPO MISTICO DE CRISTO Oíos como la nueva Eva que nace del costado abierto de
SACERDOTE nuestro Pontífice en la Cruz, y debemos contemplarla
..irmpre hermoseada con la sangre redentora de Jesús.
Amadísimas religiosas: < on razón escribió San Pablo: "Cristo amó a su Iglesia y se
criticó por ella, para santificarla, limpiándola en el
Quiero exponeros en esta carta los sentimientos que de­ bautismo de agua con la palabra de vida, a fin de hacerla
ben animar vuestras almas en relación con la Santa Iglesia. , omparecer delante de El llena de gloria, sin mancha, ni
Es muy conveniente contemplar a este "Cuerpo Místico arruga, ni cosa semejante, sino siendo santa e inmacu­
de Cristo Nuestro Señor" iluminado con la luz de su sacer­ lada". (Efes. 5,25).
docio para poderlo apreciar mejor y amarlo más.
Debéis meditar luego en que Nuestro Pontífice es ade­
La Santa Iglesia, a la cual tenemos la dicha de pertenecer, más de Fundador, Cabeza del cuerpo místico por voluntad
es la obra maestra del Sacerdocio de Jesús y la Esposa del Padre. Oid lo que escribe San Pablo: "Dios Padre
amadísima por la cual derramó toda su sangre y dió su vida. glorioso de Nuestro Señor Jesucristo os dé espíritu de
Sabiduría y de ilustración para conocerle... Ha puesto
Es precisamente a la luz del Sacerdocio redentor de Cristo todas las cosas bajo los pies de El y le ha constituido
como se puede medir mejor la grandeza de la Iglesia nues­ cabeza de toda la Iglesia la cual es su Cuerpo". (Efes. 1,
tra Madre.
17-22).
La primera verdad que debéis meditar con frecuencia es Esta verdad debe llenarnos de profunda alegría. El pensa­
que la Santa Iglesia es fruto del sacrificio sacerdotal de miento de que, a pesar de nuestra miseria, estamos uni­
Cristo. Esta verdad la encontramos con frecuencia en la­ dos tan íntimamente con nuestro Pontífice y que depen­
bios de los Santos Padres y ha sido expuesta ampliamen­ demos de El debe animarnos siempre. Somos por volun­
te por nuestro Santo Padre Pío XII en su maravillosa Encí­ tad del Padre miembros afortunados de ese Cuerpo Santo
clica sobre el Cuerpo Místico. Quiero transcribiros estas que tiene por Cabeza a Cristo Sacerdote de quien recibi­
palabras: "El Divino Redentor comenzó la edificación del
mos la vida.
místico templo de la Iglesia cuando con su predicación
expuso sus enseñanzas; la consumó cuando pendió de la Esta Iglesia que nació en la Cruz como fruto del sacrificio
Cruz-, y finalmente, la manifestó y promulgó cuando de de nuestro Pontífice y que lo tiene a El por Cabeza, sus­
manera visible envió al Espíritu Paráclito sobre sus discípu­ tentador y Salvador ha sido instituido por El para que rinda
los". Y continúa el Romano Pontífice: "los testimonios constantes homenajes al Padre con el culto sacerdotal
incesantes de los Santos Padres atestiguan que en el que El ha establecido y para que santifique y salve a las
patíbulo de la Cruz consumó su obra enseñando que la almas con los frutos de su sacrificio. Es Ella la que debe
Iglesia nació en la Cruz del costado del Salvador". "En el constantemente orar, agradecer, reparar y rogar por
madero de la Cruz adquirió para sí a su Iglesia, esto es a mediación de Jesús y ofrecerse con El en la Santa Misa, el
todos los miembros de su Cuerpo Místico, puesto que no sacrificio de la nueva alianza.
se incorporarán a este Cuerpo Místico por el agua del Para santificar a su Iglesia, instituyo nuestro Pontífice los
bautismo si no hubieran pasado antes al plenísimo siete sacramentos que llevan a cada una de las almas las
dominio de Cristo por la virtud salvadora de la Cruz". aguas de la gracia que brotan de su costado abierto.
182 183
Todo esto, culto y gracia lo debemos al Sacerdocio de Cris­ le Cuerpo Místico por el esplendor de su divina Cabeza y
to, cuyo sacrificio de valor infinito ha sido infinitamente de sus celestiales dotes; sino que debemos amarlo tam­
agradable a la Trinidad Santísima y riquísimo para noso­ bién con amor eficaz".
tros. Por eso deben ser incesantes nuestra gratitud y
nuestra alabanza. Todo cuanto ha hecho nuestro Pontífi­ Cómo consuela escuchar palabras tan sabias de labios de
ce por su Iglesia nos demuestra lo mucho que la ama. El quien ha sido elevado a la dignidad de Vicario de Cristo,
hecho de que "esté consagrada con sangre divina" como Cabeza visible de su Iglesia y Padre espiritual de todos no­
dice S.S. XII en su Encíclica y de que aparezca siempre a sotros!
sus ojos con ese manto purísimo es la prueba mayor de
esa caridad sacerdotal para con su Esposa. El Papa nos da un consejo muy sabio para mantener y fo­
mentar este amor a la Santa Iglesia, y es el contemplar siem­
El verdadero amor se manifiesta por las obras y por eso el pre a Jesús en su Cuerpo Místico. Oigamos sus palabras,
de Cristo Sacerdote hacia su Esposa es el mayor que “mas para que este amor sólido e íntegro more en nues­
pueda concebirse. San Pablo escribe a Tito lo siguiente: tras almas y aumente de día en día, es necesario que nos
Jesucristo se dió a sí mismo por nosotros, para redimirnos acostumbremos a ver en la Iglesia al mismo Cristo. Porque
de todo pecado, purificarnos y hacer de nosotros un pue* Cristo es quien vive en su Iglesia, quien por medio de ella
bl° particularmente consagrado a su servicio y fervoroso enseña, gobierna y confiere la santidad. Cristo es también
en el bien obrar”. (Tito 2,14). quien de varios modos se manifiesta en sus diversos
miembros sociales. Cuando, según ésto, los fieles todos
El pensamiento del amor con que nuestro Pontífice ama a se esfuerzan realmente por vivir con este espíritu de fe
la Iglesia nuestra Madre debe inflamarnos en la más viva, entonces ciertamente, no sólo honrarán y rendirán el
ardiente caridad hacia Ella. S. S. Pío XII escribe: "sea esta debido acatamiento a los miembros más elevados de este
la suprema ley de nuestro amor: que amemos a la Esposa Cuerpo Místico... sino que también tendrán en su corazón
de Cristo, cual El la quiso y con su sangre la adquirió". aquellos a quienes nuestro Salvador mostró amor singularí­
simo: es decir, a los débiles, a los heridos, a los enfermos
Iluminada con la luz del sacerdocio de Jesús debe apare­ que necesitan la medicina natural o sobrenatural; a los
cer siempre delante de nosotros e»sta Iglesia santa con niños... y finalmente a los pobres a quienes debemos so­
toda su belleza y esplendor. Así sabremos apreciarla y correrlos reconociendo en ellos con suma piedad la misma
amarla filialmente. Y al saber que por bondad de nuestro persona de Jesucristo".
Sumo y Eterno Sacerdote pertenecemos a su Cuerpo
Místico desde el momento de nuestro bautismo, sentire­ Estas palabras del Romano Pontífice, a la vez que os servi­
mos la más profunda gratitud y nos interesaremos por todo rán de derrotero y norma de conducta os consolarán al ha­
lo que le pertenezca.! Oigamos de nuevo al Vicario de ceros recordar los sentimientos tan cristianos de vuestra
Cristo: "Conviene que tengamos gran afecto no sólo a los amada Fundadora en relación con los pobres.
sacramentos con los que la Iglesia, piadosa Madre, nos ali­
menta, no sólo a las solemnidades con las que nos solaza He pedido a Nuestro Señor que esta carta os sirva para
y alegra, y a los sagrados cantos y a los ritos litúrgicos que apreciar mejor y amar más a la Santa Iglesia. Como religio­
elevan nuestras mentes a las cosas celestiales, sino tam­ sas ocupáis un puesto de honor en Ella que os obliga a
bién a los diversos ejercicios de piedad, mediante los cua­ amarla fervientemente y a sacrificaros por su crecimiento y
les la misma Iglesia suavemente llena y consuela las almas perfección. Al saber que debéis al Sacerdocio de Jesús la
de los fieles con el Espíritu de Cristo". "No basta amar es- dicha de ser miembros del Cuerpo Místico y que El vive en

184 185
%

SU Iglesia, debéis unir a Cristo Sacerdote y a su Esposa en CARTA X


Vuestra vida de "Siervas de C^ristTsacer-
dote será plena cuando la dediquéis íntegramente a su A C E R C A DE LA G R A N D E Z A DE N U ESTR O
g lo n a y a l s e rv ic io to ta l d e s u C u e rp o M ís tic o . P O N T IF IC E D IV IN O

Oh bend|,° Sacerdocio de Jesús que todo lo ilumina y uni- Amadísimas religiosas:

A lin de que podáis cumplir vuestra sublime misión de la


Rogad por vuestro Afmo. en Cristo Sacerdote, manera más perfecta, conviene que estudiéis sin cesar a
Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote. Nunca debéis dar
Padre Alfonso. l >or terminada esta tarea.

Nuestro Pontífice dijo en su oración sacerdotal: "La vida


eterna consiste en conocerte a Tí, solo Dios verdadero, y
a Jesucristo, a quien tú enviaste". (Juan 17,3). Ninguna
ocupación debe, por tanto, ser más grata a nuestras almas
que ésta. El cielo, patria del amor y de la luz, consiste en
ver a Dios como es, y en amarlo sin medida. La vida en la
tierra debe ser para nosotros un cielo anticipado y lo será si
la dedicamos a estudiar y amar a nuestro "Padre y a su
enviado Jesucristo".

Tara comprender algo siquiera de la grandeza de nuestro


Pontífice nada mejor que meditar lo que nos dicen los
Evangelistas y San Pablo de El.

San Juan nos dice en el prólogo de su Evangelio lo si­


guiente: "Nosotros hemos visto su gloria, gloria cual el
Unigénito debía recibir del padre, lleno de gracia y de ver­
dad". (Juan 1,14).

San Pablo en su Epístola a los Colosenses hace maravillo­


sa descripción de Jesús: "El es imagen de Dios invisible,
primogénito entre muchos hermanos, como que en El
fueron creadas todas las cosas., en los cielos y sobre la tie­
rra, tanto las visibles como las invisibles, ya sean los tro­
nos, ya las dominaciones, ya los principados, ya las potes­
tades; todas las cosas han sido creadas por medio de El y
para El. Y El es ante todas las cosas y todas tienen en El
su consistencia. El es la cabeza del cuerpo de la Iglesia,
como quien es el principio, primogénito de entre los muer-

187
los; para que en todas las cosas obtenga El la primacía; ..i mismo Dios". En ésto precisamente estriba la tras-
porque en El tuvo a bien Dios que habitase toda la pleni­ i ándente grandeza de Nuestro Pontífice. No se trata de
tud y por medio de El reconciliar todas las cosas consigo, un hombre solamente. Es igual a su Padre por su divini­
haciendo las paces mediante la sangre de su Cruz, así las dad lo dijo El mismo: "mi Padre y yo somos una misma co-
que están sobre la tierra, como las que hay en los cielos" •„i (Juan 1 0 , 3 0 ) . Y c o m o lo afirmó San Pablo cuando escri­
(Col. 2,9...). bió a los Filipenses: "El cual (Jesucristo), teniendo la natu-
i.iieza de Dios, no fue por usurpación, (sino por esencia),
Imposible buscar palabras más hermosas y profundas para el ser igual a Dios” (Filip. 2,6).
decirnos lo que es nuestro Pontífice.
l n la Epístola a los Hebreos leemos estas palabras: "te­
Sobre toda la creación aparece Cristo Nuestro Señor en niendo, pues, por Sumo Pontífice a Jesús Hijo de Dios,
quien tienen consistencia todas las cosas y quien, a la vez que penetró hasta lo más alto de los cielos, estemos fir­
que las reconcilia con su Padre, mediante su sacrificio de mes en la fe que hemos profesado (4,14). Por eso el Pa­
valor infinito, da a la Trinidad Santísima gloria infinita en dre le dijo: "Tú eres mi Hijo yo te he engendrado hoy. Tú
nombre de toda la creación. eres Sacerdote eternamente según el orden de Melquise-
dec" (Hebr. 5,5 y 6).
Además nuestro Pontífice es el Mediador entre Dios y la
humanidad. El nos comunica generosamente los tesoros Por tanto, aunque como enseña Santo Tomás, la Humani­
y bendiciones divinas y presenta al Padre nuestras súpli­ dad de Jesucristo es el sujeto de su Sacerdocio, sin em­
cas. bargo no podemos considerar esta naturaleza humana
El autor de la Carta a los Hebreos nos dice que Nuestro Se­ independiente del Verbo que la ha asumido.
ñor en el cielo está siempre rogando por vosotros. "Como
que está siempre vivo para interceder por nosotros". Santo Tomás con la precisión que lo distingue, enseña lo
(Hebr. 7,25). Mas sería un error muy serio considerar a siguiente: "Aunque Cristo no fuese Sacerdote en cuanto
Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote, solamente como Dios, sino en cuanto hombre, sin embargo uno mismo fue
Mediador y olvidar que El es verdadero Dios como es Sacerdote y Dios", (unnus et Ídem). No podemos por
verdadero hombre. tanto hacer de la Humanidad de Cristo un principio de ac­
ción y de operaciones independiente del Verbo y de su in­
S. S. Pío XII en su Encíclica sobre el Cuerpo Místico nos flujo divino. Recordemos que en el Verbo Encarnado hay
previene contra este error en los siguientes términos: "ni dos naturalezas, pero una sola persona divina.
faltan, quienes dicen que no hemos de dirigir nuestras
oraciones a la persona misma de Jesucristo, sino más bien Esta doctrina nos servirá mucho para estimar más a nues­
a Dios o al Eterno Padre por medio de Cristo, ya que hay tro Pontífice y decidirnos mejor a servirle fielmente. Tam­
que tener a nuestro Salvador, en cuanto Cabeza de su bién comprendemos así mejor lo que os expuse acerca de
Cuerpo Místico, solo en razón de Mediador entre Dios y la voluntad que tiene el Padre de glorificar a nuestro Pontí­
los hombres. Sin embargo, ésto no sólo se opone a la fice y del oficio que desempeña el Espíritu Santo en las al­
mente de la Iglesia sino que es contraria a la verdad. Por­ mas como glorificador de Cristo Sacerdote. Es que no se
que hablando con propiedad y exactitud, Cristo es a la trata sólo de un hombre. Es el Verbo Encarnado, "Primo­
vez, según su doble naturaleza, Cabeza de toda la lale- génito entre muchos hermanos y Cabeza de la Iglesia. A la
sia... luz de esta doctrina comprenderemos y saborearemos me­
Todos los cristianos deben conocer y entender claramen­ jor esa hermosa doxología de la Santa Misa cuyo texto
te que el hombre Cristo Jesús es el mismo Hijo de Dios, y
188 189

1
•i,,., tos momentos de vuestra « ta a su glorificación y servi-
repetimos con tanta frecuencia: "Gloria a Dios en las altu*
I lo
ras y en la tierra, paz a los hombres de buena voluntad. Ala*
bámoste, Bendecírnoste, Adorárnoste, Glorificárnoste, * 1,0,a, más que nunca, estimaréismejM y amaréis más
Gracias te damos por tu grande gloria. Oh Señor Dios, Rey ¡ vuestro nom bre " S ie r v a s de C risto Sacerdote .
Celestial, Dios Padre Omnipotente. Oh Señor, Hijo Unigé- i
nito, Jesucristo, Señor Dios, Cordero de Dios que quitas , ( >md siem pre p o r vuestro S.S.
los pecados del mundo, ten misericordia de nosotros. Tú
que quitas los pecados del mundo, recibe nuestras súpli­ Padre Alfonso.
cas. Tú que estás sentado a la diestra del Padre, ten mi­
sericordia de nosotros. Porque Tú soto eres santo, Tú so­
to Señor, tu solo Altísimo Jesucristo, con el Espíritu Santo
en la gloria de Dios Padre.

Qué felicidad para nosotros poder alabar así a nuestro


Pontífice y esperar que llegue el cielo en donde nuestro
amor, nuestra gratitud y nuestra alabanza no tendrán fin.

Quiero terminar esta carta copiando las palabras del Roma­


no Pontífice con las cuales da comienzo a su Encíclica
"Mediator Dei" a fin de que las meditéis cuidadosamente:
"el mediador entre Dios y los hombres, el gran Pontífice
que penetró hasta lo más alto de los cielos, Jesús, Hijo de
Dios, al encargarse de la obra de misericordia con que enri­
queció al género humano con beneficios sobrenaturales,
quiso, sin duda alguna, restablecer entre los hombres y su
Creador aquel orden que el pecado había perturbado y
volver a conducir al Padre Celestial, primer principio y últi­
mo fin, la mísera descendencia de Adán, manchada por el
pecado original. Por eso, mientras vivía en la tierra, no só­
lo anunció el principio de la redención y declaró inaugu­
rado el Reino de Dios, sino que se consagró a procurar la
salvación de las almas en el continuo ejercicio de la oración
y del sacrificio, hasta que se ofreció en la Cruz, víctima
inmaculada para limpiar nuestra conciencia de los obras
muertas y hacer que tributemos un verdadero culto a Dios
vivo".

Pedid, pues, la gracia de conocer cada día mejor la grande­


za de vuestro Pontífice para que lo améis con amor ardien­
te y práctico y para que con mayor conciencia dediquéis to-
191
190
CARTA XI Mas la preciosísima Sangre nos dice además cuánto valen
nuestras almas. Nadie mejor que San Pedro ha expresado
SOBRE LA DEVOCION A LA esta verdad. "Fuisteis rescatados..., no con oro, ni con pia­
"PRECIOSA SANGRE" la, que son cosas perecederas, sino con la Sangre pre­
ciosa de Cristo como de un cordero inmaculado y sin ta­
Amadísimas religiosas:
cha". (I Pedro 1,19).

Con motivo de la festividad de la Preciosísima Sangre, lodo el oro del mundo es insuficiente para redimir un al­
Quiero escribiros esta carta a fin de haceros conocer mejor ma. Si el mundo se diese cuenta de esta verdad, de qué
sus tesoros y despertar en vuestras almas de "Siervas de manera tan distinta obraría! V si nosotros nos penetráse­
Cristo Sacerdote" mayor amor y mejor correspondencia a mos bien de ella, en cuánto aprecio no tendríamos nues­
esa Sangre de vuestro Pontífice.
tra santificación?

También debe ser el Sacerdocio adorable de Jesús el que San Pablo escribe a los romanos: "Hemos sido justifica­
ilumine la doctrina de su Sangre preciosísima y el que os dos gratuitamente por la gracia, en virtud de la redención
haga apreciarla mejor. Se trata de la sangre de nuestro que todos tienen en Jesucristo a quien Dios propuso para
"Sumo y Eterno Sacerdote" y ésto lo dice todo. ser la víctima de propiciación en virtud de su sangre".
(3,24).
La generosidad con que nuestro Pontífice divino derramó
hasta la última gota de §u Sangre debe recordarnos espe­ Nada puede enseñarnos tanto lo que valen nuestras al­
cialmente dos cosas: a) el amor que el nos profesa y b) el mas como esta doctrina del Apóstol. Para la redención de
valor de nuestras almas. la humanidad que se había apartado de El por el pecado
exigió el Padre una víctima de valor infinito como es nues­
La preciosa Sangre de nuestro Pontífice que como dice el tro Pontífice, y dispuso que derramase toda su sangre. Si
autor de la Carta a los Hebreos "Habla mejor que la de ésto no nos conmueve y no nos decide a entregarnos
Abel" (Hebr. 12,24) nos dice cuánto nos ama El. Su cari­ plenamente a su gloria, es porque estamos ciegos y sor­
dad redentora lo llevó a todas las inmolaciones y a la Cruz, i
dos en lo espiritual.
El huerto de los Olivos, la sala de los Pontífices, la colum­
na de la flagelación, la vía dolorosa, la montaña de la cru­ Es lógico que si sabemos apreciar nuestras almas al ver
cifixión y el madero de la Cruz fueron santificados con esta que han sido redimidas con sangre divina, nos dedique­
Sangre divina que con tanto amor derramó nuestro Pontífi­ mos a su santificación. La Sangre divina de Jesús nos ha
ce para redimirnos. merecido todas las gracias y si somos fieles podemos san­
tificarnos cada día más. Ella como enseña San Pablo nos
Pero no se contentó con ésto sino que quiso darnos las ha acercado a Dios: "Vosotros que en otro tiempo está-
últimas gotas que quedaban en su Corazón Sacerdotal en bais alejados, os habéis puesto cerca por la sangre de Je­
el momento de la muerte y permitió que la lanza rasgase su sucristo". (Ef. 2,13). Llenos de confianza debemos ir
costado y atravesase su Corazón para que pudieran salir. siempre a Jesús para lavarnos con su Sangre y, así purifica­
dos, acercarnos filialmente a nuestro Padre. Pero lo que
Podremos imaginar un amor más fuerte y generoso? más debe regocijaros y alentaros es el saber que esta
Al contemplar esta Sangre divina derramada por nosotros Sangre preciosísima viene a vosotras en el momento de la
debemos exclamar con San Pablo: "Me amó y se entregó Sagrada Comunión. Junto con el alma Sacerdotal de Je-
ala muerte por mí".

192 193
m is y con su cuerpo Santísimo recibís esa preciosa San­ ios siempre adornadas vuestro Esposo divino. Orad para
gre. Recordad sus palabras: "mi sangre es verdadera bebi­ <iue esa Sangre preciosa purifique y santifique a todos los
da. El que bebe mi sangre en mí mora y yo en él". sacerdotes. Esa debe ser vuestra constante preocupa
Gozad siempre con ese pensamiento. Bebed diariamente ción.
con amor esa Sangre divina. Embriagaos con ese "vino
que engendra vírgenes". Pedid finalmente para vosotras y para mí la gracia de co-
,responder al amor de nuestro Pontífice y ^ CQntarnos en
Muchas veces os sentiréis manchadas con pecados e infi­ ni número de aquellos de quienes escribió San Juan,
delidades a su gracia. Pero al saber que esa Sangre pre­ "estos son los que lavaron sus túnicas en la sangre del
cordero Por eso están ante el solio de Dios y le sirven día
ciosa todo lo lava y purifica os sentiréis tranquilas y llenas
de confianza. San Juan escribe. ”la sangre de Jesucristo y noche en su templo, y Aquel que esta sentado en e
nos purifica de todo pecado". (I. S. Juan 1,7) Por eso solio habitará en medio de ellos,ya no tendrán hambre ni
nunca debéis desanimaros por vuestras miserias ni debili­ sed, ni descargará sobre ellos el sol, ni el bochorno, por
dades. Colocáos al pié de la Cruz para que la sangre divi­ que el Cordero que está en el solio sera su pastor y los
na os purifique. Jamás os dejéis dominar por el desalien­ llevará a fuentes de aguas vivas y Dios enjugará todas las
to. lágrimas de sus ojos" (Apoc. 7,14 y ss.).

Sed generosas en vuestra entrega diaria a la glorificación En Cristo Sumo y Eterno Sacerdote os bendice vuestro
del Sacerdocio de Jesús y valeos de su Sangre divina para S.S.
adquirir aquella pureza que debéis tener para servirle dig­ Padre Alfonso.
namente.

No olvidéis la alegría que experimentamos al entrar al cielo


y postrarnos llenos de gratitud a los pies de nuestro Pon­
tífice para decirle: "nos redimiste con tu Sangre". Que el
pensamiento de ese instante feliz os conforte en los mo­
mentos de lucha y de dolor. No importa que Jesús os pida
sacrificios. Al presentarse delante de vosotras con la púr­
pura de su Sangre para pediros algún sacrificio, nada po­
dréis negarle.

Si El os ha amado hasta dar por vosotras hasta la última go­


ta de su sangre, tiene derecho a esperar de cada una de
sus siervas la generosidad más constante y la entrega más
plena.

Esa será la mejor manera de honrar la preciosísima Sangre


de Nuestro Pontífice y de reconocer su amor.
Enriquecéos diariamente con las gotas de esa Sangre divi­
na que caen sin cesar sobre vuestras almas convertidas en
luz, amor y gracias. Esas son las joyas con que quiere ve-

194
MEDITACIONES SOBRE
EL SACERDOCIO DE
NUESTRO SEÑOR
Estas Meditaciones se han escrito con el único fin
de hacer conocer mejor el sacerdocio adorable de
Nuestro Señor.

Quiera E l bendecir este esfuerzo y que de día en


día crezca el número de almas que encuentren los
tesoros infinitos del Sacerdocio de Cristo y dedi­
quen su vida a su gloria.

Publicadas en 1957
PER IPSUM ET CUM IPSO ET IN IPSO

I ^presentémonos a nuestro Pontífice en la última Cena cuando


ilu.e a su Padre: "fe he glorificado sobre la tierra".

I Víamos la gracia de ser "alabanzas de gloria de la Trinidad San­


ísima".

PUNTO 19

/ )cmos gloria a l Padre con Cristo y en Cristo.

i lemos sido creados para dar gloria a nuestro Dios. El nos


creó para sí. Nuestra vida debe ser un continuo "gloria al
l’ adre al Hijo y al Espíritu Santo". Pero cómo podremos
cumplir este deber? Uniéndonos a la glorificación infinita
que tributa constantemente nuestro Pontífice. Sólo El
puede decir verdaderamente: "Padre yo te he glorifica­
do". Jesús da a través de su Sacerdocio una gloria infinita
al Padre. Por eso es el objeto de sus complacencias.

El Padre recibe la glorificación sólo a través del Sacerdocio


de Cristo. Recordemos las palabras de la Santa Misa: "Por
Cristo, en Cristo y con Cristo se da al Padre en unión del
Espíritu Santo, todo honor y toda gloria".

No intentemos suprimir a Cristo Sacerdote en nuestra


actitud de alabanza a la divinidad. No olvidemos que El
nos dijo: "nadie viene al Padre sino por mí".

Aprendamos de la Santa Iglesia a orar siempre "por Nues­


tro Señor Jesucristo".

PUNTO 22

Unámonos a Nuestro Pontífice para ser alabanzas de glo­


ria.

Nuestro Pontífice actúa sacerdotalmente en nombre de la


humanidad.

199
Ora por nosotros; da gracias en nombre de nosotros y pl* PER IPSUM, ET CUM 1PSO ET IN IPSO EST TIBI
de siempre perdón por nuestras culpas y en remedio da DEO PATRI IN UNITATE SPIRITUS SANCTI
nuestras necesidades. OMNIS HONOR ET GLORIA

Quiere, por tanto, que nos unamos a sus sentimientos sa* Penetrémonos con la gracia del Señor de la riqueza teoló­
cerdotales. Espera que nos injertemos en su vida sacer­ gica que encierra esta fórmula y hagamos de su realización
dotal. Feliz el alma amante de Cristo Sacerdote que apren- el ideal de nuestra vida.
da a orar y amar con Jesús, en Jesús y por Jesús. Será
siempre escuchada y agradará mucho al Padre. 1“ Hemos sido creados exclusivamente para la gloria de la
Trinidad Santísima. Toda la creación tiene ese único fin.
Cristo Pontífice es nuestro mediador y nuestra riqueza. "Los cielos narran la gloria de Dios". Todo lo hizo Dios para
Procuremos, pues, acercarnos cada vez más a nuestro Si". "Gloria a Dios en las alturas".
Pontífice y unirnos a sus sentimientos.
Si hubiese algo que no existiese para glorificar a Dios, este
Es esa nuestra conducta, o vivimos en un egoísmo frío v dejaría de ser el dueño absoluto de todo y no seria ya
vacío? 7 Dios. Por eso nos dice por boca de Isaías: "No doy mi glo­
ria a ningún otro".
Nos preocupa de veras la gloria del Padre o buscamos só­
lo la nuestra? 2a Pero la Santísima Trinidad recibe la glorificación de la
creación únicamente a través de Cristo Sacerdote. Jesús
Aprovechamos especialmente la Santa Misa para unirnos nos dijo: "nadie viene al Padre sino por mí .
al sacrificio de nuestro sacerdote eterno y glorificar así ple­
namente? Con razón sintetiza la Santa Iglesia esta verdad en estas pa­
labras de la Santa Misa: "Por Cristo, con Cristo y en Cristo
Resolución: -Entregarnos entera y alegremente a Jesús se da al Padre, en unión del Espíritu Santo todo honor y to­
para así poder glorificar al Padre.
da gloria’’.

3S Luego, de la unión que tengamos con nuestro Pon­


tífice Jesús, dependerá la gloria que demos a la Trinidad
Santísima. A mayor unión con El corresponderá mayor
gloria.

4C Por, Con y en Cristo son tres etapas en la unión con


nuestro Pontífice. Procuremos meditarlas detenidamente.

Veamos en un ejemplo la diferencia de estos tres térmi­


nos.

Puedo comprar un vestido que necesito por medio de, fu­


lano. No necesito ir al almacén. Ni acompañar a esa per­
sona.

200 201
Puedo ir con fulano al almacén. En este caso tengo una OREMOS CON CRISTO SACERDOTE
unión mayor con esa persona. Más íntima que ésta sería la
unión del hijo que estuviese en su madre. Unámonos a la plegaria Sacerdotal de Jesús que sin cesar
asciende al Padre.
Aunque todas nuestras alabanzas lleguen al Padre a tra­
vés de Cristo, no todas las almas tienen con El la misma PUNTO 1®
unión.
Lo que nos dice Nuestro Señor.
Muchas permanecen alejadas de El. Se contentan con
ciertas prácticas piadosas que suben al Padre "Por Nues­ Una de las verdades más consoladoras es la que encierran
tro Señor Jesucristo", pero no tienen con El una unión de estas palabras de nuestro Pontífice: "en verdad, en ver­
afecto ni de amor. Esto se debe a que no han oído hablar dad os digo: que todo cuanto pidiéreis al Padre en mi nom­
de Nuestro Señor como amigo. Si lo conociesen mejor bre os lo concederá. Y añade: "mi Padre os ama”. Hemos
estarían más cerca de El. pensado alguna vez en la vida, con la debida atención, en
estas palabras del Maestro? Quizás no.
Otros gustan de pasar ratos con Jesús. Son almas que
aman la oración y a ejemplo de Magdalena encuentran su Quien así habla es la verdad infinita. Notemos que, para
dicha en estar a los pies del Maestro. A medida que se per­ dar más fuerza a su afirmación, lo hace con juramento: "en
fecciona su oración, se estrecha su unión con el Señor verdad, en verdad os digo".
Estas glorifican más al Padre que las primeras.
Lo que nos dice Jesús debe encender nuestra caridad
Finalmente hay unas cuantas que reciben la gracia de vivir con el pensamiento del amor que nos tiene el Padre, y dila­
en Cristo. Son las que se transforman en El. tar nuestra esperanza y confianza al saber que, si suplica­
mos al Padre por mediación de nuestro Pontífice,
Las que "tienen los sentimientos de Jesús"; las que pue­ seremos siempre escuhados.
den decir con San Pablo; "vivo, más no soy yo quien vive,
sino Cristo quien vive en mí". A veces nos sentimos deprimidos y desalentados. Nada
mejor en estos momentos que meditar en estas palabras
Estas almas que llegan a vivir en Cristo participan de su es­ tan consoladoras de nuestro Maestro. Si tenemos fe viva,
píritu Sacerdotal. Están muy vinculadas a sus acciones y damos crédito a lo que dice Jesús, necesariamente nos
Sacerdotales, a su adoración, acción de gracias repara­ sentiremos alentados y contentos al saber que siempre
ción y súplica. nos ama nuestro Padre y que El está pronto a despachar
favorablemente nuestras súplicas, cuando se las dirigimos
Cuál es nuestro estado? por mediación de Nuestro Señor.
Por qué no tendemos a la mayor unión con El?
Qué hacemos para merecer esta gracia?
Pidamos al Padre por mediación de nuestro Pontífice. PUNTO 2»

Cualidades que debe tener nuestra oración.

Para que el Padre nos conceda cuanto le pedimos es pre­


ciso:

202 203
b) Que nuestra oración sea humilde. Si el Padre resiste 3 CONFIEMOS EN EL AMOR SACERDOTAL
los soberbios, da siempre su gracia a los humildes. La ora­ DE JESUS!
ción del alma humilde traspasa las nubes y llega siempre a
los oídos de Dios. La del soberbio permanece en sus la­ I I gran pensamiento que debe animaros como almas que
bios. sóis de Cristo Sacerdote, es el que El os ama con un amor
sacerdotal.
b) Llena de confianza. Este es un requisito indispen­
sable. Dios es la verdad infinita y exige que confiemos en Sin duda alguna, con frecuencia os habéis detenido a pen­
El. Muchas almas desconfían, y por eso no son escu­ sar en lo mucho que os ama Jesús. Pero quizás no os
chadas. Nuestro Pontífice nos dice: "todo es posible para habéis compenetrado bien de esa idea: "os ama con un
quien tiene fe". amor sacerdotal. Ya sabéis que El es ante todo "Sacer­
dote", y que, por tanto, todos sus sentimientos y afectos
c) Perseverante. Debemos saber esperar que llegue la son sacerdotales. El amor, pues, con que os ama, es sa­
hora de Dios. El lo conoce todo y sabe qué nos conviene. cerdotal.
No siempre nos atiende inmediatamente. A veces nos
prueba como a la Cananea. El siempre viene con sus gra­ Pero me diréis, qué supone de extraordinario este término
cias, y sus consuelos, pero muchas veces no encuentra a "sacerdotal", al hablar de amor? Más de lo que suponéis.
quien darlos, porque las almas se han alejado prematu­
ramente. No han sabido esperar. Cuando decimos que Jesús nos ama con amor sacerdotal,
significamos que su amor de Pontífice es el más desin­
Adolecen nuestras plegarias de algún defecto? Oramos teresado, el más puro, el más heroico y más fuerte que la
con humildad, confianza y perseverancia? misma muerte. Va habéis meditado en los sentimientos
del alma sacerdotal de Cristo y en todo lo que El hizo como
Oramos siempre por mediación de nuestro Pontífice? sacerdote del Padre para glorificarlo y para redimirnos. To­
do eso lo hizo movido por su amor sacerdotal.
Resolución. Oremos siempre llenos de confianza en el
amor de nuestro Padre y hagámoslo a través de Jesús, Su amor sacerdotal es:
nuestro Sumo y Eterno Sacerdote.
a) Desinteresado, porque el verdadero Pontífice no
busca su bien sino la gloria de Dios y la salvación de las
almas. Oid a Jesús: "no busco mi gloria, sino la de Aquel
que me envió” . Y oid a San Juan: "como hubiese amado a
los suyos, los amó hasta el fin". Meditad diariamente en las
palabras del Credo: "por nosotros y por nuestra salud
desciende del cielo".

b) Purísimo. - No busca en su amor sino nuestra santifi­


cación. "Vine para que tengan vida y la tengan en abun­
dancia", nos dice por San Juan. En El no encontramos el
menor egoísmo. Su nombre "Emmanuel", que significa
"Dios con nosotros", atestigua la pureza de su caridad.

204 205
LA PREDESTINACION SACERDOTAL DE
mayor M r i d a d ^ A q ^ e l^ e d a ^ / l d ^ 35' "" ad'e tiene JESUS Y LA NUESTRA
Eso ha haoh« ^ V|da por sus amiaos"
m iento p í ^ r o f a u T S e" s a c S
Representémonos al Padre cuando pronuncia las palabras que
dirige a su Hijo: "Tú eres Sacerdote eternamente según el orden
de Melquisedec".
Pidamos la gracia de pensar frecuentemente en nuestro Pontí­
fice divino y de amarlo con todo nuestro corazón.

PUNTO 1®

La predestinación Sacerdotal de Jesús.

Desde la eternidad el Padre piensa en el Sacerdocio de


Nuestro Señor. Lo predestina para que sea su Sacerdote
santísimo. David errsu salmo 109 nos recuerda las pala­
bras del Padre: "Tú eres mi Hijo. Te he engendrado antes
de la aurora. Tú eres Sacerdote para siempre según el or­
den de Melquisedec".

Con cuánto amor piensa el Padre en el Sacerdocio de Cris­


to! Sabe la gloria infinita que habrá de prodigarle con su
vida y su sacrificio. En esa predestinación pronuncia las
palabras que se oirán junto al Jordán: "Este es mi Hijo muy
amado en quien tengo puestas mis complacencias".

Pensamos con frecuencia en nuestro Pontífice?

Su imagen bendita ocupa nuestra mente a lo largo del día?

Hemos puesto nuestras complacencias en Cristo Sacerdo­


te o nos atraen las creaturas?

PUNTO 22

Nuestra Predestinación

También el Padre pensó en nosotros desde la eternidad.


Recordemos las palabras de San Pablo: "Bendito sea el
Dios y Padre del Señor nuestro Jesucristo, quien nos ben-

207
dijo con toda bendición espiritual y nos escogió en El an­ CONSAGRACION SACERDOTAL DE JESUS
tes de la fundación del mundo para ser santos e inma­
culados en su presencia, a impulsos del amor, predestinán­ Imaginémonos el momento de la Encarnación cuando María
donos a la adopción de hijos suyos por Jesucristo según pronuncia su Fiat. Es el instante de la consagración Sacerdotal
el beneplácito de su voluntad para alabanza de la gloria de de nuestro Señor. Unamos nuestra adoración a la de Nuestra
su gracia". (Efes. 1,3-8). Señora.

Qué consuelo y qué responsabilidad, saber que el Padre PUNTO 19


pensó desde la eternidad en cada uno de nosotros y nos
predestinó para ser sus hijos y alabanzas de su gracia. Consagración Sacerdotal de Jesús

También nos predestinó desde antes de crear el mundo Nuestro Señor vino para ser Pontífice. El debía redimir al
para ser alabanzas de gloria del Sacerdocio de Jesús. Des­ mundo con su sacrificio Sacerdotal. Es Sacerdote desde
de entonces nos señaló la misión que deberíamos cumplir el primer instante de su vida. Apenas termina la Santísima
en el tiempo. Ahora cuando estamos en posesión de Virgen de manifestar su asentimiento a los planes divinos
nuestro sublime ideal debemos agradecer filialmente al Pa­ cuando el Verbo se hace Pontífice y así habita entre noso­
dre nuestra excelsa vocación. tros.

Cómo hemos correspondido a los designios divinos sobre Oh instante sublime para el cielo y feliz para nosotros! La
nosotros? naturaleza humana tomada por el Verbo recibe la unción
Sacerdotal de la divinidad. El Padre al mirar a su Hijo encar­
Amamos filialmente a nuestro Padre? nado puede decirle: "Tú eres mi Sacerdote para siempre.
En Tí me he complacido".
Somos alabanza de gloria del Sacerdocio de Cristo, o pen­
samos con egoísmo en nosotros? El autor de la Carta a los Hebreos nos dice que el Padre
ordenó en ese instante a todos los ángeles que adorasen
Consagrémonos de nuevo a la gloria del Sacerdocio de a este Pontífice. Unamos nuestra adoración a la de María y
Jesús. a la de los espíritus angélicos.

Llenos de respeto y de amor acerquémonos a nuestro


Sumo y Eterno Sacerdote para adorarle y amarle.
Agradezcámosle al Padre el gran don que nos hace al
darnos el Sacerdocio de Cristo Nuestro Señor con el cual
nos vienen todas las gracias y todos los bienes.
A d orem os,am em os, callemos.

PUNTO 2S

Nuestro Pontífice nos santifica

Cristo, Nuestro Señor, quiere enriquecernos con su Sacer­


docio y santificarnos con su gracia. Ha querido incor-

209
poramos a El. Su anhelo es comunicarse a nuestras al­ OFERTORIO SACERDOTAL DE JESUS
mas. Se llama Emmanuel, que quiere decir, "Dios con no­
sotros . Vino para que tengamos vida y vida abundante. Representémonos a nuestro Pontífice divino err el instante de su
En su amor infinito ha querido hacernos partícipes de su consagración Sacerdotal y escuchemos las palabras primeras
Sacerdocio mediante el carácter sacramental. Al darnos a que dirige a su Padre: "He aquí que vengo a hacer tu voluntad".
participar de su Sacerdocio nos ha configurado con su
alma Sacerdotal. Así ha querido también unirnos ínti­ PUNTO 19
mamente al ejercicio de su vida Sacerdotal, a su adoración
a su gratitud, a su reparación, a sus ruegos. Ofrenda que hace Jesús de su Sacerdocio al Padre

Hemos meditado seriamente en este amor de nuestro Pon- Nuestro Señor recibe el gran don de su Sacerdocio, y des­
tiíice? de ese mismo instante lo consagra totalmente a la gloria de
su Padre. Afortunadamente El autor de la Carta a los
Hemos correspondido a sus finezas y deseos? Hebreos recibió la revelación de las palabras que enton­
ces pronunció nuestro Pontífice: "por lo cual entrando en
Encontramos la felicidad en morar en Cristo o vivimos preo­ este mundo dice: no quisiste sacrificios ni oblaciones, pe­
cupados por cosas exteriores? ro me has preparado un cuerpo. Heme aquí que vengo a
hacer tu voluntad". (Hebr. 10,7).
Acerquémonos a María y pidámosle su recogimiento v su
entrega total a Cristo Sacerdote. Jesús nos dá la más sabia lección. El Sacerdocio debe
orientarse únicamente a la gloria divina. No se nos comu­
Que nada pueda apartarnos hoy de nuestro Pontífice. nica para nuestra honra. Jesús sabe que tendrá que ser
Que todo lo pensemos y realicemos en función de la gloria víctima por los pecadores; comprende que, con ese fin le
de su Sacerdocio adorable ha sido dado ese cuerpo. Sabe también cuán dolorosa
será su pasión y cómo para redimirnos tendrá que conver­
tirse en "Varón de dolores". El Padre quiere que el peca­
do del mundo sea borrado con sangre divina y que en el
árbol de la Cruz se reconquiste lo que se perdió junto al
árbol del pasaíso.

Jesús responde Sacerdotalmente con la donación más


total y alegre. "Heme aquí para hacer tu voluntad".

PUNTO 2®

Nuestra entrega a la gloria del Padre

Hemos recibido una vocación sublime. El Señor nos ha


predestinado para glorificar su Sacerdocio y sacrificarnos
por sus ministros. El quiere que nuestra vida entera no
tenga otra finalidad. Quiere que ningún momento de
nuestra existencia sea para nuestro egoísmo o para el
210
211
mundo. Nos ha hecho sus discípulos para que lo amemos LA SANTIDAD DE NUESTRO PONTIFICE
con todo el corazón y le pertenezcamos íntegramente.
i .ontemplemos al Padre que mira a su Hijo y exclama: "Este es
En el momento de la Profesión le decimos a Jesús núes* mi Hijo muy amado en quien he puesto mis complacencias.
tro ecce venio". Con los santos votos nos crucificamos I '.cuchadle".
para cooperar en su obra redentora. Cómo agrada a Jesús
esta entrega cuando es sincera y alegre! PUNTO 1fi

Esta donación total es de gran importancia en la perfec­ Santidad de nuestro Pontífice


ción. Es el cimiento insustituible sobre el cual se elevará el
edificio de la diaria unión con el Padre. Pero es preciso Lscuchemos la descripción que hace el autor de la Carta a
renovarla todos los días. Cada mañana debemos decirle al los Hebreos de la santidad de Nuestro Señor como Sacer­
Padre que no queremos otra cosa que su gloria y el cum­ dote: "y tal convenía que fuese nuestro Pontífice, Santo,
plimiento de su querer adorable. inocente, inmaculado, apartado de los pecadores y más
alto que los cielos; que no necesita ofrecer cada día vícti­
Cuál es nuestra situación actual? mas primero por sus propios pecados". (Hebr. 726-28).

Podemos decirle sinceramente a nuestro Dios que nues­ San Pedro nos dice hablando de Jesús: "no cometió pe­
tra vida está dedicada exclusivamente a su gloria? cado, ni se encontró dolo en sus labios". Jamás comete la
más ligera imperfección. Sólo El puede decir a sus enemi­
Nos hemos unido al ofertorio de nuestro Pontífice y reno­ gos: "quién de vosotros me argüirá de pecado?
vamos con frecuencia esta disposición interior? El venía como Sacerdote, como Cordero de Dios, a quitar
los pecados del mundo. No podía ser súbdito del demo­
Pidamos la gracia de no tener otra preocupación que la glo­ nio el que venía a destruir su imperio. Por la unión hipos-
ria de Dios y el Sacerdocio de Jesús. t ática era impecable.

Qué felicidad para nuestras almas podernos acercar a


nuestro i Sumo Sacerdote y gozarnos con la visión de su
vida inmaculada. Saber que todo en El es pureza,
inocencia, santidad.
Comtemplarlo "como al Unigénito del Padre, lleno de gra­
cia y de verdad".

Qué ideal de perfección el que nos ha dado!

PUNTO 2a

Nuestra pureza

Nuestra vocación exige una pureza total. La sublime


misión que hemos recibido de honrar el Sacerdocio Santí­
simo de Jesús exige de todos una gran pureza. Si el pro-
212 213
feta dijo en la antigua ley; "purificaos los que lleváis los ALMA SACERDOTAL DE JESUS
vasos del Señor'1; qué no se dirá a quienes han sido llama­
dos a honrar el Sacerdocio de Cristo? Unamos nuestras adoraciones a la de la Sma. Virgen. Ella fue la
primera en adorar esta alma santísima de Jesús.
La Sierva de Cristo Sacerdote debe tener un "hambre y
sed de justicia" creciente. Debe buscar la pureza exterior
e interior con una solicitud constante. Al saber que si no PUNTO 1s
es limpia, pura, impoluta, y segregada de los pecadores",
no puede servir dignamente al "Cordero de Dios", luchará Sentimientos Sacerdotales del alma de Jesús.
valientemente contra todo lo que pueda mancillarla y odia­
rá aún la menor impureza. Cuál es nuestra conducta res­ I I alma Sacerdotalíde ¡nuestro Pontífice no tuvo otra preo­
pecto a la pureza? cupación ni otra tarea que glorificar al Padre y orar por noso­
tros.
Rechazamos prontamente las imaginaciones y pensamien­
tos torpes? Conoció al Padre desde el primer momento de su existen­
cia y se entregó a su gloria con el acto más perfecto de
Procuramos evitar todo pecado, o tenemos afecto a deter­ adoración. Unió a este acto los afectos de la más pura
minadas faltas? alabanza. Lo amó con la caridad más perlectay por eso se
dedicó a realizar todas las inmolaciones.
Decidle hoy a vuestro Pontífice con un fervor especial es­
tas palabras "Cordero de Dios que quitas los pecados del Estos sentimientos que tuvo el alma Sacerdotal de Jesús
mundo, ten misericordia de mí". desde el primer momento, los conservó siempre y los tie­
ne ahora, tanto en el Altar como en el Sagrario y en el Cie­
Luchad siempre contra el pecado. lo.

Jamás podremos medir la gloria que da a Dios esta alma de


nuestro Pontífice. Nuestra tarea y preocupación cons­
tantes deben ser la unión con esa alma bendita. Nuestra
vida de glorificación del Sacerdocio de Cristo debe dar la
mayor importancia al alma de nuestro Pontífice. Todos los
pensamientos, los afectos, las alabanzas y las determi­
naciones sacerdotales de Jesús, Sumo y Eterno Sacerdo­
te, salieron de su alma santísima.

Feliz aquel que vislumbre siquiera lo que significan estas


palabras: Alma Sacerdotal de Jesús...

PUNTO 2a

El alma sacerdotal de Nuestro Señor, modelo de nuestra


vida sacerdotal.

214 215
Hemos sido creados para glorificar a Dios. Debemos ala- LA SANTISIMA VIRGEN Y EL
barle y amarle siempre. La gratitud y la reparación, son sen­ SACERDOCIO DE JESUS
timientos que no deben faltar de nuestras almas. Debe­
mos también inmolarnos diariamente para así agradar a Contemplemos a María en el momento de la Encarnación del
nuestro Dios que es la santidad infinita. Verbo en sus entrañas castísimas cuando se convierte Ella en
Madre de nuestro Pontífice. Unámonos a su entrega generosa al
Qué modelo podemos buscar más perfecto que esta alma Sacerdocio de Cristo y pidámosle nos alcance la gracia de
Sacerdotal de Nuestro Señor? .ipreciar debidamente nuestra misión.

Y saber que podemos recibir diariamente esta alma santísi­ Unión de María con el Sacerdocio de Cristo
ma en el sacramento de la divina Eucaristía...
Nadie ha tenido una vinculación más íntima con el Sacer­
Este, es por tanto, el momento más oportuno para estu­ docio de Nuestro Señor que su Madre Santísima. Es ver­
diar los sentimientos de esta alma bendita y también para dad que Ella no tuvo la dignidad Sacerdotal en su sentido
unirnos a ellos. Cuando viene a nosotros, el alma de Je­ formal, pero por su maternidad divina, ejerció funciones
sús continúa allí su vida de adoración, de gratitud, de repa­ sacerdotales en un grado eminente que rebasa nuestro
ración y de súplica. Como siempre actúa sacerdotalmente, Sacerdocio.
lo hace también en nosotros.
María da al Verbo la naturaleza humana que, al unirse con
Hemos pensado en esta gran verdad? Nos damos cuenta El, recibe la unción sustancial que hace de Cristo el Sa­
de que debemos honrar especialmente el alma de nuestro cerdote eterno y perfectísimo. Si Nuestra Señora no hu­
Pontífice? biese dado su asentimiento a la Encarnación y no hubiese
pronunciado su fíat, no tendríamos las riquezas infinitas
Cuán deliciosa y fecunda se vuelve la acción de gracias pa­ del Sacerdocio de Cristo. En efecto, estaba ordenado por
ra el alma que sabe unirse a la de nuestro Pontífice! Dios que la consagración sacerdotal y sustancial de nues­
tro Pontífice se realizase en el seno de María. Fue éste la
Cuando comulgamos, nos penetramos de que está en basílica espléndida y santísima donde fue consagrado
nosotros Cristo Sacerdote y que allí piensa y actúa sacer­ nuestro Pontífice.
dotalmente?
Con el mayor recogimiento contemplemos ese instante su­
Hoy pensaremos frecuentemente en esta Alma Santí­ blime cuando Nuestra Señora da su asentimiento a los
sima... planes del cielo y se convierte en Madre de Cristo, Sumo y
Eterno Sacerdote. Cielos y tierra anhelaban oir estas pala­
bras de María. Dios y el hombre estaban pendientes de
ellas. A ese fíat debe nuestro Pontífice el poder realizar
sus planes salvadores.

Nadie mejor que María se dió cuenta de la grandeza de


ese instante y de ese fíat. Iluminada por la luz del Espíritu
Santo comprendió cómo la sangre que daba al Verbo para
su Encarnación obtendría los mayores beneficios para la
humanidad. Vió entonces las infinitas riquezas del Sa­
216 217
cerdocio de Jesús. Nunca podremos comprender su oran
NUESTRA SEÑORA Y EL OFERTORIO
Z , L l!9r"dad' » 10 O» s o E ? „
SACERDOTAL DE CRISTO
Vira¿n
gen fattm
f n de
Tmquef SElla
í '13''108 la eSCUela
nos enseñe de la
cada día la lección
Santísima
da
Adoremos a nuestro Pontífice cuando pronuncia su ofertorio sa­
a subhme excelencia del Sacerdocio de Nuestro Señor
cerdotal en el seno purísimo de María. Unámonos a sus senti­
La festividad de la Encarnación que se aproxima debp
mientos filiales y pidámosle nos conceda la gracia de hacer siem­
jarnos una visión más clara de Nuestro Pontífice y el deseo
pre la voluntad divina con prontitud y alegría.
de honrar mejor su divino Sacerdocio. Y S6°
Ofertorio sacerdotal de Jesús
Nunca separem05 a María de Cristo Sacerdote A la luz del
íntima ° de JeSÚS al Cual está vinciJlada de manera tan Cristo Sacerdote se apresuró a ofrecerse a su Padre como
SasXradeir ta9ra"deza*¿SSS2 víctima propiciatoria por los pecados del mundo. Sus pri­
meros pensamientos y sus primeras palabras fueron sacer­
dotales. El actuó siempre como. Pontífice.
debemos g S r S í S ” ^ ^ Fue el autor de la Carta a los Hebreos quien tuvo la fortuna
de saber cuáles fueron las primeras palabras que pronun­
Siempre que recitemos el Angelus pensemos en la consa
ció Cristo. Leamos lo que escribe a los Hebreos hablando
de nuestro Pontífice: "por lo cual al entrar al mundo dice:
5= ^ ! “ y e" el — la~ "sacrificio y ofrenda no quisiste, pero me diste un cuerpo a
propósito; holocaustos y sacrificios por el pecado no te
agradaron; entonces dije: Heme aquí presente; quiero ha­
cer tu voluntad. Diciendo más arriba: sacrificios y ofrendas
y holocaustos por el pecado no los quisiste ni te agrada­
ron, los que según la ley se ofrecen; entonces ha dicho:
heme aquí que vengo a hacer tu voluntad". (Hebr. 10, 5-
10 ).

Meditemos frecuentemente en la gran lección que nos


da aquí Cristo Sacerdote. Desde el primer instante de su
vida sacerdotal piensa únicamente en la gloria que puede
dar al Padre con su sacrificio. No le importa que su cuerpo
tenga que convertirse en hostia y deba inmolarse totalmen­
te. Lo acepta gustoso y se apresura a ofrecerse como víc­
tima.

Mas este ofertorio lo hace en el seno virginal de María. Lo


hace en el instante mismo de la Encarnación; "al entrar al
mundo". Así adquiere Nuestra Señora una nueva vincula­
ción con el sacerdocio de Cristo ya que sirve de altar para
el comienzo de la vida de inmolación de Jesús.
Por otra parte, Cristo pudo ofrecer su cuerpo como hostia

219
purísima porque María se lo había dado. Por eso, al mismo LA PRECIOSA SANGRE
tiempo que dijo a su Padre: "me diste un cuerpo", debió
agradecer íntimamente a su Madre el que le hubiese brin­ I («presentémonos a Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote, cubierto
dado la naturaleza humana. on la Pasión con su Sangre Preciosa.

La gran festividad de la Encarnación que se aproxima, de­ / o que debe serla Preciosa Sangre para nosotros
be mostrarnos mejor estas relaciones tan íntimas que exis­
ten entre Cristo Sacerdote y su Madre Santísima. 1a Objeto de adoración.

Nosotros que hemos recibido una cierta participación del Jesús en su naturaleza humana es adorado con culto de la­
Sacerdocio de Jesús por el carácter sacramental, debe­ tría a causa de la unión hipostática. Por eso adoramos el
mos también ofrecernos como "hostia pura y agradable al alma, el cuerpo y la sangre de nuestro Pontífice divino.
Señor". Nuestro Pontífice nos da el ejemplo en su Encar­
nación. Como El y con El debemos ofrecernos diariamen­ Por eso cuando esa Preciosa Sangre está presente en el
te a Dios. Mas para que esta ofrenda sea mejor, hagámos­ cáliz después de la consagración, decimos: "adorárnoste
la en unión con la Santísima Virgen. Preciosa Sangre de Nuestro Señor Jesucristo".

Diariamente pidamos a esta buena Madre nos alcance la Hagamos siempre un acto de fe en la presencia real de es­
gracia de ser generosos en el servicio de su Hijo y de no ta sangre preciosa en el sacramento del altar.
negarle cosa alguna de cuanto nos pida. Supliquémosle
que así como Ella vivió siempre y únicamente para la glo­ 29 Objeto de ardiente amor.
rificación del Sacerdocio de Jesús, nos obtenga la gracia
de consagrar nuestra vida a este oficio celestial. Debemos amar profundamente esta sangre divina. Nues­
tro Pontífice, al derramarla toda por amor a nosotros para
Digamos hoy y siempre: "heme aquí pronto a cumplir tu redimirnos y purificarnos, nos dio la mayor manifestación
santa voluntad".
de caridad. No dejó sin derramar por nosotros ni siquiera
una gota de su Sangre. La lanzada del soldado sacó las
últimas que quedaban en su Corazón santísimo.

No amaremos entonces la Preciosa Sangre?

Podremos negarle algo a Nuestro Pontífice?

32 Objeto de gratitud perenne.

Todo lo debemos a la Sangre Preciosa y de valor infinito


de Nuestro Pontífice.

"No hemos sido comprados ni con oro,ni con plata, sino


con la sangre del Cordero inmaculado", nos dice San
Pedro.

221
t e S a n p S ¿ e JeSUCn'Sl° "os lava de lodo I » 3* ' , «ort. SANTISIMO NOMBRE DE JESUS

Unámonos hoy a los santos y ángeles que bendicen y alaban el


tranSJ S r S,e ,u san0re" exda™ r i lodos cuantos en­ nombre dulcísimo y santísimo de Jesús.
tran al « l o y van a postrarse a las plantas del Cordero Pidamos la gracia de pronunciar siempre con amor este nombre
y, en especial, a la hora de la muerte.
La Preciosa Sangre nos ha merecido también todas las
San Pablo escribe a los filipenses: "al o ir el nombre de
% ?nos
sea, £ £ £ yTnos abre el E"
£ conforta a nos pu" líca
cielo. Jesús doblen la rodilla todas las creaturas del cielo, tierra e
infierno; y toda lengua confiese que Nuestro Señor Jesu­
42 Nos invita constantemente a ser generosos. cristo está en la gloria de Dios Padre" (2, 10.11). El nom­
bre de Jesús, Nuestro Pontífice, llena de alegría a los
bienaventurados en el cielo, de esperanza a los que lucha­
ti™ es e l r t T ^ da P0Í nueslro amo'- ^ s a n a m e n te sen-
tornos e! deber de corresponder a tanta abnegación v cari- mos en la tierra y de horror a los condenados.
' uestr° Sumo Sacerdote, al presentarse delante de
nos®,nos cubierto con la púrpura de su sangre predos.® Nosotros debemos amar y bendecir este nombre santísi­
mo de nuestro Sumo Sacerdote. Jesús quiere decir Sal­
ción y cualquier sacrifk;ioeC,irnOS COrresP°nde™a. abnega- vador. Oigamos las palabras de San Pablo: "fuera de Je­
sús, no hay salvación en ningún otro. Pues no se ha dado
JensúsU? m° ment0 de la vida Podemos dar una negativa a a los hombres otro nombre debajo del cielo, por el cual
debamos ser salvados” (4,12). En efecto, nuestro
Pontífice viene para salvarnos del pecado y del infierno.
Estimamos la Preciosa Sangre? Por eso dará hasta la última gota de sangre en la Cruz. Allí
aparecerá escrito su nombre para que todos puedan leer­
lo. Por eso, al pronunciar el nombre de Jesús, debemos
t r a s m i t a ? correspo" did0 a la generosidad de núes-
hacerlo con el mayor amor y la más profunda gratitud. V
acogernos siempre a su poder y misericordia. Pronuncie­
Amor con amor se paga. "El nos amó y se entreaó a la mos con gran fervor la oración que hace hoy la Santa Igle­
muerte por nosotros". entrego a la sia: "oh Dios, que dispusiste el que tu Unigénito Hijo fue­
se el Salvador del mundo y se llamase Jesús: concéde­
nos propicio, gozar en los cielos de la vista de Aquel cuyo
santo nombre veneramos en la tierra".

No nos acostumbremos a pronunciar mécanicamente el


nombre santísimo de Jesús. Procuremos que sea miel
para nuestros labios y fuego para nuestros corazones.
Cuantas veces lo encontremos en el misal, en el oficio, o
en cualquier libro, digámoslo con amor y respeto. Pense­
mos en María que debió pronunciarlo siempre con la
mayor reverencia y la más profunda ternura, y a su ejem­
plo, llevemos en el corazón y en los labios el nombre de
nuestro Pontífice con la mayor devoción. Que esté en
222
223
S íS fa ylS ta iS ta T* wbiOSen tos * EPIFANIA DEL SEÑOR
o nos amenacen los peligros I^ v fc fa r í T ™ lenlací6n
alegrías de la Patria Mr. muerte y en las lln.wnonos a los Magos que se acercan hoy al portal y, a una con
de Jesús En el cielo lo rp n fUn nom^ re m^s santo que el iillus, ofrezcamos a nuestro Pontífice nuestra adoración, nues-
peto ángeles I - I S " ° ° " el ma* or am w ? a s ­ li<i .imor y demás dones.
esta tarea celestial Y nn Ü J^Cemos ya desde el destierro
PUNT01®
"simo es t e S p a rí el £ S T >S qUe esle nombre s e ­
rnos con la mayor confianza en
I acción que nos dan b s Magos

i stos sabios de oriente nos enseñan cómo debemos bus­


S ^ S s t c S r Sln' efear *
bre del Señor” Y decid ron ia za e inv°caré el nom- car a Jesús hasta encontrarlo. Viven en un país lejano
que has de ser nuestro a a S n T V 9'651'31 "oh ^ s ú s ! cuando reciben la luz del nacimiento del Niño Dios. Inme­
diatamente se dan a la tarea de hallarlo. No les importa lo
e n T I ^ s e c ^ n u e s C ^ ^ O T ^ . Inrgo del camino, ni el que tengan que sufrir grandes pena­
lidades. Su única ambición es llegar hasta la cunita del re­
cién nacido.

No se dirigen por sus opiniones. Siguen siempre la senda


que les muestra la estrella, y no paran hasta llegar al
establo. Pensemos cuál sería su alegría al contemplar al
Niño en los brazos de su Madre. "Al ver la estrella se rego­
cijan grandemente y entrando en la casa, hallaron al Niño
con María su madre y postrándonseleadoraron; y abriendo
sus tesoros le ofrecieron dones de oro, incienso y mirra”.

Nosotros también debemos entregarnos hoy totalmente al


Pontífice divino y rogarle reciba nuestra miseria, ya que no
tenemos otros dones para obsequiarle.

Hagamos nuestra entrega a través de la Santísima Virgen.

PUNTO 22

Nuestro Pontífice nos ilumina

Epifanía quiere decir manifestación. Se llama así la mani­


festación que hace Jesús de Sí mismo a los Magos, y en
su persona, a todos los pueblos gentiles. Nuestro Pontí­
fice quiere darse a conocer para que todos vengan a El y
puedan recibir sus gracias. Su manifestación terrena es
apenas preludio de la que El quiere hacer a los justos en el
224
225
JUEVES SANTO

Contemplemos a nuestro Pontífice en la noche sacerdotal por


a c o n ^ S ^ S ™ 8^ 18 * Besuem°* excelencia del Jueves Santo, cuando instituye la Sagrada Euca­
ristía y el sacramento del Orden. Unámonos a sus sentimientos
y pidámosle nos encienda en su amor.
* d T je s ú ^ S " ? 13 V0cacl6n 0e ^ " f i c a r d sacerdo-
Amor sacerdotal de Jesús.

No olvidemos que El es el meior Hp (ac a as Puras- San Juan expresó maravillosamente la caridad de nuestro
Pontífice cuando escribió: "La víspera del día solemne de
d e T a lu iT T s í nued *" es,ab“ °e‘ < la Pascua, sabiendo Jesús que era llegada la hora de su
"estaré con vosotros hasta la tránsito de este mundo al Padre; como hubiese amado a
los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin".

Todo fue en esa noche sacerdotal manifestación exquisita


de ternura y amor en nuestro Pontífice. Cuando entra en
el Cenáculo exclama: "con gran deseo he anhelado co­
mer esta Pascua con vosotros antes de padecer.

Poco después se pone a lavar los pies de sus discípulos y


% £ ü £ & ? man,les,e h0> a nuest™ * " « »• a limpiarlos con la toalla que se había ceñido. Es entonces
cuando puede decirles: "un mandato nuevo os doy: que
os améis mutuamente, como yo os he amado".

Pero ninguna manifestación de amor comparable con la


institución de la Sagrada Eucaristía. Jesús toma el pan en
sus santas y venerables manos sacerdotales, y después
de partirlo, lo da en comunión a sus apóstoles diciendo:
"tomad y comed; ésto es mi cuerpo". Lo mismo hace con
el vino que convierte en su sangre preciosa: "Tomad y be­
bed, éste es el cáliz de mi sangre que será derramado por
vosotros y por muchos para remisión de los pecados".
Mas no terminó aquí la serie de manifestaciones de la cari­
dad sacerdotal de Cristo.

Después de enriquecer a su Iglesia con el don infinito de


su Sagrada Eucaristía, quiso adornarla con la participación
de su divino Sacerdocio. "Haced ésto en memoria mía",
son las palabras con las cuales consagra a los primeros Sa­
cerdotes.

226
227
Después de tales manifestaciones de amor bien nuede
VIERNES SANTO
' pué d e b i ™
Permanezcamos hoy espiritualmente junto a la Cruz de nuestro
Pontífice y unámonos a su sacrificio infinito para que su sangre
tfmipntn<frf sacerdotal debemos estar dominados por sen- nos purifique y su muerte nos salve.
l e n t o s de admiración, gratitud y amor. Cómo no alabar v
bendecir la caridad de Jesús que ha obrado tantas mara- Sacrificio sacerdotal de Cristo.
s a lm iJ ^ 3' V! H Ur! nues,ra? Exclamemos hoy con el
salmista, qué daré al Señor por todo lo que me ha darin? Jesús, nuestro Pontífice, vivió siempre para este día del
tomare en mis manos el c á lizd e la salud e L o c a ré viernes santo. Su misión era glorificar infinitamente al Pa­
rrables9 ^ t e r n 0 '" ? raC¡as infinitas P °r S“ S dones inena- dre por medio de la redención de la humanidad pecadora.
^ ables. Eternamente cantaré las misericordias del Se- Pero esta redención se debía efectuar mediante su muer­
te en la Cruz según lo dispuesto por el Padre. Sólo desde
la Cruz puede contemplar lo que le ha ordenado su Padre
Que un amor ardiente a nuestro Pontífice y la perfección y exclamar llenos de profunda satisfacción: "Todo está
en la candad fraterna sean los frutos de este jueves santo consumado". El madero de la crucifixión es el Altar
Iqtesia ’Dondp /”epitamos * ie nos dice ^ T s a n f a santísimo donde Cristo, Sumo y eterno Sacerdote, se in­

szlsx eT„:™rs
con ,os bienaventurad" I T S S e n T g ^ h
as Dtos"- " y

S o
c r i s -
mola voluntariamente para salvarnos. Su sacrificio de valor
infinito abre las puertas del cielo, purifica a la tierra y consu­
ma para siempre a los predestinados. Con amor y profun­
nuestro Dios. Este será el gozo santo e inefTble rí da veneración acerquémonos a este árbol de vida y excla­
memos con nuestra Madre la Santa Iglesia: "Canta, len­
S el s a c e rd í ioTeScar,PsIoC,ar ^ m¡Stón de 9,ori- gua, la victoria del más glorioso combate, y celebra el no­
ble triunfo de la Cruz, y cómo el Redentor del mundo ven­
ció inmolado en ella". "Tú sola fuiste digna de sostener la
víctima del mundo y preparar el puerto de salvación al Arca
del mundo náufrago, rociado con la sangre sagrada del
Cuerpo del Cordero. Oh dulce leño, oh dulces clavos que
sostuvieron tan dulce peso".

Al ver a nuestro Pontífice clavado en la cruz e inmolán­


dose por nosotros digamos con San Pablo: "me amó y se
entregó por mí". Es aquí donde nos demuestra mejor, có­
mo su caridad es infinita. "No existe mayor amor que dar la
vida por sus amigos". Nuestro Pontífice da la vida por
nosotros y en medio de los dolores más atroces. Sufre
hasta lo infinito porque su amores infinito.

Quién no amará a quien nos ha amado de tal manera? Po­


dremos permanecer insensibles y fríos junto a la Cruz de
nuestro Pontífice? Será posible que el fuego de su cari­
dad no nos abrase y nos decida a entregarnos totalmente
228
229
P aS 3 qUfe" da Su ' * * DOMINGO DE RESURRECCION
negaremos a ^ a a a 'I Z T f L°
Llenos de júbilo acerquémonos hoy a nuestro Pontífice que
triunfa de la muerte como lo había prometido y quiere regocijar­
nos con su resurrección gloriosa. Pidámosle la gracia de resu­
citar a una vida de perfección y glorificación constante de su sa­
cerdocio.

I. El triunfo de nuestro Pontífice.

2 ? S S 7 ¿ S £ 2 ? í r I a S? “ , * " a Vir9e" Pacíece La resurrección de Cristo es su mayor victoria y la prueba


más firme de su divinidad. El había puesto esta señal co­
'o r “ aAr S ^ S h 0 y a lS mo el gran argumento de que era el Hijo de Dios. Nadie po­
día hacer semejante promesa de resucitar al tercer día de
s s s s r v t e - su muerte sin ser Dios o un loco. Nuestro Pontífice muere
en una cruz, después de anunciar repetidas veces su resu­
rrección y triunfa de la muerte, porque no es solamente
hombre. Es verdadero Dios. Qué dicha para nosotros po­
der creer firmemente en la divinidad de nuestro Pontífice y
fincar por lo mismo en El toda nuestra esperanza.

La victoria de Cristo Sacerdote debe llenamos de santo


regocijo. Con razón exclama hoy nuestra Madre la Iglesia,
"este es el día que hizo el Señor: regocijémonos y alegré­
monos en él. "Alabad al Señor porque es bueno, porque
su misericordia permanece: por los siglos".

Quienes servirlos a Cristo Sacerdote sabemos que no he­


mos dedicado nuestra vida a un ser derrotado por la muer­
te, sino "al Señor de la vida que reina vivo después de
muerto". De El escribió San Pablo: "Jesucristo, ayer, hoy
y el mismo por ios siglos".

Este Pontífice eterno nos puede decir a quienes nos acer­


camos a su sepulcro glorioso: "Resucité y aún estoy conti­
go". detengámonos a saborear la dulzura inefable de este
mensaje divino.

II. Lecciones que nos da hoy nuestro Pontífice.

Cristo Sacerdote nos alienta hoy con su victoria. El está


con nosotros y nos promete su gracia para que triunfemos
230
231
JESUS BUEN PASTOR

PUNTO 19

Amor que nos tiene nuestro Buen Pastor

El título de "Buen Pastor" nos habla del amor de nuestro


Pontífice. "El Buen Pastor da la vida por sus ovejas". Esto
es lo que ha hecho nuestro Pontífice. Dió su vida y toda
su sangre para redimirnos con su sacrificio sacerdotal.

Jesús es no sólo Pastor Bueno, sino Cordero que se inmo­


aua le v a d u ra hermanos: purificáos d e la anti- la por nosotros. Es Sacerdote y víctima simultáneamente.
x ? r f T sennueva masa’»"»<£.
Llenos de gratitud debemos meditar las palabras de San
Pedro: "habéis sido rescatado, no con oro ni con plata, si­
ázimos de s i n c ^ d y d e v e rd a d o c T ^ T Sí" ° no con la sangre del Cordero inmaculado". El podría ha­
bernos rescatado de otra manera. Todas sus acciones
eran de valor infinito. Sin embargo, quiso dar para nuestro
riá Tueoemos
b e ™ 1ser
° « siervos
'S 9 reSUC" ad° QUe 005
resucitados r n r dedira
\a a su gto-
. rescate hasta la última gota de su sangre.

Con razón San Pablo exclama: "por la excesiva caridad


con que nos ha amado". Ya lo había dicho Jesús: nadie
que éste de su resurrección y de su triunfo. íem° Sacerdofe tiene mayor caridad que aquel que da la vida por sus ami­
gos. Cuán bueno es nuestro Pontífice! Cómo nos ama!
Cuánto derecho tiene entonces a nuestra entrega total y a
que dediquemos nuestra vida sin reserva a la gloria de su
H = r ^ r s ; » “í r : = = : ; Sacerdocio, al que tanto debemos...

PUNTO 2a

Confianza que debemos tener en nuestro Buen Pastor

Si nuestro Pontífice nos ama tanto, debemos confiar ciega­


mente en su amor.

Si nuestro Buen Pastor vela tan solícitamente por cada


una de nuestras almas, debemos esperarlo todo de El y
descansaren su redil sin preocupación alguna.
Meditemos en estas hermosas palabras del Salmo XXII "el
Señor es mi Pastor, y nada me faltará. Me ha colocado en
232
233
mjs prados y ha apagado mi sed con sus aguas bienhe­ LA ASCENSION, EL TRIUNFO DE NUESTRO
choras. Bajo la guarda de su cayado, nada temo, y podré PONTIFICE
entrar sin temor en medio de las tinieblas de la muerte.
Preludio. - Contemplemos a Cristo Sacerdote cuando asciende
La varilla con que me conduce y el báculo con que me de­ al cielo y entra triunfante en la gloria.
fiende del furor de los lobos, son la alegría y el consuelo
de mi alma”. PUNTO 1®

Quie'n al saborear estas palabras no se sentirá feliz y pleno El triunfo de nuestro Ponfícice
de confianza?
Quien asciende al cielo es nuestro Sumo y Eterno Sacer­
Si llegamos a penetrarnos bien de la ternura y solicitud de dote. Jesús había cumplido su misión sacerdotal, había
nuestro Buen Pastor jamás temeremos ni nos dejaremos abierto las puertas del cielo que estaban cerradas por el
pecado de Adán. El debía ser el primero que entrase en
dominar por la tristeza. Digamos siempre: el Señor me apa­
cienta y nada me faltará. esa gloria.

Confiamos ciegamente en el amor de Jesús? Descansa­ Su ingreso en el cielo fue el triunfo de su sacerdocio. El
mos seguros y tranquilos a su sombra? entra a la Patria como Pontífice. Oigamos lo que nos dice
San Pablo: "mas sobreviniendo Cristo Pontífice por me­
dio de un tabernáculo más excelente y más perfecto, no
Resolución. Renovar hoy nuestra entrega total a la gloria
del Sacerdocio de Cristo, nuestro Buen Pastor. hecho a mano, y presentándose no con sangre de
machos cabrios, sino con la sangre propia, entró una sola
vez en el Santuario del cielo, habiendo obtenido una re­
dención eterna". (Hebr. 9-12). Con cuánta alegría debió
Nuestro Señor presentar a su Padre en el cielo tos méritos
de su sacrificio, y las llagas de su cuerpo que atestiguaban
su inmolación en la Cruz.

Desde entonces Nuestro Señor está dedicado a ayudar­


nos y a enriquecemos con sus gracias. "Vive siempre ro­
gando por nosotros". Ha ido al cielo para prepararnos el rei­
no.

Con cuánta gratitud y amor debemos pensar en el triunfo


de nuestro Pontífice.

PUNTO 2»

Las lecciones que hoy nos da nuestro Pontífice

Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote, nos da sabias lecciones


en este día de su Ascención.

234 235
19 Nos enseña a pensar siempre en el cielo y a no apeqar- PENTECOSTES
nos jamás a la tierra.
Adoremos al Epíritu Santo que realiza constantemente su Pente­
San Pablo nos dice: "si resucitásteis con Cristo, buscad costés en la Iglesia y en las almas, y pidámosle que en este día
las cosas de arriba, no las que están sobre la tierra". nos colme con sus gracias y dones a fin de que cumplamos
lealmente nuestra misión y glorifiquemos el Sacerdocio de Jesús
2a A sacrificarnos generosamente para merecer las ale­ en tiempo y eternidad.
grías celestiales. Nuestro Pontífice se inmoló por noso­
tros para glorificar a su Padre, y Este, en premio, "lo coro­ La obra del divino Espíritu
nó de gloria y honor. San Pablo nos recuerda que "no
son dignas las tribulaciones de este siglo del inmenso Meditemos hoy en la obra admirable que realiza el Espíritu
peso de gloria que nos espera". Santo en el alma del justo. Contemplemos la maravillosa y
repentina transformación que opera en los Apóstoles que
3® A confiar y esperar en el amor sacerdotal con que nos se hallan congregados con María en el Cenáculo. "Al cum­
ama. Recordemos lo que dijo a sus discípulos el Jueves plirse los días de Pentecostés, estaban todos los discípu­
banto: voy a prepararos un lu g a r. Qué pensamiento los juntos en un mismo lugar; y vino de pronto un ruido del
mas consolador que este; saber que las manos de nuestro cielo, como de viento que soplaba impetuoso, llenando to­
bumo Sacerdote tejen nuestras coronas. da la casa en donde estaban. Y se les aparecieron como
lenguas de fuego que se repartieron y pusieron sobre
4® A trabajar celosamente para lograr que nuestras almas cada uno de ellos; y fueron todos llenos del Espíritu San­
leguen al cielo y puedan allí glorificar al Padre. El cielo es to, y comenzaron a hablar varias lenguas, según el Espíritu
la Patria de la gloria de Dios. Santo les dictaba". (Act. 2,1-5). Aquellos discípulos eran
ignorantes, pero se les comunica este Espíritu de verdad
Obramos de esta manera? y los instruye en la ciencia de Dios y hace de aquellos pes­
cadores rudos e ignorantes los doctores de su Iglesia.
Hemos aprendido estas lecciones de Jesús? Amamos el Eran tímidos y por eso estaban a puerta cerrada "por mie­
cielo y pensamos frecuentemente en él? do a los judíos". Pero cuando reciben al divino Espíritu ad­
quieren tal valor que no temen ya a sus enemigos. Predi­
Procuremos hoy glorificar a Cristo Sacerdote y regocijémo­ can a Jesús por todas partes, y si son perseguidos, encar­
nos con su triunfo. celados y azotados, se sienten felices porque ”han sido
dignos de padecer por Cristo”.

Tenían hasta entonces miras terrenas, y ahora solamente


ambicionan hacer conocer y amar a su Maestro y Pontífice.
Por eso Jesús los había animado antes de morir con la
promesa del Paracleto: "el Consolador, el Espíritu Santo,
que os enviará el Padre en mi nombre, El os enseñará
todas las cosas y os recordará todo cuanto yo os he
dicho". (Juan 14,26).

Nosotros sí que tenemos necesidad de la comunicación


de este divino Espíritu. Somos tan débiles, ignorantes y
236
237
tornadizos para cumplir bien la sublime misión que nos ha FIESTA DE LA SANTISIMA TRINIDAD
confiado el Padre! Pero el Espíritu Santo puede
cambiarnos y capacitarnos como lo hizo con los Apóstoles
"Bendita sea la Trinidad Santa y la indivisible unidad; la alaba­
el día de Pentecostés.
remos porque usó de misericordia con nosotros". Unamos nues­
tras adoraciones a las de los ángeles y bienaventurados, y con
Unámonos a las súplicas de María y digamos a Cristo ellos digamos: "Santo, Santo, Santo es el Señor Dios de los ejér­
Sacerdote que nos envíe a su divino Espíritu. Con fervor citos" "Gloria a Ti. Trinidad igual, única Deidad, antes de los si-
digamos hoy y todos los días: "ven, Espíritu Santo, y qlos, ahora, y siempre". Gloria y alabanza resuenen en los la­
envía desde el cielo un rayo de tu luz. Ven, padre de los bios de todos al Padre y al Hijo por El engendrado, y un canto de
pobres; ven, dador de las gracias; ven, luz de los perenne alabanza salga también para el Espíritu Santo!"
corazones. Consolador óptimo, dulce huésped del alma
dulce refrigerio. Oh luz santísima, llena lo íntimo de los Por Cristo Sacerdote a la Trinidad
corazones de tus fieles. Lava lo que está manchado, riega
lo que es árido, cura lo que está enfermo. Concede a tus* A nuestro Pontífice debemos la gran revelación del
fieles, que en Tí confían, tus siete sagrados dones Dales augusto misterio de la Trinidad beatísima. Ese es el gran
el mérito de la virtud, dales el puerto de la salvación dales dogma fundamental y central de su doctrina. El viene
el eterno gozo, Amén". como enviado del Padre y, a su vez, envía al Espíritu San­
to como santificador de la Iglesia. El Padre envía a su H ijo
Oremos hoy con la Santa Iglesia: "oh Dios, que enseñaste cuando llega la plenitud de los tiempos, y el Espíritu Santo
en este día a los corazones de tus fieles con la ilustración desciende sobre la Santísima Virgen para obrar las mara­
del Espíritu Santo; haz que, guiados por ese mismo villas inefables de la Encarnación.
Espíritu, saboreemos la dulzura del bien, y gocemos
siempre de sus divinos consuelos". Todas las obras llamadas "ad extra" son comunes a estas
tres divinas Personas. Por eso la Iglesia hace girar todo el
Ven Espíritu Santo, santifícanos, ilumínanos y danos el culto cristiano alrededor de este Dios, Uno y Trino. Va
poder de glorificar siempre a nuestro Pontífice eterno. nuestro Pontífice envió a sus Apóstoles con estas pala­
bras- "Id p u e s , y enseñad a todas las gentes y bautizadlas
en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo".
Desde entonces todo lo hará la Iglesia "en el nombre del
Padre del Hijo y del Espíritu Santo, y terminará todos sus
himnos con una doxología en honor de esas divinas
personas; y las oraciones por una conclusión en su honor.

En la Santa Misa nos recordará varias veces que el Santo


Sacrificio se ofrece a la Trinidad beatísima, y en su nombre
realizará todas las funciones cultuales.

Nosostros hemos sido creados por esta Trinidad Santísi­


ma para su gloria. Necesitamos tender siempre a Ella y ala­
barla. Mas para cumplir nuestro deber y alcanzar nuestro
fin tenemos que unirnos a Cristo Sacerdote. Sólo por El,

239
238
t ~ o 3 s r re en unión de' Espíri,u Sa" * , CORPUS CHRISTI

Representémonos a Nuestro Señor en el Cenáculo cuando se da


m a i e M ' ^ r T 0" qtu e ? rist0 Sacerdote tiene "una infinita en comunión a sus discípulos y les dice: "Tomad y comed, esto
Í K o POr S“ naturaleza divina- Oigamos lo que nos es mi cuerpo".
dó es el sTñnr0 c nt,ífÍCLe: Hciertamente, el Verbo encarna-
s L d o él v P^ y ^ n ° r*de 108 h° mbreS; ^ C0ntinúa PUNTO 1®
tiene t a m h ^ . k ° S !nf,nrta La Humanidad de Cristo
. .derech0 al cult0 de latri’a por razón de su Nuestro Pontífice nos alimenta con su cuerpo.
lón hipostática con el Verbo, pero su divinidad es la ra
z6r, y fuente de este culto. Asi que la D iv in S de
Cuán grande es la caridad de nuestro Sumo y Eterno Sa­
s a r S E m e " í ’anera al9una en la Periferia del F»n cerdote! No se contentó con vivir en medio de nostros,
samiento litúrgico. Es normal que se vaya al Padre nnr
enseñarnos a su verdad y redirmirnos... Quiso ser tam­
homhr’ PUeo ° que Cris,° es el Mediador, entre Dios y tos bién nuestro alimento.
hombres Pero no sólo es Mediador, sino que está tJ m
Santo" 3d' Gn l9Ualdad COn el Padre y el ^ P irita Oigamos sus palabras: "mi carne es verdadera comida y mi
sangre verdadera bebida. El que come mi carne, y bebe
mi sangre en mí mora y yo en él". Podemos imaginar una
r a a m a r i o ^ n í ^ r 5 con,emP,ar a ^ e s tro Pontífice pa­ mayor- caridad que ésta,? Con razón exclama San Juan:
ra amarlo y glorificarlo sin cesar. "como hubiese amado a tos suyos que estaban en el mun­
do, tos amó hasta el exceso".
tesoroTdT?aS« ¿ “ n ST Pabl0: "oh Pr0,undidad de los
sas son de El v y 'a c¡encia divinasl Todas las «>- Al contemplar la Sagrada Eucaristía, pensemos siempre
n L o u . ’ y ,0das 500 para y todas existen en el A en el amor infinito de Nuestro Pontífice que ha querido
El sea la glona en tos siglos. Amén. (Rom. 1 1 -33-36). convertirse en alimento espiritual de nuestras almas.

n n ! c 2 f w ° S 31 Padre' al Hij0 y al EsP'ri,u Santo" Que Pensemos también en lo mucho que vale el alma, cuando
sonas S6a Un h'mn0 de alabanza a estas divinas Per- Jesús ha querido nutrirla con su misma carne y con su san­
gre divina.

Este Buen Pastor no se contenta con llevar a sus ovejas a


pastar en campos escogidos. Las alimenta con su cuerpo
santísimo.

Así nos ama nuestro Pontífice!

PUNTO 2a

Cómo debemos usar de este alimento divino

1B Con gran reconocimiento y profunda caridad. Si la di­


vina Eucaristía es la manifestación más estupenda del a-
240
241
mor de nuestro Pontífice, debemos agradecerla constan­
temente.
CORAZON SACERDOTAL DE JESUS

2° Con gran espíritu de fe. Meditemos con frecuencia en Acerquémonos a este corazón sacerdotal de Nuestro Señor y pi­
todo lo que contiene este banquete de la Sagrada Comu­ dámosle nos encienda en su amor.
nión. Oigamos lo que nos dice la Santa Iglesia en el oficio
de esta festividad: "oh sagrado convite, en el cual se re­ PUNTO 1»
cibe a Cristo, se recuerda su pasión, la mente se llena de
gracia y se nos da la prenda de nuestra gloria futura". Cuánto nos ama e! corazón de nuestro Pontífice!

3 ° c ° n gran amor. Recibimos como alimento a nuestro di­ La caridad de nuestro Sumo y Eterno Sacerdote no tiene
vino Sacerdote, cuyo amor no tiene límites y que nos ama límites. Su corazón sacerdotal ardió siempre en deseos
siempre sacerdotalmente. Pero ya sabemos que: "amor de consumirnos. Nos amó hasta el exceso. A cada instan­
con amor se paga". Por eso nos dijo El: "permaneced en te puede decimos Nuestro Pontífice: "mira este corazón
mi a m o r.
que tanto ha amado a los hombres".

4a Con gran gusto interbr. Este alimento celestial contie­ Al oir hablar del Sagrado Corazón de Jesús, debemos pen­
ne toda la dulzura y el mejor sabor; El alma que esté des­ sar siempre en su Corazón Sacerdotal. Y al oir hablar del
prendida de los placeres y gustos mundanos podrá sabo­ Corazón Sacerdotal de Jesús debemos pensar en su
rear deliciosamente este pan celestial. amor infinito.
Qué concepto tenemos de la Sagrada Eucaristía?
El Corazón Sacerdotal de Nuestro Señor nos ha amado
Hemos agradecido a nuestro Pontífice el gran amor que lo "hasta la muerte y muerte de Cruz”. Nos ha amado a pesar
na llevado a convertirse en alimento de nuestras almas? de nuestras miserias, de nuestra ingratitud y de nuestros
pecados. Es que nos ama con amor Sacerdotal, esto es,
Cómo recibimos la Sagrada Comunión? sacrificado, desinteresado y heroico.

Permanezcamos en el amor de Cristo Sacerdote... Al contemplar el pesebre, el Cenáculo, la cruz, el Sagrario


y el Cielo, pensemos en el amor infinito de nuestro Pon­
tífice.

Cómo hemos correspondido a las finezas del Corazón Sa­


cerdotal de Nuestro Señor?

Hemos sabido agradecerle cuanto ha hecho por noso­


tros?
Hemos amado sinceramente a este Corazón bendito que
nos ama Sacerdotalmente?

PUNTO 2a

Cómo debe ser nuestra devoción al Corazón Sacerdotal


242 de Jesús

243
Debe consistir, primero, en una entrega personal y total a PUESTO CENTRAL DEL SACERDOCIO
su corazón divino. El se nos entregó plenamente. Eso DE CRISTO
mismo espera de nosotros.
1) En el orden sobrenatural.
El alma que ha consagrado su vida a la glorificación del Sa­
cerdocio de Jesús, debe examinar si ha dado todo a su 2) En nuestra vida espiritual.
Pontífice o si ha reservado algo para ella.
Pidamos todos los días la gracia de conocer mejor las ri­
Nuestro Señor no debe decirnos ya "hijo dame tu cora­ quezas infinitas del Sacerdocio de Jesús para lograr cum­
zón". El, al contrario, debe sentirse glorificado con la en­ plir nuestra misión de glorificarlo y hacerlo amar.
trega generosa y alegre que le hemos hecho ya de todo
nuestro ser. San Pablo escribe a los Efesios: "os exhorto, a andar de
una manera digna de la vocación con que fuisteis llama­
A nuestra consagración personal debemos unir la expia­ dos". (4,1). El secreto para que logréis vivir de una ma­
ción por nuestras faltas y por las ajenas. El Corazón de nera digna de vuestra vocación es que la sepáis valorar y
Nuestro Pontífice está herido por los pecados humanos. apreciar, y ésto sólo lo conseguiréis a la luz del Sacerdocio
Busca quién lo consuele. de Cristo.

Recordemos cómo en su agonía del Huerto buscó repeti­ 1. Puesto central del Sacerdocio de Cristo en
das veces consuelo en la compañía de sus íntimos y el orden sobrenatural.
desafortunadamente siempre los encontró dormidos. Le
sucederá lo mismo cuando venga a sus almas en busca de San Pablo escribe a los Efesios: "Bendito sea Dios y Pa­
consuelo? dre de nuestro Señor Jesucristo, que en Cristo nos ben­
dijo con toda bendición espiritual... y en El nos eligió antes
La devoción del alma al Corazón Sacerdotal de Jesús de­ de la constitución del mundo para que fuésemos santos e
be ser práctica y constante. Ella vive para la gloria de este inmaculado^ ante El y nos predestinó a la adaptación de
Pontífice divino y no debe tener otra preocupación en su hijos suyos por Jesucristo...
vida.
Por eso nos hizo gratos en su Amado en quien tenemos la
Nos hemos entregado totalmente a nuestro Pontífice? redención por la virtud de su sangre, la remisión de los
pecados según las riquezas de su gracia que supera-
Reparamos por nuestras culpas y las ajenas? bundantemente derramó sobre nosotros ...A finde que cuan­
tos esperamos en Cristo seamos para alabanza de su glo­
Amemos a quien nos ama Sacerdotalmente. ria... En el también fuisteis sellados con el sello del Espí­
ritu Santo... Presentando la posesión que El (Cristo) se
adquirió para alabanza de su gloria. Por lo cual no ceso de
dar gracias por vosotros y de hacer de vosotros memoria
en mis oraciones para que el Dios y Padre Nuestro Señor
Jesucristo os conceda espíritu de sabiduría y de revela­
ción en el conocimiento de El iluminando los ojos de vues­
tro corazón.

244 245
Con ésto entenderéis cuál es la esperanza a que os ha lla­ d) Tenemos que estar sujetos a El, nuestra Cabeza.
mado, cuáles las riquezas y gloria de la herencia otorgada a
los Santos y cuál la excelsa grandeza de su poder para con Pidamos la gracia de recibir esa "sabiduría y revelación en
nosotros. A El (Cristo) sujetó todas las cosas y le puso por el conocimiento de nuestro Pontífice y que sean ilumina­
Cabeza de todas las cosas en la Iglesia que es su Cuerpo dos los ojos de nuestro corazón" a fin de que a nuestro co­
la plenitud del que lo acaba todo en todos". (Efes. 1). nocimiento de Cristo Sacerdote siga un amor ardiente y
generoso que nos lleve a ser siempre alabanza de su
Imposible hallar una descripción mejor del puesto capital Sacerdocio.
que ocupa nuestro Pontífice en el orden sobrenatural.

El es la cabeza de todo. El amado del Padre.

El es la causa de nuestra salvación...

El es la causa de nuestra predestinación...

El es la causa de nuestra filiación divina...

El es quien nos envía al Espíritu Santo...

El es, por eso, nuestro dueño ya que nos ha rescatado


con su sangre.

El nos llena de esperanza porque sus riquezas son supera­


bundantes.

Nuestra tarea debe ser estar sujetos a El y glorificarlo siem­


pre.

2. Puesto central del Sacerdocio de Cristo en


nuestra vida espiritual.

Debe ser una consecuencia lógica de lo que El es en rela­


ción con nosotros.

a) Debemos ser agradecidos ya que por su sangre tene­


mos la redención y todas sus riquezas.

b) Tenemos por tanto que vivir para alabanza de su gloria.

c) Tenemos que pertenecerle exclusivamente.

246 247
ACUDAMOS AL AMOR SACERDOTAL 3) Un amor generoso. Nos ha dado todo, absolutamente
DE JESUS todo. Encarnación, Redención, Eucaristía. Su Madre, su
doctrina, su cielo...
Todo en Cristo Sacerdote es sacerdotal. Su amor es por
consiguiente, amor sacerdotal. 4) Un amor que no se apaga con nuestras ingratitudes.
Antes nos busca a los pecadores. "No he venido a buscar
"Al nacer se nos da como compañero". Dios con noso­ a tos justos sino a los pecadores".
tros.
5) Un amor heroico. Nos amó hasta la Cruz.
Apareció la benignidad de Dios nuestro Salvador1'.
6) Un amor tierno. Estudiar la vida de Jesús y lo que ha
"Acerquémonos confiadamente al trono de la gracia a fin sido con nosotros.
de recibir misericordia y hallar la gracia".

Toda la vida de Cristo Sacerdote estuvo animada por el Qué nos exige ese amor Sacerdotal?
amor a nosotros. "Sus delicias consisten en vivir con noso­
tros". Cuánta ternura con los niños, con los pobres los 1) Q u e confiemos en El. "Confiad".
enfermos, los pecadores.
2) Que le demos nuestro miserable corazón, con sus pe­
"Como hubiese amado a los suyos"... cados, miserias y debilidades... Es el Cordero que quita
Por amor instituye la sagrada Eucaristía. "Los amó hasta el los pecados del mundo.
fin". Llega hasta la Cruz. "Me amó y se entregó por mí".
3) Que siempre acudamos a El; "venid a mí todos los que
Por amor va a preparar nuestro lugar. tenéis trabajos y yo os aliviaré".

Prepara almuerzo a sus Apóstoles en la orilla del laqo de Ti- 4) Que nunca dudemos de El: "por qué dudásteis
beríades.
hombres de poca fe?”

Nos ama en su Iglesia, en su Eucaristía... 5) Que seamos fieles a su amistad: "permaneced en mi


amor".
Nos ama tanto que nos ha llamado a glorificar su Sacer­
docio y nos ha dado su luz y su amor... Meditemos frecuentemente en el amor sacerdotal de
Nuestro Pontífice.

Cualidades del amor sacerdotal. Procuremos corresponder a ese amor sacerdotal.

1) Es un amor constante, eterno como su Sacerdocio. Confiemos en su amor sacerdotal y veremos las maravillas
Ama en vida y en muerte; en tiempo y en eternidad. que obra en nosotros.

íki *"*n amor des'nteresado. No busca sino nuestro bien. Todo a tu amor sacerdotal lo entrego y sólo en tu amor
No vine a ser servido, sino a servir". sacerdotal confío.

248 249
Examen
CUANTO NOS AMA CRISTO SACERDOTE
Tenéis una alta idea del Sacerdocio de Jesús y estáis con­
Vosotras que tenéis como misión la glorificación del Sacer­
vencidas de lo mucho que os ama?
docio de Cristo, debéis meditar frecuentemente en su
amor sacerdotal. El concepto que tengáis de su caridad Habéis meditado en lo que significa "su amor sacerdotal?"
decidirá la medida de vuestra entrega.
Y ésto, a pesar de vuestros pecados.
Consideremos, por tanto, las principales manifestaciones -Todo a tu amor sacerdotal lo entrego y sólo en tu amor
de su amor.
sacerdotal confío".
I. El Verbo se hace carne y Sacerdote para redimirnos. Pedid a nuestra Señora la gracia de comprender cuánto os
"Por nuestra salvación desciende de los cielos". Por eso am a c S Sacerdote y de saber a esea^r
desde el primer momento piensa en nosotros y se ofrece con la dedicación total de vuestras vidas a la glorificacio
como víctima propiciatoria: "me diste un cuerpo; aquí me
de su Sacerdocio adorable.
tienes..."

II. "Sus delicias consisten en vivir con nosotros". Mora


con los pobres, los pecadores, los niños, los enfermos...

Ese amor es ahora el mismo... por eso dice antes de morir:


"estaré con vosotros todos los días hasta la consumación
de los siglos".

III. Su amor sacerdotal lo lleva a instituir la Sagrada Euca­


ristía. "Como hubiese amado a los suyos que estaban en
el mundo, los amó hasta el fin". "El que come mi carne y
bebe mi sangre, en mí mora y yo en él". Allí agotó los
tesoros de su amor, su poder y su sabiduría.

IV. Nos ama tanto que quiere enriquecernos con sus te­
soros infinitos.

Todo en el orden sobrenatural lo debemos al Sacerdocio


de Jesús.

El ha querido también que participemos de su Sacerdocio


mediante el carácter sacramental.

250
"ESPIRITU SACERDOTAL DE NAVIDAD" TENGAMOS SENTIMIENTOS SACERDOTALES

"Os anuncio un grande gozo: ha nacido vuestro Salvador La adoración, la acción de gracias y la completa inmolación
vuestro Pontífice". de sus vidas debe ser tarea continua de las almas llamadas
a glorificar el Sacerdocio de Nuestro Señor.
Navidad es por ésto la fiesta de la alegría para las almas.
I. La adoración es el primer fin del Sacerdocio y del sacri­
Estudiad los sentimientos del Niño Dios: son sacer­ ficio. Reconocer el absoluto dominio del Señor sobre no­
dotales. se anonada a Sí mismo tomando la forma de es­ sotros. E s a e s la principal ocupación del cielo. (Ver el Apo­
clavo para adorar. Sacerdote y víctima. calipsis, ancianos inclinados, etc.).

Piensa primero en su Padre "Ecce venio"... Heme aquí. El espíritu de adoración debe acompañarnos siempre,
especialmente durante la Santa Misa y visita al Santísimo.
Lo sufre todo. Empieza su oblación. "C hristusnonsibipla-' Ese espíritu de adoración debe alimentar nuestra humil­
cuit". Cristo no se agradó a Sí mismo. dad. "Dios es el que es". Nosotros la nada. Por qué, en­
Por eso da en aquel momento tanta gloria a Dios "Gloria a tonces, tanto orgullo y ambición? Tú sólo Sanio, tú sólo Al­
Dios en las alturas", dicen los ángeles. tísimo. Ten misericordia.

Meditemos con frecuencia en los sentimientos Sacerdota­ Que nuestro distintivo espiritual sea el espíritu de adora­
les del alma de Jesús, y cuando nos acerquemos a su cu- ción y que anime todas las acciones del día y todos los
nita, pensemos que nos acercamos al Pontífice de nues­ apostolados. "Somos siervos de un Señor que se llama
tras almas.
Dios".

II. Unión del alma de María con Jesús. Unión de adora­ II. La acción de gracias. La gratitud debe ser otro de nues­
ción, de acción de gracias, de inmolación. tros distintivos.
III. El Niño Dios, movido de su amor sacerdotal quiere dar­
se a las almas. Nuestro Señor recalcó con palabras y gestos la importan­
cia de la acción de gracias. "Dando gracias tomó el pan".
a) A su Madre y San José.
b) A los pastores - les envía sus ángeles para que los lla­ Cuando multiplica panes, etc.
men. (La escena de la adoración de los pastores).
c) A los magos - envía una estrella. La gratitud es la llave de oro para abrir los tesoros divinos.
d) A nuestras almas - nuestro Sacerdote quiere comunicar­
se a nosotros - Emmanuel, "Dios con hosotros”. Agradezcamos todos tos días:

Conducta Sacerdotal de María. - Da a Jesús a las almas. a) Nuestra vocación cristiana. Somos hijos de Dios, sus
Lo da a nuestras almas; esa es su misión. templos, herederos del cielo.

El alma debe honrar siempre el Sacerdocio de Jesús, pero b) Nuestra vocación religiosa "nos escogió antes de la
más en estos días. Y recibir los grandes tesoros de gracia creación para que fuésemos santos e inmaculados en su
y santidad que El quiere darle. Qué grande y sublime es presencia". Somos sus coadjutores como dice San Pablo.
su vocación.

252 253
c) Nuestra vocación sacerdotal. Qué misión más grande... VIDA SACERDOTAL DE MARIA
honrar el sacerdocio de Nuestro Señor... No seamos al­
mas quejumbrosas, que olvidan los beneficios divinos y 1) Al estudiar el Sacerdocio de Nuestro señor, no pode­
no ven sino las miserias... mos olvidar a María. Nuestra Señora tuvo su predestina­
ción especial para ser la Madre del Verbo Encarnado. Y ya
Demos gracias con la Santísima Virgen "Magníficat" y espe­ sabemos cómo la Encarnación y la unción sacerdotal de
cialmente con nuestro Señor en la Santa Misa... Tenemos Cristo son simultáneas.
allí con qué pagarlo todo. Es de valor infinito.
Ella la Basílica de esta consagración.
III. La inmolación de sus vidas.
2) A María debe Cristo su sacerdocio... a su fiat...
Todo sacerdocio existe para un sacrificio. (Santo Tomás).
3) En el seno de María pronuncia El su ofertorio.
"Todo Pontífice, para que ofrezca dones". (San Pablo).
4) La predestinación de María está unida al Sacerdocio de
Nuestro Sacerdocio, ese que tenemos por el carácter sa­ Cristo... inseparable... "Tú eres mi Hijo".
cramental, necesita una hostia. Cuál? Nuestras vidas.
"Los que son de Cristo crucifican su carne con sus Nuestro Señor pudo aparecer grande, pero quiso hacerlo
vicios..." "Hecho de mujer".

San Pablo nos repite que debemos ser hostias agradables La maternidad divina de María incluye ser Madre del sacer­
a Dios... "Estoy crucificado con Cristo". dote eterno. Haciéndose Hijo de María, el Hijo de Dios se
hizo sacerdote.
Nuestra Misa vivida debe tener su ofertorio. Total, alegre
firme, renovado diariamente. "Me diste un cuerpo" dice el Sacerdote eterno a su Padre.
Debe tener su consagración: vuestra transformación en Lo mismo pudo decirle a María. Ella dió a nuestro Señor
Cristo. "Tened los sentimientos de Cristo". "Vivo yo, su naturaleza humana... la víctima del sacrificio.
mas... es Cristo quien vive en mí".
Si toda la vida de Jesús fue vida sacerdotal, también la de
Luchemos contra nuestros defectos. Busquemos la pér- María por su unión con Jesús. "María de la cual nació
feccion a cada instante. Hagámoslo todo bien. Jesús".

Debe tener su comunión. Quien tiene calor y luz los comu­ Su participación en el sacrificio "junto a la Cruz". Corre-
nica. Quien tiene a Cristo lo da. San Ignacio usó el tér­ dentora... Medianera.
mino "Cristóforo" el que lleva a Cristo... Nosotros lo dare­
mos si nos unimos con El. Lo daremos a través de nues­ Sus virtudes sacerdotales.
tros ejemplos, de nuestras palabras, y especialmente con
nuestras oraciones. Su humildad "he aquí la esclava". Su vida de oración, su
gratitud "Magníficat". _
Cómo va nuestra vida espiritual? Estacionaria o activa? Su caridad... "Madre del amor hermoso". "Ecce . Hat .
su amor a la Cruz ...
"Mirad hermanos vuestra vocación". (San Pablo).

254 255
Madre del Sacerdote eterno y Madre de los Sacerdotes.. PERMANECED EN EL AMOR DE CRISTO
Con los Apóstoles en compañía de las mujeres... San SACERDOTE
Pedro... Cenáculo con la Iglesia primitiva...
I . Nuestro Pontífice nos dice: "permaneced en mi amor".
Vuestro modelo
"Permaneced en mí y yo en vosotros".
Aprecio del Sacerdocio de Jesús...
No basta con amar el ideal ni con desear ser fieles. Es pre­
De sus Ministros... Esclava del señor... ciso perseverar.
Administradora de sus gracias...
Todas las virtudes necesitan la ayuda y complemento de la
Por qué se queda en la tierra después de la Ascención? perseverancia.

Por qué no la llevó Cristo consigo? Es imposible perseverar sin una ayuda especial. Para la
perseverancia final se requiere un auxilio especialisimo
Para que desempeñara su papel maternal con los Sacer­ que no podemos merecer estrictamente, aunque sí impe­
dotes, como lo desempeñó con Cristo Sacerdote. trar infaliblemente con la oración revestida de las condi­
ciones debidas (Santo Tomás I - II -109 -10).
Vive siempre con un Sacerdote, sirviéndole.
Medidas para perseverar : "vigilad y orad".

Vigilar.

1) Los propios defectos. Estar alerta porque todos tene­


mos puntos débiles. El demonio los conoce.

2) Estar alerta para descubrir la tentación antes de que co­


bre fuerza... El demonio se convierte en el ángel de luz.

3) Vigilar la imaginación que agranda los problemas para


crear el desaliento.

4) Vigilar nuestra fidelidad a la gracia. Van en cadena.

5) Vigilar si se obra por amor al Pontífice divino.

Orar

1) Fidelidad a las prácticas de piedad. Oración mental. Ha­


cerlas con fervor.

256 257
2) Acudir al Sagrario en los momentos difíciles. Jaculato­
rias de confianza al amor sacerdotal de Jesús.

3) Súplicas filiales a la Santísima Virgen.

II. Generosidad a la vocación; a los votos; a las Constitu­


ciones.

Fidelidad a los llamamientos de la gracia.

Abandono ciego en el amor sacerdotal de nuestro Pon­


tífice.

III. Procurar crecer siempre. El que no adelanta retrocede.

El término es Dios. El ideal la perfección del Padre.

"El que es santo que se santifique más".

"Sólo contamos con esta vida para demostrarle al Señor


que lo amamos y quizás es muy corta". Edel Quinn.

258
INTRODUCCION

Probablemente hacia el año 67 apareció esta Carta maravi­


llosa, cuyo autor se desconoce, lo mismo que el lugar y los
destinatarios. Hoy es atribuida más comúnmente a Apolo,
el judío Alejandrino, cuya elocuencia, celo y conocimiento
de las Sagradas Escrituras admira San Lucas en los
Hechos (18, 24-28). Para otros el autor es Berbabé, Silas
u otro compañero de San Pablo.

Desde el siglo II se le puso el título de Carta a los Hebreos,


con mucho acierto, pues expone con una riqueza escritu-
rística admirable la superioridad del sacerdocio y del sacri­
ficio de Cristo sobre el sacerdocio levítico y el espléndido ,
culto que se celebraba en el templo de Jerusalén, lo mis­
mo que la nueva alianza, sellada con la sangre de Jesús,
que sustituyó a la antigua . Temas estos que interesaban
especialmente a los judíos que se habían convertido al
cristianismo, y de manera principal a "los sacerdotes que
en gran número habían aceptado la fe." (Hb. 6,7).

"Convertidos al cristianismo, han tenido que abandonar la


ciudad santa y refugiarse en otras partes. Pero este exilio
les resulta duro; recuerdan con nostalgia los esplendores
del culto levítico cuyos ministros eran antes; y desengaña­
dos de su nueva fe, poco afianzada todavía y deficiente­
mente ilustrada, y desconcertados también por las perse­
cuciones que la fe en Cristo les acarrean, se sienten tenta­
dos a dar marcha atrás" (B. J. 1,15-08).

Con una pedagogía y documentación admirables la Carta


les muestra la superioridad del sacerdocio Sumo y Eterno
de Cristo sobre los ángeles, sobre Moisés y sobre los sa­
cerdotes levíticos. Después pone delante de ellos la su­
perioridad del culto, del Santuario, y de la mediación de
Cristo Sacerdote cuyo sacrificio único "ha llevado para
siempre a la perfección a los santificados (Hb. 10, 14).

261
rente a la maravillosa realidad y superioridad del sacer­ ACTUALIDAD DE ESTA CARTA
docio de Cristo, los sacerdotes convertidos a la fe en El no
deben temer nada, y al contrario "deben mantener firme la La Carta a los Hebreos conserva su actualidad hoy no solo
confesión de la esperanza pues fiel es el autor de la por el tema central que es el sacerdocio de Cristo, Sumo y
promesa" (Hb. 10,23). Eterno, sino también porque gran número de sacerdotes
padecen o han padecido una gran crisis de identidad y
soportan la tentación de abandonar un ministerio que sólo
puede ser apreciado debidamente cuando se le contem­
pla a luz del sacerdocio y ministerio de Cristo. La medita­
ción seria de esta Carta puede salvar a más de un sacer­
dote que se halle en crisis y nos alentará a todos para conti­
nuar ejerciendo con entusiasmo este sacerdocio que, por
ser participación del de Cristo, encierra riquezas infinitas.

No falta quien, por falta de una reflexión profunda, se


sienta hoy más atraído por Marx que por Cristo y prefiera
tareas políticas o económicas al ejercicio del ministerio
sacerdotal, hoy más necesario que nunca.

LOS GRANDES TEMAS DE LA CARTA

EXCELENCIA DEL VERBO ENCARNADO

El prólogo de esta Carta a los Hebreos es una síntesis ad­


mirable de la suprema excelencia del Hijo de Dios que se
encarnó, redimió al mundo con su sacrificio sacerdotal y
mereció la suprema exaltación después de su ascensión.
"Dios que había hablado de una manera fragmentaria a
nuestros padres por medio de los profetas nos ha hablado
en estos últimos tiempos por medio de su Hijo a quien
instituyó heredero de todo”.

Aquí aparece Jesús en primer lugar como el gran profeta


que supera infinitamente a los anteriores. "El profeta
poderoso en obras y palabras delante de Dios y tíe todo el
pueblo", como lo definieron los discípulos de Emaús.
(Luc.24,19).

262
263
Jesús es la Suprema revelación del Padre en su afán de superioridad sobre los ángeles, la cual es mayor cuanto lo
comunicarse con sus hijos. No contento con todos los es el nombre del Señor que ha heredado." (1,4).
mensajes que les había enviado por medio de muchos
profetas terminó por darles su palabra infinita. La superioridad radica en la divinidad de Jesús a quien el
Padre le dijo: "Hijo mío eres tú; yo te he engendrado hoy
"Y la palabra se hizo carne y puso su morada entre noso­ "yo seré para el Padre, y El será para mi Hijo (1, 5). A
tros". (Jn. 1,14). ningún dijo ya más el Padre estas palabras, antes bien a
todos les dio la orden de adorarle cuando el primogénito
Este Hijo de Dios encarnado tiene idéntica naturaleza que fue introducido en este mundo.
el Padre como quiera que es el reflejo o resplandor de su
gloria, y es imagen perfecta de su esencia, como la im­ Sólo al Hijo, y no a los ángeles dijo: "siéntate a mi diestra
pronta exacta que deja un sello por eso también hizo por hasta que ponga a tus enemigos por escabel de tus pies".
El los mundos. Jesús es el Señor, mientras que los ángeles son servido­
res con la misión de asistir a los que han de heredar la
La Carta a los Colosenses había ya afirmado: "El es ima­ salvación." (1,14) y esta superioridad de Cristo sobre los
gen del Dios invisible, Primogénito de toda la creación, ángeles se extiende al diablo a quien "aniquiló" mediante
porque en El fueron creadas todas las cosas en los cielos y su muerte y "libertó a cuantos, por temor a la muerte,
en la tierra, las visibles y las invisibles.. Todo fue creado por estaban por vida sometidos a esclavitud" (I, 14-16). San
El y para El, el existe con anterioridad a todo y todo tiene Mateo nos dice en su evangelio cómo Jesús vence en el
en El su consistencia." (1,15-18). La Carta á los Hebreos desierto al diablo que lo deja y se acercaron unos ángeles
dice: "El que sostiene todo con su palabra poderosa." Pe­ y le servían." (Mt. 4,11).
ro este Verbo encarnado fue el sacerdote sumo que "llevó
a cabo la purificación de los pecados" y fue "exaltado a la
diestra de la majestad de Dios en las alturas" (I, 3) ya la CRISTO SUPERIOR A MOISES
carta a los Filipenses había expresado esta verdad con
estas palabras: se hizo obediente hasta la muerte de Cruz- Para los judíos, después de los ángeles la mayor dignidad
Por lo cual Dios lo exaltó y le otorgó el nombre que está la ostentaba Moisés, su liberador y gran conductor.
sobre todo nombre, el de Señor (2,8-10).
Cuando María y Aarón murmuraron contra Moisés por cau­
sa de la mujer cusita que había tomado por esposa, el
CRISTO SUPERIOR A LOS ANGELES Señor les dijo: "si hay entre vosotros un profeta, en visión
me revelo a él y habló con él en sueños. No así como mi
Los judíos tenían una gran admiración por los ángeles y siervo Moisés: él es de toda confianza en mi casa. (Núm.
los reverenciaban grandemente. Dios les había confiado 12, 6-8).
muchas misiones para ayudar a su pueblo y para manifes­ El autor parte de este texto para mostrar la superioridad de
tarle sus designios. En la vida de Jesús había desempe­ Jesús sobre Moisés". Pues ha sido juzgado digno de una
ñado un puesto muy importante desde la Encarnación has­ gloria en tanto superior a la de Moisés, en cuanto el
ta la resurrección y ascensión. constructor de la casa supera a la casa misma. Porque
toda casa tiene su constructor; mas el constructor del uni­
Por eso el autor de la Carta con gran sabiduría empieza a verso es Dios. Moisés fue fiel en toda su casa como servi­
demostrar la grandeza suprema de Jesús mostrando "su dor, pero Cristo lo fue como hijo, al frente de su propia
casa que somos nosotros: (3,2-7).

264 265
LA GRAN TAREA: CONOCERA "Los presbíteros conseguirán de manera propia la santi­
NUESTRO PONTIFICE dad ejerciendo sincera e incansablemente su ministerio
en el Espíritu de Cristo". (P.O. 13).

El capítulo tercero empieza con estas palabras que deben C) PARTICIPES DE UNA VOCACION CELES­
constituir el programa de vida para todo sacerdote: "por TIAL. Desde la eternidad fuimos llamados por el Padre
tanto, hermanos santos, partícipes de una vocación celes­ " p a r a ser sus hijos adoptivos por Jesucristo" (Ef. 1,5).

tial, considerad al apóstol y Sumo Sacerdote de nuestra fe,


a Jesús" (3,1). Pero a esta vocación cristiana recibida en el bautismo se
unió después esta vocación celestial o la vida sacerdotal.
Cada palabra aquí sirve de tema para profundas meditacio­ "No me habéis elegido vosotros a mí, sino yo os he ele­
nes sacerdotales. gido a vosotros, y os he destinado a que vayáis y déis fru­
to, y un fruto que permanezca" (Jn. 15, 16)
A) HERMANOS. Mediante la especial y común participa­
ción del sacerdocio ministerial de Jesús adquirimos una Jamás podremos comprender en la tierra la sublime gran­
nueva fraternidad sacramental que debe unirnos como deza de nuestra vocación sacerdotal. El Señor llama a los
familia sacerdotal con lazos muy estrechos. que El quiere y frente a esta dignidad y responsabilidad
tan grande debemos tener siempre presentes las palabras
El Concilio Vaticano II dice: "los presbíteros, constituidos de San Pablo: "esta es la confianza que tenemos delante
por la ordenación en el orden del presbiterado. Se unen de Dios por Cristo. No que por nosotros mismos seamos
todos entre sí por íntima fraternidad sacramental; pero capaces de atribuirnos cosa alguna, como cosa propia,
especialmente en la diócesis, a cuyo servicio se consagran sino que nuestra capacidad viene de Dios, el cual nos
bajo el propio obispo, forman un solo presbiterio (P.O. No. capacitó para ser ministros de una nueva alianza, no de
8). Todos debemos abrirnos a la acción unitiva del Espíritu letra sino del espíritu." (II Cor. 3,4-7).
Santo y hacer todos los esfuerzos posibles para que esta
fraternidad sacramental se manifieste en la vida y conducta D) CONSIDERAD AL SUMO SACERDOTE. Los sa
del presbiterio con una autenticidad cada vez mayor. cerdotes tenemos una gran tarea que debe ser la suprema
y constante preocupación durante toda nuestra vida:
B) SANTOS. Todo cristiano es desde el bautismo "san­ "considerar al apóstol y Sumo sacerdote de nuestra fe, a
to por vocación", como escribe San Pablo a los Romanos Jesús".
(1,7).
En la medida en que penetremos en el conocimiento amo­
Pero esta vocación a la santidad es mayor para el sacer­ roso de Jesús, nuestro Sumo Sacerdote, en esa medida
dote como lo enseña también el Concilio: "ahora bien, los lo amaremos y apreciaremos el sacerdocio que en su
sacerdotes están obligados de manera especial a alcanzar bondad nos ha comunicado. En la oración sacerdotal nos
esta perfección, ya que, consagrados de manera nueva a dijo: "esta es la vida eterna: que te conozcan a ti el único
Dios por la recepción del orden, se convierten en instru­ Dios verdadero, y atu enviado Jesucristo." (Jn. 17,3).
mentos vivos de Cristo, sacerdote eterno". Y el sacerdote
para llenar esta obligación especial de buscar la santidad San Pablo, el gran enamorado de Jesús por el conocimien­
"es también enriquecido de gracia particular" (P O No to profundo que tenía de El, escribe en su Carta a los
12 ). Filipenses: "juzgo que todo es périda ante la sublimidad

266 267
del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por quien En nuestra pastoral tiene que ocupar el primer puesto lo
perdí todas las cosas y las tengo por basura para ganar a que realicemos en favor de nuestros hermanos sacer­
Cristo." (3,8) "conocerle a El, el poder de su resurrección dotes y la que podamos recibir de ellos.
y la comunión en sus padecimientos" (V. 10).
Y en el capítulo 4: el autor nos exhorta a entrar en el des­
Todo debemos estudiarlo en Cristo, pero especialmente canso de Dios (V. 11) y nos dice: "temamos, pues; no
su sacerdocio Sumo y Eterno, ya que él es la fuente de sea que permaneciendo aún en vigor la promesa de entrar
nuestra salvación y también la causa de su glorificación. en el descanso de Dios, alguno parezca llegar rezagado."
(4,1).
Jesús es el salvador por medio de su sacrificio sacerdotal,
y es Señor "por la muerte que padeció." (Filip.) Si oís hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones".

EFICACIA DE LA PALABRA DE DIOS


EXHORTACION
Toda esta Carta a los Hebreos está llena de citas de la Sa­
grada Escritura, y el autor se detiene en una consideración
El autor de esta Carta a los Hebreos añade con fecuencia especial acerca de la eficacia de esta Palabra de Dios para
exhortaciones especiales después de haber expuesto que den a los textos que cita abundantemente la debida
una de sus tesis doctrinales. Así lo hace, por ejemplo al importancia.
comienzo de la II parte, en el c. 3, con estas palabras: "mi­
rad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros un Y por eso escribe: "ciertamente es viva la palabra de Dios y
corazón maleado por la incredulidad que le haga apostar eficaz, y más cortante que espada alguna de dos filos.
de Dios vivo; antes bien, exhortaos mutuamente cada día Penetra hasta las fronteras entre el alma y el espíritu, has­
mientras dure este hoy, para que ninguno de vosotros se ta las junturas y médulas; escruta los sentimientos y pensa­
endurezca seducido por el pecado. Pues hemos venido a mientos del corazón -No hay para ella criatura invisible:
ser partícipes de Cristo, a condición de que mantengamos todo está patente y desnudo a los ojos de aquel a quien
firme hasta el fin la segura confianza del principio." (3, hemos de dar cuenta." (4,12-14).
1215). La mayor dificultad que se nos presenta a los sa­
cerdotes es la fidelidad hasta la muerte en el servicio del Palabras precisas estas que, ojalá, dejen en nosotros un
Señor y no dejar que la desconfianza y la incredulidad nos aprecio creciente por la palabra de Dios con la cual
lleve a la apostasía. debemos nutrirnos diariamente a fin de que sea "Luz para
nuestros pasos" y fuente de amor, de luz, de fortaleza y
Para superar esta dificultad necesitamos ayudarnos mutua­ de santidad para nuestras vidas.
mente por medio de una pastoral sacerdotal en cada dióce­
sis que nos brinde a todos los miembros del presbiterio JESUS, SUMO SACERDOTE COMPASIVO
una ayuda mutua, en todos los órdenes, pero principal­
mente en el espiritual. Una de las cualidades del Sumo y Eterno Sacerdote Je­
sús, es la compasión que el tiene por todas nuestras
"Ayudarnos mutuamente cada día mientras dure este flaquezas (4, 15) y porque es infinitamente compasivo
hoy." debemos "acercarnos con confianza al trono de la gracia
para ser socorridos en tiempo oportuno." (4,16).

268 269
Conoceremos el corazón sacerdotal de Cristo en la medida que acerca de nuestra preocupación por conservarnos lim­
en que conozcamos su ternura y su compasión y sus sen­ pios de toda impureza que desdiga de nuestro sacer­
timientos de Buen Pastor.
docio.
Los sacerdotes debemos tener también estos sentimien­
tos compasivos de Jesús, tanto más cuanto nosotros esta­ SUPERIORIDAD DEL CULTO DEL SANTUARIO
mos "envueltos en flaqueza; lo mismo que nuestros herma­ Y DE LA MEDIACION DE CRISTO SACERDOTE
nos a quienes servimos.
La Carta a los Hebreos, después de mostrarnos la supe­
rioridad de Cristo Sacerdote, Sumo y Eterno, sobre los
LA EXCELSA DIGNIDAD SACERDOTAL sacerdotes levíticos, sobre Moisés y sobre los mismos án­
DE JESUS geles, nos invita, ahora, a contemplar la superioridad de su
sacrificio, del Santuario Celestial donde ejerce su culto y
de su mediación infinita. A la luz de estas consideraciones
El sacerdocio de Cristo posee una dignidad y grandeza in­ debe crecer nuestra admiración y amor a este Pontífice
finitas.
Divino.
El tiene "el sumo sacerdocio" (5, 5). Es "sacerdote para
siempre "(5, 6). EL PUNTO CAPITAL DE ESTA DOCTRINA

"Llegó a la perfección y se convirtió en causa de salvación El Cap. 8 comienza con estas palabras: "este es el punto
eterna para todos los que le obedecen, proclamado por capital de cuanto venimos diciendo, que tenemos un
Dios Sumo Sacerdote." (5, 9 y 10) y es que el sacerdocio Sumo Sacerdote tal, que se sentó a la diestra del trono de
de Cristo no es el efecto de un sacramento como sucede la Majestad en los cielos, al servicio del santuario y de la
en el nuestro, sino que es el efecto de la unión hipos- tienda verdadera, erigida por el Señor, no por un hombre."
tática. La naturaleza humana asumida por la divinidad
recibe de ésta la plenitud de la unción espiritual y con ella Cristo oficia ahora en el Santuario del cielo, infinitamente
Jesús queda constituido sacerdote Sumo, Eterno y San­ superior a la tienda que construyó Moisés conforme al mo­
tísimo. Por eso se dice de El: "te ungió, oh Dios, con óleo delo que Dios le mostró en el monte (Ex. 25, 40) y al tem­
de alegría con preferencia a tus compañeros." (Hb. 1,9). plo que construyó Salomón.

Y de ahí su santidad infinita. "Así es el sumo sacerdote "Presentóse Cristo como Sumo Sacerdote de los bienes
que nos convenía: Santo, inocente, incontaminado, futuros, a través de una tienda mayor y más perlecta, no
apartado de los pecadores, encumbrado por encima de los fabricada por mano de hombre, es decir, de este mundo y
cielos, que no tiene necesidad de ofrecer sacrificios cada penetró en el Santuario una vez para siempre, no con san­
día, primero por sus pecados propios como aquellos gre de machos cabríos ni de novillos, sino con su propia
sumos sacerdotes, luego por los del pueblo." (7,26-28). sangre, habiendo conseguido una redención eterna.

La sola lectura de estas palabras que sintetizan la santidad Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote, nos redimió con su sa­
y pureza de nuestro Sumo y Eterno Pontífice nos deben crificio pascual y en su ascensión, este Pontífice resu­
cuestionar acerca de nuestra vida y conducta, y lo mismo citado "atravesó los cielos y llegó a la presencia de su
Padre en el "Santo de los santos".

270 271
San Pedro cuando meditaba en esta realidad escribió en en Jerusalén, en toda Judea y Samaría, y hasta los confi­
su primera Carta: "sabiendo que habéis sido rescatados nes de la tierra." (Hch. 1,8).
de la conducta necia heredada de vuestros padres, no con
algo caduco, oro o plata, sino con una sangre preciosa,
como de cordero sin tacha y sin mancilla, Cristo". (1, 18-
20 ). CRISTO SELLA CON SU SANGRE
LA NUEVA ALIANZA
"En virtud de esta voluntad somos santificados, merced a
la oblación de una vez para siempre del cuerpo de Cristo”
(Hb. 10,10) "Cristo es mediador de una nueva alianza", es la gran
afirmación de la Carta (9,15). Dios pactó una alianza con
su pueblo y la selló Moisés con sangre de novillos. "En­
EL ESPIRITU SANTO EN LA PASCUA tonces tomó Moisés la sangre, roció con ella al pueblo y
DE CRISTO dijo: "esta es la sangre de la alianza que Yahveh ha hecho
con vosotros." (Ex. 24,6-9).

La Carta a los Hebreos contiene el único texto revelado Como el pueblo de Israel violó frecuentemente esta alian­
que nos habla de la acción del Espíritu Santo en la inmo­ za, Dios prometió hacer con nosotros una alianza nueva.
lación pascual de Cristo. "Pues si la sangre de machos Así dijo por medio del profeta Jeremías.
cabríos y de toros y la ceniza de vaca santifica con su
aspersión a los contaminados, en orden a la purificación de "Mirad que llegan días -dice el Señor-
la carne, cuánto más la sangre de Cristo, que por el Espí­ en que haré con la casa de Israel
ritu Santo se ofreció a sí mismo sin tacha a Dios, purificará y la casa de judá una alianza nueva,
de las obras muertas nuestra conciencia para rendir culto al no como la alianza que hice con sus padres
Dios vivo! (Hb. 9,13-15). cuando los tomé de la mano
para sacarlos de Egipto;
Y es que el divino Espíritu que "llenó” a Jesús (Luc. 4 ,1) ellos quebrantaron mi alianza
que "lo llevó al desierto" y con cuya fuerza volvió a Galilea y yo me desentendí de ellos -dice el Señor-
(Luc. 4,14) llenó de fortaleza a nuestro Pontífice para que La alianza que estableceré con la casa de Israel
enfrentase los tormentos de la pasión y muerte en la Cruz cuando lleguen esos días -dice el Señor- será así:
y realizase su sacrificio pascual. al dar mis leyes
las escribiré en su razón y en sus corazones,
La presencia y la acción del Espíritu Santo en Jesús du­ yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo.
rante la pasión fue especial y decisiva. Un hombre no tendrá que instruir a su conciudadano
ni el otro a su hermano
Nosotros los sacerdotes necesitamos esta presencia y ac­ diciéndoles: "reconoce al Señor"
ción fortificante del Espíritu Eterno para conseguir nuestra porque todos me conocerán,
inserción en el misterio pascual de Cristo. desde el pequeño al grande,
cuando perdone sus crímenes
Por eso la promesa de Jesús: "recibiréis el poder del Espí­ y no recuerde más sus pecados"
ritu Santo que vendrá sobre vosotros y seréis mis testigos (Jr. 31,31-34).

272 273
Al llamar nueva a esta alianza dejó anticuada la primera; y SIEMPRE VIVO PARA INTERCEDER
todo lo que se vuelve antiguo y (envejece está próximo a
desaparecer.. Un aspecto importantísimo del ejercicio sacerdotal de Cris­
to Sacerdote en el cielo es su constante intercesión en
favor de nosotros.
Esta alianza nueva y eterna fue sellada con la sangre de
JesúsjPontífice y mediador nuestro. Leemos en el Cap. 7 estas palabras: "de ahí que pueda
Jesús también salvar perfectamente a los que por El se
llegan a Dios, ya que está siempre vivo para interceder en
'Tomó luego un cáliz y, dadas las gracias, se lo dio dicien­ su fa vo r (V. 25).
do: "Bebed de él todos, porque esta es mi sangre de la
alianza que va a ser derramada por vosotros para remisión Ya San Pablo había escrito a los Romanos: "quién conde­
de los pecados." (Mt. 26, 27-29) y la Carta a los Hebreos , nará? acaso Cristo Jesús, el que murió; mas aún, el que
nos dice; "pues no penetró Cristo en un Santuario hecho resucitó, el que está a la diestra de Dios, y que intercede
por mano de hombre, sino en el mismo cielo, para presen­ por nosotros?" (8,34).
tarse ahora ante el acatamiento de Dios en favor nuestro.
"Se ha manifestado ahora una sola vez, para la destrucción Y San Juan en su primera Carta dice: "y la sangre de Cristo
del pecado mediante el sacrificio de sí mismo." (9, 25-27) nos purifica de todo pecado" (1, 7) y añade después:
y en el Capítulo 12 vuelve el autor a hablar de las dos "Jesucristo, el justo, El es propiciación por nuestros peca­
alianzas y dice: "vosotros os habéis acercado al monte dos, no sólo por los nuestros, sino también por los del
Sión, a la ciudad del Dios vivo, la Jerusalén celestial, y a las mundo entero.” (2,2).
miríadas de ángeles, reunión solemne y asamblea de los
primogénitos inscritos en los cielos, y a Dios, Juez univer­ Cómo reconforta la esperanza saber que nuestro pontífice
sal, y a Jesús, mediador de una nueva alianza y a la asper­ continúa orando por nosotros y presenta su sangre y sus
sión puríficadora de una sangre que habla mejor que la de llagas al Padre para obtenernos el perdón y la salvación.
Abel. (12,22-25). Por eso nos dice la Carta a los Hebreos: "teniendo, pues,
hermanos, plena seguridad para entrar en el Santuario en
virtud de la sangre de Jesús, por este camino nuevo y vi­
La conclusión es muy clara y fuerte: "por eso, nosotros vo, inaugurado por El para nosotros, a través del velo, es
que recibimos un reino inconmovible, hemos de mantener decir, de su propia carne y un gran sacerdote al frente de
la gracia y, mediante ella, ofrecer a Dios un culto que le sea la Casa de Dios, acerquémonos con sincero corazón, en
grato, con religiosa piedad y reverencia, pues nuestro Dios plenitud de fe, purificados los corazones.” (Hb. 10, 19-
es fuego devorador." (Hb. 12, 28-30). Esta realidad de la 23).
nueva alianza sellada con la sangre sacerdotal de Jesús
debe recordarnos en cada celebración eucarística que es Pero este amor sacerdotal que llevó a Jesús a dar su vida y
preciso renovarla de parte nuestra. Jesús permanece fiel a su sangre por nosotros hace que la apostasía sea un pe­
la alianza y nos recuerda en el momento de la consa­ cado horrendo. Dice la Carta: "si alguno viola la ley de Moi­
gración que también nosotros debemos ser fieles a este sés es condenado a muerte sin compasión por la declara­
pacto. Cuando digamos; "Sangre de la alianza nueva y ción de dos o tres testigos. Cuánto más grave castigo
eterna," recordemos que el pacto divino es con cada uno pensáis que merecerá el que pisoteó al Hijo de Dios y tuvo
de nosotros y que debemos renovarlo diariamente y en como profana la sangre de la alianza que le santificó, y
cada celebración eucarística.

274 275
ultrajó al Espíritu de la gracia? Es tremendo caer en PATERNAL PEDAGOGIA DE DIOS
manos de Dios vivo!" (Hb. 10, 28-32).
La Carta intercala aquí una hermosa reflexión acerca de la
pedagogía divina que aparece en sus correcciones.
MI JUSTO VIVIRA POR LA FE!
"Hijo mío, no tengas en poco que el Señor te eduque ni
te desanimes cuando te reprende; porque el Señor educa
El autor de la Carta anima a los destinatarios a perseverar a los que ama y da azotes a los hijos que reconoce por
en la fe y en la esperanza ya que tienen delante de ellos al suyos". Lo que soportáis os educa, Dios os trata como a
ejemplo sacerdotal de Jesús que sufrkj la muerte de cruz hijos; y ¿qué hijo hay a quien su padre no corrija? si os exi­
para redimirlos no debe tener cabida al desaliento. men de la corrección, que es patrimonio de todos, será
que sois bastardos y no hijos.
"Traed, les dice, a la memoria los días pasados en que des­
pués de ser iluminados (bautizados) hubisteis de soportar Más aún, tuvimos por educadores a nuestros padres carna­
un duro y doloroso combate - No perdáis ahora vuestra les y los respetábamos. ¿No nos sujetaremos con mayor
confianza, que lleva consigo una gran recompensa. Mi jus­ razón al Padre de nuestro espíritu para tener vida? Por­
to vivirá por la fe (10,32-39) y después de dar la definición que aquellos nos educaban para breve tiempo, según sus
clásica de la fe que es garantía de lo que se espera y la luces; Dios, en cambio, en la medida de lo útil, para que
prueba de las realidades que no se ven" (11, 1 ) pone de­ participemos de su santidad. En el momento ninguna
lante de nosotros los grandes modelos de esa fe en la his­ corrección resulta agradable, sino molesta; pero después,
toria sagrada partiendo del justo Abel. a los que se han dejado entrenar por ella, los resarce con
un fruto apacible de honradez. Por eso fortaleced los bra­
Y enseguida nos hace esta apremiante exhortación: zos débiles, robusteced las rodillas vacilantes, plantad los
pies en sendas llanas para que la pierna coja no se dislo­
"En consecuencia, rodeados como estamos por tal nube que, sino se cure.
de testigos de la fe, sacudámonos todo lastre y el pecado
que se nos pega. Corramos con constancia en la compe­ Esmeraos en tener paz con todos y en vivir consagrados
tición que se nos presenta, fijos los ojos en el pionero y sin lo cual nadie verá al Señor."
consumador de la fe, Jesús; el cual, por la dicha que le
esperaba, sobrellevó la cruz, despreciando la ignominia, y (Hb. 12,5-14).
está sentado a la derecha del trono de Dios. Meditad,
pues, en el que soportó tanta oposición de parte de los Y después hace un apremiante llamamiento a la santifica­
pecadores, y no os canséis ni perdáis el ánimo. Aún no ción con estas palabras: "procurad la paz con todos y la
habéis resistido hasta la sangre en vuestra lucha con el santidad, sin la cual nadie verá al Señor."
pecado; además habéis echado en olvido la recomenda­
ción que os dirigen como a hijos". "Poned cuidado en que nadie se vea privado de la gracia
de Dios." (12,14-16).
(Hb. 12,1-5).

276 277
APENDICE El pudo anunciar antes dé morir que resucitaría al tercer
día y "que estaría con nosotros todos los días hasta el fin
El capítulo 13 y último de la Carta a los Hebreos nos da del mundo." (Mat. 28, 20). El Concilio afirmó esta pe­
estos últimos consejos: renne presencia de Jesús en la liturgia en estas palabras:

"Consérvese el amor fraterno. La hospitalidad no la echéis


en olvido, que por ella algunos, sin saberlo, hospedaron "Para realizar una obra tan grande C risto está
ángeles. Acordaos de los presos como ligados con ellos y siempre presente en su Iglesia sobre tod o en la
de los maltratados, que también vosotros vivís en un cuer­ acción litúrgica. Está presente en el sacrificio de la
po. misa, sea en la persona del ministro, "ofreciéndose ahora
por ministerio de los sacerdotes el mismo que entonces
Valoren todos el matrimonio y no deshonren el lecho nup­ se ofreció en la cruz", sea sobre todo bajo las especies
cial, porque a los libertinos y adúlteros los juzgará Dios. eucarísticas. Está presente con su fuerza en los sacra­
mentos, de modo que, cuando alguien bautiza, es Cristo
La conducta sea desinteresada, conformándose con lo quien bautiza. Está presente en su palabra, pues cuando
que uno tiene, pues él ha dicho: "nunca te dejaré, nunca se lee en la Iglesia la Sagrada Escritura, es El quien habla.
te abandonaré" con esto podemos decir animosos: "el Se­ Está presente, por último, cuando la Iglesia suplica y canta
ñor está conmigo, no temo; ¿qué podrá hacerme un hom­ salmos, el mismo que prometió: "donde están dos o tres
bre?". congregados en mi nombre, allí estoy Yo en medio de
ellos” (Mt. 18,20).
Acordaos de aquellos dirigentes vuestros que os expusie­
ron la palabra de Dios y, teniendo presente cómo acabaron Realmente, en esta obra excelsa por la que Dios es perfec­
su vida, imitad su fe. tamente glorificado y los hombres santificados, Cristo
asocia siempre consigo a su amadísima esposa la Iglesia,
Jesús el Mesías es el mismo hoy que ayer y será el mismo que invoca a su Señor y por El tributa culto al Padre Eter­
siempre. no.

"No os dejéis seducir por doctrinas varias y extrañas."


(Hb. 13,1-9). Con razón, pues, se considera la liturgia como el ejercicio
del sacerdocio de Jesucristo. En ellas los signos sensi­
"Obedeced a vuestros dirigentes y someteos a ellos, pues bles significan y, cada uno a su manera, realizan la santifica­
velan sobre vuestras almas. (13,17). ción del hombre, y así el Cuerpo místico de Jesucristo, es
decir, la cabeza y sus miembros, ejerce el culto público
JESUCRISTO ES EL MISMO íntegro.

Esta maravillosa Carta sacerdotal contiene casi al final


una de las frases más importantes de toda la Biblia: En consecuencia, toda celebración litúrgica, por ser obra
"Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre." (13,8)). de Cristo Sacerdote y de su Cuerpo que es la Iglesia, es
acción sagrada por excelencia, cuya eficacia, con el mismo
Es que Jesús, Sumo y Eterno Sacerdote, murió, pero resu­ título y en el mismo grado no la iguala ninguna otra acción
citó y vive y actúa siempre sacerdotalmente. de la Iglesia.
(S.C.7).

278 279
Por eso: en la liturgia terrena pregustamos y tomamos par­
te en aquella liturgia celestial que se celebra en la santa ciu­
dad de Jerusalén, hacia la cual nos dirigimos y donde Cris­
to está sentado a la diestra de Dios como ministro del San­
tuario y del tabernáculo verdadero." (S.C. 8).

Que nuestra vida sea desde esta tierra la constante alaban­


za del sacerdocio de Cristo.

ESPIRITUALIDAD
DE LA ASOCIACION
SACERDOTAL
"OPUES IESU
SACERDOTISA
"IN LAUDEN
SACERDOTII CHRISTI”

280
Aprecio p or el Sacerdocio de Cristo.

Sus miembros procurarán profundizar siempre el Ministe­


rio Sacerdotal de Cristo, para iluminar su sacerdocio minis­
terial con esta luz. Tendrán presentes las palabras de la
Epístola a los Hebreos: "hermanos santos, que participáis
de la vocación celeste, considerad al Apóstol y Pontífice
de nuestra confesión, Jesús" (3,1) y procurarán confi­
gurar sus vidas con la de Cristo.

Se esforzarán por copiar los sentimientos sacerdotales de


Jesús (Filp. 2, 5) y conseguir que sus vidas imiten la del
Señor que buscó siempre la gloria del Padre (Jn. 8,49) y la
salvación de los hombres.

La santidad de Cristo y, en especial, su caridad pastoral,


constituirán el ideal constante de los miembros de la Aso­
ciación.

Su inserción en el Misterio Pascual les permitirá vivir cons­


tantemente su sacerdocio en toda su profundidad.

Buscarán constantemente la gloria del Señor y el bene­


ficio de la Iglesia, mediante un esfuerzo continuado por ad­
quirir la santificación, a la cual están obligados de manera
especial (P.0.12), por medio de una espiritualidad profun­
damente sacerdotal.

Configurados con Cristo Sacerdote y Cabeza de la Igle­


sia...

La vocación a la santidad recibida en el bautismo crece con


la recepción del sacramento del Orden: "los sacerdotes
están especialmente obligados a adquirir la perfección,
por cuanto que, consagrados de un modo nuevo por la
recepción del Orden, se hacen instrumentos vivos de
Cristo, Sacerdote Eterno" (P.O. No. 12).

La convicción de esta gran exigencia debe ser para los


miembros del Opus lesu Sacerdotis, el punto de partida
de su propia espiritualidad.

283
Santos por el ejercicio del Ministerio. Miembros de un presbiterio, cuyo Padre y cen­
tro es el Obispo.
El Opus lesu Sacerdotis, se adhiere totalmente al gran prin­
cipio conciliar: "los presbíteros alcanzan la santidad propia, Los miembros del Opus lesu Sacerdotis, son sacerdotes
ejercitando los oficios del presbiterado en el Espíritu San­ asociados del clero de la Diócesis de Sonsón-Rionegro.
to sinceramente y sin descanso" (P.O. 13). Por lo tanto, "reverenciarán en el Obispo la autoridad de
Cristo, Supremo Pastor y se unirán a él con sincero amor y
"Las actividades pastorales (anota sabiamente el Sínodo obediencia ungida con espíritu de servicio" (P.0.7).
de Obispos), ofrecen el alimento indispensable para
fomentar la vida espiritual del presbítero". Procurarán ser modelos de sincera colaboración con el
Obispo en la Diócesis donde ejerzan su ministerio.
Esta vida pastoral le impone renuncias que le ayudan a
conseguir una participación cada vez más profunda de la Se sentirán ligados a todos los demás presbíteros con una
Cruz de Cristo y, por consiguiente, una caridad pastoral verdadera fraternidad sacramental, la cual procurarán
más pura (parte II, No. 13). expresar con una sincera colaboración y hondo aprecio.
Aunque realicen su ministerio en seminarios o en equipos
Reflexionarán, por tanto, en las riquezas de la santificación especiales, no formarán grupos cerrados ni aislados. Su
que brinda al sacerdote el ejercicio de la función profética, apertura a todo el presbiterio será su preocupación cons­
litúrgica y de conducción (P.O.13), y revisarán frecuen­ tante.
temente su vida pastoral a la luz de estas sabias directivas.
En íntima amistad con C risto Sacerdote.
Para que la acción apostólica no destruya o perjudique la
vida interior, buscarán "la unidad de vida" uniéndose a La participación en la misión y en la consagración de Cristo
Cristo en el conocimiento de la voluntad del Padre y en la (P.0.2), debe crear una íntima amistad entre cada miem­
entrega de sí mismos por el rebaño a ellos encomendado bro del Opus lesu Sacerdotis y el Señor para correspon­
(P.0.14). Así, la caridad pastoral que debe ser el alma de der a sus deseos, reiteradamente manifestados en su
la espiritualidad sacerdotal, será su alimento y su defensa. Evangelio: "vosotros sois mis amigos" (Jn. 15,14); "Ya no
os llamo siervos, sino amigos" (Jn. 15, 15); "permaneced
Recuerden sí los sacerdotes deL Opus lesu Sacerdotis, en mi amor" (Jn. 15,9).
que "esta caridad pastoral brota de un modo especial del
Sacrificio Eucarístico que es centro y raíz de toda la vida Esta amistad requiere un clima de unión íntima con Cristo,
del presbítero, de tal manera que lo que se hace en el Ara el cual no se logra sin una oración personal y amorosa con
Sacrifical, el alma procure revivirlo en sí misma" (P.0.14). El: "los presbíteros deben entregarse a la contemplación
del Verbo de Dios y ser asiduos en la oración personal"
Recuerden siempre "que los sacerdotes ejercen su prin­ (Sínodo, parte II, No. 3).
cipal oficio en el misterio del Sacrificio Eucarístico"
(P.0.13) y que en la celebración de la Santa Misa "encuen­ Esta amistad con Cristo, sostenida y alimentada con la ora­
tra su consumación el ministerio de los presbíteros" ción y la contemplación, mantendrá la unidad de la vida
(P.0.2) y que es allí donde debe efectuarse su total inmer­ sacerdotal, y en el ejercicio de la caridad pastoral el pres­
sión en el Misterio pascual de Cristo, fuente y modelo de bítero "será asumido por el Verbo como instrumento efi­
toda perfección.
caz" (idem).

284 285
Testigos de la resurrección p o r el amor a la casti­ efectiva y afectiva con desprendimiento de los bienes
dad consagrada. terrenos.

Los miembros del Opus lesu Sacerdotis, amarán su casti­ Si pueden, adquirirán y conservarán lo que sea útil para su
dad consagrada como un "don de Dios" que significa y perfección personal y para la mejor eficacia de su minis­
estimula la caridad pastoral y es fuente especial de fecun­ terio, pero antes cumplirán los deberes de justicia que ten­
didad espiritual" (P.0.16). gan Contraídos por vínculos de sangre o por compromisos
previos.
Pedirían la luz del Espíritu Santo para "redescubrir las gran­
des riquezas contenidas en el carisma del celibato en toda Su espíritu de pobreza lo manifestarán principalmente
su visión cristológica, eclestológica, escatológica y pasto­ por su verdadero amor a los pobres, por la disponibilidad
ral" (II Conferencia Latinoamericana. Tomo II, pág. 175) y para trabajar en los medios más necesitados, por el renun­
convencidos de que este tesoro se lleva en vasos de ciamiento a sus criterios personales cuando sea necesario
barro (Cf. 2Cor. 4, 7), "pedirán humilde y perseverante- y por su total docilidad al Espíritu Santo.
mente la gracia de la fidelidad y emplearán todas las ayudas
sobrenaturales y naturales que están a su alcance", y "ob­ Caridad.
servarán las normas ascéticas que están aprobadas por la
experiencia de la Iglesia y que no son menos necesarias "Convencidos de la realidad de su fraternidad sacramen­
en el mundo actual” (P.0.16). tal ' y de los vínculos especiales que los unen dentro de la
asociación, pondrán el mayor empeño en la práctica de la
La opción especial por el celibato será una consecuencia caridad que el Señor puso como distintivo de sus discí­
de esta amistad íntima y personal con Cristo, para servirle pulos: 'en esto conocerán todos que sois mis discípulos:
con "corazón indiviso" para "vivir en la plenitud de la si tenéis caridad unos para con otros'" (Jn. 13,35).
caridad y servir mejor a la Iglesia y a toda la humanidad"
(Sac. Celibatus, 53). Esta auténtica caridad se practicará con todos los miem­
bros del Opus lesu Sacerdotis, pero de una manera espe­
Estimularán la vida en equipo como un gran medio para cial con los integrantes de los equipos o grupos que estén
practicar esta virtud y diariamente se insertarán en el Mis­ encargados de las distintas obras pastorales, a fin de que
terio Pascual de Cristo, mediante esta inmolación y crucifi­ vivan siempre la verdadera comunidad cristiana (Cf. Jn.
xión con El.
17,21; Act. 2,42; 4,32).
Con auténtica pobreza de espíritu. Como sacerdotes diocesanos, se incorporarán verdadera­
mente a los respectivos presbiterios y no aparecerán
Como "nadie puede servir a Cristo y a las riquezas" (Le. como grupos cerrados o aislados, la caridad ios unirá filial­
16,13), los sacerdotes del Opus lesu Sacerdotis, cultiva­ mente con el respectivo Obispo, centro de la unidad y
rán y practicarán el verdadero espíritu de pobreza y jamás alma de la Vida espiritual y pastoral de los presbíteros.
ejercerán su ministerio con ánimo de lucro temporal.
Siguiendo el ejemplo de Cristo, fomentarán entre sí y
El Opus lesu Sacerdotis organizará, de acuerdo con las con el Obispo, la fraternidad fundada en la ordenación y
directrices de la Diócesis, el seguro de enfermedad, en la unidad de la misión para que su testimonio sacerdotal
invalidez y vejez, a fin de que sus miembros no tengan
se haga más creíble (Sínodo de Obispos, No. 6.
preocupación por su futuro y puedan vivir en pobreza

286 287
Para toda la Iglesia. puede darnos el pleno conocimiento de Cristo Sacerdote
y de su mensaje (Cf. Jn. 1 4 ,2 6 ), comunicarnos el amor y la
Los miembros del Opus lesu Sacerdotis, quieren realizar el fuerza necesaria para mantenernos fieles a los compromi­
ideal de catolicidad señalado por el Concilio Vaticano II a sos adquiridos y hacer muy fecundo nuestro servicio a la
los presbíteros (Cf. P.0.10; L.G. 28; A.G.16) y recalcado Santa Iglesia.
por el Sínodo de los Obispos en 1971 con estas palabras:
"toda la vida y la actividad del sacerdote ha de estar im­ El Opus lesu Sacerdotis, procurará profundizar en el cono­
pregnada por el espíritu de la catolicidad, es decir, por el cimiento de la misión del Espíritu Santo que es el don su­
sentido de la misión universal de la Iglesia". premo de Dios y que "da testimonio en nosotros de que
somos hijos de Dios” (Rom. 8,16).
El ideal será que cada equipo sacerdotal pueda integrarse
con religiosos y con laicos. Esto con el fin de buscar la Los miembros del Opus lesu Sacerdotis le pedirán el amor
mayor eficacia en el ejercicio ministerial y de dar testimonio a la oración, el amor a la Palabra divina que El inspiró y una
del espíritu de comunidad que es esencial en la Iglesia y caridad fraterna que sea el vínculo de unidad entre todos.
en el mundo actual.
Para gloria de Dios Padre.
Obediencia y disponibilidad.
El Opus lesu Sacerdotis tendrá siempre presente las pala­
Como Cristo Sacerdote, que realizó la Redención con su bras del Concilio Vaticano II: "...el fin que los presbíteros
obediencia (L.G.3) y se hizo obediente hasta la muerte y se proponen conseguir con su vida y ministerio, es el de
muerte de Cruz (Flp. 2,7-8), los miembros del Opus lesu procurar la gloria de Dios Padre en Cristo. Ya se ocupen
Sacerdotis "consagrarán por la obediencia, su propia en oración y actos de adoración, ya prediquen la Palabra,
voluntad al servicio de Dios y de sus hermanos" (P.O.15), ya ofrezcan el Sacrificio Eucarístico o administren los de­
y "estarán convencidos de que la obediencia es virtud ca­ más sacramentos, ya ejerciten otros ministerios en favor
racterística del ministro de Cristo" (A.G. 24) y "conduce a la de los hombres, contribuyen a incrementar la gloria de
más madura libertad de los hijos de Dios" (P.0.15). Dios. Todo lo cual se deriva de la Pascua de Cristo y que­
dará consumado en la gloriosa venida del Señor, cuando
No se contentarán con una obediencia pasiva, sino que El mismo entregue el Reino a Dios Padre" (P.0.2).
buscarán practicarla "con espíritu de cooperación" conven­
cidos como deben estar de la unidad de misión y consagra­ Siempre, pero especialmente en la celebración de la Euca­
ción con el ministerio episcopal” (P.O.7). ristía, procurarán dar al Padre, por Cristo, en la unidad del
Espíritu Santo, todo honor y toda gloria.
"Aceptarán y ejecutarán con espíritu de fe lo que se man­ La confianza filial en la paternidad divina y la preocupación
da o recomienda por el Sumo Pontífice" a quien amarán constante por hacerla conocer y amar de sus hermanos,
filialmente, por el Obispo y por los Superiores de la asocia­ serán distintivo de su espiritualidad.
ción" (Cf. P.O. 15).
Bajo la dirección maternal de María "Regina
Dóciles al Espíritu Santo. Apostolorum ".

La realización de estos ideales no será posible sin una La Obra tendrá como Patraña principal a la Santísima Vir­
constante y total docilidad al Espíritu Santo. Solamente El gen María, bajo la advocación "Reina de los Apóstoles" y

288 289
caminará siempre guiada por Ella, honrará con devoción
filial a quien es "Madre de la Iglesia" y "Templo en el cual
Cristo se hizo Sacerdote". "A la cual, los presbíteros han
de venerar y amar con filial devoción y culto como a Madre
del Sumo y Eterno Sacerdote, y como Reina de los Após­
toles" (P.0.18).

”EI Presbítero mire con frecuencia a María, Madre de Dios,


que recibió con fe perfecta al Verbo de Dios y pídale cada
día la gracia de conformarse a su Hijo". (Sínodo, parte II,
No. 3).

En su ministerio procurarán hacer conocer y amar a María y


la mostrarán como modelo de santidad y de servicio evan­
gélico.

PASTORAL PRESBITERAL
ORGANICA

Proyecto presentado a la Asamblea Plenaria del


Episcopado Colombiano el 4 de Julio de 1971.

290
INTRODUCCION

No es ésta la primera vez que el Episcopado Colombiano


se preocupa en Asamblea Plenaria por los problemas de
los Obispos y de los Presbíteros.

Durante cuatro años consecutivos el tema central de las re­


flexiones episcopales ha sido éste; sin embargo, los resul­
tados no han sido tos que habíamos esperado todos.

En este año la reflexión sobre la problemática Sacerdotal y


sus soluciones ha sido más amplia y profunda. Todo el
Clero del País ha tomado parte activa en ella. Obispos y
Presbíteros nos hemos reunido para detectar claramente
la realidad y buscar en amplio diálogo los caminos que
debemos recorrer todos para llegar a la meta verdadera.
Ha sido éste un gran esfuerzo que, sin duda, dejará un sal­
do favorable.

Sin embargo, la experiencia de los trabajos anteriores plan­


tea una seria duda acerca de la eficacia de este. -Qué
suerte correrán las conclusiones? - No terminará el entu­
siasmo con el fin de la Asamblea Plenaria? -Qué seguirá
después?

Estos interrogantes han llevado a la Comisión del Clero a


pensar si no será necesario empezar a reflexionar seria­
mente sobre la necesidad de estructurar una Pastoral Pres­
biteral Orgánica que ocupe el primer puesto en la Pastoral
de Conjunto y que constituya la primera y pincipal preocu­
pación de toda la Iglesia.

Con este fin exponemos a continuación, brevemente, al­


gunas ideas que pueden servir para iniciar esta importante
tarea.

293
PASTORAL PRESBITERAL ORGANICA, PARTE L IN E A S G E N E R A L E S P A R A UN P L A N D E
PRINCIPAL DE LA PASTORAL DE CONJUNTO ”P A S T O R A L P R E S B IT E R A L O R G A N IC A "

LAMENTABLE REALIDAD:
1a NECESIDAD
Los Pastores: Obispos y Presbíteros, cuando hablamos
de Pastoral y trabajamos en ella, pensamos casi exclusiva­ 2* NOCION CLARA DE LO QUE DEBE SER
mente en los laicos. Raras veces en los Religiosos y rarí­
simas en nosotros. 3* SUS FUNDAMENTOS TEOLOGICOS

Es así como hemos avanzado mucho en el campo pastoral 4® SUS OBJETIVOS


seglar y, principalmente en algunos de sus sectores, y en
la que se ha llamado Pastoral Especializada. En pastoral 5fl LOS AGENTES O SUJETOS
familiar, de la infancia, obrera, estudiantil, magisteral, agra­
ria, etc. se ha logrado mucho en cuanto a planificación y 6S LOS DIVERSOS PLANOS
ejecución.
72 LOS INSTRUMENTOS Y MECANISMOS PARA
Pero existe una Pastoral Presbiteral Orgánica? LLEVARLA A CABO

-Tenemos conciencia los Obispos de que la pastoral debe 88 COMO MOTIVAR A OBISPOS Y PRESBITEROS
realizarse, primero que todo, en nuestro campo? PARA LOGRAR SU EJECUCION

-No explicará esta falta de conciencia profunda de esta


necesidad los pocos resultados de tantos esfuerzos como
hemos hecho con el fin de promover integralmente a los
Sacerdotes y solucionar sus problemas?

-Por qué no delineamos, ahora, una Pastoral Presbiteral


Orgánica y nos consagramos a realizarla como parte prin­
cipal de toda la pastoral?

-Esta idea no podría ser el mejor fruto de esta Asamblea


Plenaria?

294 295
19 NECESIDAD DE UNA PASTORAL PRESBI­ te de la gracia y de la acción apostólica de todo ul [mutilo
TERAL ORGANICA COMO PARTE PRINCIPAL de Dios, la santificación de toda la Iglesia.
DE LA PASTORAL DE CONJUNTO:
El objeto o contenido de esta Pastoral Presbiteral será la vi­
La Iglesia ante el cambio habla de esto en el No. 381: "ca­ sión integral de la vida Sacerdotal y las actividades natura­
da día se experimenta más la necesidad teológica de una les y sobrenaturales que debidamente ordenadas y realiza­
Pastoral de conjunto que debe tener como objeto princi­ das puedan alcanzar la perfección comunitaria de los Pres­
pal la perfección del Sacerdote a fin de que pueda ser "ins­ bíteros.
trumento vivo de Cristo" en el ejercicio de su ministerio. Di­
cha Pastoral presume una verdadera amistad entre los 39 FUNDAMENTOS TEOLOGICOS DE LA
miembros del Presbiterio y pide una labor de santificación PASTORAL PRESBITERAL
comunitaria".
En la pastoral lo más importante es la parte teológica. Para
La organización es fundamental para el buen éxito de cual­ que la Pastoral Presbiteral Orgánica tenga efectividad
quier tarea. Sin ella haremos "cosas buenas", pero no lle­ debe construirse sobre sólidos cimientos teológicos.
naremos a cabalidad nuestro cometido. En relación con Creemos que los que contiene el Documento de Medellín
los Sacerdotes, todos hemos efectuado varias obras pueden orientar muy bien nuestras reflexiones en este
buenas. En todas partes se ha trabajado en este campo, y punto.
en muchas, con gran celo. En materia de Documentos na­
da falta. Pero no tenemos una Pastoral Sacerdotal organi­ Son estos cuatro: Sacerdocio de Cristo, Comunión Jerár­
zada. Necesitamos planearla cuanto antes y dedicarnos quica, Comunidad Eclesial, Servicio del mundo.
después a su ejecución y constante revisión.
Para mayor comodidad transcribimos el texto pertinente.
No hablemos de verdadera Pastoral de Conjunto mientras
la Pastoral Presbiteral Orgánica no exista y no ocupe en 1. SA C ER D O C IO D E CRISTO:
ella el primer lugar.
"En la Nueva Alianza, Cristo Jesús, Señor resucitado,es el
2e DEFINICION único Sacerdote, Mediador siempre activo ante el Padre
en favor de los hombres.
QUE ES PASTORAL PRESBITERAL ORGANI­
CA? El ministerio jerárquico de la Iglesia, sacramento en la tierra
de esta única mediación, hace que los sacerdotes actúen
Es la planeación y ejecución de todas las actividades pasto­ entre los hombres, "in persona Christi".
rales que permitan a todos los Sacerdotes alcanzar la per­
fección integral especial a que han sido llamados por su A ellos también se aplica participativamente lo que Pablo
consagración presbiteral. VI dijera de Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote: "... no eres
diafragma sino cauce; no eres obstáculo sino camino; no
Siendo la función esencial de la Pastoral, la construcción y eres un profeta cualquiera, sino el intérprete único y
edificación del Cuerpo de Cristo, los Presbíteros busca­ necesario del misterio religioso... Tú eres el puente entre
rán, mediante la consecución de su perfección con el apor­ el reino de la tierra y el reino del cie lo .. Tú eres necesario,
eres suficiente para nuestra salvación..."

296 297
En su sacerdocio Cristo ha unificado la triple función de 3. COMUNIDAD ECLESIAL:
Profeta, de Liturgo y de Pastor, estableciendo con ello
una peculiar originalidad en el ministerio sacerdotal de su "Los Obispos, junto con los presbíteros, han recibido "el
Iglesia. ministerio de la comunidad", por el cual deben dedicarse a
edificar y a guiar la comunidad eclesial como signos e ins­
Por eso los sacerdotes, aún dedicados a tareas ministe­ trumentos de su unidad.
riales en las que se acentúa alguno de los aspectos de
¡esa triple misión, ni deberán olvidar los otros, ni debilitar la Los presbíteros actúan en la comunidad como miembros
intrínseca unidad de la acción total de su ministerio, específicos que comparten con todo el pueblo de Dios el
porque el sacerdocio de Cristo es indivisible". (Docu­ mismo misterio y la misma misión salvadora.
mentos de Medellín No. 12 y 13. Pág. 171).
En la comunidad los laicos, por su sacerdocio común,
2. COMUNION JER A R Q U IC A : gozan del derecho y tienen el deber de aportar una indis­
pensable colaboración a la acción pastoral. Por esto, es
"En el Cuerpo místico de Cristo, los Obispos y los presbí­ deber de los sacerdotes dialogar con ellos no de una ma­
teros son consagrados por el sacramento del orden para nera ocasional, sino de modo constante e institucional.
ejercer el sacerdocio ministerial como un conjunto orgáni­
co que manifiesta y hace presente a Cristo Cabeza. Los Lo mismo dígase con respecto a las religiosas y a los reli­
presbíteros, tanto diocesanos como religiosos, son incor­ giosos no presbíteros". (Documentos de Medellín No.
porados a este conjunto orgánico para sericooperadóres 16. Pág. 173).
del orden episcopal.
4. SERVIC IO DEL M U N D O Y ESPECIAL DEL L A ­
De ahí se deduce, como consecuencia inevitable, la íntima TINOAMERICANO:
unión de amistad, de amor, de preocupaciones, interés y
trabajos, entre obispos y presbíteros, de manera que no "Todo sacerdote ministerial es tomado de entre los hom­
se pueda concebir un obispo desligado o ajeno a sus bres y constituido en favor de los hombres en to que se re­
presbíteros, ni un presbítero alejado del ministerio de su fiere a Dios.
Obispo. Así todos los sacerdotes, vinculados entre sí por
una verdadera "fraternidad sacramental", deben saber con­ La consagración sacramental del orden sitúa al sacerdote
vivir y actuar unidos en la solidaridad de una misma consa­ en el mundo para el servicio de los hombres.
gración.
Es de particular importancia subrayar que la "consagra­
La adecuada coresponsabilidad entre obispos y presbíte­ ción" sacerdotal es conferida por Cristo en orden a la "mi­
ros pide el ejercicio de un diálogo, en el que haya mutua sión" de salvación del hombre.
libertad y comprensión tanto con respecto a los asuntos a
tratar como a la manera de discutirlos. Esto exige en todo sacerdote una especial solidaridad de
Esto ayudará a comprender mejor la misión común del servicio humano, que se exprese en una viva dimensión
sacerdocio ministerial y aportará un clima nuevo, en el cual misionera, que le haga poner sus preocupaciones ministe­
será más fácil superar ciertas tensiones de obediencia, por riales al servicio del mundo con su grandioso devenir y con
la búsqueda en comunión de la voluntad del Padre". (Do­ sus humillantes pecados; e implica también un contacto in­
cumentos de Medellín Nos. 14 y 15. Pág. 172). teligente y constante en la realidad, de tal modo que su

298 299
consagración resulte una manera especial de presencia en 1. Santificación del Presbiterio mediante las riquezas de la
el mundo, más bien que una segregación de él. espiritualidad que le ofrece el Concilio.

El mundo latinoamericano se encuentra empeñado en un Este, en el decreto "Presbyterorum Ordinis", nos ha dado
gigantesco esfuerzo por acelerar el proceso de desarrollo un magnífico tratado de espiritualidad presbiteral en los
en el continente. Nos. 12,13, 1 4,1 5,1 6 ,1 7 y 18 y la Iglesia ante el Cambio
presenta una síntesis bastante completa. Para comodidad
En esta tarea corresponde al sacerdote un papel específi­ transcribimos su contenido del número 368 al 388:
co e indispensable. El no es meramente un promotor del
progreso humano. "La espiritualidad sacerdotal debe basarse en la afirmación
conciliar: "los sacerdotes están obligados de modo espe­
Descubriendo el sentido de los valores temporales, debe­ cial a alcanzar la perfección, ya que están consagrados a
rá procurar conseguir la "síntesis del esfuerzo humano, Dios de manera nueva por la recepción del sacramento del
familiar, profesional, científico o técnico, con los valores orden".
religiosos, bajo cuya altísima jerarquía todo coopera a la
gloria de Dios". "La renovación de la Igfesia, cuya urgente necesidad to­
dos sentimos, no puede lograrse si el sacerdote no se
Para ello ha de procurar, por la palabra y la acción apostó­ esfuerza por alcanzar una santidad cada vez mayor que lo
lica suya y de la comunidad eclesial, que todo el quehacer convierta, día a .día, en instrumento más apto para el
temporal adquiera su pleno sentido de liturgia espiritual, servicio de todo el pueblo de Dios".
incorporándolo vitalmente en la celebración de la Euca­
ristía. Siendo el sacerdocio de Cristo la causa eficiente y ejem­
plar de toda santidad y participando como participa el
Para promover el desarrollo integral del hombre formará a sacerdote de un modo especial de dicho sacerdocio, de­
los laicos y los animará a participar activamente con concien­ be hallar en su unión íntima con Cristo y en el ejercicio de
cia cristiana en la técnica y elaboración del progreso. Pero su ministerio la fuente fecunda de su perfección.
en el ordereconómico y social,, y principalmente en el or­
den político, en donde se presentan diversas opciones El sacerdote tiene un estado propio en la Iglesia y, por lo
concretas, al sacerdote como tal no le incumbe direc­ mismo, cuenta con medios propios para adquirir su perfec­
tamente la decisión, ni el liderazgo, ni tampoco la es­ ción. El ejercicio "sincero e incansable" de su ministerio
tructuración de soluciones". (Documentos de Medellín es su elemento santificador irremplazable y riquísimo.
Nos. 17,18,19. Págs. 173-174).
Su espiritualidad debe ser profundamente litúrgica, y en el
sacrificio eucarístico, "en el que los sacerdotes cumplen
49 OBJETIVOS DE LA PASTORAL PRESBITE­ su principal ministerio y representan señaladamente a Cris­
RAL to" deben realizar su propia inmolación personal y crecer
en la participación de la caridad de Aquel que se da en
alimento a la Iglesia.
Podemos resumirlos así: 'TO D O EL SACERDOTE Y El fiel desempeño de las funciones proféticas convertirá al
TODOS LOS SACERDOTES" y ésto en los siguien­ sacerdote en discípulo del Señor si contempla primero lo
tes aspectos: que debe enseñar.

300 301
Su oficio pastoral lo hace participar mejor de la caridad y Dicha pastoral presume una verdadera amistad entre los
solicitud del Buen Pastor y le permite practicar su ascética miembros del presbiterio y pide una labor de santificación
propia al llenar todas las exigencias que impone su misión comunitaria.
de servicio.
Por eso recomendamos de nuevo los equipos sacerdota­
En la santificación del obispo y de los presbíteros ocupa les de amistad y estudio y especialmente los de revisión
un papel muy importante el fiel desempeño de las rela­ de vida pero pedimos que se eviten las desviaciones de
ciones que según el plan de Dios deben regir entre ellos. éstos hacia una exaltación del yo o una agresividad par­
ticular o colectiva.
El cumplimiento cabal de los deberes pastorales del obis­
po para con su presbiterio es requisito para su perfección Como la Unión Apostólica ha sido actualizada a la luz del
personal y ayuda eficaz para la de quienes son sus "herma­ Concilio recomendamos encarecidamente su organiza­
nos, amigos e hijos". ción en todas las Diócesis.

Es urgente, por lo tanto, estrechar "los vínculos de amor, Pedimos una reflexión profunda, privada y comunitaria so­
amistad, preocupaciones, intereses y trabajos" entre obis­ bre estas palabras de la Segunda Conferencia Episcopal
pos y presbíteros para lo cual es indispensable progresar Latinoamericana: "la caridad pastoral infundida por el sa­
en el ejercicio del diálogo en el que haya mutua libertad y cramento del orden debe impulsar a los sacerdotes a tra­
comprensión. bajar más que nunca por la unidad de los hombres".

Este diálogo debe institucionalizarse progresivamente me­ "En el ejercicio de esta caridad une íntimamente al sacer­
diante encuentros personales y en plan de verdadera amis­ dote con la comunidad, se encontrará el equilibrio de la
tad, lo mismo que a través de los consejos indicados por el personalidad humana, hecha para el amor, y se redescu­
Concilio y las diversas formas de organización que existan brirán las grandes riquezas contenidas en el carisma del ce­
o surjan en las diócesis. libato en toda su visión Cristológica, eclesiológica, esca-
tológica y pastoral."
La fraternidad sacramental que debe unir a los presbíteros
entre sí debe manifestarse en caridad apostólica, minis­ Para que el Sacerdote pueda utilizar bien sus medios pro­
terio y fraternidad. De esa manera sostendrá y animará a pios de perfección debe ser ante todo "el hombre de ora­
los débiles y ayudará eficazmente a la mutua santificación. ción por antonomasia" y acudir a todos los recursos que
pueden fomentar su vida espiritual y que tan encareci­
Las tensiones que existen entre los presbíteros por razón damente recomienda el Concilio.
de diferencia de edad, de criterios, de actuaciones y preo­
cupaciones pastorales y que perjudican la consecución de La preocupación episcopal por la santificación sacerdotal
la perfección, no pueden resolverse sin un diálogo autén­ será en parte vana si la comisión del Clero no actúa eficaz­
tico entre ellos. mente y si no se forma un equipo nacional que colabore
con ella y con todos los Obispos en esta tarea vital para
Cada día se experimenta más la necesidad teológica de toda la Iglesia.
una pastoral de conjunto que debe tener por objeto princi­
pal la perfección del sacerdote a fin de que pueda ser "ins­ Es necesario también que el Obispo se asesore en su
trumento vivo de Cristo" en el ejercicio de su ministerio. Diócesis de una comisión especial que propenda por la

302 303
perfección sacerdotal y que el consejo presbiteral tenga dios pastorales; la creación de bibliotecas y la adecuada
como principal objetivo el trabajo y la colaboración en este dirección de tos estudios por medio de personas idóneas.
campo". Consideren, además, los Obispos, individualmente o
todos juntos, la manera más oportuna de lograr que todos
2. Promoción Intelectual para el mejor desempeño de sus presbíteros, en fechas fijas, sobre todo pocos años
su ministerio Pastoral: después de su ordenación, puedan frecuentar algún
curso en el que se les procure ocasión, ora de adquirir un
Podrían servir de base para este importante punto el No. conocimiento más acabado de los métodos pastorales y
19 del Presbyterorum Ordinis y la Iglesia ante el Cambio en de la ciencia teológica, ora de fortalecer su vida espiritual y
tos números 389 al 393. de comunicar mutuamente con sus hermanos las expe­
riencias apostólicas. Ayúdese también, con estos y otros
Los textos son los siguientes: medios adecuados, a tos nuevos párrocos y a los que se
destinan a una nueva obra pastoral o son enviados a otra
"En el sagrado rito de la ordenación amonesta el Obispo a Diócesis o nación.
los presbíteros que "sean maduros en la ciencia” , y su doc­
trina sea "espiritual medicina para el pueblo de Dios". Pero Por último, procuren solícitamente tos Obispos que algu­
la ciencia del ministro sagrado debe ser sagrada, porque nos se dediquen a un estudio más profundo de las cosas
se toma de fuente sagrada y a fin sagrado se ordena. Así, divinas, a fin de que no falten nunca maestros idóneos
pues, sácase primeramente de la lección y meditación de para la formación de tos clérigos; tos demás sacerdotes y
la Sagrada Escritura, pero nútrese también fructuosa­ fieles sean ayudados en la adquisición de la doctrina nece­
mente del estudio de los Santos Padres y doctores y de saria y se fomente un sano progreso en las disciplinas sa­
los otros monumentos de la tradición. Además, para res­ gradas, que es de todo punto necesario a la Iglesia" (Pres­
ponder convenientemente a las cuestiones agitadas por byterorum Ordinis No. 19).
los hombres de edad, es menester que los presbíteros co­
nozcan bien los documentos del magisterio, y señalada­ "En las causas de la crisis señalamos en ciertos sectores,
mente de tos Concilios y Romanos Pontífices, y consulten inseguridad doctrinal y desorientación teológica, por el cre­
los mejores y aprobados escritores de la ciencia teológica. ciente relativismo ideológico reinante.

Mas, como quiera que en nuestros tiempos la cultura huma­ Hemos ya reflexionado en la segunda parte. Sobre el
na, y también las ciencias sagradas, avanzan con nuevo aspecto de la predicación sagrada, como responsable mu­
paso, incítase a los presbíteros a que perfeccionen ade­ chas veces de las fallas o éxitos de nuestra evangelización
cuadamente y sin intermisión su ciencia humana y divina, y (deficiencias de contenido, faltas de sólido fundamento bí­
así se preparen a entablar más oportunamente diálogo con blico, litúrgico, etc.).
sus contemporáneos.
Sobre la enseñanza religiosa en los colegios en donde no
A fin de que los presbíteros se dediquen más fácilmente a siempre se da una auténtica formación religiosa y comuni­
los estudios y aprendan más eficazmente los métodos de taria, etc. Por otra parte, los Documentos de la Segunda
evangelización y apostolado, procúrenseles con todo Conferencia Episcopal Latinoamericana insiste en que "es
cuidado los medios oportunos, como son. la organización urgente hacer posible la renovación cultural de los presbí­
de acuerdo con las condiciones de cada territorio, de cur­ teros proporcionándoles tiempo y medios adecuados",
sos o congresos: la erección de centros destinados a estu­ ayudándoles a asumir con profundidad las grandes orienta­

304 305
ciones teológicas del Concilio... junto con ello es necesa­ los Sacerdotes. En algunas partes la situación es gravo, y
ria una mayor adaptación al progreso humano... una cultura en todas tiende a serlo. Disminuyen los ingresos y au
actualizada y profundizada!. mentan las necesidades. Hay que hacer algo y pronto en
este campo. No nos corresponde dar aquí fórmulas, pero
Por ello creemos necesaria la creación de un equipo nacio­ sí es preciso repetir que si se descuida este aspecto, la
nal de teólogos especialistas, competentes en los diver­ pastoral Presbiteral sufrirá un fracaso.
sos campos doctrinales (teólogo, moral, bíblico, litúrgico,
sociológico) y esto, con carácter permanente. También la El Concilio no ha olvidado este punto. Recordemos lo
organización de cursos de intensificación en las distintas que dice en los números 20 y 21 del Presbyterorum Ordi-
materias. nis. "Los presbíteros, consagrados al cumplimiento del
cargo que se les ha encomendado, merecen recibir una
"Para que los presbíteros se entreguen más fácilmente a justa remuneración, pues el obrero merece su paga (Le.
los estudios, y capten con más eficacia los métodos de la 10,7) y el Señor ordenó a los que anuncian el Evangelio
evangelización y del apostolado, se les debe proporcionar que vivan del Evangelio (I Cor. 9,14). Por tanto, en la me­
cuidadosamente los medios necesarios, como son la orga­ dida en que no se hubiere provisto por otra parte a la justa
nización de cursos y congresos, según las condiciones de retribución de los Presbíteros, los fieles mismos, como
cada país; la erección de centros destinados a los estudios quiera que por su bien trabajan los presbíteros, tienen ver­
pastorales, la formación de bibliotecas y una conveniente dadera obligación de procurar que se les proporcionen los
dirección de los estudios por personas competentes". medios necesarios para llevar una vida honesta y digna.

Creemos que se requiere igualmente, un equipo eclesial Los Obispos, por su parte, están obligados a avisar a los
de sacerdotes, religiosos y laicos competentes en materia fieles de esta obligación, y deben procurar, ora individual­
pastoral, para que asesoren a la jerarquía en la planificación mente cada uno para su propia Diócesis, ora mejor todos a
y orientación y revisión de la pastoral.” (Iglesia ante el una para un territorio común, que se establezcan normas
cambio No. 389 al 393). por las que debidamente se provea a la honesta sustenta­
ción de aquellos que desempeñan o hubieren desempe­
ñado algún cargo en el servicio del pueblo de Dios. En
SOLUCIONES DE LOS PROBLEMAS DEL cuanto a la remuneración que cada uno haya de percibir,
SACERDOTE EN EL CAMPO TEMPORAL habida, desde luego, cuenta con la naturaleza del cargo
mismo y las circunstancias de lugares y tiempos, ha de ser
Muchas crisis Sacerdotales obedecen a causas, en apa­ fundamentalmente la misma para todos los que se en­
riencia pequeñas, pero que tienen importancia para la per­ cuentren en las mismas circunstancias, ha de ajustarse a
sona humana y que ocasionan a veces serios perjuicios al su situación y permitirles, además, no sólo proveer debida­
Sacerdote. Es preciso que la Pastoral Presbiteral las detec­ mente a la retribución de los que están al servicio de los
te y solucione. Presbíteros, sino también socorrer por sí mismos de algún
modo a los indigentes, ya que el servicio a los pobres fue
Enunciamos los que aparecen como "más sentidos" entre siempre altamente estimado, desde sus orígenes, por la
nosotros: Iglesia. Esta remuneración ha de ser además, tal que
permita a los presbíteros tener cada año el debido y
a) PROBLEMA ECONOMICO: en casi todas las Diócesis suficiente tiempo de vacaciones, que, por cierto, han de
se escuchan quejas acerca de la situación económica de procurar los Obispos lo puedan tener los presbíteros.

306 307
Al oficio, empero que desempeñan los ministros sagrados fundada para todo el territorio por las que, bajo la vigilancia
debe ser atribuida la importancia principal. Por lo cual, ha de la jerarquía, se provea suficientemente, ora a la que
de abandonarse el sistema llamado beneficial o, por lo llaman conveniente prevención y asistencia sanitaria, ora a
menos, reformarse de manera que la parte beneficial o el la debida sustentación de los presbíteros que sufren
derecho a las rentas ajenas por dote al oficio sea tenido enfermedad, invalidez o senectud. Los Sacerdotes, por
como secundario, y se atribuyaenderecho el lugar principal su parte, ayuden a la institución erigida, movidos de espí­
al oficio eclesiástico mismo, que, por cierto, en adelante, ritu de solidaridad para con sus hermanos, tomando parte
debe entenderse ser cualquier cargo establemente confe­ en sus tribulaciones, a par que consideran que, de este
rido para cumplir con un fin espiritual. modo, sin la ansiedad por el futuro, pueden ellos cultivar
con más ferviente espíritu apostólico la pobreza y entre­
Hay que establecer fondos com unes de bienes garse enteramente a la salud de las almas. Cuiden, ade­
y ordenar una previsión social en favor de los más, con ahínco aquellos a quienes atañe que las mismas
presbíteros. instituciones de diversas naciones se federen entre sí, a
fin de que adquieran más fuerza y se propaguen más
Téngase siempre presente el ejemplo de los creyentes de ampliamente.
la primitiva Iglesia jerosolimitana, en que lo tenía todo en
común (Act. 4,32) y a cada uno se le repartía según sus La jerarquía Colombiana se ocupó de este asunto en el
necesidades (Act. 4,35). Conviene, pues, en gran ma­ mensaje a los Presbíteros en Julio de 1968 y en la Iglesia
nera que, por lo menos en las regionesen que la susten­ ante el Cambio No. 440. Su texto es el siguiente:
tación del clero depende enteramente o en gran parte de
las ofrendas de los fieles, recoja los bienes ofrecidos para "Encarecemos también la reflexión y aplicación de lo que
este fin una institución Diocesana que el Obispo ad­ publicamos el año pasado en nuestro mensaje a los pres­
ministra con ayuda de sacerdotes delegados y, donde lo bíteros especialmente en lo referente a la congrua sus­
aconseje la utilidad, también de laicos peritos en econo­ tentación del clero, para evitar la diferencia de clases sacer­
mía. Es igualmente de desear que, en cuanto fuere po­ dotales, en razón de la desigualdad de emolumentos, que
sible, se constituya en cada Diócesis o región un fondo a unos favorece y a otros perjudica."
común de bienes, con que puedan los Obispos satisfacer
a otras obligaciones con personas al servicio de la Iglesia, y b) DESCANSO Y RECREACION:
por cuyo medio las Diócesis más ricas puedan ayudar a las
más pobres, de suerte que la abundancia de unas supla la El apostolado actual exige de los presbíteros una acción
indigencia de otras. Este fondo común conviene también que agota pronto las mejores fuerzas. La vida moderna
se constituya, primeramente, de los bienes que provienen con su actividad y ruido es enervante. El Sacerdote tiene,
de las obligaciones de los fieles, pero también de otras pues, que disponer del tiempo necesario para el descan­
fuentes, que determinará el derecho. so y de sanas diversiones. La Pastoral Presbiteral no
puede ignorar esta realidad. El Concilio la tuvo muy en
Además, en las naciones donde no está aún adecua­ cuenta. Leamos, por ejemplo, lo que dice en el No. 8 del
damente organizada la previsión social en favor del clero, Presbyterorum Ordinis: "reúnanse también los presbí­
procuren las conferencias episcopales que, atendidas teros de buena gana y alegremente para recreación del áni­
siempre las leyes eclesiásticas y civiles haya instituciones mo recordando las palabras con que el Señor mismo
diocesanas, incluso federadas entre sí, o instituciones es­ invitaba a sus apóstoles cansados: "venid aparte, a un lu­
tablecidas a la vez para varias diócesis, o una asociación gar solitario, y descansad un poquito".

308 309
En el No. 20 habla de las vacaciones anuales de los Pres­
bíteros. Todos estos casos necesitan una Pastoral propia, pues no
se hallan en las mismas circunstancias de los demás
C) RELACIONES HUMANAS Presbíteros. Cada uno requiere un estudio y una acción
pastoral especiales.
No pocos de tos problemas Sacerdotales obedecen a la
falta de buenas relaciones humanas. Actualmente se ha
avanzado mucho en el estudio de las relaciones humanas 5» AGENTES DE LA PASTORAL PRESBITE­
y, de esa manera, se ha conseguido un mejor clima en mu­ RAL EN LA DIOCESIS:
chos campos, como el obrero patronal, por ejemplo.
EL OBISPO:
Los sacerdotes obtendríamos grandes beneficios si reci­
biésemos buenos cursos de relaciones humanas. Lástima Este tiene el primer deber en esta Pastoral Presbiteral y de­
que esto no hubiese sido posible para todos en el Semi­ be merecerle ella su principal preocupación.
nario. Pero nunca es tarde para remediar necesidades de
esta índole. El Concilio dice: "en el ejercicio de su función de santi­
ficar, recuerden los Obispos que han sido tomados de
entre los hombres y constituidos en favor de los hombres,
OBJETIVOS ESPECIALES en las cosas que se refiere a Dios, para ofrecer dones y
sacrificios por los pecados. Los Obispos, en efecto, go­
Esta Pastoral Presbiteral Orgánica tiene que abarcar sec­ zan de la plenitud del sacramento del orden, y de ellos
tores especiales de clero, que por diversas circunstancias, dependen en el ejercicio de su propia potestad, ora los
tienen problemas adicionales que necesitan tratamiento presbíteros, que, ciertamente, han sido también constitui­
propio. dos verdaderos sacerdotes del Nuevo Testamento para
ser próvidos cooperadores del orden episcopal...
Ejemplos:
Como perfeccionadores, pongan empeño en fomentar la
a) Pastoral con los Sacerdotes que han dejado sus pues­ santidad de sus clérigos, de los religiosos y laicos, de
tos, por vejez o enfermedad. acuerdo con la peculiar vocación de cada uno recordando
que están obligados a dar ejemplo de santidad en la cari­
b) Con los que han pedido la exoneración de sus compro­ dad , humildad y sencillez de vida. De tal manera santifi­
misos Sacerdotales. quen las iglesias que les han sido confiadas, que en ellas
resplandezca plenamente el sentir de la Iglesia universal
c) Con los que trabajan en ministerios especializados, de Cristo." (Christus Dominus No. 15).
como el Clero castrense.
Pablo VI escribió: "si un Obispo concentrase sus cuida­
dos más asiduos, más inteligentes, más pacientes, más
d) Con quienes fueron religiosos y pasaron al Clero Secu­
lar. cordiales, en formar, en asistir, en escuchar, en guiar, en
instruir, en amonestar, en confortar a su Clero, habría cum­
e) Con los extranjeros que ejercen su ministerio en nues­ plido y empleado bien su tiempo, su corazón y su activi­
tras Diócesis. dad”. (Discurso en apertura II Conferencia Episcopal Lati­
noamericana).

310
311
En la Iglesia ante el Cambio encontramos: "la preocupa­ pedales lazos de caridad apostólica, ministerio y fraterni­
ción episcopal por la santificación sacerdotal será en parte dad, como se significa, ya desde tiempos antiguos, litúrgi­
vana si la comisión del clero no actúa eficazmente y si no camente, cuando se invita a los presbíteros asistentes a
se forma un equipo nacional que colabore con ella y con imponer las manos, a par del Obispo ordenante, sobre el
todos los Obispos en esta tarea vital para toda la Iglesia. nuevo elegido y cuando, con razón unánime, concelebran
la sagrada Eucaristía. De donde se sigue que todos y
Es necesario también que el Obispo se asesore en su cada uno de los presbíteros están unidos con sus herma­
Diócesis de una comisión especial que propenda por la nos por el vínculo de la caridad, de la oración y de la omní­
perfección sacerdotal y que el consejo presbiteral tenga moda cooperación, y así se pone de manifiesto aquella
como principal objetivo el trabajo y la colaboración en este unidad con que Cristo quiso fueran los suyos consuma­
campo”. (Iglesia ante el Cambio No. 387 y 388). dos en uno, para que conociera el mundo que El había
sido enviado por el Padre.
EL PRESBITERIO:
En consecuencia, los que son de edad más avanzada,
A cada sacerdote le corresponde una gran responsabili­ reciban a los jóvenes como a hermanos, y ayúdenlos en
dad en relación con sus hermanos de presbiterio: sus primeras empresas y cargas del ministerio, y esfuércen­
se en comprender su mentalidad, aunque diversa de la
Las palabras del Concilio no pueden ser más claras. El No. propia, y miren con benevolencia sus empresas. Los
8 del Decreto Presbyterorum Ordinis dice lo siguiente: jóvenes, por su parte, respeten la edad y experiencia de
"Los presbíteros, constituidos por la ordenación en el or­ los viejos, consulten con ellos las cosas que atañen a la
den del Presbiterado, se unen todos entre sí por íntima fra­ cura de almas y colaboren de buena gana a su lado.
ternidad sacramental; pero especialmente en la Diócesis, a
cuyo servicio se consagran bajo el propio obispo, forman Llevados de espíritu fraterno, no olviden los presbíteros la
un solo colegio presbiterial. Porque, aunque se entre­ hospitalidad, cultiven la beneficencia y comunión de bie­
guen a diversos menesteres, ejercen, sin embargo, un nes, solícitos señaladamente de los enfermos, afligidos,
solo ministerio sacerdotal en favor de los hombres. Y es cargados en exceso de trabajos, solitarios, desterrados de
así que todos los presbíteros son enviados para cooperar su patria, así como de quienes son víctimas de la persecu­
a la misma obra, ora ejerzan el ministerio parroquial o su- ción. Reúnanse también de buena gana y alegremente
praparroquial, ora se dediquen a la investigación o a la en­ para recreación del ánimo, recordando las palabras con
señanza, ora trabajen con sus manos, compartiendo la que el Señor mismo invitaba a sus apóstoles cansados.
suerte de los obreros mismos donde, con aprobación des­ "Venid aparte, a un lugar solitario, y descansad un po­
de luego de la autoridad competente, pareciere conve­ quito" (Me. 6,31). Además, a fin de que los presbíteros se
niente; ora, en fin, lleven a cabo otras obras apostólicas u presten mutua ayuda en el cultivo de la vida espiritual e
ordenadas al apostolado. Todos conspiran, ciertamente, a intelectual, puedan cooperar más adecuadamente en el
un mismo fin, la edificación del Cuerpo de Cristo, que, en ministerio y se libren de los peligros que acaso se originen
nuestros días señaladamente, requiere múltiples organis­ de la soledad, foméntese entre ellos alguna manera de
mos y nuevas acomodaciones. De ahí que sea de gran vida común o alguna convivencia, que puede sin embar­
importancia que todos los sacerdotes, diocesanos religio­ go, revestir muchas formas, según las distintas necesida­
sos, se ayuden mutuamente a fin de ser siempre coopera­ des personales o pastorales, a saber, la convivencia, don­
dores de la verdad. Así, pues, cada uno está unido con de fuere posible, la mesa común o, por lo menos, las re­
los restantes miembros de este colegio presbiterial por es- uniones frecuentes y periódicas. También han de esti­

312 313
marse grandemente y ser diligentemente promovidas a- De promoción espiritual (santificación),
aquellas asociaciones que, con estatutos aprobados por la b- De promoción intelectual,
competente autoridad eclesiástica, fomenten la santidad c- De Solución económica,
de los sacerdotes en el ejercicio del ministerio por medio d- De Aspectos recreativos, etc.
de una adecuada ordenación de la vida, conveniente­ e- De problemas especiales...
mente aprobada, y por la fraternal ayuda, y de este modo
intentan prestar un servicio a todo el orden de los presbí­ EL C O N S EJO P A S TO R A L:
teros.
El Motu Propio Ecclesiae Sactae dice en el No. 16 P. 19:
Finalmente, por razón de la misma comunión en el sacerdo­ "corresponde al Consejo Pastoral estudiar todo lo
cio, siéntanse tos presbíteros especialmente obligados referente al trabajo pastoral, sopesarlo y sacar las conclu­
hacia quienes sufren dificultades, a los que han de prestar siones prácticas con objeto de promover la conformidad
auxilio oportuno, incluso, si fuere necesario, amonestán­ de la vida y actos del Pueblo de Dios con el Evangelio".
dolos discretamente. A aquellos, empero, que desfalle­
cieron en algo, muéstrenles fraterna caridad y magnani­ En la práctica el Consejo Pastoral se preocupa por la parte
midad, orando por ellos instantemente a Dios, y muéstren- del Pueblo de Dios que resta de los Presbíteros -Como si
seles de continuo como verdaderos hermanos y amigos".. estos no formaran parte del Pueblo de Dios-. Debe este
importante Consejo sugerir y colaborar con el obispo en
C O N SEJO PR ESB ITER A L: una profunda Pastoral Presbiteral.

"Este como genuina representación del presbiterio debe


realizar primordialmente esta pastoral. LA CONFERENCIA EPISCOPAL A TRAVES D E
LA COMISION D EL CLERO :
"Es necesario que el Consejo Presbiteral tenga como
principal objetivo el trabajo y la colaboración en el campo Esta Pastoral Presbiteral Orgánica tiene que ser realizada
de la Perfección Sacerdotal". (Iglesia ante el Cambio No. por toda la Conferencia Episcopal. Su órgano principal
388). debe ser la Comisión del Clero y su correspondiente Sub-
secretariado.
Debe también impulsar todo lo que fomente la promoción
integral de los Presbíteros. Con razón la Iglesia ante el Cambio dice en el No. 387: "la
preocupación episcopal por la santificación Sacerdotal
será en parte vana si la Comisión del clero no actúa eficaz­
COMISIONES INTEGRADAS DE SACERDOTES mente y si no se forma un equipo nacional que colabore
SOLOS O DE SACERDOTES, RELIGIOSOS Y con ella y con todos tos Obispos en esta tarea vital para
SEGLARES PARA FOMENTAR LA PROMOCION toda la Iglesia".
PASTORAL DEL CLERO EN LOS
DIVERSOS CAMPOS: LO S RELIGIO SO S Y RELIGIOSAS COMO
A G EN TES D E L A P A STO R AL PR ESB ITER A L:
En el plano de la ejecución, la creación y funcionamiento
de Comisiones especiales tienen mucha importancia. Los religiosos tienen un papel muy importante, no sola­
Podrían, por ejemplo, las siguientes: mente con sus oraciones y con el testimonio de sus vidas,

314 315
sino en una gran variedad de formas concretas que exis­ 7- INSTRUMENTOS O MECANISMOS DE ESTA
ten ya y en muchas otras que surgirían como fruto de una PASTORAL:
reflexión seria sobre este asunto.
En este punto que, es fundamental para el buen éxito de
La Iglesia ante el Cambio dice en el No. 269: "igualmente la Pastoral Presbiteral, hay que buscar en cada Diócesis
necesaria es la integración de las religiosas en la Acción los mecanismos más apropiados para realizarla. Habría
Pastoral". Integrémoslas pues, en la Pastoral Presbiteral y que analizar y utilizar bien los existentes y hallar otros
veremos sus grandes beneficios. nuevos. El intercambio de experiencias en los distintos
lugares enriquecerá este trabajo y brindará ideas muy úti­
LO S SEG LAR ES: les.

1. Con sus oraciones. Podríamos, por ahora, recomendar los siguientes:


2. Con sus ejemplos de vida profundamente cristiana.
3. Con sus estímulos, consejos, ayuda moral, compren­ a) Fomentar la Conciencia y la realización de Comunidad.
sión, etc.
4. Mediante organizaciones especiales v.gr: integrando b) Los equipos de Santificación, estudio, amistad, trabajo,
equipos polivalentes para la pastoral presbiteral en medios pastoral, etc.
difíciles y dando esta proyección a organismos existentes,
como, por ejemplo, el Club Serra. c) Los mecanismos que institucionalicen el diálogo.
5. En la solución del problema económico.
d) Las jornadas de reflexión sobre la espiritualidad del
Para lograr esta colaboración de los Seglares en la Pastoral Clero.
Presbiteral se necesita una profunda motivación y, por
parte de los Sacerdotes, la humilde admisión de la nece­ e) Asociaciones que propendan por la Santificación Sacer­
sidad que tienen de ella. dotal.

8 e COMO M OTIVAR A O BISPO S Y P R E SB ITE ­


6a DIVERSOS PLANOS: ROS PARA QUE REALICEN ESTA PASTO­
RAL PR ESBITER AL O RG ANICA?
Esta Pastoral Presbiteral debe realizarse en todos los pla­
nos si llega a organizarse verdaderamente. En el plano: El trabajo que acaba de realizarse a nivel personal, voca-
cional, diocesano, provincial y nacional ha dejado, sin du­
a) INDIVIDUAL da, en todos nosotros la preocupación Sacerdotal.
b) PARROQUIAL
c) VICARIAL El anhelo común es el de que este esfuerzo colectivo no
d) ZONAL quede estéril o produzca frutos pasajeros. Debemos apro­
e) DIOCESANO vechar esta realidad como un magnífico punto de partida.
f) PROVINCIAL
g) NACIONAL El Sínodo Romano nos aportará luces importantes. Pero
h) LATINOAMERICANO el secreto del buen éxito depende de la continuidad de la
i) MUNDIAL reflexión y de la acción.

316 317
Si todos: Obispos, Presbíteros, religiosos, religiosas y lai­
cos empezamos a trabajar con celo y perseverancia en la
Pastoral Presbiteral Orgánica daremos el paso más impor­ I N D I C E
tante en el camino de la gran renovación que nos pide el
Concilio y que anhela profundamente toda la Iglesia.

Texto para iniciar la motivación: "en aquellos días decía Pa­ IN T R O D U C C IO N ............................................................... 3
blo a los príncipes de Efeso: tened cuidado de vosotros y
del rebaño que el espíritu Santo os ha encargado guardar,
como Pastores de la Iglesia de Dios que El adquirió con la
Sangre de su Hijo". (Act. 20,28). O R A C IO N ............................................................................ 5

Julio 4 de 1971
EL SACERDOCIO DE NUESTRO SEÑOR

CAPITULO I
PREDESTINACION SACERDOTAL DE CRISTO,
NUESTRO SEÑOR................................................... 9
CAPITULO II
CRISTO, SACERDOTE, EN CUANTO HOMBRE............. 13
CAPITULO III
CONSAGRACION SACERDOTAL DE CRISTO.................16
CAPITULO IV
OFERTORIO SACERDOTAL DE CRISTO......................... 19
CAPITULO V
CRISTO, SACERDOTE SANTO................................... 21
CAPITULO VI
CRISTO, SACERDOTE PERFECTO............................ 24
CAPITULO VII
FRUTOS DEL SACERDOCIO DE CRISTO........................ 28
CAPITULO VIII
JESUS, SACERDOTE Y VICTIMA................................. 32
CAPITULO IX
LA SANTISIMA VIRGEN Y EL SACERDOCIO
DE JESUS...................................................... 35
CAPITULO X
EL SACRIFICIO DE LA CENA............................................ 38
CAPITULO XI
EL SACRIFICIO DE LA CRUZ............................. 41
CAPITULO XII
CRISTO, SACERDOTE EN EL CIELO.............................. 45
CAPITULO XIII
CRISTO NOS HA DADO A PARTICIPAR SU
SACERDOCIO........................................... 48
318
EL CARACTER SACRAMENTAL Y EL La Santísima Virgen y el Sacerdocio de Cristo...............107
SACERDOCIO DE CRISTO 22 DIA
19TEMA
EL CARACTER SACRAMENTAL Y EL Nuestras relaciones con el Sacerdocio de Crista......... 112
SACERDOCIO DE CRISTO................................................53 2fi DIA
Palabras de Santo Tomás que determinan esta 28TEMA
participación........................................................................53 El carácter nos configura con el alma
Valor del Argumento del Angélica..................................... 57 Sacerdotal de Cristo......................................................... 116
CRISTO ES VERDADERO SACERDOTE........................ 58 28 DIA
Cristo Sacerdote tributa culto a Dios TEMA 3®
e instituye un nuevo culto..................................................63 Nuestra Inmolación con Cristo.........................................120
Todo el Culto Presente se deriva del 22 DIA
sacerdocio de Cristo...........................................................69 4aTEMA
QUE PARTICIPACION DEL SACERDOCIO Cómo debe influir el Sacerdocio de Cristo
DE CRISTO CONFIERE EL CARACTER..........................71 en toda nuestra vida......................................................... 124
El carácter es una participación analógica del 3er. DIA
Sacerdocio de Cristo..........................................................74 1er. TEMA
EL CARACTER NOS CONFIGURA CON El Sacerdocio de Jesús debe ser glorificado................. 128
CRISTO SACERDOTE........................................................76 1a El Padre lo quiere......................................................... 128
Participación y configuración en los 2a El Espíritu Santo es el gran glorificador
diversos caracteres........................................................... 77 de Cristo Sacerdote.......................................................... 131
En el carácter del Bautismo...............................................77 3a La Iglesia quiere la glorificación de este
En el carácter de la Confirmación!....................................78 Pontífice Eterno................................................................ 132
En el carácter del O rdea................................................... 79 3er. DIA
CONCLUSION..................................................................... 82 2aTEMA
Debemos, pues, glorificar a Cristo Sacerdote................135
Cualidades del amor sacerdotal.......................................138
Qué nos exige ese amor Sacerdotal?.............................138
IN LAUDEM G LO RIAE 3er. DIA
S AC ER DO TII CH R ISTI 3er. TEMA
Apostolado total para la glorificación total del
IN LAUDEM GLORIAE Sacerdocio de Cristo. ...Cada uno en su medio............140
SACERDOTII CHRISTI
1er. DIA
TEMA 1..................................................................................87
DONES DEL ESPIRITU SANTO.........................................90 ALGUNAS DE LAS CARTAS A LAS SIERVAS
FRUTOS DEL ESPIRITU SANTO.......................................91 DE CRISTO SACERDOTE
GRACIAS ACTUALES........................................................ 91
1er. DIA CARTA I
TEMA 2fi............................................................................... 93 SOBRE LA PARTICIPACION Y CONFIGURACION
Pero todo ese orden sobrenatural lo debemos CON EL SACERDOCIO DE CRISTO QUE
al Sacerdocio de C rista..................................................... 93 PRODUCE EN EL ALMA EL CARACTER
1er. DIA SACRAMENTAL............................................................... 145
TEMA 3° CARTA II
Lo que es el Sacerdocio en Cristo.................................... 98 SOBRE EL SACERDOCIO DE
1er. DIA NUESTRO SEÑOR...........................................................149
49TEMA CARTA III
COMO GLORIFICAREIS EL SACERDOCIO PUNTO 2a........................................................................... 207
DE JESUS.......................................................................... 154 CONSAGRACION SACERDOTAL DE JESUS
CARTA IV
PUNTO 1a........................................................................... 209
SOBRE EL ALMA SACERDOTAL DE
PUNTO 2a............................................................. 209
NUESTRO SEÑOR............................................................ 159
OFERTORIO SACERDOTAL DE JESUS
CARTA V
PUNTO 1a........................................................................... 211
EL SACERDOCIO DE NUESTRO SEÑOR Y
PUNTO 2a........................................................................... 211
NUESTRA FILIACION DIVINA........................................ 163
LA SANTIDAD DE NUESTRO PONTIFICE
CARTA VI
PUNTO 1a........................................................................... 213
EL ESPIRITU SANTO COMO GLORIFICADOR DE
PUNTO 2a........................................................................... 213
CRISTO SACERDOTE..................................................... 168
ALMA SACERDOTAL DE JESUS
CARTA VII
PUNTO 1a........................................................................... 215
SOBRE LA DEVOCION AL CORAZON
PUNTO 2a........................................................................... 215
SACERDOTAL DE JESUS............................................... 172
LA SANTISIMA VIRGEN Y EL
CARTA VIII
SACERDOCIO DE JESUS............................................... 217
DE COMO EL PADRE CELESTIAL QUIERE
NUESTRA SEÑORA Y EL OFERTORIO
GLORIFICAR A CRISTO SACERDOTE........................... 177
SACERDOTAL DE CRISTO.............................................. 219
CARTA IX
LA PRECIOSA SANGRE
ACERCA DEL AMOR QUE DEBEIS PROFESAR 1a Objeto de adoración.................................................... 221
A LA IGLESIA CUERPO MISTICO DE 2a Objeto de ardiente amor.............................................. 221
CRISTO SACERDOTE...................................................... 182 3a Objeto de gratitud perenne........................................ 221
CARTA X 4a Nos invita constantemente a ser generosos........... 222
ACERCA DE LA GRANDEZA DE NUESTRO SANTISIMO NOMBRE DE JESU S..................................223
PONTIFICE DIVINO.......................................................... 187 EPIFANIA DEL SEÑOR
CARTA XI PUNTO 1a .................................................................225
SOBRE LA DEVOCION A LA PUNTO 28........................................................................... 225
"PRECIOSA SANGRE"..................................................... 192 JUEVES SANTO.......................................... 227
VIERNES SANTO..............................................................229
DOMINGO DE RESURRECCION.....................................231
JESUS BUEN PASTOR
M EDITACIONES SOBRE EL SACERDOCIO PUNTO 18........................................................................... 233
DE NUESTRO SEÑOR PUNTO 2a........................................................................... 233
LA ASCENSION, EL TRIUNFO DE NUESTRO
PER IPSUM ET CUM IPSO ET IN IPSO PONTIFICE
PUNTO 1a........................................................................... 199 PUNTO 1a........................................................................... 235
PUNTO 2a........................................................................... 199 PUNTO 2a........................................................................... 235
PER IPSUM, ET CUM IPSO ET IN IPSO EST TIBI PENTECOSTES.............................................................. ..237
DEO PATRI IN UNITATE SPIRITUS SANCTI FIESTA DE LA SANTISIMA TRINIDAD........................... 239
OMNIS HONOR ET GLORIA...........................................201 CORPUS CHRISTI
OREMOS CON CRISTO SACERDOTE PUNTO 1a........................................................................... 241
PUNTO 1a........................................................................... 203 PUNTO 2a........................................................................... 241
PUNTO 2a...........................................................................203 CORAZON SACERDOTAL DE JESUS
CONFIEMOS EN EL AMOR SACERDOTAL PUNTO 1a........................................................................... 243
DE JESUS............................. '............................................205 PUNTO 2a........................................................................... 243
LA PREDESTINACION SACERDOTAL DE PUESTO CENTRAL DEL SACERDOCIO
JESUS Y LA NUESTRA DE CRISTO........................................................................ 245
PUNTO 1a............................................................. 207 ACUDAMOS AL AMOR SACERDOTAL DE JESUS. 248
Cualidades del amor sacerdotal..................................... 248 En íntima amistad con CristoSacerdote....................... 285
Qué nos exige ese amor Sacerdotal?.............................249 Testigos de la resurrección por el amor a la
CUANTO NOS AMA CRISTO SACERDOTE.................. 250 Castidad consagrada.................................................... 286
Examen......................................................... 251 Con auténtica pobreza de espíritu.................................286
"ESPIRITU SACERDOTAL DE NAVIDAD"....................'.'.252 Caridad............................................................................. J87
TENGAMOS SENTIMIENTOS (SACERDOTALES 253 Para toda la Iglesia........................................................ 288
VIDA SACERDOTAL DE MARIA.................................. 255 Obediencia y disponibilidad............................................ 288
PERMANECED EN EL AMOR DE Dóciles al Espíritu Santo................................................ 288
CRISTO SACERDOTE............................. 257 Bajo la dirección maternal de María
"Regina Apostolorum”......................................................289

C ARTA A LOS HEBREOS


P AS TO R A L P R E SB ITE R A L O RG ANICA
INTRODUCCION............................. 261
ACTUALIDAD DE ESTA CARTA............................ 263 INTRODUCCION............................................................... 293
LOS GRANDES TEMAS DE LA CARTA PASTORAL PRESBITERAL ORGANICA, PARTE
EXCELENCIA DEL VERBO ENCARNADO. 263 PRINCIPAL DE LA PASTORAL DE CONJUNTO............ 294
CRISTO SUPERIOR A LOS ANGELES................. 264 LINEAS GENERALES PARA UN PLAN DE "PASTORAL
CRISTO SUPERIOR A MOISES...................................... 265 PRESBITERAL ORGANICA"........................................... 295
LA GRAN TAREA: CONOCER A NUESTRO 1a NECESIDAD DE UNA PASTORAL PRESBITERAL
PONTIFICE........................................................................266 ORGANICA COMO PARTE PRINCIPAL DE LA
Exhortación....................................................... 268 PASTORAL DE CONJUNTO.............................................296
EFICACIA DE LA PALABRA DE DIOS 269 2a DEFINICION.................................................................296
JESUS,. SUMO SACERDOTE COMPASIVO.................269 3a FUNDAMENTOS TEOLOGICOS DE LA
LA EXCELSA DIGNIDAD SACERDOTAL DE JESUS.... 270 PASTORAL PRESBITERAL............................................297
SUPERIORIDAD DEL CULTO DEL SANTUARIO Y 1. SACERDOCIO DE CRISTO.........................................297
DE LA MEDIACION DE CRISTO SACERDOTE 271 2. COMUNION JERARQUICA........................................ 298
EL PUNTO CAPITAL DE ESTA DOCTRINA...................271 3. COMUNIDAD ECLESIAL............................................ 299
EL ESPIRITU SANTO EN LA PASCUA DE CRISTO 272 4 SERVICIO DEL MUNDO Y ESPECIAL DEL
CRISTO SELLA CON SU SANGRE LATINOAMERICANO....................................................... 299
LA NUEVA ALIANZA................................................. 273 4a OBJETIVOS DE LA PASTORAL PRESBITERAL 300
SIEMPRE VIVO PARA INTERCEDER 275 SOLUCIONES DE LOS PROBLEMAS DEL
MI JUSTO VIVIRA POR LA F E l.................... 276 SACERDOTE EN EL CAMPO TEMPORAL.................... 306
PATERNAL PEDAGOGIA DE DIOS 277 OBJETIVOS ESPECIALES............................................. 310
A P E N D I C E .......................... 278 5a AGENTES DE LA PASTORAL PRESBITERAL EN
LA DIOCESIS: .................................................................311
EL OBISPO....................................................................... 311
ELPRESBITERIO............................................................. -312
ESP IR ITU A LID AD DE LA ASO CIACIO N CONSEJO PRESBITERAL.............................................. 314
SACERDO TAL "O P U S IESU SAC ER DO TIS": COMISIONES INTEGRADAS DE SACERDOTES
"IN LAUDEM SACERDOTII CHRISTI"/ SOLOS O DE SACERDOTES, RELIGIOSOS Y
SEGLARES PARA FOMENTAR LA PROMOCION
Aprecio por el Sacerdocio de Cristo................................283 PASTORAL DEL CLERO EN LOS
Santos por el ejercicio del Ministerio...............................284 DIVERSOS CAMPOS....................................................... 314
Miembros de un presbiterio, cuyo Padre y centro EL CONSEJO PASTORAL..............................................315
es el Obispo.......................................................................285 LA CONFERENCIA EPISCOPAL A TRAVES DE
LA COMISION DEL CLERO............................................. 315
LOS RELIGIOSOS Y RELIGIOSAS COMO
AGENTES DE LA PASTORAL PRESBITERAL::...........315
LOS SEGLARES............................................................... 316
6fi DIVERSOS PLANOS..................................................316
7® INSTRUMENTOS O MECANISMOS DE ESTA
PASTORAL...................................................................... 317
8B COMO MOTIVAR A OBISPOS Y PRESBITEROS
PARA QUE REALICEN ESTA PASTORAL
PRESBITERAL ORGANICA?.......................................... 317

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