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Los Trastornos del Espectro Autista (TEA) son un conjunto de patologías vinculadas al
desarrollo cerebral que afectan la forma en la que una persona se relaciona con los demás,
se comunica, se comporta, piensa y siente.
En general, son trastornos que engloban a un grupo de personas que comparten déficits
similares a los que presentan las personas con autismo, por lo que los TEA también
engloban al Síndrome de Asperger, Síndrome de Rett y el trastorno desintegrativo de la
infancia, entre otros.
Según explica la doctora Jessica Reyes, psiquiatra infanto juvenil de Clínica Dávila, los TEA
“constituyen uno de los trastornos más enigmáticos y limitantes que existen, dado que las
personas afectadas presentan alteraciones en tres áreas básicas del desarrollo, tales como
la interacción social recíproca, la comunicación verbal y no verbal, y la flexibilidad en el
repertorio de intereses y comportamiento”.
Las características peculiares que definen los TEA provocan graves desajustes en el
sistema familiar y generan necesidades en todos los ámbitos y contextos de desarrollo.
Aunque suelen comenzar en etapas tempranas del desarrollo, pueden prolongarse a lo
largo de toda la vida.
“El diagnóstico puede ser difícil de hacer, debido a que no existen pruebas médicas, como
el análisis de sangre. Para llegar al diagnóstico los médicos observan el comportamiento y
desarrollo del niño”, aclara.
Los TEA pueden detectarse a los 18 meses o incluso antes; a los dos años de edad, el
diagnóstico realizado por un profesional experto puede considerarse confiable. “Sin
embargo, hay muchos niños que no reciben el diagnóstico hasta que son mucho más
grandes, y este retraso significa que hay niños con TEA que no están recibiendo la ayuda
temprana necesaria”, puntualiza la especialista.
Apoyo a familiares afectados por el diagnóstico o por características del espectro que
dificultan su adaptación social.