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1. Generalidades.
2. La toma del caso.
3. Secciones de la historia clínica.
3.1. Identificación.
3.2. Síntomas subjetivos.
3.3. Síntomas objetivos.
3.4. Análisis.
3.5. Plan.
3.6. Evolución.
1. Generalidades
El éxito en el tratamiento del paciente comienza con la elaboración de una buena historia
clínica homeopática. Esta tiene tres finalidades: primero, registrar y organizar los síntomas
del paciente, que ayudarán a entenderlo y a determinar el plan terapéutico; segundo,
analizar la evolución del enfermo, revisando los síntomas anteriormente anotados, y
tercero, constituir un registro legal de los problemas y cuidados del paciente.
No existe en Homeopatía un formato especial de historia clínica. Cada médico organiza los
datos según su criterio y la manera como mejor se le facilite después su estudio. Sin
embargo, las siguientes indicaciones ayudarán a una mejor elaboración:
“Una hoja en blanco, es lo que corresponde a la libertad de prejuicios que debemos tener,
cuando nos disponemos a tomar un caso; esta hoja en blanco, es el medio que nos
posibilita trazar con la mayor fidelidad, lo que el paciente nos refiere, y es la que nos
permite respetar aun, el orden que el mismo da a su relato. Y como este orden, es parte
también, de las modalidades del dinamismo de su desequilibrio, jamás, un cuestionario
preestablecido es útil, ni pertenece a la historia que toma un auténtico homeópata”
(Bandoel, 1990, pág. 156).
3. Como los síntomas se deben anotar tal y como los dice el paciente, y luego definirlos, es
recomendable dividir la hoja de la historia clínica en dos columnas, una mayor que la otra.
En la mayor, la izquierda, escribir las palabras que utiliza el paciente para narrar su
padecimiento y, además, los antecedentes familiares, el historial patológico del paciente y
biopatografía, los síntomas mentales, y los síntomas objetivos; en la columna menor, la
derecha, ir definiendo o traduciendo los síntomas del lenguaje del paciente al lenguaje de
la materia médica y el repertorio, aclarándolos y no deformándolos (Sánchez, 2000, págs.
27-28).
“Si se escribe el “record” del caso en frases consecutivas, se confundirá uno de tal manera
al buscar los síntomas del paciente, que no se podrá formar en la mente una imagen de la
enfermedad… La página debería dividirse de tal manera que cuando el paciente habla de
una cosa y luego de otra de sus síntomas, pueda verse de una ojeada si el relato del
síntoma está o no en aquella página. Si el “record” no está arreglado de esta manera, es
defectuoso” (Kent, 1992, pág. 215).
6. Emplear abreviaciones y símbolos solo si son comunes, para que después la revisión de
la historia clínica sea comprensible (Bates, 1982, pág. 26).
“Si estamos enfrentándonos con una condición aguda, limitémonos a enfrentarnos con el
cuadro agudo solo y no tratar de indagar al mismo tiempo el estado crónico. Las
manifestaciones agudas se muestran con claridad sorprendente, y el incluir síntomas
crónicos que se han manifestado en otros periodos hará confundir el cuadro… En una
explosión aguda, el cuadro crónico se retirará por completo; por lo tanto, al tratar el caso
completo presente no hay necesidad de tomar en consideración el cuadro crónico. Una
vez que el cuadro agudo desaparece, una vez más el estado crónico hace su aparición.
Entonces, es tiempo de enfrentárnosle” (Roberts, 2003, pág. 87).
2. Los miembros de su familia y las personas que lo rodean cuentan de qué lo han oído
quejarse, como se ha comportado, y todo lo que han observado que le concierne.
3. El médico mira, escucha y observa con todos sus sentidos lo que hay de cambiado e
inusual en el paciente. Guardando silencio, dentro de lo posible, permite todo lo que
quieran decir, sin interrumpirlos, a menos que se extravíen en digresiones inútiles. Toda
interrupción perturba la continuidad de las ideas del que habla, y las cosas no le vuelven
ya a la memoria tal como él hubiera querido decirlas al principio.
4. Escribe todo en el papel, exactamente con los términos que éste último y sus allegados
hayan utilizado.
5. Cada síntoma dado por el paciente y sus allegados debe anotarse en línea separada, uno
debajo del otro. Procediendo así, tendrá para cada uno de ellos la facilidad de agregar
explicaciones más precisas que obtendrá al interrogar a continuación.
6. Cuando los narradores han terminado lo que querían decir espontáneamente, el médico
vuelve sobre cada síntoma anotado para obtener y agregar información más precisas
sobre sus características y modalidades, averiguando el horario de aparición del síntoma,
su duración, periodicidad, localización, factores que lo agravan y mejoran, irradiación,
coexistencia con otro síntoma o su alternancia, en los dolores y sensaciones el tipo y la
manera como se producen, y la relación de los síntomas con el o los medicamentos que se
haya tomado.
7. El médico jamás debe realizar preguntas que sean concebidas o dirigidas, dictando o
sugiriendo en alguna medida la respuesta, o colocando al enfermo en la situación de
responder con un sí o un no. Actuar de otro modo sería exponer a quien estamos
interrogando a afirmar, por indolencia o por complacer al que le pregunta, algo falso o
cierto a medias; o negar lo que, de hecho, es real. Resultaría entonces un cuadro falso de
la enfermedad y, como consecuencia, una mala elección de los medios terapéuticos. El
médico, por ejemplo, no debe preguntar: “¿No estaba presente esta u otra circunstancia?
¿Tiene sed? ¿Es usted friolento?”.
10. Por último, el médico anota lo que observa en el enfermo durante el interrogatorio y
en la exploración física, y pregunta si esos signos existían antes de enfermarse. Por
ejemplo: ¿Cómo se comporta el enfermo durante la consulta?, ¿Cómo es su fisionomía, la
expresión de su cara, de su mirada?, ¿Cómo es el aspecto de su lengua, el olor del
aliento?, ¿Cómo respira?, ¿Cuáles son las características del pulso?, etcétera (Hahnemann,
1983, págs. 161-172).
“Facilitación: Usted emplea este método cuando por medio de su posición, acciones o
palabras anima al paciente a decir más pero no especifica su tema. El silencio en sí, cuando
es atento e incluso relajado, es facilitador. El inclinarse hacia adelante, hacer contacto
visual y decir “Mm-hmm” o “adelante” o “le escucho” ayudan al paciente a continuar”.
“Respuestas con énfasis: Cuando un paciente le habla a usted, puede expresar con o sin
palabras sentimientos de los cuales se siente desconcertado, avergonzado o reacio a
hablar. Estos sentimientos pueden ser decisivos para comprender su enfermedad o
planear el tratamiento. Si usted puede percibirlas y responder a ellas en forma que indique
entendimiento y aceptación, muestra empatía por el paciente, haciéndolo sentir más
seguro y animándolo a continuar. Las respuestas con énfasis pueden ser tan simples como
“comprendo”. Otros ejemplos son “debe haber estado muy inquieto” o “habrá sido muy
deprimente para usted”. Las respuestas con énfasis pueden ser también no verbales, por
ejemplo, ofrecer un pañuelo desechable a un paciente que llora, o colocar gentilmente la
mano sobre su brazo para transmitirle la comprensión. Al usar una respuesta con énfasis,
esté seguro de que está respondiendo correctamente a lo que el paciente ya ha
expresado. Si usted ha manifestado lo mal que debió sentirse un paciente por la muerte de
uno de sus padres, cuando en realidad se liberó de una carga económica y emocional
prolongada, usted no entendió a su paciente y ha bloqueado probablemente la
comunicación posterior al respecto”.
Paciente: Si, fue hacia mi hombro y brazo izquierdos hasta los dedos. Me sentí tan mal que
pensé que iba a morir (pausa).
Paciente: Si. Fue igual al dolor que sintió mi padre cuando le dio ataque cardiaco, y temí
que lo mismo me fuera a pasar a mí”.
“Aclaración: Algunas veces las palabras del paciente son ambiguas o no es clara su
asociación. Si el propósito es entender lo que está diciendo, usted debe pedir aclaración;
por ejemplo, “dígame qué quiso decir por resfrío”, o “Usted dijo que se estaba
comportando igual a su mamá, ¿qué quiso decir?””
Sánchez Ortega afirma que para realizar una buena toma del caso, el médico desde su
inicio debe lograr la empatía con el paciente. “La empatía es el acercamiento entre dos
entidades diametralmente opuestas, por un procedimiento esencialmente intelectivo y
mínimamente afectivo” (Sánchez, 2000, pág. 12). De dos entidades opuestas en su
intención, como lo son el paciente y el médico. El paciente: el sufriente, el que está
sufriendo; el médico: aquel que representa la posibilidad de quitarle el sufrimiento, un
algo en el cual se debe refugiar. Y ser esencialmente intelectivo, empleando todo nuestro
razonamiento y entendimiento; y mínimamente afectivo, para evitar que el sufrimiento del
paciente nos obnubile y no nos deje ver con claridad (Sánchez, 2000, pág. 32). Por eso es
difícil tratar a un familiar cercano, porque tenemos con él una unión esencialmente
afectiva y lo intelectivo lo reducimos al mínimo. Sin embargo, lo afectivo no se descarta
porque es nuestro prójimo (Sánchez, 2000, pág. 2), “nuestro más obligado semejante al
que tenemos que aproximarnos en la consideración, sintiéndolo como una prolongación
nuestra o sintiéndonos como una prolongación de él” (Sánchez, 1983, pág. 229).
Procurando realizar una historia clínica que organice y clasifique la información del
paciente, principalmente en las enfermedades crónicas miasmáticas, se presenta a
continuación un diseño general, dividiendo la historia clínica (con base en el registro de
evolución o seguimiento de los pacientes utilizado en la medicina tradicional – SOAP), en
cinco partes: identificación, síntomas subjetivos, síntomas objetivos, análisis y plan
terapéutico.
En cada sección de los síntomas subjetivos se proponen algunas preguntas con el objetivo
de orientar el interrogatorio, tomando en cuenta las indicaciones de los parágrafos 86 al
90 del “Organón de la Medicina” de Hahnemann (Hahnemann, 2008, págs. 233-237), y del
libro: “El Arte de Interrogar” de Pierre Schmidt (Schmidt, 1990, págs. 16-59).
3.1. Identificación
Debe anotarse del paciente la siguiente información: nombre, edad y fecha de nacimiento,
dirección y teléfono, ciudad de residencia, ciudad de origen, estado civil, ocupación,
escolaridad, religión, acompañado por (en niños, ancianos y enfermos mentales),
recomendado por, y la fecha de la consulta.
“Ya en esta sección debemos prestar atención a algunos detalles como, por ejemplo,
el estado civil: frente a esta pregunta se puede percibir la existencia de un conflicto.
Observar el tono emocional de las respuestas; si el paciente titubea, duda, enrojece,
lagrimea. Una viudez, separación o divorcio pueden corresponderse con duelos no
elaborados, estados inconsolables, resentimientos, etc. Es importante anotar el tiempo
transcurrido (por ejemplo, viuda desde hace 20 años). Otros responden a matrimonios mal
avenidos. Luego averiguamos más con el interrogatorio. La nacionalidad y especialmente
el área o provincia de la que proviene o donde ha residido pueden orientar hacia
afecciones locales o endémicas. También puede ser importante definir bien la ocupación,
por el riesgo de enfermedades profesionales, tóxicas o estresantes” (Draiman, 2004, pág.
62).
Son los que proporciona el paciente y sus allegados. Comprende: el padecimiento actual,
síntomas generales, síntomas mentales, y los antecedentes: gineco-obstétricos,
personales, heredo familiares y psicosociales.
Aunque la secuencia de los temas a indagar en los síntomas subjetivos es dado, en buena
parte, por el relato espontáneo del enfermo, generalmente se sigue el siguiente orden,
incluyendo aspectos como:
1. Padecimiento actual: Son los sufrimientos por los cuales el paciente acude a consulta,
ya sean de tipo mental, general o particular, y demás síntomas presentes. Debe contener
cada síntoma: cuando inició, su causa, duración, frecuencia, modalidades, que lo agrava y
mejora, síntomas concomitantes, su localización y extensión si el síntoma es local, y su
tratamiento.
2. ¿Hace cuánto tiempo inicio? ¿Cómo comenzó? Y ¿Qué causa le atribuye usted a su
problema?
5. ¿A dónde se extiende?
6. ¿Cuánto le dura y con qué frecuencia se presenta?
7. ¿Cuál es el momento en las 24 horas del día en que se siente menos bien respecto
al síntoma?
2. Síntomas generales: Son los que hacen referencia a la totalidad del ser en lo físico. Los
síntomas del sueño pueden deberse tanto a factores físicos como mentales, pero se
examinan habitualmente en esta sección. Los síntomas de la sexualidad es preferible
indagarlos a lo último, cuando ya se ha conseguido la mayor empatía con el paciente. Debe
investigarse: apetito, dieta, deseos y aversiones alimenticias, vicios, alergias, reacciones al
clima, temperatura corporal y transpiración, vivienda, aseo, diversiones, deportes que
practica y el sueño, con preguntas como:
1. ¿Cómo es su apetito?
4. ¿Cuáles son los alimentos que le hacen mal y por qué? Los alimentos dulces,
salados, ácidos, grasosos, irritantes; las frutas, las verduras, el huevo, la leche, etc.
6. ¿Cuáles son los alimentos por los que usted tiene un deseo marcado?
7. ¿Cuándo siente sed? ¿Cuánto bebe por vez y cada cuánto tiempo? ¿Qué desea
tomar?
8. ¿Cuánto fuma usted por día? ¿Desde hace cuánto tiempo fuma? ¿Qué efecto le
produce el tabaco?
9. ¿Cada cuánto toma alcohol, en qué cantidad y que acostumbra? ¿Desde hace
cuánto tiempo?
10. ¿De las bebidas como el café, chocolate, té, aromáticas, gaseosas negras y
energizantes, cuáles acostumbra a tomar? ¿En qué cantidad, frecuencia y desde hace
cuánto?
12. ¿Qué clima le hace daño? El frío, el calor, lo seco, lo húmedo, las corrientes de aire,
la lluvia, las tormentas, el sol, los cambios de temperatura.
14. ¿Cómo se abriga usted de noche en la cama? Y ¿Cómo se abriga en los días con
tiempo más fresco?
15. ¿Qué partes del cuerpo tienden a ponerse frías o calientes? ¿En qué momento?
16. ¿Le molesta algo de su transpiración, por su cantidad, sitio, color, olor o
circunstancias en que se presenta?
19. ¿Cómo es su vivienda? Los cuartos que tiene, su ventilación, luz y humedad.
23. ¿Cómo duerme usted? ¿En qué horario? ¿Si sufre de insomnio o somnolencia, cuál
cree que sea la causa?
26. ¿Qué sueños se repiten? ¿Recuerda alguno que lo haya impresionado? ¿Para usted
que significa ese sueño?
1. Sobre la menstruación:
1. ¿A qué edad tuvo sus primeras reglas y a qué edad cesaron? ¿Se acompañó
de alguna molestia?
3. ¿Cómo se siente antes, durante y después de las reglas, tanto física como
emocionalmente?
3. ¿Qué enfermedades ha tenido desde la infancia hasta ahora? Decir la edad en que
se presentaron, sus complicaciones y si fue hospitalizado por ello. Debe reiterarse sobre
antecedentes de enfermedades de la piel y venéreas, por su importancia miasmática.
1.
También se sugiere hacer una valoración miasmática de los síntomas de cada familiar
indagado, para que después, en el análisis del caso, se facilite el estudio de la herencia
miasmática del paciente.
2. ¿Cuándo niño y adolescente, cómo fueron las relaciones con su padre, madre,
hermanos, y como fueron entre ellos? ¿Actualmente como son?
6. ¿En qué ocasiones o momentos está triste? ¿A qué hora en especial? ¿Por qué?
7. ¿En qué ocasiones llora? ¿Por qué? ¿Qué efecto le hace? ¿Cómo tolera las palabras
de consuelo?
14. ¿En qué momento se irrita o se nota más irritable? ¿Por qué? ¿Con quién en
especial?
15. ¿Cómo manifiesta su ira? Hace gestos, se calla, alza la voz, grita, insulta, golpea,
etc.
16. ¿El enojo le desencadena algún trastorno, ya sea mental o físico?
17. ¿Qué efecto le produce que lo contradigan, que tengan una opinión contraria a la
suya?
18. ¿Qué efecto le hacen las bromas? ¿Cómo las tolera? ¿Cuándo las hace usted?
19. ¿Qué efecto le hace que las cosas no estén en su debido lugar?
24. ¿En qué ocasiones se ha sentido o se siente cruel, perverso, dañino, destructor?
30. ¿Cómo se siente respecto de hechos que van a ocurrir y en los que usted va a
intervenir: entrevistas, exámenes, encuentros, reuniones importantes o no?
31. ¿En qué ocasiones y de qué tiene miedo? A las tormentas, oscuridad, de estar solo,
a los fantasmas, en una multitud, de los animales, de que sucederá algo, a las
enfermedades, a perder la razón, de morir, etc.
33. Hay personas que hacen todo deprisa y otras con extrema lentitud, ¿Usted cómo
es?
34. ¿Le gusta su trabajo? ¿Qué actividad desarrolla en él? ¿Cómo es la relación con sus
compañeros?
35. ¿Qué efecto le hace el trabajo físico y el mental?
37. ¿Qué piensa de la mujer? (al hombre) ¿Del hombre? (a la mujer) ¿De casarse? ¿Por
qué no se casó? (al soltero/a).
42. ¿Hay algún problema en sus relaciones sexuales? ¿Cómo es su deseo sexual?
Son los obtenidos por la observación del médico, la exploración física y los exámenes de
laboratorio y de gabinete.
“En toda consulta se debe examinar cualquier órgano del enfermo, auscultarlo, mirarle los
ojos o los oídos. Un enfermo que sale de nuestro consultorio sin que le hayamos
examinado algo se siente frustrado: la consulta no vale. Pero si hemos examinado algo,
tomado la tensión arterial, o cualquier otra cosa, está satisfecho. El ser humano es así,
quiere que se le mire algo… Cuando empecé mi práctica, observé bien a un doctor que era
nuestro médico de familia y que tenía un éxito formidable en Neuchatel. Distaba mucho
de ser el más instruido de los médicos, pero tenía un mundo de gente y lo adoraban. ¿Por
qué? Este médico estaba siempre vestido de una manera impecable, era de una limpieza
perfecta: sus uñas, manos y cuello estaban limpios, estaba bien peinado. Llegaba siempre
puntual cuando tenía una cita. Y cualquiera fuera la enfermedad, siempre auscultaba el
corazón” (Schmidt, 1990, pág. 22).
3.4. Análisis
3.5. Plan
3.6. Evolución
El tiempo en que se debe hacer el control o la evolución del caso depende de la necesidad
de cada paciente. Para los casos crónicos generalmente se realiza cada uno o dos meses al
comienzo, y se va distanciando a medida que mejore. En las enfermedades agudas y en las
agudizaciones miasmáticas de cierta gravedad, es necesario que el paciente este
informándole al médico su evolución, ya sea acudiendo al consultorio o por vía telefónica,
hasta superar su estado más crítico.
La evolución del caso debe tener el mismo orden de la historia clínica inicial, siguiendo las
subdivisiones ya comentadas, y con las observaciones siguientes:
Se puede colocar al inicio de cada síntoma de la historia anterior un signo que indique la
manera cómo éste evolucionó, por ejemplo, en el que se curó o está bien: √; persiste igual:
//; mejoró: ↓; agravó: ↑. Esto ayuda al final de la revisión a evaluar de forma rápida al
paciente en su totalidad.
3. Síntomas objetivos: Se debe analizar la persistencia o los cambios de los síntomas que
se observaron del paciente en la consulta anterior, tanto en lo físico como en su
comportamiento; realizar la exploración física, y revisar los exámenes de gabinete y
laboratorio, si fueron tomados.
Draiman, M. (2004). Historia Clínica Homeopática. Los cuatro diagnósticos del médico
homeópata. Importancia del diagnóstico clínico. En A. M. Argentina, Tratado de Doctrina
Médica Homeopática (págs. 61-72). Buenos Aires, Argentina: A.H.M.A.
Hahnemann, S. (2004). El Organón de la Medicina. (D. Flores Toledo, Trad.) México, D. F.:
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Surós, J., & Surós, A. (1987). Semiología Médica y Técnica Exploratoria. México D. F.: Salvat.