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Agradecimiento Sociedad Psicoanalítica de México, FEPAL, APC,

Departamento de N y A

AUTISMO
EL NIÑO EN LOS MÁRGENES: TIPOLOGÍAS IMAGINARIAS
Lic. Noemi Truscelli

Nos preguntamos hoy:

¿Por qué hablar de autismo? , ¿Qué hay de particular en estos


niños que continúan despertando nuestro interés? , ¿Quiénes
habita en ellos?, ¿Pensamos que habitan en los márgenes? Y, de
ser así, ¿En qué márgenes?

Sabemos que ellos se sitúan en un mundo muy alejado del acceso


a la inter-subjetividad, al reconocimiento de la existencia de un otro.
Un mundo diferente del que quizás tenemos noticia al reconocer la
perturbación y la impotencia que sentimos cuando intentamos
comunicarnos con cada uno de ellos.

Y, si de marginación se trata no podemos obviar, ni dejar de


mencionar a : los voceros de una supuesta ciencia que se arroga la
posesión absoluta del saber sobre la causa del autismo. Y quienes,
ubican la causa unívocamente en lo biológico, hegemonizan
también la manera de tratar la perturbación, arrojando a estos niños
a lugares inhóspitos e inhumanos.

La posición mencionada desconoce que cada niño autista tiene una


vida psíquica, una historia personal única, una forma particular y
personal de relacionarse con su entorno y de soportar su
sufrimiento. Y que, junto a ese niño, están sus padres y familia,
quienes a menudo son dejados solos frente a su desconcierto y su

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dolor. Son urgidos a seguir o elegir un tratamiento u otro, o
empujados a entrar en una confrontación de tratamientos, que
están lejos al menos al principio, de poder elegir.

Comencemos por escucharlos. Trajimos para compartir con ustedes


los decires de un grupo de padres de Cataluña que comparecieron
ante la Comisión de Infancia en noviembre de 2016. Dicen: “Los
niños autistas despiertan en los adultos una voluntad de
restitución de todo aquello que se interpreta como lo que le
falta: falta del habla, de atención, de interés, de obediencia, etc.
Esta respuesta del adulto olvida en muchas ocasiones que
aquello que el niño autista no hace por los caminos
estandarizados, lo suple de otras maneras. Las técnicas
reeducativas que se exigen hoy para todos los autistas, obvian
este hecho y piden al autista que responda a los ideales de
normalidad que tienen los adultos que le rodean. Pretenden
enseñar al autista a no serlo de la misma manera que
pretenderían enseñar a un ciego a ver, sometiéndolo, por
ejemplo, a imágenes en vez de incidir en el resto de sentidos.”

Seguimos nosotros…. regida por esos “ideales de normalidad” de


las conductas, la terapéutica comportamental pretende niños
“adaptados” que logren un aprendizaje que será repetitivo,
automático, estereotipado, “que se parezca al saber”. Así podrán
repetir infinidad de operaciones matemáticas, o recitar innumerables
poesías, pero no podrán pensar en eso que están diciendo, ni
someterlo a cuestionamiento. En el mundo post-moderno, el de la
súper- especialización, el pediatra o el jardín enviarán a estos niños
a ser evaluados por un súper especialista, ya sea genetista,
neurólogo infantil, etc., quienes lo pasearán junto a su familia por

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infinidad de estudios, para indicar cuáles serán las especialidades y
los expertos que mejor lo re-educarán y cuál la medicación indicada
para lograr estos fines. El diagnóstico deja así de ser una
herramienta que facilite la comprensión y atención del sufrimiento
singular de cada uno de estos niños para convertirse en
operaciones que responden a la lógica del mercado. Amparados en
siempre renovadas clasificaciones y bajo el rótulo de “Trastornos
del espectro autista” nos encontramos con un crecimiento
exponencial del supuesto número de autistas en el mundo.

Por otro lado, ¿Qué efectos genera en los padres todo este
deambular?, ¿Quién se ocupa de su angustia, de evitar los
sentimientos de culpa y responsabilidad por haber hecho tal o cual
cosa, o no haberla hecho?

Los psicoanalistas cuando atendemos un niño autista nos


preguntamos: ¿Qué siente?, ¿Qué piensa?, ¿Cómo nos
acercamos?, ¿De qué manera nos comunicamos con él, cuál será
el lenguaje adecuado: ¿ Algún sonido, el dibujo, el acercamiento a
su cuerpo o la distancia? Y, desde este abordaje, estas preguntas y
muchas otras no tendrán una respuesta unívoca. Solo tolerando la
angustia de la incertidumbre podremos ir descubriendo con cada
niño, de qué forma podremos entrar en su mundo. No prometemos
curas mágicas, ni rápidas. Acompañamos a él y a su familia a
descubrir el camino que lo vaya llevando a contactarse con el
mundo que lo rodea.

Desde Melanie Klein en adelante, muchos autores, de diversas


corrientes psicoanalíticas se han interesado en estos niños. Si bien
hay diferencias en los modos de describir metapsicológicamente el
funcionamiento mental, hay algunas coincidencias en aceptar que

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sus dificultades son producto del entrecruzamiento de factores tanto
internos como externos. Nuestra posición es que se trata de un
trastorno multifactorial que como consecuencia impone un abordaje
multidisciplinario en el que ninguna disciplina sostiene todo el saber.

Los autores difieren en relación a la incidencia que tiene la relación


primaria entre la mama y el bebe. Algunos ponen el acento en una
posible depresión materna o en las falencias posibles de su función
de reveri. Otros acentúan dificultades propias del bebe al tener que
enfrentarse con sus emociones, que al ser de una intensidad
insoportable, los llevaría a defenderse con el desmantelamiento de
la mente. Podemos pensar en diversas causas por las cuales estos
niños suprimen la relación con el mundo que los rodea, o se
vinculan de una manera que no podemos entender, pero no
podemos desconocer que la suya es una forma global de
organización del psiquismo.

Cuando estamos frente a ellos tenemos la extraña sensación de


que están vacíos, que al mirarlos parecieran ser transparentes, que
ellos no se miran en nuestra mirada y sus cuerpos rígidos parecen
impenetrables. Otra de las tantas coincidencias que hay desde las
diversas miradas es el repliegue en sí mismo, el llamado
encapsulamiento que describiera Tustin, o el desmantelamiento de
la mente al que alude Meltzer. Este autor los describe como niños
de gran inteligencia, con un aparato sensorial “desnudo al viento”,
con una permeabilidad primitiva a las emociones de los demás,
propensos al sufrimiento depresivo y con escaso sadismo, donde lo
esencial es la desmentalización.

Podríamos seguir nombrando autores y teoría, como las de Bion,


las de Lacan y la escuela francesa y también a pensadores

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latinoamericanos con sus valiosos aportes, pero la pregunta que
insiste cuando estamos ante un niño autista es: ¿cómo me acerco?
Y luego: ¿Cómo lo abordo?, es decir, ¿En qué consiste un
tratamiento psicoanalítico con un niño autista?

En una sesión psicoanalítica con niños tenemos la posibilidad de


conectarnos con ellos atraves del juego y mediado por las
dramatizaciones que nos acerca a su mundo interno. Dijimos que el
niño autista vive en un estado de desmentalización, en un mundo
de “no relación”, un “no lugar” donde no son posibles las
“transformaciones” al decir de Bion. Él no puede jugar, soñar, sentir
porque no dispone de las herramientas necesarias para realizar
tales transformaciones. Y será tarea de un analista que se sienta
disponible para ir construyendo un espacio posible para que la
repetición vaya haciendo lugar a algo distinto, a algo nuevo.

Winniccott nos decía que “La psicoterapia debía realizarse en un


espacio de juego y si este falta habría que construirlo.”. Al
encontrarnos con que el lugar correspondiente a la transferencia
infantil está ocupado por un “no vínculo” ,nuestra tarea será ir
tejiendo una trama que ayude a estos niños a sentir y comprender
que el otro existe y que no es un peligro o una amenaza. Apostando
a la espontaneidad, la libertad, tanto del paciente como del analista,
podrán irse inventando y armando formas de estar juntos. El
analista tomará los hilos que cada niño particular trae como parte
visible de su mundo: un pedazo de trapo, un muñeco, un pedazo de
juguete, una música, un sonido, un trozo de palabra, o un dibujo.

Y en ese tránsito desde ciertos márgenes, desde un “no lugar” a


un lugar, de un “no vínculo” a un vínculo comenzará a narrarse y
a escribirse a dúo una historia allí donde antes no había sido

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posible.

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