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MINISTERIO

 
  APOSTÓLICO  INTERNACIONAL  
M  A  I  

DISCIPULADO  
 

NIVEL    1  
APÓSTOLES  ALBERTO  Y  LORENA  VILLANUEVA  
MINISTERIO  APOSTÓLICO  INTERNACIONAL  

 
 
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  DISCIPULADO  NIVEL    1    

Nombre alumno:
 
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fecha del discipulado:

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DISCIPULADOR:

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ÍNDICE GENERAL Páginas


 
TEMA 1: SALVACIÓN 4 - 8

Tema 2: las tres paternidades___________ 9 -12

TEMA 3: SEGURIDAD EN DIOS 13 -16

TEMA 4: LA VICTORIA 17 - 20

TEMA 5: EL SEÑORÍO DE CRISTO 21 - 23

TEMA 6: VIVIR EN EL ESPÍRITU 24 - 27

TEMA 7: DIOS NOS HABLA 28 - 31

TEMA 8: LA ORACIÓN ÍNTIMA 32 - 36

TEMA 9: LA IGLESIA 37 - 42

TEMA 10: LAS ORDENANZAS 43 - 47

TEMA 11: LA FAMILIA _48 - 51

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1. LA SALVACIÓN
Jesús dijo:  "Había un hombre que tenía dos hijos. El menor le dijo: 'Padre, dame mi
parte de la herencia'. Entonces dividió entre sus dos hijos todo lo que tenía. No
mucho tiempo después, el hijo menor recogió todo lo suyo y se fue a un país
lejano. Estando en ese país, malgastó todo su dinero llevando una vida
descontrolada. Después hubo una escasez de comida en ese país, y empezó a
pasar necesidad.”  (Lucas 15:11-14) PDT

Este hijo menor es figura de nosotros, los hombres, que habiendo habitado en la casa
del padre celestial desde antes de la fundación del mundo, vivimos en esta tierra una vida
alejados de Él, hasta que la necesidad nos golpea y reaccionamos.

"Entonces se dio cuenta de que había sido muy tonto. Pensó: '¡Todos los
trabajadores de mi padre tienen suficiente comida, y yo estoy aquí muriéndome
de hambre! Iré a la casa de mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra Dios y
contra ti. No merezco llamarme tu hijo; déjame ser como uno de tus trabajadores'
Entonces el hijo regresó a la casa de su padre. Mientras el hijo todavía estaba muy
lejos de casa, su padre lo vio y tuvo compasión de él. Salió corriendo a su
encuentro y le dio la bienvenida con besos y abrazos."  (Lucas 15:17-20).    

Dios sale a nuestro encuentro. Nos ve como hijos y nos recibe en casas, figura de la
iglesia en la que encontramos padres, que son los de pastores que tienen el corazón de
Dios.

Las parábolas que Jesús relataba a los suyos no eran inventadas, hablan de gente real, y
de nosotros hoy. Jesús le sale al encuentro a este muchacho, cuando estaba en la
condición del endemoniado gadareno.
"Cuando Jesús bajó a tierra, se encontró con un hombre que venía del pueblo. El
hombre estaba poseído por unos demonios. Hacía mucho tiempo que andaba
desnudo y no vivía en ninguna casa, sino entre las tumbas.  (Lucas 8:27)      

Cristo vino a la tierra a restaurar la relación del hijo menor, el hombre, nosotros, con el
Padre. Lo hace volver en sí con una sola pregunta, su nombre, ya que nombre en la
palabra significa propósito eterno por el cual estamos nacemos, así al traerlo a la memoria,
se lo activó.

Lucas 8:30    Entonces Jesús le preguntó:  -¿Cómo te llamas?

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Así es restaurado y puesto en posición. Vuelve a la casa de su padre, figura de la iglesia y


el pastor.
Lucas 8:38-39  "El hombre del que habían salido los demonios le rogaba que lo
dejara ir con él, pero Jesús le dijo que se fuera: -Regresa a tu casa y cuenta todo lo
que Dios ha hecho por ti.”

La salvación que Jesús nos dio nos devuelve la posición de hijos, nos reconcilia con
el Padre, en sus tres dimensiones: el Padre eterno, Dios; el padre biológico, y el padre
puesto por Dios en la tierra para guiar nuestra alma, el Pastor de la casa.
¡Sólo en Jesús hay salvación! No hay otro nombre en este mundo por el cual los
seres humanos podamos ser salvos.  (Hechos 4:12) PDT    

La idea de Dios al traernos la salvación es enseñarnos a disfrutar de una vida plena


aquí en la tierra. La salvación inicia un proceso en nuestra vida, que en su origen significa:
hacernos libres para decidir exitosamente, rescatados de una forma de vivir limitada,
saludables, seguros, preservados, abiertos, anchos, defendidos, guardados, victoriosos y
prósperos. Cristo nos trae esa oportunidad, y estando “en Él” lo podemos alcanzar, dentro
de Él, que hoy está representado en su cuerpo místico, la iglesia.

Su nombre es más que una palabra, Cristo, es el propósito de Cristo en la tierra para
nosotros. Cuando somos salvos comenzamos a conocer el propósito por el cual nos creó
y podemos andar en él, y vivirlo. Entendemos que es superior a cualquier otro propósito
personal. Le da sentido eterno a nuestra vida.

Antes de recibir la vida eterna y plena que en Cristo comenzamos a disfrutar, estábamos
“muertos” dice la palabra, nuestro espíritu lo estaba.
“Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y
pecados,”  (Efesios 2:1)  

El pecado nos separó del Padre, de Dios, porque afectó nuestra alma en sus tres
dimensiones: los pensamientos, los sentimientos y la voluntad. Pecar es errar,
equivocarnos por causa de la ignorancia, y afectó a todo hombre.
“por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios,”  (Romanos
3:23).    

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Separados de Él todos los hombres estábamos destituidos, lo que significa que dejamos de
“alcanzar” una honra, grandeza y esplendor que estaba en nosotros. Pero “…él quiere
que todos sean salvos y lleguen a conocer la verdad.” (1Timoteo 2:4) BAD

Cuando conocemos la verdad que ignorábamos y confiamos en su Verdad, la fe en Él y en


su nombre, nos lleva a vivir un tiempo de oportunidad para cumplir con el propósito para el
cual fuimos creados.
“El que cree en él, no es juzgado; el que no cree, ya juzgado está, pues no ha
creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.” (Juan 3:18) JUNEMAN  

   

Salmo 143:10  “Enséñame a hacer tu voluntad, porque tú eres mi Dios. Que tu buen
Espíritu me guíe por un terreno sin obstáculos.”  

Él nos enseña a ser hijos a través de las palabras de los Maestros, palabra sabia que
enseña al hombre a salir de una vieja forma de vivir.

Deuteronomio 6:21 “entonces dirás a tu hijo: Nosotros éramos siervos de Faraón en


Egipto, y Jehová nos sacó de Egipto con mano poderosa.”
Egipto es figura hoy de una forma de pensar que es común a todos, pero que nos oprime,
angustia, genera miedo, por desconocer que hay una vida de plenitud.

Su mano poderosa es la que nos saca y nos da libertad a través de la iglesia, ya que la
mano no es mágica sino es figura del equipo de Dios formado por cinco dedos, o cinco
oficios constituidos por Dios para ello.

“Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a


otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos”.  (Efesios 4:11-12)      

UNA NUEVA VIDA

Cristo vino para enseñarnos a ser hijos, para darle propósito a nuestras vidas, el propósito
del Padre, e introducirnos en una vida nueva.
Juan 10:10  “yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en
abundancia.”

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2Corintios 5:17  “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas
viejas pasaron; he aquí, son hechas nuevas.”

Él abre un nuevo tiempo en nuestras vidas cambiándolo todo, mientras estamos en Él,
dentro de la iglesia que irá enseñándonos para que logremos hacer aquello que planeó
para nosotros desde la eternidad.
“Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las
cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.”  (Efesios 2:10)      

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NOTAS:

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2. las tres paternidades

LA OBRA DE DIOS: PATERNIDAD

Cuando iniciamos el camino de la salvación comenzamos a aprender a servir a Dios en su


obra, pero ¿cuál es su obra? A la luz de lo que la palabra nos muestra hay una diferencia
entre lo que nos parece que es y lo que es para Él.

Juan 6:28-29 NTV “—Nosotros también queremos realizar las obras de Dios —
contestaron ellos —. ¿Qué debemos hacer? Jesús les dijo: —La única obra que Dios
quiere que hagan es que crean en quien él ha enviado.”

La obra de Dios en la tierra es una y consiste en producir en nosotros el cambio


necesario, para que alcancemos a creer y confiar en aquellos que Él envía, en ese
tiempo era Jesús pero hoy son las autoridades enviadas por Él a nuestras vidas con el fin
de enseñarnos y guiarnos, apóstoles y pastores. Dios necesitó hacerse hombre en el Hijo,
Cristo, obediente en todo a su padre, para enseñarnos esta fidelidad, la de un hijo. La obra
de Dios es: obediencia a la voz.

Juan 8:28 BAD “Por eso Jesús añadió: —Cuando hayáis levantado al Hijo del
hombre, sabréis que yo soy, y que no hago nada por mi propia cuenta, sino que
hablo conforme a lo que el Padre me ha enseñado.”

Nada de lo que Jesús hacía era de su propia voluntad, sino que su voluntad era la del
Padre. Por medio del sacrificio de Cristo nos dio el modelo, el diseño, la forma, y su
cuerpo, la iglesia, para que nos integremos. Preparó nuestros oídos abriéndolos para que
seamos enseñados.

Hebreos 10:5 “Por eso, al entrar Cristo en el mundo dice: Tú no quisiste sacrificios ni
ofrendas, sino que me formaste un cuerpo.”
Salmo 40:6 “Sacrificio y presente no te agrada; me has labrado oídos;”

La Palabra, el libro, habla de nosotros y nos muestra cuál es su voluntad, la que nos lleva a
vivir la vida plena de la salvación.

Hebreos 10:7 “Entonces dije: ‘Aquí estoy yo, oh Dios, como en un capítulo del libro
está escrito de mí, para hacer tu voluntad’."
Romanos 5:8 “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún
pecadores, Cristo murió por nosotros.”

En su infinito amor Dios nos ofrece la oportunidad, como un regalo, no por lo que hayamos
hecho de bueno sino por creer en Él y en el que Él nos envía.

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Efesios 2:8-9 “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de
vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.”

Fe, es la plena confianza, depositada en la palabra, en lo que la palabra hace y en los


enviados que nos guían a través de la palabra para completar el proceso en el que Dios
nos restaura.
La fe en Cristo, en el Hijo, nos hace hijos del Padre. “pues todos sois hijos de Dios por
la fe en Cristo Jesús;” (Gálatas 3:26).
Es la fe en el modelo que Cristo nos dio como hijo, obediente en todo, la certeza para que
aprendamos nosotros a ser hijos.

Cuando Dios nos quiere enseñar a ser hijos, lo hace en todas las dimensiones, que son
tres:

- HIJOS DE DIOS, A TRAVÉS DE NUESTRO ESPÍRITU.

- HIJOS BIOLÓGICOS, DE NUESTROS PADRES EN LA TIERRA.

- HIJOS DEL ALMA DE NUESTROS PASTORES, QUIENES FUERON ASIGNADOS


POR DIOS PARA GUARDARNOS Y GUIARNOS.

Los judíos que habían creído en Jesús pensaban que eran libres, como nosotros
antes de conocerle. Pero la libertad que Dios nos preparó es más plena y tiene que ver
con haber encontrado en nuestras vidas a los padres que nos direccionan, con haberlos
honrado, y recibir lo que en ellos puso para nosotros, haciendo lo que ellos, los enviados,
hacen.

Juan 8:37-38 "Yo sé que ustedes son de la familia de Abraham, pero están tratando
de matarme porque ustedes no aceptan lo que les enseño. Yo les hablo de lo que
mi Padre me mostró, pero ustedes hacen lo que han oído de su padre."

Ellos creían que Abraham era su padre, sin embargo:

Juan 8:39-40 "Ellos le contestaron: -¡Nuestro padre es Abraham! Entonces Jesús les
dijo: -Si ustedes fueran hijos de Abraham, harían lo mismo que él hizo. Sin
embargo, ahora ustedes tratan de matarme…”

No hacían las obras de Abraham, por lo tanto no eran hijos de él.

Juan 8:41-45 "Ustedes hacen lo que su padre hace. Ellos le dijeron: -Nosotros no
somos como esos hijos que nunca han conocido a su padre. Tenemos un solo
padre, que es Dios.

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Jesús les dijo: -Si Dios fuera su padre, me amarían porque yo vengo de Dios y
ahora estoy aquí. No vine por mi cuenta, él me envió. ¿Por qué no entienden lo
que digo? Porque no pueden aceptar mi mensaje. Ustedes son de su padre el
diablo. A ustedes les gusta hacer las maldades que el diablo quiere que hagan.
Desde el comienzo él fue un asesino y no tiene nada que ver con la verdad porque
no hay verdad en él. Es un mentiroso y padre de la mentira. Yo les digo la verdad,
pero ustedes no me creen."

Si no nos encontramos con los padres asignados por Dios, nos paternizará el diablo, son
sus obras las que manifestaremos.
Ser hijos implica hacer las obras de un padre, y ellos por sus obras manifestaban a su
padre, el diablo. Nosotros al hacer manifestamos quién es nuestro padre: el celestial, el del
alma y el biológico, en uno.

Pablo encuentra a sus hijos en la iglesia de Corinto una confusión acerca de la paternidad
y nos quedó constancia de la situación para que hoy nosotros tengamos luz y no
quedemos detenidos, a causa de no identificar a nuestros padres:

1Corintios 4:15-16 “Porque aunque ustedes tengan innumerables maestros (tutores)


en Cristo, sin embargo no tienen muchos padres; pues en Cristo Jesús yo los
engendré por medio del evangelio. Por tanto, los exhorto: sean imitadores míos.”

Pablo como padre sabía que era vital que nos identifiquemos con un padre, y es ese
que nos engendró en la palabra. Encontrarnos con el padre, la paternidad, es clave en
nuestras vidas para que cumplamos el propósito por el cual nacimos. Los pastores-padres
portan las llaves eternas para abrirnos al cumplimiento de nuestro destino en Dios.

Efesios 5:1 “Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados;”

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Notas:

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3. SEGUROS EN DIOS
Dios quiere que vivamos seguros esta nueva vida eterna y sobrenatural, seguros,
confiados en Él, firmes y estables. Podemos lograrlo si permanecemos en su mano, que
es la iglesia apostólica completa, que funciona con los cinco dedos, los ministerios
trabajando y ayudándonos a fortalecernos y llevarnos a crecer.

“y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi


mano. Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar
de la mano de mi Padre.”  (Juan 10:28-29)  

Cuando conocemos el propósito por el cual nacimos y nos mantenemos en él, caminando y
avanzando para alcanzarlo, nada nos puede separar de Él.
Romanos 8:38-39    “Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni
ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo
profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es
en Cristo Jesús Señor nuestro.”    

Nos conoció desde la eternidad y trazó el plan, el camino, la forma de que aquí en la
tierra fuera formada en nosotros la imagen del hijo, Cristo.
Romanos 8:29    “Porque a los que antes conoció, también les señaló desde antes el
camino para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea
el Primogénito entre muchos hermanos;”

En el cumplimiento de este propósito está involucrada la iglesia, el cuerpo. “Y él mismo


constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros,
pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio,
para la edificación del cuerpo de Cristo,”  (Efesios 4:11-12)  
 

Efesios 1:13-14 NTV  “Y ahora ustedes, los gentiles, también han oído la verdad, la
Buena Noticia de que Dios los salva. Además, cuando creyeron en Cristo, Dios los
identificó como suyos al darles el Espíritu Santo, el cual había prometido tiempo
atrás. El Espíritu es la garantía que tenemos de parte de Dios de que nos dará la
herencia que nos prometió y de que nos ha comprado para que seamos su
pueblo. Dios hizo todo esto para que nosotros le diéramos gloria y alabanza.”

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Fuimos sellados: tenemos un sello de confianza, un espíritu que permanece en él, que
mora en nosotros como en Jesús, para completar el proceso y activarnos a más. Es la
garantía de la herencia que vamos a tener, de lo que el Señor prometió. Tenemos que
permanecer en Él, en la mano, en la iglesia, su cuerpo, para obtenerla. Se me da el
Espíritu y tengo que permanecer para que se me den todas las promesas.

Pero si el heredero es niño, no por su edad sino por ser aún inmaduro, es como un
esclavo.
Gálatas 4:1-7  “Piénsenlo de la siguiente manera: si un padre muere y deja una
herencia a sus hijos pequeños, esos niños no están en mejor situación que los
esclavos hasta que se hagan mayores de edad, a pesar de que en verdad son
dueños de todas las posesiones de su padre. Tienen que obedecer a sus tutores
hasta que cumplan la edad establecida por su padre. Eso mismo sucedía con
nosotros antes de que viniera Cristo. Éramos como niños; éramos esclavos de los
principios* espirituales básicos de este mundo. Pero, cuando se cumplió el tiempo
establecido, Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer y sujeto a la ley. Dios lo
envió para que comprara la libertad de los que éramos esclavos de la ley, a fin de
poder adoptarnos como sus propios hijos. Y, debido a que somos* sus hijos, Dios
envió al Espíritu de su Hijo a nuestro corazón, el cual nos impulsa a exclamar
«Abba, Padre». Ahora ya no eres un esclavo sino un hijo de Dios. Y, como eres su
hijo, Dios te ha hecho su heredero.”

Tenemos el sello siendo niños, con actitudes de niños, que nos hacen esclavos, pero el
sello nos lleva a crecer y a tomar las promesas hasta convertirnos en hijos maduros.
Hebreos 12:5    “¿Acaso olvidaron las palabras de aliento con que Dios les habló a
ustedes como a hijos? Él dijo: «Hijo mío, no tomes a la ligera la disciplina del Señor
y no te des por vencido cuando te corrija.”

El Señor nos habilita a través de la enseñanza, para dejar de hacer lo que a Él no le


agrada, mostrándonos en  la palabra por qué tenemos que cambiar y qué tenemos que
dejar.
Somos sellados por el Espíritu porque cuesta ir dejando todo el pecado y nos sirve de
garantía para seguir. Si sigo pecando sigo siendo niño, no crezco.
La salida para la tentación la da el padre a través de la palabra, se anticipa y nos advierte.
El Señor guarda nuestra entrada y nuestra salida en toda situación, siempre nos va a
hablar a través de una palabra para que sepamos cuándo sobrevendrá la tentación, por
eso debemos estar atentos, porque él guarda nuestra alma, que es la que nos lleva a
equivocarnos.

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Salmo 121:8  “El SEÑOR guardará tu salida y tu entrada desde ahora y para
siempre.”

La iglesia va despertando el oído de los hombres, para que estén alertas, pues el
pecado nos dificulta la comunión con Dios.
“Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga. No os ha sobrevenido
ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser
tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la
tentación la salida, para que podáis soportar.” (1Corintios 10:12-13)      

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4. LA VICTORIA
Cuando llega la prueba Dios nos da siempre la oportunidad de manifestar nuestra
capacidad para no errar y salir victoriosos. Nuestros propios deseos son los que pueden
atraernos y llevarnos a caer.
1Corintios 10:13 “Las tentaciones que enfrentan en su vida no son distintas de las
que otros atraviesan. Y Dios es fiel; no permitirá que la tentación sea mayor de lo
que puedan soportar. Cuando sean tentados, él les mostrará una salida, para que
puedan resistir.”

Nuestras pasiones internas son desordenadas, nos separan de Dios y de la vida plena que
Él anhela que aprendamos a vivir.
Santiago 1:12-14    “Dichoso el hombre que soporta la prueba con fortaleza, porque
después de la prueba recibirá como premio la vida, que es la corona prometida
por Dios a los que le aman…Dios no siente la tentación de hacer el mal ni tienta a
nadie para que lo haga. Al contrario, cada uno es tentado por sus propios malos
deseos, que le atraen y le seducen.”  

Hay una constante oposición entre lo que deseamos como hombres y lo que desea el
Espíritu.
Gálatas 5:17  “Nuestra naturaleza humana desea lo que está en contra del Espíritu
y el Espíritu desea lo que está en contra de la naturaleza humana. Los dos se
oponen. Por eso ustedes no pueden hacer siempre lo que se les antoja.”    

Necesitamos ser guiados por el Espíritu para continuar creciendo.


Gálatas 5:16    "Por eso les doy este consejo: dejen que el Espíritu guíe su vida y así,
no harán las malas acciones que pide su naturaleza humana."

Siendo sumisos a lo que Dios nos dice a través de su palabra, obedientes a la enseñanza
de los ministros que Él nos asignó a través de la iglesia, estamos capacitados para
reconocer al enemigo.

La palabra pone al descubierto sus intenciones y sus planes para desviarnos de


cumplir los deseos de Dios y llevarnos al error. Resistir al diablo es pararnos en su
contra con determinación y firmeza ante la tentación. El calumniador resiste, se opone a la
palabra, sabe que estamos llamados por Dios desde antes de la fundación del mundo para

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edificar a la iglesia de Dios, y quiere impedirlo, resiste al diseño de la iglesia, atacándola, y


transformándose en un cáncer para el cuerpo.
Santiago 4:7 “Por tanto, someteos a Dios. Resistid, pues, al diablo y huirá de
vosotros.”
1Juan 4:3 “Vosotros, hijitos míos, de Dios sois, y habéis vencido al diablo, porque el
que está con vosotros y os ayuda con su gracia, es mayor que el espíritu del
Anticristo que está en el mundo.”

Las necesidades naturales de todo hombre son lo que la palabra llama “la carne”.
Paso a paso somos adiestrados a poner la mente en las necesidades de nuestro espíritu y
dejar de dar prioridad a la carne, para comenzar a vivir la vida plena que siempre
anhelamos y que Dios planeó para nosotros.
Romanos 8:5-6  “Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne;
pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque el ocuparse de la
carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz.”

Dios nos hace poderosos poniendo el poder dentro nuestro.


1Corintios 3:16 ¿Acaso no saben que ustedes son un templo de Dios, y que el
Espíritu de Dios vive en ustedes?

Cuando la palabra nos habla de Jesucristo, se refiere al hijo de Dios y al cuerpo de Cristo
que es la iglesia hoy viva en la tierra. Entonces podemos entender que la victoria en todo
la encontramos por lo que Él hizo por nosotros y manteniéndonos sujetos dentro de la
iglesia.
1Corintios 15:57    ¡Pero gracias a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro
Señor Jesucristo!

Para asegurarnos los resultados victoriosos y acelerarlos hay pasos que tenemos que dar,
como el de reconocer el valor que la palabra tiene.
Salmo 119:11 “En mi corazón atesoro tus dichos para no pecar contra ti.”

Velar y orar es estar despiertos, vigilante, atentos, activos sirviendo dentro del
cuerpo. La carne está batallando y si estoy siendo ministrado dentro del cuerpo puedo
vencer.
Mateo 26:41 “Velad y orad para que no entréis en tentación; el espíritu está
dispuesto, pero la carne es débil.”

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COBERTURA

Estas cosas no las peleamos solos. Somos tentados en cosas de las que no nos damos
cuenta, y al estar congregados nos podemos dar cuenta y ser guardados de eso.
Proverbio 4:13  “Aférrate a la instrucción, no la dejes escapar; cuídala bien, porque
ella es tu vida.”
El consejo nos fortalece y nos guarda de aquello que se nos pase por alto, de lo que
ignoramos. No recibir consejo es no estar guardado. Estamos guardados y cubiertos
dentro de la iglesia, del cuerpo de Cristo, oyendo el consejo que el pastor, como un padre
nos da.

2Timoteo 2:22  “Huye también de las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la fe, el
amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor.”
Las pasiones juveniles tienen que ver con la inmadurez no con la edad que
tengamos. Para escapar de la inmadurez nos mantenemos firmemente cerca, dentro del
pueblo de Dios, siendo dimensionados.

EL PERDÓN

Si creemos que el pecado son las faltas graves caeremos en el error de no ver
nuestro pecado. La idea de Dios acerca del pecado es fallar o errar a su voluntad, y
como la desconocemos por no haber entendido la profundidad de la palabra, solemos
pecar ignorándolo.
1Juan 1:8 "Si decimos que no pecamos, nos engañamos a nosotros mismos y la
verdad no está en nosotros;"
9  "pero si admitimos nuestros pecados, Dios nos perdonará. Él es fiel y justo para
limpiarnos de toda maldad."  

Cuando los reconocemos y los confesamos Él nos limpia y nos sana. Mientras se
nos ministra y enseña la palabra, se nos van mostrando los errores, se nos van revelando,
asentimos, los reconocemos, lo declaramos y en el reconocimiento vamos siendo
purificados, va produciéndose un cambio de mentalidad, siempre a través de la palabra.
Es un proceso instantáneo.
 

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5. SEÑORÍO DE CRISTO
Estamos acostumbrados a decidir nosotros lo que creemos mejor para nuestras vidas, pero
ahora le pertenecemos a Él y al cuerpo de Cristo que es la iglesia.
2Corintios 5:15 “y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino
para aquel que murió y resucitó por ellos.”

Pablo nos enseña a llamarlo Señor, lo que significa establecerlo como supremo en
autoridad en nuestras vidas, controlador, dueño y amo nuestro.
Romanos 7:25  “Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro.”
Llamarle “Señor” es darle el mando de nuestras vidas a través de las autoridades que Él
pone en su cuerpo para guiarnos, nuestros pastores. Esta es la forma en que nos afirma
en nuestra vida.

Lucas 6:46-48  “¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo? Todo
aquel que viene a mí, y oye mis palabras y las hace, os indicaré a quién es
semejante. Semejante es al hombre que al edificar una casa, cavó y ahondó y
puso el fundamento sobre la roca;”
Necesitamos definirnos, determinarnos, Él tiene la vida abundante y eterna que siempre
anhelamos. Si Él es la roca en la que nos afirmamos para no caer, su forma de tratarnos,
su diseño, su iglesia tiene que ser prioridad en nosotros, es la forma de mostrar nuestra
obediencia a Él, obedeciendo a las autoridades que como padres y pastores pone en
medio de su cuerpo.

Lucas 16:13  “Ningún siervo puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno
y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios
y a las riquezas.”
Cuando hablamos de servir a las riquezas nos referimos a quién le tengo confianza, en
quién la pongo. No podemos seguir en el medio, decir una cosa y hacer otra, porque no
definirnos es ya una elección.

Romanos 6:16  “¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para
obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para
muerte, o sea de la obediencia para justicia?”
Si dejamos que nos gobierne el pecado, el error, muere nuestro espíritu y la
posibilidad de vivir una vida plena que Cristo nos tiene preparada. Podemos vivir una

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nueva vida, con Él dentro nuestro, siendo parte de su cuerpo, su iglesia, siendo guiados
por los ministerios a través de la palabra.

Gálatas 2:20 (NTV)  “Mi antiguo yo ha sido crucificado con Cristo. Ya no vivo yo,
sino que Cristo vive en mí. Así que vivo en este cuerpo terrenal confiando en el Hijo
de Dios, quien me amó y se entregó a sí mismo por mí.”
Es el tiempo de entregar cada área de nuestras vidas al Señor para que no sean solo
palabras, el tiempo de entrar en el proceso en el que seremos enseñados a vivirlo y no
retroceder, a vivir el sacrificio vivo y darlo todo por avanzar y vencer todo obstáculo en
nuestra mente o nuestro cuerpo.

Romanos 12:1  (PDT)  "Por eso hermanos, les ruego que entreguen toda su vida como
sacrifico vivo a Dios, quien nos ha mostrado compasión. Esa ofrenda que es su vida
debe estar dedicada solamente a Dios para poder agradarle. Esta clase de
adoración es la que realmente tiene sentido."
Cuando confiamos en Él, en su plan eterno sobre nosotros, sobre los nuestros, en sus
ministros puestos para sostenernos y alentarnos, podemos vivirlo disfrutando de su paz, Él
nos la hará disfrutar.

Isaías 26:3  “Tú les das paz a los que se mantienen pensando en ti porque en ti han
puesto su confianza.”
Él nos guarda, cuida de nosotros, ocultándonos de toda adversidad para que podamos
tener éxito y disfrutar de la paz que nos entrega, llena de seguridad, prosperidad, bienestar
y salud. No podemos perder el tiempo en la indecisión.
 
Efesios 5:15-16  “Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino
como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos.”
Cuando él es nuestro Señor dejamos de perder el tiempo y ejercemos el derecho a
manejarlos, siendo enseñados sabiamente a transformar lo adverso en propicio, lo malo
en bueno, lo escaso en abundante. Siendo siervos nuestro carácter es transformado y
ejercemos violencia arrebatando lo que siempre nos perteneció, la posición de privilegiados
en sus manos, ejercemos la osadía de quienes lo dan todo, abundantemente para llevar
adelante el propósito por el cual nos trajo a la vida.
2Corintios 9:6-7  “Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará
escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará.
Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad,
porque Dios ama al dador alegre.”

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NOTAS:
 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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6. VIVIR EN EL ESPÍRITU

Juan 15:26  “Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el
Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí.”
Cuando Cristo viene a nuestras vidas el Espíritu Santo se introduce en nosotros para
trabajar desde dentro, en conjunto con nuestro espíritu, lo enciende, lo despierta y lo
adiestra para tomar el control sobre nuestra alma y cuerpo. El Consolador es nuestro
abogado e intercesor, el PARAKLETOS, nos guía, nos muestra el camino para avanzar en
victoria.

Juan 16:8-9  “Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de


juicio. De pecado, por cuanto no creen en mí;”
El Espíritu nos mostrará nuestros errores, sobre todo los que ignoramos, pues hemos
fallado a Dios y lo desconocíamos por creer que pecar se refiere a cuestiones graves.

Necesitamos nacer a una nueva vida y el Espíritu es el protagonista en ese proceso.


Juan 3:3-8 “Jesús le respondió: —Te digo la verdad, a menos que nazcas de nuevo,
no puedes ver el reino de Dios. — ¿Qué quieres decir? —exclamó Nicodemo —.
¿Cómo puede un hombre mayor volver al vientre de su madre y nacer de nuevo?
Jesús le contestó: —Te digo la verdad, nadie puede entrar en el reino de Dios si no
nace de agua y del Espíritu. El ser humano sólo puede reproducir la vida humana,
pero la vida espiritual nace del Espíritu Santo. Así que no te sorprendas cuando
digo: “Tienen que nacer de nuevo”. El viento sopla hacia donde quiere. De la
misma manera que oyes el viento pero no sabes de dónde viene ni adónde va,
tampoco puedes explicar cómo las personas nacen del Espíritu.”
Nicodemo quería conocer más, como nosotros, pero no podía ver el reino, entenderlo,
percibirlo, ya que es espiritual y solo con el espíritu podemos reconocerlo. La nueva vida
que Jesús nos da comienza cuando nacemos de nuevo, pero en el espíritu no del cuerpo,
siendo engendrados por la palabra en un nuevo vientre espiritual, la iglesia.

Dios usa distintas figuras para mostrarnos el diseño de la iglesia en su corazón, como el de
un cuerpo, el cuerpo de Cristo.
1Corintios 12:12-13 “El cuerpo humano tiene muchas partes, pero las muchas
partes forman un cuerpo entero. Lo mismo sucede con el cuerpo de Cristo. Entre
nosotros hay algunos que son judíos y otros que son gentiles; algunos son esclavos,
y otros son libres. Pero todos fuimos bautizados en un solo cuerpo por un mismo

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Espíritu, y todos compartimos el mismo Espíritu. Y ahora ustedes, los gentiles,


también han oído la verdad, la Buena Noticia de que Dios los salva. Además,
cuando creyeron en Cristo, Dios los identificó como suyos al darles el Espíritu Santo,
el cual había prometido tiempo atrás.”
Dios nos enseña a funcionar en equipo, nos adiestra y prepara para ello dentro de la
iglesia, es la universidad de Dios.

Efesios 1:13  “…y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la
promesa,”
Nos selló, nos guardó, nos marcó como suyos al darnos de su Espíritu, como Él nos lo
había prometido a través de nuestros antepasados, no se olvidó de nosotros sino que vino
a nuestras vidas para que recuperemos el camino de regreso al Padre habiendo cumplido
en la tierra el propósito por el cual nos trajo, ser su cuerpo. Nuestro ser completo se
transformó desde ahora en su templo, el lugar de residencia y operación de su Espíritu en
unidad con el nuestro.
1Corintios 3:16    ¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora
en vosotros?

LA OBRA DEL ESPÍRITU SANTO

Juan 14:26  “Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi


nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he
dicho.”
El Padre trabaja con nosotros a través de su Espíritu asegurando la victoria en el proceso,
pues lo envía “en su nombre” o sea en pos de cumplir con su propósito sobre nosotros, no
tan solo para que no estemos solos, se asegura del cumplimiento y del éxito. La labor del
Espíritu a través de la enseñanza y la instrucción activa la memoria, “nos recordará”,
despierta una memoria eterna que tenemos en nuestro espíritu en la cual teníamos
conocimiento de Dios, de nosotros y de su plan. El Espíritu trae a memoria la palabra de
Dios que está grabada en nuestros corazones y quedó enmudecida por no ejercitarla.

Romanos 8:26  “Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues
qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo
intercede por nosotros con gemidos indecibles.

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Hay un derecho que tenemos como hijos de Dios y es el de pedir al Padre, pero no
sabemos pedir como es conveniente, porque pedimos según nuestro corazón, según
nuestras propias necesidades. Es el Espíritu el que nos enseña a cambiar la forma en
que pedimos dándonos a conocer la forma en que Dios obra y da.

Romanos 8:14  “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son
hijos de Dios.”
El Espíritu intercede, para que podamos disfrutar de los derechos de ser sus hijos, la
herencia que como hijos nos pertenece pero no podemos gozar por ignorarlo y por tener
aún inmadurez en nosotros.

Efesios 5:18-19  “…sed llenos del Espíritu, hablando entre vosotros con salmos, con
himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros
corazones;”
El Espíritu Santo nos tiene que llenar, completar, perfeccionar, para poder llevar
adelante la obra de Dios, y no la nuestra o a nuestra manera. Si todo lo llena, si le
permitimos hacerlo fluye de nosotros la alabanza en cada circunstancia de nuestra vida,
adversa o de gozo. Todo cambia. Entendiendo quiénes somos, comenzamos a percibir con
nuestro espíritu lo que sucede conforme a lo que Dios quiere mostrarnos, sin dejarnos
influenciar por nuestro sentir o pensar, por el entorno, por los demás.

Gálatas 5:22-23 “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia,
benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.”
El fruto, el resultado de nuestra vida cambiada y tratada por Dios contiene todos los
elementos que hacían al carácter de Cristo como hermano mayor, modelo y estatura a
alcanzar.

Juan 16:13-15    Cuando venga el Espíritu de verdad, él los guiará a toda la verdad.
Él no hablará por su propia cuenta, sino que les dirá lo que él ha oído y les contará
lo que sucederá en el futuro. Me glorificará porque les contará todo lo que reciba
de mí. Todo lo que pertenece al Padre es mío; por eso dije: “El Espíritu les dirá todo
lo que reciba de mí”.
La voz del espíritu en nosotros recupera en nuestro espíritu la voz del padre, activando en
nosotros la identificación de la voz que tiene que guiarnos, la de Dios en la conciencia de
nuestro espíritu y la del pastor que fue predeterminado para guiarnos, y avanzar.

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7. DIOS NOS HABLA

2Timoteo 3:16-17    “Toda la Escritura es inspirada por Dios y es útil para enseñarnos
lo que es verdad y para hacernos ver lo que está mal en nuestra vida. Nos corrige
cuando estamos equivocados y nos enseña a hacer lo correcto… a fin de que el
hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.”
Cuando la Biblia dice que fue “inspirada” habla de haber sido divinamente soplada,
es el Espíritu de Dios soltado a través de cada palabra en quienes la escribieron y en
quienes la reciben. Dios nos habla a través de cada palabra enseñándonos su
pensamiento, convenciéndonos y probando en nosotros lo verdadero, enderezando y
corrigiendo con efectividad para perfeccionarnos y prepararnos para estar en medio de las
obras que preparó para que hagamos en medio de la iglesia. La palabra inicia la nueva
vida de Dios en nosotros, se transforma en una forma de vivir en los hijos, la forma que
Dios anhela que vivamos.

EL AGUA

Hebreos 10:22  “acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe,


purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua
pura.”
La palabra es el agua pura que produce palabra tras palabra, la limpieza que
necesitamos para vivir verdaderamente cerca. Acercarnos es más que no estar solos,
es estar de acuerdo con Él, es vivir nuestra vida conforme a su voluntad, siendo dignos de
su confianza para revelarnos cuál es su perfecta voluntad, la única que nos hará
plenamente felices aquí en la tierra. La palabra es la que purifica y limpia nuestra
conciencia, nuestra memoria eterna, para que recuperemos la posición que teníamos
con Él antes de ser hechos hombres. El agua pura la porta la fuente, el pozo de agua
que Él nos proveyó dentro de la iglesia, nuestros padres del alma y el equipo pastoral que
funciona con el mismo corazón y espíritu que ellos como cabeza y autoridad.

LA ESPADA

Hebreos 4:12 "La palabra de Dios vive, es poderosa y tiene más filo que cualquier
espada de dos filos, penetra tan profundo que divide el alma y el espíritu, las
coyunturas y los huesos; entra tan profundo en nosotros que juzga los
pensamientos y sentimientos de nuestro corazón."

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Una de las figuras que usa Dios para mostrarnos el poder de la palabra es la espada.
Una espada viva que nos enseña a separar lo que es del alma y lo que es del espíritu en
nosotros, para ayuda a que aprendamos a funcionar ordenadamente. La palabra nos trae
orden con nuestro espíritu al mando de nuestras vidas, funcionando a pleno la memoria
eterna que en él estaba dormida y muerta, percibiendo lo que sucede en todo momento y
plenos en la comunión con el cuerpo, la iglesia, el alma deja de dominarlo todo a través de
nuestros propios pensamientos, los sentimientos y lo que nuestra voluntad quiere hacer.
No conocer la palabra es impedir que Dios traiga un orden que necesitamos.

LA LECHE

Otra de las figuras con la que Dios compara y nos muestra la palabra es con la leche, una
leche espiritual que fortalece nuestros huesos, la estructura de nuestro pensamiento
con sus pensamientos, fundamentos firmes establecidos que gobiernen nuestra vida.
1Pedro 2:2  “Como bebés recién nacidos, deseen con ganas la leche espiritual pura
para que crezcan a una experiencia plena de la salvación. Pidan a gritos ese
alimento nutritivo”

Este alimento tenemos que anhelarlo intensamente, estando dispuestos a renunciar a


nuestros propios pensamientos y hábitos, para crecer. No podemos estancarnos ya que
Dios tiene más para cada uno y necesitamos de otros que nos enseñen, no podemos
hacerlo solos, así lo planeó Dios para que anhelemos con pasión pertenecer a su cuerpo
donde Él nos nutre.

EL TESORO

La palabra es un tesoro que tendremos que apreciar y proteger, porque nos muestra
en qué podemos estar fallando, y aún ignorarlo. No alcanzará con leerla y memorizarla,
tiene que ocupar un lugar central en nosotros, ya que el “corazón” se refiere a cuando lo
quiero sino al centro de nuestro ser, de nuestro ánimo, de cada decisión, de todo lo que
entendemos, de lo que apreciamos, pensamos, de nuestra voluntad.
Salmo 119:11  “He guardado tu palabra en mi corazón, para no pecar contra ti.”

LA LÁMPARA

Salmo 119:105  “Tu palabra es lámpara que guía mis pasos; luz que alumbra mi
camino.”

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La luz que guía nuestro andar de modo que vivamos la vida planeada para nosotros
y no la que la suerte nos dé o nuestras propias y solas fuerzas logren. Merecemos
como hijos la mejor vida, la que nos da la luz, la revelación escondida por el padre en la
palabra para ser descubierta por quienes anhelan encontrarla, seguirla y vivirla. La luz es
figura de la sabiduría que pone delante nuestro para vencer la oscuridad, que es
ignorancia, tristeza.
Si dejo que Él a través de la palabra me reprenda, se oponga a mi conducta, me
estaré dejando perfeccionar, y esto lo hará a través de cada palabra impartida por mis
pastores, son sus representantes visibles para hacerlo.

EL OÍDO

Romanos 10:17  “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.”
Cuando es predicada la palabra a nuestras vidas por la persona que Dios pone en
nuestro camino se activa la fe en nosotros para creer en lo que Dios nos está
diciendo y está haciendo. Él activa sobrenaturalmente nuestro oído espiritual a través del
poder sobrenatural de la palabra, para que más allá de lo que oigamos o veamos
naturalmente, comencemos a ver lo espiritual, lo que Él ve, lo que antes no entendíamos ni
aceptábamos, privados de poder unirnos a Él. La palabra va aumentando nuestra fe a
medida que la seguimos recibiendo. Sigue haciéndonos crecer, sigue trabajando en
nosotros.
La voz de Dios está grabada en nuestra conciencia, dentro de nuestro espíritu, por
eso necesitamos que nuestro espíritu vuelva a la vida, que la palabra lo active y
recuperemos la dirección. Está dentro nuestro pero sin su palabra no se activa.

Santiago 1:22    "Pero no es suficiente con sólo oír el mensaje de Dios. Hay que
obedecerlo. Si sólo lo oyen, sin hacer lo que dice, se están engañando a sí
mismos."
Mi actitud a la hora de recibir la palabra es determinante: oidor o hacedor. Si me sumo al
equipo de los hacedores me volveré confiable y Dios hará a través mío lo sobrenatural
sobre la tierra.

Esdras 7:9-10    “…la bondadosa mano de su Dios estaba sobre él. Así fue porque
Esdras había decidido estudiar y obedecer la ley del SEÑOR y enseñar sus decretos
y ordenanzas al pueblo de Israel.”

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NOTAS:
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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8. LA ORACIÓN
 
Dios viene a nuestras vidas a devolvernos la honra que teníamos cuando nos creó,
cuando en el espíritu, antes de ser hombres estábamos en Él, en su casa y comienza a
tener con nosotros una relación íntima para restaurarlo todo, para revelarnos sus secretos
en ese secreto, su consejo de Padre.

Salmo 25:14    “La comunión íntima de Jehová es con los que le temen,   Y a ellos
hará conocer su pacto.”  

La condición para restablecer la comunión de su Espíritu con el nuestro es el temor


a Él, la reverencia, la honra de su presencia y su plan para con nosotros. El temor nos
permite establecer con Él la relación correcta, la del pacto. Un hijo pacta y lo entrega todo
por cumplir con la voluntad del Padre.

El temor viene de la mano de la sabiduría, la espiritual, no la humana, la que viene a


través de una relación de cercanía con su Espíritu y que nos es impartido a través de la
relación de paternidad establecida con nuestros pastores.
Isaías 11:2-3  “Y el Espíritu del SEÑOR reposará sobre él: el Espíritu de sabiduría y de
entendimiento, el Espíritu de consejo y de poder, el Espíritu de conocimiento y de
temor del SEÑOR. Él se deleitará en obedecer al SEÑOR;”

Jesús nos mostró la perfecta relación de intimidad con Dios, siendo hijo y
respondiendo en una obediencia total a su Padre. Él nos mostró al Padre porque era la
imagen del Padre, era la voluntad del Padre encarnada en un hombre. Esa es la relación
que necesitamos establecer, ser uno con Dios, ser hijos del Padre, Dios, nuestros padres
biológicos honrándolos y de nuestros padres del alma, los pastores obedientes a la palabra
que nos ministran e imparten para completar en nosotros la perfección.
Juan 1:18 “A Dios nadie lo ha visto nunca; el Hijo unigénito, que es Dios y que vive
en unión íntima con el Padre, nos lo ha dado a conocer.”

En la relación íntima, cara a cara con Dios Él nos quiere mostrar lo que no vemos, lo que Él
ve, quiere engrandecernos, manifestar su grandeza a través nuestro.
Jeremías 33:3  “Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y
ocultas que tú no conoces.”

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Jesús enseñó a sus discípulos a orar antes de toda decisión o paso a dar, para evitar
entrar o caer en la tentación de no hacer lo mejor, para decidir lo mejor. La oración íntima
es el timón que nos direcciona.
Mateo 26:41    "Quédense despiertos y oren pidiendo fuerzas para resistir la
tentación. El espíritu está dispuesto a hacer lo correcto, pero el cuerpo es débil."
Velar es mantener despierto el espíritu, no quedarse sin estar al gobierno de
nuestros sentimientos, pensamientos y nuestra voluntad humana. Toda circunstancia
nos pone a prueba, toda dificultad, y nuestra naturaleza humana no está dispuesta a elegir
lo mejor. El espíritu siempre sabe qué es lo mejor, por eso la oración, el diálogo constante
y la unidad con el Padre nos mantiene activos.

CONSEJOS PATERNOS

Mateo 6:5  “Cuando ores, no hagas como los hipócritas a quienes les encanta orar
en público, en las esquinas de las calles y en las sinagogas donde todos pueden
verlos. Les digo la verdad, no recibirán otra recompensa más que ésa.”
Somos como hipócritas para Dios cuando hablamos con Él como un actor con un papel en
un escenario, simulando una postura para agradar a todos menos a Él. Un hijo sale de la
intimidad con la recompensa, con el premio del Padre, con la respuesta efectiva y clara.

Mateo 6:6  “Pero tú, cuando ores, apártate a solas, cierra la puerta detrás de ti y ora
a tu Padre en privado. Entonces, tu Padre, quien todo lo ve, te recompensará.”
Para hablar con el Padre y salir completos necesitamos cerrar las puertas, no de una
habitación, aún estando en medio de una multitud podemos cerrar las puertas de nuestras
limitaciones, de todo lo que nos impide relacionarnos con Él, nuestro propio modo de ver y
hacer las cosas, nuestras propias respuestas.

Mateo 6:7-8 “Cuando ores, no parlotees de manera interminable como hacen los
seguidores de otras religiones. Piensan que sus oraciones recibirán respuesta sólo
por repetir las mismas palabras una y otra vez. No seas como ellos, porque tu
Padre sabe exactamente lo que necesitas, incluso antes de que se lo pidas.”
Cuando somos hijos entramos a la presencia del Padre para experimentar de su amor que
nos transforma y fortalece, lo que menos hacemos es decirle lo que necesitamos o
padecemos, pues Él ya lo sabe, eso sería repetir. Entramos al secreto para que el Padre
nos manifieste lo que necesita de nosotros, con un corazón dispuesto a hacerlo.
Nacimos para suplir las necesidades de Dios en la tierra, y cuando entramos dispuestos a
ello, nuestras necesidades son suplidas por Él. Es dándole como nos da, es honrándole

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como Él nos honra. Necesitamos recordar los principios que mueven el corazón de Dios,
eso es lo que nos permite ser íntimos con Él, que nuestro corazón sienta como Él siente.

Saber que a Él le interesamos y que quiere lo mejor para nosotros nos motiva a
resplandecer de gozo ante su plan, dejando de vivir preocupados por lo que nos falta o nos
sucede.
Salmo 106:1 ¡Alabado sea el SEÑOR! ¡Den gracias al SEÑOR, porque él es bueno! Su
fiel amor perdura para siempre.

Nuestra petición ante Dios tiene que ser con gratitud sabiendo que Él hará lo más propicio.
Filipenses 4:6  “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones
delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.”

Si quisiéramos saber cuánto tiempo debiéramos orar para que nuestra relación con Dios
sea buena, nunca deberíamos dejar de orar, siempre, constantemente.
1Tesalonicenses 5:17    Orad sin cesar.

Pedir en su nombre es más que pedir diciendo su nombre, es pedir conforme a su


propósito. Si lo que pido es acorde a su propósito en la tierra me será dado. Si no lo es no
me conviene que me sea dado, porque es contrario a la voluntad de Dios.
Juan 14:13    Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el
Padre sea glorificado en el Hijo.

Necesitamos ser sabios conocedores de cuál es la voluntad de Dios para no pedir algo
contrario.
Salmo 66:18 "Sabía que si yo hubiera tenido malas intenciones, mi Señor no me
escucharía;"
1Juan 5:14    La seguridad que tenemos al estar unidos a Dios es esta: Dios escucha
nuestras oraciones cuando le pedimos conforme a su voluntad.

En la intimidad con Dios necesitamos meditar acerca de lo que la palabra nos revela, Dios
nos hablará a través de sus escrituras, responderá, mostrará lo que necesitamos conocer,
siempre algo nuevo.

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Josué 1:8  ”Estudia constantemente este libro de instrucción. Medita en él de día y


de noche para asegurarte de obedecer todo lo que allí está escrito. Sólo entonces
prosperarás y te irá bien en todo lo que hagas.”

Jesús oraba temprano, antes de comenzar la actividad del día.


Marcos 1:35    A la mañana siguiente, antes del amanecer, Jesús se levantó y fue a
un lugar aislado para orar.

Cuando oramos nuestros ojos son abiertos para poder ver espiritualmente lo que antes no
veíamos, por verlo solo desde nuestra humanidad, desde nuestros sentimientos.
Salmo 119:18  “Abre mis ojos y hazme ver lo maravillosas que son tus enseñanzas.”

En la comunión íntima con el Padre Él penetra hasta lo más profundo de nuestro ser a fin
de que nada quede en nosotros sin ser de su agrado.
Salmo 139:23  "Dios mío, examíname y conoce mis pensamientos; ponme a prueba
y reconoce todos mis pensamientos."

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NOTAS:

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9. LA IGLESIA

Mateo 16:15-16  “El les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Respondiendo
Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.”
Así como Pedro reconoció a Jesús como el Cristo y el hijo, nosotros necesitamos
reconocer hoy al Cristo en aquellos que Dios asignó para guiarnos y pastorear nuestra
vida. Pues entonces Jesús lo reconoce a Él, no como Simón, que significa “junco” sino
como Pedro, que significa “piedra”, sólido y firme. Este mutuo reconocimiento se produce
cuando se nos revela quién es el que tengo delante mío, quién es espiritualmente, el Cristo
delante nuestro, y así saber quiénes somos para Dios.

Mateo 16:18 "También te digo que tú eres Pedro, y construiré mi iglesia sobre esta
roca. Las fuerzas de la muerte no la derrotarán."
Cuando se nos revela y se produce en nosotros este reconocimiento mutuo Cristo edifica la
iglesia con nosotros, piedras vivas de edificación. Esta roca es el cimiento que hace firme
la edificación.
Cristo dice: “mi iglesia”, es su sueño, su plan, su cuerpo, eso somos los que
nacimos a esta nueva vida, y nos está edificando, está afirmando y fortaleciendo en
nosotros casa, familia, restaurando la perfecta relación de padres e hijos. Si se nos revela,
estaremos edificando firmemente.

La iglesia puede compararse con el cuerpo de un hombre, uno muy especial, el cuerpo
de Cristo.
1Corintios 12:27    Todos ustedes son el cuerpo de Cristo y cada uno es una parte de
ese cuerpo.

El Espíritu Santo es el que nos une y nos integra en el cuerpo, Él trabaja


asegurándonos la unidad.
1Corintios 12:12-13    "Nuestro cuerpo tiene muchas partes, pero todas esas partes
forman un solo cuerpo. Lo mismo sucede con Cristo: ya sea judíos o no, esclavos o
libres, todos hemos sido bautizados en un mismo Espíritu para formar parte de un
solo cuerpo; a todos se nos dio a beber del mismo Espíritu."

La cabeza de este cuerpo-iglesia es Cristo, su estatura, su sistema pensante, su


preeminencia, su autoridad a la hora de vivir a pleno la palabra, establecido como único

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para gobernar y guiar a la multitud de miembros. Los miembros, los hijos, dependen de la
cabeza para todo, están unidos para hacer lo que la cabeza determina y en la forma en
que lo establece la cabeza, que son los superiores, los Cristos.
Efesios 4:15-16    "…maduraremos y seremos como Cristo en todo sentido,
enseñando la verdad con amor. Cristo es la cabeza y el cuerpo entero depende
de él. Por medio de él, todas las partes del cuerpo están ligadas y se mantienen
unidas. Cada parte cumple su función y así todo el cuerpo crece y se fortalece por
el amor."

PROPÓSITO de la IGLESIA

Efesios 1:11-12  “…dado que estamos unidos a Cristo, hemos recibido una herencia
de parte de Dios, porque él nos eligió de antemano y hace que todas las cosas
resulten de acuerdo con su plan. El propósito de Dios fue que nosotros, los judíos —
que fuimos los primeros en confiar en Cristo—, diéramos gloria y alabanza a Dios.”
Cuando la iglesia funciona manteniendo su unidad a la cabeza, da la gloria y la honra al
Padre ya que la manifiesta.
La palabra nos habla de la herencia que recibimos de parte de Dios cuando mantenemos
la unidad del cuerpo, y es porque nos trata como a hijos, pues solo los hijos heredan.

Fuimos elegidos para pertenecer al cuerpo desde antes de fundarse el mundo, es el plan
eterno de Dios.
Mateo 28:18-20 “Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es
dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las
naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo;
enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo
estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.

Formar parte de la iglesia no es una opción, es el pensamiento de Dios, pues Él


piensa en nosotros como partes de “su” cuerpo. Por eso tiene que ser una necesidad
nuestra y un anhelo cumplir con la orden de “permanecer”. Estar dentro nos asegura estar
dentro de su plan, y no de los nuestros, nos afirma que estamos en sus obras, y no en las
nuestras.

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Hebreos 10:24-26  “Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las
buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre,
sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca. Porque si
pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la
verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados,”

Estamos dentro de la iglesia para estimularnos unos a otros, que es provocarnos a


vincularnos a través del amor como vínculo espiritual, no sentimental, y a hacer todo lo que
el Padre nos propone para cumplir su propósito.
Es necesario que nos animemos a participar, a no dejar de ser parte ya que la palabra nos
dice que Dios lo considera pecado, fallarle a Dios. Su plan es la edificación de la iglesia, no
relacionarnos con Él de forma personal e individual, o edificar otra cosa. Y la iglesia se
edifica desde dentro, dejándonos perfeccionar para ser parte, piedras de edificación de los
otros.

Esta es la iglesia que crecía y era edificada espiritualmente en Jerusalén, que no es


un lugar físico para nosotros sino una posición espiritual, el centro de la voluntad de Dios,
en todo.
Hechos 2:42    Se mantenían firmes en la enseñanza de los apóstoles, en la
comunión, en el partimiento del pan y en la oración.

• Hay un orden que es importante en la obra, ya que lo primero que plantea es la


firmeza en cuanto a las enseñanzas de los apóstoles, la cabeza de la iglesia, los
principios soltados por los hombres puestos al frente para edificar de acuerdo al
diseño que a Dios le agrada. Un cuerpo afirmado, receptivo y alineado de
acuerdo a lo que los apóstoles establecen a través de la palabra.

• El segundo elemento es la comunión, una relación espiritual entre los


miembros, relación que va más allá de la relación amistosa ya que no depende de
sentimientos o preferencias, sino del propósito de Dios y de lo que el espíritu del
hombre percibe de acuerdo al plan de Dios. En esta comunión nada puede
apartarnos en la pertenencia y en la constancia y pasión al hacer.

• El partimiento del pan se refiere a la palabra que es impartida en la mesa, en


una relación de padres e hijos, en la que es impartido el espíritu de un padre y los
hijos establecen pacto para llevarlo adelante y vivirlo sin obstáculos.

• La oración completa las cuatro columnas que sostienen el crecimiento de la


iglesia, la relación íntima con el Padre para ser direccionados por Él, fortalecidos.

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NUESTROS DEBERES DENTRO

La unidad se va fortaleciendo cuando nos hacemos parte del trabajo de sostenimiento


mutuo, de aliento y de guía en la adversidad.
Gálatas 6:1-2    "Hermanos, es posible que alguno de ustedes caiga en la trampa del
pecado. Ustedes, que son guiados por el Espíritu, acérquense a él y ayúdenle a
corregir su error. Pero ¡ojo!, háganlo con humildad pues ustedes también pueden
caer en tentación. Ayúdense cuando se encuentren en problemas, pues así
estarán cumpliendo la ley de Cristo."

Nuestra actitud va siendo transformada palabra tras palabra que nos va siendo impartida y
se manifiesta un cambio en el relacionamiento de unos con otros. En la iglesia somos
entrenados.
Gálatas 6:10  "Siempre que podamos, hagamos el bien a todos, especialmente a
nuestros hermanos en la fe."

A cada uno nos fueron entregados dones, tesoros únicos que nos fueron entregados
por el padre eterno y que estaban inactivos en nuestro espíritu desde la eternidad, y el
Espíritu los activa cuando un padre suelta la palabra sobre nuestras vidas, impartiendo vida
en nosotros, para que los pongamos al servicio de la iglesia y así sea enriquecida
para cumplir el propósito.
1Pedro 4:10  “Cada uno de ustedes recibió un don espiritual que debe ser utilizado
para servir a los demás. Así serán buenos administradores del generoso amor que
Dios les ha dado en tantas formas.”

Ser parte de la iglesia nos hace responsables de sostenerla, lo que implica una
honra más que una obligación. Podemos entenderlo cuando se nos revela el privilegio
que significa estar en ella, en medio del sueño de Dios en la tierra.
2Corintios 9:7    Cada uno debe dar lo que en su corazón  ha decidido dar y no lo
haga con tristeza ni por obligación. Dios ama a los que dan con alegría.

EL LIDERAZGO

Aunque nosotros no pensemos llegar a ser líderes, el plan de Dios es que todos lo
seamos. Ser líder es asumir un papel de compromiso en sus planes, ser principales y jefes
a la hora de establecer la palabra y vivirla, de vencer todo obstáculo, poniendo en primer

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lugar en nuestras vidas a la iglesia y a los planes de Dios. Si vivo como líder soy
protagonista, no observador.

Pablo habla a Timoteo en la carta, su hijo del alma, enseñándole acerca de cómo
formar líderes en la iglesia con corazón de padre. Cuando la Biblia habla de los
ancianos, no nos está haciendo referencia a la edad de  los líderes sino a la madurez con
que estos actúan y viven.
1Timoteo 3:1-7  "Esto es cierto: el que quiera ser anciano líder, a buena obra se
encomienda. Es necesario que los ancianos líderes lleven una vida que nadie
tenga por qué criticar y muestren las siguientes cualidades: ser sensatos,
respetables, tener una sola esposa, tener domino propio, estar dispuestos a recibir
en su hogar a los necesitados y ser capaces de instruir en la fe. Ellos no deben
emborracharse ni pelear, sino ser amables, pacíficos y no amar el dinero. Deben
dirigir bien a su propia familia, es decir, que sus hijos les obedezcan y siempre los
respeten. Si un hombre no sabe dirigir a su propia familia, entonces tampoco podrá
cuidar de la iglesia de Dios. Los ancianos líderes no deben ser nuevos creyentes en
Cristo para que no se enorgullezcan ni sean condenados como el diablo. Además,
deben tener el respeto de la gente que no es de la iglesia. De esa manera evitarán
críticas y no caerán en las trampas que el diablo tratará de ponerles."

EL TRATO HACIA LOS LÍDERES

Dios nos pide que reconozcamos y honremos a los que él pone como autoridad,
pues eso nos enaltece.
1Tesalonicenses 5:12-13    Amados hermanos, honren a sus líderes en la obra del
Señor. Ellos trabajan arduamente entre ustedes y les dan orientación espiritual.
Ténganles mucho respeto y de todo corazón demuéstrenles amor por la obra que
realizan. Y vivan en paz unos con otros.
Cuando surgen dificultades caemos en el trato hacia los que Él puso delante nuestro. El
familiarismo y el amiguismo nos priva del privilegio de establecer esa relación de honra y
respeto que requiere de nosotros como mejor y más excelente.

Nuestros pastores tienen la llave de la puerta que nos abre al cumplimiento de


nuestro destino profético, en ellos Dios nos da las pautas y nos guía. Ellos responden
por nosotros ante Dios.
Hebreos 13:17    “Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos
velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta; para que lo hagan
con alegría, y no quejándose, porque esto no os es provechoso.”

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10. LAS ORDENANZAS

TESTIFICAR

Cuando conocemos a Cristo y comenzamos a vivir la vida nueva y plena en medio de la


iglesia, anhelamos compartir con los demás el privilegio de haber descubierto el propósito
por el cual nacimos. No debemos dejar de hacerlo, es fundamental en nuestro crecimiento
dar testimonio de lo que hizo Dios en nuestras vidas para asumir el carácter valiente que
Dios irá formando en nosotros.
2Corintios 5:17  “…todo el que pertenece a Cristo se ha convertido en una persona
nueva. La vida antigua ha pasado, ¡una nueva vida ha comenzado!

El Señor nos llama como representantes suyos atrayendo a los otros a conocerle y
conocer nombre o propósito de vida dentro del cuerpo. Somos enviados a reconciliar a
otros con el Padre, trayéndolos de nuevo junto a Él.
2Corintios 5:20  “Así que somos embajadores de Cristo; Dios hace su llamado por
medio de nosotros. Hablamos en nombre de Cristo cuando les rogamos: «¡Vuelvan
a Dios!».

Hay una posición que es dentro de la iglesia y una actitud que es la de alabarle, y
predicar al mundo que Él nos creó con un plan y cumplirlo nos llena de gozo.
Hebreos 2:12  “diciendo: Anunciaré a mis hermanos tu nombre, En medio de la
congregación te alabaré.  

Cristo se hizo palabra porque vivió cada una de las palabras que anunciaba y eso nos da
una forma de vida nueva y plena, con su modelo de hijo, nos enseña a seguir su ejemplo,
guiados por los nuestros líderes en la casa de Dios.
1Juan 1:1-2  “Les anunciamos al que existe desde el principio, a quien hemos visto y
oído. Lo vimos con nuestros propios ojos y lo tocamos con nuestras propias manos.
Él es la Palabra de vida. Él, quien es la vida misma, nos fue revelado, y nosotros lo
vimos; y ahora testificamos y anunciamos a ustedes que él es la vida eterna.
Estaba con el Padre, y luego nos fue revelado.”

Él nos llamó para encender nuestro espíritu y darnos luz, claridad en cada paso y
circunstancia de nuestra vida, una luz que resplandece y es figura de su sabiduría, una

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sabiduría que no depende de la inteligencia ni es humana, sino que es sobrenatural y


espiritual. Cuando la luz ilumina nuestras vidas podemos hacer  buenas acciones, cambiar
nuestras actitudes porque podemos ver el error que antes no veíamos, así los demás al
vernos alaban al Padre y le conocen.
Mateo 5:14-16  “Ustedes son la luz del mundo, como una ciudad en lo alto de una
colina que no puede esconderse. Nadie enciende una lámpara y luego la pone
debajo. En cambio, la coloca en un lugar alto donde ilumina a todos los que están
en la casa. De la misma manera, dejen que sus buenas acciones brillen a la vista
de todos, para que todos alaben a su Padre celestial.”

Cuando damos testimonio a los hombres tenemos la meta del Padre, no solo
compartimos sino que los traemos a casa y los unimos como discípulos a la obra de Dios
con nosotros. cuando lo que hacemos está enfocado al cumplimiento de “SU” propósito, Él
está con nosotros, nos apoya. Si hacemos lo que nos parece, sin atender a cumplir su
palabra, nos quedamos solos.
Mateo 28:19-20  “Por lo tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones,
bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Enseñen a los
nuevos discípulos a obedecer todos los mandatos que les he dado. Y tengan por
seguro esto: que estoy con ustedes siempre, hasta el fin de los tiempos.”

EL BAUTISMO

Cuando nos reconciliamos con Dios nuestro Padre, conocemos y creemos en su plan para
nuestra vida, hay un paso que urge dar y es el bautismo. No es una opción, es el
resultado de haber recibido la salvación. Es un paso que surge en nosotros como una
necesidad para continuar avanzando.
Hechos 8:34-38  “El eunuco le preguntó a Felipe: «Dime, ¿hablaba el profeta acerca
de sí mismo o de alguien más?». Entonces, comenzando con esa misma porción
de la Escritura, Felipe le habló de la Buena Noticia acerca de Jesús. Mientras iban
juntos, llegaron a un lugar donde había agua, y el eunuco dijo: «¡Mira, allí hay
agua! ¿Qué impide que yo sea bautizado?» Ordenó que detuvieran el carruaje,
descendieron al agua, y Felipe lo bautizó.”
El ángel envía a Felipe junto a un eunuco etíope que venía de adorar a Dios, no era
del pueblo de Dios pero venía de adorar a Dios y leía la palabra, figura de nosotros que
no perteneciendo al pueblo judío nos hicimos parte del pueblo de Dios. Cuando Felipe le
anunció la palabra sintió la urgencia de bautizarse e inmediatamente fue bautizado. El
único requisito es haber creído.

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El bautismo es la inmersión en agua, figura de nuestra muerte a una vieja forma de


vivir y el inicio a una vida vivida en el espíritu. Nos sumergimos por completo en el
agua, figura de la palabra, para morir y nacer en el nombre que es el propósito del Padre,
del Hijo y del Espíritu Santo. Nacemos a vivir la paternidad en las tres áreas de nuestro
ser: cuerpo, alma y espíritu; nacemos a vivir a la vida que el Hijo nos señaló como
modelo de hijos, y nacemos en el Espíritu para vivir siendo guiados por el Espíritu para que
el nuestro tome el gobierno sobre nuestro cuerpo y nuestra alma.
En el bautismo damos testimonio público de nuestra fe después de haber escuchado y
recibido la palabra de Dios. Damos testimonio ante todos de nuestro compromiso de ser
parte de la iglesia en el mundo.
Hechos 2:41    Los que creyeron lo que Pedro dijo fueron bautizados y sumados a la
iglesia en ese mismo día, como tres mil en total.

LA MESA

La mesa es el tiempo y el lugar en el que el padre de familia parte el pan con sus
hijos, figura de la palabra que es predicada por un pastor.
1Corintios 11:23-26  “Porque yo recibí del Señor lo que también os he enseñado:
Que el Señor Jesús, la noche que fue entregado, tomó pan; y habiendo dado
gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es
partido; haced esto en memoria de mí. Asimismo tomó también la copa, después
de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto
todas las veces que la bebiereis, en memoria de mí. Así, pues, todas las veces que
comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que
él venga.”

Cuando estamos a la mesa junto a nuestros pastores para recibir la palabra, el pan, que es
figura de una palabra que nos sustenta, es partido para nosotros, es abierto para
revelarnos lo escondido de Dios dentro de ella. Recibir el pan nos hace ser parte de su
cuerpo, de su iglesia como instrumento para hacer su voluntad en la tierra. El pan, la
palabra pasa a formar parte de nosotros, se fusiona con nosotros y nos transforma.
Cuando esto sobrenatural sucede hacemos memoria de Él, traemos a la memoria actual, la
memoria eterna de lo que vinimos a hacer en la tierra, de nuestro propósito como parte de
“su” cuerpo.
La copa representa para nosotros el pacto. Está llena de su vino, que es su sangre, su
vida vivida según la voluntad del Padre, es la que nos hace entrar en pacto con Él, con
Dios, con la casa donde Dios nos trajo y con los pastores que están sobre nuestras vidas

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para guiarnos y aprender a hacer su voluntad. El vino es figura del gozo y la pasión que
nos une, es figura de la sangre, nuestra vida vivida como Él la vivió, cumpliendo cada una
de las palabras y la voluntad del Padre.

1Corintios 11:27-29  "Entonces, si alguien come el pan y bebe de la copa del Señor
de una manera que no va de acuerdo con su verdadero significado, estará
cometiendo un pecado contra el cuerpo y la sangre del Señor. Por eso, cada uno
debe examinar su propio corazón antes de comer el pan o beber de la copa.
Porque el que come y bebe sin considerar a los que forman el cuerpo del Señor, se
condena a sí mismo."
Participar de la mesa, el pan y la copa, no es algo individual, es en equipo, me
involucra, me integra, me hace parte de la congregación, y esta es una honra que me es
entregada.

1Corintios 10:16-17 “La copa de bendición que bendecimos, ¿no es la comunión


de la sangre de Cristo? El pan que partimos, ¿no es la comunión del cuerpo de
Cristo? Siendo uno solo el pan, nosotros, con ser muchos, somos un cuerpo; pues
todos participamos de aquel mismo pan.”
Siendo nosotros muchos lo que nos une es la misma mesa, el mismo pan, el mismo pacto
y la misma palabra, un mismo propósito, estableciendo la comunión, la verdadera unión y
fusión de todos en Él, con Él y por Él.

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11. LA FAMILIA

Cuando Dios llama a un hombre o una mujer está llamando a familias enteras. Su plan es
completo y nos abarca a todos, familias, formando parte de la gran familia, la iglesia,
cumpliendo su voluntad.

Génesis 2:18  “Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré
ayuda idónea para él.”  
Dios crea al hombre y forma equipo uniéndolo a la mujer como una ayuda idónea. La
ayuda nos habla del socorro que es la mujer para el hombre para cumplir propósito en la
tierra asignada, la ayuda idónea habla de una mujer que es puesta delante, la contraparte,
la que se opondrá al hombre para que nada le aparte de cumplir la voluntad de Dios,
guardar y labrar el huerto.

La mujer en la Biblia es figura de la iglesia, que fue creada por Dios para que todo
hombre sea ayudado en el cumplimiento de su plan. El padre de familia o marido es
figura del pastor dentro de cada iglesia.
Génesis 2:21-24  “Entonces Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y
mientras éste dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar. Y de
la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre.
Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta
será llamada Varona, porque del varón fue tomada. Por tanto, dejará el hombre a
su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne.”

La mujer fue formada de la costilla del hombre. Los huesos son figura en la Biblia de la
estructura de gobierno, lo que nos muestra que la mujer viene a establecer junto con el
hombre la estructura del gobierno de Dios en la tierra.
Ambos unidos por una misma estructura de fundamentos, que sostienen la iglesia,
unidos en la carne bajo el mismo gobierno. Hombre y mujer, pastor e iglesia, el espíritu y el
alma.
Así como el hombre deja el hogar donde fue criado para unirse a la mujer, deja todo lo que
lo paternizó, la cultura, las creencias, las formas propias aprendidas, para unirse y fundirse
con la amada, la iglesia, y recibir una firme paternidad, la de Dios, y así manifestar su
sueño en la tierra.

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Efesios 5:25  “Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y
se entregó a sí mismo por ella,”
El amor que une al hombre y la mujer, al líder y la iglesia, tiene que ser como el que
vivió Cristo, sin límites. Es el vínculo perfecto que ha de establecerse para funcionar
plenamente.

1Pedro 3:1  “Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos;”


Una mujer sujeta es una iglesia que sabe escuchar y obedecer al liderazgo, a la guía
de los pastores como padres, sujetándose así a la voluntad de Dios enseñada a través de
la palabra.

El hogar es el ámbito en el que Dios trae a la vida y desarrolla a los hijos, el fruto.
Deuteronomio 6:6-7  “Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu
corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y
andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes.”
Los hijos en la iglesia son la congregación, los niños son los que aún no alcanzaron
madurez. Necesitan ser formados y guiados por los padres, los líderes, dentro del cuerpo.

Filipenses 2:3-4  “No sean egoístas; no traten de impresionar a nadie. Sean


humildes, es decir, considerando a los demás como mejores que ustedes. No se
ocupen sólo de sus propios intereses, sino también procuren interesarse en los
demás.”
Dios nos trata, transforma nuestro carácter, dentro de la familia enseñándonos a
comportarnos y a tratar a los otros, a la amada, como Cristo la amó, la iglesia, al liderazgo,
con respeto y sujeción.

Filipenses 2:5    Tengan la misma actitud que tuvo Cristo Jesús.


Seguirle a Él es aprender para avanzar en nuestro crecimiento y en el de los otros.

Juan 17:11  "No me voy a quedar en el mundo, pero ellos están aquí y yo voy a ti.
Padre santo, cuídalos. Cuídalos por el poder del nombre que me diste, para que
sean uno así como tú y yo."
La iglesia es el vientre, el ámbito perfecto, en el que el Señor nos guarda y enseña a
establecer la unidad que hubo entre Él y el Padre, siendo obedientes a la voz del
padre que nos direcciona. En esta unidad manifestamos al Dios Padre, su amor eterno

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por los hombres. Nuestra unidad lo manifiesta. Necesitamos ser enseñados a permanecer
en esa relación de unidad del cuerpo.
Juan 17:23  “Yo estaré en ellos y tú estarás en mí para que estén perfectamente
unidos. Así el mundo sabrá que tú me enviaste y que tú los amas a ellos como me
amas a mí.”

 
 
 
 
 

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