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El filosofo francés Jean – Paul Sartre dijo “Al elegirme, elijo al hombre”;
con esta frase quiso decir que cuando actuamos, no actuamos para nosotros
mismos nada más; nunca actuamos solo por nuestra cuenta, también
decidimos, indirectamente, para los demás, para todo el mundo; pues cuando
un individuo decide hacer trampas, con sus actuaciones esta diciendo: hay que
hacer trampas, sugiere que eso esta bien, y que todos debemos ser tramposos.
Ya que con pequeñas o grandes decisiones estamos ofreciendo un modelo de
comportamiento o actuación a la humanidad que nos observa, pues nunca
estamos solos; pues las elecciones que hacemos aunque parezcan individuales,
influencian adecuada o inadecuadamente a los demás.
Por otro lado, recordemos que existen normas universales, es decir que son
respetadas y practicadas por las personas en cualquier parte del planeta,
contexto o cultura. Como por ejemplo respetar la dignidad humana, no humillar
o maltratar, pagar las deudas, devolver lo prestado, dar un beneficio a una
persona que antes se lo había hecho a usted; sin embargo hay una ley universal
que resume las anteriores: “No hacer a los otros lo que no nos gustaría que no
hiciesen” o “lo que queráis que las personas os hagan, hacedlo también vosotros
a ellos” es lo que se conoce como la regla de oro y el fondo de ella es el respeto a
los demás, ya que hay personas que por ignorancia, necesidad de interiorizar
principios educativos o porque descubrieron que pueden usar la razón; con ella
buscan justificar, racionalizar o explicar sus acciones equivocadas. De ahí que
no podemos seguir pensando que la ética es