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el tiempo
Serie: Cuadernos para la Información / 3
Primera edición
Lima, enero de 2019
Tiraje: 1000 ejemplares
ISBN: 978-9972-679-94-0
En las últimas dos décadas, CHIRAPAQ Centro de Culturas Indígenas del Perú viene trabajando de manera
sostenida con diferentes comunidades del pueblo Yanesha de la cuenca del río Palcazu, en la región de Pasco.
En 2009 acordó un convenio con la Federación de Comunidades Nativas Yanesha (FECONAYA) para apoyar
en temas de derechos indígenas en general y de las mujeres en particular. Al año siguiente, se inició con la
experiencia de recuperación del algodón nativo en la comunidad de Loma Linda y de telas teñidas con tintes
naturales en Tsachopen. A partir de 2011, CHIRAPAQ suscribió un nuevo convenio con FECONAYA a través del
cual se dio inicio a una experiencia piloto de elaboración de artesanías con mujeres de las comunidades de Loma
Linda, Santa Rosa de Chuchurras y Tsachopen y, unos años después, con otras comunidades de la zona. Esta
experiencia consistió en la recuperación de los tejidos en algodón nativo y mejoramiento de los teñidos con
tintes naturales. Como consecuencia, las mujeres yanesha de las distintas comunidades se fueron organizando
y a través de múltiples capacitaciones en corte y confección, teñidos, diseños, acabados y plan de negocio,
fueron elaborando sus propias creaciones y participando en variadas ferias y festivales de telas teñidas. Algunas
fueron reconocidas y premiadas por su gran trabajo como artesanas, tanto por el gobierno regional como por
el Congreso de la República.
Con el fin de apoyar el trabajo que vienen realizando las mujeres artesanas, CHIRAPAQ organizó el PRIMER
ENCUENTRO DE SABIAS Y SABIOS. Símbolos e iconografías. La vestimenta yanesha, sus diseños y significados, en
agosto de 2015, en Iscozacín (Pasco). Este encuentro tuvo como objetivo crear un espacio intergeneracional
donde rememorar, intercambiar y reflexionar en torno a la vestimenta yanesha y temas vinculados a la misma.
Con el propósito de seguir indagando en esta temática y construir conocimiento conjunto con el pueblo
Yanesha, organizamos el SEGUNDO ENCUENTRO DE SABIAS Y SABIOS. Vestimenta Yanesha, diseños y significados,
en octubre de 2017, desarrollado en la comunidad de Loma Linda. Tanto abuelos, abuelas, jóvenes y adultos
intercambiaron sus distintas experiencias y conocimientos, reflexionando conjuntamente sobre el presente,
pasado y futuro del pueblo Yanesha a través de la vestimenta y la iconografía.
Los datos que presentamos a continuación son el resultado de esas jornadas de trabajo conjunto con
los participantes y validados, luego, en un tercer encuentro en octubre de 2018. Los mismos fueron analizados
en el marco de otras investigaciones realizadas en los últimos años por otros especialistas cuya bibliografía
citamos como corresponde. La información obtenida la hemos subdividido en fascículos que tienen la finalidad
de alcanzar la información hallada de una manera amena, amigable y útil en torno a la historia del pueblo
Yanesha, la vestimenta, la iconografía y otros temas vinculados. La recopilación de datos y la sistematización
de información ha correspondido a la Dra. María Amalia Ibáñez Caselli, entusiasta colaboradora de CHIRAPAQ.
En el presente fascículo abordamos el proceso histórico vivido por el pueblo Yanesha, buscando algunos
antecedentes que nos den cuenta de la vestimenta, la iconografía y los cambios en el tiempo. Esperamos que la
información obtenida sirva, especialmente, a las artesanas y a las nuevas generaciones, así como al profesorado
en general, para que los saberes, conocimientos y la cultura Yanesha se sigan practicando y reproduciendo.
Mapa Nº 1 – Comunidades Yanesha de la cuenca del Palcazu (marcadas con los círculos)
Efectivamente, durante mucho tiempo, el pueblo Yanesha fue conocido como Amuesha. Con este
nombre aparece en algunas crónicas y literatura antropológica, junto con otros tales como amage, amuexia.
Hasta donde hemos podido averiguar, la palabra “yanesha” significa, en su propia lengua, “nosotros la gente”
y, a diferencia de los otros nombres bajo los cuales se ha conocido a este pueblo, ésta es una denominación
propia (MINCUL, 2017), es decir, es el nombre con que el pueblo Yanesha se autodenomina en su propio idioma.
En cambio, el nombre amuesha no significa nada en lengua yanesha. El investigador Richard Ch. Smith plantea
que es un término foráneo, no propio, tal vez, tomado por los mestizos de los campas (Santos Granero, 2004),
nombre con el que era también conocido el pueblo Ashaninka.
Alrededor de 1980 el nombre amuesha cayó en desuso cuando la organización que agrupaba a todos los
asentamientos yanesha cambió el nombre con el que era conocida desde su fundación en 1969: Congreso de
Comunidades Nativas Amuesha, por el de Federación de Comunidades Nativas Yanesha (FECONAYA) (Ibidem:
174).
Una familia lingüística es el conjunto de lenguas emparentadas entre sí y que comparten un origen común.
Son lenguas que presentan algunas características similares en cuanto a sus sonidos, estructura gramatical,
formación de palabras, etcétera y que por eso se las clasifica como pertenecientes a la misma familia. Las
familias lingüísticas pueden estar conformadas por una o más lenguas. En el Perú existen 19 familias lingüísticas:
2 andinas (Aru y Quechua) y 17 amazónicas. Entre estas últimas, las familias lingüísticas que presentan mayor
cantidad de lenguas son las familias Pano y Arawak, ambas con 10 lenguas (MINEDU, 2013). El nombre arawak fue
tomado de un pueblo del caribe cuyas características lingüísticas son comunes y compartidas por varias lenguas
habladas en el continente sudamericano. En el Perú, conforman la gran familia lingüística Arawak las lenguas
yanesha, yine (piro), iñapari, machiguenga, campa ashaninka, asheninka (campa del Gran Pajonal), nomatsiguenga,
resígaro, chamikuro y, posiblemente, mashco piro (mashco), también el llamado campa caquinte. Sin embargo,
la lengua yanesha muestra algunas diferencias con respecto de las demás lenguas debido, en parte, a la acción
del contacto con la lengua quechua, lo que ha modificado bastante su propia estructura (UNICEF–FUNPROEIB
ANDES, 2009: 318).
“Lima (Llemmaño) fue nuestra primera casa; luego venimos de la Oroya; pasando por
Ticlio; ya vinimos a La Merced, de ahí a Oxapampa y San Ramón”.
Los estudios que se han hecho en los últimos años, principalmente por Richard Ch. Smith y otros
colaboradores del Instituto del Bien Común (IBC) lo confirman, señalando que:
“... posiblemente el territorio Yanesha se habría extendido hasta las orillas del océano
Pacífico, en los territorios cercanos a donde se ubica hoy en día la ciudad de Lima.
La evidencia de ello se encuentra en diversos mitos o relatos que aún se cuentan en
las comunidades, en las palabras de origen andino dentro del vocabulario yanesha, y
también en algunas fuentes escritas de la época colonial” (MINCUL, 2014:38).
Se hace imprescindible trabajar con los más ancianos y ancianas para recoger tales relatos. Trabajos
arqueológicos, etnohistóricos y etnográficos han demostrado recientemente la presencia del grupo
etnolingüístico arawak en la costa central. Los estudios realizados por R. Smith —desde hace más de tres
décadas— con representantes del pueblo Yanesha en torno al territorio, los paisajes, los mitos, sus divinidades,
la memoria y los topónimos dejan a la luz un claro contacto entre la costa y la selva central. Trabajos hechos
por este autor plantean que hubo presencia de lenguas arawak en la costa y sierra central del Perú durante el
Periodo Intermedio Temprano (200–700 d.C.) o incluso antes (Smith, 2011: 246 citado en Vargas, 2016).
Este sitio es conocido en los documentos históricos y académicos con distintos nombres: puliana, pucllana,
juliana, pocyena. El investigador P. Vargas (2016) inició una búsqueda del origen de estos nombres, así como sus
significados. Esto lo llevó a la conclusión que el nombre pocyena1 alude a una divinidad femenina vinculada al
agua y los alimentos. Esta idea aparece en los relatos del manuscrito quechua de Huarochirí y coincide, a la vez,
con relatos que Smith (2011) analiza, que hablan de ancestros yanesha ligados al agua que se encuentran en Lima:
“La femenina, Pocyena, es la que tiene a su cargo el cuidado del mar y otros cuerpos
de agua y toda la vida animal que contienen. Está asociada a algunas enfermedades,
especialmente las asociadas con algunas especies de sapos y pescados que habitan
los ojos de agua. Dicen que Pocyena vive en un lugar alto desde donde se puede ver
Sumado a esto, Vargas (2016) agrega que lo mencionado en las fuentes se corrobora con los hallazgos que
la arqueóloga I. Flores y su equipo hicieron en 2005 en la Huaca Pucllana, donde encontraron una muestra de
vasijas decoradas con tiburones, sacrificios femeninos e incluso una pequeña ofrenda de plumas de guacamayo
(proveniente de la selva). Es decir, la Huaca Pucllana, como así también el sitio ceremonial de Pachacamac en
el valle de Lurín y el Cerro San Cristóbal, en la ciudad de Lima, por un lado, figuran en la memoria del paisaje
sagrado yanesha y, por otro, los sitios arqueológicos evidencian rasgos de la selva (Vargas, 2017).
“[todo parecería indicar] que el área fue conquistada por los incas, su sujeción debió
haber sido poco duradera —la tradición oral yánesha da a entender que sí existió una
relación directa con agentes del imperio incaico—. Si uno se rige por esta tradición, el
contacto entre el pueblo yánesha y los incas osciló entre el intercambio y la hostilidad,
pero aun en el primer caso se trataba de una relación asimétrica, cargada de tensiones
y predispuesta a la violencia” (Santos Granero, 2004: 180).
Por ejemplo, por un lado, Santos Granero nos habla del mito de “Enc, el Inca tirano”. Se trata de un
relato en el que se deja la evidencia de una alianza matrimonial y política entre ambos pueblos donde Enc, que
representa al pueblo inca, es un personaje semidivino enviado a esta tierra por Yato’ Yos (“nuestro abuelo Yos”)
para cuidar de sus criaturas y contrae matrimonio con Yachor Palla, “nuestra madre Palla”, hija de la divinidad
suprema Yato’ Yos (ver Santos Granero, 1994). Por otro lado, estudios como los de Mary Ruth Wise (1976)
sugieren que existe una dificultad en el momento de establecer la clasificación de la lengua yanesha y que esto
se debería a los cambios fonológicos (en los sonidos) que ésta ha experimentado como consecuencia de las
influencias de la lengua quechua (Santos Granero, 2004).
Asimismo, hacia 1671 ingresan a la zona los dominicos, fundando también pueblos y misiones. Su avanzada
llegó a su fin cuando se introduce a la región el capitán español Don Pedro Bohórquez, con el objetivo de buscar
oro y con licencia de conquistador. Sin embargo, su actuar se limitó a refundar y tomar posesión en nombre del
Rey Felipe IV de las misiones fundadas por los dominicos —y anteriormente por los franciscanos— así como a
fundar nuevas poblaciones, generando desconfianza y hostilidad entre los pobladores por los abusos cometidos
(Santos Granero, 2004).
Entre 1709 y 1742, se vuelven a establecer misiones franciscanas. La presencia de las misiones en estos
territorios habría experimentado importantes cambios en la población indígena, en general, y yanesha, en
particular, en los siguientes niveles:
―― Actividades económicas: Se incorporaron nuevas tecnologías como las herrerías, así como una diversidad
de cultivos y animales domésticos foráneos. Entre los primeros, plátanos, cítricos y caña de azúcar; entre
los segundos, aves de corral y ganado vacuno (Santos Granero, 2004).
―― Demografía: Como ya se señaló, el brote de enfermedades desconocidas hasta entonces como viruela
y gripe causaron grandes epidemias y mortandad reduciendo considerablemente el número de la
población.
―― Acceso a nuevos recursos: como es el caso de las herramientas españolas y el conocimiento de las
ventajas de los utensilios de madera, piedra, hueso o cerámica, lo que habría generado una creciente
necesidad sobre estas manufacturas (ibídem). Sobre todo, la aproximación con los misionarios propició
a los yanesha el contacto con nuevos utensilios de metal, dado que los religiosos instalaron herrerías
en sus asentamientos, modificando también la concepción sobre los medios productivos (Caminha De
Souza Ribeiro, 2014).
Como consecuencia, los pueblos originarios logran expulsar a los españoles de su territorio hasta 1847,
fecha en la que las nuevas autoridades republicanas —con una política de conquista y colonialista del gobierno
militar—, dieron inicio a la “reconquista” y ocupación masiva de la zona.
Según Santos Granero (2004), durante este período se forjaron muchas de las características del
pensamiento religioso y de la organización sociopolítica de los yanesha, adoptando y desarrollando de manera
autónoma algunos de los productos, tecnologías e ideologías introducidos por los agentes coloniales, y
modificando, en algunos casos de manera radical, sus patrones de vida.
El siglo XX sería testigo de grandes alteraciones de los modos de vida y patrones culturales del pueblo
Yanesha:
―― Para 1920 el territorio tradicional yanesha se había reducido considerablemente. En esta época comienza
un desplazamiento gradual de la población yanesha hacia el este y norte de su territorio tradicional,
y éstos comienzan a ocupar el valle del Palcazu, como eventualmente también la cuenca del Pachitea
(Santos Granero, 2004: 168).
―― Además, a partir de esa fecha comienzan a llegar las misiones adventistas y evangélicas provocando
grandes cambios en la ideología religiosa yanesha.
―― A partir de 1940 la migración indígena andina provoca la reducción de los asentamientos yanesha
tradicionales (Caminha De Souza Ribeiro, 2014).
―― Según señala Santos Granero (2004) hasta la década de 1950 los yanesha contaban con líderes llamados
“cornesha” (kornesha)4, que desempeñarían simultáneamente funciones políticas y religiosas. Se
distinguían, por un lado, de los pa’llerr (“tabaqueros” o curanderos-hechiceros), por cuanto a pesar de
dominar al igual que estos las técnicas místicas de la coca y el tabaco, no desempeñaban funciones curativas
ni realizaban actos de hechicería; y, por otro, de los líderes seculares o guerreros (“amhchatareth”, “los
que son grandes, fuertes e inspiran miedo”) por cuanto a pesar de ser consultados en coyunturas de
guerra y nombrar en algunos casos a los líderes guerreros, jamás participaban directamente en acciones
bélicas.5 Muchos yanesha afirman que los templos de los “cornesha” estaban asociados a herrerías.
Las transformaciones acontecidas fueron afectando, a su vez, en los modos de vestirse, los materiales
utilizados para elaborar sus vestimentas, los elementos empleados para la decoración, la pintura corporal y sus
significados, así como el desarrollo y los usos de los diferentes diseños que han caracterizado a este pueblo.
Los integrantes del II Encuentro de Sabias y Sabios indicaron que es a partir de la segunda mitad del
siglo XX donde se producen los cambios más significativos en la vida y costumbres del pueblo Yanesha. A partir
de 1960–1970 la zona es invadida por nuevos colonos, se intensifica el comercio y poco a poco se incorporan
nuevos elementos y se abandonan otros; entre estos cambios, se originaron alteraciones en los materiales
utilizados para la vestimenta.
Asimismo, la población yanesha fue empleada como mano de obra barata realizando actividades de tipo
netamente comercial: participaron en las plantaciones de coca y caña de azúcar, así como en la elaboración de
melazas y aguardientes; de igual modo, se dedicaron al cultivo de algodón y fabricación de textiles de dicha
fibra.
Las fuentes no indican qué variedad del algodón se comenzó a cultivar. Lo más probable es que se haya
intensificado la variedad de algodón de color blanco puesto que era el que predominaba en el comercio de
exportación, quedando las otras variedades nativas relegadas, en un segundo plano. El bespan (algodón en
yanesha), algodón país o también conocido como algodón nativo, fue utilizado por el pueblo Yanesha para la
elaboración de la vestimenta tradicional y accesorios (CHIRAPAQ, 2013) antes de la llegada de los españoles.6
Este uso fue disminuyendo con el paso de los años, prefiriendo productos industrializados como el tocuyo, más
económico y fácil de trabajar y pinturas sintéticas.
6 En las comunidades protectoras de la Reserva de la Biósfera Oxapampa-Ashaninka-Yanesha, reconocida por la UNESCO en 2010, existen
más de ocho colores de algodón nativo (marrón, beige, crema, rosado, verde, azul, negro y castaño) (CHIRAPAQ, 2013). La reserva
Biósfera de Oxapampa está integrado por la reserva Comunal Yanesha, el Parque Nacional Yanachaga Chemillén junto con el Bosque de
Protección San Matías - San Carlos y la Reserva Comunal El Sira.
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REFERENCIAS BIBLIOGRaFICAS
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MINCUL
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MINCUL
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MINEDU
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1999 Caciques chinchaycochas, funcionarios incas y sacerdotes amueshas: los caminos antiguos de
Chinchaycocha hacia la selva central. Universidad Daniel Alcides Carrión. Cerro de Pasco: Ponencia
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2004 Donde nuestros ancestros alguna vez caminaron. Territorialidad y lugares sagrados amuesha en la
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UNICEF-FUNPROEIB ANDES
2009 Atlas Sociolingüístico de Pueblos Indígenas en América Latina. Cochabamba: UNICEF-FUNPROEIB
ANDES-AECI.
2017 Presencia de los pueblos Arawak en Lima Prehispánica. Ponencia presenta en II Colquio de Estudiantes
de Arqueología UNMSM “Rosa Fung Pineda”, (inédita).