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Editorial: Muertas

El número de feminicidios en lo que va del 2019 sugiere que aún


estamos muy lejos de una solución a la violencia de género.
VIOLENCIA. En el 2018, 149 mujeres murieron víctimas de feminicidio. En los primeros
10 días del 2019 la cifra ya llega a 5. Pareciera que de poco o nada sirven las campañas
que desde el Estado se realizan para tratar de combatir este tipo de violencia o que
existe una gran brecha entre lo que se plantea en el papel y lo que se ejecuta en la
práctica.Es verdad que estos esfuerzos generan que algunas mujeres eviten quedarse
calladas y se visibilice un problema que existe desde hace años y sobre el cual no se
ponía atención. Pero si se busca que las mujeres se animen a exponer su situación se les
debe asegurar que habrá receptividad por parte de las comisarías para recibir la
denuncia, que luego de hacerlo no tendrán que compartir nuevamente el hogar con el
agresor o que quien las acosa no seguirá contando con toda la impunidad para hacerlo,
además los juicios tendrían que ser céleres y no humillar nuevamente a las víctimas en
cada paso del proceso. Lamentablemente, falta un buen camino por recorrer para
asegurarle a una mujer estas garantías básicas para salir de un círculo de violencia. Es
decir, se requieren políticas públicas eficaces y no solas medidas paliativas.

A pesar de que algunos lo consideran como hechos aislados, lo cierto es que la violencia
contra la mujer afecta, en lo micro, en su autoestima, su salud y la de sus hijos y en su
empleo, pero también afecta al país en lo macro. En el Perú se calcula que cada año se
pierde alrededor de 3.7% del PBI por efecto de la violencia hacia las mujeres. A nivel
regional, según Fearon y Hoeffler, el homicidio femenino cuesta el 0.31% del PBI en
América Latina y el 0.12% en el mundo.Lamentablemente, aun cuando las campañas
que se están llevando a cabo ahora cumplieran su cometido, solo permitirían que la
violencia existente sea sancionada pero no reducirla, pues está centrada en cómo tratar
a las víctimas, mas no en cómo evitar que haya más víctimas. Esto último requiere de un
trabajo de largo plazo, que no será fácil, y que implica sensibilizar a los hombres y educar
a los niños para combatir actitudes consideradas “habituales”, pero que en el fondo
esconden violencia contra la mujer, la cual puede resumirse en machismo.

Pero no hay que ser ingenuos, la tarea es cuesta arriba. Suecia, un país que está en el
top ten del ranking de competitividad del WEF y que ha trabajado mucho en políticas de
equidad de género, presenta una de las mayores tasas de violencia machista de la Unión
Europea.

En lo que va del año, ya son 109 las mujeres asesinadas en distintos puntos del país.

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