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El poder discursivo es el control directo de las mentes de otras personas e indirecto de sus

acciones. Por lo tanto, comprender el poder del discurso es lo mismo que comprender cómo
éste afecta las mentes de las personas. (Carvajal, 2006, pp.363-364).

El poder moderno es esencialmente poder discursivo, definido de acuerdo con una sencilla
relación de transitividad: existe el poder de controlar el discurso, el discurso controla las
mentes de las personas, que controlan sus acciones y, por lo tanto, quienes tienen el poder de
controlar el discurso también controlan las acciones de las personas. (Carvajal, 2006, p.364).

…la dominación discursiva es realmente efectiva si persuade a las personas para que formen
las representaciones sociales preferidas por las elites de poder y en cada oportunidad
relevante elaboren sus modelos mentales específicos de acuerdo con ellas. (Carvajal, 2006,
p.366).

La dominación se legitima a través del discurso, convenciendo a las élites simbólicas para
que a su vez convenzan a los demás, es decir manipulando la opinión pública. (Carvajal,
2006, pp.366-367).

La estrategia más tradicional y efectiva de manipulación y persuasión es manufacturar


representaciones mentales de nosotros como buenos y de ellos o los otros como malos; esta
polarización fundamental entre los que están dentro y fuera del grupo organiza las principales
ideologías que subyacen a las representaciones sociales. Sus herramientas más clásicas son
la hipérbole y el eufemismo, o sea el énfasis sobre nuestras cosas buenas y sus cosas malas,
o la reducción de la importancia de nuestras cosas malas y sus cosas buenas. (Carvajal, 2006,
p.367).

Las proposiciones pueden ser modificadas de diversas maneras: nosotros debemos aparecer
como agentes de acciones positivas y ellos como agentes de acciones negativas. Ellos deben
ser agentes de amenazas, y nosotros los pacientes de las mismas. Además, nuestra agencia
negativa debe ser minimizada, ocultada o conceptualizada en significados opuestos. Y como
los eventos y acciones pueden ser representados en varios niveles de generalidad y
especificidad, habrá que dar más detalles de nuestras buenas acciones y de sus malas
acciones, así como ser ambiguos con nuestras acciones negativas y sus acciones positivas.
(Carvajal, 2006, p.368).
La lexicalización del discurso tampoco es gratuita, puesto que se prefieren las palabras que
más adecuadamente significan la positividad de nuestras acciones y la negatividad de las
suyas, las que mejor expresan la polarización. Dado que las palabras, además de conceptos y
significados expresan valoraciones, la selección lexical ideológicamente controlada es un
medio obvio y poderoso para manejar las opiniones de los receptores tal como se representan
en sus modelos mentales de los eventos. (Carvajal, 2006, p.368).
El significado también se puede expresar a través de las formas, esquemas, formatos o
superestructuras del discurso. Estamos hablando de las frases, oraciones y párrafos en su
estructuración. Éstas pueden variar para modificar, enfatizar o contribuir al significado y las
funciones del discurso. (Carvajal, 2006, p.368).

Carvajal, A. (2006). Discurso y dominación. Criterio Jurídico, 6, pp. 364-368.

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“La cotidianidad está impregnada de lo que Balandier, ha denominado el poder en escena.”


(Hernández, 2006, p.216).

“En la escena, al igual que en el teatro, se representa un papel…” (Hernández, 2006, p.216).

“… papel o comportamiento, también requiere de un guión, de un discurso.” (Hernández,


2006, p.216).

Hernández, M. (2006). Poder y discurso. Mañongo. (26), p. 216.

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“Para inocular una ideología (…) las elites simbólicas necesitan involucrarse en una
manipulación ideológica masiva, por ejemplo en discursos y campañas políticas repetidos,
historias en los medios, lecciones en los libros de texto, etc.”
Van Dijk (cómo se citó en Carvajal, 2006) (p.366).
“…la forma en la que se define el evento comunicativo, quién podría hablar y a quién, quién
podría o debería escuchar, cuándo, dónde, etc”. (p.367).
Van Dijk (cómo se citó en Carvajal, 2006) (p.367).

Carvajal, A. (2006). Discurso y dominación. Criterio Jurídico, 6, pp. 364-368.

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“… el discurso puede estar constituido por una compleja jerarquía de diferentes actos en
distintos niveles de abstracción y generalidad, por lo cual hacemos X mediante o mientras
hacemos Y.”
Van Dijk (2000) (p.24).

Dijk, T. (2000). El discurso como interacción social.

Barcelona: Editorial Gedisa.

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