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Colón partió desde Palos de la Frontera (Huelva) con tres barcos (dos carabelas y
una nao): La Pinta, La Niña y la Santa María. Tras un largo viaje, desembarcó en
una isla del Caribe localizada en lo que hoy en día conocemos como Las
Bahamas. Aunque hay distintas versiones (muchas aseguran que llegó a
Guanahani), en realidad no hay evidencia histórica que garantice dónde pisó por
primera vez. En cualquier caso, el momento en el que tomó tierra, marcó el
comienzo de la conquista española de América y el Siglo de Oro. En este primer
viaje, Colón llegó también a Cuba y a la isla de La Española, que hoy en día está
formada por dos estados soberanos: Haití y República Dominicana.
La carta enviada por Colón para anunciar la llegada a lo que él creía que eran las
Indias en 1492, le otorgó gran reconocimiento, y le valió además el título de
Almirante de la Mar Océano. Dicho reconocimiento, junto con la llegada del
patronato real, le permitieron dirigir tres expediciones más en el Caribe antes de
su muerte en 1506. En su segunda travesía, que salió de Cádiz en 1493, Colón
zarpó con 17 naves llenas de soldados, granjeros, artesanos y sacerdotes que
fueron a establecer la primera colonia permanente en las Américas.
Cuando los españoles llegaban a un lugar por primera vez, tenían la costumbre de
mostrarse amistosos con los locales, los cuales solían obsequiarles con oro y
mujeres con el fin de apaciguar a los extranjeros y que acabaran marchándose.
Esta ostentación de riqueza, lejos de aplacar los ánimos de los invasores, alimentó
aún más sus ansias de conquista, saquear tesoros, tomar control de las valiosas
tierras (repletas de minas de oro y plata), y de, sobre todo, hacerse más ricos de lo
que jamás pudieron soñar. Aunque tenían que enviar el 20% de la riqueza a la
corona española, todavía les quedaba muchísimo para ellos.
EL IMPERIO AZTECA
En primer lugar, llegó la conquista del imperio azteca, liderada por Hernán Cortés.
Poco después de su llegada a México en 1519, Cortés y sus hombres derrotaron
al pueblo Tobasco, por lo que fueron obsequiados con 20 mujeres. Entre ellas se
encontraba una nativa llamada Malintzin (posteriormente bautizada como Marina),
la cual pronto se convirtió en la amante del conquistador. Le servía de intérprete y
consejera, y jugó un importante papel en la victoria de Cortés sobre los aztecas.
Además, le dio un hijo al que llamaron Martín y del cual se creía que era el primer
mestizo mexicano (aunque esto en realidad no era así).
Tras los constantes ataques, los invasores se vieron forzados a huir de la ciudad.
Aunque no por mucho tiempo, ya que regresaron al año siguiente (en 1521) y en
tres meses habían tomado de nuevo el control de Tenochtitlán. Cuahtámoc (el
sucesor de Cuitláhuac) fue
ejecutado y Cortés se convirtió en el
soberano del vasto imperio.
EL IMPERIO INCA
Cuando Pizarro llegó a Perú en 1532, el imperio atravesaba la recta final de una
sangrienta y larga guerra civil llevada a cabo por dos de los numerosos hijos del
emperador, Atahualpa and Huáscar. Atahualpa se encontraba en Cajamarca
celebrando la victoria de los suyos en una decisiva batalla, así como la captura de
Huáscar, cuando Pizarro le invitó a una reunión. Atahualpa aceptó, ya que se
sentía seguro tras la protección de miles de guerreros leales y no tenía miedo al
líder de los españoles, que contaba con solo 200 hombres. Sin embargo, Pizarro
lanzó un ataque que acabó con la vida de miles de incas y con la captura de
Atahualpa.
El líder inca era consciente de las ansias de oro de los españoles, y se ofreció a
pagar un rescate que consistía en llenar con oro la habitación en la que se
encontraba cautivo. Pizarro aceptó, y en los meses siguientes, los incas trajeron
oro, plata, joyas y otras riquezas procedentes de todos los rincones del imperio.
Mientras tanto, Atahualpa gobernaba desde su cautiverio y ordenó el asesinato de
su hermano Huáscar. Finalmente, Atahualpa consiguió pagar su rescate, pero los
españoles lo ejecutaron igualmente en 1533, acabando así con el poderoso
imperio inca.
Seguramente, os estáis preguntando cómo fue posible para los reducidos ejércitos
españoles derrotar a las tropas indígenas, siendo estas mucho mayores en
número. Esto se debió a que, además de las alianzas creadas con otros pueblos
nativos, los invasores contaban con varias ventajas. En primer lugar, su
armamento era mucho más avanzado. Además, contaban con caballos,
imponentes animales que los autóctonos desconocían y que fueron usados como
ventaja militar. Por último, las distintas y desconocidas enfermedades traídas del
viejo mundo aniquilaron a millones de indígenas.