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Conservatorio Superior Manuel de Falla
Trabajo práctico de Estética II
Cátedra: Pablo Gianera
Alumna: Connie Arévalo Méndez
LA ELECTRÓNICA EN LA CONTEMPORANEIDAD
(Análisis de la electrónica y los medios digitales en la era actual con relación a “La obra de
arte en la época de su reproductibilidad técnica” de Walter Benjamin)
La originalidad de la obra de arte depende de su contexto o la escena donde esta decisión
sea tomada. Y ésta es siempre una decisión contemporánea
Cuando la modernidad se propuso reencausar el curso histórico del arte como se conocía
hasta ese momento, quebrantar las leyes, emanciparlo de los dogmas y apelar a la originalidad
paradójico. La era moderna, fue una constante visita al pasado proyectada al futuro. Sin
embargo, “el arte “contemporáneo – contemporáneo privilegia al presente por encima del futuro
y el pasado” (Groys, 2008, p71). Es por esto que nos concierne apartarnos de la definición
gigante del arte contemporáneo y entender el arte que sigue a la modernidad como tal: arte
postmoderno y al que corresponde a nuestro contexto como contemporáneo. Y de esta forma
entender al arte como un fenómeno social que vive de su contexto y perdura o no de acuerdo con
el tránsito del mismo.
Así pues, resulta necesario analizar el comportamiento de la electrónica como un material
inherente al hoy y los medios digitales dentro de lo que entendemos por música contemporánea y
arte contemporáneo en el curso histórico vertiginoso que vivimos, que dicho sea de paso, ha
complicado determinar qué corresponde al arte o no.
En el texto de Walter Benjamin “La obra de arte en la época de su reproductibilidad
técnica” abre el autor citando en el epílogo a Paul Valéry diciendo al final de la cita: «Ni la
materia, ni el espacio, ni el tiempo son, desde hace veinte anos, lo que han venido siendo desde
siempre. Es preciso contar con que novedades tan grandes transformen toda la tecnica de las
artes y operen por tanto sobre la inventiva, llegando quizas hasta a modificar de una manera
maravillosa la nocion misma del arte.» y considero que en la historia de la tecnología no existen
generaciones más privilegiadas para dar fe y testimonio de las palabras de Valéry que las que
vivimos esta época.
Partamos entonces por establecer cómo podríamos entender el arte del sonido y la música
de la contemporaneidad según el marco que propone W. Benjamin en su texto. El autor establece
el concepto de aura como fundamento de autenticidad, concepto que sólo es posible rescatar en
obras cuya forma y creación sea distinta a su método de reproducción y que, de ninguna manera,
la reproducción va a suplantar el aquí y ahora de la obra de arte original, valorando a la obra de
establece una ruptura entre el arte antes y después de la llegada de las nuevas técnicas de
reproducción que surgen como producto de un curso histórico determinado en la modernidad y la
forma en la que estas nuevas técnicas son usadas.
Con la llegada de la fotografía la pintura encuentra una técnica que la supera en su valor
exhibitivo, mientras que carece casi por completo de valor cultural, pero es en el cine en el que
se encuentra un quiebre fundamental del método y un relato frenético de la época. “El cine indica
la situación de manera incomparablemente más precisa, y esto es lo que constituye su mayor
condicionada porque en el cine hay también más elementos susceptibles de ser aislados. Tal
circunstancia tiende a favorecer y de ahí su capital importancia la interpenetración recíproca de
ciencia y arte.”. Así mismo es la electrónica y la digitalización un relato de la nuestra, su forma
de creación es en sí misma su forma de reproducción.
Y aquí Benjamin hace un excepcional vinculacion de los hechos que acompañan al
surgimiento del cine y la forma en que refleja su tiempo social y la realidad política: la
máquina que sirve al hombre para someter al hombre en palabras de Benjamin “la
proletarización creciente del hombre actual y el alienamiento también creciente de las masas son
dos cara de uno y el mismo suceso. El fascismo intenta organizar las masas recientemente
proletarizadas sin tocar las condiciones de la propiedad que dichas masas urgen por suprimir. El
fascismo ve su salvación en que las masas lleguen a expresarse (pero que ni por asomo hagan
valer sus derechos)” (Benjamin, 1989, p.18) el cine como epítome del «arte pour l'art» la
autodestrucción del hombre que no abandona el goce estético.
Surge el cuestionamiento de qué le compete a esta época en los términos de la técnica que
le corresponde a su arte, particularmente al arte del sonido y nuestra era digital. A estas alturas la
individualización que permite el arte digital es en suma la consecuencia del discurso eufemístico
capitalismo neoliberal que domina al mundo. La técnica que prima en nuestra forma de hacer y
consumir arte es la que nos ha sido impuesta y la forma en la que se usa esa técnica es el sin
remedio de la ausencia de colectividad.
La llegada de la fotografía desafió a la pintura, pero la reproductibilidad técnica había
desafiado anteriormente a la escritura “durante siglos las cosas estaban así en la literatura: a un
escaso número de escritores se enfrentaba un número de lectores mil veces mayor. Pero a fines
del siglo pasado se introdujo un cambio, con la creciente expansión de la prensa, que
proporcionaba al público lector nuevos órganos políticos, religiosos, científicos, profesionales y
locales, una parte cada vez mayor de esos lectores pasó, por de pronto ocasionalmente, del lado
de los que escriben. La cosa empezó al abrirles su buzón la prensa diaria; hoy ocurre que apenas
hay un europeo en curso de trabajo que no haya encontrado alguna vez ocasión de publicar una
experiencia laboral, una queja, un reportaje o algo parecido. La distinción entre autor y público
está por tanto a punto de perder su carácter sistematico.” (Benjamin, 1989, p.12) Y ni qué decir
hoy con todas las posibilidades mediáticas que permite la internet.
La manipulación electrónica digital a la que tenemos acceso se acerca más al fenómeno
de la literatura donde todos los lectores eran susceptibles de convertirse en escritores, aunque su
forma de producción y reproducción sea más parecida al cine; ya que, si bien el cine tiene esta
particular forma de ser en sí mismo la obra y la copia no es igual de masificable por los costos
que representa. Y dicha masificación del arte sonoro implica un indefectible deterioro estético
aunque sean mayores y más favorables sus recursos técnicos por su falta de exclusividad en la
propia artesanía. Aldous Huxley expone respecto al fenómeno masivo de escritura: “los
progresos técnicos han conducido a la vulgarización. Las técnicas reproductivas y las rotativas en
grande capaz de leer y de procurar material de lectura y de imágenes. Para tener éstos a punto, se
ha constituido una industria importante. Ahora bien, el talento artístico es muy raro; de ello se
sigue que en todo tiempo y lugar una parte preponderante de la producción artística ha sido
minusvalente. Pero hoy el conjunto de desechos en el conjunto de la producción artística es
mayor que nunca. (...) Resulta por tanto que, tanto hablando en términos absolutos como en
términos relativos, la producción de residuos es en todas las artes mayor que antes y así seguirá
siendo mientras las gentes continúen con su consumo desproporcionado de material de lectura,
de imágenes y sonoro” (Aldous Huxley, Croisière d'hiver en Amérique Centrale, 1935, p. 273).
Nuestra preocupación no serían los altos salarios ni el consumo masivo del arte, sino la facilidad
de acceso que existe para la creación sin necesidad de desarrollar una técnica correspondiente,
eso en sí mismo no es un aspecto negativo, tan sólo es humo que nos confunde como artistas y
espectadores sobre dónde se encuentra el arte y donde está el espectáculo.
La electrónica permite que cualquiera pueda trabajar con el sonido sin necesidad de ser
músico y aún así compartir un mismo material. Es decir, al ser un recurso plástico por su
naturaleza, todos lo pueden manipular tan solo observándolo sin ninguna educación auditiva.
Aunque suceda con el sonido en bruto, por ejemplo, de cuando se cae un trozo de madera sobre
el metal como recurso de la plástica y el arte sonoro, no es constitutivo de la música esa misma
acción, mientras que un sonido producido mediante la electrónica puede ser compartido por el
arte sonoro o por la música, su efecto será distinto y su función, probablemente también. Esto da
lugar a que el arte sonoro se entienda entonces como una simultaneidad de artes y que casi
cualquier sonido quepa dentro de lo que se entiende por arte pasando por alto un grado de
artesanía.
Manipular las artes electrónicas y digitales no constituye por hecho la devaluación del
arte musical. Entender el material del sonido como un recurso plástico es completamente válido
dentro del ejercicio artístico, pero si ha de competerle a la música es necesario que conserve el
privilegio de la artesanía musical. Es decir: los nuevos medios transversales a esta época a
servicio de la música si se va a entender como arte musical, sin olvidar la plena consciencia del
frenetismo en el que estamos inmersos, la futilidad del arte dentro de la más media y lo efímero
que todo nos resulta. Entonces, qué necesidad de resucitar las ideas de vanguardia, bienvenido
vuelva a ser el arte.
REFERENCIAS
– Benjamin, W. (2016). La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica (5ª
ed.). Ciudad de México, México: Itaca.