Вы находитесь на странице: 1из 29

sr {s3 *&

#n'k d ddj $ s*
s'*
* §- &.il
- §- {l#*
*.u@ry
s\:d @*

Decir el hombre
Icono del Creador, revelación
del amor

Marko I. Rrpnik

PPC
as
Título original: Dire I'uomo
Traducción, Ignacio Otaño

Diseño de cubierta, Estudio SM

@ i996 Lipa srl, Rorna


Lipa
Via Paolina, 2§
ool84 Roma
O PPC, Editorial y Distribuidora, SA
C/ Agastia, Bo
z\o43 Madrid

iSBN, 84-zBB-160o-X
Depósito legal, M-§656-Zooo
Preimpresión, Grafilia, SL
Impreso en España/ Printed in Spain
Imprenta SM - Joaquín Turina, g9 - ZBo44 Madrid

-T
III
EL CONOCIMIENTO DE DIOS Y
EL SABER INTEGRAL

Atrurrca el alna podría tender al conocitniento de Dios si


Dios tnistno, usando de su condescendencia, no la tomase y la
atrajese hacia é1. El intelecto hurnano no tendría la fuerra de
lanzarse a captar el más tenue resplandor divino, si Dios mis-
rrto r7o lo atrajese -en la medida gue es posible para ttn inte-
lecto humano ser atraído- y no lo iluminase con los rayos di-
vinos (MÁxIMo EL coNFESoR, Duecento capitoli. I Centuria,
gr, en La Filocalia, edición italiana a cargo de M.B. Artioli y
M.F. Lovato, II, Turín rgB/, p. rtg)

Así corno la razón, cuando tiene el dominio sobre las pa'


siones, hace de los sentidos otros tantos instrutnentos de vir'
tud, de la rnistna rrtaneÍa las pasiones, cuando tíenen eI domi-
nio sobre la razón, conforman los sentidos al pecado (Ibídem,
§8, p. t/B)

El profeta Malaquías, hablando del Señor Jesús, dice que ven'


drá <<de irnprovisoD, o sea en contra de todas nuestras expec-
tativas, para indicar que el Verbo se ha hecho hotnbre sin com-
prometet su sobresensibilidad, que perrnanece oculta. Es un
tnisterio insondable. De irnproviso significa 1o que en contÍa
de nuestra expectativa y desde una cond.ición de continua os-
curidad es llevado a la luz. Aplicándolo al amor de Cristo por

r45
los honbres, yo creo que la Sagrada Esctituta ha querido in- ada a irnagen de Dios participa del arnor divino; que el nú-
d.icar que el Sobresustancial hecho hornbre ha venido de su cleo de la persona es el amor de Dios Padre participado
rnisterio a r.uestra presencia. Pero él Permanece oculto también por rnedio del Espíritu Santo que habita en el hornbre. He-
después de su manifestación o, Por hablar más divinamente, en mos visto adernás que ei amor en el Espíritu Santo es el
su rnisrna rnani{estación ese rnistetio de Jesús Perrnanece es- que constituye el nexo real entre Dios y el hornbre. En este
condido y no puede ser explicado en sí rnisrno pot ninguna ra- capítulo queremos profundizar en el objeto de Ia reflexión
zón y por ninguna inteligencia, sino que también cuando se ha-
de los capítulos anteriores porque constituye una especie
bla de él permanece inefable y cuando se piensa permanece ig-
de condición necesaria para el conocimiento de Dios. El
noto. Si uno, habiendo visto a Dios, ha cornprendido lo que
ha visto, no ha visto a Dios, sino alguna de sus obras que exis- conocimiento de Dios resulta así coherente con el hecho
ten y que se corTocen (DtoNIsto An¡op¡.cne, Carta III al mon- de que el hombre es irnagen de Dios. Por tanto, <<decir
je Gayo, PG g, 10698) el hombre>> significa abrirse a la posibilidad del conoci-
miento de Dios por su participación en el amor del Cre-
Por tanto cuando cuidatnos la carne teniendo como Punto ador. Así, conocer a Dios quiere decir conocerse uno mis-
de mira las concupiscencias, entonces la pasión es mala y el arnor mo y viceversa. IJn verdadero conocimiento es sobre todo
al placer es principio de las pasiones carnales y enfernedad el descubrimiento de una relación, en la que se perciben
del alna. De modo que el intelecto es el primero eÍ7 ser caP- Ios dos su.jetos de la misrna.
tado por las pasiones carnales y Por eso también, Puesto que Dios participa al hornbre el arnor y la vida eterna. Juan
de la mente proceden en primer lugar los asaltos de las rnalas dice que la vida eterna consiste en conocer a Dios y a
pasiones, el Señor dice que del corazón salen los rnalos pen' aquel a quien Él hu enviado, Jesucristo (cf. Jn r7,3). Asi
samientos y son los que contarninan al hombte (GBacoBIo P¿- pues, por la participación en el amor de Dios es posible
LAMAS, Alla rnonaca Xene, en La Filocalia, ed. italiana a caÍgo
al hombre acceder a la vida eterna y conocer a Dios. Pero
de M.B. Artioli y M.F. Lovato, [V, Torino rg9/, p. 2§)
hablar hoy del conocirniento de Dios, teniendo a las es-
paldas el Renacirniento, el ilurninismo, el psicoanálisis y todo
el desarrollo tecnológico, resulta bastante problernático.
C onsideraciones prelirninares
No es facil hablar de conocimiento de Dios ahora que el
El camino recorrido en el primer capítulo nos ha 11e- mundo parece haberse acosturnbrado a vivir sin É1.
vado a concluir que ia verdad es lo que Permanece eterna- ¿Qré puede significar para el hornbre conternporáneo
rnente, sin olvidar que eternidad no es sinónirno de esta- la frase de Juan de que la vida eterna consiste en conocer
ticidad. Continuando el carnino, hernos llegado al punto de al Padre y a aquel a quien Ét fru enviado, Jesucristo? El co-
constatar que la verdad es el arnor trinitario corno libre nocirniento de Dios es la cuestión rnás alejada de la rnen-
adhesión de las Personas divinas. Se trata de una realidad talidad conternporárrea, que por un lado es tan analítica y,
dinámica porque está constituida por el amor personal. por otro, tan imaginativa, poblada además de imágenes
Después hemos visto que el hombre como persona cre- predorninanternente sensuales.

46 r47
Hay que reconocer que el conocirniento de Dios se ha yendo uno después de otro, sin que detrás de esos esque-
convertido en una cuestión que suscita Prevenciones de mas Dios se haya dejado ver. Por eso ha nacido también
antemano. Ante este tema las Personas reaccionan en se- un fuerte relativismo a este respecto.
guida con prejuicios. Algunos de esos prejuicios son de ca- Este tema ha sido todavía rnás problemático en las épo-
rácter psicológico-social, en el sentido de que tienden a re- cas en que se argumentaba sobre el conocirniento de Dios
ducir este terna a una cuestión de curas y monjas o de siguiendo el paso del desarrollo de las corrientes raciona-
cristianos (<cornprometidos>>. Otros, en nuestro contexto listas en que, pensando en el cristianismo corno corrien-
cultural, consideran la cuestión a partir de los presupues- te universal, se creía que los misterios de la fe eran per-
tos de las religiones orientales, o de 1o que han oído de fectamente accesibles a la mente humana. No sólo eso.
ellas, pensando que el camino de las religiones orientales Algunos creían que la verdad cristiana correspondía total-
-de tradición espiritual antigua- es más adecuado para mente a la ley de la razón, por lo que todo hombre que
iniciarse en los conocirnientos espirituales. Se encuentran usa la razórt según su verdadera naturaleza tendría que ser
tarnbién prejuicios de índole intelectualista, que conside- cristiano. Como consecuencia, de esta correspondencia
ran el conocimiento de Dios una cuestión abstracta, fría entre el cristianisrno y el uso de Ia razón natural se deducía
y, después de todo, cornpletarnente opinable. Todos los también que el cristianisrno debía ser la plataforrna de la
intentos de llegar a una cierta objetividad argurnentativa que cultura universal, sin tener en cuenta lo que hernos dicho
tenga un valor universal hoy rnás bien hacen sonreír. Hay más arriba respecto a la purificación. Por eso, con la ex-
una irnagen que, a mi juicio, expresa bien el modo como plosión de las autonornías típicas del proceso de la secu-
se han vaciado las grandes concepciones conceptuales y ra- larización y con todo el proceso de liberación del hom-
cionalistas sobre el conocimiento de Dios' la cúpula de bre moderno y su cultura de un cristianisrno totalizante,
Andrés Pozzo en la iglesia de san Ignacio en Roma. Si la cultura moderna, unas veces con violencia, otras con
entrarnos en esta iglesia y alzamos los ojos, vemos que el ironía, ha desrnantelado nuestras estructuras racionales
juego de ia perspectiva es tal que nos hace ver la cúpula aplicadas a la dimensión religiosa. Se ha corrido entonces
de rnanera diferente según las diferentes posiciones. Pero a buscar refugio en el diálogo periódico con las distintas
cada uno puede absolutizar ei propio punto de vista y dis- disciplinas científicas, tratando de adoptar sus métodos e
cutir a ver quién la ve correctarnente. Todos tendrían mo- itinerarios, pero los resultados no han sido los esperados.
tivos para argumentar la validez de la propia visión. Pero La ciencia no ha tornado dernasiado en consideración nues-
lo rnás interesante es que la cúpula no existe, sino que tras dernostraciones y nuestros argrrrnentos resPecto a la re-
está simplernente pintada. Es un buen ejernplo para ver de ligión. Y, sobre todo, ese gran aparato racional científico
rnanera plástica 1o que ha sucedido con las diversas elucu- introducido en la teología no ha supuesto una aportación
braciones respecto al conocimiento de Dios. La época mo- significativa a la evangelización de los intelectuales euro-
derna ha ido descubriendo poco a poco que detrás de esos peos. Al contrario, hoy son a rnenudo los intelectuales los
conceptos no había nada. Son conceptos que han ido ca- que, encontrando nuestra teología estéril y alejada de la vida,

4B r49
se dirigen a las sectas gnósticas, ![ue si, por un lado,son chica, nuestras conclusiones son muy epidérmicas y apro-
intelectualistas, por el otro, son ricas de ritualidad, cere- ximativas. Por los análisis psicológicos se llegan a perci-
monias y misticismo. bir algunas realidades, pero no se llega a conocer a la
tlna teología elaborada dentro de estas coordenadas ra- persona. Los análisis son corno el plano de una ciudad,
cionales y restrictivas creó racionalistas y, como reacción, pero no son la ciudad. En clase yo seguí el juego: pero
sentimentalistas, que identificaban el conocimiento de Dios ¿estáis seguros de que la rnuchacha os dirá cómo está? No,
con sentimientos fuertes, piadosos, devotos. O bien los respondieron, rro es seguro. Y de nuevo despuntó un ge-
que hacían equivaler el conocimiento de Dios a la rnoral. nio respondiendo que las probabilidades de la chica diga
Todo esto tiene un común denominador' el hornbre con- la verdad sobre sus sentirnientos aumentan en la medida
temporáneo no se interesa por esta gente y su Dios. El cris- de nuestra amistad con ella. É.u precisamente la pri-
",
mera constatación respecto al conocirniento
tianisrno pasa a ser cada vez más marginal de la vida y de de las perso-
la cultura de hoy y ia teología se va transformando en dis- nas: las personas se conocen amándolas. SOlo en el amor
ciplina para especialistas. La teología corre cada vez más el la persona se confía plenamente. Y como el conocirnien-
riesgo de convertirse en una especie de fenomenología de to de la persona es sobre todo acogida de su revelación,
la religión cristiana. hace falta (<estar en el amor>) para ponerse en disposi-
ción de esa acogida. No sólo eso. El amor es necesaria-
Con toda la persona mente el fondo sobre el que podré leer de manera correcta
los datos qLre rrre suministren.
¿Con qué capacidad cognoscitiva nos acercamos al co- Hay más todavía: el arnor es, como ya hemos visto, esa
nocimiento de Dios? Teniendo presente la distinción de
Florenskij entre conocirniento de las cosas y conocirnien- inteligencia que penetra toda la persona y abraza toda su
realidad, sin dejar nada y sin generar violencia. Eso sig-
to de las personas, vamos a tratar de desarrollar lo que pue-
de significar este último.
nifica que para acoger a una persona hay que implicarse
Hace años enseñaba yo reiigión en un colegio. IJna integralmente. Ser amigo de tal manera que permita la
vez, al principio del año, llevé a clase una de esas fotos revelación de la persona supone ser amigo con todo el
psicológicas que se usan para los test. Era la foto de una propio ser. No se puede ser amigo sólo en el pensamien-
chica. Mostré esta foto a la clase y pregunté cómo creían to, sólo con la voluntad o sólo en los sentimientos. O se
es amigo con toda la persona o no se es amigo. Para amar
que se sentía esta muchacha. Como las opiniones eran
muy diversas, pregunté a ver quién tenía tazón. Todos se requiere la integralidad. Asi tarnbién el conocimiento de
trataban de defender el propio parecer dando colno prue- Dios no irnplica sólo una parte del hornbre, sino que es
ba la expresión del rostro de ia chica. Pero se seguía sin todo el hombre el que está en juego. Corno dice Isaías, toda
llegar a un acuerdo. Entonces surgió un genio que rne res- la carne -o sea, todo el hombre- conocerá la salvación
pondió que para saber cómo se siente la rnuchacha había (cf. Is 4o,5). Se conoce a Dios con todo lo que se es. Sólo
que preguntarle a ella. Y así es. Sin tener en cuenta a la [a persona en su globalidad puede conocer a Dios; si no

r50 I5I
--

es así, es muy facil el riesgo de un conocimiento idolátri- puede esforzarse en alnar si no es visitado por el arnor' Ne-
co, corrro veremos más adelante. cesita que aleuien le ame para despertar en é1 el arnor que
Esta integración de toda la persona irnplicada en el co- tiene dentro por el acto de la creación. Se necesita ser alna-
nocirniento se describía ya bíblicarnente como el <tcono- do para poder arnar. Si no, se corre el riesgo de confun-
cimiento del corazón>). Se conoce con el cotazórt, enten- dir el amor con una actitud mercantil: se afna Para ser ama-
diendo el corazón como e1 órgano en que el hornbre está do, para ganar. Pero esto no es amor. Al principio es
todo entero, en que se abarca a sí rnisrno integralrnente' Dios quien nos arna. El amor está en eso' en que es El
La inteligencia que Penetra en el corazón es la inteli- quien nos ha amado primero (r Jn {,19). El primer Paso
gencia de arnor de la que hemos hablado ya en el segun- del arnor lo ha dado Dios misrno hasta confiarse a nues-
do capítulo. Es la inteligencia que llega a ver el conjunto tras rnanos. 41 principio está el amor de Dios que nos
y la armonía, que es sensible a la totalidad íntegra. EI co- arna locamente, hasta el punto de entregar en nuestras
razórt se deja sentir cada vez que esa integridad es amena- rnanos a su Hijo unigénito.
zada y atacada. El corazón es el guardián de la persona corrro Vemos que el conocirniento empieza corl la praxis de la
unidad y totalidad armónica. Só1o la inteligencia del co- caridad. Pero la caridad tiene su cornienzo en el amor de
razón llega a hacer una lectura, a modo de rnosaico, de los Dios que nos arna primero y nos visita continuamente con
datos que el intelecto recoge en el acto cognoscitivo. su arrror. Pero en seguida surge esta pregunta: ¿Dónde y
cómo experimenta el hombre con seguridad que es arna-
(<Prirnero la praxis, después la teoría>)
do por Dios? Un lugar de experiencia segura del amor de
Este antigrro adagio de los Padres significa que el prin- Dios es el perdón de los pecados porque sólo Dios per-
cipio del conocirniento es el amor. Aunque suene extra- dona los pecados, de modo que perdonar no significa sirn-
ño a nuestros oídos, el conocimiento empieza con la ca- plernente olvidar o borrar los pecados. El perdón es la
ridad. Es necesaria una vida de caridad para acceder al experiencia de que el mal de nuestra vida es asumido por
conocirniento. ,A1 cornienzo del conocimiento es necesaria otra persona y que nosotros no estamos determinados por
la ascesis de la caridad. Sólo con una actitud de amor fra- ese mal. El perdón es la experiencia de que no se es juz-
terno se tiene la garantía de que el conocimiento en el que gado según el mal realizado, pensado o sentido, sino que
se está no es una ilusión ni una hinchazón narcisista' Todo este mal es transfigurado por el amor con el que te ama
el que arna conoce a Dios (cf. r Jn 4,7). Ya Evagrio ad- el que perdona. El perdón es un ser renovado, un llegar
vierte que la verdadera puerta del conocimiento es el arnor' a ser como te ve el que te ama.
Quien alna conoce. El conocimiento es hijo del amor, El comienzo de la caridad es la experiencia del amor de
afirma Vyseslavcev. Dios que se confía a nosotros. Pero si nos cerramos no po-
Pero ¿cómo es posible una ascesis de la caridad sin caer demos acogerlo y prestarle una atención cuidadosa' De esto
en la trampa moralista? Aquí está precisamente el punto el hombre no es capaz. Cuando todavía éramos enernigos
clave sobre todo el conocimiento de Dios. El hornbre no de Dios, Él .e ha entregado en nuestras rrranos (cf. Rom
r52 r53
Es precisarnente su darse al hombre, cuando éste necesario estar en la cornunidad, inmersos en relaciones de
5,8-ro).
está todavía encerrado en sí rnisrno, lo que hace que el caridad, para conocer el amor y a Dios corno amor' FIay
hornbre se abra y descubra el amor corno actitud propia. que tener en cuenta que' para un verdadero conocirnien-
De aquí se sigue que el conocimiento de Dios tiene su to de Dios, la Iglesia, la comunidad eclesial, es el lugar epis-
principio en el don que Dios rnismo nos hace conce- temológico por excelencia, Por esa necesidad de verse en
diéndonos su arrror tanto en la creación como en la re- el arnor, en 1a comunidad. De hecho, Juan habla de <tha-
dención operada por rnedio de Jesucristo. En Jeremías bitar>>, permanecer en el arnor-
está escrito que vendrá el tiempo en que para instruirse no La cornunidad es el lugar de la ascesis de la caridad que
necesitarán anirnarse unos a otros diciendo' <<iConoced al hace que la persona ernpiece a cambiar la propia rnenta-
Señor! >>, porque rrTe cortocerán todos, desde el más pe- lidad, cadavez más consciente de que el verdadero arte de
queño al mayor, oráculo del Señor. Yo perdonaré su mal- la vida consiste en saber reconocer al otro, en saberle dar
dad y r7o rrTe acordaré rnás de sus pecados 0r 3r,34). Se el carácter absoluto que le corresponde. Es indispensable
conoce a Dios en su acción en nosotros y se le reconoce adquirir este arte de la caridad, del amor, que es el reco-
por su amor. Por eso ya la conversión es un conocimien- nocimiento del otro. Cuando la persona vive en su Pro-
to de Dios. Más aún, cuanto más profunda es la concien- pio subjetivismo, atribuyendo una irnportancia unilateral
cia de la reconciliación, más profundo es el conocimien- al propio sujeto, es siempre ella la que trata de organizar
to de Dios. Y viceversa, cuanto más profundo es el cono- la vida, la sociedad, la Iglesia, la cornunidad, sin conocer
cirniento del arnor de Dios rnás profundo es el conocimiento a nadie porque está siempre en la actitud de considerar a
del pecado y más profunda es Ia conciencia de ser peca- los otros con una óptica utilitarista. SOlo cuando llega a
dor. Se conternpla a Dios en nuestras propias cerrazones reconocer a los otros, comPrende que se trata de descu-
y testarudeces, ahí lo encontramos confiado a nosotros en brir el orden de la vida, el modo de vivir, y sólo con esa
su amor loco. actitud podemos ernpezar a andar por el camino del co-
La primera condición del conocirniento de Dios es, por nocimiento de Dios.
tanto, descubrir su don en Ia propia cerrazón que así es Cuando de Dios sólo se habla, no se liega a su cono-
destruida, abriéndonos al camino de la comunidad. La cirniento. No basta con hablar de Dios. Esto ya de por sí
prirnera condición del conocirniento de Dios es la vida demuestra una cierta distancia de É1, su ausencia' Hablar
comunitaria. Hay que vivir el amor en la cornunidad con de Dios equivale fácilmente a considerar a Dios como Pa-
toda Ia fatiga de la caridad fraterna para que, poco a poco, sivo, estático, <<muerto>), incapaz de comunicarse, en vez
nos encontremos inmersos en las relaciones de la caridad. de atribui. u Él la iniciativa del conocirniento. Hablar de
El que perunanece en el amor permanece en Dios, y Dios Dios convierte a Dios en un objeto. En carnbio, hay que
en él (r Jn {,16). Se puede conocer de veras a Dios sólo hablar a Dios, para afirmar toda la irnportancia de Dios
junto con los otros. Dios es arrror y no se le puede cono- corno sujeto activo, que se revela a sí misrno. Pero esto sólo
cer rnás que conociendo a los otros y junto con ellos. Es es posible después que se ha adquirido una cierta purifi-

r55
f54
T

cación del arnor propio del intelecto y se ha llegado a ser lacional que se realíza en el reconocimiento radical del
capaz de tener en cuenta al otro. Teilhard de Chardin de- r¡tro. Este reconocimiento del otro va tan lejos que llega
cía que en todas las extensiones ilirnitadas del universo no ir sorneterse a la libre voluntad del otro. En la Sagrada
hay bastante espacio para arrodillarse ante el Señor, por- Liscritura tenemos extraordinarios ejernplos de1 verdadero
que, si uno se arrodilla, se arrodilla en el Señor- Eso es principio religioso. El de Abraharn, que reconoce tan ra-
encontrarse en la <<rnorada>) de la que habla san Juan. Es dicalrnente a Dios que le ofrece su propio hijo. O la Vir-
saber dirigirse fuera de sí rnisrno al otro y percibirse ante g'en en el mornento de la anunciación que, aun sin com-
el otro, en su presencia. prender las palabras del ángel, reconoce a Dios hasta so-
meterse a su palabra. Y sobre todo Jesús en el Getsernaní
El corazón, órgano del arnor y de Ia fe que, aun pidiendo al Padre que si es posible las cosas su-
cedan de distinta lnanera, Io reconoce de manera tan ra-
Hernos visto que esta percepción del conjunto, de la
dical que se somete a su voluntad, para que el mundo vea
arrnonía, es propia de un órgano, el corazón. El corazón
es el órgano de la percepción de sí rnismo colrro totalidad,
qo. Él arna al Padre y le obede". (.f. Jn t+,3r). Así pues,
el principio religioso se caracteriza sobre todo por un ex-
como conjunto. A1 llegar a la dirnensión comunitaria, he-
mos llegado de nuevo al corazón, al corazórt como órga-
traordinario arnor que llega a apartar la rnirada de sí mis-
mo para orientarse radicalmente al otro. Corrro estarnos
no del amor. En el corazón habita el amor que el Espí-
viendo, el amor es una realidad (extática) [de (<éxtasis>>,
ritu Santo derrarna en él (cf. Rorn 5,5) y,por eso, es el
Fuera de sí], supone para el hornbre la salida de sí mis-
corazón el que, con su inteligencia de amor, convence al
hombre de que el camino de la realización de sí rnismo es mo, empujándole fuera de los propios horizontes hasta
una apertura universal. Esta especie de coincidencia que exis-
el camino de la caridad. El corazón convence al hornbre
de que su identidad es la que adquiere en medio de la co- te entre la percepción de sí rnisrno como armonía y el re-
munidad, en la cornunidad. Así pues, el corazón es el ór- conocimiento del otro corno amor y como fe tiene su fun-
gano en el que el hombre puede verse a sí mismo en toda damento en Dios, a cuya imagen hernos sido creados. Efec-
su integridad personal, donde se puede percibir así por- tivamente, hay un éxtasis de Dios -que asume el carácter
que se ve en los otros y con los otros. O mejor, el cora- de la J<enosis, de la humillación, del ernpobrecimiento- tan-
zón es el órgano con el que el hornbre llega a ver realrnente to en el acto de la creación como, sobre todo, en el acto
al otro, porque sólo en la fuerza del amor que habita en de la redención. Dios reconoce al hombre y se confía a sus
el corazón dei hombre puede distanciarse de sí misrno y manos: tenemos, por tanto' un verdadero acto de reco-
ver al otro. nocirriento del otro corno un acto perfecto de arnor. Y
Esa capacidad de ver al otro y de reconocerlo corno tal, nuestra fe es 1a respuesta a este don dei arnor recibido. Y
de constatar su diversidad radical y al mismo tiempo estar es que el amor sólo puede ser resPondido con amor. Se-
unido a é1, es 1o que podernos definir como <<principio parar la fe dei amor significa abrir el carnino a la idola-
religioso>>. En efecto, la fe es u.na realidad sobre todo re- tría y a rnuchas desviaciones de consecuencias peligrosas. Por
eso,el corazór. es la garantía de una verdadera y sana per- lueron los prirneros en abandonar el cristianisrno y des-
cepción de la propia identidad, de Ia caridad justa y su- ¡rués Ios simpies fieles se encontraban perdidos en el mun-
jeta a discernimiento (caritas discreta) y d.la verdadera fe. clo moderno porque no conseguían tejer un lazo orgáni-
co entre lo que vivían en sus devociones tradicionales y la
La pérdida del corazón mentalidad rnoderna en que estaban inrnersos. Más allá
Soy consciente de la dificultad que puede presentar hoy cle las contradicciones, esos episodios muestran que la Igle-
para el hombre conternporáneo este térrnino -(<corazón>)-, sia había notado que la fe sufriría las consecuencias de la
porque se ha visto reducido a algo sirnbólico en sentido pérdida del corazón.
idealista, o bien a un rrero psicologisrno sentimentalista. EI corazón es el órgano de Ia comunión, es rrna inteii-
El fuerte carácter antropocéntrico de la época moder- gencia de la arrnonización, una inteligencia capaz de en-
na no ha favorecido a la inteligencia del corazór. Esta es contrar los nexos entre realidades diversas, integrándolas
una inteligencia abierta también a la dirnensión personal, en un organismo viviente según el principio agápico, o sea,
o sea agápica, y por eso necesariarnente es una inteligen- Iibre. El raciocinio, en cambio, puesto en situación abso-
cia libre. Pero la época moderna, antropocéntrica, te- lutizante no es capaz de realizar esa operación, sino que crea
niendo necesidad de gobernar el rnundo, de controlar la la unidad sobre principios no libres, sometiendo las diver-
sociedad y la cultura, ha preferido operar con una inteli- sas realidades a la dominante entre ellas. Ei raciocinio es
gencia lirnitada a su aspecto de raciocinio, de racionalidad capaz de crear un sisterna y un orden, pero no según ei prin-
instrurnental, que ha sustituido al corazór,. Asi el control cipio de la libertad. Por eso genera necesariarnente siste-
y la gobernabilidad estaban más aseguradas. Pero esta sus- mas estáticos, que sólo en el interior pueden designar es-
titución ha sido poco feliz y ha procurado mucho dolor a pacios de libertad. Pero se trata de una libertad precaria.
la hurnanidad. Creo que la Iglesia era consciente de 1o Y, de hecho, el raciocinio crea sistemas proüsorios que, aun-
que estaba sucediendo y probablemente no es una casua- que sean muy sólidos, son objetivizantes. Y por eso surgen
lidad que, en un momento de gran racionalismo también continuamente rebeliones, revoluciones, ya que los ele-
dentro de la Iglesia, ésta promoviese la gran corriente de rnentos sometidos, excluidos u oprirnidos dentro de espa-
espiritualidad del Sagrado Corazón, de gran difusión en- cios lirnitados, cada cierto tiempo se revuelven en contra.
tre los pueblos europeos. Se vivía así bajo el signo de un
gran cisrna, si se puede hablar así, porque, por un lado, El cisrna entre la fe corno contenido y corno actihrd
se favorecía un fuerte racionalismo en la teología y, por otro, Ese proceso se ha producido también en la Iglesia. A1
se difundía una dirnensión de ia espiritualidad que una gran perder el corazón y reducirlo a psicologisrnos y sentirnen-
parte la entendía en su aspecto predominantemente devo- talismos, el raciocinio ha ocupado unilaterahnente el pues-
cional y pietista. Se trataba de dos rnodos de presentar la to central, acabando por subyugar todo, incluida la fe.
fe: uno para el rnundo de los intelectuales, el otro para Pero ha podido dominar la fe reduciéndola al contenido.
las rnasas populares. La ironía está en que los intelectuales Postergado el corazón corrro órgano de la fe de la relacio-

r58 r59
nalidad, el raciocinio no podía hacer otra cosa que restringir yentes- que la gente no podía verlo. La Iglesia se dio
la fe a su contenido ideal. Creer significaba adherirse a una cu.enta de esta dificultad e insistió en el aspecto rnoral, el
doctrina precisa, o sea, a un contenido preciso. El con- del testimonio. Pero esta acentuación fue percibida por
tenido podía ser elaborado en sisternas y doctrinas claras, muchos corno moralismo o corno puro servicio social, asis-
tan fácilrnente explicables racionalmente que hacía presu- tencial. Ver a la gente esforzándose por corresponder a
mir que podían ser universalmente aceptados. Mientras unos preceptos no va a conseguir, desde luego, rostros se-
tanto, la fe como actitud podia ser reducida a la ética y a renos, radiantes, sobre todo si este esfuerzo se vive a rrre-
la rnoral. Este cisma es hoy, junto a otros elementos, ul1a nudo en pleno conflicto con lo que racionalrnente se pien-
de las causas fundamentales de la reacción anticristiana en sa. Está claro que sólo por obediencia a la Iglesia el horn-
Europa y en rnuchas otras partes del rnundo. Es una re- bre rnoderrro no podía seguir por mucho tiempo ese tipo
ducción del cristianismo que muchos consideran como un de vida. Pero la cuestión no se acaba aquí. Se afirrna que
gran favor hecho al ateísmo. el rnundo seguirá adelante a causa de la fe, que la Iglesia
Si el corazón es el órgano que asegura la dirnensión incidirá en el mundo por medio de sus santos, que la
trinitaria, agápica, de la persona, está claro que un inte- nueva evangelización exige sobre todo el testimonio de la
lecto reducido a su aspecto de racionalidad instrumental no caridad, pero se sigue haciendo teología exactamente igual
puede llegar a un real conocimiento de Dios. IJn racio- que antes como si no hubiese pasado nada. Parece fatigo-
cinio tan limitado puede elaborar sistemas enteros e ima- so superar métodos que se han revelado inadecuados en te-
ginar excelentes explicaciones sobre Dios. Y de hecho es ología, trasplantados de otras ciencias a la teología. Y es
rnuy apreciable todo el desarroilo que ha vivido la teolo- evidente que esta diflcultad para elaborar una teología ver-
gía en este sentido. Si se inserta err una inteligencia ínte- daderamente teológica y eclesial es una dificultad que afec-
gra y superior, constituye un enriquecirniento real. Pero ta a la cuestión del conocirniento de Dios. Evagrio afirrnaba
eso no basta para llegar a la meta prefijada, porque nun- que teólogo es el que ora. San Buenaventura decía que se
ca puecle dar la certeza de que ei objeto de 1a propia re- hace teología para comprender córno se santifica el horn-
flexión es el Dios de la fe, ya que le falta el órgano del re- bre. Ignacio de Loyola exigía que el estudio de la teología
conocirniento, la dirnensión del intelecto capaz del reco- se apoyase sobre una fuerte y personal experiencia de fe.
nocirniento del otro, que asegura, por tanto, el fundamento Está claro que quien ha llegado al urnbral del conoci-
de la existencia real del otro y de nuestra relación con é1. miento de Dios antes o después se desvincula de todos los
De hecho, sucedió que, a pesar de un gran esfuerzo de es- extremismos y unilateralismos y cornprende que la teolo-
tudio, de inversión en la teología entendida dentro de es- gía y la vida cristiana son dos dirnensiones distintas de una
tas coordenadas, esa teología fue perdiendo de modo in- única realidad. Pero hoy resulta difícil hablar de esto por-
contenible el nexo con la vida, con la Iglesia, con los fie- que, debido al espíritu dialéctico de la modernidad, se
les. Es una teología que no podía cornunicar con Dios, encuentran fácilmente los alineamientos. Por una parte
porque Dios quedaba tan lejos -sobre todo para los no cre- tenemos algunos que entienden la santidad y la vía para el

r6o r6r
conocirniento de Dios corno una fuerte oración senti- realidades y las une a todas, porque es su centro y nexo
rnental. Se trata a veces de grupos que en su evolución orgánico. El corazón es el lugar del Espíritu Santo, por-
extrerna adquieren connotaciones más propias de las sec- que es el lugar de la participación de Dios al hornbre. Y
tas que de la vida cristiana. En general, las personas de es- Dios se participa a todo el hombre. Por eso es el hornbre
tos grupos no soportan la inmersión en la sociedad con- en su integralidad e1 que ha podido ser asurnido en Cris-
ternporánea. Como consecuencia surgen exigencias de se- to y la salvación q,r" Él trae es para todo el hombre.
paratisrnos, guetos, gruPos elitistas, etc. En el otro lado Para el conocirniento de Dios, el corazón activa a todo
encontramos teólogos atrincherados en el rnétodo históri- el hornbre. Y como el pecado ha creado en el hon:rbre un
co-crítico, que querrían irnponer su Pensarniento corrro re- cisrna, el corazón primero percibe la necesidad de purifi-
flexión teoiógica de la lglesia, aunque adviertan ya el ana- cación, para que de nuevo pueda llegar a la unificación.
Sobre todo la razón, que es la parte de1 intelecto más co-
cronismo y la quiebra en la evangelización. Algunos de
ellos son tarnbién muy conscientes de la enorlne respon-
rrornpida por el amor propio, es 1a que tiene más nece-
sidad de purificarse en el ejercicio de la caridad, en la
sabilidad que tienen en el fuerte aislarniento de la Iglesia
comunidad, donde aprende a integrarse en el conjunto, lle-
en la cultura rnoderna.
gando a pronunciar <<tú eres>> -<<nosotros somos>>-. SOlo
La gran convicción patrística de que el conocimiento de
a través de una constarrte purificación del corazón -que sig-
Dios y la fe son inseparables y que incluyen a toda la per-
nifica tarnbién la purificación de la razó¡ en el corazón-
sona está dramáticamente devaluada en la rnodernidad'
el hombre llega al reconocimiento y respeto, o sea, a los
Pero hoy tenemos que constatar que no se puede seguir pen*
umbrales del conocimiento.
sando que el hornbre, si conoce a Dios de un modo abs-
tracto, lo u""ptu.á, creerá É1 y hasta se convertirá a
".t destinado desde el princi- Corno Moisés ante la zarza ardiente
una vida nueva. Es un intento
pio al fracaso pensar que por rnedio de la razórt -desa- Veamos ahora algunos pasajes característicos del cono-
rrollando sobre todo el asPecto de la razón que es rnás fá- cimiento de Dios. Tomemos el ejemplo clásico de Moisés
cilmente presa del amor propio- se puede desarrollar en en el desierto ante la zarza ardíente. Moisés se encuentra
la gente una actitud religiosa Y gue, sin la purificación, se ante el último rnisterio de la vida. Moisés carninaba por el
puede llegar a explicar la doctrina cristiana de rnodo que desierto, reflexionaba y volvía continuamente ante el rnis-
la gente la acepte y la viva. Sin una actitud de arnor hacia terio, en las profundidades en que el hornbre está unido
Dios, su doctrina no puede ser aceptada ni vivida. a la vida. La reacción de Moisés ante la zarza que arde pero
Aparece así de nuevo todo el valor del corazón como re- no se consurne es la clásica, convencional, Ia del racioci-
alidad espiritual dada por Dios al hornbre que no puede nio que se alza sobre las otras dimensiones del hombre, em-
ser nunca reducida ni al raciocinio ni al sentimiento ni a pujado por la curiosidad, Moisés quiere ir a ver de qué se
la sensorialidad, ni tarnpoco a la voluntad dei hornbre ni trata. Es la actitud de la razón analítica tendente al dorninio.
a su conciencia moral. El corazón está rnás allá de esas Todo lo que se corrrprende se puede dominar. Existe en

r6z r63
T
I

nosotros esa peligrosa actitud del raciocinio no purifica- el raciocinio debe purificarse, entrando en eI conjunto de
do de desmontar, descomponer' aislar para explicar' Moi- la persona, para que todo en Moisés participe en esta re-
sés se está acercando al misterio con esa actitud. Pero en velación. Antes de conocer a Dios, Moisés, purificándose y
este rnomento el Señor se hace oír. Pensemos en el ries- sobre todo haciendo entrar el raciocinio en el corazón, se
go que habría corrido Moisés si Dios no se hubiese hecho dispone a ese respeto típico del reconocimiento radical que
oír. Habría andado a ver, habría visto alguna cosa y hu- le perrnitirá acoger la revelación de Dios. No se puede co-
bría dado una explicación de ella pensando que había com- nocer a Dios sin Dios. Moisés empieza casi como si Dios
prendido, pero habría quedado en la ignorancia y -sobre no estuviese o corno si fuese un objeto a disposición de la
todo- en la soledad. Habría tenido algunas nociones más, curiosidad humana, pero entra en el conocirniento cuan-
se habría hecho una idea de 1o que veía ante sus ojos, se do hace gestos concretos de reconocimiento del Señor.
habría dado una explicaciónr p€ro habría quedado solo' Las
explicaciones, las ideas que se nos ocllrren' no son un lu- Un rniedo que irnpide el conocirniento
gar en el que Dios se hace huésped y se hace presente' Dios Pero hay un miedo existencial que impide al hornbre pu-
en la zarza díce prácticamente a Moisés que puede acer- rificar el raciocinio y no perrnite asurnir esa inteligencia
carse, pero no a la rnanera que Moisés piensa. Debe acer- relacional capaz de respeto. Después del pecado, en el
carse teniendo en cuenta al que está en la zatza' Es la ne- hombre existe la convicción de que Dios no quiere el bien
cesidad de 1a purificación del raciocinio. El raciocinio del hombre. La convicción de que el bien que el hornbre
debe entrar en el intelecto, en el corazór- , para poder re- se fija de antemano, o sea lo que entiende que es un bien
conocer al otro y tenerlo en cuenta. Todo en Moisés ad- para sí rnisrno, no coincide con lo que Dios quiere para
quiere los rasgos del respeto típico del reconocimiento del é1. Por eso, el raciocinio trata de mantener al hombre en
otro, hasta el punto que esta actitud se <<fija>> en gestos una actitud de superioridad ante Dios, haciendo incluso de
concretos. Se quita las sandalias, porque ahora es consciente Dios una especie de objeto que puede ser indagado por la
de que no se trata sólo de una zatza qlue arde sino que es razórt. Así, se puede usar a Dios para justificar lo que
como encontrarse en Ia morada de Dios. Incluso la tierra qLleremos nosotros, sin llegar a ese reconocimiento de El
es santa, está llena de la presencia del que habla' No sólo que podría correr el riesgo de cornprorneter el bien en cuya
eso: t-odas las generaciones que han precedido a Moisés óptica hemos decidido nuestro modo de vivir. Moisés sen-
-de Isaac, Jacob hasta Abraharn- están aquí presentes' tía la vocación de ser el líder de la liberación de su pue-
Moisés se encuentra envuelto en un respeto inrnenso por blo. Es evidente que se identificaba con esta misión, pues-
la tierra y por la historia. Se percibe corno Parte de la to que en ella había ya dado los prirneros pasos, había te-
tierra y de la descendencia. Hay aquí una extraordinaria vi- nido que huir lejos de su pueblo, al desierto. Pero a Moisés
sión del conjunto, de la comunitariedad. Y está tarnbién Ie faltaba todavía una cosa, la más irnportante: el conoci-
la percepción de sí rnisrno corrro no estando en grado de miento del Dios de Abraharn, de Isaac y de Jacob. É1 .r-
conocer, por lo que necesita cubrirse el rostro. Vemos que taba formado en el arnbiente egipcio, no en Ia tradición

t64 r65
de los padres. Y es interesante que el conocimiento de está siempre más alla. Ei efecto es el mismo: Moisés no está
Dios coincida, en cierto modo, con el conocimiento de sí con Dios. Tárnbién en esta vía están los riesgos del subje-
mismo. Moisés reconoce a Dios y Dios se le revela reve- tivisrno, de una fe que no incide en la vida porque corre
lánd.ole también quién es Moisés y cuál es su vocación' el peligro de que le falte el contenido.
Pero todo esto sucede Por rnedio de la purificación de Pero después viene una tercera fase' Moisés llega a la gran
Moisés. El Moisés habituado a Pensar, a Proyectar y a ha- nube, en donde hay truenos y rayos. Surge el miedo, pero
cer é1 solo, se transforrna en un Moisés que piensa y Pro- Dios invita a Moisés a avaÍrzar. Gregorio dice que, en este
yecta teniendo en cuenta al Señor' De <<auto11"'-t¿d6>) se mornento, el intelecte ayaíza sólo con las alas del amor.
convierte en liberador rnandado Por Dios' Asirnismo' en Eso significa que se sigue adelante fiándose de Dios. Es en-
ei ejemplo de Moisés se no§ revela que el conocirniento de tonces cuando Dios se deja reconocer. Se trata de una ló-
Dios quiere decir también recibir ia rnisión' gica agápica, relacional, interpersonal, que se expresa en
la confianza. Dos personas no pueden llegar nunca a nin-
Más allá de la teología positiva y negativa guna otra certeza que la de la confianza del amor. Si dos
personas se citan para un encuentro se encontrarán sólo
Sobre el deseo hurnano de conocer a Dios, de com- si las dos tienen confianza en que la otra llegará. Moisés
prenderlo, se han elaborado dos grandes líneas de teolo- sube a la rnontaña del conocimiento fiándose, con la in-
gía: una que trata de comprender qué es Dios y otra que teligencia del amor, de que Dios acudirá a la cita, de que
trata de purificar los conceptos, las expresiones' y Por tan- Dios está.
to, {e i.ráicar que Dios está más alla de nuestras definiciones.
Una ileva a afirmar a Dios positivamente, 1a otra a afirmar El rnétodo del arnor
a Dios con la negación. Son dos enfoques con sus propios
valores y riesgos. Los dos tienen como objetivo el recono- La subida de Moisés al monte indica que la vía para
cimiento d"f S"Rot, la adoración' IJno llega a adorarlo entrar en el conocirniento es el intelecto guiado por eI arnor,
atribuyendole muchos predicados' el otro 1o adora envol- conducido por el amor. Tanto un enfoque predomi-
viéndáse en el silencio. Gregorio de Nisa ha tomado la su- nantemente positivo de la teología como un enfoque apo-
bida de Moisés al monte Sinaí como camino para ilustrar fático pueden hacer adquirir conocirnientos si el itinera-
'lras una rio se recorre con esta inteligencia que posee las alas de1
estas dos vías, llevándolas a un término superior'
fase de birsqueda de Dios, Moisés llega a saber muchas co- amor. Lo que hace el recorrido unitario es precisamente
sas de É1, p..o le falta su Presencia, no está con Dios sino la caridad del intelecto. Es evidente que en este itinerario
con sus pensamientos sobre Dios. Gregorio advierte de to- hay diversos grados, pero si el intelecto está iluminado
dos los .i".go, de considerar de manera idolátrica estos por el arrror, es decir, si se camina en el árnbito del amor,
conceptos y pensarnientos. En un segundo tie-mpo, Moisés el éxito está asegurado. Por el contrario, se desliza por
vive la fase de la teología negativa, apofática, liberándose de una vía peligrosa de ilusiones y de posibles idolatrías si se
esos conceptos Porque de hecho no expresan a Dios' Dios absolutiza una dimensión o un rnétodo cognoscitivo.

r66 167

I
I
El medio adecuado para comProbar si se está en el ca- ginal el hombre empieza a buscar 1o que ha perdido -la
amistad con Dios, su cercanía, su rostro-, o sea, el cono-
mino del conocirniento recto es el carnino de la caridad'
cirniento de Dios. Pero es una imagen que corre el ries-
Si nuestra inteligencia avanza con las alas de la caridad'
eso repercute en el conjunto del modo de vivir' No se tra-
go de ser mal entendida y absolutizada. Es el Señor quien
da al hornbre el amor con cuyas alas el hombre sube al co-
ta simplemente de actitudes aisladas que se pueden,asu-
mir, sino que es algo que irnplica a toda la personalidad nocirniento de Dios. Pero hay una irnagen todavía más ex-
de la persona. Se vive u'na cierta tnetanoia en el sentido plícita de córno Dios va aI encuentro del hombre para ha-
de que viendo más allá de lo ya visto normalmente' co- cerse conocer. Ya en Gn J, inmediatarnente después del
no.i".rdo rnás allá de lo conocido, se carnbia la rnentali- pecado, Dios baja al huerto del Edén para buscar al hom-
dad, se rre una nr¡eva luz- No se trata principalmente de bre y le pregunta: Adán, ¿dónde estás? Por tanto se da la
cambios sólo formales, que en cuanto tales pueden caer vuelta a la pregunta habitual, Dios, ¿dónde estás? Es la pa-
fácilmente en el forrnalisrno o en la exterioridad' sino rábola de la encarnación, preparada por medio de ios pro-
que estas formas, que en todo caso §uponen un cambio fetas, por medio de la Sabiduría, la parábola de Dios que,
en la fo.ma de vivir, son consecuencia de la nueva luz con en su éxtasis, desciende y se hace conocer.
la que la persona se ve. Son fruto del arnor con el cual Una imagen expresiva de este recorrido de Dios que
la persona conoce más y se conoce también a sí misma' baja al encuentro del hombre se encuentra en el episodio
Moi.¿r, después de este episodio, ve con una nueva luz a evangélico del ciego de Jericó (cf. Mc 10,46-52). En este
Dios, a sí mismo, la historia de Israel y también la escla- episodio, Bartirneo, el ciego, está en el carnino pidiendo
vitud de su puebio. limosna. Adrnira el hecho de que se dirija a Cristo invo-
cándole Hijo de David, Jesús, ten cornpasión de mí. Sa-
Dios se hace conocer bernos que Jericó era la puerta de Ia tierra prometida' en
efecto, Israel pasó porJericó para entrar en la tierra pro-
Hay otro elernento a subrayar resPecto al conocimien-
metida, Ia tierra de la justicia y de la paz, donde por fin
to de Dios. lmplícitarnente en nuestra actitud está siem- la alíanza se viviría en su plenitud. Este cumplimiento de
pre presente un cierto antropocentrismo' Así se habla dei la alíanza debía significar que, de la misrna manera que Dios
conocirniento de Dios como si toda la cuestión concerniese
se ha portado con Israel cuando éste era pobre y Peque-
sólo al hombre, como si tuviese al hornbre como punto de
ño, así tarnbién ahora cada uno se portará con el pobre,
partida, corno si la iniciativa fuese sólo suya' Es una acti-
el huér'fano y la viuda. La tierra prometida sería el reino
iud quirá debida en gran parte a 1a fusión entre el enfo-
de la justicia, donde el huérfano, e1 pobre y la viuda no
qrr. .larl.o del p.oÚI"-u del conocimiento y el rnodo
tendrían que rnendigar porque cada uno, irnpulsado por
como ha sido concebido en la época moderna, basado en
esta alianza de justicia, se apresuraría a socorrerlos. Pero
el sujeto cognoscente. Es una actitud secular que ya a prio-
Marcos err su evangelio subraya que el ciego se encontra-
ri no tiene en cuenta que la verdad es una realidad viva'
ba más a1lá de Jericó, en e1 camino entre Jericó yJerusa-
como hemos visto en el primer capítulo' Tias el pecado ori-
r69
r68
lén -o sea dentro de la tierra prornetidu- y que justo allí sías, el Rey de la justicia, que puede tornarlo consigo en
estaba rnendigando. Y cuando se entera de que está pasando su camino hacia Jerusalén. Y la pregunta que le hace Je-
Jesús -se ve que era un ciego sabio, que meditaba las Es- sús es conmovedora: fQué quieres que haga por ri? Esta
crituras, que había tenido la luz interior para identificar expresión hace que se derrumben muchas desviaciones res-
a Jesús con el Mesías esperado, el que iba a instaurar el pecto al conocimiento de Dios. Para el hornbre constitu-
reino de la justicia sin fin-, le invoca. El ciego está en la ye una verdadera angustia la idea de que si conoce a Dios
tierra prometidar pero el reino de la justicia está sólo so- tendrá que servirlo y ya no será libre. Y, sin embargo,
bre el papel. Muchos profetas han atacado el falso culto con- ahora tenemos aquí al ciego, expresión de toda la pobre-
sistente en ir de peregrinación a Jerusalén y no tener con- za del hombre, que no consigue vivir según el propio sa-
sideración de las viudas y rnaltratar a los pobres. Es la tí- ber, según el propio conocimiento, expresión de una in-
pica situación en la que el hombre ha comprendido, pero justicia causada por este cisma. Este ciego está ante Jesús
no vive según 1o que ha cornprendido, el clásico estado de reconocido como Hijo de David, y es é1, el Mesías, el que
cisrna entre la razór¡, y el resto de la inteligencia hurnana, ahora pronuncia 1a típica frase de todo siervo cuando es
que antes o después pone en evidencia la falsedad y la po- llarnado por su amo: ¿Qué quieres que haga por ti? Aquí
breza de una cierta justicia moral. El ciego se hace voz de está la parábola que poco a poco se completa, Dios baja,
toda ia pobreza de esta situación hurnana y grita al que vie- va al encuentro del hornbre que grita y se presenta a este
ne, que es el Rey de Ia justicia, el que instaurará un rei- hombre corno un hurnilde siervo. San Pablo, en la Carta
no de justicia de un rnodo cornpletarnente dif'erente de a ios Filipenses, da una explicación profunda de este amor
como el hornbre sabe instaurarlo. Támbién en este episo- divino que despo.ja a Cristo hasta hacerlo un siervo obe-
dio resalta la lógica del amor. Cristo llega y lo manda 1la- diente. Así pues, el rniedo a ser siervos de Dios se desba-
rnar. El ciego, todavía ciego, deja su manto -que era todo rata con la irnagen de Dios que se hace siervo para el
1o que tenía- y, <<dando un saltot>, se acerca al Hijo de hombre pecador.
David. El ciego, a quien antes, cuando gritaba, ios discí- En esta parábola de Dios que desciende se ha revelado
pulos y las personas que estaban alrededor del Señor que- tarnbién el conocirniento que tiene Dios de nosotros, Ios
rían hacer callar, cuando le dicen que Cristo le llama, se hombres. Juan, como hernos visto, dice que Dios nos ha
confía totalmente a esta llarnada. Podía tratarse muy bien amado primero, y Pablo dice que nos ha conocido prirnero
de una brorna, un mornento de grosera diversión por par- en Cristo. En el mundo bíblico, amar y conocer conver-
te de 1a gente, como otras ocasiones que probablemente Bar- gen. Cristo se confía al hombre hasta tal punto que, ha-
timeo había vivido ya. Pero esta rnención de dar un salto ciéndose siervo obediente, en la pasión llega a ser objeto
para ir al encuentro de Jesús indica un clima festivo, que de los golpes de los siervos. Cristo, entregándose en rrra-
recuerda el versículo del Cantar de los cantares de los Sal- nos de los hombres, cumple el suprerno acto de amor,
rnos de entrada. Es indicio de la certeza interior que tie- reconocer totalrnente a los hornbres. Pero, al mismo tiern-
ne el ciego de que el que está pasando junto a él es el Me- po, tiene un conocirniento pieno de ellos. Al principio del
170 t7Í
evangelio de Lucas e1 anciano Simeón profetiza que ante un cuerpo celeste resplandeciente. La luna no brilla con
É1 se des.relarán los pensamientos de muchos corazones. Y luz propia. La verdadera luz es el sol, tarnbién para la
en el rnomento de la pasión ante Cristo, en su humildad luna, que recibe su esplendor del sol. En estas dos irná-
de siervo obediente, se revelan todos los pensarnientos más genes se encierra toda la verdad del ciego y de Cristo, o
perversos y diabóhcos de los hornbres. Ya hernos visto que, sea, clel hombre y de Dios. El ciego tiene necesidad de la
para conocer a las personas, se requiere una gran humil- luz. El hombre, sin luz, no ve nada. E1 hombre como tal
dad, la verdadera hurnildad que es fruto de la caridad. no es la fuente de la vida, ni tan siquiera de su propia luz.
Só1o ante un siervo el amo se comPorta tal corno él es. Ante Ei ciego se dirige a Cristo llamándolo <thi¡o de David>,
cualquier otra persona que le inspira resPeto, o de la que en una alusión directa al rey de la justicia tan esperado.
busca consideración, torna actitudes de conveniencia. Pero El Apocalipsis llarna a Cristo '<Sol de Justicia>. Así pues
el siervo, porque no se le considera nada, es el único que la luna, o sea el hombre, recibe la luz del so1, del Sol de
ve a1 amo en su verdad, sin hipocresías. Y es impresionante justicia que es Cristo, Hijo de Dios. Por tanto el hornbre,
que Cristo sea el siervo obediente y que el hornbre sea el con su propia verdad, es un grito existencial y ontológi-
amo. .o. Él solo no existe rnás que en 1a oscuridad de las tinieblas.
Así pues, el conocimiento de Dios está totalmente des- La serpiente ha tentado al hombre prornetiéndole que lle-
vinculado de cualquier unilateralismo antropocéntrico. No gará a ser como Dios. Nuestra época no es una época atea,
se conoce a Dios porque el hornbre sea capaz de elaborar sino que sirnplemente ha puesto en práctica ei hecho de
unas nociones o de reflexionar sobre unos sistemas. sino considerar al hombre como centro de todo 1o creado'
porque É1 -i.t,.o da al hombre el amor que hace al horn- como si fuera un dios.
bre tan humiide e íntegro como para poder aceptar la ilu- Este modo de hablar no gusta quizá a los oídos con-
rninación de la inteligencia con la que se puede encontrar temporáneos, pero ahí está el problema intelectual que
con Dios. Pero conocer a Dios significa sobre todo que el nuestra época debe afrontar. Saber nombrar las realidades
protagonista es Dios misrno, Puesto que El es la verdad vi- según la verdad de las cosas y no según las ideas que se tie-
viente, personal y comunicable. El Dios que se hace co- nen sobre ellas. Es preciso saber dar los nombres según la
nocer es el Dios de la palabra, o sea, el Dios de la co- esencia de las realidades que se nornbran y no según las
municación. Y de su comunicación aprendemos nosotros construcciones sub.jetivas de conocimientos que sólo ven la
a conocerlo. superficie de las cosas. Es preciso encontrar el coraje de
retornar el encargo recibido por Adán de poner el nom-
El hornbre corno tal es la súplica y Dios corno tal bre a las cosas. Nosotros sorrros unos privilegiados respec-
es el arnor tierno to a él porque podernos dar nombres a las cosas según su
Hay otro precioso significado espiritual en este pasaje del verdad en sentido pleno. Por ejemplo, cuando hablarnos
ciego de Jericó. En la etimología hebrea Jericó evoca la luna. del pan podemos entender el verdadero Pan. Nosotros
Ahora bien, la luna no es la fuente de la luz, aunque es podernos dar nombres a las realidades del nuevo Adán,

172 173
en Cristo. No es teológica una epistemología que no ten- ayudado a limpiar tarnbién el mundo imaginario y la re-
ga en cuenta que nosotros, corrro nueva creación, debernos flexión misrna sobre la paternidad divina de muchas in-
(<dar un nuevo nombre) a la creación según el nuevo crustaciones históricas, de modo que hoy, a finales del si-
Adan. Pero no se trata de crear nuevos sisternas o de ela- glo >o«, podemos hablar con toda iibertad de Dios como
borar nuevas nociones, sino de ver el creado con los o.¡'os Padre.
abiertos por Cristo y con la lwz que es Cristo. Es evidente que, si en el conocimiento de Dios se da la
precedencia a la sola razón, eI resultado será un conoci-
¿Q¡ré Dios se conoce? miento que no podrá ser identificado con el de la reve-
lación rnás que en algunas pocas descripciones. Si se da la
Q.rie.o tocar ahora otro punto que puede presentar precedencia a la experiencia humana, se corre e1 riesgo
graves problernas respecto al conocimiento de Dios. ¿qré
de crearse la imagen de un Dios taurnaturgo, porque mu-
Dios se conoce? Si se parte del punto de vista de una fi-
chas veces sucede que el hombre, en su angustia, preocu-
losofía conceptual, entonces la cuestión de Dios será pre-
pado porque sus deseos no se realizan, se dirige a Dios para
ponderanternente artificial. Se conocerá un Dios necesa-
satisfacer una exigencia o un deseo. Pero hay experiencias
rio al sistema de pensarniento, un Dios como Causa Pri- hurnanas en las que el hombre está presente en su totali-
mera, corno Motor inmóvil, como idea del Ser absoluto,
dad -muy a rnenudo son experiencias profundarnente dra-
como garantía externa de la existencia del cogito, etc. Nor-
máticas- y en 1as que se dirige a Dios como a un <<Tú>>
rnalmente el hombre no se dirige a un Dios pensado de
y se dirige con una confianza filiai. Las experiencias hu-
esa manera. Probablernente tampoco el propio filósofo se
manas, tanto especialmente felices como dramáticas, nos ha-
dirigiría a un Dios así. Se podría también llegar a cono- cen ver que el hombre tiene conocirniento de un Dios
cer un Dios que es una mera necesidad de mi pensa- tan amoroso que puede ser llamado Padre. La Sagrada Es-
rniento, de rni modo de razonar, pero que en realidad no
critura está llena de esas experiencias -tanto individuales
existe. La época moderna ha agravado esta cuestión al de-
corrro del pueblo errtero- en las que se rnanifiesta este co-
fender celosamente el muro de separación entre el Dios de
nocirniento de Dios coÍro Padre.
la filosofía y el Dios de la Biblia. Me acuerdo de un sirn-
posio filosófico en que filósofos católicos, en su mayor El Padre de Jesucristo
parte sacerdotes, defendían hasta con vehernencia la fiio-
sofía ante la fe. Decían que la filosofia es una ciencia es- Así pues, siguiendo la estela experiencial y de la reve-
pecífica de la inteligencia hurnana y que el Dios de la fe lación -o sea, la estela sapiencial-, vernos que el hornbre,
no entra ahí para nada. en las situaciones iírnite de la vida o en las extrernada-
Por otro lado, vemos que tanto la experiencia hurnana mente felices, tiende a reconocer a Dios corrro Padre,
como Ia revelación nos llevan al conocirniento de un Dios cofno un protector, cotno uno que toma nuestra causa, que
Padre. El psicoanáiisis parece haber hecho una limpieza ge- no nos abandona, que no nos deja. La Iglesia primitiva ha
neral de las irnágenes de padre, madre, etc., pero nos ha reconocido a Dios como Padre de Jesucristo. Cristo, d..-

174 175
rante su vida, ha revelado el nornbre de Dios tarnbién en verdadero Padre. Se ve bien entonces cómo la paternidad
el rnomento crucial de su üda, en el Getsernaní y en Ia cruz; es una categoría del itinerario humano que tiene su fuen-
la Iglesia ha reconocido en este hecho la expresión de una te en la paternidad de los cielos. Por eso, la paternidad
verdad del hornbre, de todo hombre. Es corno si Cristo hu- de la tierra se debe inspirar en la paternidad de los cie-
biese explicitado hasta su plena realización una verdad que Ios de la que Cristo es el revelador por excelencia. Quien
está ya en cada uno y que, en diversas situaciones de la l'ida, me ve a rní ve al Padre. He aquí el conocirniento expre-
el hombre acierta a expresar. Jesucristo es el revelador de sado en una sola frase, pero es un conocirniento perfec-
Dios Padre, porque es el Hijo. Y al final de su vida te- to. Al ver a Cristo en su humanidad, se le ve en su di-
rrena, después de la resurrección, hace participar abierta- vinidad. Mirando a Cristo en su presencia histórica, se con-
rnente a los hornbres en esta filiación. Dice' Voy a rni Pa- ternpia a Cristo en su presencia celeste. Q.rle.r conoce
dre que es vuestro Padre; a tni Dios, que es vuestro Dios a Jesús, quien conoce la tienda hecha por rrranos de hom-

§n 20,r/). Para el hombre el problerna de Dios corno tal bre, ve también la tienda no hecha por manos de
no tiene tanto relieve existencial corno el problerna de hombre.
Dios Padre. Por eso la cuestión es muy sutil a nivel psico-
lógico y son peligrosas las desviaciones que se pueden de- El Espíritu Santo testirnonia que sorxros hijos adoptivos
rivar. El hombre, constituido por el principio agápico, ya El segundo revelador de Dios es el Espíritu Santo, que
por ese mismo hecho estará ontológicamente orientado al derrama en nuestros corazones el amor de Dios Padre que
principio agápico. Puesto que es imagen, estará ontológi- grita: <<Abba, Padrer>. Las dos Personas divinas, que en la
carnente orientado a su Prototipo. Corno persona, estará síntesis de san Ireneo son las dos manos con las que Dios
orientado a la Persona en sentido absoluto. Buscará un plasrna el hombre en el rnornento de la creación, son tam-
principio agápico absoluto, pero no una divinidad gené- bién dos (<coordenadasr> de que el hornbre dispone para
rica y soberana que sea causa de todo lo existente. La co- el conocimiento de Dios. El hecho de que el hombre sea
ordenada del Padre como categoría de la identidad está hijo adoptivo en Jesucristo, creado a su irnagen y redimi-
inscrita en el {'undamento ontológico del hornbre. El Pa- do por El, significa que el hornbre en sí rnismo es hijo y
dre significa no sóio identidad, sino tarnbién el origen de para conocer a Dios tiene que partir necesariamente de esta
la identidad y la rneta a alcarzar. La paternidad es el pun- categoría, que es ia que rnás profundamente expresa su
to firme, la seguridad. verdad. Y si el Espíritu Santo es esa luz interior que for-
Samuel , 1a noche en que vive las experiencias interio- ma el corazón del hornbre y 1o colma de los dones de
res más fuertes, tiene grabadas en su corazón las coorde- Dios, entonces sólo con la luz del Espíritu puede el hom-
nadas precisas respecto a córno reaccionar. No corre per- bre conocer a Dios Padre. Eso significa que la otra (<ca-
dido de un lado a otro, no se descompone ante esta trans- tegoría>) de la que el hornbre no puede prescindir en el
formante experiencia intericr. Sarnuel va al (padre>), conocimiento de Dios es el Espíritu Santo que le forrna
hasta que la tercera vez el anciano Ie dice que se diri.ja al orientándole al <<Abba>>.

176 r77
Todo esto nos hace ver que la verdad rnisma del horn- Iiza en las estructuras, sometiéndose, el otro quiere auto-
bre, creado por la Santísima Trinidad a irnagen del arnor afirrnarse siguiendo la propia voluntad lejos de casa. Para
divino, lleva en sí rnismo no sólo las categorías del Dios nosotros es interesante el epílogo de la parábola' al final
personal, sino tarnbién ia presencia real de este Dios. Esa el padre está prácticamente solo. El hijo que se ha ido y
presencia trinitaria lleva al hombre a conocer y reconocer que él espera con tanto alrror vuelve, pero con el propó-
a Dios como Padre, corno Hijo y como Espíritu Santo- Por sito de ser siervo suyo. Y el otro no quiere entrar en casa,
eso también aquí el conocirniento de Dios corre el riesgo se obstina en quedarse fuera porque en realidad se con-
de muchas desviaciones. El hombre no puede simplemen- sidera como un siervo, se identifica con los criados. In-
te aceptar el conocirniento de un Dios único y monolíti- cluso parece que el padre ha tratado a los siervos mejor que
co. En Ia experiencia histórica vemos que se conocía un dios a é1. Ei hijo pródigo que vuelve a casa ahora quiere ser sier-
monos, pero también un dios po1ús. Es un Punto de ex- vo, es decir, quiere convertirse en lo que antes le disgus-
trema profundidad, ya que el hornbre, a causa de 1o que taba tanto que le hizo decidir marcharse de casa. Sentía al
está inscrito en é1, percibe que Dios Padre debe ser úni- padre como un amo y la casa le resultaba estrecha. Aho-
co pero al misrno tiempo debe ser <<rnás>). Por eso están ra, después de haber tocado fondo, quiere volver y elige
en 1o cierto los que afirrnan que la era de la comprensión éi solo esa estrechez y ese clima servil que antes no podía
de Dios corrro Trinidad es la era de después de Cristo, o soportar. Es curioso ver córno este hijo, a pesar de sus re-
sea la era del Espíritu Santo, porque es el Espíritu Santo beliones, se siente todo el tiernpo siervo. Incluso en el
el que revela al hornbre la libre adhesión de las Personas país lejano, después de haber despilfarrado sus bienes, ha
divinas. Só1o por el Espíritu Santo puede reconocer el ido a un arno extranjero para ser siervo. Ahora, con la rnis-
hombre a Dios como Padre y a Jesucristo como Señor. ma actitud, euiere volver al padre. Insiste en ser siervo, por-
Só1o después de la revelación del Espíritu Santo el horn- que así el padre es el arno y é1 tiene todavía la puerta
bre llega a la Trinidad de Dios. abierta para irse de nuevo, para hacer su voluntad. Tárn-
bién en el hijo mayor, que parece tan diligente, al final
El verdadero corrocirniento está en la categoría despunta su verdad de siervo, que concibe al padre como
hijo/padre un arrro, y adernás ni siquiera .justo. Y tarnbién en él ve-
Flernos constatado que el hombre, por el Espíritu San- rnos que esta categoría siervo/arno perÍrite de nuevo cerrar
to, puede reconocer a Dios coñro Padre que está real- la puerta de casa, o sea, hacer la propia voluntad, en cier-
mente presente en é1 por su amor, que es un principio de to modo seguir el carnino del hi¡o menor. De esto se pue-
libertad. Varnos a tr:atar de entender mejor esta realidad a de intuir que el conocirniento de Dios no es err definiti-
partir del relato de Cristo sobre eI hijo pródigo. va una cuestión racional en sentido maternático, sino que
EI padre de la parábola del evangelio de Lucas tiene está ya determinado por una condición previa: la rnirada
dos hijos, uno es la irnagen de una mentalidad servil y el que tenemos sobre nosotros mismos. Esa mirada es el ám-
otro es irnagen de una mentalidad libertina. IJno se rea- bito en que conocernos a Dios. El hr¡o se ve como un
t78 17g
siervo y esto le perrnite hacer su voluntad frente a un arno ra encerrado en un sisterna de necesidad. Y también la re-
y buscar apaños según las propias conveniencias' En este Iigión es entendida por é1 con esta óptica.
caso, 1a clave de lectura del conocirniento es el hecho de Lo rnás difícil es ia libertad de los hijos. El conoci-
mirarse a sí misrno desde 1a óptica de la autoafirrnación. miento de Dios está radicalmente ligado a ser hijo o no
El conocimiento de Dios choca con nuestra identidad de serlo. Y la distinción entre el reconocerse coÍro hijo y no
no-hijos. Existe en nosotros el miedo diabólico a que el reconocerse corno tal se juega en la iibertad como di-
ser hijos equivalga a no ser libres. Pero son los siervos los rnensión del arnor agápico. El conocirniento de Dios es así
que no son libres. Ser hi¡o, en cambio, significa precisa- en última instancia una inteligencia de la libertad del
rnente Ia libertad. amor. Todos los datos que la inteligencia recoge en su
proceso relativo al conocirniento de Dios se manifiestan al
La libertad, árnbito del conocirniento de Dios corno final de todo a una inteligencia de amor que libremente
Dios de la libertad reconoce en ellos que se trata de Dios Padre que se reve-
En el episodio del hijo pródigo, el padre está descrito la. Se pueden tener muchas nociones de Dios, pero has-
ta que no se le reconoce como <<Dios mío>), no sirven para
con actitudes verdaderamente divinas y sólo su misericor-
nada salvo para justificar la autoafirmación y un amor per-
dia -que es la abundancia del amor Paterno traducido en
gestos concretos- parece convencer al hijo a volver a casa y
vertido (cf. Rom r,r8-r9). Y corno el conocimiento de
aceptar el puesto que ie es propio. De aquí podemos con- Dios se produce en la libertad del amor, no es posible de
cluir que el verdadero conocirniento de Dios es el conoci- ninguna marrera que se trate de un Dios tirano, corrro
rniento que se mueve sobre el eje hl¡o/Padre y que tiene su tampoco es posible que se trate de un Dios títere, un Dios
verdadero motor en el ilimitado arnor del Padre- Así pues, ex rnacchina, hecho a imagen del hombre. Si Dios no fue-
el conocimiento de Dios coincide con el conocimiento de se Padre, sería cognoscible por las categorías de la nece-
sí mismo corno hijo. Lo que en el segundo capítulo hemos sidad. De hecho, los intentos de una argurnentación ra-
llarnado <<inteligencia pervertida>> puede crearrros en este cional de la existencia de Dios son un carnino peligroso por-
punto enormes dificultades. El amor propio es en ese caso que podrían ser el fruto de un raciocinio que obra siguiendo
r¡na realidad del amor agápico pervertidor Qu€ perturba el arnor propio, o sea, según la carencia del principio agá-
también la libertad transformándola en necesidad. l]na vez pico, es decir, según la necesidad. Se llega así a razoÍrar
pervertida la libertad en necesidad, el hornbre es capaz de en tér'minos que obligan, quien piensa de un deterrnina-
elaborar sisternas enteros aparenternente satisfactorios para do modo debe recorrer un camino intelectual concreto y
é1, pero que en realidad son típicos de una mentalidad seguir los indicadores de una lógica precisa, según el iti-
servil. Se ernpieza sirviendo a las exigencias de la propia na- nerario de una episternología bien definida. Así llegará al
turaleza cerrada a1 verdadero amor. Estas exigencias ernpu- punto en que tendrá que admitir que Dios existe. Pero el
jan al hombre al estado de necesidad. El hombre someti- cristianisrno, como lo explica muy bien Silvano Fausti en
do a esa perversión del principio agápico se encuentra aho- su cornentario a la Carta a los Gálatas, en su últirno libro,

r8o r8r
Elogio de nuestro tiernpo, no es una religión de la nece- Hay tarnbién otro elemento que se debe poner de re-
sidad, sino que es la fe de la libertad. Si se piensa en el lieve, expresar el conocimiento de Dios predorninante-
Padre según las categorías de la necesidad, entonces no se rnente en conceptos, adernás de no cornunicar el amor -o
sale del esquerna de los dos hijos de la parábola evangéli- sca, el Dios personal- tiene el grave inconveniente de sus-
ca. El Padre, en el verdadero significado de la palabra, es citar inmediatamente en el otro la dialéctica del racioci-
sólo aquel a quien tú reconoces libremente corno tal, por- nio. Y así, en lugar de ayudar al otro a purificar el racio-
que si no se trata sólo del que te ha generado. Y este Pa- cinio, es decir, a hacerlo entrar en el corazírt, le estirnu-
dre, por su amor libre, se hace reconocer gratuitarnente lir a distanciarse de é1, ofreciéndole un gran cebo para la
corrro Padre. Como el hombre es imagen del Dios Trino, rlialéctica, donde, al final, de lo que se trata es de llegar
o sea de la libre adhesión, encuentra en sí mismo, con la ;r deterrninar a ver quién tiene razón. Vernos, por ejern-
iuz del Espíritu Santo, el reflejo de esa realidad y la fuer- ¡rlo, en la evangelizaciín córno un enfoque sentimentalis-
za para vivirla. Eso significa, como ya hemos explicado, ta lleva al rechazo de lo que se anuncia, mientras que la
que la rnaduración del hombre se cumple en la libre ad- vÍa conceptualista conduce a la autodefensa, a defender la
hesión en el amor. ¡rropia cultura y la propia rnentalidad y a considerar colno
trna opinión 1o que se anuncia.
El lengrraje del conocirniento de Dios En la revelación, en carnbio, Dios se hace conocer de
Inanera personal, por rnedio de las personas, y el lengua-
Vamos a detenernos un rnomento en el lenguaje ernple-
je que se crea en este encuentro es eI lenguaje sirnbólico.
ado en el proceso del conocimiento de Dios, que es tam*
Ibda la Biblia es un lenguaje simbólico. Támbién la pa-
bién el lenguaje de la comunicación de ese conocirniento'
lr'ística continúa desarrollando, corno expresión típica-
Al misrno tiempo, es irnportante subrayar que' corno el
rnente teológica, la expresión poética. Tánto para la Biblia
conocimiento de Dios tiene su comienzo en la esfera ex-
('omo para la patrística, el arte era un calnpo en el que se
periencial y se realiza en ella, e1 lenguaje deberá tener tam-
bién una dirnensión experiencial . Y aquí no entiendo <<ex- ¡rodía encontrar el nexo con un lenguaje adaptado al mun-
rlo espiritual y teológico. En ios últirnos años hernos asis-
periencial>> en sentido unilateral' como oposición a racio-
nal o con una connotación preponderanternente sentimental, tido a un redescubrimiento del lenguaje sirnbólico tanto en
sino en coherencia con el modo de proceder que estamos la teología como en la filosofía. Se habla mucho de ello,
proponiendo. Hemos visto que un conocimiento de Dios ¡rero escribiendo de una manera conceptualista. Del rnis-
que no parta de la verdad de la vida de la persona y quc rno rnodo, se estudian los Padres, a rnenudo con admira-
sea más bien una sobreestructura -como curiosidad racio- t'ión pero a veces con criterios que todavía derivan -aI
nal o como cuestión cultural e histórica- tiene muy poca§ rnenos corno rnentalidad- de la escuela histórica. Entrar en
posibilidades de llegar a término sin desviarse en la idola- t'l pensamiento de un Padre significa también entrar en su
lría de los conceptos, de las ideas, o en la elaboración dc vida, o sea, en comunión con é1. No se puede conocer el
sisternas abstractos, carentes de utilidad para la vida. ¡rensarniento de un Padre sin cornpartir también su modo

r8z r83
de vida. Raramente la llamada a volver a los Padres, en los r.rovinsiste en subrayar que el sírnbolo no se conoce de rna-
que Ia inteligencia era tan íntegra y la teología forrnaba una nera agresiva, que no cuadran con éi significados atribui-
unidad con la espiritualidad, lleva a crear una rnentalidad rlos. Por eso Ivanov rechaza el simboiisrno idealista por
teológica patrística. Y, sin embargo, esto es lo que se de- fálso, vacío, artificial. En cambio, del símbolo hay que
bería tratar de conseguir, una teología en la que se razo' dejarse inspirar, (<fecundar>>, porque hay una dimensión
ne según la mentalidad de los Padres y se emplee un len- -la espiritual- que es más real que la palpable, que exis-
guaje verdaderarnente simbólico. te y exige ser reconocida. Se trata de acogerla y no de irn-
ponerle nosotros a ella los significados. El significado del
El sírnbolo, rlrr lugar de encuentro sírnbolo yace en el símbolo mismo y a través de la di-
mensión palpable de las realia se revela y se comunica al
Un ejemplo fuerte de una teología verdaderarnente di-
cognoscente. La parte profunda, o sea la del significado,
ferente, que se distancia de la teología racionalista, lo en-
implica al cognoscente a través de su dirnensión (<externa>),
contramos en el poeta ruso Vja-eslav Ivanovi- Ivanov. Por
la de las realia.
eso, tornamos su concepto de símbolo y lo presentamos en
Los sírnbolos, según Ivanov, coÍrponen el mito. EI mito
síntesis. El sírnbolo es una realidad que encierra en sí
es para é1 como un relato de sírnbolos que se convierte err
rnisrna de rnodo indisoluble dos mundos: uno palpable, cós-
mico, histórico, y el otro rnetahistórico, eterno, espiritual. lugar de encuentro con la rnemoria transmitida por las
diversas generaciones. En el rnito, a través de los sírnbo-
Ese nexo no indica una analogía sólo pensada, entre esos
dos mundos existe un verdadero lazo que, aun cuando sea
los, se es introducido en una rrremoria sapiencial en la
cual se vive un {<sí coralD. Es decir, en el mito se expe-
real, no es unívoco. El paso de1 aspecto real y palpable del
rimenta la dimensión cornunitaria del conocirniento, nos
símboio a la dimensión invisible -que Ivanov llama (<rnás
descubrimos miembros de un organisrno viviente y se re-
real>> (es el mundo de las realiora, de las cosas más rea-
conoce juntos el significado sobreconceptual, espiritual,
les)- se realiza por rnedio del rnundo espiritual, en el que
en e1 que se participa por el mito.
el rnundo divino y el mundo humano se encuentran. Para
Ivanov, en Cristo se encierra el fundarnento ontológico
de1 símbolo. En el amor de Cristo se encuentran, en una
El sírnbolo, lengrraje privilegiado del conocirniento
unidad indisoluble, mundos diversos. Por eso Ivanov sos- Éstos serían, en síntesis, los puntos claves de la cuestión
tiene que 1a cornprensión de los sírnbolos se produce en del lenguaje sirnbólico según Ivanov (cf . L'arte, rnernoria
Ia modaiidad típica del conocimiento personal, puesto que della comunione, Lipa, Roma 1994, pp. 7r-98). aQoe .t
no se trata de conocer algo que sea irnpersonal, sino de lo que rrre parece extrernadarnente importante para nues-
una verdadera cornunicación a través del sírnbolo. Eso tro terna? IJn prirner elemento importante es el de una di-
quiere decir que, por un lado, el símbolo irnplica a la mensión espiritual y crística del sírnbolo. El sírnbolo es
persona en el propio significado y, por otro, el cognos- una realidad por medio de la cual se cornunica un con-
cente es libre de acoger o no acoger la comunicación. Iva- tenido espiritual, trans-ternporal, metahistórico, pero a
IB4 r85
través del mundo histórico, ternporal y tan concreto que bajar junto con las otras, a no irnponerse unilateraknen-
hasta es palpable. Pero esta comunicación es, por un lado, te. Por eso, el conocimiento simbólico favorece una inte-
irnplicante y, por otra, libre. Ei sírnbolo obra cornenzan- ligencia de Ia caridad y del amor. Por otro lado, en cam-
do a rnover en la esfera profunda, experiencial, del hom- bio, hemos visto que el símbolo, aunque implique, no
bre los contenidos que en un prirner mornento aparecen obliga. El símbolo es así un espacio de libertad. La per-
a la persona corno a-categoriales. La persona percibe rno- sona no es invadida por un conocimiento prefabricado, por
ciones, intuiciones. Surgen entonces pensamientos, senti- una verdad que ya está toda ella forrnulada, conceptualmente
rnientos, pero no tienen todavía un rostro netarnente des- codificada, sino que es invitada a una participación, sien-
cifrable. Y la persona está llamada, a través del símbolo rnis- do libre de no entrar en el conocirniento que el sírnbolo
lno, a retraducirlo, reinterpretarlo y sobre todo codificarlo, le está ofreciendo.
o sea, a darle una estructura categorial. Asi el símbolo es
el lenguaje más íntegro de todos los lenguajes que cono- El conocirniento en la rnernoria cornunitaria
cernos porque, a causa de su globalidad comunicativa, in- tradición
y en la
terpela a todo el hornbre. Por eso favorece una inteligen* Otro punto qtle me parece importante en esta reflexión
cia del corazór', que es una inteligencia atenta al conjun- sobre el símbolo es el de la mernoria, de la iniciación a
to de la persona. Y como el sírnbolo ernpieza a obrar en la mernoria. Dado lo irnportante que es en el conoci-
las esferas meta-conceptuales, o sea rnás allá del sirnple miento de Dios la dirnensión comunitaria, de 1a descen-
raciocinio, llega a una cornu.nicación del corazón. Exige a dencia, de la historia, el hecho de que el sírnbolo abra los
la persona una implicación de todas las esferas cognosci- tesoros de la rnernoria y promueva una iniciación a ella ofre-
tivas para darle una forrna personal. Se necesita activar la ce un lenguaje óptirno para el conocimiento de Dios. El
intuición, el raciocinio, el sentimiento, la voluntad y has- símbolo es un lenguaje de participación, favorece un co-
ta los sentidos, la sensorialidad. Así, el lenguaje simbOli- nocirniento cornpartido, que en nuestros términos se po-
co, a causa de esta irnplicación, promueve un conoci- dría traducir corno <<eclesial>>. No en vano eI lenguaje
miento unitario, con 1o que es más difícil que se dé ei cis- sirnbólico por excelencia es cuidado por la Iglesia en la li-
ma entre el raciocinio y la vida, entre los sentirnientos y turgia. La liturgia, corno ámbito del símbolo, es una rna-
la voluntad. De esa rrranera podernos observar que el co- nifestación de Dios, es una celebración comunitaria de
nocirniento a través del sírnbolo favorece ya de por sí una Dios en ia que todos participan, y lu cornprensién y la
purificación continua del intelecto, sobre todo en su di- apropiación del significado se produce de una rnanera co-
rnensión de raciocinio, porque se nos propone reconocer munitaria, pero al rnisrno tiernpo de un rnodo cornpleta-
el significado, descubrirlo, no darlo ni inventarlo. En el mente íntirno y personal. Y en la misma liturgia hay ya una
conocirniento simbólico el cognoscente se educa en una categorización del significado: están la palabra, la rnetáfo-
modalidad de conocer caritativa, <<altruista>>, porque cada ra, la explicación y el dogrna. Estas expresiones constitu-
dimensión cognoscitiva es constanternente invitada a tra- yen la tradición. Así pues, el símbolo rnisrno en la litur-

r86 r87
-Y
I

gia, por medio de la memoria madurada, ayuda a la cate- ¡races de un verdadero diálogo. Hoy existe un serio proble-
gorización y a la cornprensión, tarnbién razonada, del sig- rna en la formación religiosa y sacerdotal porque faltan edu-
nificado. ,'adores y profesores capaces de llevar a los jóvenes a verda-
De 1o dicho hasta ahora resulta eüdente que en la base del rleras iniciaciones. Por eso, a menudo esa forrnación no va
lengrraje simbólico está la vida espiritual, o sea, esa apertu- más allá de los esquernas y deja a la persona preparada en
ra de fondo para acoger y concientizar las primeras cornu- sectores y disciplinas precisos, Pero sin esa integración espi-
nicaciones que, por el sírnboio, se hacen sentir en la per- litual que hace que 1as cosas aprendidas adquieran aliento,
sona. Después, poco a poco, se da todo un proceso de dis- vitalidad, fuerza transformadora y comunicativa.
cernirniento espiritual de los sentirnientos y d" los
pensamientos suscitados interiorrnente, para que la persona El Dios-verdad-Mernoria
no llarne sacro a algo que no lo es, no rechace en carnbio Como la memoria es una realidad personal y por eso
un pensarniento que viene de Dios, o no se enamore de un concreta, es el ámbito en que se asegura un conocimien-
sentimiento que podría ser autosugestión. En este discerni- to integral. El sírnbolo y la comunidad son, a su vez, los
rniento, la rnemoria de los símbolos y de su cornprensión es espacios privilegiados de la mernoria- Y estas realidades
una orientación y una ayuda concreta. Pero sobre esto es im- constituyen y aseguran juntas una verdadera epistemología,
portante distinguir un detalle. La persona que empieza a ya que son realidades que participan en el Dios Trino y
experirnentar significados espirituales interiores pero que Uno, que es la verdad eterna, porque en su libre adhesión
son todavía arnorfos, imprecisos, indefinidos, si, en el pro- de las Personas Dios es incorruptible, indestructible, viviente
ceso de una comprensión más íntegra, es ayudada, seguida, eternamente. Ya hemos visto que la mernoria significa par-
acornpañada por alguien que tiene una gran claridad con- ticipación en aquello que permanece' que no hay necesi-
ceptual, pero elaborada en un despacho, sin pasar por el dad de rnantener artificialmente en vida, sino que objeti-
proceso experiencial-racional del sírnbolo, podría encontrar vamente existe y es eterno. Entonces la verdad y la rnemoria
un irnpedirnento rnás que una ayrrda. Efectivamente, es im- no son tan separables corno a menudo se Presentan en las
portante que la a¡"rda a la categorización del contenido del epistemologías rnodernas. En la historia cristiana este bi-
símbolo venga de personas que han pasado por un carnino nornio verdad-Mernoria tiene un fuerte peso. Se conoce
experiencial-racional. Sólo quien ha sido iniciado a la rne- en la Iglesia y uno de los criterios para el conocimiento
rnoria de la fe, a la mernoria de la tradición, puede acom- teológico es la comunión eclesial. Aunque en la época
pañar a los otros. S0lo una persona litúrgica, o sea una per- rnoderna esto se ha entendido más bien en el aspecto dis-
sona de integración espiritual-intelectual, en que eI rnisrno ciplinar, se trata de una realidad epistemológica, porque
ienguaje expresa la integridad del contenido, puede educar forma parte de la verdad misrna que se va a conocer' El
en el verdadero conocirniento. Se trata de personas que han cristiano comprende el contenido inmediato que el sím-
llegado a una real inculturación del conocimiento y que por bolo comunica, dándole una estnrctura categorial, en rne-
eso tienen una vitalidad experiencial-racional que les hace ca- dio de la asarnblea eclesial y litúrgica.
r88 r8g
T
?

LJn conocirniento integral corno confianza vida espiritual, el dogma, la Sagrada Escritura, la tradi-
en la posibilidad de conocer de toda persona ción. Después, en la Iglesia está el magisterio, que tiene
En todo caso, se trata de poner de nuevo en su ver- competencia para interpretar los misterios de Ia fe en
nuestro tiempo. Deshaciendo todas las tensiones socio-cul-
dadero sitio a la fe. Están los dogmas, que son específi-
turales en torno a1 rnagisterio, se llega a la dimensión te-
camente el árnbito en que se vive la vida espiritual recta
y se realiza la fe recta en el amor perfecto. Los dogmas ológico-espiritual, que ayuda a los fieles a una elabora-
no han sido forrnulados en la Iglesia a partir de especu- t:ión personal y comunitaria de los significados y conte-
laciones conceptualistas, no son elaboraciones de despa- nidos suscitados en las personas por el Espíritu y
cho. Los dogmas han crecido de Ia vida espiritual y ecle- promovidos por Ia Iglesia.
sial. No hay cisrna entre dogma y liturgia. Los dogmas
pueden estar en 1a liturgia porque no son definiciones corr-
Glorificar y alabar a Dios
ceptualistas, sino los sírnbolos de la fe, de las coordena- Flernos visto que el conocirniento de Dios es un pro-
das infalibles dentro de ias cuales se rrrueven los bautiza- ceso que requiere una implicación dinámica de toda la
dos en el nornbre de Dios tino. La vida espiritual de cada persona y tiene como presupuesto la purificación. La
rlno, srl búsqueda personal para ilegar a una categoriza- purificación del corazórt no es la simple confesión de
ción del contenido de la propia fe y de la propia vida es- los pecados, sino la entrada de toda la persona humana
piritual, se debería rnover con gran naturalidad dentro de en urra visión unitaria, excluyendo los unilateralismos y
los dogrnas definidos por la Iglesia. Está claro que si la las exageraciones parciales. La purificación del corazón sig-
dogmática se aparta de ia vida espiritual y de la tradición nifica acoger el don dei Espíritu Santo, o sea la gracia
y se apoya en sisternas de pensarniento históricamente cir- del perdOn y del amor. Por tanto, es un ejercicio de la
cunscritos, se convierte en algo alejado de la gente y se vive caridad, no sólo corporal con actos de caridad, sino tam-
sobre todo corno obligación, corrro camisa de fuerza, como bién del raciocinio, llevándolo a forrnar parte de una
una fórmula rnatemática, en una sofisticación que no tie- inteligencia de la caridad. Al mismo tiempo, el conoci-
ne nada que ver con la vida concreta. Si se pretende que miento de Dios es un acto de la verdad del hombre que,
la vida espiritual de los fieles parta del dogma, entendi- a irnagen del amor trinitario, se adhiere libremente al otro
do en sentido reductivo, o sea conceptualista, se entra en y a Dios. El conocimiento de Dios es sobre todo pro-
un callejón sin salida. Así no puede desarrollarse ni la es- nunciar un (<sí>) sagrado, afirrnar al otro reconociendo
piritualidad ni la teología ni Ia vida eclesial, porque de esa su iibertad, incluso la libertad de revelarse o no revelar-
forma es difícil ir rnás allá de las explicaciones sobre córno se. Por tanto, el conocirniento de Dios excluye toda ló-
comportarse en Ia vida rnoral, sobre qué hacer en el mun- gica de necesidad. No tiene nada de automático. Es un
do, sobre qué actitudes tomar en política. En cambio, es camino en la libertad. El conocirniento de Dios se ex-
totalmente diferente un enfoque experiencial-racional en presa y se comunica por medio de un ienguaje íntegro,
el que se manifiestan los nexos interiores entre la fe, la corno el del sírnbolo, entendido en sentido espiritual.
r90 I9I
El conocimiento de Dios es siempre eclesial y litúrgico , onocimiento de Dios. I-a vanagloria, en carnbio, es dar peso
y llega hasta esa liturgi a a \a que aspira el cristiano y que ,r las cosas que no lo tienen, prestar atención a lo que no
implica a toda la vida. tc debe prestar atención. Esto tiene rnucha importancia
Para conocer a Dios lo importante no es hablar de Dios
¡,ara el conocirniento de Dios. Cuando se sienten los pri-
sino dirigirse a É1. SOl" con la flaerza del Espíritu Santo rneros movimientos del alma, cuando en el horizonte del
que habita en el hombre puede éste decir <<Señor, Tú c<¡razórt aparecen nuevos sentimientos y nuevas ideas, hay
eres, Padre rnío y Dios rnío>). El conocirniento de Dios es ,1ue escuchar a la tradición, a la verdadera teología, a la Igle-
afirrnación plena de la identidad del hornbre como hijo y sia, a la liturgia, al magisterio, para empezar a discernir,
de la identidad de Dios como Padre. Por eso, para carni- l)ara no dar peso a las cosas que no lo tienen. Al glorifi-
nar por ese conocimiento, es necesario entrar por el ca_ t'ar a Dios, nuestra rnente se purifica y nuestro corazón se
mino del hijo que en todo momento trata de reconocer .'onforma a irnagen de la caridad, o sea, a imagen del re-
al Padre como Padre y de glorificarlo y alabarlo por el ('onocer al otro.
simple hecho de que es Padre suyo. Al comienzo conviene nutrirse dei alirnento que lleva al
<<Te glorifico, Dios Padre, por medio de tu Hijo conocirniento, o sea, no perder tiernpo con realidades y li-
Jesu-
cristo, en el amor del Espíritu Santo, junto a todos los san- lrros que ocupan la rnente y e7 corazín y quizá sóIo satis-
tos.>) Ése es el carnino regio que se abre ante nosotros para lácen la curiosidad racional o consuelan el sentirniento. El
el conocimiento de Dios, glorificar a Dios. En hebreo, la libro teológico que no caldea el corazón y no inflama la
palabra kab6d -gloria- significa peso. Y para los hebreos f'e no sirve. Más tarde, avanzando con la gracia de Dios en
el peso estaba asociado a Ia vida. Por eso, ei único verda- su conocimiento, se establecerá un diálogo .o.r É1 po.
deramente <.de peso> es el Señor de Israel, porque sólo medio de todo lo que se encuentra en la vida y se cono-
él existe verdaderamente. Cuando se dice que toda la tie- cerá a Dios incluso en el pecado humano. No sólo eso. Se
rra está llena de su gloria, se quería decir que toda la tie- llega al conocimiento de Dios hasta poderlo reconocer in-
rra está cargada de su gloria, siente su peso. Así pues, glo- cluso en la muerte y en la tumba.
rificar a Dios significaba reconocerlo por lo que é1 es, re-
conocerle el peso que le corresponde. El <<temor de Dios>> Afirrnación de la inteligencia
en los Libros Sapienciales significa no atreverse ni tan si- Existe hoy el serio peligro de una actitud fideísta o de
quiera a pensar que pueda ser Dios otra cosa distinta del una actitud psicologista a causa de una especie de <<lucha
único Dios, el Señor del pueblo de Israel. Gloria al pa- antignóstica>>. El gnosticismo fácilrnente se suele identi-
dre, al Hü" y al Espíritu Santo significa reconocer el peso ficar con un intelectualismo espiritual, y entonces, por opo-
de la divinidad, de la existencia absoluta para cada una d.e nerse a é1, se corre el riesgo de rechazar la racionalidad
las Tres Santísimas Personas. y la inteligencia. Por otra parte, si el gnosticismo es iden-
Practicar la caridad, conforrnar a ella la propia rnenta- tificado sobre todo con el rnundo psíquico, al cornbatir-
lidad y glorificar a Dios es el camino seguro para llegar al lo se corre el riesgo de desacreditar y rninimizar la irn-
r92 r93

,]
portancia del mundo psicológico de la persona, cayendo ,'luye a todo el hombre. Sólo todo el hombre pued.e co_
en una especie de fundarnentalismo espiritualista. Hoy el ,ocer verdaderamente a Dios. Todo el hombre significa toda
peligro más inminente es el de rechazar la racionalidad en la persona. La persona humana es Ia persona en comunión,
la vida espiritual y en la teología. La tradición teológica <¡ue tiene en cuenta el conjunto. Es el hombre que
per_
y espiritual ha tenido siempre en gran estima a la inteli- tenece a Ia comunidad y a la historia, el hombre de la
gencia y a la racionalidad, aunque salvaguardando Ia in- rnemoria. En esto se rnanifiesta el necesario conocirnien-
tegración de la racionalidad en el conjunto de la perso- to del aÍror Tripersonal. Por eso se requiere un lenguaje
na y de la fe. FIoy existe un serio peligro de rechazo de apropiado, que es el del sírnbolo. Al sírnbolo se es inicia_
la verdadera racionalidad, por identificarla demasiado fá- do en la comunidad. Se participa activamente en la aco_
cilrnente cor,l un rnétodo preciso de búsqueda o un pro- eida de la revelación buscando una comprensión también
ceso de razonarniento. Así se piensa que la racionalidad categorial, pero con un discernirniento en el ámbito de la
es sólo 1o que corresponde a un método concreto o una mernoria. se avanza acordándose. se madura en el cono-
lógica argumental precisa. Pero esta es otra manera de cimiento rnediante la anámnesis.
quitar importancia a la racionalidad y a la inteligencia en El conocimiento de Dios es sobre todo fruto del Espí_
la fe. La fe no es irracional, y menos todavía antirracio- ritu Santo y es su obra. Por eso se conoce a Dios junto a
nal. Tárnpoco el amor es irracional. Los dos, la fe y el él y por medio suyo, es decir, en Ia oración.
amor, tienen una inteligencia propia y son realidades
Algunos títulos de la bibliografía utilizada,
abiertas a la racionalidad, pero no a los reduccionisrnos
racionalistas. Además, la inteligencia y la racionalidad sólo - AraNsUr (]nlrró), Metodologia hogoslovlja (Metodo_
en el ámbito del amor encuentran su verdadera identidad. logía de la teología), ..r Traga4je ,u Chr¡rti^ (Buscar a
Así pues, el amor no sólo tiene una racionalidad propia, Cristo), Belgrado 1989, pp. 5-t6, trad.. italiana E t.olo_
sino que también es el horizonte auténtico de toda ra- go chi prega, en L'infinito camrnino. Lltnanazione di Dio
cionalidad. e deificazione dell'uomo, Sotto il Monte-Schio rg96, pp.
Sería un error fatal que, por combatir el fideísmo, se rg5-22r
afirmase un atrasado reduccionismo racionalista y cientis- - S. Bulcarov, Svet neveéernij, Moscú rgr/, trad. fran_
ta. Pero sería igualmente fatal combatir el gnosticismo re- cesa La lumiére sans déclin, Lausana rggo, Introducción:
chazando la racionalidad y la inteligencia. La natura della conoscenza religiosa
- P. Er,ooKIMoV, La connaissance de Dieu selon la tra_
Conclusión dition orientale, L'enseignement patristique, litut-gique et
iconographique, Líón 1967, trad. italiarra La ,onori"Áru d"
Al final de esta reflexión sobre la cuestión del conoci- Dio, Roma 1983 (zu ed.)
miento, resumimos diciendo que el conocimiento de Dios - B. FonrL, La teologia come compagnia, memoria,
puede ser sólo un conocirniento integral, o sea, que in- profezia, Roma rg87, pp. 2OO-2rO

19+ r95
- J. Porol,,rÓ,Put Bogopoznan¡a (El camino del cono
cimiento de Dios), Belgrado r98/
- T. Sptol\rc, L'Idea rtrssa, Roma 1995, cap' 2 ' La co'
noscerTza, pp. 7r-lr7
- CH. YeNNIeRAs, Chái'ntegger kú Areopagítes, é peti
apousías kai agnosías toú Theoú, Atenas 1988 (za ed')'
trad. italiana lgnorarTza e conoscerTza di Dio, Milán Í973'

r96

Вам также может понравиться