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Abstract
The Thesis analyzes the existing distributive relations on a set of recovered enterprises
by their workers of the Autonomous City of Buenos Aires. It is claimed that the capacity of
production evidenced by these enterprises is associated to a reversal of the egalitarian
distributional forms. This implies the existence of mechanisms of exploitation and hoarding
opportunities expressed in three inequality modalities: labor category, according to the
cooperative membership; and the antiquity in the cooperative. These modalities are linked to a
source element, "the conflict". The enterprises whose origin it referred to low conflict
situations expresses inequality in the distribution, focused on the labor category. In contrast,
the enterprises that in situations of intense conflict formed high levels of equalization, with
the development of production make their own way to inequality distribution. The enterprises
that distribute according to a cooperative membership express an exogenous exploitation and
exclusion mechanism based on the possession of alienable productive assets, property and / or
control over the means of production, i.e. in terms of the employment relationship formed by
the division between owners - employees. This division also involves the establishment of
categorical boundaries between groups resulting from the distributive configuration: the
cooperative member workers and the employees. In the way that such categorical emulated
inequality contradicts the legal nature of the economic link, this inequality generates problems
that threaten the organization. In second place, the enterprises that distribute according to the
antiquity in the cooperative express endogenous exploitation and exclusion mechanism. This
modality it’s based on organization productive assets, where the control of the organizational
productive resources is the material base for the expropriation by the group that controls those
resources. This mechanism supposes the division and establish of categorical boundaries
between founder workers that participated in the recovery process and the new workers. This
Thesis states that the difference in the degree of cohesion and integration between groups
favors the institution of power imbalances for the most cohesive and integrated. The not
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emulated character of the categories implies the necessity of an internal legitimacy based on
egalitarian criteria, but this modality doesn’t have majority legitimacy, so it not favorably
resolves organizational problems, emerging disputes about the justice of the modality.
Regarding the modalities based on labor category the analysis don’t let us affirm that this
modality express exploitation mechanism. But it does express a mechanism of control of the
productive assets that allow to an inequality distribution base on the hoarding of the more
profitable categories. The cooperative members that participated on the recovery who occupy
the command and promotion pools that allows them to get a differential distributive income.
Furthermore, the thesis advanced in the exploration of the concepts of "just" or "unjust"
of the different modalities. It finds that there is a match between the distributive modalities at
and the degree of legitimacy that has among workers. However, parallel to this adaptation is
its opposite in tension. Those tensions express in the distributive disputes the inequality
categories resulting from de inequality mechanisms.
Finally, the Thesis examines the social character of socio-productive order. It is claimed
that the emergence of social inequality distribution relations established between the labor
collective, and those resulting from the direction function express the construction of
hierarchies a social inequality in the collective that tensions the interpenetrated social-
mercantile character that this experiences expressed on their genesis. These emerging
inequalities can juxtapose to the socialized logic on the inner collective others logics, setting
new hybrid characters on this enterprises, that can express a tension between inner inequality
spaces not organized by a property or control criteria and the existence of hierarchies and
inequalities. In this sense, its affirm that the transformations in the dimension of surplus
appropriation mechanisms so that the transformations in the political dimension of productive
relations constitute the central indicators to analyze the transformations of the hybrid
components of the interpenetrations
4
Índice.
Página
Introducción…………………………………………………………………………. 7
Conclusiones………………………………………………………………………... 284
Bibliografía…………………………………………………………………….......... 303
5
Agradecimientos.
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Introducción.
El presente trabajo es resultado de una proceso investigativo que tiene origen en el año
2003, pero que en los sucesivos años fue modificando y reformulando sus objetivos
investigativos. Para entender las preguntas de investigación que orientan este trabajo, es
necesario remontarse a los orígenes del propio proceso investigativo, que iniciado en una
etapa y contexto diferente al actual, y generado por preguntas diferentes a las presentes, de
alguna manera terminó orientando nuestras preguntas actuales.
El proceso de recuperación de empresas por sus trabajadores constituyó uno de varios
escenarios de investigación emergentes de la crisis social con que comenzaba el nuevo
milenio. Atraídos en un comienzo por el carácter innovador e incluso romántico que nos
brindaba la imagen de trabajadores asumiendo por cuenta propia la tarea de reconstruir una
unidad productiva y recuperar fuentes de trabajo, nuestros primeros esfuerzos se orientaron en
el desentrañamiento y análisis de los elementos constituyentes de la sociogénesis del proceso,
análisis que nos permitiera a la vez, avanzar en la construcción de un marco hipotético causal
de las recuperaciones de empresas, al menos en la localización geográfica referente a la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires (en adelante CABA). Con el correr de los años y los
avances investigativos emprendidos, nuestra mirada sobre el proceso empezó a focalizarse en
la capacidad evolutiva del mismo, así como en las transformaciones en una serie de
dimensiones que nos parecían sustantivas para desentrañar el carácter social del proceso. Nos
interesaba observar qué expresaban dichos procesos productivos en su relación con el
ordenamiento social, sobre qué elementos se innovaba, y qué innovaciones se revertían.
En este sentido, las investigaciones desarrolladas desde 2003 a esta parte, nos
permitían afirmar que al desobedecer al desempleo avanzando sobre la dirección de la
producción, los trabajadores de estas empresas recuperadas producían cambios e innovaciones
en los espacios físicos y sociales que entraban en su posesión. Este avance poseía en lo
inmediato una implicancia sustantiva: conformaba un proceso de igualación creciente. La
empresa resultante transformaba significativamente el carácter de las relaciones de
apropiación, el consumo productivo de fuerza de trabajo asalariada no era lo dominante en la
génesis de la nueva empresa (Rebón: 2004 y 2007). Por otro lado, se alteraba parcialmente el
carácter social de la unidad productiva al generarse condiciones para una crítica práctica, no
deseada previamente por sus protagonistas, al orden socio-productivo (Rebón: 2007).
Dichas proposiciones constituyeron nuestras premisas de investigación. Consideradas
como el punto de partida, nos interesaba observar las transformaciones en dichas
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dimensiones. En este sentido, entendíamos que estas proposiciones referían a un estadío
particular del proceso, es decir a un momento que tenía más que ver con su sociogénesis -el
momento constituyente-, más que con su forma acabada. Es decir, más allá de estos avances
relevantes vinculados a la sociogénesis del proceso, entendíamos que éste no podía ser
comprendido en sus alcances sin investigar que acontecía con el mismo una vez pasada su
etapa inicial de emergencia.
La presente Tesis entonces, intenta desentrañar con rigor las transformaciones en los
procesos de igualación observados en la etapa instituyente del proceso y sus implicaciones
respecto del carácter del orden socio-productivo. La investigación aquí desarrollada, refiere
así, a la temática de la igualdad, los obstáculos para su sostenimiento, las formas en que
emerge la desigualdad, los mecanismos que las sustentan, los criterios sobre los cuáles se
apoya, la concepción que de ellas/s tienen los trabajadores.
Ahora bien, nos interesa enfocar la mirada sobre las relaciones de
igualdad/desigualdad desde una perspectiva centralmente sociológica, esto es entender a la
igualad y a la desigualdad social como una relación social, como un tipo específico de
configuración de acciones en correspondencia –de encajamiento de acciones- realizada por
individuos o grupos de individuos. Esto implica despojar el análisis de una mirada esencialista
y moralizante y centrarnos en los vínculos que se entablan en estos colectivos de trabajadores.
Centrar nuestra mirada en la forma que adquieren los vínculos sociales, o dicho de otro modo
en la socio-dinámica de la relación entre grupos sociales (Elías: 1996), nos permite
reflexionar sobre la existencia de “regularidades estructurales”, es decir, de estructuras de
relaciones que se expresan en diferentes contextos y grupos sociales. Así por ejemplo, como
explicitaremos a lo largo de la Tesis, consideramos que los grados y las formas que asume la
cohesión grupal, juegan un rol central en las relaciones de desigualdad analizada, ¿es posible
entonces, pensar que este elemento puede jugar un rol preponderante también en muchos
otros contextos sociales?
Así, este énfasis sociológico circunscribe el análisis de las relaciones de
igualdad/desigualdad a una perspectiva que trasciende los debates o las reflexiones
filosóficas, o más precisamente de la filosofía política. No es pretensión de esta Tesis
entonces, relegar el análisis sociológico de los procesos, e instalarnos en un debate sobre una
base ético-política sobre la conveniencia o inconveniencia de la igualdad o la desigualdad en
los procesos analizados. Nos interesa primero conocer los procesos, para luego reflexionar
sobre los mismos a la luz de nuestros valores y nuestros principios sobre la igualdad. Esto
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entonces implica reconocer que el investigador posee valores y principios morales sobre una
realidad deseada, pero no atribuimos a los procesos analizados esos valores deseados.
En este sentido, nos inscribimos en una perspectiva que entiende la producción de
conocimiento en términos de una ciencia social emancipadora (Wright: 2006), la cual trata de
generar conocimiento relevante para un proyecto colectivo democratizador e igualitario.
Entenderla como una ciencia social y no una mera crítica o filosofía social, supone reconocer
la importancia para esta tarea del conocimiento científico sistemático sobre la sociedad.
Llamarla emancipadora supone señalar que su principal objetivo moral es la eliminación de la
opresión y la creación de condiciones para la prosperidad humana. Y llamarla social indica
considerar que la emancipación depende de la transformación de las relaciones sociales, y no
sólo de la subjetividad (Wright: 2006).
Nuestro punto de partida entonces, recoge estos principios sobre la ciencia social
emancipadora. En este sentido, dicha ciencia no implica sólo revelar los padecimientos y
desigualdades del mundo, sino demostrar que la explicación de esos procesos reside en las
relaciones sociales existentes, que no son naturales, sino histórico-concretos, lo cual implica
que la construcción de un diagnóstico sobre la realidad social contiene un elemento de crítica.
Ahora bien, el diagnóstico crítico de nuestras realidades sociales desde una perspectiva
emancipadora implica tomar en consideración una teoría normativa, es decir, tomar en
consideración una concepción sobre la “justicia social”. Afirmar que un determinado orden
social genera “daños”, supone añadir al análisis un juicio moral. El trasfondo de una teoría
emancipadora es una teoría implícita de la justicia: una concepción sobre las condiciones que
deberían satisfacer las instituciones –o relaciones sociales- de una sociedad para que se pueda
considerar “justa”. En formaciones sociales de carácter capitalista, una exploración a fondo de
la teoría normativa que subyace a la crítica de dicha formación se basa en una concepción
radicalmente igualitaria y democrática de la justicia (Wright: 2006), y más concretamente en
dos cláusulas normativas en sentido amplio, una que refiere a las condiciones necesarias para
una justicia social, y otra que remite a las condiciones necesarias para una justicia política: a)
Justicia social: en una sociedad justa, todos y todas gozan del mismo acceso, en general, a los
medios materiales y sociales necesarios para vivir y llevar una vida satisfactoria. b) Justicia
política: en una sociedad políticamente justa, todos y todas deben contar con el mismo poder
para contribuir al control colectivo de las condiciones y decisiones que afectan a su destino
común, lo que debe entenderse como un principio de igualdad política y de poder colectivo
democrático. Tomadas en conjunto, estas dos cláusulas proponen una sociedad que profundice
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la calidad de la democracia y amplíe su ámbito de acción, en condiciones de una igualdad
social.
¿Cómo adecuar esta perspectiva que aborda sociológicamente un problema de
investigación pero con un trasfondo normativo respecto a las consideraciones de justicia en el
territorio social que nos interpela? Consideramos justamente, que en el campo de una ciencia
social emancipadora, los procesos de recuperación de empresas por sus trabajadores nos
proporcionan un invalorable laboratorio social para la construcción de conocimiento
universalista. Por una parte, el análisis de sus condiciones socio-genéticas nos pertrecha en la
capacidad de utilización de formas sociales análogas en otros contextos para enfrentar de
forma exitosa el cierre empresarial. Por otra parte, en su dimensión de avance sobre la
producción nos provee de un indispensable material empírico para conocer más acerca de los
problemas a enfrentar, en sus diferentes dimensiones y escalas, en la perspectiva de configurar
un orden socio-productivo post-capitalista. Esto constituye nuestro horizonte valorativo,
puesto que consideramos que uno de esos problemas a enfrentar refiere a cómo es posible el
sostenimiento de las relaciones igualitarias, cómo se revierten dichas relaciones, por qué,
mediante qué mecanismos y bajo qué criterios. Y principalmente, que implican dichas
transformaciones respecto al carácter social del orden socio-productivo. En este sentido,
consideramos que el carácter que adquieran las relaciones sociales de producción en estos
espacios socio-productivos dependerá en buena medida de las transformaciones que puedan
acaecer entre los elementos que las constituyen y las relaciones que establecen, es decir, en la
“figura” que adquiera el complejo de acciones en correspondencia. Desde esta perspectiva,
luego transcurridos varios años del momento de emergencia de las recuperaciones de
empresas, es pertinente preguntarse por las transformaciones que han sufrido y sus
implicancias –hipotéticas- respecto del orden socio-productivo. Preguntarse por las tensiones
de la igualdad en estos espacios socio-productivos es preguntarse si estas innovaciones
introducidas -si el carácter más igualitario de apropiación-, han podido sostenerse.
Ahora bien, la igualdad en plano de la distribución material no está exenta de
tensiones y disputas, incluso desde la perspectiva de los protagonistas directos de estas
experiencias. Desde un inicio, en nuestro primer acercamiento a este “universo de las
recuperadas” realizado en 2003, el igualitarismo distributivo se encontraba tensionado por
otras perspectivas. No constituía desde la perspectiva de los trabajadores la modalidad que
mejor se adecuaba a sus exceptivas y deseos, era más bien una modalidad transitoria,
adecuada a un contexto instituyente en el cual se encontraban las experiencias en aquel
momento. Otros investigadores, principalmente de otras localizaciones geográficas, nos
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alertaban sobre similares tensiones. La distribución de lo producido era uno de los debates que
atravesaban a diferentes organizaciones autogestionadas, y era “el eje principal en torno al
cual se representan los conflictos de clase típicos de la sociedad capitalista. La estructura de
clases, la composición del sistema de status social, el dinero, la estructura de consumo y es
sistema escolar, propician una tendencia a la promoción de la desigualdad, y el florecimiento
de ésta lleva a la corrosión de la democracia en las organizaciones de trabajo autogestivo”
(Dal Ri y Vieitez: 2009). Así entonces, como nos sugieren las observaciones de estos
investigadores, es en su relación con el ordenamiento social donde encontramos las
implicancias de las transformaciones en las relaciones de igualdad.
Por último, consideramos que el análisis de estos elementos es de sumo interés en el
contexto actual. La presente Tesis focaliza sobre un análisis de las transformaciones en las
relaciones de igualdad a partir de registros realizados en diferentes contextos temporales. Pues
bien, nos encontramos ahora ante un contexto que comienza a interrogar sobre la
“estabilidad” y el “crecimiento” económico y social, a partir del impacto que una crisis
económica de nivel mundial puede tener el territorio nacional. Ante este nuevo escenario, el
desarrollo futuro de las diferentes experiencias autogestionarias, así como la posibilidad de
que nuevas experiencias de este tipo puedan emerger, constituye un interrogante que nos
compele a investigar qué expresan estas heterogéneas experiencias de defensa de fuentes de
trabajo en su relación con el ordenamiento social, qué aportan –en tanto construcción de
conocimiento- en la reflexión o teorización sobre la posibilidad de un ordenamiento social
pos-capitalista.
La presente Tesis pretende ser un aporte en la dirección de interrogar a la realidad
social, a sus procesos, desde la perspectiva de una ciencia social emancipadora. En tal
dirección, he pensado en una estructura de presentación con tres principales partes analíticas.
La primera parte de la Tesis tiene por objeto realizar una lectura contextual de las
recuperaciones de empresas, a partir del análisis de de su capacidad reproductiva –ampliada y
simple- así como su capacidad productiva. Se toman como fuente de datos principalmente los
registros sistemáticos realizados en el marco del Observatorio Social sobre empresas
Recuperadas y Autogestionadas (IIGG) que involucra el análisis de 36 procesos de
recuperación de empresas relevadas hasta 2009 en la CABA. La segunda parte de la Tesis
introduce una serie de herramientas conceptuales de centralidad para el análisis de los
procesos de interés. Principalmente los aportes que brindan Wright (2010), Elías (1996) y
Tilly (2000b) a partir de sus investigaciones respecto a la desigualdad social. Luego de dicha
presentación, explicitamos el análisis en profundidad de las transformaciones en las formas de
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distribución de los ingresos, los mecanismos mediante los cuales se producen las
apropiaciones y los criterios subyacentes, así como la relación entre las formas distributivas y
otras dimensiones relevantes, como la función de dirección de la unidad productiva y la forma
de incorporación de nuevos trabajadores. La hipótesis central de esta parte, refiere a que
existe un proceso de reversión en la igualación distributiva cuya forma se encuentra
relacionada con elementos de origen: la historia social de los grupos constituidos en el
momento instituyente de la organización. Dicho análisis nos permite concluir sobre una
hipótesis que plantea la hibridación del carácter social de estos emprendimientos. La tercera
parte de la tesis, tiene por objetivo analizar cómo se expresan en las conciencia de los
trabajadores las distintas formas distributivas analizados en la parte anterior de la tesis, y qué
criterios se explicitan para legitimar o deslegitimar una u otra forma. En un primer momento
analítico, se realizará un análisis descriptivo de las consideraciones de los entrevistados
distinguiendo entre atributos adscriptos y atributos socialmente adquiridos de la fuerza de
trabajo. En un segundo momento, se analizaran dichas consideraciones tomando como criterio
de corte los tipos de configuraciones distributivas existentes en las empresas. La hipótesis
central que recorre esta parte de la tesis, refiere a que existe una tensión en la expresión -
desde la perspectiva de la conciencia de los trabajadores- de las legitimidades de las formas
distributivas. Esta tensión implica que la legitimidad de cada forma distributiva asumida por
cada tipo de empresa coexiste con una forma antagónica. Este antagonismo se corresponde a
la vez con diferentes formas de escisión del colectivo laboral y la conformación de grupos
sociales categorialmente diferenciados, de los que resultan las configuraciones distributivas
desigualitarias (Elías: 1996; Tilly: 2000b).
Antes de comenzar con el desarrollo analítico propuesto presentaremos tres apartados.
En primer lugar, presentamos un apartado que tiene por objetivo exponer las preguntas
investigativas, sus recorridos y transformaciones hasta llegar al problema de investigación
contenido en la presente Tesis. En segundo lugar, presentamos antecedentes investigativos
que consideramos relevantes en relación a la temática que queremos abordar y al problema
investigativo formulado. Constituyen una serie investigaciones recientes sobre los proceso de
recuperación de empresas que han analizado, desde diversas perspectivas y enfoques,
dimensiones referidas a las relaciones socio-productivas al interior de las unidades
productivas, sus transformaciones, y los conflictos –latentes o manifiestos- inherentes a esas
transformaciones. Por último, presentamos exhaustivamente los objetivos –generales y
específicos- de la tesis, las formas de abordaje metodológico, la definición de los dos
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universos de análisis (unidades productivas, trabajadores de esas unidades productivas), y las
estrategias y técnicas utilizadas.
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Nuevas preguntas para la construcción del Problema de Investigación.
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Salgado, R. (2009) “Entre la innovación y la reproducción social: el carácter emergente del orden socio-
productivo en las Empresas Recuperadas de la CABA.” Tesis para optar por el título de Magister en
Investigación en Ciencias Sociales. Facultad de Ciencias Sociales. Universidad de Buenos Aires. Director: Dr.
Julián Rebón. CABA. 2009. Inédito. Fecha de defensa: Diciembre de 2009. Calificación: Aprobada con mención
especial –sobresaliente- y recomendación de publicación.
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obstáculo para trascender dicha dualidad de contenido y despotismo de la forma? ¿Qué
relación existía entre las formas distributivas y las formas que asumía la función de dirección
de la unidad productiva? Estas preguntas emergieron como resultante de mi primer avance
investigativo. Avanzar en dar respuesta a estas preguntas fue considerado necesario para
entender cuál era el carácter que asumía el orden socio productivo.
Ahora bien, como afirmé anteriormente, estas primeras inquietudes surgidas como
resultado del proceso investigativo involucrado en mi Tesis de Maestría fueron
reformulándose en los meses subsiguientes a su finalización, principalmente a partir de
nuevos acercamientos al “campo”. Así, durante 2009 me encontraba realizando nuevas
entrevistas a referentes de empresas recuperadas y referentes de movimientos o nucleamientos
de empresas recuperadas. Algunas de dichas entrevistas estaban focalizadas en indagar la
percepción que estos actores tenían sobre una serie de elementos que referían a lo que yo
consideraba que constituía en aquel entonces mi problema de investigación. Es decir, en los
intercambios y “charlas” intentaba probar si “mi” problema era un problema percibido sólo
por mí, o si era compartido -de alguna manera- como “problema”, según la mirada de los
protagonistas de las propias experiencias. Había también una segunda intención en estas
pesquisas: explorar dimensiones que pudieran ser mencionadas por mis “informantes clave”,
y que yo no estuviese tomando en consideración. Por supuesto, no asistía a esas entrevistas en
absoluto “desarme”, existía ya una acumulación y pertrechamiento investigativos, una serie de
análisis sobre la temática, una serie de hipótesis construidas. Desde el año 2003 -momento en
que participé del primer relevamiento a trabajadores de empresas recuperadas-, había sido
explicitado por los propios trabajadores que los criterios y formas distributivas que asumían
las experiencias en aquel momento se encontraban en disputa, tensionadas, discutidas. Lo que
no teníamos en claro en aquel entonces –y que adquirió mayor claridad en 2009- eran las
dimensiones asociadas a las formas distributivas, sus mecanismos y las configuraciones que
expresaban, así como los agrupamientos que dichas configuraciones construían (o
expresaban).
Como resultado de esas entrevistas obtuve una serie de testimonios que ejemplificaban
muchas de las cuestiones que quería investigar, es decir mi problema de investigación. El
intercambio que sigue –efectuado en el marco de una entrevista a un integrante de una
federación de cooperativas- constituye una de esas ejemplificaciones.
- Entrevistador: Bueno, yo estoy ahora también con mi tesis de doctorado. Mi tesis de
doctorado es también profundizar un poco sobre lo que te acabo de comentar: retiros,
criterios, etc. Profundizarlo y completarlo. A ver, como decirlo… la percepción de los
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trabajadores en torno a eso, o cuáles son los criterios que legitiman una u otra forma.
Si hay una cuestión cultural que es la que obtura o promueve una forma u otra.
- Entrevistado: Yo te voy a contar una experiencia de esto, que nos pasó a nosotros.
Hace poco, vino una fábrica recuperada de San Martín, y vinieron a pedir ayuda
porque se peleaban entre ellos. Entonces fuimos con mi compañero, y nos armaron
una asamblea donde estuvieron todos los trabajadores, y eran 40 o 50. Entonces la
experiencia es la de no sé si 8 o 9 años que los patrones pagaban en negro y los
delegados no hacían una mierda. Estaba la UOM metida ahí. Nosotros hicimos nuestro
planteo, explicamos lo que es una cooperativa, el tema de la necesidad de la asamblea,
el hecho de que desaparezca el patrón nos da mejor la posibilidad de idear algunas
cosas, reformularlas… nos mandamos un speech bárbaro. Pero cuando se disolvió la
asamblea y nos pusimos a hablar más en grupo, entonces uno te decía: “¡No! Porque el
sector nuestro tiene tanta antigüedad y nosotros cobramos menos. Estos ahora se
agarraron la empresa”. Y los otros te decían: “Bueno, yo tengo 30 años de antigüedad
acá, ¿por qué voy a ganar igual que él?”. Nosotros decíamos: “Bueno compañero, pero
esto dejó de ser una empresa capitalista”….Cuando vos les planteás que ellos pueden
cambiar las cosas, se producía un abismo y aparte miraban a los delegados, ¿viste?,
que ahora son los que dirigen la experiencia. No fue que armaron esa cooperativa
porque hicieron una asamblea y dijeron: “Vamos a armar una cooperativa”. ¡No!
Armaron una cooperativa ellos. Y los demás se quedaron ahí. Entonces, esa gente
ahora va a trabajar en relación de dependencia desde otro lugar. Y nosotros habremos
contabilizado una empresa recuperada…
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y no socializaban la información. “Ellos” tampoco entendían de cooperativismo, expresaban
en palabras del entrevistado “ahora el patrón soy yo”.
Sin embargo, esta diferenciación en puja hacia la desigualdad, no se expresaba en la
distribución de los ingresos. Este elemento definido “de prepo”, en el momento instituyente,
en la creación de la nueva empresa, no aparecía -según el relato- como elemento de disputa.
Mi inquietud era cómo ese igualitarismo distributivo, podía convivir con las disputas en torno
al establecimiento de desigualaciones en la función de dirección de la unidad productiva.
Quizás, el que se haya truncado tan pronto la experiencia evitó que esa disputa emergiera.
Pensé entonces en preguntar directamente sobre la opinión del entrevistado respecto a
las transformaciones en la dimensión distributiva que yo estaba observando y analizando en
un conjunto de empresas recuperadas de la CABA.
- Entrevistador: … Y ahora encuentro que uno encuentra formas igualitarias, sigue
encontrando formas diferenciales. Pero ahora lo más novedoso que no estaba antes, es
algo que refiere a la antigüedad.
- Entrevistado: Eso para mí está mucho más vinculado a esta idea de “soy patrón”. Es
decir, “si yo me apropié de este lugar, y después te di lugar a que vengas vos, vos no
podes ser más que yo. Y si yo no puedo lograr que vos ganes menos que yo, entonces
lo que yo voy a lograr es que yo voy a hacer lo que a mí se me da la gana y vos tenés
que hacer lo que yo digo”. Si vos analizas más de cerca algunos procesos, el tema del
individualismo está referido más a la reivindicación propia como un derecho superior
al del otro. Hay todo un contexto, y digamos una normativa de formación que todavía
impide que eso se rompa, pero por ejemplo: hay lugares en los que los socios
fundadores son perfectos vagos, que no hacen una mierda y lo toman como un
derecho. Inclusive en algunos lugares se ponen algunos mangos más que el resto
porque son los fundadores.
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“nosotros” que se definía por la singularidad de ser los “primeros”, derecho que parecía
esconder un privilegio. En segundo lugar, las opiniones del entrevistado me eran sugerentes
debido a la cantidad de elementos y dimensiones enunciadas, así también por el contexto
donde emergían, la entrevista era desarrollada en una empresa cuya modalidad de retiro
poseía elementos que referían a la antigüedad.
Tuve la posibilidad de participar en una serie de reuniones que desde el Observatorio
Social sobre Empresas Recuperadas y Autogestionadas –el cual integro- tuvimos con quien
era el presidente de dicha cooperativa. Dichas reuniones fueron realizadas a partir de un
trabajo conjunto que realizábamos la empresa y el Observatorio para analizar problemáticas
que atravesaba la cooperativa y que tenían que ver, entre otras cosas, con conflictos al interior
del colectivo de trabajadores, grados de implicación diferentes, niveles de participación
diferentes, etc. Problemáticas complejas que se desarrollaban en esta empresa con gran
cantidad de trabajadores ingresados luego de la recuperación y a diferencia del caso fallido,
con varios años de desarrollo productivo. Le presentamos al presidente de la cooperativa el
resultado de un relevamiento efectuado a los trabajadores de la empresa. Lo que sigue es el
intercambio disparado por dicha presentación:
- Entrevistador: El otro tema es la distribución en los ingresos. Lo que nosotros
encontrábamos en el relevamiento sobre todo es que en las opiniones respecto a qué es
lo más justo en términos de distribución de los retiros, y qué es lo más eficiente…
aparecen una serie de tensiones. Cuando preguntamos sobre cuál sería la forma más
justa, el 32% dice el criterio de haber participado o no en la recuperación, el 32% dice
todos por igual y un 22% dice según la calificación. Sin embargo, cuando
preguntamos sobre cuál sería la más eficiente se da vuelta y la mayoría responde que
el igualitario seria más eficiente.
- Entrevistado: Hay una cosa que se fue dando. Viste en ese 32% que había participado
en la recuperación o no. Acá se llaman “los que rompieron el candado” porque acá fue
literal, había un candado con una reja… Es una medalla, ¿viste la batalla de San
Lorenzo? Hay de parte de los que rompieron el candado eso, y de parte de los otros un
hastío con eso, están hartos de escuchar eso. Y después se fue dando que todos los
encargados terminaron siendo los “fundadores” y ahora se empezó a discutir eso desde
hace un tiempo y quedó medio como flotando la idea de que cuando renovemos el
consejo, que falta un año, todos los encargados pongan a su disposición -no del
consejo nuevo, sino de todos los trabajadores de la cooperativa- su cargo para ser
revalidado o no, porque hay una cosa de… hay compañeros que son fundadores, que
tienen la “medalla”, que rompieron el candado pero que no van ni para atrás ni para
adelante en ese lugar. Pero que, por una cuestión de necesidad, se niegan a salir de ese
lugar, y siempre tratan de justificar lo que hicieron mal, y bueno hay relaciones de
fuerza interna, que vos tenés que trabajar, porque si no viste…
- Entrevistador: También por ahí forma parte de las responsabilidades…
- Entrevistado: Vaya a saber. No sé con la próxima renovación del consejo, ponele que
nosotros no quisiéramos seguir, qué va a pasar. Si se va a manifestar de la misma
manera con compañeros nuevos o si va a haber un retroceso para que vuelvan los
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fundadores… por ejemplo todos los chicos nuevos les dicen “fundidores” a los
fundadores. Se pudre todo y son los fundidores. En joda pero te la mandan. Son los
fundidores, ¿entendés?
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Los antecedentes investigativos sobre la temática a la luz de nuestro Problema de
Investigación.
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Así también, desde los primeros estudios sobre el proceso de recuperación de
empresas se han abordado las implicancias del mismo en la subjetividad, en la conciencia y en
la cultura de los trabajadores participantes de las mismas. Diversos trabajos buscaron describir
cambios y rupturas en la subjetividad; en particular, en la conformación de una identidad
colectiva (Fajn et al: 2003, Palomino: 2003, Fernández Álvarez: 2004). Así también, en 2003,
se indagó con base en una encuesta las formas de conciencia de clase operantes entre los
trabajadores de fábricas recuperadas, así como sus representaciones y preferencias en torno a
la naciente gestión productiva (Rebón: 2004 y Rebón: 2007).
Más allá de la abundante literatura sobre la temática, nos interesa ahondar en una serie
de avances investigativos de más reciente producción, que trataron desde perspectivas
diversas y con énfasis diversos, en las temáticas referidas al problema de investigación de la
presente tesis.
En primer lugar, algunos trabajos abordaron el proceso desde la perspectiva de la
invención de nuevas formas de habitar la fábrica basadas en la construcción de vínculos
solidarios y personales que instituían la posibilidad de la regulación colectiva del espacio, y
“clausuras” a las formas delegativas de democracia representativa (Fernández y otros: 2006;
Fernández y Borakievich: 2007) Dentro de estos avances rescatamos el de Fernández y
Borakievich (2007) referido al carácter social de estos emprendimientos en su función de
dirección. Este trabajo caracteriza a las formas de gestión en estas experiencias en tanto
resultantes o expresión de una tensión entre la autogestión y la delegación. Las experiencias
de trabajo autogestivo así, son posibles por estas tensiones que a su vez las configuran y
motorizan.
La “autogestión” para estos autores es entendida como un “momento”, no como un
lugar, modo o estado, ni como definición del accionar del colectivo. Existe una lógica
colectiva de la multiplicidad: se va de la autogestión a la delegación sin que ninguno de los
modos se vuelva un estado definitivo. La lógica es múltiple, no es inmodificable. Las
condiciones de posibilidad de la autogestión la constituyen dispositivos asamblearios
autogestivos. Estos dispositivos son modos de operar ante las tensiones, permiten el accionar
del colectivo, producen subjetividad-autogestiva (dignidad, imaginación, acción, obturar la
disciplina asalariada). Esta acción colectiva es sólo posible por la horizontalidad. Una nueva
lógica horizontal hace al crescendo de intensidad de potencias deseantes, desnaturalizando la
lógica tradicional jerárquica y de delegación, legitimada por la propiedad de la fábrica.
Así para los autores, estas experiencias expresan una anomalía fabril. En las
sociedades capitalistas los sistemas de delegación -Estado, partidos políticos, etc.- disciplinan
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las lógicas de multiplicidad, limitando al accionar del colectivo. Para lograr la autogestión es
necesario un “desborde” de la organización delegativa-representativa. El obrero
autogestionado se transforma: recupera productividad y surge otra identidad del trabajador,
recupera su propia dignidad, los lazos sociales, crea otra forma de construcción política, de
circulación de poderes. Se desnaturalizan construcciones tradicionales: propiedad privada
capitalista, decisiones en manos del patrón-experto, relación disciplina-eficiencia. Así, las
organizaciones autogestionadas operan una “clausura” derrideana de la delegación, esto
significa que la delegación se suspende -quedando latente-, no que se suprime
definitivamente. Por lo tanto, siguen existiendo tensiones en juego que plantean algunos
riesgos. En este sentido, los autores marcan que las anomalías provocan desconfianza y
saboteos. La eficiencia en la autogestión está ligada al logro del “compromiso compartido”,
existiendo la posibilidad de caer nuevamente en lógicas delegativas, burocráticas,
disciplinarias. Emergen entonces, discusiones entre los trabajadores sobre reinstalar o adoptar
modalidades ligadas a la lógica de mercado. Sin embargo, los procesos colectivos atravesados
resistirán esas tendencias.
También desde una perspectiva que centra el eje en las tensiones expresadas por estos
procesos, los análisis de Dicapua et al (2011) sobre las empresas recuperadas del Gran
Rosario, intentan reflexionar sobre situaciones de tensión que emergen entre los trabajadores,
al indagar los cambios realizados en la división funcional del trabajo de acuerdo al nuevo tipo
de cooperación productiva. Estas tensiones derivan en una conflictividad que puede ser un
obstáculo para el desarrollo de estas experiencias, pero que también se constituyen en
interpeladoras de prácticas anquilosadas por donde la invención colectiva puede desarrollar
nuevas formas de cooperación en un proceso de permanente transformación de identidades
colectivas.
Los autores hacen hincapié en cómo los cambios estructurales que derivaron en la
recuperación de la unidad productiva, incidieron sobre la subjetividad de los trabajadores.
Para éstos, las huellas de una subjetividad asalariada tienden a persistir y devienen en
obstáculos para la cooperación autogestionada. Las empresas recuperadas analizadas no
modifican la organización del trabajo de la empresa tradicional en la división de áreas
productivas y área administrativa y de gestión. La razón de ello reside en que esa es la
división del trabajo que conocían y por lo tanto, en un momento de incertidumbre, les da
seguridad. Sin embargo, los cambios más profundos se dan precisamente en el área
administrativa y de gestión donde aparecen nuevos roles y funciones.
24
Más allá de esto, los autores caracterizan al desarrollo de las empresas recuperadas
como procesos autogestionarios, definido en sus límites por el polo de la autogestión y el de
la delegación. Estos procesos autogestionarios se constituyen como entramados de tensiones
no resueltas, en los que el peligro a afrontar por la empresa recuperada es la cristalización en
el polo de la delegación.
Estas tensiones se manifiestan en conflictos en el seno de los colectivos de trabajo.
Para los autores el conflicto empleador-trabajador ha mutado en una tensión entre dirigentes y
dirigidos, investidos los primeros con la figura fantasmagórica del patrón. A su vez,
prevalecen prácticas de resistencia que conducen a la adopción de conductas anómicas por
parte de algunos trabajadores y que obliga, al consejo de administración a la aplicación de
distintas formas de disciplinamiento. Entre los trabajadores hay diferentes grados de
compromiso/sentido de pertenencia: algunos toman una postura activa y están involucrados,
en cambio otros optan por una postura pasiva, de acompañamiento. De esta manera, puede
observarse la continuidad de prácticas individualistas propia de un “habitus” asalariado que,
amparado en criterios de jerarquía y división funcional del trabajo típicas del modelo anterior,
trae como consecuencia una distribución desigual de la carga del trabajo, restringiendo su
participación a lo estrictamente exigido por el puesto y desentendiéndose de la labor colectiva
que implica la organización del trabajo en este nuevo paradigma.
Se generan así, distintos grados de compromiso respecto a la acción colectiva de los
miembros de la empresa. El compromiso oscila entre dos extremos: el involucramiento en el
proceso autogestionario o una actitud de acompañamiento. En ese compromiso se juega el
sentido de pertenencia, ya sea en el hecho de contribuir activamente en su construcción
(participación creativa) o como simple identificación con el proyecto colectivo (inclusión
pasiva). La actitud de acompañamiento pasa por reducir la participación a lo estrictamente
acordado (las tareas según el puesto de trabajo), acentuando la división del trabajo entre
producción y gestión, a la vez que los vínculos asociativos se estructuran a partir de la idea de
“contraprestación”, forma individualizada de la participación. Lo novedoso en estas
experiencias, pese a las tensiones y sus conflictos, son los mecanismos colectivos de
discusión y planteo de las problemáticas, las asambleas, la posibilidad de discusión, los
valores alternativos que estas prácticas instalan.
Otra serie de dificultades se manifiestan también en la persistencia de la separación
tradicional de la empresa capitalista: entre Trabajo Manual/Producción (trabajadores) y
Gestión/Administración (patronal). Para los trabajadores de producción, las tareas de gestión
no son trabajo: tal como pensaban a su patrón, como no-trabajador. No se trata sólo de una
25
cuestión funcional sino que en la misma entra en juego la construcción de su identidad como
trabajador–productor que se define por la oposición al patrón–no productor.
Otro interesante avance investigativo respecto a las transformaciones en la gestión que
expresan las experiencias de recuperación de empresas lo encontramos en Bialakowsky et al
(2004). En este trabajo se discute sobre el sentido tradicional del término “gerencia” con la
finalidad de construir un concepto más próximo a la experiencia reciente de lo que acontece
con el movimiento social emergente de empresas recuperadas en Argentina después de la
crisis de los ´70. El texto vertebra tres ajes analíticos: poder, saber y cooperación. Se concluye
que las empresas recuperadas redescubren dimensiones ocultas de la gerencia tradicional, lo
que hace que adquieran mayor plasticidad y creatividad a partir del colectivo, cuando éste
asume su identidad como colectivo antitaylorista.
Los autores intentan comprender qué significa gerenciar desde un punto de vista
alejado de la concepción tradicional de gerencia (Management). La pregunta es: ¿es posible
gestionar una empresa sin apropiarse de atributos verticales de mando? Para dar respuesta a
tal inquietud se elabora un análisis del sentido de la gerencia en los procesos productivos de
las empresas recuperadas.
Para los autores, el Management resume las formas de distribución y apropiación de la
energía “psico-bio-social” aplicada al proceso productivo. De ahí que el plan de gerencia, de
jefatura sobre la producción, distribución e intercambio, traduce el status social al cual se ha
arribado históricamente.
La gerencia en un sentido tradicional entabla la disposición-imposición de los recursos
con un movimiento cuya densidad tiene varios planos: el de los recursos, el de la combinación
del colectivo de trabajo, la introyección subjetiva del plan, se libra una tecnología de gobierno
sobre los cuerpos y la materia. La cooperación se descubre así, bifronte para obtener el
verdadero trabajo que es la colaboración, de ahí que todos los métodos del proceso de trabajo
se muevan entre formas de premios y castigos, de compensaciones y sanciones.
Al descubrir la gerencia desde un punto de vista social, como directorio del proceso de
trabajo, se descubre un conflicto frente a la fuerza social colectiva, la apropiación de los
recursos y productos dirigidos hacia una única dirección, que resulta históricamente
asimétrica. Pero, al mismo tiempo, siempre el plan produce en su propio movimiento
resistencia del colectivo y del sujeto, resistencia que es necesario subordinar al proceso
productivo y ser utilizada en el sentido del producto, que aparece de esta manera ajeno al
productor.
26
El gerenciamiento dirigido a la producción instaura un programa global de
flexibilidad, que opera tanto por fuera de las empresas como dentro de las mismas, a través
tanto de prácticas de contratación precarizadas de hecho como por medio de legislaciones ad
hoc, que formalizan el empleo temporal y terciarizado. La flexibilidad como dimensión
interna en la empresa asume un papel dominante en la distribución del trabajo. Por otra parte,
se encuentra la difusión de un discurso que intenta cooptar la cooperación, otorgando
autonomía al equipo y las distintas variantes para crear membrecía y liderazgos. Bajo esta
apariencia para la obtención de consenso laboral, se encuentra un rígido plan de
gerenciamiento ya que las decisiones importantes sobre la producción conciernen como antes
a la gerencia y a los departamentos de planeamiento, investigación y control. El control se
inviste de autocontrol pero finalmente queda depositado en la red central.
Para explicar el nuevo tipo de gerencia desarrollada en empresas recuperadas, los
autores toman como supuesto teórico que este fenómeno nace justamente como consecuencia
de la implantación masiva de una modalidad productiva y gerencial que tiene dos niveles de
determinación: a) un nivel macro por la aplicación de políticas productivas o sociales que se
inspiran en los lineamientos trazados por el Consenso de Washington y las sucesivas Cumbres
de las Américas aplicadas luego a nivel local, y b) un nivel empresario con la puesta en
práctica de programas de flexibilización laboral y productiva que concluyen socialmente con
resultados desindustrializadores y un aumento sin precedentes de desocupación, trabajo
informal, pobreza y exclusión social.
Los trabajadores protagonistas de la recuperación de empresas realizan su gesta
empresaria en un descubrimiento cotidiano. Este descubrimiento es un descubrimiento de
auto-gerenciamiento. Desde esta perspectiva, resulta una nueva gerencia, por cuanto que
subvierte muchos de los métodos canonizados acerca de la división vertical y horizontal del
trabajo, la resistencia al proceso de trabajo, la cooperación y el plan autoritario. La gerencia
ya no es objeto que se presenta ante el trabajador como un objeto ajeno, sino como una
propuesta que le es propia y apropiable. En este sentido, la alienación es invertida, reinvertida
en el colectivo, en casi todos sus niveles. Por ello, esta nueva gerencia necesita apropiarse y
desarrollar el negativo, como reverso, de ese otro positivo que era el método gerencial
antecedente, poniendo en evidencia constructiva lo invisible del soporte productivo: el poder,
el saber y la cooperación como motivo o como atributos gerenciales.
Respecto al saber en las empresas recuperadas, los autores plantean que no sólo se
produce una renovación de la identidad del trabajador sino que además se emprenden otros
desafíos vinculados con la acumulación y distribución de conocimiento necesario para
27
planificar y gerenciar el proceso productivo. El saber de la gerencia concierne a dos planos: el
proceso productivo y la gestión del trabajo. En ambos casos, y con diferente grado, la
intervención del colectivo es determinante. En cuanto a la distribución del saber, los autores
señalan dos pasajes: a) el pasaje del conocimiento individual al colectivo, y b) la lucha
política colectiva que trasciende las puertas de la fabrica y redefine la relación entre el afuera
y el adentro. El saber se constituye en una materialidad interna y externa ya que el objeto de
trabajo y la producción puede ser transferido a la comunidad. De esta manera, trabajar resulta
una actividad múltiple y compleja de construcción del saber, de construcción subjetiva y
colectiva. Esta nueva complejidad es denominada por los autores como co-trabajo, porque en
su práctica diluye códigos e imposiciones que segmentan al trabajador y al colectivo
succionando su saber en desmedro de su potenciación. La materialización de la cultura laboral
y la sustentabilidad del co-trabajo radican en la posibilidad de crear nuevos conocimientos y
de distribuir los acumulados, traspasando los muros de la fábrica. Se descubre el saber como
colectivo y la posibilidad de diálogo con otros actores sociales tales como la comunidad y los
consumidores. El co-trabajo no sólo recrea el saber técnico en relación a la producción sino
que también recrea las relaciones entre trabajadores, su vínculo con la organización del
trabajo y la conformación del colectivo y del nuevo proceso de cooperación.
Respecto a la cooperación, los autores plantean que los sistemas de autogestión bajo
formas cooperativas plantean un rediseño de los procesos productivos y de las articulaciones
laborales al interior de las empresas. Se introducen una serie de elementos vinculados con: a)
la participación; b) la disolución de las relaciones jerárquicas y las nuevas formas de
cooperación; c) la disciplina, el control, la autonomía y el consenso en el proceso social de
trabajo y d) la rotación de tareas.
La gestión para la sustentabilidad empresaria transforma los atributos de la gerencia en
un rol expandido que comprende vínculos con la comunidad, el contexto local y los propios
movimientos organizativos de las empresas recuperadas. Esta expansión se refiere también a
la gestión social directa. Por otro lado, la producción en la nueva gerencia está ligada con el
autodescubrimiento del poder y de su distribución. En estas nuevas circunstancias se trata de
gestionar empresarialmente la distribución del saber, la potenciación de la cooperación
participativa consensuada. Estas dimensiones en la gerencia no resultan secuenciales sino
intercambiables y simultaneas por cuanto la diferencia se establece entre la monopolización
precedente y el intento de distribución actual, en esto consiste en gran medida la renovación
de la gerencia en estas experiencias. La nueva gerencia trabaja sobre dos materialidades
simultáneamente. Una materialidad referida a los recursos y otra materialidad referida a las
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relaciones sociales y sus intercambios simbólicos, ambas integrando una misma realidad. El
gerente se proyecta como un co-trabajador por excelencia, dedicado a la distribución de las
cosas pero especialmente a mantener la continuidad entre estas dos materialidades,
disolviendo como parte de su trabajo las rupturas alienantes que produce la amenidad de los
planes de producción. La gerencia adquiere así nuevas formas de producir y de producirse en
un nuevo desafío.
Otro interesante avance investigativo relacionado al problema que nos compete lo
encontramos en Hudson (2011). El trabajo aborda centralmente las consecuencias de las
vinculaciones de las empresas recuperadas con los mercados. El autor afirma que las
recuperaciones no se han detenido a pesar del crecimiento económico industrial, esto se debe
a que las recuperaciones ya forman parte del repertorio de lucha de los trabajadores. Se
instituye la ocupación como una alternativa definitiva y no transitoria. El paso de los años
demostraron la notable capacidad de planificación y gestión obrera. En este sentido, el
interrogante no se centra en la capacidad de llevar adelante las fábricas, sino en torno a las
consecuencias que traen aparejadas las vinculaciones con los mercados.
La hipótesis principal refiere a que una vez que los obreros se “sacan de encima” la
disciplina patronal, se topan inmediatamente con otro tipo de controles y ataduras quizás
menos visibles que la férrea disciplina impuesta por los jefes y los capataces en las jornadas
diarias, pero no por eso menos materiales y asfixiantes. Para poder salir de la crisis, las
cooperativas tienen como principal objetivo reinsertarse en los respectivos circuitos de
comercialización. Como consecuencia hay una seria dificultad para construir temporalidades
propias; los tiempos se determinan al compás de las demandas mercantiles. El control obrero
de la producción, soberano en el plano interno (reglas internas), queda a merced de las
dinámicas que imperan en los escenarios en los que deben llevarse los intercambios
económicos y comerciales (deben adaptar las reglas para no quedar fuera de las reglas y
condiciones del mercado). Esto trae aparejado una serie de consecuencias, como por ejemplo,
extensas jornadas de trabajo de obreros en línea de producción y un carácter esporádico de las
asambleas que se limitan a diseñar respuestas urgentes a las demandas del mercado. De esta
manera, se va gestando una distancia entre los consejos de administración y los obreros que
cumplen tareas en la línea de producción que está vinculada con la dificultad para construir
tiempos propios y modos de organización del trabajo que no estén determinados por los
requerimientos del mercado. Estas situaciones borran las fronteras entre el interior y el
exterior planteando interrogantes sobre los alcances de la autonomía lograda.
29
Ahora bien, para el autor el crecimiento y sostenimiento productivo ha implicado la
incorporación de trabajadores. En este sentido, incorporar nuevos trabajadores se torna en
requisito indispensable para aquellas cooperativas que, habiendo conseguido estabilizarse en
el plano económico, productivo y comercial, se disponen a dar un salto cualitativo de
crecimiento. El autor plantea en este punto una serie de proposiciones respecto a la modalidad
de contratación que han empleado las experiencias por él analizadas. Dichas ccontrataciones
traen aparejadas una serie de tensiones generacionales ante la perplejidad y el malestar que
provocan en los obreros que recuperaron la fábrica el comportamiento de los trabajadores más
jóvenes recientemente incorporados. Para el autor, el comportamiento de los “pibes” no está
determinado necesariamente por el modo contractual de inclusión. En tanto los contratados no
forman parte de la cooperativa, e incluso, en múltiples casos, se los incluye de manera
precaria, no encuentran motivaciones ni aspiraciones para una real implicación en su trabajo.
Para estos jóvenes el empleo en estos procesos de autogestión obrera es una experiencia
laboral más en un marco de movilidad permanente.
De esta manera el autor concluye que lo que antes educaba, socializaba y producía un
tipo específico de obrero fabril, en la actualidad devino obsoleto. Así, emergen disímiles
imaginarios en torno al mundo del trabajo: hay una subjetividad en juego en los jóvenes que
se aleja del imaginario dominante que prevalece en los socios sobre las características del
obrero fabril; de allí la distancia y los conflictos generacionales. Por otra parte, estos
conflictos devienen de trayectorias laborales disímiles. Los jóvenes poseen trayectorias de
empleos en negro, contratos temporarios, largos períodos de desocupación, etc. Los socios por
el contrario, poseen décadas de trayectoria en estas mismas fábricas que recuperaron. Así, los
desencuentros y conflictos entre socios y jóvenes ponen de manifiesto disímiles imaginarios
en torno al mundo del trabajo.
Otro interesante avance investigativo relacionado a nuestro tema lo encontramos en un
capítulo de la Tesis de Doctorado de Wyczickier (2007). En dicho capítulo la autora analiza
cinco casos, tres de los cuales son empresas recuperadas por sus trabajadores. La temática
abordada refiere a la creación y recreación de vínculos sociales de nuevo tipo al interior del
espacio laboral en la organización autogestionaria del trabajo. Se revisan aspectos vinculares
que se encuentran estructurando el proceso de trabajo. Analiza las dimensiones del ejercicio
de la autoridad, la cooperación, la disciplina, las rutinas de trabajo, los modos en que los
colectivos de trabajadores deciden cómo distribuir los ingresos y la incorporación de nuevos
trabajadores, y criterios valorativos y de justificación subyacentes a estas dos últimas
dimensiones.
30
La idea central del capítulo refiere a que los procesos autogestionarios suponen nuevas
formas de sociabilidad al interior de los espacios productivos. Estas nuevas formas de
sociabilidad combinan y rearticulan –y funden- antiguas y novedosas maneras de interactuar y
organizar el proceso de trabajo. Esto redunda en que el reinicio de sus labores se viera
facilitado. En algunas casos incluso se traslada la organización jerárquica –aunque matizada-.
En otros casos, se desmanteló esta estructura, por dos razones: 1) el conflicto por el que
debieron atravesar significó que sólo permanecieran operarios de igual nivel de calificación,
2) fue una opción interpretativa de cómo debían rearmarse las relaciones entre pares en el
nuevo escenario. Entonces, reinstalar ciertas condiciones de trabajo de la experiencia formal
anterior – disciplina laboral y rutinas de trabajo- se orientó a otorgar un nuevo “orden”, y a
contextualizar los vínculos interpersonales que la pérdida del ordenamiento laboral anterior
había jaqueado. El haber transitado un pasado común como obreros y empleados en una
misma unidad productiva configura parte de la oportunidad que tuvieron las empresas
recuperadas de continuar operando en el mercado. Asimismo, dicha reinstalación se orientó
también a establecer previsibilidad y confianza colectiva, teniendo en cuenta que tanto la
solidaridad como el conflicto en sus interacciones cotidianas se encuentran entrecruzados
cuando la autoridad transmuta de un sostén individual y vertical a otro colectivo y horizontal.
Esta reactualización o reinstalación posee una artista negativa: conduce al
enquistamiento y solidificación de acciones y opiniones sobre cómo conducir estos procesos
de autogestión. Se observa así, una tendencia al aplacamiento y opacamiento de las
potencialidades de alteración de hábitos y condiciones laborales anteriores. Esto se observa en
ciertos aspectos productivos y políticos que caracterizan a estas experiencias autogestivas.
Respecto a la cooperación en estos espacios socio-productivos. Los lazos sociales
secundarios que caracterizan las relaciones en los espacios de trabajo, en el caso de las
empresas recuperadas tuvieron una carga de afectividad y confianza propias de los lazos
primarios. El proceso conflictivo desplegado durante la recuperación y la vuelta a la
producción desarmaron todos aquellos mecanismos tendientes a la distinción, y a la distancia
que se habían reproducido en las empresas anteriores. Las barreras materiales y/o simbólicas
que aquello establecía fueron desactivadas, y las relaciones personales estimuladas. Las
relaciones tendieron a igualarse y horizontalizarse, entre otros motivos porque en muchos
casos permanecieron sólo los obreros y operarios de producción, y porque en los casos en los
que había disparidad de calificación y categorización, los vínculos de trabajo luego del
conflicto se concibieron con igualdad y horizontalidad.
31
El proceso autogestivo supuso de este modo, con mayor o menor profundidad, una
combinación de criterios de igualación de compromisos y responsabilidades en las labores,
con el sostenimiento de algunas experiencias de una cierta jerarquía y verticalidad en la
organización productiva. En general, cada trabajador ha tendido a ocupar el puesto de trabajo
que ostentaba en su relación salarial antecedente. En estos casos, continuar con las rutinas de
trabajo facilitó la puesta en marcha del proceso de trabajo.
Ahora bien, esta igualación no se encuentra exenta de conflictos. El control que partía
del individuo para posarse sobre el colectivo, y descansaba sobre relaciones desiguales, fue
reemplazado por el control que el colectivo pueda ejercer ahora sobre cada individuo,
trayendo este nuevo esquema de organización variados conflictos. Solidaridad y conflicto
comenzaron a entremezclarse, pudiendo afectar el desempeño productivo y las relaciones
entre iguales. El equilibrio entre lograr una eficiencia en la efectivización de las tareas en
combinación con la liberación de una relación desigual capitalista al interior de la empresa,
pero constreñida dentro de las obligaciones y compromisos ahora colectivos y equitativos, se
convierte en un aspecto problemático a resolver. Para contrarrestar estos conflictos,
restablecer y reactualizar una serie de rutinas laborales que eran propias de las experiencias
salariales anteriores, proveyeron en parte de cierto marco de seguridad y certidumbre para
encaminar estas empresas. Dejar asentadas pautas disciplinarias que acompañaran el
cumplimiento de una serie de reglas –como los horarios y turnos de ingreso y egreso de los
establecimientos de trabajo, conserva uniformes, tiempo de descanso-, ha sido usualmente
considerado en estas estructuras colectivas. Según la autora, el sostenimiento de estas rutinas
no debe ser apreciado desde una visión meramente instrumental, y tendiente a promover la
eficiencia productiva. El haber compartido una organización productiva conjunta en sus
vínculos de trabajo dependientes, facilitó luego que cada quien pudiera ocupar un lugar en
principio ya establecido anteriormente, y de esta forma, organizar los espacios de trabajo.
Estos comportamientos se inscriben en la dinámica recolectivizadora porque se trata
adicionalmente de reconstruir ciertas condiciones del escenario laboral conocido y transitado
para muchos de estos trabajadores durante gran parte de su trayectoria laboral. Promovió la
confianza interpersonal e individual, permitiendo a estos trabajadores a través de la
reproducción de formas de sociabilidad de distintas características a las que vivenciaban
anteriormente, enfrentar el temor que los riesgos de la individualización y el enfrentamiento
autónomo de la crisis de la descolectivización dispusieron consigo. La autogestión laboral no
busca en estos casos cuestionar y transformar relaciones de alienación laboral, sino que
32
persigue reafirmar la condición de ser un trabajador con derechos a la seguridad y al bienestar
social que pueden proveer las protecciones colectivas propias de la sociedad moderna.
Un mecanismo central para establecer la autoridad y la regulación colectiva en estas
empresas sociales según la autora, es el de las asambleas. Esta situación se complementa con
el intercambio de opiniones cotidiano. Las conversaciones informales suelen ser asiduas y se
convierten en mecanismos adicionales para establecer finalmente los consensos colectivos. El
desarrollo de estas instancias micropolíticas si bien no garantizan por sí mismas procesos de
horizontalidad, crea condiciones de posibilidad para desnaturalizar las tendencias a delegar, y
limita la conformación de relaciones burocráticas al interior del espacio de trabajo.
Por último, la autora avanza en un análisis sobre criterios de creación y redistribución
de recursos colectivos. En este sentido, encuentra los siguientes tipos de retribución al trabajo:
a) Igualdad de los retiros (2 casos). En un caso obedece a instalar una lógica asociativa. Se
proponen diferenciales por grado de responsabilidad, pero no hay ingresos suficientes para
sostener estos diferenciales. En otro caso, es producto del conflicto en común atravesado que
tiende a eliminar las jerarquías. Sin embargo, se proponen diferenciales según calificaciones y
antigüedad previa del trabajador, y hay diferencias para los trabajadores que ingresan una vez
reiniciado el proceso productivo. b) Modalidad mixta. Esta modalidad supone una base
igualitaria, más el establecimiento de una diferenciación según la antigüedad, presentimos y
turnos rotativos. El objetivo común de viabilizar la empresa bajo gestión colectiva resultó un
estímulo importante para que la nivelación -base igualitaria- fuera asumida sin agudos
conflictos inter-grupales. c) Diferenciada (2 casos) en un caso refiere a categorías laborales
heredadas. En otro caso, refiere a las distancias salariales dispuestas por el gremio gráfico.
Los criterios para justificar estas diferencias se sostienen en la observación de la calificación
diversa que requieren las distintas tareas realizadas en el espacio productivo, así como se
disponen ciertos mecanismos propios del mercado para legitimar las diferencias.
En suma, nos parece importante rescatar de estas investigaciones más recientes,
algunos aspectos que resultan de centralidad para el avance investigativo de la presente tesis.
En primer lugar, nos parece necesario interrogarnos sobre la forma que asume la nueva
auto-gerencia (Bialakowsky et al: 2004), y principalmente si ésta subvierte muchos de los
métodos canonizados acerca de la división vertical y horizontal del trabajo, la resistencia al
proceso de trabajo, la cooperación y el plan autoritario. En similar sentido, nos preguntamos
sobre la “clausura” de la delegación (Fernández y Borakievich: 2007), indagando en qué
medida es posible dar cuenta en estas experiencias de una suspensión de la delegación y un
despliegue de la autogestión. Y si esto no es así, con qué elementos puede estar asociado el
33
retorno a lógicas delegativas, burocráticas, disciplinarias, y en qué medida los procesos
colectivos resistirían esas tendencias burocratizantes.
En segundo lugar, y ligado a lo anterior, nos interesa preguntarnos sobre la
transformación en la dimensión de lo conflictivo en estas empresas (Dicapua et al: 2011). ¿Es
posible pensar que el conflicto empleador-trabajador ha mutado en una tensión entre
dirigentes y dirigidos? ¿Existen otras personificaciones expresadas en las disputa? Así
también, nos parece sugerente preguntarnos si esta conflictividad puede ser explicada
principalmente por las huellas de una subjetividad asalariada (Dicapua et al: 2011) que
tienden a persistir y devienen en obstáculos para la cooperación autogestionada, o si existe
otro elemento, referido a la naturaleza del vínculo de interdependencia entre las grupalidades
existentes, más que a las subjetividades en juego.
En similar sentido, nos parece interesante preguntarnos por la relación entre la
emergencia de la conflictividad en el seno de las empresas recuperadas y la forma de
incorporación de nuevos trabajadores. En este sentido, es sugerente preguntarse si es la
distancia generacional derivada de subjetividades e imaginarios disímiles en torno al trabajo
fabril, es la dimensión que explica dicha conflictividad (Hudson: 2011), o si esta se debe a
otros elementos que refieren a la socio-dinámica de la relación entre los grupos, la cual se
encontraría determinada por la forma de su vínculo -es decir, por el tipo de relación
contractual resultante de la incorporación- y no por las características que poseen los grupos
afectados con independencia de dicha socio-dinámica, como por ejemplo, la edad.
Por último, nos parece importante preguntarnos por las implicancias de estas
dinámicas “recolectivizadoras” expresadas en las distribuciones de los ingresos (Wyczykier:
2007). Nos preguntamos en qué medida la “reconstrucción de condiciones del escenario
laboral conocido y transitado por estos trabajadores durante gran parte de su trayectoria
laboral” para de este modo, dar sentido y certezas a las prácticas vitales, no constituyen en
realidad una expresión organizacional de una serie de mecanismos distributivos
desigualitarios. En este sentido, consideramos que estos elementos, interpretados como
“recolectivización”, deben en realidad analizarse en relación con el carácter que asume el
orden socio-productivo específico, dado que es en éste donde residen los elementos que nos
permiten dar inteligibilidad a los clivajes organizacionales que se desarrollan en estas
experiencias. Con todas estas interpretaciones iremos dialogando a lo largo de la tesis.
Antes de presentar los objetivos de la Tesis y la metodología empleada, resulta
significativo explicitar al menos sucintamente, un antecedente de investigación que resulta del
propio avance investigativo (Salgado: 2009 y 2010). Dicho avance exploratorio se centró en
34
el análisis de las dimensiones distributivas, es decir cómo distribuye el colectivo de
trabajadores los ingresos que genera. Respecto a esta dimensión como resultado de la
investigación afirmamos que la capacidad de sostenimiento productivo evidenciado por estas
empresas tuvo como correlato una reversión de los procesos de igualación respecto a las
formas distributivas. Este proceso de reversión asumía dos formas o modalidades: la
distribución según categoría laboral, y la distribución según condición de socio. Estas
modalidades se encontraban vinculadas a un elemento de origen, “la conflictividad”. Aquellas
empresas cuyo origen remitía a situaciones de baja conflictividad –y por ende menor grado de
ruptura institucional con la empresa fallida (Rebón: 2007)- expresaban situaciones de
desigualación en la distribución, con un criterio centrado en la categoría laboral2. En cambio,
aquellas que en situaciones de intenso conflicto conformaron altos niveles de igualación, con
el desarrollo productivo conformaban su propio camino a la desigualación en la distribución.
Por último, existía también una relación entre las formas distributivas y los niveles de
funcionamiento. Aquellas empresas con niveles de funcionamiento precario se asociaban a
distribuciones igualitarias. Por el contrario, mejores niveles de funcionamiento de la unidad
productiva expresaban diferenciaciones en la distribución.
De esta manera, la igualación inicial era seguida por un embrionario proceso de
desigualación respecto a otros trabajadores –los no asociados a la cooperativa-.
Hipotetizábamos entonces, que la solidaridad construida al calor de la lucha, asumía un
carácter mecánico, fragmentando y diferenciando al colectivo laboral, configurando
potenciales antagonismos al interior de la fuerza de trabajo. Nos preguntamos a partir de
dichos avances qué identidades y grupalidades sociales se constituían en las relaciones
distributivas, mediante qué mecanismos estas relaciones se desarrollaban, cuáles eran los
criterios que subyacían, y si estos antagonismos se expresaban en las distintas valoraciones
que los trabajadores poseían sobre las formas que asumía la distribución.
Ahora bien, resulta importante señalar que, exceptuando los propios avances
investigativos y en parte los avances desarrollados por Wyczykier (2007), no se ha encontrado
en las investigaciones sobre las empresas recuperadas una vez desplegado el desarrollo
productivo, análisis que profundicen –o intenten profundizar- sobre las transformaciones en lo
atinente a la dimensión de las relaciones distributivas, así como las tensiones y conflictos
asociados a dichas transformaciones. Los análisis en este sentido, han sido más bien
descriptivos, sin profundizar sobre los mecanismos por los cuales dichas transformaciones
2
“Fallida” es el término más difundido que se utiliza para nombrar a la empresa antes de su recuperación.
35
operan, los criterios subyacentes a las distintas modalidades distributivas, su relación con
otras dimensiones y mucho menos con su expresión en la conciencia de los trabajadores -
cómo se consideran, cómo se legitiman o deslegitiman dichas formas distributivas-.
En este sentido, la perspectiva brindada en esta tesis, que amplía los avances
investigativos anteriores, constituye un aporte a la amplia literatura existente. Y esto
principalmente debido a dos elementos. Primero, por la posibilidad de analizar un conjunto
amplio de empresas, lo cual rompe el “molde” de las perspectivas dominantes de abordaje del
fenómeno, ancladas más bien en estudios de caso. En segundo lugar, por la posibilidad de
realizar para ese mismo conjunto de empresas, un análisis que contemple las transformaciones
en una serie de dimensiones sobre las cuales se tiene registros en diversos puntos temporales,
lo cual nos permitió establecer una perspectiva diacrónica de análisis. En este sentido, nos
interesa a los efectos investigativos, el análisis desde una perspectiva diacrónica de las
transformaciones en las relaciones existentes entre los elementos constituyentes de un proceso
(García: 1986), sin que dicha perspectiva nos obture un análisis sincrónico del mismo, es
decir, una análisis de las relaciones entre los elementos en sus mutuas implicaciones. El
trabajo aquí presentado constituye la objetivación de un nuevo estadío de conocimiento,
resultante de las sucesivas relaciones establecidas con nuestro objeto de investigación. Pero de
un objeto que en su devenir también se ha transformado, producto de las transformaciones en
las relaciones entre sus elementos constituyentes.
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Objetivos de la investigación y metodología empleada.
Objetivo general:
Analizar la relación existente entre las transformaciones en las formas distributivas
asumidas en los procesos de recuperación de empresas en la CABA., su expresión en la
conciencia de los trabajadores y el carácter que asume el orden socio-productivo en los
emprendimientos.
Objetivos específicos:
1) Describir las formas distributivas existentes en las unidades productivas que fueron
recuperadas hasta el año 2003 en la CABA.
2) Analizar los mecanismos distributivos y criterios subyacentes a cada forma
distributiva.
3
Según Fromm (1976), el carácter social refiere al núcleo de la estructura de carácter, compartida por la mayoría
de los individuos de una misma cultura, en contraposición al carácter individual, que difiere en cada uno de los
individuos pertenecientes a una misma cultura. El carácter social, refiere entonces, a un conjunto de actitudes y
comportamientos que moldean formas de socialización, afines al mejor funcionamiento de una sociedad. Por
otro lado, entendemos por carácter socio-productivo el conjunto de relaciones sociales que ordena un proceso
productivo, y su relación en términos de funcionalidad con el orden social en el cual se encuentra inmerso. En
este sentido, se toman en cuenta atributos o caracteres, pero en función de las configuraciones sociales que
expresa y su efecto respecto al resto del ordenamiento social (Rebón: 2007).
37
3) Reconstruir descriptivamente la evolución de las formas distributivas asumidas por las
empresas analizadas en el punto anterior.
4) Establecer la relación entre formas y mecanismos distributivos (objetivo 1) con: a)
Modalidades y mecanismos de incorporación de nuevos trabajadores. b) Nivel de
funcionamiento de las empresas. c) Nivel de conflictividad en origen. d) Relaciones de
propiedad. e) Articulaciones no mercantiles.
5) Indagar en la fuerza de trabajo involucrada en las empresas analizadas en los puntos
anteriores: a) Grado de acuerdo con las formas distributivas. b) Consideración de
justicia sobre las formas distributivas. d) lógica reflexiva subyacente a cada
consideración de justicia. d) Conceptualización sobre el proceso.
6) Identificar en las empresas analizadas, las vinculaciones entre las formas distributivas,
y las formas en que éstas se expresan en la conciencia de los trabajadores.
7) Elaborar un marco hipotético conceptual que dé cuenta de las transformaciones de las
formas distributivas en las empresas recuperadas analizadas y sus vinculaciones con el
carácter que asume el orden socio-productivo en estas experiencias.
Metodología empleada:
Las diversas partes que conforman la presente Tesis involucran análisis basados en
distintos sub-universos de empresas. La primera parte de la Tesis enfatiza el análisis sobre la
evolución y el desarrollo del proceso de recuperación de empresas por sus trabajadores en la
CABA, tal que permita contextualizar el desarrollo analítico posterior. En esta parte, el
universo de referencia lo constituyen la totalidad de los procesos de recuperación existentes
en la ciudad, sobre los cuales se tiene registro hasta el año 2009. Hacia el final de la primera
parte de la Tesis presentamos un perfil socio-productivo de las empresas que conforman el
sub-universo de análisis de la segunda parte de la Tesis. Se trata de quince empresas
recuperadas de la ciudad que iniciaron sus procesos de recuperación antes de 2004. La
segunda parte entonces, enfatizará el análisis de las transformaciones en las formas
distributivas sobre ese sub-universo. Por último, la tercera parte corresponde a un análisis
sobre un sub-universo constituido no ya por empresas, sino por trabajadores de empresas
recuperadas. Esta última parte de la Tesis enfatiza su análisis sobre las opiniones y
consideraciones de los trabajadores respecto a las distintas formas distributivas.
El análisis de las transformaciones en las formas distributivas en las empresas cuyos
procesos de recuperaciones son anteriores a 2004, implicó un abordaje metodológico que
38
avanza en una perspectiva diacrónica (procesual) con base en registros realizados en tres
momentos.
Como se observa en el siguiente cuadro, un conjunto de los objetivos planteados
suponen un análisis comparativo de un mismo grupo de empresas recuperadas a partir de
información recogida en tres momentos: 2003, 2006 y 20104.
4
Se trata de las siguientes empresas: Artes Gráficas el Sol, Bauen, Brukman, Campichuelo, Chilavert,
Cooperpel, Diógenes Taborda, IMPA, Instituto Comunicaciones, La Argentina, La Nueva Esperanza, Monte
Castro, Patricios, Vieytes y Viniplast. Las empresas Clínica Salud Medrano y 26 de septiembre, también fueron
entrevistadas en 2003 y han dejado de existir para 2006.
39
temáticas sean abordadas indefectiblemente en la relación entrevistado-entrevistador, pero
permitiendo libertad en las argumentaciones.
Estos registros permitieron el análisis de las trayectorias, modalidades y mecanismos
distributivos de las empresas, así como las variables asociadas. Los relevamientos efectuado
son los que se detallan a continuación.
En el marco del proyecto UBACyT “Sociogénesis del proceso de recuperación de
empresa por sus trabajadores”5, se realizó un relevamiento en el mes de julio de 2003 en
diecisiete empresas recuperadas de la CABA. Para el análisis realizado en la presente
Tesis se utilizaron, de aquella información recogida, entrevistas semi-estructuradas
realizadas a informantes clave en cada una de las empresas recuperadas de aquel período,
así como entrevistas a doce dirigentes de los distintos agrupamientos de empresas
recuperadas.
En el marco del proyecto UBACyT “Transformaciones emergentes en el Proceso de
recuperación de Empresas por sus Trabajadores”6, se avanzó en un segundo relevamiento
de las empresas recuperadas que implicó la realización de entrevistas semi-estructuradas a
informantes clave de la totalidad de las empresas existentes en la CABA para ese período.
Este relevamiento incluyo a aquellas relevadas en 2003, lo que permitió construir, para
estas empresas, el registro de dos momentos diferentes, 2003 y 20067.
En el marco del proyecto UBACyT “La cultura de la recuperación en la conciencia de los
trabajadores”8 se realizó en 2010 un tercer relevamiento sobre la totalidad de empresas
existentes en la CABA pare ese período. Se relevaron nuevamente las mismas 15
empresas relevadas en 2003 y 2006, mediante entrevistas semi-estructuradas a
informantes clave de las unidades productivas, lo que permitió construir, para estas
empresas, el registro de tres momentos diferentes, 2003, 2006 y 2010.
5
Proyecto UBACyT S050. Director: Dr. Julián Rebón.
6
Proyecto UBACyT S831. Director: Dr. Julián Rebón.
7
De las 17 empresas relevadas en 2003, para 2006 continuaban funcionando 15. Por otro lado, corresponde
destacar que durante esta etapa investigativa (2006) se realizaron entrevistas no sólo a las empresas recuperadas
hasta el 2003 sino a la totalidad de las empresas recuperadas en ese momento. La obtención de información de la
totalidad de las empresas recuperadas en la Cuidad de Buenos Aires, posibilitó la realización de una lectura
global del proceso.
8
Proyecto UBACyT 20020090100035. Director: Dr. Julián Rebón.
40
Tomando como referencia los tres relevamientos, en su totalidad el análisis de las
transformaciones en las formas distributivas involucra a cincuenta y cinco (55) entrevistas
semi-estructuradas a informantes clave9.
En relación a los criterios utilizados para la selección de individuos entrevistados, se
buscó que todos los actores entrevistados sean informantes clave, esto es, individuos que por
su cargo u ocupación en la empresa poseen información relevante a los efectos de la presente
investigación. Los individuos entrevistados –informantes clave- constituyen unidades de
registro, las unidades de análisis corresponden a las unidades productivas (empresas).
2) Observaciones participantes.
En menor medida, también se utilizó la información recogida de las observaciones in
situ sobre el proceso productivo en las empresas recuperadas. Este tipo de observación
permitió la presencia y observación en directo de elementos referentes a los procesos
productivos en cada empresa. La elección de esta técnica residió en que resulta adecuada en
estudios exploratorios, descriptivos y orientados a generar interpretaciones teóricas a partir de
las situaciones observadas.
Por otro lado, se realizaron observaciones participantes en distintas actividades que
involucraron a empresas recuperadas (marchas, reuniones de movimientos, exposiciones de
empresas, jornadas de debate, reuniones informales con referentes). Estos procedimientos de
observación estuvieron dirigidos a la acción o interacción de los actores en situaciones
sociales de diversa complejidad, pero que poseen el denominador común que refieren a
experiencias colectivas realizadas por fuera del espacio socio-productivo específico. La
observación se enfocó a la acción de actores en espacios colectivos de intercambio con otros
actores que trascienden la unidad productiva, sea este intercambio la deliberación o debate
sobre la experiencia de la recuperación, el planteo de los problemas productivos que poseen
las empresas, o incluso acciones de protesta o demostración ante algún hecho puntual.
3) Encuesta a trabajadores de empresas.
A principios de 2011, se efectuó un relevamiento mediante la aplicación de una
encuesta a trabajadores de empresas recuperadas de la CABA. El muestreo de entrevistados se
realizó en dos etapas. En la primera etapa, se seleccionaron las empresas que formaron parte
del relevamiento. Del universo de quince empresas sobre las cuales se realizaron
relevamientos sistemáticos en 2003, 2006 y 2010, se seleccionaron diez en función de que
9
La importancia de la información brindada por estos informantes radica en que poseen un conocimiento global
de la situación de las empresas, sus situaciones legales, comerciales y productivas, así como las estrategias
articuladoras de cada movimiento y su influencia en cada unidad productiva.
41
estén representados los distintos tipos de empresas. El tipo de empresa se definió según los
siguientes criterios: año de recuperación, tamaño, criterio de retribución y nivel de
funcionamiento. Estas diez (10) empresas constituyeron un sub-universo con las siguientes
características: Todas son empresas con la mayor antigüedad (recuperadas con anterioridad a
2004), dos de ellas poseen niveles de funcionamiento precario, cuatro poseen niveles de
funcionamiento medio y las otras cuatro alto; dos empresas han tenido niveles de
conflictividad bajo y las restantes medio/alto, dos empresas poseen formas igualitarias de
distribución de los ingresos, las restantes diferenciadas; dos empresas son pequeñas (menos
de 20 trabajadores), cinco empresas son medianas (entre 20 y 60 trabajadores) las restantes
tres son grandes (más de 60 trabajadores). La segunda etapa implicó el muestreo de los
entrevistados. Se establecieron cuotas de entrevistados para cada empresa en función de los
valores paramétricos -por sexo y edad-. En cada empresa se seleccionaron los individuos
correspondientes a la cuota asignada. La muestra de trabajadores tuvo características no
aleatorias, no obstante se corrigieron posibles sesgos en el momento de la selección de casos
teniendo en cuenta parámetros antes mencionados. Se realizaron en total ciento treinta y ocho
(138) casos sobre un total de quinientos ocho (508) trabajadores involucrados en esas
empresas. Estos registros permitieron el cumplimiento de los objetivos 4, 5 y 6.
Respecto a nuestro esquema de abordaje de las entrevistas a informantes clave de las
empresas se realizaron las siguientes actividades:
i. Incorporación de las entrevistas a la unidad hermenéutica del Atlas Ti
(objetivos 1 y 2).
ii. Análisis preliminar descriptivo de las distintas modalidades y trayectorias
distributivas (objetivos 1 y 2).
iii. Codificación de las nuevas entrevistas en la unidad hermenéutica señalada,
según las dimensiones relevadas (objetivos 1, 2, 3).
iv. Construcción de base de datos según codificación realizada en el punto
anterior, análisis multivariado y tablas de contingencia según dimensiones
relevadas.
v. Construcción de tipología en función del análisis multivariado realizado en el
punto anterior (objetivos 3 y 5)
Respecto a nuestro esquema de abordaje de las encuestas, se realizaron las siguientes
actividades:
i. Codificación inicial de la base de datos y un procesamiento descriptivo de las
distintas variables involucradas (objetivo 4).
42
ii. Análisis multivariado y tablas de contingencia para avanzar en identificar
elementos estructurantes de las distintas consideraciones respecto a las formas
distributivas (objetivo 4).
iii. Incorporación a la base de datos de los trabajadores, de las variables resumen
de la tipología de empresas (resultante del punto v anterior) y análisis
multivariado y tablas de contingencia “controlados” por “tipo de empresa”, con
el objeto de dar cumplimiento al objetivo N° 5.
Es necesario remarcar que, en relación al análisis referente a las consideraciones y
opiniones de los trabajadores sobre las distintas formas distributivas, nos encontramos ante el
limitante de la ausencia de un listado completo de trabajadores que permitiera construir
criterios de representatividad de la muestra, por lo que se privilegia y se enfatiza un análisis
de tipo exploratorio, que intente aportar en la construcción de hipótesis sobre las
vinculaciones entre las formas y mecanismos distributivos, y las distintas consideraciones
encontradas entre los trabajadores respecto a éstas. En este sentido, el carácter exploratorio
implica la indagación sobre la existencia de distinción en las opiniones y consideraciones
(legitimaciones-deslegitimaciones) asociadas a la distinción en las formas distributivas. De
esta manera, y por último, se espera que los análisis desarrollados permitan la elaboración de
un marco hipotético conceptual que dé cuenta de la dimensión distributiva en las empresas
recuperadas para la etapa analizada.
Por último, también se utilizaron fuentes secundarias, como por ejemplo, notas de la
prensa escrita, información de las empresas en la web, leyes sancionadas (tanto nacionales
como de CABA), reglamentaciones del INAES, así como producción bibliográfica realizada
por referentes de empresas o movimientos de empresas recuperadas.
43
Parte 1. Las recuperaciones: sociogénesis y desarrollo.
10
El proceso de autonomización hace referencia aquellos procesos de crisis y ruptura de relaciones heterónomas
preexistentes, y la adquisición creciente de mayores grados de libertad (Rebón: 2007). La libertad refiere aquí a
amplitud del grado decisorio respecto las acciones a realizar, es decir es libertad de decisión y de acción, en
definitiva, autodeterminación. Por otro lado, estas crisis de relaciones heterónomas implican crisis de las
obediencias anticipadas que sustentan dichas relaciones unilaterales, coactivas. La crisis de este tipo de
relaciones implica también una crisis del contenido de autoridad presente en dichas relaciones, y por lo tanto,
refiere a un acto de desobediencia (Milgram: 1984).
11 Durante la década de 80 y principios de los 90 tuvieron lugar una serie de experiencias de recuperación en las
que asalariados de empresas en crisis conformaron asociaciones, en su mayoría cooperativas. En ocasiones, estas
constituían una estrategia de presión al empresario, en el marco de un conflicto laboral; en otras, significaba un
avance sobre la dirección de la producción, al pasar el colectivo laboral a conducir la empresa. Este proceso fue
impulsado por la Seccional Quilmes de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), concentrado básicamente en la
zona sur del Gran Buenos Aires. Durante este período, se conformaron alrededor de 15 cooperativas. No
obstante, no todas llegaron a producir. Luego de unos años el proceso tiende a estancarse y no logró una mayor
difusión (Rebón: 2007).
45
posibilidades de los trabajadores para reinsertarse en el mercado laboral posteriormente a un
despido, así como para afrontar la situación misma del desempleo. En suma, el contexto de
crisis aumenta la cantidad de unidades productivas en crisis -territorio potencial para la
recuperación-, y altera en forma regresiva las alternativas tradicionales de los trabajadores de
enfrentar el desempleo, convirtiendo en más favorables los costos de oportunidad para
experimentar una medida hasta ese momento no convencional, como la recuperación de la
empresa (Rebón y Salgado: 2009; Salgado: 2009).
b) Político-cultural: En condiciones de marcada crisis política se produjo un inédito
proceso de movilización y protesta social (Fajn: 2003), que en su punto más alto desencadena
procesos de autonomización. Distintos grupos, desprendimientos de diferentes fracciones
sociales, pusieron en crisis sus lealtades y obediencias anticipadas, ampliando sus grados de
libertad. Distintas identidades sociales no hallaban en los mecanismos institucionales
preexistentes los canales para satisfacer sus intereses (Rebón: 2007). Así, una porción de la
ciudadanía dejó de delegar en las autoridades la resolución de sus problemas. La acción
directa entonces, con una fuerte originalidad y creatividad, se convirtió en la forma de
expresar la disconformidad social12. Precisamente, los trabajadores de las empresas
recuperadas formaran parte de este proceso de autonomización que expresa y retroalimenta la
crisis de los mecanismos de control social.
Este contexto de crisis proveerá a los trabajadores de promotores, aliados y puntos de
apoyos necesarios para llevar adelante la recuperación. La acción colectiva de avanzar en la
dirección de la producción, expresa una incipiente y embrionaria alianza social estructurada
en el modo en que la crisis del orden social altera las condiciones de reproducción de las
identidades involucradas (Rebón: 2007). Este carácter de alianza social está en el origen
mismo del proceso, la recuperación como determinación no nace espontáneamente de los
trabajadores de cada empresa, sino que surge de su articulación con otras personificaciones.
La pérdida del puesto de trabajo, en un contexto de virtual desaparición de la indemnización e
imposibilidad de conseguir otro empleo, era vivida por estos asalariados como una realidad
injusta y catastrófica. Sin embargo, esta percepción colectiva requería la demostración de que
era posible constituir una alternativa ante el destino que se presentaba como ineludible. Esta
fue la tarea central de los diversos destacamentos de promotores y organizadores. Recién a
partir de su intervención, la crisis muta en oportunidad (Rebón: 2007). El rol de los
12
El concepto de acción directa nos refiere a formatos de acción contenciosos que no se encuentran mediados
por la institucionalidad dominante. A diferencia de las acciones institucionalizadas, a través de la acción directa
los actores sociales procuran lograr sus objetivos desbordando los canales institucionales del orden social para el
procesamiento de las demandas (Rebón: 2009).
46
promotores es ejecutado centralmente por cuadros periféricos al sistema político y sindical,
que en el período de crisis política encontrarán en la acción colectiva un modo de
acumulación de poder. Por lo general, estos cuadros no son trabajadores originarios de estas
empresas y su función central se concentra en la transmisión del conocimiento indirecto
(Marín: 2009) necesario para difundir y sustentar la experiencia. Por otro lado, la lucha de los
“recuperadores” por “trabajo digno”, uno de los valores más preciados en la sociedad
argentina de la crisis, los convertía en acreedores de la solidaridad de muchos otros.13 Al
enfrentar uno de los efectos centrales del proceso expropiatorio que asumía la crisis
capitalista, van a recibir la solidaridad de distintos movimientos sociales que resistían el
mismo fenómeno en otras dimensiones y localizaciones sociales.
En suma, en su sociogénesis la recuperación de empresas representó una de las
respuestas esbozadas por los trabajadores ante la posibilidad de pérdida del trabajo en un
contexto inédito de crisis económica, política y social.
No obstante estas apreciaciones, otros elementos tienen que ser tenidos en cuenta para
esbozar un marco hipotético causal que pueda dar cuenta de la evolución del proceso. Luego
de 2003, es decir, luego del cierre parcial del marco de depresión económica y crisis política,
la posibilidad de ampliación del proceso y la sostenibilidad del mismo deben ser contrastadas
a la luz de las modificaciones contextuales. ¿Han podido los trabajadores recuperar nuevas
empresas? ¿Qué factores intervienen en esa ampliación? ¿Han podido sostenerse
productivamente en el tiempo sin modificar su forma social inicial? Dar respuesta a estos
interrogantes implica realizar un análisis de la reproducción del proceso de recuperación de
empresas, tanto en su forma ampliada -la forma e intensidad con que se expande el proceso a
nuevas unidades-, como en su forma simple -la continuidad y sostenimiento productivo de las
unidades productivas recuperadas-. La importancia de realizar este análisis radica en que
permite contrastar una serie de postulados que han sido esgrimidos sobre el “futuro” y el
“destino” de las experiencias de recuperación productiva de empresas en manos de sus
trabajadores. Así por ejemplo, varios de los discursos sobre el proceso de recuperación de
empresas señalaban la imposibilidad de un funcionamiento sostenible de estas unidades
productivas y pronosticaban así, su destino al fracaso. Unos -desde el conservadurismo
liberal- argumentaban la ineficiencia e inviabilidad del funcionamiento de las empresas
conducidas por trabajadores. Naturalizando la relación entre capital y trabajo, argumentaban
13
Entre los aliados podemos destacar los estudiantes y profesionales universitarios, las asambleas vecinales y los
movimientos de desocupados. Por otra parte, en el contexto de crisis política, grupos de políticos y funcionarios
estatales, principalmente de nivel local, van a mostrarse tolerantes ante las recuperaciones y propensos a su
apoyo (Rebón: 2007; Salgado: 2010).
47
que una empresa sin “patrón” no podría conformar otra cosa que un “paraíso de los vagos”
(Kleidermacher: 2003; Aleman: 2003).
Otros, desde una perspectiva anticapitalista, advertían -con base en la argumentación
teórica de Rosa Luxemburgo- que indefectiblemente la experiencia cooperativa estaba
condenada al fracaso o a la degeneración en nuevos capitalistas (Martínez: 2002)14. Ambas
perspectivas desde vertientes opuestas convergían en desmerecer la perdurabilidad del
proceso, basados en una imposibilidad teórica, y señalaban que su existencia sólo podría ser
explicada por la situación coyuntural de crisis. Ambos incurrían así en un error habitual en el
campo del ensayismo “político” o “académico”, es la confusión entre teoría y conocimiento.
En nuestra perspectiva la teoría sólo nos sugiere qué y cómo observar, nada nos dice acerca de
la “realidad” concreta. En tal sentido, no se puede reemplazar al conocimiento, es decir a la
articulación entre teoría y realidad, a partir de una mediación instrumental (Marín: 2009). Por
otra parte, la realidad social, en tanto está compuesta por una solución de adición y mezcla de
relaciones, nunca podrá ser axiomatizada plenamente en un cuerpo teórico (Piaget: 1988).
Más allá de estas consideraciones, no debemos desmerecer estos postulados teóricos
trasplantados al proceso, sino que nos interesa discutir con ellos, pero sobre la base de un
avance sobre el conocimiento del proceso mismo.
A continuación, en dialogo con estos postulados, daremos cuenta de la evolución de
las recuperaciones a lo largo del período de referencia.
Ante la reversión del marco general de depresión económica y crisis política que el
país evidenció desde 2003 en adelante, la ampliación del proceso a nuevas unidades
productivas parecía enfrentar distintos obstáculos. Como se expuso en el subcapítulo anterior,
dicho marco de crisis fue un elemento central en la génesis del proceso, posibilitando la
conformación de una embrionaria fuerza social que logró avanzar sobre la tenencia de las
unidades productivas y la dirección de la producción (Rebón: 2007). Nos interrogábamos
entonces, en qué medida el fin de aquel marco impactaría en el desarrollo del proceso.
14
Luxemburgo (1975) es quien en el campo del marxismo mejor ha planteado estos obstáculos. Para la autora las
cooperativas son unidades de producción que deben sobrevivir en el seno de una economía mundo capitalista.
Según la autora, las cooperativas dentro del capitalismo se circunscriben a sus reglas, desvirtuando su razón de
ser original, y por lo tanto, están condenadas a desaparecer. Por esta razón según la autora, las cooperativas en el
campo de la producción no pueden ser consideradas seriamente como instrumentos de una transformación social
general. Las consideraciones que surgen de este planteo refieren al carácter social que adquieren las unidades
productivas, cuestión que será abordada en profundidad más adelante en esta tesis. Lo que remarcamos aquí, es
que estas consideraciones sobre el fracaso de las empresas recuperadas estuvieron permeadas también, por su
vinculación con una situación coyuntural de crisis.
48
Estos obstáculos hipotéticos, referían a diversos cambios ocurridos respecto al período
más agudo de la crisis. Por una parte, el fortalecimiento de la heteronomía clásica del ámbito
fabril, ante la reversión del proceso de abandono capitalista de la producción por cambios en
los niveles de rentabilidad, contribuyen a que ante situaciones de crisis de las unidades
productivas puedan constituirse nuevos capitalistas dispuestos a recuperar la empresa15. Desde
la perspectiva de la fuerza de trabajo, la mayor facilidad para obtener otro trabajo por parte de
los asalariados, en especial los más calificados, así como el aumento de la posibilidad de
cobrar indemnizaciones, aminora la tensión social. Según los datos del INDEC-EPH para el
total del país (total de aglomerados) la tasa de desocupación descendió del 20, 4% en el
primer trimestre de 2003 a 8,4% en el primer trimestre de 2009. En el Área Metropolitana de
Buenos Aires, en los últimos años la recomposición económica pos-crisis marca una
significativa tendencia al descenso del desempleo, descendiendo del 18% en el primer
trimestre de 2003 al 8% en el mismo trimestre de 2009.16
Otro elemento es el cambio de poder y posición de los actores sociales y políticos.
Antiguos aliados como el movimiento asambleario o el piquetero han visto disminuido su
capacidad de movilización17. Por otra parte, algunos cuadros políticos y sociales que habían
encontrado en la organización de los diversos nucleamientos o movimientos de recuperación
de empresas su estrategia de acumulación de poder social, han logrado ingresar a la
institucionalidad política, lo que podría implicar una transformación en la fuerza social
originaria de las antiguas recuperaciones18. Diversos integrantes de la institucionalidad
política que en el momento de la crisis estaban dispuestos a apoyar adaptativamente a un
fenómeno de alta legitimidad social que contrastaba con su baja legitimidad, ante el cambio
de contexto, podrían dejar de brindar apoyos a las experiencias de recuperación.
Teniendo en cuenta dichos obstáculos hipotéticos. ¿La experiencia fue solamente una
expresión coyuntural de la crisis?
15
También, la reciente recuperación del poder sindical, la otra gran heteronomía del ámbito fabril, funciona, al
menos en algunos casos, como un obstaculizador al desarrollo del proceso. Acerca del papel del sindicato en las
recuperaciones de la CABA hasta el año 2003 puede consultarse Rebón (2004 y 2007).
16
Fuente: INDEC-EPH continua trimestral. www.indec.mecon.ar (desde el tercer trimestre de 2006 el total de
aglomerados computados pasó de 28 a 31).
17
Sobre las transformaciones en los movimientos de desocupados durante el período 2000-2010 y las dinámicas
de protestas asociadas a éstas ver Antón, Cresto, Rebón y Salgado (2010). Otro sugerente trabajo realizado por
Maneiro et al (2009) que plantea el desarrollo de las nociones de “piquetero” y “corte” a partir del análisis de la
utilización de estas nociones en la prensa escrita. Por otra parte, estas transformaciones en particular y su
impacto sobre el proceso de recuperación de empresas serán tratadas en los próximos puntos del presente trabajo.
18
Para nombrar sólo un caso por ejemplo, Diego Kravetz, antiguo abogado vinculado a uno de los movimientos
de recuperación de empresas más importantes en un primer período de las recuperaciones, el MNER, desde 2003
hasta 2011 ocupó un cargo como legislador en la Legislatura de la CABA. Hasta el año 2009 integró el bloque
del Frente para la Victoria (FPV), luego conformó y presidio el bloque “Identidad Porteña” y más tarde
“Encuentro Progresista”.
49
Gráfico1: Distribución de las recuperaciones de empresas en la CABA por año de inicio de la
recuperación (en porcentajes)19
Fuente: Elaboración propia sobre la base del Relevamiento Observatorio Social sobre Empresas Recuperadas
Autogestionadas, 2010 N: 52.
19
Para realizar esta curva se construyó una variable denominada “año de inicio de la recuperación”. Esta variable
hace referencia al año en que comienza un proceso de recuperación independientemente de la durabilidad del
mismo y de la resultante en términos de éxito o fracaso de la recuperación. Como observable principal se tomó la
fecha en que los trabajadores asumen en forma parcial o total, el control de la unidad productiva.
20
Esta capacidad de ampliación evidenciada por la evolución de las recuperaciones también pueden encontrarse
en otros análisis e investigaciones (Rebón y Salgado: 2009; Programa de Trabajo Autogestionado: 2010;
Programa Facultad Abierta: 2010). Así por ejemplo, de un informe presentado por el Programa de trabajo
Autogestionado del MTEySS en Octubre de 2010 sobre la evolución de las recuperaciones de la totalidad del
país afirmaba: “De acuerdo con la información que surge del Registro de Unidades Productivas Autogestionadas,
entre los años 2000 y 2003 se constituyeron 75 cooperativas de trabajo y desde el año 2004 a la fecha se
conformaron aproximadamente 80, lo que estaría indicando que, tal como se mencionó anteriormente, la
recuperación de empresas por parte de los trabajadores se constituyó en una alternativa válida frente a la
amenaza de pérdida de sus puestos de trabajo.” (OSERA: 2010. Pág. 2).
50
configurarse cierta infraestructura político-organizativa que servirá de soporte y promoción de
futuras recuperaciones. Esto ocurre específicamente desde 1998, año en que se recupera
IMPA, fábrica que será emblema de los procesos de recuperación de empresas, y espacio que
servirá de base para las articulaciones sociales que luego conformarán los diferentes
nucleamientos o movimientos de recuperación de empresas.
En segundo lugar, podemos distinguir una segunda etapa “aluvional” de las
recuperaciones, que denominamos como etapa de “crisis”. En este período, que comprende el
año 2001 y 2002, se concentran algo más de un tercio del total de recuperaciones en la
Ciudad, (34,6%). El año 2002, por otro lado, es el que concentra la mayor cantidad de
procesos de recuperación (17 casos que representa un 32,6% del total de las recuperaciones).
Tomadas en conjunto la etapa de “pre-crisis y la de “crisis”, concentran algo menos de la
mitad de las recuperaciones (40%) magnitud explicada mayormente por supuesto, por el año
2002. El pico de la curva en este año se encuentra asociado al contexto de crisis económica,
política y social y sus manifestaciones. Las recuperaciones se difunden en la Ciudad, en un
contexto donde la recesión existente desde fines de los 90 se transforma crecientemente, a
partir de 2001, en depresión. En otras palabras, 2002 fue el año más profundo de la crisis,
siendo particularmente acentuado en la industria, el sector en que se concentra la mayoría de
las recuperaciones (Rebón: 2007)21. Desde la perspectiva de la inserción de la fuerza de
trabajo en el mercado laboral, el año 2002 también presenta el índice más alto de desempleo.
En este contexto, la recuperación de empresas se relaciona con una defensa de la fuente de
trabajo en contextos sociales de desempleo estructural y generalizado.22
Por último, encontramos una tercera etapa, a la que podemos denominar de “post-
crisis”. Este período va desde 2003 en adelante, en paralelo a la recomposición económica y
política. Así, la curva cuyo pico máximo se manifiesta en 2002 tiende a descender hasta 2006.
El año 2007 presenta un nuevo ascenso en la curva. En general, esta etapa presenta un declive
respecto a la anterior, con movimientos descendentes y ascendentes que se dan dentro un
marco de relativa estabilidad y le otorga una forma más “mesetada” respecto al período
anterior. La ausencia de una direccionalidad claramente marcada ascendente o descendente,
brinda cierta imagen de carácter de impredecible en relación a su evolución, hace que
adquiera una forma relativamente estable, sin movimientos bruscos. Por otro lado, la ausencia
de un crecimiento en la intensidad de las recuperaciones luego de 2007 indicaría que la crisis
21
Algo más de dos tercios de estas empresas pertenecen al sector de industria (67%), el tercio restante al sector
de servicios (33 %)
22
La asociación entre evolución de recuperaciones y evolución de la tasa de desempleo en la CABA puede
observarse en Rebón (2007. Pág. 48).
51
financiera internacional desarrollada durante ese período no tuvo mayor incidencia en la
intensidad de la evolución de las recuperaciones.23
Dos conclusiones podemos realizar respecto a la reproducción del proceso en forma
ampliada. En primer lugar, la tercera etapa aglutina la mayor cantidad de procesos de
recuperación (60%). Es decir, aún luego de transcurridos los períodos más agudos de crisis,
protesta y conflictividad social, el proceso se extendió a nuevas empresas24. En segundo lugar,
si bien la intensidad en este último período es marcadamente menor al pico de la crisis, se
mantiene en valores superiores a los obtenidos en los años anteriores a 2001, es decir, la etapa
de “post-crisis” es mayor en volumen e intensidad respecto a la etapa de “pre-crisis”.
Entonces, más allá de las modificaciones contextuales el proceso ha continuado en su
ampliación a nuevas unidades. Pues bien, ¿cuál es el factor causal que se presenta invariante
en todas las experiencias? ¿Cuál es el elemento que estructura las recuperaciones?
Investigaciones preliminares nos permiten afirmar que en su evolución y desarrollo el
proceso de recuperación de empresas ha presentado elementos causales similares y de
intensidad también similar25. Estos elementos refieren directamente a una crisis a nivel de la
unidad productiva cuya primera manifestación es la vulneración de la relación salarial. A su
vez, esta vulneración presenta dos formas centrales. En primer lugar, el incumplimiento de la
relación salarial, y dentro de esta dimensión las deudas y atrasos salariales como causales
significativos que se han mantenido a niveles similares durante toda la evolución. En segundo
lugar, una dimensión que refiere al abandono de la función de dirección capitalista de la
empresa, es decir a su retiro productivo. Estas dos dimensiones no son excluyentes entre sí, el
incumplimiento de la relación salarial puede indicar ya, una crisis de dirección de la empresa
23
Las investigaciones sobre la evolución de las recuperaciones realizadas por otros investigadores irían en el
mismo sentido. El informe presentado por el Programa Facultad Abierta antes señalado (Ruggeri et al: 2010)
indica la inexistencia de un fuerte impacto de la crisis financiera internacional de 2008 en la evolución de las
recuperaciones, sino más bien el mantenimiento de un flujo regular de nuevas recuperaciones.
24
En este sentido es importante señalar que esta mayor cantidad de recuperaciones ocurre en una etapa que
contempla una mayor cantidad de años. Lo que queremos enfatizar aquí es que la reversión del contexto
crisógeno no implicó la clausura del proceso.
25
Al respecto ver Salgado, R (2009) Entre la innovación y la reproducción social: el carácter emergente del
orden socio productivo en las Empresas Recuperadas de la Ciudad de Buenos Aires. Tesis de Maestría no
publicada, Universidad de Buenos Aires. Facultad de Ciencias Sociales, Buenos Aires. Una versión sintética
puede encontrarse en Salgado, R (2010) Empresas recuperadas por sus trabajadores: sociogénesis y desarrollo
del proceso en la CABA. [en línea].Buenos Aires: Instituto de Investigaciones Gino Germani, Facultad de
Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires, 2010 [Citado FECHA]. (Documentos de Jóvenes
Investigadores, Nº 24). Disponible en la World Wide Web:
http://www.iigg.sociales.uba.ar/Publicaciones/JI/ji24.pdf. Es necesario mencionar que dicho avance investigativo
no toma en cuenta a la totalidad de los factores causales involucrados en el proceso de recuperación de empresas.
Una serie de factores relevantes endógenos al proceso no son tomados en cuenta por dicho análisis, como por
ejemplo, las identidades socio-productivas y socio-culturales de los trabajadores involucrados en estas
experiencias. Sin embargo existe producción investigativa importante sobre estas temáticas (Fajn: 2003, Rebón:
2004 y 2007, Palomino: 2003).
52
por parte del antiguo propietario. Sin embargo, consideramos que refieren centralmente a
cuestiones diferentes. En primer lugar, los atrasos y deudas salariales, pueden constituir
mecanismos de amortiguación y/o salida de crisis empresariales. Incluso en determinados
períodos han sido instrumentos de prácticas flexibilizadoras que permitieron una acumulación
creciente de capital para muchas empresas. Así, deuda salarial refiere aquí a situaciones de
incumplimiento del contrato entre capital-trabajo que no necesariamente acompaña a
situaciones de crisis de la dirección de la empresa. Con crisis de la dirección de la empresa
queremos señalar la imposibilidad de la reproducción del comando capitalista de la
producción (Marx: 2002). Esta imposibilidad puede ser resultante de diversos factores que
pueden trascender la relación entre las partes de la relación contractual específica entre capital
y trabajo.
En conclusión, los análisis sobre los elementos causales presentes en los procesos de
recuperación de empresas durante todo el período (1992-2009) nos habilitan a afirmar que
dichos elementos refieren a una noción de crisis, pero esta crisis ocurre a nivel o escala de la
unidad productiva. En este sentido, desde nuestra perspectiva, las condiciones de “crisis
general” pueden amplificar la resultante de las disputas en el mercado y ampliar así la
“intensidad” reproductiva de las recuperaciones. Sin embargo, el elemento que estructura los
procesos de recuperación de empresas refiere a la crisis a nivel de la unidad productiva, a
partir de una vulneración de la relación salarial, en origen realizada por el capital. Esta crisis a
nivel de la unidad productiva -y el tipo de relación social que vulnera-, se mantiene a lo largo
de todo el ciclo de la evolución de las recuperaciones, y si bien no es independiente del
contexto, no se encuentra subordinado al mismo (Salgado: 2009). La mortalidad de unidades
productivas es un elemento estructural en formaciones sociales de carácter capitalista, y
aunque el ritmo y la intensidad de dicha mortalidad se encuentren asociado a los ciclos
económicos, las unidades productivas pueden entrar en crisis y desaparecer, aún en contextos
en que no ocurran crisis generales. La crisis de la unidad productiva es entonces, el elemento
necesario para el desarrollo de los procesos de recuperaciones. 26
26
Como afirmamos anteriormente, una serie de factores relevantes endógenos al proceso –como por ejemplo, las
identidades socio-productivas y socio-culturales de los trabajadores, así como las características particulares de
las unidades productivas involucradas- deben ser tomados en cuenta para realizar un análisis exhaustivo del
marco causal. Por otro lado, existen a nuestro entender otros procesos sustantivos que median entre estos
factores causales del proceso y la acción de recuperación de la empresa. Desde nuestra perspectiva, estos
procesos refieren a la crisis de la legitimidad del capital en la unidad productiva – ante el incumplimiento de la
relación salarial y el retiro capitalista de la producción- y la posibilidad de la emergencia de la desobediencia y la
constitución de un proceso de autonomización como resultado de esa crisis de legitimidad del capital en
contextos de pérdida del empleo. Es decir, la vulneración de la relación salarial, en origen realizada por el
capital, tiene como resultante una crisis de su legitimidad, lo que habilita –en circunstancias de pérdida del
empleo- una acción de desobediencia y un proceso de autonomización (Salgado: 2009)
53
Ahora bien, lo anteriormente señalado es válido siempre que existan aún niveles de
desempleo significativos, de lo contrario difícilmente el colectivo de la fallida no se
dispersaría ante la existencia de otras oportunidades laborales. En este sentido, y como
habíamos afirmado, la disminución del desempleo podía constituir un obstáculo al desarrollo
ampliado del proceso. La mayor facilidad para obtener otro trabajo por parte de los
asalariados aminoraría la tensión que resulta de la pérdida del empleo y la consideración de la
“recuperación” como única alternativa de inserción laboral. Si bien, como explicitamos
anteriormente, durante el período 2003-2009 el desempleo ha disminuido alrededor de 10
puntos –tanto a nivel nacional como en el AMBA- existen aún niveles significativos de
desempleo estructural. Por lo tanto, la existencia de niveles de desocupación no meramente
friccional, constituye un elemento que ante el cierre empresarial hace viable la recuperación y
favorece la reproducción ampliada del proceso.27
En suma, el proceso –aunque sin forma aluvional- continuó en su ampliación. Esta
ampliación tiene dos características principales: en etapas de “post-crisis” se han manifestado
mayor cantidad de procesos que en la etapa aluvional de “crisis”, y por otro lado, esta etapa
manifiesta también mayor intensidad anual en la cantidad de procesos que la etapa de “pre-
crisis”. Por último, y en relación al marco causal, los análisis realizados sobre las
recuperaciones del período nos revelan que el elemento que estructura los procesos de
recuperación de empresas refiere a la crisis a nivel de la unidad productiva, a partir de una
vulneración de la relación salarial, en origen realizada por el capital.
Ahora bien, ¿por qué pese a la reversión del contexto de crisis que estructura el
proceso, aunque con una baja intensidad, continúa expandiéndose? Consideramos que dos
hipótesis pueden formularse al respecto.
En primer lugar es posible hipotetizar que existe un vínculo directo entre el contexto
de crisis y la reproducción ampliada del proceso, de manera tal que las empresas recuperadas
desde el año 2003 –es decir, de pos-crisis- constituyen en realidad, el “coletazo” de la crisis,
es decir, son empresas que se vieron seriamente afectadas por la misma y que alargaron su
agonía, para perecer luego. La consideración de esta hipótesis enfatiza sobre los aspectos
eminentemente económicos de la crisis y a nivel de las unidades productivas, y no refiere
directamente a aquellos aspectos vinculados con la protesta y conflictividad social asociados
27
La existencia de niveles de desempleo no meramente friccional no impacta de la misma manera para todo el
colectivo laboral, encontrando las recuperadas dificultades para retener aquellos trabajadores con oficios
calificados de importante demanda en el mercado actual.
54
al contexto de 2001 y 2002. Es decir, la crisis seguiría siendo un factor determinante, pero por
las huellas económicas que dejó en las unidades productivas.
En segundo lugar, en 2004, en nuestro primer avance de investigación, se advertía que
la recuperación se incorporaba a la “caja de herramientas” de los trabajadores como un modo
de enfrentar el cierre empresarial (Rebón: 2004 y 2007). Se transformaba así, en una
configuración de acciones existente, conocida y valorada positivamente por los trabajadores.
Desde este punto de vista, consideramos como hipótesis, que en la reproducción ampliada del
proceso intervenía un factor que refería a la instalación cultural de la “recuperación” como un
repertorio de esquemas de acciones posibles ante determinadas situaciones. Hipotetizábamos
entonces que, en tanto la desaparición de empresas era un elemento estructural de
formaciones sociales capitalistas, una vez que esta alternativa se instala socialmente -aún
cuando se reviertan parte de los factores que conformaron su génesis- su difusión podía
continuar mientras no se cuestione dicho repertorio, o las condiciones políticas se vuelvan
abiertamente hostiles a la experiencia. Estas hipótesis serán retomadas en los siguientes
puntos.
28
Junto a esta dimensión de discontinuidad, para Attali (1979) la crisis, como concepto, refiere también a
procesos de instauración de un nuevo orden, de reabsorción de los desequilibrios acumulados durante un
momento precedente de crecimiento, sin el cual el modo de producción no podría incluso mantenerse.
55
descendemos a una escala de análisis que nos permite observar su vinculación con la
evolución del proceso de recuperación de empresas.
Fuente: Para empresas recuperadas: Elaboración propia sobre la base del Relevamiento Observatorio Social
sobre Empresas Recuperadas Autogestionadas, 2010 N: 52. Para PBG: Dirección General de Estadística y
Censos / MINISTERIO DE HACIENDA / Gobierno de la CABA (1993=100).
Cuadro 1. Período de inicio de crisis de la empresa fallida en las empresas que iniciaron sus
procesos de recuperación desde 2003 en adelante. (En absolutos)30.
29
La dificultad estriba en la carencia de datos que permita tal vinculación. Dado que nuestro registro se basa en
informantes clave de las empresas recuperadas, los mismos no necesariamente son informantes clave de la
fallida en la dimensión referida.
30
Los datos refieren a 24 de las 26 empresas recuperadas existentes en la actualidad que iniciaron sus procesos
de recuperación desde 2003 en adelante, según un relevamiento realizado en 2010, quedan excluidas de este
análisis las empresas Famel y Punto Gráfico por ausencia de datos.
57
Período de inicio de la crisis de la empresa fallida
3 8 13
31
Se pueden tomar diversos casos para ejemplificar lo expuesto. Un caso, por ejemplo, se trata de una empresa
alimenticia que manifiesta elementos de crisis en 2000 a partir de generación por parte del propietario, de deudas
salariales que con los años llegará a alcanzar el millón y medio de pesos –deuda desconocida por el juez que
interviene en la quiebra por la ausencia de libros contables y registro de deudas-. Luego de 5 años la empresa
quiebra pese a mantener buenos niveles de productividad. Sin embargo, un año antes el dueño cede en forma
gratuita la empresa a sus hijos (quienes se desempeñaban como gerentes hasta ese momento) quienes son lo que
efectivizan la quiebra. Se trata así de un caso de quiebra deliberada y vaciamiento fraudulento. El objetivo fue
generar deuda deliberadamente con el fin de construir capital inicial para otro emprendimiento, es decir,
58
Como nos advierte Marx (2002) -y hemos explicitado anteriormente-, el cierre de
unidades productivas es un elemento estructural en formaciones sociales de carácter
capitalista32, y si bien los ciclos económicos tienen incidencia sobre la intensidad de la
mortalidad empresarial, las unidades productivas pueden entrar en crisis y desaparecer, aún en
contextos no crisógenos. Las condiciones de “crisis general” agudizan la competencia
intercapitalista, constituyendo la derrota de una porción aún más significativa de los
capitalistas, es decir amplifica la resultante de las disputas en el mercado. En este sentido, y
como se afirmó anteriormente, el elemento que estructura los proceso de recuperación de
empresas refiere a la crisis a nivel de la unidad productiva en contextos de desempleo no
meramente friccional, ya que su resultante es la vulneración de la relación salarial. Este
elemento -y el tipo de relación social que vulnera-, se mantiene a lo largo de todo el ciclo de
la evolución de las recuperaciones, elemento que como afirmamos anteriormente, si bien no
es independiente del contexto, no se encuentra subordinado al mismo.
Consideramos necesario recalcar estos argumentos ya que la lectura de algunas
investigaciones nos puede sugerir que este elemento de crisis a nivel de la unidad productiva
refiere sólo a las recuperaciones más recientes de pos-crisis. Así por ejemplo, leemos en otras
investigaciones sobre la temática que: “En los casos más recientes, las quiebras y
ocupaciones no se relacionan directamente con un contexto crítico (salvo que pensemos en la
más reciente crisis financiera global) y sí con procesos internos de la empresa” (Ruggeri et
al: 2010, Pág. 15). Si bien como afirmamos con anterioridad en esta Tesis, el contexto de
crisis generalizada es un elemento de centralidad en la sociogénesis del proceso, esto no
implica la inexistencia de crisis a nivel de la empresa -vinculada a procesos internos- en las
capitalizar una nueva empresa libre de deudas, a partir del quebranto y vaciamiento de una anterior. En otro caso
por ejemplo, la crisis de la unidad productiva refiere a las intenciones del propietario de cambiar de actividad
comercial y el intento de vaciamiento y cierre de la antigua firma. Aquí también la crisis en estos casos es
generada por la construcción de deuda deliberada por parte del propietario con el fin de construir capital inicial
para otro emprendimiento. En otro caso, el accionista mayoritario de una S.A. presenta quiebra personal en 2003,
los trabajadores recién se enteran de la crisis de la unidad productiva en 2005 cuando la AFIP retiene los cheques
– la AFIP era el principal acreedor de la deuda-. Se trataba de una práctica habitual del accionista para vaciar
empresas –había hecho lo mismo con otras 13- mediante la generación de deudas. Otro caso refiere a un
laboratorio de capitales extranjeros que en 2004 vende sus dos principales marcas. De ahí en más se produce un
proceso de desinversión progresiva que lleva al colapso de la firma. Aquí se trata de capitales extranjeros que
luego de invertir en la Argentina, venden sus principales activos para trasladar capitales a otras localizaciones
productivas que aseguren mejor rentabilidad.
32
Para Marx (2002) la imposibilidad de reproducción del ciclo de acumulación es la expresión de una derrota en
el ámbito del ámbito del mercado. La competencia intercapitalista es inherente al proceso mismo de valorización
de capital, a su misma naturaleza. A su vez, esta competencia –relación social establecida entre productores
individuales- se efectúa en el mercado, que constituye un ámbito caótico, anárquico. Así, la planificación
“racional” en la empresa convive con una economía que a nivel de la sociedad en su conjunto se presenta como
carente de plan, regulada a posteriori del proceso de producción de mercancías. La resultante de esta
competencia en las condiciones caóticas en que se realiza, es la derrota o desaparición de una porción de los
capitalistas.
59
recuperaciones del primer período. Lo que queremos subrayar es que todas las empresas que
han atravesado procesos de recuperación manifiestan una crisis a nivel de la unidad
productiva – no sólo las más “actuales”-, y, por otro lado, no todas estas manifestaciones de
crisis a nivel de la unidad productiva que derivaron en recuperaciones se correspondieron con
contextos sociales “crisógenos”.
En suma, el cambio a un contexto no “crisógeno” no implica entonces, la
imposibilidad de la reproducción del proceso. Hipotetizamos que el contexto social parece
constituir en las nuevas recuperaciones, un elemento que opera constituyendo gradientes
diferenciales de permisibilidad, es decir, ampliando o restringiendo la posibilidad del
desarrollo del proceso en su forma ampliada. O mejor dicho, como desarrollaremos a
continuación, el contexto social actuará de otro modo en la permisibilidad de ampliación del
proceso. Si antes fue la crisis social generalizada el elemento que potencia la difusión de las
recuperaciones, ahora este rol será reemplazado -al menos parcialmente- por un elemento
cultural del contexto, la generalización de la recuperación como un repertorio de acción
conocido y valorada entre los asalariados.
33
En este mismo sentido, hemos explorado con detenimiento entre distintos grupos de trabajadores asalariados la
hipótesis de la incorporación de la “recuperación” como repertorio de acción. Los resultados de una encuesta
entre trabajadores del Subterráneo de la CABA y trabajadores no docentes de la Universidad de Buenos Aires -
dos universos con distintos niveles de movilización y experiencia organizativa- nos permite también sostener la
hipótesis. Según este relevamiento la recuperación de empresas también es conocida en ambos casos por
alrededor del 90% de los encuestados. Entre los mismos, la inmensa mayoría valora positivamente al proceso.
Este relevamiento también nos ha permitido explorar las razones de dicha valoración. Esta valoración positiva se
funda centralmente en la relevancia social que le otorgan los encuestados al hecho de recuperar una fuente
laboral y productiva. Sólo para una minoría la importancia del hecho radica en demostrar la posibilidad de
producir sin patrón. No obstante, es ampliamente mayoritaria la opinión de que una empresa dirigida por los
trabajadores puede funcionar. Más aún, dicha capacidad productiva es considerada igual o superior a la del
capital. Si bien estos datos no pueden ser extrapolados al conjunto de los trabajadores, nos están indicando la
existencia de un conocimiento y valoración positiva del proceso entre grupos diversos de trabajadores. Y al
mismo tiempo, nos muestran la creencia que producir en forma autogestionada es posible, y que dicha forma
puede ser tan o más eficiente que la capitalista.
34
Encuesta domiciliaria sobre predisposición a la acción colectiva y al cambio social, realizada entre los días 16
y 29 de noviembre de 2007. Se relevaron 600 casos de mayores de 18 años residentes en Capital Federal y
Partidos del GBA seleccionados por muestreo probabilístico en dos etapas con ajustes de edad y sexo. El nivel
del error de estimación muestral para 95.5 % de confianza es de +- 4.1 %. Se realizó una prueba piloto por
tandas en un total de 105 casos para el testeo de preguntas.
61
Resumiendo, registros propios y ajenos parecen ir en el sentido de la hipótesis
propuesta. La instalación cultural en grados crecientes de la recuperación dentro del repertorio
de acciones de los trabajadores, posibles de ser utilizadas ante determinadas situaciones,
adquiere fuerza creciente al indagar sobre el conocimiento y valoración en otros conjuntos de
trabajadores35.
Esta hipótesis de la “instalación creciente” nos conduce a indagar sobre el rol del
conocimiento directo en la determinación de los procesos analizados. Como se afirmó
anteriormente en esta tesis, la recuperación de empresas en su sociogénesis, como
determinación, no nace espontáneamente de los trabajadores de cada unidad productiva, sino
que surge de su articulación con otras personificaciones sociales (Rebón: 2007). La
posibilidad de recuperación de la unidad productiva requería la demostración de que era
posible constituir una alternativa ante el cierre empresarial y el desempleo. Esta fue la tarea
central de los diversos destacamentos de promotores y organizadores (Rebón: 2007).
En este sentido, y retomando a Lenin (1981) en su tesis acerca del rol del
conocimiento indirecto en las acciones de lucha, podemos afirmar que espontáneamente los
obreros poseen herramientas necesarias para luchar por las condiciones de la venta de su
fuerza de trabajo, pero carecen de los conocimientos necesarios para luchar por la superación
de las relaciones salariales. Se puede hipotetizar entonces, que históricamente la lucha por las
condiciones de la venta de fuerza de trabajo entre la clase trabajadora argentina ha logrado
instalar culturalmente una serie de herramientas, estrategias y formas organizativas que
permiten que los trabajadores “espontáneamente” -por su propia identidad- puedan afrontar
los conflictos resultantes de la lucha por las condiciones de la venta de su fuerza de trabajo.
Sin embargo, y respecto al proceso de recuperación de empresas, la fuerte incidencia de un
conocimiento indirecto en la determinación del proceso en sus orígenes, muestra las
limitaciones existentes en la conciencia de los trabajadores respecto a las herramientas
necesarias para otro tipo de conflicto: el de cierre de la unidad productiva (Rebón: 2007). El
papel desempeñado por los promotores es un indicador de estas limitaciones. De esta manera,
podría hipotetizarse que si la recuperación logra instalarse en la caja de herramienta de los
trabajadores, reestructurando la conciencia obrera, posibilitaría una mayor prescindencia de
35
El repertorio de acciones hace referencia a un conjunto relativamente limitado de rutinas o acciones que son
compartidas, aprendidas y ejercitadas mediante un proceso de selección relativamente deliberado. Implica la
combinación de libretos históricos, esquemas de acciones heredadas, e improvisación o innovación que
caracteriza a los instrumentos de lucha (Tilly: 2000a). Con el término repertorio, queremos enfatizar en este
momento, la instalación cultural que implica el logro de mayores grados de conocimiento, difusión y utilización
de estos esquemas de acción.
62
promotores en futuras experiencias, existiendo un mayor rol del conocimiento directo por
sobre el indirecto.
Tomando en cuenta estas consideraciones, la instalación cultural de la “recuperación”
-como conocimiento y difusión de este tipo particular de acciones-, puede ser analizada
indirectamente a partir del análisis del surgimiento de la “idea originaria” de la recuperación
de la empresa. Al respecto, nuestros análisis nos muestran que en los procesos de
recuperaciones de empresas surgidos en etapas de pre-crisis y crisis –es decir, aquellos
ocurridos antes de 2003-, este rol de los promotores como inductores centrales de las
recuperaciones implicaba la introducción de la idea de la recuperación en la gran mayoría de
los casos (87 %). Para los procesos ocurridos desde 2003 en adelante, este rol se circunscribe
a algo más de la mitad de las recuperaciones (57%).
Dos consideraciones pueden hacerse en relación a estas transformaciones. Primero, en
este último período se encuentran presentes mediaciones y vinculaciones sociales que refieren
a actores e identidades sociales que instalan la recuperación como alternativa frente al cierre
de la empresa, que no son específicamente los antiguos promotores. Esta “idea originaria” es
producto de una serie de relaciones y vínculos que los trabajadores van estableciendo durante
el conflicto en su intento de resolverlo. Estos actores y relaciones son diversas: parientes o
familiares -que en algunos casos trabajan en empresas recuperadas, en otros casos en
cooperativas no recuperadas y que conocen la experiencia de las recuperaciones-, o vecinos
que conocen sobre el proceso – que en algunos casos tienen vínculos personales con alguna
empresa recuperada o referente de algún movimiento-. (Salgado: 2009 y 2010). En segundo
lugar, a diferencia de los primeros períodos, en la etapa de “post-crisis” existe una mayor
incidencia de un conocimiento directo sobre la experiencia; en algo menos de la mitad de las
empresas (43%) la idea de recuperación surge del propio conocimiento de los trabajadores
involucrados directamente en la acción de recuperación (Salgado: 2009 y 2010).
Sin embargo, la existencia de estas mediaciones no invalida la intervención de
promotores. De hecho, aún cuando la idea de la recuperación no surja de estas
personificaciones en forma directa, siguen incidiendo en el desenvolvimiento del proceso,
permitiendo su viabilización. Es decir, los promotores participan activamente viabilizando las
recuperaciones, aunque el conocimiento de la existencia de la experiencia y la demostración
de su viabilidad, así como su difusión como alternativa frente al cierre empresarial, no es de
su exclusividad. Así, el rol central de los antiguos promotores ha mutado de “difusor” a
“viabilizador” (Salgado: 2009 y 2010). Esto implica que su centralidad radica en el aporte del
know how necesario para “recuperar una empresa”, es decir, el aporte de los conocimientos
63
técnico-políticos, así como las articulaciones sociales necesarias para que la alternativa de
recuperación adquiera viabilidad36.
Por otro lado, esta mayor difusión, conocimiento y valoración positiva de la
experiencia, parece ir acompañada por una modificación en las lógicas de agregación que han
experimentado estas experiencias. Como han sugerido otras investigaciones (Palomino et al:
2010) las lógicas originales centradas en las organizaciones de empresas recuperadas -
surgidas de la confluencia entre promotores ajenos a las unidades productivas y trabajadores
de las recuperadas- dan paso a formas más amplias de agregación –federativas,
confederativas, sectoriales, ente otras- permitiendo una articulación mayor de estas
organizaciones con el cooperativismo tradicional, con experiencias de autogestión ligadas a
emprendimientos de la Economía Social, o incluso con algunos sindicatos (Palomino et al:
2010). En este sentido, y según nuestros registros efectuados en 2010 en la CABA
encontramos la presencia e incidencia de los siguientes movimientos o nucleamientos de
empresas recuperadas: MNER (Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas); MNFRT
(Movimiento Nacional de Fabricas Recuperadas por sus Trabajadores); FACTA (Federación
Argentina de Cooperativas de Trabajadores Autogestionados); la Red Grafica; y la CNCT
(Confederación Nacional de Cooperativas de Trabajo).
El MNER –creado en 2001- constituye el primer movimiento de fuerte incidencia
tanto a nivel local como nacional, cumpliendo hasta el año 2003 el doble rol de inductor y
soporte central del proceso en la mayoría de las empresas de la Ciudad (Rebón: 2007). De
dicho movimiento surge como escisión en 2003 el MNFRT. Desde 2004 en adelante el
MNER pierde protagonismo en la Ciudad, tanto es así que para el año 2006 según nuestros
registros, sólo dos empresas participan explícitamente en el MNER. Para dicho año cobra
relevante presencia el MNFRT y surge un nuevo nucleamiento antes ausente y resultante de
una escisión del MNER, FACTA. Esta Federación inicia en diciembre de 2006, actualmente
cuenta con más de 30 cooperativas de trabajo afiliadas en todo el territorio nacional 37. Esta
última Federación agrupa a empresas Autogestionadas no necesariamente “empresas
recuperadas”, sino también cooperativas no recuperadas que se auto-identifican como
Autogestionadas. También en 2006 se constituye la Red Grafica, clúster constituido por 15
cooperativas –algunas de las cuales radican en CABA- todas vinculadas a la rama gráfica. La
36
Recordemos que, según investigaciones precedentes (Rebón: 2007), los promotores constituían una de las
identidades centrales dentro de un conjunto de articulaciones sociales que conformaba una embrionaria fuerza
social –alianza de diferentes identidades sociales- que permitía el avance de los trabajadores sobre la función de
dirección de la unidad productiva.
37
Fuente: www.facta.org.ar.
64
Red expresa una articulación productiva y comercial entre distintas cooperativas, algunas de
ellas empresas recuperadas -como Gráfica Patricios, Chilavert y AGS entre otras-, y otras de
origen en el cooperativismo tradicional -como Ferrograf, entre otras-. Por último, en 2009 se
constituye la CNCT, organización de tercer grado que agrupa a más de 25 Federaciones de
cooperativas de trabajo de toda la Argentina. Dicha Confederación expresa la vinculación
entre experiencias productivas de empresas recuperadas -FACTA y Red Gráfica- con
Federaciones del cooperativismo tradicional –FEECOTRA- o vinculadas a la Economía
Social y a la Economía Popular -FECOOTRAUN, por ejemplo. Federación que aglutina a
cooperativas surgidas a partir del Programa “Argentina Trabaja” del Ministerio de Desarrollo
Social de la Nación-.
Por otro lado, también se desarrolla una mayor apertura de diversas instituciones del
Estado, en particular el nacional, hacia el proceso, promoviendo su desarrollo. En esta misma
línea, nuestros análisis de los procesos desarrollados en la CABA muestran que tres
identidades principales son las que constituyen los apoyos recibidos durante el proceso de
recuperación. En primer lugar, trabajadores de otras recuperadas o movimientos de empresa
recuperadas. En segundo lugar, apoyos gubernamentales. Y en tercer lugar, la solidaridad
vecinal espontánea, no referida al movimiento asambleario (Salgado: 2009). 38
Las transformaciones sobre el rol del conocimiento directo -e indirecto- en la
determinación de los procesos, así como las transformaciones en las lógicas de agregación,
nos interroga sobre las transformaciones en la fuerza social expresada “en” y “por” las
recuperaciones. Según nuestros análisis, todas las experiencias de recuperación de la CABA
expresan articulaciones sociales que involucran identidades sociales exteriores o ajenas a la
unidad productiva. Se encuentran tres tipos de entramados sociales constituyentes de las
fuerzas sociales en los procesos de recuperación. En una porción significativa de los casos,
esta embrionaria fuerza social –entendida como expresión en el terreno de las confrontaciones
sociales de una alianza social- implica la articulación entre los propios trabajadores insertos
en el procesos de recuperación, más el apoyo de otros trabajadores que atraviesan o
atravesaron experiencias de recuperación y/o sus movimientos, mas identidades cuyas
relaciones fueron construidas en torno a relaciones de cercanía socio –espacial. En otro
38
Es pertinente destacar que el análisis del proceso realizado por el Programa Facultad Abierta (Ruggeri et al:
2010) a escala nacional muestra similares transformaciones. Respecto a las solidaridades que estos colectivos de
trabajadores reciben durante el proceso, dicho análisis especifica que las siguientes identidades se constituyeron
en el principal sostén de las recuperaciones que se dieron desde 2004: otras empresas recuperadas, seguidas por
el Estado visto como un punto de apoyo que ha crecido en importancia -tanto a nivel nacional, provincial o
municipal, siendo los municipios los que justifican la mayor parte de esas menciones, con las provincias en
segundo término y por último la Nación-, y luego la comunidad -el barrio, pero también los familiares-. (Ruggeri
et al: 2010. Pág. 20)
65
conjunto de procesos, esta fuerza social es la expresión de una alianza social entre los
trabajadores de las unidades productivas, más otros trabajadores de otras recuperadas y/o los
movimientos, con personificaciones de la institucionalidad política y/o sindical. Por último,
encontramos un grupo de procesos cuya articulación se encuentra constituida por una
diversidad mayor de identidades sociales. Aquí las identidades sociales no se excluyen como
en los procesos anteriores, sino que se incorporan, articulando también a otras identidades
externas a la unidad productiva. A diferencia de los casos anteriores, esta articulación se
expresa o materializa en contextos de alta conflictividad, incorporando solidaridades
crecientes de asambleas barriales, estudiantes universitarios, profesionales, partidos políticos,
trabajadores no pertenecientes a empresas recuperadas, etc. (Salgado: 2009).
Existe entonces, una manifestación diferencial de las articulaciones sociales que se
encuentra relacionada al grado de conflictividad que presenta cada caso. Esta
“diferencialidad” nos refiere a un proceso de adecuación de los instrumentos de confrontación
expresados por una embrionaria fuerza social a un contexto particular. Así, el entramado
social constituido –y la materialidad que adquiera la alianza social- dependerá de las tareas y
obstáculos que el proceso encuentre y deba resolver, para la recuperación exitosa de la
empresa. Por lo tanto, la recombinación de identidades se produce en función de los
obstáculos que cada caso en particular presenta y el grado de conflictividad que exprese.
A partir de los elementos señalados –la instalación cultural creciente de la
recuperación de empresas como alternativa conocida y valorada positivamente; la ampliación
de las identidades que fungen como difusores de la experiencia; el mayor peso del
conocimiento directo en la determinación de los procesos; la modificación de las lógicas de
agregación que evidencian formas más amplias de agregación trascendiendo el universo de las
“recuperadas”; la mayor participación de la institucionalidad política en los apoyos recibidos;
la capacidad de ampliar los entramados sociales constituyentes de las alianzas que viabilizan
la recuperación- se podría hipotetizar que la embrionaria fuerza social no expresa en las
recuperaciones de post-crisis un mayor aislamiento social respecto a la etapa anterior. Por el
contrario, estos elementos nos permiten hipotetizar sobre un salto cualitativo en la densidad
moral de esta embrionaria fuerza social39. Esto posibilitaría mayores niveles de viabilización
39
Según Durkheim (1997) la densidad social refiere a aquellas propiedades del medio social que son
susceptibles de ejercer una acción sobre el curso de los fenómenos sociales. Según este autor, la vida social se
encuentra afectada por el número (volumen), la forma de la distribución (densidad material), así como de la
intensidad de los vínculos establecidos entre los individuos que participan de esa vida social (densidad dinámica
o moral). Este último elemento alude al grado de concentración de la masa, es decir no sólo la unión puramente
material de los individuos, sino la unión moral. La densidad dinámica se puede definir, en igualdad de volumen,
en función del número de individuos que están efectivamente en relaciones morales; es decir, que viven una vida
66
de la experiencia, facilitando la incorporación de nuevas unidades productivas al universo de
las recuperadas. Así, las recuperaciones lejos de expresar una excepcionalidad fugaz anclada
en una etapa de crisis, evidencia la instalación de una forma socio-productiva con capacidad
de reproducción y ampliación.
Por último, es necesario señalar que la ampliación del proceso ha sido hipotetizada
también por otras investigaciones como el resultado de una mejoría en las políticas de
reconocimiento al sector desarrolladas mediante leyes de expropiación y moderadas políticas
públicas de apoyo (Ruggeri et al: 2010). De esta manera, dicha investigación concluye que
son principalmente las condiciones socio-políticas las que influirían en la ampliación y la
forma de distribución de los casos en el territorio nacional. Al respecto consideramos que si
bien es posible hipotetizar sobre un mejoramiento en las políticas de reconocimiento –o en el
reconocimiento hacia el sector a partir de políticas específicas dirigidas al mismo-, esto refiere
en realidad a la existencia en la actualidad de una estructura de oportunidades políticas más
favorables a la institucionalización del proceso que redunda en un achicamiento en la brecha
existente entre legitimidad y legalidad del mismo. Sin embargo, y desde nuestra perspectiva,
el factor de relevancia que influye en la ampliación a nuevas unidades productivas refiere a
una mayor difusión, conocimiento y valoración positiva del proceso de recuperación de
empresas por sectores crecientes de la población. En este sentido, el mayor reconocimiento
por parte de las instituciones políticas y sus reflejos político-institucionales constituirían
manifestaciones de esta “instalación cultural” creciente. Sobre esta temática tratará el próximo
punto.
común. Así, lo que mejor expresa la densidad dinámica de una sociedad -o segmento de una sociedad- es su
grado de coalescencia o unión. Rescatamos este concepto porque la fuerza social en los procesos de recuperación
de empresas ha sido la expresión de una alianza social entre identidades sociales diversas. Las transformaciones
que pudieran haber ocurrido en las formas de expresión de esa fuerza social a partir de las identidades sociales
involucradas puede indicarnos transformaciones en su densidad social.
67
empresarial ya no parece ser exclusividad de las mismas identidades sociales que la
personificaban en su sociogénesis, sino que parece ampliarse a nuevas identidades sociales.
En segundo lugar, existe mayor incidencia del propio conocimiento directo de la experiencia
en la idea originaria de recuperación en los procesos más recientes. Por otro lado, estas
experiencias se adecúan a nuevas lógicas de agregación, lo que implica una construcción de
entramados y alianzas no focalizadas sobre el “fenómeno de las recuperadas” –
cooperativismo clásico, sectoriales, de la economía social y solidaria, de la Economía
Popular, etc.-, y con mayor articulación con instancias del gobierno del Estado –
principalmente nacional-.
Estas transformaciones parecen expresar cierta “convencionalización” de la
recuperación, cuyo conocimiento trasciende a los trabajadores 40. La “recuperación” pasa de
ser un elemento ajeno a la cultura de los trabajadores, a ser una alternativa conocida y
valorada positivamente para enfrentar el cierre de empresas.
Ahora bien, es posible argumentar que esta “convencionalización” ha implicado una
disminución de los formatos más disruptivos de acción empleados en las recuperaciones, de
tal manera que ya no serían necesarias acciones más “radicalizadas” para la continuidad
productiva bajo gestión de los trabajadores. En este sentido, nos parece sugerente comparar
los formatos de acciones utilizados en los distintos procesos tomando como consideración los
diferentes contextos en lo que emergieron y poder desentrañar si el cambio contextual y la
“convencionalización” del proceso implicó la transformación de los formatos de acción
efectivamente empleados.
La recuperación es un proceso conflictivo cuyo inicio va estar marcado por la decisión
de los trabajadores de iniciar la defensa de sus fuentes de trabajo. Como todo conflicto, la
recuperación refiere a un determinado tipo de relación social, de configuraciones de acciones
en correspondencia, en la cual las acciones de al menos uno de los actores van dirigidas a
intentar obstaculizar las del otro. Como hemos afirmado anteriormente, la configuración de
acciones particulares que buscan resistir los trabajadores varían de acuerdo a las distintas
experiencias, sin embargo estas acciones tienen en común que todas refieren a acciones cuya
40
En Palomino et al (2011. Pág. 5) se caracteriza de similar forma la ampliación del proceso: “En este escenario
pos crisis operan nuevas políticas públicas impulsadas por diversas instancias estatales, lo que refuerza la
legitimidad para la recuperación de empresas. Así, mientras en las primeras experiencias el origen de la
recuperación constituye una respuesta no convencional de los trabajadores ante la crisis, en el caso de las
nuevas experiencias la recuperación opera ya sobre un mecanismo cuasi-institucional”. Sin embargo, como
analizaremos en las siguientes líneas, nos parece que resulta necesario realizar una mejor distinción entre
“convencionalización” e institucionalización, ya que refieren a procesos que si bien se encuentran relacionados,
pueden ser analíticamente diferenciados.
68
resultante es la vulneración de la relación salarial realizada por el capital en su retiro
productivo.
Ahora bien, como se ha argumentado en investigaciones anteriores (Rebón: 2007),
aunque la toma u ocupación se presenta como la forma de lucha paradigmática del proceso –
tanto es así que se ha tendido a asimilar los procesos de ocupación o toma con
“recuperación”-, estos no son exactamente homologables41. Como muestra el siguiente
cuadro, en aquellos procesos iniciados con anterioridad a 2003 en CABA la ocupación o toma
en sentido estricto, esto es, apropiarse de una unidad productiva encontrando oposición en
esta acción, poseía un peso importante entre las recuperadas, pero no era dominante.
Permanencia consensuada 6 40
Permanencia ante abandono 2 13
Acampe y movilización 1 7
Total 15 100
Fuente: Elaboración propia en base a relevamiento del Proyecto UBACyT “Sociogénesis del proceso de
recuperación de empresas por sus trabajadores” (2003) Director Julián Rebón. N: 15.
El 40% del conjunto de las unidades productivas recuperadas que han iniciado sus
recuperaciones en contextos crisógenos, atravesaron procesos de ocupación o toma de la empresa.
La ocupación tiene una serie de funciones de centralidad en los procesos: evitar el vaciamiento
asumiendo el control de la planta, tener una mejor posición de fuerza para negociar con la
patronal, funcionarios o jueces, impactar simbólicamente al instalar socialmente el problema, y
por último, el control de la unidad productiva en ausencia del capital es un facilitador del inicio
productivo bajo gestión de los trabajadores (Rebón: 2007).
41
Muchas veces esta asimilación refiere a que son justamente los casos más conflictivos y que han necesitado de
la utilización de acciones directas las que han cobrado mayor visibilidad social. En este sentido, la ocupación o
toma ha sido una de las formas dominantes de representación social de los distintos repertorios de acción
utilizados en las recuperaciones. Desde nuestra perspectiva la toma refiere: “al control de una situación social.
Representa una relación de control de un territorio alterando las relaciones jurídicas de propiedad, parcial o
totalmente. Es una forma particular de apropiación de un territorio ajeno. Varía en relación con el carácter social
del territorio ocupado, la fracción social que lo manipula y el objetivo perseguido. Es una forma de lucha cuya
personificación la hace potencialmente inclusiva; todos pueden participar de la misma en principio. Por otra
parte, como ya señalamos, transita el territorio de la acción directa y como tal se convierte en relativamente
difícil su institucionalización.” (Rebon: 2007. Pág., 142)
42
Se contemplan aquí las 15 experiencias de recuperación que han podido sostenerse como tales, es decir que no
han cerrado o modificado su forma social.
69
Sin embargo, ya en las primeras recuperaciones se encuentra una alternativa importante a
la ocupación (40%) que ha sido denominada como “permanencia consensuada” (Rebón: 2007).
En estos casos, no se produce una apropiación por la fuerza, sino que predomina la negociación,
pactando la permanencia de los trabajadores dentro de la unidad productiva. Los trabajadores
permanecen en la empresa, pero a partir de un acuerdo con el patrón, el síndico o el juez.43
Por otro lado, una serie de casos se encontraban relacionados a acciones que implicaban la
permanencia de hecho en la empresa ante el “abandono” o desaparición de la patronal. En estos
casos no existía ocupación por la fuerza del espacio, sino que, sólo se continúa “concurriendo” al
lugar de trabajo ante el abandono patronal44. Pese a que en aquel momento constituían sólo un
10% de los casos, esta forma era relevante ya que muchas experiencias ocupadas comenzaban a
partir justamente de una permanencia, que luego se transforma en ocupación al desencadenarse un
proceso de respuesta –contra-acción- por parte de la patronal o del Estado.
Pasemos ahora a analizar los formatos de acciones empleados en las recuperaciones
posteriores.
Fuente: Elaboración propia en base a relevamiento del Proyecto UBACyT “Transformaciones emergentes en el
proceso de recuperación de empresas por sus trabajadores” (2010) Director: Julián Rebón. N: 19.
43
Rebón (2007) hipotetizaba que la concurrencia de estas acciones marcaba la existencia en aquel período, de un
embrionario proceso de institucionalización y de construcción de normatividades en los hechos, muchas de las
cuales sentarían jurisprudencia sobre cuándo era posible “permanecer” en la empresa sin violentar la
normatividad vigente.
44
La existencia de estos casos contrastaron con las propias prenociones respecto al proceso, con las que
concurríamos en aquellos años a indagar las distintas experiencias. En este sentido, nuestras primeras guías de
preguntas aplicadas a los informantes clave de las distintas unidades productivas empezaban con la pregunta:
¿cómo se inició el conflicto en la empresa? La respuesta en estos casos apuntó a: “acá no hubo conflicto”.
45
Se contemplan aquí las 19 experiencias que ha diciembre de 2009 se han sostenido como tales sin modificar su
formas social inicial y sobre las que se poseen registros. Quedan excluidas del análisis Famel y Arcucci por
ausencia de datos.
70
de acciones. De hecho, la ocupación como acción principal que da inicio a la recuperación se
presenta en similar porcentaje en estas experiencias más cercanas en el tiempo respecto a las
experiencias más antiguas. Por otro lado, la permanencia “consensuada” y la permanencia por
“abandono” varían en sus porcentajes tomando como referencia ambos períodos. Es decir,
más allá de la difusión creciente de las experiencias y su valoración positiva, las dinámicas de
los procesos han involucrado acciones directas dentro de los formatos de acción utilizados en
los procesos de recuperación de empresas.
En este sentido, consideramos que “convencionalización” e institucionalización no
refieren a los mismos procesos. Desde nuestra perspectiva el primero refiere a una instalación
social creciente –a una difusión, conocimiento, valoración positiva o legitimidad-. Es decir,
una institucionalización pero en el campo de la cultura que implica la incorporación en los
repertorios de acción de una serie de formatos de acción por parte de un grupo social
determinado. El segundo concepto, refiere a la manera en que esta “instalación social” se
“acomoda” y opera sobre la normatividad dominante, y ésta a la vez la “asimila”. Es decir, la
institucionalización refiere al reflejo del proceso en las modificaciones del marco jurídico
legal.
Hipotetizamos que este proceso de “convencionalización” -que evidencia la
posibilidad de reproducción ampliada de las experiencias- no elude la conflictividad, en la
medida en que el proceso expresa aún una institucionalización en el marco jurídico-legal
parcial, inconclusa. Es decir, la instalación creciente nos refiere específicamente al logro de
mayores grados de conocimiento, visibilidad y de legitimidad del proceso. Sin embargo, esto
ocurre en connivencia con un desfasaje a nivel de su “legalidad”.
Precisamente, el proceso de recuperación de empresas, nacido de la acción directa de
los trabajadores, en su relación con el orden legal institucional configuró embrionarios
procesos de acomodación y asimilación que constituyen una incipiente institucionalización,
nuevos equilibrios adaptativos en la dirección de una mayor regulación institucional. Desde su
origen, el usufructo de la acción directa por los trabajadores no se restringe a sus efectos
inmediatos. La toma –forma emblemática de la acción directa del proceso- no sólo representa
la apropiación en los hechos de un espacio, sino que es también la forma de acumular fuerzas
para incidir en la institucionalidad, superando la precariedad de la tenencia de hecho
expresada por la ocupación. Las leyes de expropiación de unidades productivas que habilitan
su cesión en comodato a cooperativas conformadas por trabajadores serán inicialmente la
expresión institucional más acabada del apoyo adaptativo al proceso por parte de diversos
poderes ejecutivos y legislativos locales en contextos de crisis política. Al producirse cambios
71
legales y políticos que facilitan la tenencia legal de las empresas, se potencia la estructura de
oportunidades políticas favorable para las recuperaciones.
Se podría hipotetizar que esta institucionalización jurídico-legal permite atenuar la
distancia entre legalidad y legitimidad y su brecha sobre lo “convencionado”, tal que varias
experiencias no requieran apelar a la acción directa. Sin embargo, hasta el momento el
carácter parcial de la institucionalización jurídico-legal, conduce a que la acción directa
vuelva a emerger en más de una oportunidad, en tanto no se logra conformar una
institucionalidad más universal que legisle a la recuperación como un derecho de los
asalariados frente al cierre empresarial.
Así por ejemplo, la resolución definitiva del problema de la propiedad de la unidad
productiva, una década después del inicio del ciclo de recuperaciones, continúa siendo una
asignatura pendiente para la mayoría de las empresas. Si bien son una minoría aquellas que
permanecen ocupadas, muchos de los casos que cuentan con leyes de expropiación no logran
superar el carácter precario de la tenencia (Ruggeri et al: 2010). En ocasiones porque se trata
de leyes provisorias cuyos plazos de concreción vencen, en otras porque el Estado no avanza
con los pasos administrativos necesarios para efectivizar las expropiaciones ni realizar los
pagos correspondientes. Incluso en el caso de las expropiaciones definitivas sancionadas en la
CABA, éstas tienden a no efectivizarse. En este sentido, las situaciones respecto a la tenencia
de los bienes muebles e inmuebles son heterogéneas entre las empresas recuperadas de la
Ciudad. Si bien este tema será tratado con más profundidad en la próxima parte de la Tesis, en
este punto cabe mencionar que las formas más avanzadas de tenencia del inmueble han sido
mediante la sanción de leyes de expropiación denominadas “definitivas” –denominadas así,
ya que en última instancia implican ceder definitivamente los bienes a la cooperativa-. En la
Ciudad, para fines del 2010 existían 17 empresas con este tipo de leyes -son las leyes 1529 y
2970-. Dichas leyes expropian a favor del Estado los bienes, que son cedidos luego –no
gratuitamente- a las cooperativas. Ahora bien, dar cumplimiento con las expropiaciones, es
una tarea de atribución específica del ejecutivo porteño, según lo estipula ley 238, la cual a su
vez, estipula plazos dentro de los cuáles las expropiaciones deben efectivizarse. Desde fines
de 2004 –fecha en que se sancionó la primera ley- hasta principios de 2011 sólo se ha
avanzado en la expropiación de los bienes inmuebles de dos cooperativas y los muebles de
una, es decir se ha avanzado poco en los pasos administrativos necesarios para efectivizar las
expropiaciones. El incumplimiento de los plazos de la expropiación abre la posibilidad de que
se vuelva a la situación anterior a la sanción de la ley de expropiación, es decir, a que los
antiguos dueños reclamen por los bienes no expropiados, o a que los síndicos de las quiebras -
72
en el caso de que la haya- avancen con la liquidación de la empresa y el remate de los bienes
en cuestión.
Por otro lado, la recientemente sancionada reforma a la Ley de concursos y quiebras
promueve una salida institucional de orden jurídico para resolver el problema de la propiedad
al facilitar la continuidad inmediata de la producción a través de los trabajadores organizados
en cooperativas de trabajo, jerarquizando los créditos laborales y habilitando la adjudicación
directa de las empresas a las cooperativas, lo cual constituye un significativo aliento político-
institucional para el proceso46. Sin embargo, dicha reforma no resuelve todos los obstáculos
que se les presentan a estos trabajadores. Así por ejemplo, la vía institucional jurídico legal de
acceso a la tenencia de la unidad productiva contempla sólo a los casos en que existe quiebra
de la antigua empresa, y entre éstos, aquellos en los cuales los trabajadores tienen condiciones
en el mediano plazo de financiar con sus acreencias laborales, gestión productiva y otros
recursos la compra de los bienes. Si bien resta evaluar el funcionamiento práctico de la
reforma de Ley de quiebras, podemos augurar una mayor institucionalización, aunque por lo
previamente señalado, no podemos esperar que las nuevas recuperaciones se limiten a
acciones institucionales. La suerte de aquellos procesos de recuperación que no puedan hacer
uso de esta norma quedará -como hasta ahora- sujeta a la voluntad del gobierno local, la
discrecionalidad de los jueces y avatares diversos.
En la medida en que aún exista una brecha entre legitimidad y legalidad en el proceso,
la emergencia de acciones directas es más factible. Por ende, una “convencionalización” con
menores grados de conflictividad implicaría un acompañamiento de una institucionalización
jurídico-legal creciente, es decir, una asimilación dentro de la normatividad dominante de la
instalación e institucionalización cultural de la recuperación de empresas.
46
Nos referimos a la Ley nacional 26.684, sancionada en 2011 que modifica la Ley de concursos y quiebras
24.522.
73
modificar su forma social inicial? El presente capitulo avanza en responder estas inquietudes,
a partir del análisis de algunas dimensiones referentes al sostenimiento productivo: el nivel de
“mortalidad”, los niveles de “funcionamiento” y el crecimiento de la dotación de trabajadores.
Fuente: Elaboración propia sobre la base del Relevamiento Observatorio Social Empresas Recuperadas
Autogestionadas, 2010 N: 49.
47
Teniendo en cuenta que el objetivo aquí es analizar la viabilidad de la conservación de estas experiencias en
términos productivos, se tomaron en cuenta para este cuadro sólo aquellos casos que habían logrado algún tipo
de inicio de producción. Quedaron excluidos dos casos que no cumplían con este criterio. Son casos en que se
inició un proceso incipiente de recuperación (uno de los casos de carácter muy conflictivo) y que si bien
asumieron un control parcial de la unidad productiva, la experiencia se truncó antes de poder dar inicio a la
producción. También quedó excluido un caso en el que, si bien existe una recuperación de la unidad productiva,
al momento del relevamiento todavía no había iniciado, ni siquiera parcialmente, la producción.
74
características similares para poder realizar un análisis comparativo. No obstante, no pareciera
ser mayor a la “mortalidad” empresarial del país.48
De un total de 49 procesos de recuperación que tuvieron como resultante la puesta en
funcionamiento -al menos parcial- de las unidades productivas, 7 han dejado de existir como
empresas recuperadas. De estas, 4 desaparecen como empresas y 3 cambian de forma social.
De estas últimas, 2 se transforman nuevamente en empresas privadas capitalistas y 1 pasa a
ser estatizada por el gobierno de la Ciudad incorporándose a los socios de la cooperativa
como asalariados de planta permanente del Estado local. A partir de estas consideraciones, y
según nuestros datos relevados, para fines de 2010 existían 42 empresas recuperadas en
CABA.
En suma, las tesis acerca de la coyunturalidad del proceso y de la imposibilidad de su
sostenimiento productivo deben ser cuestionadas en función de los datos. El proceso, aunque
con menor intensidad, continúa ampliándose a nuevas unidades productivas y la “mortalidad”
de estas empresas se muestra alejada de la supuesta imposibilidad teórica.
Finalmente, debemos destacar otro elemento adicional: las empresas recuperadas han
sido generadoras de nuevos puestos de trabajo. Como se desprende del siguiente cuadro,
tomando en cuenta la totalidad de la cantidad de empresas recuperadas en la CABA existentes
durante el período 2003 – 2010 según nuestros relevamientos, existe un mayor aumento
relativo en la cantidad de trabajadores de empresas recuperadas que en la cantidad de
empresas. Esta variación diferencial se debe centralmente a la incorporación de nuevos
trabajadores a las empresas.49
48
Entre 2003 y 2009 la relación entre apertura y cierre de empresas arrojó en promedio un 4% a nivel país a
favor de las primeras (MTEySS: 2011), mientras que nuestro ejercicio exploratorio estimó para las recuperadas
un promedio de 14% para igual período. Por otro lado, el cierre de unidades productivas durante el período 2003
-2007 en el país promedió el 7,2% anual (MTEySS: 2007), mientras que nuestro ejercicio exploratorio estimó
para las recuperadas una tasa de cierre anual del 4,5% durante idéntico período (Salgado: 2009). El bajo
porcentaje de mortalidad de estas empresas es constatada también por otras investigaciones sobre el proceso de
recuperación de empresas a nivel nacional, incluso mostrando porcentajes casi exactos a los encontrados en
CABA. Así por ejemplo, Palomino (2010) constata que “la reducida cantidad de empresas recuperadas que se
disolvieron (aproximadamente 16 casos) indica de por sí una baja “tasa de mortalidad”: sólo el 7% de las
empresas recuperadas habría dejado de funcionar, mientras que el 93% continúa operando” (Palomino et al:
2010, Pág. 30)
49
Este crecimiento también es constatado por otros registros e investigaciones realizados a nivel nacional. Al
respecto ver Ruggeri et al (2010) y Programa de Trabajo Autogestionado. MTEySS. (2010).
75
empresas Trabajadores
Año
relevamiento 2003 base
absolutos 2003 base 100 absolutos
100
2003 17 100 575 100
2010 42 252 1776 309
50
La presentación del perfil de estas empresas posee otra importancia a los efectos de la presente tesis. Estas 15
empresas constituyen el sub-universo de análisis de nuestra próxima parte de la tesis.
76
Cuadro 7. Distribución del sector a la que pertenecen las empresas recuperadas analizadas
(2010).
Frecuencia
Sector absoluta
Industria 13
Servicios 2
Total 15
Fuente: Elaboración propia en base a relevamiento del Proyecto UBACyT “Sociogénesis del proceso de
recuperación de empresas por sus trabajadores” (2003) Director Julián Rebón. N: 15.
Fuente: Elaboración propia en base a relevamiento del Proyecto UBACyT “Sociogénesis del proceso de
recuperación de empresas por sus trabajadores” (2003) Director Julián Rebón. N: 15.
51
Esta característica de las empresas respecto al sector de pertenencia es presentada también a nivel nacional. Al
respecto ver Ruggeri et al (2010).
77
casos) plásticos (1 caso) y los servicios refieren a la rama hotelera (1 caso) y a la rama
educación (1 caso).
Por otra parte, algo más de la mitad de las empresas destinan su producción a consumo
final. El resto produce bienes intermedios, es decir forman parte de cadenas productivas
produciendo insumos para otras unidades empresariales que utilizan estos bienes como
insumos. Así, sus productos son consumidos productivamente por otros capitalistas.52
Tomando ahora como eje la cantidad de trabajadores ocupados en estas 15 unidades
productivas y sus modificaciones, podemos destacar dos elementos. El primero refiere al
fuerte proceso de achicamiento de la fuerza de trabajo empleada por las unidades productivas
fallidas antes de la recuperación. El segundo, refiere al crecimiento relativo de la cantidad de
trabajadores desde el inicio del proceso de recuperación bajo la gestión de los trabajadores.
Cuadro 9. Evolución de la cantidad de fuerza de trabajo ocupada en las empresas que fueron
recuperadas hasta el año 2003 en la CABA (En absolutos).
Fuente: Elaboración propia en base a relevamiento del Proyecto UBACyT “Sociogénesis del proceso
de recuperación de empresas por sus trabajadores” (2003) Director Julián Rebón. N: 15.
Como se observa en el gráfico precedente, frente a los más de 2.800 trabajadores que
tuvieron en su mejor momento las empresas en conjunto, un mes antes del cierre de la fallida
no alcanzaban los 900 trabajadores, disminuyendo de este modo casi 2/3 su dotación. Resulta
importante observar también, el descenso de la cantidad de trabajadores entre el último mes
antes del inicio del proceso y el momento del inicio del mismo. Solo el 42% de los
trabajadores que producían bajo la gestión privada capitalista continúan durante el inicio del
proceso de recuperación. También durante el desarrollo mismo del proceso ocurren casos de
52
Este elemento –el cual retomaremos también más adelante- nos resulta importante señalar, ya que se ha
argumentado que estas experiencias de recuperaciones de empresas se tratan de “nuevas actividades de
marginalidad económica” (Salvia: 2007), articuladas –algunas de ellas- a procesos de acumulación dinámico.
78
abandono de la “lucha”53. De este modo, los procesos de recuperación ocurren no sólo en un
contexto general de creciente desocupación, sino también en contextos más inmediatos –en
las propias unidades productivas– de expulsión de mano de obra. Las problemáticas surgidas
a partir del desempleo formaron parte de las experiencias y vivencias más inmediatas de estos
trabajadores que padecieron el proceso de expulsión y el destino de sus propios compañeros.
De esta forma, se facilitó un proceso de toma de conciencia sobre las consecuencias sociales
de la desocupación.
Nuestros análisis nos muestran entonces, que respecto a la fuerza de trabajo empleada
en estas unidades productivas, ocurren dos tipos de procesos. Primero, un proceso de
achicamiento si se toma en cuenta el punto máximo de cantidad de trabajadores y la existente
en los inicios del proceso de recuperación. Pero, por otro lado, una recomposición parcial de
esta fuerza de trabajo desde el inicio de la recuperación en adelante. Desde el inicio del
proceso de recuperación hasta el año 2003 se ha elevado la fuerza de trabajo en un 42%54.
Desde ese punto temporal en adelante, muestra un crecimiento significativo hacia 2006,
donde duplica la cantidad de trabajadores ocupados en relación al inicio de los procesos, y se
mantiene estable hacia 201055. Si tomamos en cuenta la totalidad del recorrido que muestra el
cuadro 9, desde el inicio de la recuperación hasta 2010, estas empresas duplicaron –en
conjunto- la cantidad de trabajadores iniciales. Sin embargo, la intensidad y magnitud de
incorporaciones ha sido heterogénea en las empresas. En este sentido, cabe señalar que en dos
casos la cantidad de trabajadores ocupados en 2010 era menor que la existente al inicio del
conflicto por la recuperación.
De esta manera, estas empresas recuperadas de CABA que poseen mayor antigüedad
en su desarrollo productivo, aunque todavía se encuentran muy por debajo de la capacidad
máxima de ocupación de fuerza de trabajo, han sido generadoras de nuevos puestos de
trabajo.
53
Esta disminución obedece a que en la recuperación no participan todos los asalariados de las fallidas. Las
razones de la no participación son heterogéneas. Entre los motivos aducidos por los informantes clave se
encuentran la falta de confianza en la posibilidad de la recuperación, el desánimo, la obtención de otro trabajo, la
jubilación o el estar comprometido con la política de la patronal. (Rebón: 2007)
54
El aumento en la cantidad de trabajadores en este punto temporal no ha sido homogénea para estas
recuperadas. La recuperación del 36% de la fuerza de trabajo desde el inicio del conflicto hasta 2003 es
explicada casi en su totalidad por el crecimiento de una sola empresa.
55
La tasa de crecimiento de la cantidad de trabajadores en el conjunto de las recuperadas registra -según una
estimación logarítmica- un valor superior a la tasa de crecimiento del empleo registrado privado por
expansiones, contracciones y cierres en el período 2005 y 2006 en el país (un 11,3% en recuperadas contra un
7,3% en el país). Esta tasa supera en todos los años del período inter-relevamientos al conjunto de las tasas de
crecimiento neto del conjunto del país, aún incorporando la creación de empleo por nuevas empresas. (Rebón y
Salgado: 2009; Salgado: 2009).
79
Resumamos lo señalado hasta este punto. En condiciones de crisis generalizada se
difundió la recuperación de empresas como una alternativa de los trabajadores para enfrentar
el cierre de empresas y el consecuente desempleo. Más allá de la superación de la crisis, esta
acción de avance sobre la dirección de la producción por parte de los trabajadores evidencia
elementos que permiten hipotetizar sobre su desarrollo. En primer lugar, porque su elemento
estructurante -cierre de empresas en contextos de niveles significativos de desempleo
estructural-, son características que marcan al capitalismo argentino en el período. En segundo
lugar, porque dicho proceso se ha instalado embrionariamente en la cultura de los trabajadores
y en la de la sociedad en general. Mientras no se produzca un cambio en el contexto político a
nivel general que aumente los costos de “recuperar empresas”, o los niveles de desempleo
alcancen niveles meramente friccionales, pareciera que dicho proceso continuará en el futuro,
aunque expresando una intensidad menor a la del período crisógeno de su sociogénesis. Por
otra parte, las empresas recuperadas han logrado en su inmensa mayoría sostenerse
productivamente y han crecido en la dotación de trabajadores. En este sentido, podría
considerarse a esta acción de enfrentar el desempleo y el cierre de unidades productivas como
exitosa. Pero llegado este punto corresponde preguntarse: ¿el proceso puede considerarse
exitoso respecto a la posibilidad de que sus trabajadores reproduzcan elementos referidos a
una identidad de trabajador ligada a su antigua condición de asalariado, como por ejemplo
niveles de ingresos similares al promedio de su rama, estabilidad laboral, o aspectos ligados a
la seguridad social y derechos laborales? En otras palabras, ¿en qué medida este crecimiento
implica también la posibilidad de que los “recuperadores” alcancen a reproducir elementos
ligados a su antigua condición de trabajadores asalariados? ¿El proceso puede considerarse
exitoso en esta dimensión?
Antes de adentrarnos en los análisis de los datos, resulta sugerente presentar un
ejemplo en el cual se analiza a la recuperación de empresas como una “estrategia de
supervivencia”. Para este tipo de análisis, la resultante de los procesos de recuperación de
empresas es la conformación de nuevas economías de la pobreza. Las fábricas recuperadas
representarían una forma de marginalidad económica a través de las cuales los trabajadores
prolongan situaciones de pauperización y precarización laboral, convalidando una situación
de pérdida de derechos políticos y sociales (Saavedra et al: 2007)56.
56
El principal problema metodológico de estos trabajos reside que en función de algunas entrevistas efectuadas
en un conjunto limitado de empresas, en un único registro temporal, se pretende extraer conclusiones
generalizables para el conjunto del proceso en sus distintas etapas.
80
En primer lugar, consideramos incorrecto el señalamiento que afirma que el proceso
de recuperación de empresas expresa una mera “lógica de supervivencia”. Como se ha
señalado en trabajos precedentes (Rebón: 2007; Rebón y Salgado: 2009, Salgado: 2009), no
se trata de “sobrevivir” de cualquier modo, sino de una forma particular de satisfacer
necesidades sociales. Se pretende satisfacer las mismas a partir de la actividad como
trabajador, personificando un oficio o un espacio ocupacional, y una relación con una
localización productiva concreta. En el sentido mentado de los actores, la recuperación
aparecía como una forma de evitar tener que “vivir de los planes sociales”, el “cartoneo” o el
“robo”. No se busca entonces, la mera sobrevivencia, sino reproducir una identidad social,
aunque para hacerlo debieran transformar el carácter de su relación laboral dejando de ser
asalariados (Rebón: 2007).
Ahora bien, más allá de este señalamiento acerca de los sentidos atribuidos a la acción,
¿alcanzan a realizar la reproducción de esta identidad social como trabajadores que
personifican una ocupación en una localización productiva específica? ¿Prolongan la
situación de precariedad y pobreza, a las cuales se vieron empujados por la crisis capitalista?
Cualquier respuesta con pretensiones generalizantes, nos conduciría a perder la riqueza del
proceso, atribuyendo a los hechos conceptualizaciones que soslayan la heterogeneidad
existente.
Sobre la base de nuestro relevamiento realizado en 2010 pudimos configurar una
tipología de situaciones diferenciales de funcionamiento entre las quince empresas
recuperadas de la CABA cuyo inicio del proceso de recuperación es anterior a 2004. Como
resultante se conformaron tres agrupamientos con el objeto de poder explorar analítica y
descriptivamente al conjunto del universo. El eje ordenador del agrupamiento “nivel de
funcionamiento” es en qué medida las cooperativas logran reproducir en los socios
características que refieren a su antigua condición de trabajadores estables57.
El primer conjunto está compuesto por cuatro empresas, algo menos de un tercio de
este universo, que alcanzan a realizar una reproducción de modo parcial y precario. Lo
57
El nivel de funcionamiento de las empresas fue construido con base en tres dimensiones: Estabilidad
empresarial, remuneración directa y remuneración indirecta a los socios. Estas dimensiones incluyen indicadores
como: a) Estabilidad empresarial: grado de utilización de capacidad instalada, grado de diversificación,
principales problemas productivos identificados en cada empresa, formas de tenencia legal de la unidad
productiva, evolución en la cantidad de trabajadores. b) Remuneración directa: cantidad de horas trabajadas, la
comparación de la remuneración de cada empresa en relación al promedio de remuneración de la rama a la que
pertenece y pago de aguinaldos. c) Remuneración Indirecta: responsabilidad de la cooperativa en el pago de
cargas sociales e impositivas de los trabajadores y existencia de seguro de accidentes. A partir de la ponderación
sobre las combinatorias de estos elementos se construyó una variable tricotómica con las categorías: bajo, medio
y alto nivel de funcionamiento de la empresa, respecto a la capacidad de la reproducción de las condiciones de
vida y existencia de sus socios.
81
dominante aquí son situaciones de vulnerabilidad productiva, en las cuales los retiros son
menores o iguales a los de la rama, sin existencia de pago de jubilación y obra social por parte
de la cooperativa58. Son empresas que han decrecido en su cantidad de trabajadores respecto
al año 2006 y poseen importantes niveles de trabajo a façon59.
Un segundo conjunto de empresas, que está compuesta por un tercio del universo (5
casos), alcanza la reproducción social pero con algunos problemas y vulnerabilidades. Se trata
de empresas que en la mayoría de los casos han crecido en su cantidad de trabajadores
respecto al año 2006 y en el nivel de utilización de la capacidad instalada. Sus socios obtienen
retiros de bolsillo iguales o inferiores a la media de la rama. Sin embargo, el aporte a la
cobertura social es heterogéneo, variando según cada cooperativa. En algunos casos la
cooperativa paga la obra social, los aportes impositivos y jubilatorios, y en otras esto queda
sujeto a la voluntad individual. La presencia del trabajo a façon está casi ausente. Una de estas
empresas tiene serias dificultades con la tenencia de la unidad productiva lo cual le otorga
cierta vulnerabilidad.
Por último, encontramos el conjunto de empresas restantes (6 casos) que podríamos
denominar de “reproducción exitosa”. En este agrupamiento los retiros son en casi la totalidad
de los casos, significativamente superiores a la rama y las cooperativas aportan a la seguridad
social. Son empresas en crecimiento, que presentan mayores niveles de utilización de la
capacidad instalada y cuentan con leyes de expropiación definitiva de bienes muebles y/o
inmuebles.
En suma, vemos una situación diferencial en cuanto a la capacidad de estas empresas
de realizar la reproducción social de sus socios de características asociadas a su antigua
condición de asalariado. La forma cooperativa sólo en una minoría de los casos ha fracasado o
encuentra graves problemas para esa realización, logrando sólo la subsistencia de los
trabajadores. En otros casos, se alcanzan los ingresos medios de la rama, o incluso se superan,
58
Según la resolución N° 784/92 de la ANSES en su artículo 1° los asociados a las cooperativas de trabajo no
revisten la calidad de dependientes de la misma, debiendo considerárselos como trabajadores autónomos. Por
otra parte en la resolución N° 183/92 de la INAC en su artículo 2, inciso “A”, estipula que las cooperativas
deben cumplir con las aportaciones necesarias a los fines del régimen previsional en el sistema de trabajadores
autónomos. En este sentido, es necesario destacar que la falta de un régimen jubilatorio especial para las
cooperativas de trabajo es un obstáculo para una mejor seguridad social para los asociados. Al no existir este
régimen, se tiene que aportar como cuentapropista autónomo. Esto encarece, en muchos casos, el aporte y trae
aparejado el problema de quienes están pronto a jubilarse, ya que verán sustancialmente reducidos sus futuros
haberes jubilatorios.
59
En tres de estas cuatro empresas encontramos trabajo a façon. Esta es una fórmula recurrente para obtener una
acumulación mínima cuando se carece de capital de trabajo. La modalidad de trabajo a façon consiste en vender
el servicio de procesado industrial a clientes que proveen la materia prima y retiran el producto para su
comercialización o transformación posterior. Si esta forma se prolonga como dominante en el tiempo, se corre el
riesgo de ser subsumido por otra empresa en el ámbito comercial.
82
pero persisten vulnerabilidades en relación con la empresa en su conjunto, o en relación con la
seguridad social del colectivo laboral asociado. Por último, en un conjunto de casos pareciera
producirse a través de la recuperación, una reproducción social ampliada en la cual los
trabajadores ven incrementados sus ingresos y cubiertos derechos laborales básicos como la
obra social y la jubilación.
Pero aún en esta heterogeneidad, como sostuvieron investigaciones precedentes, el
enriquecimiento en formación y actividades laborales y políticas, y sus mayores niveles de
articulación con otras identidades sociales, representan mejoras en las condiciones de vida,
que tienden a atravesar -con diferentes gradientes-, a toda la experiencia (Rebón: 2007). Por
otra parte, la mayor igualdad en la distribución de los ingresos de la cooperativa en los inicios
y la atenuación de diferencias de retribución entre el conjunto del colectivo laboral, hace que
aquellos trabajadores ocupados en puestos de trabajo menos calificados vean disminuir el
riesgo de percibir ingresos que no superen el umbral de la pobreza o de la indigencia (Rebón:
2007; Salgado: 2009).
Señalar entonces, a las empresas recuperadas como una forma en la cual la lucha de
los “marginados” por “subsistir” trae aparejada una acentuación de su precarización y
pauperización, empobreciendo su capacidad política, es cuanto menos inexacto para la
mayoría de las empresas. La recuperación ha sido exitosa –en la mayoría de los casos- en
revertir procesos de pauperización60, y en menor medida de precarización. En este sentido, y
según nuestros análisis, las recuperaciones de empresas, más que expresar la lucha de
“marginados”, que con su acción de recuperación acentúan su pauperización social, expresan
en realidad, acciones cuya resultante es la reversión de procesos de pauperización social que
originaba el retiro capitalista de la producción. Por otro lado, señalar los aspectos de
precariedad laboral y la dificultad de acceder a beneficios sociales propios de las relaciones
laborales de dependencia asalariada no nos puede conducir a una apologización de la relación
salarial. Como han señalado otras investigaciones, desobedeciendo las heteronomías clásicas
del ámbito fabril han ampliado sus niveles de participación política y social, conformando
nuevas libertades en el ámbito de trabajo (Rebón: 2007; Fajn et al: 2003).
Resumamos lo señalado a la largo de esta primera parte de la Tesis. En condiciones de
crisis generalizada se difundió la recuperación de empresas como una alternativa de los
trabajadores para enfrentar el cierre de empresas y la consecuente pérdida de trabajo. Más allá
60
A valores de 2010, en sólo tres empresas la retribución media no alcanzaba a superar el costo de una canasta
básica total para una familia tipo (dos adultos y dos menores), en tres la retribución media se situaba algo por
arriba de este umbral y en el resto lo superaba significativamente.
83
de la reversión de ese contexto de crisis, esta acción de avance sobre la dirección de la
producción por parte de los trabajadores parece haber llegado para quedarse. Más que una
imposibilidad teórica estas experiencias muestran la práctica de una posibilidad. En primer
lugar, y como argumentamos anteriormente, desde nuestra perspectiva, las condiciones de
“crisis general” pueden amplificar la resultante de las disputas en el mercado y ampliar así la
“intensidad” reproductiva de las recuperaciones. Sin embargo, el elemento que estructura los
procesos de recuperación de empresas refiere a la crisis a nivel de la unidad productiva, a
partir de una vulneración de la relación salarial, en origen realizada por el capital, y si bien no
es independiente del contexto, no se encuentra subordinado al mismo. Las unidades
productivas pueden entrar en crisis y desaparecer, aún en contextos en que no ocurran crisis
generales.
En las nuevas recuperaciones de poscrisis, el contexto social es un elemento que opera
constituyendo gradientes diferenciales de permisibilidad, es decir, ampliando o restringiendo
la posibilidad del desarrollo del proceso en su forma ampliada. En esta permisibilidad del
desarrollo de las recuperaciones de empresas, otro factor parece estar interviniendo. Si antes
fue la crisis social generalizada el elemento que potencia la difusión de las recuperaciones,
ahora este rol será reemplazado -al menos parcialmente- por un elemento cultural del
contexto, la difusión de la recuperación como repertorio conocido y valorado positivamente
entre los asalariados. Este factor, que se incorpora crecientemente a la caja de herramientas de
los trabajadores-, parece intervenir explicativamente en el desarrollo del proceso en contextos
diferentes a los de su sociogénesis. Destacamos tres elementos asociados a esta difusión
creciente. Por un lado, mayor incidencia del conocimiento directo en la formulación de la idea
originaria de recuperación. En segundo lugar, la difusión de la recuperación de empresas
como alternativa al cierre empresarial ya no parece ser exclusividad de las mismas identidades
sociales que la personificaban en su sociogénesis, sino que parece ampliarse a nuevas
identidades sociales. En tercer lugar, nuevas lógicas de agregaciones que trascienden a “las
recuperadas” y que permite vínculos con otros actores, principalmente de la institucionalidad
política. Estos elementos nos permiten hipotetizar sobre la existencia de un proceso de
“convencionalización” de la experiencia -es decir su incorporación a los repertorios de
acciones de lucha de los trabajadores-, que no implica en modo alguno el abandono de
formatos directos de acciones. Por el contrario, la acción directa emerge en muchas
recuperaciones ya que esta “convencionalización” es acompañada por un proceso de
institucionalización jurídico-legal –es decir su incorporación a la normatividad dominante-
que si bien es creciente es aún inconcluso.
84
Así también, como demostramos en las últimas páginas, el proceso ha demostrado
sostenibilidad y continuidad productiva, se trata de empresas que en su gran mayoría han
crecido respecto a la dotación de trabajadores, y con capacidad en la mayoría de los casos, de
que sus socios alcancen y reproduzcan elementos ligados a su antigua condición de
asalariados “estables”.
Para finalizar entonces, en esta primera parte de la Tesis hemos presentado elementos
de contexto de nuestro objeto de estudio, que hacen también a nuestro problema de
investigación. Nos parecía de suma importancia presentar este marco contextual que vincule
perspectivas diacrónicas y sincrónicas. A partir de los análisis desarrollados hemos presentado
ciertas “premisas” respecto al proceso en su evolución que nos permiten enriquecer la
justificación del problema de investigación. En dichas premisas hemos advertido sobre un
proceso de innovación cultural. La “convencionalización” de la recuperación de empresas
expresa una incorporación creciente en la caja de herramienta de los trabajadores, de
repertorios de acciones para enfrentar en forma novedosa el cierre empresarial. Pues bien,
nuestros próximos pasos focalizarán sobre cuánto y qué hay de innovación, pero en el proceso
productivo mismo, en las relaciones socio-productivas. Avanzaremos así, en desentrañar no
ya qué elementos de lo “antiguo” pudieron recuperarse con la recuperación, sino qué
elementos de lo “nuevo” pudieron sostenerse con el desarrollo productivo de las experiencias.
Esto resulta relevante ya que el proceso de recuperación de empresas no sólo ha
implicado una respuesta de los trabajadores ante la pérdida del trabajo y la imposibilidad de la
reproducción de sus identidades sociales y sus condiciones de existencia. Se ha señalado
también, que el proceso de recuperación de empresas ha implicado la introducción de una
serie de innovaciones en los espacios sociales y físicos que entran en posesión de los
trabajadores (Campione: 2003, Petras y Veltmeyer: 2003; Rebón: 2004 y 2007, Fajn: 2003,
Dávolos y Perelman: 2003). Como se expuso anteriormente, los procesos de recuperación de
empresas han tenido como punto de partida una puesta en crisis de la heteronomía capitalista,
y un avance de los trabajadores sobre la dirección de la producción. Esta puesta en crisis
implicó la constitución de un embrionario proceso de autonomización basado en el modo en
que el orden social alteró y vulneró las identidades sociales presentes en esos espacios. Este
avance tuvo en lo inmediato una implicancia sustantiva: conformó un proceso de igualación y
democratización creciente (Rebón: 2007) que configuró su orden socio-productivo. Entonces,
más allá de la posibilidad de desarrollo y ampliación del proceso, ¿qué ocurre con estas
unidades productivas cuando avanzan en forma sostenida sobre la producción? ¿Mantienen
85
dichas innovaciones? ¿Es la igualdad un atributo intrínseco a estas experiencias? ¿Qué
transformaciones encontramos y con qué elementos pueden estar asociadas?
A la luz de estas últimas preguntas, resulta necesario entonces, avanzar en desentrañar
en qué medida el avance sostenido sobre la producción ha implicado la prolongación de la
igualación inicial en la distribución de los ingresos o, por el contrario, ha configurado y
expresado su reversión. Atenderemos dichas preguntas a partir del análisis de la información
recogida en las 15 empresas cuyo perfil socio-productivo hemos presentado ya brevemente en
esta primera parte de la Tesis.
86
Parte 2. La Igualdad y la desigualdad
87
necesarias para desentrañar nuestro problema de investigación. El presente capítulo entonces,
explora sobre distintas consideraciones de índole teórico-conceptual.
61
Por esta razón Bobbio afirma que las teorías igualitarias tiendan a ver en la sociedad una totalidad de la cual es
necesario considerar qué tipo de relaciones existen o deben instituirse entre las distintas partes que componen esa
totalidad (Bobbio: 1993).
62
Bobbio plantea que, limitando el criterio de especificación de la primera dimensión en todo-parte, existen
cuatro respuestas posibles: a) igualdad de todos en todo, b) igualdad de todos en alguna cosa, c) igualdad entre
algunos en todo, d) igualdad entre algunos en alguna cosa. Bobbio advierte que la primera opción refiere a un
ideal límite prácticamente inalcanzable. Una doctrina igualitaria es, históricamente y según este autor, una
doctrina que persigue tendencialmente ese ideal sosteniendo la igualdad para el mayor número de hombres, en el
mayor número de aspectos (Bobbio: 1993). En segundo lugar, identifica un igualitarismo parcial o limitado (la
respuesta c: igualdad de algunos en todo) que se manifiesta como perfectamente compatible con una concepción
no igualitaria de la sociedad en su conjunto. Por último las respuestas restantes: igualdad de todos en alguna cosa
88
como afirmamos anteriormente, es la relación social la que adquiere un carácter igualitario,
esto implica que, luego de establecer la pluralidad de entes de los que se trata de establecer el
tipo de relación existente entre ellos -es decir, luego de la definición del ámbito socio-espacial
de análisis-, es necesario acotar el concepto a una configuración específica y relevante de
acciones en correspondencia, es decir de relaciones sociales. Esta especificidad da cuenta de
la pregunta de: ¿respecto a qué elementos son iguales dos individuos o grupos de individuos?
Respecto a esta dimensión, Sen (1999) argumenta que no existen dudas de que
pretender la igualdad con respecto a algo –algo considerado importante- implica una similitud
de algún tipo. Desde su punto de vista, argumenta que no es pernicioso utilizar el término
“igualitarismo”, si se entiende como afirmación de igualdad en un ámbito específico 63. Lo
central aquí, es la consideración referente a la necesidad de especificación del ámbito de
relaciones donde se pretende un análisis en términos de relaciones de igualdad o igualación.
Esta necesidad implica la elección del ámbito socio-evaluativo de aplicabilidad conceptual
(Salgado: 2009). Es decir, dar cuenta de las relaciones y los elementos involucrados en esas
relaciones analizadas en términos de igualación. Una segunda consideración podemos extraer
del aporte de Sen (1999). Según este autor la elección del “ámbito evaluativo” implica una
selección de variables focales relevantes, y dicha selección conlleva un problema: la selección
de un ámbito implica la no consideración de otros ámbitos potencialmente relevantes. De
hecho, desde una perspectiva filosófico-política se podría considerar que la igualdad en un
ámbito considerado como el relevante contribuye a las exigencias eventuales de desigualdad
en otros ámbitos. La justificación de la desigualdad entonces, debería apoyarse en la igualdad
en algún otro aspecto, que se considera “base” en un sistema ético-moral. Así la defensa
racional de la exigencia de desigualdad en algún ámbito implica admitir que esta desigualdad
es consecuencia de la igualdad en algún otro ámbito más importante y sustantivo, lo que
implica responder a la pregunta: ¿cuál es el ámbito idóneo para la igualdad fundamental? Los
argumentos cruciales de su respuesta estarán circunscriptos a lo “razonable” de las bases
elegidas. Esta definición no sólo implica la elección del ámbito concreto de igualdad
fundamental, sino que también tendrá consecuencias importantes sobre los esquemas
distributivos (incluyendo las desigualdades necesarias). Desde esta perspectiva, Sen (1999)
y la igualdad entre algunos en alguna cosa, pueden considerarse igualitarias sólo si se elimina una desigualdad
precedente.
63
Sin embargo, advierte que también es necesario reconocer el alcance limitado de este uso del concepto de
igualdad, ya que la exigencia de igualdad en un ámbito específico puede implicar un “anti-igualitarismo” en
algún otro ámbito, cuya importancia comparativa tiene que ser juzgada críticamente en una evaluación general.
89
afirmará que la respuesta a la cuestión de la “Igualdad de qué” se presenta como primordial y
trascendental.
Por último, como afirma Bobbio (1993) la formulación de una proposición normativa
implica el sostenimiento de un principio ético fundamental que no puede derivar de la
constatación de la propia existencia de la igualdad en sí, sino de la valoración positiva de ese
hecho, es decir de un juicio de valor. Esto nos lleva al siguiente punto relevante. La relación
entre justicia e igualdad.
Bobbio (1993) afirma que el concepto -e incluso el valor- de la igualdad no se
distinguen del concepto y del valor de la justicia en la mayoría de sus acepciones, hasta el
punto que “justicia” e “igualdad” se utilizan mayormente como expresiones equivalentes.
Esto se encuentra relacionado con uno de los significados clásicos de la justicia, que expresa
que una acción es justa, una vez instituida una relación de igualdad. El otro significado clásico
de justicia al que refiere el autor, consiste en aquel que identifica justicia con legalidad, y que
expresa que una acción es justa cuando es llevada a cabo en conformidad con las leyes.
Aunque el autor realiza una distinción analítica de estos dos elementos advierte que se
encuentran relacionados, de modo tal que no resulta difícil reconducir uno de los significados
al otro, ya que ambas acepciones constituyen las condiciones para la conservación y la
armonía del “todo”64. La justicia entonces, puede entenderse como un ideal, la igualdad por
otro lado, constituye un hecho.
Ahora bien, ¿cuáles son las esferas de aplicación de la justicia, es decir, las situaciones
de su aplicabilidad? El autor marca cuatro situaciones de aplicabilidad de justicia. Según una
primera distinción tradicional aristotélica existen dos grandes situaciones de justicia. La
primera refiere a las relaciones sociales entre los individuos o grupos entre sí (justicia
conmutativa), y la segunda refiere a las relaciones sociales de los individuos con el grupo, o
viceversa, del grupo con los individuos (justicia distributiva) El autor introduce un segundo
grupo de situaciones de aplicabilidad de justicia que refieren a los siguientes contextos: a)
aquellas situaciones en la que uno se encuentra frente a una relación de dar (o hacer) de la que
haya que establecer una correspondencia antecedente con un tener, y subsecuentemente con
un recibir; b) aquellas situaciones en la cual uno se encuentra frente al problema de asignar
ventajas o desventajas, beneficios o gravámenes, en términos jurídicos, derechos o deberes, a
64
Así, “en una totalidad ordenada la justicia puede introducirse ya sea por la alteración de relaciones de igualdad
ya por la inobservancia de las leyes (…) en todo caso, la igualdad constituye solamente una relación: lo que da a
esta relación un valor, es decir lo que hace de ella una línea humanamente deseable, es el ser justa. En otras
palabras, una relación de igualdad es un fin deseable en la medida en que es considerado justo, donde por justo
se entienda que tal relación tiene de algún modo que ver con un orden que hay que instituir o restituir (una vez
turbado), con un ideal de armonía de las partes del todo”. (Bobbio: 1993, Pág. 58).
90
una pluralidad de individuos pertenecientes a una determinada categoría. En el primer caso el
problema de la igualdad se presenta como un problema de equivalencia de cosas o igualdad
entre lo que se da (o hace) y lo que se recibe (relaciones de intercambio); en el segundo, como
un problema de equiparación de personas o igualación en las relaciones entre individuos
(relaciones de convivencia). La primera es denominada por el autor como justicia retributiva,
la segunda como justicia atributiva.65
Siguiendo con el análisis referente a la relación entre justicia e igualdad, es pertinente
preguntarse por la situación opuesta, es decir, preguntarse por la relación entre injusticia y
desigualdad. En tal sentido, tomaré aquí algunos de los elementos aportados por John Rawls
(1973 y 1993) principalmente los referentes a los principios de justicia.
El objeto primario de la justicia según este autor, es “la estructura básica de la
sociedad, o el modo en que las instituciones sociales más importantes distribuyen los derechos
y deberes fundamentales, y determinan la división de las ventajas provenientes de la
cooperación social” (Rawls: 1993. Pág. 23).66
El autor parte de la consideración de un “estado ideal” estructurado desde una
perspectiva contractual. Así pues, la idea principal de su teoría es que los principios de justicia
son el resultado de un acuerdo original67. Entonces, ¿qué principios podrían escogerse si nos
encontráramos sujetos a las condiciones de la posición original? Serían principios elegidos
por personas racionales, libres e iguales que acordarían en una situación inicial justa y que son
fruto de un acuerdo colectivo que refleja la integridad y autonomía de las personas racionales
65
El autor afirma que es difícil especificar los casos de justicia atributiva, ya que son muchas las situaciones en
que se puede requerir un “igualamiento” entre individuos, pero sí avanza en especificar situaciones típicas de
justicia retributiva: relaciones ente mercancía y precio, salario y trabajo, daño e indemnización, delito y castigo.
66
Por grandes instituciones, el autor entiende la constitución política, así como las principales instituciones
económicas y sociales (protección jurídica, competencia mercantil, propiedad privada, familia monógama). Las
grandes instituciones definen los derechos y deberes del hombre e influyen sobre sus perspectivas de vida.
67
El acuerdo o contrato no se lleva a cabo efectivamente sino que es hipotético. Dos elementos analíticos
resultan significativos para entender esta nueva noción contractual, el primero refiere a lo que denomina
“posición original” que constituye un acuerdo al que llegarían personas libres y racionales interesadas en
promover sus propios fines en una situación inicial de igualdad. Es decir, esta posición original constituye el
contrato mismo. El segundo es el del “velo de la ignorancia”. Esta noción consiste en la suposición de que
cuando las personas eligen los principios de la justicia desconocen cuáles van a ser sus circunstancias específicas
(que posición social ocuparán). Todas ellas se encuentran cubiertas por un velo de ignorancia, que les impide
conocer sus circunstancias particulares, y entre éstas, su propia concepción del bien, sus atributos naturales y su
posición social. El velo de ignorancia sitúa así a las personas en pie de igualdad y asegura que las contingencias
naturales y sociales no deriven en ventajas ni desventajas al escoger los principios. Tanto la noción de posición
original como el velo de ignorancia constituyen así, los dos elementos centrales y necesarios para arribar a la
concepción de la “justicia como imparcialidad” que “transmite la idea de que los principios de la justicia se
acuerdan en una situación original que es justa” (Rawls: 1993. Pág. 30). Una teoría de este tipo, en la cual se
parte de un estado original ideal es entonces relevante, en la medida en que proporciona un cuadro claro de lo
que es justo, y principalmente a partir del cual pueden juzgarse las instituciones existentes.
91
contratantes. Así pues, por medio de este hipotético contrato se establecerán los principios de
justicia que regirán la vida social, a través de un método que es justo por sí mismo.
El autor establece a partir de su lógica contractual, dos principios que deben
caracterizar a una sociedad justa, basados en la posición original según la cual los individuos
bajo un “velo de la ignorancia” elegirían los principios de la justicia 68. Estos principios
implican que: 1) “Todos los valores sociales –libertad y oportunidad, ingreso y riqueza, así
como las bases sociales y el respeto a sí mismo- habrán de ser distribuidos
igualitariamente”, a menos que, 2) “Una distribución desigual de alguno o de todos estos
valores redunde en una ventaja para todos” (Rawls: 1973. Pág. 84). Resulta interesante esta
aproximación ya que introduce la posibilidad de que una desigualdad sea considerada justa,
de hecho la injusticia consistirá en este esquema, en las desigualdades que no benefician a
todos.
En suma, el primer principio refiere a la distribución igualitaria de todos los valores
sociales -libertad y oportunidad, ingreso y riqueza, etc.- El segundo principio por otro lado,
implica que las desigualdades económicas y sociales habrán de ser conformadas de modo tal
que: a) se espere razonablemente que sean “ventajosas para todos” (principio de la
diferencia), b) se vinculen a empleos y cargos “igualmente asequibles” para todos (principio
de la justa igualdad de oportunidades equitativas).
Sosteniendo o suponiendo que el primer principio de igual libertad se cumple, existen
entonces cuatro posibilidades –o sistemas si tenemos en cuenta que hacen referencia a
estructuras básicas de la sociedad y por lo tanto a instituciones principales-.
La primera posibilidad refiere al sistema de libertad natural, que implica una estructura
básica que satisfaga el principio de la eficacia69, y en la cual los empleos son asequibles para
quienes tengan la capacidad y el deseo de obtenerlos, lo cual conducirá a una distribución
justa. El argumento con el cual descarta este tipo de sistema es el siguiente: el sistema natural
implica que la distribución inicial está regulada por los arreglos implícitos en la concepción
de los puestos asequibles a las capacidades. Pero dado que no se hace ningún esfuerzo para
68
El autor afirma: “sostendré que las personas en la situación original escogerían dos principios bastante
diferentes: el primero exige igualdad en la repartición de derechos y deberes básicos, mientras que el segundo
mantiene que las desigualdades sociales y económicas, por ejemplo las desigualdades de riqueza y autoridad,
sólo son justas si producen beneficios compensadores para todos y, en particular, para los miembros menos
aventajados de la sociedad” (Rawls: 1973. Pág. 32).
69
El principio de la eficacia refiere al óptimo de Pareto. Este principio afirma que una configuración es eficaz
siempre que sea posible cambiarla de modo que beneficie a algunas personas (al menos una) sin que al mismo
tiempo dañe a otras (al menos una). Así por ejemplo, la distribución de mercancías entre un grupo de individuos
es eficaz si no existe una redistribución de estos bienes que mejore las circunstancias de al menos uno de estos
individuos sin que otro resulte perjudicado.
92
preservar una igualdad de las condiciones sociales, la distribución inicial está fuertemente
influenciada por contingencias naturales y sociales70.
La segunda refiere a la igualdad liberal. Este sistema intenta corregir las fallas del
sistema anterior añadiendo a la exigencia de los puestos asequibles a las capacidades, la
condición adicional del principio de la justa igualdad de oportunidades. Esta “interpretación
liberal” intenta mitigar así la influencia de las contingencias sociales y de la fortuna natural
sobre las porciones distributivas. Pero para alcanzar este fin es necesario imponer condiciones
estructurales adicionales al sistema social. Así, aunque el autor argumenta que esta
concepción liberal es preferible a la natural, sigue siendo defectuosa. Aún funcionando a la
perfección, eliminando la influencia de las contingencias sociales, de todas maneras permite
que la distribución de la riqueza y el ingreso fuese determinada por la distribución natural de
oportunidades y talentos. Esto ya que las porciones distributivas seguirían decidiéndose
conforme a una lotería natural, y desde una perspectiva moral este resultado es arbitrario. El
principio de igualdad de oportunidades sólo puede realizarse imperfectamente, el grado en
que se desarrollen y fructifiquen las capacidades naturales se ve afectado por todo tipo de
condiciones sociales y actitudes de clase. En la práctica es imposible asegurar oportunidades
iguales de perfeccionamiento y cultura para los individuos con dotes similares, y por lo tanto,
es necesario adoptar un principio que reconozca este hecho y mitigue la arbitrariedad del
sorteo natural mismo.
La tercera refiere a la concepción aristocrática natural, la cual implica la consideración
de que no debe hacerse ningún intento por regular las contingencias sociales que vaya más
allá de lo requerido por la igualdad formal de oportunidades. Las ventajas de las personas con
mayores dotes naturales habrán de limitarse mediante aquellas que promueven el bien de los
sectores más pobres de la sociedad. La situación más ventajosa de los más favorecidos en el
sistema es considerada justa sólo en el caso en que los que están “abajo” tuvieran menos
cuando se les diese menos a los de “arriba”. Tanto la concepción liberal como la de
aristocracia natural son inestables, ya que una vez que se esté insatisfecho por la influencia de
las contingencias sociales o de la fortuna natural sobre la determinación de las porciones
distributivas, estamos obligados por la reflexión a estar en desacuerdo con ambas. Desde el
punto de vista moral ambas parecen arbitrarias.
Por último, la interpretación democrática o “igualdad democrática”, que es el resultado
de la combinatoria del principio de la justa igualdad de oportunidades con el principio de la
70
La distribución de ingresos por ejemplo, sería el efecto acumulativo de distribuciones previas de talentos y
capacidades naturales.
93
diferencia. Este principio resuelve la indeterminación del principio de la eficacia, al
especificar una posición particular desde la cual han de juzgarse las desigualdades
económicas y sociales en la estructura básica. Dando por sentado el cumplimiento del primer
principio (“igual libertad”) y la segunda parte del segundo principio (“justa igualdad de
oportunidades”) las expectativas más elevadas de quienes estén mejor situados son justas, si y
sólo si, funcionan como parte de un esquema que mejora las expectativas de los individuos
menos favorecidos de la sociedad. Es decir, este principio afirma que las desigualdades
inmerecidas requieren una compensación, y dado que las desigualdades de nacimiento y de
dotes naturales son inmerecidas habrán de compensarse de algún modo. Esta idea de
compensar las desventajas contingentes implica según el autor, ir en dirección hacia la
igualdad. Por otro lado, aquellos que han sido favorecidos por la naturaleza pueden obtener
provecho de su situación sólo en la medida en que mejoren la situación de los menos
favorecidos. La distribución natural no es de este modo justa ni injusta, como tampoco es
injusto que las personas nazcan en una determinada posición social. Lo que puede ser justo o
injusto es el modo en que las instituciones actúan respecto a estos hechos.
La teoría ha sido criticada por varios autores de extracción política diversa y
perspectivas diversas. Retomo tres críticas centrales que efectuara Borón (2000). Primero, la
teoría de la justicia de Rawls es indiferente ante la naturaleza explotadora o no explotadora de
los distintos modos de producción. La extracción de plusvalía no sería injusta suponiendo
pleno empleo porque aún los más pobres se benefician de ella ya que les permitiría sobrevivir.
Segundo, si bien argumenta que el modelo de teoría es aplicable a cualquier sistema socio
productivo independientemente del carácter de posesión de los medios de producción, su
inclinación natural es a concebir a la economía de mercado y a una democracia de propiedad
privada como los ámbitos más favorables para la construcción de una sociedad justa. Y
tercero, la figura del contrato original como momento utópico e hipotético refiere a un
momento del pasado y no del futuro. Esto implica un doble corolario: primero, reforzar una
idea central del liberalismo de que las sociedades se crean de esa manera, como producto de
un contrato firmado por hombres y mujeres libres y racionales; segundo, e inferido de lo
anterior, “se oculta el hecho de que la instauración de la sociedad capitalista fue un proceso de
una crueldad y una violencia inauditas y que lo que ahora se presenta como resultado de una
torpe reflexión fue, en rigor de verdad, consecuencia inexorable de un proyecto que desde sus
inicios estuvo caracterizado por la violencia y la explotación. Signado, en una palabra, por la
injusticia” (Borón: 2000. Pág. 147)
94
Ahora bien, más allá de estas acertadas críticas, considero que el segundo principio
que genéricamente se denomina de “diferencia” resulta de interés al presente trabajo. Según
este principio es posible que determinadas desigualdades sociales sean consideradas como
justas, esto siempre que la totalidad de individuos involucrados -según la definición del
ámbito socio espacial-, se encuentren en una situación de igual libertad, y siempre que exista
igualdad de oportunidades respecto a la cuestión tomada como referencia para la relación de
igualdad, así como que sea en beneficio de la totalidad de los individuos involucrados.
En suma, rescatamos de los aportes vertidos hasta el momento el énfasis que estos
autores han puesto sobre el carácter relacional de la igualdad –y por ende la desigualdad-. La
igualdad entonces, refiere a un tipo de relación social, lo cual supone poner en situación de
similitud a dos entes respecto a algún elemento. Ahora bien, esta similitud de dos entes
respecto a algo, ¿qué significa específicamente? Puesto que refiere a una relación social, la
igualdad hace referencia al carácter que adquiere la relación entre los individuos a partir de un
atributo considerado relevante. La especificación de los atributos es condición necesaria pero
no suficiente. Para hablar de igualdad o de igualación hay que especificar la relación existente
entre los individuos, sobre la base de dichos atributos. Consideramos que esta especificación
sobre el tipo de relación –cuando se habla de igualdad- refiere a la ausencia de jerarquización
existente en la relación entre los individuos a partir de la consideración de los atributos, es
decir, cuando la existencia de “diferencialidad” en los atributos no implica un establecimiento
de jerarquización en la relación. De la misma manera, es posible hablar de proceso de
igualación cuando la relación entre los individuos (o grupos de individuos) tiende
crecientemente a la ausencia o eliminación (que puede ser deliberada) de jerarquizaciones
realizadas sobre la base de dichos atributos. Hablar aquí de proceso de igualación implica
entonces, realizar un análisis de tipo diacrónico que permita observar la transformación de
una relación social –en términos de igualdad- a lo largo del tiempo.
Dar mayor inteligibilidad a estos elementos es la tarea que compete en las próximas
líneas. Para ello, nos serviremos de algunos aportes que han surgido de las investigaciones
realizadas desde las Ciencias Sociales. Tomaremos principalmente los aportes de tres autores,
Wright (2010), Tilly (2000b) y Elías (1996).
Wright (2010) ha escrito un interesante libro cuya temática central refiere a la
desigualdad social, desde una perspectiva que aporta elementos para su indagación
sociológica. Para el autor, hablar de desigualdad social implica describir un atributo al que se
le asigna valor, y que puede distribuirse en cantidades diferentes entre las unidades relevantes
de una sociedad. La desigualdad, implica por lo tanto, que las distintas unidades poseen
95
diferentes cantidades de atributos. En este sentido, el estudio de la desigualdad consistiría en
explicar los determinantes y las consecuencias de la distribución diferencial de esos atributos
entre las distintas unidades.
La primera consideración que se desprende de dichos postulados refiere a la necesidad
de especificar justamente dichos atributos. El citado autor construye al respecto, una tipología
de atributos distinguiendo entre dos tipos.
En primer lugar, encuentra los atributos monádicos, que son aquellos cuyas
magnitudes se definen por sí mismos, es decir, sin necesidad de hacer referencia a ninguna
otra unidad. Un ejemplo en este sentido puede ser según el autor, el consumo, ya que se puede
determinar cuánto consume una unidad individual, ya sea en términos reales o monetarios, sin
saber cuánto consume cualquier otra unidad. Lo cual no significa según el autor, que el
atributo en cuestión no tenga contenido social.
En segundo lugar, el autor distingue aquellos atributos que define como relacionales.
Estos atributos son aquellos cuyas magnitudes no pueden definirse independientemente de
otras unidades. El ejemplo propuesto por el autor refiere al poder. Así, una “magnitud de
poder” se define por el número de personas a quienes se controla, por lo que el carácter
relacional del poder según este autor, aparece explícitamente. Carecer de poder es ser
controlados por otros, ser poderoso es controlar a otros. De esta manera, resulta imposible
considerar el poder de cualquier unidad sin referirse al poder de las demás.
El autor establece que más allá de la consideración sobre el tipo de atributo es
necesario tener en cuenta los procesos por los cuáles dichos atributos son distribuidos de
manera desigual. En primer lugar, establece la existencia de procesos monádicos, que
implican que los mecanismos inmediatos que causan la magnitud en cuestión están ligados a
las unidades individuales y generan efectos en forma autónoma respecto a otras unidades. Un
ejemplo en este sentido lo constituye, según el autor, la distribución del peso corporal. 71
En segundo lugar, el autor establece la existencia de procesos relacionales. Estos
procesos implican la consideración de una relación causal entre la distribución desigualitaria
de atributos. En este caso, la explicación inmediata de la desigualdad depende de las
71
El autor lo ejemplifica de la siguiente forma. El proceso de adquisición del peso corporal es un atributo
monádico resultante de un proceso monádico, es el resultado de mecanismos (genes, hábitos alimenticios, etc.)
directamente ligados al individuo. Según el autor, esto no quiere decir que estos mecanismos no estén
influenciados por causas sociales. Las causas sociales pueden contribuir a explicar por qué los individuos tienen
mecanismos particulares de regulación del peso corporal, independientemente de los mecanismos reguladores
del peso de otros individuos. Por lo tanto la distribución empírica de los pesos en la población es simplemente la
suma de esos procesos monádicos de los individuos dentro de la distribución. Más adelante en esta Tesis
plantearé mis discrepancias respecto a la distinción que el autor realiza sobre los procesos monádicos de la
desigualdad, teniendo en cuenta que, desde mi perspectiva, la desigualdad es relacional.
96
relaciones que ligan a un individuo a otro y no simplemente de mecanismos monádicos. Así,
para este autor, describir el proceso que genera las desigualdades relacionales implica
considerar que los mecanismos que determinan la magnitud del atributo desigualmente
distribuido para cada unidad individual dependen causalmente de los mecanismos que
generan la magnitud para otros individuos. El carácter relacional de los procesos supone que
“más” para unos es “menos” para otros.
Según el autor, la distribución del ingreso podría verse como un ejemplo de un
proceso relacional de la distribución de un atributo monádico. Para el autor, el ingreso es un
atributo monádico en la medida en que el ingreso de un individuo puede definirse
independientemente del ingreso de cualquier otra persona. Pero es plausible que el proceso de
adquisición del ingreso sea relacional: los mecanismos mediante los que una persona obtiene
un ingreso afectan de manera causal el ingreso de otras personas.
Estas consideraciones son similares a las vertidas por Tilly (2000b) sobre la
desigualdad, aunque el autor no versa sobre atributos sino sobre bienes. Para este autor, al
investigar la desigualdad social los científicos sociales se han dedicado al estudio de la
distribución despareja de costos y beneficios, es decir de bienes. Éstos pueden distinguirse en
tanto autónomos o relativos. Los bienes autónomos son aquellos que son observables sin
referencia a unidades exteriores. Los relativos son sólo observables en relación con otras
unidades. Es sugerente destacar que el criterio que el autor establece para la distinción entre
los tipos de bienes refiere a la observabilidad, es decir, no a si un bien o atributo se define por
sí mismo o en relación a otros, sino que refiere a si un atributo o bien puede ser observado sin
hacer referencia a otros o no. De esta manera, la distinción del autor entre bienes autónomos o
relativos refiere a distintas escalas de observabilidad de los mismos, aunque las distribuciones
de dichos atributos puedan encontrarse íntimamente relacionadas. Así por ejemplo, los bienes
relativos sirven como medio de crear o mantener una desigualdad respecto a los bienes
autónomos72. La desigualdad en los bienes autónomos “gana en fortaleza” a partir de los
bienes relativos y genera diferencias paralelas en ellos. Esto resulta importante según mi
perspectiva, ya que referirse a cómo es posible observar una diferencialidad de atributos o
bienes, y referirse a si esa diferencialidad implica una relación de desigualdad, supone análisis
diferentes. En el último caso la desigualdad refiere siempre a relaciones entre individuos –o
72
“La posesión de prestigio, poder, clientela y bienes indicadores de status justifica entonces, la posición
superior de categorías favorecidas ex post facto, así como las gratificaciones de éstas dan también a los bienes
autónomos como las viviendas bien construidas, los automóviles de lujo, los espacios de trabajo confortable, los
alimentos de calidad, los buenos licores o los entretenimientos variados la pátina de los bienes relativos” (Pág.
39.)
97
grupos de individuos- a partir de diferencialidad en los bienes o atributos. Más allá de si un
atributo pude definirse por sí mismo o no, o un bien pueda ser observable sin hacer
referencias a unidades exteriores o no, hablar de desigualdad implica considerar vínculos
entre individuos. En este sentido, la desigualdad es una relación social, un encajamiento de
acciones en correspondencia que implica la construcción de asimetrías a partir de la
diferencialidad respecto a un atributo o bien. De esta manera, cobra relevancia preguntarse si
la desigualdad producto de un proceso monádico es realmente una relación de desigualdad, o
refiere simplemente a una relación de diferencia73. Nuestro enfoque en esta Tesis supone un
análisis de los procesos relacionales en la distribución diferencial de bienes autónomos –el
ingreso-, pero teniendo en consideración que la distribución diferencial de esos bienes
autónomos guardan estrecha relación con la distribución diferencial de bienes relativos –
poder-.
Relacionado con lo anterior, es menester destacar que este carácter relacional implica
también una perspectiva de abordaje analítico de las desigualdades sociales que existe a la par
y diferenciadamente de otras perspectivas. Tanto Wright (2010) como Tilly (2000b) dan
cuenta de ello, y la propuesta analítica –o modelos de análisis- que proponen discuten con
otros modelos y perspectivas.
Tilly (2000b) da cuenta de ello a partir de la consideración de obstáculos o
inconvenientes que encuentra en la literatura sobre la desigualdad. El autor identifica cuatro
inconvenientes: el particularismo, la interacción, la transmisión y el mentalismo. Quisiera
detenerme principalmente en el mentalismo, el cual se apoya en dos ontologías: el
individualismo metodológico y el individualismo fenomenológico. El mentalismo se basa en
los intereses y las motivaciones de los individuos como fuentes de la desigualdad. Supone el
recurso a los “estados mentales” como fuentes fundamentales de la desigualdad sin dar cuenta
de las relaciones de causa y efecto a partir de los cuales, esos estados mentales, producen los
resultados desigualitarios. El individualismo metodológico supone que la vida social resulta
principal -o exclusivamente- de las acciones de personas “auto-motivadas” que procuran
satisfacer sus intereses. Los mecanismos causales derivan aquí, de sucesos mentales: las
decisiones. En segundo lugar, el individualismo fenomenológico postula la “mente
consciente” como la realidad social última. Para el autor, cuando hay dudas sobre la
posibilidad de una comunicación confiable entre las mentes, el individualismo
73
En este sentido, considero que un análisis de las desigualdades que privilegia los procesos entendidos como
monádicos tal como la plantea Wright (2010) no logra acercarse a la noción de desigualdad, en tanto ésta supone
intrínsecamente una relación.
98
fenomenológico se transforma en solipsismo. Así, los individuos expresan ellos mismos sus
propias identidades al entablar relaciones desigualitarias: “el consumo de mercancías y
servicios, por ejemplo, se convierten en una manera de difundir la propia concepción de sí
mismo al mundo general. Sin embargo, esa clase de individualismo fenomenológico no ha
producido ninguna descripción coherente de las interacciones entre los estados conscientes de
diferentes actores o de los procesos mediante los cuales dichos estados provocan alteraciones
en la estructura social” (Tilly: 2000b. Pág. 33).
Ambas ontologías mentalistas se apoyan en mecanismos causales obscuros, fundados
en la experiencia y la acción individuales. Centran la reflexión en la imagen de individuos con
atributos variables que atraviesan un proceso de selección, y que de acuerdo con éstos, ocupan
los puestos que les otorgan recompensas diferenciales.
Esta perspectiva de análisis con la que discute Tilly (2000b) es retomada también por
Wright (2010). Este último la denomina perspectiva –o modelo- de logros en el análisis de las
desigualdades materiales. Este modelo postula que el ingreso es un retorno de los propios
esfuerzos, presentes y pasados. Refiere entonces centralmente, a un proceso monádico que
produce una distribución de un resultado también monádico. Si bien estos modelos admiten la
existencia de procesos relacionales, por lo general lo refieren a desviaciones de un modelo
puro. En las versiones sociológicas de los modelos de logros –comúnmente denominados
modelos estratificados de estatus- las desviaciones derivadas de procesos relacionales son
desviaciones del modelo puro, desequilibrios derivados de diversos factores -raza, etnia, sexo,
por ejemplo- que actúan como obstáculos para la igualdad de oportunidades. En las versiones
de las ciencias económicas -modelos de capital humano-, las desviaciones reflejan
desequilibrios transitorios de mercado o tipos de discriminación extra-económica. Tanto en
una como en otra versión, los mecanismos de determinación del ingreso que producen
desviaciones de un modelo puro implican que ciertas personas no pueden obtener la totalidad
del pago por sus esfuerzos realizados. La lógica del proceso es entonces, monádica con
perturbaciones relacionales contingentes.
Ambos autores optan por una perspectiva relacional en el análisis de las
desigualdades. Para Tilly (2000b) los mecanismos causales que subyacen a la desigualdad no
consisten en sucesos mentales individuales, estados de conciencia, o acciones autónomas de
sistemas sociales, sino que actúan en dominios de la experiencia colectiva y la interacción
social. Esto implica un modelo relacional de vida social que se inicia con transacciones y
lazos interpersonales. Para Wright la perspectiva relacional en el análisis de la desigualdad
implica adentrarse en lo que denomina como modelo de explotación.
99
3.2. El modelo de la explotación de Wright.
En contraposición al modelo de logros explicitado anteriormente, el autor propone un
modelo para analizar las desigualdades en el bienestar material a través del ingreso, que
denomina modelo de explotación. Dicho modelo se basa en la premisa de que la desigualdad
por ingresos es fundamentalmente relacional. Se argumenta así, que los ingresos de los
individuos derivan de diferentes tipos de relaciones sociales que dichos individuos entablan.
Estas relaciones han variado a lo largo de la historia y pueden clasificarse como relaciones
basadas en diferentes modos de producción. A través de distintos mecanismos estas relaciones
sociales de producción le permiten a un grupo de personas apropiarse de los frutos del trabajo
de otro grupo. A esta apropiación el autor denomina explotación. La explotación implica así,
que los ingresos del grupo “explotador” dependen de los esfuerzos del grupo “explotado”.
Un concepto central debe incorporarse antes de desarrollar el modelo de la
explotación, justamente el concepto explotación.74 Para Wright (2010) la explotación refleja
un patrón de interacciones continuas estructuradas mediante un conjunto de relaciones que
ligan mutuamente al explotador y al explotado. Este concepto se define mediante tres criterios
o principios. 1) En primer lugar, el principio de bienestar independientemente inverso. Este
principio supone que el bienestar de los explotadores depende causalmente de las privaciones
materiales de los expropiados. 2) En segundo lugar, el principio de exclusión. La relación
causal que genera el principio anterior involucra la exclusión asimétrica de los explotados del
acceso y el control de recursos o activos productivos. 3) En tercer lugar, el principio de
apropiación. El mecanismo causal que traduce la exclusión en diferencias de bienestar
incluye la apropiación de los frutos del trabajo de los explotados por parte de quienes
controlan los recursos productivos relevantes.
En suma, el primer criterio establece el antagonismo de los intereses materiales. El
segundo criterio establece que el antagonismo se determina según la posición de las personas
en la organización social de la producción. El tercer criterio establece el mecanismo
específico mediante el cual se generan los intereses materiales antagonistas, el bienestar de
unos depende del esfuerzo de otros.
Esta consideración es de suma importancia porque el autor nos alerta que una relación
es de explotación si presenta los tres criterios. Si sólo se dan los dos primeros existe lo que
74
También es menester dar cuenta del concepto “modo de producción”. Daremos cuenta de ello más adelante en
esta Tesis, en el apartado sobre Igualdad y Modos de producción que nos brindará elementos para analizar el
carácter socio-productivo de las unidades productivas que son objeto de análisis.
100
denomina como “opresión económica no-explotadora”, pero no explotación. En la “opresión
no-explotadora” los frutos del trabajo no se transfieren del oprimido al opresor, el bienestar
del segundo depende simplemente de la exclusión del opresor del acceso a ciertos recursos,
pero no de su esfuerzo de trabajo. La diferencia sustantiva refiere a que en una relación de
explotación el explotador necesita del explotado, dado que su propio bienestar depende del
esfuerzo del explotado.
Ahora bien, es sustantivo señalar que en ambos casos existe una relación social de
desigualdad, y que dicha desigualdad se basa en la propiedad y el control de los recursos
productivos. Una desigualdad se sustenta entonces en la explotación, otra desigualdad se
sustenta en la “opresión”, toda explotación implica una opresión, pero no toda opresión es una
explotación.
El Modelo de Explotación supone una relación de desigualdad material sobre la base
de relaciones de propiedad sobre diferentes tipos de activos productivos. Por un lado, la
propiedad de los medios de producción (activos alienables). La relación de desigualdad se
sustenta en la escisión entre propietarios y no propietarios de los medios de producción. La
constitución de la condición de no propietario de los medios de producción expresa también
procesos expropiatorios de las condiciones de vida y existencia de los individuos constituidos
como tales.75 Así por ejemplo, el capitalismo, como formación social hegemónica, tiene como
funcionalidad y vección, no la reproducción del hombre a partir de la producción de valores
de uso, sino la reproducción de capital a partir de la producción de valores de cambio 76. Esta
vección de la estructura social -orientada a la acumulación de capital-, ha operado
permanentemente con una doble mecánica: formación primaria de capital mediante la
expropiación de condiciones de existencia de los individuos y la materialización de la
acumulación capitalista propiamente dicha, basada en la explotación de la fuerza de trabajo
"asalarizada" resultante de los procesos expropiatorios (Marín: 2004).
En segundo lugar, Wright, retomando a Roemer (1985) da cuenta de desigualdades
generadas por la distribución desigual de las habilidades (o activos inalienables). La relación
de desigualdad en este caso se da en los retornos a las habilidades en forma de ingreso. Estos
retornos son “desproporcionales” –es decir que existe un porcentaje de renta del salario-
75
Como afirma el autor en otro texto, el capitalismo no es simplemente una economía de libre mercado, es una
economía de mercado con una forma peculiar de relaciones de clase resultante de la separación entre propietarios
y no propietarios de los medios de producción. (Wright: 2006). La temática de los relaciones de propiedad se
encuentra estrechamente vinculada con el concepto de modos productivos. Sobre esto volveremos más adelante.
76
Utilizamos el término vección y no finalidad, para enfatizar el carácter teleonómico y no teleológico del
proceso. Se trata más bien, de lo que Elías (1996) caracteriza como “proceso ciego”, es decir un proceso en el
cual la acción racional de sujetos se desarrolla sin que exista una planificación racional de conjunto.
101
frente a los costos de adquirir dichas habilidades, y se reproducen a partir de la
institucionalización de las credenciales. Las credenciales entonces, son la forma legal de
propiedad que sustenta la explotación basada en las habilidades.
Por último, el autor menciona que la desigualdad puede sustentarse también en activos
de organización. Aquí, el control de los recursos organizacionales de producción –el control
de la planificación y de la coordinación de la división del trabajo- es la base material para la
apropiación del excedente del trabajo por parte de los “burócratas”77. Esta noción resulta de
una crítica y reformulación de las consideraciones de Roemer (1985) sobre lo que denominó
“explotación de status”. Ésta refiere a los ingresos que se adjudican ciertos agentes en virtud
de los puestos que ocupan, y no en virtud de la calificación necesaria para desempeñar las
tareas asociadas con los mismos. Wright redefine esta noción reinsertándola en la dimensión
del proceso productivo o de las fuerzas de producción. Para este último el autor, es la
distribución desigual y el control de los activos de organización y no específicamente el status
el mecanismo que sustenta la desigualación material.
Más allá de cada activo productivo en particular, para todos los casos la propiedad o el
control sobre estos activos permiten a una clase –o grupo- apropiarse de parte del excedente
social que producen las otras clases –o grupos-.78
Empíricamente este modelo supone investigar la variabilidad de la forma y grado de la
explotación y la desigualdad del ingreso, tomando en consideración así, la distribución de la
propiedad de estos activos generadores de explotación, los procesos que determinan los
ingresos entre diferentes posiciones de clase relacionalmente definidas y los efectos de las
diferentes luchas colectivas que potencialmente puedan contrarrestar -o intensificar- los
efectos de los mecanismos de explotación en la desigualdad del ingreso. Este último elemento
introduce la noción de conflicto, ya que la lógica inherentemente antagonista del proceso
relacional estructura una disputa, un antagonismo. Las clases tienen intereses
fundamentalmente opuestos en la medida en que el ingreso de unos depende de la explotación
de los otros. El conflicto es orgánico a la estructura de los mecanismos generadores de
desigualdad. El reconocimiento del antagonismo resultante de esta relación de desigualdad
nos conduce al siguiente punto de centralidad, los grupos que se constituyen o configuran en
la relación distributiva. La noción de categoría desarrollada por Tilly nos servirá para ello.
77
Según el autor la distribución desigual de los activos de organización puede verse como la base de la
explotación burocrática estatal, forma distintiva de la explotación del “socialismo real” (Wright: 2010. Pág. 54)
78
El autor menciona un último activo productivo que refiere a la fuerza de trabajo, la cual podría verse como la
base de la explotación feudal. El derecho de propiedad sobre la fuerza de trabajo del siervo es la base para que el
señor feudal fuerce al siervo a trabajar en las tierras de éste, o pague rentas feudales.
102
3.3. Las categorías y los grupos.
La perspectiva relacional de Charles Tilly sobre las desigualdades persistentes (2000b)
constituye un aporte relevante para el análisis de los procesos desarrollados en la presente
Tesis. Nos interesa ahora presentar algunos de los conceptos que consideramos relevantes y
sugerentes a la hora de entender las relaciones distributivas objeto de análisis. Presentaremos
entonces, los conceptos de: categoría, límite, y mecanismos de desigualdad (explotación,
acaparamiento de oportunidades, emulación y adaptación).
El autor define a las categorías como un conjunto de actores que comparten un límite
que los distingue de al menos otro conjunto de actores visiblemente excluidos por ese límite,
y los relaciona con ellos. Una categoría así, aglutina actores considerados semejantes, escinde
conjunto de actores considerados desemejantes –o diferentes- y define relaciones entre ambos.
En sí mismas, las categorías no producen una desigualdad. Esto depende de su
combinación con una segunda configuración: la jerarquía. La desigualdad categorial –
desigualdad basada en la categorización- depende de la combinación de un límite bien
definido que separe dos espacios, con un conjunto de lazos sociales asimétricos que conecten
a los actores en ambos. Por último, la desigualdad categorial ocurre, en la medida en que los
sitios se asocian de manera desigual a los flujos de recursos que sostienen su interacción.
El trabajo categorial implica atribuir cualidades distintivas a los actores de uno y otro
lado de los límites de un espacio. Dicha atribución o etiquetamiento implica la constitución de
categorías pareadas -formadas de a pares: varón, mujer; calificado, no-calificado; negro,
blanco- que refieren a cada uno de los lados del límite.
Las formas más dramáticas de categorización implican un estigma. Sin embargo, una
categoría viable no necesariamente entraña un perímetro completo alrededor de todos los
actores a uno y otro lado del límite. Una categoría viable tampoco requiere homogeneidad
entre los actores de un lado determinado. Tampoco hace falta que los límites categoriales se
basen en características objetivamente verificables. Las categorías no son conjuntos
específicos de personas o atributos inconfundibles, sino relaciones sociales estandarizadas y
móviles.
Como se puede inferir de lo explicitado, en el establecimiento de las categorías cobran
relevancia los límites que escinden los grupos categoriales. El autor marca tres orígenes
superpuestos que causan la ubicación de grupos de un lado o el otro del límite. En primer
lugar, la “invención”, que refiere a actores o grupos de actores que construyen
deliberadamente límites e historias correspondientes para justificar dichos límites. En segundo
lugar, la “adopción” que implica la incorporación de límites que ya existen en otros ámbitos
103
sociales. Y en tercer lugar, los “subproductos de encuentros de redes”. Aquí, las nuevas
categorías se forman como subproductos de la interacción social que simultáneamente conecta
individuos que comparten o adquieren con ello, rasgos comunes, pero a la vez los segrega o
escinde en algún aspecto de otros individuos, con quienes sin embargo, mantienen relaciones
significativas. El autor menciona que este tipo de origen implica la existencia de miembros de
grupos ya consolidados de relaciones sociales que compiten con uno o más actores externos a
ellos. Esas interacciones solidario-competitivas forman líneas de fallas entre redes, y generan
a la vez, historias que los participantes utilizan para explicar y justificar sus interacciones.
Esas historias encarnan nociones compartidas sobre quiénes somos “nosotros”, quiénes son
“ellos”, qué nos separa y qué nos relaciona. Los individuos las construyen en el contexto de
materiales culturales previamente disponibles: conceptos, creencias, recuerdos, símbolos,
mitos, y conocimiento local compartidos. Una vez introducidas estas historias coaccionan las
posteriores interacciones a través del límite, y sólo se modifican lentamente en respuesta a
ellas.
Tanto la invención como la interacción de las redes producen libretos relacionales 79,
pero lo hacen de diferente manera. La invención de categorías en las organizaciones comienza
con libretos y genera luego un conocimiento común que lo modera y enriquece80. En la
interacción de redes el conocimiento común localizado y las regularidades de conductas
generadas por él, forman nuevos libretos relacionales. 81
Retomando la noción de categoría, el autor establece que éstas sostienen desigualdades
persistentes cuando se combinan con las jerarquías –lazos entre sitios sociales en que las
conexiones son asimétricas y los sitios sistemáticamente desiguales-. Cada una fortalece a las
otras, ya que una barrera relativamente impermeable reduce la posibilidad de que se entablen
a través de ella relaciones igualadoras, en tanto las relaciones asimétricas basadas en recursos
desiguales justifican el límite y lo tornan más visible.
79
Libretos relacionales refiere a modelos disponibles que los individuos poseen para la participación en clases
particulares de relaciones sociales. Los libretos van desde las rutinas involucradas en configuraciones generales y
complejas –como por ejemplo un par categorial- hasta formulas específicas que los individuos adoptan para
acciones concretas –el autor ejemplifica con una acción específica como retirar dinero de un banco-. Así los
seres humanos en interacción “se embarcan en rutinas que oscilan desde las virtualmente universales hasta las
activadas por una única situación social” (Tilly: 2000b. Pág. 66). A menor existencia de libretos relacionales
para una configuración específica, mayor grado de improvisación en la interacción.
80
Por organizaciones el autor entiende al conjunto bien circunscripto de relaciones sociales en las que los
ocupantes de por lo menos una posición tengan derecho a comprometer recursos colectivos en actividades que
atraviesan las fronteras. Por definición una organización anexa categorías a sus redes, una organización es
cualquier red circunscripta y categorialmente definida en la que algunos actores adquieren derechos a hablar con
autoridad por la totalidad.
81
El conocimiento local contiene información recogida por los miembros de una organización a través de la
experiencia. Si los libretos aportan modelos para la participación en clases particulares de relaciones sociales, el
conocimiento local compartido brinda un medio de dar contenido variable a esas relaciones.
104
En este sentido, el autor establece que el límite mismo tiene un efecto, ya que contiene
el conocimiento local, canaliza los flujos de movilidad, limita la responsabilidad y otorga la
influencia a quienes controlan la pertenencia a la organización y por lo tanto, el acceso a sus
beneficios. Un límite claro facilita en gran medida, el ejercicio de los derechos de propiedad
colectiva.
Ahora bien, más allá de los orígenes de constitución de los límites categoriales, cobra
relevancia explorar cómo, es decir, mediante qué mecanismos opera la desigualdad categorial.
Dos mecanismos principales causan desigualdad persistente cuando sus agentes incorporan
categorías pareadas y desiguales en límites organizacionales cruciales. Estos mecanismos son
la “explotación” y el “acaparamiento de oportunidades”. La explotación refiere a personas con
poder y relacionadas, que disponen de recursos de los que extraen utilidades
significativamente incrementadas mediante la coordinación del esfuerzo de personas ajenas, a
las que excluyen de todo valor agregado por ese esfuerzo. Por otro lado, el acaparamiento de
oportunidades actúa cuando los miembros de una red categorialmente circunscripta, ganan
acceso a un recurso que es valioso, renovable, sujeto a monopolio. Ambos mecanismo pueden
actuar paralelamente entre sí, pero refieren a procesos diferentes –así como la opresión y la
explotación explicitada por Wright (2010)-.
Otros dos mecanismos sustantivos que el autor menciona son la “emulación” y la
“adaptación”. Estos mecanismos refuerzan la eficacia de las distinciones categoriales
cimentando los mecanismos anteriores –la explotación y el acaparamiento de oportunidades-.
La emulación implica la copia de modelos organizacionales establecidos, y/o el “trasplante”
de relaciones sociales existentes de un ámbito a otro. La adaptación refiere a la elaboración de
rutinas diarias como la ayuda mutua, la influencia política, el cortejo y la recolección de
información sobre la base de estructuras categorialmente desiguales.
Así, la explotación y el acaparamiento de oportunidades favorecen la instalación de la
desigualdad categorial, la emulación y adaptación favorecen su influencia, fijan en su lugar
las distinciones y las hacen habituales y a veces hasta esenciales.
La desigualdad categorial resuelve problemas organizacionales al establecer un acceso
categorialmente desigual a los resultados valorados. Tanto la explotación como el
acaparamiento de oportunidades proporcionan medios para lograr la obtención de beneficios a
partir de los recursos expropiados. En este sentido, el autor establece que una vez establecidos
la explotación y el acaparamiento de oportunidades, éstos plantean desafíos y problemas
organizacionales de cómo mantener la distinción entre los de adentro y los de afuera, cómo
asegurar la solidaridad, la lealtad el control y la sucesión, cómo monopolizar el conocimiento
105
que favorece el uso provechoso de los recursos confiscados. El establecimiento de límites
explícitamente categoriales ayuda a resolver dichos problemas, en especial si los límites en
cuestión incorporan formas de desigualdad que ya están bien establecidas en el mundo
circundante.
Lo anterior supone la existencia de categorías en “disponibilidad” social, que pueden
ser intercambiables o utilizables en diferentes organizaciones. Respecto a este punto el autor
menciona que las categorías pueden ser internas o externas. Estas etiquetas de interna o
externa no identifican el contenido de la relación categorial, ni a los miembros de un par
categorial, sino que señalan la relación de las categorías con la organización en cuestión
donde esas categorías se emplean. Así, el contraste interno/externo define puntos finales de un
continuum que va desde lo muy local hacia lo socialmente omnipresente. Las categorías
internas pertenecen a una estructura interiormente visible de una organización en particular.
Los participantes de las organizaciones inventan nombres para los límites y los actores que
distingue, imponen rituales, que reconocen las relaciones pertinentes y los representan
mediante dispositivos simbólicamente explícitos, como uniformes, distintivos, y estatus
organizativos. Aquí se incluyen las categorías que limitan la organización misma y separa a
los miembros de los no miembros. Las externas no se originan en una organización dada y
establecen diferencias sistemáticas en las actividades, las retribuciones, el poder.
Es relevante apuntar que el autor explicita que la armonización de categorizaciones
internas y externas fortalece la desigualación dentro de la organización que la efectúa. Las
internas bien marcadas facilitan la explotación, al proporcionar explicaciones, justificaciones
y rutinas prácticas para la distribución desigual de retribuciones. Pero armonizarla con pares
categoriales exteriores -blanco-negro, ciudadano extranjero, por ejemplo- implica importar
nociones, prácticas y relaciones ya establecidas que reducen costos de mantener esos límites.
Así, la emulación refuerza la explotación y el acaparamiento de oportunidades. De esta
manera, según el autor, las distinciones categoriales locales o internas ganan fortaleza y
actúan a menor costo cuando se asocian a categorías pareadas y desiguales ampliamente
accesibles o externas. Cuando muchas organizaciones adoptan las mismas distinciones
categoriales estas alcanzan mayor difusión y son más decisivas en la vida social en general.
Así por ejemplo, las desigualdades por raza, género, etnia, etc., se forman mediante procesos
sociales similares y son -en gran medida- organizacionalmente intercambiables.
En este sentido, las categorías pareadas y desiguales consistentes en relaciones
asimétricas a través de una línea divisoria socialmente reconocida se reiteran en una amplia
variedad de situaciones y su efecto es la exclusión desigual de cada red (grupo) de los
106
recursos controlados por la otra. La desigualdad categorial es la resultante de diversas
intersecciones de explotación, acaparamiento de oportunidades, emulación y adaptación. Los
mecanismos sociales que generan desigualdad en una gama de beneficios (riqueza, poder,
ingreso, estima) son similares. Sin embargo, las acumulaciones históricas de instituciones,
relaciones sociales, nociones compartidas, producen diferencias en la actuación cotidiana de
varias clases de categorías, así como en diversos tipos de resultados. En última instancia, el
autor menciona que las interacciones de explotación, acaparamiento de oportunidades, la
emulación y la adaptación las explican todas.
Así, la desigualdad categorial tiene propiedades generales, sin embargo, posee también
la particularidad de que su funcionamiento concreto varía con las nociones, las prácticas, y las
relaciones sociales históricamente acumuladas, ya asociadas a un conjunto dado de
distinciones.
Por último, los sentimientos de identidad por un lado, y la hostilidad inter-grupal por
el otro, bien pueden acompañar, propiciar o resultar del uso de diferencias categoriales. Pero
el autor menciona que la preponderancia relativa de tales actitudes cumple un papel
secundario en la extensión y forma de la desigualdad. Las creencias fortalecen la explotación,
el acaparamiento de oportunidades, la emulación y la adaptación, pero ejercen poca influencia
“independiente” sobre su iniciación. En este sentido, el autor menciona que la introducción de
nuevas formas organizacionales es la que tiene impacto diferencial en la desigualdad
persistente. Así, la identificación de dichas formas organizacionales se convierte en desafío
significativo para los científicos sociales. Por otro lado, similares problemas organizacionales
generan soluciones paralelas muy similares en ámbitos muy diferentes. Los argumentos que
justifican las categorías varían mucho más que los mecanismos estructurales recurrentes.
En suma, la explotación y el acaparamiento de oportunidades motivan el
establecimiento de límites categoriales en las organizaciones, en tanto que la emulación y la
adaptación refuerzan sus efectos. A partir de las configuraciones, un punto de vista relacional
de la desigualdad destaca la conjunción de la jerarquía y las categorías en el par categorial
desigual. Dichos pares difieren en el grado de interioridad o exterioridad a una organización
dada. Cuando en una organización dada, un grupo de individuos controla recursos valiosos de
los que sólo puede extraer utilidades si aprovecha en su favor el esfuerzo de otros ajenos a él,
comúnmente crea o toma prestadas las formas de la desigualdad categorial. Si en muchas
organizaciones controladoras de recursos se establece una misma relación generalizada, la
relación se convierte en una base dominante de la desigualdad en la población entera. Los
efectos directos de las categorías tienen gran importancia –aquellos que operan directamente
107
sobre la organización-, dado que actores con mucho poder establecen relaciones de
explotación a través de límites prontamente reconocidos. Pero donde prevalecen ciertas
diferencias categoriales, sus efectos indirectos –aquellos efectos que traspasan la barrera
organizacional- también contribuyen en gran medida en la distribución de las ventajas y
desventajas en la población en general, dado que la experiencia categorial acumulada se
traslada al promedio de las diferencias sistemáticas de desempeño. Éstas llegan entonces a
justificar, reforzar y hasta crear sistemas categoriales explícitos. Así, sigue girando la espiral
de la desigualdad categorial.
3.4. De Tilly a Elías: Los recursos organizativos como constitución de las categorías
desiguales.
A partir del estudio realizado en un barrio de Londres denominado Winston Parva,
Elías (2006) analizó las relaciones –o configuraciones- entabladas entre dos grupos de
individuos de extracción obrera que diferían sólo en términos de la cantidad de tiempo que se
encontraban habitando el lugar. Entre los grupos, no había diferencias de nacionalidad, origen
étnico, color o raza, tipo de ocupación, ingresos o nivel educativo.
Para el desarrollo del análisis, el autor parte de la siguiente observación: de manera
recurrente los miembros de grupos que son, en términos de poder, más fuertes que otros
grupos interdependientes se conciben a sí mismos como seres humanos mejores que el resto.
Los grupos más poderosos entonces, se contemplan a sí mismos como mejores, como
poseedores de una especie de carisma grupal, de una virtud específica compartida por todos
sus miembros y de la que carecen los integrantes del grupo diferente de él. Incluso, en todos
estos casos, los “superiores” son capaces de hacer sentir a los menos poderosos su carencia de
virtud, es decir, su inferioridad humana. Sintéticamente, la observación de la configuración
entre estos grupos mostraba cuatro elementos: una separación entre dos grupos -los
establecidos y los forasteros-; una exclusión grupal de todo contacto social entre los grupos -
por fuera de las ocupacionales-; una estigmatización hacia el grupo de los forasteros -
considerarlos/se inferiores-; y una auto-afirmación propia de identidad positiva del grupo de
los establecidos -sentirse superiores-.
El autor se pregunta entonces: ¿Cómo se llega a una situación tal? ¿Cómo mantienen
entre sí los miembros de un grupo la convicción de que son no sólo más poderosos, sino
también mejores seres humanos que los de otro grupo? ¿A qué medios recurren para imponer
la creencia en su propia superioridad humana sobre los menos poderosos?
108
Al respecto, Elías (2006) desarrolla una muy sugerente hipótesis. La longevidad de la
asociación, por sí misma, forja el grado de cohesión social, la identificación colectiva y la
comunidad de normas que tienden a provocar la “euforia gratificante” que acompaña la
conciencia de pertenecer a un grupo de valor superior así como el desdén complementario
hacia otros grupos.
Dicha hipótesis supone que las diferencias de grado en la organización social juegan
un papel decisivo en el grado de poder que un grupo posee respecto a otro. El autor menciona
dos dimensiones respecto al grado de organización social: a) diferenciales en los grados de
cohesión/integración social y b) diferencias de grado en el control comunal.
Del análisis de dichas dimensiones el autor pudo observar en Winston Parva que el
grupo “superior” era constituido por miembros que se conocían entre sí desde varias
generaciones, habían forjado un modo de vida y normas compartidas, con sus propias
clasificaciones internas y jerarquías, con un respeto por principios o valores por ellos
construidos, y que sentían orgullo de ello. De esta manera, existía para estos individuos un
sentido de pertenencia y prestigio ligado a la vida comunal y a la tradición. La llegada de los
nuevos es sentida como amenaza a su modo de vida. Se construye así, un “cierre de filas”,
protegiendo su identidad grupal y reafirmando superioridad. Los nuevos, en tanto carecían de
cohesión grupal, -no constituían un grupo cohesionado- no pudieron “cerrar filas” entre ellos,
ni defenderse de la exclusión.
La resultante de este proceso constituía una reproducción de los desequilibrios de
poder y de las identificaciones del grupo en tanto “superiores”. Su mayor cohesión posibilitó a
dicho grupo reservar para sus miembros las posiciones sociales de un mayor potencial de
poder, lo cual a su vez refuerza su posición, así como de excluir de ellas a los miembros de
otros grupos. Esta es la idea básica que subyace a la configuración entre establecidos y
forasteros.
La configuración era operativizada a partir de la utilización de instrumentos de poder:
El autor menciona en primer lugar a la “exclusión” como instrumento. Ésta implica la escisión
entre los grupos y el tabú al contacto. Así también, el ejercicio de un minucioso control social,
que implicaba una sanción a la transgresión de la norma de exclusión por lo que seguir
estrictamente las normas de no contacto era el precio que los superiores debían pagar por y
para pertenecer al grupo. Esto constituía cierto “miedo a la contaminación”, un miedo a la
infección anómica resultante del contacto que implicaba un riesgo de pérdida de reputación y
la expulsión del propio grupo de establecidos.
109
Por otro lado, el autor menciona el “estigma” también como un instrumento de poder.
La exclusión era posible a partir de una atribución de conducta anómica al “forastero” –
nuevo-. Esto se lograba, tomando en consideración las características execrables de la peor
selección del grupo y atribuyéndola a la totalidad. Los forasteros eran vistos como incapaces
de observar las normas y sus constreñimientos. Todas las expresiones de estigma,
simbolizaban así el hecho de que el forastero no estaba a la altura de las normas del grupo
superior porque, según esas normas, era anómico. Por otro lado, existía una atribución nómica
al establecido, que tomaba en consideración las características modélicas de la mejor
selección del grupo, que era atribuida también a la totalidad del mismo.
La finalidad de estos instrumentos de poder era preservar la identidad de los
establecidos, su superioridad y reproducir las posiciones de poder. El “cierre de filas” –la
escisión de los grupos y la rigidez de los límites- cumplía la función social de preservar la
superioridad de grupo.
Ahora bien, para el autor el eje del tipo de interdependencia entre los grupos es el
desequilibrio de poder -condición para la estigmatización- y las tensiones a él inherentes. Un
grupo puede estigmatizar a otro si está instalado en posiciones de poder que le son negados a
ese otro. Es decir, el grado de estigmatización está en relación con el grado de monopolio de
los recursos de poder que a la vez posibilitan la exclusión. Así, el autor menciona que cuando
el desequilibrio de poder es muy amplio, los grupos forasteros se evalúan a sí mismo con los
criterios de sus opresores. En esta situación, las tensiones y conflictos grupales se encuentran
en estado latente. Si el diferencial es menor, o se desplaza a favor de los forasteros, el
conflicto puede ser constante o manifiesto.
La sociodinámica de la relación entre grupos ligados entre sí como establecidos y
forasteros viene determinada entonces, por la forma de su vínculo, no por las características
que poseen los grupos afectados con independencia de ella. En este sentido, la noción de
interdependencia entre los grupos implica la consideración de un doble vínculo entre ellos.
Los forasteros son necesarios para los establecidos, cumplen alguna función social.
Esta noción de interdependencia entre los grupos, de doble vínculo, no excluye la
contraposición de intereses. El autor menciona que los intereses materiales -económicos-
entre forasteros y establecidos prevalecen cuando los diferenciales de poder son mayores –y
las privaciones son mayores-, pero no son los únicos tipos de intereses. Existen también, los
intereses de status o posición. Aquí el grado de poder de un miembro de un grupo disminuye
si sus acciones chocan con la opinión grupal. En este sentido, los grupos cohesionados son
competitivos, por lo que la erosión de la posición de un miembro del grupo en el orden grupal
110
interno, debilita su capacidad de mantener dicha posición en la competencia por poder y status
en el seno del grupo, más aún si los beneficios materiales derivan de esa posición o status. Por
lo tanto, el “cierre de filas”, la exclusión y la estigmatización, derivan de los desequilibrios de
poder resultante de la cohesión grupal. Pero dichos instrumentos son reproducidos por un
control individual -de los cierres y sus normas- para mantener una posición de status, control
individual motivado por una competencia intra-grupal. Así la desigualdad social inter-grupal,
es motorizada también por una competencia intra-grupal.
La perspectiva analítica propuesta por Elías (2006) implica una profunda crítica a las
explicaciones sobre la estigmatización y la desigualdad social que las entiende en tanto
prejuicio social, es decir, a partir del análisis de la estructura de personalidad de individuos
concretos pero aislados. Para el autor, únicamente es posible analizar la desigualdad social a
partir de la configuración formada por los grupos involucrados, o en otros términos, a partir
de indagar sobre la naturaleza de su interdependencia.
En suma, nos resulta sugerente retomar a Elías y el análisis por él realizado. En primer
lugar, porque analiza la desigualdad social desde una perspectiva relacional, lo que implica
indagar sobre la interdependencia entre los grupos, es decir, la naturaleza de su vínculo. En
segundo lugar, consideramos como sustantiva la perspectiva que otorga un papel decisivo en
la explicación de relaciones de desigualdad a los diferenciales de cohesión grupal.
Consideramos que constituye una importante indicación para el análisis en específico de las
relaciones distributivitas analizadas en la presente Tesis. Así también nos resulta importante la
noción de exclusión como instrumento de poder, cuya finalidad es la reproducción
justamente, de las posiciones de poder. Por último, una hipótesis por demás sugerente que
recorre el texto y que refiere a las “regularidades estructurales”, es decir aplicables a todo
grupo social. Elías explicita que el grado de cohesión grupal constituye una fuente diferencial
de poder, e hipotetiza que juega un rol preponderante en muchos otros contextos sociales, que
con frecuencia se encuentran ocultos al ojo del observador por otras características distintivas
como el color o la clase social. El autor establece que la figuración entre “forasteros” y
“establecidos” exhibe características y regularidades comunes en una amplia variedad de
contextos. Pues bien, como analizaremos más adelante, la posibilidad de hipotetizar sobre
regularidades estructurales a partir de nuestro objeto de análisis, resultará de interés
explicativo para las relaciones distributivas desigualitarias.
111
Capítulo 4. La tensión igualación-desigualación. Análisis de las transformaciones en las
formas de distribución de los ingresos en las empresas recuperadas.
82
La participación económica de los miembros de la cooperativa la podemos encontrar en el tercer principio
cooperativista –son en total 8 principios- establecido por La Alianza Cooperativa Internacional en su
Declaración sobre Identidad y Principios Cooperativos, adoptados en Manchester en 1995. Dicho principio
afirma: "Los miembros contribuyen de manera equitativa y controlan de manera democrática el capital de la
cooperativa. Por lo menos una parte de ese capital es propiedad común de la cooperativa. Usualmente reciben
una compensación limitada, si es que la hay, sobre el capital suscripto como condición de membresía. Los
miembros asignan excedentes para cualquiera de los siguientes propósitos: el desarrollo de la cooperativa
mediante la posible creación de reservas, de la cual al menos una parte debe ser indivisible, los beneficios para
los miembros en proporción con sus transacciones con la cooperativa; y el apoyo a otras actividades según lo
apruebe la membresía". Dichos principios han sido adoptados por el INAES (Instituto Nacional de
Asociativismo y Economía Social). Fuente: http://www.inaes.gob.ar/es/articulo.asp?id=39#3.- Participación
Económica de los miembros.
113
socios plenos83. En 2003, menos de la mitad de las empresas (40%) poseían trabajadores no
asociados, en 2006 esta relación se invierte y las empresas que poseen dichos trabajadores
pasan a ser la mayoría (66%), y en nuestro relevamiento de 2010 este porcentaje vuelve a
disminuir al 40%. Si bien en relación a 2006, en 2010 encontramos una menor cantidad de
empresas que poseen trabajadores no asociados a la cooperativa, como se observa en el
siguiente cuadro, la cantidad de estos trabajadores ha aumentado en un 36% entre las
empresas analizadas. Si en 2006 encontrábamos 44 trabajadores no asociados en las 15
empresas, en 2010 estos se elevan a 60.
Fuente: Elaboración propia sobre la base del Relevamiento UBACyT “Transformaciones emergentes en el
proceso de recuperación de empresas”. Director: Julián Rebón. N: 15
83
Como trabajadores no socios o no asociados contemplamos aquí sólo aquellos trabajadores que se encuentran
en esferas que consideramos internas al proceso productivo mismo (adquisición, producción, comercialización,
administración). Excluimos aquí, a los trabajadores que realizan trabajos en la cooperativa pero a partir de
servicios externos de tipo técnico, como abogados, contadores, auditores de seguridad e higiene, servicios de
reparación de maquinarias e instrumentos de trabajo, etcétera. Es necesario remarcar que la legislación vigente
(ley N° 20337/73) prohíbe la contratación de personal por parte de las cooperativas por un lapso mayor a 6
meses. Ante la eventualidad en que las cooperativas se vean en la necesidad de contratar personal, debe hacerse
–previa justificación- mediante vinculación laboral en relación de dependencia, lo que implica que se deben
cumplir todas las obligaciones propias de una relación laboral y las disposiciones legales correspondientes al de
contrato de trabajo.
114
trabajadores como trabajadores no asociados. Como veremos a continuación, la consideración
de la forma que asume la incorporación de nuevos trabajadores en estas unidades productivas
resulta relevante a la hora de analizar descriptivamente las transformaciones emergentes de
las formas distributivas en estos espacios productivos.
Pasemos entonces, a analizar descriptivamente las transformaciones en la dimensión
distributiva tomando como referencia la totalidad de los colectivos laborales, es decir
considerando tanto el retiro a cuenta de utilidades de los asociados, como el pago a
trabajadores no asociados. Para tal caso, compararemos los criterios a través de los cuales se
efectuaba dicha distribución en nuestro primer registro de 2003 con las formas que asumió en
2006 y luego en 2010.
Cuadro 11: Sostenimiento de las formas distributivas en las empresas para cada relevamiento
efectuado (2003, 2006, 2010).
Año 2003 Año 2006 Año 2010
3 empresas 2 empresas
empresas de distribución 9
siguen siendo siguen siendo
igualitaria empresas
igualitarias (-6) igualitarias (-7)
5 empresas 5 empresas
empresas de distribución 6
siguen siendo siguen siendo
diferenciada empresas
diferenciadas (-1) diferenciadas (-1)
Así, sólo tres de las nueve empresas que distribuían igualitariamente en 2003,
continúan haciéndolo en 2006. Para 2010 esa cantidad se reduce en un caso, así de las
empresas con origen igualitario sólo dos sostienen –sin modificación- esas formas en el
tiempo. Por otro lado, la gran mayoría de las empresas con origen diferenciado en la
distribución sostienen esas formas en 2006 y en 2010 (5 de 6 empresas). En sólo dos casos un
criterio diferenciado de retribución muta a igualitario. En uno de estos casos, la particularidad
reside en que en 2003 ya contaba con una importante antigüedad de existencia como
recuperada, habiendo desarrollado por entonces un proceso de diferenciación en los retiros.
Sin embargo, esta diferenciación se revirtió en 2006, en el marco de una fuerte crisis interna
que reduce drásticamente la cantidad de trabajadores y los ingresos de la cooperativa. El otro
caso, refiere a una cooperativa que comenzó siendo igualitaria en la distribución, luego adoptó
una forma distributiva diferenciada y luego de un conflicto interno -que menguó la cantidad
de trabajadores- volvió a ser igualitaria.
84
El retiro igualitario corresponde al pago según el criterio de “todos por igual”. Sin embargo, esta modalidad
puede especificarse -en algunos casos- por criterios equitativos. Estos criterios refieren al “mérito” o a la
“necesidad”. Más adelante en esta Tesis profundizaremos sobre este tema.
116
En suma, ha existido mayor grado de transformación de las modalidades distributivas
en aquellas empresas igualitarias en origen, por el contrario aquellas cooperativas que
retiraban diferenciadamente en 2003 no han sufrido mayores modificaciones.
Ahora bien, es posible especificar aún más las formas que asume la distribución de lo
producido por estas unidades productivas. En rigor, un análisis más detallado nos muestra que
existen cuatro tipos o modalidades distributivas en las cooperativas analizadas.
Cuadro 12: Tipos de distribución de los ingresos existentes en las empresas recuperadas de la
CABA, según año de relevamiento. (En absolutos).
Antigüedad en la cooperativa 0 0 2
Total 15 15 15
85
En tres de estas cinco empresas existe un segundo criterio de diferenciación basado en la antigüedad en la
cooperativa. Esta diferenciación se estipula bajo dos modalidades: en forma pura (cuando se toma como
parámetro la escala de antigüedad del convenio del sindicato de la rama) o a partir de la capitalización que cada
trabajador realiza anualmente. En esta última modalidad los trabajadores al tener mayor tiempo en la cooperativa
tienen mayor capitalización realizada, y por ende un porcentaje mayor de retribución.
86
La mengua refiere al pasaje de una empresa a la utilización de una forma distributiva igualitaria luego de un
intenso conflicto interno.
117
En primer lugar, las modalidades centradas en la categoría laboral se basan en criterios
que se encuentran desarrollados en las empresas capitalistas como metodología de retribución
al personal. La centralidad de esta distribución no se basa en un atributo de la relación laboral
de la empresa con el trabajador, sino en la tarea que efectúa el trabajador o su jerarquía
ocupacional. Es la diferenciación en las tareas, el criterio que justifica la desigualación en el
retiro, donde lo justo respecto a la retribución corresponde a aquello que se encuentra acorde
al tipo de tarea desarrollada. Sin embargo, debemos recalcar que este forma distributiva
adquiere en estas unidades productivas una forma más atenuada que en una empresa
capitalista. Esta moderación se logra a partir de la fijación de topes o diferencias máximas
entre las diversas escalas y categorías. Estos topes se sostuvieron durante todo el período y se
encontraron presentes aún en 2010.
En segundo lugar, en 2006 en un tercio de las empresas la distribución de los retiros se
realiza de forma diferencial entre socios y no socios, es decir, casos en donde el retiro es
igualitario ente los primeros, pero diferenciado respecto a los segundos, cuya retribución a su
vez, es menor87. Para 2010 este tipo de retribución sigue siendo importante, aunque en menor
medida que en 2006. En esta segunda modalidad, el criterio que subyace es sólo la condición
o la no condición de ser asociado. La posesión o no, de dicho atributo es el criterio que
discrimina el retiro que se obtiene.
En tercer lugar, encontramos aquellas empresas que conservan una forma distributiva
igualitaria. En 2003, este criterio era mayoritario entre las empresas. En 2006, sólo en un
cuarto de las empresas el reparto tiende a ser igualitario, en 2010 se mantiene dicho
porcentaje88. El criterio que justifica la igualación es el ser trabajador de la cooperativa,
independientemente de las diferencias existentes entre los distintos atributos que posean,
calificación de la tarea o el tipo de relación laboral establecida. El principio de justicia que se
encuentra presente supone que todos deben recibir el mismo tratamiento en cualquier
circunstancia. Este criterio de igualdad se concibe como el justo para las distribuciones. Los
recursos entonces, deben repartirse de modo que todos reciban la misma cantidad (Turiel:
1984; Piaget: 1977). Sin embargo, en algunas empresas dicho reparto es corregido por
criterios equitativos, dando lugar a otras formas que refieren a procesos de igualación, como
el pago por horas o la existencia de un plus por hijo. El primero de los tipos –el pago por
87
Es necesario apuntar aquí que no estamos haciendo referencia a la intensidad que adquiere la diferenciación.
Ésta es heterogénea y varía según cada empresa. Hacemos referencia solamente a los tipos de distribución sobre
la base de los criterios subyacentes.
88
Es necesario recalcar que, como explicitamos anteriormente, en 2010 sólo dos de estas cuatro empresas
igualitarias lo son desde sus orígenes.
118
horas- implica la existencia de una noción de reciprocidad bajo la forma de una compensación
según méritos y el intercambio equitativo. La justicia supone aquí recompensar a las personas
por sus contribuciones diferenciales mediante recompensas (Turiel: 1984). El segundo tipo –
plus por hijos-, refiere a una noción de equidad que se centra en las personas, más que en los
acciones. Las formas de distribución implican tomar en consideración principalmente las
necesidades de cada uno y no sólo los méritos. La preocupación central pasa más por la
necesidad, y se recompensa en función de ésta.
Por último, encontramos en 2010 una nueva forma que no se encontraba presente en
relevamientos anteriores, es la que refiere a la “antigüedad”. Este tipo de distribución se
encuentra en forma pura en una empresa y coexiste con el de responsabilidad –jefe o
responsable de sector- en otra. El criterio que subyace aquí es el tiempo que se tiene
trabajando como socio de la cooperativa, cuya consecuencia es la constitución de una escisión
en el colectivo laboral entre los asociados “nuevos” y los asociados “viejos”, quedando en la
cúspide de la pirámide distributiva aquellos trabajadores que participaron del proceso de
recuperación –los llamados socios fundadores-. Esta diferenciación distributiva puede
acentuarse aún más en el caso en que la responsabilidad se asocia con antigüedad, es decir los
casos en que los socios más antiguos –fundadores- son a la vez “responsables” de sector.
En suma, en el desarrollo de estas empresas la emergencia de formas de diferenciación
en los retiros nos indica la presencia de una tensión entre igualdad y desigualdad que atraviesa
el proceso. Categoría laboral, pertenencia a la cooperativa y en menor medida la antigüedad,
son las formas emergentes de los procesos de diferenciación. Pasemos entonces, a explorar
con qué elementos se encuentran asociadas estas formas, para luego, realizar un análisis
exhaustivo de cada una de ellas, los mecanismos distributivos que las configuran y los
criterios que las subyacen, tal que nos permita referirnos a relaciones de desigualdad y no a
una simple diferencialidad. En este sentido, hemos utilizado hasta el momento el concepto
“diferenciación” ya que enfatizamos descriptivamente sobre las formas que asume la
distribución. Para realizar un análisis en términos de “desigualación” es menester profundizar
sobre el carácter que asume la relación social sobre la base de la diferenciación observada.
119
sobre las distintas variantes de trayectorias asumidas, y encontrar así lógicas subyacentes a
estas transformaciones.
Fuente: Elaboración propia sobre la base del relevamiento del UBACYT Transformaciones emergentes en el
proceso de recuperación de empresas, 2010. N: 15. Las líneas punteadas expresan recorridos centrales.
120
sostiene esa modalidad distributiva. Por el contrario, las trayectorias distributivas de estas
experiencias igualitarias en origen evidencian un corrimiento hacia modalidades
diferenciadas. En relación a 2003, en 2006 ese corrimiento se efectuaba principalmente hacia
la distribución cuyo criterio se centraba en el distinción entre socio y no- socio de la
cooperativa, ésta modalidad constituía el emergente diferencial preponderante. El corrimiento
hacia modalidades distributivas centradas en las categorías laborales era en este momento
secundario. Para 2010 esta última trayectoria continuaba invariante, sin embargo encontramos
algunas variaciones tanto en las modalidades distributivas igualitarias como en aquellas
realizadas según el atributo de ser asociado de la cooperativa. En este último período una
nueva modalidad distributiva emerge, cuyo criterio refiere a la antigüedad, y su antecesor es
la aquella que distingue entre socios y no socios. Esto nos sugiere que modalidades
desigualitarias en principio exógenas –que distinguen ente integrantes y no integrantes de la
cooperativa-, pueden mantenerse aun incorporando a los trabajadores a la cooperativa, a partir
de mecanismos que distinguen endógenamente trayectorias diferenciales temporales, es decir
de antigüedad laboral en la cooperativa. La modalidad distributiva que distingue entre socio y
no asociado a la cooperativa, sigue expresando una fuerte continuidad y constituye el
emergente diferencial principal de las distribuciones igualitarias en origen, aunque también es
necesario dar cuenta que dicha modalidad ha mostrado ser posible de revertir, mutando a
igualitarias.89
Aquellas experiencias cuya resultante inmediata constituía modalidades distributivas
diferenciadas muestran menor grado de variabilidad. Para todos los momentos la modalidad
distributiva central refiere a aquella cuyo criterio se basa en la categoría laboral. Sólo en un
caso este criterio pudo ser revertido hacia igualitarias, en la mayoría de los casos las
trayectorias se han mantenido invariantes, exceptuando una variación de 2006 al 2010 hacia
distribuciones centradas en la antigüedad.
Ahora bien, a la luz del análisis desarrollado hasta el momento, existe vinculación
entre las distintas modalidades distributivas y el tipo de relación que entablan estos colectivos
de trabajo en sus formas de incorporación. Es decir, el tipo de vínculo socio-laboral se
relaciona con las formas distributivas. En este sentido, una primera pregunta relevante es:
¿qué vinculación existe entre las formas de incorporación de nuevos trabajadores y las formas
que asume la distribución diferencial? La modalidad que distingue entre socio y no asociado a
la cooperativa, ¿es la forma distributiva de aquellas empresas en las cuales la presencia de
89
En el total de los recorridos encontramos dos reversiones de los procesos de desigualación.
121
trabajadores no asociados a la cooperativa es marginal, o al contrario, donde ésta constituye
una división más sustantiva al interior del colectivo laboral?
90
Sin embargo, en este caso el igualitarismo no está exento de tensiones y discusiones. Transcribimos al respecto
un extracto de la entrevista con la referente de la empresa.
- Entrevistador: Usted me decía que el retiro es semanal. ¿Es igualitario para todos?
- Entrevistado: Sí, es igualitario.
- Entrevistador: ¿No hay ninguna diferencia por socio fundador?
- Entrevistado: Muchas veces hablamos de eso con las compañeras.
- Entrevistador: ¿Se discute eso?
122
En segundo lugar, aquellas empresas cuyos retiros se distribuyen según la antigüedad
en la empresa expresan tanto situaciones de presencia como de ausencia de trabajadores no
asociados dentro del colectivo laboral. En tercer lugar, en aquellas empresas cuyos retiros se
distribuyen según la categoría laboral expresan al igual que en las igualitarias,
mayoritariamente ausencia de trabajadores no asociados a la cooperativa. En los casos donde
esto no es así, la proporción es marginal (menor al 20% del total de trabajadores)91.
Por último, y como era de esperar, en aquellas empresas cuyos retiros se realizan
según el criterio de pertenencia a la cooperativa, el carácter exógeno de la distribución tiene
como condición la presencia de trabajadores sin el status de socio. En estos casos, a diferencia
de las anteriores formas distributivas, la proporción de trabajadores no asociados en el
colectivo laboral es la más alta (en un caso es el 10%, en otro el 25%, en otro el 35% y en otro
el 65%).
Así, entre aquellas que más incorporan otras formas contractuales de fuerza de trabajo,
se desenvuelve una distribución diferencial de tipo exógena a la cooperativa. Combinan aquí
la igualación y la diferenciación, iguales entre sí pero no para con terceros. Recordemos que
la condición de socio es sustantiva en las cooperativas de trabajo. Dicha condición otorga -al
menos formalmente- a quién la posea, un poder de decisión igual al resto de los asociados,
independientemente del capital suscripto92.
- Entrevistado: No, es una charla, hacemos una reunión entre los fundadores, pero queda ahí porque
ninguna quiere… Es todo un tema cobrar un sueldo… que debería, porque vos en cualquier empresa…
Por ejemplo, yo soy oficial calificada en máquina especial, tendría que tener un plus. Entro a las 9,
hasta las 6 de la tarde. Yo me levante a las 3 y llego acá 5 y cuarto, a las 6 empezamos a trabajar, y
estoy hasta las 6 de la tarde. Porque yo sé que me necesitan en la producción. Yo hago esto, forrar... Y
bueno, cuando hay cosas abajo, trabajo, cuando hay mucho trabajo vengo y… Esto hace que por ahí
uno mira al compañero, a veces las broncas nos hacen pensar en una manera que sería lo más lógico.
Porque todas las que estamos desde antes tenemos una categoría, y todo eso se paga. Y uno que no sabe
trabajar, que no sabe enhebrar una aguja en la máquina, no sabe cómo se maneja, que cobre lo mismo,
por ahí te da un poco de bronca. Lo vamos piloteando.
- Entrevistador: Los que ingresaron, que todavía no son socios, ¿también retiran lo mismo?
- Entrevistado: Sí, sí. Por eso te digo, por ahí no es justo, porque no hacen producción, o porque son
duros de aprender, hay distintas voluntades en cada persona.
91
Cabe mencionar en este punto, que una de las empresas pertenecientes a este tipo de distribución había
modificado meses antes del relevamiento efectuado en 2010 su forma jurídica pasando de cooperativa de trabajo
a cooperativa de servicios educativos. Esta modificación le permite contratar personal. Sin embargo, al momento
del relevamiento aún no lo habían realizado. El informante clave nos lo relataba de la siguiente manera: “Pero
bueno, ahora nosotros cambiamos a ser una cooperativa de provisión de servicios para educadores, con lo cual
podríamos en determinado momento contratar. No es algo que estamos haciendo ahora, pero es una posibilidad.
Nosotros lo cambiamos específicamente para tener más posibilidades, para que nos den una subvención del
Ministerio.”
92
La exclusión de la posibilidad de participar en la toma de decisiones nos conduce inexorablemente a las
vinculaciones entre desigualdades en el campo del poder y las desigualdades materiales, es decir la distribución
de ingresos y la forma que adquiere la función de dirección de la unidad productiva. Sobre este tema volveremos
más adelante en la presente tesis.
123
Teniendo en cuenta lo analizado hasta aquí, y la importancia de la incorporación de
nuevos trabajadores en la configuración de los procesos de desigualación, resulta necesario
enriquecer el análisis incorporando elementos que refieren a las modalidades de incorporación
y criterios de de selección de trabajadores.
Respecto a los criterios de selección de nuevos trabajadores a incorporar en la
empresa, en sus orígenes estas unidades productivas utilizaban en forma general, criterios
tendientes a priorizar la incorporación de familiares de trabajadores de la empresa o a ex-
trabajadores de la misma. La ampliación de la empresa implicaba entonces, una solidaridad de
los trabajadores con personas vinculadas a la unidad productiva, ya sea por haber trabajado
allí o por formar parte de su prolongación social y biológica; es decir, pertenecer a las familias
de los cooperativistas (Rebón: 2007). La solidaridad se centraba, de este modo, a nivel de la
corporación “trabajadores de la empresa”, la “capacitación” como criterio para definir
incorporaciones aparecía entonces, como un criterio marginal o subordinado al anterior.
Sin embargo, en nuestras últimas observaciones hemos encontrados una mayor
diversificación en los criterios de incorporación de nuevos trabajadores. Así, si en los
primeros momentos las empresas privilegiaban la inclusión de familiares o ex-trabajadores,
estos criterios coexisten luego, con criterios centrados en las capacidades requeridas para
cubrir el puesto de trabajo. En rigor, observábamos dos situaciones respecto a los criterios de
incorporación de nuevos trabajadores.
En la mayoría de las empresas (9 casos) el criterio de incorporación de trabajadores
refiere exclusivamente a ex trabajadores y/o familiares y/o amigos o allegados. Sin embargo,
aquí subyacen dos lógicas. Por un lado, la incorporación a la empresa implica una solidaridad
con personas vinculadas a la empresa, ya sea por haber trabajado allí o por ser familiar. Pero
por otro lado, este criterio de solidaridad puede coexistir con otro que refiere a las
capacidades requeridas en la unidad productiva. En algunos casos así, se privilegia a los ex
trabajadores porque poseen las capacidades y conocimientos para las tareas específicas
necesarias que puede implicar un ahorro en los tiempos de aprendizaje y/o adaptación del
nuevo trabajador.
En un segundo grupo de empresas (6 casos) aparece un segundo criterio que refiere a
las capacidades requeridas para los puestos de trabajo a cubrir. En este sentido, la elección del
personal no se fundamenta en las solidaridades previas de los trabajadores, sino más bien en
la maximización del rendimiento para la empresa. Lo sustantivo es que el nuevo trabajador
124
pueda rendir más y mejor para la cooperativa, independientemente de quien sea93. En tres de
estos casos, este criterio que refiere a las capacidades es el único y excluyente para la elección
de nuevos trabajadores. En otros tres casos, ambos criterios –vinculación con la empresa y
necesidad de maximización del rendimiento de la empresa- se complementan, en algunas
situaciones se privilegia a ex trabajadores y/o familiares de la empresa, sin embargo, cuando
la tarea requerida resulta sustantiva, o de cierta complejidad y calificación, se cubre dicho
puesto de trabajo con personal con calificaciones específicas que no son familiares, ex
trabajadores o amigos94.
Tipo de retribución
Por Por
Igualitaria condición categoría
de socio laboral
Criterio de Lógica de vínculo
80% 75% 33%
incorporación personal.
de nuevos Lógica de Vínculo
trabajadores 20% 25% 67%
impersonal.
Total 100% 100 100
Fuente: Relevamiento del UBACYT Transformaciones emergentes en el proceso de recuperación de empresas,
2006. N: 15.
93
Así por ejemplo, en una empresa gráfica, el reglamento interno estipula respecto a la incorporación de nuevos
trabajadores, que debe privilegiarse la incorporación de familiares directos de los asociados. Sin embargo, el
consejo de administración es quién decide en última instancia a quién incorporar. A partir de un crecimiento
productivo de la empresa, el consejo de administración estipuló mecanismos de incorporación de trabajadores
que ponen en situación de igualdad de oportunidades a cualquier persona que quiera trabajar en la cooperativa,
independientemente de ser o no familiar directo de algún socio. Así cuando se requiere algún puesto de trabajo,
se coloca un aviso en diarios de circulación masiva, se reciben los Curriculums Vitae, y el consejo de
administración decide a quién incorporar.
94
Una ejemplificación clara de las tensiones existentes entre estos criterios la encontramos en la siguiente cita
textual de un referente de una empresa al ser interrogado sobre los criterios de incorporación de nuevos
trabajadores. “Mira el criterio era... la demanda de un sector que quería una persona y nosotros habríamos
priorizado que tenía que ser hijo de nosotros o un ex compañero y ahí estuvimos mal. ¿Por qué? Cuando vos
necesitabas un chef y en la familia... no es fácil tener a un chef a un hijo y metemos a un chabón que era cocinero
pero no era un chef y... bueno ahí nos dimos cuenta que cometimos un error también. Porque a veces... el querer
potenciar algo que tenga que ver con esta historia de ser humanitario… No tenía nada que ver en el sentido de
cómo lo queremos... porque si necesitas un chef… Cuando vos tenés un restaurante que es internacional... no hay
tutía , tenés que tomar un tipo que sepa de cosas, y si no sácale lo de internacional, pone local o no sé ... pero
bueno, si estas cosas que hicimos así muy a las apuradas nos fueron colocando... bueno donde tenemos que
estar... si hace falta una persona... en la recepción por ejemplo, la recepción tiene que tener personas... la
operadora tiene que saber mínimamente un inglés elemental, por las características propias del hotel, no es que
nosotros inventamos este hotel ... ya estaba, y bueno pusimos compañeros que... viste....una era mucama... Está
bien, me parece que le correspondía a la compañera pero tampoco no la capacitamos…”(Entrevista a referente de
empresa recuperada: 2006)
125
Como muestra el cuadro precedente, las situaciones igualitarias respecto a los retiros,
expresan tipos de incorporación de nuevos trabajadores cuyo criterio se basa en la solidaridad
de los trabajadores con personas vinculadas a la unidad productiva, ya sea por haber trabajado
allí –ex trabajadores- o por formar parte de su prolongación social y biológica –familiares y
amigos-. Las situaciones donde la distribución se realiza en forma desigualitaria según la
pertenencia formal a la cooperativa como asociado, también expresan criterios de
incorporación que se centran en vínculos personales -familiares y/o allegados y/o ex
trabajadores-. Sin embargo, en aquellos casos en que las modalidades de distribución
dependen de la categoría laboral, el criterio de incorporación de trabajadores recae
fundamentalmente en las necesidades específicas de la unidad productiva. En estos casos, el
mercado no sólo influye en el tipo de retribuciones al interior de la unidad productiva, sino
también en las formas y mecanismos de incorporación de nuevos trabajadores, adquiriendo
éstos una lógica de vínculo impersonal, es decir, no centrada en un vínculo personal con el
nuevo trabajador, sino en las necesidades específicas que demanda el puesto de trabajo.
Consideramos que estas unidades productivas expresan así, una lógica de incorporación de
trabajadores más cercana a la lógica empresarial clásica presente en las pequeñas y medianas
empresas.
En relación a los mecanismos generales de inclusión de nuevos trabajadores, en los
momentos originarios eran los siguientes: el nuevo trabajador seleccionado efectuaba sus
tareas durante un tiempo “a prueba”, para luego, de no mediar algún inconveniente
significativo, incorporarse a la cooperativa como socio pleno. En este sentido, en estas
primeras etapas, el consumo productivo de fuerza de trabajo asalariada era casi inexistente.
Sin embargo, ocurre en algunos casos una modificación sustancial en relación a las
modalidades de incorporación de nuevo personal. Aparecen situaciones de demora en la
incorporación de trabajadores “a prueba” a la cooperativa. Se generan de esta manera,
situaciones de irregularidad respecto al tipo de relación que liga al trabajador a la cooperativa,
pudiéndose prolongar indefinidamente esta condición de estar “a prueba”. Una situación que
ejemplifica esta prolongación indefinida de la situación de contratado la encontramos en una
empresa en la que se decidió por votación secreta de los asociados sobre la incorporación o no
de trabajadores contratados, que a su vez eran hijos de trabajadores socios. La votación se
realizó en secreto y con la utilización de urnas, justamente para no hacer pública la votación
de ninguno de los trabajadores, ya que se estaba decidiendo sobre la futura situación de
familiares directos de muchos asociados. El resultado del escrutinio estableció no incorporar a
esos contratados a la cooperativa como socios, sino mantenerlos como contratados. Estos
126
contratados fueron excluidos de la posibilidad de participar en la consulta, justamente por su
condición de “contratados”.
Así, emergen formas contractuales que expresan embrionariamente situaciones de
establecimiento de relaciones asalariadas. No obstante estas relaciones siguen siendo, en
general, marginales. Como afirmamos anteriormente, según nuestro último relevamiento sólo
el 10% de los trabajadores de las empresas recuperadas no son socios de las cooperativas.
En suma, frente al predominio inicial de un criterio de incorporación de fuerza de
trabajo que se centraba en la vinculación a la empresa (sea esta vinculación por pertenecer a la
familia de los trabajadores, o por haber pertenecido a la antigua empresa) se observa la
emergencia de una mayor relevancia de criterios centrados en las necesidades de la unidad
productiva, orientados a la maximización de su rendimiento. La emergencia de este criterio
que enfatiza sobre las capacidades de la fuerza de trabajo se encuentra asociado a un tipo de
distribución que se basa en la categoría laboral como criterio de definición de la retribución
necesaria. En estos casos, el mercado no sólo influye en el tipo de retribuciones al interior de
la unidad productiva sino que también incide en las formas y mecanismos de incorporación de
nuevos trabajadores.
Ahora bien, avanzar en desentrañar los mecanismos por los cuales se asignan
diferencialmente los recursos y los criterios subyacentes a cada forma distributiva desde una
perspectiva o modelo de explotación, presupone en primer lugar, dar cuenta de la existencia
de recursos posibles de ser apropiados, es decir la existencia de un plus-producto o
excedente.95
En este sentido, consideramos que existe vinculación entre los grados de bienes
disponibles a distribuir y las diversas formas distributivas. Para poner a prueba dicha hipótesis
y explorar sus sentidos, recurriremos a la variable “nivel de funcionamiento” de la empresa,
95
Este principio básico que restringe la apropiación diferencial a la existencia de un excedente lo encontramos
en los escritos de Engels sobre el origen de la familia, la propiedad privada y el Estado. El autor nos relata que
“A consecuencia del desarrollo de todos los ramos de la producción - ganadería, agricultura, oficios manuales
domésticos-, la fuerza de trabajo del hombre iba haciéndose capaz de crear más productos que los necesarios
para su sostenimiento. También aumentó la suma de trabajo que correspondía diariamente a cada miembro de la
gens, de la comunidad doméstica o de la familia aislada. Era ya conveniente conseguir más fuerza de trabajo, y
la guerra la suministró: los prisioneros fueron transformados en esclavos. Dadas todas las condiciones históricas
de aquel entonces, la primera gran división social del trabajo, al aumentar la productividad del trabajo, y por
consiguiente la riqueza, y al extender el campo de la actividad productora, tenía que traer consigo
necesariamente la esclavitud. De la primera gran división social del trabajo nació la primera gran escisión de la
sociedad en dos clases: señores y esclavos, explotadores y explotados.” (Engels: 1970. Pág. s/d). Así, el aumento
de las fuerzas productivas implica una generación de riqueza social que es apropiada diferencialmente, de tal
forma que “En el marco de este desmembramiento de la sociedad basada en los lazos de parentesco, la
productividad del trabajo aumenta sin cesar, y con ella se desarrollan la propiedad privada y el cambio, la
diferencia de fortuna, la posibilidad de emplear fuerza de trabajo ajena y, con ello, la base de los antagonismos
de clase” (Engels: 1970. Pág. s/d)
127
que hemos presentado en la primera parte de la Tesis. Nos preguntamos entonces, ¿qué
vinculaciones podemos establecer entre las formas que asume el avance sostenido sobre la
producción y las formas distributivas? En síntesis, ¿qué situaciones productivas nutren la
igualación y la diferenciación?
Nivel de funcionamiento de la
Modalidad distributiva
empresa
4 empresas distribuyen según categoría
Alto laboral. 2 empresas distribuyen según
condición de socio
2 empresas distribuyen según
condición de socio. 2 empresas
Medio distribuyen según antigüedad. 1
empresa distribuye según categoría
laboral
4 empresas distribuyen según "todos
Bajo
por igual"
Cuadro 16. Modalidad distributiva en las empresas recuperadas de la CABA en el año 2010
según intensidad del conflicto presentado en origen (en porcentajes).96
96
La variable nivel de conflictividad se realizó a partir de los siguientes indicadores: Tipo de acción inicial de
recuperación (toma, permanencia ante abandono, permanencia consensuada) Existencia de desalojo; Existencia
de intento de desalojo; existencia de intento de remate; existencia de represión. Esta variable ha mostrado
consistencia en investigaciones anteriores sobre la sociogénesis del proceso realizadas por Rebón (2007), así
como las investigaciones sobre la estructuración de la empresa resultante en la dimensión distributiva realizadas
por Rebón y Salgado (2009) y Salgado (2009).
129
Nivel de conflictividad
en origen
Baja Alta
Categoría laboral 62,5 0
Modalidad
Condición de
distributiva
socio 12,5 43
en 2010
Igualitaria 25 28,5
Antigüedad 0 28,5
Total 100 100
Fuente: Relevamiento del UBACYT Transformaciones emergentes en el proceso de
recuperación de empresas, 2010. N: 15.
Las historias sociales de los procesos tienden a ordenar su carácter social. Según
análisis efectuados en 2003, el nivel de conflictividad en la lucha por la tenencia de la unidad
productiva determinaba la las formas igualitarias. En aquel entonces los conflictos de baja
conflictividad daban lugar a empresas con distribuciones diferenciales y aquellos más intensos
a empresas con criterios igualitarios (Rebón: 2004, Rebón: 2007; Fajn: 2003).
Analizar el proceso en este punto temporal, nos permite observar los distintos caminos
distributivos tomando como punto de apoyo un elemento de origen. Como se observa en el
Cuadro 16, aquellas empresas cuyo origen remite a situaciones de baja conflictividad, siguen
expresando centralmente situaciones de diferenciación en la distribución de lo producido,
según la categoría laboral de cada trabajador. En cambio, aquellas que anteriormente, en
situaciones de intenso conflicto conformaron altos niveles de igualación, conforman su propio
camino de diferenciación. Ese camino se basa principalmente, en un criterio constituido sobre
la pertenencia a la cooperativa como trabajador asociado. Así también, aparece
embrionariamente, una diferenciación construida sobre la base de un criterio que se apoya en
la antigüedad, entre trabajadores “viejos” –socios fundadores que participaron de la
recuperación- y trabajadores “nuevos” –aquellos que se incorporan a la cooperativa luego de
atravesado el proceso de recuperación e inicio de la producción-.
En trabajos anteriores, Rebón (2007) había señalado el predominio de distintas formas
del corporativismo en la reflexión y acción de los trabajadores. A la luz de dichos
señalamientos, resulta sugerente indagar en qué medida estos criterios de distribución no
redefinen y reelaboran aspectos del corporativismo obrero clásico (Marín: 2007). En este
sentido, hipotetizamos que los niveles de conflictividad “altos” no conforman necesariamente,
una vez pasada la primera etapa de lucha, resistencia y de funcionamiento precario, un
carácter social igualitario. Sino que, en algunos casos, parece conformar una embrionaria
corporación que desiguala distributivamente, al menos temporalmente, a los nuevos. Así
130
paradójicamente la autonomización e igualación inicial es seguida por un embrionario proceso
de desigualación hacia otros trabajadores. La solidaridad construida al calor de la lucha,
parece asumir un carácter mecánico, fragmentando y diferenciando al colectivo laboral,
configurando potenciales antagonismos al interior de la fuerza de trabajo, entre las distintas
identidades socioproductivas resultantes de diferenciación97. Estos antagonismos expresan
configuraciones constituidas sobre la diferenciación entre grupos sociales. Estas
diferenciaciones pueden poseer tanto un basamento endógeno a la cooperativa –entre nuevos
y viejos trabajadores- como exógeno a la misma –entre los que son socios y los que no son
socios de la cooperativa-. Sobre esta hipótesis tratarán las próximas líneas.
97
Socios, contratados, aprendices, socios fundadores, nuevos socios, constituyen las nominaciones que surgen de
las distintas diferenciaciones al interior del colectivo laboral. Sobre estos puntos volveremos más adelante.
98
En este sentido, la consideración de Wright (2010) sobre los tipos de atributos monádicos y los procesos
monádicos de adquisición de dichos atributos, se adecúan desde nuestro punto de vista, a la noción de diferencia
y no de desigualdad. Nuestra posición al respecto es que es imposible hablar de desigualdad sin hacer referencia
a una relación de asimetría, la cual resulta de la diferencialidad de valoración de los atributos de los individuos o
grupos partícipes de la relación.
131
afirmar que mientras la diferencia expresa un carácter nominal, la desigualdad, en tanto
relación asimétrica, expresa un carácter ordinal. El primer término refiere exclusivamente a
los atributos, el segundo a la relación entre los individuos a partir de dicho atributos en
consideración. Teniendo en cuenta esta afirmación, utilizamos el concepto “diferenciación”
cuando creamos necesario enfatizar descriptivamente sobre las formas que asume la
distribución, y utilizaremos el concepto “desigualación” cuando pretendamos enfatizar sobre
el carácter que asume la relación social sobre la base de la diferenciación.99
Entonces, hablar de desigualdad implicaría aquí, enfatizar sobre el carácter asimétrico
que asume la relación social sobre la base de la diferenciación distributiva. En este sentido,
hablamos de desigualdad en la medida en que encontramos mecanismos de apropiación que
hacen posible que distintos individuos o grupos -por el tipo de relación que entablan-
dispongan de beneficios diferenciales y, por lo tanto, accedan a porciones asimétricas de la
riqueza y el bienestar sociales (Reygadas: 2008). Consideramos por otro lado, que si esta
apropiación es una expropiación del esfuerzo de trabajo de un grupo por parte de otro grupo,
nos encontramos ante un proceso de explotación. Dar crédito a lo antedicho implica
desentrañar los mecanismos de apropiación diferencial que sustentan la desigualación y los
criterios que subyacen a dichos mecanismos. Siguiendo el análisis precedente, podemos
distinguir y profundizar sobre la existencia de dos tipos de modalidades asumidas por estas
unidades productivas: por un lado, desigualdades de tipo exógena a la cooperativa, por otro
lado, desigualdades de tipo endógena a la misma. Exploremos entonces, estas proposiciones.
a) La desigualación exógena: Como apuntamos anteriormente, una de las modalidades
distributivas adquiere carácter exógeno a la cooperativa. Esta modalidad implica la escisión
de la fuerza de trabajo en dos grupos sociales: aquellos que pertenecen a la cooperativa en
tanto socios y los que no pertenecen a la misma, sino que son empleados en relación de
99
González Casanova (2006) afirmará que la desigualdad y la asimetría constituyen términos diferentes. La
desigualdad está ligada a la idea de riqueza, de consumo, de formas de participación de los individuos, como
atributos o variables en sus distribuciones y correlaciones. La asimetría está ligada a la idea de poder y dominio.
En este último caso se estudian los actos, o secuencias, o confluencias de actos. La presente Tesis considera una
vinculación entre ambos términos entendiéndolos como dimensiones de un mismo proceso de desigualdad
social. En este sentido, nuestra posición es que la desigualdad material es relacional y se sostiene a partir de una
relación asimétrica de poder. Esta perspectiva por ejemplo, nos permite entender a la explotación como una
relación social en que ambas dimensiones se interrelacionan. Así, “…junto con la desigualdad, el poder y el
desarrollo son parte de la unidad que forma la relación de explotación (…) Pero entonces, la desigualdad no
aparece como un fenómeno natural, individual, o metafísico, sino como un fenómeno ligado a la explotación y
concretamente la relación social determinada entre los propietarios de los medios de producción y no
propietarios” (González Casanova: 2006. Pág. 38). La explotación así contiene esta doble dimensión de
apropiación diferencial de lo producido sustentada en una relación de poder conferida por una apropiación
diferencial anterior (medios de producción).
132
dependencia100. Como se expuso, lo subyacente a este tipo de retribución refiere a un criterio
cuyo clivaje reside en el tipo de relación laboral que entablan estos grupos: la cooperativa
empleadora –el colectivo de trabajadores socios- y el conjunto de trabajadores empleados –los
trabajadores no asociados-. La distribución es diferencial sólo sobre la base de ese criterio que
atraviesa transversalmente a la totalidad del colectivo laboral y la estructura organizativa de la
empresa. Aquí, no es el mercado laboral quien define este criterio, sino directamente el
colectivo de los socios.
En tanto esta modalidad de distribución es la resultante de una relación laboral –
empleador y empleado- , es la co-propiedad de la cooperativa el activo productivo sobre el
que reposa la relación de desigualdad material101. La propiedad constituye la condición para el
control de la unidad productiva, la cual es ejercida a partir de la figura de “socio” que se erige
como el atributo de “ciudadanía” que dicha propiedad otorga. Así, sobre la base de la
posesión de ese activo productivo, se constituye primero un mecanismo de exclusión –la no
incorporación de trabajadores como asociados y la negación de los derechos de control sobre
la unidad productiva- sobre la cual opera un mecanismo de transferencia de recursos -de
explotación- de los empleados a los empleadores.
Consideramos así, que esta convivencia en tensión entre igualación y desigualación
expresa un criterio corporativo: la igualación al interior de la cooperativa entre un grupo de
trabajadores “propietarios” y que poseen derechos de control sobre la misma, pero al mismo
tiempo, el establecimiento de una relación de desigualdad que se sustenta en la exclusión de
100
Esta relación de dependencia puede estar encubierta o no. La modalidad más utilizada en las empresas
recuperadas es la modalidad de facturación de los trabajadores no asociados como “autónomos monotributistas”.
Según la legislación vigente (Ley 20337), en las cooperativas de trabajo no debería existir contrato de trabajo
toda vez que la actividad no se realiza a favor de un empleador sino que los trabajadores se agrupan asociativa y
cooperativamente a fin de prestar sus servicios o vender sus productos en forma conjunta a terceros. Según el
artículo 4° de la Ley 20337, de la particular naturaleza de las cooperativas deriva que su relación con los
asociados constituye un vínculo de carácter estrictamente asociativo expresado en el acto cooperativo. La
cooperativa no emplea a sus asociados, sino que éstos organizados cooperativamente trabajan en común. Los
actos que realizan las cooperativas con sus asociados en el cumplimiento del objeto social previsto en sus
estatutos, son indiscutiblemente actos cooperativos, diferentes tanto de los actos de comercio como del vínculo
laboral. Sin embargo existen excepciones establecidas la Resolución 360/75 (INAES). En dicha resolución se
establece que las cooperativas de trabajo podrán utilizar personal en relación de dependencia en forma limitada
ante: a) Sobrecarga circunstancial de tareas que obligue a la cooperativa a recurrir a los servicios de no
asociados, por un lapso no superior a 3 meses. b) Necesidad de contar con los servicios de un técnico o
especialista para una tarea determinada, no pudiendo exceder la duración de ésta de 6 meses; c) Trabajos
estacionales, por un lapso no mayor de 3 meses. d) Período de prueba, el cual no podrá exceder de 6 meses, aun
en caso que el estatuto fijara una duración mayor.
101
Esta temática se encuentra estrechamente relacionada con las relaciones de propiedad de los bienes que hacen
a la unidad productiva. Si bien esto será analizado en profundidad más adelante en este punto explicitaremos que
en su relación con el conjunto social, las unidades productivas no asumen en forma dominante aún un carácter de
propiedad privada plena, sino formas de tenencia privada. Como apuntamos anteriormente, si bien muchas de
ellas poseen leyes que expropian a su favor los bienes muebles e inmuebles existe demoras en su
materialización, lo cual impide trascender la situación de tenencia, control y usufructo de la unidad productiva.
133
los trabajadores que no pertenecen, ni son co-propietarios de la cooperativa. En este sentido,
consideramos que el mecanismo de explotación sobre el cuál reposa la desigualdad material
se corresponde con un mecanismo de acaparamiento de oportunidades, es decir que la
explotación opera sobre la base de acaparamiento de un recurso valioso y sujeto a monopolio.
Los trabajadores no asociados a la cooperativa se encuentran formalmente excluidos de la
posibilidad de modificar su situación. La posibilidad de que eso ocurra es monopolio de los
socios de la cooperativa. En este sentido, consideramos que el acaparamiento de
oportunidades expresado en estas configuraciones distributivas constituye una “relación de
exclusión plena”. Es decir, una relación que no puede modificar su contenido excluyente sin
una transformación radical de las categorías de la desigualación: empleador propietario –
empleado no propietario.
Esta modalidad constituye un igualitarismo de grupo que coexiste con la aceptación de
la desigualación respecto a terceros. Así, esta “igualdad de algunos en alguna cosa” (Bobbio:
1993) -en este caso, la igualdad de los socios en cuanto a la remuneración- no puede
considerarse producto de una concepción igualitaria dado que no elimina, sino que constituye,
una desigualdad. Para aquellos que se incorporan a la empresa, los obstáculos de acceso a la
cooperativa entrañan también, las condiciones de la desigualación -en tanto no son
propietarios, no poseen el estatuto de socio, y no pueden intervenir en la reversión de esa
situación- (Salgado: 2009). Éste es el mecanismo desigualitario, a la vez excluyente y
explotador, de esta modalidad distributiva.
b) La desigualación endógena. Por otro lado, encontramos otras modalidades que son
centralmente endógenas a la cooperativa. Respecto a estas diferenciaciones, planteamos que
asumen dos formas principales, la distribución según antigüedad y la distribución por
categoría laboral.
En primer lugar entonces, encontramos una modalidad endógena que refiere a la
distribución diferenciada según la antigüedad. En este tipo de distribución –que no habíamos
encontrado en relevamientos anteriores-, el criterio que subyace es el tiempo que se tiene
trabajando como socio de la cooperativa. La consecuencia de la utilización de este criterio es
la diferenciación entre los asociados “viejos” y los “nuevos” en forma asimétrica, quedando
en la cúspide de la pirámide distributiva aquellos trabajadores iniciadores del proceso de
recuperación –los llamados socios fundadores-. Esta diferenciación se refuerza aún más en
aquellos casos en que la asimetría distributiva se asocia a una jerárquica. Esto sucede por
ejemplo, cuando la “jefatura de sección” se asocia con la antigüedad, puesto que los socios
más antiguos –fundadores- son en muchos casos y a la vez, jefes o “responsables” de sector.
134
En esta modalidad distributiva el mecanismo de transferencia de recursos –
explotación- no reposa en la relación laboral que entablan los trabajadores contratados con los
trabajadores socios, incluso en un caso la totalidad del colectivo laboral está compuesto
únicamente por trabajadores socios. Podría hipotetizarse que el mecanismo de transferencia
reposa en algún elemento vinculado al prestigio o al status. El haber participado en el proceso
de recuperación de la empresa implica la adquisición de una “credencial” no ligada a la
habilidad o capacidad, sino al prestigio que confiere el haber sido un iniciador de la
experiencia102. Sin embargo, consideramos que el prestigio en estos casos nos refiere a la
forma en que se legitiman las desigualdades y no al mecanismo sobre el cual dicha
desigualdad opera.103 Consideramos que en esta modalidad distributiva, el mecanismo de
transferencia de recursos -que como se expuso implica apropiación de porciones asimétricas
de lo producido- radica centralmente en el control de activos de organización, es decir, en el
control de recursos de producción que dispone la organización, a partir del cual se
instrumentaliza la apropiación del excedente del trabajo. En este sentido, esta modalidad
distributiva expresa configuraciones acordes a lo que Wright denomina “explotación
burocrática” (Wright: 2010. Pág. 54), esto es, la explotación resultante del control de activos
productivos de organización que refieren a la coordinación de la cooperación en la división
técnica del trabajo del proceso productivo. Consideramos que este control ejercido por el
grupo de los “iniciadores” es resultante de las diferencias en los grados de cohesión,
integración así como longevidad en la asociación, que el grupo de los “originarios” posee
respecto a los “nuevos” (Elías: 2006). Este diferencial de grados de cohesión e integración
encuentra su base en el haber compartido trayectorias laborales en la empresa fallida y haber
compartido una “historia de lucha” en la recuperación, así como un respeto por principios o
valores por ellos construidos lo cual confiere al grupo de los “establecidos” un orgullo y
prestigio de pertenencia (Elías: 1996).
Esta diferencialidad de cohesión e integración constituye un desequilibrio de poder en
favor de los grupos más cohesionados e integrados, que habilita la posibilidad de
establecimiento de desigualaciones distributivas. En este sentido, en esta forma distributiva
encontramos también una convivencia similar a la encontrada en la modalidad “por condición
de socio”, es decir, una convivencia en tensión entre igualación y desigualación que parece
estar expresando un criterio corporativo: la igualación entre los antiguos socios fundadores de
102
En este sentido, cobra significación que el haber “roto el candado” confiere una suerte de “medalla”. Esta
medalla expresaría una forma cuasi institucionalizada de un prestigio social con base en la acción directa que
guarda relación con la constitución de un “mito” fundacional.
103
Ahondaremos en esta hipótesis en la tercera parte de la Tesis.
135
la cooperativa pero al mismo tiempo, el establecimiento de una desigualación distributiva para
con los nuevos trabajadores –asociados o no asociados-.
En esta modalidad distributiva, -como en la modalidad distributiva que se sustenta en
el control de los medios de producción que permite la propiedad sobre la cooperativa-, se
puede observar una relación entre la desigualdad en el campo del poder –poder de decisión
conferido por el control de activos productivos de organización y legitimado por el prestigio-
y la desigualdad respecto a bienes en el campo de la retribución material –distribución de los
ingresos-.
En este sentido, como afirma Elías (1996) una configuración como la aquí descripta,
debe ser instrumentada a partir de la utilización de una exclusión. Hipotetizamos en este
sentido, que los mecanismos de explotación coexisten con mecanismos de acaparamiento de
recurso derivados del control de activos organizacionales en manos de los socios fundadores.
Nuestros observables de tal acaparamiento lo constituyen el monopolio de puestos de trabajo
que refieren a la función de dirección y de vigilancia de la unidad productiva –tareas de
coordinación y vigilancia del proceso productivo, así como a puestos en la gestión de la
cooperativa-. El análisis de las entrevistas a informantes clave nos permite formular dicha
hipótesis –en un caso se manifiesta asociación entre responsables de sector y ser socio
fundador, en el restante existe asociación entre ser socio fundador y tener cargos de
administración-, Sin embargo, podemos poner a prueba dicha hipótesis con mayor
profundidad utilizando los registros que surgen de la encuesta realizada a trabajadores de las
empresas recuperadas analizadas.104 Nuestra hipótesis sugiere que los mecanismos de
explotación coexisten con mecanismos de acaparamiento de recursos derivados del control de
activos organizacionales en manos de los socios fundadores. Por lo que esperamos encontrar
en este tipo de configuraciones distributivas, una asociación entre el haber participado del
proceso de recuperación y el asumir de tareas de coordinación y vigilancia del proceso
productivo u ocupar puestos en la gestión de la cooperativa. Sin embargo, primeramente
debemos descartar que dicha asociación no se encuentre presente en el conjunto de los
trabajadores de las empresas analizadas. El cuadro que sigue entonces, va en esta última
dirección.
104
Los criterios muestrales utilizados en la encuesta se encuentran explicitados en el apartado “Objetivos de la
investigación y metodología empleada” de la presente tesis.
136
Cuadro 17. Tareas de coordinación y/o vigilancia según la participación en el proceso de
recuperación para el conjunto de empresas recuperadas analizadas (sin distinción de
modalidad distributivas).
¿Participó en el proceso
de recuperación?
Si no Total
Asumen si
tareas de 25,6% 9,6% 19,6%
coordinación
y/o vigilancia
en cualquier no
sector del 74,4% 90,4% 80,4%
proceso
productivo
Total
100,0% 100,0% 100,0%
Fuente: Relevamiento a trabajadores de empresas recuperadas año 2011. Proyecto UBACyT: “La cultura de la
recuperación en la conciencia de los trabajadores”. Director: Julián Rebón. N: 138.
Total
100,0% 100,0% 100,0%
137
Fuente: Relevamiento a trabajadores de empresas recuperadas año 2011. Proyecto UBACyT: “La cultura de la
recuperación en la conciencia de los trabajadores”. Director: Julián Rebón. N: 32.
138
diferenciación en las tareas y su calificación, el criterio que justifica la diferenciación en el
retiro, donde lo justo corresponde a aquello que se encuentra acorde al tipo de tarea
desarrollada. Dicho criterio –y su justificación- es una construcción exterior –y preexistente- a
la cooperativa, implica la utilización de criterios de uso habitual en el mercado de trabajo. En
este tipo, la desigualación adquiere un carácter complejo, con base en la división singular del
trabajo (Salgado: 2009). La misma puede registrarse a través de diferentes dimensiones como
calificación de la tarea, complejidad instrumental, carácter de lo producido o la jerarquía
ocupacional.
Resulta pertinente en este punto, ahondar sobre elementos que desde nuestra
perspectiva, refieren a la sociogénesis de esta forma de retribuir el trabajo. Consideramos que
el origen de esta modalidad se encuentra relacionado con el oficio y su descomposición en
tareas parciales que se remonta al desarrollo de la manufactura. Para Marx (2002) el
mecanismo específico del período manufacturero lo constituye el trabajador colectivo
conformado por la combinación de diferentes obreros parcelarios. Si bien, en lo que respecta
al modo de producción mismo, en sus comienzos la manufactura apenas se distingue de la
industria gremial del artesanado por el mayor número de obreros que utiliza simultáneamente
el mismo capital, progresivamente durante esta fase se produce una gradual descomposición
de los antiguos oficios de artesanos en diversas tareas parceladas, a la par que se produce una
fijación de los obreros a cada tarea unilateral105. Las diversas operaciones que el productor de
una mercancía ejecuta alternativamente, y que se entrelazan en la totalidad del proceso de
trabajo, le plantean exigencias diferentes respecto a la fuerza y las destrezas a efectuar,
diversidad que los individuos no poseen como cualidad en igual grado. De tal manera, “tras la
separación, autonomización y aislamiento de las diversas operaciones, se distribuye, clasifica
y agrupa a los trabajadores según sus cualidades predominantes” (Marx: 2002. Pág. 425). Así,
la manufactura, desarrolla fuerzas de trabajo que por naturaleza sólo sirven para desempeñar
105
Esta modificación cualitativa que se produce en la manufacturas es explicada por Marx de la siguiente
manera. “Con todo, circunstancias exteriores pronto dan motivo a que se utilice de otro modo tanto la
concentración de los trabajadores en el mismo espacio como la simultaneidad de sus trabajos. Es necesario, por
ejemplo, suministrar en un plazo dado una cantidad mayor de mercancías terminadas. En consecuencia,
se divide el trabajo. En vez de hacer que el mismo artesano ejecute las diversas operaciones en una secuencia
temporal, las mismas se disocian, se aíslan, se las yuxtapone en el espacio; se asigna cada una de ellas a otro
artesano y todas juntas son efectuadas simultáneamente por los cooperadores. Esta distribución fortuita se repite,
expone sus ventajas peculiares y poco a poco se osifica en una división sistemática del trabajo. La mercancía,
antes producto individual de un artesano independiente que hacía cosas muy diversas, se convierte ahora en el
producto social de una asociación de artesanos, cada uno de los cuales ejecuta constantemente sólo una
operación, siempre la misma. (Marx: 2002. Pag. 411)
139
una función especial y unilateral que realiza un obrero parcelado en sus funciones.106 No
obstante, como las diversas funciones que componen al obrero colectivo varían en su
complejidad, las fuerzas de trabajo individuales requieren un grado de adiestramiento
diferente y poseen por ende valores muy diferentes. De ese modo, “la manufactura crea una
jerarquía de las fuerzas de trabajo a la cual corresponde una escala de salarios”, y así como
el trabajador individual es anexado “vitaliciamente” a una función única, las diversas
operaciones se adaptan a esa jerarquía de habilidades y especialidades naturales y adquiridas
(Marx: 2002). Como corolario, paralelo a la gradación jerárquica, surge una primera división
simple de trabajadores en especializados y no especializados. “En el caso de estos últimos,
desaparecen los costos del aprendizaje. En el de los primeros, disminuyen en comparación
con lo que exige el oficio. En los dos, la fuerza de trabajo se reduce en su valor.” (Marx:
2002. Pág. 344-345)107.
Consideramos entonces, que esta modalidad distributiva supone así, la incorporación
de criterios que tienen su génesis social en una de las fases –la manufactura- del
desenvolvimiento de la formación social capitalista, pero que a su vez permea en forma
dominante el mercado de trabajo actual.
Ahora bien, la utilización de esta modalidad, en la medida en que refiere a aquellas
empresas que en forma mayoritaria no han atravesado procesos de conflictividad intensa, más
que la incorporación de una forma distributiva dominante, hipotetizamos que expresan el
sostenimiento de una forma distributiva que se empleaba con anterioridad a la
recuperación.108 Como afirmamos anteriormente, estos procesos muestran menores grados de
ruptura e innovación respecto a las estructuras organizativas, es decir, la redefinición y
adecuación de los diseños institucionales existentes más que la elaboración de nuevos diseños
institucionales. Esta redefinición ha implicado sin embargo, algún grado de adecuación de
106
El hábito de una única tarea unilateral convierte al obrero parcial entonces, en órgano espontáneo de ella, en
tanto que el proceso productivo lo obliga a actuar con la regularidad de una pieza de máquina.
107
Sería interesante profundizar en qué medida estas formas distributivas no se relacionan con ciertas
concepciones de sentido común, fuertemente arraigadas en lo que se denomina como Capital Humano. Esta
teoría supone que desde el punto de vista del trabajador el salario no es el precio de venta de su fuerza de trabajo,
sino que es un ingreso. El ingreso es a su vez, el producto o el rendimiento de un capital e inversamente, el
capital es aquello que pueda ser, de una manera o de otra, fuente de ingresos futuros. Ahora bien, este capital
cuyo salario es un ingreso refiere al conjunto de todos los factores físicos, psicológicos -heredados y adquiridos-
que vuelven a un individuo capaz de adquirir tal o cual salario. Desde la perspectiva del trabajador entonces, el
trabajo no es una mercancía reducida por abstracción a la fuerza de trabajo y al tiempo durante el cual se la
utiliza. “Descompuesto desde el punto de vista del trabajador, en términos económicos, el trabajo comporta un
capital, es decir, una aptitud, una competencia. Y por otro lado es un ingreso, es decir un salario, o un conjunto
de salarios” (Foucault: 2008) Un análisis en este sentido implicaría sin embargo, adentrarse en las distintas
concepciones que los trabajadores tienen respecto a una modalidad distributiva centrada en la categoría laboral.
Este análisis será contemplado en la siguiente parte de esta tesis.
108
Esta hipótesis y sus implicancias serán analizadas exhaustivamente más adelante.
140
viejos diseños a nuevas estructuras socio-productivas, principalmente a partir de una
atenuación respecto a las jerarquías distributivas de la empresa fallida, con la eliminación de
algunas de las categorías antiguamente existentes, o la fijación de topes en las diferentes
escalas. 109
Llegado a este punto cobra importancia preguntarse por qué esta modalidad puede ser
considerada desigualitaria. Como apuntamos más arriba, un caso típico de traspaso de
riquezas producto de la expropiación del esfuerzo de trabajo lo constituye la explotación
capitalista descrita por Marx, como proceso en el cual los propietarios de los medios de
producción expropian una porción de valor producido por los propietarios de la fuerza de
trabajo, ni bien ésta cae bajo la órbita de los primeros. Pero en estas experiencias no existe
consumo de fuerza de trabajo asalariada, sino que centralmente el colectivo de trabajadores
está compuesto “propietarios socios”, por lo que no observamos en principio ni mecanismos
de explotación, ni de exclusión resultantes de la división entre “propietarios” y “no
propietarios” de los medios de producción. En estas experiencias por el contrario, apropiación
y trabajo no parecen escindirse, sin embargo los grados de apropiación son diferenciales.
Esta diferencialidad se encuentra relacionada con el precio de la fuerza de trabajo –de
cada categoría laboral- en el mercado laboral. Al igual que el resto de las mercancías, el valor
de la fuerza de trabajo está determinado por el tiempo de trabajo socialmente necesario para
su reproducción (Marx: 2002). Así, en el caso del trabajo no calificado por ejemplo, se
requiere asegurar la subsistencia del trabajador y su familia y su reproducción en tanto tal. El
valor de este trabajo está entonces determinado por el valor de los medios de subsistencia. En
el caso de la fuerza trabajo calificada, los costos de su formación –habilidades, saberes y
capacidades adquiridas- deben también formar parte del valor total invertido en su producción
(Marx: 2002). Así, diferentes tipos de fuerza de trabajo tienen diferentes costos de producción
y por tanto, diferentes “centros de gravedad” -calificación de la tarea, y por lo tanto, las
calificaciones y los saberes técnicos del trabajador (Botwinick: 1993)- en torno a los cuales
las tasas de salario diarias tienden a fluctuar.
109
Así por ejemplo, en una empresa de servicios que utilizaba en nuestro relevamiento de 2006 una modalidad
de distribución según categoría laboral, optó por modificar dicha modalidad a otra que contemplara
principalmente la antigüedad y en segundo lugar la responsabilidad. Esto debido a la imposibilidad de mantener
dentro de la estructura organizativa de la empresa las categorías laborales utilizadas por la rama a la que
pertenece, ya que la gran cantidad de categorías existentes implicaba serias dificultades de sostener los topes
entre las categorías de mayor ingreso y las de menor ingreso. En segundo lugar, porque dicha cantidad de
categorías implicaba la existencia de una estructura organizativa muy diversificada en sus funciones, lo cual
dificultaba la gestión de la empresa. La transformación en la modalidad distributiva simplificó la estructura
organizativa de la empresa.
141
En este sentido, dar cuenta de la existencia de un mecanismo de explotación en las
empresas que utilizan este tipo de modalidad distributiva implicaría probar la existencia de un
traspaso o trasferencia de recursos de un conjunto de categorías a otro conjunto de categorías,
es decir, probar que el mayor ingreso de un conjunto de trabajadores en determinadas
categorías, se debe al menos en parte, al menor ingreso de otros conjuntos de trabajadores de
otras categorías.
Recordemos que según los aportes de Wright (2010) y Roemer (1985) pueden existir
desigualdades materiales generadas por la distribución desigual de las habilidades (o activos
inalienables). La relación de desigualdad se daría a partir de retornos a las habilidades en
forma de ingreso que a la vez son “desproporcionales” –es decir que existe un porcentaje de
renta del salario- frente a los costos de adquirir dichas habilidades. En los casos particulares
que estamos analizando esto implicaría probar que el ingreso que reciben las categorías de
mayor calificación, se debe a una apropiación de parte del ingreso que reciben las categorías
no calificadas. Si bien la categoría laboral expresa un ingreso acorde una calificación -que a la
vez implica la consideración de habilidades diferenciadas que son valorizados
asimétricamente en la relación distributiva que entablan los trabajadores-, resulta difícil
probar que esa diferencialidad se debe a la apropiación de los más calificados, del trabajo de
los menos calificados. Con los elementos que disponemos no podríamos afirmar que es así.
Sin embargo, en estas empresas observamos una transferencia de recursos pero
mediante un criterio secundario, la antigüedad en la cooperativa. Como se expuso
anteriormente, en tres de estas cinco empresas existe un segundo criterio de diferenciación
basado en la antigüedad en la cooperativa. Esto se realiza mediante dos modalidades:
tomando como parámetro la escala de antigüedad del convenio del sindicato de la rama, o a
partir de la capitalización que cada trabajador realiza anualmente.
Este segundo criterio es similar al encontrado en aquellas empresas cuyo criterio de
diferenciación central lo constituye la antigüedad. Los socios iniciadores –fundadores-
obtienen un porcentaje de retribución mayor. Sin embargo, la modalidad que refiere a la
capitalización posee una característica adicional. En esta última modalidad un porcentaje del
retiro mensual de los trabajadores corresponde a la capitalización que anualmente los
trabajadores socios realizan a la cooperativa. Ahora bien, los trabajadores con mayor
antigüedad, al tener mayor tiempo en la cooperativa tienen mayor capitalización realizada, y
por ende un porcentaje mayor de retribución mensual. Así, en estos casos, la cantidad de
capital poseído se relaciona con la antigüedad. El ser socio fundador de la cooperativa tiene
142
correlato con expresar mayor porcentaje de propiedad de la misma, lo cual se traduce en una
mayor retribución mensual. Aquí se relacionan antigüedad, propiedad y distribución.
En suma, observamos en estos casos elementos que nos refieren a mecanismos de
explotación. Sin embargo, este segundo criterio no es central en estas empresas, así como
tampoco involucra a la totalidad de las empresas que distribuyen según categoría laboral. 110
Nos queda entonces, una última dimensión que analizar en esta modalidad distributiva.
Hemos dado cuenta la dificultad de establecer mecanismos de explotación que se basen en la
categoría laboral en estas unidades productivas. Encontramos mecanismos de apropiación
diferencial basados en transferencia de recursos sólo en algunos casos, y tomando en cuenta
criterios distributivos que no son los centrales, lo cual nos interroga sobre la magnitud de la
explotación en cuestión. Sin embargo, que la distribución centrada en la categoría laboral no
exprese mecanismos de explotación, no implica que tampoco expresen mecanismos de
exclusión. Recordemos que según Wright (2010), la explotación supone una exclusión con
apropiación de los frutos del trabajo. Si este último aspecto no se cumple, puede ocurrir lo que
denomina “opresión no-explotadora”, donde los frutos del trabajo no se transfieren del
oprimido al opresor, el bienestar del segundo depende simplemente de la exclusión del
oprimido del acceso a ciertos recursos, pero no de su esfuerzo de trabajo. Esta noción, como
argumentamos anteriormente, se asocia a la expuesta por Tilly (2000b) de “acaparamiento de
oportunidades”, es decir el control de recursos sujetos a monopolio. En este sentido, cobra
relevancia preguntarse sobre la existencia en estas empresas de mecanismos de acaparamiento
de oportunidades de los cuales deriven distribuciones diferenciales aunque éstas no se basen
en la explotación. Analizar la existencia de estos mecanismos implicaría considerar que las
categorías más altas constituyen un recurso monopolizable, puesto que dichas categorías
aseguran mayores porciones distributivas. Surge como pregunta entonces, ¿es posible que
exista un acaparamiento de las categorías que permiten ingresos mayores? Si esto es así
¿expresa ese acaparamiento alguna grupalidad específica? Es decir, ¿quiénes acaparan?
Teniendo en cuenta que en las distintas configuraciones distributivas y mecanismos de
desigualación analizados juega un rol preponderante la conformación de los grupos, y los
grados de cohesión a estos asociados -que implican mayores recursos organizativos-, es
posible considerar que en las empresas recuperadas cuya modalidad distributiva refiere a la
categoría laboral, si bien no encontramos que dicho criterio exprese mecanismos de
110
En este sentido, es necesario remarcar que no es posible realizar un completo análisis de la explotación –en
ninguna de las modalidades distributivas analizadas- sin hacer referencia a algún elemento de magnitud de la
misma. La temática de la magnitud de la explotación es sustantiva en nuestro análisis, más adelante en esta Tesis
desarrollaremos este aspecto.
143
explotación, sí expresan mecanismos de exclusión sobre la base de un acaparamiento de
aquellas categorías que aseguran mayores ingresos por parte de los trabajadores asociados que
iniciaron la experiencia de recuperación. En este caso también los “socios fundadores”
constituirían el agrupamiento que acapara el acceso a recursos diferenciales.
Ahora bien, tomando como referencia nuestras entrevistas a informantes clave es
difícil encontrar algún tipo de asociación que permita responder rigurosamente a dichas
preguntas. Para tal caso será necesario recurrir a un análisis que contemple agrupamientos
mayores de trabajadores con registros sobre aspectos que hacen a sus identidades socio-
laborales e inserciones socio-productivas. Para dar cuenta de dicha hipótesis entonces,
utilizaremos nuestros registros que surgen de la encuesta realizada a una muestra de
trabajadores de las empresas recuperadas. Sin embargo, antes de explorar dicha hipótesis es
necesario observar si la asociación planteada no se encuentra presente ya, en el conjunto de
trabajadores de las empresas analizadas. El siguiente cuadro va en dicha dirección.
operativa
61,6% 59,6% 60,9%
técnica-
científica 16,3% 5,8% 12,3%
Total
100,0% 100,0% 100,0%
Fuente: Relevamiento a trabajadores de empresas recuperadas año 2011. Proyecto UBACyT: “La cultura de la
recuperación en la conciencia de los trabajadores”. Director: Julián Rebón. N: 138.
111
Se utiliza para la clasificación de las ocupaciones el “Clasificador de ocupaciones (CNO-91) Versión para
usos específicos” (Prometeo-INDEC: 1998).
144
Como observamos en el cuadro precedente no es posible afirmar que para el conjunto
de empresas exista asociación entre el haber participado en el proceso de recuperación y la
calificación de la tarea. Sin embargo, algo diferente se observa al considerar sólo a las
empresas que expresan modalidades distributivas ancladas en la categoría laboral.
Cuadro 20. Calificación de la tarea según participación en el proceso de recuperación para las
empresas recuperadas que utilizan la modalidad distributiva según la categoría laboral.
¿Participó en el
proceso de
recuperación?
Si no Total
Calificación no
de la tarea calificada 23,8% 45,5% 31,3%
calificada
76,2% 54,5% 68,8%
Total
100,0% 100,0% 100,0%
Fuente: Relevamiento a trabajadores de empresas recuperadas año 2011. Proyecto UBACyT: “la cultura de la
recuperación en la conciencia de los trabajadores”. Director: Julián Rebón. N: 32.
112
A los efectos de una lectura más clara de la asociación propuesta se dicotomizó la variable calificación de la
tarea bajo un criterio que distinga centralmente entre las tareas no calificadas y calificadas. Esta última categoría
contempla entonces dos tipos de calificaciones, las operativas y las técnicas-científicas.
145
Ahora bien, aun estableciendo la totalidad de las formas distributivas analizadas -tanto
endógena como exógena- como desigualitarias, ¿es posible argumentar que dichas formas son
“justas”? Retomemos a Rawls (1973 y 1993) para quien las desigualdades económicas y
sociales pueden considerarse “justas” siempre que: 1) Se distribuyan igualitariamente todos
los valores sociales -incluido el de la distribución igualitaria de los derechos-. 2) Sean
“ventajosas para todos los individuos involucrados en dicha relación” (principio de la
diferencia), y se vinculen a empleos y cargos “igualmente asequibles” para todos (principio de
la justa igualdad de oportunidades). Así por ejemplo, en aquellas empresas que poseen
trabajadores no asociados, para que las formas de distribución desigualitarias puedan ser
consideradas como “justas” debería de cumplirse el principio de “igual distribución de
derechos”, así como de ser “ventajosa” para los trabajadores no asociados, y por otro lado, los
no asociados deberían tener las mismas oportunidades que los asociados, de acceso a los
diferentes cargos113. Sin embargo, estos trabajadores, por definición, no forman parte
constitutiva de la cooperativa. Es decir, que en la medida en que su participación en la
empresa no se realiza como “asociado”, no gozan de los derechos que otorga dicho atributo,
ni de las ventajas posibles de dicha participación, ni poseen tampoco, las mismas
oportunidades que los asociados de ocupar cualquier cargo en la misma. Los trabajadores no
asociados no pueden participar de la toma de decisiones -o pueden participar de los ámbitos
pero no poseen poder de decisión, es decir tienen voz pero no voto-. Así, el primer principio –
igual distribución de derechos- no se cumple, ya que los trabajadores no asociados carecen del
atributo –la condición de ser socio- que les permitiría un ejercicio pleno de los derechos y la
ciudadanía de pertenecer a la cooperativa. De esta manera, quedan así excluidos de la
posibilidad de decidir sobre el futuro de la empresa, así como de modificaciones en las formas
distributivas, utilizaciones de excedentes mensuales y/o anuales, es decir aquellas cuestiones
que podrían redundar en la una “ventaja” para su situación. Por otro lado, en la medida en que
no pertenecen a la cooperativa formalmente –no poseen la “ciudadanía” de socio- no pueden
acceder a cargos dirigenciales. En este sentido, la evaluación de los beneficios de distribuir en
forma desigualitaria los ingresos en una cooperativa, desde la perspectiva de Rawls (1973,
1997), debería referir a la totalidad de trabajadores de esa cooperativa. Es decir, es el carácter
autogestivo de una cooperativa lo que determinará, o no, la posibilidad de estas desigualdades
113
Estas temáticas se encuentran estrechamente vinculadas a las modalidades que asume la función de dirección
en las unidades productivas. Como observaremos más adelante algunas de las características de esta función de
dirección serán retomadas, pero orientadas al análisis de las formas distributivas y sus asociaciones.
146
justas. En las empresas que poseen trabajadores no asociados esta totalidad no involucra, sino
que excluye, a dichos trabajadores no asociados.
Respecto a la antigüedad, si bien es posible pensar el cumplimiento del principio de
“igual distribución de derechos”, resulta de mayor dificultad el cumplimiento de igualdad en
la distribución de los cargos y empleos en vistas de la relación entre la participación en el
proceso de recuperación y el ejercicio de funciones de coordinación del proceso de trabajo. En
este sentido, dar cuenta de cuál podría ser la “ventaja” obtenida por los nuevos trabajadores en
el establecimiento de la desigualación resulta una pregunta difícil de discernir.
Por otro lado, en aquellas empresas en que la forma de desigualación se produce por
categoría laboral -independientemente de su condición de socio o no-, el principio de la
igualdad de oportunidades en el acceso a cargos y empleos no se cumple, ya que la
distribución –desde la perspectiva de Rawls- está regulada por los arreglos implícitos en la
concepción de los puestos asequibles a las capacidades (Rawls 1973 y 1993). Esto implica
que la distribución se encuentra fuertemente influenciada por contingencias naturales y
sociales, que no son corregidas por ningún mecanismo compensatorio al interior de la
cooperativa, sino que por el contrario se observa que la participación en el proceso de
recuperación implica la posibilidad de ocupar puestos con calificaciones más redituables.
Recapitulando, el análisis de las formas que asume la desigualación en la distribución,
no se encuentran elementos que satisfagan -desde la perspectiva de Rawls-, los requisitos para
que las desigualdades en dichas formas sean consideradas “justas”. En estas empresas las
relaciones desigualitarias en las formas distributivas contemplan a la vez, la exclusión de una
porción de los trabajadores de la posibilidad de participar en la toma de decisiones -y por ende
del ejercicio pleno de los derechos-; así como el mantenimiento o el establecimiento de
obstáculos a la igualdad en oportunidades de acceder a diferentes cargos y puestos en la
empresa; y por otro lado, la ausencia de mecanismos que compensen las desigualdades
retributivas y contribuya a una ventaja diferencial de los menos favorecidos en dicha relación
(Rawls: 1973, 1993).
Por último, queremos concluir este subcapítulo con una serie de consideraciones que
se desprenden de los análisis efectuados. Encontramos una diferencia sustantiva entre las
configuraciones distributivas desigualitarias analizadas. Hemos podido hipotetizar que los
clivajes que refieren al tipo de relación laboral de dependencia entablada con la cooperativa y
a la antigüedad vinculada al haber participado del proceso de recuperación, constituyen una
fuente de desigualación distributiva cuyos mecanismos refieren a la explotación. No hemos
podido concluir en el mismo sentido en las configuraciones distributivas centradas en la
147
categoría laboral.114 ¿Cuál es la particularidad que asumen estos procesos de desigualación
que implican una explotación?
Consideramos importante enfatizar sobre un aspecto que ya hemos señalado
brevemente. Las modalidades que asumen las diferenciaciones en los retiros se encuentran
asociadas a la configuración que asumen los grupos al interior de los colectivos de trabajo.
Como señalamos anteriormente, las diferencias en los grados de cohesión e integración entre
los grupos propician la constitución de desequilibrios de poder en favor de los más
cohesionados e integrados. Las retribuciones pueden ser un reflejo de ese diferencial de poder
entre los grupos que es a la vez resultante del diferencial de cohesión interna y control de los
recursos.115
En este sentido, tanto en una como en otra forma distributiva que expresan
centralmente mecanismos de explotación –según condición de socio y según antigüedad- se
caracterizan por expresar en origen procesos de mayor conflictividad social. Consideramos
que en estos contextos particulares de conflictividad que evidenciaron los procesos de
recuperación, estos colectivos de “asociados” y de “socios fundadores” han logrado
conformar grados de unidad, colectivos cohesionados, con una historia de lucha común, que
comparte normas, permitiéndoles identificarse como un grupo en sí mismo, diferenciado del
resto de trabajadores. Así, en paralelo a esta autoafirmación identitaria se construye una
diferenciación respecto a otros, estableciéndose una relación entre un colectivo plenamente
conformado y diferentes individualidades dispersas (Elías: 1996)116. En otras palabras, el
poder de los “socios” y los “socios fundadores” tiene origen también en su mayor grado de
organización que permite tanto la propiedad sobre la unidad productiva –en un caso- como el
control sobre los recursos organizacionales -en el segundo- (Elías: 2006).
De esta manera consideramos que, la mayor intensidad de la lucha no construye
necesariamente, a diferencia de lo que señalan algunos ensayos, mejores condiciones para
sostener dispositivos autogestivos117. En los mecanismos desigualitarios de carácter
114
Aunque en algunas de ellas sí hemos constatado que coexisten con mecanismos secundarios de explotación
que se fundan no en la categoría laboral sino también en la antigüedad.
115
“(…) La sociodinámica de la relación entre grupos ligados entre sí como establecidos y forasteros viene
determinada por la forma de su vinculo, no por ninguna de las características que poseen los grupos afectados
con independencia de ella.” (Elias: 2006; pág. 233).
116
Algunos análisis de Elías (1996) nos parecen sugerentes para ser retomados en el análisis de las empresas
recuperadas. Para el autor, la relación entre los “establecidos” y los “forasteros” implica la atribución de
características. nómicas a los primeros y “anómicas” a los segundos. A la luz de los analizado hasta el momento
¿en qué medida desde la perspectiva de los socios y los socios fundadores, los contratados o los nuevos se
encuentran sumidos en una “anomia”? Estas preguntas serán retomadas en la tercera parte de la tesis.
117
“Las fábricas que tuvieron mayores enfrentamientos para poder instalar su autogestión han creado mejores
condiciones para el sostenimiento de sus dispositivos autogestivos” (Fernández: 2006, Pág.31).
148
endógeno, las luchas de mayor intensidad modelan espacios socioproductivos con una
“autogestión” que expresa diferenciaciones en los grados de cohesión grupales y control de
los recursos organizaciones, que a la vez implican mecanismos de acaparamiento de activos
productivos y transferencias de recursos de los nuevos a los viejos trabajadores. En los
mecanismos desigualitarios de carácter exógeno en cambio, modela una configuración social
en el espacio socio-productivo, donde la “autogestión” de los socios produce mecanismos de
explotación y de exclusión de otros en condiciones desfavorables. Así paradójicamente, que
las cooperativas puedan ser exitosas para los socios en cuanto a la reversión de procesos de
pauperización y precarización social –según lo analizado en capítulos anteriores de esta Tesis
- no necesariamente conduce a que esta situación se transfiera a todos los nuevos trabajadores
–sean socios o no- que se integren a la empresa luego de constituida.
En este sentido, consideramos también que la posibilidad de la emergencia de la
explotación en estos casos, si bien tiene como basamento una exclusión –o acaparamiento de
oportunidades-, se ve favorecida por el carácter pareado de las categorías de la desigualación
(Tilly: 2000b). Sin embargo, como mencionamos anteriormente, en la medida en que los
grados y tipos de exclusión que expresan ambas modalidades son diferentes, difiere la
posibilidad de sostenimiento de los mecanismos de explotación. En este sentido, sostenemos
que la explotación basada en un criterio excluyente de propiedad adquiere mayor fortaleza
que una explotación basada en un control de un recurso que es de co-propiedad. Así, “socios y
contratados”, “socios fundadores y nuevos socios”, constituyen categorías pareadas, que
escinden al colectivo de trabajadores en dos grandes grupalidades expresando ambas un
criterio corporativo de desigualación. Sin embargo, consideramos que dichas configuraciones
expresan diferentes condiciones de posibilidad de reversión de la desigualdad.
Por último, y a diferencia de las anteriores modalidades, en la modalidad distributiva
centrada en la categoría laboral, la apropiación diferencial de los recursos no expresa según
nuestros registros, un mecanismo de explotación. Consideramos sin embargo, que existe un
acaparamiento de los puestos de mayor calificación por parte de los trabajadores que iniciaron
la experiencia. Consideramos que esto se debe a las siguientes razones: en la medida en que
estas experiencias expresaron un bajo grado de ruptura en los diseños institucionales, los
grupos de trabajadores originarios –“establecidos”- no necesitaron construir nuevos criterios
de diferenciación, sino que, utilizando los diseños existentes pudieron acaparar los puestos
más redituables para sostener una diferenciación. Ahora bien, no fue la totalidad del grupo
originario quien acaparó los puestos más redituables. La introducción de un segundo criterio –
plus por antigüedad, o porcentaje de acuerdo a la capitalización- es el que permite una
149
diferenciación de los “no-calificados fundadores” respecto a los trabajadores nuevos. Aquí
entonces, la aplicación de este segundo criterio, sí implica la introducción de una categoría
pareada que expresa también un proceso de explotación. Sin embargo, en la medida en que
esta categorización pareada se encuentra subsumida en una no plenamente pareada y más
diversa y amplia –la categoría laboral- el grado de corporativismo expresado por estas
experiencias es menor.
118
Como se expuso anteriormente existen situaciones de demora en la incorporación del trabajadores “a prueba”
a la cooperativa, generándose situaciones de irregularidad respecto al tipo de relación que liga al trabajador a la
cooperativa. Un ejemplo interesante en este sentido lo encontramos en la cita a pié de página N° 43.
119
Incluso dominantes en las relaciones mercantiles que estas unidades deben producir para subsistir. Dichas
relaciones son para un mercado de hegemonía capitalista (Rebón y Salgado: 2009, Salgado: 2009; Hudson:
2011), cuyo núcleo de relación fundante refiere a la escisión entre propietarios y no propietarios de los medios de
producción.
151
emparejamiento de categorías pareadas: socio–no socio (categoría interna que fija los límites
internos) se armoniza con: propietario empleador –no propietario empleado (categoría externa
adoptada que subyace a la categoría interna)
Sin embargo, es posible especificar mejor lo antedicho. Esta configuración distributiva
refiere en origen centralmente a experiencias de recuperación de conflictividad social alta.
Son empresas inicialmente igualitarias que desarrollaron luego, a partir de la incorporación de
nuevos trabajadores a la empresa pero no a la cooperativa, procesos de desigualación en la
distribución con mecanismos –de explotación y de acaparamiento de oportunidades-
centrados en la escisión entre socios y no socios de la cooperativa, empleador –empleado,
propietarios y no propietarios. Consideramos que este establecimiento de límites internos
constituye la forma en que el colectivo prolonga al interior de la nueva organización, su
grupalidad cohesionada, y a la vez transforma su condición de subordinado a subordinante de
otros. En este sentido, las experiencias de conflictividad alta implicaron el abandono de
aquellos sectores administrativos y que personificaban la función de coordinación y vigilancia
del capital (capataces, encargados, gerentes). Este proceso implicó una “licuación” y
homogeneización del colectivo de trabajadores que adquirió un carácter centralmente obrero
(Rebón: 2007). Este desmembramiento de fracciones de asalariados no fue azaroso, fueron
aquellos sectores de administración -ligados a la patronal o que personificaban al capital en su
función de vigilancia o dirección- quienes abandonaron el proceso. Podría afirmarse que este
desmembramiento expresó la licuación de la categoría “trabajador de administración” del par
categorial “trabajador de administración – trabajador de planta” constituido en la fallida.120
Entonces, el proceso de desigualación expresa aquí, un pasaje de configuraciones sustentadas
en ese par categorial a configuraciones sustentadas en el par “socio - no socio”, cambiando la
categoría pareada, pero prolongando una de las grupalidades originales. Sin embargo, esta
constitución del par categorial interno socio – no socio, se armoniza con uno externo:
propietario - no propietario. Así, ante la nueva organización constituida, este colectivo
homogéneo y unificado, innova y a la vez reproduce límites categoriales para prolongarse en
tanto tal, y establecer así su distinción y escisión respecto a los trabajadores que se incorporan
a la empresa. Para los nuevos, la forma de incorporación en tanto empleado de la cooperativa
entraña su ubicación en el límite subordinado de los nuevos pares categoriales armonizados.
120
El par categorial “trabajador de administración – trabajador de planta” no hace referencia necesariamente al
par categorial utilizado en la distinción de los ingresos de la empresa fallida. Hace referencia a la forma
polarizada que expresó el conflicto. En este sentido, el par categorial expresa más que una desigualdad en el
ingreso una diferencia de función dentro de la unidad productiva, la cual por lo general se asociaba a
diferencialidades en las historias sociales, condiciones y estilos de vida de quienes las personificaban.
152
La modalidad distributiva que desiguala los ingresos centralmente según la antigüedad
difiere de la anterior en cuanto a los activos productivos sobre cuya propiedad se sustenta el
mecanismo de explotación. Como apuntamos anteriormente el mecanismo de explotación se
sustenta en este caso centralmente a partir de la posesión de activos productivos que refieren a
la organización (Wright: 2010). El control de dichos recursos organizativos se constituye
sobre la base de diferencias en los grados de cohesión entre los grupos (Elías: 2006). Esto trae
aparejado un desequilibrio de poder a favor de los grupos cohesionados lo cual reproduce su
posesión de control sobre los recursos organizativos. Esta modalidad distributiva implica el
establecimiento de un par categorial socio fundador - nuevo socio, que escinde, al igual que
en la modalidad anterior, al colectivo de trabajadores en dos grupos. El límite establecido por
los pares es interno a la organización, constituye una distinción interna entre los miembros de
la misma.
Ahora bien, este par categorial expresa una historia socio-productiva diferencial entre
los grupos escindidos. El criterio sustancial que constituye el límite del par categorial remite a
la participación en el proceso de recuperación de las empresas. Resulta importante destacar
que no es el haber sido trabajador en la fallida el criterio que constituye el límite de las
categorías, si no el haber participado durante el proceso de recuperación en las primeras
etapas. Esto es destacable porque remite a una imagen de “lucha” como aspecto central en la
auotidentificación y diferenciación del colectivo. El “socio fundador” no es sólo el
“iniciador”, si no que esa iniciación es en un contexto de lucha, es fundador pero también es
uno de los que “rompieron el candado” posibilitando el trabajo de todos los integrantes de la
cooperativa121. Ahora bien, las condiciones de ciudadanía y de propiedad del resto de los
trabajadores no difieren con respecto a ese grupo de iniciadores. Y aquí radica la principal
diferencia respecto a la modalidad analizada con anterioridad. Estas experiencias también
expresaron en origen una alta conflictividad en la recuperación. Aquí también, este proceso
implicó una “licuación” y homogeneización del colectivo de trabajadores. Pero la resultante
del proceso produjo recorridos distributivos diferenciales, mientras que un caso adquirió
formas centradas en la categoría laboral en otro caso adquirió formas igualitarias.
Transcurridos varios años de desarrollo productivo ambas experiencias asumieron
diferenciaciones basadas en la antigüedad, pero dicha modalidad se produjo a la par que la
incorporación de los trabajadores nuevos en tanto socios. Esa incorporación igualó a los
trabajadores respecto a la “propiedad” y “ciudadanía”, no existiendo monopolio formalmente
121
“Los que rompieron el candado” es otra forma en que el grupo de iniciadores de la recuperación es
denominado.
153
excluyente de ese activo productivo. Pero sobre esa igualación operó una desigualación
distributiva mediante un mecanismo que reconocía categorías pareadas sustentadas en la
antigüedad, o mejor dicho, en el haber participado durante el proceso de recuperación. Si bien
es posible pensar que la antigüedad como criterio de distinción no es una “invención” de estos
colectivos de trabajadores122, no consideramos que el origen refiera a una simple “adopción”
(Tilly: 2000b) de relaciones sociales existentes en otros espacios sociales. Creemos que el
origen refiere más bien, a un subproducto del encuentro de redes (Tilly: 2000b). Esto implica
que las categorías se forman como subproductos de la interacción social que conecta
individuos que comparten o adquieren con ello, rasgos comunes, constituyéndolos como
grupos ya consolidados, pero a la vez los escinde en algún aspecto de otros individuos, con
quienes sin embargo, mantienen relaciones significativas. Estas interacciones solidario-
competitivas generan historias que los participantes utilizan para explicar y justificar sus
interacciones –en este caso mitos construidos en torno a la recuperación de la empresa-. Esas
historias se construyen con materiales culturales previamente disponibles, y encarnan
nociones compartidas sobre quiénes constituyen un “nosotros”, quiénes constituyen un
“ellos”, qué los separa y qué los relaciona. Ahora bien, estos límites internos constituyen
límites claros, pero con menor solidez e institucionalización que los límites de las categorías
analizadas en la modalidad anterior. Si bien los límites objetivamente escinden
distributivamente al colectivo en grupos bien diferenciados, como veremos en la tercera parte
de la Tesis, esa distinción desde la expresión de los trabajadores es difusa en su enunciación.
Así, “pibes”, “viejos”, “nuevos”, “socios fundadores”, “socios fundidores” (sic), “con
mentalidad asalariada”, “con mentalidad autogestiva”, “patrones”, son las distintas formas en
que los trabajadores enuncian las identidades involucradas en los grupos123. Este carácter
difuso es un observable del menor grado de institucionalización del límite categorial, y de la
ausencia de pares categoriales externos claros. Se exhiben elementos que refieren a la
antigüedad, a la edad, la conducta, la tarea desarrollada, etc. Así, el carácter interno de los
límites que tienen origen en las interacciones solidario–competitivas entre los “nuevos” y los
“viejos” trabajadores no se encuentra armonizado claramente con un par categorial externo.
122
Criterios centrados en la antigüedad se encuentran presentes incluso en las diferenciaciones salariales de
amplias fracciones de asalariados. Por otro lado, la antigüedad puede entenderse como un observable de un
proceso más complejo que refiere a la configuración entre establecidos y forasteros (Elías: 2006), configuración
sobre la cual se basan una magnitud considerable de desigualdades sociales (Elías: 2006).
123
Estas enunciaciones emergen de la encuesta realizada a trabajadores de empresas recuperadas de la CABA.
Estas respuestas se constatan al indagar las diferencias negativas y positivas que los trabajadores consideran
sobre la empresa recuperada en relación a una “empresa bajo patrón”.
154
En las configuraciones distributivas centradas en mecanismos desigualitarios cuyo
criterio reposa en la categoría laboral que el trabajador posee, el criterio central sobre el que
reposa la distinción categorial refiere, como se mencionó anteriormente, a la calificación, a un
saber específico sobre la división singular del trabajo124.
A diferencia de las modalidades descriptas con anterioridad, una primera observación
de estas modalidades arroja que el mecanismo de desigualación en la distribución de los
recursos no implica la existencia de un único par categorial, sino que pueden observarse tantas
grupalidades como categorías establecidas. Aunque esto nos puede dar la falsa imagen de la
existencia de múltiples y variadas categorías, esto no es marcadamente así. De hecho, sólo en
un caso existen más de cuatro categorías –este caso refiere justamente a la empresa que
cambia su forma jurídica a cooperativa de servicios educativos, lo cual le permite contratar
personal-. En el resto encontramos que en un caso existen sólo dos grandes categorías
laborales, en dos casos existen tres categorías laborales y en un caso cuatro categorías
laborales.
124
Algunos ejemplos en base a nuestras entrevistas en estos tipos de empresa según distribución por categoría
laboral ilustran este contenido que hace a la calificación de la tarea. Así, en una empresa preguntábamos:
- ¿Cuántas categorías de retiros existen actualmente?
- -Son tres escalas y el plus por responsabilidad jerárquica.
- ¿Y cómo es, los aprendices, reciben el mismo retiro que el resto?
- No, se les paga un retiro a lo que es la categoría de ellos, inicial, como aprendiz.
- ¿Hay algunas otras diferencias en el retiro?
- Hay una pequeña diferenciación de categorías entre las responsabilidades que ejerce cada uno de los
asociados, pero es mínima.
En otra, preguntábamos:
- Hablame más o menos de los criterios para retirar, ¿Qué criterios están usando actualmente entre
los socios, de retiro de dinero?
- El criterio… hay un fijo. Cuando se empezó la cooperativa había escalas, estaban la escala más alta,
había una escala intermedia, eran cuatro tipos de escalas. Lo que se dijo fue que a partir de ese
momento todo tipo de aumento iba a ser cuota fija, no porcentaje para ir subiendo las más baja y que las
más altas suban menos acelerado. Entonces se llego más o menos… te digo que hay un poco de
diferencia pero no es tanto la diferencia que hay.
- ¿Se respeta la actividad o la tarea que se hacía antes de que se recuperara la empresa, o sea eso
más o menos se continuó?
- Se respetó desde la escala hasta la tarea, la escala de retiros hasta la tarea se respetaron.
- Entonces, no hay rotación de puestos.
- No, no en general no, porque el que es maquinista trabaja de maquinista y no puede trabajar de otra cosa
y las chicas que hacen la costura de las bolsas, que cosen las bolsas son las costureras de las bolsas,
cada cual tiene más o menos una especialidad dentro de lo que es el trabajo, a fabricación no la podes
turnar, ni rotar porque cada cual sabe lo que está haciendo.
En otra empresa preguntábamos:
- ¿todos retiran lo mismo?
- No, no cobran todos lo mismo. Cobramos en función del aporte de trabajo que hace cada uno, que es un
poco el aporte intelectual digamos, ¿no? El maquinista gana como maquinista, el ayudante como
ayudante, y así las diferentes escalas que contempla el gremio gráfico. Lo que tenemos como tope es
entre el que menos gana y el que más gana, que son tres a uno. El que más gana no puede ganar más de
tres veces que el que menos gana.
155
Ahora bien, al respecto Tilly (2000b) realiza un interesante señalamiento de cómo se
constituyen las categorías en las organizaciones empresariales. El autor argumenta que las
empresas limitan y vinculan diversos empleos, esto es identifican ciertos conjuntos de ellos
como pertenecientes a la misma categoría y relacionan algunos entre sí mediante contratos de
trabajo vinculados, escalafones de movilidad establecida, o ambas cosas. Así establece, en la
mayoría de las empresas, la existencia de dos grandes grupos de tareas o puesto de trabajo. En
primer lugar, agrupaciones de mando y ascenso –command and promotions pools-, cuyos
ocupantes tienen posibilidades de ascender dentro de jerarquías bien definidas en las que
desde el inicio dedican esfuerzo en controlar el trabajo de las otras persona, y las
agrupaciones de alta rotación –turnovers pools- en los que los escalafones de ascenso son
cortos o inexistentes, los beneficios mínimos y la permanencia incierta. Tales categorías
internas facilitan el establecimiento de desigualdades con respecto al pago, el poder, la
autonomía, las gratificaciones, la permanencia, y la deferencia. Estas desigualdades se apoyan
sobre categorías pareadas internas. Estas consideraciones nos resultan sugerentes para
especificar una hipótesis vertida con anterioridad sobre el acaparamiento de las categorías
más redituables por parte de los socios originarios. En este sentido, consideramos que estos
agrupamientos –command and promotions pools y turnovers pools- se corresponden en las
empresas recuperadas que utilizan la modalidad distributiva según la categoría laboral, con el
atributo de haber participado de la recuperación. En estas empresas entonces, son los
trabajadores socios que participaron de la recuperación los que ocuparían puestos de mayor
calificación -de “mando y promoción”- lo cual les permite una distribución diferencial
respecto al resto de trabajadores que ocupan centralmente agrupamientos laborales de alta
rotación, incertidumbre y bajos beneficios.
Por otro lado, en esta modalidad distributiva los límites que separan las categorías son
claros, incluso formalmente establecido en estatutos. Aunque permiten formalmente cierta
movilidad -son permeables en la medida en que existiría la posibilidad de ascenso en las
categorías con la adquisición de saberes y experiencia-, la asociación entre calificación y el
haber participado de la recuperación analizada con anterioridad nos interroga sobre la
posibilidad real de esta movilidad.
En este sentido, es necesario recordar que esta modalidad distributiva refiere
centralmente a aquellas empresas de menor conflictividad social en origen. En estos casos, el
proceso de recuperación da origen a una alianza social al interior de la empresa entre
identidades socio-productivas heterogéneas: obreros, gerentes, cuadros administrativos y
supervisores, entre otras (Rebón: 2007). El carácter de menor conflictividad implica en estos
156
casos que sus grados de ruptura institucional con la empresa fallida fueran menores, y por
tanto preservaran -en mayor medida que las empresas que expresaron mayor conflictividad-,
las estructuras organizativas anteriores.
Esta modalidad distributiva evidencia entonces, escaso margen de “invención” en las
categorías desigualitarias. La invención se reduce a una atenuación de la magnitud de
diferencias que produce la categorización –magnitud en la cantidad de categorías y en la
diferencia entre ellas-. En tanto la categoría basada en la calificación constituye la forma
dominante de diferenciación salarial, estos límites internos se corresponden con
categorizaciones que tienen origen externo a la organización en cuestión.
Sin embargo, de similar manera que en las modalidades desigualitarias según
propiedad –según la condición de socio-, aquí observamos una prolongación de categorías,
pero a diferencia de aquellas, esta prolongación no refiere sólo a un agrupamiento –los que
participaron de la recuperación que pasarán a ser socios-, si no que refiere a una prolongación
de las categorías mismas. Esta idea de prolongación parecería relativizar la noción de
adopción de categorías externas, si no que se trata más bien del sostenimiento de categorías
laborales heredadas, que corresponde a un mayor grado de traslación de la organización
jerárquica –aunque matizada- (Wyczickier: 2007). En este sentido, el sostener ciertas
condiciones de trabajo de la experiencia formal anterior para otorgar un “orden” y
contextualizar los vínculos interpersonales que la pérdida del ordenamiento laboral anterior
había jaqueado, muestra su arista negativa: una tendencia al aplacamiento de las
potencialidades de alteración de hábitos y condiciones laborales anteriores (Wyczickier:
2007).
Ahora bien, ¿cómo puede ser analizada esta arista negativa? ¿Refiere a efectos
negativos contingentes resultantes de la necesidad de un orden, o se relaciona con procesos
más complejos de emulación social?
Retomemos al respecto algunos señalamientos de Wyczykier (2007) resultado de sus
análisis sobre una serie de casos de empresas recuperadas. Para la autora, el proceso
conflictivo desplegado en las recuperaciones, y la vuelta a la producción, desarmó todos
aquellos mecanismos tendientes a la distinción, y a la distancia que se habían reproducido en
las empresas fallidas125. La recuperación implicó entonces, un proceso de igualación en las
125
Este proceso de igualación atravesó con diferentes matices la totalidad de las experiencias analizadas por la
autora. Así, “en los casos en los cuales existían en la empresa formal anterior a la amenaza del cierre,
trabajadores que guardaban una distancia jerárquica con otros, y optaron por permanecer y comprometerse con la
lucha por la recuperación de la fábrica, las relaciones tendieron a igualarse y horizontalizarse, conforme al nuevo
modelo de gestión del trabajo que se abría camino entre los mismos.” (Wyczykier: 2007. Pág. 203).
157
nuevas relaciones interpersonales que se desarrollaron desde el conflicto, o con el cambio de
condición laboral.
Sin embargo, el proceso autogestivo supuso también, según Wyczykier (2007), con
mayor o menor profundidad, una combinación de criterios de igualación con el sostenimiento
-en algunas experiencias- de una cierta jerarquía y verticalidad en la organización
productiva.126 En este sentido, como contracara de las relaciones de cooperación, emergió
también el conflicto propio y constitutivo de las relaciones sociales productivas.127
Para contrarrestar estos conflictos, restablecer y reactualizar una serie de rutinas
laborales que eran propias de las experiencias salariales anteriores, estos trabajadores se
proveyeron -en parte- de cierto marco de seguridad y certidumbre para encaminar estas
empresas. “Sostener horarios y turnos de ingreso y egreso de los establecimientos de trabajo,
conservar uniformes, tiempo de descanso (si bien ello fue bastante flexibilizado), y dejar
asentadas pautas disciplinarias que acompañaran el cumplimiento de varias de estas reglas, ha
sido usualmente considerado y reproducido en estas estructuras colectivas” (Wyczykier: 2007,
Pág. 210).128
Para la autora estos elementos se inscriben en una dinámica recolectivizadora, porque
se trata adicionalmente de reconstruir ciertas condiciones del escenario laboral conocido y
transitado para muchos de estos trabajadores durante gran parte de su trayectoria laboral. Los
hábitos conocidos, contribuyen de este modo a dar sentido y certezas a las prácticas vitales.
Como afirma la autora: “La recomposición de rutinas y disciplinas laborales, no reviste el
carácter negativo de la alienación en el espacio de trabajo, sino que asume por el contrario un
rasgo positivo al proveer un ámbito de reconfiguración de vínculos sociales y de integración
laboral.” (Wyczykier: 2007. Pág. 211).
126
Esta organización según la autora es distinta a las condiciones experimentadas en la relación salarial anterior.
Lo que ilustra sobre el proceso de recolectivización expresado por estas experiencias, lo que significa a la vez,
una fusión de nuevo tipo entre viejas y nuevas relaciones conjuntas de trabajo.
127
Entre estos, la autora vislumbra especialmente el vinculado al cambio que supone traspasar de relaciones
internas de cada unidad productiva en donde la autoridad sobre el proceso de trabajo descansaba en un patrón, o
en las personas que el organigrama empresarial disponía para tal fin, a otro esquema asociativo de trabajo. Esta
dificultad estriba principalmente en que el control que partía del individuo para posarse sobre el colectivo, y
descansaba sobre relaciones desiguales, fue reemplazado por el control que el colectivo pueda ejercer ahora
sobre cada individuo, trayendo este nuevo esquema de organización variados conflictos. Por otro lado, se rescata
en los inicios la necesidad de aportar un orden al caos que los incumplimientos patronales y las crisis de las
empresas habían generado tanto en las unidades productivas, como en las trayectorias profesionales de los
trabajadores.
128
Para la autora, el sostenimiento de estas rutinas laborales anteriores, no deben ser apreciados desde una visión
meramente instrumental, y tendiente a promover la eficiencia productiva, si bien ello resulta importante en la
puesta en marcha nuevamente de los procesos de trabajo en las diversas experiencias. En este sentido, el haber
compartido una organización productiva conjunta en sus vínculos de trabajo dependientes, facilitó luego que
cada quien pudiera ocupar un lugar en principio ya establecido anteriormente, y de esta forma, organizar los
espacios de trabajo.
158
Varios son los interrogantes que se abren a la luz de lo explicitado y en relación a
nuestros análisis. Evitando caer apresuradamente en una evaluación sobre lo positivo o
negativo de estas reinstalaciones de prácticas -lo que implicaría caer en el terreno de un juicio
de tipo moral, para lo cual sería necesario explicitar los criterios de justicias empleados para
la realización de tal juicio-, nos interesa más bien, analizar qué expresan dichas
“reinstalaciones”, a qué tipo de configuraciones aluden y qué efectos producen para la
organización. En este sentido, y referido a las relaciones de distribución, nos preguntamos
sobre esta recomposición de “hábitos conocidos”, esta reinstalación de prácticas anteriores
que ayudan a dar marco de inteligibilidad, orden a la nueva situación atravesada, ¿en qué
medida no expresan la adopción de configuraciones exteriores a la organización en cuestión?
¿En qué medida no expresan una emulación de modelos organizacionales?
Recordemos que para Tilly (2000b) la emulación implica la copia de modelos
organizacionales establecidos, y/o el “trasplante” de relaciones sociales existentes de un
ámbito a otro. Esto supone la existencia de categorías en “disponibilidad” social, que pueden
ser intercambiables o utilizables en diferentes organizaciones. Como apuntamos
anteriormente, en las configuraciones distributivas que se anclan en la categoría laboral, existe
centralmente una prolongación de configuraciones distributivas previas existentes en la
organización fallida, esta idea de prolongación parecería relativizar la noción de adopción de
categorías externas. Sin embargo, desde nuestra perspectiva esta “reinstalación” expresa
elementos de una emulación de modelos organizacionales –y sus correspondientes
configuraciones distributivas-. Esta emulación viene dada porque lo que se prolonga es una
configuración distributiva que previamente era la resultante de una emulación –la forma y
criterio dominante de retribuir fuerza de trabajo-.
Así, cuando muchas organizaciones adoptan las mismas distinciones categoriales éstas
alcanzan mayor difusión y son más decisivas en la vida social en general (Tilly: 2000b). Por
ejemplo, las desigualdades por raza, género, etnia, etc., se forman mediante procesos sociales
similares y son -en gran medida- organizacionalmente intercambiables. Consideramos en este
sentido, que la “calificación” constituye un criterio categorial ampliamente difundido en las
configuraciones distributivas de la fuerza de trabajo, y por lo tanto, organizacionalmente
intercambiables.
De la misma manera, consideramos que en las configuraciones distributivas cuyos
mecanismos de explotación se anclan en la propiedad -que posibilita discriminar entre
empleador y empleado- existe una adopción de una categoría externa que redefine los
agrupamientos al interior del colectivo de trabajadores. En este sentido, constituye una nueva
159
categoría introducida para escindir la otrora fuerza de trabajo devenida en propietaria, de la
nueva fuerza de trabajo.
En tanto la escisión entre propietarios y no propietarios constituye la categoría
desigualitaria central en la distribución diferencial de las riquezas en formaciones sociales
capitalistas (Marx: 1997)129 desde nuestra perspectiva nos encontramos aquí también ante
elementos que refieren a una emulación. Esta emulación viene dada, no porque constituya un
criterio categorial ampliamente difundido en las configuraciones distributivas de la fuerza de
trabajo, sino porque la escisión entre propietarios y no propietarios constituye el primer
criterio dominante de estructuración social.
Nos resulta más difícil encontrar elementos que refieran a emulación de relaciones
distributivas en aquellas configuraciones centradas en el haber participado o no de la
recuperación. El “haber luchado” no constituye un criterio categorial dominante en
organizaciones productivas. En este sentido, estas experiencias muestran mayores grados de
innovación respecto a esta dimensión -y en relación a las otras configuraciones distributivas
desigualitarias-, aunque dicha innovación expresa un proceso de desigualación distributiva.
Sin embargo, este carácter de innovación nos alerta sobre una cuestión. Los procesos de
emulación implican un reforzamiento de la desigualdad en la medida que lo emulado refiere a
libretos de categorización anclados en los mecanismos sean de explotación y/o acaparamiento
de oportunidades. Por otro lado, el emparejamiento de categorías internas y externas
ampliamente difundidas refuerza también la desigualdad categorial. En la medida en que en
esta última modalidad distributiva encontramos categorías centralmente internas y que no
parecen referir a un proceso de emulación social, hipotetizamos que la desigualdad
distributiva resultante de dichas modalidades adquieren menor grado de “persistencia” (Tilly:
2000b) y por ende mayores posibilidades de transformación.
Por último, respecto a las razones por las que un proceso de emulación puede ser
desarrollado, recordemos que para Tilly (2000b), la desigualdad categorial resuelve
problemas organizacionales. La explotación y el acaparamiento de oportunidades plantean
desafíos y problemas organizacionales de cómo mantener la distinción, cómo asegurar la
solidaridad, la lealtad el control y la sucesión, cómo monopolizar el conocimiento que
favorece el uso provechoso de los recursos confiscados. El establecimiento de límites
explícitamente categoriales ayuda a resolver dichos problemas, en especial si los límites en
129
La frase de Marx en sus Manuscritos, referida a que “el obrero es más pobre cuanta más riqueza produce”
alude centralmente a la noción de obrero en tanto sólo propietario de fuerza de trabajo, despojado de la
propiedad sobre los medios de producción y subsistencia. (Marx: 1997. Pág. 109)
160
cuestión incorporan formas de desigualdad que ya están bien establecidas en el mundo
circundante, es decir, poseen amplia legitimación social. En este sentido, es posible
preguntarse en qué medida la dinámica “recolectivizadora” (Wyczykier: 2007) que
expresaron estos procesos -y que supuso la incorporación de hábitos de trayectorias laborales
pasadas-, no sólo debe ser entendida como resultante de la necesidad de reconstruir ciertas
condiciones del escenario laboral conocido y dar orden al caos, sino también como la forma
de resolver el problema organizacional generado por los mecanismos distributivos
desigualitarios –de explotación y/o de acaparamiento de oportunidades- a partir de emular
configuraciones distributivas centradas en categorías ampliamente difundidas en el mundo
circundante. Dicho en otros términos, no debe ser entendida la recolectivización en abstracto,
sino según su carácter socio-productivo específico, dado que es en éste donde residen los
elementos que nos permiten dar intelegibilidad a los clivajes organizacionales que se
desarrollan y alcanzan a perdurar en el tiempo.
161
“tensiones” en la gestión observables en el desarrollo de estos emprendimientos.130 El
siguiente capítulo presenta un análisis de las transformaciones que ha asumido la función de
dirección de la unidad productiva teniendo en cuenta una serie de observables: periodicidad
de espacios colectivos de toma de decisiones, derecho de participación en dichos ámbitos,
carácter de los mismos, nivel de rotación dirigencial, existencia de política de formación de
dirigentes. Interesa analizar en este punto qué transformaciones se evidencian en esta
dimensión en el devenir productivo, transcurrida ya, la fase constitutiva de la empresa. En este
sentido, emerge como pregunta si los procesos desigualitarios evidenciados en las formas
distributivas poseen algún tipo de relación con un aumento de las formas delegativas –
indirectas- en detrimento de las directas. En este sentido, se intenta explorar sobre las
vinculaciones entre la desigualdad material y la desigualdad en el campo del poder.
130
Estas tensiones han sido explicitadas de diversas maneras. Por ejemplo, Hudson (2011) observa en el
desarrollo productivo tensiones de tipo generacional entre los “viejos” socios de las recuperadas y los nuevos y
“jóvenes” trabajadores que se contratan luego de la recuperación. En tanto los contratados no forman parte de la
cooperativa, e incluso, en múltiples casos, se los incluye de manera precaria, no encuentran motivaciones ni
aspiraciones para una real implicación en su trabajo. El empleo en estos procesos de autogestión obrera es una
experiencia laboral más en un marco de movilidad permanente. Por otro lado, el autor menciona que el
comportamiento de los jóvenes no está determinado necesariamente por el modo contractual de inclusión. Lo
que antes educaba, socializaba y producía un tipo específico de obrero fabril, en la actualidad devino obsoleto.
Es decir, los jóvenes no se encuentran socializados ni subordinados bajo los códigos y preceptos del sistema
fabril tradicional. De esta manera hay una subjetividad en juego en los jóvenes que se aleja del imaginario
dominante que prevalece en los socios sobre las características del obrero fabril; de allí la distancia y los
conflictos generacionales. Si bien consideramos que elementos referentes a la “cultura del trabajo” pueden ser
sugerentes para entender las tensiones en torno a la gestión en estos emprendimientos, nuestro énfasis está puesto
en el análisis de la sociodinámica de la relación entre los grupos, la cual se encuentra determinada por la forma
de su vínculo, no por las características que poseen los grupos afectados con independencia de ella (Elías: 1996).
162
planteando así la posibilidad de suspensión de la representación, pero no necesariamente su
finalización.
Aunque desde una perspectiva diferente, nuestros propios avances investigativos nos
permiten arribar a similares consideraciones. Respecto a la función de dirección, en sus
inicios, la acción colectiva de recuperar la empresa implicaba una serie de transformaciones
en esta dimensión, presentando dos características salientes: función de dirección
personificada por el colectivo laboral y carácter directo –desarrollado mediante asambleas- en
la toma de decisiones (Rebón: 2007).
En primer lugar, con la acción de recuperación, estos trabajadores se constituían en
una nueva personificación de la función de dirección de la producción, que no representaba
una prolongación de la iniciativa capitalista. Al avanzar sobre la producción, estos
trabajadores realizaban una crítica práctica al orden de la misma (Rebón: 2007). Si antes el
capital fue su “voluntad”, expresada como plan en la organización de la producción, con la
recuperación estos trabajadores debían resolver los problemas prácticos por sí mismos. Así,
de la heteronomía del capital, en la recuperación surgía un incipiente proceso de
autonomización cuya resultante en el campo productivo era la transformación en la función de
dirección y un proceso de igualación en el campo del poder (Rebón: 2007).
En segundo lugar, el mecanismo de toma de decisiones que sustentaba dicha función
de dirección emergente adquiría un carácter asambleario. Las formas reales que asumían estas
dinámicas asamblearias entre las empresas eran en los inicios, diversas en relación a su
frecuencia, relevancia y niveles de participación. Pero más allá de estas diferencias, la etapa
inicial de recuperación de la empresa se caracterizaba por una creciente democratización de
los espacios de toma de decisiones, frente a la autocracia del capital en la empresa fallida.
Estos momentos iniciales, asociados estrechamente al proceso de movilización que implica la
recuperación de la empresa, se caracterizaban por un carácter más directo y participativo en la
toma de decisiones, por una clausura del polo de la representación que permitía un mayor
despliegue de la autogestión (Fernandez: 2007).
Por otro lado, y retomando a Meister (citado por Rosanvallon: 1979), se podría afirmar
que estas características, se asocian a una etapa de “conquista”, en la cual predomina la
democracia directa, momento o etapa instituyente que involucra activamente a los
trabajadores en la construcción de la nueva empresa131. Lucita (2009) denomina a este período
como el “período heroico”, que inicia con la ocupación de la empresa, continúa con la
131
Esto se observa con mayor énfasis en aquellas empresas que atravesaron momentos de alta conflictividad
social (Salgado et al: 2011).
163
resistencia y se consuma con la puesta en producción y el logro de la expropiación. Los rasgos
salientes de este período lo constituyen la cooperación no forzada, la solidaridad interna y
externa, la asamblea como órgano decisorio, la relación con otros movimientos sociales, la
apertura de puentes hacia la comunidad.
Este carácter directo en la toma de decisiones surge como resultante de situaciones
históricas o sociales particulares, a partir de un elemento de unificación del colectivo
(Rosanvallon: 1979). En el caso de las recuperaciones de empresas este elemento refiere a la
pérdida de trabajo debido al cierre empresarial, acontecimiento que provoca la acción
colectiva de recuperación que manifiesta primero una necesidad –mantener la fuente de
trabajo– y luego una exigencia –alterar el orden de las relaciones socioproductivas al interior
de la empresa-.
Ahora bien, ya en estos primeros momentos de inicio productivo –o de construcción
de sus precondiciones- se pueden observar elementos que expresan la existencia de tensiones
latentes. En este sentido, comienza a darse un elemento organizativo importante. Este
elemento a destacar lo constituye la “gestión de cuadros” (Vieitez y Dal Ri: 2001) como
forma de organización cotidiana. Así, en los momentos iniciales se observa que, paralelo al
proceso de igualación y democratización, se constituyen también liderazgos y cuadros
dirigenciales (Rebón: 2007; Rebón y Salgado: 2009). El riesgo del desenvolvimiento de estos
procesos es que una vez instituidos estos cuadros, de no mediar mecanismos de rotación,
pueden adquirir una autonomía relativa y derivar en la construcción de desigualdades respecto
al colectivo del cual emergen, obstaculizando o clausurando el desenvolvimiento de la
autogestión colectiva. En este sentido, si bien consideramos un interesante aporte el
entendimiento del proceso a partir de la relación entre los polos autogestión-delegación
(Fernandez: 2007), entendemos que en esta relación cobra significativa importancia
interrogarse sobre la posibilidad del desarrollo de una clausura de la autogestión en el
despliegue de la delegación, y no ya de una clausura de la representación en el despliegue de
la autogestión. Sobre esta interrogación tratan las próximas líneas.
132
El carácter de obligatoriedad de las asambleas ordinarias implica que una vez al año esta instancia de toma de
decisiones tenga lugar. Las extraordinarias son menos comunes, sólo ocurren cuando el tratamiento del temario
implique alguna modificación del estatuto o reglamento.
133
Excluyendo las asambleas ordinarias obligatorias al final de cada ejercicio económico, en 8 empresas los
ámbitos colectivos de toma de decisiones eran denominadas asambleas, en las restantes 7 la denominación es
“reuniones”.
134
Como consigna un entrevistado “…No tiene un tiempo, es como se va presentando.” (entrevista a referente de
empresa recuperada, 2010). En esta empresa, la última asamblea se había desarrollado varios meses antes de la
fecha en que fue realizada la entrevista.
165
Sin embargo, la tendencia general –en comparación al período inicial de la
recuperación- era la disminución en la periodicidad de los espacios colectivos, sean estos
denominados reuniones o asambleas. Así, respecto a 2003, en 2010 encontramos que: en diez
empresas no hay modificación en la periodicidad, en las restantes cinco existe una menor
periodicidad en la realización de estos espacios colectivos ampliados de participación en la
toma de decisiones.
Respecto a la participación, como se mencionó con anterioridad en esta Tesis, un
elemento a destacar es que muchas de estas empresas han incorporado fuerza de trabajo pero
no necesariamente como asociado a la empresa. En 2003, menos de la mitad de las empresas
poseían trabajadores no asociados, en 2006 el porcentaje de estas empresas pasa a ser amplia
mayoría (10 empresas). Para 2010, en 8 de las 15 empresas encontramos trabajadores no
asociados plenamente. Esta reducción respecto a 2006 se debe principalmente a que existieron
en algunos casos (al menos 3) juicios realizados por empleados de la cooperativa a la
cooperativa, lo que implicó una reducción de la existencia de esta forma de contratación. En
este sentido, es interesante destacar que es la forma jurídica adoptada (cooperativa) y no una
cultura autogestiva el elemento central que permitió revertir el desarrollo del trabajo
asalariado.
El tipo de vínculo laboral de dependencia que estos trabajadores establecen con la
cooperativa ha implicado su exclusión en la toma de decisiones135. Por otro lado, en la medida
en que no pertenecen a la cooperativa formalmente –no poseen el “estatuto” de socio– no
pueden acceder a cargos dirigenciales.
En relación a su carácter, encontramos dos tipos de espacios colectivos. En un primer
conjunto de empresas (7) el énfasis de estos mecanismos estaba puesto en la resolución y
toma de decisión efectiva sobre problemáticas de la empresa. En un segundo grupo (8
empresas) el énfasis estaba puesto en la socialización de información y de decisiones ya
producidas y tomadas en los consejos de administración.
A modo de ejemplificación presentamos respecto al primer grupo de empresas las
siguientes citas:
Empresa 1.
Entrevistador: ¿Cómo se deciden las incorporaciones?
Entrevistador: Asamblea. El consejo de administración no decide nada. Acá se vota todo en
asamblea. Por ahí alguna vez alguien comete el error de decidir algo, pero no. Al menos
desde que somos cooperativa.
135
En dos casos los trabajadores no asociados pueden participar de las asambleas pero no tienen poder de
decisión, “tienen voz, pero no voto”.
166
Entrevistador: ¿Las asambleas cada cuánto se hacen?
Entrevistado: Todos los viernes por el tema sueldos, porque eso mismo se discute en
asamblea. Cuánto producimos…
Entrevistador: Los aspirantes a socios, los que están en el proceso todavía, ¿ellos también
pueden participar de las reuniones?
Entrevistado: Sí, en un principio no. Los hacíamos bajar acá, a PB, pero ahora ya no porque
la mayoría de los que entran son familiares, es muy raro que entre un desconocido. Siempre
que hay una oportunidad, si alguna compañera o compañero tiene a alguien desocupado, es
prioridad. O algún hijo. Igual, aunque sea aprendiz cobra lo mismo. Yo sé que eso en otras
cooperativas pasa, ni siquiera en Zanón.
Empresa 2:
Entrevistador: ¿Con qué periodicidad hacen las asambleas?
Entrevistado: Mirá, si acá un socio pide una reunión, es por algo. Le avisa a la chica, pone el
cartel, y tal día hay reunión. Ahí se plantea el problema del socio o el tema que quiere tocar,
la inquietud que tiene, y ahí se decide. (…) Porque acá uno sólo no toma decisiones, si bien
por ahí es buena la decisión. Por ahí yo ando mucho en la calle, veo a un cliente, es un
trabajo grande, no le voy a decir que sí, no puedo tomar la decisión, primero se habla con los
socios. Vengo, se hace una reunión, se plantea, y por ahí en cinco o diez minutos es un sí, no
hay problema, listo.
Entrevistador: ¿La última reunión por ejemplo cuándo fue?
Entrevistado: Hace quince días más o menos. Pero fue más para hablar de las vacaciones, de
aguinaldos, todo eso, nada más.
Entrevistador: ¿Participan todos?
Entrevistado: Sí. Al principio se hacía la comisión administrativa nomás. Pero no nos
pareció bien en el sentido de que si somos todos iguales, participamos por partes iguales en
todo, ¿por qué tendría que quedar fuera lo otro? Entonces vamos a hacer una reunión todos
y ya ahí discutimos, ¿para qué vas a hacer hoy la reunión administrativa y mañana todos?
Empresa 3
Entrevistador: ¿Las vacaciones cómo son?
Entrevistado: Está estipulado que son quince días hábiles que te tenes que tomar, pero te
pagan 21, lo podes tomar todo junto, sino tomas una semana cinco días, o dos días por
semana hasta noviembre del año que viene. Son cosas que se van dictaminando en la
asamblea, la que manda es la asamblea.
Entrevistador: ¿Cada cuánto hacen la asamblea?
Entrevistado: Cada quince días, ahora hace dos meses que no la hacemos…
Entrevistador: ¿Participan todos?
Entrevistado: Somos 41 de día, 2 de noche. Fijos si, la mayoría, siempre 35 más o menos hay,
a veces lo chicos que están entregando mercadería o venta, van y vienen y si salieron a
entregar, no están por una cuestión de tiempo, salvo que sea algo muy importante.
Entrevistador: ¿hay otras instancias en las que circule información, se den a conocer
distintas situaciones o se pueda presentar algún problema?
Entrevistado: Si…hay cosas que no son para debatir en asamblea, o si no, se van a debatir
después, o cuando vienen algunos inspectores te preguntan quien había venido. Pero todo
pasa por la asamblea.
Entrevistador:¿Nunca se discutió otra alternativa? (respecto a las modalidades de retiro)
Entrevistado: No, porque cuando estábamos afuera lo que dijimos fue que por ejemplo, cada
uno le de las mismas condiciones de vida a la familia, y que después cada uno tenía que ser
solidario y brindarse al cien por cien, que…. importaba tanto el que limpiaba el baño, el que
compraba, el que entregaba, el que firmaba. Por la ley cooperativa el consejo de
167
administración es como que tiene un poder mayoritario sobre los socios y el que tendría que
tomar las decisiones, es como que generas una patronal más. Es como te juntes con 20
amigos, se conocen todos pero vos tenés cuatro que deciden y ellos ganan más que el resto.
Entonces como es algo que estamos en contra también de lo que impone el Inaes.
Entrevistador: ¿Que te impone?
Entrevistado: Bueno como que el consejo, si vos lees el estatuto, es como que el consejo
tienen que decidir, tomar las decisiones y muchas cooperativas la toman así, por ejemplo vas
a hablar y el que es presidente se cree más porque firma un cheque, un documento y te dice,
“no, mi firma vale”. Y son todos iguales, eso es lo que siempre manejamos.
-
A modo de ejemplificación presentamos respecto al segundo grupo de empresas las
siguientes citas:
Empresa 1:
Entrevistador: ¿Cada cuánto tiempo se hacen las asambleas?
Entrevistado: Por lo general, las asambleas se hacen cada cuatro meses. Este año tuvimos
pocas. Al principio, eran más seguidas. Con el tiempo se fueron espaciando, no porque no
sean necesarias sino porque también ganamos en estabilidad. No digo que no haga falta, sino
que está buenísimo hacer asambleas, pero últimamente se espaciaron bastante. Más que nada
porque el horario de colegio hace que todos tengamos además otras reuniones en otros
lados, entonces cuesta organizar y pedirle a la gente que además venga a la noche o que
venga un sábado a la mañana. Al principio, esto era necesario, y lo sigue siendo, pero se han
reemplazado las maneras y los temas a tratar, entonces como no es un emergente tan
importante que tiene que ver con una continuidad y esto nos hace tener otras distancias de
comunicación.
Empresa 2
Entrevistador: ¿Y…cómo se toman las decisiones?
Entrevistado: Hay un consejo de administración.
Entrevistador: ¿Y el día a día?, ¿Cómo es un día a día, las decisiones diarias…?
Entrevistado: No, es lo mismo que como era la empresa, tenés una planificación de trabajo,
se hace el acta de ventas, pasa para fábrica, está el jefe de fábrica que es el que distribuye el
trabajo, como cualquier empresa normal.
Entrevistador: ¿Y reuniones de asociados o asambleas hacen?
Entrevistado: Asambleas se hace la anual, cuando se hace el balance y después cuando un
asociado pide, si te piden una reunión o asamblea se hace...pero…
Entrevistador: ¿Suele pasar?
Entrevistado: No, no
Entrevistador: Y… ¿Existe a parte de las reuniones o del consejo de administración, otro
ámbito de discusión colectiva de toma de decisiones, a parte de esos ámbitos?
Entrevistado: En esta cooperativa no.
Empresa 3.
Entrevistador: ¿Asambleas hacen generalmente?
Entrevistador: Nosotros tenemos asambleas y reuniones mensuales, sobre el estado
patrimonial (…) bajamos un pdf de la historia de la cooperativa en el mes, de mes a mes, la
programamos para hacer…con alguna problemática, los puntos financieros o alguna
problemática que haya…generalmente se genera que alguien quiere volver, o algún
problema.
Entrevistador: Claro, generalmente se trata ese tema
168
Entrevistador A veces si bien el consejo toma decisiones, que los demás participen, o sea
tomar las decisiones, pero que el consejo tenga algún relevamiento.
Entrevistador: ¿Hay participación en general?
Entrevistador Bueno, ahora sí, este consejo no es que obliga sino que se hace…no guarda
tanta información, la distribuye, la vuelca enseguida, muchas veces el consejo es el que
puede llevar a la cooperativa, entonces la responsabilidad del consejo, muchas veces, (…),
para después evaluar, se puede participar.
Por último, encontramos un bajo recambio o rotación de los trabajadores en los cargos
dirigenciales y una ausencia de una política explícita de rotación en los mismos. Sólo en
cuatro casos existió un recambio total en los puestos dirigenciales de la cooperativa (con la
salvedad de que en uno de estos casos se mantuvo sólo la tesorera). En tres de estos cuatro
casos, dicho recambio obedeció a fuertes disputas internas y situaciones conflictivas que
derivaron en la modificación del plantel de autoridades. En el resto de las empresas
observamos variadas situaciones. En un conjunto menor, los cargos dirigenciales principales
(presidente, secretario y tesorero) se mantuvieron desde el inicio. En un conjunto mayor de
empresas, existió rotación interna principalmente dentro de los mismos cargos del consejo de
administración (entre presidente, secretario, tesorero). En este último conjunto, la
incorporación de trabajadores anteriormente no dirigentes es marginal.
En algunas pocas empresas aparece la figura del administrador, ausente en nuestro
primer relevamiento136. En este sentido, se constituye una tendencia a una creciente
delegación de la toma de decisiones a los consejos de administración y a una
institucionalización de los mismos como los espacios en los que las decisiones deben ser
tomadas.137
Estos elementos nos llevan a hipotetizar sobre una posible acentuación en la dicotomía
entre “cuadros” y “colectivo”, que podría expresar –y reproducir- procesos de desigualación
social138. En primer lugar, una creciente delegación de las funciones de dirección a los
136
Respecto a la figura del administrador y su rol en la cooperativa, en una empresa nos aseveraban: “(…) El
administrador es el que nos marca las pautas del consejo, no solamente en lo referido a la evolución del IVA, los
ingresos brutos, sino también manejar la cuota de venta, presupuestos…” (Entrevista a referente de empresa
recuperada, 2010).
137
Algunos investigadores como Palomino (2010) han dado cuenta de una creciente articulación de las
experiencias de recuperación de empresas con sectores del cooperativismo tradicional o sus expresiones político-
institucionales. En este sentido sería interesante realizar en futuras investigaciones un análisis que vincule este
grado creciente de institucionalización de los consejos de administración en las recuperadas con este tipo de
articulaciones.
138
Los avances realizados por Ruggeri et al (2010) a nivel nacional, también dan cuenta de escasa rotación en los
cargos dirigenciales. Según el estudio, la conservación de cargos por más de un período alcanza un 67%. Esto
implica poca rotación en los cargos y un elevado porcentaje de asociados que se mantienen por dos o más
períodos en puestos de dirección o representación. Sin embargo, el autor relativiza dicha observación a partir de
los escasos períodos de funcionamiento de las empresas, así como por el alto nivel de participación colectiva que
169
cuadros dirigenciales sumado a una frecuencia decreciente en los mecanismos asamblearios
de toma de decisiones, implica el traslado de la toma de decisiones a un ámbito estrictamente
dirigencial con una localización específica: los consejos de administración y
embrionariamente los administradores. Es decir, no se delega la ejecución de una decisión del
colectivo de trabajadores, sino la toma de decisiones misma139. En este sentido, relativizamos
aquellos análisis sobre la “gerencia” en estas experiencias que la mostraron como un objeto
que ya no se presenta ante el trabajador como ajeno, sino como una propuesta que le es propia
y apropiable (Bialakowsky et al: 2004). Si bien aspectos de la capacidad apropiable de
gerencia se mantienen por persistencia –aunque declinación- de aspectos directos de la
democracia –es decir, la capacidad de incidir sobre la función de dirección-, esto no
necesariamente implica que la gerencia se les presente a la totalidad de los trabajadores como
“propia”. En este sentido, tampoco consideramos que existe de igual forma y todas las
experiencias aspectos de una “alienación invertida” (Bialakowsky et al: 2004), reinvertida en
el colectivo, “en casi todos sus niveles”. En segundo lugar, la baja rotación contribuye a la
escisión en el colectivo laboral entre quienes adquieren capacidades inherentes a la
conducción y quienes no adquieren ni pueden adquirir dichas capacidades, lo que podría
contribuir a una ponderación diferencial de las capacidades de los distintos individuos
respecto a la toma de decisiones140. Así, esta escisión podría expresar una cristalización de
cuadros dirigenciales como fracción del colectivo laboral que detenta un “saber hacer” y por
ende un “poder decidir”. De esta manera, el conocimiento -de gestión o administración- se
conformaría en un instrumento para la constitución de jerarquías y desigualdades sociales
obturando la distribución de conocimiento necesario para planificar y gerenciar el proceso
productivo desde una perspectiva de “auto-gerenciamiento” (Bialakowsky et al: 2004)141.
En este sentido, un elemento central en la autogestión es la relación entre saber y
poder que rige las instancias de toma de decisiones. La autogestión debe fundarse en un
evidencia la frecuencia de las asambleas. Sin embargo, como explicitaremos más adelante, consideramos que es
necesario complejizar sobre ese último punto.
139
Esta delegación de la toma de decisiones es vislumbrada en ocasiones como falta de compromiso,
involucramiento, responsabilidad o participación. A modo de ejemplificación, ante la pregunta de cuál era el
principal problema de la empresa un entrevistado nos decía: “Los principales problemas que tenemos son la falta
de compromiso, el derecho de sentirse dueño, pero no el deber.” (Entrevista a referente de empresa recuperada,
2010).
140
Una ejemplificación de cómo estos elementos se conjugan a la hora de participar de los ámbitos colectivos en
la toma de decisiones lo encontramos en la siguiente cita: “Mirá, hay un grupito que, te diría, somos catorce, y
son cuatro personas que en las asambleas están calladas y no dicen nada, hablan sólo en el momento de la
votación, pero después hay otro grupo de tres o cuatro que son la voz cantante, que hablan más, y después los
demás que opinan.” (Entrevista a referente de empresa recuperada, 2010).
141
Un entrevistado expresaba las tensiones existentes en torno a esta cuestión: "Si bien la ley de cooperativas le
da cierto poder al consejo, es como generar una patronal más" (Entrevista a referente de empresa recuperada,
2010).
170
colectivo que se convierta en su propia autoridad, a diferencia de la autoridad externa y
jerárquica que implicaba la dirección en la empresa fallida. Retomando a Rosanvallon (1979),
las estructuras jerárquicas existentes en una empresa capitalista se apoyan en la ideología de
la competencia, donde el saber es la fuente del poder. La autogestión por otro lado, debe
fundarse en un colectivo que realice una ruptura de esa relación entre saber y decisión. En este
sentido, la ausencia de recambio puede consolidar una élite dirigencial que a su vez se vea
fortalecida por la falta de “socialización de la técnica de dirección”, cristalizada en la
inexistencia de un reservorio de cuadros. Por otro lado, la posibilidad de que las asambleas se
transformen en meras instancias de comunicación descendente en la que los grados de
participación del colectivo laboral sean decrecientes, puede contribuir a perpetuar las
jerarquías ancladas en el saber propias de la gestión capitalista de la producción.
Es importante señalar que nuestros análisis referidos a la CABA parecerían contrastar
con otros realizados a nivel nacional. Encontramos por ejemplo en Ruggeri et al (2010) otra
imagen respecto a varios de estos elementos que hacen a la función de dirección. Así, en
dicho trabajo referido a 85 empresas, se expresa que: “Sólo un 8% (de los entrevistados)
afirmó tomar todas las decisiones a través del consejo de administración. Un 30% sostiene
explícitamente que la asamblea tiene más peso que el consejo de administración”. (Ruggeri et
al: 2010. Pág. 47). Y respecto a la frecuencia de realización de las asambleas: “Un abrumador
88% declara hacerlas en forma periódica. Más asombrosa es la frecuencia: el 44% hace
asambleas una vez a la semana y el 35% las realiza en forma mensual” (Ruggeri et al: 2010.
Pág 47). Dos cuestiones podemos mencionar al respecto. En primer lugar, más allá de algunas
sugerencias hipotéticas realizadas por el autor, el trabajo no logra transcender un enfoque
descriptivo que intente poner en relación elementos referentes a dimensiones distributivas y/o
de gestión, cuestión que resulta importante para establecer correspondencias entre elementos
y dimensiones –sobre lo cual avanzaremos en los próximos puntos de esta Tesis-. Por otro
lado, en la medida en que el trabajo no presenta porcentajes de referencia, dificulta considerar
la trascendencia o no de los porcentajes presentados. Así por ejemplo, respecto a la frecuencia
de las asambleas, los porcentajes presentados no son tan disímiles de los nuestros. Sin
embargo, nuestra interpretación toma como referencia la transformación en dicha frecuencia,
es decir la transformación en la frecuencia de realización de asambleas teniendo como
referencia puntos temporales anteriores -en este caso 2003 y 2006-. El análisis de esa
transformación nos conduce a hablar de decrecimiento de la frecuencia y nos limita a atribuir
caracteres de “abrumadores” o “asombrosos”.
171
Resumiendo, según nuestros avances exploratorios preliminares, una vez atravesados
los primeros momentos de constitución de la nueva empresa, la toma de decisiones parece
delegarse crecientemente, acentuando su carácter representativo y decreciendo su carácter
directo. Nos preguntamos entonces, frente a la escasa rotación en los puestos dirigenciales,
frente a la ausencia de un reservorio de cuadros, el descenso en la periodicidad y participación
de los trabajadores en los ámbitos de toma de decisiones, y la exclusión de los trabajadores
que no poseen el status de socio ¿en qué medida no existe una creciente autonomización de
los “cuadros” en relación a las bases, que contribuye a la construcción de ámbitos
diferenciados de toma de decisiones y posibilita la construcción de una élite técnico-
dirigencial que produce y reproduce una acumulación de poder decisorio sobre una base de
saber técnico-político? La importancia de dar respuesta a esta pregunta radica en que, como
afirmara Rosanvallon (1979), la autogestión implica una escisión entre el saber y la
decisión142. Por otro lado, ¿es posible hipotetizar que nos encontramos frente a una
personalización de la función de dirección en los cuadros dirigenciales y no ya ante una
personificación de la función de dirección por la fuerza de trabajo?143 Estos elementos, ¿nos
hablan de una “entropía democrática” entendida como un proceso de degradación de la
calidad democrática general? (Rosanvallon: 1979). En tal sentido, nuestros análisis nos
permiten observar un proceso de reversión de la igualación en las configuraciones
distributivas, así como un decrecimiento del carácter directo de la toma de decisiones –
decrecimiento de la frecuencia de asambleas, creciente delegación de las toma de decisiones
al consejo de administración, exclusión de los trabajadores no asociados-, así como una
creciente monopolización de los espacios de toma de decisiones –bajo recambio dirigencial-
que podría expresar un proceso de desigualación social en la dimensión del poder.
Por último, retomamos unas sugerentes consideraciones que Meister (citado en
Rosanvallon: 1979) realizara a partir de un análisis desarrollado sobre cooperativas obreras.
El autor establece que dichos grupos atraviesan una serie fases en su historia. Así, a la fase de
conquista anteriormente mencionada, le sucede la fase de consolidación económica, en la cual
la democracia directa se centra en las actividades extraeconómicas, cediendo frente a la
democracia delegada asumida por un grupo de dirigentes y especialistas; luego es el momento
142
El autor afirmará también que todos los fundamentos del sistema jerárquico obstaculizan el desarrollo de la
autogestión. Así por ejemplo la jerarquía de los ingresos es en buena parte una proyección de la jerarquía de los
poderes y de las funciones. La jerarquía de funciones es a su vez en gran parte producto de la división del
trabajo, y esta última es tanto el producto de las coacciones sociales, como de los imperativos técnicos.
143
Las investigaciones de Dicapua et al. (2011) realizan un señalamiento significativo al respecto. Las autoras
señalan que el conflicto empleador-trabajador que da inicio a la recuperación ha mutado en una tensión entre
dirigentes y dirigidos, investidos los primeros con la figura fantasmagórica del patrón.
172
de la coexistencia, en el que la democracia delegada logra hacer a un lado a la democracia
directa, y finalmente se arriba a la fase del poder de los administradores en la cual el poder
pasa del grupo o de sus representantes directos a los técnicos y dirigentes escindidos del
colectivo laboral. A partir de dichos análisis, Rosanvallon (1979) llamará la atención sobre la
posibilidad de que estas experiencias a la largo del tiempo sean moldeadas por el sistema que
la rodea. Esta cuestión resulta de sumo interés teniendo en cuenta que las empresas
recuperadas analizadas constituyen unidades productivas orientadas centralmente –aunque no
sólo- a la producción de mercancías para un mercado capitalista. Incluso casi la mitad de estas
empresas analizadas producen bienes intermedios, es decir forman parte de cadenas
productivas produciendo insumos para otras unidades empresariales que utilizan estos bienes
como insumos. Así, sus productos son consumidos productivamente por otros capitalistas. En
este sentido, resulta interesante preguntarse también en esta dimensión, cuánto de
“emulación” (Tilly: 2000b) y cuanto de “innovación” existe en las configuraciones de las
relaciones de poder en estas experiencias. Así también, preguntarnos en qué medida la
dinámica recolectivizadora -que implica la reconstrucción de ciertas condiciones del escenario
laboral conocido y transitado para muchos de estos trabajadores durante gran parte de su
trayectoria laboral (Wyczykier: 2007)- no expresa en realidad procesos más amplios y
complejos de emulación de relaciones sociales asimétricas, puestas en juego en la función de
dirección de una unidad productiva. Por último, y retomando algunas proposiciones de Tilly
(2000b) es sugerente preguntarse sobre las relaciones entre ambas dimensiones, la
distribución material y la distribución inmaterial, o dicho de otra manera, la relación entre la
desigualdad con respecto a los bienes materiales –ingresos- y la desigualdad con respecto a
los bienes inmateriales -poder-, teniendo en cuenta que la primera “gana en fortaleza” a partir
de la segunda (Tilly: 2000b). Sobre estas temáticas tratará el próximo subcapítulo, poniendo
en relación las dimensiones analizadas.
144
Debemos realizar una aclaración en este punto. No pretendemos aquí realizar un análisis que vincule la
tipología de empresas según las formas distributivas, con una tipológica de empresas según la forma que asume
la gestión, puesto que no hemos avanzado en la construcción de una tipología de empresas según la segunda
dimensión. En primer lugar, porque el abordaje metodológico empleado impide un desarrollo analítico
exhaustivo de la función de dirección. Las entrevistas a informantes clave nos permite acceder a ciertos
observables, como qué trabajadores participan en las asambleas, frecuencias de las mismas, rotación dirigencial,
conformación de los consejos de administración, rol de los mismos. Pero una análisis exhaustivo de dicha
173
En primer lugar, nos parece sugerente explorar la afirmación de Rosanvallon (1979) sobre la
jerarquía de los ingresos entendida como expresión y proyección de la jerarquía de los
poderes y de las funciones. En este sentido, ¿en qué medida la relación entre la desigualdad
distributiva “gana en fortaleza” con el establecimiento de una desigualdad en la toma de
decisiones?
Retomemos antes, algunas afirmaciones vertidas respecto a las transformaciones en la
función de dirección. Nuestros análisis nos permiten observar un decrecimiento del carácter
directo de la toma de decisiones. Dos observables tomaremos en cuenta en este sentido: el
decrecimiento de la frecuencia de asambleas, y el grado creciente de monopolización de los
espacios de toma de decisiones evidenciado por una baja rotación dirigencial.
Respecto a los procesos de reversión de la igualación en las configuraciones
distributivas, como se afirmó existen cuatro tipos de modalidades distributivas, tres de ellas
desigualitarias y una igualitaria. Dentro de las desigualitarias, dos consideramos como
endógenas y una como exógena a la cooperativa.
El carácter endógeno o exógeno hace referencia a la relación distributiva –en este caso
desigualitaria- en función de la relación existente entre el colectivo de trabajadores respecto a
la cooperativa de trabajo. Sin embargo, es posible establecer otro eje analítico que tome ahora
como referencia no la cooperativa legalmente constituida, sino a la totalidad del colectivo de
trabajadores. En este sentido, el universo organizacional excede a la cooperativa y sus
miembros socios: este universo refiere al conjunto de trabajadores que desempeñan sus tareas
en el espacio socio-productivo, independientemente del tipo de relación que liga a ese
trabajador con la personificación jurídica que asume la propiedad de la misma.
Proponemos entonces una nueva clasificación de las formas distributivas en función
de la configuración que expresa en relación al universo organizacional, como se observa en el
cuadro 21 presentado a continuación.
Cuadro 21. Tipo de configuración distributiva en las empresas recuperadas de la CABA según
intensidad del conflicto presentado en origen. (2010).
dimensión implicaría incorporar otro tipo de abordaje, más etnográfico, que pueda dar cuenta de otros
observables, como por ejemplo las identidades sociales de los dirigentes, qué decisiones toma el consejo de
administración, cómo las toma, qué decisiones se dejan en manos de la asamblea, cómo se toman en ese espacio,
cómo se distribuye la palabra en los espacios de toma de decisiones, qué se discute y cómo, cómo se resuelven
alternativas confrontadas, etc. Por otro lado, debemos mencionar que no forma parte de los objetivos de la
presente Tesis la realización de una tipología de empresas según formas de gestión, sino que, teniendo en cuenta
que se focaliza sobre la dimensión distributiva, interesa analizar exploratoriamente la vinculación de dichas
formas con elementos previamente descriptos que refieren a la dimensión de la función de dirección.
174
Intensidad del
conflicto
baja alta
Desigualdad
Tipo de por funciones 62,5 0
configuración Desigualdad por
distributiva pertenencia 12,5 71,5
Igualitarismo 25 28,5
Total 100 100
145
Esta idea nos remite al concepto de cierre social weberiano. Según Weber (1996) Los diferentes modos de
acción social pueden entenderse como distintos medios de movilización del poder al objeto de emprender la
lucha en el área distributiva. Weber distingue dos tipos de relaciones, cerradas o abiertas. Una relación es abierta
al exterior cuando “no se encuentra negada por los ordenamientos que rigen esa relación a nadie que lo pretenda.
Por el contrario llámase cerrada al exterior cuando, y en la medida en que, aquella participación resulte excluida,
limitada o sometida a condiciones por el sentido de la acción o por los ordenamientos que la rigen” (Weber:
1996. Pág. 35) En este sentido, el cierre social refiere a la forma probable de una relación ante una situación
distributiva. Si los participantes suponen que la admisión de otros conducirá a una mejora de su situación, mejora
que puede ser de grado, de tipo, en la seguridad o en el valor de la satisfacción, tendrán interés en que la relación
permanezca abierta. Si sus expectativas en cambio son las de mejorar su situación mediante tácticas
monopólicas, tendrán interés en una relación cerrada. El cierre social entonces, promueve los esfuerzos de los
grupos con mayor poder de excluir a los menos poderosos de la plenitud de los beneficios resultante de las
empresas conjuntas. Estos grupos van a estar asociados ciertos atributos para justificar la diferencia (Reygadas:
2008). Sin embargo, es necesario destacar que esta distinción no es estática. “Podemos observar en muchas
sociedades o comunidades una oscilación en los caracteres de cerrado y abierto” (Weber: 1996. Pág. 36).
Regulación y hermetismo frente al exterior son entonces, conceptos relativos.
175
Como se mencionó, de la conflictividad en origen expresado por los procesos resultan
colectivos homogéneos y unificados, que logran cohesión social a partir de una historia
conflictiva en común, y que acrecienta dicha cohesión a partir de la longevidad de la
asociación.
Por otro lado, aquella modalidad distributiva cuyo criterio se basa en la calificación
expresa una configuración distributiva que escinde orgánicamente al colectivo de
trabajadores. Esta modalidad se basa en la distinción jerárquico- funcional de las tareas. Tiene
origen en el reconocimiento de las diferencias de las tareas sobre la cual opera la
desigualación distributiva en la organización fallida. Esa organicidad se prolonga en la nueva
organización aunque con modificaciones –cantidad de jerarquías, atenuación de las distancias
distributivas entre las categorías, por ejemplo-. Como mencionamos esta modalidad
corresponde a experiencias con historias sociales con bajo grado de conflictividad, con
colectivos de trabajadores más heterogéneos y menor grado de ruptura institucional.
Ahora bien, interesa ahora poder relacionar estas distinciones vertidas sobre las
configuraciones distributivas con elementos que hacen a la función de dirección. ¿Qué
características poseen los distintos tipos respecto a la frecuencia en el ejercicio del carácter
directo de la democracia?
Cuadro 22. Periodicidad de las asambleas en las empresas recuperadas de la CABA según tipo
de configuración distributiva. (2010). 146
146
Se toman en cuenta los mecanismos colectivos de toma de decisiones que trascienden los espacios referidos a
los consejos de administración, independientemente de que estos espacios sean denominados como asambleas o
reuniones.
176
en el ejercicio de este mecanismo “asambleario” en la toma de decisiones que el resto de las
configuraciones. Las configuraciones distributivas de carácter mecánico expresan menor
frecuencia que las igualitarias, pero mayor que las configuraciones desigualitarias orgánicas.
Estas últimas expresan menor frecuencia147.
Si habilitamos la posibilidad de tomar la frecuencia en que se realizan asambleas como
un observable posible de la “calidad democrática”, estos elementos exploratoriamente
explicitados nos permiten construir como hipótesis una relación entre la “calidad
democrática” y las configuraciones distributivas.148 En este sentido, igualdad y desigualdad
distributiva guardan relación inversa respecto a la frecuencia de las asambleas. Así también, la
desigualdad sustentada en las divisiones de funciones, muestra los menores grados de
ejercicio de esta modalidad de toma de decisiones. Cabe preguntarse entonces, si la jerarquía
distributiva basada en las categorías, no expresa en realidad una jerarquía decisoria basada en
el saber de gestión.
La asamblea nacida del período heroico presupone de por sí la existencia de un
proceso de igualación. En este sentido, resulta interesante marcar que la desigualdad por
pertenencia, que refiere centralmente –no plenamente- un origen igualitario, expresa un
proceso que con el desarrollo construye no sólo una exclusión de los trabajadores que no
pertenecen a la cooperativa, sino también a una disminución en la frecuencia del ejercicio de
esa modalidad colectiva de toma de decisiones. Esta hipótesis puede sostenerse si vinculamos
las configuraciones distributivas con el grado de recambio dirigencial.
Cuadro 23. Existencia de recambio de los integrantes del consejo de administración de las
empresas recuperadas de la CABA según tipo de configuración distributiva. (2010).
147
Las frecuencias referidas en este caso son bimestrales, cuatrimestrales, y anuales. Es posible argumentar que
un elemento central que influye en la frecuencia de asambleas refiere al tamaño de las empresas. Empresas con
menor cantidad de trabajadores facilitaría ese mecanismo. Pero esta relación no es unívoca, encontramos
empresas igualitarias de gran cantidad de trabajadores -una textil que involucra a 70 trabajadores- que poseen
mucha mayor frecuencia en el ejercicio de estos mecanismos que otras empresas -con la mitad de trabajadores
por ejemplo-.
148
En este sentido cabría preguntarse sobre la existencia de otros mecanismos no necesariamente asamblearios
de participación de los trabajadores en la toma de decisiones que no estemos contemplando aquí. Más aún
teniendo en cuenta que las asambleas están restringidas a los trabajadores asociados a la cooperativa.
177
Tipo de configuración distributiva
desigualitaria desigualitaria
igualitaria
mecánica orgánica
75 17 0
Recambio recambio total
dirigencial recambio parcial o 25 83 100
inexistente
Total 100 100 100
Habíamos afirmado anteriormente, son pocos los casos (4) existentes de recambio total
de cargos dirigenciales durante la vida productiva de las nacientes empresas. En las restantes
empresas observamos una tendencia mayoritaria a rotar sólo algunos de los cargos del consejo
de administración y en otros casos a no realizar recambio alguno. Al observar cómo se
distribuyen los grados de recambio dirigencial según la configuración distributiva,
observamos una relación que expresa que el igualitarismo en la distribución implica una
mayor trasformación de la plana dirigencial respecto a las demás configuraciones. Como
analizaremos a continuación, esto se encuentra relacionado a situaciones de crisis y conflictos
internos en las unidades productivas. Por otro lado, los procesos que expresan desigualdad
material expresan a la vez, bajo recambio, esto es continuidad en la personificación específica
de la función de dirección: los consejos de administración. Dentro de estas últimas
configuraciones, una interesante observación refiere a que la desigualdad mecánica puede
contemplar un recambio total, en cambio la desigualdad orgánica no ha evidencia recambio
total en ninguno de los casos.
Por último, la evolución productiva de estas experiencias expresa una trasformación en
sus configuraciones distributivas que encuentra asociación con caracteres que asume la
función de dirección. Estos elementos y los anteriores analizados –como por ejemplo, los
criterios de incorporación de trabajadores, y los niveles de funcionamiento-, nos interrogan
sobre la posibilidad de tendencias evolutivas definitivas. Retomando los postulados de
Rosanvallon (1979) ¿es posible pensar que estas experiencias han atravesado ya su fase de
conquista -momento heroico de iniciación de la experiencia-, y transcurren actualmente su
fase de consolidación económica, en la cual la democracia directa cede frente a la democracia
delegada asumida por un grupo de dirigentes y especialistas, como preludio a la fase del poder
de los administradores? Antes de proporcionar una respuesta apresurada, es necesario
178
presentar los límites al desarrollo pleno de estos procesos desigualitarios que estas
experiencias han mostrado.
179
explotados y quiénes los explotadores y qué distancia existe entre unos y otros- y en el caso
de la explotación, la magnitud es central para definir su contenido.
Por otro lado, respecto a la dimensión referente a la función de dirección, los
elementos presentados nos permiten hipotetizar sobre tendencias entrópicas del carácter
democrático, pero esto no implica –según nuestras observaciones- que el carácter democrático
haya mutado a uno plenamente autocrático. En este sentido, la función de dirección, no se
muestra centralmente como “despótica” (Marx: 2002) respecto a la forma en que es asumida.
Si bien existen procesos de delegación en la toma de decisiones, es decir un aumento en el
carácter delegativo de las mismas en detrimento de las directas, la función de dirección se
encuentra aún personificada en forma dominante por fuerza de trabajo. Así también, si bien
existe una disminución en la periodicidad de los espacios colectivos asamblearios de toma de
decisiones, esto no implica que se hayan suprimido, sino que sigue existiendo la posibilidad
de participación e implicación en la toma de decisiones.
Asimismo es necesario explicitar lo que consideramos límites hacia las tendencias
entrópicas y desigualitarias. En primer lugar, la misma forma jurídica “cooperativa”-
estipulada para trabajadores que ponen en común su fuerza laboral- legalmente adoptada,
constituye un obstáculo para el desarrollo pleno de caracteres capitalistas y la eliminación de
la lógica de apropiación social a su interior. Así por ejemplo, la cooperativa como forma legal
establece límites a la enajenación de la empresa y su posterior reparto entre los asociados, y
por otro lado, también establece límites a la posibilidad de que trabajadores ocupen los
mismos cargos dirigenciales por más de tres períodos de gestión
Por último, la historia social particular de estas experiencias puede constituir límites al
desarrollo pleno de estos elementos. En este sentido, es necesario recalcar que algo menos de
la mitad de estos emprendimientos tienen un origen de conflictividad alta. Estos procesos
expresaron nuevos grados de unidad al interior de la empresa, nuevas relaciones de
cooperación y una atenuación de las asimetrías y jerarquías (Rebón 2007; Fajn et al: 2003).
Este proceso de “lucha por la recuperación” se constituyó en las empresas en hito fundacional
de un momento instituyente, que forma parte de la memoria colectiva de los trabajadores, y
que puede ser “convocada” y “recuperada” como herramienta para enfrentar nuevas
tendencias jerarquizantes. A modo de ejemplificación, en una empresa que atravesó intensos
conflictos luego de recuperada, existen dos momentos “fundacionales” de recuperación, la
originaria y la segunda recuperación, lo cual nos convoca a la desafiante idea de que una
empresa recuperada puede ser más de una vez recuperada. También como apuntamos en el
análisis de las formas distributivas, los procesos de conflictividad internos ocurridos en dos
180
empresas impactaron en las formas distributivas mutando de formas diferenciadas -por
categoría laboral en una y según condición de socio en otra- hacia formas igualitarias149. Por
otro lado, respecto a la función de dirección, tres de las empresas recuperadas analizadas
tuvieron conflictos internos que derivaron en la modificación de la composición de los
consejos de administración150.
En este sentido, el proceso contiene aún caracteres autónomo-cooperativos que
permiten una “reversibilidad” –es decir, la posibilidad de revertir acciones realizadas- en el
sentido planteado por Piaget (1988). Para este autor, un proceso de equilibración de las
acciones de tipo autónomo-cooperativo presupone un tipo de intercambio que debe cumplir
con la reversibilidad de sus operaciones, es decir, conservar como válidos ciertos acuerdos o
proposiciones elaborados durante el intercambio con el fin de tener siempre un piso que
sustente la continuación del intercambio y al cual se pueda retornar cuando sea necesaria una
reversión. Así, respecto a las transformaciones en las formas distributivas y en la función de
dirección, es necesario señalar que, aún consolidándose dichas tendencias, esto no implica
necesariamente su reproducción indefinida a futuro. Consideramos entonces, como
posibilidad que los elementos presentados aquí constituyan un momento de reestructuración y
que no necesariamente se transformen en tendencias irreversibles. No consideramos así, que
exista plena emulación ni plena invención, sino una tensión entre estos dos procesos.
Ahora bien, estos postulados no inhiben aquella llamada de atención que propiciara
Rosanvallon (1979) sobre la posibilidad de que estas experiencias a lo largo del tiempo sean
moldeadas por el sistema que la rodea. Similares consideraciones encontramos en
Luxemburgo (1975). Interrogándose sobre la capacidad de transformación social de las
cooperativas, la autora plantea un impedimento de índole estructural en este tipo de
experiencias productivas, que deriva de la necesidad de estas unidades de producción de
sobrevivir en el seno de una economía-mundo capitalista. En un sistema como éste, los
trabajadores organizados en cooperativas de producción: “Están obligados a tomar para sí el
papel de empresarios capitalistas, contradicción que ocasiona el fracaso de las cooperativas de
producción, las cuales devienen en empresas capitalistas puras o terminan por disolverse, si
sigue el predominio de los intereses de los trabajadores” (Luxemburgo: 1975. Pág. 74). Esta
149
Ruggeri et al (2010) también plantean como hipótesis la existencia de una relación entre la intensidad del
conflicto, la democracia colectiva que los trabajadores necesitan desplegar para llevarlo adelante con éxito y los
mecanismos igualitarios resultantes en la toma de decisiones o la igualdad en los ingresos (Ruggeri et al: 2010)
Sin embargo, el trabajo no logra poner en relación las dimensiones señaladas, y contrastar así la hipótesis
desplegada, centrándose en un análisis eminentemente descriptivo de frecuencias.
150
Los motivos aducidos por los trabajadores sobre dichos conflictos tenían que ver justamente, con las
tendencias aquí enunciadas de escisión entre consejo y asamblea como ámbitos diferenciados de tomas de
decisiones.
181
situación puede generar dos posibilidades, o se convierten en “nuevos capitalistas”, lo cual
conlleva proceso de explotación hacia otros trabajadores, o intentan funcionar manteniendo
los intereses económicos de los trabajadores –espíritu inicial que guía a las cooperativas- lo
cual implica riesgos enormes de disolución frente a la competencia capitalista -o incluso por
otras cooperativas-. Es decir, las cooperativas dentro del capitalismo se circunscriben a sus
reglas, desvirtuando su razón de ser original, y condenadas a desaparecer. Sus dos alternativas
son entonces, la disolución o la transformación de su carácter socio-productivo. Por esta
razón, según la autora, las cooperativas en el campo de la producción no pueden ser
consideradas seriamente como instrumentos de una transformación social general.
Ahora bien, la primera de las alternativas puede ser cuestionada en función de los
datos analizados en la presente Tesis. La segunda plantea un interrogante todavía a
desentrañar. ¿En qué medida la profundización de procesos desigualitarios no implican una
modificación de su carácter social inicial? ¿Qué es lo que define a una empresa recuperada?
¿Ser la resultante de una defensa de la fuente de trabajo o una unidad productiva que expresa
un carácter del orden socio-productivo alternativo al hegemónico?
En este sentido, la existencia de relaciones sociales “adoptadas”, implican procesos de
emulación más amplios a los cuales estas unidades productivas no están ajenas. Como
explicitamos, algunas configuraciones distributivas adoptadas refieren a emulaciones de
modelos organizacionales ampliamente difundidos, pero en dicha adopción nuevos caracteres
se configuraron moldeando a la vez lo adoptado. En este sentido, afirmar que el sistema que
rodea a estas experiencias las moldea, nada nos dice de cuáles aspectos puede moldear y
cuáles no, de cómo es el molde y cuál es el carácter resultante de lo moldeado. Sobre esta
temática tratarán las próximas líneas.
151
Algo similar podría argumentarse respecto al carácter de justo o injusto de los criterios de distribución
emanados de un modo de producción capitalista. Siguiendo a Marx “¿Qué es reparto justo? ¿No afirman los
burgueses que la distribución actual es justa? ¿Y no es ésta, en efecto, la única distribución justa que cabe sobre
la base actual del modo de producción? ¿Acaso las relaciones económicas son reguladas por los conceptos
jurídicos? ¿No surgen, por el contrario, las relaciones jurídicas de las relaciones económicas?” (Marx: 1977. Pág.
182
se constituye en basamento de esta desigualdad: el ser propietario o no de medios de
producción (Marx: 2002). La constitución de la condición de no propietario de los medios de
producción expresa también procesos expropiatorios de las condiciones de vida y existencia
de los individuos constituidos como tales.
Sobre esta primera escisión se constituye otro proceso, de menor observabilidad, que
refiere a la naturaleza peculiar de una de las mercancías, base de todas las demás mercancías
en un modo productivo de carácter capitalista: la fuerza de trabajo. El propietario de los
medios de producción compra la fuerza de trabajo. Como todas las otras mercancías, la fuerza
de trabajo es valorizada de acuerdo con la cantidad de trabajo que encierra en ella, esto es, de
los medios de subsistencia necesarios para la reproducción de la fuerza de trabajo. Pero el
consumo de esta mercancía crea valor mayor que el que recibe el propio trabajador, y que
necesita para su subsistencia (Marx: 2002). Ese plus trabajo es expropiado por el propietario
de los medios de producción para su propio beneficio, lo que configura al propio proceso
productivo como desigualitario por antonomasia. Por otro lado, esta expropiación de plus
trabajo –explotación-, en tanto permite la materialización de la acumulación capitalista,
constituye el núcleo central del capitalismo como modo productivo, por lo que dicho modo de
producción es por definición desigualitario.
Sin embargo, aún tomando estos elementos en consideración, podría uno preguntarse
¿Esta desigualdad inherente al modo productivo, posee el mismo carácter y gradiente en todos
los ámbitos sociales? ¿Es este modo productivo “igualmente desigual” en todos sus ámbitos?
¿No existe pues, diversidad en la desigualdad? ¿Es esta desigualdad única e inmodificable o
puede transformarse dependiendo de procesos sociales en cuestión? En primer lugar, el
carácter capitalista de la formación social implica la existencia de una hegemonía o dominio
de un modo productivo, pero no inhibe la existencia de otros modos productivos, aunque éstos
se encuentren subordinados o articulados al capitalismo. Esto implica la existencia de una
serie de instituciones y relaciones sociales no estrictamente capitalistas que pueden coexistir
junto al modo productivo capitalista. De esta manera muchas de las instituciones sociales
existentes aún en la actualidad refieren a ordenamientos o estratificaciones sociales más
12). Así, el carácter justo o injusto de una distribución refiere al modo de producción prevaleciente o dominante,
de manera tal que un modo de distribución es “injusto” allí cuando contradice al modo de producción del que
emana. El sistema de producción capitalista descansa en la producción de plusvalía que entraña una expropiación
de plus trabajo. Esta expropiación es necesaria e inevitable en el sistema capitalista de producción, por lo que
puede considerarse justa en su esencia y en relación al sistema del que emana. En este sentido, si el concepto de
justicia es un concepto normativo, Marx sostendría una concepción relativista, ya que es justo todo sistema de
distribución que se “ajuste” al modo de producción en el cual se da (Botero: 2005).
183
acordes a los “estamentos sociales” que a las “clases sociales”152, así también la forma salario,
como forma arquetípica de distribución en el modo de producción capitalista coexiste con
otras formas sociales de distribución153.
Por último, es necesario introducir otra consideración respecto a las formaciones
sociales. Más allá del carácter de hibridación –articulación y/o subordinación- de modos
productivos que expresa una formación social, las formaciones sociales capitalistas han
mostrado históricamente momentos de crisis y rupturas que pueden favorecer a la emergencia
de innovaciones sociales que promueven relaciones igualitarias. En la Argentina por ejemplo,
la desestructuración de las relaciones sociales provocada por la crisis de 2001 implicó un
desprendimiento de diferentes fracciones sociales, que pusieron en crisis sus lealtades y
obediencias anticipadas esbozando un proceso de autonomización. Esta ruptura embrionaria
de las formas concretas materiales de opresión inherentes al sistema de dominación, permitió
la emergencia de espacios de innovación política y social. La recuperación de empresas por
sus trabajadores, constituye una de sus ejemplificaciones (Rebón: 2007; Antón et al: 2009).
En estos contextos particulares, puede ser no sólo pertinente, sino incluso hasta necesario dar
cuenta de las transformaciones implicadas en estas crisis y rupturas, en términos de igualdad.
Así, el análisis de las transformaciones en estas dimensiones y su implicancia respecto al
carácter social de los procesos, puede brindar elementos importantes para hipotetizar sobre las
posibles vecciones del proceso. En el presente capítulo entonces, nos adentraremos en
plantear un análisis sobre el carácter del orden socio-productivo de estos emprendimientos. A
la luz de los análisis en las configuraciones distributivas, nos interesa interrogar qué haz o
cúmulo de relaciones sociales expresan estos emprendimientos en su articulación con el resto
del ordenamiento social.
152
La estratificación social en órdenes o estamentos consiste en un tipo de ordenamiento y jerarquización de
individuos no a partir del rol ocupado en un sistema productivo, ni a la riqueza que se posea, sino a partir de la
consideración, el honor, la dignidad atribuidos por la sociedad a funciones sociales que pueden no tener relación
alguna con la producción de bienes materiales (Mousnier: 1969) Un buen ejemplo de un tipo de ordenamiento
con estas características en la sociedad actual lo podemos encontrar por ejemplo, en las instituciones castrenses y
en las de enseñanza universitaria.
153
Incluso el salario mismo no expresa en su totalidad y en forma plena el valor de la fuerza de trabajo -es decir
al valor de los medios de subsistencia necesarios para la reproducción de dicha fuerza-. Componentes del salario
–el “salario indirecto” por ejemplo-, expresan retribuciones no fundadas en dicho valor.
184
concepto refiere entonces, centralmente al ámbito de la producción, pero no lo entiende como
algo de carácter puramente económico. El autor establece cuatro dimensiones para poder dar
cuenta de un modo de producción y desentrañar las propiedades estructurales que definen su
carácter. Desarrollaremos a continuación cada una de ellas.
1) Los mecanismos de apropiación del excedente de trabajo: consiste en la manera en
que ocurre la apropiación del excedente, lo cual también incorpora el excedente de trabajo de
los productores directos. Ya que el excedente de trabajo es la diferencia entre el tiempo para
producir el producto social en su totalidad y el tiempo para producir lo que los productores
directos consumen, la apropiación del excedente depende de cada modo de producción en
particular, puesto que en éstos se desarrollan mecanismos específicos de apropiación. En ese
sentido pueden identificarse dos dimensiones que subyacen a este proceso de apropiación
según Wright: A) las formas de propiedad: la distinción principal aquí se da en relación a los
medios de producción, es decir, en la forma de propiedad de los medios de producción:
público (las decisiones sobre la producción, ya sea de inversión, desinversión como de
compra o venta de estos medios, son establecidas en el marco del aparato estatal) o privado
(en este caso las decisiones recaen sobre los individuos, o grupos de individuos que tienen el
control sobre los recursos). B) la relación de los productores directos con los medios de
producción: la distinción se da entre aquellos modos de producción en los cuales los dueños
de los medios de producción son sus productores directos (no escindidos), y en los modos de
producción en los cuales los trabajadores deben vender su fuerza de trabajo para poder
subsistir, es decir, se encuentran escindidos de los medios de producción.
2) La lógica de asignación de recursos y la utilización del excedente de trabajo:
involucra a las distintas dinámicas que hacen a la utilización del excedente. Pueden
distinguirse dos dimensiones: A) el destino inmediato de la producción: la diferencia
fundamental se da entre los valores de uso y de intercambio, es decir si la producción de
bienes tiene como objetivo principal la satisfacción de necesidades predomina el valor de uso;
por el contrario si la producción de bienes tiene como objetivo la colocación en el mercado
para el intercambio, predomina el valor de cambio, ya que la producción de estos bienes viene
determinada por criterios de intercambio. B) dinámica de la utilización del excedente:
responde a cómo va a ser utilizado ese excedente, y en ese sentido podría decirse que hay dos
caminos: acumulación (para producir en un futuro mayor excedente) o consumo final que
puede ser colectivo o individual. Conviene destacar, en relación al consumo final, que el
hecho de priorizar las necesidades no implica la ausencia de inversiones o de crecimiento,
sino que estos últimos aparecen subordinados a las necesidades.
185
3) En tercer lugar, la forma de la dimensión política de las relaciones de producción es
decir, las formas específicas en que se organiza y distribuye el poder –autodeterminación por
un lado y dominación o coerción por el otro- durante el proceso total de producción154. En
sintonía con su definición inicial referente al modo de producción en la cual busca ir más allá
de lo meramente económico, el autor plantea que las relaciones de producción no están
disociadas de las relaciones políticas, y por ende que la explotación no puede entenderse
como un proceso únicamente económico. En esta dirección, en el modo de producción
capitalista la explotación no puede ser considerada únicamente como una consecuencia de la
venta de la fuerza de trabajo, puesto que para que pueda darse la apropiación del excedente de
trabajo, los trabajadores tienen que realizar un trabajo adicional al trabajo que consumen en
los bienes que compran, y para que esto suceda es necesario que se dé en el proceso
productivo algún tipo de dominación. Con lo cual, la explotación capitalista implica dentro de
la fabrica el ejercicio de un poder político. A pesar de que en el capitalismo la dimensión
política de la producción se diferencia institucionalmente de la dimensión política estatal, las
transacciones económicas y la producción permanecen conectadas con el ejercicio del poder
político. En ese sentido entonces, pueden distinguirse en los modos de producción: A) las
relaciones políticas que se dan al interior (dentro) del proceso laboral; y B) las relaciones
políticas externas (afuera) al proceso laboral. En este caso, la distinción primordial estriba en
dos formas que pueden asumir las relaciones políticas: relaciones de dominación y relaciones
de autodeterminación individual o colectiva.
4) Por último, la naturaleza de las clases determinadas por las relaciones de
producción, es decir la forma en que las propiedades de un modo productivo estructura las
clases, su formación y la lucha entre ellas. En esta dimensión el autor plantea la importancia
de decodificar las propiedades estructurales que diferencian a los modos de producción, como
así también, de establecer algunas de las consecuencias importantes de dichas propiedades
para la estructura de clases, la formación y la lucha de clases.
154
Es necesario señalar que se desprende de la lectura de Wright que la dominación es asimilable a la coerción.
Sin embargo, consideramos que estos términos no son plenamente asimilables. Es posible la dominación sin una
coerción explícita, sino más bien bajo algún aspecto de consentimiento. En este sentido, retomando a Weber
(1996), entendemos a la dominación como la probabilidad de lograr obediencia a un mandato. Esta probabilidad
reposa en una legitimidad, la cual a su vez puede asumir variados tipos –racional, carismática o tradicional-. Esa
distinción nos resulta importante de marcar, ya que concebimos la posibilidad de que un grupo al interior del
proceso productivo ejerza dominación por consentimiento basado en algún tipo de legitimidad sobre su
autoridad. En este sentido, preferimos una conceptualización que refiera al carácter que asume la cooperación en
el espacio productivo en función del grado de coerción o consentimiento en torno a la función de dirección y el
origen interno o externo del mismo. Los polos que asumiría la forma de la dimensión política serían: la -
cooperación despótica- y la –cooperación autónoma- (Marx: 2002, Piaget: 1977).
186
A partir de la articulación de los distintos elementos que componen las dimensiones, el
autor especifica tres modos de producción: el capitalista, el comunista y el estatista. Sin
embargo, considera que en las sociedades concretas nunca se desarrolla sólo un modo de
producción. En este punto Wright (2010) introduce una serie de salvedades respecto a su
posición frente al concepto de “modo de producción” como “modelo puro”. Pese a la
dominancia de uno modo productivo actual –el capitalista- , ello no significa que elementos
de otros modos productivos hayan desaparecido definitivamente o no existan. Por el contrario,
en cada momento histórico podemos encontrar diversos resabios de formas anteriores así
como otras formas alternativas que no necesariamente están determinadas por las relaciones
dominantes. Por esto el autor llega al concepto de formación social, el cual refiere, en el
sentido dado por el autor, al conjunto de relaciones que conviven en una sociedad en un
momento determinado y que puede involucrar elementos de diferentes modos productivos. La
misma es utilizada para designar las combinaciones específicas de diferentes modos de
producción en sociedades concretas (Wright: 2010).
En este sentido, el autor introduce dos conceptos que resultan de relevancia para
entender el carácter “impuro” de los modos productivos en su expresión histórico-concreta.
Estos conceptos son el de interpenetración y el de articulación, los cuales implican considerar
que en ninguna sociedad real se encuentran modos de producción tal como él los caracteriza
en forma pura, sino que existe una combinación compleja “típicamente interpenetrada” de
modos de producción.
1) Interpenetración: la interpenetración de modos productivos ocurre cuando dos
modos de producción coexisten al interior de una misma organización. En este sentido, la
interpenetración implica que los dos modos de producción tienen relaciones sistemáticas
internas entre sí, y no relaciones externas. El resultado de una interpenetración es entonces
una estructura de relaciones de producción que combina aspectos de diferentes sistemas. Se
fusionan internamente los elementos de cada uno de los modos, formando un modo que
aparece como empíricamente distinto de los modos que lo forman.
2) Articulación: refiere a la existencia de un modo de producción junto a otro entre los
cuales se dan relaciones sistemáticas externas; ambos modos de producción existen en
diferentes espacios, y las relaciones entre ellos son –fundamentalmente- de intercambio. La
ejemplificación que el autor introduce en este punto refiere a aquellas situaciones en la que
una fábrica capitalista compra al menos una parte de sus materias primas a productores de
bienes simples. Una articulación en este sentido entre un modo capitalista y no capitalista
(pre-capitalista) implica que ambos coexisten en una relación simbiótica, donde el proceso de
187
producción capitalista contribuye a la reproducción de las relaciones pre-capitalistas de
producción a través de relaciones de intercambio que los unen. Pero la articulación no implica
una complementariedad funcional perfecta entre los modos articulados. Es bastante probable
que el modo capitalista al entrar en intercambio articulado con la producción de bienes
simples “ataque y destruya” a los productores de bienes simples.
Por último el autor establece que en ocasiones puede ocurrir lo que denomina
“interpenetración articulada”. Esto significa que no sólo es posible articular modos de
producción, sino que también es posible articular un modo y una forma interpenetrada, de
manera tal que en ciertas unidades de producción coexistan formas interpenetradas y a la vez
tengan relaciones de intercambio o articulación con unidades no interpenetradas.
A la luz de la interesante propuesta metodológica del autor para el análisis de los
modos productivos, nos parece sugerente tomar el modelo por él propuesto para desentrañar
el carácter que asume el orden socio productivo en las experiencias que estamos analizando
en la presente Tesis. Siguiendo con la propuesta de Wright nos centraremos en el análisis de
la primera, la segunda, y la tercera dimensión. Esto es, en los mecanismos de apropiación del
excedente de trabajo, la lógica de asignación de los recursos y el uso de los excedentes, y la
forma en que se organiza la producción en términos de cooperación despótica – cooperación
autónoma.155 La naturaleza de la lucha de clases se introducirán solamente cuando sean
importantes para clarificar la naturaleza de alguna forma interpenetrada.
6.2. Análisis del carácter del orden socio-productivo en las empresas recuperadas.
Mucho se ha afirmado acerca del carácter socio-productivo de estas unidades
económicas. Para algunos autores las recuperaciones representan la invención de una nueva
forma productiva que asume una “función social” basada en una lógica de regulación
colectiva (Fernández: 2006). Sin embargo, desde nuestra perspectiva, estas unidades
productivas no asumen simplemente una “función social” en el sentido en que se ha señalado,
155
Entendemos por cooperación una forma de trabajo en la que un equipo, rigiéndose por un plan, trabaja en el
mismo proceso de producción o en procesos de producción diferentes pero conexos, compartiendo un espacio.
La cooperación capitalista es sólo una de las tantas formas que pueden asumir los procesos cooperativos, razón
por la cual no debe considerarse un atributo inherente al capitalismo. (Marx: 2002) La función de dirección es
inherente a todo proceso de cooperación social (Marx: 2002), sin embargo, puede diferir en cuanto a su forma y
contenido. En el campo de la producción, el funcionamiento del obrero social requiere de la realización de la
función de dirección. En el capitalismo, dicha función reside en el mando del capital. En formaciones sociales de
carácter capitalista, el capital debe poner en correspondencia la acción de los cuerpos involucrados en el proceso
de trabajo, de forma tal que no se generen relaciones adversas a su dominio y, al mismo tiempo, alcance a
realizar el proceso de valorización. En este sentido, la función de dirección capitalista es dual respecto a su
contenido –proceso de producción de valores de uso y a la vez, proceso de valorización de capital-, y despótica
respecto a su forma (Marx: 2002).
188
sino que expresan centralmente y en su relación con el conjunto social, una tenencia privada
con formas de apropiación socializada a su interior. Pasemos entonces, a desplegar nuestro
argumento en tal sentido, tomando como sugerencia metodológica los aportes de Wright
anteriormente presentados.
Respecto a la dimensión de la propiedad, en la perspectiva de la fuerza de trabajo, el
proceso de recuperación de empresas tiene un intenso carácter de clase al alterar las relaciones
de apropiación del espacio socio-productivo, pero con la particularidad de que esta alteración
se desarrolla a una pequeña escala –la unidad productiva- (Rebón y Salgado: 2009). Con la
recuperación de la empresa los trabajadores pasan a ser los poseedores de las unidades
productivas. El universo que instrumentaliza la posesión de dichas unidades refiere a un
conjunto de trabajadores asociados en cooperativas de trabajo. El vínculo entre estas
cooperativas y las unidades productivas representa en forma dominante diversas formas de
posesión en tendencia a la propiedad. En este sentido, hacia el año 2010 existían diferentes
situaciones. De las empresas recuperadas analizadas, tres casos tienen formas de tenencia
precarias. De estas tres, dos casos poseen leyes de expropiación temporal realizadas por el
Estado de la CABA, que cede en comodato los bienes muebles e intangibles y cede
transitoriamente los inmuebles.156 En uno de los casos no existe cobertura legal alguna, sino
que los trabajadores se encontraban ocupando de hecho el establecimiento productivo. Las
restantes doce empresas fueron alcanzadas por una ley que establece la expropiación
definitiva de los bienes inmuebles y la cesión -bajo el pago de un canon- a las cooperativas
Sin embargo, dicha ley no ha sido efectivizada aún en la gran mayoría de los casos. En este
sentido, argumentamos que no existe una propiedad privada plena por parte de las
cooperativas, sino una tenencia privada –para usufructo- en dirección a una propiedad.
En segundo lugar, como se expuso anteriormente, la forma jurídica “cooperativa de
trabajo” –figura dominante en estas unidades productivas–, estipulada legalmente para
trabajadores que ponen en común su fuerza laboral, impone límites a la posibilidad de que se
transforme en una mera apropiación privada. En este sentido, en forma dominante, el
colectivo de socios que se apropia del espacio no se rige estrictamente por el criterio de
propiedad, sino por el de asociación, donde “trabajo” y “apropiación” no se encuentran
escindidos -el consumo de fuerza de trabajo asalariado deja de ser la característica central del
proceso productivo-, y donde todos los asociados tienen, formalmente, el mismo poder de
decisión independientemente del capital social suscripto por cada uno.
156
En uno de estos casos la ley de expropiación fue declarada inconstitucional por un juez. El trámite judicial se
encontraba en procesos de apelaciones.
189
Esta particularidad del universo que instrumentaliza la posesión de las unidades
productivas, le otorga a estas empresas características de “apropiación social”, pero
restringida a su interior, al colectivo laboral. Sin embargo, esta apropiación socializada al
interior convive con una exclusión hacia su exterior. Estas unidades productivas no son
usufructuadas en forma dominante por un conjunto social que trasciende a la unidad
productiva, sino por un colectivo laboral delimitado, que se apropia para sí de la misma,
excluyendo a otros de los frutos de dicha apropiación. Este colectivo se comporta con el resto
del conjunto social como poseedora de un espacio, excluyendo a otros de su goce e
imponiéndosele la necesidad de la competencia con parte del conjunto social para poder
conservar dicha posesión. En este sentido, las unidades productivas no asumen un carácter de
“propiedad social”, sino en forma dominante, el de una tenencia privada con apropiación
socializada a su interior.
Por otro lado, en la totalidad de las empresas analizadas el destino inmediato de la
producción es el intercambio. El intercambio central que realizan estas unidades productivas
con su entorno social se establece a través de la producción de mercancías –bienes de cambio-
para un mercado en condiciones de dominio capitalista. Esto no quita la existencia de ciertas
articulaciones no mercantiles con otras identidades sociales externas a la unidad productiva157.
En este sentido, y como se afirmó anteriormente, la recuperación de empresas en sus inicios,
es la resultante de la conformación de una embrionaria alianza social, los trabajadores
avanzan en sus grados de unidad y construyen una alianza con diferentes identidades sociales
que viabiliza la recuperación. Desde esta perspectiva, las formas de materialización de las
articulaciones no mercantiles pueden entenderse como una de las formas en que esta alianza
social se ha expresado. Esta materialización adquiere la misma dinámica que el proceso de
constitución mismo de las alianzas, y se encontrará asociada a la forma de articulación en
cada caso en particular (Salgado: 2009; Kasparian: 2011)158. En este sentido, las
157
El concepto “articulaciones no mercantiles” designa al conjunto de actividades y emprendimientos de
articulación o colaboración con los vecinos, el barrio, o el entorno social en general –tanto organizado en
movimientos o partidos políticos como no institucionalizado a esos niveles–, que realizan o de los que participan
las empresas recuperadas. Asimismo, esta definición incluye las relaciones con otras empresas recuperadas, tanto
enmarcadas en movimientos de empresas recuperadas como por fuera de éstos; y las relaciones con el Gobierno
de la Ciudad y el Gobierno nacional (Kasparian: 2011). La característica principal de estas actividades es que no
se encuentran mediatizadas por el mercado y no suponen un intercambio de mercancías.
158
Así, en aquellas empresas que atravesaron situaciones de elevada conflictividad, articulando nuevas
relaciones de cercanía y cooperación entre los trabajadores en los momentos de la lucha, y una alianza y unidad
con actores externos a la unidad productiva, se introdujeron nuevas prácticas de discusión y decisión colectiva
que luego encontraron su continuidad en la gestión. En estos casos de alta conflictividad la alianza social
construida tendrá una expresión en articulaciones no mercantiles – centros culturales por ejemplo- mayor que en
las empresas en que esta conflictividad fue menor. Es en estos casos, las articulaciones no mercantiles con la
190
articulaciones no mercantiles dan cuenta de la forma en que estos emprendimientos
productivos construyen su sociabilidad, esto es, la forma en que crean los lazos a partir de un
sistema de don-contradon (Mauss; 2010). El don implica un vínculo o relación de intercambio
con una triple obligación de dar, recibir y devolver, que posee un elemento adicional:
presupone una acción diferida temporalmente, es decir, existe un tiempo entre recibir y
devolver (Presta: 2007). Esto último significa que el don implica una presuposición de
devolución, una espera de ella, pero no su inmediata materialización.
En las empresas analizadas, la apariencia voluntaria de la cesión de espacio para el
desarrollo de centros culturales o bachilleratos populares, entre otras actividades, esconde el
carácter interesado de esos dones -interesado no en sentido utilitarista, sino en el sentido de
que se deposita interés en aspectos que refieren a lazos de confianza, simpatía, alianza y
reciprocidad-. Las articulaciones no mercantiles constituyen así, la forma en que las empresas
recuperadas expresan cierta expectativa de obligatoriedad del don-contradon. En este
intercambio circular en el que el colectivo de trabajadores “dona” porciones de su espacio,
dinero y productos; mientras que los donatarios dan/devuelven el “don” con diversos tipos de
apoyos (apoyo político, fondos de huelga, asesoramiento técnico), la carga simbólica de lo
que se intercambia ocupa un lugar preponderante (Kasparian: 2011).
Si bien este tipo de articulaciones adquieren centralidad en algunas experiencias en
particular, principalmente en aquellas que evidenciaron mayores grados de conflictividad en
la recuperación, el tipo de intercambio preponderante que establecen las unidades productivas
con su entorno “sociedad” es dominantemente mercantil, predominando en todas las
experiencias analizadas la producción de mercancías orientada al mercado.
Ahora bien, los excedentes generados no tienen centralmente como destino la
acumulación como medios de producción para la generación de mayores excedentes en el
futuro, sino para satisfacer necesidades inmediatas de consumo de los trabajadores. Esto no
implica que parte de los excedentes puedan utilizarse para capitalizar la empresa, sino que esa
capitalización se encuentra subordinada a la reproducción de los trabajadores. La acumulación
en este sentido constituye un medio para la subsistencia y no un fin en sí mismo.
Respecto a la dimensión política de las relaciones de producción, podemos señalar
varios elementos. Nuestros análisis nos permiten afirmar que la función de dirección se
encuentra personificada por fuerza de trabajo y no por el capital. Los mecanismos de tomas de
decisiones constituyen mecanismos colectivizados que evidencian instancias de carácter
comunidad permean el proceso como la instancia que avanza en el proceso de constitución de la alianza
(Salgado: 2009; Kasparian: 2011).
191
directo de toma de decisiones (asambleas) así como indirecto o representativo (responsables
de sector o consejo de administración). Por lo tanto, consideramos que centralmente se
corresponde con una forma de cooperación autónoma. Es decir, una cooperación no despótica
(mandatos externos) sino autónoma (o auto-determinada) que implica la construcción
colectiva de normas y regulaciones que rigen los procesos de trabajo.
La totalidad de los elementos analizados nos sugiere que estas unidades productivas
expresan elementos de un modo de producción que refiere a un tipo de producción que Wright
(2010) denomina como “Producción auto-administrada de los trabajadores”. Para este autor la
auto-administración de los trabajadores es un tipo de producción en el que los trabajadores de
una empresa son dueños de los medios de producción y controlan el proceso productivo, lo
cual implica que los trabajadores tienen derechos sobre los excedentes que ellos mismos
producen. En este sentido, el mecanismo de apropiación del excedente del trabajo es de auto-
apropiación privada-colectiva. Los productores directos se apropian de su propio excedente de
trabajo mediante un proceso colectivo de administración y control del proceso productivo.
Pero este proceso colectivo sigue siendo esencialmente privado debido a que los medios de
producción son enajenables. Los productores privados de cada empresa se apropian del
excedente, pero no la clase trabajadora en su conjunto. Por otro lado, tanto el carácter privado
del sistema de apropiación, así como la primacía de la producción de valores de intercambio
para un mercado impersonal, trae aparejado que las empresas se vean obligadas a acumular
según una lógica de competencia.
Retomando la noción de interpenetración de modos productivos, los elementos
analizados hasta el momento, nos permiten afirmar que estas unidades productivas expresan
una interpenetración de elementos referidos a modos de producción que Wright (2010) define
como “comunistas” y “capitalistas”159. Esto es, que el orden socio-productivo expresa un
159
Estos modos de producción deben entenderse como tipos puros ideales. Para el autor, “comunismo” refiere a
un modo productivo que expresa medios de producción públicos, donde los productores son dueños de los
medios de producción y los controlan, la producción se encuentra orientada a satisfacer necesidades sociales,
centrada en la producción de valores de uso los cuales orientan las decisiones de producción de cada proceso
productivo, y el consumo es el principio reorganizador de la producción como un todo. En este modo productivo,
tanto las formas de la dimensión política de las relaciones de producción por dentro y por fuera del procesos
productivo implican una situación de auto-determinación de los trabajadores. Es decir una libertad decisoria y
organizativa. El “capitalismo” en este modelo refiere al modo productivo cuyos medios de producción son
privados y existe una escisión entre productores y propietarios de los medios de producción. Por otro lado, la
lógica de la producción se centra en valores de intercambio con el fin de producir más valores de intercambio, es
decir, en la acumulación. Respecto a las formas de la dimensión política de las relaciones de producción, en el
capitalismo los trabajadores están en libertad de vender su fuerza de trabajo, pero cuando entran al proceso
productivo, entran en el dominio coercitivo de la dominación política del capital. En escritos posteriores
enfocados en analizar los diseños institucionales existentes que posibilitarían la construcción de una alternativa
al capitalismo Wright (2006) retomará el concepto de “socialismo” abandonando el de “comunismo” para
contraponerlo al de “capitalismo”. En primer lugar, para el autor a diferencia del comunismo, el socialismo
192
carácter de auto-apropiación no explotadora de carácter privada. Ahora bien, para el autor, en
la medida en que estas unidades expresan una apropiación privada orientada a la producción
de valores de intercambio existe un predominio de elementos del modo productivo
“capitalista”.
Nuestros análisis sobre las empresas recuperadas presentados en párrafos anteriores
comparten muchos de los elementos presentados por Wright (2010). Quizás nos alejamos de
las formulaciones del autor en el último punto. Si bien observamos que la producción está
orientada a producir valores de intercambio para un mercado con hegemonía capitalista, esto
no ha implicado -al menos todavía-, la primacía de la acumulación sobre la satisfacción de las
necesidades de los trabajadores asociados. Esto, como apuntamos anteriormente, no implica
que no exista acumulación –capitalizaciones de las cooperativas- pero dicha acumulación
constituye un medio para mejorar las condiciones de vida de los trabajadores y no un fin en sí
mismo.160 Ahora bien, el uso del excedente no se encuentra exento de conflictos. En este
sentido, se pueden encontrar variadas ejemplificaciones de las disputas en torno al destino de
los mismos. Los polos de dichas disputas refieren justamente, a si ese destino debe ser el
“bolsillo” de los asociados, o la “capitalización” de la cooperativa. Nos preguntamos en este
sentido y a partir de las apreciaciones de Wright (2010), si paulatinamente, la lógica de
producción de valores de intercambio para un mercado impersonal no implicará en un futuro,
una modificación en los usos de los excedentes, motivado por la competencia inherente a ese
mercado. Más allá de estas interrogaciones, en la medida en que no es la acumulación la
lógica productiva central, no podemos afirmar según estos elementos hasta aquí presentados
que exista en las empresas recuperadas una primacía de elementos del modo “capitalista”.
Por otro lado, nos interesa destacar que existe un elemento de suma importancia que
no se encuentra plenamente contemplado en la denominación de “auto-apropiación no
explotadora de carácter privada”. Consideramos que al referirnos al carácter del orden socio-
productivo de estos procesos resulta importante referir a la dimensión política del proceso
productivo. En este sentido, proponemos que estas experiencias -según los elementos
explicitados- expresan centralmente una “auto-administración no explotadora privada”. Es
supone la existencia de un Estado, actor de ineludible consideración a la hora de analizar los diseños
institucionales existentes. Por otro lado, para el autor la experiencia histórica del comunismo a derivado en lo
que denomina “estatismo”, que constituye un tercer tipo de forma de organizar los recursos productivos de la
sociedad.
160
La reproducción de las condiciones de vida como finalidad del emprendimiento y no la acumulación, es un
elemento expresado también por las consideraciones de los propios trabajadores involucrados en estas
experiencias. Este tema será retomado en el próximo capítulo al analizar la conceptualización que los
trabajadores tienen del proceso en el que están involucrados así como la dimensión de “éxito” asociado al
mismo.
193
decir, una autonomía en el control y administración de los procesos productivos, una
inexistencia de explotación en la apropiación y carácter privado. Así, contemplamos dos
grandes dimensiones: carácter socializado –no excluyente- al interior, carácter privado –
excluyente- al exterior. El concepto que permite resumir tal hibridación es el de carácter
“social-mercantil” (Rebón y Salgado: 2009; Salgado: 2009)161. Dicho de otro modo, un
carácter de propiedad de la unidad productiva socializada a su interior limitado en términos
societales por su carácter mercantil.
Ahora bien, teniendo en cuenta nuestra última afirmación consideramos que nuestro
próximo paso para desentrañar las particularidades -y tensiones- en torno al carácter del orden
socio-productivo es introducir nuevos elementos que nos permitan una mayor riqueza de
análisis. En este sentido, consideramos que los elementos presentados hasta el momento se
encuentran centralmente asociados al momento instituyente de las empresas, a su punto de
partida u origen social. La recuperación de empresas ha implicado en origen, un proceso de
igualación, nuevas relaciones de cooperación entre los trabajadores que atenuaron las
asimetrías existentes en la empresa fallida. Analizadas a escala de la unidad productiva
representaban una forma de apropiación social restringida al interior de su colectivo laboral,
con una impronta igualitaria y democrática, en la cual trabajo y apropiación no se encontraban
escindidos, donde la función de dirección era la personificación del trabajo, y donde el
consumo productivo de fuerza de trabajo asalariado no era su elemento estructurante. Pero
analizadas a escala societal el carácter cambiaba; representaban centralmente una forma de
apropiación privada. Expresaba a un colectivo privado que establecía centralmente, relaciones
mercantiles con el resto de la sociedad. Como apuntamos más arriba expresaban un carácter
socializado –no excluyente- al interior, en conjunción con carácter privado –excluyente- al
exterior.
Ahora bien, a lo largo de la Tesis hemos presentado trasformaciones sobre elementos
que justamente interrogan sobre el carácter y la forma de la auto-apropiación. En este sentido,
a partir del análisis de las configuraciones distributivas pudimos vislumbrar que con el
desarrollo productivo acaecían una serie de transformaciones nos interrogan también sobre la
posibilidad de una transformación en la forma y carácter de la “interpenetración” de los
modos productivos. A la luz de estas transformaciones, estás unidades productivas, ¿siguen
expresando un carácter de “auto-administración no explotadora privada”? Resulta necesario
161
Con el concepto híbrido social se quiere enfatizar que la composición social resultante se conforma sobre la
base de elementos de diferente naturaleza o carácter. (Salgado: 2009; Rebón y Salgado: 2009).
194
entonces, introducir dichas transformaciones y sus implicancias respecto al carácter del orden
socio-productivo.
En primer lugar, como afirmamos anteriormente en nuestro último relevamiento
observamos que alrededor del 10% del total de trabajadores de estas empresas recuperadas no
son socios de las cooperativas. Como desarrollamos en anteriores análisis, la existencia dentro
del colectivo laboral de trabajadores en relación de dependencia se asocia a la existencia de
formas distributivas desigualitarias. En estos casos encontramos mecanismos de exclusión y
explotación a partir de las cuales se constituyen las desigualdades.
Ahora bien, la emergencia de este proceso particular de desigualación implica una
modificación en las relaciones de los productores directos con los medios de producción. En
este sentido, la auto-administración de los trabajadores se centra en el colectivo de los socios
y no el colectivo laboral pleno. Constituye así, una auto-administración de trabajadores
propietarios que conforman el colectivo, y una exclusión de la administración de los que no
poseen dicho atributo. En este sentido, la aparición de consumo productivo de fuerza de
trabajo asalariada implica que una porción de los productores directos son excluidos de la
propiedad de los medios de producción. En la medida en que la relación de los productores no
propietarios con los productores propietarios se establece como compra-venta de fuerza de
trabajo, la apropiación de lo producido se encuentra mediada por un mecanismo de
explotación. Las unidades productivas no expresan una “apropiación igual al trabajo”, sino
que apropiación y trabajo se escinden y comienzan a estar mediada por la propiedad. La
ecuación se transforma en estos casos, y la apropiación pasa a ser igual a “propiedad” más
“trabajo”.
En segundo lugar, en estos casos donde existe separación entre productor y medios de
producción, la situación de exclusión de este conjunto de trabajadores no asociados nos
interroga sobre el componente de “auto-determinación” de la dimensión política al interior del
proceso productivo y la posibilidad de la existencia de elementos que refieren a una
“cooperación despótica” –externa y coactiva- respecto a su forma.
En este sentido también, otra serie de procesos más complejos nos interrogan sobre
estos aspectos que hacen al carácter del orden socio-productivo. Encontramos en algunas
experiencias, desigualaciones que expresan mecanismos de exclusión y explotación no
asentados en una escisión entre productor y propietarios de los medios de producción. En
estos casos, la desigualdad viene dada por acaparamiento de recursos organizativos obtenidos
por grupos que poseen mayor grado de cohesión social. Esta desigualdad puede permitir el
establecimiento de una transferencia de recursos cuando adquiere carácter categorial. En este
195
sentido, nuestros análisis nos permiten afirmar que estos procesos de desigualación se
encuentran relacionados con un descenso del carácter directo en la toma de decisiones, una
creciente delegación y una baja rotación dirigencial. ¿En qué medida esto no expresa un
procesos de burocratización y escisión entre cuadros y colectivo que modifica el carácter
autónomo de la cooperación? En este sentido, consideramos sumamente sugerente hipotetizar
sobre la posibilidad de que la cooperación despótica pueda estar basada en una desigualdad
generada por la exclusión y control de los recursos organizativos, y no necesariamente basada
en la propiedad de los medios de producción.
En tercer lugar, nuestros avances investigativos nos muestran que estos
emprendimientos siguen sin expresar la invención de una nueva forma productiva que asume
una “función social”. Por el contrario, las formas materializadas de articulación no mercantil,
como expresión de la alianza social que viabilizó la recuperación, aparecen en forma más
esporádicas y coyunturales162. El intercambio que establecen las unidades productivas con la
“sociedad” sigue siendo dominantemente mercantil –aunque no podemos afirmar que la
acumulación y no el consumo sea la lógica productiva principal-. Según nuestros registros de
2010, en ocho de las quince empresas analizadas se realizan emprendimientos sociales
sistemáticos o permanentes, de carácter no mercantil en el establecimiento. Entre estos
podemos registrar centros culturales, bachilleratos populares y para adultos, centros de salud,
cesión de instalaciones para organizaciones sin fines de lucro, radios comunitarias. Más allá
de estas experiencias sigue predominando ampliamente la producción mercantil. 163
162
Una ejemplificación puede observarse en una fábrica alimenticia. Esta fábrica fue un espacio productivo que
constituyó articulaciones no mercantiles a partir de la construcción de ámbitos de producción de cultura. Dentro
de la empresa se elaboró un centro cultural con el objetivo de trascender en las relaciones, a la unidad
productiva. Sin embargo, desde los trabajadores fue vislumbrado más como una experiencia ajena a la unidad
productiva. Distintas actividades y manifestaciones artísticas y culturales fueron desarrolladas en este centro por
quienes colaboraron en los “tiempos difíciles” o que se sintieron convocados con posterioridad. En sus orígenes,
construir el centro cultural, como señala una entrevistada, fue “una forma de agradecer a todos los que nos
habían ayudado”. Luego de transcurridos unos años, en 2006, la misma entrevistada nos argumenta: “el centro
cultural funcionó más que nada cuando estaba la fábrica parada en la época de huelga (...) el centro cultural
funcionaba ahí más que nada este... en esa época y después cuando ya empezamos a trabajar un poco más
empezaron algunos roces, algunos problemas con el centro cultural con reuniones con ellos y hubo diferencia de
criterio y al final dejo de funcionar el centro cultural (…) Se había politizado mucho nosotros no queríamos tener
políticos dentro de la fábrica queríamos que no hubiera un partido determinado (...) Entonces hubo diferencias de
criterios y nosotros lo que queríamos que la bandera fuera la empresa solamente y en cuanto al trabajo y que no
hubiera una bandera política de ningún tipo departidos no! no es que sea de derecha, de izquierda, de centro no!
de hubiera partidos dentro de la fábrica, en un momento dado hubo partidos políticos quisieron “copar, venir a la
administración” y eso es lo que nosotros tratamos de evitar”(Entrevista a referente de empresa recuperada,
2006).
163
Lucita (2009) considera que es a causa de la competencia en el mercado el creciente aislamiento social de
estas experiencias. El autor afirma: “Así, es casi lógico que pasado el “período heroico” los trabajadores se
recluyan en los problemas productivos y de gestión. No son otras que las fuerzas del mercado y de la
competencia las que los empujan a abandonar toda tarea de solidaridad, de participación en movilizaciones, de
relacionamiento con otros colectivos. Pierden así buena parte del empuje político original y tienden a aislarse.”
196
Para concluir entonces, consideramos que en un contexto de crisis un conjunto de
trabajadores, sin haberlo deseado utópicamente, avanzan sobre la dirección de la producción
con el objeto de reproducir su identidad como trabajadores estables. Al hacerlo transforman
parte de su propia identidad social -dejando de ser asalariados- y el carácter de los espacios
productivos en los cuales se encuentran inmersos, llevando adelante una crítica práctica de la
forma capitalista de producir. La resultante de estas trasformaciones implicaba que estos
espacios socio-productivos adquieran un carácter híbrido por interpenetración de elementos
de modos productivos disímiles. Por un lado, a escala de la unidad productiva –al interior del
colectivo laboral- asumían caracteres de una forma social de auto- apropiación, por otro lado,
a escala societal, asumían caracteres de una forma privada de apropiación.
Sin embargo, a partir de lo analizado en este capítulo podemos hipotetizar que, con el
desarrollo de la vida productiva de estas empresas, empiezan a aparecer tensiones en este
carácter interpenetrado. En su origen la empresa resultante del proceso de recuperación
constituía una igualación creciente de las relaciones sociales establecidas entre los
trabajadores. Un indicador de esta igualación lo constituían las relaciones de distribución
establecidas entre el colectivo laboral sobre lo producido en la unidad productiva, y aquellas
resultantes del ejercicio de la función de dirección. Ahora bien, la emergencia de
desigualaciones sociales en ambas dimensiones expresan la construcción de jerarquías y
desigualdades sociales al interior del colectivo laboral que nos interrogan sobre la continuidad
del carácter “socializado” a su interior. Estas desigualdades emergentes pueden yuxtaponer a
la lógica socializada existente al interior de la unidad productiva, otras lógicas, configurando
nuevos caracteres híbridos en algunas de estas empresas, que pueden expresar una tensión
entre la existencia de espacios de igualación no organizados a su interior por el criterio de
propiedad o control de activos productivos, y la existencia de jerarquías y desigualaciones.
En este sentido, a diferencia de Wright (2010) no consideramos que únicamente la
tendencia a la acumulación -y no a la satisfacción de necesidades humanas- como finalidad de
la producción constituya el elemento que permita hipotetizar sobre la primacía de elementos
del capitalismo en interpenetración de modos productivos. Consideramos que las complejas
transformaciones en las dimensiones de los mecanismos de apropiación del excedente de
trabajo así como las transformaciones en la dimensión política de las relaciones de producción
constituyen los observables principales para dar cuenta de transformaciones de los
(Lucita: 2009. Pág. 7). De tal manera que desde la perspectiva del autor, las relaciones mercantiles y no
mercantiles expresarían –al menos parcialmente- un juego de suma cero, el crecimiento de las primeras
implicaría el decrecimiento de las segundas.
197
componentes de hibridación de las interpenetraciones. Ambas dimensiones entonces, se
encuentran estrechamente relacionadas, a tal punto que transformaciones en los mecanismos
de apropiación implican transformaciones en las relaciones de poder, puesto que, como hemos
afirmado anteriormente, la desigualdad en los bienes materiales –ingresos- se encuentra
estrechamente relacionada a las desigualdades en el campo del poder. En este sentido, y a la
luz de los elementos presentados, consideramos que las transformaciones analizadas
cuestionan el componente de auto-administración no explotadora del carácter social.
Resulta sugerente recuperar las consideraciones de Luxemburgo (1975), y su tesis
sobre la “degeneración” de las cooperativas. Debido a articulación a un mercado de
hegemonía capitalista, las cooperativas se enfrentan a dos posibilidades: o se convierten en
“nuevos capitalistas”, lo que conlleva proceso de explotación hacia otros trabajadores, o
intentan funcionar manteniendo los intereses económicos de los trabajadores –espíritu inicial
que guía a las cooperativas- lo cual implica riesgos enormes de disolución frente a la
competencia capitalista -o incluso por otras cooperativas-. Sus dos alternativas son entonces,
la disolución o la transformación de su carácter socio-productivo.
Podría pensarse que los elementos hasta aquí analizados van en el sentido de las
consideraciones de Luxemburgo, las empresas con funcionamiento precario expresan mayores
grados de igualación. Las configuraciones distributivas son igualitarias, la existencia de
trabajadores no asociados es casi nula, por lo que no existen mecanismos de exclusión ni
explotación, la frecuencia de los mecanismos de toma de decisiones es mayor por lo que
expresan mayor incidencia del carácter directo en la toma de decisiones, existen mayores
niveles de rotación dirigencial, por lo que no expresan una construcción de cuadros
dirigenciales con tendencia a la burocratización. En estas empresas el “espíritu inicial que
guía a las cooperativas” parece sostenerse, pero a costa del riesgo de disolución frente a la
competencia capitalista. Por otro lado, las empresas con mejores niveles de funcionamiento
expresan mayores grados de desigualación. Las configuraciones distributivas son
desigualitarias: algunas expresan procesos de exclusión y explotación hacia otros
trabajadores. En otras, procesos de acaparamiento de recursos organizativos que permite o
explotación o diferenciaciones en los ingresos. La frecuencia de mecanismos de toma de
decisiones es menor, por lo que expresan menor incidencia del carácter directo en la toma de
decisiones y una mayor delegación, los niveles de rotación dirigencial son bajos, por lo que
expresan una construcción de cuadros dirigenciales con tendencia a la burocratización. En
estas empresas la posibilidad de sostenimiento .y crecimiento parece lograrse, pero a costa de
subvertir su carácter social inicial.
198
Sin embargo, estas experiencias poseen una especificidad que no las asimila a
cualquier cooperativa. Como apuntamos en la última parte del capítulo anterior, existen
limitaciones al desarrollo de estos elementos que tienen que ver con las historias particulares
de estas experiencias nacidas de la crisis y de un proceso de conflictivo cuya resultante
constituyó un proceso inicial de igualación social. Así, como hemos señalado, el proceso
contiene caracteres autónomo-cooperativos que permiten una “reversibilidad” (Piaget: 1988),
una recuperación de configuraciones, lo que le confiere cierta impredicibilidad.
En este sentido, indagar sobre los grados de legitimación de cada configuración
distributiva puede resultarnos sugerente para evaluar la posibilidad de esta “recuperación” de
configuraciones, es decir la posibilidad de su reversibilidad. De la misma manera, puede
ayudarnos a dar cuenta de los conflictos latentes en torno a dichas configuraciones y de las
grupalidades que expresan dichos conflictos. En este sentido, Reygadas (2008) afirma que la
desigualdad es, en última instancia, una cuestión de poder, se encuentra inextricablemente
vinculada con las asimetrías en la distribución de recursos y capacidades, y con las relaciones
de poder que se establecen sobre la base de esas asimetrías. En estas relaciones intervienen
nociones que los individuos tienen acerca de lo que es “justo” o “injusto”, “equitativo” o
“inequitativo”. Los individuos, en sus interacciones, ponen en juego diferentes concepciones,
valoraciones, méritos, contribuciones, de modo que las formas distributivas de los bienes
están mediadas por disputas culturales. Los bienes a los que cada persona tiene acceso pueden
ser concebidos como resultantes de una “apropiación legítima” o de una “expropiación
injusta”. Teniendo en cuenta estas consideraciones nos preguntamos, ¿cómo se expresan estos
procesos desigualitarios en las conciencias de los trabajadores? ¿Cuáles son los criterios de
justicia/injustica que legitiman/deslegitiman las distintas configuraciones? En la tercera parte
de la Tesis abordaremos dichas preguntas.
199
Parte 3: La tensión Igualdad-desigualdad en la conciencia de los trabajadores.
“Ninguno votó sin pensar que dentro de una organización de tal clase
participaría en los beneficios de quienes eran más hábiles que él. Nadie se
consideró lo bastante rico y listo para no creer que alguien lo sobrepasaría, y
este plan lo participaría de la riqueza y la inteligencia ajenas. Pero pensando
conseguir beneficios de quienes estaban por encima, olvidamos que había seres
inferiores, que buscaban lo mismo de nosotros, olvidamos a los inferiores que
tratarían de explotarnos del mismo modo que cada uno intentaría explotar a sus
superiores. (…) Los mejores de entre nosotros abandonaron la fábrica en la
primera semana del plan. Así perdimos a los mejores ingenieros, supervisores,
capataces y obreros especializados. Todo el que se respete no quiere verse
convertido en vaca lechera de la comunidad. Algunos intentaron impedir el
proyecto, pero no lo consiguieron. Los hombres huían de la fábrica como de
una zona infectada, hasta que no quedaron más que los necesitados, sin
habilidad ni condiciones (… ) y todo terminó del único modo que podía
terminar: en la quiebra.”
Ayn Rand. Fragmentos de la novela La rebelión de Atlas. (1957)
200
ingresos, las restantes diferenciadas; 2 empresas son pequeñas (menos de 20 trabajadores), 5
empresas son medianas (entre 20 y 60 trabajadores) las restantes 3 son grandes (más de 60
trabajadores).
La segunda etapa implicó el muestreo de los entrevistados. El muestreo se realizó por
cuotas para cada empresa en función de los valores paramétricos -por sexo y edad-. En cada
empresa se seleccionaron los individuos correspondientes a la cuota asignada. La muestra de
trabajadores tuvo características no aleatorias a su interior, no obstante se corrigieron posibles
sesgos en el momento de la selección de casos teniendo en cuenta parámetros antes
mencionados. Se realizaron en total 138 casos sobre un total de 508 trabajadores involucrados
en esas empresas.
164
Los cuadros correspondientes a los datos presentados en esta tercera parte de la tesis podrán encontrarse en el
anexo metodológico. Sin embargo, aquellos cuadros que creamos conveniente destacar o que formen parte
sustantiva del desarrollo analítico, serán introducidos en el cuerpo del texto.
165
Fuente: Elaboración propia en base a EPH Continua, Tercer trimestre de 2011 (INDEC) Se toman en cuenta
los asalariados residentes en el A.M.B.A que son asalariados en CABA.
166
Fuente: Elaboración propia en base a EPH Continua, Tercer trimestre de 2011 (INDEC) Se toman en cuenta
los asalariados residentes en el A.M.B.A que son asalariados en CABA.
201
atributos socialmente adquiridos desde la perspectiva de las relaciones de producción, un 74%
de los trabajadores que componen la muestra realizan su actividad principal en el sector de
producción, el 25% restante se dedica a tareas de administración. Dentro de los primeros sólo
un 15% realiza tareas de supervisión, coordinación del proceso productivo o vigilancia, es
decir un 11% del total de los trabajadores de la muestra. En relación a la calificación de la
tarea o la complejidad de las tareas involucradas, los trabajadores de la muestra expresan
centralmente calificaciones de tareas de tipo operativa, un 61% de los trabajadores realiza
tareas de dicha calificación. En segundo lugar, encontramos que un 27% de los trabajadores
realizan tareas no calificadas, y por último sólo un 12% realiza tareas de calificación técnica o
científica.167
Respecto al tipo de inserción socio-laboral en la cooperativa, casi el 90% de los
entrevistados es trabajador asociado, el restante 11% lo constituyen trabajadores en relación
de dependencia. Este porcentaje guarda correspondencia respecto al porcentaje de
trabajadores no asociados en las 15 cooperativas analizadas. Como afirmamos en la segunda
parte de esta tesis, en nuestro relevamiento de 2010 constatamos que alrededor del 10% de los
trabajadores de estas empresas recuperadas no eran socios de las cooperativas. La situación es
heterogénea entre las unidades productivas, pero excepto en un caso, nunca los trabajadores
no asociados alcanzan la mitad de la fuerza de trabajo. En algo menos de la mitad de las
cooperativas (7 casos), no existe presencia de trabajadores que no son asociados, en cinco
empresas existen trabajadores no asociados pero estos no superan al 20% del colectivo laboral
y, por último, tres empresas poseen más del 20% de su dotación de trabajadores como
trabajadores no asociados.
Respecto a la trayectoria socio-laboral en la unidad productiva, es destacable
mencionar que del total de la muestra el 62% participó del proceso de recuperación, de ese
porcentaje algo menos del 3% no trabajó en la empresa fallida, es decir, son trabajadores que
se incorporaron a las cooperativas durante el proceso de recuperación, por lo que el porcentaje
de trabajadores que trabajaron bajo la antigua gestión privada es de 60%. Este porcentaje es
consistente con el crecimiento en la dotación de trabajadores que evidenciaron las 15
empresas analizadas en los capítulos anteriores. Recordemos que, como afirmamos en la
167
Nuestros datos coinciden también con los encontrados por Rebón (2007). Según su investigación, la
calificación de los puestos de trabajo expresaba también un predominio de puestos de calificación operativa
(63%) y, en segundo lugar, de trabajos no calificados (25%). Los trabajadores con calificación científica y
técnica constituían un 12% de la muestra.
202
primera parte de la tesis, desde el inicio de la recuperación hasta nuestros registros de 2010,
estas empresas duplicaron, la cantidad de trabajadores iniciales.
Por otro lado, el 27,5% de los trabajadores encuestados forma o formó parte alguna
vez, del consejo de administración. De ese porcentaje casi la mitad (18 casos) formaban parte
del consejo de administración en el momento de la realización del relevamiento.
Volviendo a los trabajadores que trabajaron en la fallida, es destacable mencionar la
antigüedad que poseían trabajando como asalariados. Esto ha sido mencionado en anteriores
trabajos (Rebón: 2007). Nuestra muestra también expresa dicha antigüedad, la mitad de los
trabajadores que trabajaron en la fallida lo hicieron durante 10 años, un 20% tiene una
antigüedad mayor a 20 años.
En relación a los atributos adquiridos por los trabajadores en el ámbito de las
relaciones inmateriales, el 62% de los trabajadores no participó antes de la recuperación, en
reclamos colectivos tales como manifestaciones, paros, cortes u otras formas de lucha. 168 Los
trabajadores que han participado en acciones de protestas representan una minoría. Sin
embargo, esto no nos debe dar la imagen de ausencia de participación en organizaciones
políticas y sociales. De hecho sólo el 27% de los encuestados mencionó no haber participado
en ninguna organización. Dentro del 73% restante encontramos variados tipos de
participación. El 63% participó en movimientos de empresas recuperadas, el 23% participó de
asamblea barrial y/u organización barrial, el 13% participó en sindicato, igual porcentaje para
la participación en movimientos de desocupados, así como en partidos políticos.
En otras palabras, existe experiencia organizativa en tres cuartas partes de los
trabajadores encuestados, y ésta se nutre pluralmente de la experiencia en organizaciones de
recuperadas, sindicales, territoriales y políticas. En este sentido, debemos señalar que el
proceso instrumentaliza una cultura anclada en la rica historia de la clase obrera, tanto en
función de la lucha por la recuperación como en la gestión de la producción (Rebón: 2007).
En suma, según nuestro análisis descriptivo, podemos concluir con un resumen del
perfil arquetípico de un “trabajador de empresa recuperada”. Dicho arquetípico evidencia a un
hombre de entre 40 y 55 años, ocupado en un puesto de trabajo con calificación operativa, con
168
Este porcentaje es muy similar al encontrado por Rebón (2007) con base en una encuesta realizada en 2003 a
trabajadores de empresas recuperadas de CABA. En aquel período el porcentaje de trabajadores que no habían
participado de estas acciones era de 61%. Rebón señalaba al respecto que el 39% de participación previa en
experiencias de lucha era algo superior o similar a los niveles de participación de la población del AMBA en
general a fines de 2001. No obstante, superaba al 25% de participación encontrado en los estratos bajos. Si
tomáramos este último grupo como universo de comparación, existiría una sobre-representación del 50%. En
este sentido, se concluía que no se podía afirmar que no existía una cultura de lucha ni experiencia previa, sino
que hipotetizaba que los niveles de experiencia eran superiores a los de su mismo grupo social, aun cuando
predomine la ausencia de experiencia de lucha.
203
fuerte participación en organizaciones de empresas recuperadas pero con menor experiencia
en luchas y reclamos por fuera de dicho tipo de organización.
Ahora bien, más allá de esta imagen arquetípica ¿es posible distinguir características
diferenciales sustantivas entre los trabajadores? Esto resulta importante ya que en el análisis
descriptivo realizado a partir de la encuesta aplicada en 2003 –y anteriormente mencionada-,
Rebón (2007) resumía el perfil arquetípico de un “recuperador” como: un hombre de entre 40
y 49 años, trabajador asalariado de la industria PYME, en blanco y con antigüedad en la
empresa, ocupado en un puesto de trabajo con calificación operativa, nacido en el interior del
país, con estudios secundarios incompletos, residente en el conurbano y sin experiencia previa
en luchas y reclamos. Si bien los datos relevados en nuestra última encuesta no nos permiten
sostener algunas de esas características169, creemos que a diferencia del análisis realizado por
Rebón (2007) podemos tomar en consideración un elemento que nos permite
embrionariamente, distinguir la fuerza de trabajo analizada. Dicho elemento refiere a la
incorporación de nuevos trabajadores durante el desarrollo productivo de estas empresas.
En vistas de lo antedicho, consideramos que resulta de mayor pertinencia denominar al
arquetipo presentado como “trabajador de empresa recuperada” y no como “recuperador”
según la denominación de Rebón (2007). Incluso sostenemos que la imagen de “recuperador”
no refiere a la totalidad del colectivo de trabajadores, sino a la fracción originaria, a la que
participó de la recuperación. En este sentido, cobra relevancia preguntarse si el atributo de
haber participado en la recuperación resulta sustantivo para deshacer esta imagen arquetípica
original.
Si distinguimos la muestra entre quienes participaron y quienes no participaron de la
recuperación no encontramos diferencias significativas respecto a los atributos adquiridos por
los trabajadores en el ámbito de las relaciones inmateriales. Los porcentajes de participación
en actos de protesta, paros, cortes u otras formas de reclamos colectivos por fuera del ámbito
de las recuperadas son similares en ambos sub-universos.170 Así también lo son los
porcentajes respecto a la participación en sindicatos, asambleas y partidos políticos. Sin
embargo, como se observa en el gráfico siguiente, sí encontramos diferencias significativas en
las participaciones en movimientos de empresas recuperadas. Mientras que los
“recuperadores” –es decir aquellos que participaron de la recuperación- participaron en una
notable mayoría (81%) en estas organizaciones, en los nuevos trabajadores la mayoría (67%)
169
En nuestra última encuesta no recabamos información por ejemplo, respecto al lugar de nacimiento y la
residencia.
170
Ver anexo metodológico, cuadros 20 a 24.
204
no participó en dichos movimientos. Esto se refleja también en los grados de participación
general. Así, mientras sólo un 16% de los “recuperadores” manifestó no haber participado en
ninguna de las organizaciones señaladas, para los nuevos trabajadores este porcentaje
asciende al 44%.
Fuente: Relevamiento a trabajadores de empresas recuperadas año 2011. Proyecto UBACyT: “La cultura de la
recuperación en la conciencia de los trabajadores”. Director: Julián Rebón. N: 138.
Cuadro 24: Edad de los trabajadores “recuperadores” y de los nuevos trabajadores. (2011).
Nuevos
Edad “Recuperadores” trabajadores
N 86 52
Media 51 34
205
Mediana 53 31
Moda 39 23
Percentil 1 40 25
Percentil 2 53 31
Percentil 3 59 39
Fuente: Relevamiento a trabajadores de empresas recuperadas año 2011. Proyecto UBACyT: “La cultura de la
recuperación en la conciencia de los trabajadores”. Director: Julián Rebón. N: 138
Cuadro 25: Nivel educativo de los trabajadores “recuperadores” y nuevos trabajadores. (2011)
Nuevos
Nivel educativo “Recuperadores” trabajadores
Sin educación/ primaria
incompleta 6,9 1,9
Primaria completa 45,3 17,3
Secundaria incompleta 18,6 36,5
Secundaria completa 17,4 19,2
Terciaria/universitaria
incompleta 8,1 19,2
Terciaria/universitaria
completa 3,4 5,7
Total 100 100
Fuente: Relevamiento a trabajadores de empresas recuperadas año 2011. Proyecto UBACyT: “La cultura de la
recuperación en la conciencia de los trabajadores”. Director: Julián Rebón. N: 138
171
Esto es también corroborado por Hudson (2011) en el análisis de una serie de empresas del Gran Rosario. El
autor establece que esta característica que asume la incorporación de nuevos trabajadores trae aparejado una
serie de tensiones generacionales entre los “jóvenes” trabajadores nuevos, y los “viejos” trabajadores originarios
en torno a conductas laborales de los primeros (falta de compro omiso, ausentismo, etc.).
206
45% pudo culminarla. Un 24% pudo acceder a niveles terciarios y universitarios, duplicando
el porcentaje presentado por los “recuperadores”. En este sentido, consideramos que la
incorporación de nuevos trabajadores con menor edad tiene como correlato un aumento
general de los niveles educativos existentes en la organización cooperativa.
Por último, respecto al tipo de inserción socio-laboral en la cooperativa, como era de
esperar, encontramos también diferencias significativas entre el tipo de inserción socio-laboral
y el haber participado o no de la recuperación de la empresa.
¿Participó en el proceso de
recuperación? Total
si no
86 37 123
si
100% 71% 89%
¿Es socio de la
cooperativa?
0 15 15
no
0% 29% 11%
86 52 138
Total
100% 100% 100%
Fuente: Relevamiento a trabajadores de empresas recuperadas año 2011. Proyecto UBACyT: “La cultura de la
recuperación en la conciencia de los trabajadores”. Director: Julián Rebón. N: 138
207
En suma, podemos dar cuenta de la existencia de dos arquetipos de trabajadores de
empresas recuperadas. Por un lado el trabajador “recuperador”: un hombre que promedia los
50 años, ocupado en un puesto de trabajo con calificación operativa, asociado a la
cooperativa, con más de 10 años de antigüedad en la fallida, con estudios primarios
completos, con participación en organizaciones de empresas recuperadas, pero con menor
experiencia en luchas y reclamos por fuera de dicho tipo de organización. Por otro lado, el
trabajador “nuevo”: un hombre que promedia los 30 años, no necesariamente asociado a la
cooperativa, que accedió a los niveles escolares medios, sin experiencia en luchas y reclamos
colectivos ni participación en los movimientos de empresas recuperadas.
172
Aquel análisis sostenía también que la recuperación poseía otros significados: un tercio de los trabajadores
(32%) consideraba que se recuperaba una empresa que por derecho les pertenecía, porque era fruto de su trabajo.
Según el autor, esta consideración destacaba que el proceso no implicaba sólo la preservación de la fuente
laboral, sino también una reapropiación del trabajo dejado durante años en la empresa y que, en gran parte, la
empresa fallida aún les adeudaba. Por último, para el 8% de los encuestados representaba la recuperación de una
empresa para la producción. Según el autor, esta respuesta enfatizaba sobre un aspecto productivo, se rescataba
una empresa que había sido paralizada. En contraposición a las otras respuestas, estas últimas no referían a la
recuperación de algo que se tenía (un trabajo) o se merecía por derecho, sino a retrotraer una situación a un punto
anterior (Rebón: 2007).
208
Gráfico 6. Conceptualización sobre Empresa Recuperada.
Fuente: Relevamiento a trabajadores de empresas recuperadas año 2011. Proyecto UBACyT: “La cultura de la
recuperación en la conciencia de los trabajadores”. Director: Julián Rebón. N: 138
Los trabajadores atribuyen como principal elemento que define a una empresa
recuperada el ser unidades productivas que permiten conservar fuentes de trabajo. Si bien el
estímulo difiere de aquel realizado en 2003, este porcentaje es congruente con el encontrado
en dicho relevamiento. También, como afirmamos en la primera parte de la Tesis, es
congruente con una vasta literatura sobre el proceso, que lo ha definido en tanto resultante de
la acción colectiva realizada ante la posibilidad de pérdida del empleo. Es decir, una acción
colectiva que busca defender las fuentes laborales.
En segundo lugar, y en un porcentaje no menor, en la definición se enfatiza sobre una
dimensión que hace referencia a la forma de cooperación autónoma –autogestión- que asume
la gestión de la nueva empresa. A diferencia de la primera respuesta, aquí no se enfatiza sobre
la utilidad o posibilidad de conservación de puestos de trabajo, sino que más allá de ese
elemento, se enfatiza sobre el carácter que asume la función de dirección del espacio socio-
productivo. No se trata entonces, sólo de seguir produciendo, sino también de determinada
manera de producir. No se enfatiza sobre un “por qué” o un “para qué”, sino sobre un
“cómo”. Por último, minoritariamente se equipara a las empresas recuperadas a cualquier otra
unidad productiva, es decir, como una unidad productiva no poseedora de especificidad
alguna respecto a las “empresas convencionales” capitalistas.
Nos interesaba por otro lado, indagar no sólo sobre las dimensiones enfatizadas en la
conceptualización del proceso, sino también a qué elementos estaba asociado el “éxito” del
mismo. Dicho de otra manera, ¿cuál es el criterio operante en la consideración del éxito de
estas unidades? ¿A qué dimensiones ese éxito estaba asociado? Aquí, como en la pregunta
209
anterior, las respuestas no necesariamente son excluyentes, aunque el estímulo planteado
implicaba una elección, un énfasis entre las categorías expuestas.
Fuente: Relevamiento a trabajadores de empresas recuperadas año 2011. Proyecto UBACyT: “La cultura de la
recuperación en la conciencia de los trabajadores”. Director: Julián Rebón. N: 138.
Así como en las apreciaciones sobre lo que es una empresa recuperada, el éxito de
estos emprendimientos en las opiniones de los trabajadores, reside de forma relativamente
predominante en su capacidad de generar y sostener fuentes de trabajo. Como apuntamos en
el capitulo anterior, si bien existe en estas unidades productivas acumulación –
capitalizaciones de las cooperativas- dicha acumulación constituye -en forma preponderante
desde la perspectiva de los trabajadores-, un medio para mejorar las condiciones de vida de
los trabajadores y no un fin en sí mismo. Sin embargo, el peso de la dimensión exclusiva a la
inserción laboral en la consideración sobre el éxito de estas experiencias no parece el mismo
que la encontrada en la definición sobre el proceso. De hecho, la posibilidad de que el éxito
deba medirse teniendo en cuenta la capacidad de crecer en inversión y productividad cobra
aquí un relevante peso, incluso mayor a aquella opción que considera al éxito en tanto la
capacidad de participación de los asociados.
Considerábamos como hipótesis la existencia de una relación entre las dos opiniones,
aquella que refería a lo que es una empresa recuperada y la forma en que debe medirse el
éxito de la misma. Aquellos que consideraban que el éxito de una empresa recuperada refería
a la capacidad de sostener fuentes de trabajo tendían a conceptualizarla centralmente en un
210
sentido que privilegiaba la defensa de la fuente de trabajo, y que, por otro lado, la
consideración del éxito en tanto la capacidad de asegurar la participación de los asociados se
encontraba fuertemente asociada a la conceptualización que enfatizaba el carácter autogestivo
de la empresa.
Cuadro 27. Conceptualización sobre empresa recuperada según conceptualización del éxito de
una empresa recuperada. (2011).
¿Para usted el éxito de una empresa
recuperada debe medirse teniendo en
cuenta...?
la
capacidad la capacidad
la capacidad Total
de de asegurar la
de crecer en
sostener y participación
inversión y
generar de los
productividad
fuentes de asociados
trabajo
una empresa que
permite la 21 17 8 46
¿Para usted autogestión de los 36% 47% 19% 33%
una empresa trabajadores
recuperada una empresa que
es 34 18 31 83
permite conservar
principalmen fuentes de trabajo 59% 50% 72% 61%
te...?
una empresa como 3 1 4 8
cualquier otra 5% 3% 9% 6%
58 36 43 137
Total
100% 100% 100% 100%
Fuente: Relevamiento a trabajadores de empresas recuperadas año 2011. Proyecto UBACyT: “La cultura de la
recuperación en la conciencia de los trabajadores”. Director: Julián Rebón. N: 138.
Sin embargo, los datos muestran relaciones más complejas entre ambas opiniones.
Considerar el éxito en términos de la participación de los asociados no implica enfatizar
centralmente la conceptualización en la dimensión referente al carácter autogestivo del
emprendimiento. Concebir al éxito de las recuperadas en función de la capacidad de sostener
y generar fuentes de trabajo implica definir centralmente al proceso en tanto tal, pero no
inhibe que dicha definición coexista con aquella que enfatiza sobre la forma que asume la
gestión. A partir del cuadro presentado no se observa por tanto, relación unívoca entre ambas
dimensiones. Sí es posible observar que la consideración del éxito como resultante del
211
crecimiento en inversión y productividad se asocia fuertemente a la definición que enfatiza
sobre la conservación de fuentes de trabajo.
En función de dar inteligibilidad a estas observaciones es necesario retomar algunas
consideraciones vertidas en la primera parte de la Tesis, referida a una serie de elementos que
estructuraron los procesos de recuperación de las empresas que estamos analizando. Como se
explicitó, en su sociogénesis la recuperación de empresas por sus trabajadores refiere a un
proceso que encuentra su principal elemento estructurante en la crisis del comando capitalista
sobre la producción, en condiciones sociales de significativos niveles de desempleo de tipo
estructural (Rebón: 2007; Salgado: 2009; Rebón y Salgado: 2009). En estas condiciones de
crisis del comando capitalista sobre la producción se produce una vulneración de la relación
salarial por parte de la personificación del capital. En la perspectiva de la fuerza de trabajo,
esta vulneración es vivida como la vulneración de su identidad como trabajador estable
(Rebón: 2007; Salgado: 2009). Así, desde la perspectiva de la fuerza de trabajo la motivación
central que orienta el proceso de recuperación de empresas refiere a la defensa y
sostenimiento de la fuente de trabajo. Esta motivación central puede ser observada a partir de
la dimensión enfatizada en la conceptualización de los trabajadores sobre lo que es una
empresa recuperada (el 61% de los trabajadores encuestados), así como en las consideraciones
sobre el éxito de la misma (el 42% de los trabajadores encuestados).
Ahora bien, en el desarrollo de esta defensa de la fuente de trabajo se procesa a la vez
una crisis de la legitimidad del capital en el proceso productivo. Es decir, la vulneración de la
relación salarial que expresa el proceso de recuperación de empresas pone en crisis la
legitimidad de la autoridad del capitalista, posibilitando su desobediencia y la constitución de
un proceso de autonomización (Rebón: 2007; Salgado: 2009). Esta imposibilidad
reproductiva de la identidad social de los trabajadores genera entonces, una tensión que
vulnera la relación de heteronomía y obediencia anticipada cuando los factores mantenedores
no logran compensarla.173 El mecanismo que resuelve favorablemente la tensión provocada
por esta imposibilidad reproductiva es la desobediencia. La desobediencia implica pasar de
173
La obediencia anticipada a la orden emanada de una autoridad es denominado por Milgram (1984) como
estado “agentico”, esto es el estado de apertura del individuo a una regulación por parte de la autoridad. Una
serie de factores mantenedores contribuyen a sostener este estado. En primer lugar, la obediencia anticipada a la
autoridad se nutre de un tipo de socialización hegemónica, que inculca la obediencia a la autoridad como una
máxima (Milgram: 1984). En segundo lugar, existe un sistema de recompensas y castigos que favorece el
preservar la disciplina. En el caso particular de la empresa capitalista, las condiciones de “expropiado de los
medios de producción” convierte a la condición de ser asalariado en una necesidad de supervivencia (Rebón:
2007). El carácter de contrato “voluntario” entre poseedores de diferentes mercancías que posee el
asalariamiento soslaya las condiciones de asimetría que le preexisten en el ámbito de la sociedad, y le prosiguen
en el ámbito de la producción, brindando la apariencia de una relación consensuada y complementaria.
212
una postura pasiva a una activa, supone una movilización de recursos internos que rompa con
el comportamiento inercial. La desobediencia entonces, no constituye sólo la superación del
estado agéntico, sino que supone una ruptura misma de la relación de dominación, una crisis y
ruptura de la relación de heteronomía coactiva, posibilitando la emergencia de un embrionario
proceso de autonomización, es decir la adquisición creciente de mayores grados de libertad
(Piaget: 1988). El contexto en el cual se opera esta desobediencia da lugar a la acción
colectiva, en tanto se realiza en conformidad entre un conjunto de trabajadores como re-
acción destinada a obstaculizar la acción de vulneración de la relación salarial174.
En síntesis, cuando el capital empieza a vulnerar la relación salarial, -sea bajo la forma
de incumplimiento de la relación salarial o en su retiro productivo- provoca tensiones y
debilita parte de los factores mantenedores, descompensando la ecuación que posibilita el
estado agéntico y la obediencia anticipada a la autoridad. El capital no cumple con sus
condiciones de legitimidad, al entrar en crisis su legitimidad, surge la posibilidad de la
desobediencia. Esta acción de desobediencia se funda en una noción legitimante de dicha
acción (Thompson: 1979). Esta noción legitimante constituye el sustrato de los elementos que
configuran la tensión. La dimensión referida a la defensa de la fuente de trabajo que se
observa en las respuestas de los trabajadores sobre la conceptualización del proceso nos
permite hipotetizar que este sustrato principal refiere a la consideración del trabajo como
valor social de centralidad en la cultura operante de estos trabajadores 175. La moral del trabajo
representa la lógica de acción que fundamenta el proceso de recuperación. La valorización de
la actividad laboral como elemento estructurante de su identidad constituye para estos
trabajadores la noción que legitima la acción de desobediencia. Pero, como afirmaron otras
investigaciones (Fernández Álvarez: 2004), no se trata de cualquier trabajo, las acciones están
destinadas no sólo a la obtención de condiciones de vida, sino también de una forma
específica de su realización, el “trabajo digno”, el trabajo en actividad que dignifica. Esta
consideración de “digno” del trabajo, constituye un elemento que contrapone al trabajador
frente a un abanico de otras identidades –patronal, desocupados, beneficiarios de planes
174
Tilly (2000b) conceptualiza a la acción colectiva como aquella acción realizada por grupos de individuos que
adquieren un carácter discontinuo y contencioso. Es decir, acciones que no están construidas sobre rutinas diarias
y que tienen implicancias para los intereses de personas distintas al grupo que actúa, así como para los propios
intereses compartidos por los actores.
175
Resulta pertinente mencionar en este punto que según nuestra encuesta realizada, la autoidentificación de los
trabajadores involucrados reposa centralmente sobre la identidad de trabajador sin hacer referencia a las formas
de inserción socio-productiva. Así por ejemplo, ante la pregunta de “Usted qué se considera principalmente”:
casi el 68% de los encentados afirmaron “un trabajador”, el 29% “un cooperativista”, y el 3% “un asalariado”.
Fuente: Elaboración propia con base en Relevamiento a Trabajadores de empresas Recuperadas. CABA, 2011.
N: 138.
213
sociales, mendigos, delincuentes-. El trabajo es concebido como un derecho, pero a diferencia
de otras actividades, la propia actividad laboral es entendida como genuina, estable y
protegida (Fernández Álvarez: 2004). Son estas nociones sobre el trabajo las que legitimarían
las acciones de desobediencia. Pero también paradójicamente la consideración de “digno” del
trabajo, no es un producto natural, es una construcción social fruto de la iniciativa capitalista.
Así, en la recuperación, esta misma moral del trabajo surgida por iniciativa capitalista, va a
legitimar la acción de los trabajadores ante la crisis de su autoridad.
Ahora bien, estas proposiciones resultan de utilidad a la hora de hacer una
caracterización global del proceso de recuperaciones, sin embargo, como se ha afirmado
anteriormente en esta tesis, una característica de este conjunto de experiencias es su
heterogeneidad, es decir, el poseer patrones diferenciales de punto de origen -tanto en el nivel
de conflictividad expresado, la composición social de los grupos, las secuencia o dinámicas de
las recuperaciones-, así como la resultante organizativa del proceso -modalidades
distributivas, por ejemplo-.
Lo antedicho es de suma importancia, puesto que nos compele a tomar en
consideración un elemento de centralidad para analizar las opiniones de los trabajadores
respecto a las dimensiones analizadas. Es posible preguntarse si los grados de conflictividad
en los cuales se enmarcan las acciones colectivas desarrolladas por los trabajadores influyen
en la conceptualización que los trabajadores poseen respecto al proceso mismo que
protagonizaron. Consideramos a modo de hipótesis, que en aquellas experiencias que
expresaron procesos conflictivos, los grados de unidad, cohesión y homogeneización del
colectivo laboral implicaron la construcción de un sentido más igualitario en la definición de
lo que es una empresa recuperada. Sin que esto signifique que en estas experiencias no se
haga referencia a la dimensión que enfatiza sobre la defensa de la fuente de trabajo,
consideramos que la dimensión que enfatiza sobre el carácter igualitario de la participación en
la gestión –autogestión- está con mayor presencia que en aquellos casos en que no existieron
profundos procesos de conflictividad. En estos últimos casos, el carácter de menor innovación
social y prolongación de diseños institucionales de la fallida, implicó la construcción de
conceptualizaciones que incorporar en menor medida elementos del carácter que asume la
nueva gestión, sino que enfatizan centralmente en la motivación central del proceso: la
defensa de la fuente de trabajo. Veamos entonces qué nos muestran los datos. En tal sentido,
proponemos una recodificación de la variable inicial (conceptualización de “empresa
recuperada”), de manera tal que tensione entre dos dimensiones: aquella que enfatiza sólo en
el carácter autogestivo de la experiencia, y por otro lado, las respuestas que enfatizan en la
214
defensa de la fuente de trabajo y las que no le otorgan especificidad alguna a las unidades
productivas. Esta última categoría es excluyente respecto a las primera –autogestión- pero no
respecto a la segunda –defensa de la fuente de trabajo-, lo cual nos habilita a realizar la
recodificación.
Nivel de conflictividad en
origen
alto bajo Total
Dimensión enfatizada Refiere a Autogestion 38 8 46
en conceptualización 38% 21% 33%
sobre qué es una
Refiere a defensa
empresa recuperada 62 30 92
puestos de trabajo o sin
62% 79% 67%
especificidad
Total 100 38 138
100% 100% 100%
Fuente: Relevamiento a trabajadores de empresas recuperadas año 2011. Proyecto UBACyT: “La cultura de la
recuperación en la conciencia de los trabajadores”. Director: Julián Rebón. N: 138.
215
Nivel de
conflictividad en
origen
Alto Bajo Total
Participó del Dimensión Refiere a
proceso de enfatizada en Autogestion 26 5 31
recuperación conceptualización 43% 20% 36%
sobre qué es una
empresa Refiere a
recuperada defensa
35 20 55
puestos de
57% 80% 64%
trabajo o sin
especificidad
Total 61 25 86
100% 100% 100%
No participó Dimensión Autogestion
del proceso enfatizada en 12 3 15
de conceptualización 31% 23% 29%
recuperación sobre qué es una
empresa Refiere a
recuperada defensa
27 10 37
puestos de
69% 77% 71,%
trabajo o sin
especificidad
Total 39 13 52
100% 100% 100%
Fuente: Relevamiento a trabajadores de empresas recuperadas año 2011. Proyecto UBACyT:
“La cultura de la recuperación en la conciencia de los trabajadores”. Director: Julián Rebón.
N: 138.
176
Este elemento resulta de enorme sugerencia para interrogarnos sobre los procesos de socialización de los
nuevos trabajadores que se incorporan a estas experiencias. ¿Es posible transmitir una “mentalidad
216
Cuadro 30. Dimensión enfatizada en la conceptualización del proceso según el nivel de
funcionamiento de la empresa, controlado por participación en el proceso de recuperación.
(2011).
Nivel de funcionamiento de
la empresa
bajo medio-alto Total
Participo del Dimensión Refiere a
proceso de enfatizada en Autogestion 13 18 31
recuperación conceptualización 38% 35% 36%
sobre qué es una
Refiere a defensa
empresa
puestos de trabajo 21 34 55
recuperada
o sin 62% 65% 64%
especificidad
Total 34 52 86
100% 100% 100%
No participó Dimensión Refiere a
del proceso enfatizada en Autogestion 2 13 15
de conceptualización 13% 35% 29%
recuperación sobre qué es una
empresa Refiere a defensa
recuperada puestos de trabajo 13 24 37
o sin 87% 65% 71%
especificidad
Total 15 37 52
100% 100% 100%
Fuente: Relevamiento a trabajadores de empresas recuperadas año 2011. Proyecto UBACyT: “La cultura de la
recuperación en la conciencia de los trabajadores”. Director: Julián Rebón. N: 138 .
autogestionaria” a los nuevos trabajadores cuando ésta parece surgir de la cohesión resultante del proceso en su
momento instituyente? Cómo afirman Kasparian y otros (2011) a partir de un análisis de una empresa recuperada
de CABA, “los nuevos trabajadores que se incorporan introducen una tensión en el colectivo laboral en la
medida en que no han participado en ese hito fundamental de socialización. Esto se ve acentuado por el hecho de
que las experiencias autogestionarias se encuentran insertas en un mercado capitalista que las presiona a
preocuparse por la gestión, los costos, la rentabilidad y las mejoras de la productividad. Los nuevos trabajadores
que se incorporan provienen de ese mercado, en el que priman dos subjetividades diferenciadas: la del patrón y
la del asalariado. El primero es subjetivado para decidir, mandar y tener ambición, mientras que el segundo se
limita a aceptar un papel instrumental, ser sumiso y aceptar con naturalidad su inferioridad (…) Esta situación
torna sumamente necesaria una instancia de aprendizaje para los nuevos trabajadores sobre las lógicas que
imperan al interior de la cooperativa más rigurosa que en otras empresas capitalistas.” (Kasparian y otros: 2011.
Pág. 7)
217
vivenciaron los grados de cohesión constituidos en el momento instituyente de la nueva
empresa, más que los elementos del pasado parecen influir elementos del presente. Entre estos
trabajadores, los bajos niveles de funcionamiento -la precariedad de la situación productiva,
los bajos ingresos- parecen imprimir en la conceptualización elementos que no refieren al
carácter autogestivo del mismo, sino a enfatizar sobre aquellas dimensiones que
conceptualizan a la empresa recuperada en su capacidad de sostener fuentes de trabajo o
incluso a considerarla como carente de especificidad alguna.
En suma, en el capítulo 4 de la presente Tesis afirmábamos que el elemento de origen
referido a la conflictividad estructuraba las diversas trayectorias distributivas. En este primer
capítulo de la tercera parte observamos que ese elemento también resulta de importancia para
observar las conceptualizaciones que los propios protagonistas tienen respecto al proceso que
protagonizan. Sin embargo, entre ese elemento de origen y la conceptualización sobre el
proceso media la participación concreta de los individuos en los primeros períodos de
gestación de la nueva organización. La participación en estos momentos instituyentes de los
procesos más conflictivos imprime sobre la definición de los procesos sus caracteres más
autogestivos. Por otro lado, entre aquellos trabajadores que no participaron de las experiencias
en sus orígenes, el nivel de funcionamiento de la empresa, es decir su grado de inserción
productiva parece influir sus consideraciones. Los mejores niveles de funcionamiento de las
empresas se asocian a conceptualizaciones que enfatizan sobre los caracteres autogestivos, los
menores niveles de funcionamiento se asocian a no otorgar especificidad a la experiencia
respecto a las empresas “bajo patrón”, o se asocian a su principal y originaria motivación
central: la defensa de la fuente de trabajo. El carácter autogestivo en la conceptualización de
la experiencia, al menos en la consideración de los entrevistados, parece necesitar de una
experiencia previa de lucha o de buenos niveles de funcionamiento. ¿Será esto análogo al
considerar la igualdad distributiva? ¿Cómo se expresará ésta en la conciencia de los
trabajadores?
177
La mayoría de los autores explicitados hasta el momento que trataron sobre las temáticas de la desigualdad,
refieren a aspectos de la legitimidad de las relaciones desigualitarias, aunque no explicitan el concepto de
legitimidad. Es posible comenzar a dar cuenta de dicho concepto tomando en consideración algunos aportes
provenientes de la Psicología Social, específicamente en la perspectiva de la corriente conocida como Social
Dominance Aproach. En este sentido se afirma que “algo es legitimado si se encuentra acorde a normas, valores,
creencias prácticas y procedimientos aceptados por un grupo” (Zelditch: 2001. Pág. 33. Traducción mía). Esta
definición de la legitimidad sin embargo, posee una perspectiva subjetivista – es decir, desde el punto de vista
219
En este sentido, nuestro objetivo exploratorio planteado en esta parte de la Tesis,
implica desenvolvernos en la relación entre procesos simbólicos y la dialéctica igualdad-
desigualdad (Reygadas, 2008). Los símbolos pueden ser utilizados para crear distinciones y/o
para disiparlas. Entendemos entonces, que la dimensión simbólico-cultural juega un rol en la
legitimación o deslegitimación de las desigualdades sociales. Las realidades “materiales” no
operan por fuera de lo simbólico, por ello vale indagar la relación de elementos de “la
conciencia” con los procesos desigualitarios analizados.
En este punto es necesario remarcar cuál es rol que atribuimos a estos “elementos de la
conciencia” dentro del marco analítico general sobre los procesos de desigualación social que
estamos analizando. Coincidimos con la perspectiva de Tilly (2000b) quien considera que las
creencias si bien pueden acompañar, propiciar o resultar del uso de las diferencias
categoriales, juegan un rol secundario en la extensión y forma de la desigualdad, es decir
poseen escasa influencia independiente. Nuestra perspectiva es congruente con la señalada
por dicho autor. Como se explicitó anteriormente, nuestro análisis de las desigualdades pone
el acento en la relación constitutiva de los agrupamientos sociales, lo cual significa afirmar
que la desigualdad se encuentra relacionada directamente con la naturaleza de los vínculos
entre diferentes grupos sociales (Elías: 1996) dentro de una organización dada (Tilly: 2000b).
De esta manera, consideramos que los mecanismos causales cruciales que subyacen a la
desigualdad “no consisten en sucesos mentales individuales, estados de la conciencia o
acciones autónomas de sistemas sociales. Actúan en los dominios de la experiencia colectiva
y la interacción social” (Tilly: 2000b. Pág. 37). Nuestra intención de rastrear las concepciones
de los trabajadores de empresas recuperadas es indagar sobre los grados de legitimidad y/o
des-legitimidad de las diferentes modalidades distributivas, de cuyo análisis resulta
del individuo- que, si bien facilita las aproximaciones empíricas sobre la legitimidad, parece contraria a la
postulada en la presente Tesis, que enfatiza en el vínculo entre los grupos. En este sentido cobra relevancia
relacionar esa primera definición de la legitimidad con los aportes de Weber (1996) sobre la acción social. Este
autor considera que una orden o norma posee mayor probabilidad de orientar la acción de las personas en la
medida en que posee “el prestigio de la legitimidad”, es decir, en la medida en que exprese una serie de valores
supremos (Weber: 1996). Considerando que las modalidades distributivas refieren a una norma sobre la manera
en que se distribuye lo producido por un colectivo, considero a la legitimidad de dicha norma como la
probabilidad de su cumplimiento en función de una serie de principios individuales. Dos observables principales
tomaré en cuenta sobre esos “principios personales”. En primer lugar, el grado de acuerdo sobre la norma y en
segundo lugar, su adecuación a una noción de justicia (Bobbio: 1993; Piaget: 1977). En este sentido,
trascendemos el simple acuerdo, puesto que éste puede darse incluso ante normas no consideradas legítimas. “De
hecho la orientación de la acción por un orden tiene lugar en los partícipes por diversos motivos (…) un orden
sólo sostenido por motivos racionales de fin es en general, muchos más frágil que otro que provenga de una
orientación hacia él mantenida únicamente por la fuerza de la costumbre, por el arraigo de la conducta (…) Pero
todavía es mucho más frágil comparado con aquel orden que aparezca con el prestigio de ser obligatorio y
modelo, es decir, con el prestigio de la legitimidad.” (Weber: 1996. Pág. 25-26).
220
interesante hipotetizar si estas concepciones expresan -o no- alguna disputa cultural en el seno
de estos espacios socio-productivos, en el sentido señalado por Reygadas (2008).
Cuadro 31. Porcentajes de acuerdo de los trabajadores sobre las modalidades distributivas,
(2011).
221
Porcentaje
de
acuerdo
Los trabajadores deben ganar según su categoría laboral
62,3
Lodos los trabajadores deben ganar lo mismo
61,6
Los trabajadores deben ganar según si son socios o no son socios
54
Los trabajadores que participaron de la recuperación deben ganar más que los
que no participaron
40
Los trabajadores deben ganar según las necesidades que tengan
27,5
Fuente: Relevamiento a trabajadores de empresas recuperadas año 2011. Proyecto UBACyT: “La cultura de la
recuperación en la conciencia de los trabajadores”. Director: Julián Rebón. N: 138.
Los porcentajes de acuerdo con las distintas modalidades presentadas arroja que, pese
a que la modalidad distributiva basada en la categoría laboral del trabajador no es la
mayoritaria en las empresas analizadas, los trabajadores en su mayoría están de acuerdo con
ese tipo de distribución, incluso –aunque por escaso margen- es la modalidad con mayor
porcentaje de acuerdo. Con un porcentaje algo menor, le sigue el acuerdo con modalidad
distributiva igualitaria. La tercera modalidad refiere a aquella basada en la pertenencia y co-
propiedad de la cooperativa, algo más de la mitad de los entrevistados mostró acuerdo con
esta modalidad distributiva. Luego, le sigue en los porcentajes de acuerdo aquella modalidad
basada en la participación en el proceso de recuperación, el 40% de los entrevistados está de
acuerdo con la utilización de esta modalidad. Por último, la modalidad distributiva basada en
las necesidades del trabajador es la que muestra menos grados de acuerdo, sólo algo más de
un cuarto de los entrevistados estuvo de acuerdo con este tipo de modalidad.
Lo porcentajes presentados sobre los acuerdos nos muestran que dos modalidades
distributivas se erigen como las centrales en las consideraciones de los entrevistados. En este
sentido, la existencia de paridad en los porcentajes de acuerdo en las modalidades de categoría
laboral e igualitaria, nos puede estar revelando que estas modalidades son las de mayor
importancia en las consideraciones de los entrevistados y constituyan quizá, la tensión
distributiva principal que recorre estos espacios socio-productivos.
Ahora bien, es posible pensar que los porcentajes de acuerdo expresan en realidad, una
disparidad en la cantidad de trabajadores encuestados presentes en los distintos tipos –
distributivos- de empresas. Así por ejemplo, es posible argumentar que los mayores grados de
acuerdo en las modalidades distributivas basadas en la categoría laboral e igualitaria se
deberían a que en nuestra muestra existe mayor porcentaje de trabajadores pertenecientes a
222
empresas que utilizan estas modalidades. Sin embargo, lo que se desprende de los siguientes
cuadros es que, más allá de la cantidad de trabajadores encuestados, existe relación entre las
modalidades distributivas utilizadas en las distintas unidades productivas y el acuerdo
respecto a esas modalidades. Hipotetizamos que esto se debe a que dichas modalidades deben
presentar cierto grado de acuerdo dentro del colectivo laboral tal que permita su
implementación; el acuerdo en este sentido, constituye un observable de de algún gradiente de
legitimación. Pensamos que si no existiera dicho umbral de legitimidad, la modalidad estaría
severamente cuestionada, expresando una fuerte disputa distributiva. Los cuadros que siguen,
van en función de dicha hipótesis.
Cuadro 32. Acuerdo con la distribución igualitaria según modalidad distributiva existente en
la empresa (2011).
Tipo de modalidad distributiva existente en la
empresa
Categoría Condición
Igualitaria Antigüedad laboral de socio Total
Acuerdo con la Acuerdo
distribución 33 17 19 16 85
igualitaria 67% 55% 59% 64% 62%
Desacuerdo
16 14 13 9 52
33% 45% 41% 36% 38,%
Total
49 31 32 25 137
100% 100% 100% 100% 100%
Fuente: Relevamiento a trabajadores de empresas recuperadas año 2011. Proyecto UBACyT: “La cultura de la
recuperación en la conciencia de los trabajadores”. Director: Julián Rebón. N: 137.
223
sobre la modalidad igualitaria que recorre a la totalidad de las experiencias, aunque dicho
acuerdo no sea total. En otras palabras, el grado de acuerdo involucra a los trabajadores de la
totalidad de las experiencias en similar intensidad, aunque no involucra a la totalidad de los
trabajadores. ¿Será entonces, que los acuerdos sobre las modalidades no guardan relación con
la modalidad empleada en cada empresa? ¿Qué sucederá con los acuerdos sobre las restantes
modalidades?
Cuadro 33. Acuerdo con la distribución según la categoría laboral según modalidad
distributiva existente en la empresa, (2011).
Tipo de modalidad distributiva existente en la
empresa
Categoría Condición
Igualitaria Antigüedad laboral de socio Total
Acuerdo con la Acuerdo 31 16 27 12 86
distribución 63% 52% 84% 50% 63%
basada en la Desacuerdo 18 15 5 12 50
Categoría
laboral 37% 48% 16% 50% 37%
Total 49 31 32 24 136
100% 100% 100% 100% 100%
Fuente: Relevamiento a trabajadores de empresas recuperadas año 2011. Proyecto UBACyT: “La cultura de la
recuperación en la conciencia de los trabajadores”. Director: Julián Rebón. N: 136
Cuadro 34. Acuerdo con la distribución basada en ser asociado a la cooperativa según
modalidad distributiva existente en la empresa, (2011).
224
Tipo de modalidad distributiva existente en la
empresa
Categoría Condición
Igualitaria Antigüedad laboral de socio Total
Acuerdo con Acuerdo 25 16 14 19 72
la
53% 50% 45% 79% 53%
modalidad
basada en la Desacuerdo 22 16 17 5 62
condición de
47% 50% 56% 21% 47%
asociado
Total 47 32 31 24 134
100% 100% 100% 100% 100%
Fuente: Relevamiento a trabajadores de empresas recuperadas año 2011. Proyecto UBACyT: “La cultura de la
recuperación en la conciencia de los trabajadores”. Director: Julián Rebón. N: 134
Los datos nos muestran que no. La relación anterior puede observarse también al
considerar la modalidad distributiva basada en la pertenencia o co-propiedad de la
cooperativa. Como habíamos afirmado, este tipo de modalidad también posee acuerdo –
levemente- mayoritario. Algo más de la mitad de los trabajadores está de acuerdo con esta
modalidad. En estos casos también, dicho acuerdo no es independiente del tipo de
distribución objetiva existente en las empresas. Cuando observamos cómo se distribuyen las
distintas modalidades empleadas según el acuerdo o desacuerdo con esta modalidad
encontramos una concentración de respuestas que pone en relación el acuerdo respecto a la
modalidad, con la modalidad objetivamente empleada. Así, el casi un 80% de los trabajadores
de empresas recuperadas cuya modalidad distributiva se realiza en función co-propiedad de la
cooperativa, está de acuerdo con ese tipo de modalidad distributiva, mientras que para los
trabajadores de empresas recuperadas que asumen otras modalidades distributivas el
porcentaje de acuerdo es sensiblemente menor. Podemos incluso afirmar, en relación al
cuadro anterior, que si bien la concentración es menor, la relación entre acuerdo sobre la
modalidad y la modalidad objetivamente empleada es mayor, puesto que existe mayor
diferencia porcentual respecto a las demás modalidades distributivas. Esto nos puede estar
expresando que si bien esta modalidad expresa considerable grado de acuerdo interno –es
decir, entre los trabajadores de las empresas recuperadas que emplean dicha modalidad- su
grado de acuerdo externo -es decir, en relación a los trabajadores de las empresas que
distribuyen según otras modalidades- es menor al grado de acuerdo expresado por la
modalidad distributiva basada en la categoría laboral. Observemos ahora qué sucede al
considerar acuerdos sobre la restante modalidad.
225
Cuadro 35. Acuerdo con la distribución basada en el haber participado de la recuperación de
la empresa según modalidad distributiva existente en la empresa, (2011).
Tipo de modalidad distributiva existente en la
empresa
Categoría Condición
Igualitaria Antigüedad laboral de socio Total
Acuerdo con la Acuerdo 13 26 6 10 55
modalidad 28% 81% 19% 40% 40%
basada en la
participación de Desacuerdo 34 6 26 15 81
la recuperación 72% 19% 81% 60% 60%
Total 47 32 32 25 136
100% 100% 100% 100% 100%
Fuente: Relevamiento a trabajadores de empresas recuperadas año 2011. Proyecto UBACyT: “La cultura de la
recuperación en la conciencia de los trabajadores”. Director: Julián Rebón. N: 136
226
A partir de lo analizado hasta aquí, podemos resumir algunas consideraciones
preliminares. En primer lugar, en las empresas desigualitarias, existe relación entre los
acuerdos sobre las modalidades y la modalidad distributiva objetivamente utilizada. De
manera tal que, el acuerdo sobre una modalidad específica es mayor en las empresas donde
esa modalidad es efectuada. En las empresas igualitarias esta relación no parece cumplirse, el
acuerdo sobre las formas igualitarias no varía teniendo en cuenta las diferentes modalidades
empleadas, recorre en forma homogénea la totalidad de las formas distributivas. En segundo
lugar, en las empresas desigualitarias, si bien la forma distributiva empleada en cada
experiencia encuentra altos grados de acuerdo a su interior, los grados de acuerdo externo –es
decir, teniendo en cuenta las empresas que no utilizan dicha modalidad- varían. Así por
ejemplo, la distribución basada en la participación en recuperación encuentra menor acuerdo
externo que la distribución basada en la condición de socio de la cooperativa y que la basada
en la categoría laboral. Esta última es, de las modalidades desigualitarias, la que encuentra
mayor acuerdo en las empresas que no distribuyen según esa modalidad. Por último, esta
variación externa presenta también otros matices. Los cuadros nos permiten observar
variaciones en los grados de acuerdo de las diferentes modalidades distributivas, lo que nos
permite considerar diferentes grados de acuerdo exterior de cada modalidad. Así por ejemplo:
a) La categoría laboral posee amplio acuerdo en todas las modalidades, pero presenta
una variación de los grados teniendo en cuenta las diversas modalidades objetivamente
empleadas: 1) Encuentra el mayor grado de acuerdo en las empresas que objetivamente
utilizan esa modalidad, 2) Encuentra un segundo grado de acuerdo en las empresas
distributivas igualitarias. 3) El tercer grado de acuerdo corresponde tanto a las modalidades de
condición de socio como participación en la recuperación (no presentan diferencias
significativas en los porcentajes de acuerdo).
b) Las modalidades de distribución según la condición de ser asociado presentan
también una variación de los grados de acuerdo según la modalidad objetivamente empleada:
1) Encuentra el mayor grado de acuerdo en la las empresas que objetivamente utilizan esa
modalidad. 2) Encuentra un segundo grado de acuerdo en las empresas que distribuyen
igualitariamente y por antigüedad. 3) Encuentra un menor grado de acuerdo en las empresas
que distribuyen según categoría laboral.
c) Las modalidades basadas en la participación en la recuperación presenta la siguiente
variación de los grados de acuerdo según las modalidades objetivamente empleadas: 1)
Encuentra el mayor grado de acuerdo en las empresas que objetivamente utilizan esa
modalidad. 2) Encuentra un segundo grado de acuerdo en las empresas que distribuyen según
227
la condición de asociado. 3) Encuentra un menor grado de acuerdo en las empresas que
distribuyen igualitariamente y según categoría laboral.
d) Los acuerdos sobre la distribución igualitaria no presentan variación en relación a
las distintas modalidades objetivamente empleadas. Por el contrario, como se expuso, posee
amplio acuerdo independientemente de la forma objetiva que asuma la distribución. Esta
capacidad de trascendencia de la concepción igualitarista abarcando a la totalidad de las
formas distributivas nos sugiere la existencia de cierta hegemonía igualitarista en la
concepción distributiva de los trabajadores. Sin embargo, en la medida en que el igualitarismo
no tiene clara preponderancia mayoritaria en las respuestas, esta hegemonía refiere más a su
capacidad de trascendencia que a su intensidad.
Resumiendo entonces, las formas distributivas empleadas en cada experiencia
encuentran variabilidad en sus grados de acuerdo externo –es decir, teniendo en cuenta las
empresas que no utilizan dicha modalidad-. En este sentido, las modalidades distributivas
igualitarias en primer lugar, y las modalidades distributivas basadas en la categoría laboral en
segundo lugar, poseen mayor grado de acuerdo externo. Consideramos por otro lado, que
tanto la distribución basada en la condición de socio de la cooperativa y la distribución basada
en la participación en la recuperación no expresan un alto grado de acuerdo externo.
Ahora bien, nos interesa en este punto vincular los acuerdos con la consideración de lo
justo de las distintas modalidades distributivas. En este sentido, si bien hemos explicitado que
las distintas modalidades varían en su grado de acuerdo, no sabemos aún si para un mismo
conjunto de empresas que distribuyen de determinada manera coexisten a su interior distintas
valoraciones sobre las modalidades distributivas.
Comenzamos entonces, por exponer la valoración en términos de justicia de las
distintas modalidades. A diferencia de las preguntas referentes sobre los acuerdos sobre las
modalidades, aquí las respuestas sobre son excluyentes entre sí, es decir, se apunta a que el
entrevistado elija entre las distintas opciones distributivas aquella que considere la más justa.
Como explicitamos más arriba en este subcapítulo, consideramos a los grados de acuerdos
existentes sobre las distintas modalidades, y a la consideración de justicia sobre las mismas,
observables de los grados de legitimidad de las diferentes modalidades distributivas. En este
sentido, los acuerdos nos refieren a los grados de aceptación que los trabajadores expresan
sobre la utilización de una modalidad. Pero junto a esta aceptación posible, las nociones de
justicia nos brindan la posibilidad de jerarquizar las distintas modalidades distributivas desde
una perspectiva de su adecuación a una noción de justicia distributiva.
228
Gráfico 8. Consideración de justicia sobre las distintas modalidades distributivas. (En
porcentajes).
Fuente: Relevamiento a trabajadores de empresas recuperadas año 2011. Proyecto UBACyT: “La cultura de la
recuperación en la conciencia de los trabajadores”. Director: Julián Rebón. N: 137. 178
178
Se excluye un caso (0.7%) de la categoría “No sabe, no contesta” para facilitar la lectura del gráfico.
229
acordaron con la distribución según la “necesidad” también la consideraron la más justa. En
tercer lugar, el 35% de los trabajadores que afirmaron estar de acuerdo con la modalidad de
distribución según la “participación en el proceso de recuperación” afirmaron también que
dicha modalidad era la más justa. En cuarto lugar, el 48% de los trabajadores que
consideraron estar de acuerdo con la distribución igualitaria también la consideraron a la vez
la más justa. Y por último, la mayoría de los trabajadores -el 58%- que afirmaron estar de
acuerdo con categoría laboral la consideraron también la modalidad más justa.
Nos preguntamos entonces, qué nos pueden estar indicando estas diferencias -entre el
grado de acuerdo de las diferentes modalidades y la consideración de lo justo de las mismas-
respecto a las legitimidades de cada modalidad. Así por ejemplo, la modalidad de distribución
basada en la condición de asociado expresa una diferencia sustantiva entre el acuerdo y la
consideración de esta modalidad como la más justa. La merma del 90% en el pasaje del
acuerdo a la consideración de lo justo de la modalidad implica que un acuerdo con dicha
modalidad no significa que sea considerada como la más justa, sino que, puesta en relación
con diferentes modalidades, no posee una fuerte legitimidad. Si tomamos en cuenta esta
consideración debemos destacar que el 90% se distribuye en forma relativamente homogénea
entre las distintas modalidades (el 35% en categoría laboral y un 26% en igualitaria,
principalmente). Lo mismo es posible de mencionar teniendo en cuenta a la necesidad como
criterio distributivo, si bien la merma es menor a la expresada por la modalidad distributiva
basada en la condición de asociado, es considerable –el 82%-. Respecto a la participación en
la recuperación, la merma no es tan pronunciada pero es igualmente significativa, alcanzando
al 65% de los trabajadores que expresaban acuerdo con dicho criterio. No ocurre tal magnitud
de merma en las modalidades igualitarias ni por categoría laboral. Algo más de la mitad de los
trabajadores que estuvieron de acuerdo con la utilización de la modalidad igualitaria no la
consideraron como la más justa y el 42% de los que estuvieron de acuerdo –es decir la
minoría- con la distribución de la categoría laboral no la consideraron como la más justa.
En este sentido, los últimos análisis nos habilitan a presentar otra hipótesis, no ya
respecto al grado de acuerdo interno y/o externo sino a la legitimidad interna que estas
experiencias poseen. Estas diferentes intensidades en las mermas ¿nos hablan de tensiones
internas sobre las legitimidades de cada modalidad al interior de las experiencias?
Cuadro 36. Consideración de justicia sobre las modalidades distributivas según modalidad
distributiva empleada en la empresa (2011).
230
Modalidad distributiva empleada en la empresa
Antigüed Condición Categoría
Igualitaria ad de socio laboral Total
Modalidad Igualitaria/equitati 24 9 13 10 56
considerada va 50% 28% 52% 31% 41%
como la más
Participación en 3 13 3 1 20
justa
la recuperación 6% 40% 12% 3% 14%
Condición de 2 3 2 1 8
asociado 4% 10% 8% 3% 6%
Categoría laboral 19 7 7 20 53
40% 22% 28% 63% 39%
Total 48 32 25 32 137
100% 100% 100% 100% 100%
Fuente: Relevamiento a trabajadores de empresas recuperadas año 2011. Proyecto UBACyT: “La cultura de la
recuperación en la conciencia de los trabajadores”. Director: Julián Rebón. N: 137.
231
participación en la recuperación y las empresas igualitarias. En las empresas cuya distribución
se realiza según la condición de asociado a la cooperativa, si bien pueden expresar un fuerte
grado de acuerdo, éste no tiene correlato con una consideración de justicia, lo cual nos indica
que posee menor grado de legitimidad interna en relación al resto de las modalidades.
Por otro lado, el cuadro también nos permite apreciar que la igualdad como criterio de
justica distributiva recorre transversalmente a la totalidad de las experiencias, si bien es más
marcada en las empresas objetivamente igualitarias y desigualitarias basadas en la condición
de ser asociado. En este sentido, consideramos que la similitud encontrada en las
consideraciones de justicia igualitarista de los trabajadores pertenecientes a empresas que
distribuyen igualitariamente y según la condición de asociado a la cooperativa, se debe a que
ambas modalidades expresan un igualitarismo pero de diferente carácter. Mientras que las
empresas igualitarias expresan una igualdad en acción plena, las empresas que distribuyen
según un criterio de co-propiedad expresan una igualdad endógena y según pertenencia, esto
es, en virtud de la ciudadanía “socio” que otorga la co-propiedad. En este sentido,
consideramos que esta igualdad corporativista por semejanzas, permea de igualitarismo las
consideraciones respecto a lo justo de las modalidades distributivas.
Ahora bien, para continuar explorando sobre la hipótesis que asociación entre
legitimidad de una modalidad y la modalidad objetivamente empleada, resulta sugerente
preguntarse si las distintas configuraciones distributivas existentes nutren en diferente grado
las consideraciones de justicia sobre las distintas modalidades. Nuestra intención ahora, es
observar si existe relación entre las consideraciones de justicia pero no ya con las distintas
modalidades, sino con el tipo de configuración expresada en dichas modalidades. Para
ahondar en dicha exploración observemos los siguientes cuadros.
232
Tipo configuración distributiva
Por Por
Igualitaria pertenencia funciones Total
Considera más justa la Si 20 18 8 46
distribución igualitaria 41% 32% 25% 33%
No 29 39 24 92
59% 68% 75% 67%
Total 49 57 32 138
100% 100% 100% 100%
Fuente: Relevamiento a trabajadores de empresas recuperadas año 2011. Proyecto UBACyT: “La cultura de la
recuperación en la conciencia de los trabajadores”. Director: Julián Rebón. N: 138.
179
En el siguiente análisis tomaremos en consideración las modalidades distributivas que consideramos poseen
mayor porcentaje de consideración de justicia, es decir las modalidades basadas en el haber participado de la
recuperación y la categoría laboral. Excluimos en este sentido la consideración de justicia sobre la modalidad
basada en la condición de socio puesto que no presenta una consideración de justicia significativa, sólo 8 casos
(5%) del total de los trabajadores expresaron que esta modalidad era la más justa.
233
Cuadro 38. Consideración de justicia sobre la modalidad distributiva basada en el haber
participado de la recuperación según tipo de configuración distributiva expresada en la
empresa, (2011).
Fuente: Relevamiento a trabajadores de empresas recuperadas año 2011. Proyecto UBACyT: “La cultura de la
recuperación en la conciencia de los trabajadores”. Director: Julián Rebón. N: 138.
Sólo el 14,5% de los encuestados considera como modalidad más justa aquella cuyo
criterio se basa en el haber participado del proceso de recuperación de la empresa. Más allá de
la cantidad escasa de casos que esto implica, es de notar que las configuraciones distributivas
que escinden al colectivo laboral según la pertenencia concentran mayor porcentaje en la
consideración de justicia sobre esta modalidad, en relación al resto de las configuraciones
distributivas. En este tipo de configuraciones entonces, los trabajadores expresan en mayor
medida que en las restantes configuraciones, la consideración que adecua la distribución que
supone el haber participado la recuperación como modalidad distributiva justa. Esto permite
sostener en estas configuraciones, la hipótesis que sugiere correspondencia entre tipo
configuración y el grado de legitimidad mayor –aunque de relativa en intensidad- de la
modalidad expresada por la configuración.
Cuadro 39. Consideración de justicia sobre la modalidad categoría laboral según tipo de
configuración distributiva expresada en la empresa, (2011).
234
Tipo de configuración distributiva
Por Por
Igualitaria pertenencia funciones Total
Le parece más justa la Si 19 14 20 53
distribución según la 39% 25% 62,5% 38%
categoría laboral
No 30 43 12 85
61% 75% 37,5% 62%
Total 49 57 32 138
100% 100% 100% 100%
Fuente: Relevamiento a trabajadores de empresas recuperadas año 2011. Proyecto UBACyT: “La cultura de la
recuperación en la conciencia de los trabajadores”. Director: Julián Rebón. N: 138.
El 38% de los trabajadores encuestados considera como más justa a la modalidad cuyo
criterio se basa en la categoría laboral. Al poner en relación esta consideración de justicia con
las configuraciones distributivas observamos que aquellas configuraciones que escinden
orgánicamente al colectivo laboral según la distinción de funciones consideran
mayoritariamente (62,5%) a dicha modalidad como la más justa, y por otro lado, este
porcentaje es mayor al presentado por las demás configuraciones distributivas.
En suma, los últimos cuadros presentados nos permiten sostener la hipótesis que
relaciona las modalidades distributivas existentes en las empresas, -y las configuraciones
distributivas que expresan- con la legitimidad interna de dichas modalidades. Pero esto no
ocurre para todas las empresas, ni de similar intensidad. La modalidad cuyo criterio se basa en
la co-propiedad de la cooperativa, si bien puede expresar un fuerte grado de acuerdo interno –
no externo-, este acuerdo no tiene correlato con una consideración de justicia, lo cual nos
indica que posee menor grado de legitimidad interna, en relación al resto de las modalidades.
La modalidad distributiva basada en el haber participado de la recuperación posee
fuerte acuerdo interno -y bajo acuerdo externo-. Pero a diferencia de la modalidad
anteriormente mencionada, posee al menos una moderada consideración de justicia interna lo
cual nos habla de una legitimidad interna aunque de intensidad moderada. Son las
configuraciones que escinden al colectivo laboral mecánicamente según la pertenencia las que
centralmente expresan consideraciones justicia sobre esta modalidad, pero dentro de ellas no
es la justificación dominante.
La modalidad cuyo criterio se basa en la categoría laboral posee amplio acuerdo
interno, -y moderado acuerdo externo-. Son las configuraciones que escinden al colectivo
laboral orgánicamente según la distinción de funciones las que centralmente expresan una
235
noción de justicia sobre esta modalidad, la mayoría de los trabajadores involucrados en estas
configuraciones la consideran la más justa. Así también, una proporción importante de las
configuraciones igualitarias expresan consideraciones de justicia sobre esta modalidad, lo cual
nos brinda la imagen de una fuerte legitimidad interna, pero también externa, alcanzando a las
configuraciones igualitarias.
Por último, la igualdad como criterio de justica distributiva recorre transversalmente a
la totalidad de las experiencias, ninguna configuración distributiva en particular posee
exclusividad en la legitimación de esta modalidad. Esta modalidad posee un importante
acuerdo interno y externo, lo cual nos habla de un significativo grado de legitimidad interna,
pero que es a la vez transversal a todas las experiencias en similar intensidad, lo cual nos
habla de cierta hegemonía igualitarista, desde la perspectiva de las concepciones de los
entrevistados. Sin embargo, en la medida en que la igualdad no constituye la modalidad con
más grado de acuerdo ni con mayor consideración de justicia, esta legitimidad es relativa,
expresando su hegemonía una trascendencia de baja intensidad.
A partir de lo analizado hasta el momento –los grados de acuerdo interno y externo,
así como las consideraciones de justicia- proponemos el siguiente cuadro que expresa un
gradiente de legitimidad de las diferentes modalidades distributivas.
Cuadro 40. Tipo de legitimidad de las modalidades en función de los grados de acuerdos y de
justificaciones, (2011).
Acuerdo Acuerdo
Modalidad distributiva interno externo Justicia Tipo de legitimidad
Alto Medio
Según condición de Bajo (7%) Acuerdo interno de
(79%) (50%)
socio baja legitimidad.
Legitimidad interna
Alto Bajo Bajo
Según participación en no afianzada no
(81%) (27%) (15%)
la recuperación trascendente.
Legitimidad interna
Medio - Medio Alto
no afianzada y de
alto (67%) (59%) (33%)
Según todos por igual trascendencia.
Legitimidad interna
Alto Medio Alto
Según categoría afianzada y de
(84%) (56%) (37%)
laboral trascendencia.
Fuente: Relevamiento a trabajadores de empresas recuperadas año 2011. Proyecto UBACyT: “La cultura de la
recuperación en la conciencia de los trabajadores”. Director: Julián Rebón. N: 137.
236
El cuadro precedente resume los análisis realizados hasta el momento. Consideramos
en primer lugar, que no es posible afirmar que la modalidad que se basa en el criterio de co-
propiedad de la cooperativa posea legitimidad entre los trabajadores en su conjunto, así como
tampoco entre los trabajadores de las empresas que utilizan dicha modalidad. Sin embargo,
este criterio muestra fuerte grado de acuerdo principalmente en las modalidades que
efectivamente se basan en dicho criterio. Consideramos que ese acuerdo es el que posibilita
que dicho criterio sea efectivamente empleado aunque no sea considerado el más justo. Este
carácter precario de la legitimidad del criterio, desde la perspectiva de los trabajadores,
convive en estas empresas con un criterio igualitario que presenta mayores grados de
legitimidad. Consideramos que esta tensión entre legitimidades expresa el carácter de
igualdad corporativista de las experiencias que utilizan modalidades distributivas asentadas en
este criterio.
En segundo lugar, encontramos que aquellas modalidades distributivas que se basan en
el criterio de la participación en el proceso de recuperación expresan una legitimidad relativa,
en disputa. Este criterio expresa en su legitimidad relativa un fuerte acuerdo interno, pero con
escasa trascendencia hacia el resto de los trabajadores pertenecientes a las empresas que
utilizan otras modalidades. Por otra parte, en las modalidades que emplean este criterio, su
consideración de modalidad justa no es dominante desde la perspectiva de los trabajadores.
Hipotetizamos que junto a la legitimidad de este criterio se erigen dos contra-legitimidades en
pugna en similar intensidad, una basada en un criterio igualitario, otra basada en el criterio de
la categoría laboral.
En tercer lugar, las modalidades que distribuyen bajo un criterio igualitario poseen una
significativa legitimidad que recorre a todas las experiencias, este criterio igualitario
constituye un contraste o trasfondo de legitimidad en el resto de las empresas que distribuyen
bajo criterios desigualitarios. Sin embargo, entre las empresas que distribuyen según este
criterio las consideraciones de justicia del mismo no constituyen una mayoría. Consideramos
que en estas empresas, esta legitimidad no afianzada convive con una contra-legitimidad
basada en un criterio centrado en la categoría laboral.
Por último, las modalidades distributivas que se basan en el criterio de la categoría
laboral expresan una legitimidad afianzada. Teniendo en cuenta la totalidad de los
trabajadores, es el criterio que se considera como el más justo. Entre los trabajadores
involucrados en empresas que utilizan modalidades basadas en dicho criterio, la mayoría lo
considera el más justo. Como desarrollaremos más adelante, consideramos que esta amplia
237
legitimidad se debe al carácter de emulado del criterio que expresan estas configuraciones
distributivas.
Ahora bien, una segunda hipótesis resulta de los últimos análisis realizados. Se ha
esbozado sobre la posibilidad de legitimidades en disputa o contra-legitimidades. Esto incluso
es posible de observar en el cuadro N° 36, a partir de las distintas distribuciones de
frecuencias de las modalidades distributivas según las consideraciones de justicia sobre dichas
modalidades. Tanto el cuadro como los análisis posteriores nos sugieren que más allá de la
asociación entre ambas dimensiones –en diferente gradiente según la modalidad que se tome
en consideración-, los trabajadores involucrados en cada forma distributiva expresan –
tendencialmente- dos consideraciones a la hora de establecer lo justo de las modalidades. Es
decir, para cada modalidad distributiva las consideraciones de los trabajadores recayeron una
modalidad principal, y en una modalidad secundaria.
Esta observación nos permite hipotetizar sobre tensiones distributivas. La ausencia de
una plena asociación entre ambas dimensiones presentes en el cuadro N°36 nos permite
vislumbrar que existen legitimidades en pugna sobre las diferentes modalidades. Estas
tensiones asumen formas centralmente polarizadas -salvo quizás en aquella modalidad
distributiva basada en la antigüedad donde no existe una marcada distancia entre la segunda y
la tercera modalidad considerada como justa-. Consideramos entonces, que la legitimidad
observada sobre cada modalidad distributiva empleada, coexiste con un opuesto en tensión, es
decir, con una segunda modalidad opuesta que adquiere menor grado de legitimidad. En
aquellas empresas que asumen modalidades igualitarias, la legitimidad de esa modalidad
coexiste con una legitimidad de modalidades desigualitarias basadas en la categoría laboral.
En aquellas empresas que distribuyen según antigüedad, la legitimidad de dicha modalidad
coexiste principalmente con la legitimidad de las modalidades igualitarias -o equitativas-. En
aquellas empresas que distribuyen según la condición de asociado la modalidad empleada no
es la más legítima, por el contrario, dicha modalidad es empelada incluso cuando el resto de
las modalidades sean consideradas como las más justas. El carácter igualitarista del criterio de
justicia distributivo operante nos habla de cierta concepción de igualitarismo corporativista,
que se haya igualmente tensionado con una legitimidad de la categoría laboral como criterio
de justicia distributiva. Por último, la categoría laboral como modalidad distributiva, expresa
una amplia legitimidad interna, tensionada con un criterio igualitario como su opuesto.
Ahora bien, es posible preguntarse si estas legitimidades en tensión sobre criterios
distributivos en los que se basan las distintas modalidades se corresponden con los pares
categoriales analizados en la segunda parte de la Tesis. En este sentido, hipotetizamos que
238
cada modalidad distributiva podría expresar en la tendencia a la bimodalidad de su
distribución, la tensión proveniente del establecimiento -o latencia- de los pares categoriales.
Esta hipótesis supone una serie de preguntas necesarias de abordar. En primer lugar, la
tensión existente entre las concepciones igualitarias y desigualitarias basadas en la categoría
laboral, en aquellas empresas que distribuyen igualitariamente, ¿expresarán la latencia de
pares categoriales no plenamente establecidos? Y si esto es así, ¿quiénes personificarán cada
par categorial? En segundo lugar, la tensión existente en las modalidades distributivas basadas
en la antigüedad entre criterios basados en la participación en la recuperación y criterios
igualitarios, ¿puede estar expresando una tensión entre socios fundadores y nuevos
trabajadores? Por otro lado, en las empresas que distribuyen según la condición de ser o no
asociado a la cooperativa, el amplio acuerdo pero la baja legitimidad de dicha modalidad,
¿expresa una tensión entre el par categorial socios – no socios contratados? La tensión -
aunque baja- que encontramos en las empresas que distribuyen según la categoría laboral,
entre dicha modalidad y la igualitaria, ¿podría expresar una tensión entre trabajadores
calificados y no calificados? ¿O entre socios fundadores y no socios? ¿O una relación entre
ambos atributos?
Avanzar en las siguientes preguntas será la tarea de las próximas líneas, para tal efecto
es necesario primero, indagar sobre cuáles son los criterios de justicia operantes sobre cada
forma distributiva. Esperamos de esta manera comenzar a resolver las inquietudes formuladas.
Cuadro 41. Los criterios de justicia sobre la distribución según “el haber participado de la
recuperación”. (En absolutos).
239
Respuestas
Criterios de justicia Criterio de 10
operantes en la reconocimiento a la
distribución según el lucha
haber participado en la Criterio de 5
recuperación reconocimiento a la
iniciación
Criterio de derecho 2
Criterio de antigüedad 2
NC 3
Total 22
Fuente: Relevamiento a trabajadores de empresas recuperadas año 2011. Proyecto UBACyT: “La cultura de la
recuperación en la conciencia de los trabajadores”. Director: Julián Rebón. Cuadro de respuestas Múltiples.
Los trabajadores que consideraron como la modalidad distributiva más justa aquella
cuyo criterio central reposa en el haber participado de la recuperación expresan criterios
centrados principalmente en la necesidad del reconocimiento hacia aquellos trabajadores que
participaron en el proceso de recuperación de la empresa. Aquí entonces, el diferencial en la
distribución se considera justo, en la medida en que expresa un reconocimiento a una acción o
conjunto de acciones. Este reconocimiento adquiere dos formas: un reconocimiento a la lucha
y un reconocimiento a la iniciación de la experiencia de recuperación. Dentro de la primera
encontramos por ejemplo, respuestas como:
“Porque estuvimos luchando nueve meses, estuvimos bastante mal, con presión.
“Estuvimos este grupo luchado, debemos ganar un poquito más, no mucho”.
“Al que fundó sí o sí hay que reconocerle un plus. Ellos lucharon para que hoy
nosotros tengamos una fuente de trabajo.”
“A nosotros nos costó empezar con la lucha”.
“Porque nosotros pasamos el bajo sueldo, todo eso y ellos no”.
“Porque ellos estuvieron en la lucha y se bancaron estar en la carpa.”
240
La importancia que atribuimos a dicho criterio de reconocimiento viene dada porque
como veremos a continuación, constituye también un criterio compartido entre aquellos
trabajadores que conciben a la distribución según ser asociado a la cooperativa como la más
justa.
Cuadro 42. Los criterios de justicia sobre la distribución según “el ser asociado o no asociado
a la cooperativa”.
Respuestas
Criterios de justicia Criterio de 3
operantes sobre la reconocimiento a la
distribución según ser iniciación
asociado a la Criterio de mayor 4
cooperativa. compromiso
Criterio de derecho 1
Criterio de antigüedad 2
NC 2
Total 12
Fuente: Relevamiento a trabajadores de empresas recuperadas año 2011. Proyecto UBACyT: “La cultura de la
recuperación en la conciencia de los trabajadores”. Director: Julián Rebón. Cuadro de respuestas Múltiples.
180
Ver anexo metodológico cuadro 30.
181
Ver anexo metodológico cuadro 31.
242
mérito, cinco pertenecen a modalidades igualitarias y uno a desigualitarias según categoría
laboral). Por último, si bien el mérito se presenta en mayor proporción en las configuraciones
distributivas mecánicas, este tipo de configuraciones no expresan sólo lógicas reflexivas del
mérito en sus justificaciones.
Ahora bien, esta consideración del mérito nos introduce una interesante pregunta. ¿En
qué medida el mérito no expone un criterio de justicia que expresa más una relación de
equidad que de desigualdad? Como se expuso en el capítulo cuatro de la presente Tesis, el
principio de equidad, difiere de la igualdad pura, en la medida en que no considera que sea
justo dar a cada uno igual cantidad de lo mismo, sino que, en cambio, exige una
diferenciación en el trato y en el reparto, ya sea para recompensar una acción o mérito, ya sea
para compensar una diferencia o necesidad (Turiel: 1984). En este sentido, la equidad supone
que sobre una base de igualdad se realiza una operación de diferenciación que toma en cuenta
la particularidad de atributos o situaciones particulares (Salgado: 2009). La equidad no se
deriva directamente de las particularidades –sean méritos o necesidades-, sino que deriva
primero de la igualdad, sobre la cual se efectúa una operatoria que implica el reconocimiento
de atributos y acciones diferenciales. En este sentido, como afirma Piaget (1977) la equidad
consiste en una igualdad atravesada, matizada por diferencias. Dentro del principio de
distribución equitativa según los méritos, la justicia supone recompensar a las personas por
sus esfuerzos o contribuciones diferenciales. Así, dentro de este agrupamiento, el
compromiso, la lucha y/o la iniciación aparecen como criterios distributivos centrales en la
lógica reflexiva de la justificación de la modalidad que jerarquiza distributivamente a los
socios y a los socios fundadores.
La pregunta que surge de estas consideraciones es en qué medida el mérito no
constituye la forma en que un privilegio puede ser legitimado y sostenido. En este sentido,
consideramos que en las modalidades distributivas basadas en el haber participado en el
proceso de recuperación, en la medida en que estas modalidades distributivas reposan en una
categoría desigualitaria no plenamente emulada del exterior -es decir, sin una legitimidad
afianzada, socialmente aceptada y utilizada ampliamente- sino de construcción interna
subproducto de las interacciones, necesita paralelamente de la construcción de una
legitimidad hacia el interior de la organización. Esa necesidad de legitimidad supone la
utilización de principios equitativos, no desigualitarios, tal que permita la interacción. Así,
consideramos que cuando una categoría pareada desigualitaria no es socialmente amplia en su
utilización (socio fundador- no socio fundador, por ejemplo), los criterios equitativos
centrados en el mérito sirven a los efectos de investir de legitimidad una relación de
243
desigualdad. El mérito constituye el instrumento mediante el cual se construye un
conocimiento local común –una experiencia, una historia-, del cual derivan los libretos
relacionales –las configuraciones distributivas, por ejemplo- que modelan las interacciones
posteriores.
Por otro lado, en la modalidad distributiva basada en el ser asociado a la cooperativa,
el mérito referenciado a la equidad, constituye la forma en que una modalidad de muy escasa
legitimidad puede ser sostenida. Como afirmamos anteriormente, esta modalidad presenta
aspectos de emulación de formas categoriales dominantes y circundantes -la propiedad y
ciudadanía-. En estos casos consideramos que el mérito equitativo viene a contrarrestar la
escasa legitimidad de una modalidad que entra en contradicción legal con la forma jurídica
adoptada y la naturaleza asociativa del vínculo laboral. Los criterios equitativos centrados en
el mérito sirven a los efectos de investir de legitimidad una relación de desigualdad que
expresa la exclusión en una organización por definición –jurídica- no excluyente. En este
sentido, y retomando a Tilly (2000b) la utilidad organizacional de la desigualdad categorial
está en función de su capacidad de resolver problemas organizacionales de cómo mantener la
distinción entre los de adentro y los de afuera, cómo asegurar la solidaridad, la lealtad el
control y la sucesión, cómo monopolizar el conocimiento que favorece el uso provechoso de
los recursos apropiados. El establecimiento de límites explícitamente categoriales ayuda a
resolver dichos problemas categoriales, en especial si los límites en cuestión emulan formas
de desigualdad que ya están bien establecidas en el mundo circundante. Pues bien, en la
medida que este tipo de desigualdad categorial emulada entra en contradicción con la
naturaleza jurídica del vínculo asociativo, esta desigualdad no sólo no resuelve de mejor
manera dichos problemas, sino que genera otros que ponen en riesgo la organización
misma182. La escasa legitimidad de esta modalidad distributiva constituye entonces, un
observable de que dichas categorías no conforman la forma más eficiente de resolver los
problemas organizaciones generados por las apropiaciones desiguales de los recursos.
En suma, las configuraciones distributivas que refieren a una desigualdad por
pertenencia –y que poseían centralmente una sociogénesis de igualdad- expresan el vínculo
entre dos agrupamientos de trabajadores con diferenciales de poder. Esta diferencialidad de
poder refiere una longevidad de asociación diferencial y con niveles de organización también
diferenciales (grados de cohesión y control de los recursos organizacionales). Uno de esos
182
La posibilidad de que empleados realicen juicios laborales a la cooperativa por su situación irregular
constituye el mayor riesgo en este sentido. Como se expuso existieron en algunos casos (al menos 3) juicios
realizados por empleados de la cooperativa a la cooperativa.
244
agrupamientos -“el de los recuperadores”- se constituye a partir de una vivencia común, una
unidad y cohesión de grupo que corresponde al momento instituyente organizacional, y sobre
el cual opera posteriormente un “cierre social” (Weber: 1996) del agrupamiento. Este cierre
tiene correlato con una asimetría distributiva que debe su legitimidad principalmente al mérito
conferido por la vivencia y experiencia común –conocimiento local compartido- y construido
durante la sociogénesis de la experiencia. La forma categorial que asume dicha asimetría varía
en su forma –según “el haber participado en la recuperación” o según “el ser asociado a la
cooperativa”- y cada forma encuentra grados de legitimaciones diferenciales -más allá de
compartir el carácter meritocrático de la lógica reflexiva que lo justifica-. Esta legitimidad
guarda relación con la posibilidad de que las categorías resuelvan problemas organizaciones
generadas por las modalidades distributivas.
Ahora bien, si el mérito constituye el criterio de legitimidad de estas configuraciones
distributivas asentadas en la pertenencia, esperamos encontrar otro tipo de criterios de
justificación en las respuestas sobre las restantes modalidades. Pasemos entonces a observar
dichos criterios.
Cuadro 43. Los criterios de justicia sobre la distribución por “La categoría laboral”. (En
absolutos)
Respuestas
Criterios de criterio diferencia en conocimiento 25
justicia operantes (estudio y/o experiencia)
sobre la criterio diferencialidad de 17
distribución según responsabilidad
categoría laboral
criterio de diferencialidad de 14
trabajos y funciones
criterio que asocia diferencia de 9
categoría a esfuerzo o productividad
diferencial
criterio de incentivo a aprendizaje 3
porque los trabajos tienen categorías 6
que diferencian ingresos
criterio empresarial 1
injusticia de otras formas 1
Total 76
Fuente: Relevamiento a trabajadores de empresas recuperadas año 2011. Proyecto UBACyT: “La cultura de la
recuperación en la conciencia de los trabajadores”. Director: Julián Rebón. N: Cuadro de respuestas Múltiples.
245
La observación de las respuestas sobre por qué la modalidad distributiva basada en la
categoría laboral es la más justa arroja principalmente tres criterios operantes. En primer
lugar, encontramos un criterio dominante que enfatiza sobre el “saber” o “conocimiento”. En
segundo lugar, un criterio que enfatiza sobre las responsabilidades diferenciales. Y en tercer
lugar, un criterio que enfatiza sobre una diferencialidad en los trabajos y las funciones.
Respecto al primer criterio, la distribución diferencial tiene relación con un saber
diferencial, el cual es producto de conocimientos, experiencias, estudios, capacidades,
distribuidos diferencialmente entre los trabajadores. Este criterio entonces, es el que mayor
cantidad de respuestas obtuvo y el que mayor porcentaje de casos expresa. Presentamos
algunas respuestas en este sentido:
“Porque considero que uno debe ganar por lo que sabe, por su capacidad”.
“Porque uno cobra por lo que sabe hacer”.
“Alguien que maneja una máquina no puede ganar lo mismo que alguien que está
aprendiendo”.
“Porque uno que recién entra no sabe y no puede ganar lo mismo.
“Porque si, por una cuestión de al mismo trabajo, mismo sueldo, hay personas que
tienen estudios y otros que no”.
“Porque yo pienso que cada persona que esta acá, o ingresa acá, viene con un estudio
en una máquina o estando en la mesa y tiene un valor hora por el trabajo que hacen,
acá tardan en darse cuenta, yo soy maquinista y no gano como maquinista”.
“Porque yo pienso que si viene una persona que tiene conocimiento, y si un socio
fundador no sabe hacer nada, no puede ganar más que él”.
“Debemos ganar según lo que producimos para ir subiendo en la escala sino el que
sabe mucho se lleva lo mismo que el que sabe poco”.
“Porque hay personas que están aprendiendo y ganan lo mismo que las otras que
trabajan toda su vida de eso”.
“Si sabés más, si manejás más máquinas, tenés que ganar más”.
“Sin desmerecer, no es lo mismo el que hace la limpieza, todos pueden hacerlo. En
cambio, manejar cierta máquina, no todos lo sabemos hacer, hay que pagar más ese
conocimiento”.
Este criterio de justicia centrado en el saber involucra al 18% del total de la muestra, si
bien es importante, no es el mayoritario en la justificación de por qué la modalidad
distributiva que diferencia según la categoría laboral que se posea es la más justa. Sin
embargo, existe clara asociación entre la consideración de justicia sobre esta modalidad y la
explicitación de este criterio centrado en el saber o conocimiento. Algo menos de la mitad de
los trabajadores que consideran a esta modalidad como la más justa, utilizaron criterios
centrados en la diferencialidad de saberes, ningún encuestado que no ha considerado a esta
246
modalidad como la más justa, ha utilizado criterios centrados en el saber en sus
justificaciones.183
Sin embargo, al tomar sólo aquellos trabajadores que consideraron justa la distribución
según categoría laboral, y al indagar en qué medida este criterio de justificación centrado en el
saber que posee cada trabajador encuentra relación con las distintas configuraciones
distributivas encontramos que no existe asociación entre ambas dimensiones.184 Entre estos
trabajadores que consideraron justa a la distribución según categoría laboral, ninguna
configuración distributiva en particular expresa centralmente criterios de justificación
centrados en el “saber”. En este sentido, este criterio parece atravesar a las diferentes
configuraciones en similar intensidad.
Hipotetizamos que esta ausencia de relación clara entre las configuraciones y el
criterio del conocimiento o saber como justificación de una modalidad, se debe a que existe
un fuerte grado de naturalización del criterio de justicia que asocia ingresos diferenciales a
saberes diferenciales. Entre los trabajadores que consideraron a esta modalidad como la más
justa, este criterio de importancia para explicar la adecuación de la modalidad a una noción de
justicia, no tiene relación con las configuraciones distributivas empleadas.
Un a forma de dar contenido mayor a la última hipótesis presentada sobre la
“naturalización” de este criterio que parece evidenciar la independencia respecto a las
distintas modalidades es vinculando este criterio a lo que se denomina como teoría del Capital
Humano. Por supuesto, con los datos que disponemos resulta imposible poner a prueba dicha
hipótesis, nos interesa más allá de eso, presentar un argumento que puede dar inteligibilidad a
la independencia que parece mostrar este criterio analizado respecto a las distintas
configuraciones distributivas.
En este sentido, tomando las consideraciones de Foucault (2008), la teoría del Capital
Humano supone desde el punto de vista del trabajador que el ingreso que recibe es el producto
o el rendimiento de un capital e, inversamente, el capital es aquello que pueda ser, de una
manera o de otra, fuente de ingresos futuros. Este capital -que supone un ingreso- refiere al
conjunto de todos los factores físicos, psicológicos -heredados y adquiridos- que vuelven a un
individuo capaz de adquirir tal o cual ingreso. Así, el ingreso supone una renta afectada a
cierto capital humano ya que la “idoneidad-máquina” de la que se constituye una renta no
puede disociarse del individuo humano que es su portador. De esta manera, según esta
concepción, la productividad de un individuo depende en parte de sus capacidades heredadas
183
Ver Anexo metodológico cuadro 32
184
Ver Anexo metodológico cuadro 33.
247
al nacer y en una medida más importante, de sus capacidades adquiridas por la vía de sus
inversiones. Según Foucault (2008) Este conjunto de inversiones puede ser clasificada del
siguiente modo: escolaridad y educación superior, capacitación en el lugar de trabajo,
migración, salud e información económica. En este sentido, las capacidades y habilidades
adquiridas por el conocimiento que implica el “estudio” o la “experiencia” suponen un capital
resultante de la propia inversión del trabajador puesto al servicio de ingresos futuros. Cada
trabajador debe ser retribuido en función de ese saber –capital- puesto en juego en el proceso
productivo.
Desde la perspectiva del trabajador entonces, el trabajo no es una mercancía reducida
por abstracción a la fuerza de trabajo y al tiempo durante el cual se la utiliza. “Descompuesto
desde el punto de vista del trabajador, en términos económicos, el trabajo comporta un capital,
es decir, una aptitud, una competencia. Y por otro lado, es un ingreso, es decir un salario, o un
conjunto de salarios” (Foucault: 2008).
En suma, el criterio centrado en el saber es un criterio de importancia entre las
justificaciones de los entrevistados sobre el por qué la modalidad distributiva según la
categoría laboral es la más justa, y no se encuentra presente como criterio en aquellos
entrevistados que consideraron a otras modalidades como las más justas. Sin embargo, no es
un criterio claramente dominante entre dichas justificaciones (involucra a algo menos de la
mitad de los entrevistados que consideraron a la modalidad como la más justa) y
principalmente, no se asocia a ninguna configuración distributiva en particular. Es decir, es
importante a la hora de explicar el criterio subyacente a la valoración de la modalidad, pero
dicha valoración y su criterio atraviesa en similar intensidad teniendo en cuenta las distintas
configuraciones distributivas.
Encontramos otros dos criterios importantes que poseen bastante similitud en la
intensidad de respuestas. Un primer criterio que refiere a la responsabilidad como criterio
central. Aquí, no se enfatiza necesariamente sobre el conocimiento que posee el trabajador
sino por la responsabilidad que implica una tarea específica. De esta manera, se sostiene que
las categorías más elevadas en la jerarquía organizacional implican responsabilidades
mayores. Encontramos por ejemplo, las siguientes respuestas en este sentido:
“Si uno está en seguridad no puede ganar lo mismo que uno que está en limpieza, hay
que categorizarse”.
“No todos cumplen la misma función”.
“Porque hay maquinistas, maquinistas de desdobladora, después están los ayudantes y
así por categoría”.
“Hay funciones que son más importantes que otras hay que darles incentivos para que
estén más atentos a su labor”.
“Porque cada uno cada sección tenemos un requisito y tienen que tener categoría”.
“Un encargado no puede ganar igual que uno que no es socio”.
“Por la diferencia de trabajo que haga cada uno, sin desmerecer a nadie, uno que barre
no puede ganar lo mismo que el que está en una máquina produciendo”.
“Un tallerista no puede ganar lo mismo que aquel que barre”
249
Como afirmamos en la segunda parte de la Tesis, las diversas funciones que componen
al obrero colectivo varían en su complejidad, lo que implica la generación de una jerarquía de
las fuerzas de trabajo a la cual corresponde una escala de retribuciones. Así, las diversas
operaciones que realiza un trabajador anexado a una función se adaptan a esa jerarquía de
habilidades y especialidades naturales y adquiridas (Marx: 2002). Si bien esta jerarquía de
funciones encuentra relación con saberes y/o conocimientos diferenciales, en estos casos los
trabajadores no hacen referencia explícita a una diferencialidad de saberes, sino a funciones
jerárquicamente establecidas.
En este sentido, consideramos que ambos criterios que reposan en las funciones y
responsabilidades poseen en común que refieren a una “lógica reflexiva de la jerarquía
funcional”, que asocia distribuciones diferencialmente asimétricas a trabajos jerárquicamente
establecidos.
La lógica reflexiva de la jerarquía posee un peso importante en las argumentaciones
sobre lo justo de la modalidad distributiva, incluso algunos puntos porcentuales más
importantes que el criterio centrado en el saber y el conocimiento.185 En este sentido,
consideramos que la jerarquía de funciones como lógica reflexiva del criterio de justicia
distributiva, constituye un mecanismo de legitimación de importancia mediante el cual estas
modalidades desigualitarias pueden sostenerse en su legitimación. Dicho criterio coexiste -en
similar intensidad- con el criterio que relaciona la distribución diferencial con un “saber”
diferencial. Tomados en conjunto, ambos –la lógica reflexiva jerárquica y el criterio de
justificación del “saber”- nutren en su justificación a la modalidad distributiva según la
categoría laboral abarcando el 81% de los casos que afirmaron que dicha modalidad era la
más justa.186 Sin embargo, estos criterios no son de exclusividad de estas configuraciones
centradas en las funciones, sino que permean a todas las experiencias en similar intensidad187.
En suma, la lógica de la jerarquiza y el criterio del saber constituyen el nutriente
central de las justificaciones de los trabajadores en sus consideraciones de por qué es más
justa la modalidad distributivas según la categoría laboral. Los análisis exploratorios
realizados nos indican, que la consistente legitimidad de este tipo de modalidad se apoya en
un núcleo de criterios que expresan una lógica jerárquica de amplia legitimidad interna pero
que transciende incluso a dichas modalidades expresando a la vez una legitimidad externa.
Hipotetizamos que esta amplia legitimidad interna como externa se asocia a los procesos de
185
Ver anexo metodológico cuadro 34.
186
Ver anexo metodológico cuadro 35.
187
Ver anexo metodológico cuadro 36 y 37.
250
emulación social que constituyen parte de los mecanismos que refuerzan las desigualdades
sociales expresadas por estas configuraciones distributivas. Como afirmamos en la segunda
parte de la Tesis, en las configuraciones distributivas desigualitarias por funciones existe
centralmente una adopción por prolongación de configuraciones distributivas previas
existentes en la organización fallida. Desde nuestra perspectiva esta “reinstalación” por
prolongación expresa elementos de una emulación de modelos organizacionales –y sus
correspondientes configuraciones distributivas-. Esta emulación viene dada porque lo que se
reinstala es una configuración distributiva que previamente era la resultante de una emulación
–la forma y criterio dominante de retribuir fuerza de trabajo-.
Recordemos que cuando muchas organizaciones adoptan las mismas distinciones
categoriales estas alcanzan mayor difusión y son más decisivas en la vida social en general
(Tilly: 2000b). Consideramos en este sentido, que la “el saber, las responsabilidades y la
jerarquía de funciones” constituye un núcleo de criterios de justificación de la retribución
laboral ampliamente difundido y por lo tanto, organizacionalmente intercambiable.
Consideramos incluso que dichos criterios “saber, responsabilidad, función diferencial”,
constituyen los observables principales que hacen a la “grilla de inteligibilidad” (Foucault:
2008) de la “calificación”. La calificación por tanto, constituye una dimensión conformada
por la combinatoria y ponderación diferencial de esos elementos que expresan lo que cada
trabajador “sabe y hace”, es decir, el lugar jerárquico de cada trabajador en la división
singular del trabajo.
Por último, el alto grado de legitimidad de esta modalidad y lo difundido de sus
criterios, constituye también un observable de que las categorías emuladas sirven a los efectos
de resolver los problemas organizacionales que genera la apropiación diferencial de los
recursos. A diferencia de lo que observamos en la modalidad distributiva basada en la
condición de asociado, esta modalidad y los criterios que la justifican, no entran en
contradicción con la naturaleza jurídica y el vínculo asociativo de la organización. Esa
eficiencia en resolver los problemas organizaciones generados por las apropiaciones
diferenciales es constatada –y posible- en la medida en que los criterios sobre los cuales se
apoya la modalidad emulada poseen amplia legitimidad.
Ahora bien, nos resta por explorar cuáles son los criterios operantes en las
consideraciones de los entrevistados que establecieron a las modalidades igualitarias como las
más justas. Veamos entonces las respuestas esgrimidas por los trabajadores.
Cuadro 44. Los criterios de justicia sobre la distribución “todos por igual”. (En absolutos)
251
Respuestas
criterios de justicia criterio de igualdad trascendental 5
sobre la igualada criterio de igualdad jurídico- 14
legal
criterio de esfuerzo compartido 13
criterio copropiedad igualitaria 6
autogestiva
criterio de desacuerdo con 4
desigualitarias o diferencias
criterio de igualdad en 4
participación/lucha
criterio de incentivación 3
criterio de evasión de 6
conflictividad interna
criterio de pragmatismo 1
criterio de solidaridad 2
Total 58
Fuente: Relevamiento a trabajadores de empresas recuperadas año 2011. Proyecto UBACyT: “La cultura de la
recuperación en la conciencia de los trabajadores”. Director: Julián Rebón. Cuadro de respuestas múltiples.
Como afirmamos anteriormente en esta tercera parte de la Tesis, algo más del 30% de
los trabajadores considera como la modalidad más justa a aquella que implica una distribución
de igualitaria. Encontramos en las argumentaciones una mayor diversidad de criterios en
relación a las consideraciones de justicia de las demás modalidades distributivas. Sin
embargo, dos tipos de respuestas aparecen con mayor preponderancia: aquellas que referencia
la igualdad distributiva a un criterio de igualdad jurídico-legal, y aquellas que referencia la
igualdad distributiva a una igualad de esfuerzo compartido.
Respecto al primer criterio mencionado y de mayor cantidad de respuestas,
encontramos los siguientes ejemplos:
“Porque si esto no es una empresa privada no cooperativa, todos deben ganar igual”.
“Porque es una cooperativa, y al ser una cooperativa el retiro tiene que ser igual.”
“Yo estoy de acuerdo con que si es una cooperativa ganamos todos por igual.”
“Porque en una cooperativa los papeles dicen que todos deben ganar por igual y es lo
más justo”.
“Porque es una cooperativa, y al armar cooperativa todos somos asociados y ganas
todos igual.”
“Porque esta es una cooperativa que tenemos que colaborar todos”.
“Según la cooperativa, todos por igual”.
“Porque es una cooperativa de trabajo que se forma con los asociados”.
252
“Porque si es una cooperativa tendría que ser lo más justo todos por igual.”
“Porque la ley lo dice y yo quiero estar dentro de la ley, fuera de la ley nada”.
“Porque al ser cooperativa, ser todos socios, cómo va a ganar uno más que el otro.”
“Porque es una cooperativa y eso es la cooperativa compartir todo. Si entra cien se
debe dividir entre todos igual, no por ser el fundador o ser el socio debe tener un
porcentaje más alto.”
En este tipo de respuestas, el criterio refiere a que la igualdad en los retiros debe
relacionarse al vínculo asociativo igualitario expresado en el status jurídico de la cooperativa
de trabajo. Recordemos que la particular naturaleza de las cooperativas deriva que su relación
con los asociados constituye un vínculo de carácter estrictamente asociativo expresado en el
acto cooperativo. Los actos que realizan las cooperativas con sus asociados en el
cumplimiento del objeto social previsto en sus estatutos, son actos cooperativos, diferentes
tanto de los actos de comercio como del vínculo laboral. En las respuestas de los trabajadores
esto se expresa en que si la cooperativa de trabajo jurídicamente implica una noción de
igualdad en la participación económica de los asociados, ésta debe reflejarse en una plena
igualdad distributiva. Sin embargo, es necesario aclarar que jurídicamente no existe
impedimento legal para que una cooperativa asuma distribuciones de ingresos de manera
diferencial. La restricción legal recae centralmente en que el vínculo de naturaleza asociativa
entre los asociados no expresa una escisión entre capital y trabajo. Es decir, los socios son
trabajadores co-propietarios que tienen igual derecho independientemente del capital
suscripto. La apropiación es en función del trabajo, no de la propiedad, pero ese trabajo no
necesariamente es el mismo, y por lo tanto, se habilita a apropiaciones diferenciales. En este
sentido, las restricciones legales refieren a que este status jurídico expresa una igualdad en la
propiedad y el control de la unidad productiva, pero no necesariamente en las distribuciones
resultantes de la actividad económica.
Es posible asociar este criterio a otro, que refiere la igualdad distributiva a una
igualdad de co-propiedad igualitaria. Encontramos seis respuestas que enfatizan en esta
dimensión. Sin embargo, casi la totalidad de estas respuestas se encuentran combinadas con
aquellas que refieren a la igualdad jurídico-legal188. Estos criterios refieren entonces, a una
igualdad cuyo sustento es el vínculo asociativo, sea este tomando como referencia el status
jurídico cooperativa de trabajo y/o el carácter colectivizado y democrático de la toma de
decisiones. Consideramos que estos dos criterios refieren a una “lógica reflexiva asociativa”,
puesto que implica que la igualdad distributiva se encuentra justificada por la igualdad que
conlleva el vínculo asociativo expresado por la cooperativa.
188
Respuesta en este sentido encontramos como: “Porque esto no es una patronal”. “Porque no hay jefes, no hay
categoría”. “Porque todos tomamos las decisiones”.
253
El 12% del total de la muestra expresa una lógica reflexiva de carácter asociativo en
los criterios de justicia sobre las modalidades distributivas. Entre aquellos que consideran a la
modalidad distributiva igualitaria como la más justa el 35% refiere a estos criterios en sus
justificaciones.189 Esta lógica entonces, no involucra a la mayoría de los entrevistados que
consideran a la modalidad igualitaria como la justa. En este sentido, habíamos mencionado
que existía otro criterio de importancia que referenciaba igualdad de ingresos a igualdad de
esfuerzos compartidos. Encontramos por ejemplo, las siguientes respuestas que contemplan
dicho criterio:
Aquí encontramos un criterio que difiere del anterior. Este criterio expresa
centralmente que existe una dimensión de igualdad en los esfuerzos del trabajo que debe
expresar una igualdad en los retiros. El peso de este criterio en las justificaciones de la
modalidad igualitaria es algo menor a aquel mostrado por la lógica reflexiva asociativa. El
28% de los trabajadores que consideraron como más justa la modalidad distributiva igualitaria
refirieron al criterio de igualdad del trabajo.190
Ahora bien, si entre los criterios de justicia encontrados en la modalidad distributiva
“según categoría laboral” existían respuestas que enfatizaban en un criterio de diferencialidad
de trabajos, las respuestas aquí contempladas parecen constituir su antítesis. Más allá de que
los trabajos sean diferentes contienen algo que los iguala. Ese “algo” parece referir a un
“esfuerzo igual”. Es posible pensar que aquí se enfatiza más sobre los elementos cuantitativos
y abstractos del trabajo en tanto gasto de energía física en un lapso de tiempo –esfuerzo-,
mientras que en los criterios referentes a la categoría laboral encontramos un énfasis en el
carácter concreto del trabajo, es decir, en su especificidad cualitativamente distintiva. En este
189
Ver anexo metodológico cuadro 38.
190
Ver anexo metodológico cuadro 39
254
sentido, consideramos que este criterio constituye el opuesto de aquel encontrado en las
modalidades distributivas que desigualan retiros según la categoría laboral. Si la
diferencialidad de funciones y trabajo era un criterio que ayudaba a legitimar dicha
modalidad, la igualdad abstracta del esfuerzo del trabajo es el criterio que lo deslegitima. En
este sentido, si bien la magnitud de los casos es pequeña, se observa que la referencia al
criterio de “esfuerzo compartido” presenta variación teniendo en cuenta las distintas
configuraciones distributivas191. Consideramos entonces, que para las configuraciones
distributivas por funciones la legitimidad de la modalidad distributiva basada en la categoría
laboral y que como vimos encuentran sus criterios de justificaciones en elementos vinculados
a la “calificación” y la división singular del trabajo, presenta como opuesto en tensión una
legitimidad –en grado menor- de modalidades distributivas igualitarias que centran su criterio
de justificación en una igualdad de trabajos en su sentido abstracto, como actividad genérica
que expresa un gasto de energía psicofísica –esfuerzo-.
Volviendo sobre el análisis general, tomando en conjunto la lógica reflexiva asociativa
y el criterio de igualdad de esfuerzo compartido, abarcan el 56% de las justificaciones sobre la
modalidad igualitaria192. En tal sentido, consideramos que es necesario incorporar una tercera
lógica reflexiva que permita abarcar con mayor amplitud el sentido de las respuestas. Dicho
criterio es el tercero en importancia y enfatiza más sobre una noción de eficiencia que de
justicia. Nos referimos aquellas respuestas cuya argumentación hace hincapié en que la
modalidad igualitaria es más justa porque permite evadir conflictividades derivadas de las
desigualdades distributivas. Encontramos por ejemplo, las siguientes respuestas al respecto:
“Porque si no habría conflicto, división interna”.
“Porque si no se arman discordias, quizá algunos no vienen a trabajar, peleas de que
unos ganan más o menos que otros”.
“Porque es la mejor manera de trabajar, habiendo desigualdad habría problemas”.
“Para que haya armonía”.
“Porque así no hay discordia. “Porque se trabaja más tranquilo, con menos
problemas”.
Este tipo de respuestas nos hablan de un criterio que refiere la igualdad distributiva a
su capacidad de evitar conflictos o tensiones. Dicho de otra manera, la desigualdad genera
divisiones, tensiones o conflictos, la igualdad los resuelve. Son pocos los casos que dan
cuenta de este criterio y se hayan presentes en un 13% de las justificaciones sobre la
modalidad igualitaria193. Por otro lado, si bien la cantidad escasa de casos no nos permite
191
Ver anexo metodológico, cuadro 40.
192
Ver anexo metodológico, cuadro 41.
193
Ver anexo metodológico cuadro 42.
255
realizar afirmaciones taxativas, resulta interesante destacar también que dichos criterios
fueron expresados por trabajadores pertenecientes a empresas que distribuyen
igualitariamente y según la antigüedad. En las empresas igualitarias se expresan desde nuestra
perspectiva, justificaciones sobre una reversión de formas desigualitarias anteriores. En estos
casos, la igualdad es vista por estos trabajadores como un mecanismo eficaz de resolución de
los conflictos. Por otro lado, en las configuraciones por pertenencia estas consideraciones
expresan desde nuestro punto de vista, tensiones aún no resueltas. En estos casos, la igualdad
es presentada como un mecanismo probable de resolución de conflictos.
Para finalizar, tomados en conjunto los diferentes criterios expuestos abarcan la
consideración de justicia de la modalidad en tres cuartas partes. Es decir, el 74% de los
trabajadores que consideraron a esta modalidad distributiva como la más justa enfatizaron
sobre tres elementos: una lógica asociativa, o un criterio de igualdad del trabajo, o un criterio
de evasión de la conflictividad.194
En suma, a lo largo de este subcapítulo hemos explorado sobre los criterios de justicia
que subyacen a las consideraciones de justicia de cada modalidad. En primer lugar, tanto las
modalidades distributivas que se basan en la antigüedad o en la pertenencia a la cooperativa
como asociado expresan centralmente criterios de justicia referidos a una lógica reflexiva del
merito. En las modalidades que distribuyen según la antigüedad el mérito es el criterio central
de justificación que permite investir de legitimidad una relación de desigualdad cuando una
categoría pareada desigualitaria no es socialmente amplia en su utilización (socio fundador-
no socio fundador, por ejemplo). En las modalidades distributivas que se basan en la co-
propiedad de la cooperativa, el mérito viene a contrarrestar la escasa legitimidad de una
modalidad que entra en contradicción legal con la forma jurídica adoptada y la naturaleza
asociativa del vínculo laboral.
En segundo lugar, en las modalidades distributivas basadas en la categoría laboral los
criterios centrales tienen que ver con elementos que refieren a la “calificación”, es decir
criterios centrados en “el saber” diferencial y una lógica reflexiva de la jerarquía, esto es,
diferencias en funciones y responsabilidades. Tomando en consideración sólo a los
trabajadores que consideran justo esta modalidad, no fue posible identificar estos criterios con
ninguna configuración en particular. Consideramos en tal sentido, que esto se debe al fuerte
grado de la legitimidad de la misma, resultado a la vez de un proceso de emulación por
194
Ver anexo metodológico cuadro 43.
256
prolongación de configuraciones dominantes y anteriores a estas experiencias que no fueron
puestas en crisis durante el proceso de recuperación.
Por último, las modalidades distributivas igualitarias presentan tres grandes criterios
de justificación. Primero, un criterio que enfatiza sobre una lógica reflexiva asociativa que
posee dos vertientes, el status jurídico de la cooperativa que otorga iguales derechos, y el
carácter colectivizado y democrático de la toma de decisiones. Segundo, un criterio que
refiere la igualdad distributiva a una igualdad de los esfuerzos de trabajo. Y, tercero, un
criterio de justicia que se adecua a una noción de eficiencia, ya que confiere a las modalidades
igualitarias la capacidad de evadir conflictividades. De similar manera que en las
consideraciones de justicia sobre las modalidades distributivas que se basan en la categoría
laboral, no fue posible en las modalidades igualitarias establecer entre los trabajadores que
consideraron justa a esta modalidad, asociaciones entre el criterio de la lógica asociativa y las
distintas configuraciones distributivas. Esto sí fue posible al analizar el criterio referido a la
igualdad del esfuerzo de trabajo. Así, entre los trabajadores que consideraron más justa la
distribución basada en la categoría laboral, la referencia a este criterio recayó en mayor
medida en las configuraciones que escinden orgánicamente al colectivo de trabajadores según
las funciones, en relación a quienes no refirieron a dicho criterio. Consideramos que este
elemento nos puede estar sugiriendo que la contra-legitimidad de la modalidad distributiva
basada en la categoría laboral puede sustentarse en este criterio, el cual constituye la
contracara de los criterios basados en la división singular del trabajo. Por último, el análisis
del criterio de evasión de la conflictividad nos permitió vincularlo centralmente a
configuraciones igualitarias y por pertenencia. En las modalidades igualitarias, consideramos
que esto se debe que este criterio expresa una justificación de una reversión de formas
desigualitarias. Y en las configuraciones por pertenencia este criterio expresa tensiones
derivadas de la desigualdad distributiva, pero aún no resueltas. Por el contrario, en las
configuraciones distributivas según la función, en tanto tienen en origen menor grado de
conflictividad no expresan dicho criterio, sino que la modalidad objetivamente empleada
posee amplia legitimidad.
Ahora bien, una vez explorados los criterios de justicia sobre las distintas modalidades
debemos volver sobre nuestras preguntas preliminares para enriquecerlas con nuestros últimos
análisis. Nuestro desarrollo hasta aquí había considerado como eje de centralidad en la
exploración de las legitimidades las modalidades distributivas y las configuraciones que
expresan, pero no avanzamos en especificar elementos de las identidades sociales de los
trabajadores involucrados. En este sentido, es importante señalar que, sin incorporar dichos
257
elementos, resulta difícil avanzar en la exploración sobre las legitimidades y sus criterios
subyacentes. Retomemos entonces nuestras preguntas. ¿Es posible vincular exploratoriamente
de alguna manera las legitimidades en tensión con los pares categoriales expuestos en la
segunda parte de la Tesis? ¿Qué hipótesis nos permitirá construir dicha exploración?
195
Ver anexo metodológico, cuadros 44 y 45
258
permite vislumbrar distinciones de importancia en la fuerza de trabajo respecto a las
consideraciones de justica sobre dichas modalidades. Tampoco observamos relaciones al
tomar en consideración el atributo socialmente adquirido referido a los niveles educativos
alcanzados. Así tampoco, el haber participado del proceso de recuperación no constituye un
hecho que, tomando al conjunto de los trabajadores, especifique algún tipo de consideración
en particular sobre las consideraciones de justicia de las modalidades distributivas en relación
a no haber participado en el proceso de recuperación. En similar sentido, podemos afirmar el
ser socio tampoco implica considerar en mayor proporción alguna modalidad distributiva en
particular en relación a ser un trabajador empleado de la cooperativa.196
Sin embargo, sí encontramos relaciones en aquellos atributos socialmente adquiridos
referidos a las relaciones de producción: la calificación de la tarea.197
Calificación de la tarea
No calificado Calificado Total
Modalidad Igualitaria/equitativa 21 35 56
considerada como la 56% 35% 41%
más justa
Participación en la 2 18 20
recuperación 6% 18% 14%
Por condición de socio 3 5 8
8% 5% 6%
Categoría laboral 11 42 53
30% 42% 39%
Total 37 100 137
100% 100% 100%
Fuente: Relevamiento a trabajadores de empresas recuperadas año 2011. Proyecto UBACyT: “La cultura de la
recuperación en la conciencia de los trabajadores”. Director: Julián Rebón. N: 137
196
Ver anexo metodológico cuadros 46, 47 y 48. Respecto a la relación entre el tipo de vínculo laboral
constituido y la consideración de justicia, el cuadro muestra una leve tendencia de los socios a una concepción
igualitarista respecto a los no asociados, sin embargo la escasa cantidad de este último subconjunto no nos
permite concluir la existencia de una relación entre ambas dimensiones.
197
Teniendo en cuenta la escasa cantidad de casos que ocupan puestos de trabajo de calificación técnica o
científica se optó por dicotomizar la variable polarizando entre quienes ocupan puestos no calificados y quienes
ocupan puestos con alguna calificación, sea esta operativa o técnico-científica.
259
operativas y/o técnicas, consideran cómo más justas distribuciones igualitarias o equitativas.
No podemos afirmar sin embargo, que los trabajadores que poseen algún tipo de calificación
consideren en mayor medida que los no calificados alguna modalidad distributiva
desigualitaria en particular como la más justa, sino más bien, que consideran como más justas
en mayor medida que los no calificados, las modalidades desigualitarias en general.
Sin embargo, es posible especificar mejor la relación entre calificación y
consideración de justicia sobre las modalidades incorporando un elemento que en forma
aislada no presenta asociación con dichas consideraciones: la participación en la recuperación.
Fuente: Relevamiento a trabajadores de empresas recuperadas año 2011. Proyecto UBACyT: “La cultura de la
recuperación en la conciencia de los trabajadores”. Director: Julián Rebón. N: 137
El cuadro precedente nos permite especificar aún más la relación entre calificación y
consideración de justicia. En primer lugar, como se afirmó más arriba, la mayoría de los
trabajadores no calificados consideran las modalidades igualitarias como las más justas y los
trabajadores calificados no lo consideran así. Pero entre estos últimos, son los nuevos
trabajadores los que consideran en mucha menor proporción a las modalidades igualitarias
como las más justas. Las consideraciones de los trabajadores calificados que participaron de
la recuperación no guardan diferencia porcentual significativa respecto a los trabajadores no
calificados en su concepción igualitarista sobre las modalidades distributivas. Por otro lado, es
interesante observar que la mitad de los trabajadores calificados que se incorporaron a la
260
cooperativa una vez atravesados los momentos de recuperación consideran a la modalidad
distributiva basada en la categoría laboral como la más justa. Este porcentaje guarda
importante distancia con los trabajadores no calificados que sí participaron del procesos de
recuperación. Así podemos afirmar, que para el conjunto de los trabajadores de la muestra, la
tensión distributiva central entre las modalidades con mayor consideración de justicia –las
igualitarias y las desigualitarias basadas en la categoría laboral- se encuentra personificada
centralmente por los socios fundadores ocupados en puestos no calificados quienes expresan
una concepción igualitarista de la justicia distributiva, y por los nuevos trabajadores ocupados
en puestos con algún grado de calificación, quienes expresan una concepción desigualitaria de
la justicia distributiva basada en la categoría laboral. ¿Qué otras personificaciones podemos
encontrar analizando cada modalidad distributivas en específico? ¿Se corresponderán estas
personificaciones con pares categoriales desigualitarios hipotetizados?
Dar cuenta de dicha pregunta implica, una vez realizado el análisis global del proceso,
adentrarnos en las particularidades que existe cada modalidad distributiva. Esto es de interés
ya que asociaciones encontradas en el universo de la muestra no necesariamente se
reproducen a nivel de cada modalidad o configuración específica. De manera inversa, una
ausencia de relación observada a nivel del universo puede encontrarse en alguna modalidad
específica. Pasemos entonces, a presentar los análisis exploratorios que vinculan las
legitimidades de las modalidades distributivas expresadas por los trabajadores con los
agrupamientos constituidos por los pares categoriales, tomando en consideración cada
modalidad en particular. En tal sentido, resulta necesario retomar algunas consideraciones
vertidas en la segunda parte de la Tesis.
Del análisis sobre las modalidades distributivas desarrollado en los capítulos cuatro y
cinco de la Tesis, surge que aquella modalidad distributiva que desiguala los ingresos
centralmente según la antigüedad supone un mecanismo de explotación se sustenta e a partir
de la posesión de activos productivos que refieren a la organización (Wright: 2010).
Afirmamos que el control de dichos recursos organizativos se constituye sobre la base de
diferencias en los grados de cohesión entre los grupos (Elías: 2006), lo que trae aparejado un
desequilibrio de poder a favor de los grupos cohesionados lo cual reproduce su posesión de
control sobre los recursos organizativos. Consideramos que esta modalidad distributiva
implica el establecimiento de un par categorial socio fundador - nuevo socio, que escinde
mecánica o segmentadamente al colectivo de trabajadores en dos grupos, expresando una
configuración distributiva que hemos denominado “por pertenencia”. El límite establecido por
261
los pares es interno a la organización, constituye una distinción interna entre los miembros de
la misma.
Ahora bien, este par categorial expresa una historia socio-productiva diferencial entre
los grupos escindidos. El criterio sustancial que constituye el límite del par categorial remite a
la participación en el proceso de recuperación de las empresas. Este elemento remite una
imagen de “lucha” como aspecto central en la auotidentificación y diferenciación del
colectivo. El haber “roto el candado” confiere una suerte de “medalla” que expresa un
prestigio social con base en la acción directa que guarda relación con la constitución de un
“mito” fundacional. Es por esta razón que encontramos entre las consideraciones de justicia
sobre esta modalidad una lógica reflexiva meritocrática que justifica la distribución
diferencial. La lucha del socio fundador conlleva un mérito que debe ser recompensado.
Por otro lado, hemos afirmado también en el capítulo anterior, que los trabajadores
expresan sobre las modalidades distributivas en las cuales se encuentran inmersos diferentes
acuerdos y legitimidades. Observamos en tal sentido, que en las empresas que distribuían
según la antigüedad existían desde la perspectiva de la conciencia de los trabajadores,
principalmente dos legitimidades: la primera referida a la modalidad efectivamente empleada,
la segunda referida a la modalidad igualitaria. ¿Se corresponderán estas legitimidades con
agrupamientos sociales? ¿Serán éstos expresiones del par categorial expresado por la
configuración distributiva?
262
Fuente: Relevamiento a trabajadores de empresas recuperadas año 2011. Proyecto UBACyT: “La cultura de la
recuperación en la conciencia de los trabajadores”. Director: Julián Rebón. N: 32
198
Ver anexo metodológico, cuadro 49.
263
Fuente: Relevamiento a trabajadores de empresas recuperadas año 2011. Proyecto UBACyT: “La cultura de la
recuperación en la conciencia de los trabajadores”. Director: Julián Rebón. N: 32
264
colectivo de socios fundadores. Por otro lado, se erigen dos legitimidades distributivas de
similar intensidad que no constituyen una verdadera disputa a la dominante. Es justamente
dicha similitud en la intensidad entre estas dos contra-legitimidades –que por otro lado, se
presentan como contradictorias entre sí y expresadas por los nuevos trabajadores- lo que
permite la preeminencia de la legitimidad de la modalidad objetivamente operante. Por un
lado, existe una embrionaria legitimidad igualitarista en la distribución, Hipotetizamos que
personificada centralmente por los trabajadores nuevos no calificados, y por otro lado, existe
una también embrionaria legitimidad basada en la categoría laboral, Hipotetizamos que
personificada centralmente por los nuevos trabajadores calificados.
Ahora bien, la posibilidad de que la igualdad constituya la contracara en disputa de la
desigualdad mecánica nos es sugerente para preguntarnos sobre aquellas configuraciones
distributivas mecánicas basadas en la co-propiedad de la cooperativa y los derechos asociados
a ésta. Como afirmamos anteriormente, esta modalidad distributiva diferencia los ingresos
centralmente según la posesión del activo productivo que refiere a la “propiedad de la
cooperativa”, escindiendo al colectivo de trabajadores en dos grupos bien diferenciados: los
trabajadores socios y los trabajadores no asociados. El mecanismo de explotación instituido
implica la constitución de un único par categorial: socio–no socio, que expresa en realidad, la
conjunción de dos dimensiones interrelacionadas: la ciudadanización implícita en la
pertenencia a la cooperativa y la co-propiedad de la misma. Estas categorías (socio - no socio)
se conjugan así, con relaciones asimétricas y jerárquicas resultantes de la relación empleado–
empleador, derivada a la vez, de la división entre propietarios y no propietarios de la
cooperativa. En este sentido, no sólo existe una expropiación de trabajo –explotación-, sino
también una exclusión de los ámbitos donde esas configuraciones distributivas pueden ser
discutidas, reelaboradas. Esta conjugación es la que constituye la configuración distributiva en
tanto desigualdad categorial -categorías asimétricas y jerarquizadas-. Ahora bien, como
analizamos en páginas anteriores esta modalidad posee una escasa legitimidad, asociada
centralmente a un mérito basado en un mayor compromiso de los socios respecto a los no
asociados a la cooperativa. Por el contrario, es la modalidad igualitaria la que presenta mayor
legitimidad en estas configuraciones.
Consideramos que en estas modalidades la legitimidad de la igualdad también resulta
la contracara de la baja legitimidad de la modalidad desigualitaria. Pero esta contracara no
emerge con un sentido de disputa, sino de velo de la desigualdad operante. En este sentido,
más allá de la escasa adecuación de la modalidad desigualitaria basada en la propiedad de la
cooperativa a una noción de justicia, el amplio grado de acuerdo con la misma permite su
265
sostenimiento.200 Este sostenimiento ocurre a la par de una amplia legitimidad de la igualdad,
lo cual como se mencionó, aparece como invisibilizando la desigualdad existente.
Gráfico 11. Consideración de justicia sobre las modalidades igualitarias entre los trabajadores
pertenecientes a empresas que distribuyen según la condición de asociado, discriminada por el
tipo de vínculo laboral con la cooperativa.
Fuente: Relevamiento a trabajadores de empresas recuperadas año 2011. Proyecto UBACyT: “La cultura de la
recuperación en la conciencia de los trabajadores”. Director: Julián Rebón. N: 25
Como observamos en el gráfico precedente, los socios expresan en mayor medida que
los no asociados una noción de justicia igualitaria en la distribución. La mitad de los mismos
considera a esta modalidad como la más justa y por otro lado, sólo un no asociado lo
considera de igual manera. Sin embargo, como se observa a continuación, los socios también
expresan un mayor grado de acuerdo respecto a la modalidad distributiva basada en la co-
propiedad de la cooperativa respecto a los no asociados.
Gráfico 12. Acuerdo con las modalidades basadas en la co-propiedad entre los trabajadores
pertenecientes a empresas que distribuyen según la condición de asociado, discriminada por el
tipo de vínculo laboral con la cooperativa.
200
Es necesario mencionar que sólo un trabajador no asociado, perteneciente a las empresas que utilizan
modalidades basadas en la co-propiedad consignó a dicha modalidad como la más justa.
266
Fuente: Relevamiento a trabajadores de empresas recuperadas año 2011. Proyecto UBACyT: “La cultura de la
recuperación en la conciencia de los trabajadores”. Director: Julián Rebón. N: 24
Fuente: Relevamiento a trabajadores de empresas recuperadas año 2011. Proyecto UBACyT: “La cultura de la
recuperación en la conciencia de los trabajadores”. Director: Julián Rebón. N: 32
202
La variable “agrupamiento de tipos de trabajo” surge de las siguientes dimensiones: A) Calificación de la
tarea. (Se utiliza para la clasificación de las ocupaciones el “Clasificador de ocupaciones –CNO 91- Versión para
usos específicos. Prometeo-INDEC: 1998). B) Coordinación y vigilancia del proceso productivo: Ocupación
principal en la empresa. Descripción de tareas de la ocupación principal. Personas a cargo. C) Función de
dirección: Forma parte del consejo de administración de la empresa. Cargo que ocupa. Forma parte de la
sindicatura.
269
Más allá de la escasa magnitud de los casos, es interesante señalar que en las empresas
que expresan configuraciones distributivas orgánicas, entre los trabajadores calificados que
asumen tareas de gestión y/o coordinación del proceso productivo recae centralmente la
consideración de justicia de la modalidad empleada. En cambio, tanto entre los trabajadores
calificados que no asumen dichas tareas y los no calificados existe una distribución menor
sobre la consideración de justicia sobre dicha modalidad.203 No son sólo entonces, los más
calificados los que consideran justa la modalidad, sino principalmente los calificados que
asumen alguna función de dirección, vigilancia o coordinación del proceso productivo, puesto
que dentro de estas modalidades distributivas no es tanto la calificación sino el personificar la
función de dirección la variable central en la consideración de dicha modalidad como justa.204
Retomando entonces, según los análisis realizados es posible considerar la asociación
entre la legitimidad de la modalidad distributiva basada en la categoría laboral y una serie de
atributos de los trabajadores. De tal manera que son aquellos calificados que asumen puestos
de gestión y coordinación sobre quiénes reposa en mayor medida dichas legitimidades. Pero,
habíamos afirmado también en la segunda parte de la Tesis, que la hipótesis que asociaba
calificación y legitimidades de la modalidad podía ser especificada. Consideramos que esta
legitimidad era la expresión de un acaparamiento de las categorías más redituables por parte
de los socios fundadores.
En este sentido, estos agrupamientos –trabajador calificado de gestión y/o
coordinación, trabajador calificado no gestor o coordinador, trabajador no calificado-, se
asocian en las empresas recuperadas que utilizan la modalidad distributiva según la categoría
laboral, con el atributo de haber participado de la recuperación.
Gráfico 14. Participación del proceso de recuperación y ejercicio de tareas calificadas y/o de
gestión en las empresas que distribuyen según categoría laboral.
203
Ver anexo metodológico, cuadro 56.
204
Ver anexo metodológico, cuadros 57 y 58.
270
Fuente: Relevamiento a trabajadores de empresas recuperadas año 2011. Proyecto UBACyT: “La cultura de la
recuperación en la conciencia de los trabajadores”. Director: Julián Rebón. N: 32
El gráfico precedente permite observar que los trabajadores que asumen trabajos
calificados y tareas de gestión y/o coordinación del proceso productivo en forma
preponderante han participado en el proceso de recuperación. Aquellos trabajadores
calificados pero que no asumen tareas de gestión en su mayoría también aunque en forma no
tan preponderantes, participaron del proceso de recuperación. Por otro lado, los trabajadores
que ocupan puesto no calificados son en mayor proporción que los calificados, trabajadores
que se incorporaron luego de la recuperación. El no haber participado de la recuperación
implica en mayor medida que el haber participado, el poseer un trabajo no calificado ni
asumir o haber asumido tareas de gestión y o coordinación.205
En suma, en estas empresas entonces, son los trabajadores socios que participaron de
la recuperación los que ocupan, en mayor medida que los nuevos trabajadores, puestos de
mayor calificación a la vez que de “mando y promoción”, lo cual les permite una distribución
diferencial respecto al resto de trabajadores que ocupan centralmente agrupamientos laborales
de alta rotación, incertidumbre y bajos beneficios. Estos trabajadores son los que centralmente
–aunque no sólo ellos- legitiman dicho tipo de distribución. Ahora bien, quiénes entonces
expresan la muy embrionaria contra-legitimidad igualitarista en estas empresas.
205
Ver anexo metodológico, cuadro 59.
271
Gráfico 15. Consideración de justicia respecto a la modalidad igualitaria entre los trabajadores
según su calificación y la asunción de tareas de gestión, en las empresas que distribuyen
según categoría laboral.
Fuente: Relevamiento a trabajadores de empresas recuperadas año 2011. Proyecto UBACyT: “La cultura de la
recuperación en la conciencia de los trabajadores”. Director: Julián Rebón. N: 32
206
Ver anexo metodológico, cuadro 60.
272
de dirección, vigilancia y/o coordinación del proceso productivo. En segundo lugar, una muy
embrionaria legitimidad que sirve de contraste a la anterior, y que contrapone la desigualdad
distributiva -expresión de un acaparamiento de las categorías más redituables de los socios
fundadores- una contra-legitimidad igualitaria expresada centralmente por aquellos que se ven
excluidos, total o parcialmente de tal acaparamiento. En primer lugar, los trabajadores no
calificados y en menor medida los calificados que no asumen funciones de dirección,
vigilancia y coordinación del proceso productivo.
Nos resta por explorar las percepciones de los trabajadores pertenecientes a las
empresas que utilizan modalidades distributivas igualitarias. El carácter igualitario en la
distribución expresado por las configuraciones distributivas en estas experiencias implica,
como analizamos en la segunda parte de la Tesis, la ausencia de mecanismos de explotación y
acaparamiento de oportunidades que se expresen en desigualdades distributivas. Sin embargo,
como observamos durante esta tercera parte de la Tesis, las configuraciones igualitarias no
expresan desde la perspectiva de los trabajadores una legitimidad plena o afianzada del
igualitarismo. Incluso como observamos con anterioridad, una relativa mayoría de los
trabajadores involucrados en estas experiencias considera como más justa la distribución
basada en la categoría laboral. Resulta sugerente preguntarse entonces, ¿qué elemento
vincular estructura el igualitarismo de pensamiento en estas experiencias?
En las empresas igualitarias, a diferencia de las empresas que distribuyen según la
categoría laboral, no encontramos relación entre la concepción igualitarista en la justicia
distributiva y el asumir tareas de gestión y/o coordinación del proceso productivo. Sin
embargo, como observamos en el siguiente gráfico, sí encontramos relación entre dicha
concepción y la calificación de la tarea, de tal manera que los no calificados expresan
mayormente una adecuación de la igualdad distributiva a una noción de justicia distributiva.
Por el contrario, los calificados no expresan en su mayoría dicha adecuación.
Gráfico 16. Consideración de justicia respecto a la modalidad igualitaria entre los trabajadores
según su calificación de la tarea, en las empresas que distribuyen igualitariamente.
273
Fuente: Relevamiento a trabajadores de empresas recuperadas año 2011. Proyecto UBACyT: “La cultura de la
recuperación en la conciencia de los trabajadores”. Director: Julián Rebón. N: 49
Pero por otro lado, encontramos también que existe asociación entre el haber
participado de la recuperación y la consideración de justicia sobre la forma distributiva
igualitaria. En este sentido, como se observa en el gráfico siguiente, los socios fundadores, los
que vivienciaron el proceso de recuperación, expresan en mayor medida que los nuevos
trabajadores una concepción igualitarista de la justicia distributiva. Los nuevos trabajadores
expresan centralmente -y en mayor medida que los socios fundadores- la no consideración del
igualitarismo distributivo como la modalidad más justa.
Gráfico 17. Consideración de justicia respecto a la modalidad igualitaria entre los trabajadores
según su participación en el proceso de recuperación de la empresa, en las empresas que
distribuyen igualitariamente.
274
Fuente: Relevamiento a trabajadores de empresas recuperadas año 2011. Proyecto UBACyT: “La cultura de la
recuperación en la conciencia de los trabajadores”. Director: Julián Rebón. N: 49
Nos preguntamos entonces, cómo era posible establecer algún tipo de distinción en la
fuerza de trabajo que contemple ambas dimensiones para realizar una lectura más específica
de las asociaciones. Para tal caso, construimos una variable que relaciona la calificación con
la participación en la recuperación, de la cual resultan los siguientes agrupamientos de
trabajadores: los socios fundadores no calificados; los trabajadores nuevos no calificados; los
socios fundadores calificados; los trabajadores nuevos calificados. De la relación entre estos
nuevos agrupamientos con la consideración de justicia sobre el igualitarismo obtenemos el
siguiente gráfico.
275
contrario no la expresan. Sin embargo, el haber participado de la recuperación permite
observar matices en la asociación. En primer lugar, si bien los no calificados expresan una
concepción igualitarista, ésta se expresa con mayor preponderancia en los socios fundadores
que en los que se incorporan luego del momento instituyente207. Por otro lado, es de suma
importancia destacar que si bien los calificados expresan una no consideración del
igualitarismo como modalidad más justa, son los trabajadores calificados que no participaron
de la recuperación los que expresan en mucha mayor proporción que los fundadores dicha
inadecuación. En estos últimos, si bien se expresa en su mayoría una no consideración de esta
modalidad como la más justa, la magnitud es mucho menor a la expresada por los nuevos
trabajadores. De esta manera, las relaciones de igualdad expresadas en los grados de cohesión,
homogeneización y unidad que supusieron los procesos de recuperación de la unidad
productiva, tensionan aquellos elementos que refieren a la calificación de la tarea,
imprimiendo un carácter más igualitarista en las concepciones distributivas de los
trabajadores.
Ahora bien, habíamos afirmado anteriormente en esta parte de la Tesis que en las
empresas que distribuyen igualitariamente, la legitimidad de la igualdad distributiva se
encontraba tensionada por una contra-legitimidad expresada centralmente por la categoría
laboral. En este sentido, la mayoría de los trabajadores de estas empresas no considera a la
modalidad distributiva igualitaria como la más justa (59%). Si tomamos en cuenta no sólo a
las igualitarias, sino también a las equitativas, tampoco podemos afirmar que la mayoría de
los trabajadores consideran al igualitarismo o a la equidad como las modalidades más justas
(50%). A partir de dichas observaciones entonces, consideramos que la legitimidad de este
tipo de distribuciones no es una legitimidad afianzada, sino que coexiste en tensión
principalmente con una contra-legitimidad de la modalidad distributiva según categoría
laboral. Teniendo en cuenta la importancia de la calificación en la consideración de justicia
sobre la modalidad distributiva igualitaria ¿serán los trabajadores calificados los que expresan
la contra-legitimidad de la categoría laboral? ¿Qué rol jugará el haber participado de la
recuperación?
207
Ver anexo metodológico, cuadro 63.
276
Fuente: Relevamiento a trabajadores de empresas recuperadas año 2011. Proyecto UBACyT:
“La cultura de la recuperación en la conciencia de los trabajadores”. Director: Julián Rebón.
N: 49
283
Conclusiones.
287
Cuadro Síntesis: Modalidades distributivas desigualitarias.
Propiedad y/
control de recursos Mecanismos de exclusión o acaparamiento Mecanismos de explotación Magnitud de la explotación Categorías
Rango Posibilidad de
Magnitud de posible de la Legitimidad persistencia
Categorías de Categorías la magnitud de Origen de de la organizacional
Modalidad Instrumentos de la la exclusión o Instrumentos de de la explotación la las desigualdad de la
distributiva Activo productivo exclusión o acaparamiento acaparamiento explotación explotación observada explotación categorías material desigualdad
288
El cuadro precedente resume los análisis desarrollados a la luz de los conceptos que
hemos utilizados para analizar los procesos de desigualación distributiva.
Como hemos afirmado, en tanto la modalidad de distribución basada en el ser asociado
o no a la cooperativa es la resultante de una relación laboral, es la co-propiedad de la
cooperativa la que permite la propiedad o control de los medios de producción, el activo
productivo sobre el que reposa la relación de desigualdad. La propiedad constituye la
condición para el control la unidad productiva, la cual es personificada por la figura de
“socio” que se erige como el atributo de “ciudadanía” que dicha propiedad otorga.
Sobre la base de la posesión de ese activo productivo, se constituye primero un
mecanismo de exclusión –la no incorporación de trabajadores como asociados y la negación
de los derechos de participación en el control sobre la unidad productiva- sobre la cual opera
un mecanismo de transferencia de recursos a partir de la asalariazación -explotación- de los
empleados por parte de los empleadores.
Consideramos entonces, que el mecanismo de explotación sobre el cuál reposa la
desigualdad distributiva se corresponde con un mecanismo de exclusión, es decir que la
explotación opera sobre la base de acaparamiento pleno de un recurso valioso y sujeto a
monopolio: la propiedad de la cooperativa. Es por estas consideraciones que entendemos que
el acaparamiento de oportunidades expresado en estas configuraciones distributivas constituye
una “relación de exclusión plena”, es decir, una relación cerrada (Weber: 1996) que no puede
modificar su contenido excluyente sin una transformación radical de las categorías de la
desigualación: empleador propietario – empleado no propietario y los mecanismos
desigualitarios a ellas asociadas.
Estos mecanismos implican la escisión de la fuerza de trabajo en categorías pareadas:
por un lado, aquellos que pertenecen a la cooperativa en tanto socios, y por otro lado, los que
no pertenecen a la misma, sino que son empleados en relación de dependencia. Lo subyacente
a este tipo de retribución refiere a un criterio cuyo clivaje reside en el tipo de relación laboral
que entablan estos grupos: la cooperativa empleadora –el colectivo de trabajadores socios- y
el conjunto de trabajadores empleados –los trabajadores no asociados-.
Esta modalidad presenta límites categoriales claros constituidos por el status de socio
que confiere la propiedad. Por otro lado, constituyen límites sólidos, que dificultan la
movilidad de los actores de una categoría a otra. Esta solidez fronteriza sin embargo, no
implica su invulnerabilidad, es posible la movilidad de los actores, aunque no de los límites.
Los límites son rígidos –una sustantiva flexibilidad de los límites pone en riesgo la categoría
misma-, aunque la solidez puede variar.
289
En tanto que estas modalidades son empleadas por empresas que en origen
centralmente atravesaron procesos conflictividad social alta, consideramos que este
establecimiento de límites internos permite que el colectivo originario prolongue al interior de
la nueva organización, su grupalidad cohesionada resultante del proceso de recuperación,
transformando a la vez, su condición de subordinado a subordinante al incorporar nuevos
trabajadores como empleados no propietarios. El proceso de desigualación expresa en estas
experiencias, la constitución de un par categorial que prolonga una de las grupalidades
originales. Esta constitución del par categorial interno socio – no socio, se armoniza con uno
externo: propietario “con derechos” - no propietario “sin derechos”. Así, ante la nueva
organización constituida, el colectivo homogéneo y unificado durante el proceso de
recuperación, innova y a la vez reproduce límites categoriales para prolongarse estableciendo
una distinción y escisión respecto a los nuevos trabajadores que se incorporan a la empresa.
De esta manera, las nuevas categorías escinden la otrora fuerza de trabajo devenida en
propietaria, de la nueva fuerza de trabajo no propietaria. En tanto la escisión entre propietarios
y no propietarios constituye la categoría desigualitaria central en la distribución diferencial de
las riquezas en formaciones sociales de carácter dominantemente capitalistas y un criterio
principal de estructuración social (Marx: 1997), nos encontramos ante elementos que refieren
a una emulación.
Ahora bien, desde la perspectiva de los trabajadores esta modalidad no posee
legitimidad interna -ni externa-, aunque sí un fuerte grado de acuerdo interno. Este acuerdo
posibilita que dicho criterio sea efectivamente empleado aunque no sea considerado el más
justo. Este carácter precario de la legitimidad de la modalidad, desde la perspectiva de los
trabajadores, convive en estas empresas con un criterio igualitario que presenta mayores
grados de legitimidad, lo que expresa cierto carácter de igualdad corporativista en estas
experiencias. Por otro lado, desde la perspectiva de los trabajadores, el criterio sobre el cual se
sustenta dicha modalidad refiere al mérito equitativo, lo justo de la modalidad se atribuye a un
mérito conferido por el mayor compromiso mostrado por los trabajadores asociados. En estos
casos consideramos que el mérito equitativo viene a contrarrestar la escasa legitimidad de una
modalidad que al emular categorías dominantes y circundantes -la propiedad y ciudadanía-,
entra en contradicción legal con la forma jurídica adoptada y la naturaleza asociativa del
vínculo laboral.
¿Qué reflexión podemos realizar respecto al grado de persistencia de esta modalidad?
Se podría pensar que la emulación de un par categorial dominante conferiría a dicha
desigualdad un carácter de persistente, sin embargo dos elementos nos llevan reflexionar
290
sobre dicha posibilidad de persistencia. En primer lugar, en la medida en que este tipo de
desigualdad categorial emulada entra en contradicción con la naturaleza jurídica del vínculo
asociativo, esta desigualdad no sólo no resuelve de mejor manera dichos problemas, sino que
genera otros que ponen en riesgo la organización misma. Este riesgo constituye un límite al
desarrollo, sostenimiento o profundización de este tipo de desigualdad por pertenencia. Pero
por otro lado, en la medida en que la magnitud de la explotación no sea significativa (es decir,
que la transferencia de recursos no sea pronunciada), o no exprese formas análogas a las
encontradas en las organizaciones de las cuales se emulan las categorías, la posibilidad de
persistencia de tales desigualdades es mayor. En este sentido, si se emulan no sólo las
categorías, sino también las magnitudes proporcionales de apropiación de recursos, la
eficiencia organizacional de tales categorías será puesta en cuestionamiento.
La restante modalidad distributiva que expresa configuraciones por pertenencia refiere
a la antigüedad. Estas modalidades suponen una diferenciación asimétrica en el campo
distributivo entre los trabajadores asociados que participaron en la recuperación y los
trabajadores que se incorporaron luego del mismo. El mecanismo de transferencia de recursos
-que como se expuso implica apropiación de porciones asimétricas de lo producido- radica en
el control de activos productivos de organización, es decir, en el control de recursos de
producción que dispone la organización, a partir del cual se instrumentaliza la apropiación del
excedente del trabajo. El control ejercido por el grupo de los “iniciadores” es resultante de las
diferencias en los grados de cohesión, integración así como longevidad en la asociación, que
el grupo de los “originarios” posee respecto a los “nuevos” resultante del haber compartido
trayectorias laborales en la empresa fallida, y principalmente, el haber compartido una
“historia de lucha” en la recuperación. Esta diferencia en los grados de cohesión constituye un
desequilibrio de poder en favor de los grupos más cohesionados e integrados, que habilita la
posibilidad de establecimiento de desigualaciones. Así, en estas modalidades los mecanismos
de explotación coexisten con mecanismos de acaparamiento de recursos derivados del control
de activos productivos referidos a recursos organizacionales en manos de los socios
fundadores instrumentados a partir del monopolio de puestos de trabajo que refieren a la
función de dirección mediación y de vigilancia de la unidad productiva –tareas de
coordinación y vigilancia del proceso productivo, así como a puestos en la gestión de la
cooperativa-. Este control de los recursos de producción que dispone la organización, se
constituye en la base material para la apropiación del excedente del trabajo.
Estas modalidades poseen entonces, cierto aspecto de igualdad de pertenencia, -entre
los socios fundadores- pero al mismo tiempo, el establecimiento de una desigualación
291
distributiva para con los nuevos trabajadores, lo cual también confiere cierta imagen de
igualdad corporativista.
Los mecanismos de desigualación suponen el establecimiento de las categorías de
socio fundador - nuevo socio, que escinden al colectivo de trabajadores en dos grupos. El
límite establecido por los pares es interno a la organización. El criterio objetivo que constituye
el límite del par categorial remite a la participación en el proceso de recuperación de las
empresas, pero las condiciones de ciudadanía y de propiedad del resto de los trabajadores no
originarios no difieren respecto al grupo de iniciadores.
Estas experiencias también expresaron centralmente en origen una alta conflictividad
en la recuperación. Con el desarrollo productivo estas experiencias incorporaron trabajadores
nuevos en tanto socios. Esa incorporación igualó a los trabajadores respecto a la “propiedad”
y “ciudadanía”, no existiendo monopolio formalmente excluyente de ese activo productivo.
Pero sobre esa igualación operó una desigualación distributiva mediante un mecanismo que
reconocía categorías pareadas sustentadas en el haber participado durante el proceso de
recuperación. En este sentido, los mecanismos desigualitarios existentes en estas modalidades
expresan una “relación de exclusión parcial”, es decir, una relación que puede modificar su
contenido excluyente aún sosteniendo las categorías originarias de la desigualación.
En este sentido, a diferencia de la modalidad anteriormente descripta, estas relaciones
distributivas suponen mayor apertura participativa, puesto que la ciudadanía permite ser
partícipe de la organización. Pero esta apertura no ocurre a nivel del criterio distributivo –ser
fundador-, criterio que constituye las categorías. En este sentido, en tanto posee mayor
apertura en la primera dimensión –participación en la toma de decisiones- existe la posibilidad
formal de transformar el carácter cerrado de la segunda relación –participación en la
distribución-.
El origen de este par categorial refiere a un subproducto del encuentro de redes, es
decir, como resultante de la interacción social que conecta trabajadores que comparten o
adquieren rasgos comunes –el ser trabajadores de antigüedad significativa en la fallida y que
atravesaron el conflictivo proceso de recuperación-, constituyéndolos como grupos ya
consolidados, pero a la vez los escinde en algún aspecto de los nuevos trabajadores que no
poseen dicho atributo, con quienes mantienen relaciones significativas, esto es relaciones
cotidianas de cooperación productiva en la empresa. Los límites de las categorías son claros y
reconocibles por el colectivo de trabajadores, no así las nominaciones de los lados que
compone el límite -las categorías-. Este carácter difuso de las nominaciones se corresponde
con un menor grado de institucionalización de las categorías (institucionalización formal en
292
estatutos o reglamentos), y con la ausencia de pares categoriales externos claros. Así, el
carácter interno de los límites que tienen origen en las interacciones solidario–competitivas
entre los “nuevos” y los “viejos” trabajadores no se encuentra armonizado claramente con un
par categorial externo, lo cual expresa mayores grados de innovación respecto a esta
dimensión -y en relación a las otras configuraciones distributivas desigualitarias-, aunque
dicha innovación suponga un proceso de desigualación distributiva.
Desde la perspectiva de los trabajadores esta modalidad posee baja legitimidad externa
y relativa legitimidad interna. Al interior de la organización, esta relativa legitimidad interna
viabiliza la utilización de la modalidad y refuerza su sostenimiento, más aún teniendo en
cuenta que no existe una contra-legitimidad de otra modalidad que dispute a la empleada, sino
que emergen con baja intensidad, legitimidades de las modalidades igualitarias y las basadas
en la categoría laboral. El criterio en el cual se sustenta esta modalidad refiere al mérito
equitativo, lo justo de la modalidad se asocia a un mérito por la lucha en la recuperación y la
iniciación de la experiencia. En este sentido, en la medida en que estas modalidades
distributivas reposan en una categoría desigualitaria no plenamente emulada del exterior, sino
de construcción interna subproducto de las interacciones, necesita de la construcción de una
legitimidad hacia el interior de la organización. Esa necesidad de legitimidad se instrumenta a
partir de la utilización de principios que se presentan como equitativos, no desigualitarios, tal
que permita la interacción.
El carácter de mayor innovación que supone esta modalidad distributiva nos interroga
sobre su capacidad de persistencia. El carácter no emulado de las categorías implica la
necesidad de una legitimidad interna basada en criterios equitativos, pero esta modalidad no
posee mayoritaria legitimidad al interior del colectivo laboral, por lo que no se resuelven
favorablemente los problemas organizacionales que trae aparejado la innovación categorial,
emergiendo disputas sobre lo justo del criterio que otorga legitimidad a la distribución. Por
otro lado, los agrupamientos de trabajadores que participan de las categorías más
desfavorecidas, si bien se encuentran parcialmente excluidos de los recursos organizativos,
tienen formalmente posibilidad de incidencia resolutiva. Entonces, es posible que estas
experiencias modifiquen sus criterios distributivos incorporando otros que posean mayor
legitimidad (calificación, por ejemplo), siempre y cuando esto no redunde en una
transformación radical de los agrupamientos de los cuáles resultaban las categorías, es decir,
siempre y cuando los socios fundadores no se vean perjudicados en su posición jerárquica de
la cuál resultaba la distribución de los recursos. De darse estas transformaciones, los criterios
distributivos adquirirían mayor complejidad, mixturando criterios basados en la calificación,
293
en la antigüedad, la responsabilidad, etc. Consideramos como más dificultoso que estas
experiencias asuman formas igualitarias, salvo que se redefinan las relaciones de poder al
interior del colectivo laboral, lo cual implicaría transformaciones en las relaciones de control
o acaparamiento de los recursos organizacionales.
Respecto a las modalidades basadas en la categoría laboral, nuestros análisis no nos
permiten afirmar que dichas modalidades expresen mecanismos de explotación -que
impliquen la apropiación y transferencia de recursos, es decir, que la diferencialidad se deba a
la apropiación de un grupo del trabajo de otro grupo-. Encontramos embrionariamente un
mecanismo tal, en un segundo criterio mucho más solapado y con menor presencia. Este
segundo criterio supone una trasferencias de recursos mediante un mecanismo basado en
relación entre la antigüedad y la propiedad. En estos casos, el ser socio fundador de la
cooperativa tiene correlato con expresar mayor porcentaje de propiedad de la misma, lo cual
se traduce en una mayor retribución mensual.
Sin embargo, sí podemos afirmar para todos los casos analizados, sobre la existencia
de un control de activos productivos referidos a los recursos de producción que dispone la
organización, que permite una distribución diferencial instrumentada a partir del
acaparamiento de las categorías más redituables.
En este sentido, si bien la desigualdad distributiva no se expresa explícitamente al
interior de la organización en forma pareada -sino que en principio pueden observarse tantas
grupalidades como categorías establecidas-, se observa que son los trabajadores socios que
participaron de la recuperación los que ocupan puestos de mayor calificación -de “mando y
promoción”- lo cual les permite una distribución diferencial respecto al resto de trabajadores
que ocupan centralmente agrupamientos laborales de menor calificación.
En este sentido, un primer análisis arroja que los límites que separan las categorías
laborales son claros, incluso formalmente establecido en estatutos. Por otro lado, si bien los
límites permiten formalmente cierta movilidad -son permeables en la medida en que existiría
la posibilidad de ascenso en las categorías con la adquisición de saberes y experiencia-, la
asociación entre calificación y el haber participado de la recuperación analizada con
anterioridad nos interroga sobre la posibilidad real de esta movilidad.
Esta modalidad distributiva refiere centralmente a aquellas empresas de menor
conflictividad social en origen. El carácter de menor conflictividad implica en estos casos, que
sus grados de ruptura institucional con la empresa fallida fueran menores, y por tanto
preservaran -en mayor medida que las empresas que expresaron mayor conflictividad-, las
estructuras organizativas anteriores. Por lo tanto, evidencian escaso margen de “invención” en
294
las categorías desigualitarias. En tanto las categorías basadas en la calificación constituyen la
forma dominante de diferenciación salarial, estos límites internos se corresponden con
categorizaciones que tienen origen externo a la organización en cuestión. Observamos
también en estas experiencias, una prolongación no sólo de a un agrupamiento –los que
participaron de la recuperación que pasarán a ser socios-, sino de las categorías mismas. En
este sentido, las experiencias evidencian mayor grado de emulación y menor grado de
invención.
Este mecanismo de emulación se expresa no sólo en las categorías, sino también en los
criterios sobre los cuales reposa sus niveles de legitimidad. En este sentido, desde la
perspectiva de los trabajadores, estas modalidades expresan altos grados de legitimidad tanto
interna como externa, apoyada en criterios que refieren a la calificación (división singular del
trabajo, responsabilidad, saberes y conocimientos). Éstos son criterios de justificación
ampliamente difundidos en las consideraciones sobre la forma de retribuir a la fuerza de
trabajo, y por lo tanto, organizacionalmente intercambiables.
En este sentido, el alto grado de legitimidad de esta modalidad y lo difundido de sus
criterios, constituye también un observable de que estas categorías emuladas sirven a los
efectos de resolver los problemas organizacionales que genera la apropiación diferencial de
los recursos. Por otro lado, esta modalidad y los criterios que la justifican, no necesariamente
entran en contradicción con la naturaleza jurídica y el vínculo asociativo de la organización.
Lo anterior nos interroga sobre la posibilidad de persistencia o sostenimiento de esta
modalidad distributiva desigualitaria, asentada en mecanismos de acaparamiento de
oportunidades. Los elementos antes señalados nos llevan a conjeturar que esta modalidad y
sus criterios evidencian fuertes posibilidades de sostenimiento. El ser resultante de una baja
ruptura organizacional, el resolver organizacionalmente de manera favorable los problemas
generados por la apropiación diferencial, el no constituir una modalidad que implique una
contradicción con la naturaleza jurídica de las experiencias -elementos que coadyuvan a que
posean una fuerte legitimidad-, permiten considerar a estas modalidad con amplia capacidad
de sostenimiento. Sin embargo, constituye un interrogante a plantear qué sucedería ante
modificaciones en los niveles de funcionamiento de las experiencias. En este sentido, es
posible pensar que bajos niveles de funcionamiento podrían incidir en la reformulación de la
modalidad. Los trabajadores que no gozan de los beneficios de acaparamiento de las
categorías más redituables, los trabajadores nuevos no calificados, se verían favorecidos en un
achicamiento de las distancias distributivas respecto a las categorías más redituables, lo cual
supondría un proceso de igualación distributiva. Sin embargo, esto no modificaría la relación
295
de desigualdad respecto al control de los recursos organizacionales, aunque no existan
categorías más redituables que acaparar.
Este último aspecto nos permite considerar que la igualdad distributiva en estas
experiencias se asociación a situaciones de bajo niveles de funcionamiento. En estas
experiencias –centralmente de origen conflictivo-, la igualdad distributiva parece sostenerse
como una forma de adecuación a una situación de precariedad más que como una elección
con arreglo a valores, expresándose una tensión desde la perspectiva de los trabajadores entre
una concepción distributiva igualitarista –personificada por los trabajadores no calificados,
principalmente fundadores- y una concepción distributiva desigualitaria –personificada por
los trabajadores calificados, principalmente los nuevos-, asentada ésta última en la
calificación como criterio central.
El sostenimiento de la igualdad entonces, parece estar atada al sostenimiento de los
niveles de funcionamiento. La posibilidad de su persistencia parece efímera ante un
mejoramiento de dichos niveles. Ante mayores recursos que distribuir se abre el interrogante
sobre los dos posibles caminos, ambos implican la constitución de una desigualdad. ¿Será la
calificación de la tarea o la lucha de la recuperación el criterio central? En primer lugar, es
posible conjeturar que esto dependerá del poder del grupo de los “establecidos”, es decir de
los grados de cohesión interna de los fundadores. Mientras mayor esta cohesión mayor
probabilidades de que se prolongue este aspecto de igualdad de pertenencia de grupo.
Mientras menor esta cohesión, menor el poder instrumentado por lo tanto mayores son las
probabilidades de que la calificación se constituya en el criterio que exprese ese desequilibrio
de poder entre fundadores y nuevos.
En suma, nos parece sumamente importante destacar una serie de consideraciones que
se desprenden de los análisis desarrollados tomando como referencia ahora a las
configuraciones distributivas.
En primer lugar, nos parece importante y novedoso el haber podido vislumbrar una
relación entre las relaciones desigualitarias –en el campo del poder y de las distribuciones
materiales- y la naturaleza del vínculo constituido entre distintos agrupamientos de
trabajadores. La desigualdad, desde esta perspectiva, expresa su carácter relacional
evidenciándose como resultante de los desequilibrios de poder entre los distintos
agrupamientos. Esto se muestra en forma reveladora al analizar las configuraciones
distributivas que refieren a una desigualdad por pertenencia. Las relaciones distributivas en
estas experiencias que poseían centralmente una sociogénesis de igualdad, expresan el vínculo
entre dos agrupamientos de trabajadores que poseen –y reproducen- diferenciales de poder.
296
Esta diferencialidad de poder entre los grupos refiere una longevidad de asociación
diferencial, y con niveles de organización también diferenciales (grados de cohesión y control
de los recursos organizacionales). Uno de esos agrupamientos -“el de los recuperadores”- se
constituye a partir de una vivencia común, una unidad y cohesión de grupo que corresponde al
momento instituyente organizacional –el momento de la recuperación-, sobre el cual opera
posteriormente un cierre social del agrupamiento. La forma categorial que asume dicha
configuración –según “el haber participado en la recuperación” o según “el ser asociado a la
cooperativa”- expresa esa diferencialidad de poder de los agrupamientos pareados.
En segundo lugar, nos parece sumamente interesante reflexionar sobre el rol de los
criterios equitativos en este tipo de configuraciones. Los criterios equitativos meritocráticos
constituyen la fuente principal de legitimidad de estas modalidades que expresan
configuraciones por pertenencia, sirviendo a los efectos de investir de legitimidad una
relación de desigualdad. Lo interesante a reflexionar es cómo un privilegio distributivo puede
sostenerse mediante argumentaciones meritocráticas que lo legitiman. En este sentido, el
análisis de las relaciones de desigualdad -sus mecanismos, instrumentos y las categorías que
en ellas se expresan- nos ha permitido “despejar” las relaciones distributivas, de las
interpretaciones que los individuos realizan de dichas relaciones distributivas, en su
valoración sobre lo justo e injusto de la distribución. En este sentido, una relación es de
desigualdad en función del tipo de vínculo –jerárquico, asimétrico- que se establece entre un
conjunto de individuos -o grupos- respecto de algo -dinero, poder, bienes-, y no en función de
lo que los individuos y grupos participantes de la relación consideren sobre dicha relación.
Esto no implica desconocer importancia a las percepciones o consideraciones de los
individuos, sino ubicar dichos “sucesos de la conciencia”, en su lugar: poseen poca capacidad
explicativa independiente, juegan un rol secundario en las causas de la desigualdad. Ahora
bien, que el rol sea secundario no significa que no tengan rol alguno: pueden contribuir a
fortalecer, vehiculizar, permitir, obstaculizar, la amplitud o generalización de dicha relación.
En ese sentido, constituyen un observable valioso -aunque no el único observable- para
pesquisar la posibilidad de sostenimiento, afianzamiento o debilitamiento de una relación de
desigualdad, así como las disputas (no sólo simbólicas, sino materiales) en torno a las
mismas.
Por otro lado, del análisis de de las legitimaciones emerge como interesante pregunta,
en qué medida esta disputa cultural, estas legitimaciones y deslegitimaciones, no expresan en
realidad, no sólo una crisis de la legitimidad de modalidad, sino una crisis de la autoridad de
la cual emana la aceptación de dicha modalidad distributiva, es decir, en qué medida no es
297
una crisis de la legitimidad de la dominación de los agrupamientos que ejercen la apropiación
de los activos productivos que permiten las distribuciones diferenciales. En este sentido,
afirmamos en la segunda parte de la Tesis que entendemos a la dominación como la
probabilidad de lograr obediencia a un mandato (Weber: 1996). Esta probabilidad reposa en
una legitimidad, la cual a su vez puede asumir variados tipos –racional, carismática o
tradicional-. Abrimos como pregunta entonces, para próximos acercamientos investigativos, si
las deslegitimaciones no expresan algún aspecto de crisis de la legitimidad de la autoridad de
los grupos de trabajadores que mediante la apropiación de los recursos productivos, y la
personificación de la función de dirección de la empresa, logran los mejores beneficios de las
distribuciones desigualitarias.
En tercer lugar, es interesante observar que aún en aquellas experiencias que modelan
configuraciones distributivas no segmentadas, sino basadas en las funciones y en la división
singular del trabajo, también opera una relación de desigualdad estructurada por la naturaleza
segmentada del vínculo entre agrupamientos de trabajadores. El control de los recursos
organizativos que constituye el acaparamiento se debe a diferenciales de poder cuyo origen se
remite a los niveles de cohesión constituidos durante la génesis organizacional. El ser
“recuperador” implica asumir tareas calificadas de gestión y/o coordinación-. Es interesante
reflexionar en qué medida el criterio que define a la modalidad –la calificación- no constituye
en realidad la forma en que es velado el criterio realmente operante. Nuestra hipótesis es que
se asume tareas calificadas porque se es recuperador, y no a la inversa.
Sin perjuicio de lo anteriormente mencionado, consideramos que la tensión
distributiva central, desde la perspectiva de los trabajadores, es expresada por las
concepciones igualitarias y las desigualitarias basadas en la categoría laboral. Estas dos
modalidades son las principales en la consideración de los trabajadores de nuestra muestra.
¿Cómo puede entenderse entonces la importancia de la desigualdad por pertenencia ante esta
tensión que la excluye? Justamente, las configuraciones por pertenencia constituyen la manera
en que puede desarrollarse una desigualdad, sin que la tensión sea favorablemente resuelta
hacia la desigualdad ampliamente legitimada y considerada como tal. Es decir, estas
experiencias expresan una configuración desigualitaria, que sostiene un carácter igualitario
entre aquellos individuos que constituyeron relaciones de tal carácter en momentos de la
génesis de la experiencia. Se establece una jerarquía distributiva, pero sosteniendo una
igualdad meritocrática, en apariencia no desigualitaria. Es en este sentido, en que es posible
pensar a estas configuraciones como innovadoras, constituyen un intento de evasión de la
298
desigualdad, pero con la construcción de una diferenciación a la vez que el sostenimiento de
la igualdad: la resultante es una desigualdad corporativa.
Entonces, en las experiencias analizadas que modelan configuraciones distributivas
desigualitarias encontramos elementos que refieren a una fuente diferencial de poder
constituida por los grados diferenciales en los grados de cohesión grupal. La figuración entre
“forasteros” y “establecidos” exhibe características y regularidades comunes en esta variedad
de experiencias analizadas. Es interesante reflexionar en qué medida estas regularidades
estructurales no son intrínsecos a las especificidades de este tipo de experiencias productivas.
Estas experiencias son la resultante de una acción colectiva de carácter conflictivo. Ese
proceso conflictivo, más allá de los grados de conflictividad que pueda asumir, modela los
agrupamientos cohesionados de los cuales emergerá la diferenciación posterior. En este
sentido, si bien no podemos conjeturar que los tipos de vínculos de los cuales resultan las
desigualdades distributivas analizadas en esta Tesis puedan ser encontrados en todo grupo
social, sí podemos vislumbrar que estos vínculos nos muestran su faceta más evidente en
aquellos colectivos que han transitado procesos de conflictividad social. Mayor es el grado de
dicha conflictividad, más evidente el carácter segmentado de la desigualación. En este
sentido, la conflictividad por sí misma no necesariamente produce espacios sociales
igualitarios, sino que puede modelar espacios sociales con lógicas corporativas.
Por otro lado, es remarcable que nuestra investigación diera cuenta de la existencia de
desigualaciones que expresan mecanismos de exclusión y explotación no asentados en una
escisión entre productor y propietarios de los medios de producción. En estos casos, la
desigualdad viene dada por acaparamiento de recursos organizativos obtenidos por grupos que
poseen mayor grado de cohesión social. Esta desigualdad puede permitir el establecimiento de
una transferencia de recursos cuando adquiere carácter categorial. En este sentido, nuestros
análisis nos permiten afirmar que estos procesos de desigualación se encuentran relacionados
con un descenso del carácter directo en la toma de decisiones, una creciente delegación y una
baja rotación dirigencial. Consideramos entonces, sumamente sugerente hipotetizar sobre la
posibilidad de que la cooperación despótica pueda estar basada en una desigualdad generada
por la exclusión y control de los recursos organizativos, y no necesariamente basada en la
propiedad de los medios de producción.
En función de lo antedicho, es interesante preguntarse, si los elementos aquí
analizados no implican una reelaboración por parte de estos trabajadores de elementos
clásicos de corporativismo obrero –la construcción de solidaridades al interior de la propia
fracción con carácter excluyente respecto a otras fracciones obreras- ante una nueva
299
coyuntura –el personificar la función de dirección de un espacio socio-productivo-. Como
afirman Bueno Fischer y Tiriba (2009) la apropiación de los medios de producción no es
suficiente para luchar contra la explotación y la expropiación. Es necesaria también, una
articulación de los saberes del trabajo fragmentados por el capital, y una apropiación de los
instrumentos teórico-metodológicos, tal que permita resignificar los sentidos del trabajo, en la
construcción de una nueva cultura del trabajo como prefiguración de una sociedad de nuevo
tipo Ahora bien, no es posible coadyuvar a ese objetivo con una mera apropiación acrítica de
dichos instrumentos teórico-metodológicos, sino que estos deben ser deconstruidos, y
comprendidos en sus efectos desigualadores.
Este último punto nos coloca en la vieja –aunque no menos importante- discusión
sobre las tres dimensiones de la lucha –la económica, la política y la teórica- y las relaciones
entre ambas dimensiones: ¿qué carácter resulta de la crítica práctica al orden socio-productivo
sin avanzar en una crítica teórica del mismo?
Hemos analizado cómo con el desarrollo de la vida productiva de estas empresas,
empiezan a aparecer tensiones en el carácter interpenetrado social- mercantil que expresaba su
génesis. La emergencia de desigualaciones sociales en las relaciones de distribución
establecidas entre el colectivo laboral sobre lo producido en la unidad productiva, y aquellas
resultantes del ejercicio de la función de dirección expresan la construcción de jerarquías y
desigualdades sociales al interior del colectivo laboral que nos interrogan sobre la continuidad
del carácter “socializado” a su interior. Estas desigualdades emergentes pueden yuxtaponer a
la lógica socializada existente al interior de la unidad productiva, otras lógicas, configurando
nuevos caracteres híbridos en algunas de estas empresas, que pueden expresar una tensión
entre la existencia de espacios de igualación no organizados a su interior por el criterio de
propiedad o de control de activos productivos, y la existencia de jerarquías y desigualaciones.
En este sentido, consideramos que las transformaciones en las dimensiones de los
mecanismos de apropiación del excedente de trabajo así como las transformaciones en la
dimensión política de las relaciones de producción constituyen los observables de centralidad
para dar cuenta de transformaciones de los componentes de hibridación de las
interpenetraciones. La desigualdad distributiva se encuentra estrechamente relacionada a las
desigualdades en el campo del poder. A la luz de los elementos presentados, consideramos
que las transformaciones analizadas cuestionan el componente de auto-administración no
explotadora del carácter social. Este último punto resulta de centralidad, puesto que cuestiona
aquellas perspectivas que enfatizan en la tendencia a la acumulación como el elemento que
permite hipotetizar sobre la primacía de caracteres capitalistas en la interpenetración de
300
modos productivos (Wright: 2010). La ausencia de acumulación no implica iguales grados de
satisfacción de necesidades humanas.
Por otro lado, en relación a la articulación entre estos emprendimientos y su entorno
social, aunque no podemos afirmar que la acumulación y no el consumo sea la lógica
productiva principal, el intercambio que establecen las unidades productivas con la
“sociedad” es centralmente mercantil a través de la producción de mercancías –bienes de
cambio- para su intercambio en un mercado en condiciones de dominio capitalista.
Remarcamos este punto puesto que consideramos que el aspecto no mercantil de las
relaciones entre estas unidades productivas y la sociedad impacta en la dimensión de
apropiación que refiere a su carácter social. Las articulaciones no mercantiles constituyen una
forma de apropiación social de estos emprendimientos, trascendiendo su carácter privado.
Consideramos que estas articulaciones refieren a una lógica del don, lógica que escapa al
sentido utilitarista, económicamente racional, calculado e inmediato de los intercambios. El
don, supone un intercambio temporalmente diferido e interesado, pero en el vínculo mismo.
El don es creador de alianzas, y acciones solidarias (Caillé: 2009).
En este sentido, consideramos que constituye un desafío repensar -así como
jerarquizar conceptualmente- al don y su rol en estas experiencias productivas: cómo se
pueden establecer en estas unidades productivas relaciones con su entorno que trasciendan lo
meramente económico, entendiendo por éste un sentido utilitarista basado en el cálculo
racional-instrumental. Las lógicas del don, que poseen un interés no meramente económico-
racional, pueden contribuir a que esto suceda, modificando la dimensión de apropiación
privada de su carácter social. Sin embargo, se abre aquí una paradoja: estas unidades
económicas deben perder aspectos estrictamente de racionalidad económico-instrumental para
trascender en su carácter social, aún cuando la motivación central del proceso contenga
aspectos centralmente económicos: la reproducción de las condiciones materiales de vida.
Pero por otro lado, no basta con esta ampliación del don, o algún aspecto de gratuidad
en las relaciones. El don, como vínculo social que no se construye a partir de los intercambios
mercantiles, constituye el tipo de vínculo principal en sociedades fuertemente segmentadas y
desigualitarias. Incluso es posible encontrar lógicas del don constituyentes de relaciones de
desigualdad. El concepto de deuda en torno a la figura de contradon, permite reflexionar sobre
dicha posibilidad (Abduca: 2007). En este sentido, se constituye en un doble desafío: en
primer lugar, reflexionar sobre un carácter de reciprocidad en el don. Es decir, en qué medida
más allá de su carácter diferido, el vínculo del don y el contradon no exprese desequilibrios de
poder para ninguna de las partes que constituyen el vínculo, sino que expresan
301
tendencialmente una relación de igualdad. En segundo lugar, constituye también un desafío
no sólo reflexionar sobre el carácter recíproco del don, sino también vincular la lógica del don
de tipo recíproco hacia el entorno de estas unidades, con relaciones igualitarias al interior de
las mismas.
Este último punto nos conduce a la necesidad de reflexionar en criterios no
estrictamente económicos de distribución, es decir, en criterios que avancen en la equidad,
reconociendo méritos no basados en criterios económicos, sino de otra índole. ¿Cómo
promover lógicas del don al interior del espacio socio-productivo en las relaciones de
distribución? ¿Es posible considerar configuraciones distributivas con primacía de una lógica
del don? En todo caso, quizá no se trate sólo de abandonar aspectos económicos e incorporar
reciprocidad igualitaria y gratuidad, sino de pensar la economía misma de manera diferente.
Pensar en otra economía.
302
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311
ANEXO METODOLÓGICO
1) Instrumentos de registros
2) Cuadros.
312
1) INSTRUMENTOS DE REGISTRO
Empresa:
Fecha: Universidad de Buenos
Entrevistador: Aires
Informantes:
Cargo:
El conflicto
Desalojo 1:
313
Desalojo 2:
Intento de desalojo 1:
Intento de desalojo 2:
Intento de desalojo 3:
Formación de la cooperativa
Otro hecho relevante (aclarar)
Observaciones:
El inicio de la producción
Cuándo comenzó a producir?
Cuantos trabajadores eran entonces?
Cuantas renuncias de trabajadores hubo en todo el proceso de lucha? Por que se fueron?
Cuáles son los principales problemas que encuentran para producir?
Las decisiones
¿De qué manera se toman las decisiones en la empresa en la actualidad? Que ámbitos de
toma de decisiones existen y acerca de que decide cada uno? Quiénes participan de los
mismos?
La disciplina
¿Cómo se aseguran que lo que se decide se realice? Existe algún reglamento disciplinario?
Cómo se aseguran que todos trabajen por igual? Existen problemas de disciplina laboral
tales como ausentismo, llegada tarde, etc.? Cómo los resuelven?
La distribución
¿Cuál es la modalidad de retiro? En caso de que sea escalonada explicite criterios? Que se
hace con los excedentes?
En el caso de necesitar incorporar nuevos trabajadores a la empresa cual es el criterio de
incorporación? (Ej. Ex compañero, familiar, etc.)
Cuál es la Cantidad de horas promedio de trabajo por compañero?
Los asalariados
Hay trabajadores que no pertenezcan a la cooperativa trabajando en la empresa?
Cuantos? Cuál es el criterio para pagarles?
314
Guía de entrevistas informantes clave de E. R. Año 2006.
Razón Social
Dirección Legal:
Teléfono:
Actividad Principal:
Actividad Secundaria:
Rama:
Formación de la cooperativa:
Desalojo:
Intento de desalojo:
Otro hecho relevante (aclarar)
Observaciones:
La producción
(ver inicio para Bauen, Patricios y Brukman)
¿Cuántos trabajadores son en la actualidad?
Son todos socios? Cuantos no?
En el caso de necesitar incorporar nuevos trabajadores a la empresa, ¿cuál es el criterio de
incorporación? (Ej. Ex compañero, familiar, etc.) Cuáles son los mecanismos para
incorporar a los nuevos?
Las decisiones
¿De qué manera se toman las decisiones en la empresa en la actualidad? ¿Qué ámbitos de
toma de decisiones existe?(asamblea, comisión directiva, presidente, etc.)
¿Quién o quiénes deciden acerca de
las decisiones económicas del día a día? Compras/ventas, etc.
la estrategia general de la empresa?
la aplicación de sanciones disciplinarias?
la articulación con otras empresas o movimientos?
Cuánto se retira al final del mes o quincena?
Asamblea
-Cuál es la frecuencia de realización de asambleas? Cuando fue la última?
¿Cuántos participan en la asamblea? Cuantos participaron en la ultima? Que temas
convocan? Hay discusión?
Cambios
Han incorporados máquinas o tecnología?
Existieron cambios en la forma de organizar la producción?
Como se organizan los sectores, responsables o coordinadores
División del trabajo, hay rotación en los puestos
Cambiaron los puestos de trabrajo existentes, incorpararon nuevas tareas o son las
mismas, etc.
Usos de los espacios
Tuvieron que contratar profesionales? Para que?
Produce todo con marca propia? Existe Trabajo a fazon? Que porcentaje?
La disciplina
¿Cómo se aseguran que lo que se decide se realice? Existe algún reglamento disciplinario?
¿Cómo se aseguran que todos trabajen por igual? ¿Existen problemas de disciplina
laboral, tales como ausentismo, llegada tarde, etc.? ¿Cómo los resuelven?
La comunidad
¿Realizan alguna actividad o emprendimiento de articulacion o colaboración con la
comunidad o vecinos? ¿Cuál?
316
Guía de entrevistas informantes clave de E. R. Año 2010.
Situación legal
En qué situación se encuentran legalmente?
Qué forma de posesión tienen con el inmueble?
Qué forma de posesión con los muebles?
Qué acciones desarrollaron durante este período para resolver la situación legal?
Trabajadores
¿Cuántos trabajadores son en la actualidad?
Son todos socios?
Tienen pasantes o aspirantes a socios?
Tienen contratados?
Incorporación
Incorporaron trabajadores durante 2010, y durante 2009?
Cuál es la figura utilizada para incorporar?
Por qué se decidió esa figura?
Cómo se decidió? En qué ámbito? Quiénes decidieron? Se plantearon otras alternativas?
Cuáles son los mecanismos para incorporar a los nuevos?
Por que utilizan esos mecanismo? En qué ámbito se decidieron? Quiénes decidieron? Se
plantearon otras alternativas?
Asociaron a aspirantes (contratados, pasante, etc.) durante el, 2010, durante el 2009, del
2006 en adelante?
Abandono/expulsión
Se fueron trabajadores durante EL 2010, y durante el 2009? Y desde la recuperación?
Cuál fue la razón del abandono /expulsión?
Retiro
¿Cuánto están retirando actualmente? Retiro promedio? Cuánto retira el que más retira,
cuánto el que menos?
Relación con la media de la rama? Más o menos q la rama?
¿Qué se hace con los excedentes?
¿Cómo resuelven el tema de la cobertura de salud?
¿Están aportando para la jubilación? ¿De qué modo lo hacen?
317
Cuál es el criterio en que se basa la modalidad elegida?
Producción.
Hay rotación en los puestos de producción?
Cambiaron los puestos de trabajo existentes?
incorporaron nuevas tareas o son las mismas, etc.
Incorporaron maquinaria?
Tuvieron que contratar profesionales? Para que?
Produce todo con marca propia?
Existe Trabajo a fazon? Que porcentaje?
¿Cuáles son los principales problemas que encuentran para producir?
Han recibido subsidios?
Ha recibido créditos?
Articulaciones no mercantiles
¿Realizan o participan de alguna actividad, emprendimiento de articulación o colaboración en
la comunidad o vecinos?
Para cada una que nombren: frecuencia, quiénes participan, quiénes la organizan, cómo se
financia, la ER recibe algo a cambio? Qué?
318
¿Realizan alguna colaboración técnica y política con alguna ER? ¿Otorgan algún préstamo sin
intereses a alguna ER?
¿La ER recibe apoyo de: Gobierno Nacional, Municipio, legisladores, jueces, políticos,
sindicato, OSCs, Cámara empresaria (RSE), organizaciones barriales, otras ERs,
universidades, periodismo (¿), otro?
Qué apoyo?
319
Guía de entrevista para relevamientos sistemáticos de nuevas empresas.
Razón Social
Dirección Legal:
Teléfono:
Actividad Principal:
Actividad Secundaria:
Rama:
Razón Social
Marca:
Actividad Principal:
Actividad Secundaria:
Rama:
Inicio de la Actividad
Cuanto se producía en los últimos tiempos de la empresa
Cantidad máxima de empleados que tuvo
Año en el que tuvo la mayor cantidad de empleados
Cuantos trabajadores eran en el último mes de la empresa
Fecha de la quiebra
Fecha de cese de actividades
Existió vaciamiento de maquinarias en el último año de
la empresa
Porcentaje del mercado nacional que llegó a tener
El conflicto
320
1. Manifestación/ festival
2. Acampe/ Corte/ Escrache
3. Huelga/ quite de colaboración
4. Petitorio a autoridades/Juez
5. Presentación judicial
6. Otra medida (especificar) .......................
Formación de la cooperativa:
Desalojo 2:
Intento de desalojo:
Otro hecho relevante (aclarar)
Observaciones:
El inicio de la producción
¿Cuándo comenzaron a producir?
¿Cuántos trabajadores eran entonces? ¿Quedaron trabajadores de todas las áreas?
¿Cuántas renuncias de trabajadores hubo en todo el proceso de lucha? ¿Por qué se fueron?
¿Cuáles son los principales problemas que encuentran para producir?
¿Cuál es la modalidad de retiro? En caso de que sea escalonada explicite criterios.
¿Cuánto están retirando actualmente? ¿Qué se hace con los excedentes?
¿Cómo resuelven el tema de la cobertura de salud?
¿Están aportando para la jubilación? ¿De qué modo lo hacen?
¿Tienen algún seguro por accidentes? En caso de un accidente, ¿cómo lo resuelven?
En el caso de necesitar incorporar nuevos trabajadores a la empresa, ¿cuál es el criterio de
incorporación? (Ej. Ex compañero, familiar, etc.) Como se los incorpora
¿Cuál es la cantidad de horas promedio de trabajo por trabajador?
Los asalariados
¿Hay trabajadores que no pertenezcan a la cooperativa trabajando en la empresa?
¿Cuántos son? ¿Cuál es el criterio para pagarles?
Las decisiones
¿De qué manera se toman las decisiones en la empresa en la actualidad? ¿Qué ámbitos de
toma de decisiones existe?(asamblea, comisión directiva, presidente, etc.)
¿Quién o quiénes deciden acerca de
las decisiones económicas del día a día? Compras/ventas, etc.
321
la estrategia general de la empresa?
la aplicación de sanciones disciplinarias?
la articulación con otras empresas o movimientos?
Cuánto se retira al final del mes o quincena?
Para ud.,
¿La asamblea es en la actualidad un ámbito donde la conducción informa a los
trabajadores sobre las decisiones tomadas más que un espacio donde se discuten y toman
decisiones? Dé algún ejemplo.
La disciplina
¿Cómo se aseguran que lo que se decide se realice? Existe algún reglamento disciplinario?
¿Cómo se aseguran que todos trabajen por igual? ¿Existen problemas de disciplina
laboral, tales como ausentismo, llegada tarde, etc.? ¿Cómo los resuelven?
La comunidad
¿Realizan alguna actividad o emprendimiento de colaboración con la comunidad? ¿Cuál?
Dificultades centrales
Créditos y subsidios
Nombre del entrevistado:........................
Cargo actual: .............................
Ocupación en empresa anterior:......................
322
ENCUESTA A TRABAJADORES DE EMPRESAS RECUPERADAS
FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES – UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES
Abril 2011
Empresa Trabajador
Fecha Encuestador
DATOS SOCIODEMOGRAFICOS
323
TRABAJO EN LA EMPRESA ANTERIOR (FALLIDA)
................................................................................................................................
9. ¿Qué tareas realizaba en esa ocupación? DESCRIBIR TAREAS / PROFUNDIZAR
................................................................................................................................
................................................................................................................................
1 SI 2 NO 3 No contesta
................................................................................................................................
15.¿Qué tareas realiza en esta ocupación? DESCRIBIR TAREAS / PROFUNDIZAR
...............................................................................................................................
................................................................................................................................
16.¿En su ocupación usted usa máquinas?
1 SI 2 NO 3 No contesta
324
19.¿Qué cargo ocupa? ………………………………
22.Para Usted, del siguiente listado ¿quiénes considera que colaboraron en la recuperación de
esta empresa?
Colaboró
Movimientos de empresas
1 1.SI 2. NO 3. NS/NC
recuperadas
2 Vecinos 1.SI 2. NO 3. NS/NC
3 Partidos políticos 1.SI 2. NO 3. NS/NC
4 Gobierno nacional 1.SI 2. NO 3. NS/NC
5 Gobierno de la Ciudad 1.SI 2. NO 3. NS/NC
6 Legisladores/Diputados 1.SI 2. NO 3. NS/NC
23.Para usted el éxito de una empresa recuperada debe medirse principalmente teniendo en
cuenta:
La capacidad de sostener y generar fuentes de
1
trabajo
La capacidad de asegurar la participación de los
2
asociados en los asuntos de la empresa
La capacidad de crecer en inversión y
3
productividad
4 No sabe / no contesta (no leer)
25.Según su opinión, ¿qué diferencias positivas encuentra entre trabajar en una empresa
recuperada y en una empresa con patrón?
................................................................................................................................
.................................................................................................................................
26.Según su opinión, ¿qué diferencias negativas encuentra entre trabajar en una empresa
recuperada y en una empresa con patrón?
325
................................................................................................................................
.................................................................................................................................
........................................................................................................................
...........................................................................................................................
29.Respecto a los ingresos o retiros a cuenta de utilidades de los trabajadores de la empresa,
está de acuerdo o en desacuerdo con que: Todos los trabajadores de la empresa deben
ganar lo mismo.
31.Está de acuerdo o en desacuerdo con que: Los trabajadores deben ganar según su
categoría laboral.
32.Está de acuerdo o en desacuerdo con que: Los socios deben ganar más que los que no son
socios.
33.Está de acuerdo o en desacuerdo con que: Los trabajadores deben ganar según las
necesidades que tengan.
34.De todas estas formas de retiro a cuenta de utilidades, ¿cuál le parece más justa?
326
1 Deben ganar todos por igual
36.Según su opinión, ¿cuál de estas formas de retiro a cuenta de utilidades permite que la
empresa funcione mejor?
........................................................................................................................
38.Si la empresa necesitara incorporar un trabajador, para usted se debe priorizar...
2 A ex -trabajadores de la empresa
5 No sabe / no contesta
327
........................................................................................................................
40.¿Está de acuerdo o en desacuerdo con la siguiente frase?
“Las empresas recuperadas deben desarrollar actividades de articulación con la
comunidad como por ejemplo: centros culturales, bachilleratos populares, donaciones,
etc.”
...........................................................................................................................
42.¿Por qué las empresas recuperadas deben desarrollar este tipo de actividades?
REALIZAR ESTA PREGUNTA SÓLO A LOS QUE RESPONDIERON
“ACUERDO” (1) EN LA PREGUNTA 40.
Porque permite ganarse la confianza de los vecinos y su
1
apoyo en caso de conflicto.
Porque es una forma de devolverle a la sociedad el apoyo
2
recibido.
Porque hay que mantener buenas relaciones con el
3
gobierno que solicita el uso de las instalaciones.
Porque ayuda a que la empresa sea declarada de utilidad
4
pública.
Otra
5
(cual)……………………………………………………..
OPINION
b) Una de las principales causas de la pobreza consiste en que mucha gente pobre no
quiere trabajar.
328
d) Una de las principales causas de la pobreza consiste en que la economía se basa en la
propiedad privada y en las ganancias.
44.Para Ud. ¿es justo que un grupo de trabajadores de una fábrica que está por cerrar la ocupe
para ponerla a producir?
1 SI 2 NO 3 No contesta
........................................................................................................................
46.Para Ud. ¿es justo que un grupo de desocupados ocupe una fábrica cerrada para ponerla a
producir, aún cuando nunca hayan trabajado en ella?
1 SI 2 NO 3 No contesta
47.¿ ¿Por qué? (profundizar)
........................................................................................................................
........................................................................................................................
48.¿Considera que es justo que personas que no tienen vivienda ocupen un terreno
deshabitado para vivir?
1 SI 2 NO 3 No contesta
49.¿Por qué? (profundizar)
........................................................................................................................
........................................................................................................................
50.Principalmente, usted se considera...ROTAR OPCIONES
1 Un Asalariado
2 Un cooperativista
3 Un Trabajador
4 Todos significan lo mismo /ninguna (no leer)
5 NS/NC
PARTICIPACIÓN
51.Le voy a mencionar una serie de organizaciones. Quisiera saber si usted participó en
alguna de ellas.
Participó
Organización barrial/ Asamblea barrial 1. Si 2. No 3. NS/NC
Sindicato 1. Si 2. No 3. NS/NC
Movimiento Piquetero o de desocupados 1. Si 2. No 3. NS/NC
329
Partido Político 1. Si 2. No 3. NS/NC
Movimiento de empresas recuperadas 1. Si 2. No 3. NS/NC
Otras (aclarar).............................. 1. Si 2. No 3. NS/NC
1 SI 2 NO 3 No contesta
330
2) CUADROS
Cuadros de la Tesis Parte 3209.
Cuadro 2. Medidas de tendencia central de la variable edad, cuartiles, edad máxima y mínima
de los trabajadores de empresas recuperadas
Statistics
Edad
N Valid 138
Missing 0
Mean 44,88
Median 42,50
Mode 39
Minimum 21
Maximum 75
Sum 6193
Percentiles 25 33,00
50 42,50
75 57,00
Cumulative
Frequency Percent Valid Percent Percent
Valid sin educación/ primaria 7 5,1 5,1 5,1
incompleta
209
La totalidad de la información consignada surge de la elaboración propia en base Relevamiento a trabajadores
de empresas recuperadas año 2011. Proyecto UBACyT: “La cultura de la recuperación en la conciencia de los
trabajadores”. Director: Julián Rebón. N: 138.
331
primaria completa 48 34,8 34,8 39,9
secundaria incompleta 35 25,4 25,4 65,2
secundaria completa 25 18,1 18,1 83,3
terciaria/universitaria 17 12,3 12,3 95,7
incompleta
terciaria/universitaria 6 4,3 4,3 100,0
completa
Total 138 100,0 100,0
Cumulative
Frequency Percent Valid Percent Percent
Valid administración 35 25,4 25,4 25,4
producción 103 74,6 74,6 100,0
Total 138 100,0 100,0
Cumulative
Frequency Percent Valid Percent Percent
Valid si 15 10,9 14,6 14,6
no 88 63,8 85,4 100,0
Total 103 74,6 100,0
Missing System 35 25,4
Total 138 100,0
332
Cuadro 7. Tipo de inserción socio-laboral en los Trabajadores de empresas recuperadas de
Buenos Aires.
Cumulative
Frequency Percent Valid Percent Percent
Valid socio 123 89,1 89,1 89,1
aspirante/aprendiz 7 5,1 5,1 94,2
contratado 8 5,8 5,8 100,0
Total 138 100,0 100,0
Cumulative
Frequency Percent Valid Percent Percent
Valid si 86 62,3 62,3 62,3
no 52 37,7 37,7 100,0
Total 138 100,0 100,0
Cumulative
Frequency Percent Valid Percent Percent
Valid si 82 59,4 59,4 59,4
no 56 40,6 40,6 100,0
Total 138 100,0 100,0
Cuadro 10. El trabajador formaba parte del consejo de administración en el momento del
relevamiento. Trabajadores de empresas recuperadas de Buenos Aires.
Cumulative
Frequency Percent Valid Percent Percent
Valid si 18 13,0 13,0 13,0
no 120 87,0 87,0 100,0
Total 138 100,0 100,0
333
Cuadro 11. Anteriormente, en esa empresa, el trabajador formó parte del consejo de
administración. Trabajadores de empresas recuperadas de Buenos Aires.
Cumulative
Frequency Percent Valid Percent Percent
Valid si 29 21,0 21,0 21,0
no 109 79,0 79,0 100,0
Total 138 100,0 100,0
Cumulative
Frequency Percent Valid Percent Percent
Valid 1 4 2,9 4,9 4,9
2 8 5,8 9,8 14,6
3 2 1,4 2,4 17,1
4 9 6,5 11,0 28,0
5 4 2,9 4,9 32,9
6 4 2,9 4,9 37,8
7 2 1,4 2,4 40,2
8 1 ,7 1,2 41,5
9 5 3,6 6,1 47,6
10 4 2,9 4,9 52,4
11 1 ,7 1,2 53,7
12 5 3,6 6,1 59,8
13 2 1,4 2,4 62,2
15 4 2,9 4,9 67,1
16 4 2,9 4,9 72,0
17 2 1,4 2,4 74,4
18 2 1,4 2,4 76,8
19 1 ,7 1,2 78,0
20 6 4,3 7,3 85,4
22 2 1,4 2,4 87,8
334
23 1 ,7 1,2 89,0
24 3 2,2 3,7 92,7
25 1 ,7 1,2 93,9
26 2 1,4 2,4 96,3
28 1 ,7 1,2 97,6
35 1 ,7 1,2 98,8
40 1 ,7 1,2 100,0
Total 82 59,4 100,0
Missing System 56 40,6
Total 138 100,0
Cumulative
Frequency Percent Valid Percent Percent
Valid si 52 37,7 37,7 37,7
no 86 62,3 62,3 100,0
Total 138 100,0 100,0
Cumulative
Frequency Percent Valid Percent Percent
Valid 7,00 3 2,2 2,2 2,2
8,00 6 4,3 4,3 6,5
9,00 16 11,6 11,6 18,1
10,00 22 15,9 15,9 34,1
11,00 54 39,1 39,1 73,2
12,00 37 26,8 26,8 100,0
Total 138 100,0 100,0
335
Cumulative
Frequency Percent Valid Percent Percent
Valid si 87 63,0 63,0 63,0
no 51 37,0 37,0 100,0
Total 138 100,0 100,0
Cumulative
Frequency Percent Valid Percent Percent
Valid si 33 23,9 23,9 23,9
no 105 76,1 76,1 100,0
Total 138 100,0 100,0
Cumulative
Frequency Percent Valid Percent Percent
Valid si 18 13,0 13,0 13,0
no 120 87,0 87,0 100,0
Total 138 100,0 100,0
Cumulative
Frequency Percent Valid Percent Percent
Valid si 18 13,0 13,0 13,0
no 120 87,0 87,0 100,0
Total 138 100,0 100,0
Cumulative
Frequency Percent Valid Percent Percent
Valid si 18 13,0 13,0 13,0
no 120 87,0 87,0 100,0
336
Cumulative
Frequency Percent Valid Percent Percent
Valid si 18 13,0 13,0 13,0
no 120 87,0 87,0 100,0
Total 138 100,0 100,0
¿Participó en el proceso de
recuperación?
si no Total
Quisiera saber si usted si 19 14 33
participó en una 22,1% 26,9% 23,9%
organización
13,8% 10,1% 23,9%
barrial/asamblea barrial
no 67 38 105
77,9% 73,1% 76,1%
48,6% 27,5% 76,1%
Total 86 52 138
100,0% 100,0% 100,0%
62,3% 37,7% 100,0%
¿Participó en el proceso de
recuperación?
si no Total
Quisiera saber si usted si 11 7 18
participó en un sindicato 12,8% 13,5% 13,0%
8,0% 5,1% 13,0%
no 75 45 120
87,2% 86,5% 87,0%
54,3% 32,6% 87,0%
Total 86 52 138
337
100,0% 100,0% 100,0%
62,3% 37,7% 100,0%
¿Participó en el proceso de
recuperación?
si no Total
Quisiera saber si usted si 10 8 18
participó en un partido 11,6% 15,4% 13,0%
político
7,2% 5,8% 13,0%
no 76 44 120
88,4% 84,6% 87,0%
55,1% 31,9% 87,0%
Total 86 52 138
100,0% 100,0% 100,0%
62,3% 37,7% 100,0%
¿Participó en el proceso de
recuperación?
si no Total
Quisiera saber si usted si 11 7 18
participó en un 12,8% 13,5% 13,0%
movimiento piquetero o
8,0% 5,1% 13,0%
de desocupados
no 75 45 120
87,2% 86,5% 87,0%
54,3% 32,6% 87,0%
Total 86 52 138
100,0% 100,0% 100,0%
62,3% 37,7% 100,0%
338
Cuadro 24. Participación en otras organizaciones según participación en el proceso de
recuperación de la empresa.
¿Participó en el proceso de
recuperación?
si no Total
Quisiera saber si usted si 7 7 14
participo en otras 8,1% 13,5% 10,1%
organizaciones
5,1% 5,1% 10,1%
no 77 44 121
89,5% 84,6% 87,7%
55,8% 31,9% 87,7%
ns/nc 2 1 3
2,3% 1,9% 2,2%
1,4% ,7% 2,2%
Total 86 52 138
100,0% 100,0% 100,0%
62,3% 37,7% 100,0%
¿Participó en el proceso de
recuperación?
si no Total
Quisiera saber si usted si 70 17 87
participó en un 81,4% 32,7% 63,0%
movimiento de
50,7% 12,3% 63,0%
empresas recuperadas
no 16 35 51
18,6% 67,3% 37,0%
11,6% 25,4% 37,0%
339
Total 86 52 138
100,0% 100,0% 100,0%
62,3% 37,7% 100,0%
Cuadro 26. Sector donde desempeña tareas según participación en el proceso de recuperación
de la empresa.
¿Participó en el proceso de
recuperación?
si no Total
división administración 25 10 35
singular 29,1% 19,2% 25,4%
18,1% 7,2% 25,4%
producción 61 42 103
70,9% 80,8% 74,6%
44,2% 30,4% 74,6%
Total 86 52 138
100,0% 100,0% 100,0%
62,3% 37,7% 100,0%
Cuadro 27. Realiza tareas de vigilancia y/o coordinación del proceso según participación en el
proceso de recuperación de la empresa.
¿Participó en el proceso de
recuperación?
si no Total
coordinación y/o si 22 5 27
vigilancia en cualquier 25,6% 9,6% 19,6%
sector del proceso
15,9% 3,6% 19,6%
productivo
no 64 47 111
74,4% 90,4% 80,4%
46,4% 34,1% 80,4%
Total 86 52 138
100,0% 100,0% 100,0%
62,3% 37,7% 100,0%
340
Cuadro 28. Sexo según participación en el proceso de recuperación de la empresa.
¿Participó en el proceso de
recuperación?
si no Total
Sexo hombre 52 37 89
60,5% 71,2% 64,5%
37,7% 26,8% 64,5%
mujer 34 15 49
39,5% 28,8% 35,5%
24,6% 10,9% 35,5%
Total 86 52 138
100,0% 100,0% 100,0%
62,3% 37,7% 100,0%
¿Participó en el proceso de
recuperación?
si no Total
participo en alguna si 72 29 101
organización 83,7% 55,8% 73,2%
52,2% 21,0% 73,2%
no 14 23 37
16,3% 44,2% 26,8%
10,1% 16,7% 26,8%
Total 86 52 138
100,0% 100,0% 100,0%
62,3% 37,7% 100,0%
Cuadro 30. Consideración de justicia de las modalidades distributivas basadas en “el haber
participado de la recuperación” y “por condición de socios” según referencia a lógica
reflexiva del mérito en sus justificaciones. Pag 239
341
considera como la
modalidad más justa
"el haber participado
de la recuperación o
"según la condición de
socio"
si no Total
Refiere a si 20 0 20
lógica 71,4% ,0% 14,6%
reflexiva 14,6% ,0% 14,6%
del mérito no 8 109 117
en su
28,6% 100,0% 85,4%
respuesta
5,8% 79,6% 85,4%
Total 28 109 137
100,0% 100,0% 100,0%
20,4% 79,6% 100,0%
Cuadro 31. Configuración distributiva según referencia a lógica reflexiva del mérito.
Configuración distributiva
Por
pertenenci Por
igualitaria a funciones Total
Refiere a Lógica si 5 14 1 20
reflexiva del mérito 100,0% 66,7% 50,0% 71,4%
17,9% 50,0% 3,6% 71,4%
no 0 7 1 8
,0% 33,3% 50,0% 28,6%
,0% 25,0% 3,6% 28,6%
Total 5 21 2 28
100,0% 100,0% 100,0% 100,0%
17,9% 75,0% 7,1% 100,0%
342
Considera como la
modalidad más justa
"la categoría laboral"
si no Total
Refiere a criterio de si 25 0 25
“saber” o 47% 0% 18%
“conocimiento”
no 28 85 113
53% 100% 82%
Total 53 85 138
100% 100% 100%
Total 19 14 2 53
100% 100% 100% 100%
Considera como la
modalidad más justa
"la categoría laboral"
si no Total
Refiere a lógica si 26 0 26
reflexiva de la jerarquía 49% 0% 19%
en su respuesta
no 27 85 112
51% 100% 81%
343
Total 53 85 138
100% 100% 100%
Cuadro 36. Tipo de configuración distributiva existente en la empresa según según referencia
a lógica reflexiva de la jerarquía
Configuración distributiva
Por
pertenenci Por
igualitaria a funciones Total
Refiere a lógica si 9 6 11 26
reflexiva de la jerarquía 47,4% 42,9% 55,0% 49,1%
en su respuesta
17,0% 11,3% 20,8% 49,1%
no 10 8 9 27
52,6% 57,1% 45,0% 50,9%
18,9% 15,1% 17,0% 50,9%
Total 19 14 20 53
100,0% 100,0% 100,0% 100,0%
35,8% 26,4% 37,7% 100,0%
344
Cuadro 37. Tipo de configuración distributiva según referencia a lógica reflexiva de la
jerarquía en su respuesta o a criterio de saber o conocimiento
Configuración distributiva
Por
pertenenci Por
igualitaria a funciones Total
Refiere a lógica si 16 12 15 43
reflexiva de la jerarquía 84,2% 85,7% 75,0% 81,1%
en su respuesta o a
30,2% 22,6% 28,3% 81,1%
criterio de saber o
conocimiento no 3 2 5 10
15,8% 14,3% 25,0% 18,9%
5,7% 3,8% 9,4% 18,9%
Total 19 14 20 53
100,0% 100,0% 100,0% 100,0%
35,8% 26,4% 37,7% 100,0%
345
Considera como más
justo la modalidad
distributiva “todos por
igual”
si no Total
Refiere a criterio si 13 0 13
esfuerzo compartido 28,3 ,0% 11,6%
9,4 ,0% 11,6%
no 33 92 125
71,7 100,0% 88,4%
24,9% 66,7% 88,4%
Total 46 92 138
100,0% 100,0% 100,0%
33,3% 66,7% 100,0%
346
Cuadro 41. Referencia a criterio de “esfuerzo compartido” y/o lógica reflexiva asociativa en
la respuesta según consideración de justicia de la modalidad distributiva “igualitaria”.
347
Cuadro 43. Consideración de justicia de la modalidad distributiva “igualitaria” según
referencia a criterio de esfuerzo compartido y/o evasión de conflictividad y/o lógica reflexiva
asociativa en la respuesta.
Considera como más
justo la modalidad
distributiva “todos por
igual”
si no Total
criterio de esfuerzo si 34 0 34
compartido y/o lógica 73,9% ,0% 24,6%
reflexiva asociativa y/o
24,6% ,0% 24,6%
evasión desacuerdo
no 12 92 104
26,1% 100,0% 75,4%
8,7% 66,7% 75,4%
Total 46 92 138
100,0% 100,0% 100,0%
33,3% 66,7% 100,0%
Cuadro 44. Consideración de justicia de las modalidades distributivas según el sexo del
entrevistado
Cuadro 45. Consideración de justicia de las modalidades distributivas según la edad del
entrevistado.
edad
hasta 33 34 a 42 43 a 57 58 y mas Total
De todas estas formas Deben ganar todos por 9 11 15 11 46
de retiro a cuenta de igual 24,3% 34,4% 40,5% 34,4% 33,3%
utilidades, ¿cuál le
6,5% 8,0% 10,9% 8,0% 33,3%
parece más justa?
Deben ganar según si 5 7 5 3 20
participaron en la 13,5% 21,9% 13,5% 9,4% 14,5%
recuperación
3,6% 5,1% 3,6% 2,2% 14,5%
Deben ganar según su 15 11 12 15 53
categoría laboral 40,5% 34,4% 32,4% 46,9% 38,4%
10,9% 8,0% 8,7% 10,9% 38,4%
Deben ganar en 4 2 1 1 8
función de si son 10,8% 6,3% 2,7% 3,1% 5,8%
socios o no
2,9% 1,4% ,7% ,7% 5,8%
Deben ganar según sus 4 1 3 2 10
necesidades 10,8% 3,1% 8,1% 6,3% 7,2%
2,9% ,7% 2,2% 1,4% 7,2%
349
No sabe / no contesta 0 0 1 0 1
,0% ,0% 2,7% ,0% ,7%
,0% ,0% ,7% ,0% ,7%
Total 37 32 37 32 138
100,0% 100,0% 100,0% 100,0% 100,0%
26,8% 23,2% 26,8% 23,2% 100,0%
350
Cuadro 47. Consideración de justicia de las modalidades distributivas según participación en
el proceso de recuperación.
De todas estas formas de retiro a cuenta de utilidades, ¿cuál le parece más justa? *
¿Participó en el proceso de recuperación? Crosstabulation
¿Participó en el proceso de
recuperación?
si no Total
De todas estas formas Deben ganar todos por 33 13 46
de retiro a cuenta de igual 38,4% 25,0% 33,3%
utilidades, ¿cuál le
23,9% 9,4% 33,3%
parece más justa?
Deben ganar según si 14 6 20
participaron en la 16,3% 11,5% 14,5%
recuperación
10,1% 4,3% 14,5%
Deben ganar según su 29 24 53
categoría laboral 33,7% 46,2% 38,4%
21,0% 17,4% 38,4%
Deben ganar en función 4 4 8
de si son socios o no 4,7% 7,7% 5,8%
2,9% 2,9% 5,8%
Deben ganar según sus 5 5 10
necesidades 5,8% 9,6% 7,2%
3,6% 3,6% 7,2%
No sabe / no contesta 1 0 1
1,2% ,0% ,7%
,7% ,0% ,7%
Total 86 52 138
100,0% 100,0% 100,0%
62,3% 37,7% 100,0%
Cuadro 48. Consideración de justicia sobre las modalidades distributivas según condición de
socio de la cooperativa.
¿Es socio de la
cooperativa? Total
351
si no
De todas estas formas Deben ganar todos por 44 2 46
de retiro a cuenta de igual 35,8% 13,3% 33,3%
utilidades, ¿cuál le
Deben ganar según si 20 0 20
parece más justa?
participaron en la 16,3% ,0% 14,5%
recuperación
Deben ganar según su 45 8 53
categoría laboral 36,6% 53,3% 38,4%
Deben ganar en función 6 2 8
de si son socios o no 4,9% 13,3% 5,8%
Deben ganar según sus 7 3 10
necesidades 5,7% 20,0% 7,2%
No sabe / no contesta 1 0 1
,8% ,0% ,7%
Total 123 15 138
100,0% 100,0% 100,0%
Cuadro 50. Consideración de justicia sobre las modalidades basadas en la categoría laboral y
la igualdad según participación en el proceso en empresas que distribuyen según antigüedad.
352
Es socio fundador
si no Total
Considera a la si 4 11 15
modalidad distributiva 26,7% 64,7% 46,9%
igualitaria o según
categoría laboral como 12,5% 34,4% 46,9%
la más justa. no 11 6 17
73,3% 35,3% 53,1%
34,4% 18,8% 53,1%
Total 15 17 32
100,0% 100,0% 100,0%
46,9% 53,1% 100,0%
Es socio fundador
modalidad distributiva empleada en
la empresa si no Total
antigüedad Considera si 2 6 8
a la 13,30% 35,30% 25,00%
modalidad 6,30% 18,80% 25,00%
igualitaria
como la no 13 11 24
más justa. 86,70% 64,70% 75,00%
40,60% 34,40% 75,00%
Total 15 17 32
100,00% 100,00% 100,00%
46,90% 53,10% 100,00%
Es socio fundador
modalidad distributiva empleada en
la empresa si no total
Antigüedad Considera si 2 5 7
a la 13,30% 29,40% 21,90%
modalidad 6,30% 15,60% 21,90%
basada en
no 13 12 25
la
categoría 86,70% 70,60% 78,10%
laboral 40,60% 37,50% 78,10%
353
como la
más justa
Total 15 17 32
100,00% 100,00% 100,00%
46,90% 53,10% 100,00%
Cuadro 53. Consideración de la modalidad igualitaria como la más justa según condición de
asociado, en las empresas que distribuyen según condición de socio de la cooperativa.
¿Es socio de la
cooperativa?
tipo de distribución si no Total
condición Considera si 9 1 10
de socio a la 50,0% 14,3% 40,0%
modalidad 36,0% 4,0% 40,0%
igualitaria
no 9 6 15
como la
más justa 50,0% 85,7% 60,0%
36,0% 24,0% 60,0%
Total 18 7 25
100,0% 100,0% 100,0%
72,0% 28,0% 100,0%
Cuadro 54. Acuerdo sobre la modalidad distributiva basada en la condición de socio según
condición de asociado a la cooperativa, en las empresas que distribuyen según condición de
socio de la cooperativa.
¿Es socio de la
cooperativa?
354
Total 17 7 24
100,00% 100,00% 100,00%
70,80% 29,20% 100,00%
Cuadro 55. consideración de la modalidad basada en la categoría laboral como la más justa
según condición de asociado, en las empresas que distribuyen según condición de socio de la
cooperativa.
¿Es socio de la
cooperativa?
tipo de distribución (desplegada) si no Total
condición Considera si 4 3 7
de socio a la 22,20% 42,90% 28,00%
modalidad 16,00% 12,00% 28,00%
basada en
la no 14 4 18
categoría 77,80% 57,10% 72,00%
laboral 56,00% 16,00% 72,00%
como la
más justa
Total 18 7 25
100,00% 100,00% 100,00%
72,00% 28,00% 100,00%
Cuadro 56. Consideración de la modalidad basada en la categoría laboral como la más justa
según los agrupamiento de trabajadores por calificación y función de dirección en las
empresas que distribuyen según categoría laboral.
Agrupamiento de trabajadores
Trabajador
Trabajador calificado de
calificado de no
dirección/vigi dirección/vigi
lancia o lancia o Trabajador
coordinación coordinación no calificado Total
Considera a la si 5 10 5 20
modalidad basada en 71,4% 66,7% 50,0% 62,5%
la categoría laboral
15,6% 31,3% 15,6% 62,5%
como la más justa
no 2 5 5 12
28,6% 33,3% 50,0% 37,5%
355
6,3% 15,6% 15,6% 37,5%
Total 7 15 10 32
100,0% 100,0% 100,0% 100,0%
21,9% 46,9% 31,3% 100,0%
Fuente: Relevamiento a trabajadores de empresas recuperadas año 2011. Proyecto UBACyT:
“La cultura de la recuperación en la conciencia de los trabajadores”. Director: Julián Rebón.
N: 32
Cuadro 57. Consideración de la modalidad basada en la categoría laboral como la más justa
según calificación de la tarea, en las empresas que distribuyen según categoría laboral.
Calificación de la tarea
modalidad distributiva empleada en no
la empresa calificado calificado Total
categoría Considera si 5 15 20
laboral a la 50,00% 68,20% 62,50%
modalidad
15,60% 46,90% 62,50%
basada en
la no 5 7 12
categoría 50,00% 31,80% 37,50%
laboral 15,60% 21,90% 37,50%
como la
más justa
Total 10 22 32
100,00% 100,00% 100,00%
31,30% 68,80% 100,00%
Cuadro 58. Consideración de la modalidad basada en la categoría laboral como la más justa
según ejercicio de tareas de dirección (gestión) en las empresas que distribuyen según
categoría laboral.
Cuadro 59. Ejercicio de tareas calificadas y/o de gestión según participación del proceso de
recuperación y en las empresas que distribuyen según categoría laboral.
¿Participó en el proceso de
recuperación?
si no Total
Agrupamiento de Trabajador 6 1 7
trabajadores calificado de 28,6% 9,1% 21,9%
dirección/vigilancia
o coordinación
Trabajador 10 5 15
calificado de no 47,6% 45,5% 46,9%
dirección/vigilancia
o coordinación
no calificado 5 5 10
23,8% 45,5% 31,3%
Total 21 11 32
100,0% 100,0% 100,0%
Cuadro 60. Consideración de la modalidad igualitaria como la más justa según los
agrupamiento de trabajadores por la calificación y ejercicios de tareas de gestión, en las
empresas que distribuyen según categoría laboral.
Agrupamiento de trabajadores
Trabajador
Trabajador calificado de
calificado de no
dirección/vigi dirección/vigi
lancia o lancia o Trabajador
coordinación coordinación no calificado Total
Considera a la si 1 4 3 8
modalidad igualitaria 14,3% 26,7% 30,0% 25,0%
como la más justa
3,1% 12,5% 9,4% 25,0%
357
no 6 11 7 24
85,7% 73,3% 70,0% 75,0%
18,8% 34,4% 21,9% 75,0%
Total 7 15 10 32
100,0% 100,0% 100,0% 100,0%
21,9% 46,9% 31,3% 100,0%
Cuadro 61. Consideración de la modalidad igualitaria como la más justa según calificación de
la tarea en las empresas que distribuyen igualitariamente.
Calificación de la tarea
no calificado calificado Total
Considera a la si 9 11 20
modalidad igualitaria 64,3% 31,4% 40,8%
como la más justa
18,4% 22,4% 40,8%
no 5 24 29
35,7% 68,6% 59,2%
10,2% 49,0% 59,2%
Total 14 35 49
100,0% 100,0% 100,0%
28,6% 71,4% 100,0%
Cuadro 62. Consideración de la modalidad igualitaria como la más justa según participación
en el proceso de recuperación en las empresas que distribuyen igualitariamente.
¿Participó en el proceso de
recuperación?
si no Total
Considera a la si 16 4 20
modalidad igualitaria 47,1% 26,7% 40,8%
como la más justa
32,7% 8,2% 40,8%
no 18 11 29
52,9% 73,3% 59,2%
36,7% 22,4% 59,2%
Total 34 15 49
358
100,0% 100,0% 100,0%
69,4% 30,6% 100,0%
Cuadro 63. Consideración de la modalidad igualitaria como la más justa según agrupamiento
de trabajadores por la calificación y la fundación de le empresa, en las empresas que
distribuyen igualitariamente.
Agrupamiento de trabajadores
“Fundad
“Fundador “Nuevo” or” “Nuevo”
” no no calificad calificad
calificado calificado o o Total
Considera a la si 6 3 10 1 20
modalidad 66,7% 60,0% 40,0% 10,0% 40,8%
igualitaria como la
más justa no 3 2 15 9 29
33,3% 40,0% 60,0% 90,0% 59,2%
Total 9 5 25 10 49
100,0% 100,0% 100,0% 100,0% 100,0%
Cuadro 64. Consideración de la modalidad basada en la categoría laboral como la más justa
según calificación de la tarea, en las empresas que distribuyen igualitariamente.
Agrupamiento de trabajadores
“Fundador
“Fundador” “Nuevo” no ” “Nuevo”
no calificado calificado calificado calificado Total
Considera a la si 2 1 10 6 19
modalidad basada en 22,2% 20,0% 40,0% 60,0% 38,8%
la categoría laboral
no 7 4 15 4 30
como la más justa
77,8% 80,0% 60,0% 40,0% 61,2%
Total 9 5 25 10 49
100,0% 100,0% 100,0% 100,0% 100,0%
359
360