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ENSAYO I

¿QUIENES Y POR QUÉ APLICARON POLITICAS CAPITALISTAS EN


BOLIVIA?

DESARROLLO DEL TEMA


En épocas de apaciguamiento ideológico, Fukuyama (1989), un norteamericano
de origen nipón, vaticinó el fin de la historia. La caída del comunismo y el triunfo
de las democracias liberales representaba la “etapa final” del trayecto de la lucha
de ideologías, la alineación y homogenización de las sociedades –presas de una
irresistible marea- transitarían permanente y decididamente hacia ese modelo
triunfante y coloso.

Ese escenario planteaba, hace no más de 25 años, una irresistible peregrinación


de los países latinoamericanos hacia la liberalización de su economía y la
extinción de un modelo de capitalismo de Estado que había provocado aparatos
estatales excesivos, sobredimensionados, ineficientes e hipertrofiados, los mismos
que cuartaron la iniciativa privada y entramparon las economías y las aspiraciones
de esos países.

Los principios liberales que inspiraron la independencia de Bolivia como nación,


pese a estar fuertemente presentes en el pensamiento del Libertador Simón
Bolivar, así como en la idea misma de la creación de la República, en su esencia
básica, no fueron plasmados el modelo político social normado
constitucionalmente desde 1826. Instituciones como el pongueaje, consistente en
la relación de vasallaje entre los latifundistas y los indios asentados en esos
latifundios configuraba un Estado cuasi feudal y no un Estado propiamente liberal.

La Revolución del 9 de abril de 1952 abre paso a un momento fundamental de la


historia del país y se convierte en el inicio de un nuevo ciclo estrenado por la
abolición de la relación de pongueaje, el reconocimiento del voto universal, la
necesaria reforma agraria y la nacionalización de la gran minería del estaño.

El nuevo ciclo inaugurado a partir de la revolución de 1952, consolidó un modelo


paternalista de capitalismo de Estado, caracterizado por el proteccionismo, los
subsidios, el intervencionismo y los gastos descontrolados del Estado. Este
modelo planteó el intervencionismo del Estado a todo nivel excluyendo a la
iniciativa privada de toda capacidad de desarrollo en los grandes campos de
servicios, industria, minería, hidrocarburos y exportaciones.

El resultado fue la consolidación de un Estado excesivamente sobredimensionado,


que no solo intervenía en todos los aspectos de la economía sino que adquirió la
fisonomía de una maquina hipertrofiada y autodestructiva, con unos niveles de
burocracia, ineficiencia, corrupción y sobre gasto muy lejanos a los límites de lo
aceptable y sostenible.
Los efectos de ese modelo de capitalismo de Estado afloraron de inmediato: se
anuló la iniciativa privada, la sociedad en su conjunto dependía desmedidamente
del Estado y el funcionamiento de éste generó un enorme desequilibrio fiscal que,
a su vez, produjo una inflación que llegó a ser la más alta de América Latina.

La situación económica, política y social resultante de la aplicación de ese modelo


constituye una amarga experiencia en la que se generalizó el descontento
mientras la economía se hundía: “el PIB, entre 1980 y 1986 experimentó un
descenso del 10%, en tanto que la disminución del PIB per cápita fue,
naturalmente, mucho mayor, alcanzando al 22%. El sector informal crecía
velozmente, llegando a superar el 50% de la ocupación total, y el descenso en los
ingresos y la inseguridad en que se vivía modificó los valores mismos de la
población. No tenían ya ningún sentido ni el ahorro ni los proyectos a mediano
plazo. Se vivía con sobresaltos, sin saber si el sueldo podía alcanzar, sin tener
idea de cuánto podían valer las cosas mañana. Una fracción significativa de la
población abandonó entonces por completo la legalidad y se pasó a "la
informalidad delictiva", en buena parte vinculada al tráfico de drogas”. (Sabino,
1999). Los índices económicos en las oficinas y las masivas protestas en las
calles develaron la inestabilidad del modelo que había llevado al país a una
situación límite, en lo económico, en lo político y en lo social.

En 1985, momento en el que el país se encontraba con el corazón en paro, no se


admitía más la posibilidad de medidas improvisadas o erráticas, se requerían
pasos decididos tendientes no solo a la supervivencia del país sino a la
destrucción de los males que habían provocado el desastre económico. El
desastre provocado por el modelo económico empujó al Presidente Hernán Siles
Suazo a su dimisión en 1985, llamándose a elecciones generales anticipadas de
las que, pese a salir vencedor el Gral. Hugo Banzer Suarez, es proclamado
Presidente el Dr. Víctor Paz Estensoro. Su presidencia se afrontó con un
escenario caótico, además de la hiperinflación que azotaba despiadadamente la
vida cotidiana de la gente, el Estado se encontraba en bancarrota técnica: casi sin
reservas internacionales, con todos los créditos internacionales congelados, el
sistema tributario erosionado y las empresas públicas totalmente fuera de control.
Todo ello, por supuesto, acompañado de un escenario social sombrío con cifras
intolerables de pobreza, endémico mal del país, que se agudizó al caer el PIB y el
ingreso real de los trabajadores.

El Presidente Paz Estensoro debió asumir el desafío con el país abandonado por
la comunidad internacional, ningún organismo bilateral o multilateral quería hablar
seriamente con el gobierno de Bolivia y sus planes de estabilización eran incluso
descartados por el FMI y otros organismos internacionales, el país se enfrentaba a
la difícil tarea de salir adelante con sus propios esfuerzos (Sabino, 1999).

El 29 de agosto de 1985, tres semanas después de asumido el poder, es


promulgado el Decreto Supremo No. 21060 que contenía medidas radicales
tendientes a modificar todas las áreas importantes de la economía. La iniciativa,
conocida como la Nueva Política Económica (NPE), se inició con medidas de
shock tendientes al control del gasto público para frenar el agudo déficit fiscal y la
contracción de la demanda agregada a fin de controlar el proceso inflacionario, por
un lado y a la progresiva liberalización de los mercados de bienes y de trabajo y la
supresión de restricciones al comercio exterior.

Las medidas supusieron un radical cambio social, jurídico, institucional y


sobretodo mental, el modelo intervencionista basado en el Estado paternalista
debía transitar hacia un modelo neoliberal en el que la moneda, los precios
internos, los tipos de interés e incluso el mercado laboral se rigen por las leyes del
mercado.

El país fue sometido a cirugía mayor. Dado que el cuadro clínico presentaba un
estado de crisis provocado por razones estructurales y no coyunturales, las
medidas se ejecutaron con brusquedad y radicalidad. El costo social de ello fue
tremendo, dado que el achicamiento del Estado y la corrección de los desórdenes
fiscales implicaron medidas de racionalización del gasto público, lo que en un
modelo de capitalismo de estado significa dejar sin empleo a muchas familias. Aún
queda en la memoria del colectivo boliviano el drama de miles de familias que
quedaron sin empleo a raíz de la relocalización de las minas, para muchos el
modelo se asimiló a un remedio maligno.

No obstante, desde el punto de vista macroeconómico, los resultados de las


medidas, en general, fueron no sólo positivos sino hasta cierto punto
espectaculares (Sabino, 1999), pese a factores externos severamente adversos
como la baja en el precio internacional de hidrocarburos y el valor del estaño,
principales productos de exportación. Bolivia logró en un periodo muy breve
revertir el proceso inflacionario y sanear sus cuentas fiscales, lo cual le permitido
enfrentar su problema de duda pública, iniciándose un nuevo periodo de
estabilidad y crecimiento. Un nuevo respiro de esperanza.

El forzoso giro que dio el país en cuanto a su modelo económico, coincidió con un
contexto internacional en el que el capitalismo se afinaba decididamente a nivel
global. Dicha situación junto al terror del recuerdo de la crisis pasada generó que
los sucesivos gobiernos no solo se resignen a la administración de los cambios del
modelo sino que sean arquitectos de su profundización.

Debido a que se planteó no solamente el estabilizar la economía, sino extirpar los


males originarios de la crisis, las medidas estructurales incidieron en los ámbitos
de intervención del Estado que entre otros incidían en el monopolio de los
servicios públicos y en la explotación de hidrocarburos. En ese sentido, el
achicamiento del Estado, implicó una necesaria transferencia de su capacidad
productiva hacia el sector privado.

En 1994 es proclamado Presidente de la República Gonzalo Sánchez de Lozada,


quien fuera otrora artífice de los cambios en 1985. Su gobierno, comprometido con
el cambio y creyente fundamentalista de los beneficios del modelo, generó
algunas de las reformas estructurales más importantes.
El planteamiento del modelo de economía de mercado, representaba para
naciones como Bolivia una luz de esperanza en momentos en los que “el país se
moría”(1985, Paz Estenssoro), de hecho, el decidido paso hacia ese rumbo
permitió una espectacular recuperación económica del país. Empero, las medidas
de reforma estructural que avanzaban hacia la implantación del modelo neoliberal
requerían de reformas estructurales y no coyunturales, proceso que en el caso
boliviano fue complejo y no tardó en presentar sus efectos colaterales.

El proceso de apertura al libre mercado en Bolivia se siguió con pasos decididos y


medidas complejas: se estableció un sistema legal moderno y avanzado, se
promovió la liberalización de servicios, se inició un proceso de privatización de las
empresas estatales, se suscribió alrededor de media docena acuerdos de
protección a las inversiones y se inició un proceso de reformas institucionales para
transformar el Estado intervencionista y empresario en un Estado regulador y
subsidiario.

En ese contexto, se generó una vorágine para promover la recepción de


inversiones en el país, se subastaron al mejor postor las empresas públicas, se
firmaron contratos de riesgo compartido para la exploración de hidrocarburos, se
promulgaron leyes de liberalización sectorial, se implantó un sistema de regulación
sectorial y se siguieron innumerables recetas y aplicaciones dogmáticas de las
recomendaciones del Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, el Banco
Interamericano de desarrollo y una largo etcétera.

CONCLUSIONES
Bolivia se encuentra en una oscilación circular. Sale de una crisis espantosa
donde la hipertrofia del Estado casi acaba consigo mismo, pero ese proceso de
transición hoy se encuentra en pleno proceso de desmontaje y retrotracción
acelerado, al no haber podido soportar la presión del clamor de las voces
necesitadas, impacientes y abrumadas.

La amarga experiencia del paternalismo Estatal, de la anulación de la iniciativa


privada y de la asfixia fiscal que gobernó los últimos días del capitalismo de
Estado, no fue suficiente para imprimir en la memoria de corto plazo de los
bolivianos las lecciones de lo que no se debe hacer ni repetir.

Pero no es únicamente el retorno a una receta ya probada y desdichadamente


fallida la que plantea el problema, es el camino sin vueltas ni contemplaciones
hacia ese retorno el que en extremo puede conmover los cimientos esenciales del
pacto social, siendo que las medidas de nacionalización dictadas por el gobierno
de Evo Morales, además de ser la antítesis del fallido intento neoliberal, es una
radical reivindicación del poder estatal por encima de todo orden y compromiso.

El intento nacionalizador del reciente gobierno boliviano se inspira en una legítima


intención de romper el círculo vicioso de la pobreza. Su postulado esencial es
superar las odiosas barreras que impiden el desarrollo de un país que merece un
mayor bienestar y un futuro de prosperidad. Empero, los medios planteados no
solo son probadamente ineficaces para lograr los fines en que se inspira sino que
además son profundamente lesivos.

BIBLIOGRAFÍA
 BASE DE DATOS DE LEGISLACIÓN del Congreso de la República de
Bolivia www.congreso.gov.bo
 CABANELLAS, GUILLERMO; “Diccionario Enciclopédico de Derecho
Usual”, Editorial Heliasta, Buenos Aires- Argentina, 1989.
 CENTRO DE INFORMACIÓN SOBRE RECURSOS JURÍDICOS EN
INTERNET del Instituto Boliviano de Investigaciones Jurídicas. www.ibij.org
 GAMARRA ZORRILLA, JOSÉ; “Liberalismo y Neoliberalismo; Breve
Interpretación de la Historia Política de Bolivia de 1879 a 1993”, Ed. Los
Amigos del Libro, La Paz – Bolivia, 1993.
 SABINO, CARLOS, "El Fracaso del Intervencionismo: Apertura y Libre
Mercado en América Latina", Caracas-Venezuela, 1999.
 WIKIPEDIA, Enciclopedia Libre http://es.wikipedia.org/wiki/Portada

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