LA VIOLENCIA SE HA TRANSFORMADO EN UNA FORMA DE VIDA
Aunque muchos crean que la violencia es un asunto que hoy ha surgido entre nosotros, al decir verdad no lo es, pues en realidad es una situación generada desde hace muchos años hasta se podría asegurar, que actualmente estamos insertados en una sociedad donde el ser humano esta involucrado de manera directa con todos los acontecimientos que desencadene un fenómeno que ostenta todo tipo de desgarre emocional como la crueldad, el deseo de venganza, el deseo de matar y el deseo de ver morir al otro, se construyen como un proceso constante en nuestra sociedad. Colombia un estado comúnmente reconocido como uno de los países más violentos en donde se ha intentado dar un fin ultimo a esta revelación hostil que ha contraído diversidad de necesidades y demandas a nivel económico, político y social se han desarrollado problemáticas que se vislumbran en la convivencia humana. Aunque se han establecido procesos de negociación para el cese a los conflictos de toda índole, su resolución no se ha manifestado de manera efectiva, puesto que las eventualidades catastróficas se siguen exterioriorizando en el contexto y hasta nos atreveríamos asegurar que con mayor fuerza y de manera frecuente.
La falta de compromiso por lo que actualmente esta sucediendo,
considerando las clases mas bajas menos favorecidas doliente por las constantes luchas y guerras, estos acontecimientos son expuestos por los medios masivos de comunicación refiriéndose a información que desencadena asombro y preocupación por los espectadores, pero un escaso papel activo por parte de todos nosotros; la inconsciencia nos caracteriza y es un frente obstaculizador para intervenir en las diferentes problemáticas de carácter social. De igual manera se presenta un suceso violento en contra del pueblo el cual hace referencia a la corrupción, quien es la gestora y madre de la guerra que hoy vivimos.
Este fenómeno trazado en el contexto social también puede ser
descrito de manera mas propia del ser humano es por ello que es valido sustentar que en nuestra guerra interior como en toda guerra - aunque a veces nos parece conveniente convencernos con cifras de que no en mayor medida - se realizan muchas acciones no solo terribles sino evidencias de características de sus autores clasificables psicopatológicamente. Sin embargo, hemos llegado a considerar que mucha gente supone que los sujetos de la guerra son siempre los mismos de la paz pero enfrentados en situaciones distintas, especialmente arriesgadas y dolorosas. Esto que es una concepción errónea, nos parece importante aclararla sin embargo, toda guerra es un proceso deshumanizante. La participación en ella y por supuesto, en mayor medida, la asociación prolongada, como la de muchos integrantes de las organizaciones armadas - especialmente las guerrillas - que en ella intervienen en nuestro país, tiene implicaciones sobre la evolución humana, en el desarrollo psíquico de los participantes (Samayoa, 2000). Y sobre la evolución de las organizaciones armadas que van cambiando en su composición no solamente por el desarrollo evolutivo de sus integrantes sino por la integración a ellas, debido a las exigencias de la guerra, de personas con deficiencias en su humanización previa pero, por ello mismo, adecuadas para las acciones deshumanizantes de la guerra.
Los actos de guerra son por definición inhumanos. Si bien el ser
humano es una de las especies mamíferas que mata a sus congéneres, es la única que no lo hace instintivamente. Por ello la guerra contradice a lo que el hombre es. No a su naturaleza - que no define a cada hombre en su esencia - sino a su construcción humanizante. Esta "humanización" conlleva como algo inherente que cada hombre vea en cada otro hombre a un semejante no porque lo dicte su naturaleza sino porque las propias elaboraciones culturales y el proceso de construcción de cada persona conllevan a esa identificación con el otro no puramente cognoscitiva o afectiva, sino afectivo-cognoscitiva o más bien: esencial y existencial. Lo que se deriva de esa capacidad de identificarnos con el otro o capacidad empática, en términos más contemporáneos, son nuestras limitaciones para agredirlo y hacerle daño. Si bien en un acto impulsivo, de ira o defensivo casi cualquier hombre puede agredir a otro, el reconocimiento de las consecuencias del acto agresor con el sufrimiento o daño al otro lleva inmediatamente a su freno. Y si podemos prever estas consecuencias es altamente probable que renunciemos a agredir al otro. Pero la guerra destruye esta capacidad de identificación, esa empatía. Por su índole la guerra excluye los procesos empáticos y para ello desconoce a las víctimas su semejanza con el agresor de ser posible negándole hasta su condición humana (debido a su raza, nivel social, sexo, o cualquier otro pretexto). Pero antes deshumaniza al propio agresor negándole la capacidad de ver en el otro lo inherente a su misma especie y conduciéndolo a actuar de manera inapropiada para su especie, como instrumento de su propia destrucción.
Dentro de los conflictos que se dan a conocer en nuestra cotidianidad
se encuentra el conflicto armado, el cual es causado por una creciente injusticia social, inequitativa distribución de la riqueza, corrupción generalizada y una alta impunidad. Tales condiciones han dado paso al descrédito y desligitimación del estado colombiano, generando la actual confrontación. En el frente de guerra son necesarios los sujetos en el conflicto. Además de los que ella misma genera los que capta o convoca. Tristemente Colombia posee candidatos para este tipo de situaciones violentas los cuales están en mayor proporción en sectores del campo que en las ciudades; El maltrato físico y psíquico a los menores facilitado por el predominio de una cultura patriarcal es el caldo de cultivo privado de los sujetos de la violencia, de la cotidianidad y de la política (Samudio, 2001). Estas prácticas autoritarias en la crianza conllevan no solamente problemas en el rendimiento escolar y traumas físicos sino deficiencias en la construcción de la identidad o lo que es lo mismo en la humanización que así como convierten a sus portadores en candidatos al fracaso escolar, laboral y afectivo, esto es, existencial, los hace paradójicamente sujetos aptos para la violencia por su baja empatía que les evita cualquier implicación afectiva con las víctimas que pudiera ser inhibidora del acto agresor (Rey, César, 2001). El abandono y maltrato a los menores, que tempranamente han tenido que conducir su propio desarrollo en medios violentos, conforman condiciones propicias para su constitución como sujetos con actos desviados de agresividad y hostilidad que, con alta probabilidad, reproducirán sus características en sus descendientes.
Los sujetos de violencia adultos muy probablemente se convierten en
padres y esposos maltratadores los cuales generaran una descendencia con rasgos violentos de igual manera los menores maltratados serán muy probablemente adultos violentos y no importa a qué fines sirvan, sus consecuencias sociales son equiparables. La constitución inadecuada para la vida es la más adecuada para la muerte. De esta clase de sujetos obtiene muchos de sus mejores guerreros cualquier organización armada; como es el caso de las AUC y la Guerrilla especialmente, los cuales utilizan a menores de edad para combatir diariamente en el conflicto que vivimos, estos niños son condicionados para matar, maltratar, agredir y sentir en carne propia la violencia, es impresionante como se enfrentan con situaciones altamente agresivas y estos responden de igual manera, en la guerrilla posee en un 70% de niños combatientes entre ellos se distinguen jefes de pelotones y de otros grupos internos, los niños son acosados sexualmente, algunos desafortunadamente violados otros víctimas de su mejor compañero; debido a que para probar su fidelidad con el grupo armado se tiene en ocasiones que matar a su camarada de lucha, es así como en Colombia no se respeta los derechos de los niños, conformando a muchos mas agresores de los que ya se posee.
Bajo cualquier circunstancia la violencia ha llegado a los lugares mas
apartados llámense corregimientos, regiones, ciudades etc. Son zonas que se convierten en poblaciones vulnerables y sometidas a lo que las dimensiones de la violencia conciernen.
Por supuesto, la guerra capta también a idealistas valerosos que
deciden sacrificar no solo su bienestar sino su vida en beneficio de sus ideales.
Por otro lado podemos ver que en la ciudadanía pástense como en
otras ciudades se vislumbran sucesos que atentan contra la vida, como son los actos delincuenciales, abusos sexuales, la satisfacción del otro padeciendo sufrimiento, entre otros son acciones que son relevantes y que desencadenan intolerancia, angustia, deseo de venganza, temores, sentimientos de indignidad y disertación del contexto con el ideal de que en otras partes fuera del que se encuentran se hallaran con mejores oportunidades. En efecto, esto ocasiona crisis desde lo personal, económico y social, puesto que los cambios ocasionan desmovilización y adaptación a situaciones inesperadas, de igual manera puede generar en los lugares donde se insertan personas acontecimientos que pueden ser titulados como malestares sociales.
En definitiva, la guerra es guerra siempre ha estado cerca de
nosotros y no es algo que apareció y desaparecerá en el día de mañana, mas bien es una situación que incentiva diversas conmociones que desencadenan demandas y sinsabores en donde actualmente sé esta empoderando de la población civil, con el fin de destruir la integridad del hombre, es por ello que se requiere mas que palabras, agentes proactivos que permitan el cese a los conflictos para que en el futuro, los niños gocen de un mejor bienestar y estabilidad emocional, donde sus derechos se respeten y no sea un agresor hostil quien opaque con su armamento malévolo la felicidad de un infante.