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Configuración social de las colonias españolas en América

La administración colonial, era dirigida por el rey principalmente, y éste era representado en
las colonias por virreyes y gobernadores; el virrey era el otro yo del rey, tenía que ser de
familia noble y en su administración era jefe civil y militar; tanto él como el gobernador:
vigilaban la administración en materias de gobierno, judiciales, militares, eclesiásticas y
económicas.

Al final del proceso de conquista las poblaciones indígenas fueron sujetas al poder español de
forma indiscriminada. Los diferentes grupos indígenas se vieron reducidos a su mínima
expresión, si acaso no fueron aniquilados del todo, el choque entre Europa y América resultó
nocivo para los naturales, quienes vieron destruidos su orden social, creencias, sentido de la
justicia y, en algunos casos hasta su lengua.

En la sociedad colonial había muchas desigualdades. Las personas tenían diferentes derechos
según su lugar de nacimiento, su color de piel o su nivel económico. Los grupos sociales de la
época eran:

1. Los blancos. Se dividían en: nacidos en España o españoles y nacidos en América o


criollos. Eran comerciantes, abogados, sacerdotes y militares. Sólo los españoles
podían ser funcionarios del gobierno;
2. Los indígenas. Eran los primeros habitantes de estas tierras;
3. Los negros. Habían sido capturados en el continente africano. Desde allí, los
comerciantes ingleses los traían encadenados en las bodegas de los barcos y, al llegar a
América, los vendían a los blancos como esclavos. Los blancos pasaban a ser sus
dueños;
4. Los mestizos. Nacidos de la unión de blancos e indígenas.
5. Los mulatos. Nacidos de la unión de blancos y negros.
6. Los zambos. Nacidos de la unión de indígenas y negros.
Entre los mestizos, los mulatos y los zambos, había carreteros, vendedores ambulantes,
acarreadores, mozos, cargadores, artesanos, soldados, pobres y mendigos.
7. El virrey era la autoridad máxima en tierras americanas, ya que gobernaba en nombre
del rey de España.

Causas de la Revolución de Mayo

La Revolución de Mayo fue una serie de acontecimientos revolucionarios ocurridos en mayo


de 1810 en la ciudad de Buenos Aires, capital del Virreinato del Río de la Plata, dependiente
del rey de España, y que tuvieron como consecuencia la destitución del virrey Baltasar Hidalgo
de Cisneros y su reemplazo por la Primera Junta de gobierno.

Los eventos de la Revolución de Mayo sucedieron durante el transcurso de la llamada Semana


de Mayo, entre el 18 de mayo, fecha de la confirmación oficial de la caída de la Junta Suprema
Central, y el 25 de mayo, fecha de asunción de la Primera Junta.

La Revolución de Mayo inició el proceso de surgimiento del Estado Argentino sin proclamación
de la independencia formal.
El movimiento revolucionario, desconoce el Consejo de Regencia, pero simula declarar
fidelidad al rey cautivo Fernando VII.

El proceso de la simulación termina cuando se declara la Independencia seis años después


durante el Congreso de Tucumán el 9 de julio de 1816.

Causas

A lo largo del siglo XVIII, las reformas en el Imperio Español llevadas adelante por la Casa de
Borbón —que reemplazó a la Casa de Austria a partir del 16 de noviembre de 1700—
transformaron la Hispanoamérica de aquel entonces de “reinos” relativamente autónomos, en
colonias enteramente dependientes de decisiones tomadas en España en beneficio de ella.
Entre las principales reformas borbónicas en América se destacó la creación del Virreinato del
Río de la Plata en 1776, que reunió territorios dependientes hasta entonces del muy extenso
Virreinato del Perú, y dio una importancia principal a su capital, la ciudad de Buenos Aires, que
había tenido una significación secundaria hasta ese momento.

En el Virreinato del Río de la Plata el comercio exterior era un monopolio de España y


legalmente no se permitía el comercio con otras potencias. Esta situación era altamente
desventajosa para Buenos Aires ya que la corona española minimizaba el envío de barcos
rumbo a dicha ciudad. Esta decisión de la metrópoli se debía a que la piratería obligaba a
enviar a los barcos de comercio con una fuerte escolta militar, y ya que Buenos Aires no
contaba con recursos de oro ni de plata ni disponía de poblaciones indígenas establecidas de
las cuales obtener recursos o someter al sistema de encomienda, enviar los convoyes de
barcos a la ciudad era mucho menos rentable que si eran enviados a México o Lima. Dado que
los productos que llegaban de la metrópoli eran escasos, caros e insuficientes para mantener a
la población, tuvo lugar un gran desarrollo del contrabando, que era tolerado por la mayoría
de los gobernantes locales. El comercio ilícito alcanzaba montos similares al del comercio
autorizado con España. En este contexto se formaron dos grupos de poder diferenciados:

Los que reclamaban el comercio libre para importar directamente con cualquier país sin tener
que necesariamente comprar todas las mercaderías trianguladas por España. Dentro de este
grupo del comercio libre pueden distinguirse a su vez a un grupo de poderosos
contrabandistas criollos o españoles asociados a los mercaderes ingleses que fomentaban la
nula protección de la manufactura local y por el otro lado a un grupo que si bien quería romper
el monopolio español, no deseaba una desprotección de la manufactura y producción locales
(Mariano Moreno).

Los comerciantes monopolistas, autorizados por la Corona española, quienes rechazaban el


libre comercio y propugnaban por la continuidad del monopolio ya que si los productos
entraban legalmente disminuirían sus ganancias.

Inglaterra en plena revolución industrial, necesitaba más mercados consumidores de sus


productos, por eso esperaba beneficiarse de la autonomía de las colonias españolas, pero no
podía promover abiertamente la independencia de las mismas, dado que era aliada de España
en contra de Francia.

En la organización política, especialmente desde la fundación del Virreinato del Río de la Plata,
el ejercicio de las instituciones residentes recaía en funcionarios designados por la corona, casi
exclusivamente españoles provenientes de la metrópoli, sin vinculación con los problemas e
intereses americanos. Legalmente no había diferenciación de clases sociales entre españoles
peninsulares y del virreinato, pero en la práctica los cargos más importantes recaían en los
primeros. La burguesía criolla, fortalecida por la revitalización del comercio e influida por las
nuevas ideas, esperaba la oportunidad para acceder a la conducción política.

La rivalidad entre los habitantes nacidos en la colonia y los de la España europea dio lugar a
una pugna entre los partidarios de la autonomía y quienes deseaban conservar la situación
establecida. Aquellos a favor de la autonomía se llamaban a sí mismos patriotas, americanos,
sudamericanos o criollos, mientras que los partidarios de la realeza española se llamaban a sí
mismos realistas. Los patriotas eran señalados despectivamente por los realistas como
insurgentes, facciosos, rebeldes, sediciosos, revolucionarios, descreídos, herejes, libertinos o
caudillos; mientras que los realistas eran a su vez tratados en forma despectiva como
sarracenos, godos, gallegos, chapetones, matuchos o maturrangos por los patriotas.

Buenos Aires, la capital del Virreinato, logró un gran reconocimiento ante las demás ciudades
del mismo luego de expulsar a las tropas inglesas en dos oportunidades durante las Invasiones
Inglesas. La victoria contra las tropas inglesas alentó los ánimos independentistas ya que el
virreinato había logrado defenderse solo de un ataque externo, sin ayuda de España. Durante
dicho conflicto se constituyeron milicias criollas que luego tendrían un importante peso político,
la principal de ellas era el Regimiento de Patricios liderado por Cornelio Saavedra.

Revolución de Mayo: Causas internas

El debilitamiento del imperio español, el cuestionamiento de la autoridad virreinal, la defensa


de las colonias del Río de la Plata contra la primera y segunda invasión inglesa, y la necesidad
de liberarse del monopolio económico español, fueron forjando el movimiento
independentista.

Las semillas de la Independencia de Estados Unidos, y de la Revolución Francesa habían


germinado en la sociedad porteña. Y, pese a la multiplicidad de intereses enfrentados en el
pueblo de la colonia, los patriotas consolidan el movimiento revolucionario con la Revolución
del 25 de mayo de 1810.

INSTITUCIONES HISPANOAMERICANAS

Con la conquista española de un vasto sector del continente americano, la Corona española, a
cuyo dominio fueron anexadas, debió establecer órganos de gobierno que regularan la vida
colonial, y que fueran capaces de aplicar en un territorio distante de la Metrópoli, las órdenes
y normas que emanaran de la misma.

Existían instituciones que gobernaban desde España, que eran el Rey, el Consejo de Indias y la
Casa de Contratación y otras que residían en América, y que eran los Virreyes, los Adelantados,
los Capitanes Generales, los Gobernadores, las Audiencias, los Cabildos y los Consulados.
Entre las españolas,

1. el Rey era la máxima autoridad, tanto en España como en América, detentando el


gobierno de un estado absolutista, o sea, que reunía en su persona, todos los poderes
del estado. Hasta el año 1700, gobernó la dinastía de los Austrias y luego la de los
Borbones.

Sin embargo, sólo en los primeros años posteriores a la conquista, el rey tuvo a su cargo
directo los asuntos de las colonias, luego la mayoría de las tareas pasaron a ser desempeñadas
por

2. la Casa de Contratación de Sevilla, que también fue delegando atribuciones al Consejo


de Indias.

La Casa de Contratación, tenía fines comerciales, regulando la actividad mercantil de


las colonias.

Regulaba el sistema de flotas y galeones, cobraba impuestos y actuaba como tribunal


de comercio. A partir de 1583, el tribunal de comercio se independizó de la Casa de
Contratación, y ésta compartió sus actividades con un nuevo organismo, el Consulado,
ente gremial que conformaban poderosos comerciantes que regulaban el comercio
con las Indias, de manera monopólica.

3. Consejo de Indias, que finalmente, hacia el siglo XVII era la institución española con
más poderes en América.

El Consejo de Indias proponía los candidatos a ocupar los cargos de virreyes,


gobernadores u otros cargos importantes.

Presentaba las propuestas de ley que luego eran evaluadas por el monarca quien
decidía sobe la conveniencia de su aprobación.

Tenía, además, funciones judiciales, interviniendo en grado y apelación, sobre las


sentencias de montos elevados dictadas por las Audiencias.

Tenía a su cargo el juicio de residencia que se aplicaba a virreyes, gobernadores,


capitanes generales y otros funcionarios importantes, acusados ante el juez de
residencia, comisionado que se trasladaba a las distintas ciudades de América con este
fin, por abusos de poder o corrupción entre otras cuestiones, y también cuando
finalizaban su mandato. El funcionario acusado debía permanecer en su puesto
mientras duraba el proceso. Las penas a aplicar podían consistir en multas,
confiscación de bienes o prisión.

Enviaba igualmente visitadores generales con funciones de supervisión y control.

También le incumbía el ejercicio del Real Patronato, por concesión otorgada a los
Reyes Católicos por el Papa Julio II, para ejercer en América funciones eclesiásticas.
En América, la máxima autoridad eran

4. los virreyes, representantes del rey, con poderes políticos, religiosos, militares y
judiciales. En general, duraban tres años en sus funciones.

5. Los Capitanes Generales, ejercían todos los poderes pero en territorios de menores
dimensiones, en los que se dividía el virreinato, llamados capitanías generales.

6. Los gobernadores, ejercían sus funciones en territorios aún más pequeños, las
gobernaciones. Intervenían en grado de apelación en las decisiones de los Cabildos,
que luego podían apelarse nuevamente ante la Audiencia. Reemplazaron a los
Adelantados, durante el reinado de Felipe II.

7. Los Adelantados eran aquellos que habían conquistado las tierras para España, y que
habían firmado con el rey una capitulación, acuerdo por el cual los gastos de la
expedición quedaba a cargo de los conquistadores, recibiendo a cambio poderes
políticos, militares y judiciales sobre los territorios conquistados.

8. Las Audiencias tenían funciones judiciales y estaban integradas por los oidores,
prestigiosos hombres del Derecho, cuyas decisiones sólo podían ser apeladas ante el
Consejo de Indias cuando se tratara de asuntos de importancia económica
considerable. Entre otras funciones asesoraban y vigilaban a los virreyes en el
cumplimiento de sus funciones. Las Audiencias se instalaban en las provincias
mayores, que contaban con un gobernador-presidente, que presidía la Audiencia. Las
provincias menores contaban sólo con un gobernador.

9. Los Cabildos, gobernaban las más pequeñas unidades administrativas, las ciudades, y
el ámbito rural que las rodeaba. Las ciudades sin Cabildo no tenían existencia política.
Eran instituciones integradas por vecinos, considerándose como tales, los que tenían
casa poblada en la ciudad. La formaban los alcaldes, uno o dos, con funciones
judiciales, los regidores con atribuciones militares, el alférez real, que representaba a la
ciudad en las ceremonias públicas y el alguacil mayor con poder de policía.

Entre las autoridades residentes en América no había una jerarquía, sino un equilibrio de
funciones que eran autónomas pero a su vez interdependientes entre sí.

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