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El ateísmo y la increencia

El ateísmo es aquella concepción que niega lo divino o lo absoluto de cualquier tipo, que no se
identifique con el hombre y con el mundo de nuestra experiencia empírica y de sus principios
inmanentes.

¿Cuál es el Dios negado por los ateísmos?

1) Un ser principio y causa de todo.


2) Un ser trascendente.
3) Un ser inmanente que fundamenta el ser y actuar de todo.

i. El ateísmo en el A.T. y N. T.:

La Escritura presupone como evidente la existencia de Dios: "Dice el necio para sí: No hay Dios"
(cf. Sal 10). Los ateos son necios, porque Dios ya en la creación se revela (cf. Sb 13 y Rm 1, 18-
20), por eso mismo son inexcusables de no reconocer la existencia de Dios trascendente. La
doctrina de la creación apunta a la trascendencia de Dios y desdiviniza las criaturas. Sería una
suerte de demostración indirecta del monoteísmo, pese a que en los libros más antiguos sólo se
sanciona una monolatría del pueblo de Israel.

ii. Los diversos tipos de ateísmo:

a. El ateísmo teórico: Sostiene doctrinariamente que Dios no existe. Puede ser:

1) Ateísmo científico:

La mentalidad positivista sólo admite como cierto lo que se experimenta; luego, la ciencia
experimental es la única fuente de verdades o conocimiento. Ahora bien, como Dios no es objeto
de experiencia; y es más, la ciencia y la técnica explican hoy muchos fenómenos que antes se
atribuían a Dios, Dios pasa a ser una hipótesis inútil, a la que acude el hombre ignorante. El
ateísmo científico toma varias modalidades, según sean las ciencias:

- Ciencias lógicas: Niegan toda proposición sobre Dios porque no es empírico (Russel,
Wittgenstein, etc.).
- Ciencias de la naturaleza: Pretenden explicar la realidad por la sola materia, que es la razón y
fundamento de todo ser. Esta concepciones son distintas expresiones del materialismo:
- Ciencias biológicas: Explican la vida por la sola evolución de la materia: Procesos físico-
químicos. Se trata de otra forma de materialismo.
- Ciencias antropológicas o psicológicas: Reducen el hombre a la sola evolución de la materia.
- Ciencias sociales: Buscan en el hecho social la explicación de la religión; ésta no es sino una
fase de la evolución de la historia- Por ejemplo:
- Sociología de Comte: consta de 3 estadios sucesivos: a. Teológico. b. Metafísico. c. Positivo.
- Materialismo histórico de Feuerbach.
- Materialismo dialéctico de Marx y Engels.

Las ciencias, con todo, no responden al sentido de las cosas y a su último por qué. Y dado los
avances, cada vez más la ciencia tiene que relativizar sus certezas (cf. El mito de la ciencia de
Quintanilla).

2) Ateísmo Antropológico:

La religión es la proyección hacia afuera de lo que quiere ser el hombre. Dios es un ser
imaginario, al que se le trasladan las propias ansias de perfección que el hombre experimenta.
Este es el materialismo de Feuerbach.
De la conciencia de infinito no se deduce que el ser infinito sea imaginario. Otros filósofos
contemporáneos como Marcel, Blondel, Zubiri, etc. han mostrado su realidad.

3) Ateísmo marxista:

Marx asume y reelabora el materialismo de Feuerbach, concluyendo que la religión es opio del
pueblo, porque lo deshumaniza o aliena. La alienación religiosa es un reflejo de una alienación
más profunda: la económica. De ahí que suprimiendo ésta desaparecerá también aquélla.
Engels le da un alcance universal al materialismo, buscando explicar todo el universo
con su dialéctica. Lenin, como estratega político, añade al marxismo un carácter militante.

4) Ateísmo psicoanalítico:

Para Freud la religión es una ilusión. Es la proyección de antiguos deseos infantiles no


satisfechos (complejos), que en su impotencia buscan la protección de los dioses y de ciertos
ritos. La religión responde a una necesidad psicológica, pero de manera no adecuada. Ha de ser
sustituida por el psicoanálisis.

5) Ateísmo vitalista:

Afirma el nihilismo de Nietzsche la muerte de Dios. El hombre ha de romper todo vínculo con
Dios para afirmarse y superarse a sí mismo (superhombre). En este romper con Dios, hay que
destruir los valores tanto del conocer pues no hay verdad objetivable, como los del actuar moral.
Los valores auténticos son los impulsos vitales, fuerzas de construcción del verdadero hombre y
de la verdadera sociedad. La cultura y las religiones dominantes inhiben y ocultan estos valores
verdaderos, reduciendo a los seres humanos a la inferioridad y mediocridad.

6) Ateísmo existencialista:

Sartre: El hombre es "existencia"; es absoluta libertad. La existencia de Dios impediría esta


libertad; luego, no puede existir Dios.

b. El ateísmo práctico: Vivir como si Dios no existiera. Puede ser:

1) Deísta: Si bien cree en Dios como ser creador, sostiene que no tiene ninguna relación con el
mundo. Como un gran arquitecto o un relojero que nada tiene que ver con su obra (ej. masones).

2) Indifencia religiosa: Prácticamente, se vive prescindiendo de Dios.

iii. Fundamentos y dimensiones del ateísmo contemporáneo: (cf. G.S. 20, 21 y 22)

a. Fundamentos del ateísmo contemporáneo:

1) Autonomía de la naturaleza y esferas profanas: El conocimiento de la naturaleza exige cada


vez menos la "hipótesis de Dios", incluso se la descarta abiertamente. Ello se remonta a
Descartes quien pone las bases del pensamiento moderno, Dios es el garante del conocimiento
humano. Kant sacará por deducción que Dios no es cognoscible y que sólo es fundamento del
actuar humano. El idealismo alemán reconocerá que en realidad Dios es la proyección del
espíritu finito que se desenvuelve hacia lo infinito en un proceso dialéctico. Finalmente la
izquierda hegeliana sostendrá que ese espíritu no es más que la expresión de la materia (lo
inmanente) sublimado en un proceso de enajenación histórica.

2) Autonomía del sujeto, cuya dignidad y libertad excluyen un "supuesto" de Dios todopoderoso.
El hombre o Dios. Deducción final de la modernidad. Su expresión máxima es el nihilismo.
3) Protesta contra el mal, sobre todo las injusticias y las atrocidades de las guerras y la violencia
producida por las ideologías. Cobra mucha importancia el existencialismo.

b. Las dimensiones del ateísmo contemporáneo:

1) Más que negar o rechazar a Dios, consiste en afirmar exclusivamente al hombre. El hombre
se vuelve como valor absoluto (humanismo cerrado). Consecuencia de todo un proceso que
comenzó con la modernidad. Frente al mal, rechaza a un Dios creador y providente.

2) El hombre es autor de su propia historia. Dios sería un intruso.

3) La religión deshumaniza o aliena al hombre. Para las ciencias es oscurantismo; para la


antropología es una proyección del hombre; para la psicología un desequilibrio inconsciente; para
la sociología una proyección.

4) Se presenta en general como un proceso post-cristiano (hijo del cristianismo occidental).

5) No es un hecho pasajero. Ha tocado la misma conciencia del hombre, su cultura.

6) Sus factores: Auge de las ciencias; creciente autonomía; antropocentrismo; conciencia crítica,
etc.

7) Predominio del agnosticismo: Defiende la incognoscibilidad de lo supra sensible. Niega así la


metafísica y todo tipo de conocimiento revelado, en especial, la posibilidad de conocer a Dios.
Aparece con el criticismo de Kant, y luego en el positivismo. Su formulación puede resumirse en
aquella fórmula: Puede que Dios exista, pero el hombre es incapaz de conocerlo.

iv. El secularismo ateo:

Sistema de organización de la vida social y política que niega o prescinde de Dios, ya sea por
sostener que todas las realidades se explican por sí solas, o porque se considera a Dios enemigo,
alienante del hombre. No se lo debe confundir con la "secularización" que es el proceso mediante
el cual, las realidades temporales adquieren una legítima autonomía en el respeto de sus propias
leyes (cf. GS 19, 20 y 21).

v. La crisis de fe: Desafíos del ateísmo para los cristianos.

Ante el ateísmo los cristianos lejos de considerarlo como sólo un adversario para nuestra vivencia
de la fe, debemos preguntarnos en qué medida somos responsables de él (incoherencias,
divorcio fe y vida). Ello nos insta a presentar el rostro auténtico de Dios, no desfigurado en nuestra
vida cotidiana y en la participación social. El testimonio cristiano convencido es nuestra primera
y mejor respuesta al ateísmo.

Para el Vaticano II el ateísmo es uno de los fenómenos más graves de hoy, que exige ser
examinado con detención. La palabra ateísmo designa actitudes tan distintas como la
indiferencia religiosa, el positivismo, la protesta contra el mal, etc. Ha de considerarse también
la culpa de los creyentes, pues son corresponsales del ateísmo, toda vez que ellos han ocultado
el rostro de Dios con actitudes que no se adecuan a sus creencias. De lo que se deduce que no
siempre el ateo sea totalmente responsable de su increencia. Al mismo tiempo afirmamos que,
incluso los que rechazan la existencia de Dios sin culpa propia, y son fieles y honestos a su
conciencia, santuario donde el verdadero Dios les habla, se salvan de un modo misterioso sólo
conocido de la misericordia del Padre.

El ateísmo proclama que dios no existe. No dice nada sobre la utilidad de la religión o incluso de
la utilidad de creer que dios existe. Usted puede ser un(a) ateo(a) y creer que la religión debería
ser valorada por sus beneficios sociales. Puede sentirse de igual manera acerca de la mera
creencia en la existencia de dios. Existen ateos así. Puede creer en dios y odiar
apasionadamente la religión. Algunos creyentes lo hacen. Y, se da por sabido, los creyentes más
inteligentes son más inteligentes que los ateos más bobos. Irrelevancias al margen, ¿hay razones
para el ateísmo?

El ateísmo surge de un razonamiento en dos etapas. La primera establece que creer en dios
está injustificado. La segunda establece que la negación de dios está justificada: aunque la
primera etapa no prueba que dios no exista, resulta suficiente para justificar la afirmación de que
no existe.

Creer en dios está injustificado porque no hay razón para creer en dios. Hay presuntas pruebas
de la existencia de dios: las pruebas ontológica y cosmológica. La ontológica es demasiado
abstrusa para que merezca aquí una discusión; tiene poco predicamento entre los creyentes. La
prueba cosmológica dice que debe haber una primera causa, a saber, dios. Pero no hay razón
alguna de por qué una primera causa debería ser algo parecido a dios, ni por qué debe ser
asumida.

Ser una causa es explicar un evento, y explicar un evento es dar cuenta de cómo se produjo.
Pero postular cualquier guisa de primera causa no explica nada; simplemente coloca una entidad
para la que no hay explicación al comienzo de la cadena causal. Así que la prueba cosmológica
no tiene fuerza.

Las otras razones aducidas para creer en dios son la fe y el orden del universo. La fe no
solamente es una sinrazón, ni tampoco es una razón para creer en algo. La fe de que hay dios
puede sentirse de forma diferente a la fe de que mi equipo ganará, pero ningún sentimiento, sea
de la intensidad o calidad que sea, puede hacer de la no prueba una prueba. Sabemos que la fe
más intensa puede estar equivocada acerca de cuestiones mundanas. ¿Por qué debería ser más
fiable sobre cuestiones mucho más peliagudas?

El único motivo remotamente plausible para creer en dios es también el más popular: el de que
hay algún tipo de diseño en el universo. Esto no prueba que un dios diseñó la naturaleza, pero
no tiene que hacerlo, porque si la naturaleza tiene un diseñador, dios es una suposición bastante
buena.

Los ateos responden argumentando que el orden biológico en la naturaleza está mejor explicado
por la adaptación selectiva que por el diseño. Esto parece correcto, pero no justifica el ateísmo.
Por un lado, durante los últimos 300 años ha habido teístas que sostienen que dios opera a
través de las leyes de la naturaleza; quizás dios diseñó a través de la selección natural. Por otro
lado, incluso una buena apuesta por la mejor explicación no elimina a todas las finalistas. Que
deberíamos preferir la mejor explicación es una regla empírica de la metodología, no una certeza
matemática ni un inquebrantable dictado de la experiencia. Lo que es peor, los filósofos de la
ciencia tienen dificultades para explicar exactamente lo que hace una explicación "mejor": el
criterio abarca conceptos resbaladizos como "elegancia", "potencia sistemática" e
"informatividad" que hasta el momento han eludido una definición precisa. Quizás es por ello que
Dawkins, por ejemplo, defiende algo menos que el ateísmo. Como los anuncios del autobús,
dice "probablemente dios no existe", pone en duda más que niega la existencia de dios.

Si somos más cautelosos en nuestros argumentos, podemos serlo menos en nuestras


conclusiones. Antes de razonar sobre el diseño en la naturaleza, necesitamos conocer lo que
cuenta como evidencia para el diseño. La naturaleza, como veremos, no nos ofrece tal evidencia.
Ello no solamente refuta el argumento del diseño; nos da razón suficiente para profesar el
ateísmo.
Cuando nos preguntamos por la evidencia, ésta debe ser del tipo accesible para nosotros, no,
por ejemplo, apelando a los viajeros del tiempo o alienígenas que pueden detectar radiaciones
que nosotros no podemos. Que nosotros sepamos, hay seres que han encontrado evidencia del
diseño en la naturaleza, pero lo que cuenta es si hay evidencia disponible para nosotros. Y no
hay.

¿Qué podemos tomar como evidencia del diseño?

Debemos empezar con cosas de las que estamos muy seguros que han sido diseñadas. Otras
cosas ofrecen evidencias de diseño en la medida que se asemejan a otras. Ninguna de las
evidencias es absolutamente concluyente: incluso si vemos a alguien hacer un vestido utilizando
un patrón es posible, sí, que estemos alucinando. Pero cualquiera que sea su certeza, la
evidencia caerá en una de estas dos categorías: la de la procedencia y la del patrón.

Si nos ponemos a rastrear la procedencia de un objeto desde un proceso de producción


conocido, entonces sabemos que está diseñado. No importa a lo que se asemeje el objeto. Si
encontramos una pieza de arcilla de forma irregular, y oímos de amigos de confianza que se trata
del trabajo de un artista, y preguntamos al artista por ello que a su vez nos dice que lo hizo pero
lo desechó, tendremos una potente evidencia de que la pieza de barro fue diseñada.

En la naturaleza no tenemos evidencias de la procedencia. No vemos a dios creando erizos de


mar; no tenemos aún informes suyos haciendo tal cosa. El erizo no dispone de una etiqueta que
diga "hecho con orgullo por dios". Los que afirman que ven la mano de dios en las cosas están
haciendo una metáfora, no una aserción literal. Así que si queremos una prueba del diseño en la
naturaleza, debe ser la evidencia del patrón. Pero aquí está el problema que supone la diferencia
entre el éxito o el fracaso: la naturaleza no ofrece ninguna evidencia de tal guisa.

La evidencia del patrón consiste enteramente en las semejanzas con las cosas que, a través de
la evidencia de la procedencia, ya sabemos que han sido diseñadas. Con el orden o la función
no basta. Si tuviéramos una lengua escrita o hablada de forma muy diferente, si nada de lo que
hiciéramos fuera formado como las letras de nuestro alfabeto, no tendríamos razón alguna para
ver diseño en un patrón como "SALIDA". Las bicicletas, los relojes y las tijeras, a diferencia de
los globos oculares, nos proporcionan evidencia de patrones de diseño porque sabemos,
mediante la evidencia o la procedencia, que la gente diseña y fabrica tales cosas. Cuanto más
general es el patrón, más débil es la evidencia: los cubos, por ejemplo, también se encuentran
en algunos minerales, así como muchas otras formas regulares. Pero un cubo de tamaño mineral
con alguna procedencia, con algún indicio de prácticas humanas, sí que ofrece evidencia: no el
cubo desnudo, sino los bloques con letras para niños o los símbolos o números en los dados de
póker.

Los patrones de la naturaleza muestran orden y complejidad, pero no tienen trazas de


procedencia ni ninguna semejanza con las cosas que sabemos han sido diseñadas. Si
encontrásemos mamíferos con forma de BMW o flores parecidas a tijeras, ello podría ser una
evidencia del diseño. No encontramos nada parecido, así que no tenemos tal evidencia. Incluso
si miles de fábricas comenzaran a fabricar enormes cantidades de piedras normales y corrientes,
no nos ayudaría. Entonces no podríamos conocer si una piedra normal o corriente había sido
diseñada o no. No saber que algo está diseñado no es una buena razón para suponer que ha
sido diseñado. Ya que nada en la naturaleza nos proporciona evidencia de diseño, el argumento
del diseño no puede siquiera ser tenido en cuenta.

Esta falta de evidencia no prueba la no existencia de dios. A pesar de ello, hace mucho más que
refutar un argumento: nos da razones para abrazar el ateísmo. Tiene más sentido que decir "no
sé si dios existe" o incluso "probablemente dios no existe", afirmar que dios no existe. Esto tiene
que ver con las condiciones bajo las cuales nos sentimos autorizados a afirmar algo. Siempre
que decimos cualquier cosa damos por sentado que puede menoscabar nuestra afirmación el
escepticismo extremo. Tenemos derecho a negar que duendes indetectables cabalgan en las
gotas de lluvia o que las estatuas del monte Rushmore recitan frecuentemente poesía francesa,
o que Mickey Mouse tiene un reino oculto en la Amazonia. Podemos negar estas cosas aunque
sabemos que, hablando estrictamente, podríamos estar equivocados. Todos podríamos estar
alucinando o haber pasado por alto algunas evidencias decisivas. Pero estas incertidumbres
"metafísicas" ya son siempre asumidas cuando afirmamos que algo no ocurre o no existe.

Es engañoso llevar esta incertidumbre metafísica de fondo al primer plano hablando de


probabilidades. Cuando en realidad afirmamos probabilidades :

"probablemente lloverá esta semana" basamos nuestra afirmación en observaciones del mundo
real. Podemos citar, por ejemplo, la frecuencia observada en que determinadas condiciones de
la meteorología producen lluvia. Las afirmaciones de probabilidad, en otras palabras, están ellas
mismas basadas en la evidencia. No son movimientos neuróticamente prudentes para
protegernos de resultados que no podemos esperar de ninguna manera a base de las
observaciones. No decimos: "probablemente nosotros no tenemos tentáculos". Decimos que no
los tenemos. No sentimos alguna necesidad de cubrirnos el culo por si acaso hemos estado
alucinando todas estas décadas. Así debe ser con la existencia de dios. Si omitimos el
"probablemente" de "probablemente nosotros no tenemos tentáculos", deberíamos omitirlo de
"probablemente dios no existe".

¿Tenemos aquí demasiada cientificidad? ¿Es demasiado racionalista? Stanley Fish nos advierte
contra el exceso de confianza en "las afirmaciones del ateísmo basadas científicamente": "que
se encuentran delante de la necesidad de elegir, de un lado, entre una fe imperfecta religiosa
que mira alto y, por el otro lado, una fe espectacularmente orgullosa en el poder de la razón por
sí sola y un progreso sin contenido, pero que, como el capitalismo que refleja y extiende, sabe
entrar sin ofrecer valor alguno en cada recoveco."

Fish está rajando a un hombre de paja: el pensamiento científico se basa en mucho más que "el
poder de la razón por sí sola". La observación no es la razón, pero es una parte muy grande de
la ciencia. También lo es la imaginación, que se extiende profundamente no solamente en la
teoría y en la construcción experimental sino también en las matemáticas, de las cuales no
podemos pensar que implican exclusivamente la lógica o el pensamiento "lineal". Por otra parte,
la elección de una teoría respecto de otra supone, como es ampliamente entendido,
consideraciones casi estéticas como potencia y elegancia, que son invocadas para decidir entre
hipótesis igualmente bien confirmadas. Estas consideraciones y otras normas epistemológicas
se adaptan fácilmente bajo la rúbrica de "valores". Y si la emoción no tiene lugar en el argumento
científico, evidentemente tiene mucho que ver con lo que motiva a los científicos para emprender
un proyecto en lugar de otro. Por último pero no menos importante, la ciencia no tiene ninguna
prueba de sus supuestos más básicos. Los científicos a menudo necesitan tener fe en la ciencia,
en sus conocimientos, habilidades, objetivos y métodos. En otras palabras, la ciencia abarca una
gama completa de actividad mental humana. La diferencia es que la ciencia despliega
imaginación, emoción y fe al servicio del descubrimiento, no de delirios. Lo que se ha descubierto
nos da derecho a negar muchas cosas, incluida la existencia de dios.

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